Parroquia Ntra. Sra. del Carmen (Aguadulce) Revista Semanal€¦ · salvación es ciertamente un...

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En este día, Miércoles de Ceniza, entramos en el Tiempo litúrgico de la Cuaresma. Y ya que estamos desarro- llando el ciclo de catequesis sobre la esperanza cristiana, hoy querría presentaros la Cuaresma como camino de esperanza. En efecto, esta perspectiva se hace evidente enseguida si pensamos que la Cuaresma ha sido instituida en la Iglesia como tiempo de preparación para la Pascua, y entonces todo el sentido de este periodo de cuarenta días toma luz del misterio pascual hacia el cual está orientado. Podemos imaginar al Señor resucitado que nos llama para salir de nuestras tinieblas, y nosotros nos ponemos en camino hacia Él que es la Luz. Y la Cuaresma es un camino hacia Jesús resucitado, es un periodo de penitencia, incluso de mortificación, pero no fin en sí mismo, sino finalizado a hacernos resucitar con Cristo, a renovar nuestra identidad bautismal, es decir, a rena- cer nuevamente «desde lo alto», desde el amor de Dios (cf. Juan 3, 3). He aquí por qué la Cuaresma es, por su naturaleza, tiempo de esperanza. Para comprender mejor qué significa esto, debemos referirnos a la esperanza fundamental del éxodo de los israelitas de Egipto, narrada por la Biblia en el libro que lleva este nombre: Éxodo. El punto de partida es la condición de esclavitud de Egipto, la opresión, los trabajos forzados. Pero el Señor no ha olvidado a su pueblo y su promesa: llama a Moisés, con brazo potente, hace salir a los israelitas de Egipto y les guía a través del desierto hacia la Tierra de la libertad. Durante este camino de la esclavitud a la libertad, el Señor da a los israelitas la ley, para educarles a amarle, único Señor, y a amarse entre ellos como hermanos. La Escritura muestra que el éxodo es largo y complicado: simbólicamente dura 40 años, es decir el tiempo de vida de una generación. Una generación que, ante las pruebas del camino, siempre tiene la tentación de añorar Egip- to y volver atrás. También todos nosotros conocemos la tentación de volver atrás, todos. Pero el Señor permanece fiel y esa pobre gente, guiada por Moisés, llega a la Tierra prometida. Todo este camino está cumplido con la esperanza: la esperanza de alcanzar la tierra, y precisamente en este sentido es un éxodo”, una salida de la esclavitud a la libertad. Y estos 40 días son también para todos nosotros una salida de la esclavitud, del pecado, a la libertad, al encuentro con el Cristo resucitado. Cada paso, cada fatiga, cada prueba, cada caída y cada recuperación, todo tiene sentido dentro del proyecto de salvación de Dios, que quiere para su pueblo la vida y no la muerte, la alegría y no el dolor. La Pascua de Jesús es su éxodo, con el cual Él nos ha abierto la vía para alcanzar la vida plena, eterna y beata. Para abrir esta vía, este pasaje, Jesús ha tenido que desnudarse de su gloria, humillarse, hacerse obediente hasta la muerte y la muerte de cruz. Abrirse el camino hacia la vida eterna le ha costado toda su sangre, y gracias a Él nosotros estamos salvados de la esclavitud del pecado. Pero esto no quiere decir que Él ha hecho todo y nosotros no debemos hacer nada, que Él ha pasado a través de la cruz y nosotros vamos al paraíso en carroza”. No es así. Nuestra salvación es ciertamente un don suyo, pero, ya que es una historia de amor, requiere nuestro y nuestra participación en su amor, como nos demuestra nuestra Madre María y después de Ella todos los santos. La Cuaresma vive de esta dinámica: Cristo nos precede con su éxodo, y nosotros atravesamos el desierto gracias a Él y detrás de Él. Él es tentado por nosotros, y ha vencido al tentador por nosotros, pero también nosotros debemos con Él afrontar las tentaciones y superarlas. Él nos dona el agua viva de su Espíritu, y a nosotros nos toca aprovechar su fuente y beber, a través de los Sacramentos, de la oración, de la adoración; Él es la luz que vence las tinieblas, y a nosotros se nos pide alimentar la pequeña llama que nos ha sido encomendada el día de nuestro bautismo. En este sentido la Cuaresma es «signo sacramental de nuestra conversión» (Misal Romano, Oración colecta, I Domingo de Cuaresma); quien hace el camino de la Cuaresma está siempre en el camino de la conversión. La Cuaresma es signo sacramental de nuestro camino de la esclavitud a la libertad, que siempre hay que renovar. Un camino arduo, como es justo que sea, porque el amor es trabajoso, pero un camino lleno de esperan- za. Es más, diría algo más: el éxodo cuaresmal es el camino en el cual la esperanza misma se forma. La fatiga de atravesar el desierto —todas las pruebas, las tentaciones, las ilusiones, los espejismos...—, todo esto vale para forjar una esperanza fuerte, sólida, sobre el modelo de la Virgen María, que en medio de las tinieblas de la Pasión y de la muerte de su Hijo siguió creyendo y esperando en su resurrección, en la victoria del amor de Dios. Con el corazón abierto a este horizonte, entramos hoy en la Cuaresma. Sintiéndonos parte del Pueblo santo de Dios, iniciamos con alegría este camino de esperanza. Noticias y avisos Audiencia general (01.03.17) Parroquia Ntra. Sra. del Carmen (Aguadulce) Revista Semanal 5 marzo 2017, Núm. 151 + El jueves día 9 de marzo a las 21.00h hay formación de la parroquia. + El viernes día 10 el rezo del Rosario será a las 18.00h y a las 18.30h habrá rezo de Via Crucis. Es día de Abstinencia (no se come carne). + El Retiro de Cuaresma será el sábado día 18 de marzo, tras la Misa de 10.00h en la Ermita. Ayudar a los cristianos per- seguidos. Por los cristianos persegui- dos, para que experimen- ten el apoyo de toda la Iglesia, por medio de la oración y de la ayuda material. INTENCIONES DEL PAPA

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En este día, Miércoles de Ceniza, entramos en el Tiempo litúrgico de la Cuaresma. Y ya que estamos desarro-llando el ciclo de catequesis sobre la esperanza cristiana, hoy querría presentaros la Cuaresma como camino de esperanza. En efecto, esta perspectiva se hace evidente enseguida si pensamos que la Cuaresma ha sido instituida en la Iglesia como tiempo de preparación para la Pascua, y entonces todo el sentido de este periodo de cuarenta días toma luz del misterio pascual hacia el cual está orientado. Podemos imaginar al Señor resucitado que nos llama para salir de nuestras tinieblas, y nosotros nos ponemos en camino hacia Él que es la Luz. Y la Cuaresma es un camino hacia Jesús resucitado, es un periodo de penitencia, incluso de mortificación, pero no fin en sí mismo, sino finalizado a hacernos resucitar con Cristo, a renovar nuestra identidad bautismal, es decir, a rena-cer nuevamente «desde lo alto», desde el amor de Dios (cf. Juan 3, 3). He aquí por qué la Cuaresma es, por su naturaleza, tiempo de esperanza. Para comprender mejor qué significa esto, debemos referirnos a la esperanza fundamental del éxodo de los israelitas de Egipto, narrada por la Biblia en el libro que lleva este nombre: Éxodo. El punto de partida es la condición de esclavitud de Egipto, la opresión, los trabajos forzados. Pero el Señor no ha olvidado a su pueblo y su promesa: llama a Moisés, con brazo potente, hace salir a los israelitas de Egipto y les guía a través del desierto hacia la Tierra de la libertad. Durante este camino de la esclavitud a la libertad, el Señor da a los israelitas la ley, para educarles a amarle, único Señor, y a amarse entre ellos como hermanos. La Escritura muestra que el éxodo es largo y complicado: simbólicamente dura 40 años, es decir el tiempo de vida de una generación. Una generación que, ante las pruebas del camino, siempre tiene la tentación de añorar Egip-to y volver atrás. También todos nosotros conocemos la tentación de volver atrás, todos. Pero el Señor permanece fiel y esa pobre gente, guiada por Moisés, llega a la Tierra prometida. Todo este camino está cumplido con la esperanza: la esperanza de alcanzar la tierra, y precisamente en este sentido es un “éxodo”, una salida de la esclavitud a la libertad. Y estos 40 días son también para todos nosotros una salida de la esclavitud, del pecado, a la libertad, al encuentro con el Cristo resucitado. Cada paso, cada fatiga, cada prueba, cada caída y cada recuperación, todo tiene sentido dentro del proyecto de salvación de Dios, que quiere para su pueblo la vida y no la muerte, la alegría y no el dolor. La Pascua de Jesús es su éxodo, con el cual Él nos ha abierto la vía para alcanzar la vida plena, eterna y beata. Para abrir esta vía, este pasaje, Jesús ha tenido que desnudarse de su gloria, humillarse, hacerse obediente hasta la muerte y la muerte de cruz. Abrirse el camino hacia la vida eterna le ha costado toda su sangre, y gracias a Él nosotros estamos salvados de la esclavitud del pecado. Pero esto no quiere decir que Él ha hecho todo y nosotros no debemos hacer nada, que Él ha pasado a través de la cruz y nosotros “vamos al paraíso en carroza”. No es así. Nuestra salvación es ciertamente un don suyo, pero, ya que es una historia de amor, requiere nuestro “sí” y nuestra participación en su amor, como nos demuestra nuestra Madre María y después de Ella todos los santos. La Cuaresma vive de esta dinámica: Cristo nos precede con su éxodo, y nosotros atravesamos el desierto gracias a Él y detrás de Él. Él es tentado por nosotros, y ha vencido al tentador por nosotros, pero también nosotros debemos con Él afrontar las tentaciones y superarlas. Él nos dona el agua viva de su Espíritu, y a nosotros nos toca aprovechar su fuente y beber, a través de los Sacramentos, de la oración, de la adoración; Él es la luz que vence las tinieblas, y a nosotros se nos pide alimentar la pequeña llama que nos ha sido encomendada el día de nuestro bautismo. En este sentido la Cuaresma es «signo sacramental de nuestra conversión» (Misal Romano, Oración colecta, I Domingo de Cuaresma); quien hace el camino de la Cuaresma está siempre en el camino de la conversión. La Cuaresma es signo sacramental de nuestro camino de la esclavitud a la libertad, que siempre hay que renovar. Un camino arduo, como es justo que sea, porque el amor es trabajoso, pero un camino lleno de esperan-za. Es más, diría algo más: el éxodo cuaresmal es el camino en el cual la esperanza misma se forma. La fatiga de atravesar el desierto —todas las pruebas, las tentaciones, las ilusiones, los espejismos...—, todo esto vale para forjar una esperanza fuerte, sólida, sobre el modelo de la Virgen María, que en medio de las tinieblas de la Pasión y de la muerte de su Hijo siguió creyendo y esperando en su resurrección, en la victoria del amor de Dios. Con el corazón abierto a este horizonte, entramos hoy en la Cuaresma. Sintiéndonos parte del Pueblo santo de Dios, iniciamos con alegría este camino de esperanza.

Noticias y avisos

Audiencia general (01.03.17)

Parroquia Ntra. Sra. del Carmen (Aguadulce) Revista Semanal

5 marzo 2017, Núm. 151

+ El jueves día 9 de marzo a las 21.00h hay formación de la parroquia. + El viernes día 10 el rezo del Rosario será a las 18.00h y a las 18.30h habrá rezo de Via Crucis. Es día de Abstinencia (no se come carne). + El Retiro de Cuaresma será el sábado día 18 de marzo, tras la Misa de 10.00h en la Ermita.

Ayudar a los cristianos per-seguidos. Por los cristianos persegui-dos, para que experimen-ten el apoyo de toda la Iglesia, por medio de la oración y de la ayuda material.

INTENCIONES DEL PAPA

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Cuaresma es una nueva llamada a la interioridad a mi-rar si el camino que recorremos es el que nos acerca a Cristo. Es toda la Iglesia la que, como Jesús, se adentra en el desierto, lugar que apare-ce fuertemente destacado en este primer domingo. El desier-to es soledad y silencio, es vol-ver a lo esencial, pues solo así es posible el recogimiento y la escucha de la palabra. Como dice el Papa Francisco al inicio de su mensaje cuaresmal, en la «base de todo este tiempo está la Palabra de Dios que se nos invita a escuchar y meditar con frecuencia». Para que haya es-cucha que necesario es el silen-cio. El desierto también fue para Jesús el lugar de la tentación. Él acaba de ser proclamado Hijo de Dios, y antes de comenzar su actividad, el Espíritu lo conduce al desierto. Es el momento de la prueba, de confrontar el pro-yecto del Padre con otras ma-neras de recorrer el camino de la fe. Se trata, en definitiva, de un choque entre dos formas de entender el ministerio de Jesús: una que se funda en el poder, en el prestigio, en las soluciones fáciles y rápidas. La otra forma es la del Siervo de Yahvé, aquél que carga en “sus espaldas” con las heridas y pecados del pueblo, y vive de cara a Dios y en solidaridad con los pequeños.

Es el ca-mino que sigue Jesús. Unos de los ras-gos de nuestra sociedad es el ex-ceso, la cantidad de ofer-tas y po-

Comentario bíblico

sibilidades. Se nos ofrece de todo, lo podemos probar todo. Y atraídos por tantos reclamos, podemos termi-nar seducidos y sin capacidad para cuidar lo esencial.

En realidad, las tentaciones siguen siendo siempre las mis-mas, aunque disfrazadas de mil maneras. La primera de ellas es la del tener. Consiste en hacer de lo material el ob-jetivo absoluto de la vida. Je-sús, sin embargo, nos dice que el hombre se va haciendo ple-namente hombre en la medida en que escucha la Palabra de Dios y vive como hermano, cuando descubre que nos hace más grandes compartir que poseer, dar que acaparar. De aquí se pasa rápidamente a la segunda tentación, buscar el poder, el éxito personal por encima de todo y a cualquier precio. Bien puede ser éste el objetivo de una sociedad tan competitiva como la nuestra; Jesús nos alerta a no confundir el servicio a los demás con el servirse de los demás. La ter-cera tentación consiste en querer garantizarnos una vida sin riesgos ni compromisos. Un

huir del mundo, para que sea el Señor quien nos los resuelva todo. Pero la verdadera fe actúa por la cari-dad, no conduce a la pasividad, ni a la evasión, sino al compromiso cada día mayor en la edificación del Reino. Aunque distintas, en el fondo todas se reducen a lo mismo: dejar un lado la voluntad de Dios para dejar-nos moldear por nuestro mundo. Sería peligroso olvi-dar la propia fragilidad. Que necesario es comenzar la cuaresma entrando en el desierto y descubriendo nuestras tentaciones.

Lunes 6 09.30h Maria Jesús Tamayo Bravo

Martes 7 19.00h ———

Miércoles 8 19.00h María, Manuel y Joaquin

Jueves 9 19.00h ———

Viernes 10 19.00h ———

Sábado 11 10.00h/ 19.00h ——— / ———

Domingo 12 11.00h / 19.00h Pro populo / ———

Intenciones de Misa

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Escucha su voz

Lunes 6 San Olegario Lv 19,1-2.11-18 / sal 18 / Mt 25,31-46

Martes 7 Stas. Felicidad y Perpetua Is 55,10-11 / Sal 33 / Mt 6,7-15

Miércoles 8 San Juan de Dios Jon 3,1-10 / Sal 50 / Lc 11,29-32

Jueves 9 Santa Francisca Romana Est 14,1.3-5.12-14 / Sal 137 / Mt 7,7-12

Viernes 10 San Víctor Ez 18,21-28 / Sal 129 / Mt 5,20-26

Sábado 11 Santa Áurea Dt 26,16-19 / Sal 118 / Mt 5,43-48

Lecturas de la Misa para la Semana

El Señor Dios modeló al hombre del polvo del suelo e insufló en su nariz un

aliento de vida, y el hombre se convirtió en ser vivo. Luego el Señor Dios plantó

un jardín en Edén, hacia oriente, y colocó en él al hombre que había modelado.

El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos para la vista

y buenos para comer; además, el árbol de la vida en mitad del jardín, y el árbol

del conocimiento del bien y el mal. La serpiente era más astuta que las demás

bestias del campo que el Señor había hecho. Y dijo a la mujer: «¿Conque Dios

os ha dicho que no comáis de ningún árbol del jardín?». La mujer contestó a la

serpiente: «Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; pero del fruto

del árbol que está en mitad del jardín nos ha dicho Dios: "No comáis de él ni lo

toquéis, de lo contrario moriréis"». La serpiente replicó a la mujer: «No, no

moriréis; es que Dios sabe que el día en que comáis de él, se os abrirán los

ojos, y seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal». Entonces la

mujer se dio cuenta de que el árbol era bueno de comer, atrayente a los ojos y

deseable para lograr inteligencia; así que tomó de su fruto y comió. Luego se lo

dio a su marido, que también comió. Se les abrieron los ojos a los dos y descu-

brieron que estaban desnudos; y entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron.

Misericordia Señor, hemos pecado

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,

por tu inmensa compasión borra mi culpa;

lava del todo mi delito,

limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,

tengo siempre presente mi pecado.

Contra ti, contra ti sólo pequé,

cometí la maldad en tu presencia.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,

renuévame por dentro con espíritu firme.

No me arrojes lejos de tu rostro,

no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,

afiánzame con espíritu generoso.

Señor, me abrirás los labios,

y mi boca proclamará tu alabanza.

Hermanos: lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y

por el pecado la muerte, y así la muerte se propagó a todos los hombres,

porque todos pecaron… Pues, hasta que llegó la ley había pecado en el

mundo, pero el pecado no se imputaba porque no había ley. Pese a todo,

la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso sobre los que no habían

pecado con una transgresión como la de Adán, que era figura del que tenía

que venir. Sin embargo, no hay proporción entre el delito y el don: si por

el delito de uno solo murieron todos, con mayor razón la gracia de Dios y

el don otorgado en virtud de un hombre, Jesucristo, se han desbordado

sobre todos. Y tampoco hay proporción entre la gracia y el pecado de uno:

pues el juicio, a partir de uno, acabó en condena, mientras que la gracia,

a partir de muchos pecados acabó en justicia. Si por el delito de uno solo

la muerte inauguró su reinado a través de uno solo, con cuánto más razón

los que reciben a raudales el don gratuito de la justificación reinarán en la

vida gracias a uno solo, Jesucristo. En resumen, lo mismo que por un solo

delito resultó condena para todos, así también por un acto de justicia

resultó justificación y vida para todos. Pues, pasó como por la desobedien-

cia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así también

por la obediencia de uno solo, todos serán constituidos justos.

En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado

por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin

sintió hambre. El tentador se le acercó y le dijo: « Si eres Hijo de Dios, di que

estas piedras se conviertan en panes». Pero él le contestó: «Está escrito: "No

sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios"».

Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en el alero del templo y le

dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: «Ha dado órdenes

a sus ángeles acerca de ti y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no

tropiece con las piedras"». Jesús le dijo: «También está escrito: "No tentarás al

Señor, tu Dios"». De nuevo el diablo lo llevó a una monte altísimo y le mostró

los reinos del mundo y su gloria, y le dijo: «Todo esto te daré, si te postras y

me adoras». Entonces le dijo Jesús: «Vete, Satanás, porque está escrito: "Al

Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto"». Entonces lo dejó el diablo, y

he aquí que se acercaron los ángeles y lo servían.

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Como cada primer viernes de marzo, la Catedral se abarrota-ba de fieles para besar los pies al Cristo de Medinaceli. El cabildo catedralicio y la Her-mandad del Prendimiento han sido los responsables de acom-pañar a los fieles que se acer-caban para venerar la imagen del Cristo. La devoción a Jesús Cautivo de Medinaceli tiene una gran tradición en la ciudad

de Madrid, lugar donde la Orden Trinitaria rescató aquel Nazareno que estuvo en África. Desde Madrid se ha ido extendiendo esta devoción a muchas ciudades de España. En nuestra ciudad de Almería desde los años 50, y a través de la hermandad de los excautivos (origen de la actual Hermandad del Prendimiento) empezó a crecer esta devoción. Desde hace ya unos años, es la Catedral de Almería (sede de dicha Hermandad) a donde acuden miles de fieles a besar los pies del Señor, confesar y a celebrar la Eucaristía, que este año presidía el obispo diocesano, a las 12:00h.

La nueva Semana del Cine Espiritual tendrá su cita con los almerienses del lunes 6 al jue-ves 9 de marzo. Un ciclo que estará formado por un total de cinco películas que se proyectarán en Teatro Apolo en sesiones de mañana, para los centros educativos (9:30h y 11:30h), y también por las tardes, abiertas a todo el públi-

co, a las 20:30 horas. El día 6 se proyecta Resucitado (Kevin Reynolds, 2016), rodada en Almería; Brooklyn (John Crowley, 2015) el día 7; La verdad duele (Peter Landesman, 2015), el día 8; y Si Dios quiere (Eduardo María Falcone, 2015), el jueves, 9 de marzo.

www.diocesisalmeria.es

En nuestra Diócesis

Mártires de almería

Parroquia Ntra. Sra. Del Carmen (Aguadulce)

San Juan de Dios, se llama-ba Juan Cuidad y nace en 1495 en Montemor-O-novo, Portugal. Pasó su niñez y juventud en continuos sacrificios trabajando como pastor, soldado, albañil y librero; abierto a Dios ad-quirió gran experiencia y madurez. Se convierte escuchando a San Juan de Ávila. Con su conversión “puso a Dios sobre todas las cosas del mundo” y dedicó su vida por amor a los pobres y enfermos. Escribió: “donde no hay caridad no hay Dios, aun-que Dios en todo lugar está”. Hizo del hospital una “Casa de Dios”, san-tuario del Cristo sufriente, para asistir a la persona enferma humana, moral y técnicamente, siendo con-siderado “Fundador del hospital moderno”; y de la limosna, un medio de apostolado: “Haceos bien a vosotros mismos, dando limosna a los po-bres”. Su carisma de Fundador de la Orden Hospitalaria conllevaba la

espiritualidad de encarnar el Amor Misericordioso me-diante la Hospitalidad, o sea, la asistencia integral a los necesitados a ejemplo del Jesús compasivo del evange-lio. Falleció en la ciudad de Granada en el año 1550. Fue canonizado en el año 1690, y su fiesta se celebra el 8 de Marzo. Es Patrón de los enfermos, hospitales y enfermeros, y en España, el cuerpo de bomberos.

Ntra. Sra. del Carmen Patrona de Aguadulce ruega por nosotros

PARROQUIA ERMITA

LUNES 09.30h -

MARTES 19.00h -

MIÉRCOLES 19.00h -

JUEVES 19.00h -

VIERNES 19.00h -

SÁBADO 19.00h 10.00h

DOMINGO 11.00h / 19.00h -

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don Rafael Calatrava Ros, sufrieron prisión junto a los Beatos Ventaja y Medina Olmos. El veintiséis de septiembre sucedió lo que recordaba un testigo ocular: «Por referen-cias recogidas de los que sobrevivieron al martirio en el barco prisión Astoy Mendi, el Siervo de Dios no iba en la lista de esa saca,

pero al escuchar el nombre de su padre se levantó para acompañarlo a donde fuera trasladado. Le dijeron que a él no le habían nombrado, a lo que Jaime respondió: “No importa, yo voy donde vaya mi padre”. Le dijeron: “No te conviene”, pero él contestó: “No importa”. Los condujeron juntos a los pozos de Tabernas donde fueron martirizados. No hubo juicio ni defensa, sólo matar.» Tenía veintidós años y sólo había transcurrido medio año desde su enlace. Su esposa, doña Elvira, se encontraba

embarazada del primer hijo del matrimonio.

Nacido en una familia auténticamente cris-tiana, D. Jaime Calatrava Romero como monaguillo se ganó la admiración de todos por su piedad y simpatía. La devoción a la Santísima Virgen del Mar, patrona de Alme-ría, marcó su existencia. Ni un solo día dejó de acudir a su Santuario para encomendarse a la Madre de Dios. Despierto e inteligente, co-menzó sus brillantes estudios en el Colegio de la Salle. En la Universidad de Granada se licenció en Derecho, traba-jando desde entonces como abogado en el despacho de su padre. En los difíciles tiempos de la II República fundó la Asociación de Estudiantes Católicos e ingresó en la Ac-ción Católica para promover la evangelización. Como ado-rador nocturno, tomaba de la Eucaristía las fuerzas para su incesante apostolado. Vinculado a los Padres Dominicos, ingresó en el noviciado de Almagro pero descubrió que su auténtica vocación era el matrimo-nio. El uno de febrero de 1936 contrajo matrimonio con doña Elvira Enciso Reynaldo en la Iglesia Parroquial de Santiago de Al-mería. Detenido junto a su padre, el Siervo de Dios

Con su ejemplo