Pastores nro. 48 - Octubre 2010

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 Cuadernos para la formación sacerdotal permanente NUM.     O     C    T    U    B    R    E    2    0    1    0 48 - ENCUENTRO NACIONAL DE RESPONSABLES DE CLERO - AÑO SACERDOT AL: TESTIMONIOS Y EXPERIENCIAS    I     S     S    N    N       0    3    2    8      2    7    7    5          A     Ñ    O    S  A  C E R D  O   T    A    L         F    i    d         e       l                   i                d        a     d        d      e      C    r     i    s   t  o  , d e   l i   d   a   d     d     e         l       s      a       c       e          r         d        o              t         e ECOS DEL AÑO SACERDOTAL  ARTÍCULOS DE : Mons. Carmelo Juan Giaquinta, Mons. Sergio O. Buenanueva, Pbro. Ricardo Montiel, P. Javier González, Pbro. Raúl Méndez - Mons. Hugo Santiago, P. Rolando González, Daniel Climente, Mons. Juan María Uriarte.

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Revista teológica en forma de cuadernos con subsidios de formación permanente para el clero (sacerdotes) de la Argentina (CEMIN, CEA).

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  • Cuadernos para la fo rmac in sacerdota l permanente

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    48ORACIN PARA EL AO SACERDOTAL

    Jess, Buen Pastor,

    que has querido guiar a tu pueblo

    mediante el ministerio de los sacerdotes:

    gracias por este regalo para tu Iglesia y

    para el mundo!

    Te pedimos por quienes has llamado

    a ser tus ministros:

    cudalos y concdeles el ser fieles.

    Que sepan estar en medio y delante

    de tu pueblo,

    siguiendo tus huellas e irradiando

    tus mismos sentimientos.

    Te rogamos por quienes se

    estn preparando

    para servir como pastores:

    que sean disponibles y generosos

    para dejarse moldear segn tu corazn.

    Te pedimos por los jvenes a quienes

    tambin hoy llamas:

    que sepan escucharte y tengan

    el coraje de responderte,

    que no sean indiferentes a tu mirada

    tierna y comprometedora,

    que te descubran como el

    verdadero Tesoro

    y estn dispuestos a dar la vida

    "hasta el extremo".

    Te lo pedimos junto con Mara,

    nuestra Madre de Lujn,

    y San Juan Mara Vianney,

    el Santo Cura de Ars,

    en este Ao Sacerdotal.

    Amn. - ENCUENTRO NACIONAL DE RESPONSABLES DE CLERO- AO SACERDOTAL: TESTIMONIOS Y EXPERIENCIAS

    ISSN

    N 0

    328-

    2775

    A

    O

    SACERDOTA

    L

    Fide l idad de Cr is to , fidel idad

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    ECOS DEL AO SACERDOTAL

    ARTCULOS DE: Mons. Carmelo Juan Giaquinta, Mons. Sergio O. Buenanueva, Pbro. Ricardo Montiel, P. Javier Gonzlez, Pbro. Ral Mndez - Mons. Hugo Santiago, P. Rolando Gonzlez, Daniel Climente, Mons. Juan Mara Uriarte.

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    Cuadernos para la formacin sacerdotal permanente

    Cuadernos para la formacin sacerdotal permanente

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    48 Queridos amigos, queremos comunicarles que a partir de ahora Pastores saldr en dos nmeros al ao.

    Actualmente (a diferencia de 16 aos atrs cuando comenzamos) hay ms alternativas y nuevas formas de acceder a material de formacin. Tambin se han consolidado distintos servicios en nuestras Dicesis y en la Cemin. Los costos de nuestra publicacin y las dificultades del envo hacen aconsejable que concentre- mos los esfuerzos en dos nmeros en el ao manteniendo el precio de suscripcin. Hay una serie de dificultades prcticas en ciertas pocas del ao: para la diagramacin, el en- vo por correo o encomienda y la recepcin de ese envo en su destino. Vemos conveniente que los prximos nmeros lleguen uno a comienzos de Mayo y otro en Octubre. Que sean dos nmeros al ao facilita tambin la participacin de todos los miembros del equipo en las reuniones en medio de las otras responsabilidades que tenemos.

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    42 La espiritualidad del celibato 71 Testimonio del taller de acompaamiento espiritual para sacerdotes

    Editorial

    Encuentro Nacional de Responsables de Clero

    VII Encuentro nacional de responsables del Clero

    La dimensin relacional de la identidad presbiteralMons. Carmelo Juan Giaquinta

    La Caridad pastoral en el centro de la espiritualidad presbiteralMons. Sergio O. Buenanueva La espiritualidad del celibatoMons. Juan Mara Uriarte

    Ao Sacerdotal: testimonios y experiencias

    Queremos ser discpulos y hermanos, testigos y servidores

    Los obispos y el clero de la Regin Buenos AiresPbro. Ricardo Montiel

    Encuentro Regin Litoral 2010Padre Javier Gonzlez

    Encuentro regional de sacerdotes del NEA - Julio 2010Pbro. Ral Mndez - Mons. Hugo Santiago

    Mi paso por la Clausura del Ao SacerdotalPadre Rolando Gonzlez

    Peregrinacin sacerdotal al santurio de la Virgen de LujanDaniel Climente

    Peregrinacin en el Ao SacerdotalConsejo de Presbiterio de la Dicesis de Reconquista

    Testimonio del taller de acompaamiento espiritual para sacerdotes

  • 1PA S T O R E S NUM. 48 OCT. 2010

    ECOS DEL AO SACERDOTAL

    El ao especial dedicado al sacerdocio al conmemorar los 150 aos de la muerte del santo Cura de Ars ha llegado a su fin. Ha sido para toda la Iglesia una oportunidad para ce-lebrar el misterio del sacerdocio, agradecer-lo como don de Dios. Tambin y tal vez sin que lo esperramos ha sido una oportunidad para asumir nuestra fragilidad y las pobrezas y debilidades de los sacerdotes. Una ocasin providencial para hacer memoria agradecida y memoria arrepentida, para renovar lo que so-mos sin triunfalismos y buscando slo la glo-ria de Dios y el bien de su pueblo.

    PASTORES ha procurado vibrar en esta sintona ofreciendo a los sacerdotes reflexio-nes, testimonios y experiencias que encen-dieran nuestros corazones como ocurri con los discpulos de Emaus para que superando oscuridades y desalientos podamos renovar el gozo de nuestra entrega, aprendiendo a disfru-tar cada vez ms lo que somos y hacemos al servicio de la Iglesia.

    La Iglesia que peregrina en Argentina, asumiendo la invitacin del Papa Benedicto, quiso que la conclusin del ao sacerdotal fuera el marco del VII Encuentro de Respon-sables de Clero, realizado en la Casa el Cen-culo, Pilar (Bs.As.) entre el 23 y el 27 de Julio y organizado por la CEMIN con la colabora-cin del Secretariado para los Sacerdotes. All Obispos y sacerdotes de casi todo el pas pu-dimos dejarnos iluminar por las exposiciones

    de Mons. Carmelo Giaquinta, de Mons. Ser-gio Buenanueva y el Pbro. Gerardo Sding, compartiendo preocupaciones y tambin espe-ranzas en este desafo de acompaar a nues-tros hermanos sacerdotes en su crecimiento y formacin permanentes. Las iluminaciones centraron nuestra reflexin en tres aspectos de la vida ministerial que hoy nos desafan espe-cialmente: la vida relacional del Presbtero, la centralidad irrenunciable de la caridad pasto-ral y la vivencia del celibato sacerdotal y la es-piritualidad que lo sustenta. Una breve crnica del encuentro permite constatar el buen clima de participacin e inters que anim a todos en la reflexin, el intercambio y la oracin.

    La celebracin del Ao Sacerdotal ha ins-pirado tambin muchos encuentros regiona-les y diocesanos y algunas expresiones espe-ciales de distintos presbiterios de Argentina. En este nmero queremos compartir algunas de esas iniciativas que ponen de manifiesto la vitalidad y la riqueza de nuestras Iglesias: Los Encuentros regionales de sacerdotes del NEA, de la Regin Buenos Aires y de la Re-gin Litoral. Dos peregrinaciones marianas: del presbiterio de Reconquista a Catamarca y del Presbiterio de Mar Del Plata a Lujn. Tambin un mensaje de los sacerdotes de la Arquidicesis de Crdoba al concluir su en-cuentro anual y un testimonio del tercer Taller para el acompaamiento espiritual para Pres-bteros organizado por la CEMIN y realizado en Rosario.

    EditOrial

  • PA S T O R E S2 NUM. 48 OCT. 2010

    EditOrial

    Como una manera de asociarnos a la clau-sura del Ao Sacerdotal celebrada en Roma incluimos tambin el testimonio de uno de los

    sacerdotes argentinos que particip en ella y tuvo la oportunidad de ver una vez ms la ri-queza multiforme de la Iglesia Catlica.

  • 3PA S T O R E S NUM. 48 OCT. 2010

    Encuentro Nacional ResponsablesNuNCa SE ha pOdidO vivir El SaCErdOCiO SiN ESpiri-

    tualidad. uNa vivENCia gENuiNa y SigNifiCativa dEl

    miNiStEriO apOStliCO SupONE uNa Carga iNtENSa dE

    mStiCa, dE ESpritu, dE paSiN. laS divErSaS CriSiS

    quE ha atravESadO El SaCErdOCiO a lO largO dE la

    hiStOria dE la iglESia lO pONEN dramtiCamENtE dE

    rEliEvE.

    [mONS. SErgiO O. BuENaNuEva

    OBiSpO auxiliar dE mENdOza]

    ENCuENtrO NaCiONal dE RESpOnSAbLES DE CLERO

  • PA S T O R E S4 NUM. 48 OCT. 2010

    VII EnCUEnTRO nACIOnAL dE rESpONSaBlES dEl ClErO

    La apertura del encuentro estuvo a cargo del presidente de la CEMIN, Mons. Carlos Ma-ra Franzini, quien adems de brindar una c-lida bienvenida a todos los participantes, hizo una resea del origen y de la historia de estos encuentros (este es el nmero siete). Adems nos introdujo en la temtica escogida para esta oportunidad, sealando que la misma surgi a partir de lo reflexionado sobre la tema sacerdo-tal en una asamblea plenaria del episcopado. En esa conversacin entre los Obispos aparecieron los tres causes que se asumieron para este en-cuentro: la identidad relacional del ministerio ordenado, la espiritualidad centrada en la ca-ridad pastoral y el celibato sacerdotal.

    El encuentro estuvo preparado con un intere-sante trabajo previo que, a modo de cuestionario o encuesta, fue enviado a todos los presbiterios del pas. En el mismo se les peda a los sacerdo-tes que sealen tres dificultades; tres reclamos y preocupaciones; tres logros y tres desafos o expectativas en su vida ministerial. El lunes por la tarde, dando inicio al encuentro, el SNFPP present a los responsables del clero una tabu-lacin de todas las respuestas recibidas. Despus de esta presentacin, y a partir de la misma, se propuso un trabajo por regiones eclesisticas en el que se invit a dialogar sobre lo reflejado por la encuesta sobre la vida sacerdotal y a priorizar un tem de cada una de las ternas.

    Los das martes, mircoles y jueves tuvie-ron en comn la misma dinmica de activida-des. Por la maana y por la tarde el disertante presentaba su reflexin sobre el tema del da

    CrNiCa CrNiCa

    Del 26 al 30 de Julio del corriente ao tuvo lugar en la casa de retiro del Cen-culo, (Pilar- Prov. de Buenos Aires) el VII Encuentro Nacional de Responsables del Clero cuyo lema fue: Conversin Pastoral; relacionarse al estilo de Jess Buen Pastor. El mismo estuvo organizado por el Secretariado Nacional para la Formacin Permanente de los Presbteros1, organismo de la CEMIN. El objetivo de este encuentro fue ofrecer un espacio de formacin, reflexin e intercambio de experiencias para un mejor servicio de quienes llevan adelante la pastoral sacerdotal2. El mismo estuvo destinado a los obispos y responsables del Clero (vicarios generales, vicarios del clero, delegados, decanos, miembros de equipo de formacin permanente, etc.) y formadores de seminario3. Participaron del mismo 12 obispos y 73 presbteros pertenecientes a 22 dicesis de nuestro pas, por lo que estuvieron representadas todas las regiones eclesisticas del pas.

    1 desde ahora SNfpp2 Carta de convocatoria al vii Encuentro Nacional de responsables del Clero.3 dem.

  • 5PA S T O R E S NUM. 48 OCT. 2010

    por espacio de una hora. Despus de cada po-nencia, los participantes se reunan por regio-nes pastorales (en algn caso por ser muchos se dividieron en dos grupos) en los que se com-parta y reflexionaba segn una serie de pautas planteadas por los expositores. Finalmente, y reunidos todos en el auditorio, se presentaban las reflexiones e inquietudes a los expositores, quienes con mucha sabidura y experiencia respondieron a las cuestiones presentadas.

    El martes fue dedicado a profundizar sobre la identidad relacional del ministerio ordena-do (PDV 17). La reflexin estuvo a cargo de Mons. Carmelo J. Giaquinta, obispo emrito de la arquidicesis de Resistencia. Mencionamos a continuacin los distintos puntos presentados en el ndice de su exposicin: 1) la dimensin rela-cional de los Apstoles de Jess. 2) La fe de la Iglesia expresada en la liturgia de Ordenacin. 3) Porqu el sacramente del Orden se llama as? 4) La comunin presbiteral en la enseanza conciliar. 5) Frutos de la comunin presbiteral. 6) Amenazas a la comunin presbiteral. 7) Posi-bles causas de desunin. 8) Actitudes e iniciati-vas que fomentan la comunin presbiteral.

    El mircoles se reflexion sobre la espi-ritualidad sacerdotal centrada en la caridad pastoral (PDV 23). El tema fue presentado por Mons. Sergio Buenanueva, obispo auxiliar de la arquidicesis de Mendoza. Las cuatro afir-maciones desarrolladas por el disertante fueron: 1) La espiritualidad sacerdotal es y permanece una espiritualidad cristiana. 2) Como toda ge-nuina espiritualidad cristiana, la espiritualidad sacerdotal se rige por la ley del indicativo: vivir lo que se es. 3) En la raz de la espiritualidad sa-cerdotal: el don de Dios. 4) Existencialmente, vivir la identidad sacerdotal, supone la prima-ca de los valores teologales que determinan y

    unifican la existencia sacerdotal.

    El jueves el Pbro. Gerardo Sding, pro-fesor de la Facultad de Teologa de la UCA, tuvo a su cargo el ltimo tema: Recuperar la belleza del Celibato Sacerdotal (PDV 29) profundizando sobre todo en los aspectos bblicos, teolgicos y espirituales del mismo. Por la maana se orient hacia una contem-placin del ideal presentando en primer lu-gar el fundamento del celibato apostlico en el Nuevo Testamento; seguido luego por algunas reflexiones teolgicas. Por la tarde, se orient hacia una contemplacin de la realidad en camino donde habl de los aportes de la psi-cologa, para terminar su exposicin con una referencia a la dimensin espiritual del celiba-to. De este ltimo punto desarroll los rasgos de una espiritualidad clibe teniendo en cuenta el contexto y las condiciones del celibato.

    Finalmente el viernes por la maana los participantes, reunidos todos en el auditorio, nos dedicamos a conversar sobre posibles caminos regionales y nacionales en orden a trasladar lo compartido a cada lugar, y a apro-vechar los servicios que de la CEMIN ofrece. Se trat de un momento de hermoso e intere-sante intercambio entre los participantes. El encuentro se cerr con un almuerzo fraterno.

    Importa destacar la notable participacin de sacerdotes y obispos de todo el pas. Esto hizo que el encuentro sea particularmente rico en el intercambio de vida, experiencias y bs-quedas. El clima humano y espiritual en gene-ral fue ptimo y alentador. Cabe una mencin particular de las celebraciones eucarsticas concelebradas. En ellas se pudo celebrar cada da en presencia del Resucitado lo reflexiona-do y compartido.

    CrNiCa CrNiCa

  • PA S T O R E S6 NUM. 48 OCT. 2010

    ExpOSiCiONES ExpOSiCiONES

    la dimENSiN rElaCiONal DE LA IDEnTIDAD pRESbITERAL

    InTRODUCCIn

    ESt En juEgo la SuERtE dE la nuEva EvangElizaCin

    1. Ustedes, en la tarde de ayer, reunidos en regiones pastorales han reflexionado sobre La realidad actual de la vida presbiteral en la Argentina. Para ello, la Comisin Episcopal de Ministerios CEMin) hizo una encuesta pre-via sobre la Vida Presbiteral, que seala difi-cultades, reclamos, logros y desafos.

    No tuve en cuenta las consideraciones he-chas por Ustedes, pues ayer no estuve. Pero, en cierto, modo s, pues comulgo con las mismas preocupaciones y ansias de Uds. y de mis her-manos Obispos, expresadas especialmente en la Asamblea de mayo de 2009. Sin embargo, me interesa conocer las consideraciones he-chas, pues ello me permitir ver las cosas des-de otro ngulo y profundizar en la reflexin.

    A partir de hoy, en este Encuentro se har una triple consideracin sobre el minis-tro ordenado: 1) la dimensin esencialmente relacional de la identidad presbiteral; 2) la caridad pastoral al centro de la espiritualidad presbiteral; 3) recuperar la belleza del celiba-to sacerdotal.

    2. Dije: triple consideracin sobre el mi-nistro ordenado, y no slo triple considera-cin sobre el presbtero, como dicen los t-tulos de las tres exposiciones que figuran en el programa de estos das. Y ello, porque est

    en juego no slo el Presbtero, sino que lo es-tamos todos los Ministros ordenados. Si est en juego el Presbtero, lo est necesariamente el Obispo; y, aunque tal vez todava no se lo sienta tan urgentemente, est en juego tambin el Dicono, y todo el Pueblo de Dios, y, sobre todo, la suerte de la Nueva Evangelizacin.

    A esto se refiri el Concilio en uno de sus ltimos documentos, el decreto Presbytero-rum Ordinis, al prever que la concrecin de la renovacin conciliar dependera en gran medi-da de la vitalidad del ministerio y vida de los Presbteros1. E, igualmente, el decreto Opta-tam totius, sobre la formacin sacerdotal2.

    3. Sin embargo, en este triduo de reflexio-nes, hablaremos especialmente del Presbtero. Pues no hay ms remedio que ir por partes. Adems, el Presbtero es, en el orden pasto-ral, el sector principal de la Iglesia. Sin l, por razones histrico-pastorales, pero tambin por razones teolgicas, el Obispo no puede hacer nada. Sera como un general sin coroneles, y

    1 Repetidas veces ha trado este Sagrado Concilio a la memoria de todos la excelencia del Orden de los presbteros en la Iglesia. Y como se asignan a este Orden en la renovacin de la Iglesia influjos de suma trascendencia y ms difciles cada da, ha parecido muy til tratar ms amplia y profundamente de los presbteros (1).2 Conociendo muy bien el Santo Concilio que la anhela-da renovacin de toda la Iglesia depende en gran parte del ministerio de los sacerdotes, animado por el espritu de Cristo, proclama la grandsima importancia de la for-macin sacerdotal (Intr.).

    para el VII eNCUeNTrO NaCIONal de respONsables de ClerO, pIlar, el CeNCUlO, 27 jUlIO 2010.

    [ m O N S . C a r m E l O J u a N g i a q u i N t a ]

    arzobispo emrito de resistencia

  • 7PA S T O R E S NUM. 48 OCT. 2010

    ExpOSiCiONES ExpOSiCiONES

    tambin sin oficiales menores y sin soldados, cuya seleccin y formacin dependen mucho del Presbtero.

    Me lo imagino a este Encuentro como el primero de otros. De hecho, a ste seguir un Encuentro de los Obispos sobre su relacin con los Presbteros, en el cual sera bueno es-cuchar la voz de algunos de ustedes. Yo de-seara que a ste segundo, siguiesen otros dos ms: a) entre Obispos y Presbteros sobre la relacin mutua; b) y, finalmente, otro entre Obispos y Presbteros con numerosos repre-sentantes del Pueblo cristiano, que hagan or su voz sobre nosotros, los ministros ordena-dos, pues son ellos los que ms sufren nuestras desavenencias. Una especie de snodo nacio-nal? Fantasa de viejo?

    dimEnSin RElaCional

    4. Hoy hablaremos de la dimensin esen-cialmente relacional de la identidad presbiteral, tal cual reza el ttulo propuesto por la CEMin.

    Antes de entrar en tema, y viniendo al t-tulo de esta conferencia: las primeras palabras, Dimensin relacional, tienen un acento psi-colgico-social. Si bien con ellas se corre el peligro de que establezcamos las relaciones del Presbtero slo a ese nivel, tienen la venta-ja de llamarnos la atencin, desde el comien-zo, de que no basta comprender y profundizar en el sentido teolgico del Orden sagrado y de la comunin presbiteral, sino que es preciso encarnarlos en un estilo de vida y de prcti-ca pastoral adecuados, so pena de que Orden sagrado y comunin presbiteral queden en enunciados tericos. Por lo dems, la finalidad del VII Encuentro nacional de responsables de Clero no es teolgico-acadmica, sino teolgico-pastoral; a saber: ayudar a sealar caminos concretos de ms profunda comu-nin de los Presbteros con los miembros de la Iglesia de todos los rdenes y con todos los hombres. En especial: a) entre los miembros del Orden presbiteral, particularmente, con los del propio presbiterio; b) con el propio Obispo y los dems miembros del Orden episcopal; c) con el Orden de los diconos; d) con todo el pueblo e Dios.

    La dimensin relacional del Presbtero ser retomada maana desde el ngulo de la

    vida espiritual, al tratarse de La caridad pasto-ral al centro de la espiritualidad presbiteral.

    idEntidad pRESbitERal

    5. En cuanto a las otras dos palabras del ttulo de esta conferencia, Identidad presbi-teral, distingo dos niveles: 1) el teolgico, que tratar simultneamente con el la di-mensin relacional, especialmente cuando trate del Orden sagrado y de la Comunin presbiteral3; 2) el cannico-existencial, pro-pio de la Iglesia Latina, que une la vocacin al presbiterado con la vocacin al celibato perpe-tuo libremente asumido. Estando prevista esta consideracin para el jueves prximo, omitir toda consideracin al respecto.

    Los apuntes que ofrezco son slo una gua para la reflexin. Me gustara que ustedes me ayudasen a perfeccionarlos y completarlos.

    I. LA DImEnSIn RELACIOnAL DE LOS ApSTOLES DE JESS

    6. Antes de analizar la dimensin rela-cional de los Presbteros en la actualidad, conviene echar una mirada somera a la expe-riencia de los Doce Apstoles de Jess, pues siempre constituyen un arquetipo iluminador, tanto en sus luces como en sus sombras. Nos contentaremos aqu con hacerlo slo en San Lucas. Sealamos algunos rasgos:

    a) la eleccin de los Doce es fruto de la iniciativa de Jess, que se pas toda la noche en oracin con Dios (Lc 6,12);

    b) esta eleccin es correspondida por la respuesta de cada uno de ellos que, abando-nndolo, todo lo siguieron (Lc 5,11);

    c) los Doce acompaan a Jess, y tambin algunas mujeres, que los ayudaban con sus bienes (cf. Lc 8,1-3), a los que Jess asocia a los setenta y dos discpulos (cf. Lc 10,1);

    3 Sobre el tema, remito a: C. J. giaquinta, la comu-nin del Cuerpo presbiteral, en revista pastores, n 34, diciembre 2005, pp. 73-79. dem, la jerarqua, una po-testad al servicio de la iglesia, (comentario al cap. iii de la constitucin lumen gentium), en teologa iv (1966), 45-74. dem, El Colegio presbiteral. apuntes de ayer y hoy para una comprensin del sacerdocio, en teologa iii, (1965) 13-46.

  • PA S T O R E S8 NUM. 48 OCT. 2010

    d) la misin de los Doce para anunciar el Reino de Dios, brota del mandato de Jess (cf Lc 9,1-6);

    e) la intimidad de trato de los Doce con Jess no los capacita automticamente para entender su proyecto evangelizador, que pasa por la cruz (cf Lc 9,43-45; 18,31-34);

    f) tampoco los exime de celos para con otros que sirven a Jess, pero que no pertene-cen al propio crculo (cfr Lc 9, 49-50);

    g) tienen reacciones violentas para con la gente que se opone a ellos (cf. Lc 9,51-55);

    h) incluso, entre ellos mismos existen pujas y rivalidades por la primaca (cf Lc 22,24);

    i) uno de ellos entrega a Jess (cf Lc 22,3.47);

    j) no obstante, el Seor no ceja en su pro-psito de formar con ellos la hermandad de los Doce, al servicio del nuevo Israel: Y en mi reino ustedes comern y bebern en mi mesa, y se sentarn sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel (Lc 22,30).

    7. Jess, cuando eligi a los Doce, no pens simplemente en doce individualidades que estuviesen relacionadas directamente con l pero sin mayor relacin entre ellos. Quiso crear la hermandad de los Doce, como se los llama sin ms aditamentos en el Nuevo Testa-mento4, que, cual patriarcas del nuevo Israel que es la Iglesia, fuesen servidores de todos sus hermanos. Aunque el NT no explicita la razn de tal decisin de Jess, no es difcil en-tenderla. La gran hermandad de Jess, la Igle-sia, por la que l derramar su sangre (cf Ef 5,25-27), no poda ser gobernada por gerentes o capataces. Slo poda serlo por hermanos, no segn la naturaleza humana, sino segn el Espritu Sano. Sobre esto reflexion amplia-mente el Concilio en la constitucin dogmti-ca Lumen Gentium5.

    4 Cf. mt 10,1.2.5; 11,1; 20,17; 26,14.20.47; // mc 3,14.16; 4,10; 6,7; 9,35; 10,32; 11,11; 14,10.17.20.43; // Jn 6,67.70.71; 20,24; // hch 1,26; 6,2; // 1 Co 15,5; // ap 21,14. advirtase que solo en contadas ocasiones se dice los doce discpulos o los doce apstoles. la mayora de las veces se dice simplemente los doce, como si fuese un nombre familiar.5 (19). El Seor Jess, despus de haber hecho ora-cin al padre, llamando a s a los que El quiso, eligi a doce para que viviesen con El y para enviarlos a predicar

    II. LA fE DE LA IgLESIA ExpRESADA En LA LITURgIA DE ORDEnACIn

    8. El mensaje proftico de los Evangelios penetra imperceptiblemente el alma de la Igle-sia por mocin del Espritu de Dios. Ella lo capta y lo expresa en la Sagrada Liturgia mu-cho antes de hacerlo en la Teologa. Por ello la Iglesia, desde los orgenes y antes de toda reflexin teolgica, supo que el Espritu de co-munin, que invadi a los Doce, se trasmite a todos sus sucesores y colaboradores mediante el rito de la sagrada Ordenacin de los Obis-pos, Presbteros y Diconos.

    iniCio dEl Rito dE la oRdEna-Cin pRESbitERal

    9. Esto est expresado claramente en la ordenacin presbiteral. La primera palabra que el Obispo le dirige al ordenando es: Querido hijo: Antes de entrar en el Orden del presbi-terado manifiesta delante de la comunidad tu propsito de recibir este ministerio.

    Es probable que no hayamos reparado del todo en las palabras que escuchamos. Se trata de entrar en el Orden del presbiterado y de recibir este ministerio. El Obispo contina con una primera pregunta: Quieres desem-pear siempre el ministerio sacerdotal en el

    el reino de dios (cf. Mc 3,13-19; Mt 10,1-42); a estos apstoles (cf. Lc 6,13) los instituy a modo de colegio, es decir, de grupo estable, al frente del cual puso a pedro, elegido de entre ellos mismos (cf. Jn 21,15-17). los en-vi primeramente a los hijos de israel, y despus a todas las gentes (cf. Rm 1,16), para que, participando de su po-testad, hiciesen discpulos de El a todos los pueblos y los santificasen y gobernasen (cf. Mt 28,16-20; Mc 16, 15; Lc 24,45-48; Jn 20,21-23), y as propagasen la iglesia y la apacentasen, sirvindola, bajo la direccin del Seor, todos los das hasta la consumacin de los siglos (Mt 28,20). En esta misin fueron confirmados plenamente el da de pentecosts (cf. Hch 2,1-36), segn la promesa del Seor: recibiris la virtud del Espritu Santo, que vendr sobre vosotros, y seris mis testigos as en Jerusaln como en toda la Judea y Samara y hasta el ltimo confn de la tierra (Hch 1,8). los apstoles, pues, predicando en todas partes el Evangelio (cf. Mc 16,20), recibido por los oyentes bajo la accin del Espritu Santo, congregan la iglesia universal que el Seor fund en los apstoles y edific sobre el bienaventurado pedro, su cabeza, siendo el propio Cristo Jess la piedra angular (cf. Ap 21, 14; Mt 16, 18; Ef 2, 20).

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    grado de presbtero como buen colaborador del Orden episcopal, apacentando el reba-o de Cristo, guiado por el Espritu Santo? (Pont. Rom. I, 152).

    La dimensin relacional aparece desde el comienzo:

    a) antes de entrar en el Orden presbite-ral: por tanto, no se trata slo de obtener una consagracin para actuar despus individual-mente;

    b) como buen colaborador del Orden episcopal: tampoco se trata de ser colabo-rador nicamente del Obispo consagrante, o del que autoriz la ordenacin, sino del Orden episcopal.

    Como es fcil advertir, la dimensin rela-cional se da en un doble nivel: con los miem-bros del propio Orden, y con los del Orden episcopal, quien, a travs del Obispo consa-grante, confiere la Ordenacin.

    Advirtase, adems, que, a pesar de ser tan importante la sacra potestas que se confiere en la Ordenacin presbiteral para celebrar los sagrados misterios, sta es mencionada slo en la tercera pregunta: Quieres celebrar con fidelidad y piadosamente los misterios del Se-or, principalmente el sacrificio de la Eucaris-ta y el sacramento de la reconciliacin? (Pontifical I, 152).

    plEgaRia dE oRdEnaCin

    10. La Plegaria de la Ordenacin con-tina en esta misma lnea: Ahora, Seor, te pedimos nos concedas como ayuda a nuestra limitacin, este colaborador que necesitamos para ejercer el sacerdocio apostlico.... En ella los tres ministerios, de la palabra, del cul-to, del pastoreo, son mencionados en este or-den, y cada uno de ellos siempre vinculado a la comunin con el Orden episcopal:

    a) palabra: Sea honrado colaborador del Orden de los obispos, para que por su predi-cacin;

    b) culto: Sea con nosotros fiel dispensa-dor de tus misterios;

    c) pastoreo: Que en comunin con no-sotros, Seor, implore tu misericordia por el pueblo que se le confa y en favor del mundo

    entero (Pontifical I, 159).

    Colaborador, Orden de los obispos en comunin con nosotros, por el pueblo que se le confa, en favor del mundo entero: son todas palabras que hablan de relacin.

    11. Al revs de la concepcin del Orden presbiteral segn se desprende del rito de la Ordenacin presbiteral, muchas veces se la ha concebido a sta en forma un tanto mgica. Para decirlo con una caricatura: como el en-cender la propia antorcha en la del gran brujo, que sera el Obispo, para ejercer luego mi sa-cerdocio segn el propio arbitrio. Ello se vea favorecido por excepciones o privilegios de parte de la autoridad reconocidos al ordenan-do que debilitaban su dimensin relacional6, o por una concepcin un tanto subjetiva de la vo-cacin sacerdotal, que se daba frecuentemente tanto en el ordenando como en el ordenante, como si la vocacin consistiese simplemente en las ganas de ser sacerdote. De all que la legislacin cannica hable de la necesidad o utilidad de la Iglesia para proceder a la orde-nacin de un sujeto7.

    III. pOR qU EL SACRAmEnTO DEL ORDEn SE LLAmA AS?

    12. Con respecto a la palabra Orden, que ya apareci en la liturgia de Ordenacin con dos adjetivos. presbiteral y episcopal, y fue repetida reiteradas veces por el Concilio8:

    6 En el antiguo pontifical, el Sub-dicono poda ser orde-nado ad titulum patromonii sui; es decir que l mismo se responsabilizaba de su sustento con su patrimonio personal o familiar. lo cual, a la vez que menguaba la relacin del ordenado con la iglesia particular, introduca una situacin de privilegio. 7 El Cdigo de derecho Cannico dice: El Obispo dioce-sano no debe proceder a la incardinacin de un clrigo a no ser que: 1 lo requiera la necesidad o utilidad de su iglesia particular (c.269,1). para la lcita ordenacin de presbtero o de dicono se requiere tambin que, a juicio del mismo legtimo Superior, sea considerado til para el ministerio de la iglesia (c. 1025,2).8 Cf. decreto conciliar presbyterorum Ordinis: en el p-rrafo 1 aparece dos veces la palabra Orden indican-do el cuerpo de los presbteros: a) presbyterorum Ordinis; b) huic Ordiniy luego, en los siguientes prrafos: c) n. 2: ut in Ordine presbyteratus constituti; d) n. 8: in Ordine presbyteratus constituti; e) ib.: Ordini

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    confieso que pas toda mi vida sin preguntar-me qu significa y por qu el sacramento se llama as. Y ello, a pesar de haber explicado ms de una vez este sacramento en la Facultad de Teologa. Hasta que, por fin, ahora que soy Obispo emrito, me lo pregunt en un semina-rio del ciclo de bachillerato. Ser porque no tengo nada que hacer? O, tal vez, con la edad, mientras uno se vuelve sordo y ciego, se le afi-na otra sensibilidad? A Uds. se les ocurri preguntarse por qu el sacramento del Orden se llama as? Se lo preguntan los seminaristas cuando solicitan la sagrada Ordenacin?

    13. La palabra Orden sagrado, en el len-guaje eclesistico corriente, se utiliza para de-signar el efecto producido por la Ordenacin sacramental, pero sin entenderlo plenamente. Se suele decir: recib el Orden sagrado.o recib la sagrada Ordenacin. Nunca escu-ch decir entr en el Orden sagrado de los Presbteros para colaborar con el Orden sagra-do de los Obispos.

    Para algunos Orden significa slo gra-dacin jerrquica: un sacramento con escalo-nes, desde el Diaconado hasta su plenitud en el Episcopado. Una especie de carrera ecle-sistica. Una manera de ir adquiriendo cada vez mayor poder en la Iglesia. De ordinario, se piensa slo en los poderes que la Ordenacin confiere. La teologa sacramental clsica se ha encargado de ello, especialmente en relacin al Presbtero: poder de consagrar el Cuerpo de Cristo y capacidad para perdonar los pecados. Lo cual es muy importante. Pero no siempre dicha teologa ha subrayado debidamente otra dimensin no menos importante, la comunin, que constituye el contexto necesario en el que tales poderes son dados y la finalidad de los mismos. De all que la palabra Orden sagra-do a pocos les sugiere que el sujeto que recibe la ordenacin es asociado por el sacramento a un Orden, a un cuerpo orgnico, a una her-mandad sacramental, el Orden de los Presb-teros, que est hermanado sacramentalmente con otros dos rdenes: de los Obispos y de los Diconos. O sea, no se capta suficientemente

    presbyterorum servire. la palabra aparece, adems, en otros lugares donde se habla del Sacramento de Orden, con el cual se confiere la participacin del ministerio episcopal: n. 7.

    que el sacramento del Orden es, esencialmen-te, un sacramento de comunin, dado en co-munin, recibido en comunin, para construir la comunin de la Iglesia.

    14. A mi entender, el primer documento eclesistico importante que explica la palabra Orden es el Catecismo de la Iglesia Catli-ca9, que luego resume el Compendio: Por qu se llama sacramento del Orden? Orden indica un cuerpo eclesial, del que se entra a formar parte mediante una especial consagra-cin (Ordenacin), que, por un don singular del Espritu Santo, permite ejercer una potes-tad sagrada al servicio del Pueblo de Dios en nombre y con la autoridad de Cristo( 323).

    La respuesta del Catecismo seala dos elementos:

    1) la incorporacin sacramental a un cuer-po eclesial: Orden indica un cuerpo eclesial, del que se entra a formar parte mediante una especial consagracin (Ordenacin);

    2) la sagrada potestad que se recibe: que, por un don singular del Espritu Santo, permite ejercer una potestad sagrada al ser-vicio del Pueblo de Dios en nombre y con la autoridad de Cristo.

    9 (1537) la palabra Orden designaba, en la antigedad romana, cuerpos constituidos en sentido civil, sobre todo el cuerpo de los que gobiernan. Ordinatio designa la in-tegracin en un ordo. En la iglesia hay cuerpos consti-tuidos que la tradicin, no sin fundamentos en la Sagra-da Escritura (cf hb 5,6; 7,11; Sal 110,4), llama desde los tiempos antiguos con el nombre de taxeis (en griego), de ordines (en latn): as la liturgia habla del ordo epis-coporum, del ordo presbyterorum, del ordo diaconorum. tambin reciben este nombre de ordo otros grupos: los catecmenos, las vrgenes, los esposos, las viudas... // 1538 la integracin en uno de estos cuerpos de la igle-sia se haca por un rito llamado ordinatio, acto religioso y litrgico que era una consagracin, una bendicin o un sacramento. hoy la palabra ordinatio est reservada al acto sacramental que incorpora al orden de los obispos, de los presbteros y de los diconos y que va ms all de una simple eleccin, designacin, delegacin o institu-cin por la comunidad, pues confiere un don del Espritu Santo que permite ejercer un poder sagrado (sacra potestas; cf lg 10) que slo puede venir de Cristo, a travs de su iglesia. la ordenacin tambin es llamada consecratio porque es un poner a parte y un investir por Cristo mismo para su iglesia. la imposicin de ma-nos del obispo, con la oracin consecratoria, constituye el signo visible de esta consagracin .

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    Pero como dijimos, la teologa recibida enfatiz este segundo aspecto, el ejercicio de una potestad sagrada, y olvid el primero, el cuerpo eclesial del que se entra a formar par-te10. O sea, que olvid la dimensin de co-munin, que es intrnseca al sacramento del Orden. O, para decirlo con las palabras de la CEMin, olvid la dimensin relacional.

    IV. LA COmUnIn pRESbITERAL En LA EnSEAnzA COnCILIAR

    la palabRa Comunin

    15. Antes de entrar a discurrir sobre la comunin presbiteral, conviene advertir la profundidad de la palabra comunin, que, como muchas otras, es capital en la vida de la Iglesia, nacida de la Palabra sustancial del Padre. Pero, a la vez, conviene advertir su fra-gilidad, como la de toda palabra humana.

    En mi infancia y hasta antes del Concilio, la palabra comunin, en el uso corriente, significaba slo la recepcin del santo Cuerpo de Cristo. Lo cual no dejaba de tener su hon-dura teolgica, pues es la expresin litrgica mxima de comunin11. Nos llamaba la aten-

    10 El Card. l. Billot SJ explica la palabra Orden comen-tando a Santo toms de aquino: Ordo est relatio inter ea existens, quae habent aliquem modum prioritatis et posterioritatis. lo cual, a mi entender, subraya la sub-ordinacin de un Orden con respecto a otro, pero no re-marca la relacin que los miembros de un Orden tienen entre s y que los constituye en un Orden sacramental; ver de Eclesiae Sacramentis, commentarius in tertiam partem S. thomae, tomus posterior, romae, 1922, ed. 6, pp. 275-276. lo mismo vale de f. Sol SJ, en trac-tatus v de sacramentis Ordinis et matrimonii, en Sacrae theologiae Summa iv, matriti, 1951, tomo iv, pp. p. 579; l. Ott, en El Sacramento del Orden, historia de los dog-mas, t. iv, cuaderno 5, madrid 1976, BaC., pp.49-50. h. lennerz, de sacramento Ordinis, romae, 1947, a pesar de su rica investigacin patrstica y escolstica, no pa-rece haber reflexionado sobre la comunin que el Orden crea entre los miembros del mismo y con los de los otros rdenes sagrados.11 Como vicario de la parroquia Sagrada Eucarista, en Buenos aires, all entre 1955 y 1957, mi apostola-do consista, en gran medida, estar la maana entera a disposicin para el sacramento de la Confesin y a la espera de la gente que acuda numerosa al templo para pedir la Santa Comunin fuera de la misa, de to-das partes de la ciudad, facilitado por el subte, el tren pacfico-palermo y los mnibus que circulaban por la

    cin que el Papa, en el encabezamiento de una carta encclica, dijese que la diriga a todos los obispos que estn en comunin con la Sede apostlica. Qu es esto de estar en comu-nin con?, nos preguntbamos.

    La vuelta a la lectura bblica y la reforma litrgica, le devolvieron su esplendor a la pala-bra comunin. El Concilio la us no menos de 110 veces. Y hoy, al ir por las parroquias, no es difcil que uno escuche al catequista o al gua de la liturgia, explicar la palabra, ha-cindola derivar del griego koinona: Co-munin significa comn unin.

    Aqu suponemos esta rica nocin bblica No nos detendremos en ella. Pero tampoco podemos prescindir de la profundidad de la misma tal como se expresa en la 1 carta de Juan: Los que hemos visto y odo, se lo anun-ciamos a ustedes, para que vivan en comunin con nosotros. Y nuestra comunin es con el Padre y con su Hijo Jesucristo12.

    la Comunin RECpRoCa EntRE El pRESbtERo y El obiSpo

    16. El Concilio, en la constitucin dog-mtica Lumen Gentium, sobre la Iglesia, al hablar de los Presbteros, trata de la relacin de los mismos con Cristo, pero tambin con los Obispos, con el Presbiterio y con el Pueblo cristiano. Lo hace en el plano teolgico, pero tambin en el prctico pastoral13. Y desarro-

    avenida Santa fe.12 ver comunin (koinona) en. hch 2,42; rom 15,26; 1 Co.1,9; 10,16; 2 Co 6,14; 8,4; 9,13; 13,13; flp 1,5; 1 Jn 1,3.6.7. ver, adems, las palabras derivadas.13 lg 28: Cristo, a quien el padre santific y envi al mundo (cf. Jn 10,36), ha hecho partcipes de su con-sagracin y de su misin, por medio de sus apstoles, a los sucesores de stos, es decir, a los Obispos, los cuales han encomendado legtimamente el oficio de su ministerio, en distinto grado, a diversos sujetos en la iglesia. as, el ministerio eclesistico, de institucin divi-na, es ejercido en diversos rdenes por aquellos que ya desde antiguo vienen llamndose Obispos, presbteros y diconos. los presbteros, aunque no tienen la cumbre del pontificado y dependen de los Obispos en el ejerci-cio de su potestad, estn, sin embargo, unidos con ellos en el honor del sacerdocio y, en virtud del sacramen-to del orden, han sido consagrados como verdaderos sacerdotes del Nuevo testamento, a imagen de Cristo, sumo y eterno Sacerdote (cf. Hb 5,1-10; 7,24; 9,11-28), para predicar el Evangelio y apacentar a los fieles y para

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    ExpOSiCiONES ExpOSiCiONES

    celebrar el culto divino. participando, en el grado propio de su ministerio, del oficio del nico mediador, Cristo (cf. 1 Tm 2,5), anuncian a todos la divina palabra. pero su oficio sagrado lo ejercen, sobre todo, en el culto o asam-blea eucarstica, donde, obrando en nombre de Cristo y proclamando su misterio, unen las oraciones de los fieles al sacrificio de su Cabeza y representan y aplican en el sacrificio de la misa, hasta la venida del Seor (cf. 1 Co 11,26), el nico sacrificio del Nuevo testamento, a saber: el de Cristo, que se ofrece a s mismo al padre, una vez por todas, como hostia inmaculada (cf. Hb 9,11-28). para con los fieles arrepentidos o enfermos desem-pean principalmente el ministerio de la reconciliacin y del alivio, y presentan a dios padre las necesidades y splicas de los fieles (cf. Hb 5,1-13). Ejerciendo, en la medida de su autoridad, el oficio de Cristo, pastor y Cabeza, renen la familia de dios como una fraternidad, animada con espritu de unidad, y la conducen a dios padre por medio de Cristo en el Espritu. En medio de la grey le adoran en espritu y en verdad (cf. Jn 4,24). Se afanan, finalmente, en la palabra y en la enseanza (cf. 1 Tm 5,17), creyendo aquello que leen cuando meditan la ley del Seor, enseando aquello que creen, imitando lo que ensean. // los presbteros, prvidos cooperado-res del Orden episcopal y ayuda e instrumento suyo, lla-mados para servir al pueblo de dios, forman, junto con su Obispo, un solo presbiterio, dedicado a diversas ocu-paciones. En cada una de las congregaciones locales de fieles representan al Obispo, con el que estn confiada y animosamente unidos, y toman sobre s una parte de la carga y solicitud pastoral y la ejercen en el diario trabajo. Ellos, bajo la autoridad del Obispo, santifican y rigen la porcin de la grey del Seor a ellos encomen-dada, hacen visible en cada lugar a la iglesia universal y prestan eficaz ayuda en la edificacin de todo el Cuerpo de Cristo (cf. Ef 4,12), preocupados siempre por el bien de los hijos de dios, procuren cooperar en el trabajo pastoral de toda la dicesis e incluso de toda la iglesia. por esta participacin en el sacerdocio y en la misin, los presbteros reconozcan verdaderamente al Obispo como a padre suyo y obedzcanle reverentemente. El Obispo, por su parte, considere a los sacerdotes, sus cooperadores, como hijos y amigos, a la manera en que Cristo a sus discpulos no los llama ya siervos, sino amigos (cf. Jn 15,15). todos los sacerdotes, tanto dioce-sanos como religiosos, estn, pues, adscritos al Cuerpo episcopal, por razn del orden y del ministerio, y sirven al bien de toda la iglesia segn vocacin y gracia de cada cual.// En virtud de la comn ordenacin sagrada y de la comn misin, todos los presbteros se unen entre s en ntima fraternidad, que debe manifestarse en espontnea y gustosa ayuda mutua, tanto espiritual como material, tanto pastoral como personal, en las re-uniones, en la comunin de vida, de trabajo y de cari-dad.// respecto de los fieles, a quienes han engendrado espiritualmente por el bautismo y la doctrina (cf. 1 Co 4,15; 1 P 1,23), tengan la solicitud de padres en Cristo. hacindose de buena gana modelos de la grey (cf. 1 P 5,3), gobiernen y sirvan a su comunidad local de tal ma-

    lla esta doctrina en el decreto Presbyterorum Ordinis, sobre el ministerio y la vida de los Presbteros, que tambin lo hace en los dos planos. En este decreto el Concilio destaca con claridad la necesaria y recproca comu-nin del Presbtero con el Obispo: Todos los Presbteros, junto con los Obispos, participan del nico y mismo sacerdocio y ministerio de Cristo, de manera que la unidad misma de consagracin y misin exige su comunin je-rrquica con el Orden episcopal Por tanto, por el don del Espritu Santo que recibieron los Presbteros en la sagrada ordenacin, los Obispos los tienen como colaboradores y con-sejeros necesarios en el ministerio y funcin de ensear, santificar y apacentar el Pueblo de Dios (PO 7).

    17. De parte del Obispo, la comunin pide promover todo lo que hace al bien integral de

    nera, que sta merezca ser llamada con el nombre que es gala del nico y total pueblo de dios, es decir, iglesia de dios (cf. 1 Co 1,2; 2 Co 1,1 y passim). acurdense de que, con su conducta de cada da y con su solicitud, deben mostrar a los fieles e infieles, a los catlicos y no catlicos, la imagen del verdadero ministerio sacerdotal y pastoral, y de que estn obligados a dar a todos el testimonio de verdad y de vida, y de que, como buenos pastores, han de buscar tambin a aquellos (cf. Lc 15,4- 7) que, bautizados en la iglesia catlica, abandonaron la prctica de los sacramentos o incluso han perdido la fe. // Como el mundo entero cada da tiende ms a la uni-dad civil, econmica y social, conviene tanto ms que los sacerdotes, uniendo sus esfuerzos y cuidados bajo la gua de los Obispos y del Sumo pontfice, eviten toda causa de dispersin, para que todo el gnero humano venga a la unidad de la familia de dios.

    la uNiN dE lOS prESBtErOS CON

    lOS OBiSpOS ES muChO mS NECE-

    Saria EN EStOS tiEmpOS, pOrquE EN

    EllOS, pOr divErSaS CauSaS, laS

    EmprESaS apOStliCaS, NO SOla-

    mENtE rEviStEN variEdad dE fOr-

    maS, SiNO quE adEmS ES NECESa-

    riO quE ExCEdaN lOS lmitES dE uNa

    parrOquia O dE uNa diCESiS...

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    ExpOSiCiONES ExpOSiCiONES

    los Presbteros: Por esta comunin, pues, en el mismo sacerdocio y ministerio, tengan los obispos a sus sacerdotes como hermanos y amigos, y preocpense cordialmente, en la medida de sus posibilidades, de su bien ma-terial y, sobre todo, espiritual. Porque sobre ellos recae principalmente la grave responsa-bilidad de la santidad de sus sacerdotes: ten-gan, por consiguiente, un cuidado exquisito en la continua formacin de su presbiterio. Escchenlos con gusto, consltenles incluso y dialoguen con ellos sobre las necesidades de la labor pastoral y del bien de la dicesis.

    18. Un medio para la concrecin de estos propsitos es el Consejo Presbiteral: Y para que esto sea una realidad, constityase de una manera apropiada a las circunstancias y ne-cesidades actuales, con estructura y normas que ha de determinar el derecho, un consejo o senado de sacerdotes, representantes del presbiterio, que puedan ayudar eficazmente, con sus consejos, al obispo en el rgimen de la dicesis (PO 7).

    Este Consejo no suplanta, por cierto, el trato personal del Obispo con sus Presbteros, pero su buen funcionamiento puede ayudar mucho al cuidado pastoral de los mismos, y tambin al buen gobierno de la Dicesis.

    19. De parte del Presbtero, la comunin pide cultivar todo lo que hace a la caridad y a la obediencia para con el Obispo: Los pres-bteros, por su parte, considerando la plenitud del Sacramento del Orden de que estn inves-tidos los obispos, acaten en ellos la autoridad de Cristo, supremo Pastor. Estn, pues, unidos a su obispo con sincera caridad y obediencia. Esta obediencia sacerdotal, ungida de espritu de cooperacin, se funda especialmente en la participacin misma del ministerio episcopal que se confiere a los presbteros por el Sacra-mento del Orden y por la misin cannica.

    20. A todas las razones teolgicas y espi-

    rituales que hacen necesaria la comunin entre el Presbtero y el Obispo, se aade la que surge de la evangelizacin en los tiempos actuales: La unin de los presbteros con los obispos es mucho ms necesaria en estos tiempos, por-que en ellos, por diversas causas, las empresas

    apostlicas, no solamente revisten variedad de formas, sino que adems es necesario que ex-cedan los lmites de una parroquia o de una dicesis. Ningn presbtero, por ende, puede cumplir cabalmente su misin aislada o indi-vidualmente, sino tan slo uniendo sus fuer-zas con otros presbteros, bajo la direccin de quienes estn al frente de la Iglesia (PO 7).

    21. Vale la pena advertir que el Concilio, al hablar de la comunin de los Presbteros, y en particular del Consejo Presbiteral como expresin del Presbiterio, se hace eco de la an-tiqusima tradicin, manifestada por San Igna-cio de Antioquia, San Jernimo y las Constitu-ciones de los Apstoles14. Same lcito agregar algunos otros textos de San Ignacio de Anto-qua, que hablan a las claras de la comunin de los Presbteros con el Obispo:

    Les conviene correr a una con el sentir del obispo, que es justamente lo que ya hacen. Vuestro presbiterio, digno del nombre que lle-va, digno tambin de Dios, as est armonio-samente concertado con su obispo, como las cuerdas con la lira (A los Efesios IV).

    Porque si yo, en tan poco tiempo, tal familiaridad he adquirido con vuestro obis-po, cunta mayor razn tengo para felici-tarlos a ustedes, que estn tan templados con l, como la Iglesia con Jesucristo, y Jesucristo con el Padre, a fin de que todo, en la unidad, suene al unsono (b., V,1)

    Que nadie se llame a engao. Si alguno no est dentro del mbito del altar, se priva del pan de Dios. Porque si la oracin de uno o dos tiene tanta fuerza, cunto ms la del obispo juntamente con toda la Iglesia! (b. V,2)15.

    14 Cf. pO 7, notas 41,42,44.15 Cf. d. ruiz Bueno, padres apostlicos, madrid, 1950, B.a.C. pueden verse otros textos: * tambin a ustedes les conviene no abusar de la poca edad de vuestro obispo, sino, mirando en l la virtud de dios padre, tributarle toda reverencia. as he sabido que vuestros santos presbteros no tratan de burlar su juvenil condicin, que salta a la vista, sino que, como prudentes en dios, le son obedientes o, por mejor decir, no a l, sino al padre de Jesucristo, que es el obispo de todos (a los magnesios iii,1);* Bien est no slo llamarse cristianos, sino tambin serlo; al modo como hay algunos que dan al obispo el nombre que le corresponde; pero luego lo hacen todo a

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    ExpOSiCiONES ExpOSiCiONES

    22. De acuerdo al sentir de los Padres y de la Tradicin de la Iglesia, expresada en el Con-cilio, un Presbtero que no estuviese en comu-nin con su Obispo sera como una mano am-putada. Quiz podra realizar muchas tareas de apariencias pastorales, pero seran vanas. No reportaran ningn bien a la Iglesia, tampoco a la verdadera realizacin y felicidad personal del Presbtero, y promoveran la desunin del Presbiterio y del Pueblo de Dios.

    sus espaldas (ib. iv);* por parte de ustedes, todos han de respetar a los di-conos como a Jesucristo. lo mismo digo del obispo, que es figura del padre, y de los presbteros, que representan el senado de dios y la alianza de los apstoles (a los trallanos iii, 1);quiero decir, el que hace algo a espaldas del obispo y del presbiterio y del dicono, ese es el que no est puro y limpio en su conciencia (ib., vii,2);* pongan todo ahnco en usar de una sola Eucarista, porque una sola es la carne de nuestro Seor Jesucristo y un solo cliz para unirnos con su sangre; un solo altar, as como no hay ms que un solo obispo, junto con el presbiterio y con los diconos, consiervos mos (a los filadelfios, iv);* Sigan todos al obispo, como Jesucristo al padre, y al presbiterio como a los apstoles; en cuanto a los dico-nos, reverncienlos como al mandamiento de dios. que nadie, sin contar con el obispo, haga nada de cuanto atae a la iglesia. Slo aquella Eucarista ha de tenerse por vlida, que se celebre por el obispo o por quien de l tenga autorizacin. donde quiera apareciere el obispo, all est la muchedumbre, al modo que dondequiera es-tuviere Jesucristo, all est la iglesia universal. Sin contar con el obispo, no es lcito, ni bautizar ni celebrar la Eu-carista; sino, ms bien aquello que l aprobare, eso es tambin lo agradable a dios, a fin de que cuanto hicieren sea seguro y vlido (a los Esmirniotas viii, 1 y 2).

    la Comunin Con loS dEmS pRESbtERoS

    23. El decreto conciliar Presbyterorum Ordinis subraya, adems, la comunin del Presbtero con sus dems hermanos. Y esto:

    1) con los dems miembros de su propio Orden en el mundo entero: Los Presbteros, instituidos por la ordenacin en el Orden del Presbiterado, estn todos unidos entre s por la ntima fraternidad del sacramento (PO 8);

    2) con los Presbteros de la propia dice-sis: Forman un nico Presbiterio, especial-mente en la dicesis a cuyo servicio se dedi-can bajo la direccin de su Obispo (ib.).

    Para atestiguar esta fe, trae a colacin dos gestos litrgicos: Esto se expresa litrgica-mente ya desde los tiempos antiguos, cuando se invita a los Presbteros asistentes a imponer las manos sobre el nuevo elegido, junto con el Obispo que lo ordena, y cuando concelebran la sagrada Eucarista unidos de corazn (ib.).

    24. Tambin aqu el decreto conciliar no se contenta con enunciar la comunin entre los Presbteros en el plano teolgico, sino que desciende a su concrecin sugiriendo una se-rie de actitudes e iniciativas; a saber:

    aceptar las diversas maneras de ejercer el ministerio presbiteral reconocidas por la Iglesia;

    ayudarse mutuamente con caridad apos-tlica;

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    ExpOSiCiONES ExpOSiCiONES

    respetarse e integrarse entre los Presbte-ros de diversas edades;

    ejercitar la caridad fraterna por la hospi-talidad, la beneficencia y la asistencia mutua;

    compartir momentos de descanso frater-no;

    cultivar la vida comn; organizar frecuentes reuniones; favorecer las asociaciones sacerdotales; salir al encuentro del hermano en espe-

    ciales dificultades16.

    16 pO 8. los presbteros, constituidos por la Ordenacin en el Orden del presbiterado, estn unidos todos entre s por la ntima fraternidad sacramental, y forman un pres-biterio especial en la dicesis a cuyo servicio se consa-gran bajo el obispo propio. porque aunque se entreguen a diversas funciones, desempean con todo un solo mi-nisterio sacerdotal para los hombres. para cooperar en esta obra son enviados todos los presbteros, ya ejerzan el ministerio parroquial o interparroquial, ya se dediquen a la investigacin o a la enseanza, ya realicen trabajos manuales, participando, con la conveniente aprobacin del ordinario, de la condicin de los mismos obreros donde esto parezca til; ya desarrollen, finalmente, otras obras apostlicas u ordenadas al apostolado. to-dos tienden ciertamente a un mismo fin: a la edificacin del Cuerpo de Cristo, que, sobre todo en nuestros das, exige mltiples trabajos y nuevas adaptaciones. Es de suma trascendencia, por tanto, que todos los presb-teros, diocesanos o religiosos, se ayuden mutuamente para ser siempre cooperadores de la verdad. Cada uno est unido con los dems miembros de este presbiterio por vnculos especiales de caridad apostlica, de minis-terio y de fraternidad: esto se expresa litrgicamente ya desde los tiempos antiguos, al ser invitados los presb-teros asistentes a imponer sus manos sobre el nuevo elegido, juntamente con el obispo ordenante, y cuando concelebran la Sagrada Eucarista unidos cordialmente. Cada uno de los presbteros se une, pues, con sus her-manos por el vnculo de la caridad, de la oracin y de la total cooperacin, y de esta forma se manifiesta la uni-dad con que Cristo quiso que fueran consumados para que conozca el mundo que el hijo fue enviado por el pa-dre.// por lo cual, los que son de edad avanzada reciban a los jvenes como verdaderos hermanos, aydenles en las primeras empresas y labores del ministerio, esfur-cense en comprender su mentalidad, aunque difiera de la propia, y miren con benevolencia sus iniciativas. los jvenes, a su vez, respeten la edad y la experiencia de los mayores, pdanles consejo sobre los problemas que se refieren a la cura de las almas y colaboren gusto-sos. // guiados por el espritu fraterno, los presbteros no olviden la hospitalidad, practiquen la beneficencia y la asistencia mutua, preocupndose sobre todo de los que estn enfermos, afligidos, demasiado recargados de trabajos, aislados, desterrados de la patria, y de los que se ven perseguidos. renanse tambin gustosos

    El miniStERio oRdEnado tiE-nE una RadiCal foRma Comuni-taRia

    25. Como si no fuese suficiente cuanto el Concilio dice sobre la comunin del Presbte-ro con el Orden de los Obispos y con los de-ms miembros del propio Orden, el Snodo de 1990 y la exhortacin apostlica Pastores dabo vobis (1992) profundizaron en esta dimensin, yendo a sus races ms hondas. La exhortacin le dedica, prcticamente, el captulo II, sobre la naturaleza y misin del sacerdocio minis-terial, donde traza los siguientes niveles de comunin: a) con Dios Uno y Trino; b) con Jesucristo; c) con la Iglesia; d) con el Obispo y los Presbteros (n. 12); e) al servicio del pue-blo sacerdotal: (n13-15); f) y del mundo (n 16). De este modo, la exhortacin no desdice la teologa recibida sobre el Orden sagrado, concentrada sobre la sacra potestas, pero la completa y equilibra. Y concluye:

    El ministerio ordenado, por su propia naturaleza puede ser desempeado slo en la medida en que el Presbtero est unido con Cristo mediante la insercin sacramental en el Orden presbiteral, y por tanto en la medida en

    y alegres para descansar, pensando en aquellas pala-bras con que el Seor invitaba, lleno de misericordia, a los apstoles cansados: venid a un lugar desierto, y descansad un poco (Mc., 6, 31). adems, a fin de que los presbteros encuentren mutua ayuda en el cultivo de la vida espiritual e intelectual, puedan cooperar mejor en el ministerio y se libren de los peligros que pueden sobrevenir por la soledad, fomntese alguna especie de vida comn o alguna conexin de vida entre ellos, que puede tomar formas variadas, segn las diversas necesidades personales o pastorales; por ejemplo, vida en comn, donde sea posible; de mesa comn, o a lo menos de frecuentes y peridicas reuniones. hay que tener tambin en mucha estima y favorecer diligente-mente las asociaciones que, con estatutos reconocidos por la competente autoridad eclesistica, por una apta y convenientemente aprobada ordenacin de la vida y por la ayuda fraterna, pretenden servir a todo el orden de los presbteros. // finalmente, por razn de la misma comunin en el sacerdocio, sintanse los presbteros especialmente obligados para con aquellos que se en-cuentran en alguna dificultad; aydenles oportunamen-te como hermanos y aconsjenles discretamente, si es necesario. manifiesten siempre caridad fraterna y mag-nanimidad para con los que fallaron en algo, pidan por ellos instantemente a dios y mustrenseles en realidad como hermanos y amigos.

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    ExpOSiCiONES ExpOSiCiONES

    que est en comunin jerrquica con el propio Obispo. El ministerio ordenado tiene una ra-dical forma comunitaria y puede ser ejercido slo como una tarea colectiva (n 17). Frase esta ltima muy feliz, que merece ser puesta junto a la frase conciliar: Los Presbteros, instituidos por la ordenacin en el Orden del Presbiterado, estn todos unidos entre s por la ntima fraternidad del sacramento (PO 8).

    En esta lnea de pensamiento, bien pode-mos decir que todo ejercicio ministerial del Presbtero es una concelebracin espiritual con su Obispo y los dems hermanos Presbteros.

    Comunin Con loS fiElES

    26. El tipo de comunin de los presbte-ros no es como el de una casta, donde unos se juntan para defenderse de otros o dominarlos, y slo piensan en el inters sectorial. La co-munin de los Presbteros se fundamenta, pri-meramente, en la comunin que ellos tienen con los dems fieles en un mismo bautismo:

    Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espritu para formar un solo Cuerpo - ju-dos y griegos, esclavos y hombres libres - y todos, hemos bebido de un mismo Espritu (1 Co 12,13).

    No voy a desarrollar aqu la relacin pro-funda que existe entre el Orden sagrado y el Bautismo, que es lo mismo que decir entre el sacerdocio ministerial y el sacerdocio bautis-mal. La supongo17.

    EStilo paStoRal fRatERno

    27. Vale la pena sealar que, a partir de la doctrina sobre los dos sacerdocios, bautismal y ministerial, y de la profunda relacin entre ambos, el Concilio deduce el estilo fraterno con que el Presbtero debe vivir entre los fieles y ejercitar su ministerio. Se trata de ser her-mano con los fieles como Jess lo era con sus Discpulos: Ve a decir a mis hermanos (Jn 20,17):

    Los sacerdotes del Nuevo Testamento, aunque por razn del sacramento del Orden ejercen el ministerio de padre y de maestro, importantsimo y necesario en el pueblo y para el pueblo de Dios, sin embargo, son, jun-tamente con todos los fieles cristianos, disc-pulos del Seor, hechos partcipes de su reino por la gracia de Dios que llama. Con todos los regenerados en la fuente del bautismo los presbteros son hermanos entre los hermanos, puesto que son miembros de un mismo Cuerpo de Cristo, cuya edificacin se exige a todos. // Los presbteros, por tanto, deben presidir de forma que, buscando, no sus intereses, sino los de Jesucristo, trabajen juntamente con los fie-les seglares y se porten entre ellos a imitacin del Maestro, que entre los hombres no vino a ser servido, sino a servir, y dar su vida en re-dencin de muchos (Mt. 20, 28). Reconozcan y promuevan sinceramente los presbteros la dignidad de los seglares y la suya propia, y el papel que desempean los seglares en la mi-sin de la Iglesia. Respeten asimismo cuida-

    17 Sobre esto, ver C. giaquinta, la unidad de la formacin sacerdotal. relacin entre el perodo inicial y la forma-cin permanente; de prxima aparicin en la revista teo-loga, agosto 2010; en especial el captulo i. El Bautismo, raz de la formacin presbiteral permanente.

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    ExpOSiCiONES ExpOSiCiONES

    dosamente la justa libertad que todos tienen en la ciudad terrestre. Escuchen con gusto a los seglares, considerando fraternalmente sus deseos y aceptando su experiencia y compe-tencia en los diversos campos de la actividad humana, a fin de poder reconocer juntamente con ellos los signos de los tiempos. Examinan-do los espritus para ver si son de Dios, des-cubran con el sentido de la fe los multiformes carismas de los seglares, tanto los humildes como los ms elevados; reconocindolos con gozo y fomentndolos con diligencia. Entre los otros dones de Dios, que se hallan abundante-mente en los fieles, merecen especial cuidado aquellos por los que no pocos son atrados a una vida espiritual ms elevada. Encomienden tambin confiadamente a los seglares trabajos en servicio de la Iglesia, dejndoles libertad y radio de accin, invitndolos incluso opor-tunamente a que emprendan sus obras por propia iniciativa. // Piensen, por fin, los pres-bteros que estn puestos en medio de los se-glares para conducirlos a todos a la unidad de la caridad: amndose unos a otros con amor fraternal, honrndose a porfa mutuamente (Rom., 12, 10). Deben, por consiguiente, los presbteros consociar las diversas inclinacio-nes de forma que nadie se sienta extrao en la comunidad de los fieles. Son defensores del bien comn, del que tienen cuidado en nombre del obispo, y al propio tiempo defensores va-lientes de la verdad, para que los fieles no se vean arrastrados por todo viento de doctrina. A su especial cuidado se encomiendan los que se retiraron de los Sacramentos, e incluso qui-z desfallecieron en la fe; no dejen de llegarse a ellos, como buenos pastores (PO 9).

    Comunin Con todoS loS hombRES

    28. El Concilio da un paso ms. Y lo ve al Presbtero en relacin con todos los cristianos no catlicos, y con todos los hombres, an los no creyentes: Atendiendo a las normas del ecumenismo, no se olvidarn de los herma-nos que no disfrutan de una plena comunin eclesistica con nosotros. // Tendrn, por fin, como encomendados a sus cuidados a todos los que no conocen a Cristo como a su Salva-dor (PO 9).

    la Comunin dE loS diSCpu-loS miSionERoS En la iglESia

    29. Aqu conviene tener presente cuan-to el Documento de Aparecida dice sobre la comunin de los discpulos misioneros en la Iglesia (DA 154-239), y, en particular, sobre la comunin de los Presbteros (DA 191-204).

    RESumEn

    30. Uniendo este captulo con el anterior, podemos resumirlos diciendo: el sacramento del Orden sagrado se llama as porque es esen-cialmente un sacramento de comunin. Naci-do de la comunin de Dios Uno y Trino, pone al ministro ordenado en comunin con Cristo Sumo y eterno sacerdote, dentro de la comu-nin de la Iglesia, y por tanto, en comunin con el Obispo y los dems Presbteros, para servir a la comunin del Pueblo sacerdotal, y a fin de que todos los hombres puedan entrar en esta comunin para gloria de la Trinidad.

    V. fRUTOS DE LA COmUnIn pRESbITERAL

    31. Son muchos los frutos que la comu-nin presbiteral produce. Enumero algunos de los que he sido testigo directo.

    I. A nivel de dicesis: a) presbteros que viven, oran y trabajan en comunin; b) equi-pos de formadores de los Seminarios que se esmeran en la tarea que les encomiendan los respectivos Obispos; c) consejos presbiterales que se renen peridicamente, incluso men-sualmente, en reuniones bien preparadas; d) reuniones presbiterales mensuales segn la divisin territorial (decanatos, vicaras, zo-nas); e) ejercicios espirituales bien organiza-dos; f) semana anual de estudio pastoral; f) jornada de preparacin a la Pascua, o jornada de santificacin; g) en varias dicesis, fondo comn parroquial, o sacerdotal, para la ayuda econmica de las parroquias o sacerdotes ms necesitados; h) intentos de programacin de formacin permanente; i) intercambio perma-nente de informacin sobre los miembros del Presbiterio (aniversarios, cumpleaos, enfer-

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    ExpOSiCiONES ExpOSiCiONES

    medad, necesidad de ayuda pastoral, etc.);

    II. A nivel interdiocesano: a) colaboracin de diversas dicesis en la conduccin de un seminario diocesano o interdiocesano; b) prs-tamo de sacerdotes por parte de dicesis mejor provistas a otras desprovistas del clero;

    III. A nivel de regiones pastorales: a) re-uniones sacerdotales peridicas (anual, bienal, trienal); b) reuniones de los equipos de forma-dores de los Seminarios;

    IV. A nivel nacional: iniciativas mltiples de la Comisin Episcopal de Ministerios: a) secretariado nacional para la formacin per-manente del Clero; b) talleres para prrocos; c) encuentros para los responsables del Cle-ro; d) encuentros de sacerdotes en torno a la figura del Cura Brochero; encuentro anual de formadores de Seminarios, etc.;

    V. A nivel de Iglesia universal: dicesis que envan misioneros a otras naciones.

    32 .Sera muy conveniente que en este Encuentro se hiciese un catlogo lo ms com-pleto posible de las iniciativas existentes que expresan y fomentan la comunin presbiteral. Ello nos ayudar a dar gracias a Dios y a esti-mularnos a crecer aun ms en ella.

    VI. AmEnAzAS A LA COmUnIn pRESbITERAL

    QuEjaS dEl puEblo dE dioS

    33. Sin embargo, no podemos negar la exis-tencia de grmenes que amenazan la comunin presbiteral, e incluso situaciones de ruptura.

    Navega Mar adentro (2003) recoge quejas del pueblo de Dios que muestran signos in-quietantes en cuanto a la vivencia de la comu-nin presbiteral: La consulta a las Iglesias particulares y comunidades cristianas nos ad-vierte que, por momentos, se vive en el seno de nuestras comunidades una cierta incapacidad para trabajar unidos, que a veces se convierte en una verdadera disgregacin (n 46).

    Aunque el texto de NMA no menciona ex-presamente a los clrigos, nadie puede pensar

    honestamente que la verdadera disgregacin sea causada por las rencillas de las seoras de tal o cual asociacin. Las Lneas Pastorales para la Nueva Evangelizacin (1990) advirtie-ron sobre las divisiones que crean evidente escndalo en la comunidad cristiana (n 35).

    Despus del Concilio, cuando se debera haber esperado una gran floracin de la co-munin presbiteral, la exhortacin Evangelii Nuntiandi (1975), de Pablo VI, tuvo que ad-vertir sobre el crescendo de divisiones entre los que anuncian el Evangelio: La fuerza de la evangelizacin quedar muy debilitada si los que anuncian el Evangelio estn divididos entre s por tantas clases de rupturas. No es-tar quizs ah uno de los grandes males de la evangelizacin? En efecto, si el Evangelio que proclamamos aparece desgarrado por quere-llas doctrinales, por polarizaciones ideolgi-cas o por condenas recprocas entre cristia-nos, al antojo de sus diferentes teoras sobre Cristo y sobre la Iglesia, e incluso a causa de sus distintas concepciones de la sociedad y de las instituciones humanas, cmo pretender que aquellos a los que se dirige nuestra predi-cacin no se muestren perturbados, desorien-tados, si no escandalizados? (n 77).

    Pero ya antes, el Snodo de los Obispos, realizado en 1971, tuvo que salir al encuentro de una situacin de desorientacin de muchos Presbteros sobre la naturaleza del sacerdocio ordenado y, consecuentemente, sobre la co-munin que debe ser cultivada con el Obispo y los dems Presbteros18.

    Y no hemos de pasar por alto que, todava en plena labor conciliar e inmediatamente des-pus, los Obispos argentinos advirtieron repe-tidas veces sobre situaciones de ruptura que comenzaban a producirse en nuestra Iglesia, promovidas especialmente por Presbteros19.

    18 documento ultimis temporibus (30-11-1971), parte ii, cap. ii: los presbteros en la comunin eclesial; cf. Enchiridion vaticanum 4, 1221-1234.

    19 Carta del Episcopado argentino a sus sacerdotes con ocasin de la asamblea plenaria extraordinaria sobre la labor conciliar (13 mayo 1965), en documentos del Episcopado argentino 1965-1981, Buenos aires, 1982, Ed. Claretiana, pp.11-15; declaracin de la Comisin permanente de la C.E.a. sobre ciertas publicaciones de algunos sacerdotes (21 enero 1966), ib. pp. 16-17; documento de San miguel (1969, cap. ii. Sacerdotes, ib.

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    ExpOSiCiONES ExpOSiCiONES

    34. Siendo tan frecuente la queja por las fracturas de la comunin, hemos de reconocer con humildad que no han abundado las reunio-nes presbiterales en las que hubisemos ana-lizado las causas de tales divisiones y procu-rado ponerles remedio. Tampoco los Obispos hemos hecho un estudio serio al respecto.

    noRmaS paStoRalES SubjEti-vaS

    35. Estn, ante todo, las quejas de los fieles por normas pastorales subjetivas y absurdas: Por qu en tal parroquia exigen que para ser padrino de confirmacin haya que asumir antes una tarea pastoral en la misma?; Yo soy camionero y estoy siempre de viaje. Sin embargo, el cura dice que slo admitir a mi hijo a la catequesis familiar cuando yo cam-bie de trabajo y pueda venir a las reuniones de padres; Soy soltera y tengo una hija, pero el cura no la quiso bautizar. Entonces fui a la Iglesia cuadrangular (de los cuatro Evange-lios) y all me la bautizaron; Mi marido me abandon, y la secretaria parroquial dice que, porque estoy separada, no puedo comulgar; Me vengo a confesar porque el cura fulano dijo tantas palabras que no s si la absolucin fue vlida; Yo quiero prepararme para la Primera Comunin, y particip a todos los en-cuentros de catequesis hasta el noveno. Pero al dcimo, como mi mam no puede venir a las reuniones, me echaron del catecismo; Es cierto que la edad de la confirmacin es ahora

    pp. 69-75; Exhortacin pastoral de la C.E.a., sobre re-uniones de sacerdotes solamente (28 noviembre 1969), ib. 102; declaracin de la Comisin permanente de la C.E.a. a nuestros colaboradores: sacerdotes diocesanos y religiosos y a todo el pueblo de dios (12 agosto 1970), ib. pp. 120-127.

    a los dieciocho aos?; Mi marido se separ de mi. Pero en tal iglesia el cura bendijo su unin con otra mujer. La Iglesia permite eso ahora?; etc.

    Sera conveniente que los clrigos hici-semos un catlogo de tales seudo normas y comportamientos caprichosos, y compartirlas entre nosotros en las reuniones en grupos de trabajo, para apreciar hasta qu punto los pas-tores podramos estar dispersando al rebao de Jesucristo. Y, sobre todo, para poner remedio al desconcierto que creamos.

    faltan noRmaS paStoRalES ComunES?

    36. Estn, tambin, las quejas, especial-mente de jvenes Presbteros, por la falta de normas pastorales comunes. En cuanto esto, pienso que normas pastorales comunes hay ms que suficientes. Estn todas las normas litrgi-cas y cannicas de la Iglesia universal, las del Episcopado argentino y las del propio Obispo.

    Dnde reside, entonces, el problema? Las normas por s solas no bastan para plasmar criterios y actitudes pastorales comunes. Estas necesitan de una espiritualidad, de un sentir comn para ponerlas en prctica. Por qu no preguntarnos, entonces, si no estara faltando ese sentir espiritual comn, que permita prac-ticar con alegra las normas pastorales de la Iglesia, y adoptar, en consecuencia, actitudes y criterios comunes? Dnde y cundo se ori-ginara esta falta de un sentir comn entre los Presbteros? Su germen estara ya en el Semi-nario? Qu actitudes la fomentaran?

    En coherencia con lo dicho antes, este examen es muy importante, porque, de lo con-trario, quedaramos en el puro lamento y no pondramos remedio a la situacin. Y mientras tanto la ruptura de la comunin seguira su curso, con los efectos negativos que produce, pues, a la vez que se desprecian las normas de comunin de la Iglesia, se inventan otras sin ningn valor cannico y carentes de espritu evanglico, que entorpecen la evangelizacin, promueven la desunin y fomentan el desni-mo del Presbiterio.

    De no atender a la situacin, los presbte-ros podramos parecernos ms a los pastores de

    laS NOrmaS pOr S SOlaS NO BaS-

    taN para plaSmar CritEriOS y aCti-

    tudES paStOralES COmuNES. EStaS

    NECESitaN dE uNa ESpiritualidad,

    dE uN SENtir COmN para pONErlaS

    EN prCtiCa.

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    ExpOSiCiONES ExpOSiCiONES

    las diversas sectas que pululan por los barrios, que a los miembros del senado del Obispo.

    VII. CAUSAS DE LA DESUnIn

    la fRagilidad humana

    37. Una causa de nuestras divisiones, que no hemos de olvidar, es la fragilidad humana. sta nos acompaar toda la vida. Eventuales desencuentros con nuestros hermanos Presb-teros y con nuestro Obispo podremos sufrir siempre. Los sufrieron los mismos apstoles de Jess. Por ejemplo, cuando los hijos de Zebedeo pretendieron para ellos los primeros puestos en el Reino de Jess (cf Mt 20,20-24). O cuando en la ltima cena surgi entre ellos la discusin sobre quin deba ser considera-do como el ms importante (Lc 22,24).

    Desencuentros sufrieron los apstoles tambin despus de Pentecosts. Por ejemplo, Pedro y Pablo en Antioqua (cf Ga 2, 11-14). Pablo y Bernab despus de la primera misin (cf Hch 15,36-41).

    El remedio para ello ser siempre practi-car el consejo evanglico: Sean misericor-diosos, como el Padre es misericordioso con ustedes. No juzguen y no sern juzgados; no condenen y no sern condenados; perdonen y sern perdonados (Lc 6,36-37).

    El SubjEtiviSmo dE la Cultu-Ra modERna

    38. Junto a la naturaleza cada, y como concrecin histrica de la misma, hemos de anotar el subjetivismo de la cultura moderna,

    de la que provienen los actuales seminaristas,

    que subraya en demasa la subjetividad. Me

    remito para ello a la descripcin que hace la

    exhortacin apostlica Pastores dabo vobis en

    cuanto a sus elementos negativos20.

    20 las numerosas contradicciones y posibilidades que presentan nuestras sociedades y culturas y, al mismo tiempo, las comunidades eclesiales, son percibidas, vividas y experimentadas con una intensidad muy par-ticular por el mundo de los jvenes, con repercusiones inmediatas y ms que nunca incisivas en su proceso educativo. En este sentido el nacimiento y desarrollo de la vocacin sacerdotal en los nios, adolescen-tes y jvenes encuentran continuamente obstculos y estmulos. // los jvenes sienten ms que nunca el atractivo de la llamada sociedad de consumo, que los hace dependientes y prisioneros de una interpretacin individualista, materialista y hedonista de la existencia humana. El bienestar materialsticamente entendido tiende a imponerse como nico ideal de vida, un bien-estar que hay que lograr a cualquier condicin y precio. de aqu el rechazo de todo aquello que sepa a sacrificio y renuncia al esfuerzo de buscar y vivir los valores espi-rituales y religiosos. la preocupacin exclusiva por el tener suplanta la primaca del ser, con la consecuencia de interpretar y de vivir los valores personales e inter-personales, no segn la lgica del don y de la gratuidad, sino segn la de la posesin egosta y de la instrumen-talizacin del otro. // Esto se refleja, en particular, sobre la visin de la sexualidad humana, a la que se priva de su dignidad de servicio a la comunin y a la entrega entre las personas, para quedar reducida simplemente a un bien de consumo. as, la experiencia afectiva de muchos jvenes no conduce a un crecimiento armonio-so y gozoso de la propia personalidad que se abre al otro en el don de s mismo, sino a una grave involucin psicolgica y tica, que no dejar de tener influencias graves para su porvenir. // En la raz de estas tendencias se halla, en no pocos jvenes, una experiencia desviada de la libertad: lejos de ser obediencia a la verdad objeti-va y universal, la libertad se vive como un asentimiento ciego a las fuerzas instintivas y a la voluntad de poder del individuo. Se hacen as, en cierto modo, naturales en el plano de la mentalidad y del comportamiento el resquebrajamiento de la aceptacin de los principios ticos, y en el plano religioso -aunque no haya siempre un rechazo de dios explcito- una amplia indiferencia y desde luego una vida que, incluso en sus momentos ms significativos y en las opciones ms decisivas, es vivida como si dios no existiese. En este contexto se hace difcil no slo la realizacin, sino la misma com-prensin del sentido de una vocacin al sacerdocio, que es un testimonio especfico de la primaca del ser sobre el tener; es un reconocimiento del significado de la vida como don libre y responsable de s mismo a los dems, como disponibilidad para ponerse enteramente al ser-vicio del Evangelio y del reino de dios bajo la particular forma del sacerdocio. // incluso en el mbito de la co-

    COmO aludimOS aNtES, CON SEr

    Sta uNa dOCtriNa prOfuNdamEN-

    tE BBliCa y patrStiCa, ES, EN CiEr-

    tO mOdO, NOvEdOSa EN la iglESia,

    puES aNtES dEl CONCiliO NO iNtE-

    graBa ExplCitamENtE la tEOlOga,

    y tampOCO la ESpiritualidad CriS-

    tiaNa y la paStOral.

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    ExpOSiCiONES ExpOSiCiONES

    39. Sin embargo, cuando NMA habla de verdadera disgregacin, hay que sospechar que estamos ante una situacin eclesial enfer-miza, que supera la natural fragilidad humana y el subjetivismo de la cultura moderna. Por tanto, adems de misericordia, es necesario espritu de discernimiento para diagnosticar la enfermedad. Sin conocerla, es imposible apli-carle el remedio de la misericordia.

    El dESConoCimiEnto dEl Sa-CERdoCio bautiSmal

    40. Una primera causa de la desunin pro-vocada por los clrigos: se encuentra, a mi en-tender, en el desconocimiento del sacerdocio de los bautizados. Como aludimos antes, con ser sta una doctrina profundamente bblica y patrstica, es, en cierto modo, novedosa en la Iglesia, pues antes del Concilio no integraba explcitamente la teologa, y tampoco la espi-ritualidad cristiana y la pastoral.

    Cunto ha crecido desde entonces en los catlicos y, sobre todo, en los clrigos, la conciencia del sacerdocio bautismal, y que el sacerdocio ministerial est al servicio del mismo: no me es fcil darme cuenta. Pero la experiencia me dice que en 45 aos de post-concilio no se superan fcilmente actitudes forjadas durante siglos, como es la hegemona del Presbtero en perjuicio de los otros dos r-denes sagrados y del Pueblo de Dios. No s, tampoco, cmo hoy se forman en este punto los seminaristas: si tienen incorporado el ideal

    munidad eclesial, el mundo de los jvenes constituye, no pocas veces, un problema. En realidad, si en los jvenes, todava ms que en los adultos, se dan una fuerte tendencia a la concepcin subjetiva de la fe cris-tiana y una pertenencia slo parcial y condicionada a la vida y a la misin de la iglesia, cuesta emprender en la comunidad eclesial, por una serie de razones, una pas-toral juvenil actualizada y entusiasta. los jvenes corren el riesgo de ser abandonados a s mismos, al arbitrio de su fragilidad psicolgica, insatisfechos y crticos fren-te a un mundo de adultos que, no viviendo de forma coherente y madura la fe, no se presentan ante ellos como modelos crebles. // Se hace entonces evidente la dificultad de proponer a los jvenes una experiencia integral y comprometida de vida cristiana y eclesial, y de educarlos para la misma. de esta manera, la pers-pectiva de la vocacin al sacerdocio queda lejana a los intereses concretos y vivos de los jvenes (pdv 8).

    de comunin en su espiritualidad y en sus ac-titudes durante el ejercicio pastoral, o si con-tinan por inercia en el enfoque anterior que desconoca el sacerdocio bautismal. De hecho, se escuchan quejas de los fieles, y, en particu-lar, de las religiosas, sobre el clericalismo de no pocos seminaristas. Al decir seminaris-tas, digo tambin jvenes presbteros.

    tEologa paRCial SobRE El oRdEn SagRado

    41. Una segunda causa de disgregacin, muy unida a la anterior, est en la misma teo-loga del Orden sagrado vigente antes del Con-cilio y todava vivida hoy en la prctica. Puede parecer grave la afirmacin. Pero tiene su fun-damento. Al concentrarse toda la teologa del sacramento en la sacra potestas recibida por el Presbtero para consagrar el Cuerpo de Cris-to, se hizo de l un superpersonaje eclesisti-co, alter Christus, que le arrebat al Obispo el ttulo de sacerdote, que, en la antigedad, se le daba preferentemente. Y, consecuente-mente, se hizo de l el ministro imprescindible y casi exclusivo para toda tarea pastoral. In-cluso se lleg a negar la sacramentalidad del episcopado21.

    la dESapaRiCin dEl pRESbi-tERio

    42. Amn de esto, a partir del siglo V, por la fuerza de la transformacin del mundo ur-bano en rural a raz de las invasiones de los pueblos brbaros, el Presbtero se separ del Senado del Obispo para atender las comunida-des dispersas por la campaa, y se convirti en un sujeto autnomo, sin ms relacin prctica que consigo mismo. La palabra presbtero, en el mundo hispano, qued reducida al trato

    21 h. lennerz (o. c. p. 111), recuerda: huic autem sen-tentiae, in quantum dicit, etiam ordinationem episco-palem esse sacramentum, opponitur opinio multorum scholasticorum, qui putabant episcopatum non esse or-dinem proprie dictum, sed dignitatem, et ordinationem episcopalem non esse sacramentalem. ita ss. albertus magnus, thomas, Bonaventura et cum illis multi alii; attamen non omnes. y contina en la p. 114: quoad ordinationem vero episcopalem, statuimus thesim (que es sacramental) ut certam et nunc communiorem.

  • PA S T O R E S22 NUM. 48 OCT. 2010

    ExpOSiCiONES ExpOSiCiONES

    epistolar. Por otra parte, la palabra presbite-rio, en cuanto senado del Obispo, desapare-ci, quedando su significado reducido a sea-lar el lugar fsico que estaba entre la balaustra-da para la comunin y el altar. Tan es as que la primera traduccin de los textos conciliares no supo traducir la palabra presbyterium por presbiterio, y tradujo por grupo de sacer-dotes.

    En cuanto al Cabildo de los Cannigos, como expresin del Presbiterio: el Concilio lo encontr en una gran postracin, y, de ordina-rio, no era un instrumento para promover la comunin de los Presbteros con el Obispo y entre ellos. Tan es as que el Cdigo de Dere-cho Cannico lo subordina ahora al Consejo Presbiteral y al Colegio de Consultores22.

    QuEjaS RECpRoCaS

    43. Abundan, a la vez, las quejas recpro-cas entre Obispos y Presbteros, que erosionan la confianza que hemos de tenernos mutua-mente. No es raro que los Obispos nos refi-ramos a los Presbteros como un problema. Y que los Presbteros se refieran al Obispo de la misma manera. Lo cual es lamentable. Pues el Seor nos elige y rene como a los Doce para gozar y dar frutos, y no para la tristeza, la queja y el fracaso: Les he dicho esto para

    22 El cap. iv de libro ii, que trata de los cabildos de ca-nnigos (cnones 503-510) es posterior al cap. iii, del mismo libro, que trata del consejo presbiteral y del co-legio de consultores (cnones 495-502). Sobre la de-cadencia del Cabildo, ver la nota en Cdigo de derecho Cannico, B.a.C., madrid, 1983, p.272.

    que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto Yo los eleg a ustedes, y los destin para que vayan y den fruto, y ese fruto sea du-radero (Jn 15,11.16).

    El Ao Sacerdotal que, aunque termin, sigue palpitando, es una ocasin providencial para que los Obispos y los Presbteros comen-cemos a plantearnos este problema con sereni-dad y sinceridad, entre nosotros y delante del Seor que nos ha llamado. Est de por medio nuestra felicidad personal, eterna y terrena, el bien del pueblo de Dios, y el testimonio que el mundo tiene derecho a esperar de nosotros: Que todos sean uno: como t, Padre, ests en m y yo en ti, que tambin ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea (Jn 17,21).

    la muRmuRaCin faRiSaiCa y El ESpRitu polmiCo

    44. Los Evangelios describen un mal que se encuentra con frecuencia en los ambientes religiosos enfrentados con Jess: la murmu-racin farisaica y el espritu polmico (cf. Lc 5,30; 6,7; 11,53; 15,2; 19,47). Estas actitu-des los cierran en una visin reducida de la religin, que les impide reconocer al Mesas. Todo lo explican desde sus prejuicios, inclu-so el poder de hacer milagros que resplandece en Jess: ste expulsa a los demonios por el poder del Belzebul, el Prncipe de los demo-nios (Lc 11,15). Y, de esta manera, caen en el al pecado contra el Espritu Santo, el peor de los pecados, pues rechaza el poder salvador de Jesucristo (cf Lc 12,10).

    Tales situaciones descritas en los Evange-lios no las hemos de leer en clave antijuda, como simples ancdotas dolorosas sufridas por Jess de parte de los judos religiosos. Que-daron consignadas en los Evangelios como profeca del presente. As interpreta el apstol Pablo los hechos de la Escritura: Todo esto aconteci simblicamente para ejemplo nues-tro, a fin de que no nos dejemos arrastrar por los malos deseos, como lo hicieron nuestros padresNo nos rebelemos contra Dios, como algunos de ellos, por lo