PERRO SUCIO. Venganza

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Literature, pictures, funny and dirty

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Perro sucio. VENGANZA Febrero, tercera semana

Tenerife 2012

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El concepto de LIBERTAD varía según la persona. Unos son Libres con pocos, otros piden algo más el perro piensa en la playa el gato en las escaleras el conejo en su madriguera el zorro en el conejo la mujer en la más completa desnudez el marica en la aceptación social el delincuente en una carretera libre de semáforos, coches y el depósito lleno el policía en el delincuente esposado con la cabeza pateada y yo, chaval, yo pienso en la VENGANZA hasta entonces no descansaré en paz, no seré… LIBRE.

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GENTE BUENA, MUÑECA por G. González

Odio madrugar más que nada en este Mundo. Prefiero mucho antes una veintena de estúpidos con voces molestas y aspecto desagradable (peinado pasado de época, gafas, dientes amarillos, camisas rosas tan pegadas que no disimulan ni tan siquiera un michelín, mal olor, sudor en abundancia, …) lamiendo mi sensual culo, mucho antes que poner un pie en el jodido frío suelo de mi habitación a eso de las 7 de la mañana. Me revienta también que me hablen o me digan tan solo “buenos días” en los 30 o 357 minutos posteriores al descendimiento de mi cruz. LA CRUZ. Jesús Cristo crucificado, Guille. Es algo que si sucede puede hacerme vomitar, y hacerlo tan temprano no es de buena persona, civilizada, educada y cortés como YO. Hoy me he levantado como siempre, jodido. Si tuviese fuerzas en ese instante, juro por Dios que hasta el mismísimo Barak Obama se enteraría de que odio madrugar. Ese negro lo controla TODO, sabe manejar el cotarro. Mi desayuno ha sido un vaso de agua bien fría, es lo único que a esa hora entra por mi garganta y luego no sale. Me visto y salgo a la calle, hace buen día y prefiero andar a coger el coche. Ando sin rumbo pero con la cabeza alta y sacando pecho, buen hombre de provecho. Compro algo de comer y me siento en un banco del paseo marítimo, junto a la arena. Me descalzo y entierro mis pies, está algo fría aun, pero acogedora y suave. ¿Conoces esa sensación, no? Noto como alguien se sienta a mi derecha. Con la primera ojeada solo pude ver aquella melena rubia. ¡y qué melena! Olía bien, puro y penetrante. - Hola, me llamo Carla. - Que hay Carla. - Paseo por aquí, ¿y tú? - Yo también Carla. - No eres muy hablador, ¿verdad chico? - Haces demasiadas preguntas Carla, yo apenas tengo ganas de

conocer gente nueva. Por lo que veo, tú eres nueva y has empezado demasiado rápido, ¿no crees?

- No se a lo que te refieres con rápido. Yo simplemente paseaba, y te vi. ¿Qué hay de malo en que me acerque y te haga un poco de compañía?

- Súbete el vestido. - ¿Te gustan mis piernas? - Me gustan las mujeres. - ¿Oye, no seraaas un perturbado, no? He oído hablar de tipos que

se ligan a tías para luego marcarlas de por vida. - Bueno…

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- Y hay tipos que te follan y cortan tu culo para luego disecarlos y hacerse asientos para el coche.

- Dejé de hacer eso hace años Carla. - Nunca se sabe cuándo uno deja de hacer algo, o si simplemente le

ha dado al pause, y en un tiempo aprieta de nuevo el play. Pero tú no tienes pinta de abusador de niñitas, ni tan siquiera de abusador de nada. Lo noto por cómo te comportas. Pero me gustas. Me gustaste en seguida.

- Será mejor que lo dejemos Carla. - No, por favor… dame otra oportunidad. Empezaremos de nuevo,

me levantaré y volveré a sentarme a tu lado, volveré a sentarme a tu lado y…

- No Carla, eres un poco rara, y yo soy mucho peor que eso. quiero. Quiero no, necesito estar solo.

- Si eso es de verdad lo que quieres, no soy quién para cuestionarlo. Adiós, supongo que no nos volveremos a ver.

- Supones demasiado Carla. Vuela con tu alma libre. Vuela por encima del mar y cuando ya no veas la costa entonces intenta encontrarme. Búscame con la mirada. Yo seguiré aquí, sentado.

Se fue con paso firme y un lindo movimiento de culo. ¿Buena chica, no crees?

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VEJEZ NO IMPLICA MUERTE por G. González

Miraba tras las cortinas para ver cuando se ponía el sol. Era entonces cuando empezaba el día para ella. Sacaba aquel viejo traje largo rojo de encaje de su tocador, tan largo que arrastraba por el suelo la cola y tan viejo, lo cual no implicaba que estuviese raído ni sucio, todo lo contrario, impecable, la tela estaba dura, al igual que sus recuerdos y ese amor. Su sonrisa algo oculta ya tras las arrugas brillaba bajo esa tenue luz. Habitación sin retratos. Encendía la mesa y colocaba el vinilo, siempre con la misma delicadeza, SIEMPRE. Se soltaba la coleta y agitaba su bonito y largo pelo blanco varias veces. Bailaba, al ritmo de la música movía sus pies su cuerpo y sus manos se apoyaban en aquel otro imaginario cuerpo que la seguía al compás. Sin equivocaciones, sin temores. Sin pensar que ese era ya por fin su último baile. Ella y su rojo vestido.

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"Todo es una mierda EXCEPTO nuestra mierda." por K. Dreucol

DEMOCRACIA Y DEMAG

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DEMOCRACIA Y DEMAGOGIA son dos palabras muy parecidas. por K. Dreucol

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ESCRITOS BREVES por Sudor McGee

1. Con los pies encima de la mesa y una cerveza en la mano, un dolor de cabeza y ninguna pastilla que le quite ese puto estigma de encima. Bueno, aún estaría por inventar una pastilla que barra la miseria humana, el vacío y esa maldita sensación que es el echar de menos algo, o aun peor, a alguien. Mejor, una pastilla que acabase con su estupidez. Que cesase de existir. -Sí, eso estaría bien-dijo Joe con los pies encima de la mesa y una cerveza en la mano. 2. -Venga corre, me tengo que ir ya.- decía Jimmy con la voz temblorosa de miedo e excitación. -Pero, pero, pero… -De peros nada. Me dijiste que me chuparías la polla y no vale echarse atrás- insistió el pequeño Jimmy. -Vale, pero solo un poco- dijo su amigo Fred con una sonrisa en los labios. 3. -Salvad a los niños! -Salvad a las mujeres y los ancianos! -Salvad a los hombres! -Salvadlos, salvadlos!! Lo que no sabían es ya estaban perdidos desde el día que, cubiertos de sangre y entrañas, vieron los rayos de una luz fluorescente. 4. -¿Por qué solo puedo pensar en colores saturados de indecencia?

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-No lo sé, tío. ¿Has pensado en tomarte un respiro? -Antes muerto que quieto. -Lo que tú digas, tío- concluyó Peter mientras freía un huevo. 5. Clare lloraba mientras abrazaba en cuerpo roto de su prometido, James. Yacía en el suelo con la cara cubierta de sangre. Había perdido el conocimiento. La lluvia caía fuertemente e iba mezclándose con el color carmesí de la boca del joven. La camisa se teñía de rojo. Yo miraba desde mi ventana. El café estaba caliente y las tostadas, frías. 6. Tu sonrisa delante de mis ojos. El sol poniéndose en el parque. Los robles mudaban las hojas antes de irse a dormir. Tus ojos radiando felicidad. Esos rayos llenando mi interior. Tu pelo, el olor de tu pelo. Tus manos suaves tocando mi pierna. Mi comida fría en el plato. Mi vaso vacío. Mi ropa sucia y mi cenicero lleno de colillas. ¿Por qué te moriste, Jean?

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BOB ESPONJA, TE ODIO por G. González

Llevaba largo rato caminando por el arcén con el dedo levantado. El sol me pegaba en el cogote. Una furgoneta destartalada paró unos metros delante de mí, los frenos chirriaron de tal forma que tuve que sujetarme las orejas contra la palma de mis manos. Se caían del dolor agudo. Agaché la cabeza por la ventanilla y a través de ella lo divisé. Su nombre me había perseguido casi desde la escuela, aunque a él jamás lo vi, ni siquiera un poquito. Big Slim Hazard. - ¿Qué chico, vas a algún sitio o simplemente vas? - No entendí bien la pregunta, y eso que era una pregunta jodidamente buena. - Voy a Encinitas, San Diego. - Pues arriba muchacho, puedo dejarte como a unos 80 km de distancia de tu destino, yo me dirijo algo más al norte. - Bueno, no estoy seguro señor. No me gusta demasiado su aspecto. No es que tenga nada en contra de los cojos señor, pero es que ese muñón al aire, me atrae tanto la mirada que podría pasarme prácticamente todo el camino con los ojos clavados en él, lo cual me marearía y podría vomitar. Además no confío mucho en alguien que posee solo una pierna para tres pedales. - Para algo llevo este viejo madero. Anda sube. Pararemos en la próxima gasolinera. Compraremos una botella a medias. - Bueno está bien. ¡Písale duro viejo! Big Slim Hazard, apretaba fondo el pedal del acelerador y con el estoque hacía virguerías de frenos y cambios de marcha. Habíamos pasado ya varias gasolineras, pero yo no abrí la boca, aunque si que quería mear. Llevaba la música demasiado alta para mi gusto y a gritos tuve que decirle que quería parar a mear; pues si no hay que hacerlo por la ventanilla y agarrarse bien, hermano, agarrarse bien. Finalmente Big Slim Hazard salió del trance en el que se encontraba, y giró a la derecha en desvío hacia una estación de servicio. Frenó violentamente, y del parasol cogió una cajetilla de cigarrillos. Entonces lo vi. Bob Esponga, una pegatina pegada seguramente muchos años atrás que me miraba con aquellos ojos fijos y fríos. Nos bajamos, y fui al baño corriendo mientras Slim repostaba. El baño, como todos los que te encuentras por la carretera, estaba hecho mierda. Ese olor pestoso a meado y sudor junto con el agüilla acumulada en el suelo me hizo retroceder y buscar unos arbustos. Mientras lo hacía, miraba al horizonte azul y amarillonaranja. Corría brisa y sabía que iba a ser una noche fría. Volví al coche. B. Slim sujetaba en su mano una botella de vino, ya abierta. Y chupaba, y bebía, tragaba. Volvía a chupar, a beber y a tragar. Me pasó la botella. El vino estaba caliente pero sabia bien.

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Retomamos la carretera, a gran velocidad, como de costumbre. Entonces caí en un profundo sueño. Desperté muy mareado con el sol de la mañana pegando directamente en mis pupilas, pequeñas como piojos. Mi cabeza retumbaba, los sesos salían por mis orejas y mi barriga pedía a gritos un gran puñetazo. Quería salir de mí, junto con la mierda que albergaba en su interior. Intenté incorporarme pero mis manos estaban en mi espada. Maniatado. La cuerda picaba, escocía. Intenté hablar, intenté gritar, incluso gemí un poco. Mi boca tapada por aquella buena y resistente cinta americana que no cedía lo más mínimo. Miré directamente a Big Slim Hazard pero el sol seguía cegándome. Big Slim reía, demasiado fuerte en mi opinión. Y allí estaba él, con sus ojos fríos y fijos en mi. Sin prestarme una mínima ayuda. Sin apiadarse de mí. Bob Esponja. Te odio. Sonaba No Suprises de Radiohead. Quise tararearla. Dichosa cinta americana.

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PARA LA PROFESORA por G. González

Si yo fuese

tu alumno te miraría el culo al pasar,

escribiría mensajes en clave

entre mis deberes que solo tu y yo

comprenderíamos, contestaría a tus

estúpidas preguntas con estúpidas respuestas,

nos reiríamos y por último

a la salida de clase me acercaría a tu mesa y con mucha vergüenza te invitaría a merendar.

Obviamente no aceptarías, la diferencia de edad es grande.

Pero te reirías, Yo pensaría: algún día

creceré podré invitarla a

merendar. Todo eso

si yo fuese

tu alumno.

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