Parroquia Ntra. Sra. del Carmen (Aguadulce) Revista Semanal · de la parábola que narra cuando...

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Las palabras que Jesús pronuncia durante su Pasión encuentran su culminación en el perdón. Jesús perdona: «Padre, perdónales porque no saben lo que hacen» (Lc 23, 34). No sólo son palabras, porque se convierten en un acto concreto en el perdón ofrecido al «buen ladrón», que estaba junto a Él. San Lucas escribe sobre dos delincuentes crucificados con Jesús, los cuales se dirigen a Él con actitudes opuestas. El primero le insulta, como le insultaba toda la gente, ahí, como hacen los jefes del pueblo, pero este pobre hombre, llevado por la desesperación dice: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti mismo y a nosotros!» (Lc 23, 39). Este grito atestigua la angustia del hombre ante el misterio de la muerte y la trágica conciencia de que sólo Dios puede ser la res- puesta liberadora: por eso es impensable que el Mesías, el enviado de Dios, pueda estar en la cruz sin hacer nada para salvarse. Y no entendían esto. No entendían el misterio del sacrificio de Jesús. Y en cambio, Jesús nos ha salvado permaneciendo en la cruz. Todos nosotros sabemos que no es fácil «permanecer en la cruz», en nuestras pequeñas cruces de cada día. Él en esta gran cruz, con este gran sufrimiento, ha permanecido así y les ha salvado; nos ha mostrado su omnipotencia y ahí nos ha perdonado. Ahí se cumple su donación de amor y surge para siempre nuestra salvación. Muriendo en la cruz, inocente entre dos criminales, Él testimonia que la salvación de Dios puede llegar a cualquier hombre en cualquier condición, incluso en la más negativa y dolorosa. La salvación de Dios es para todos, nadie exclui- do. Es un regalo para todos. Por eso el Jubileo es tiempo de gracia y de misericordia para todos, buenos y malos, para los que están sanos y los que sufren. Acordaos de la parábola que narra cuando Jesús en la fiesta de la boda del hijo de un poderoso de la tierra: cuando los invitados no quisieron ir dice a sus siervos: «Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda» (Mt 22,9). Estamos llamados todos: buenos y malos. La Iglesia no es solamente para los bue- nos o para aquellos que parecen buenos o se creen buenos; la Iglesia es para todos, y además preferiblemente para los malos, porque la Iglesia es misericordia. Y este tiempo de gracia y de misericordia nos hace recordar que ¡nada nos puede separar del amor de Cristo! (cf. Rm 8, 39). A quien está postrado en una cama de hospital, a quien vive encerrado en una prisión, a los que están atrapados por las guerras, yo digo: mirad el Crucifijo; Dios está con vosotros, permanece con voso- tros en la cruz y a todos se ofrece como Salvador, a todos nosotros. A vosotros que sufrís tanto digo, Jesús ha sido crucificado por vosotros, por nosotros, por todos. Dejad que la fuerza del Evangelio entre en vuestros corazones y os consuele, os dé esperanza y la íntima certeza de que nadie está excluido de su perdón. Pero vosotros podéis preguntarme: «Pero Padre dígame ¿El que ha hecho las cosas más malas durante la vida, tiene la posibilidad de ser perdonado?» — «¡Sí! Sí: ninguno está excluido del perdón de Dios. Solamente tiene que acercarse arrepentido a Jesús y con ganas de ser abrazado por Él». Este era el primer delincuente. El otro es el llamado «buen ladrón». Sus palabras son un maravilloso modelo de arrepentimiento, una catequesis concentrada para aprender a pedir perdón a Jesús. Primero, él se dirige a su compañero: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena?» (Lc 23, 40). Así pone de relieve el punto de partida del arrepentimiento: el temor a Dios. Pero no el miedo a Dios, no: el temor filial de Dios. No es el miedo, sino ese respeto que se debe a Dios porque Él es Dios. Es un respeto filial porque Él es Padre. El buen ladrón recuerda la actitud fundamental que abre a la confianza en Dios: la conciencia de su omni- potencia y de su infinita bondad. Este es el respeto confiado que ayuda a dejar espacio a Dios y a encomendarse a su misericordia, incluso en la oscuridad más den- sa. Después, declara la inocencia de Jesús y confiesa abiertamente su propia culpa: «Y nosotros con razón porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio éste nada malo ha hecho» (Lc 23, 41). Jesús está ahí en la cruz para estar con los culpables: a través de esta cercanía, Él les ofrece la salvación. Lo cual es un escándalo para los jefes y para el primer ladrón, para los que estaban ahí y se burlaban de Jesús, sin embargo esto es el fundamento de su fe. Y así el buen la- drón se convierte en testigo de la Gracia; ha ocurrido lo impensable: Dios me ha amado hasta tal punto que ha muerto en la cruz por mí. La fe misma de este hom- bre es fruto de la gracia de Cristo: sus ojos contemplan en el Crucificado el amor de Dios por él, pobre pecador. Es verdad, era ladrón, era un ladrón, había robado toda su vida. Pero al final, arrepentido de lo que había hecho, mirando a Jesús tan bueno y misericordioso logró robarse el cielo: ¡éste es un buen ladrón! El buen ladrón se dirige directamente a Jesús, pidiendo su ayuda: «Jesús acuérdate de mí cuando vengas con tu reino» (Lc 23,42). Le llama por nombre, «Jesús», con con- fianza, y así confiesa lo que este nombre indica: «el Señor salva», esto significa el nombre de «Jesús». Ese hombre pide a Jesús que se acuerde de él. ¡Cuánta ternu- ra en esta expresión, cuánta humanidad! Es la necesidad del ser humano de no ser abandonado, de que Dios le esté siempre cerca. De este manera un condenado a muerte se convierte en modelo del cristiano que confía en Jesús. Un condenado a muerte es un modelo para nosotros, un modelo para un hombre, para un cristiano que confía en Jesús; y también un modelo de la Iglesia que en la liturgia tantas veces invoca al Señor diciendo: «AcuérdateAcuérdateAcuérdate de tu amor». Mientras el buen ladrón habla del futuro: «cuando vengas con tu reino», la respuesta de Jesús no se hace esperar; habla en presente: dice «hoy estarás conmigo en el Paraíso» (v. 43). En la hora de la cruz, la salvación de Cristo llega a su culmen; y su promesa al buen ladrón revela el cumplimiento de su misión: es decir, salvar a los pecadores. Al inicio de su ministerio, en la sinagoga de Nazaret, Jesús había proclamado: «la liberación a los cautivos» (Lc 4, 18); en Jericó, en la casa del públi- co pecador Zaqueo, había declarado que «el hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido» (Lc 19, 9). En la cruz, el último acto confirma la realización de este diseño salvífico. Desde el principio hasta el final Él se ha revelado Misericordia, se ha revelado encarnación definitiva e irrepetible del amor del Padre. Jesús es verdaderamente el rostro de la misericordia del Padre. Y el buen ladrón le ha llamado por su nombre: «Jesús». Es una invocación breve, y todos nosotros podemos hacerla durante el día muchas veces: «Jesús». «Jesús», simplemente. Hacedla durante todo el día. Noticias y avisos De las audiencias (28.09.2016) Parroquia Ntra. Sra. del Carmen (Aguadulce) Revista Semanal 2 octubre 2016, Núm. 129 + En horario de despacho se pueden pasar los padres para apuntar los niños para la catequesis de comunión. + El lunes día 3 a las 20.00h comienza el Grupo de Bi- blia de nuestra parroquia . + El miércoles día 5 de octubre a las 20.30h nuestra parroquia participará en el Septenario de la Virgen del Rosario, Patrona de Roquetas de Mar. Será en la parro- quia Ntra. Sra. del Rosario. + El viernes día 7, festividad de Ntra. Sra. del Rosario, patrona del municipio la celebración de la Misa será a las 09.30h. No habrá ni despacho ni Misa por la tarde. Universal Periodistas y ética. Para que los periodistas, en el ejercicio de su profesión, estén siempre motivados por el respeto a la verdad y un fuerte sentido ético. Por la Evangelización. Jornada Mundial de las Misiones. Para que la Jornada Mundial de las Misiones renueve en todas las comunidades cristianas la alegría y la responsabilidad de anunciar el Evangelio. INTENCIONES DEL PAPA

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Las palabras que Jesús pronuncia durante su Pasión encuentran su culminación en el perdón. Jesús perdona: «Padre, perdónales porque no saben lo que hacen» (Lc 23, 34). No sólo son palabras, porque se convierten en un acto concreto en el perdón ofrecido al «buen ladrón», que estaba junto a Él. San Lucas escribe sobre dos delincuentes crucificados con Jesús, los cuales se dirigen a Él con actitudes opuestas. El primero le insulta, como le insultaba toda la gente, ahí, como hacen los jefes del pueblo, pero este pobre hombre, llevado por la desesperación dice: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti mismo y a nosotros!» (Lc 23, 39). Este grito atestigua la angustia del hombre ante el misterio de la muerte y la trágica conciencia de que sólo Dios puede ser la res-puesta liberadora: por eso es impensable que el Mesías, el enviado de Dios, pueda estar en la cruz sin hacer nada para salvarse. Y no entendían esto. No entendían el misterio del sacrificio de Jesús. Y en cambio, Jesús nos ha salvado permaneciendo en la cruz. Todos nosotros sabemos que no es fácil «permanecer en la cruz», en nuestras pequeñas cruces de cada día. Él en esta gran cruz, con este gran sufrimiento, ha permanecido así y les ha salvado; nos ha mostrado su omnipotencia y ahí nos ha perdonado. Ahí se cumple su donación de amor y surge para siempre nuestra salvación. Muriendo en la cruz, inocente entre dos criminales, Él testimonia que la salvación de Dios puede llegar a cualquier hombre en cualquier condición, incluso en la más negativa y dolorosa. La salvación de Dios es para todos, nadie exclui-do. Es un regalo para todos. Por eso el Jubileo es tiempo de gracia y de misericordia para todos, buenos y malos, para los que están sanos y los que sufren. Acordaos de la parábola que narra cuando Jesús en la fiesta de la boda del hijo de un poderoso de la tierra: cuando los invitados no quisieron ir dice a sus siervos: «Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda» (Mt 22,9). Estamos llamados todos: buenos y malos. La Iglesia no es solamente para los bue-nos o para aquellos que parecen buenos o se creen buenos; la Iglesia es para todos, y además preferiblemente para los malos, porque la Iglesia es misericordia. Y este tiempo de gracia y de misericordia nos hace recordar que ¡nada nos puede separar del amor de Cristo! (cf. Rm 8, 39). A quien está postrado en una cama de hospital, a quien vive encerrado en una prisión, a los que están atrapados por las guerras, yo digo: mirad el Crucifijo; Dios está con vosotros, permanece con voso-tros en la cruz y a todos se ofrece como Salvador, a todos nosotros. A vosotros que sufrís tanto digo, Jesús ha sido crucificado por vosotros, por nosotros, por todos. Dejad que la fuerza del Evangelio entre en vuestros corazones y os consuele, os dé esperanza y la íntima certeza de que nadie está excluido de su perdón. Pero vosotros podéis preguntarme: «Pero Padre dígame ¿El que ha hecho las cosas más malas durante la vida, tiene la posibilidad de ser perdonado?» — «¡Sí! Sí: ninguno está excluido del perdón de Dios. Solamente tiene que acercarse arrepentido a Jesús y con ganas de ser abrazado por Él». Este era el primer delincuente. El otro es el llamado «buen ladrón». Sus palabras son un maravilloso modelo de arrepentimiento, una catequesis concentrada para aprender a pedir perdón a Jesús. Primero, él se dirige a su compañero: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena?» (Lc 23, 40). Así pone de relieve el punto de partida del arrepentimiento: el temor a Dios. Pero no el miedo a Dios, no: el temor filial de Dios. No es el miedo, sino ese respeto que se debe a Dios porque Él es Dios. Es un respeto filial porque Él es Padre. El buen ladrón recuerda la actitud fundamental que abre a la confianza en Dios: la conciencia de su omni-potencia y de su infinita bondad. Este es el respeto confiado que ayuda a dejar espacio a Dios y a encomendarse a su misericordia, incluso en la oscuridad más den-sa. Después, declara la inocencia de Jesús y confiesa abiertamente su propia culpa: «Y nosotros con razón porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio éste nada malo ha hecho» (Lc 23, 41). Jesús está ahí en la cruz para estar con los culpables: a través de esta cercanía, Él les ofrece la salvación. Lo cual es un escándalo para los jefes y para el primer ladrón, para los que estaban ahí y se burlaban de Jesús, sin embargo esto es el fundamento de su fe. Y así el buen la-drón se convierte en testigo de la Gracia; ha ocurrido lo impensable: Dios me ha amado hasta tal punto que ha muerto en la cruz por mí. La fe misma de este hom-bre es fruto de la gracia de Cristo: sus ojos contemplan en el Crucificado el amor de Dios por él, pobre pecador. Es verdad, era ladrón, era un ladrón, había robado toda su vida. Pero al final, arrepentido de lo que había hecho, mirando a Jesús tan bueno y misericordioso logró robarse el cielo: ¡éste es un buen ladrón! El buen ladrón se dirige directamente a Jesús, pidiendo su ayuda: «Jesús acuérdate de mí cuando vengas con tu reino» (Lc 23,42). Le llama por nombre, «Jesús», con con-fianza, y así confiesa lo que este nombre indica: «el Señor salva», esto significa el nombre de «Jesús». Ese hombre pide a Jesús que se acuerde de él. ¡Cuánta ternu-ra en esta expresión, cuánta humanidad! Es la necesidad del ser humano de no ser abandonado, de que Dios le esté siempre cerca. De este manera un condenado a muerte se convierte en modelo del cristiano que confía en Jesús. Un condenado a muerte es un modelo para nosotros, un modelo para un hombre, para un cristiano que confía en Jesús; y también un modelo de la Iglesia que en la liturgia tantas veces invoca al Señor diciendo: «Acuérdate… Acuérdate… Acuérdate de tu amor…». Mientras el buen ladrón habla del futuro: «cuando vengas con tu reino», la respuesta de Jesús no se hace esperar; habla en presente: dice «hoy estarás conmigo en el Paraíso» (v. 43). En la hora de la cruz, la salvación de Cristo llega a su culmen; y su promesa al buen ladrón revela el cumplimiento de su misión: es decir, salvar a los pecadores. Al inicio de su ministerio, en la sinagoga de Nazaret, Jesús había proclamado: «la liberación a los cautivos» (Lc 4, 18); en Jericó, en la casa del públi-co pecador Zaqueo, había declarado que «el hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido» (Lc 19, 9). En la cruz, el último acto confirma la realización de este diseño salvífico. Desde el principio hasta el final Él se ha revelado Misericordia, se ha revelado encarnación definitiva e irrepetible del amor del Padre. Jesús es verdaderamente el rostro de la misericordia del Padre. Y el buen ladrón le ha llamado por su nombre: «Jesús». Es una invocación breve, y todos nosotros podemos hacerla durante el día muchas veces: «Jesús». «Jesús», simplemente. Hacedla durante todo el día.

Noticias y avisos

De las audiencias (28.09.2016)

Parroquia Ntra. Sra. del Carmen (Aguadulce) Revista Semanal

2 octubre 2016, Núm. 129

+ En horario de despacho se pueden pasar los padres para apuntar los niños para la catequesis de comunión. + El lunes día 3 a las 20.00h comienza el Grupo de Bi-blia de nuestra parroquia . + El miércoles día 5 de octubre a las 20.30h nuestra parroquia participará en el Septenario de la Virgen del Rosario, Patrona de Roquetas de Mar. Será en la parro-quia Ntra. Sra. del Rosario. + El viernes día 7, festividad de Ntra. Sra. del Rosario, patrona del municipio la celebración de la Misa será a las 09.30h. No habrá ni despacho ni Misa por la tarde.

Universal Periodistas y ética. Para que los periodistas, en el ejercicio de su profesión, estén siempre motivados por el respeto a la verdad y un fuerte sentido ético. Por la Evangelización. Jornada Mundial de las Misiones. Para que la Jornada Mundial de las Misiones renueve en todas las comunidades cristianas la alegría y la responsabilidad de anunciar el Evangelio.

INTENCIONES DEL PAPA

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En el Evangelio que leemos este domingo, Jesús se diri-ge a sus discípulos, ya no habla con fariseos, sino con aquellos que le quieren seguir con fidelidad en el ca-mino de la vida. Y habla de un tema tan fundamental como es la fe. Seguramente, después de escuchar a su maes-tro, ellos ven la desproporción tan abismal que existe entre lo que él les propone (amar sin excepción como reflejo del amor de Dios) y lo que, de he-cho, ellos pueden dar. Lo bonito del evangelio es que los discípu-los no se desaniman, ni ponen excusas para justificar su tibie-za, ni se quejan de lo desmesu-rado de tal empresa, sino que hacen una de las oraciones-peticiones de mayor humildad y sencillez que podemos encon-trar en los evangelios: “Señor auméntanos la fe”. Porque lo importante no es la cantidad, sino la a autenticidad y la calidad de la fe. En su trato con el Señor descubren que la fe no es una postura superflua ni fingida, sino que es una adhe-sión de toda la persona. Mi fe determina mi forma de vivir. No hablamos de la fe solo como conocer muchas cosas del Señor, o de una fe para mo-mentos de apuro y dificultad. Sino una fe que se hace vida en todo momento, suceda lo que suceda. Es la invi-tación del apóstol en la segunda lectura, al exhortarnos a reavivar el don de la gracia recibida para “tomar par-

te en los duros tra-bajos del Evange-lio”. No se trata de ser solo cristiano de “escaparate” sino alguien que sabe que su vida va a ser cuestionada por su fe. La palabra creer en hebreo, de donde procede nuestro amen, significa ha-cerse fuerte sobre Dios; por eso el que

Comentario bíblico

cree no se sabe solo. Claro está que solo siente la ne-cesidad de Dios quien reconoce su debilidad. Por eso, una fe sin humildad no es posible. Todo lo que vengo

reflexionado nos hace caer en la cuenta de algo que los discí-pulos vieron como evidente:La fe es un don. De ahí que ellos la pidan a Jesús. No es fruto de nuestro empeño, ni una conquista que se deba a nues-tro esfuerzo. Sino que es una gracia que Dios regala a quien se la pide y la sabe acoger. Así reconocemos que Dios es el protagonista de la historia de la salvación. Nosotros solo so-mos instrumentos en sus ma-nos, somos servidores. Pero servidores a su estilo, que con-siste en variar los valores de este mundo: el que quiera ser grande que se haga pequeño, y el que quiera ser el primero quese haga servidor de todos, a ejemplo de Jesús, que no ha venido a ser servido, sino a servir y dar la vida por todos. Una fe que se hace vida, que se hace misericordia, esta es nuestra misión. Al final no po-dremos pasarle factura a Dios

o querer cobrarle sueldo por haber hecho sencillamen-te lo que teníamos que hacer. Debemos amar, y no es correcto ponerle precio a lo que hemos recibido gratis. Si damos gloria a Dios y amor al hermano, no pidamos medallas. “somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que ha-cer” (Lc 1710).

Lunes 3 09.30h ———

Martes 4 20.00h Paco

Miércoles 5 09.30h ———

Jueves 6 20.00h ———

Viernes 7 09.30h ———

Sábado 8 10.00h / 20.00h ——— / María Jesús Tamayo Bravo

Domingo 9 11.00h / 20.00h Pro populo / Conchi

Intenciones de Misa

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Escucha su voz

Lunes 3 San Francisco de Borja Gal 1.6-12 / Sal 110 / Lc 10,25-37

Martes 4 San Francisco de Asís Gal 1,13-24 / Sal 138 / Lc 10,38-42

Miércoles 5 Témporas Acción de gracias Dt 8,7-18 / Sal 1 Cr 29,10-12/ 2 Cor 5,17-21 / Mt 7,7-11

Jueves 6 San Bruno Gal 3,1-5 / Sal Lc 1,69-75 / Lc 11,5-13

Viernes 7 Ntra. Sra. del Rosario Hch 1,12-14 / Sal Lc 1,46-55 / Lc 1,26-38

Sábado 8 San Evodio Gal 3,22-29 / Sal 104 / Lc 11,27-28

Lecturas de la Misa para la Semana

¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio sin que me oigas, te

gritaré: ¡Violencia!, sin que me salves? ¿Por qué me haces

ver crímenes y contemplar opresiones? ¿Por qué pones ante

mí destrucción y violencia, y surgen disputas y se alzan con-

tiendas? Me respondió el Señor: “Escribe la visión y grábala

en tablillas, que se lea de corrido; pues la visión tienes un

plazo, pero llegará a su término sin defraudar. Si se atrasa,

espera en ella, pues llegará y no tardará. Mira, el altanero

no triunfará; pero el justo por su fe vivirá.”

Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor

no endurezcáis el corazón

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

Entrad, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masa en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y me tentaron, aunque habían visto mis obras».

Querido hermano: Reaviva el don de Dios que hay en ti por

la imposición de mis manos; pues Dios no nos ha dado un

espíritu de cobardía, sino de fortaleza, de amor y de tem-

planza. Así pues, no te avergüences del testimonio de nues-

tro Señor ni de mí, su prisionero; antes bien, toma parte en

los padecimientos por el Evangelio, según la fuerza de Dios.

Ten por modelo las palabras sanas que has oído de mí en la

fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús. Ve-

la por el precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo

que habita en nosotros.

En aquel tiempo, los apóstoles le dijeron al Señor:

«Auméntanos la fe». El Señor dijo: «Si tuvierais fe como un

granito de mostaza, diríais a esa morera: "Arráncate de raíz

y plántate en el mar", y os obedecería. ¿Quién de vosotros,

si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando

vuelve del campo, "Enseguida, ven y ponte a la mesa"? ¿No

le diréis más bien: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme

mientras cómo y bebo, y después comerás y beberás tú"?

¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha

hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho

todo lo que se os ha mandado, decid: "Somos siervos inúti-

les, hemos hecho lo que teníamos que hacer"».

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La Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española celebra su 239º reunión en la Casa de la Iglesia, en Madrid, los días 27 y 28 de septiembre de 2016. D. Adolfo González Montes, como presidente de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la fe, es miembro de esta comisión permanente que tiene como mi-

sión la preparación de las Asambleas Plenarias y la ejecución de las decisiones adoptadas en ellas. Uno de los temas del orden del día será la aprobación de un Mensaje con motivo de la cano-nización del obispo Manuel González García. La ceremonia ten-drá lugar en Roma el próximo 16 de octubre.

El Seminario Conciliar de Almería comienza este curso 2016/2017 con ocho nuevos ingresos. Cuatro de ellos en el Seminario Menor y cuatro en el Seminario Mayor. Los chicos que se incorporan al seminario Menor de la inmacula-da tienen edades comprendidas entre los 13 y los 16 años. Los dos más pequeños cursarán se-

gundo de la E.S.O, otro va a estudiar tercero de la E.S.O. y el cuarto inicia el primer curso de Bachillerato. Los jóvenes que se integran en el Seminario Mayor de San Indalecio son muchachos que tienen entre 20 y 30 años de edad. Uno de los ellos hará el curso introducto-rio, al tiempo que prepara la prueba de acceso a la Universidad para mayores de 25 años, los otros tres, entre los cuales se encuentra uno que pro-cede del Seminario Menor, se han matriculado en el primer curso de los Estudios Eclesiásticos, jun-to a otros dos que el año pasado hicieron el curso propedéutico, por lo que este año habrá cinco alumnos matriculados en primero de Teología.

www.diocesisalmeria.es

En nuestra Diócesis

Actividades parroquiales

Parroquia Ntra. Sra. Del Carmen (Aguadulce)

San Francisco Borja nació en Gandía (Valencia) el 28 de octubre de 1510, primógenito de Juan de Borja y entró muy joven al servicio de la corte de España, como paje de la hermana de Carlos V, Catalina. A los veinte años el emperador le dio el título de marqués. Se casó a los 19 años y tuvo ocho hijos. A los 29 años de edad, después de la muerte de la emperatriz, que le hizo comprender la caducidad de los bienes terre-nos, resolvió “no servir nunca más a un señor que pudiese morir” y se dedicó a una vida más perfecta. Pero el mismo año fue elegido virrey de Cataluña (1539-43), cargo que desempeñó a la altura de las circunstancias, pero sin descuidar la intensa vida espiritual a la que se había dedicado secretamente. En Barcelona se encontró con San Pedro de Alcántara y con el Beato Pedro Favre de la Compañía de Jesus. Este último encuentro fue decisivo para su vida futura. En 1546, después de la muerte de la esposa Eleonora, hizo la piadosa práctica de los ejercicios espirituales de san Ignacio y el 2 de junio del mismo año emitió los votos de castidad, de obediencia, y el de entrar a la Compañía de Jesús, donde efectivamente ingresó en 1548, y oficialmente en 1550, después de haberse encontrado en Roma a San Ignacio de Loyola y haber renunciado al ducado de Gan-día. El 26 de mayo de 1551 celebraba su primera Misa. Casi inmedia-tamente Carlos V lo propuso como cardenal, pero Francisco renunció y para que la renuncia fuera inapelable hizo los votos simples de los profesos de la Compañía de Jesús, uno de los cuales prohíbe precisa-mente la aceptación de cualquier dignidad eclesiástica. A pesar de esto, no pudo evitar las tareas cada vez más importantes que se le confiaban en la Compañía de Jesús, siendo elegido prepósito general

en 1566, cargo que ocupó hasta la muerte, acaecida en Roma el 30 de septiembre de 1572. Fue un orga-nizador infatigable (a él se le debe la fundación del primer colegio jesuita en Europa, en su sierra natal de Gandía, y de otros veinte en España), y siempre encontró tiempo para dedicarse a la redacción de tratados de vida espiritual. Se destacó por su gran devoción a la Eucaristía y a la Santísima Virgen. Incluso dos días antes de morir, ya gravemente en-fermo, quiso visitar el santuario mariano de Loreto. Fue beatificado en 1624 y canonizado en 1671, uno de los primeros grandes apóstoles de la Compañía de Jesús.

Ntra. Sra. del Carmen Patrona de Aguadulce ruega por nosotros

PARROQUIA ERMITA

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MARTES 20.00h -

MIÉRCOLES 09.30h -

JUEVES 20.00h -

VIERNES 09.30h -

SÁBADO 20.00h 10.00h

DOMINGO 11.00h / 20.00h -

HORARIOS DE MISA

HORARIOS DESPACHO PARROQUIAL

MARTES 10.00h –12.00h / 20.30h

VIERNES 20.30h

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CONTACTO

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Coro parroquial Canto Misas Ensayos (preguntar Director)

Lengua de Signos Lunes cada 15 días

Formación(especialmente catequistas)

Jueves después de la Misa

Hermandad Ntra. Sra. del

Carmen Misa Hermandad 1er sábado de mes

Pre Hermandad Ntra. Sra. del

Rocío Misa Pre Hermandad 3er sábado de mes Formación 3er jueves después de Misa

Pastoral de Enfermos Visita a las casas Llevar la comunión a los enfermos

Grupo de Liturgia [Por formar]

Catequesis Comunión Primer año (1º de Primaria) Opcional Martes Segundo año (2º de Primaria) Martes Tercer año (3º de Primaria) Jueves Poscomunión Tras la Primera Comunión 4º y 5º de Primaria [Día a determinar] Confirmación 6º de Primaria y 1º de ESO en adelante [Día a determinar]

Caritas Parroquial Especial atención los miércoles tarde

Grupo de Biblia Lunes cada 15 días

Grupo Scouts Brownsea Todos los sábados

Con su ejemplo