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IGLESIA DE SANTA CATALINA MÁRTIR
Nombre: Asís Pérez Casas
Curso: 3º B
Profesor: Dr. Luís Arciniega García
Asignatura: Historia y gestión del patrimonio artístico
PRÓLOGO
Personalmente me resultaría más fácil enumerar los vicios y defectos de
este trabajo, que sus méritos y cualidades. Antes de escribirlo, sabía que
llegaría a esta fatal conclusión, pero lo escribí igualmente porque el tema
resultaba interesante y me divertía hacerlo, y porque pienso que, pese a
todas sus lagunas, llenará el vacío de muchos, que como yo, no conocía
profundamente la evolución histórica de la Iglesia de Santa Catalina Mártir de
Valencia.
No pretendo haber dicho algo nuevo ni haber dado, a lo que ya es sabido,
una interpretación original. Y ni siquiera me lo propuse. Mi ambición ha sido
mucho más humilde, la de proporcionar a los lectores de este trabajo, un medio
para acercase sin fatiga, y sobre todo sin tedio, a una de las iglesias más
excepcionales que podemos contemplar en la ciudad de Valencia.
Espero haberlo logrado.
Valencia, 7 de noviembre de 2012
ASÍS PÉREZ CASAS
3
SUMARIO
INTRODUCCIÓN 4
Origen fundacional de la Iglesia parroquial de Santa Catalina Mártir y su primitiva
fábrica 7
Intervenciones del s. XV 8
Intervenciones del s. XVI 9
Intervenciones del s. XVII-XVIII 10
Descripción de la torre-campanario de la iglesia de St. Catalina 12
Pesquisas acontecidas durante el tumultuoso siglo XX 15
Descripción del estado actual de la iglesia de St. Catalina 17
Breve ubicación geográfica 17
Planta del templo 17
Descripción exterior de la fachada 18
Descripción del interior de la fábrica 23
CONCLUSIÓN 33
BIBLIOGRAFÍA 36
4
INTRODUCCIÓN
Planteamiento del tema y objetivos del trabajo
Con motivo del proyecto I+D llamado “MUPART” y llevado a cabo por el
Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Valencia, se nos planteó la
posibilidad de realizar un proyecto sobre cualquier tema, localización y época, con la
condición de exponer la evolución del patrimonio artístico escogido y ver el resultado
final, fruto de las intervenciones, destrucciones, expolios, restauraciones… de las que
se ha visto protagonista. En mi caso he decidido realizar en un estudio sobre la
Iglesia de Santa Catalina Mártir en la ciudad de Valencia.
El principal objetivo de este trabajo es realizar una investigación patrimonial,
a la vez que técnica, de la iglesia de Sta. Catalina Mártir. Por esto, veremos cómo
la evolución y los comportamientos ante el templo de Sta. Catalina a lo largo de la
historia. Esto es precisamente lo que se encarga la disciplina de Patrimonio.
No obstante, otro objetivo será intentar enfocar el tema desde una perspectiva
novedosa, clara y sistemática, para aportar, en la medida de nuestras
posibilidades, una cierta originalidad metodológica sobre un monumento que ha
sido estudiado tanto y desde tantas perspectivas.
Materiales y métodos utilizados
Sintetizando mucho me gustaría destacar por su claridad, rigurosidad e
indispensabilidad el Catálogo de monumentos y conjuntos de la Comunidad
Valenciana de Joaquín Berchez Gómez, que me ha sido indispensable para llevar a
cabo esta monografía. Hay otras investigaciones que resultan muy interesantes e
incluso que incluyen datos que dicha publicación no aporta, en cualquier caso,
aparecerán citadas según las nuevas normas de cita y referencia bibliográfica (ISO
690:1987/ 690-2) que asume la revista del Departamento de Historia del Arte de
la Universidad de Valencia, Ars Longa.
Las únicas fuentes que he consultado han sido el propio edificio, de primera
mano, y fotografías de época, con todas las limitaciones visuales que conllevan, de
segunda. Por otro lado, quisiera mencionar la restricción de no consultar material de
archivo in situ (especialmente, los libros de fábrica que alberga la iglesia), para no
generar molestias innecesarias. Motivo por el cual, el estudio no será todo lo técnico
5
que esperaba, por lo que no incluiré mediciones, fuerzas de empujes,
estructuras internas… En este sentido, y salvando las evidentes y enormes
distancias comparativas, nos hallamos como Brunelleschi cuando estudió el
Panteón, aunque con la ventaja de poder apoyarnos sobre los hombros de grandes
investigadores. Esto también explica la carencia de un Apéndice Documental.
Estructura de la exposición
La iglesia de Santa Catalina ha sido el escenario de múltiples transformaciones
artísticas: gótico, renacentista, barroco, neoclasicismo; así como de variadas y
catastróficas desdichas, como saqueos, bombardeos o incendios varios.
Por este motivo, en primer lugar realizaremos una breve introducción donde
explicaremos el origen de la iglesia, constituida como una de las antiguas parroquias
constituidas en torno a la Catedral, tras las conquista de Valencia de Jaume I en 1238;
así como una descripción de su primitiva estructura. Después pasaremos a analizar
las intervenciones acontecidas durante los siglos XV, XVI, XVII-XVIII, donde
prestaremos especial atención a la Descripción de la torre-campanario de Sta.
Catalina. Para finalizar con la evolución de este bien cultural a lo largo de la historia,
nos ocuparemos de las diferentes actuaciones llevadas a cabo en el siglo XX y que
generarán la imagen actual de la iglesia.
El segundo apartado es el más complejo y laborioso, se trata de realizar un
análisis de la iglesia en su estado actual, en función de sus materiales, tipos de
soporte y tipos de cubrición, tanto de la fábrica interna como externa. Análisis que
realizaremos a la par que vamos describiendo detalladamente la planta que hemos
visto en el anterior apartado. También indicaremos, sucintamente, algunos bienes
muebles imprescindibles de la iglesia.
Durante todo el trabajo investigativo iremos visualizando una serie de imágenes
que pude realizar personalmente, aunque añadiré otras, bien, porque son de mejor
calidad o porque no haya podido capturar la imagen, como una vista aérea o una foto
antigua, en cualquier caso utilizaremos fotografías del Archivo Mas, de acceso gratuito
desde su página web, y otras de colecciones privadas que escanearemos.
Finalmente el proyecto concluirá con un breve apartado dedicado a las
conclusiones, donde podré manifestar a título personal las dificultades encontradas en
6
el transcurso del estudio, lo que ha supuesto el trabajo a nivel académico y personal, y
una opinión sobre el proceso evolutivo de la iglesia y su resultado final.
7
Origen fundacional de la iglesia parroquial de Santa Catalina Mártir y su
primitiva fábrica
Los orígenes de la iglesia de Santa Catalina Mártir se remontan a la conquista de
Valencia de Jaume I. Para estructurar el espacio urbano fundó diez parroquias1
entorno a la Catedral, entre éstas la propia Santa Catalina, recibiendo dicho nombre
por expresa voluntad regía, en honor a su hija2, la infanta Catalina de Aragón. Sin
embargo, las primeras noticias documentadas sobre la existencia de la primigenia
parroquia son de 12453.
En su origen convivió con una mezquita que gradualmente fue derribada y
sustituida por un templo cristiano de estilo gótico. Esta circunstancia se produjo porque
el Arzobispo de Tarragona, Pedro Albalat, concedió en propiedad a determinados
religiosos, todas y cada una de las mezquitas y cementerios musulmanes de la ciudad.
Parece ser que las obras de la iglesia avanzaban según se iba demoliendo la antigua
mezquita, proceso que de forma similar se dio durante la construcción de la Catedral.
En 1300 la mezquita ya había desaparecido completamente, dando lugar a la
primitiva iglesia parroquial que seguía la tipología esencial de las plantas parroquiales:
uninave de tramos alargados y capillas entre contrafuertes, cubierta con bóvedas de
crucería y campanario a los pies. Características que no varían en gran medida del
resto de iglesias parroquiales4 y conventuales5 de la ciudad. Sin embargo el templo
resultó de poca capacidad, motivo por el cual, a mediados de esta centuria, el gremio
de Tapineros de Valencia, encargó a Jaime Mateu la primera obra de ampliación6, tal y
como aparece atestiguar una lápida conmemorativa, que se situaba junto a la puerta
1 Esta demarcación no era sólo un instrumento de cristianización, organización y control eclesiástico de
la vida vecinal, sino también un instrumento administrativo y político para el gobierno de la ciudad, de hecho, el Consell Municipal (lo que hoy sería el Ayuntamiento) estaba formado por representantes elegidos entre las diferentes parroquias de la ciudad. La parroquia de Santa Catalina es citada en el “Llibre de Repartiment”, y baste recordar que Valencia fue ocupada por el Jaume I de Aragón en septiembre de 1238. 2 Sin embargo, Teixidor destaca que “yo no hallo que el Rey D. Jaime el Conquistador o alguno de sus
Ascendientes, tuviesse hija que se llamasse Catalina”. En TEIXIDOR, José. Antigüedades de Valencia: obsevaciones críticas donde con instrumentos auténticos se destruye lo fabuloso, dejando su debida estabilidad lo bien fundado”. I vol. Valencia Librerías París-Valencia, 2001, p. 316 3 Cuando el marqués de Cruilles señala que en 1245 esta iglesia tenía un rango parroquial.
4 Como la Iglesia de Santa María de Sagunto, San Mateo, San Martín, Santos Juanes, etc.
5 Esta tipología también se aplicaba para las iglesias conventuales, como se apreciaba en la primitiva
configuración de la Iglesia conventual de San Agustín. 6 Esta primera ampliación, como señala Mª Isabel Herrero Martín, conllevará una serie de problemas
técnicos y constructivos, que repercutirán en la evolución de la iglesia de Santa Catalina Mártir, utilizando lo que menciona: GAVARA PRIOR, JUAN J. “Iglesia de Santa Catalina (Valencia)”. En: BERCHEZ GÓMEZ, Joaquín (coor.). Catálogo de monumentos y conjuntos de la Comunidad Valenciana. Valencia: Conselleria de Cultura, Educació i Ciència, Servei de Patrimoni Arquitectònic, 1995, p.106.
8
lateral de la Tapinería, hasta la reforma barroca del siglo XVIII. Así se constituyó el
cuerpo principal entre 1367-1371, con la conclusión de las capillas funerarias de los
pies de la iglesia, para las importantes familias valencianas Simó y Valeriola.
Esta primera ampliación es capital para entender la peculiaridad de esta iglesia,
que la distingue y la diferencia del resto de la ciudad7, ya que se reformó la primitiva
cabecera poligonal, por influencia de Catedral de Valencia, en una en una cabecera
con deambulatorio de cinco tramos y capillas radiales pareadas. La reconstrucción de
la cabecera vino seguida de la ampliación del templo, conformando una iglesia trinave
con capillas laterales entre contrafuertes, reflejando “en su diseño la estructura
catedralicia adaptada a una proporción reducida, con la salvedad de la falta de
crucero”8.
Esta reforma se realizó sobre la joven y primitiva estructura gótica, cuando lo
deseable, por las magnitudes de la misma, hubiera sido realizarla de nueva planta.
Pero esto no sucedió, se reformó y se forzó la fábrica preexistente9, dando lugar a una
serie de problemas estructurales graves que han perdurado hasta la actualidad y que
pueden constatarse10.
Intervenciones del siglo XV
En 1472, en Junta Parroquial, se plantea otorgar el derecho de sepultura en la
cabecera de la iglesia al noble D. Luis Bou, a cambio de una generosa contribución
para realizar una serie de tareas de reforma en la iglesia: nuevos órganos, pintar la
bóveda, dotarla de vidrieras y continuar el pavimento de loses blaves. La proposición
será aprobada, a pesar de las reticencias de varios parroquianos, que no veían con
buenos ojos que un particular asumiera el protagonismo del espacio más emblemático
de la iglesia. Es muy habitual aceptar este tipo de mecenazgos o patrocinios, para
salvaguardar un patrimonio que se considera la seña de identidad de un pueblo o una
comunidad, y ante un inminente deterioro del mismo y falta de subvenciones, aceptan
7 Que continuaron con la tipología de nave única con capillas laterales entre contrafuertes, salvo la
desaparecida Iglesia de San Bartolomé. 8 PINGARRÓN-ESAÍN SECO, Fernando. Arquitectura religiosa del siglo XVII en la Ciudad de Valencia.
Valencia: Ayuntamiento de Valencia, 1998, p. 171. 9 Mediante el vaciado de los antiguos contrafuertes para abrir las naves laterales.
10 Sin ser excesivamente técnicos, podemos apreciar el abocinamiento del primer tramo en contacto con
el deambulatorio, a vez que los tramos de la nave mayor son muy anchos y poco desarrollados en la dirección del eje. Del mismo modo, las naves laterales son bastante estrechas, en comparación con la nave central, provocando un apuntamiento muy acusado de los arcos fajones, acentuados por la repristinación moderna de hormigón.
9
a regañadientes este tipo de contraprestaciones: “amenaçava ruyna e haurya
menester referse en les voltes altes o cuberta de la dita capella o cap o alemeny era
necesary cobir o enpoxarse”11.
Intervenciones del s. XVI
En el siglo XVI la iglesia se remodeló y se decoró conforme al estilo clasicista de
la época, adaptación culminada en 1536 con la consagración del obispo de Elna,
Pedro Ponte. Por lo que podemos observar, es que a partir de la reedificación de la
cabecera, al prolongarse en el tiempo, supuso un nuevo proceso ornamental de la
primitiva iglesia gótica, como hace referencia explícita la propuesta del noble D. Lluis
Boil12 y el contrato con el pintor Jordi Oliver para la renovación de la capilla de la
Virgen de la Paz de la iglesia de Sta. Catalina (12-VIII-1525); manifestando una
temprana asimilación del gusto renacentista13, iniciado por el pintor italiano Paolo de
San Leocadio en la capilla mayor de la catedral14.
Destacar que hasta 1520 el lateral izquierdo de los
pies del templo, se situaba el tribunal del Almotacén,
del que hoy solo conserva unas argollas, en el
imafronte, que fijaban su bandera.
Los problemas estructurales derivados del vaciado
de los contrafuertes empiezan a hacerse patente en
1529. En esta fecha el obrer de vila Jonnes de Poyo
tiene que recalzar un pilar que amenaza a ruina. Sin
embargo el 29 marzo de 1584 la iglesia sufrió un
incendio provocado por las luminarias del monumento
de Jueves Santo, ocasionando graves daños en el altar
mayor, órgano, sillería del coro y archivo. El sagrario se
11
Archivos de Protocolos del Patriarca en Valencia (A.P.P.V.): Deliberación de la Junta Parroquial de Sta. Catalina, pótocolo del not. Jordi del Royo, 25-XI-1472, sig. 26.279, sin foliar. GAVARA PRIOR, JUAN J. “Iglesia de Santa Catalina (Valencia), 1995 (nota 6), p. 112. 12
En A.P.P.V.: protocolo del not. Bernat Gomis, 7-V-1536, sig. 18.049, sin foliar. En GAVARA PRIOR, JUAN J. “Iglesia de Santa Catalina (Valencia)”, 1995 (nota 6), p.112. 13
En el contrato se menciona “los camps a la romana” y destaca la profusión de grutescos o “canelobres”, entre plementos de lapislázuli y nervios dorados. En A.P.P.V.: Contrato con el pintor Jordi Oliver para la renovación de la capilla de la Virgen de la Paz en la iglesia de Sta. Catalina, protocolo del not. Bernat Gomis, 12-VIII-1525 ,sig. 27.891, sin foliar. En GAVARA PRIOR, JUAN J. “Iglesia de Santa Catalina (Valencia)”, 1995 (nota 6), p. 108 y 112. 14
GAVARA PRIOR, JUAN J. “Iglesia de Santa Catalina (Valencia)”, 1995 (nota 6), p. 108.
Fig. 1. Fachada principal de la Iglesia de San Martín
10
logró salvar y fue trasladado a la cercana iglesia de San Martín cuya fachada principal
recae en la calle San Vicente (fig. 1).
Este suceso no afectó significativamente a la fábrica del templo, que a los pocos
días tras un adecentamiento superficial, reabrió las puertas. No obstante, fue el motivo
por el cual se decidió hacer un nuevo altar mayor donde participarán según Antonio
Ponz: Joan Munyos, autor de la talla de Santa Catalina, Francisco Ribalta, autor de las
pinturas del nuevo retablo mayor de estilo renacentista, y Sebastiano Zaydia, el
decorador de elementos estructurales del retablo: cuatro columnas, cornisa… También
se aprovecha para renovar la cabecera, ennegrecida tras el incendio de 1584.
Intervenciones durante el siglo XVII y XVIII
Entre 1742 y 1785 el arquitecto académico Felipe Rubio Mulet realizará
una reforma que supuso la casi total renovación del templo, consintió en la
redecoración interior de la iglesia en estilo barroco a partir de un orden de
semicolumnas de estilo corintio sobre pedestales de mármol, el cegado del gran
rosetón a los pies y de los óculos, el cambio de cubierta, la construcción de la
fachada de la calle Tapinería y la reforma de la portada principal recayente en la
plaza de la Virgen al de la paz, de estilo neoclásico. Sin embargo, en 1785 se sustituyó
el retablo del altar mayor por otro, de orden corintio y pinturas de José Camaron (en
una renovación académica). La imagen de Santa Catalina corresponde a la factura
de Ignacio Vergara, uno de los fundadores de la Real Academia de Bellas Artes
de San Carlos.
Unos de los capítulos más importantes de la construcción de la impronta de la
iglesia, es el campanario, que vino a sustituir al antiguo, construido entre 1688 y 1705.
Inicialmente se contrató al cantero Valero Viñes, pero su muerte lo impidió, pasando el
relevo a su hermano, Juan Bautista Viñes, cuyo nombre aparece en el grabado
conmemorativo del primer cuerpo de la torre, una torre barroca de excepcional
interés15 (fig. 4).
Además en el siglo XVIII se produjeron dos importantes modificaciones: la
primera entorno a las capillas; consistente en el cegamiento de las capillas sepulcrales
del imafronte que se encontraban abiertos hacia el interior de la iglesia (fig. 2)
15
En relación con esta parte arquitectónica de la iglesia, el campanario, es imprescindible destacar la única monografía dedicada al mismo; PINGARRÓN ESAÍN, Fernando. El campanario Barroco de la Iglesia de Santa Catalina Mártir de Valencia. Valencia: Academia de Cultura Valenciana, 2002.
11
mediante el uso de diversas piezas góticas, entre ellas fragmentos de escultura (fig. 3).
Un tema de muy interesante reflexión sería el uso de arte de otra época, como cantera
para las construcciones contemporáneas. En nuestro caso, suele llamar
considerablemente la atención a los visitantes una
escultura que representa a un obispo, usado para
tapiar una cámara sepulcral. Así mismo, también se
modificarán en tamaño y en número las capillas del
Evangelio.
Hay que destacar que la iglesia dispuso hasta
bien entrado el siglo XIX de cementerio propio que
se encontraba situado en la actual calle de San
Fernando, cerca del Mercado Central; como así
consta en el plano del Padre Tosca de 1704.
La última renovación del templo, en este caso
académica, se produce en el último cuatro del siglo XVIII,
cuando se renueva por tercera vez consecutiva la capilla
mayor con el retablo de Camarón, se renueva la sacristía y
completa la renovación académica la portada de los pies,
adintelada y
coronada por un
frontón partito,
sustentado por
un peculiar
entablamento
donde aparece
una inscripción
alusiva a la
restauración del
templo.
Fig. 2. Arcosóleos tapiados en la fachada de la plaza Lope de Vega.
Fig. 3. Capilla sepulcral tapiada con ripios, argamasa y esculturas góticas
Fig. 4. Torre de Santa Catalina (Valencia). Positivo de Hauser y Menet, Madrid, principios del siglo XX.
12
Descripción de la torre-campanario de la iglesia de Sta. Catalina
Como se ha mencionado anteriormente, antes de la actual torre,
existía un campanario cuadrilátero que contaba con un pequeño chapitel
de remate y un hueco en cada flanco, que perduró hasta mediados del
siglo XVIII, ya que en las obligaciones del convenio del templo de 1740
constaba la demolición del campanario para alzar uno de nueva fábrica.
El que se abordaría en la segunda mitad del siglo XVII, supondría la
mayor empresa constructiva de esta antigua parroquia.
Junto a la fachada de la plaza de Santa Catalina y haciendo esquina
con la calle de la Sombrería se ubica la actual torre-campanario (fig. 5).
A pesar de la discreta apariencia exterior de la iglesia, más aún desde
dicha fachada, gracias a su airosa torre se ha convertido en una de las
perspectivas más asombrosas de Valencia. Está se sitúa en la parte
derecha de la cabecera del templo. A sus pies se sitúa la discreta
portada ojival, por la que se accede a la girola.
La primera piedra se colocó el 5 de octubre de 1688 y se concluyó
en 1705, como relata la lápida conmemorativa en la base del
campanario (fig. 6). [Este suntuoso campanario, a que felizmente se dio
principio el año 1688, merced a la munifencia de los feligreses, en el
presente año de 1705, cooperando todos, llevólo a cabo con toda
perfección Juan Bautista Viñes]:
HANC SUMPTUOSAM CYMBALO
RUM TURRIM, QVAM GENEROSA
PARROCHIANORUM MUNIFICEN
TIA ANNO 1688. FOELICITER IN
CHOAVIT, HOC ANNO 1705, NU
MERIS OMNIBUS ABSOLUTAM FOE
LICISSIME RELIQUIT
OANNES BAPTISTA VINES.F.
Como señala Fernando Pingarrón16 los inicios de la torre fueron llevados a cabo,
aunque no se indique en la lápida (fig. 6), por Valero Viñes, pero a su muerte, tomo el
16
PINGARRÓN-ESAÍN SECO, Fernando, 1998, p. 178.
Fig. 5. Vista de la espectacular torre-campanario de Sta. Catalina
13
mando de las obras su hermano Juan Bautista17, que es el artífice final de la obra,
concluyéndola en el s. XVIII. La torre campanario de Sta. Catalina está considerada
como una de las torres barrocas, más originales de la arquitectura española.
La construcción del campanario duró diecisiete años. En agosto de 1688 la
parroquia escogió al cantero Valero Viñes, quien ofrecía erigir la torre por 8.997 libras
y 10 sueldos en el término de ocho años. En 1693 se produce la muerte de Valero y lo
releva su hermano Bautista18, asumiendo la prosecución de la fábrica. Por esto, no hay
que pensar que solo fue obra de Bautista en su
totalidad, como así aparece en la lápida
conmemorativa.
La torre es de planta hexagonal y se divide
en cuatro pisos separados por molduras, más el
cuerpo de campanas, que constituye el quinto y
último piso, más el remate superior. En su
origen se llamó camapanar salomónico por las
columnas helicoidales que adornan su parte
más elevada (fig. 7). Destaca así mismo por los
resaltes a modo de pilastras que adornan sus
ángulos y por la decoración de sus ventanas,
cuyo estilo decorativo del barroco efímero se
trasladó con maestría a la piedra.
Está realizada íntegramente con sillería,
salvo varios elementos interiores subsidiarios
como el pavimento y el revestimiento de pintura
blanca del interior, que a propósito necesita una
restauración inminente como puede
comprobarse in situ por sus pavorosos
desconchones.
La mayor riqueza decorativa la encontramos
en el tramo superior. Allí los resaltes de los
17
Juan Bautista Viñes fue un gran difuso de las formas barrocas en Valencia. Arquitecto valenciano que vivió entre los siglos XVII y XVIII, fue discípulo de Juan Bautista Pérez Castiel quien le inculcó la estética barroca. Su principal obras es la torre de la iglesia parroquial de Santa Catalina en Valencia. También realizó la portada de la iglesia parroquial de Vinaroz y trabajo en la ampliación de la Iglesia Arciprestal de Santa María en Vinaroz. 18
Que como su hermano, era pedrapiquer.
Fig. 6. Lápida conmemorativa (detalle), visible desde la portada que da acceso a la girola, a través de un absidiolo.
Fig. 7. Quinto piso de la torre (detalle), donde aparecen en detalle las columnas salomónicas.
14
ángulos aparecen como columnas salomónicas de orden compuesto semienpotradas.
El conjunto finaliza como una pequeña linterna o templete, cubierto por una pequeña
cúpula de piedra en forma de escama de pez, con columnas helicoidales de menor
tamaño y grandes volutas a modo de contrafuertes que lo unen al cuerpo de las
campanas (fig. 8).
Los seis carrillones provenientes de Londres llegaron al Grao de Valencia el 2 de
octubre de 1729, siendo elegido “campanero” el mismo de la Catedral de Valencia,
bendiciéndose el 9 de noviembre de 1729. La torre dispuso de un reloj instalado en
1917 y que en la última reforma efectuada a principios del siglo XXI fue retirado por
“anacrónico”. El acceso a la torre se realiza a través de una escalera de caracol
compuesta por 128 peldaños.
Finalmente, sobre la cúpula escamada y como remate, una bola representa el
globo terráqueo y una veleta con los símbolos de Santa Catalina, permiten alcanzar a
esta majestuosa torre-campanario una altura de 56,12 metros de altura.
Fig. 8. Torre-Campanario (detalle). Podemos apreciar con la máxima claridad y cercanía, que permite la fotografía, todos sus elementos ornamentales.
15
Pesquisas acontecidas durante el tumultuoso siglo XX
Parece ser que las fuentes bibliográficas no recogen ninguna intervención digna
de mencionar en el trascurso del siglo XIX. Sin embargo, durante el siglo XX podremos
observar como se realizan una serie de intervenciones muy polémicas que constituyen
la actual imagen la iglesia de Sta. Catalina.
A principios de la centuria, en 1902 perderá su condición de parroquia,
traslandose esta advocación y gran parte de su rico patrimonio mueble a la iglesia del
antiguo convento de San Agustín, donde todavía se conservan muchos de estos
objetos. Por su parte, el Ayuntamiento de la ciudad, también se apropiará de las
“casullas mozárabes”. De esta forma, de su importante patrimonio, solo conserva una
talla caliza de la Anunciación de mediados del siglo XV, y permanece en el templo
porque se encontró emparedad durante la restauración del s. XIX, sino intuimos que
también habría sido asumida por una institución de más nombre.
Durante la guerra civil la iglesia sufrió un grave incendio, bombardeos y varios
saqueos, desplomándose buena parte de la bóveda de la capilla mayor (fig. 9).
Además se destruyó el presbiterio y gran parte de los bienes muebles, al tiempo que
afectaron gravemente a la estabilidad de su estructura. Incluso el arquitecto valenciano
Francisco Javier Goerlich Lleó propondrá en un proyecto de 1914 demoler la iglesia y
conservar exclusivamente el campanario, con el objetivo de ensanchar la plaza de la
reina. No obstante, la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos emitió un
dictamen ese mismo año, apelando a la conservación del mismo.
De esta forma a partir de 195019, la Congregación de Operarios Diocesanos, que
se hicieron cargo de la iglesia y contrataron al arquitecto Luis Gray Ramos para que
realizara una “reconstrucción” del templo de Santa Catalina siguiendo el consejo,
como señala en su tesina Mª Isabel Herrero20, del arquitecto diocesano D. Vicente
Traver Tomas, que pretendía devolver su aspecto originario gótico, esto es, realizar
una “reconstrucción en estilo” al modo de Viollet-le-Duc. Para llevar a cabo este
proyecto se tuvo que justificar que la iglesia, como patrimonio cultural de la ciudad de
Valencia, estaba muy arraigado en la personalidad urbana, según un informe el pueblo
valenciano anhelaba poco menos, que recuperar la apariencia de la iglesia).
19
Hoy en día la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos siguen siendo los titulares del templo. 20
HERRERO MARTÍN, Mª Isabel. Iglesia gótica de Santa Catalina Mártir. Valencia: Universidad de Valencia, Facultad de Filosofía y Letras, 1978, p. 40.
16
La repristinación se llevó a cabo en tres fases acontecidas desde 1952 a 1966, que
consistieron en la eliminación casi por completo de la decoración barroca21 y
neoclásica, la consolidación de la estructura, el saneamiento de las bóvedas de
crucería y la construcción de una nueva fachada interior de estilo gótico, al tiempo que
se pavimentaba el conjunto de la superficie interna, destrozado por las acometidas de
la guerra.
21
Quedando solamente la Capilla de la comunión de estilo barroco, situada en el presbiterio de la iglesia.
Fig. 9. Nave central desde la girola, tras la destrucción acontecida durante la guerra civil (1936-1939).
17
Descripción del estado actual de la iglesia de Sta. Catalina
Breve ubicación geográfica
El edificio se encuentra en el centro histórico medieval de la ciudad de Valencia
(Barri del Mercat), embebido en un tortuoso trazado y rodeado de edificios que ocultan
la forma de su cabecera y el lado de la Epístola22. Lo mismo ocurre con el lado del
Evangelio, aunque se aprecia por la portada lateral de estilo gótico que recae en la
calle de Tapinería. Esta distribución irregular nos obliga a reducir el estudio exterior del
edificio, a un 60% aproximadamente.
Planta del templo
22
En una iglesia el lado de la Epístola es el lado derecho desde el punto de vista de los fieles mirando hacia el altar; y el lado del Evangelio es el lado izquierdo. Los nombres responden a los dos lados del presbiterio desde los que se leía la Epístola y el Evangelio durante la misma, antes de la reforma litúrgica del Vaticano II.
18
Descripción del exterior de la fachada
La iglesia de Santa Catalina se compone de tres fachadas, la principal es la que
recae en la plaza Lope de Vega, y las dos laterales recaen, una en la calle Tapinería, y
la otra en la plaza Santa Catalina, a los pies de la torre.
Empezando por la plazuela de Lope de Vega, tenemos el acceso principal a la
iglesia, que también puede apreciarse desde la plaza
de la Virgen de la Paz (fig. 10). El aspecto del imafronte
es desnudo y severo, aunque ese carácter adusto
queda ligeramente menguado por distintos elementos
como: el rosetón gótico lobulado en el eje de la nave
central realizado en la última restauración (fig. 11) o las
tres capillas sepulcrales que recuerdan la edificación
gótica del s. XIV (fig. 2). Destaca el arcosóleo central,
que aparece rellenado con esculturas góticas, entre
ellas la cabeza de un obispo (fig. 3).
La fábrica de esta fachada está realizada mediante
hiladas sillería de piedra a la vista, sin estuco, porque la
piedra al ser un material noble no es habitual su
recubrimiento (sobre todo en España). Los sillares son de
tamaño mediano, con mortero, dispuesta de manera
pseudoisódoma. El vano que constituye el principal acceso
a la iglesia, está rematado por un molduraje simple
realizado en la restauración de 1785 (fig. 7). La portada se
corona con un frontón curvo partido, sostenido por
ménsulas clasicistas. En el centro del frontón, se dispone
un escudo timbrado de la corona real, en el que aparece
esculpido en relieve el instrumento de martirio, la rueda, en
clara referencia a la mártir del templo, Santa Catalina
mártir23. Interrumpiendo en el entablamento la inscripción
latina (fig. 12):
23
La historicidad de Catalina de Alejandría es muy dudosa. Cuenta la leyenda que se negó a casarse con el Emperador Maximiano, a causa de su “matrimonio místico” con Cristo. Tras intentar convencerla la inanidad de su fe cristiana, rechazo y furioso ordena que sea desgarrada por una rueda provista por puntas. Sin embargo, está rueda se rompe milagrosamente. Al final morirá decapitada.
Fig. 10. Fachada principal, vista desde la pequeña plaza de Lope de Vaga
Fig. 11. Fachada principal, detalle del rosetón
19
SACRAE AEDIS
INDIVAE CATHARINAE MARTYRIS
MEMORIAM DICATAE
NOVISSIMA INSTAURATIO
AN MDCCLXXXV
A la izquierda de la portada aparece otro rosetón, más pequeño y cegado, que
vino a iluminar las naves laterales. Bajo de éste hay un retablo de azulejos
decimonónicos24, restaurado en 1979, bajo la advocación de la Virgen de la Paz25 (fig.
13). Si nos fijamos tanto el óculo como una parte del muro está realizado en ladrillo, a
pocos centímetros se abre una esquina de ladrillo que nos conduce a la fachada de la
calle Tapinería.
A ambos lados de la portada apreciamos arquería ojivales tapiadas, que
primitivamente formaron una lonja o pórtico26 (fig. 10 y 14), por lo que no hay que
olvidar, la existencia del tribunal del Almotacén27, que pervivió hasta 1520, cuyo
recuerdo permanece de manera visual en lo alto de la fachada mediante unas argollas
de piedra en las que se fijaba las banderas28 cuando se iniciaba la sesión (fig. 15)
24
El retablo representa a: San Buenaventura en la cumbre, y Santa Catalina y San Antonio de Papua en el centro flanqueando una hornacina real, donde debió haber el busto de la mencionada Virgen de la Paz, y en el fondo hay un hueco, que está pendiente de restauración. 25
Este panel de azulejos es el único recuerdo que queda de la Capilla dedicada a la Virgen de la Paz construida según los libros de fábricas, en 1510 y que se hallaba en el interior del templo. 26
Luis Guarner supone que estos arquillos góticos tapiados, pero en el lateral derecho de la misma fachadas, sirvieron de sede para el tribunal del Almotacén. Sin embargo, esta hipótesis parece poco probable porque todas las conservadas en Valencia tienen dicha dependencia en el lado izquierdo; aunque quizás fueran pequeños altares donde se celebraba misa en tiempos de epidemia. 27
Era un organismo público que se encargaba de la vigilancia de los mercados y de la higiene de las calles, además del control de las pesas y medidas de la ciudad. 28
El escritor setabense Vicent Boix, en su novela “El encubierto de Valencia”, explicaba que los pelaires de la ciudad se sirvieron de estas argollas y anillos de piedra para enarbolar su bandera durante la rebelión de las Germanias de 1519.
Fig. 12. Fachada principal (detalle), inscripción latina donde se manifiesta la advocación del templo a Santa Catalina Mártir, así como el año de una de sus restauraciones, llevada a cabo en 1735.
20
Simétricamente, a la derecha y sobre los arcosóleos, encontramos otro óculo menor
que no se tapió (fig. 16a y 16b).
Fig. 13. Fachada principal (detalle), lado izquierdo del imafronte, en primer término aparece el óculo cegado y el retablo de azulejos decimonónico
Fig. 14. Fachada principal (detalle), restos de la arquería ojival cegada.
Fig. 15. Fachada principal (detalle), argollas de piedra que sustentaban la bandera del Tribunal del Almotacén.
Fig. 16 a y b. Fachada principal (detalle), sobre los arcos cegados, se encuentra el óculo de tracería cegado, visible desde el interior.
21
La portada de la calle Tapinería (fig. 17) es de
finales del siglo XVIII (1785), aunque existen
indicios de un pequeño rosetón sólo visible desde
el interior del templo, que nos hace pensar que
debió existir una puerta gótica anterior.
Esta fachada permanece exenta al muro
perimétrico del templo de la parte del
Evangelio, se compone de una fábrica de
piedra y ladrillo en dos planos discontinuos,
separados por un pequeño muro de piedra.
Se identifican rápidamente por el ladrillo por el
color amarillo y aparece completamente devastada.
La fábrica de ladrillo está realizado en hiladas de sillares isódomas a mata la junta,
unido por mortero, cuyos tendeles de color blanco no compiten con el grosor de los
sillares, como se aprecia sin esfuerzos entre los mismos. Esta zona de la iglesia
bordea todo el muro hasta infectar parte del imafronte, como vimos anteriormente.
Justo al lado del acceso, aparece una hornacina de dudoso gusto. Sin embargo, la
parte de abajo del muro si que está realizado en sillería de piedra donde apreciamos la
marca de la pica (fig. 18).
Esta parte se realizó en 1785 por Lorenzo Martínez, a fin de alinear las
desigualdades habidas en aquel muro, debido a la cesión de varias capillas que en su
día realizó la parroquia en beneficio público.
Fig. 17. Fachada de la calle Tapinería, hoy inaccesible
Fig. 18. Fachada de la calle Tapinería (detalle), cambio de material constructivo, se pasa de sillería de piedra a ladrillo
22
La tercera y última portada es la que recae
en la plaza de Santa Catalina (fig.19), mediante
este fachada, es la más antigua de las tres,
accedemos a la girola a través de uno de sus
absidiolos que hace la vez de pórtico; justo al
lado se haya la entrada a la torre-campanario.
Describe un bello arco apuntado del siglo
XV, modulado con una sobria decoración
rematada por una hornacina tardobarroca
compuesta por una venera, querubines y
guirnaldas, que contiene en su interior el
busto de Santa Catalina Mártir29, la titular de la
iglesia. No obstante, la imagen que
podemos contemplar en la actualidad de la
mártir, está ligeramente modificada tras la
restauración (fig. 20 y fig. 21).
La fábrica de esta fachada está realizada con sillares de distintas épocas, de
modo que el material del arco es de época más antigua, que el resto de la portada que
tiene un aspecto más nuevo, limpio y de color uniforme.
Haciendo esquina con la fachada, se ubica la torre-campanario que más adelante
explicaremos en su totalidad, la parte exterior e interior, de forma que no altere
perjudicialmente al desarrollo del discurso argumental descriptivo de la iglesia.
29
El busto fue retirado en 2002 ante el deterioro, restaurándose ese mismo año, motivo por el cual aparece con una valla protectora.
Fig. 19. Fachada de la plaza de Santa Catalina, la más antigua de las tres, y quizás la más conocida, debido al campanario y a la céntrica plaza donde se aloje.
Fig. 20. Hornacina con la representación de Sta. Catalina antes de la restauración
Fig. 21. Hornacina con la representación de Sta. Catalina después de la restauración
23
Descripción del exterior de la fábrica
El interior presenta una estructura de
planta longitudinal, sin crucero ni cimborrio, de
tres naves de distinta altura con ábside
poligonal, girola y capillas entre contrafuertes
(ver planta). Todo queda iluminado por
alargados vanos cerrados con bellas
vidrieras30, aunque se refuerza con luz
artificial situada estratégicamente dentro del
templo (fig. 22). Ofrece un estilo gótico
mediterráneo de severidad cisterciense.
El material predominante de la parte
interna de la iglesia es la piedra que compone su
fábrica de sillería (fig. 23). Aunque por lo que
sabemos de la historia del templo y por nuestra
experiencia visual, hay sillería de distintos momentos
históricos. Me pareció ver, ocultado por un amplio
cortinaje rojo, una parte interior del muro, que parecía
compuesta por argamasa y ripios (fig. 24). Es posible
que esta parte de la sillería fuera de factura gótica,
sin embargo desconozco si la parte restaurada tiene
el mismo interior. Debido a la escasa luz interior no
se puede apreciar en toda su plenitud la sillería
perfectamente desvastada, aunque por otra
parte, resulta beneficioso para el visitante no apreciar
algunas humedades y deterioros varios, que
encontramos en las capillas laterales, principalmente
(fig. 25a y 25b).
30
Estas vidrieras, realizadas en Barcelona, se concluyeron de instalar el 24 de marzo de 1968. Todas las vidrieras, salvo una, tienen una imagen de cuerpo entero. Hay 17 santos representados por la nave central, aunque solo destacaremos los del presbiterio, hallamos a Santa Catalina Mártir en el centro; a San Pascual Bailón y San Vicente Mártir a la izquierda; y a San Juan de Ribera y San Vicente Ferrer a la derecha.
Fig. 22. Capilla mayor y ábside poligonal (detalle), podemos apreciar las bellísimas vidrieras y la iluminación artificial situada en los capiteles de los baquetones.
Fig. 23. Nos encontramos en una capilla lateral, en ésta encontramos los siguientes materiales: a la derecha, ladrillo estucado, a partir del baquetón y el pilar compuesto es sillería de piedra restaurada; por último apreciamos que las dovelas de los arcos, son sillería más antigua que el resto de materiales.
24
Fig. 25 a y b. Podemos apreciar los desperfectos que sufre alguna de las capillas laterales, convenientemente mal iluminadas. Por otro lado, podemos comparar la irregularidad de las bóvedas de crucería, como de sus nervios.
Si entramos por la fachada que recae en
la plaza de Lope de Vega31, el imafronte de la
iglesia, tendremos una visión general del
interior (fig. 26 y 27), especialmente de la
nave central compuesta por seis tramos, que
guarda una relación de amplitud 1-3-1
respecto a las dos naves laterales.
En la nave central podemos encontrar el
soporte principal de toda la iglesia, el pilar
pétreo de base cuadrangular. Es de mediana
altura porque la iglesia solo tiene un cuerpo en
altura, las arcadas e inmediatamente después
la cubrición, careciendo de otros elementos
góticos como la tribuna, el triforio o el claristorio, y por consiguiente de arbotantes32.
Los enormes pilares quedan vestidos con semicolumnas de piedra, convirtiéndolo en
un pilar compuesto, que se eleva hasta conectar con el arco fajón, recayendo
directamente sobre el capitel cisterciense dado que carece de entablamento y de
cimacio (fig. 28).
31
Se construyó primero el ábside poligonal, después por tramos, se construyó el resto, hasta llegar a los pies del templo. 32
Como señala Robert Mark en su Tecnología Arquitectónica hasta la Revolución científica, al no tener gran altura, la iglesia no es necesario la introducción de arbotantes.
Fig. 24. Fotografía donde aparece el óculo sellado de la calle Tapinería. Si nos fijamos detenidamente, al lado del cortinaje hay una parte.
25
Fig. 26. vista del imafronte trasero, visto desde la capilla mayor.
Fig. 27. Nave central y capilla mayor, vista desde los pies del templo.
Fig. 28. Nave de la Epístola o derecho, desde la nave central. Podemos apreciar todos los elementos de una bóveda de arista, como los arcos formeros, fajones, ojivales, la clave y los plementos. Además de ver los pilares compuestos en primer término, en cuyas esquinas brotan arcos
formeros para recoger los nervios de las bóveda central, de este tramo que no aparecen, solo vemos dos bóvedas de arista, la del tramo lateral y de
la capilla, al fondo
26
De la misma forma que los pilares compuestos reciben los arcos fajones
directamente, los baquetones hacen lo propio con los nervios de las bóvedas recaen
en sus capiteles cilíndrico. De esta forma el baquetón, además de ser una columnilla
alargada poligonal de eminente sentido decorativo, se convierte en un elemento
estructural, aunque no es indispensable. Tanto los arcos fajones como los nervios de
las bóvedas están compuestos visiblemente por piezas de sillería de formas que van
desde la poligonal hasta la trapezoidal, unidas con mortero.
Al carecer de arbotantes el peso descomunal de la bóveda carga sobre estos
elementos estructurales macizos dispuestos directamente sobre los arcos de las naves
laterales, solución que a todas luces parece inadecuada, motivo por el cual originó
continuos problemas de estabilidad del edificio a lo largo de los siglos. De hecho,
durante la última actuación, realizada por Luis Gray, se abordó la construcción de doce
grandes arcos apuntados de hormigón armado recubierto de placas pétreas,
incapaces de absorber los empujes de la gran bóveda central y el peso propio de los
contrafuertes. Esto hace que las naves laterales parezcan mas angostas de lo que
debieran, pues como he se comentado la relación de anchura es de 1-3-1, quedando
distorsionada visualmente. Esta restauración ha provocado que la mayor parte de los
paramentos, arcadas, capiteles y otros elementos constructivos y decorativos son de
moderna factura y corresponden a la última restauración.
Los tramos de la nave central presentan en el trazado en planta desigualdades
evidentes, provocando que los seis tramos de bóveda de crucería no sean de anchura
uniforme y que los arcos fajones no se han de continuación exacta a los de las naves
laterales. Sin embargo, este problema de contrarresto queda resulto con la colocación
de unos estribos en la parte exterior del edificio, sobre las naves laterales, menores en
altura, de esta forma los contrafuertes absorben más cantidad de empuje lateral que
procede de la bóveda de crucería de cada uno de los tramos. Aunque también, dicho
esfuerzo tangencial se distribuye a las naves laterales y de ahí a las capillas; como se
aprecia en la imagen aérea (fig. 29).
En dicha imagen también podemos apreciar que la cubrición exterior de ladrillo es a
dos aguas, salvo en la parte de capilla mayor que está tripartita y en las naves
laterales que tiene una cubierta adintelada diagonal hasta llegar a las capillas laterales
que están adinteladas en sentido plano.
27
Fig. 29. Vista aérea del templo con la cabecera y el imponente campanario en primer término. Podemos observar la techumbre exterior de la iglesia, así como sus contrafuertes exteriores por encima de las naves laterales, porque recodemos que las capillas eran en su origen contrafuertes que se vaciaron.
28
Como hemos mencionado, la iglesia está cubierta con bóvedas de crucería simple
entre arcos fajones apuntados visibles33. Este tipo de bóveda es la más común que
vamos a encontrar en la arquitectura gótica, por encima de la bóveda de arista o de
medio cañón. Se forma a partir del cruce de arcos diagonales llamados nervios,
aunque estas ojivas nunca llegan a cruzarse dado que se reúnen en la llamada clave
de bóveda. Por tanto, los elementos que configuran las bóvedas de Santa Catalina
son: arcos fajones, arcos formeros, arcos cruceros (u ojivas), la clave que recoge los
nervios y los plementos.
La tipología de bóveda de arista que encontramos en Santa Catalina, como en
otras muchas iglesias góticas, sobre todo, y de otras épocas, como las del Patriarca,
han generado muchísima expectación34 a la hora de explicar su funcionamiento. No es
momento aquí y ahora de realizar una explicación detallada de la misma, aunque si es
necesario explicar sucintamente como funciona.
Tradicionalmente, Viollet-Le-Duc y Choisy, sostenían que los arcos fajones,
formeros y los ojivales eran el esqueleto de la bóveda que a la vez sostenían los
plementos, que eran independientes entre sí. Los empujes se trasmitirían por los
nervios hasta los cuatro puntos del arranque de la bóveda. Sin embargo, tras el
bombardeo de Reims se pudo apreciar que tales teorías clásicas estaban
equivocadas, es decir, se incurrió en lo que en Fuentes se conoce como “sesgo de los
tópicos”, que consiste en repetir una hipótesis como si fuera verdadera e irrefutable
por el hecho de estar planteada por un investigador prestigioso. Así fue como, tras ver
los intestinos de la bóvedas de arista y crucería, Pol Abraham, Torres Baldás, y
especialmente Robert Mark, sostuvieron que la que sostenía la bóveda era la
plementería, mientras que los arcos cruceros y fajones, son independientes,
pudiéndose eliminar sin que afecte a la estabilidad de la bóveda, ya que tienen una
función decorativa y no estructural, porque solo sostiene su propio peso. La única
función práctica de estos elementos es que contribuye al cimbrado de la bóveda para
que se fraguase la plementería, pero una vez cumplida su función podrían
descimbrarse formeros, fajones y ojivos.
33
En su origen estos arcos transversales estaban embebidos en la estructura, como sucede en la arquitectura persa-sasánida. 34
Como en los estudiosos más destacados: August Choisy que inventó el dibujo de la bóveda de crucería que plasmó en su Historia de la Arquitectura y Viollet-Le-Duc lo recogió en su Diccionario razonado de arquitectura y explicó su funcionamiento. Por no mencionar a Pol Abraham, el español Leopoldo Torres Balbás o el estadounidense Robert Marck.
29
La capilla mayor destaca del resto de las iglesias góticas primitivas valencianas
por rodear con una girola el altar principal. Así, parece que el templo consta de tres
naves al prolongarse el deambulatorio a lo largo de los flancos de la nave central. Es
la única iglesia de Valencia que dispone de girola en la cabecera a semejanza de la
Catedral. La girola se abre al presbiterio a través de cinco lados, que son arcos
apuntados, igual número de lados que la Catedral, que se resuelven muy
elegantemente con una duplicación de capillas (ver planta). Las restantes iglesias
parroquiales, que no se suman a esta tipología catedralicia, conservan la nave única
con capillas laterales entre contrafuertes, como de hecho sucede en todas las
parroquias históricas conservadas35.
Una de estas diez capillas radiales, al centro de la parte del
Evangelio, constituye el paso a la capilla de la Comunión (fig. 30), de
planta de cruz griega con cúpula y linterna y estilo clasicista. Lugar
donde se conservan dos representaciones de San Lorenzo y San
Vicente que proceden del eliminado revestimiento barroco del
presbiterio.
La cabecera estuvo concebida para ser desarrollada ulteriormente,
conformando una iglesia de tres naves con capillas laterales entre
contrafuertes. Sin embargo, al reformar la fábrica preexistente, se
producirá un abocinamiento en el primer tramo en contacto con el
deambulatorio y la difícil conjunción tectónica de las naves laterales,
que para su ejecución tendrán que ser vaciados los antiguos
contrafuertes. Creando con ello graves problemas estructurales que
han perdurado hasta nuestros días, ya que los estribos apean
directamente sobre los arcos fajones de la nave y no sobre los
arbotantes, como hubieran sido necesarios y a buen seguro se hubieran realizado si
hubiese levantado de nueva planta. Destaca en el centro del presbiterio, el
monumental Crucifijo de madera de nogal, de 2.40 metros, labrado por el escultor
Ramón Mateu Montesinos realizado en los años 60´ del siglo pasado.
Continuando el recorrido por el resto del templo, analicemos las naves laterales
(fig. 31). El material y la fábrica es exactamente el mismo que encontramos en la nave
central, pero aplicado a una nave estrechísima nave lateral, que también es más baja.
35
A excepción de la desaparecida iglesia de San Bartolomé, a la que se agregará el crucero en el transcurso de la reforma barroca de finales del s. XVII.
Fig. 30. Capilla de la comunión. Muy restaurada como se puede apreciar a simple vista. Es de estilo clasicista, tiene planta en forma de cruz y tiene una pequeña cúpula gallonada en el transepto sobre pechinas
30
De este modo, la estrechez de las naves laterales hace que los fajones resulten
de un apuntamiento muy acusado, insólito en el gótico valenciano, aunque está
acentuado por la hormigonada de reconstrucción moderna.
Los tamaños de los tramos son irregulares, dando como resultados bóvedas de
crucería distintas, como mencionamos anteriormente. También en las naves laterales
se distribuyen a partir de arcos compuestos que sostienen arcos apuntados, fajones y
formeros, que recaen sobre semicolumnas de menor altura, igual que sus homólogas
de la nave central, lógicamente, por la menor altura de las naves laterales. Como
vimos en la nave principal, los baquetones se prolongan en altura hasta conectar con
los nervios de la bóveda.
La distribución y tamaños de las capillas de las naves laterales entre
contrafuertes no son uniformes. El lado del Evangelio tiene sólo dos, por las seis del
lado de derecho o de la Epístola, esto es un total de ocho. Esto se debe, como ya
Fig. 31. Nave lateral izquierda o del Evangelio
31
dijimos, a la expropiación del terreno36 por parte de la ciudad de Valencia para realizar
una calle que circundará la iglesia.
A modo de ilustración destacemos una de las capillas
más importantes de la iglesia, la capilla de Arnau Valeriola,
localizada en el primer tramo de la nave de la Epístola (fig.
32.), conocida por albergar restos de la Iglesia como: la
clave de un tercelete, el mosaico de la Virgen de la Paz o un
plano ilustrativo que cuenta la historia de la iglesia y
muestra su planta, aunque ilegible por la pésima iluminación
de la capilla37.
Esta capilla, la primera a la derecha según entramos por los
pies de la iglesia, es la fundó Arnau de Valeriola (o Arnaldo
de Valeriola, primer señor de Vinalesa), el financiero más
importante de la Valencia del siglo XIV. La capilla estaba
bajo la advocación de Sant Bernat y Santa Llùcia y se
construyó como lugar de enterramiento. En la actualidad
su sepulcro38 fechado entre 1370/1380 se encuentra
depositado en el Museo de Bellas Artes de Valencia
(fig. 33). Hoy día esta capilla alberga un pequeño espacio expositivo con la explicación
de las obras de rehabilitación realizadas en la iglesia en los últimos años.
A modo de síntesis destacar que del contenido mueble de la iglesia destacan dos
esculturas de piedra del s. XV, imágenes orantes de la Virgen y del arcángel Gabriel,
aparecidas dentro de un muro en el curso de la última restauración y que ahora
exhiben en la primera capilla de la nave de la Epístola. Entre las piezas modernas se
encuentra el gran conjunto de vidrieras emplomadas, realizada a lo largo de los años
sesenta y el Cristo Cruficado, que ya comentamos.
36
Según los afines a la iglesia “cesión”. 37
Es curioso que las capillas que no contienen elementos religiosos tiene una peor iluminación que los que si los tienen, como poco destacable máxime cuando en su entrada principal hay un cartel con el símbolo del ayuntamiento que indica que además de iglesia es un museo (fig.). 38
El sepulcro gótico o más bien osario, está fechado a mediados del siglo XIV y apoyaba en dos molduras en forma de canes. La figura yacente del difunto se encuentra sobre la tapa del sepulcro en plano inclinado. Viste ropa talar de pliegues rectos y paralelos, con amplias mangas. Lleva espada al cinto y su cabeza barbada se encuentra apoyada sobre un cojín. A sus pies descansa un perro, animal totémico alusivo a la fidelidad. Sobre el frontal del sepulcro vemos la escena del entierro, veintisiete figuras ordenadas jerárquicamente en dos niveles. Los hombres delante, las mujeres detrás, frailes, niños, plañideras, esclavos y sirvientes. Las figuras conservan restos de policromía. Arnau de Valeriola era un acaudalo banquero del siglo XIV con oficina abierta en la calle de los Cambios de Valencia, perteneciente a la Parroquia de Santa Catalina.
Fig. 32. Capilla de Arnaldo Valeriola.
32
Las características de esta iglesia son especialmente originales, esta singularidad
se debe a una mezcla de influencias en el estilo gótico: las del Languedoc francés, así
como las grandes iglesias meridionales francesas. A esta se añaden otras
particularidades como la inexistencia de arbotantes en los muros exteriores,
sustituidos por recios contrafuertes levantados sobre las naves laterales.
A modo de síntesis destacar que del contenido mueble de la iglesia destacan dos
esculturas de piedra del s. XV, imágenes orantes de la Virgen y del arcángel Gabriel,
aparecidas dentro de un muro en el curso de la última restauración y que ahora
exhiben en la primera capilla de la nave de la Epístola. Entre las piezas modernas se
encuentra el gran conjunto de vidrieras emplomadas, realizada a lo largo de los años
sesenta y el Cristo Cruficado, que ya comentamos.
Las características de esta iglesia son especialmente originales, esta singularidad
se debe a una mezcla de influencias en el estilo gótico: las del Languedoc francés, así
como las grandes iglesias meridionales francesas. A esta se añaden otras
particularidades como la inexistencia de arbotantes en los muros exteriores,
sustituidos por recios contrafuertes levantados sobre las naves laterales.
Fig. 33. Sepulcro de estilo gótico de Arnaldo Valeriola, que se encuentra expuesto en el Museo de Bellas Artes de Valencia
33
CONCLUSIÓN
Como hemos podido observar tras la conquista de la ciudad de Valencia llevada a
cabo por Jaume I en 1238 supondrá un cambio sustancial en el gobierno de la ciudad,
que al aumentar de población requerirá una ampliación del recinto amurallado en
1236. Además supondrá una afirmación del poder cristiano, frente al musulmán;
creando una visión completamente desfigurada y manipulada de la realidad islámica,
asentados durante cinco siglos en tierras musulmanas. Empezando, como el caso que
nos ocupa, por la destrucción de las mezquitas y su consiguiente sustitución por
edificios cristianos. Por tanto, podemos apreciar una reflexión acerca del patrimonio,
en este caso, basada en la destrucción para crear un patrimonio propio que identifique
a los nuevos habitantes de la ciudad. En este sentido, me viene a la memoria la
ponencia del Dr. Delfín Rodríguez: Morir de arquitectura: construcción y destrucción
como metáforas del proyecto durante la Edad Moderna39; donde afirmó certeramente
que la destrucción y la creación eran sinónimos, ideas concomitantes de una misma
realidad, la Arquitectura.
El siglo XVI valenciano vino caracterizado por la profusión de edificios religiosos, a
las primitivas parroquias y conventos de órdenes mendicantes, se añaden más
conventos, adquiriendo la ciudad el rango de “conventual”. La iglesia de St. Catalina
recibirá la primera gran influencia estilística, el gusto renacentista, adaptando al
patrimonio gótico una serie de modificaciones que permitan ponerlo en órbita con las
corrientes estilísticas europeas.
El siglo XVII se inicia con una fuerte depresión económica al que no será ajena la
expulsión de los moriscos, casi un treinta por ciento de la población, que producen un
inevitable estancamiento. El perfil de la ciudad se irá modificando con la aparición de
nuevos y singulares campanarios, entre los que cabe citar los de las iglesias de San
Nicolás o la de Russafa, y destacar, por su original diseño y solución constructiva, el
de la parroquia de Santa Catalina.
Durante el siglo XVIII, la Ilustración constituirá un importante impulso cultural que
reunirá en valencia un importante número de intelectuales. En esta ambiente surge la
figura de Tomas Vicente Tosca, a quién debemos una significativa aportación
cartográfica de la ciudad. Su célebre plano en perspectiva caballera de la ciudad
amurallada, se convertirá en un instrumento indispensable para conocer el estado de
39
Celebrada durante el Congreso Internacional “La obra Interminable: uso y recepción del arte” el 17 de septiembre de 2012.
34
la ciudad. En este siglo, también se crea la Real Academia de Bellas Artes de San
Carlos (1768), que será muy importante no solo en lo referente a la unificación de
criterios estéticos, también en la conservación del patrimonio de la ciudad, como
cuando siglos más adelante, se propondría destruir la iglesia de Sta. Catalina. En
cualquier caso, en este contexto, incluso desde el siglo XVII, la iglesia asumiría
importantes intervenciones, más barrocas que neoclásicas.
Finalmente, a mediados del siglo XX, tras la Guerra civil española Luis Gray
realiza una serie de intervenciones para devolver a la iglesia la primitiva impronta
gótica, esto es, una repristinación, quitando a su paso casi todo lo que evocara a otros
periodos estilísticos. Esta agresiva reconstrucción hay que entenderla o
contextualizarla dentro de un periodo donde se advierte un interés por recobrar las
señas de identidad de un pueblo mediante la “recuperación” de sus monumentos más
representativos, por influencia de las ideas llevadas a cabo en el siglo XIX por la figura
de Eugène-Emmanuel Viollet-le-Duc.
Este arquitecto francés que rechazó las enseñanzas académicas de la Escuela de
Bellas Artes, realizando su formación en el estudio del arquitecto Huvé. Describió en
su Dictionaire raisonné de l´architecture française du XI au XVI siècle, definió su
criterio de restauración: “Restaurar significa restablecerlo en un grado de integridad
que pudo no haber tenido jamás”40. Con esta definición legitima la libertad a la hora de
completar las fábricas incluso con elementos procedentes de otros edificios, cuando
no inventados. Esta actitud decimonónica se difunde a otros países, que ven en el
estudio del pasado la recuperación de una identidad nacional. En este sentido, hoy en
día, realizar una reconstrucción ideal sobre un patrimonio, despojando elementos
originales de otros estilos, resulta como poco hiriente. Idea compartida por la mayoría
de investigadores, como F. Pingarrón. Sin embargo, durante su reconstrucción, tanto
los parroquianos como algunos de los investigadores coetáneos a la misma,
apreciaron dicha solución, no solo como un mal menor para conservar el bien
patrimonial, sino como una excelente y modélica intervención llevada a cabo por Luis
Gray.
Lamentablemente, en mi opinión, la última intervención se optó por una
repristinación más que cuestionable, dando al traste tanto con el revestimiento
barroco como con el neoclásico, que hubieran sido perfectamente asumibles. Es un
ejemplo más de las aciagas “repristinaciones” de los años cincuenta y sesenta,
40
MORALES, Alfredo J., Patrimonio histórico-artístico. Valencia: Historia 16, 1996, p.114.
35
responsables de la destrucción de una parte significativa del patrimonio arquitectónico
valenciano.
Con esto quiero destacar que depende del contexto y de las circunstancias de las
que se envuelto el patrimonio, será objeto de un determinado tipo de intervenciones y
reflexiones, en muchas ocasiones contradictorias al cabo del poco tiempo o incluso a
la vez. Por lo que el patrimonio que recibimos de nuestros ascendientes es el
resultado de decisiones que implican destrucciones, restauraciones, reutilizaciones e
intervenciones conscientes, que lo largo del tiempo revelan, a su vez, actitudes y
valores cambiantes, intereses precisos e intenciones manifiestas o latentes. En este
sentido, el patrimonio artístico, como obra de arte, es producto del pasado, pero
también de la actualidad; es como decía Fernando Marías “objetos extraños”. Esta
doble vertiente, como testimonio del pasado o como elemento todavía activo, es
complicada de compaginar y equilibrar. Pero que sea una labor compleja, no es
excusa para llevar no a cabo intervenciones razonables y razonadas del patrimonio
que nos ha sido legado y que tenemos el deber de transferir en las mejores
condiciones posibles a nuestros sucesores.
En cuanto a la parte académica se refiere, el estudio de Santa Catalina, me ha
permitido conocer los aspectos más técnicos de su fábrica; cosas que habitualmente
se pasan por alto, pero que son muy
importantes para ver la génesis de un
edificio y su interior. También, con este
trabajo he podido aplicar los
conocimientos teóricos adquiridos en
las clases, espero que de manera
satisfactoria.
Como comentaba en el prólogo y
la introducción, uno de los objetivos
que me había marcado era realizar un
trabajo concreto, claro y asequible para
cualquiera que esté interesado en la
iglesia de Santa Catalina, no soy yo
quien debe juzgar ese aspecto, que
queda en manos del lector.
Fig. 34. Plano del Padre Tosca de 1704. Señalado en un círculo rojo aparece señalada la Iglesia de Santa Catalina Mártir.
36
BIBLIOGRAFÍA
Libros
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- Archivos de la Hermandad de Sacerdotes Operarios. En PINGARRÓN-ESAÍN SECO,
Fernando. La Iglesia de Santa Catalina Mártir de Valencia. Valencia: Hermandad de
Sacerdotes Operarios Diocesanos, 2002.
- Fotografías propias.