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PARROQUIA VIRGEN DEL CARMEN ORDEN CARMELITAS DESCALZOS

VIÑA DEL MAR - CHILE

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COMENTARIO BIBLICO SEMANAL

XXIVª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

(Año Par. Ciclo B)

Del domingo 16, al sábado 22 de septiembre de 2018

P. Julio González Carretti ocd.



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XXIVa. SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

(Año Par. Ciclo B)

DOMINGO 16

Lecturas bíblicas

a.- Is. 50, 5-10: Ofrecí la espalda a los que me golpeaban.

La lectura del profeta Isaías, el tercer canto del siervo de Yahvé, nos

presenta al pueblo de Israel fiel, representado por el Siervo de Yahvé (cfr.

Is.42; 49; 52-53). Este siervo, habla como discípulo, comunica la enseñanza

fiel, que temprano ha escuchado, y que entrega su mensaje al cansado,

palabras de aliento (cfr. Is.50,4). A pesar de todas las vejaciones, Israel, el

Siervo, su misión es dolorosa, sujeta a la violencia de los hombres, sin

embargo, no se echa atrás (cfr. Jr.11,18-19; 15,10.17-18; 17,17-18;

20,7.8.10). El Siervo, a pesar de todos los sufrimientos, supo confiar en

Yahvé su salvador. ÉL era su fuerza y toda su esperanza estaba puesta en

que no lo dejaría en el dolor. Lo defiende como inocente, mientras todos lo

acusan, Yahvé lo justifica (vv. 8.9). Este Siervo sufriente, nos ha llevado

hasta Cristo Jesús, ellos sufrieron en el destierro, nosotros en esta vida, pero

será en definitiva el Siervo sufriente y Mesías Crucificado quien tenga la

última palabra como Resucitado.

b.- Sant. 2,14-18: La fe, si no tiene obras, está muerta.

El apóstol nos plantea el problema de la fe y las obras, que pasa por el amor

a Dios y al prójimo (cfr.1 Jn.3,18). ¿Fe u obras? Pablo, enseña que la obra de

Cristo es completa, no necesita de las obras de la Ley, exigidas por los

fariseos. Las obras, deben ser ahora las obras nacidas de una fe activa, en

Cristo Jesús y, no un complemento (cfr. Gál. 2,16). Santiago, tiene una visión

práctica: la fe sin las obras no vale nada. La relación con Dios, pasa por las



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obras; la sola profesión de fe, no es garantía de la salvación. La fe verdadera,

se traduce en obras también auténticas.

c.- Mc. 8, 27-35: Tú eres el Mesías. El Hijo del hombre tiene que padecer

mucho.

En el evangelio, encontramos tres secciones: la confesión de fe de Pedro (vv.

27-30), el primer anuncio de su pasión y resurrección (vv. 31-33), y las

condiciones para seguir a Jesús (vv. 34-35). En la primera parte, el

evangelista nos presenta la última etapa de la estadía de Jesús en Galilea,

antes de subir a Jerusalén. Por ello, la pregunta que hace a los suyos, de

camino, es para asegurarse que sus discípulos suban a Jerusalén, como

discípulos más que como peregrinos; hay que confirmar, la opción hecha

anteriormente (v. 27). Jesús, debe reconstruir su identidad rota por su familia

y autoridades religiosas, aunque ha dado señales de su identidad con su

palabra y acciones. Mientras se identifica con el Hijo del hombre, rechaza

otras identidades. La gente tiene una alta estima de Jesús, lo considera

entre los grandes profetas, los que han estado más cercanos a Dios, con lo

que recupera su dimensión profética (cfr. Mc.2,24;3,31-35; 7,13ss). En este

ambiente tranquilo, les pregunta directamente a ellos, ¿qué piensan sobre

ÉL? (v.29). Se pasa, de la opinión periférica de los otros, a la de ellos, tomar

posición frente a Jesús. Pedro, hace toda una confesión de fe: «Tú eres el

Cristo.» (v.29). Esta confesión es sobre la verdadera identidad de Jesús, la

misma que más tarde, confesará en la Pasión; aunque falta la luz pascual,

identifica a Jesús como el enviado definitivo de Dios, el Mesías, cumplimiento

de las profecías y de esperanzas de Israel. Jesús, no quiere alimentar falsas

expectativas, por ello, manda inmediatamente callar acerca de su identidad

(v.30). Inmediatamente anuncia su pasión y resurrección, alejando de su rol

de Mesías, toda idea de mesianismo político, traducción del nacionalismo

judío, que sostenían los apóstoles. Más bien, Jesús de Nazaret, calza con el

Siervo sufriente de Isaías, sólo a la luz de la Pascua, vinieron a comprender

esto los apóstoles, y la primitiva comunidad. El Nazareno, indica con toda

claridad, lo que entiende por Mesías: el Hijo del hombre va a subir a



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Jerusalén, es preciso que sufra mucho, ser rechazado por las autoridades

religiosas, ancianos, sumos sacerdotes y escribas, morir y al tercer día

resucitar (cfr. Mc.2,10.28; Lc.9,51; Jn.3,14;12,32; Sal.22; 42; 118,22s). La

reacción de Pedro, es reprender a Jesús, de confesor de su mesianidad,

pasa a ser adversario de su destino, la reacción de Jesús es tan dura, como

la de Pedro. Jesús, se vuelve, mira a sus discípulos, condena la actitud de

Pedro, se ha puesto en la línea de Satanás, quiere apartarle de su camino de

humillación y gloria. “¡Quítate de mi vista, Satanás! porque tus pensamientos

no son los de Dios, sino los de los hombres” (v.33; cfr. Mc.4,10). Pedro

estaría encaminando a Jesús a un mesianismo de poder político, lo que se

contrapone con el querer de Dios (cfr. Mc.14, 37.42).

Concluye esta sección con las condiciones para seguir a Jesús (vv. 34-35).

“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y tome su cruz, y

sígame” (v.34). Esta invitación viene a significar, adoptar una nueva

identidad, identificarse con lo que piensa y hace Jesucristo, con todo lo que

significa de dejar, rupturas y hacer nuevas opciones a nivel familiar y grupal

(cfr. Mc.3,31-35). A si como seguirle da sentido a negarse y tomar la cruz, de

la misma manera, tomar la cruz ilumina, dicha negación y dicho seguimiento.

Era conocido el proverbio: quien quiere salvar su vida la pierde. La novedad

de Jesús está en añadir: por mí y el evangelio, se salvará. Si “Salvar la vida”

significa replegarnos en nosotros mismos, en forma egoísta, olvidando al

prójimo, es puro egoísmo, teniendo la satisfacción como meta, es camino de

fracaso seguro. “Perder la vida” significa entregarla por Cristo y su evangelio

al prójimo. Se trata de la centralidad de Jesucristo en la vida del discípulo,

vínculo fuerte y totalizador con la Persona de Jesús y su Evangelio, modo

concreto, para conocerle y encontrarle. Jesús vale tanto, que hay que estar

dispuestos a entregar la vida, a fin de mantenerse, en el “unum necessarium”,

lo único necesario.

Santa Teresa de Jesús, “Estaba una vez recogida con esta compañía que

traigo siempre en el alma y me pareció estar Dios de manera en ella, que me

acordé de cuando San Pedro dijo: «Tú eres Cristo, hijo de Dios vivo»; porque



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así estaba Dios vivo en mi alma. Esto no es como otras visiones, porque lleve

fuerza con la fe; de manera que no se puede dudar que está la Trinidad por

presencia y por potencia y esencia en nuestras almas.” (Cuentas de

Conciencia 41,1-3).



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LUNES 17

Lecturas bíblicas

a.- 1Tm. 2, 1-8: Dios quiere que todos los hombres se salven.

b.- Lc. 7, 1-10: Curación del siervo de un centurión.

En este evangelio encontramos: unos emisarios enviados a Jesús con una

petición (vv.1-5), y una doble declaración de fe (vv.6-10). Este texto posee

características especiales: el centurión no se entrevista con Jesús, sino que

envía primero a unos ancianos de la ciudad, luego a unos amigos pidiendo la

salud para su siervo muy querido. Este milagro sucede en Cafarnaún, donde

existía un recinto militar romano, hasta ahí ha llegado la fama de Jesús.

Como hombre con autoridad recurre a los ancianos, líderes civiles, que vayan

a Jesús a rogarle por la salud de su siervo. El centurión ama a los judíos y les

ha construido la sinagoga, por ello, argumentan que merece ser atendida su

petición. Sin más, Jesús decide de acompañarles a casa del centurión, sin

preocuparle la impureza legal que contraería si entraba en casa de un

pagano. Pero el centurión ya había pensado en eso, y manda unos amigos

con un nuevo mensaje: Que el Señor no se moleste, en ir a su casa, no se

considera digno que lo visite, ni que entre en su casa. Se compara a Jesús,

como hombre con poder, le basta con decir una palabra, y su siervo sanará.

Con esta confesión de fe, declara a Jesús, como a quien representa a Dios,

cuya palabra es tan eficaz a la distancia como cara a cara del enfermo. Le

ofrece una comparación: como centurión obedece a otros de mayor rango,

pero a su vez, tiene solados que obedecen sus órdenes. Aplicado a Jesús

que obedece a Dios, bastaría una palabra suya, una fuerza superior, y las

fuerzas del mal que afectan a su siervo desaparecerían. Jesús alaba la fe del

centurión: “Os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande.” (v. 9).

Jesús destaca la fe de un pagano y lo que hace falta precisamente entre los

suyos. Lo que interesa verdaderamente es la fe y confianza en Dios. Cuando



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los amigos volvieron a casa de centurión el criado estaba sano (v.10), gracias

a la palabra y deseo de bien de Jesús.

Luego de la comunión, Teresa de Jesús, se sentía invadida por la presencia

del Señor Resucitado. “¿Qué hay que dudar que hará milagros estando tan

dentro de mí, si tenemos fe?” (Camino de perfección 34,8).



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MARTES 18

Lecturas bíblicas

a.- 1Tm. 3,1-13: Ministerios eclesiales.

b.- Lc. 7, 11-17: Resurrección del hijo de la viuda de Naín.

En este evangelio vemos la compasión de Jesús con una viuda (vv.11-15), y

la reacción de la gente (vv.16-17). En el trasfondo, encontramos la

compasión de Jesús por los que sufren, sin importarle caer en impureza al

acercarse a un muerto. Es un relato propio de Lucas. A la entrada de la

ciudad, se encuentran dos comitivas, la que preside Jesús, dador de vida, y

la que preside la muerte en un funeral de un hijo de una madre viuda. Jesús,

mira, ve y sintió compasión de la viuda (v.13), porque su dolor era uno de los

mayores que se puede padecer, lo que incluía la pobreza, al depender la

mujer del varón (cfr. Am.8,10). Si bien nadie le ha pedido nada, ahora las

miradas se fijan en ÉL piadosamente. La primera palabra de Jesús a la

madre viuda, es de consuelo: “No llores” (v.13; Lc.9,11; Mc 8,2; Mt.15,32;

Jn.11,33). Jesús toca el féretro, no al muerto, lo que lo hubiera convertido en

impuro (cfr.Nm.19,11). Se detiene el cortejo, y Jesús se dirige al joven, como

si estuviera vivo, su llamada infunde vida (cfr. Rom.4, 17; Hch. 3,15). El joven

responde, se levanta, se pone a hablar; Jesús se lo entregó a su madre

(vv.14-15; cfr. Lc. 8,54). Como el profeta Elías, entregó con vida al hijo de la

viuda de Sarepta; Jesús es más que el profeta, resucita con el poder de su

palabra, Elías con oraciones y prolijos esfuerzos (cfr. 1Re. 17,23; 2Re. 4,8-

37). En las palabras del Maestro, contienen la autoridad de hacer lo que

proclaman, es decir, restaurar la vida. El joven obedece y se incorpora, y

comienza a hablar, signo que verdaderamente esta con vida, para luego

entregarlo a su madre (v.15). La reacción del pueblo es de temor y glorificar a

Dios, por ello exclaman: “Un gran profeta ha surgido entre nosotros” y “Dios

ha visitado a su pueblo” (v. 16). Reconocen la irrupción de la acción de Dios

en la historia de los hombres, la de un gran profeta que resucita muertos,



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como Elías y Eliseo. Dios visita a su pueblo siempre en relación con los

pobres y necesitados (cfr. Lc.1, 68.78). La fama de Jesús se extiende por

toda Judea y Galilea (v.17). El milagro hecho al centurión y a esta viuda, los

conoció Juan Bautista, ahora preso, lo que anticipa su pregunta a Jesús:

“¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?” (Lc. 7, 19). Lo que

hace Jesús, es ofrecer la salvación integral a todo hombre que lo necesita, su

gesto se abre a Israel, a la Iglesia hasta hoy.

Santa Teresa de Jesús: “Quién dijera que había tan presto de caer, después

de tantos regalos de Dios, después de haber comenzado Su Majestad a

darme virtudes, que ellas mismas me despertaban a servirle; después de

haberme visto casi muerta y en tan gran peligro de ir condenada; después, de

haberme resucitado alma y cuerpo, que todos los que me vieron se

espantaban de verme viva” (Libro de la Vida 6,9).



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MIERCOLES 19

Lecturas bíblicas

a.- 1Tm. 3,14-16: Grande es el misterio que veneramos.

b.- Lc. 7, 31-35: Jesús juzga a su generación. Dos llamadas para un

único camino.

Este pasaje del evangelio, nos presenta a los niños como protagonistas, en

una plaza pública. Mientras unos escucharon la flauta y música de bodas, no

bailaron; los otros proclamaron lamentaciones de funeral, los otros tampoco

lloraron. Fueron incapaces de conectar su ánimo con la realidad. Otra lectura

se puede referir a Juan y Jesús, ambos profetas dirigieron una palabra a esa

generación, el primero en clave de penitencia, el segundo en tono de fiesta

de bodas, pero ambos fueron rechazados. También se puede pensar en los

fariseos, que no aceptaron el mensaje de ninguno de los dos, porque no

siguieron su interpretación de la Ley. Juan Bautista, propuso un camino de

conversión y penitencia, y terminaron diciendo que estaba loco (cfr.

Mt.11,18). Su vida quería resaltar la exigencia de la conversión, la penitencia,

mientras la gente se extrañaba de su estilo de vida (cfr.Lc.1,5; Mc.1,6;

Jn.10,20; Dt. 29,4-5). Jesús, llega con la alegría del Reino, y la invitación al

banquete escatológico, y lo acusan de comilón y borracho (cfr. Mt.11, 18-19).

Trae el Reino de Dios, con la fe y alegría de creer en el amor de Dios, un

amor que reconcilia, con el perdón de los pecados, donde los hombres se

reconocen hijos de Dios y hermanos entre sí, que se reúnen en comunidad

para celebrar el banquete. Pero los judíos rechazan su estilo de vida, porque

un hombre de Dios, no podía juntarse con los pecadores, comer y beber con

ellos, con lo cual se cierran a la salvación que Dios les ofrece en Jesús.

Queda expuesto a morir como blasfemo (cfr. Dt. 21, 20-21). La parábola,

pone al descubierto que los hombres son unos caprichosos, quieren algo

distinto de lo que es el designio del Padre, rechazan en definitiva a Dios y su

llamado a la conversión. No todo está perdido, hay un grupo de gente, los



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hijos de la Sabiduría, que siguieron el camino de Dios. Este es el criterio a

seguir entre el llamado a la penitencia de Juan y la buena noticia de Jesús,

los que siguen la Sabiduría de Dios, guían sus pasos, su vida se transforma,

a la voz del mensaje de sus enviados (v.35;cfr.Dan.7,14;Mt.11,9 Prov.8,1-

3;32-35; Eclo.4,11-16). Todos aquellos que comprendieron la palabra de

Juan como la de Jesús, pasaron del bautismo de la conversión del Precursor

para encontrarse con el Evangelio de la gracia de Jesucristo, son hijos de la

Sabiduría acogen hasta el día de hoy sus enseñanzas y obras como palabra

viva de la voluntad del Padre.

S. Teresa de Jesús, experimentó cómo la oración fue caminó de salvación.

“Pues para lo que he tanto contado esto es como he ya dicho para que se

vea la misericordia de Dios y mi ingratitud; lo otro, para que se entienda el

gran bien que hace Dios a un alma que la dispone para tener oración con

voluntad, aunque no esté tan dispuesta como es menester; y cómo si en ella

persevera por pecados y tentaciones y caídas de mil maneras que ponga el

demonio en fin, tengo por cierto la saca el Señor a puerto de salvación, como

a lo que ahora parece me ha sacado a mí. Plega a Su Majestad no me torne

yo a perder” (Libro de la Vida 8,4).



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JUEVES 20

Lecturas bíblicas

a.- 1Tm.4, 12-16: Cuídate tú y cuida la enseñanza.

b.- Lc. 7, 36-50: La pecadora perdonada.

El texto nos presenta a una mujer que unge los pies de Jesús (vv.36-39), una

parábola sobre el perdón (vv.40-47), Jesús perdona a la mujer (vv.48-50).

Este evangelio es propio de Lucas (cfr. Mt.26, 6-13; Mc.14,3-9; Lc.12,18). En

el trasfondo, encontramos el amor de una discípula anónima, el escepticismo

de los fariseos, y el perdón a los pecadores. Los fariseos se interesan por

Jesús y uno de ellos lo invita a comer a su casa. Sin más, ingresa a la casa y

se puso a la mesa (v.36; cfr. Lc.11,37;14,1). Una mujer ingresa al banquete

del fariseo en busca de Jesús, era una pecadora pública (v.37; cfr. Mt. 21,32-

32). ¿Cuál era su pecado? No sabemos. Irrumpe en la comida con un frasco

de perfume, conocía al Maestro, lo que habla de una conversión previa. No

llama la atención su ingreso, dado que estos banquetes ocurrían con las

puertas abiertas, para quien quisiera pudiera escuchar las discusiones sobre

la Ley, pero sus acciones la ponen en el centro de las miradas. La mujer se

pone detrás de Jesús y comienza a llorar, con sus lágrimas mojaba sus pies,

con sus cabellos los secaba, los besaba y ungía con perfume (v.38; Is. 52,7).

La reacción del fariseo es condenar las acciones de la mujer por indecorosas,

hace impuro a su invitado y toda su casa (cfr. Eclo. 9,16). No comprende que

Jesús, siendo profeta, acepte el homenaje de esta mujer, e intente llevar a los

pecadores a Dios (v.39). Jesús lee sus pensamientos y quiere que vea a la

mujer como ÉL la ve y lo hace por medio de una parábola la misericordia

divina. Jesús propone a Simeón, la parábola de los deudores insolventes,

uno, debía cincuenta denarios y el otro, quinientos; ambos fueron

condonados. ¿Cuál amará más al generoso prestamista? A aquél a quién

perdonó más (v.41). Simón juzgó bien (v.42). Ahora Jesús se dirige a la

mujer, de ella quiere sacar una lección para Simón. Cuando entró en su casa,



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no le lavaron los pies, ella lo hizo con sus lágrimas, no le besó, ella no ha

dejado de besar sus pies con afecto y reverencia, no se le ungió con aceite,

ella lo hace con perfume exquisito. La mujer hizo todo con amor, lo que le

faltó al fariseo escéptico acerca de la persona de Jesús. Por todo ello, los

pecados de la mujer son perdonados por Dios, ella lo recibe, Jesús lo

confirma (v.48). Los comensales murmuran, no aceptan que Jesús, posea

una facultad propia de Dios (v.49; cfr. Lc. 5, 20-23). Las últimas palabras de

Jesús son para la mujer: “Tu fe te ha salvado. Vete en paz” (v.50). La mujer

se va convencida que Dios está con ella, el amor aparece como motivo del

perdón, pero además como su mayor efecto (vv.37-38.44-46), pero en la

parábola todo se invierte: a un mayor perdón su efecto es un amor mayor

(vv.47.50). Jesús de Nazaret, fue misericordioso con la mujer, pero Simón y

los fariseos, no logran responder: ¿Quién es este? Hay que responder

sabiamente.

Teresa de Jesús, considera muy importante en su vida espiritual, a esta una

buena discípula de Cristo. “Era yo muy devota de la gloriosa Magdalena, y

muy muchas veces pensaba en su conversión, en especial cuando

comulgaba; que como sabía estaba cierto el Señor dentro de mí, me ponía a

sus pies, pareciéndome no eran de desechar mis lágrimas; y no sabía lo que

decía, que harto hacía quien por Sí me las consentía derramar, pues tan

presto se me olvidaba aquel sentimiento, y me encomendaba a esta gloriosa

Santa para que me alcanzase perdón” (Libro de la Vida 9,2).



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VIERNES 21

Lecturas bíblicas

a.- 1Tm. 6,2-12: Tú, en cambio, hombre de Dios practica la justicia.

b.- Lc. 8,1-3: Las discípulas que acompañan a Jesús.

Este sumario es propio de Lucas y nos habla de Jesús y su relación con las

mujeres, también consideradas discípulas. Jesús, viaja por la zona

predicando y anunciando el reino de Dios, la Buena Nueva, e ciudades y

pueblo, acompañado de los Doce y de algunas mujeres. Descubrimos que la

enseñanza de Jesús, llega también a las mujeres, es decir, no sólo a los

Doce que lo acompañaron desde el comienzo; sino que también, esa

predicación se ve correspondida con la ayuda que hacen al Maestro con sus

bienes materiales y que hace que su palabra llegue hasta los círculos del

palacio de Herodes. El evangelista, deja en claro, cómo a Jesús lo

acompañan los Doce, y algunas mujeres. Respecto a estas últimas, se afirma

que han sido sanadas de enfermedades y exorcismos, con lo que se quiere

decir, que siguieron a Jesús, porque las sanó. Signo de la presencia del

Reino de Dios salvador, que las libró de la enfermedad. Ahora bien, la

situación era a lo menos llamativa, por no decir escandalosa para su tiempo,

porque normalmente los rabinos no tenían discípulas, ya que no era

costumbre que fueran instruidas en la Torá; y mucho menos que ellas

acompañen a varones. El evangelista, menciona el nombre de tres de ellas,

María Magdalena, Juana y Susana. La Magdalena, fue liberada de siete

demonios, por la acción salvadora de Jesús, es decir, una grave enfermedad;

lo de pecadora le viene por ser de Mgadala, ciudad famosa por sus

costumbres licenciosas. Juana, esposa de un administrador de Herodes

Antipas, con lo cual el evangelista quiere dejar en claro, que en ese

enfrentamiento entre el rey Herodes y Jesús, no todos los de su órbita están

en su contra. Esta mujer, pudo haber influido por su rango, en que el grupo

de mujeres estuviera al pie de la cruz en su momento. De Susana no



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sabemos nada, sólo que su nombre significa, “Azucena”. Si las

contemplamos como grupo, es para finalmente, volvernos a encontrar con

ellas al pie de la Cruz; estuvieron desde el comienzo, como los apóstoles,

testigos del misterio pascual de Jesús de Nazaret. La ayuda de estas mujeres

a Jesús significó para la propagación del Evangelio. Hoy son millones las

mujeres que son discípulas de Cristo que, santificándose en el matrimonio, la

vida religiosa, la soltería por el Reino de Dios, aportan su femineidad y lectura

propia de la vida cristiana, inconmensurable riqueza de la Iglesia.

Teresa de Jesús, descubrió que el secreto del verdadero discípulo está en

dejarse enseñar por el divino Maestro. “Paréceme ahora a mí cuando una

persona ha llegádola Dios a claro conocimiento de lo que es el mundo, y qué

cosa es mundo, y que hay otro mundo, y la diferencia que hay de lo uno a lo

otro, y que lo uno es eterno y lo otro soñado, o qué cosa es amar al Criador o

a la criatura esto visto por experiencia, que es otro negocio que sólo

pensarlo y creerlo o ver y probar qué se gana con lo uno y se pierde con lo

otro, y qué cosa es Criador y qué cosa es criatura, y otras muchas cosas que

el Señor a quien se quiere dar a ser enseñado de él en la oración, o a quien

Su Majestad quiere, que aman muy diferentemente de los que hemos llegado

aquí”(Camino de perfección 6,3).



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SABADO 22

Lecturas bíblicas

a.- 1Tes. 6,13-16: Guarda el mandamiento del Señor sin mancha hasta la

venida del Señor.

b.- Lc. 8, 4-15: Parábola del sembrador.

Este evangelio tiene tres momentos: la parábola del sembrador (vv.4-8), la

pregunta de los apóstoles (9-10), y la explicación de la parábola (vv.11-15).

Lucas, quiere interpretar las diferentes reacciones de las personas, frente al

mensaje de la palabra de Jesús. Los tres primeros momentos de la parábola:

la semilla que cae en el camino, terreno pedregoso y entre zarzas (vv.5-6-7),

es un fracaso para el sembrador, porque la simiente fue pisoteada y hasta los

pájaros se la comieron, la roca y falta de agua, no dejaron crecer la semilla; la

tierra buena acoge no sólo la simiente, sino otras semillas como las zarzas

cuyas hojas impiden crecer lo que está debajo (cfr. Jr.4, 3). Sólo al final, la

semilla cae en una tierra fértil, que da un ciento por uno, es decir, una

magnífica cosecha, la misma que Jesús espera de los que le escuchan (v.8).

En un segundo momento, los apóstoles le preguntan por el significado de la

parábola, algo han intuido, pero ¿cómo llevar eso a la vida? El hombre ahora

tiene la oportunidad de escuchar a Dios, escucha que divide a los mismos

según la respuesta que den a ella, donde encontramos un “vosotros”, los

apóstoles y “ellos”, los demás, la audiencia (vv.9-10). Jesús responde a los

apóstoles, grupo selecto que va a recibir la revelación sobre los misterios del

Reino, por confiar en Jesús como enviado de Dios. Queda claro que es Dios,

quien concede este don, así y todo, luego de la resurrección todavía les

iluminará mucho de lo revelado. Desde esta perspectiva los discípulos a la

luz de la historia de Israel, serían como el “resto fiel” sobre el que se

depositaron las promesas (cfr. Am. 3,7; Dn. 2, 27-28; Sal. 25, 14). El otro

grupo, los demás, son quienes habiendo escuchado a Jesús no cambiaron de

vida. Para explicar ese fenómeno usa la frase del profeta, que anuncia de



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parte de Dios la incomprensión que le espera, y que los conducirá al

abandono del país (cfr. Is.6, 9-13; Ex.4,21; 7,3; Mt.13,14; Jn.12,40;

Hch.28,26-27), pero permanecerá un pequeño resto de Israel. Finalmente,

tenemos la explicación de la parábola que se presenta como una batalla

entre Dios, Satanás y las preocupaciones desordenadas de los hombres que

impiden crecer la semilla (cfr. Eclo.40,15). La que cayó en buena tierra da

fruto porque escuchan, la dejan caer en un corazón bueno y honesto; se

llenan de paciencia o que les permite perseverar en la fe, lo que evita

abandonar este camino. Estas virtudes hacen que se puedan vencer las

tentaciones. La clave para vencer es la constancia.

Teresa de Jesús, descubre en la palabra de Dios, la fuente de la sabiduría, y

el dar frutos de santidad en la Iglesia y en la sociedad. “En la Sagrada

Escritura que tratan los letrados, siempre hallan la verdad del buen espíritu”

(Libro de la Vida 13,18).

P. Julio González C. ocd

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