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PHEJD: LIBRO DE LA MONTERÍA (ALFONSO XI)
MUSEO DEL JUEGO Joaquín Cañas García 11111
PATRIMONIO HISTÓRICO ESPAÑOL DEL
JUEGO Y DEL DEPORTE: LIBRO DE LA MONTERÍA, POR ALFONSO
XI
Joaquín Cañas García Año 2011
PHEJD: LIBRO DE LA MONTERÍA (ALFONSO XI)
MUSEO DEL JUEGO Joaquín Cañas García 11111
Índice
1. Introducción
- Un rey guerrero, político, enamorado y venador
- La caza en la Edad Media
- Origen del “Libro de La Montería”, por Alfonso XI
- Lo que contiene y significa el “Libro”
- Qué fue la E. Media y lo que representó en ella la caza medieval
- Las técnicas venatorias medievales
- Revista del armamento medieval de caza
- Códices y ediciones
2. Libro de La Montería
- Libro Primero
- Libro Segundo. Primera parte
- Libro Segundo. Segunda parte
- Apéndice
- Libro Tercero
- Carta a Albar García
3. Conclusión
LIBRO DE LA MONTERÍA. ALFONSO XI
PHEJD: LIBRO DE LA MONTERÍA (ALFONSO XI)
MUSEO DEL JUEGO Joaquín Cañas García 11111
INTRODUCCIÓN
UN REY GUERRERO, POLÍTICO, ENAMORADO Y VENADOR
Alfonso XI de Castilla, el Justiciero
(Salamanca, 13 de agosto de
1311 – Gibraltar, 26 de marzo de
1350), fue Rey de Castilla,
bisnieto de Alfonso X el Sabio.
Muerto su padre, Fernando IV, en
1312, se desarrollaron multitud de
disputas entre varios aspirantes al
trono, resueltos en 1313 con el
acuerdo de Palazuelos. Su abuela
Doña María de Molina, Doña
Constanza y los infantes don Juan y don Pedro, formaron regencia.
Cuando murió Doña Constanza y tras una campaña militar donde
perecieron los infantes en Granada en el año 1319, Doña María quedó
como única regente. Al morir en 1321 los infantes don Felipe, don
Juan Manuel y don Juan el Tuerto se dividieron el reino mientras era
saqueado por los moros y nobles levantiscos. Alfonso, una vez mayor
de edad, asumió el trono, consiguiendo durante su reinado el
fortalecimiento del poder real, la resolución de los problemas del
estrecho de Gibraltar y la conquista de Algeciras.
Hijo de Fernando IV el Emplazado y de Constanza de Portugal y nieto
de María de Molina, que ejerció la regencia durante su minoría de
edad. Subió Alfonso al trono de Castilla y de León cuando tenía un
año de edad. La mayoría de edad la alcanzó con 15 años, en 1325.
Nada más asumir el poder regio comenzó un trabajo laborioso en pro
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del refortalecimiento real dividiendo a sus enemigos. Mostró así,
desde la tierna infancia sus magníficas dotes de gobernante, no
dudando en ejecutar posibles opositores (Juan de Haro "el tuerto"
(1326), etc. Durante su reinado consiguió llevar los límites cristianos
hasta el Estrecho de Gibraltar tras la importante victoria en la batalla
del Salado en 1340 y la conquista del Reino de Algeciras en 1344.
Una vez resuelto dicho conflicto puso todos sus esfuerzos en la
Reconquista luchando contra el rey moro de Granada. Alfonso de la
Cerda, en 1331, rindió un homenaje a Alfonso para dejar zanjadas
sus pretensiones al trono castellano y leonés. En 1332 supo apagar,
con la ayuda de sus súbditos, la revuelta que contra él hicieron Juan
Manuel y Alfonso VI de Portugal. Dichos acontecimientos le hicieron
descuidar la Reconquista, perdiendo Gibraltar. Tanto Alfonso, como
Abul-Hasan mandaron un importante contingente naval al estrecho,
ya que sabían perfectamente la importancia de dicho punto
geográfico en sus pretensiones de conquista. Alfonso obtuvo la ayuda
de aragoneses y el musulmán de los genoveses. Tras la derrota de la
escuadra castellana, al mando de Alonso Jofre Tenorio en 1340
obtuvieron una serie de victorias: primero en la Batalla del Salado el
mismo año. A finales de ese año cercó Alcalá la Real a la consiguió
tomar el 15 de agosto de 1341, sin que Yusuf I, ni su yahid Ridwan
consiguieran aprovisionarla ni romper su cerco. El general de los
"defensores de la fe" africanos, Ozmín, intentó llevar a las tropas
cristianas a una trampa, pero el maestre de Santiago no cayó en ella
y el 15 de agosto de 1341 Alcalá tuvo que rendirse. Días después lo
harían Priego, Carcabuey, Rute y la torre Matrera. Los expulsados de
Alcalá fueron asentados en Moclín para que mantuviesen su deseo de
revancha. Luego vino la batalla del río Palmones y finalmente la toma
de Algeciras en 1344 tras un largo sitio. Al comienzo de la Guerra de
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los Cien años, Alfonso se alió con Francia y consiguió firmar una
tregua con los musulmanes de Granada. Una vez terminada dicha
tregua, puso sitio a Gibraltar. Se le apodó el Justiciero por la energía
que tuvo que ejercer para mantener controlada a la nobleza ya desde
que se hizo cargo del poder, no importándole en muchos casos para
conseguir ese sometimiento recurrir al ajusticiamiento de los nobles o
incluso a los asesinatos y emboscadas, como ocurrió con don Juan el
Tuerto, en la Ciudad de Toro. También se sabe que entre sus
aficiones se encontraba la caza, teniendo como lugar habitual para ir
de caza el pueblo de Valporquero en León, junto a sus cuevas.
Recibió una buena formación intelectual, en exaltación del Poder
divino de los Reyes y la unidad de mando de los Reinos, sus grandes
aliadas fueron las Cortes, en Alcalá 1348, se aprobó el célebre
Ordenamiento, uno de los textos legales que rigió Castilla por siglos.
Fue caballero al estilo de su época, amaba los ejercicios de la
montería, que agudizaban el ingenio, fortalecían los músculos y
preparaban a los hombres para la guerra. En la crónica de Alfonso el
Onceno, de Sánchez de Tovar se le describe: era Alfonso XI de
mediana estatura, aunque bien proporcionado, de buen talle, rubio,
blanco de cutis, ojos verdes y graves, fuerte, de buen temperamento,
comedido en su lenguaje y gracioso en el decir.
Falleció en el sitio de Gibraltar víctima de la peste, siendo así el único
monarca de toda la Europa afectada en morir víctima de la
enfermedad. Su cadáver fue llevado a Jerez de la Frontera donde se
embalsamó y enterraron sus intestinos en la real capilla del alcázar.
Su cuerpo fue posteriormente llevado a Sevilla y en 1371 trasladado
a la Capilla Real de la Catedral de Córdoba, donde permaneció
durante más de trescientos años, en compañía de su padre Fernando
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IV el Emplazado, también sepultado allí. En 1736 fueron trasladados
los restos de Fernando IV y Alfonso XI a la Real Colegiata de San
Hipólito de dicha ciudad, fundada por Alfonso XI en 1343 en
conmemoración de la Batalla del Salado. Los restos mortales de
ambos monarcas reposan en sarcófagos de mármol rojo, construidos
en 1846.
De su esposa legítima Dª María de Portugal tuvo dos hijos, D.
Fernando que falleció muy pronto y D. Pedro, que heredó la Corona.
De sus relaciones con Dª Leonor de Guzmán, nacieron nueve hijos y
una hija. Fue en vida muy querido de los pueblos, no bien mirado por
la nobleza y los poderosos y muy temido por los moros. Uno de sus
bastardos, D. Enrique, ocupó el trono de Castilla y fundó la dinastía
Trastámara, legítimamente con el matrimonio de un nieto con una
nieta de D. Pedro, siendo los primeros Príncipes de Asturias, D.
Enrique y Dª Catalina. De esta dinastía nacerían Dª Isabel y D.
Fernando II.
LA CAZA EN LA EDAD MEDIA
Montería:
Desarrollada en la primera mitad del siglo XIV, siete centurias de
por medio.
En montes sólo difícilmente asequibles a caballo o a pie.
Como armas la jabalina, la azcona, el cuchillo y la naciente ballesta.
En bosques de osos, jabalíes, lobos y toda clase de venados pululan
a través de toda España. Como “melicinamiento”, la farmacopea
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medieval de hierbas y emplastos.
Todo esto con experimentados monteros “omes de bocerío” y “mozos
de canes”, comunicándose por el tañido de las trompas metálicas,
cuernos venadores y el ladrido de los canes.
Esperando a la presa a pie firme y jabalina en mano, ballesta o
azcona.
Como capitán de la montería el Señor Rey de Asturias, de León y de
Castilla, Don Alfonso el Onceno, apellidado el Justiciero.
ORIGEN DEL “LIBRO DE LA MONTERÍA”, DE ALFONSO XI
Obra literaria y técnica del cuarto decenio del siglo XVI, redactado en
Castilla y fuese escribiéndose al compás de la movediza Corte
Castellana.
Alfonso XI, el hijo de Fernando IV el Emplazado, quien es nieto de
Sancho IV el Bravo, hijo a su vez de Alfonso X el Sabio, el libro
recoge una tradición venatoria y literaria brillantísima en la Corte de
Alfonso X, menos visible en la de Sancho IV y Fernando IV y que
desemboca en Alfonso XI.
Según demostró D. José Gutiérrez de la Vega, erudito venador, el
libro fué escrito en la década de 1340-1350, por la existencia de
sucesos y personas, que en él se narran de la época de Alfonso XI.
Además el castellano entre 1250-1280 de Alfonso X, no es el mismo
que entre 1340-1350, de Alfonso XI, romance en el que está escrito
este libro.
Por la inmensa información que trae de los montes de los Reinos y
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Señoríos de la Corona de Castilla, necesariamente necesita de
muchos informadores y expertos del terreno y de la montería. Se
trata de una obra planificada y dirigida desde la cumbre del Poder
Real.
Así pues se trata de una obra Real y no particular y aunque hubiese
precedente y Códices desde Alfonso X, éste fue redactado y escrito en
la época de Alfonso XI. Se puede pensar que no escrito
exclusivamente por él, Soberano atareado en luchas internas y
externas, guerra, diplomacia y amoríos, no tuviese tiempo para tal
Tratado.
LO QUE CONTIENE Y SIGNIFICA EL “LIBRO”
Obra técnica y descriptiva.
Geografía histórica, cientos de montes, demarcaciones, etc.
Medicina, veterinaria, especialmente canina, auténticamente
cinegético, ya que la Cinegética toma su nombre de los perros que en
ella se utilizan
Botánica medicinal, novbre de plantas y fórmulas.
De valor filológico, con léxico, sintaxis, estilismo, que diferencia
claramente la obra del siglo anterior.
Es un libro técnico, con interés filológico y naturalista, formularios de
botánica y catálogos de montes, que por comentarios jocosos y
sátiras, jugó un papel decisivo la persona del Rey Alfonso el Onceno.
QUÉ FUE LA EDAD MEDIA Y LO QUE REPRESENTÓ EN ELLA LA CAZA
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MEDIEVAL.
Es la Edad de la Cristiandad, estableciéndose unos valores éticos y
sociales, con una burguesía que empieza a ser una clase sólida e
influyente.
Aparte de los grandes montes reales o comunales, existían las
“venaciones” (Alfonso II de Asturias, siglo IX), lo que hoy
llamaríamos “cotos privados”.
Presentaba la caza dos aspectos distintos: la utilitaria o menor y la
deportiva-defensiva o mayor.
La menor atendía al abastecimiento de muchos hogares campesinos,
a las cocinas de conventos y palacios y a los mercados de intramuros,
para su trueque por otras prendas y viandas.
La caza mayor era un deporte, juego, recreo, práctica higiénica y
sobretodo adiestramiento militar para Reyes y nobles, según definió
en “Las Partidas” el Rey Alfonso X: “arte e sabiduría de guerrear e de
vencer”
El país es reconocido rigurosamente por su geografía venatoria.
Estableciéndose ya entonces una legislación de caza tanto del
derecho del que atrapa la pieza como del poseedor de los feudos
donde habitan.
LAS TÉCNICAS VENATORIAS MEDIEVALES
Sobre el monte perfectamente conocido y escatimado o registrado
por los monteros días antes, se establecía un amplio dispositivo de
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ojeadores, perros, vigilantes y enlaces que iban sacando a las reses
de sus encames y encauzándolas hacia los lugares, paranzas o
puestos donde les esperaban los cazadores.
Por la dificultad en ello se emplea la técnica con xorco o buitrón, se
establecían sendas con empalizadas o ramajes para dirigir a la res a
los puestos.
Movilizaba centenares de hombres y perros y suponía una operación
militar, utilizándose como academia de armas. Los monteros eran
gente experimentada, de afición, de oficio y eventualmente
“monteros de ventura”
La “andadura” o rececho medieval exigía acercarse mucho a la pieza
dado el corto alcance de la ballesta. Por ello se avanzaba tras un
buey o un caballo, “cacería de buey”, más tarde sería un animal
fingido con lienzo y mimbre, “cacería del maniquí”
Paralelas a las monterías reales o señoriales estaban las comunales o
populares, más toscas y con el objetivo de acabar o limitar los
animales que causaban daño a hombres, animales y cultivos o
dificultaban el tránsito por caminos. En muchos casos los buitrones
acababan en una gran trampa de foso y ahí remataban a las piezas,
pero nunca se usaban en las reales.
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REVISTA DEL ARMAMENTO MEDIEVAL DE CAZA
Las armas de caza en la Edad Media podían dividirse,
fundamentalmente, en tres clases:
ARMAS DE MANO: herían sin separarse del brazo y se subdividían en:
Armas de puño. Se cogían con una empuñadura (cuchillos, dagas,
espadas…)
Armas de asta. De largo mango (lanzas, azconas, jabalinas, hachas…)
ARMAS ARROJADIZAS: se lanzaban directamente con el brazo:
venablos, jabalinas, azagayas y a veces también azconas. Se pueden
considerar mixtas (de asta o arrojadizas…) con alcance entre 8 y 10
metros.
ARMAS DE PROYECCIÓN: despedían un proyectil mortal y eran 3: el
arco la ballesta y la honda.
El arco ya de origen prehistórico.
La ballesta de origen bizantino y, aunque ya se conocían en España
en el siglo XII, no se usó en montería, hasta el XIII.
La honda se usaba para hostigar y encauzar a las piezas ojeadas.
La diferencia entre las armas de caza y de guerra era, sobretodo, que
las de caza eran más cortas y muy afiladas.
El arco de guerra era más alto (1.75 -1.80) que el de caza (1.40 –
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1.50). Pero en estos últimos las puntas eran más largas y afiladas.
Las ballestas, más certeras, pero menos manejables, se acabaron
usando para la caza, no así el arco de mayor alcance, útil para la
guerra.
En las monterías populares cualquier útil de labranza, acoplado a un
palo: hoz con mango...
CÓDICES Y EDICIONES
Los Códices que han servido para el conocimiento y crítica del libro
son:
El Códice de El Escorial A: de 354 hojas en pergamino y letra de la
segunda mitad del siglo XIV. Es el más antiguo y comienza diciendo
que fue mandado hacer por el Rey de Castilla y Leon y continua con
letra de fines del siglo XVIII o principios del XIX, se lee: el Sabio
El Códice de El Escorial B: con letra de finales del siglo XIV. Son 54
hojas de papel marroquí
El Códice de la Cartuja de Sevilla: de 187 folios, en la Biblioteca del
Palacio Real. También con letra de finales del siglo XIV e ilustrado con
miniaturas en las que se ve al Rey.
Dos que se custodian en la Biblioteca Nacional de París. (Morel-Fatio
nº112 y 113)
Sobre estos tres códices, los eruditos Llaguno, Cerda y Palomares
hicieron copias comparativas, corregidas y anotadas.
Hasta 1582 no aparece la primera edición impresa en Sevilla. La
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mandó escribir el Rey D. Alfonso de Castilla y Leon, último de este
nombre. Acrecentado por Gonzalo Argote de Molina. Dirigido a la
S.C.M. del Rey Felipe II. Impreso en Sevilla, por Andrea Pafcioni, año
1582, con privilegio de su majestad.
Aunque la trascripción no fue del todo escrupulosa y no incluye
algunos párrafos de los códices existentes aporta además datos de la
Montería de este siglo XVI.
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LIBRO DE LA MONTERÍA
LIBRO PRIMERO
QUE HABLA de la manera de comportarse de todo montero, bien sea
de caballo, o de a pie, y de la manera que debe pensar y criar a sus
perros, etc.
PRÓLOGO
Mandado hacer por el Rey D. Alfonso de Castilla y León, que habla de
todo lo que concierne a la montería y se divide en tres libros.
El primero habla de la forma que en que debe comportarse todo
montero y de la manera de criar a sus perros.
El segundo de la física de los perros y consta de dos partes, una de
cómo curar las heridas y quebrantaduras de los perros al ir por el
monte y la otra cómo medicinar las dolencias que les ocurriesen.
El tercero habla de los montes de nuestro señorío, qué comarcas son
buenas para el invierno y cuáles lo son para el verano.
Y de la razón para hacer este libro: porque de todas las cazas que
pueda haber, la caza de los venados es la más noble, mayor, más
alta y caballerosa.
CAPÍTULO PRIMERO
QUE HABLA del comportamiento del montero y de cómo pensar y
guardar sus perros.
De sacar dos veces por la mañana y dos por la noche, darles de
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comer en invierno a sol puesto y antes de víspera en verano. Saber
tocar bien la bocina y de llevar buen arma, material para hacer fuego,
hilo y aguja por si ha de coserse al perro.
CAPÍTULO II
QUE HABLA de cómo debe conocer y valorar el rastro de un venado.
Guiándose por las huellas y atendiendo a las ramas rotas y
mordisqueadas.
CAPÍTULO III
QUE HABLA de el comienzo del montero de a pie, para levantar el
venado
Debe iniciarse en las nevadas o habiendo llovido el día de antes.
CAPÍTULO IV
QUE HABLA de los tiempos que es más difícil levantar el venado. Del
oso al salir de la osera, el puerco cuando anda con las puercas y el
tiempo seco.
CAPÍTULO V
QUE HABLA de lo más ligero de hacer para el montero de caballo.
Para iniciarse, monte pequeño, invierno y muchos perros.
CAPÍTULO VI
QUE HABLA de lo más difícil de hacer del montero de caballo.
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De saber entender del vocerío y del ladrido de los canes, para poder
distinguir lo cerca o lejos del venado.
CAPÍTULO VII
QUE HABLA de cuales tiempos son buenos para buscar, cuáles para
correr.
Para buscar los días posterior a nevada o lluvia y para correr los días
secos, verano y hielo.
CAPÍTULO VIII
QUE HABLA de cómo enviar catar monte grande y monte pequeño.
Para grande cuatro montero con cuatro canes. El pequeño dos
monteros con dos canes. La mitad por una ladera y la otra por la
otra. En tiempo de verano cerca del agua y cada montero por un lado
para cortar la retirada del venado. Yendo primero por el de mayor
embergadura.
CAPÍTULO IX
QUE HABLA de qué deben hacer el día en que se quiere correr monte.
Saliendo a primera hora, con viandas por si se alarga. Las perras
preñadas, no, así como las que estén en celo. Tañir cuatro veces si
oso comunal y cinco si oso grande. Dos si puerco pequeño y tres si
grande. Mandar ocho a diez perros para oso y de cuatro a seis para
puerco. Los monteros en los lugares más altos y en donde se supone
vaya el venado, donde se levanta, en los bañaderos. Siempre
comunicando a los demás monteros con el tañir o vocerío lo que
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acontezca.
CAPÍTULO X
QUE HABLA de cómo correr monte en días de viento. Mandando más
canes, mandando un montero para avisar, si levantara venado
poniendo una lanza en lo más alto para ser vista. Y si hiciera gran
viento desistir.
CAPÍTULO XI
QUE HABLA de qué deben hacer los monteros si fallasen la salida del
venado del monte y van a correr.
Avisar al señor y en la salida fallida con seis monteros y seis canes,
dos por la fallida, dos a la derecha y dos a la izquierda y correr así el
monte y mandar recado al que lo encontrare.
CAPÍTULO XII
QUE HABLA de qué hacer cuando saben que hay muchos venados.
Que vayan por el venado los más cercanos, dejando pasar primero a
los canes para evitarles daño y sigan los otros monteros en sus
puestos esperando.
CAPÍTULO XIII
QUE HABLA de las armadas de los alanos y en qué forma
organizarlos.
Si fuese grande, dos alanos al monte a correr con dos hombres a
caballo. Si fuese estrecho dos alanos cerca del monte a salir y otros
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dos donde el venado tiene la querencia. Y siempre por cada dos
alanos, dos hombres a caballo o al menos uno.
CAPÍTULO XIV
QUE HABLA de qué hacer si el señor fuese a correr monte y los
monteros registrar otro.
Si viesen un gran oso, hacer tres fogatas de señales de humo y si
fuera un gran puerco, hacer dos, mandando siempre un emisario al
señor.
CAPÍTULO XV
QUE HABLA de qué hacer cuando los canes dejan algún venado cerca
de la noche.
Señalizar hasta dónde se llega y buscar albergue cercano. Si fuera
verano, acampar en orillas de agua y emprender al alba otra vez.
CAPÍTULO XVI
QUE HABLA de qué hacer los monteros cuando llega la noche y los
canes no dejan el venado.
Llegar lo más que se pueda y hacer fuego alrededor del lugar donde
está acorralado el venado, sin distraer a los perros con las voces o
bocinas y al amanecer poner todos los perros contra el venado.
CAPÍTULO XVII
QUE HABLA de qué hacer los monteros si los perros dejan a media
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noche o desde arriba.
Recoger los canes y pensar en ellos. Señalizar el lugar y al otro día
llevar el mejor can y coger los demás que se encuentren. Los dos
mejores monteros quedarse a la ida y los demás adelantarse para
encontrar el rastro.
CAPÍTULO XVIII
QUE HABLA de qué hacer con el venado bueno que ya fue corrido
otras veces y anda espantado.
Formar varios grupos, “buscas”, con tres a cuatro canes y avisar con
bocina cuando se encuentre el rastro.
CAPÍTULO XIX
QUE HABLA de las diferencias entre la montería del oso y el puerco.
En el oso el monte es más bravo, el rastro es peor a seguir, requiere
mejores perros y más cantidad, es el can el que ayuda al montero y
no al revés. Hay menos rastro que en el puerco, el oso recorre más
terreno antes de ser cazado y no se deja atrapar tan fácil.
CAPÍTULO XX
QUE HABLA de diferencias entre verano e invierno.
En verano se debe madrugar más, con más buscas, buscar en las
aguas, ombrías y en contra del viento. Llevar reservas de agua y
dejar para otro día si ya se ha corrido mucho.
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CAPÍTULO XXI
QUE HABLA de qué hacer en el monte con el tiempo muy caliente.
Dos mejores canes, soltar uno y seguido de más canes, dejando de
reserva el otro can bueno. Poner más buscas, y buscar en sitio de
colmenas y frutas, pues ahí para el oso y luego reposa mucho. Si es
posible tener perros al amparo en hospedaje cercano.
CAPÍTULO XXII
QUE HABLA de qué hacer al correr monte de noche.
Es mejor para puerco que para oso. Soltar a los dos mejores canes y
el resto en silencio, sin vocería ni tocar bocinas. Avisarse por
murmullo especialmente en monte grande y con pocos venados a
cazar.
CAPÍTULO XXIII
QUE HABLA de cómo hacer un buen can de “trayella”
Iniciarlo en la levantada más segura y detrás del mejor can, sin nadie
entre medias. Cuando encuentren a venado, pasarlo primero y darle
a entender con comida si buen hacer y si quiere, comer del venado
denle del corazón. Hacerlo así cinco o seis veces. Y para hacerlo
bueno, si es de no ladrar, llevarlo con el señor que no quiera correr
monte, sin soltarlo in con otros canes sin darle placer al levantar.
CAPÍTULO XXIV
QUE HABLA para hacer buenos canes de correr y de renovar.
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Llevarlo sujeto a la muerte del venado y hacerlo así cinco o seis
veces, soltándolo cada día más temprano y cuando crea lo ha hecho
bien, dejarlo sin llevar dos o tres días.
CAPÍTULO XXV
QUE HABLA de cómo hacer con el can en el venado, si comer de él o
desencarnarle.
Depende de lo que veamos hacer al can.
CAPÍTULO XXVI
QUE HABLA de qué debe hacer el montero cuando el puerco anda con
las puercas.
Desde San Miguel en Septiembre a San Martín, 30 días antes en
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tierras de calor o 30 después en tierras frías.
Buscas con seis canes, el mejor primero y los demás sujetos y
soltarlos si aportó al puerco para rodearlo.
CAPÍTULO XXVII
QUE HABLA de qué hacer cuando la osa esté con crías.
Soltarle quince canes o doce al menos. A los oseznos sueltos dar caza
cuanto antes y no dejar comer a los canes.
CAPÍTULO XXVIII
QUE HABLA de cómo registrar oseras.
Ir en contra del viento y guiándose por el rastro de ramas rotas.
CAPÍTULO XXIX
QUE HABLA de qué hacer cuando el oso está en la osera.
Doce canes en la que se piensa está y seis a ocho en las cercanas.
Pensando que está más cargado de peso.
CAPÍTULO XXX
QUE HABLA de qué hacer al tiempo que salen los osos de las oseras.
El tiempo peor de levantar el oso es cuando sale de la osera,
mediados de Febrero a bien entrado Mayo. Tienen ganas de andar y
cenan ligero y se mueven mucho. Busca con cuatro canes y tener
diez a doce de renuevo.
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CAPÍTULO XXXI
QUE HABLA de qué hacer en tierras bravas de correr.
Dos monteros con dos canes de busca buenos y dos de correr cada
can, y observar por donde han ido para avisar al señor, si no lo
consiguiera ni de día ni de noche, lo levantan diez monteros en gran
ruido de bocinas.
CAPÍTULO XXXII
QUE HABLA de las maneras de las monterías del ciervo.
Menor que la montería del oso y del puerco. Sobre todo en verano y
en época de brama, sobre todo para hacer correr a los perros nuevos
y hacer buenos canes maestros, pues es como mejor aprenden a
levantar venado, empezar con el ciervo. Segundo con el puerco y por
último con el oso. Una vez que hayan aprendido no volver al ciervo al
can.
CAPÍTULO XXXIII
QUE HABLA de que no debe volver el montero sin traer el can o señal
de él.
CAPÍTULO XXXIV
QUE HABLA de la pena a hacer al montero que hurtase el can de otro.
Hacerlo saber a los demás, devolver el can a su dueño y hacerlo
pagar.
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CAPÍTULO XXXV
QUE HABLA de qué meses son buenos para correr, tanto en invierno
como en verano.
Octubre, Noviembre y Diciembre porque tanto los puercos como los
osos se encuentran bien de comer y andan más gordos y pesados y
con el frío los canes huelen mejor.
En Febrero y Marzo el oso estará en hibernación y cuando salen
andan mucho.
En verano, Abril y Mayo y del 20 de Agosto y Septiembre, ni muy frío
ni muy caliente, encuentran yerbas buenas y empiezan a engordar,
los osos están en celo y viven muy agrupados, los olores de flores
estorban a los canes y del 20 de Agosto y Septiembre están muy
gordos y hallan mucho de comer.
CAPÍTULO XXXVI
QUE HABLA del que volviera a la posada sin aquel con quien fue al
monte.
No viniendo con venado muerto, herido el can o él mismo, debe
perder la ración de un mes. O con escarmiento de palada o físico.
CAPÍTULO XXXVII
QUE HABLA del montero que en un año de correr monte sabe tan
poco como el primer día.
Llevarlo por un rastro del día anterior con su azcona y bocina al
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cuello, al rato, quitárselas y quebrarle la bocina en su cabeza, hacerlo
saber y no consentirle ir más de montería.
CAPÍTULO XXXVIII
QUE HABLA de qué hacer para criar buenos canes tanto sabuesos
como alanos.
A los buenos canes con la mejor hembra, solos hasta saber que está
preñada. Al parir tres o cuatro para ellos y el resto a otras perras. Al
medio año con las vacas u ovejas y al año si son perros ya al monte y
madurar al año y medio.
CAPÍTULO XXXIX
QUE HABLA de cómo hacer buenos sabuesos y sabuesas.
Juntar al mejor alano con la mejor alana. De las crías dejarle sólo dos
o tres y el resto a otras. Criarlos sueltos. Al año llevarlos a palacio y
al monte al año y medio o dos años.
CAPÍTULO XL
QUE HABLA de qué aspecto deben tener los sabuesos y sabuesas
mejores y los mejores colores.
Ni grandes ni pequeños, orejas caidas y nariz respingona. No lleno de
carnes y de colores claros.
CAPÍTULO XLI
QUE HABLA de los mejores colores en alanos y alanas
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Dicen que la prueba para saber los mejores es ponerles en un cerco
de paja a los 9 días y sin peligro de quemarse, el primer fuego, el que
primero saque la madre es el mejor y así sucesivamente.
CAPÍTULO XLII
QUE HABLA del ordenamiento del FUERO de los MONTEROS
Si fuera herido o muerto, tres a cinco meses de prisión y por muerte,
un año fuera del reino.
Que al seguir al venado pueda tomar pan y vino.
Deben darle sustento las casa o posadas. Del puerco o del ciervo la
cabeza y los pies. Del oso, la piel. A los renuevos también entran en
el reparto.
LIBRO SEGUNDO
COMIENZA LA PRIMERA PARTE DEL LIBRO SEGUNDO
PRÓLOGO
En dos partes. La primera, de las heridas de los canes y su
tratamiento. La segunda, de las dolencias de los canes.
CAPÍTULO I
QUE HABLA de las heridas en la cabeza. Simples, sin llegar a hueso.
Compuestas, sí llegan al hueso.
CAPÍTULO II
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QUE HABLA de las heridas simples.
Rasurar dos dedos la zona, coser ni preto
ni suelto. Echar encima polvo de hojas de
murta, encina, acederas, nísperos y
llantén, corteza de palma y ordio
quemado. Sobre ello estopa remojada
con vino caliente y cubierto por estopa
seca en vendas ajustadas y hacerlo cada
día.
CAPÍTULO III
QUE HABLA de heridas con afectación del hueso. Meter el dedo y
limpiar de restos la herida. Luego igual que en lo anterior.
CAPÍTULO IV
QUE HABLA de heridas hechas con piedra o palo, sin rotura de piel
(contusión). Ungüento prieto de resina de pino y cera y pez. Dos
veces al día.
CAPÍTULO V
QUE HABLA de herida con palo o piedra y herida piel y hueso. Sin
sutura, igual que lo anterior.
CAPÍTULO VI
QUE HABLA de heridas sin romperse el cuero, pero sí el hueso.
Rasurar, vino con sal en cantidad en estopas durante tres días y una
vez al día.
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CAPÍTULO VII
QUE HABLA de heridas en rostro. Rasurar y coser. Polvos de acienzo
y almástiga, con estopa de vino y vendado. Atar al can para que no
se lo quite.
CAPÍTULO VIII
QUE HABLA de heridas simples en cualquier parte. Rasurar, suturar y
tratamiento con polvos.
CAPÍTULO IX
QUE HABLA de las heridas en que haya pérdida de materia.
Ungüentos con la mayor cantidad de sustancias acienzo, ordio,
atramuces …con cera y aceite en paño de lino.
CAPÍTULO X
QUE HABLA de las heridas que afectan a los nervios y los dejan al
descubierto. Suturar. Compresas de vino con aceite de oliva, con
ungüento de Gálbano y aluxaque, derretidas con aceite y cera.
CAPÍTULO XI
QUE HABLA de la herida en garganta que sale mucha sangre. Taponar
con un dedo. Fabricar estopa y dos claras de huevo bien batidas. Uno
tapones que se van poniendo sobre la herida hasta taponarla y
vendar. Cuando ya no sangre, coser y poner ungüentos.
CAPÍTULO XII
QUE HABLA de la herida en el pecho y que pase dentro. Con el dedo
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vaciar la cavidad, con el can erguido, suturar y tratamiento como lo
anterior.
CAPÍTULO XIII
QUE HABLA de la herida en vientre y que salgan las tripas. Con los
dedos meter poco a poco. Si ya se hubiesen enfriado calentar con
vino bermejo y para suturar la herida tener en cuenta que hay tres
capas de piel y hay que coger las tres y apretar bien con dos nudos.
CAPÍTULO XIV
QUE HABLA de heridas en cualquier parte del cuerpo y que pasan
dentro. Como las del pecho salvo lo de meter el dedo.
CAPÍTULO XV
QUE HABLA de heridas en testículos y salieron fuera. Meterlos dentro.
Coser y como las demás heridas.
CAPÍTULO XVI
QUE HABLA de heridas en brazos o patas con arma cortante y afecta
al hueso. Limpiar de hueso la herida. Coser, entablillar y sujetar
bien. Tratando la herida con polvos de acinzo y almástiga, con grasa,
con estopas de vino y si supurase la herida con ungüento de miel y
anzarote, una vez al día.
CAPÍTULO XVII
QUE HABLA de la jara o de otra cosa que entra en las manos o pies y
pasa el cuero y carne.
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Si ha salido poner una piedra de sufre y fervion. Todo molido, con
aceite y dejarlo bien prieto. Y si no ha salido, harina de cebada, agua
y aceite y que espese y cuando salga hacer lo anterior.
CAPÍTULO XVIII
QUE HABLA de la mordedura del oso y de otro venado.
Hojas de puerros mojadas con sal y si no de cebolla y curar con
ungüento de zumo de llanten y miel, bien compactos.
CAPÍTULO XIX
QUE HABLA de la brocadura por abrazo de oso
Envolverlo en una sábana fría, un día y una noche y mojarlo con vino
y cambiarla cuantas veces sea preciso
CAPÍTULO XX
QUE HABLA de la rotura de brazo o pierna con herida.
Que un hombre tire por un extremo y el otro por el contrario hasta
colocar el hueso. En emplasto humedecido con clara de huevo y tras
vendarlo todo bien, entablillarlo. Revisar a los cinco días.
CAPÍTULO XXI
QUE HABLA de la quebradura del brazo o pierna sin herida.
Todo igual, pero no levantar hasta los quince días.
CAPÍTULO XXII
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QUE HABLA de cuando los canes tuvieran saña y perdieran pelo y
tornen el cuero bermello.
Untados con ungüento de polvo de Almartaga, azarcon y unto de
azogue y vinagre poco a poco hasta que quede blando. Una vez al
día, hasta sanar.
LIBRO SEGUNDO
COMIENZA LA SEGUNDA PARTE DEL LIBRO SEGUNDO
PRÓLOGO
Trata de todo lo referente a las dolencias de los canes
CAPÍTULO I
QUE HABLA de los tiempos en que se engendran los canes.
Los tiempos tempranos del primero de Enero a la mitad de
Capricornio y los tiempos tardíos, el primero de Febrero a la mitad de
Acuario. Que no cacen, una vez hecha la parada apartarlas los 60
días o más.
CAPÍTULO II
QUE HABLA de qué hacer a las perras cuando no puedan parir.
Hacerles beber agua de violetas y si aun no que tomen fléboro negro
molido y mezclar con la carne para comerlo.
CAPÍTULO III
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QUE HABLA de la herida hecha en la cabeza con espada o similar y
que afecta al cuero y hueso.
Limpiar con el dedo la herida, rasurar y coser. No dejar roer huesos.
CAPÍTULO IV
QUE HABLA de qué hacer con los machos que no puede o no quieren
engendrar y se quiere que lo hagan.
Darle a beber en agua caliente molido de arquintidum, pimienta y
ruda con azafrán y rociado en vino añejo.
CAPÍTULO V
QUE HABLA de cuando se les daña aquel lugar que haciendo hijos.
Ungüento de ruda con aceite o con cera y aceite, untado.
CAPÍTULO VI
QUE HABLA de qué cosas dar de comer a los canes y cómo
engordarlos
En el verano o estío, tres o
cuatro veces al día el pan
remojado en agua fría. En la
primera comida, comino
molido, para las ventosidades y
aceite en el agua.
En el otoño e invierno, una vez
al día a sol puesto, para
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engordar, caldo de berros y caldo de carne o hueso tibio con migas.
CAPÍTULO VII
QUE HABLA de qué hacer para adiestrar a los canes.
Atarlos por separado, acariciarlo suavemente y para reprenderlos con
paño blando de lana. Que duerman cerca de los cuidadores. Sacarlos
a pasear una o dos veces al día, pero sujetos, para que no se cansen.
CAPÍTULO VIII
QUE HABLA de conocer si están alegres cuando los sacan a cazar.
Mecerán los rabos, estirarán los cuello, mirarán a diestra y siniestra y
husmearán mucho.
CAPÍTULO IX
QUE HABLA de cómo deben curar al salir de caza en tiempo de estío y
al buscar el rastro sacasen la lengua, no faltando de agua en ningún
momento.
Dos huevos por la garganta en friegas o ya en la caza untarles por el
pescuezo huevos mezclados en vino o vinagre con agua.
CAPÍTULO X
QUE HABLA de cómo medicinar cuando les viene cansancio después
de haber cazado.
Rociar los rostros con vinagre ya remojado con vainas de lentejas y
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envolverlos en mantas hasta que suden.
CAPÍTULO XI
QUE HABLA de cómo purgar del exceso de humores.
Un día sin comer y después en la garganta sal molida y apretándoles
la boca hasta que la traguen. Después de purgados, miel con leche
mezclados y beberlo.
CAPÍTULO XII
QUE HABLA de qué se les debe dar de comer cuando no pudiesen
verter las aguas.
Dar de comer estiercol de hombre remojado con leche de cabra y
sanarán.
CAPÍTULO XIII
QUE HABLA de qué hacer cuando les muerdan las moscas y los
tábanos.
Quemar ruda y destemplarla con agua. Hacérselo beber y untar con
ello en las picaduras.
CAPÍTULO XIV
QUE HABLA de cómo medicinar de las mordeduras de perros o si
rabian por ello.
Untar con alquitrán las llagas.
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Se les ve andar de un lado a otro, amodorrados, los ojos en blanco y
enfrentarse a cualquiera, machacar la ruda con miel y sal mollida yen
emplasto poner sobre las heridas.
CAPÍTULO XV
QUE HABLA de cómo medicinar si se afectasen las uñas andando o al
cazar o se hinchan las patas.
Ceniza amasada con miel y poner sobre las uñas y para las patas
mezclar vinagre y aceite, calentándolo y frotar en las patas.
CAPÍTULO XVI
QUE HABLA de las cosas naturales que dijeron los antiguos y
habiéndolas probado se deben hacer para que los canes no huyan de
las posadas.
En una caña tan larga como el rabo meter pelos de ese rabo y
colgarla del techo.
CAPÍTULO XVII
QUE HABLA de cómo teñir el pelo.
Para cambiar el color de blanco a prieto, cal y escoria de plata.
Molerlo y amasarlo con miel y durante treinta días untarlos una vez
por día.
CAPÍTULO XVIII
QUE HABLA de cómo hacer a los canes más largos.
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Hacer hoyo grande y meterlos y poner la comida arriba.
CAPÍTULO XIX
QUE HABLA de cómo curar las enfermedades de los ojos.
Cuando se les hacen nubes en los ojos, sal amarga y “veneruelas
chiquiellas” de la mar, molerlas y mezclarlas y poner estos polvos en
los ojos dos veces al día.
CAPÍTULO XX
QUE HABLA de qué hacer de las nubes viejas, de hace tiempo.
Mezclar miel, azafrán molidos y mezclarlo con zumo de finojo y untar
en las nubes.
CAPÍTULO XXI
QUE HABLA de cómo curar el lagrimeo de los ojos.
Agua tibia en ellos. Mezclar harina y clara de huevo y ponerlo sobre
los ojos.
CAPÍTULO XXII
QUE HABLA de cómo tratar las heridas en las cuencas de los ojos.
Con mures y lana sucia, quemarlo junto y molerlo con tela de araña y
echarlo en la herida. Y si le duelen los ojos, estiercol de gallina con
vinagre y en emplasto ponerlo sobre los ojos.
CAPÍTULO XXIII
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QUE HABLA de curar los gusanos que hacen en las orejas.
Quemar esponja, molerla y poner en emplasto en la oreja.
CAPÍTULO XXIV
QUE HABLA de cómo tratar la hinchazón de orejas.
Cocer en aceite y vinagre cascas de milgranas. Atibiar y destilar en
las orejas.
CAPÍTULO XXV
QUE HABLA de cómo curar la sordera.
Sangrar las venas de las orejas. O con olio rosado y vino, mezclados
echarlo en las narices y una vez al día.
CAPÍTULO XXVI
QUE HABLA de cómo
medicinar cuando se doblan
las orejas
Quemar salnitro molido y
cocerlo con miel y vinagre y
untar los lugares doblados.
CAPÍTULO XXVII
QUE HABLA de cómo tratar la enfermedad de la garganta.
Dar de comer miel con manteca y hacérselo tragar.
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CAPÍTULO XXVIII
QUE HABLA de cómo medicinar en las llagas que se le hacen en el
paladar.
Mezclar en vinagre miel, agallas, pergamino y papel quemado y untar
en las llagas.
CAPÍTULO XIX
QUE HABLA de cómo curar del hueso que se traba en la garganta.
Agua tibia con aceite y hacerlo tragar poco a poco.
CAPÍTULO XXX
QUE HABLA de cómo curar de los gusanos que se les hacen dentro
del cuerpo.
Quemar cuerno de ciervo, molerlo y mezclarlo con miel y hacérselo
comer.
CAPÍTULO XXXI
QUE HABLA del dolor de las tripas
Cubrir con mantas calientes y después machacar una cabeza de ajo,
mezclarla con pez blanda y aceite.
CAPÍTULO XXXII
QUE HABLA de cómo tratar la enfermedad de dentro del cuerpo.
Calentar muela de molino y ponerla en un tiesto y echar orina sobre
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él y hacérsela beber.
CAPÍTULO XXXIII
QUE HABLA de cómo tratar el dolor de disentería
Comer queso de oveja añejo
CAPÍTULO XXXIV
QUE HABLA de la hinchazón del fondo de los vientres.
Poner sobre él sal con vinagre.
CAPÍTULO XXXV
QUE HABLA de cómo tratar esa enfermedad del fondo de los vientres
cuando se agrava con toses
Cocer sal con aceite verde, mezclarlo con miel y poner en la nariz.
CAPÍTULO XXXVI
QUE HABLA de cómo medicinar en la malenconia (la rabia)
Raices de la romazas montesinas, molerlas y mezclarlas con agua
caliente, cocerlo y dárselo a beber.
CAPÍTULO XXXVII
QUE HABLA de qué hacer cuand echan sangre por donde hacen los
hijos.
Cocer lentejas con aceite y zumo de culantro, echarle pimienta y
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dárselo a comer y echarle también por la nariz.
CAPÍTULO XXXVIII
QUE HABLA de cómo medicinar para purgar
Leche de cabra o delos renacuajos de río. Secarlos, molerlos y con
agua dárselo a beber.
CAPÍTULO XXXIX
QUE HABLA de cómo medicinar las llagas y las grietas.
Calentar un tiesto de terrazo, molerlo y mezclarlo con vinagre fuerte
y untarlo en las llagas y si no mejoran mezclar ajo, miel y vinagre
fuerte, hacer un emplasto y ponerlo sobre las llagas.
CAPÍTULO XL
QUE HABLA de cómo tratar la hinchazón.
Coger ramas de sauce en sombra, cocerlas en agua y calentar
aquellos lugares hinchados con ellas. Mezclar miel y manteca y
dárselo de comer.
CAPÍTULO XLI
QUE HABLA de cómo melecinar las postiellas
Tratar con cañaveras verdes y después lavarlas con vinagre mezclado
en agua.
CAPÍTULO XLII
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QUE HABLA de cómo tratar las berrugas y los nudos.
Emplastos de sebo caliente encima de ellos y cuando reblandecen,
emplastos calientes de milgrana con sal, molidos y mezclados con
vinagre y aceite.
CAPÍTULO XLIII
QUE HABLA de cómo melecinar las veruelas
Puerros, pimienta, huevos con sus cáscaras, tiestos de terrazo vino
añejo y miel y manteca. Molerlo y mezclarlo y echarlo por las narices.
CAPÍTULO XLIV
QUE HABLA de las exidas
Veinte gramos de pimienta, manteca, asensio, molerlo y mezclarlo y
dárselo en la comida.
CAPÍTULO XLV
QUE HABLA de cómo tratar la sarna
Estar al sol y untarlos con aceite, después con tayatin, molerla
y echarla sobre la sarna, al día lavarlos con agua tibia. Una vez
secos volverlos a untar con aceite y echar esos polvos. Cada
tres días hacerlo una vez.
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APÉNDICE
PRIMERA PARTE DEL LIBRO SEGUNDO, SEGÚN EL CÓDICE
ESCURIALENSE
CAPÍTULO I
QUE HABLA de las heridas en la cabeza del can, solamente en la
carne, la llamada llaga simple.
Trasquilar la herida un dedo, lavarla con vino de ruda, tomillo y
espliego. Vendar la herida y poniendo polvos de acienzo, bolarménico
y corteza de encina.
CAPÍTULO II
QUE HABLA de la llaga compuesta.
Trasquilar, meter el dedo y limpiar, juntar los labios de la herida con
ligadura y utilizar los polvos de antes y después estopada de vino
caliente.
CAPÍTULO III
QUE HABLA de la herida en el rostro
Limpiar bien, suturar punto por punto a un dedo. Polvo de antes y
vino.
CAPÍTULO IV
QUE HABLA de herida en garganta y que pase dentro.
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Trasquilar y limpiar utilizando los mismos polvos y maneras de antes.
CAPÍTULO V
QUE HABLA de heridas en la garganta y que no traspase.
Trasquilar, lavar y coser. Igual método.
CAPÍTULO VI
QUE HABLA de herida en el pecho y que pase dentro
Meter el dedo y sanear. Trasquilar y coser. Polvos de corteza de
acienzo, ruda montesina, zumaque y bolarménico, todo bien molido.
CAPÍTULO VII
QUE HABLA de herida en el pecho y que no pase dentro
Mismo método.
CAPÍTULO VIII
QUE HABLA de herida en los costados o cualquier parte del cuerpo y
pase dentro.
Limpiar metiendo el dedo. Trasquilar, coser y después estopada de
vino caliente sobre los polvos de antes.
CAPÍTULO IX
QUE HABLA de heridas en los costados u otra parte del cuerpo sin
penetrar
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Como antes.
CAPÍTULO X
QUE HABLA de herida en el vientre y saliendo las tripas.
Tumbar boca arriba y meter las tripas, coser las tres capas de piel,
punto por punto a un dedo. Echar polvo de hoja de parra, corteza de
encina, almástica, corteza de acienzo, bolarménico, todo bien
mezclado y molido. Taponar con estopada de vino caliente.
CAPÍTULO XI
QUE HABLA de herida en el vientre y pasare dentro sin salirse las
tripas.
Traquilar, lavar y coser. Polvos y estopada ya dichos.
CAPÍTULO XII
QUE HABLA de herida en el vientre y no pasare dentro.
Lo ya dicho.
CAPÍTULO XIII
QUE HABLA de heridas en el vergajo.
Coser y lavar con vino.
Faltan en el Códice los CAPÍTULOS XIV, XV y XVI
CAPÍTULO XVII
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QUE HABLA de heridas en los pies y sin hincharse, por rencajo o
semejante.
Sacar el rencajo si se puede y curar como una llaga.
CAPÍTULO XVIII
QUE HABLA de herida en la cola y que salga mucha sangre.
Taponar con venda con claras de huevo, tres días y si volviera a salir
tratar con arsénico solimado o con hierro caliente. Luego como una
llaga.
CAPÍTULO XIX
QUE HABLA de herida en la cola, sin salir sangre
Después de lavar la herida con vino que lleve jara, tomillo y espliego.
Echar povos de raza, momia, calantonia, acienzo, almástica y
bolarménico, todo bien mezclado y molido.
CAPÍTULO XX
QUE HABLA de mordedura por oso.
Cebolla con sal hasta que no supure, luego lavar dos veces al día con
vino que lleve rosas, ruda, asensio y jara y echar de los polvos de
antes.
CAPÍTULO XXI
QUE HABLA de bocado de oso, sin llaga
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Envolverlo en una sábana hervida con el vino que se comentó antes.
CAPÍTULO XXII
QUE HABLA de rotura de brazo o pierna con llaga.
Estirar de un extremo y otro y colocar el hueso con paños
humedecidos con claras de huevo una capa, entablillar y otra capa,
hasta tres veces. A los nueve días destapar, lavar con vino caliente y
sal y repetir. Luego a los quince días. Hasta curar y que quede quieto
el can todo el tiempo.
CAPÍTULO XXIII
QUE HABLA de rotura de brazo o pierna sin llaga
El mismo procedimiento.
CAPÍTULO XXIV
QUE HABLA de cuando se salga un miembro por la espalda o herida
abierta o por topadura.
Reponer el miembro en su lugar. Ponerle una bizma de claras de
huevo y retama que no se mueva por treinta días y evitar que se
desate con la boca.
CAPÍTULO XXV
QUE HABLA de cómo recolocar cuando se sale la muñeca o la pierna.
Uno sujete al can y otro tira de un extremo y otro del miembro para
colocarlo. Después ponerle una bizma de claras de huevo. Dejar cinco
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días y después lavar con vino caliente y sal. Repetir a los doce días.
LIBRO TERCERO
ESTE LIBRO HABLA DE LOS MONTES DE TODO EL SEÑORÍO DE
CASTILLA Y LEON Y ALGUNOS DE LOS REINOS DE GRANADA
PRÓLOGO
Hasta ahora hemos visto cómo adiestrar al buen montero, cómo
buscar en el monte y el cuidado y tratamiento de los canes.
Ahora mostraremos qué montes son mejor para el oso y el puerco,
cuáles de invierno o verano y de ellos de vocerío o de armada.
CAPÍTULO I
De los montes de tierra de Castilla Vieja:
Montes de Montisia
Montes de Espinosa
Montes de Sova
Montes de Ruesga
Montes de Trasmiera
Montes de Paz
Montes de Carriedo
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Montes de Sotos-Cueva y de la Sosierra
CAPÍTULO II
De los montes de Aguilar de Campo, de Pernia y de Liébana
En tierra de Campo, Isedo, de Pernia son los mejores de oso en
verano que hay en el Señorío y tierra de Alba de los Cardaños, Val de
Cerezeda, Val de Varo.
CAPÍTULO III
De los Montes de Tierra de Burgos y de San Millán de la Cogolla
CAPÍTULO IV
De los Montes de Tierra de Soria
En el Valle de Ebros.
En la Garganta de Vinuesa
CAPÍTULO V
De los Montes de Tierra de Leon y del Vierzo
Tierra de Lilio
Montes de Azebedo
Montes de Riaño Montes del Priorio
Montes de Morgovejo
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Cabo Luna
El Vierzo
CAPÍTULO VI
De los Montes de Tierra de Asturias
CAPÍTULO VII
Entre Sarria y Triacastela
En Valcarcel
CAPÍTULO VIII
De los Montes de la Tierra de Salamanca, Miranda, Montemayor,
Bejar y de Granadiella.
CAPÍTULO IX
De los Montes de Ávila, de Cadahalso, Sant Martín de Val de Iglesia y
de Val de Corneja
Del otro Cabo de la Sierra, Catante el Burgo, del Hondo.
Cabo Navamorcuende.
CAPÍTULO X
De los Montes de la Tierra de Segovia, Manzanares y de Val de
Lozoya
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CAPÍTULO XI
De los Montes de la Tierra e Buytrago.
CAPÍTULO XII
De los Montes de la Tierra de Ayllon, de Sepúlveda Riaza y de
Término de Pedraza.
CAPÍTULO XIII
De los Montes de la Tierra de Atienza
CAPÍTULO XIV
De los Montes de Tierra de Moya y de Cuenca
De Ribera de Tajo
De Albarracín
En Tierra de Molina
CAPÍTULO XV
De los Montes de la Tierra de Madrit y de Alhamin
Tierra de Montalbán
CAPÍTULO XVI
De los Montes de Tierra de Toledo, de Calatrava y de Talavera.
CAPÍTULO XVII
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De los Montes de la Orden de Calatrava
Alrededor de Piedrabuena
Montes de Contra Guadiana
De Puerto Llano
De Navalcaballo
De Consuegra y Santa María del Monte
Del Campo de Alcudia
Tierra de Talavera
De Santa María de Guadalupe
Malpartida
CAPÍTULO XVIII
De los Montes de Tierra de Trogiello
CAPÍTULO XIX
De los Montes de Tierra de Capiella y de la Puebla de Alcocer
De La Seruela
CAPÍTULO XX
De los Montes de Tierra de Plasencia
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Montes de Val de Xerete
CAPÍTULO XXI
De los Montes de Tierra de Coria, de Galisteo, de Alcántara y de
Alburquerque.
CAPÍTULO XXII
De los Montes de Tierra de Orden de Santiago.
Los montes de tierra de la Orden de Alcántara, los ponemos aquí
porque estáan juntos con estos de Tierra de Santiago
CAPÍTULO XXIII
De los Montes de Tierra de Badajoz y de Xeret de Badajoz.
CAPÍTULO XXIV
De los Montes de Tierra de Sevilla, de Niebla y de Gibraleon.
De Puebla de Infantes y Costantina
De Arcos
CAPÍTULO XXV
De los Montes de Tierra de Córdoba
De Estepa
De Zuheros
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CAPÍTULO XXVI
De los Montes de Tierra del Obispado de Jahen
De Jahen Y Martos
De Cambil
En Tierra de Lorca
En Tierra de Celda Y Caravaca
En Tierra de Cartagena
En Tierra de Murcia
En Tierra de Molina Seca
En Tierra de Maestre de Santiago, Término de Ricote, de Moratalla,
de Cayviella.
CAPÍTULO XXVII
De los Montes de Tierra de Alcaraz
Término de Pozo
Término de Riopa
De Siles
En Sierra de Segura
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CAPÍTULO XXVIII
De los Montes de Tierra de Alcalá la Real, de Priego y de Rute
Término de La Cabra
Término de Lucena
De Castiel Anzur
Aguilar y Montiella
CAPÍTULO XXIX
De los Montes de Tierra de Alcalá de los Gazules, de Medina y de
Bejer.
CAPÍTULO XXX
De los Montes de Término de Tarifa y de Algecira.
Sierra de Retin
Sierra de Plata
Sierra de Medio
Val de Hoxen
Al final del ejemplar del libro de La Montería de la Cartuja de Sevilla,
se halla la siguiente carta jocosa al montero Albar García.
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CARTA A ALBAR GARCÍA
De mi, el Capitán General de todos los montes desde levante hasta
poniente y desde oriente a occidente a ti Albar García, Adelantado de
los Galeces.
Refiriéndose el Rey a la carta en la que le narraba el fracaso de una
montería del puerco, que no se acabó como debería haber hecho un
buen montero.
FIN DEL LIBRO DE LA MONTERÍA
CONCLUSIÓN
Es un buen manual, para todo buen cazador aprendiendo de él las
normas básicas y de comportamiento de la caza. Que aunque hayan
variado los medios y métodos de caza y, evidentemente, la fauna
teniendo en cuenta las actuales leyes vigentes, las formas del buen
hacer del cazador “montero”, quedan bien reflejadas en el libro.
BIBLIOGRAFÍA
Alfonso XI, Rey de Castilla(1311-1350). Libro de la Montería (Edición
de 1582). Sevilla. Original del Fondo Antiguo de la Universidad de
Sevilla (fondos digitalizados). Las ilustraciones que aparecen,
pertenecen también al ejemplar conservado en la Universidad de
Sevilla.