Pasión de Nuestro Señor Jesucristo

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DOMINGO DE RAMOS “PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO” (Lc 22, 14-23, 56/Mc 14, 1-15,47) Llegada la hora de cenar. Con la liturgia del ‘Domingo de ramos’, que incluye la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y la proclamación del relato de la pasión de nuestro Señor Jesucristo, comienza la semana de pascua: la cumbre del itinerario cuaresmal y de los misterios de la fe cristiana. La semana comienza y termina con un doble triunfo de Jesús: de la entrada en Jerusalén y de su resurrección. Sin embargo, entre los dos acontecimientos, viviremos su última cena, pasión y muerte en cruz. Todo esto bien relatado por el evangelista Lucas quien arranca con la descripción de la cena pascual y el discurso de despedida de Jesús a sus discípulos. Llegada la hora de cenar, nos dice el evangelista, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo: “Cuánto he deseado celebrar esta Pascua con ustedes, antes de padecer”. La pascua, para los judíos, era la fiesta principal. En ella, celebraban el día de la liberación del pueblo de la esclavitud egipcia, o sea, el evento constitutivo de la nueva identidad de pueblo de Dios y el inicio de una nueva historia guiada por Dios. La institución de la Eucaristía. Jesús, luego, tomó una copa de vino y un pedazo de pan, los bendijo y los pasó a sus amigos para que comieran. En el vino y en el pan Jesús hizo presente su sangre derramada y su cuerpo entregado para alimento de todos y memorial de su pasión, muerte y resurrección. Además, les dejó en herencia ese don para que se repitiera hasta el final de los tiempos: “Hagan esto en memoria mía”. Desde luego, no se trata de una repetición pasiva de gestos. En efecto, quienes bebemos la sangre del Señor y comemos su cuerpo, sellamos nuestra alianza de amor con Dios y asumimos el compromiso de derramar nuestra sangre y entregar nuestra vida para la salvación de todos y la realización del Reino. El traidor.

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DOMINGO DE RAMOSPASIN DE NUESTRO SEOR JESUCRISTO

(Lc 22, 14-23, 56/Mc 14, 1-15,47)Llegada la hora de cenar.

Con la liturgia del Domingo de ramos, que incluye la entrada triunfal de Jess en Jerusaln y la proclamacin del relato de la pasin de nuestro Seor Jesucristo, comienza la semana de pascua: la cumbre del itinerario cuaresmal y de los misterios de la fe cristiana. La semana comienza y termina con un doble triunfo de Jess: de la entrada en Jerusaln y de su resurreccin. Sin embargo, entre los dos acontecimientos, viviremos su ltima cena, pasin y muerte en cruz. Todo esto bien relatado por el evangelista Lucas quien arranca con la descripcin de la cena pascual y el discurso de despedida de Jess a sus discpulos. Llegada la hora de cenar, nos dice el evangelista, se sent Jess con sus discpulos y les dijo: Cunto he deseado celebrar esta Pascua con ustedes, antes de padecer. La pascua, para los judos, era la fiesta principal. En ella, celebraban el da de la liberacin del pueblo de la esclavitud egipcia, o sea, el evento constitutivo de la nueva identidad de pueblo de Dios y el inicio de una nueva historia guiada por Dios.

La institucin de la Eucarista.

Jess, luego, tom una copa de vino y un pedazo de pan, los bendijo y los pas a sus amigos para que comieran. En el vino y en el pan Jess hizo presente su sangre derramada y su cuerpo entregado para alimento de todos y memorial de su pasin, muerte y resurreccin. Adems, les dej en herencia ese don para que se repitiera hasta el final de los tiempos: Hagan esto en memoria ma. Desde luego, no se trata de una repeticin pasiva de gestos. En efecto, quienes bebemos la sangre del Seor y comemos su cuerpo, sellamos nuestra alianza de amor con Dios y asumimos el compromiso de derramar nuestra sangre y entregar nuestra vida para la salvacin de todos y la realizacin del Reino. El traidor.

En la cumbre de la cena, de repente, Jess predice que alguien de los comensales lo traicionara, desatando as las secuencias de su condenacin, pasin y muerte: La mano del que me va a entregar declara Jess- est conmigo en la mesa. Por supuesto que, aun hoy, hay manos traicioneras de la fe y de nuestro Seor que actualizan, entre nosotros, la presencia de Judas y renuevan la pasin y la muerte de Jess.La primaca de Pedro.Despus de haber advertido a Simn de que mentira, por miedo, a unos acusadores, le perdona, le garantiza su ayuda para no desfallecer en su fe y le pide de ejercer el papel de confirmar en la fe, como primer sucesor suyo, a sus hermanos: Simn, Simn le advierte Jess-mira que Satans ha pedido permiso para zarandearlos como trigo; pero yo he orado por ti, para que tu fe no desfallezca; y t, una vez convertido, confirma a tus hermanos.La consumacin del drama.En el monte de los Olivos, donde Jess acostumbraba pasar ratos en oracin, con la traicin de Judas, empieza el drama cruel de la pasin de Jess. Sudando sangre ora al Padre para que aleje de l el cliz de dolor que lo espera. Luego, como torbellino feroz, se suceden las secuencias de la pasin: la aprehensin, los procesos amaados frente a Pilato y a Herodes, la condena a muerte en lugar de Barrabs, el camino de la cruz, las torturas y, finalmente, la crucifixin y muerte. Es llamativa la razn poltica, desde luego falsa, de la condena de Jess, o sea, por alborotar a la gente en contra de las autoridades: Me han trado a este hombre declara Pilato- alegando que alborota al pueblo. Las cpulas de los poderosos del momento, vindose cuestionados por Jess en nombre de la verdad dieron y darn siempre muerte a Jess y a sus profetas.En el inter tiempo, antes de llegar al Calvario, Jess encuentra tambin manos amigas, que lo alientan y ayudan. Se trata de ese desconocido cireneo, del que se habla en el evangelio, y del grupo de las piadosas mujeres, que lo acompaaban adonde l iba, y a las que Jess intenta consolar: Hijas de Jerusaln, no lloren por m; lloren por ustedes y por sus hijos.Llegando, luego, al lugar llamado la Calavera, lo crucificaron. El drama de Jess est por concluirse, sin embargo, de su boca salen otras palabras de amor y de compasin, dirigidas a los dos malhechores, crucificados a su derecha y a su izquierda, y a toda la multitud, que lo haba condenado. En efecto, desde la cruz, Jess grita: Padre, perdnalos, porque no saben lo que hacen. La muerte redentora de Jess.A las tres de la tarde, mientras las tinieblas invadan toda la regin, se oscureci el sol y el velo del templo se rasg a la mitad. Entonces Jess, despus de haber encomendado su espritu en las manos de su Padre, expir. Haban ejecutado a un justo. Por cierto, Jess no ha sido el nico mrtir de la historia; tampoco el nico crucificado. Sin embargo, nicamente su muerte ha sido redentora por haber cumplido, hasta la muerte en cruz, la voluntad del Padre.En seguida, el evangelista se esmera en describir los preparativos para dar sepultura al cuerpo de Jess y ratificarnos, con precisin de detalles, que Jess haba muerto y que lo haban puesto en el sepulcro, prestado por Jos de Arimatea: Lo baj de la cruz, lo envolvi en una sbana y lo coloc en un sepulcro excavado en la roca. Esta precisin de Lucas, acerca de los hechos, que siguieron la crucifixin de Jess, y del lugar de su sepultura, est finalizada a resaltar el evento nico de su prxima resurreccin.Nosotros, mientras hoy acompaamos a Jess en su muerte, compartiendo dolor y angustia con quienes lo aman y creen en l, queremos alimentar, dentro de nosotros, la expectativa esperanzadora de que, al tercer da, resucitar.