PASEO GONGORINO POR CÓRDOBA · Hermana Marica, y tú a las muñecas de guadamecí, Mañana, que es...

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PASEO GONGORINO POR CÓRDOBA . Iniciamos nuestro paseo literario-cultural en torno a don Luis de Góngora en la Plaza de la Trinidad. Aquí encontramos la efigie del mayor poeta cordobés de todos los tiempos, presidiendo la Escuela de Artes y Oficios. En esta plaza se halla la casa donde se piensa que murió el poeta.; la llevaba en arrendamiento de por vida y pertenecía al capellán Juan de Mora. No se conocen exactamente las circunstancias de su muerte: entre el 27 de enero y el 24 de marzo del año 1626 debió sufrir en Madrid un grave accidente, siendo atendido por los médicos de la Reina Isabel, del que quedó parcial y temporalmente paralítico, junto a una amnesia persistente. Don Luis fue recobrando poco a poco la salud y se vino a Córdoba, confiando seguramente recuperarse por completo, hecho que no ocurrió. El día 24 de mayo de 1627, fue enterrado en la Catedral. En la fachada de esta casa fue colocada en 1927, como uno de los actos conmemorativos del centenario, una lápida que así lo indica. Junto a su efigie recordamos los versos del poeta compuestos en 1623: DETERMINADO A DEJAR SUS PRETENSIONES Y VOLVERSE A CÓRDOBA. De la Merced, señores, despedido,

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PASEO GONGORINO POR CÓRDOBA

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Iniciamos nuestro paseo literario-cultural en torno a don Luis de Góngora en la Plaza de la Trinidad. Aquí encontramos la efigie del mayor poeta cordobés de todos los tiempos, presidiendo la Escuela de Artes y Oficios. En esta plaza se halla la casa donde se piensa que murió el poeta.; la llevaba en arrendamiento de por vida y pertenecía al capellán Juan de Mora. No se conocen exactamente las circunstancias de su muerte: entre el 27 de enero y el 24 de marzo del año 1626 debió sufrir en Madrid un grave accidente, siendo atendido por los médicos de la Reina Isabel, del que quedó parcial y temporalmente paralítico, junto a una amnesia persistente. Don Luis fue recobrando poco a poco la salud y se vino a Córdoba, confiando seguramente recuperarse por completo, hecho que no ocurrió. El día 24 de mayo de 1627, fue enterrado en la Catedral. En la fachada de esta casa fue colocada en 1927, como uno de los actos conmemorativos del centenario, una lápida que así lo indica. Junto a su efigie recordamos los versos del poeta compuestos en 1623: DETERMINADO A DEJAR SUS PRETENSIONES Y VOLVERSE A CÓRDOBA. De la Merced, señores, despedido,

Pues lo ha querido así la suerte mía, De mis deudos iré a la Compañía, No poco de mis deudas oprimido. Si haber sido del Carmen culpa ha sido, Sobra el que se me dio hábito un día: Huélgome que es templada Andalucía, Ya que vuelvo descalzo al patrio nido. Mínimo, pues, si capellán indino, del mayor Rey, Monarca al fin de cuanto pisa el sol, lamen ambos oceanos, la fuerza obedeciendo del destino, el cuadragesimal voto en tus manos, desengaño, haré, corrector santo.

Séneca en la Puerta de Sevilla cordobesa.

Notas: - Merced: la pensión que se le había prometido. - Compañía: me volveré a Córdoba con mis parientes. Compañía se

llamaba por antonomasia, la de Jesús. - Carmen : poesía (lat.) y Carmelo: orden carmelita. - Hábito: el de la orden de Santiago, concedido a su sobrino. Alude a la

pobreza de los carmelitas. - descalzos: órdenes de religiosos que profesan ir descalzos. - Mínimo: el menor (capellán del mayor rey) y nombre dado a los frailes

de Sana Francisco de Paula. - Voto: el que hacen los mínimos de no comer carne, leche ni huevos, que

Góngora llama cuadragesimal porque parece ayuno de cuaresma.

- Corrector: el superior o prelado en los conventos de religiosos de San Francisco de Paula. Para Góngora el desengaño es el superior ante el que hará el voto de ayunar perpetuamente.

(Fotos de la Plaza, casa y lápida, así como de la efigie.) Proseguimos nuestro paseo en dirección a la calle Sánchez de Feria.Descendemos hacia el río por la calle Buen Pastor hasta llegar a la Plaza del Cardenal Salazar para alcanzar la Plaza de las Bulas. Esta plaza se señala por todos los estudiosos del autor como el lugar de frecuentes juegos del Góngora niño, dada la proximidad de la casa donde nació y habitó en sus primeros años, situada en la actual Tomás Conde, propiedad de su tío don Francisco de Góngora. Esta bella plaza oculta venerable antigüedad y es señalada como posible escenario de su castizo romancillo Hermana Marica, estando en alguna de las calles adyacentes, probablemente, la panadería de Barbola , la hija de la panadera del romance. Puede procederse a la lectura o recitación del mismo. (Plaza de las Bulas y rótulo)

Casa de Las Bulas,

actualmente sede del Museo Taurino.

Hermana Marica, y tú a las muñecas de guadamecí, Mañana, que es fiesta, con las dos hermanas dos hilos por riendas, No irás tú a la amiga Juana y Magdalena y entraré en la calle No iré yo a la escuela. y las dos primillas haciendo corvetas; Pondraste el corpiño Marica y la tuerta; yo, y otros del barrio

Y la saya buena, y si quiere madre que son más de treinta, Cabezón labrado, dar las castañetas, jugaremos cañas Toca y albanega, podrás tanto de ello junto a la plazuela Y a mí me pondrán bailar en la puerta; porque Barbolilla Mi camisa nueva, y al son del adufe salga acá y no vea: Sayo de palmilla, cantará Andrehuela: Bárbola, la hija Media de estameña; “no me aprovecharon, de la panadera, Y si hace bueno madre, las hierbas”; la que suele darme Trairé la montera y yo de papel tortas con manteca Que me dio la Pascua haré una librea porque algunas veces Mi señora abuela, teñida con moras hacemos yo y ella Y el estadal rojo porque bien parezca, las bellaquerías Con lo que le cuelga, y una caperuza detrás de la puerta. Que trajo el vecino con muchas almenas; Cuando fue a la feria. pondré por penacho Iremos a misa, las dos plumas negras Veremos la iglesia, del rabo del gallo Darános un cuarto que acullá en la huerta Mi tía la ollera. anaranjeamos Compraremos de él las carnestolendas; (que nadie lo sepa) y en la caña larga chochos y garbanzos pondré una bandera para la merienda; con dos borlas blancas y en la tardecica, en sus tranzaderas; en nuestra plazuela, y en mi caballito jugaré yo al toro pondré una cabeza Actividad: Dar a leer este poema a los abuelos y pedir que ayuden a aclarar las tradiciones que aquí se guardan. A continuación realizar una exposición-narración que recoja la experiencia. Nos dirigimos hacia la Mezquita-Catedral accediendo a ella por la Puerta del Perdón para contemplar el Patio de los Naranjos, uno de los más bellos y personales de Andalucía. Ricardo Molina nos dice: Es lógico suponer que Góngora tuviese este patio entre sus lugares predilectos, cuya contemplación cotidiana acendraría su ideal de una naturaleza estilizada,

pura y en cierto aspecto arcádica. Aquí el fragante naranjo, la airosa palmera y algún que otro clásico ciprés, forman un bosquecillo geométrico de espeso y perenne verdor. El agua rumorosa de la fuente barroca, el cielo, el sol y la sombra, son las eternas notas naturales que con la torre solemne y los claustros laterales se conciertan en espontánea armonía.(...) Simple su encanto como sol y agua, como cielo y piedra...(...)Alabanza a la vida, a la luz, a la belleza, durante el día, el Patio de los Naranjos es de noche, bajo la luna, una elegía de penumbras, un retiro propicio a la nostalgia, al recuerdo, a la meditación. (Foto de la Torre).

Patio de los Naranjos.

Interior Mezquita-Catedral

Nos introducimos en la Mezquita para acercarnos a la Capilla de la Purísima, en el muro sur, donde fue bautizado nuestro poeta. El interior de la Mezquita en tiempos de Góngora era parecido al actual. Se ha dicho que la Mezquita es un bosque y este tópico nos permite, como haría Góngora, perdernos en el bosque y soñar la aventura. Existen ciertos aspectos comunes entre la Mezquita y la poesía de Góngora : los mosaicos del Mirhab o la técnica fabulosa de los arcos cruzados evocan la plata, la seda, los caprichos fantásticos del mundo vegetal, en consonancia con la arquitectural obra gongorina, excelente y ornamentada hasta lo infinito. En la Capilla de la Purísima en 12 de julio de 1561 bautizó Bartolomé Pérez a Luis, hijo de don Francisco de Argote y de doña Leonor de Góngora, su mujer. Fueron compadres don Diego de Sosa y Luis de Angulo, comadres doña Beatriz de Góngora y dona Elvira Venegas, vecinos de Córdoba. L. Bartolomé

Pérez.(Estracto de la partida, publicada por primero vez por don Francisco Rodríguez Marín.)

Capilla de Villaviciosa.

CÚPULA

Avanzamos hasta situarnos frente a la Capilla de San Bartolomé, la última de la derecha del muro sur. Pertenecía a los Argotes, familia paterna de don Luis. Carece de interés artístico. Lo único interesante es el hermoso frontal del altar con alicatado del s. XIV. El cadáver del poeta fue sepultado junto al de su tío don Francisco y a los de sus padres, pero su sobrino y heredero don Luis de Saavedra y Góngora no se preocupó de poner ni un sencillo epitafio en la tumba. De ahí la dificultad de identificar el cadáver. Ricardo Molina nos dice que, en contraste con el abandono con que fueron tratados los restos de don Luis, su muerte fue universalmente sentida en el mundo literario español y americano. He aquí el magnífico soneto que le dedicó Lope de Vega, enemigo en la estética en la Corona fúnebre (1627):

Despierta oh Betis la dormida plata, Y coronado de ciprés, inunda

La docta patria en Sénecas fecunda, Todo el cristal en lágrimas desata.

Repite soledades, y dilata Por campos de dolor vida profunda.

Única luz que no dejó segunda, Al Polifemo ingenio Atropos mata.

Góngora ya la parte restituye

Mortal al tiempo, ya la culta lira En cláusula final la voz incluye.

Ya muere y vive, que esta sacra pira Tan inmortal honor le constituye, Que nace fénix donde cisne expira.

Nos dirigimos hacia la Capilla del Tesoro o de Santa Teresa. En ella se exhibe la Custodia de Arfe. Se apunta la influencia que esta magna obra debió ejercer en el espíritu de don Luis. La Custodia, labrada en plata por don Enrique de Arfe entre 1514 y 1518, es una joya inapreciable del Tesoro catedralicio, entonces como ahora. A Góngora, que derrochó más que nadie el tesoro del léxico en sus versos, debió seducirle tal joya por responder al ansia de perfección, de belleza absoluta, ideal que resume su obra.

Custodia de Arfe.

Procedemos a abandonar la Mezquita-Catedral, para por la Puerta de los Deanes dirigirnos hacia la Puerta del Puente y el río Guadalquivir. La Puerta del Puente, llamada así por estar situada frente al Puente Viejo y que por tratarse de la puerta principal de entrada a la ciudad se construyó con la estructura de un arco de triunfo. Fue constuida en el s. XVI por Hernán Ruiz III, durante el reinado de Felipe II. Junto a la puerta se encuentra otro de los poemas dedicados a Córdoba. Pertenece a Góngora y fue escrito desde Granada donde se hallaba, siendo recriminado, al parecer, por los cordobeses por su larga ausencia de la ciudad.

Actividad: Copiar el poema respetando la grafía. Seleccionar los sustantivos y describir a partir de ellos el paisaje que el autor recuerda. ( Foto del Poema a Córdoba) Si miramos en dirección al río, contemplamos la Torre de la Calahorra. La visión panorámica de la ciudad desde este punto, ha hecho de él uno de los más reproducidos tanto para los viajeros románticos, como para pintores y fotógrafos actuales. Quizás desde aquí contemplara la ciudad Juan Bernier, creador del Grupo Cántico y admirador de Góngora, cuando escribió este poema: Amarillo perfil de arquitectura De cúpulas y torres coronado Torso de duro mármol cincelado, Estatua de ciudad, Córdoba pura. Abres el valle virginal figura A la que el Betis besa emocionado Y en tu más alta torre reflejado El oro de tu arcángel te fulgura. Arena y cal, olivo, serranía, Enhiesto pino, palmeral ardiente Ciñen tu delicada argentería, Relicario de siglos donde oriente Engarza en vesperal policromía Tu albo destello, ¡Oh perla de occidente!

San Rafael.

Nuestro recorrido continúa bordeando la Catedral por Corregidor Luis de la Cerda hasta llegar a las calles Alfayatas, Zapatería Vieja, Badanillas, Calderos, Calceteros Estamos en el barrio de los oficios. Continuamos el recorrido por la calle Badanillas hasta llegar a la calle Cabezas en dirección a la casa-palacio donde se pretende crear la Fundación-Museo de Góngora. Esta calle nos lleva al s. X a un episodio

truculento que ha quedado recogido en el Cantar de los infantes de Lara, en la Crónica General y en el Romancero Viejo. Continuamos paseo hasta alcanzar la Puerta del Portillo de Mercaderes, llegando en este punto a la calle de San Fernando. Enfilamos por la calle San Francisco y en breve estamos en la Plaza del Potro que alberga el muy famoso mesón o posada. Éste, junto con el del Sol, el del Toro y el de la Herradura, entre otros, fueron destacados en tiempos de don Luis, la mayoría pertenecientes al cabildo catedralicio, para quien constituían notable fuente de ingresos. Ricardo Molina nos dice: Muchas veces entraría Góngora en su amplia cocina a departir de toros, de poesía y de amores con sus amigos, ante un jarro de vino de Lucena. Muchas también, recataría también en discretos apartados clandestinas partidas de naipes y no pocas, alguna que otra aventura o lance amoroso. El lugar es un importante enclave literario; se alude a él en obras picarescas y en el Quijote como lugar de encuentro de pícaros. Cervantes la incluye en una curiosa enumeración de espacios relacionados con el hampa: “...buscando aventuras, sin que hubiese dejado los Percheles de Málaga, Islas de Priarán, Compás de Sevilla, Azoguejo de Segovia, La Olivera de Valencia, Rondilla de Granada, playa de Sanlúcar, Potro de Córdoba y las Ventillas de Toledo y otras diversas partes.” Otro famoso pícaro de nuestra literatura, Estebanillo González, se refiere a esta plaza como una de las facultades donde los de su profesión podían alcanzar el grado de doctores: “Llegué a Córdoba a confirmarme por Angélico en la calle de la Feria, y a refinarme en el agua de su Potro porque después de haber sido estudiante, paje y soldado, sólo este grado y caravana me faltaba para doctorarme en las leyes de profeso.” Don Luis de Góngora también alude al lugar en un romance, para indicar que nadie nacido en el Potro puede ser víctima fácil de un engaño, por lo que las famosas damas pedigüeñas que tanto aparecen en los textos del Siglo de Oro, deberán buscar en otra parte a quien embaucar:

Plaza del Potro. “...Si por unos ojos bellos, que se los dio el cielo dados, quieren ellas más ducados que tienen pestañas ellos, alquilen quien quiera vellos, y busquen otro, que yo soy nacido en el Potro. ... Si algunas damas bizarras (no las quiero decir viejas) gastan el tiempo en pellejas, y ellas se aforran en garras, vayan al Perú por barras, y busquen otro, que yo soy nacido en el Potro.” Parece que la fuente de la plaza y su nombre están relacionados con un mercado de ganado que se celebraba en la zona, y enfrente, la antigua Posada del Potro, muestra de arquitectura popular. En su interior se halla un patio, lugar de comedias durante los siglos XVI y XVII y frecuentado por don Luis, a pesar de estar vedado a los miembros de la Iglesia. De su afición al teatro surgirían Las firmezas de Isabela y, posteriormente, El doctor Carlino. Continuamos la ruta por la calle Armas hasta alcanzar la Plaza de Las Cañas, denominación debida a los juegos de cañas y otros festejos celebrados desde la Edad Media. Luis de Góngora alude a esta costumbre en su famosa letrilla Hermana Marica, recogida en este Paseo. Contigua a ella se encuentra la más famosa plaza cordobesa: La Corredera. En la Edad

Media era un mercado al aire libre, una explanada que fue cerrándose durante los siglos XVI y XVII hasta adquirir la actual estructura. Su extensión la hizo idónea para la celebración de juegos de cañas y fiestas de toros (de ahí el nombre de Corredera y el de Toril, que tiene la estrecha calle que desde el lado este desemboca en la plaza. En las grandes festividades se alquilaban ventanas y balcones para presidir los espectáculos, debiendo abandonarlos sus inquilinos habituales. En dicha plaza se encontraban mesones como el del Toro, de San Antonio, de la Paloma, que albergaban personajes de condición diversa. El Diablo Cojuelo, cuando se acercó a la ciudad, nos dice:

“Y entrando

por el Campo de la Verdad (pocas veces pisado por gente de esta calaña) a la Colonia y Populosa patria de dos Sénecas y un Lucano, y del padre de la Poesía española, el celebrado Góngora, a tiempo que se celebraban fiestas de toros aquel día y juegos de cañas, acto positivo que más excelentemente ejecutaban los caballeros de aquella ciudad, y tomando posada en el mesón de las Rejas, que estaba lleno de forasteros que habían concurrido a esta celebridad, se apercibieron para ir a vellas, limpiándose el polvo de las nubes; y llegando a la Corredera, que es plaza donde siempre se hacen estas festividades, se pusieron a ver un juego de esgrima, que estaba en medio del concurso de la gente...” En 1571, cuando Góngora contaba diez años, se celebraron diversas representaciones, simulacros bélicos, combates navales y mascaradas en exaltación de la batalla de Lepanto, según Ramírez de Arellano. La afición taurina se hallaba muy desarrollada en Córdoba y provincia. Todas las clases sociales acudían a la taurofilia, incluso los eclesiásticos. La nobleza y los caballeros rivalizaban en estas fiestas. El Conde de Cabra y el Marqués de Priego (tan poco afecto a don Luis), el poeta don Pedro de Cárdenas y Angulo (amigo de nuestro autor), fueron grandes lidiadores. En 1612 se dio una gran fiesta de juegos de cañas y corridas de toros en honor del príncipe Manuel Filiberto de Saboya, huésped de la ciudad.

Plaza de La Corredera

En estos días se perfila la Plaza como importante centro de convivencia entre los cordobeses con multiplicidad de actos diversos, culturales y recreativos, que no hacen sino prolongar la vida del lugar. Nos felicitamos por ello. En este punto damos por terminada nuestra actividad. Deseamos que haya servido como disfrute esta evocación de nuestro poeta universal en un ámbito compartido por todos nosotros. ANA CAPILLA SERRANO