PEDAGOGÍA - Fernando Suarez

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Universidad Católica Argentina “Santa María de los Buenos AiresFacultad de Filosofía y Letras PEDAGOGÍA EDUCACIÓN Y CULTURA ÁREA:PEDAGOGÍA Autor: Suárez, Fernando

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Universidad Católica Argentina

“Santa María de los Buenos Aires” Facultad de Filosofía y Letras

PEDAGOGÍA

EDUCACIÓN Y CULTURA

ÁREA:PEDAGOGÍA Autor: Suárez, Fernando

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PEDAGOGÍA 1

ÍNDICE 1 Introducción 3 2 El caso Antonio Gramsci 4 2.1 Breve biografía de Antonio Gramsci 4 2.2 Revolución y cultura en Gramsci 6 2.2.1 Análisis superestructural de la realidad 6 2.2.2 Sociedad y cultura 8 A) Religión e Iglesia Católica 8 B) Filosofía realista 9 C) El "sentido común" 9 D) La familia monogámica 10 2.2.3 Los intelectuales y el bloque histórico 11 A) Metamorfosis de la conciencia individual 11 B) Los intelectuales: elites y hegemonía 12 C) Estrategia y pedagogía 13 C.1) Pedagogía de masas 13 C.2) Pedagogía y monopolio escolar 14 D) Periodismo y mass-media 15 2.3 Síntesis del pensamiento de Gramsci sobre la cultura 16 3 La educación y la cultura en el Magisterio de la Iglesia 18 3.1 Documentos seleccionados 18 3.1.1 "Gravissimum educationis" 19

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3.1.2 "La Escuela Católica" 20 3.1.3 "El laico católico, testigo de la fe en la escuela" 22 3.1.4 "Ex corde Ecclesiae" 24 3.1.5 "Iglesia y Comunidad Nacional" 26 3.1.6 "Educación y Proyecto de Vida" 27 3.2 Síntesis del Magisterio sobre cultura y educación 29 4 Conclusiones 31 5 Abreviaturas 33 6 Referencias bibliográficas 34

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1 Introducción

El presente trabajo tiene por objeto profundizar desde una perspectiva pedagógica la relación existente entre Educación y Cultura, integrando los temas correspondientes desarrollados en la cáte-dra y teniendo presente la condición de persona y creatura del ser humano.

A tal efecto hemos recurrido a una metodología de investigación y estudio por comparación y

contraste de dos visiones muy diferentes:

• El caso de la filosofía inmanentista de Antonio Gramsci.

• La educación y la cultura en el Magisterio de la Iglesia.

Iremos recorriendo primero la visión particular del sardo sobre todo con citas de textos elegi-dos para luego esbozar una breve síntesis. Luego nos basaremos algunos documentos seleccionados del Magisterio de la Iglesia para realizar la síntesis correspondiente y extraer las conclusiones de ambas visiones, sus coincidencias y diferencias, haciendo énfasis en la visión propia de la persona humana.

Para la presentación de la visión gramsciana hemos recurrido al esquema organizador propues-

to en el capítulo IV del libro de Eduardo Martín Quintana, "Aproximación a Gramsci", que también forma parte de la bibliografía utilizada en el presente trabajo.

Hemos incluido también dos documentos del Episcopado Argentino con el objeto de lograr un mayor acercamiento a nuestra realidad cultural-educativa particular.

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2 El caso Antonio Gramsci 2.1 Breve biografía de Antonio Gramsci

Gramsci nace el 22 de enero de 1891 en el pueblo de Ales, isla de Cerdeña, en el seno de una familia burguesa. Su abuelo paterno había sido coronel del rey de Nápoles y su padre, Francisco Gramsci, luego de haber cursado algunos años de derecho se empleó en el registro de la propiedad en la cercana ciudad de Ghilarza.

Durante su infancia un desgraciado acontecimiento acercaría al pequeño Antonio a la dura

realidad de las injusticias en su tierra natal. Debido al enfrentamiento político entre dos caudillos locales, el padre de Antonio debe tomar partido por uno de ellos en las elecciones de 1897. Al resul-tar perdedor el candidato apoyado por Francisco Gramsci, éste es acusado falsamente y enviado a prisión.

Este hecho sumerge a la familia en una delicada situación económica, lo que obliga a Antonio

a trabajar e interrumpir sus estudios. Desde su niñez muestra una precoz inteligencia y gran afición por el estudio y lecturas diver-

sas. A los diecisiete años es enviado a Cagliari, donde se encontraba su hermano mayor Genaro, para terminar sus estudios secundarios. Es allí donde abreva en las primeras fuentes socialistas y comunistas, entre ellas Carlos Marx, y al mismo tiempo la realidad social de Cerdeña.

En 1911, a los veintiún años, consigue una beca para proseguir sus estudios en Turín en la Fa-

cultad de Letras de esa ciudad. Luego de una interrupción prosigue sus estudios hasta 1915, año en el cual deja la carrera.

Las ideas socialistas que había conocido en Cagliari lo llevan a afiliarse en 1913 en Turín a ese

partido, en donde se plasma definitivamente su orientación intelectual y su vocación política. En 1917 asume la dirección de Il Grido del Popolo, y el 1º de Mayo de 1919 publica L´Ordine

Nuovo con la finalidad de elaborar la estrategia para trasladar el modelo soviético a Italia. Luego de discrepancias en el Partido Socialista, se funda en 1921 el Partido Comunista Ita-

liano, del cual Gramsci participa en su comité central. En 1922 es elegido como representante del Partido Comunista Italiano en el tercer congreso

del Komitern a realizarse en Moscú. Allí se producen varios acontecimientos en su vida y que pro-ducirán cambios importantes en su vida: se empapa con la obra de Lenin, a quien llega a conocer y conoce y se enamora de Julia Schut, la que será su mujer.

Luego de ser elegido para el comité ejecutivo de la Internacional y enviado a Viena. En 1924

es elegido como diputado por el Partido Comunista y regresa a Roma. 1926 es el último año de actuación política de Gramsci, que se inicia con el III Congreso del

Partido Comunista Italiano en el que se aprueban las famosas Tesis elaboradas bajo su inspiración. En Italia triunfa el fascismo de Mussolini y en Rusia se consolida el poder de Stalin.

Luego de una sanción a los diputados que habían hecho abandono de la Cámara, Gramsci es

arrestado y alojado en una prisión en Roma. Posteriormente es trasladado a Bari, en donde escribe sus famosos Cuadernos.

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En Agosto de 1931 padece un proceso tuberculoso y al año siguiente será internado en varias

clínicas. En 1932 la condena es reducida a doce años y el 21 de abril de 1937 Gramsci es definiti-vamente liberado.

Sobrevive muy poco ya que fallece el 27 de abril, víctima de una hemorragia cerebral.

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2.2 Revolución y cultura en Gramsci 2.2.1 Análisis superestructural de la realidad

Por tratarse de un pensador comunista Gramsci comparte el análisis de la realidad de acuerdo a la relación entre la estructura y las superestructuras como otros pensadores de su ideología, pero la particularidad de esa relación en su pensamiento habilita a que llamemos a su revolución como "cul-tural".

Esta revolución abarca todos los planos y su diferencia específica consiste en haberse abocado

especialmente a las relaciones entre los intereses económicos y las diversas manifestaciones del es-píritu. Por eso la visión gramsciana no cae bajo la crítica del reduccionismo economicista y sociolo-gista de otras visiones marxistas de la realidad.

La reforma gramsciana conlleva un arquetipo humano que surgirá de una reforma "intelectual

y moral" del Estado. Por eso está en lo correcto cuando privilegia el intelecto y la ética, pilares e los que se ha asentado la cultura occidental, aunque con un objetivo distinto: el hombre distinto, culmi-nación y apogeo de la edad moderna en desmedro de lo clásico y cristiano.

Al conocer la importancia del clasicismo grecolatino y la fuerza religiosa del cristianismo,

Gramsci intenta dotar a su filosofía inmanentista atea de la subjetividad humana como fuerza forja-dora de la historia y la voluntad, contraponiéndola a la necesidad como motor de la conciencia revo-lucionaria llevada a la acción.

La Ilustración y el enciclopedismo han reducido el concepto de cultura a la mera actividad ra-

cional, cerrando así una de sus más ricas fuentes. La de la ética, la política y la economía. Por el contrario, la cultura clásica asumió la totalidad del hombre como cultivo de todas sus facultades.

Gramsci por una parte vacía el contenido material de la cultura clásica al negar su principal ri-

queza en el realismo y en la trascendencia, pero por otra parte formalmente se acerca más que a la cultura racionalista y enciclopédica: " Hay que perder la costumbre y dejar de concebir la cultura como saber enciclopédico en el cual el hombre no se contempla más que bajo la forma de un reci-piente que hay que rellenar y apuntalar con datos empíricos, con hechos en bruto e inconexos que él tendrá luego que encasillar en el cerebro como la columnas de un diccionario para poder contestar en cada ocasión a los estímulos del mundo exterior. […] Conocerse a sí mismo quiere decir ser lo que se es, quiere decir ser dueño de sí mismo, distinguirse, salir fuera del caos, ser elemento de or-den, pero del orden propio y de la propia disciplina a un ideal"1.

Esta es la lucha cultural propuesta por Gramsci, la filosofía de la praxis como ideal a encarnar-

se en la vida como cualidad existencial, y por esa misma razón como ideal totalizador que no se re-duce a un contenido ni económico ni político.

Para Gramsci la tarea del marxismo no pasa por ser simplemente de índole económica, sino

que es precisa una profunda labor cultural; la reforma pasa por todas las dimensiones humanas, so-bre todo el intelecto y la voluntad.

1 Gramsci, A., "Sociedad y cultura", en I.G.P., 29/11/1916

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Su propuesta doctrinaria es concisa:" La filosofía es simultáneamente política actual, estre-

chamente vinculada a la actividad preponderante de la vida de las clases populares: el trabajo, que debe vincularse necesariamente a la ciencia.

Esta concepción vincula al hombre con la naturaleza por medio de la técnica, con lo que man-

tiene la superioridad del hombre y la exalta en el trabajo creativo; exalta, por consiguiente, al espíri-tu y a la historia"2.

Algunos han acusado a Gramsci de "reformista" o "idealista", por diluir el concepto de lucha violenta y de revolución. Sin embargo, la propuesta revolucionaria de Gramsci es la revolución total entendida como una metamorfosis absoluta.

Al rechazar una "revolución pasiva" acentúa que su propuesta trasciende lo estructural-

económico para proponer una liberación integral. Para Gramsci la revolución pasiva se caracteriza por: "la organización corporativa que introduce modificaciones en la estructura económica para acentuar la socialización y la producción y se limita a regular y fiscalizar la apropiación individual y la ganancia sin tocarla"3.

2 M. H., págs. 224-225. 3 Ibid., pág. 193.

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2.2.2 Sociedad y cultura

En su obra de madurez, los Cuadernos, Gramsci realiza un exhaustivo estudio sociocultural de la sociedad de su tiempo donde descubre que la amplia expresión de la vida social mediante usos, costumbres, creencias, lenguajes, no constituye un sistema como tal pero se asientan sobre premisas de hondo arraigo. La modificación de la estructura sociológica a partir de una nueva concepción del mundo no resulta fácil: " Las masas populares cambian de concepciones más difícilmente y en todo caso no las aceptan jamás en la forma pura, por así decirlo, sino siempre y solamente como combi-nación más o menos heteróclita y abigarrada"4.

Para transformar la concepción del mundo social, por una parte hay que sofocar y destruir los

fundamentos sociales existentes, y concomitantemente debe efectuarse la propuesta modificatoria que resulte accesible y vivencial a las masas.

La propuesta de Gramsci se dirige a modificar la concepción subjetiva del mundo que en la

sociedad concreta descansa en el nivel popular en tres "pilares": la religión católica, la filosofía rea-lista y el sentido común.

A) Religión e Iglesia Católica

Para Gramsci el primero y fundamental soporte de la sociedad burguesa es la religión, y si-guiendo a Feuerbach y a Marx concibe que: "la religión es la más gigantesca utopía, o sea, la más grande metafísica aparecida en la historia, puesto que es el intento más grandioso de conciliar en forma ideológica las contradicciones reales de la vida histórica"5.

De su profunda aversión a la Iglesia Católica y la lectura atenta a sus escritos surge que no

comprendió el cristianismo. Simplemente le interesó conocer la doctrina católica como " elemento opiáceo, tendiente a mantener determinados estados de ánimo de expectativa pasiva de tipo religio-so"6.

Así como la religión es la ideología del Estado burgués, la filosofía de la praxis será la nueva

"religión" de la sociedad regulada como prefiere llamar Gramsci al futuro Estado marxista. Frente al teocentrismo católico Gramsci opone la "filosofía de la praxis", que es la concepción

inmanentista de la realidad pero despojada de todo resabio especulativo. Frente al problema religio-so el Estado no puede permanecer neutral: "La Iglesia no puede ser reducida a su fuerza normal con la refutación desde un punto de vista filosófico de sus postulados teóricos, ni con las afirmaciones platónicas de una autonomía estatal (que no sea militante), sino únicamente con la acción práctica cotidiana, con la exaltación de las fuerzas creadoras en el área social"7.

Como se ve, en la filosofía de Gramsci no hay ni puede haber ninguna concesión a la libertad

de conciencia o de culto.

4 Ibid., pág. 193. 5 M. H., pág. 99. 6 M., pág. 222. 7 M., pág. 240.

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B) Filosofía realista

El significado del concepto de la filosofía de la praxis apunta al fundamento filosófico de la

concepción del mundo vigente. Para Gramsci ni el idealismo hegeliano ni el cientificismo positivista eran amenazas reales a la

revolución, sino una filosofía que se había hecho praxis y que era experimentada por el pueblo: el ya supuestamente superado realismo filosófico.

Gramsci mismo lo explica: " la humanidad es aún enteramente aristotélica y la opinión común

sigue aún el dualismo característico grecolatino… existe la tendencia siempre más visible de la cul-tura católica a valorizar la ciencia positiva y la experiencia contra la metafísica de lo absoluto. No hay que excluir que el pensamiento católico puede rejuvenecerse refugiándose en la ciudadela de la ciencia experimental"8.

Para Gramsci la concepción dualista y la objetividad del mundo exterior, tal como se hallan en

el pueblo debido a la religión y al realismo filosófico solo puede ser desarraigadas por una nueva concepción ligada a un programa político.

C) El "sentido común" Del análisis de su concepción de la vida difundida en Occidente Gramsci concluye que junto a

la religión y a la filosofía que sustenta la dualidad conciencia-mundo, se encuentra íntimamente uni-do y ligado a ésta el "sentido común" que se plasma en el entretejido de las vivencias cognoscitivas, volitivas y afectivas.

Hay que conquistar el territorio fundamental constituido por el sentido común. Este es a quien

hay que destruir, o mejor dicho, substituirlo por el "buen sentido" de la filosofía de la praxis. Gramsci sabe bien que este es la brújula del hombre común, por lo tanto la liberación por él

propugnada tiene que pasar por la destrucción del sentido común, el sentido que se ha formado el hombre a partir de su vida cotidiana, para asentar sobre ella el sistema, la organización, los ideales y la finalidad del "buen sentido" comunista.

Según Gramsci, "el sentido común identifica la causa exacta y simple al alcance de la mano y

no se deja desviar por enredos y abstrusidades seudoprofundas, seudocientíficas"9. No es ociosa la distinción gramsciana entre "sentido común" y "buen sentido", distinción asu-

mida también por la filosofía realista, con la diferencia que para ésta el segundo se apoya en el pri-mero: es la aptitud de juzgar sin error en los casos particulares.

8 M. H., pág. 225. 9 Ibid., pág. 33.

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D) La familia monogámica

Si bien Gramsci no abordó específicamente el tema de la familia, no por ello escapa a su análi-sis, relacionándola con la producción económica.

En su estudio sobre el fordismo y el taylorismo sostiene que la estabilidad del matrimonio está

sostenida por el interés de la gran industria en concentrar las energías que se deben aplicar a la pro-ducción laboral. De aquí que la monogamia solo tenga por fundamento la conveniencia de los gran-des intereses económicos.

De acuerdo con estas conclusiones Gramsci diluye el fundamento del matrimonio como insti-

tución, postura coherente con las ideologías totalitarias para quienes esas instituciones no deben pre-valecer sobre los intereses del Estado.

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2.2.3 Los intelectuales y el bloque histórico

Una reconocida especialista del fenómeno marxista se aventura a señalar que Gramsci fue el único marxista que trató a fondo la cuestión de los intelectuales, articulándola con el conjunto de su estrategia revolucionaria, cuyo momento esencial está representado por el concepto de hegemonía y su momento más fuerte por el de "bloque histórico", a través de la vinculación dialéctica entre infra-estructura y superestructura.

Gramsci mismo señala al referirse a la filosofía de la praxis: "Concepto de hegemonía; revalo-

rización del frente filosófico, estudio sistemático de la función de los intelectuales en la vida estatal e histórica, doctrina del partido político como vanguardia de todo movimiento progresista"10.

El racionalismo y luego la Ilustración y el iluminismo acentuaron la brecha entre los intelec-

tuales y los simples, apareciendo la distinción entre "alta cultura" y "cultura popular"; queda así de-bilitada la perspectiva clásica fundada en el deseo de conocer de todo hombre por naturaleza.

Desde su filosofía inmanentista y atea Gramsci no deja de reconocer que es preciso destruir el

prejuicio difundido que sostiene que la filosofía es algo difícil por ser la actividad intelectual propia de una categoría de científicos especializados; para él cobra importancia demostrar que todos los hombres son "filósofos" y delimitar y caracterizar a la filosofía espontánea propia de todo el mundo.

Es decir, se puede hablar de intelectuales pero no tiene sentido hablar de "no intelectual"; en la

sociedad la diferencia solo es de función. Vuelve a hacer referencia acerca de la nueva intelectualidad: "El modo de ser del nuevo inte-

lectual ya no puede consistir en la elocuencia motora, exterior y momentánea, de los afectos y de las pasiones, sino que el intelectual aparece insertado activamente en la vida práctica, como constructor, organizador, persuasivo permanente, no como simple orador"11.

La consecuencia política de lo anteriormente expuesto es evidente; así como todo hombre es

filósofo, también todo hombre es político y con un compromiso político ineludible.

A) Metamorfosis de la conciencia individual

La importancia que Gramsci le otorga al conocimiento intelectual hace que su acción revolu-cionaria se inicie en lo más íntimo y recóndito de los hombres: su conciencia.

Nos encontramos aquí con el desprecio de Gramsci por las múltiples encarnaciones particula-

res del existir cotidiano que difiere según los lugares, idiosincracias y costumbres que constituyen una fuente inagotable y espontánea de formas sociales. Su gran pretensión de tono fuertemente idea-lista fue planificar un "género humano mundialmente unificado", unificación solo lograble por la hegemonía comunista bajo la luz de la filosofía de la praxis.

La disyuntiva gramsciana enfrenta al hombre a un callejón sin salida: o se acepta la concep-

ción del mundo imperante en la sociedad o se asume la concepción del mundo de la filosofía de la praxis, pero su preocupación es que los hombres participen de "la única" concepción del mundo, la marxista.

10 M. H., pág. 200. 11 Ibid., pág. 12.

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Gramsci aborda la transformación de la concepción dominante en el mundo de dos maneras. Por un lado señala la importancia de los filósofos que plantean y plasman una determinada filosofía, y por otro, fundado en la experiencia histórica y en la propia del marxismo, desconfía de la fuerza persuasiva de las ideas por sí solas en la medida que no se conjuguen con la vida cotidiana.

Si previamente no se abona el campo de la conciencia individual mediante la crítica de los

fundamentos del sentido común, difícilmente las ideas revolucionarias encuentren encarnación prác-tica.

B) Los intelectuales: elites y hegemonía

Gramsci dedicó sus mejores esfuerzos a resaltar el papel de los intelectuales en la lucha revo-lucionaria; sin embargo el concepto de intelectual gramsciano tiene características muy diferentes al concepto derivado del racionalismo.

Para él la tarea del intelectual no es solo teórica, sino que de acuerdo al postulado de la filoso-

fía de la praxis es práctica, y esa practicidad debe dirigirse hacia la comprensión y transformación del sentido común.

Por eso su estrategia se dirige a la "creación de una elite de intelectuales, ya que una masa hu-

mana no se distingue y no se torna independiente per se, sin organizarse (en sentido lato), y no hay organización sin intelectuales"12.

Una sólida base intelectual que fundamente la praxis es el núcleo de la actuación política. Por

ello la hegemonía de un centro directivo sobre los intelectuales se afirma según dos líneas principa-les: 1)una concepción general de la vida, una filosofía que dé un principio de distinción y un ele-mento de lucha contra las viejas ideologías; 2)un programa escolar, un principio educacional y pe-dagógico original que interese y dé una actividad propia, en su campo técnico, a la fracción de los intelectuales que es más numerosa y homogénea (los docentes, desde los maestros elementales hasta los profesores universitarios).

En su léxico distingue el intelectual "tradicional" del intelectual "orgánico" que es la caracte-

rística de clase subalterna que trata de emerger y lograr la hegemonía. Además, en su pensamiento, dirección y dominio son dos funciones a cargo de los intelectua-

les y que constituyen la hegemonía del grupo dominante. Sin embargo, la hegemonía gramsciana difiere de la de Lenin por recalcar que el consenso espontáneo o voluntario no está en manos del Estado, sino de quienes ejercen la orientación intelectual de la sociedad.

Para Gramsci el terreno esencial de la lucha contra la clase dirigente se sitúa en la sociedad ci-

vil; el grupo que la controla es el grupo hegemónico, y la conquista de la sociedad política remata esa homogeneidad extendiéndola al conjunto.

El concepto de hegemonía representa un progreso filosófico, además de político, pues signifi-

ca una unidad intelectual y una ética conforme con una concepción de vida que ha logrado superar al disgregado e incoherente sentido común, y esta es la única manera de lograr una dirección y un do-minio orgánico y homogéneo.

Otro concepto no menos importante es la proximidad constante que deben mantener los diri-

12 Ibid., pág. 20.

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-gentes con las masas y observa que ha sido una constante histórica el divorcio entre aquellos y éstas (menos en la Iglesia, hecho advertido por Gramsci): "Si las relaciones entre intelectuales y pueblo nación, entre dirigentes y dirigidos, entre gobernantes y gobernados, son dadas por una adhesión orgánica… sólo entonces la relación es de representación y se produce el intercambio de elementos individuales; sólo entonces se realiza la vida en conjunto, la única que es fuerza social. Se crea el bloque histórico"13. C) Estrategia y pedagogía C.1) Pedagogía de masas

Según Gramsci el ejercicio de la hegemonía tiene que producir una reforma intelectual y moral para poder consolidar el poder político, y esa ideología debe trasvasarse a las conciencias y de allí pasar a la acción.

Pero el ejercicio de la hegemonía debe ser acompañado por una relación de penetración cultu-

ral: "Cada relación de hegemonía es necesariamente una relación pedagógica […] que existe en toda sociedad en su conjunto y para cada individuo respecto de otros individuos, entre capas intelectuales y no intelectuales; entre gobernantes y gobernados; entre vanguardias y cuerpos de ejército"14.

De la tarea pedagógica que Gramsci exige a las elites se concluye que, para él, la revolución pasa primero por las conciencias en las dimensiones superestructurales que por la problemática es-tructural. Para conquistar el poder primero hay que conquistar a las conciencias.

Por lo tanto la pedagogía de las masas debe asumirse desde diversos niveles: penetración en

los lugares de trabajo y de concentración política, pero fundamentalmente por los medios de comu-nicación social y por la escuela.

Como ya lo hemos mencionado anteriormente para Gramsci la filosofía alcanza su más alta

expresión a partir de la edad moderna hasta culminar en la filosofía de la praxis. Pero por otra parte, en su crítica a la pedagogía contemporánea, se pone en contra del enciclopedismo, el racionalismo y el cientificismo; su discurso formalmente se asemeja al de la paideia clásica.

Cualquier pedagogía descansa en una cosmovisión y dentro de ésta se encuentra un concepto

particular de hombre. El interés de Gramsci se ubica en el aspecto social del hombre y por eso se ocupa del nexo que liga a la sociedad y la escuela.

Los actos del hombre son sociales y por eso "se puede decir que cada cual se cambia a sí mis-

mo, se modifica, en la medida en que cambia y modifica todo el conjunto de las relaciones en las cuales es centro del anudamiento"15.

El fin de la educación, en Gramsci, es crear los presupuestos para la superación de la sociedad

actual a través del conocimiento de las contradicciones existentes y el logro de un genuino sentido de historicidad.

13 Ibid., pág. 120. 14 Ibid., pág. 34. 15 M. H., pág. 37.

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C.2) Pedagogía y monopolio escolar

Las clases dominantes producen a sus funcionarios que son los encargados de ejercer la hege-monía; ésta noción se la puede trasladar al ámbito escolar: junto con el ambiente social la escuela es formadora del hombre y por lo tanto son los dos instrumentos más idóneos para realizar la reforma intelectual y moral.

Gramsci sostiene la necesidad de la "escuela unitaria" en manos de los pedagogos de la filoso-

fía de la praxis. No en vano todos los gobiernos comunistas han tratado y actualmente tratan de mo-nopolizar la educación

La intención de Gramsci es homogeneizar el sistema escolar y la solución concreta pasa por

desvincular a las clases dominantes del control que ejercen sobre la escuela. Especialmente debe ser expurgada la enseñanza religiosa en las escuelas y la propuesta educa-

tiva es la implantación del monopolio estatal: "La formación de las nuevas generaciones y toda la función educacional deja de ser privada para ser pública, porque únicamente de ese modo puede abarcar a todas las generaciones sin división de grupos o de castas"16.

La contradicción que se revela en materia pedagógica en Gramsci se debe a la previa contra-

dicción manifiesta en su antropología, dado que por un lado niega la naturaleza humana individual para asumirla en un todo social, pero como reacción frente al determinismo y con cierto idealismo quiere rescatar la subjetividad. El hombre ahora pasa a ser hacedor de la historia.

Por eso en su visión conviven la propuesta de un control absoluto del Estado bajo la filosofía

de la praxis con el desarrollo de la subjetividad como incentivo para la creatividad. Pero esta función creativa está reservada a las elites que elaboran los programas de estudio.

Un texto selecto nuestra su preocupación por el desarrollo de la personalidad subjetiva:" El es-

tudiantillo que sabe poco de latín y de historia, el abogadillo que ha conseguido arrancar una licen-ciatura a la desidia y a la irresponsabilidad de los profesores, creerán que son distintos y superiores incluso al mejor obrero especializado. […] Pero eso no es cultura, sino pedantería; no es inteligen-cia, sino intelecto, y es justo reaccionar contra ello. La cultura es cosa muy distinta. Es organización, disciplina del yo interior, apoderamiento de la personalidad propia, conquista de superior conciencia por la cual se llega a comprender el valor histórico que uno tiene, su función en la vida, sus derechos y sus deberes"17.

Supuesto ya el monopolio estatal, la pedagogía gramsciana descansa en dos grandes columnas: la asimilación e identificación de la teoría y la praxis, y la escuela unitaria. En cuanto a la metodolo-gía está clara la substitución del concepto clásico de verdad como adecuación de la inteligencia a la realidad por el cambio permanente y el devenir marxista que crea y hace la verdad.

La propuesta pedagógica básica sigue este camino: "Escuela única inicial de cultura general,

humanista, formativa, que equilibre justamente el desarrollo de la capacidad intelectual. A través de repetidas experiencias de orientación profesional, se pasa de esta (tipo de escuelas únicas) a las es-cuelas especializadas o al trabajo colectivo"18.

16 I. C. pág. 110. 17 I. C. pág. 113. 18 I. C. pág. 108.

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La escuela unitaria recibe ese nombre no solo por su carácter estatal sino también porque pro-

pone una perspectiva programática según la cual, los alumnos antes de iniciarse al estudio de las especialidades, deben formarse en una dimensión cultural única que tienda al hombre integral.

La escuela unitaria abarca unos diez años y en sus comienzos, junto con la instrucción elemen-

tal deben impartirse las primeras nociones del Estado y la sociedad. Primeramente esta tiene la fun-ción de expurgar al alumno la concepción familiar, el ambiente y el sentido común, para luego sí dejar lugar a la etapa creativa del alumnado.

En cuanto a la metodología, Gramsci propugna que el verdadero aprendizaje es la adquisición,

dificultosa por cierto, de hábitos intelectuales y volitivos; reafirma así la aridez y las dificultades de la vida intelectual. Por otra parte, no oculta su admiración por la enseñanza basada en el estudio del griego y el latín, el cual resume y satisface toda una serie de exigencias pedagógicas y psicológicas; ayuda a razonar y a abstraer sistemáticamente.

Vemos que en Gramsci está clara la superación del reduccionismo economicista pero con un

objetivo que apunta a la formación de un hombre colectivizado de una futura sociedad sin clases.

C) Periodismo y mass-media

Gramsci vislumbró que con el tiempo los medios de comunicación llegarían a tener un gran poder, y esto se confirma advirtiendo en los hechos el papel que han tenido en las últimas grandes revoluciones de la historia.

Para la propuesta marxista el papel de los medios es fundamental para potenciar la inestabili-

dad de las tradiciones y el desarraigo, que provocan cortes profundos entre las generaciones. Los mass-media ejercen una influencia notable en los hábitos y costumbres de la gente, lo que

representa una herramienta de trascendencia para cualquier gobierno que pretenda ejercer control sobre la cultura de las masas.

Gramsci así lo entiende cuando advierte la estrecha vinculación existente entre la opinión pú-

blica y la hegemonía política, ya que esta es el punto de contacto entre la "sociedad civil" y la "so-ciedad política".

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2.3 Síntesis del pensamiento de Gramsci sobre la cultura

Uno de los rasgos más significativos de la visión gramsciana es su particular concepto de revo-lución. Esta debe ser total y por lo tanto no puede ser restringida al mero aspecto económico-social, como otros continuadores de Marx han pretendido.

A tal efecto la revolución planteada por Gramsci impacta esencialmente en toda la cultura. Es

entonces esta la que debe ser reformada a partir de un cambio intelectual y moral del Estado. El cambio cultural debe abrir camino a un hombre nuevo situado en su contexto social, pero

dotado de una subjetividad creativa. Resulta claro al efectuar el recorrido por los textos escogidos que en cuanto a su visión perso-

nal de la nueva cultura que surgirá como producto de la revolución existe una tensión entre dos po-los.

Podríamos también referirla como una relación de compromiso entre dos principios difícil-mente conciliables: por un lado la propuesta clara y firme de una cultura nueva, bien distinguida de la clásica y religiosa, homogénea y con sentido práctico, y por otro la amplia distancia que propone para la misma respecto de los contenidos enciclopédicos y racionalistas.

Esta contradicción se torna todavía más clara cuando en el terreno concreto de la educación

revaloriza, por el aporte metodológico que brinda, el estudio de las lenguas clásicas. La nueva filosofía de la praxis es fundamental para lograr la ansiada sociedad sin clases ni de-

sigualdades. No resulta entonces difícil de entender la guerra declarada contra la Iglesia Católica como ins-

titución y la filosofía que su doctrina sustenta: el realismo cristiano. A nuestro criterio existe un punto débil en su lucha intelectual contra la antigua sociedad que

debe desaparecer: la emprendida contra el sentido común. Por tratarse de un pensador comunista nos sentimos tentados a deducir que su mayor preocu-

pación debe ser el cambio social de una sociedad mantenida por la clase dominante bajo una pers-pectiva materialista de progreso en la historia.

Sin embargo sale a relucir a nuestro criterio en Gramsci una fuerte impronta idealista: preten-

der suprimir lo más elemental, el principio más sano del que todos disponemos, lo que da sentido muchas veces a la vida cotidiana, el sentido común.

Y lo afirmamos como punto débil no porque no pueda librarse una lucha sistemática contra él,

sino porque su análisis y conclusión de eliminación surge luego de considerar que debe ser suprimi-do por haber sido la piedra de tropiezo de todas las revoluciones anteriores.

Creemos que esta lucha contra lo obvio y evidente parte de una visión antropológica no crea-

cionista, en realidad no lucha contra contra el sentido común sino contra la aceptación de la natura-leza humana.

En cuanto al papel desempeñado por los intelectuales no resulta extraño el lugar preponderante

que les otorga, dado que para él el primer cambio a lograr es en el interior de cada hombre, su con-ciencia individual. Los intelectuales portadores de la nueva filosofía de la praxis vienen a jugar un

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papel sumamente importante en esa transformación. Esto nos introduce de a poco en nuestro mayor interés: la particular visión pedagógica del sar-

do. En ella los intelectuales deben conformar la elite que llevará la tutela del cambio. Sin embargo para lograr tal efectividad es preciso que se distingan pero que no estén disociados de las masas que pretenden formar y liberar.

Lamentablemente este aspecto rescatable que a primera vista aporta una cuota de seriedad y

compromiso, queda desvirtuada por la finalidad que persigue: una escuela unitaria para la formación de la nueva sociedad despojada del sentido religioso y del sentido común, instrumentalizada por un Estado monopólico.

Como positivo vemos una preocupación en la labor educativa, con características de una cultu-

ra para todos, igualitaria y lograda con esfuerzo y sacrificio. Por último la visión sobre los medios de comunicación social refleja la coherencia con el pro-

pósito hegemónico del Estado: éstos impactan sobre la opinión pública y son un instrumento exce-lente no ya para difundir la cultura sino para lograr el cambio en las conciencias y adherir a la nueva sociedad moldeada por la filosofía de la praxis.

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3 La educación y la cultura en el Magisterio de la Iglesia 3.1 Documentos seleccionados

Todos conocemos la innumerable cantidad de Documentos del Magisterio de la Iglesia edita-dos hasta la fecha. Su producción es tan grande que se torna dificultoso seguir con atención su evo-lución en el tiempo.

No obstante hemos hecho una selección significativa de algunos de ellos, los que considera-

mos que serán suficientes para el propósito que nos encomendamos. Los criterios utilizados para esta están fundados en la experiencia docente y en el hecho que

era fundamental incluir las apreciaciones del Concilio Vaticano II y del actual Romano Pontífice. Asimismo hemos incluido dos documentos de la Conferencia Episcopal Argentina con el obje-

to de brindar una visión más amplia y particular que ilumine nuestra realidad educativa-cultural ar-gentina.

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3.1.1 "Gravissimum educationis"

Los Padres Conciliares se ocupan en esta declaración de la educación en general y con mayor énfasis de la educación cristiana en particular; señalan la abundancia de medios educativos del hom-bre de hoy, como asimismo las grandes carencias de muchos en ese aspecto.

Como introducción a la problemática educativa, señalan el derecho universal a la educación:

"Todos los hombres de cualquier raza, condición y edad, puesto que están dotados de la dignidad de persona, tienen derecho inalienable a una educación, que responda al propio fin, al carácter propio, y a la diferencia de sexo, que sea conforme a la cultura y a las tradiciones patrias y que al mismo tiempo esté abierta a la asociación fraterna con otros pueblos para fomentar la verdadera unidad y la paz en la tierra."19.

Señalan de forma clara que la verdadera educación se propone la formación de la persona hu-

mana en orden a su fin último, por eso es objeto en esta vida de la preocupación de la Iglesia. La educación propuesta por el Concilio debe atender a todos los aspectos y edades de la vida

del hombre y todo cristiano es invitado a colaborar en esta tarea. Los cristianos, que se llaman hijos de Dios y lo son, tienen derecho a la educación cristiana:

"Esta no persigue solamente la madurez antes descripta de la persona humana, sino que mira princi-palmente a que los bautizados, a medida que se van gradualmente introduciendo en el conocimiento del misterio de la salvación, se vayan haciendo cada día más conscientes del don de la fe que han recibido"20.

Es responsabilidad de los pastores disponer las cosas de forma que los fieles disfruten de esta

educación cristiana. Al destacar el grave papel de los padres como primeros educadores, el Concilio señala también

la ayuda que les debe ser brindada a estos por la sociedad civil y por la Iglesia. La Iglesia por una razón especial tiene el oficio de educadora de sus hijos.

En la realización de su tarea educativa la Iglesia cuenta con medios privilegiados a tal efecto,

en especial la catequesis, la liturgia y la escuela católica: "que, en virtud de su misión,… introduce en el patrimonio cultural conquistado por las generaciones anteriores, promueve el sentido de los valores, prepara para la vida profesional y fomenta el trato amistoso entre los alumnos de diversa índole y condición"21.

Los Padres Conciliares consagran la libertad de elección de escuelas y el papel subsidiario del

Estado en la tarea educativa. Es de suma importancia la referencia y el fomento a la actividad de la escuela católica en todas

sus modalidades, las universidades eclesiásticas y en aquellas que se enseña la Sagrada Teología.

19 G. E. pág. 445. 20 Ibid., pág. 446. 21 Ibid., pág. 448.

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3.1.2 "La Escuela Católica"

Este documento de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe tiene por objeto refle-xionar y profundizar el papel de la Escuela Católica en la línea de los documentos conciliares Lumen gentium, Gaudium et spes, y Gravissimum educationis.

Es deber de la Iglesia desarrollar su misión adaptando sus medios a las cambiantes condicio-

nes y necesidades de los tiempos actuales: "Al encontrarse con las diversas culturas y frente a las continuas conquistas de la humanidad, la Iglesia, a través del anuncio de la fe, revela al hombre de todos los tiempos el único fin trascendente que da a la vida un sentido más pleno"22.

La Iglesia para llevar adelante esta misión crea sus propias escuelas porque reconoce en esta

un medio privilegiado para la formación integral del hombre, en cuanto que ella es un centro donde se elabora y se transmite una concepción específica del mundo, del hombre y de la historia.

En la sociedad actual, caracterizada por el pluralismo cultural, la Iglesia capta la necesidad ur-

gente de garantizar la presencia del pensamiento cristiano: "El pluralismo cultural invita, pues, a la Iglesia a reforzar su empeño educativo para formar personalidades fuertes, capaces de resistir al re-lativismo debilitante, y de vivir coherentemente las exigencias del propio bautismo…Estas mismas finalidades se imponen a la Iglesia frente a otros elementos característicos de la cultura contemporá-nea, como el materialismo, el pragmatismo y el tecnicismo"23.

Para garantizar estos objetivos, como respuesta al pluralismo cultural, la Iglesia sostiene el

principio del pluralismo escolar, es decir, la coexistencia y cooperación de las diversas instituciones escolares que permitan a los jóvenes formar sus propios criterios de valoración y prepararse así para construir activamente la comunidad y la sociedad

La Iglesia contribuye así a promover la libertad de enseñanza, la libertad de conciencia y ga-

rantizar a los padres el derecho de elección de la escuela que mejor responda a su concepción educa-tiva.

La propuesta de la Iglesia es coherente con su urgente tarea: "En ella, de hecho, la Iglesia par-

ticipa en el diálogo cultural con su aportación original a favor del verdadero progreso y de la forma-ción integral del hombre"24.

Estos textos nos van llevando de a poco al problema cultural que la educación cristiana intenta

asumir. La escuela es verdaderamente un lugar privilegiado de promoción integral mediante un en-cuentro vivo y vital con el patrimonio cultural.

Tal encuentro debe ser realizado en forma elaborativa: "En realidad, la cultura para ser educa-

tiva debe insertarse en los problemas del tiempo en que se desarrolla la vida del joven"25. La escuela entonces supone no solamente una elección de valores culturales, sino también una

elección de valores de vida que deben estar presentes de manera operante.

22 E. C. pág. 6. 23 Ibid., pág. 8. 24 Ibid., pág. 9. 25 Ibid., pág. 14.

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Constituye asimismo una responsabilidad estricta de la escuela poner de relieve la dimensión

ética y religiosa de la cultura. La Escuela Católica tiene por fin la comunicación crítica y sistemática de la cultura para la

formación integral de la persona y persigue este fin dentro de una visión cristiana de la realidad me-diante la cual, la cultura humana, adquiere su puesto privilegiado en la vocación integral el hombre.

"Al proponerse promover entre los alumnos la síntesis entre fe y cultura a través de la ense-

ñanza, la Escuela Católica parte de una concepción profunda del saber humano en cuanto tal, y no pretende en modo alguno desviar la enseñanza del objetivo que le corresponde en la educación esco-lar"26.

Las tareas de su labor se polarizan entonces tratando de lograr la síntesis entre cultura y fe, y

entre fe y vida. Por otra parte su concepción es más bien amplia: " …la enseñanza, en su dimensión apostólica, no se limita a la síntesis entre fe y cultura, sino que tiende a realizar en el alumno una síntesis personal entre fe y vida"27.

La verdadera educación aportada apunta al sano ejercicio de la voluntad: "Es necesario ense-

ñarles (a los jóvenes) a someter tales mensajes a un juicio crítico personal, a ordenarlos en buenas síntesis y a integrarlos en su cultura humana y cristiana"28.

Por otra parte la Escuela Católica no deja de ser consciente de la importancia que tiene la en-

señanza de la doctrina evangélica tal como es transmitida por la Iglesia Católica: " Esta doctrina religiosa elemental que constituye el eje de la metafísica existencial cristiana, es erigida en criterio de actividad educativa por la comunidad escolar católica"29.

Por último, la comunidad escolar presta un insustituible servicio no solo a la persona de los

alumnos, sino a la sociedad de hoy en su conjunto. La Escuela Católica está llamada a prestar un humilde y amoroso servicio a la Iglesia haciéndola presente en el campo educativo escolar en bene-ficio de la familia humana.

26 Ibid., pág. 19. 27 Ibid., pág. 21. 28 Ibid., pág. 23. 29 Ibid., pág. 26.

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3.1.3 "El laico católico, testigo de la fe en la escuela"

El presente documento fue elaborado por la Sagrada Congregación para la Educación Católica con el objeto de reflexionar sobre la importancia actual del laico católico en la escuela desde una perspectiva de profundización teológica.

La propuesta acerca del papel del laicado en general y en el ámbito escolar en particular es

coherente con lo establecido por el Concilio Vaticano II: " La evangelización del mundo entraña, con frecuencia, tal variedad y complejidad de circunstancias que sólo los laicos podrán ser testigos eficaces del Evangelio en situaciones concretas y ante muchos hombres"30.

La escuela tiene un valor y una importancia básica entre todos los medios de educación que

ayudan y completan el derecho-deber de los padres en la educación primaria de sus hijos. En virtud de su misión le corresponde a la escuela el cultivo de las facultades intelectuales, creativas y estéti-cas del hombre, al mismo tiempo que desarrollar rectamente la voluntad, la capacidad de juicio y la afectividad.

Por todos estos motivos antes señalados la escuela entra en la misión propia de la Iglesia, y

dentro de la escuela el mismo Concilio pondera de manera especial la vocación del educador, que es tan propia de los laicos como de aquellos asumen otras formas de vida en la Iglesia.

La profesionalidad de todo educador tiene una característica específica que adquiere su signi-

ficación más profunda en el caso del educador católico: la comunicación de la verdad. En efecto: "Para el educador católico cualquier verdad será una participación de la Verdad, y la comunicación de la verdad como realización de su vida profesional se convierte en un rasgo fundamental de su participación peculiar en el oficio profético de Cristo, que prolonga con su magisterio"31.

Toda educación está guiada por una concepción determinada del hombre. Dentro de la cultura

pluralista de hoy el educador católico está llamado a guiarse conscientemente en su tarea por la con-cepción cristiana del hombre en comunión con el magisterio de la Iglesia; concepción que coloca al hombre en la más alta dignidad, la de hijo de Dios: "Corresponderá, sobre todo, al educador laico comunicar existencialmente a sus alumnos que el hombre inmerso cotidianamente en lo terreno, el que vive la vida secular y constituye la inmensa mayoría de la familia humana, está en posesión de tan excelsa dignidad"32.

El educador católico está comprometido en último término en la tarea de formar hombres que

hagan realidad la "civilización del amor". La formación integral del hombre tiene en la escuela su medio específico: la comunicación de

la cultura, pero para el educador católico tiene especial importancia considerar la profunda relación que existe entre la cultura y la Iglesia:" Pues ésta, no solo influye en la cultura y es, a su vez, condi-cionada por ella, sino que la asume, en todo aquello que es compatible con la Revelación, y le es necesaria para proclamar el mensaje de Cristo, expresándolo adecuadamente según los caracteres culturales de cada pueblo y cada época"33. 30 L. C. T. F. E. pág. 10. 31 Ibid., pág. 15. 32 Ibid., pág. 17. 33 Ibid., pág. 18.

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PEDAGOGÍA 23

En la relación entre la vida de la Iglesia y la cultura se manifiesta con luminosidad peculiar la unidad existente entre creación y redención.

La comunicación de la cultura, para ser llamada educativa, tiene que ser crítica y valorativa, histórica y dinámica. Por eso el educador laico tiene la misión de hacer comprender al educando el carácter global propio de la cultura y la síntesis que en ella alcanzan los aspectos laicales y religio-sos.

Dicha comunicación se realiza en la escuela a través de una metodología, cuyos principios y aplicaciones se recogen en la sana pedagogía: "Dentro de los diversos enfoques pedagógicos debe ser aspiración del educador católico, en virtud de la misma concepción cristiana del hombre, la prác-tica de una pedagogía que conceda especial relieve al contacto directo y personal con el alumno"34.

El logro de esta vasta tarea requiere la convergencia de diversos elementos educativos en cada

uno de los cuales el educador católico laico tiene que comportarse como testigo de la fe:"…y en ese aspecto el educador católico debe estar continuamente atento a abrir el correspondiente diálogo entre cultura y fe - profundamente relacionadas entre sí -, para propiciar a ese nivel la debida síntesis inte-rior del educando.

No se puede olvidar tampoco que ante la posibilidad de que el docente católico deba ejercer su

misión en centros de formación en los que exista un pluralismo ideológico, el mismo deba hacer un esfuerzo suplementario para conseguir en determinadas disciplinas, su propia síntesis entre fe y cul-tura; esto es una condición previa para que luego él mismo sea el que tenga que enfocar las materias para propiciar primero el diálogo y luego la síntesis entre fe y cultura entre sus alumnos.

Al mismo tiempo necesita también el educador prestar una constante atención al entorno so-cio-cultural, económico y político de la escuela, como al contexto regional y nacional, que muchas veces por los medios de comunicación masiva ejercen una influencia mayor que aquél.

Por otra parte es una nota distintiva de la escuela católica la de crear en la comunidad escolar

un ambiente animado por el espíritu evangélico de libertad y caridad, para ayudar a los jóvenes en el desarrollo de su propia persona, crecer según la nueva creatura fundada por el bautismo y ordenar toda la vida humana a la salvación ganada por Cristo.

Según este mensaje de salvación se logra que el conocimiento que los jóvenes van adquiriendo

del mundo, de la vida y del hombre, quede iluminado por la fe.

34 Ibid., pág. 20.

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PEDAGOGÍA 24

3.1.4 "Ex corde Ecclesiae"

El Papa Juan Pablo II dedica esta constitución apostólica a reflexionar sobre la identidad y mi-sión de las universidades católicas en la Iglesia y el mundo contemporáneo.

Entre sus puntos más salientes destaca que la Universidad Católica, por el encuentro que esta-

blece entre el mensaje de salvación del Evangelio y la pluralidad de campos del saber que encarna, permite a la Iglesia establecer un diálogo fecundo con todos los hombres de cualquier cultura: "El hombre, en efecto, vive una vida digna gracias a la cultura y, si encuentra su plenitud en Cristo, no hay duda que el Evangelio, abarcándolo y renovándolo en todas sus dimensiones, es fecundo tam-bién para la cultura, de la que el mismo hombre vive"35.

La inspiración cristiana de la Universidad Católica le permite incluir en su búsqueda de la ver-

dad, la dimensión moral, espiritual y religiosa, y valorar las conquistas de la ciencia y de la tecnolo-gía en la perspectiva total de la persona humana:" está en juego el significado de la investigación científica y de la tecnología; de la convivencia social, de la cultura, pero, más profundamente toda-vía, está en juego el significado mismo del hombre"36.

La finalidad es lograr una presencia pública, vigente, continua y universal del pensamiento

cristiano tendiente a promover la cultura superior y a formar hombres insignes por el saber, prepara-dos para desempeñar funciones de responsabilidad en la sociedad a través de un testimonio de fe.

Esta finalidad conduce a una misión cada vez más necesaria para el encuentro de la Iglesia con

el desarrollo de las ciencias y con las culturas de nuestro tiempo:" La Universidad Católica, en cuan-to Universidad, es una comunidad académica, que, de modo riguroso y crítico, contribuye a la tutela y desarrollo de la dignidad humana y de la herencia cultural mediante la investigación, la enseñanza y los diversos servicios ofrecidos a las comunidades locales, nacionales e internacionales"37.

Entonces queda bien claro que el objetivo de una Universidad Católica es el de garantizar de

forma institucional una presencia cristiana en el mundo universitario frente a los grandes problemas de la sociedad y de la cultura.

En una Universidad Católica la investigación y la búsqueda de la verdad, como actividades

que canalicen dicha propuesta, deben abarcar necesariamente: a) la consecución de una integración del saber; b) el diálogo entre fe y razón; c) una preocupación ética y d) una perspectiva teológica.

En particular los docentes cristianos están llamados a ser testigos y educadores de una auténti-

ca vida cristiana, que manifieste la lograda integración entre fe y cultura, entre competencia profe-sional y sabiduría cristiana.

Por otra parte los estudiantes también están llamados a adquirir una educación que armonice la

riqueza del desarrollo humanístico y cultural con la formación profesional especializada. En definitiva y con marcada coherencia con documentos previos del magisterio los laicos cató-

licos están llamados a estar presentes en los puestos privilegiados del mundo de la cultura como es el mundo de la educación: Escuela y Universidad.

35 E. C. E. pág. 7. 36 Ibid., pág. 8. 37 Ibid., pág. 12.

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Debido a la legítima autonomía de la cultura humana y la de las ciencias, la Iglesia reconoce también la libertad académica de cada estudioso en la disciplina de su competencia, de acuerdo con los principios y métodos de la ciencia y dentro de las exigencias de la verdad y el bien común.

Por estar inmersa en la inmensa sociedad humana, la investigación llevada a cabo por la Uni-

versidad Católica debe estudiar en profundidad las causas de los graves problemas de nuestro tiem-po, prestando atención a sus dimensiones éticas y religiosas.

La Universidad Católica siente la responsabilidad de contribuir concretamente al progreso de

la sociedad en que opera: "podrá buscar la manera de hacer más asequible la educación universitaria a todos los que puedan beneficiarse de ella, especialmente a los pobres o a los miembros de grupos minoritarios, que tradicionalmente se han visto privados de ella"38.

Por su misma naturaleza, la Universidad promueve la cultura mediante su actividad investiga-

dora, ayuda a transmitir la cultura local y favorece las actividades culturales con los propios servi-cios educativos: "La Universidad Católica participa en este proceso ofreciendo la rica experiencia cultural de la Iglesia. Además, consciente de que la cultura humana está abierta a la Revelación y a la trascendencia, la Universidad Católica es el lugar primario y privilegiado para un fructuoso diálo-go entre el Evangelio y la cultura"39.

La Iglesia es asistida por la Universidad Católica mediante dicho diálogo, alcanzando así un

mejor conocimiento de las diversas culturas y desarrollando los medios con los cuales pueda hacer la fe más comprensible a los hombres de una determinada cultura: " Si, es verdad que el Evangelio no puede ser identificado con la cultura, antes bien trasciende todas las culturas, también es cierto que el Reino anunciado por el Evangelio es vivido por personas profundamente vinculadas a una cultura, y la construcción del Reino no puede dejar de servirse de ciertos elementos de la cultura o de las culturas humanas"40.

Hoy más que nunca debe la Universidad Católica estar atenta a las culturas del mundo, así

como a las diversas tradiciones culturales existentes dentro de la Iglesia para promover un constante y provechoso diálogo entre el Evangelio y la sociedad actual.

Una aspecto particular del mismo lo constituye el que se ocupa de la relación entre pensamien-

to cristiano y ciencias modernas:" La inteligencia nunca es disminuida, antes por el contrario, es estimulada y fortalecida por esa fuente interior de profunda comprensión que es la palabra de Dios, y por la jerarquía de valores que de ella deriva…"41.

Por último y remarcando su carácter evangelizador el Romano Pontífice nos recuerda que la

misión primaria de la Iglesia es anunciar el Evangelio de tal manera de garantizar la relación entre fe y vida tanto en la persona individual como en el contexto socio-cultural en que las personas viven, actúan y se relacionan entre sí.

38 Ibid., pág. 28. 39 Ibid., pág. 33. 40 Ibid., pág. 33. 41 Ibid., pág. 35.

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3.1.5 "Iglesia y Comunidad Nacional"

Este documento del Episcopado Argentino viene a iluminar un momento difícil de nuestra his-toria y resulta una reflexión amplia sobre nuestros orígenes y el espíritu de unidad tan necesario para nuestra sociedad.

Los Obispos Argentinos remiten en algunos textos seleccionados breves pero certeras aprecia-

ciones acerca de nuestro tema de interés. Derivado de su carácter personal el hombre es: "Dueño y responsable de sí mismo, de su acti-

vidad y de su destino, el hombre se encuentra en su existencia ante la tarea de desarrollarse libre-mente como persona, en todos los niveles de su vida de manera coherente con su propia naturaleza y con el puesto que ocupa en el concierto universal de los seres"42.

El proceso histórico y concreto como el hombre realiza este desarrollo, constituye el hecho es-

pecíficamente humano de la cultura, consistiendo ésta en el modo particular en que los hombres de diversas época y lugares cultivan su relación con la naturaleza material, con Dios y con otros hom-bres de modo de poder llegar a un nivel verdadera y plenamente humano.

El hombre es verdaderamente más cuando se realiza de modo integral:" Es por ello que con el

concepto de cultura queremos significar la totalidad del esfuerzo que emprende el hombre para auto-realizarse, ya que todo el hombre ha de realizarse armónicamente"43.

Es importante la advertencia acerca de posibles reducciones del hombre a una dimensión cul-

tural meramente material u otras dimensiones que no tienen en cuenta la dimensión cultural vincula-da a la sabiduría eterna.

Por otra parte la Nación aunque es fundamentalmente una comunidad de hombres congrega-

dos por diversos aspectos, lo es sobre todo por estar vinculados por una misma cultura: sus relacio-nes con otras culturas particulares, el progreso de la ciencia y de la técnica, y también otras ideolo-gías.

Con la palabra cultura se significa fundamentalmente un estilo de vida, un modo habitual de

valorar y de vivir conforme a una jerarquía de valores y de ser. En cada pueblo este modo particular de valorar se va transmitiendo de generación en generación: "En esa tarea de transmisión de la cultu-ra la educación juega un papel realmente importante. Cuando hablamos aquí de educación, no sólo nos referimos a la que se brinda en las instituciones escolares de la sociedad, sino más ampliamente a todo esfuerzo de formación integral de la persona humana, que se realiza en la familia"44.

Pero la tarea educadora no se agota en la familia sino que se prolonga, comparte y comple-

menta con la que llevan a cabo las numerosas instituciones educativas de la sociedad, la cual la de mayor importancia es la escuela.

Por último e materia educativa los Obispos nos recuerdan el derecho de toda persona a una

educación integral.

42 I. C. N. pág., 19. 43 Ibid., pág. 20. 44 Ibid., pág. 57.

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3.1.6 "Educación y Proyecto de Vida"

En este documento el Episcopado Argentino haciendo presente la solidaridad de la Iglesia Universal con todos los hechos que hacen al hombre, enfocan esta contribución concretamente a la realidad cultural y al medio más eficaz para renovarla: la educación.

Haciendo eco de anteriores intervenciones del Magisterio y con la consabida coherencia citada

anteriormente, los Obispos aluden a la cultura como vínculo de la comunidad reunida por una misma concepción del hombre y del mundo que se traduce en actitudes, costumbres e instituciones comu-nes: "En este sentido, toda realización y toda expresión de un pueblo entra dentro de lo que es cultu-ra. Estas afirmaciones implican un juicio de existencia de ciertas realidades, ayuden o no al hombre a lograr su realización humana"45.

Es precisamente ese sentido de cultivar las cualidades específicamente humanas lo que en un

principio condujo al término cultura al enriquecimiento de lo natural y a la transformación de los estados incultos. Esta concepción se ha ido identificando con el progreso y dependiente de él a todos los descubrimientos y desarrollos de la razón humana. No obstante ciertas exageraciones cercanas al refinamiento la han impregnado de brillantes apariencias más que de autentica calidad humana: "Frente a estas ambigüedades, es necesario proponerse discernir con sinceridad cuál es el sentido de lo humano para que sólo se reconozca como verdadera cultura humanizadora la que condice con la dignidad humana"46.

La cultura se le presenta al hombre como un dilema. Llena de energías creadoras se ve amena-

zada al mismo tiempo por ambigüedades y antivalores: " Cumple entonces la educación la tarea ur-gente e insoslayable de rescatar al hombre de esta ambivalencia de la cultura, hacerlo beneficiario de las riquezas latentes en los adelantos de nuestros días"47.

Ante realidades culturales tan heterogéneas la educación se debe a la tarea de la transmisión crítica de la cultura.

La familia, la escuela y las instituciones cumplen la relevante tarea de mediación entre el edu-

cando, y la cultura particular y universal, pero es la educación la que tiene la misión de promover el encuentro del educando con la cultura.

Los Obispos en este documento nos advierten sobre dos hechos que se perciben en nuestro

ambiente cultural nacional: por un lado el desfasaje entre una cultura que vive a un ritmo acelerado y el retraso experimentado por las tareas educativas por vivir un tanto ajenas a la realidad cotidiana; por otro lado, también los intentos por ser modernos en educación, se traducen en la aceptación in-discriminada de cuanta novedad aparece, sin profundizar cuidadosamente en sus orígenes y objeti-vos: " Evidentemente el quehacer educativo debe renovarse. Pero lo más importante para una revita-lización es detectar las legítimas vivencias valorativas y las auténticas líneas de fuerza de las expre-siones culturales para ofrecer a las nuevas generaciones mejores posibilidades de desarrollo y madu-rez"48.

Si la plenitud del hombre está en su encuentro con Dios, si su salvación parte de la redención

de Cristo, es por ese camino por el que encontrará la cultura su senda redentora: "Todas estas dimen-

45 E. P. V. pág., 21. 46 Ibid., pág., 22. 47 Ibid., pág., 22. 48 Ibid., pág., 23.

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-siones de la cultura están íntimamente vinculadas a la sabiduría eterna por la que el hombre ascien-de de lo visible a lo invisible, y culminan en la adoración del verdadero Dios, fin último del hombre y meta de la misma cultura. Este ha de ser el camino que recorre el hombre peregrino en busca de la posesión del último fin…el hombre ha de crecer y desarrollarse como hombre en esta alianza. Debe crecer y desarrollarse a partir del fundamento divino de su humanidad, es decir, como imagen y se-mejanza del mismo Dios"49. 49 Ibid., pág., 25.

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3.2 Síntesis del Magisterio sobre cultura y educación

No es fácil poder sintetizar en éste acápite la visión del Magisterio de la Iglesia, aún así cuan-do ya hemos seleccionado y tenido en cuenta sólo unos pocos documentos de todo el bagaje históri-co.

Sin embargo esta tarea se ve facilitada en parte cuando se descubre la gran coherencia con que se hilvanan los grandes temas de interés a pesar de los distintos partícipes, épocas históricas y reali-dades culturales y sociales que pretende iluminar.

El Magisterio de la Iglesia no deja pasar oportunidad de recordarnos la identidad básica del

hombre, su realidad de ser personal y social que necesita de sus semejantes para crecer y desarrollar-se adecuadamente.

Este hombre, dueño y señor de su propio destino por ser libre, fue redimido por Cristo e incor-

porado por el bautismo a la Iglesia, vive su realidad de hijo de Dios. A partir de estas consideracio-nes respecto de la naturaleza humana, el Magisterio desarrolla una visión coherente de la educación.

Todo hombre de cualquier nacionalidad, credo, raza y condición tiene derecho a la educación,

a ser completado y formado en una dimensión integral como persona. Pero por ser hijo de Dios, la Iglesia destaca con fuerza el correlativo derecho de acceder tam-

bién a una formación y educación cristiana. El ámbito primario donde la persona recibe la educación es la familia. A los padres les cabe el

derecho y también la obligación de educar humana y cristianamente a sus hijos. Por eso la familia debe ser asistida por el Estado y por la Iglesia para poder desarrollar su tarea, contando con una ple-na libertad de elección de escuelas y ámbitos educativos que mejor convengan a este fin.

Como medio privilegiado para la formación del hombre, la Iglesia destaca el papel que le

compete a la escuela. Por eso y partiendo del principio del pluralismo escolar , la Iglesia crea sus propias escuelas con el objeto que todos sus miembros pero principalmente los laicos puedan parti-cipar en tal magna misión.

Se destaca también el papel fundamental del educador, tanto en su rol humano como cristiano,

a través de una pedagogía que privilegie el contacto directo y personal con el alumno. Además de la escuela, el Magisterio le otorga un lugar de excelencia a la Universidad Católica

como sede del encuentro de la evangelización y de la pluralidad de campos del saber. La Universidad Católica juega un papel sumamente importante en la búsqueda de la verdad y

también a través de un diálogo fecundo con la cultura en la cual está inserta. Esto es posible respe-tando la autonomía de la cultura humana y las ciencias.

El Magisterio de la Iglesia se ocupa de una forma particular de la cultura, partiendo por un

respeto absoluto por todo tipo de culturas. Todo lo que los pueblos hacen, reconociendo en esto la bondad esencial del hombre, es cultura.

El proceso de desarrollo de los pueblos en su peregrinar por este mundo va perfeccionando y

consolidando la propia cultura, y a su vez la cultura que ellos viven es un depósito de valor inesti-mable para ellos mismos, otros pueblos y las futuras generaciones.

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Esto introduce el tema de la relación entre educación y cultura. La Iglesia siempre entendió y así ha quedado de manifiesto en todas las intervenciones de u

Magisterio que la educación es un medio clave para la transmisión de la cultura, pero siempre vista desde una óptica integradora teniendo en cuenta todos los esfuerzos realizados, familia, Estado, Igle-sia.

Para el Magisterio esta relación entre Fe y cultura es un tema de suma importancia. Ante un

mundo donde la velocidad de cambio es muy grande, es fundamental guardar un sano equilibrio en la delimitación conceptual y luego práctica de esta realidad.

La Iglesia de acuerdo al mandato dado por Cristo tiene la misión de anunciar el Evangelio. Es-

te anuncio es universal, o sea, para todos los hombres, de todos los lugares y de todas las épocas. El Evangelio se hace carne con todas sus implicancias existenciales y morales en las culturas

particulares, llamándose este hecho la inculturación. El Evangelio asume la particular riqueza de cada cultura, la eleva y la orienta hacia la trascen-

dencia, transformando así la historia y la cultura humana en una historia de salvación. Pero la relación así establecida incluye también un proceso crítico y valorativo, de diálogo fe-

cundo pero discerniendo adecuadamente para evitar cualquier error u exageración. De este diálogo con la cultura de su tiempo, la Fe debe propiciar también una integración del

saber y ofrecer así lo mejor de sí para las generaciones venideras.

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4 Conclusiones

El recorrido comentado de los textos elegidos nos han ayudado a concentrarnos en lo esencial de las visiones analizadas. La posterior síntesis de cada una de ellas nos ha permitido resumir de forma representativa las respectivas visiones de la realidad en general y de la educación y cultura en particular.

Sin pretender ser originales vamos a exponer algunas conclusiones de este trabajo en forma

comparada, conduciendo la reflexión en los siguientes aspectos: 1) Visión de la realidad, 2) Concep-ción del hombre, 3) Educación, 4) Cultura.

1) Visión de la realidad

Toda persona o Institución posee un propio punto de vista desde donde el cual se abre al mun-do, lo percibe como tal y lo explica:

• Gramsci percibe las grandes injusticias del mundo que le toca vivir y se asocia en su reflexión

primero al socialismo y luego abreva en el marxismo. Su respuesta es el cambio radical y total de la sociedad. En el fondo esta visión no discierne la presencia del Bien ya que ninguna de las superestructuras de la sociedad pueden ser recuperadas.

• La cosmovisión cristiana del Magisterio es creacionista. Al proclamar la existencia de un Dios

creador por Amor, su creación es un reflejo de Él y por consiguiente plena de orden y sentido. El mal y el desorden introducidos por el pecado opacan esta obra, pero se hacen manifiestos preci-samente porque inhieren en un profundo orden.

2) Concepción del hombre

Según sea la cosmovisión de ella se infiere la concepción del hombre:

• En Gramsci vemos que el hombre está por realizarse. El no acepta como tal la condición humana establecida. El verdadero hombre, o el hombre nuevo como a veces se refiere, surgirá cuando es-té implantada por completo la filosofía de la praxis, que lo despojará de las resistencias al cam-bio mediante la destrucción de la capacidad de juicio habitual y práctico: su sentido común.

• El Magisterio de la Iglesia sostiene una realidad personal del hombre dada por su naturaleza cor-

póreo-espiritual enmarcada por infinitas capacidades de desarrollo de cada persona en particular, y orientado a la comunión con Dios y abierto a la trascendencia.

3) Educación

De las correspondientes visiones de la realidad y del hombre surge la particular conceptualiza-

ción de los fines, objetivos y contenidos de la educación:

• En esencia la visión gramsciana propugna la instrumentalización de la educación para lograr la difusión y puesta en práctica de la filosofía de la praxis por las venideras generaciones. Rescata su papel en la lucha contra las superestructuras, la Iglesia Católica, la filosofía realista y el senti-do común. Dentro de su visión educativa destaca el papel que tienen los intelectuales en la con-quista de la hegemonía y les propone su cercanía con las masas para el logro de sus objetivos. Asimismo valoriza el papel del esfuerzo en la tarea educativa y el estudio de las lenguas clásicas.

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• El magisterio sostiene el deber primario de la familia en la educación de los hijos. La visión de

la educación es positiva, pues a partir de la tesis creacionista esta tiene la misión de ayudar a la naturaleza humana a desarrollarse y perfeccionarse para llegar al estado de virtud. La Iglesia crea sus propias instituciones educativas para la consecución de estos fines.

4) Cultura

Por último sintetizamos las conclusiones más salientes en torno a este tema:

• El eje de la propuesta de la revolución de Gramsci es cultural. Toda la cultura debe ser cambiada y sustituida por una que trasluzca los ideales de la filosofía de la praxis. Los instrumentos cultu-rales actuales deben utilizarse para instrumentar ese cambio.

• El Magisterio entiende que la cultura es la expresión de lo más genuino de los pueblos y por lo

tanto digna de todo respeto. La propuesta más genuina es la inculturación del Evangelio a través del diálogo fructífero. La referencia es análoga con la relación entre Revelación y Creación. Este diálogo a su vez es valorativo y crítico a fin de discernir la compatibilidad con el misterio de la salvación.

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5 Abreviaturas Antonio Gramsci I. G. P.: Il Grido del Popolo. M. H.: El materialismo histórico y la filosofía de B. Croce. M.: Notas sobre Maquiavello, la política y el Estado moderno. I. C.: Los intelectuales y la organización de la cultura. Magisterio de la Iglesia G. E.: Gravissimum Educationis. E. C.: La Escuela Católica. L. C. T. F. E.: El Laico Católico Testigo de la Fe en la Escuela. E. C. E.: Ex Corde Ecclesiae. I. C. N.: Iglesia y Comunidad Nacional. E. P. V.: Educación y Proyecto de Vida.

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6 Referencias bibliográficas • GRAMSCI, ANTONIO. Antología, Selección, traducción y notas de Manuel Sa-

cristán. Siglo XXI;1986. • GRAMSCI, ANTONIO. Cuadernos de la cárcel, en Obras de Antonio Gramsci.

Juan Pablos Editor; México,1975. • QUINTANA, EDUARDO MARTÍN. Aproximación a Gramsci, Educa; Buenos

Aires,2000. • CONCILIO VATICANO II. Documentos completos del Vaticano II, Ediciones

Mensajero; Bilbao,1986. • SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE. La Escuela

Católica, Ediciones Paulinas; Buenos Aires,1977. • SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA. El Laico

Católico Testigo de la Fe en la Escuela, Ediciones Paulinas; Buenos Aires,1982. • JUAN PABLO II. Ex Corde Ecclesiae, Ediciones Paulinas; Buenos Aires,1990. • CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA. Iglesia y Comunidad Nacional,

Oficina del Libro; Buenos Aires, 1981. • EQUIPO EPISCOPAL DE EDUCACIÓN CATÓLICA, Educación y Proyecto de

Vida, Oficina del Libro; Buenos Aires, 1985.