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1 PERSPECTIVA HISTÓRICA. Personajes más relevantes de la patología cardiovascular. Principales avances del siglo XX. R. Fabregate, J. Sabán Ruiz, M. Fabregate, A. Utrilla Introducción La enfermedad cardiovascular tal como la en- tendemos hoy día tiene unos cimientos sólidos en la historia de la Medicina de los dos últimos siglos, aunque como veremos luego existen datos proce- dentes de las antiguas civilizaciones. En este capítu- lo resaltaremos los hechos más destacados en la anatomofisiología cardiovascular, la fisiopatología y grandes avances diagnósticos y terapéuticos pres- tando especial atención a la biografía de los perso- najes que con su aportación fundamental han escrito las páginas más brillantes de esta historia. Sin duda podemos citar a Leonardo da Vinci como figura mas insigne por poner la primera pie- dra sin la cual hoy los trabajos de Eugene Braun- wald o Valentín Fuster entre otros no habrían podi- do desarrollarse. Como muestra, en la biblioteca real del Castillo de Windsor se muestran 50 plan- chas sobre el corazón y los vasos; en ellas se reco- gen entre otros detalles anatómicos, las 4 cavidades cardíacas, el nacimiento de las arterias coronarias y las válvulas sigmoideas de la aorta. Fig. 1: Papiro de Smith (1550 a.C.). Las primeras referencias históricas relevantes del conocimiento del árbol vascular las encontra- mos en los papiros de Smith y Ebers. En el Papiro de Smith(Fig. 1) se describe de forma incipiente la anatomía del corazón y de los vasos periféricos, y se hace la primera descripción del ictus. En el Pa- piro de Ebers, de la misma época, se habla de in- flamación de las venasdefiniendo las varices co- mo serpentina dura, con muchos nudos y como si se inflase con aire…”. Eran tratadas mediante cauterización. También encontramos una referencia al tratamiento de las úlceras de las extremidades, a las que se les aplicaban apósitos de levadura. El tratamiento con apósitos también aparece en otras fuentes de la antigüedad, y así en el Libro de los Reyes de la Biblia, puede leerse que Isaías aplicaba al rey Ezequiel un emplasto de pescado seco ama- sado con agua para curar una úlcera crónica. De la Medicina Griega clásica destacamos las figuras de Aristóteles y Herófilo. Al primero se le atribuye una primera visión aproximada del la fun- ción de bomba del corazón y la distribución de la sangre por el árbol vascular. Al segundo, la capaci- dad de diferenciar por vez primera las arterias (que contendrían sangre y neuma) de las venas (que contendrían solamente sangre), llegando incluso a describir la Phleps Arteroides o vena arteriosaque correspondería a la arteria pulmonar. Cinco siglos después, en la Roma antigua, Galeno diferen- cia con claridad la estructura de la pared de arterias y venas, así como la calidad de la sangre que con- tienen, pero la medicina romana no aporta grandes novedades terapéuticas, manteniéndose la cauteri- zación como única técnica curativa, al margen de las sangrías, practicadas durante siglos en base a supuestas propiedades terapéuticas, tratamiento que está de vigente actualidad en la patología cardio- vascular del siglo XXI por la eclosión del Síndrome de Hiperferritinemia asociado al Síndrome Metabó- lico. CAPÍTULO 1

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1

PERSPECTIVA HISTÓRICA.

Personajes más relevantes de la patología cardiovascular.

Principales avances del siglo XX.

R. Fabregate, J. Sabán Ruiz, M. Fabregate, A. Utrilla

Introducción

La enfermedad cardiovascular tal como la en-

tendemos hoy día tiene unos cimientos sólidos en la

historia de la Medicina de los dos últimos siglos,

aunque como veremos luego existen datos proce-

dentes de las antiguas civilizaciones. En este capítu-

lo resaltaremos los hechos más destacados en la anatomofisiología cardiovascular, la fisiopatología

y grandes avances diagnósticos y terapéuticos pres-

tando especial atención a la biografía de los perso-

najes que con su aportación fundamental han escrito

las páginas más brillantes de esta historia.

Sin duda podemos citar a Leonardo da Vinci

como figura mas insigne por poner la primera pie-

dra sin la cual hoy los trabajos de Eugene Braun-

wald o Valentín Fuster entre otros no habrían podi-

do desarrollarse. Como muestra, en la biblioteca real del Castillo de Windsor se muestran 50 plan-

chas sobre el corazón y los vasos; en ellas se reco-

gen entre otros detalles anatómicos, las 4 cavidades

cardíacas, el nacimiento de las arterias coronarias y

las válvulas sigmoideas de la aorta.

Fig. 1: Papiro de Smith (1550 a.C.).

Las primeras referencias históricas relevantes

del conocimiento del árbol vascular las encontra-

mos en los papiros de Smith y Ebers. En el “Papiro

de Smith” (Fig. 1) se describe de forma incipiente la

anatomía del corazón y de los vasos periféricos, y

se hace la primera descripción del ictus. En el “Pa-piro de Ebers”, de la misma época, se habla de “in-

flamación de las venas” definiendo las varices co-

mo “serpentina dura, con muchos nudos y como si

se inflase con aire…”. Eran tratadas mediante

cauterización. También encontramos una referencia

al tratamiento de las úlceras de las extremidades, a

las que se les aplicaban apósitos de levadura. El

tratamiento con apósitos también aparece en otras

fuentes de la antigüedad, y así en el Libro de los

Reyes de la Biblia, puede leerse que Isaías aplicaba

al rey Ezequiel un emplasto de pescado seco ama-sado con agua para curar una úlcera crónica.

De la Medicina Griega clásica destacamos las

figuras de Aristóteles y Herófilo. Al primero se le

atribuye una primera visión aproximada del la fun-

ción de bomba del corazón y la distribución de la

sangre por el árbol vascular. Al segundo, la capaci-

dad de diferenciar por vez primera las arterias (que

contendrían sangre y neuma) de las venas (que

contendrían solamente sangre), llegando incluso a

describir la Phleps Arteroides o “vena arteriosa”

que correspondería a la arteria pulmonar. Cinco siglos después, en la Roma antigua, Galeno diferen-

cia con claridad la estructura de la pared de arterias

y venas, así como la calidad de la sangre que con-

tienen, pero la medicina romana no aporta grandes

novedades terapéuticas, manteniéndose la cauteri-

zación como única técnica curativa, al margen de

las sangrías, practicadas durante siglos en base a

supuestas propiedades terapéuticas, tratamiento que

está de vigente actualidad en la patología cardio-

vascular del siglo XXI por la eclosión del Síndrome

de Hiperferritinemia asociado al Síndrome Metabó-lico.

CAPÍTULO 1

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Fig. 2: Portada del libro de anatomía De humani corporis fabrica libri septem, escrito por Andreas Vesalius (1514-1564) y publicado en 1543.

En el siglo XIII, y en el seno de una extendida

cultura árabe que presta gran atención al desarrollo

de la medicina, Avicena aún considera que el ven-

trículo derecho está lleno de sangre y el izquierdo

de “espíritu”, y permanecen inalterables los concep-

tos anteriormente descritos. Durante el Renacimien-

to, y gracias al levantamiento de la prohibición de la disección de cadáveres, el conocimiento anatómico

vive una época de esplendor. A pesar de ello, Mi-

guel Servet, médico y teólogo español es quemado

vivo en la hoguera en 1553, tras haber descubierto

la circulación menor. Coetáneo de Servet, Vesalio

publica en De humani corporis fabrica (Fig. 2), una

detallada y acertada anatomía de los sistemas arte-

rial y venoso. El Renacimiento trae consigo a una

de las figuras históricas de la angiología: William

Harvey, que en 1628 defiende la teoría del bombeo

de sangre por el sistema arterial a partir del corazón

y su regreso por el sistema venoso hasta las cavida-des derechas. Sobre las arterias escribe: “No se

llenan porque se distienden, como los fuelles; se

distienden porque se llenan, como los odres”. Du-

rante el mismo período histórico Thomas Willis

descubre el polígono arterial que lleva su nombre y

Theodor Kerkring descubre los vasa vasorum.

La mayoría de los historiadores inician la His-

toria de la Enfermedad Coronaria (EC) resaltando la

figura clave de Heberden por su excelente descrip-

ción de la Angina de pecho, que presentó en el Ro-yal Collage of Physicians en 1768 aunque como

luego veremos otros habían hecho descripciones

similares con anterioridad. En referencia al Infarto

Agudo de Miocardio (IAM) debemos a Adam

Hammer en 1876 la primera descripción en un va-

rón de 34 años y atribuido por el autor a una oclu-

sión trombótica de una arteria coronaria. El trombo

fue confirmado en la autopsia. Años antes patólogos

como Cruveilhier in 1842 y Rokitansky in 1856 habían descrito infartos pero no trombosis corona-

ria. Karl Huber fue el primero que en 1882 describe

que la angina y el infarto eran manifestaciones de

una misma enfermedad coronaria con un estudio de

17 pacientes publicado en la revista “Virchows

Arch Pathol”. En 1912, James Herrick, un médico

de St. Louis, fue el primero en diagnosticar un

IAM en un paciente vivo. El año 1923 fue otro año

clave para la EC teniendo como protagonista a Jo-

seph Wearn, el primer médico en aplicar el electro-

cardiograma al diagnóstico del IAM. Seis años más tarde, en 1929, Samuel Levine publicó el primer

tratado sobre esta enfermedad recogiendo los pri-

meros 145 casos de la Universidad de Boston.

No podemos cerrar este apartado de introduc-

ción a la Enfermedad coronaria sin mencionar a S.

Kaefer y W.H. Resnick que fueron los primeros en

relacionar el angor pectoris con una hipoxia del

miocardio; Vasili I. Kolesov, destacado cirujano

cardiaco de San Petesburgo que fue el primero en

sentar las bases de la revascularización coronaria a partir de la arteria mamaria interna en 1964; Sabis-

ton DC Jr. que fue el primero en utilizar vena safe-

na interna autógena como injerto de bypass corona-

rio en 1962, método posteriormente perfeccionado

por Rene Favaloro en 1967 en la Cleveland Clinic;

Meyer Friedman y Paris Constantinides que en

1966 fueron los primeros cardiólogos que simultá-

neamente resaltaron el papel de una fractura de la

placa ateromatosa precediendo la formación del

trombo coronario; Kemp y Likoff que en 1967 des-

criben un nuevo Síndrome, bautizado 6 años des-

pués como Síndrome X coronario ó Angina micro-vascular, caracterizado por dolor precordial similar

a la angina, depresión del segmento ST en el test

del ejercicio y una angiografía normal, (síndrome

anteriormente descrito por John Blackall en 1813);

Peter Rentrop, médico alemán, introdujo en 1979 la

terapia trombolítica intracoronaria, aunque los pio-

neros de dicha terapia fueron Sol Sherry y Anthony

Fletcher en 1958 y Robert Boucek en 1960; y Atilio

Maseri demostró en 1978 el vasoespasmo coronario

en una arteriografía como característico de la angi-

na variante que había descrito Myron Prinzmetal en 1959.

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Fig. 3: Diseño anatómico de Leonardo da Vinci en el que

se describen los principales órganos, así como los siste-mas vascular y genito-urinario de la mujer (año 1507).

La Enfermedad Cerebrovascular aguda ocupa

un lugar destacado dentro de la enfermedad cardio-

vascular tanto por su prevalencia como por el im-

portante coste social de sus secuelas. Fue inicial-

mente conocida con la palabra castellana “plejía”, derivada bien de plesso (“golpear devastadoramen-

te”) o de plegmos (“golpe súbito”). El actual tér-

mino ictus (stroke) y su relación con la enfermedad

cerebrovascular se encuentra referido en el diccio-

nario Oxford de inglés, en la frase: Stroke of God’s

hand (“golpe de la mano de Dios”) en 1599. El

estudio y conocimiento anatómico del cerebro y su

patología vascular no progresó en los siglos venide-

ros hasta la época renacentista y en ella fueron cla-

ves las aportaciones de Leonardo da Vinci (Fig. 3),

Paracelso (1514-l564) y Vesalio, figura médica

cumbre de este periodo con su obra excelsa De humani corporis fabrica, en donde se perfila por

primera vez, aunque equivocadamente, el trayecto

carotídeo. Años más tarde, en 1655, Wepfer descri-

be por vez primera una apoplejía hemorrágica y tres

años más tarde la trombosis carotídea. En los mis-

mos años Sir Thomas Willis (1622-1675) de la

Universidad de Oxford, describe el polígono arterial

de la base cerebral que lleva su nombre.

En el periodo post-renacentista, en el siglo

XVIII, Morgagni describe en 1761 la existencia de

malformaciones aneurismáticas en los vasos cere-

brales, y años más tarde tanto Francisco Biumi co-

mo Paget de forma casi simultánea atribuyeron a su

ruptura el desarrollo de una hemorragia. A finales

del siglo XVIII Hunter y Von Halles describen de

forma minuciosa el árbol vascular cerebral, pero debemos a Baillei la primera descripción científica

de la ateromatosis carotídea como una “materia

óseo-terrosa depositada en el interior de la luz”.

En 1868, en plena era moderna, en la parisina Sal-

petriére, Charcot y Bouchard describieron pequeños

aneurismas que denominaron miliares en el estudio

de pacientes fallecidos de forma repentina. El siglo

XIX fue prolífero en aportaciones. El diagnóstico

diferencial estaba de moda en la época y así Aber-

crombie nos lega en 1831 una excelente diferencia-

ción entre infarto y hemorragia cerebral, distin-guiendo a su vez las formas intraparenquimatosa y

subaracnoidea. Pero sin duda la gran figura de la

época fue Sir William Osler (1849-1919) por su

legado clínico sobre el diagnóstico de los aneuris-

mas cerebrales. Ya en el siglo XX, Hans Chiari, en

1906, nos propone su revolucionaria visión sobre el

papel de la ulceración carotídea extracraneal como

etiología de infarto.

La visualización en 1927, por medio de con-

traste, del árbol vascular cerebral otorgó el premio Nobel de Medicina a los neurocirujanos Egas Mo-

niz y Almeida Lima, descubrimiento que facilitó en

su tiempo el diagnóstico de procesos expansivos y

vasculares, y que permitió la primera descripción en

la literatura contemporánea de una oclusión carotí-

dea cerebral a Sjókviest en 1936. Pasaron largos

años improductivos salvo por los nuevos conceptos

de “infarto lacunar” (Pierre Marie, 1920) y “acci-

dente isquémico transitorio” (AIT), descrito por

Ransay Hunt en 1914. Pero no fue hasta 1936 cuan-

do se introduce el término de “accidente cerebro-

vascular” por diversos autores, concepto luego re-frendado por los trabajos de Miller Fischer y Milli-

kan en 1951. Se inician tímidos intentos quirúrgicos

sobre el vaso carotídeo en 1947 (Dos Santos), y

posteriormente por De Bakey de forma infructuosa,

hasta llegarse a un primer abordaje reglado por

Larrea en 1951, y por el propio De Bakey, ya con

éxito, en 1953, fecha desde la que se ha practicado

un ingente número de endarterectomias carotídeas.

En 1970 Schiller, a quien debemos la generaliza-

ción del término de Accidente Cerebrovascular

(ACV), publica su tratado “Concepts of Stroke before and after Virchow”.

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En paralelismo con la evolución histórica de

la Enfermedad Cerebrovascular está la de los proce-

sos asociados, como la Demencia vascular o multi-

infarto y la Enfermedad de pequeño vaso. El prime-

ro de dichos procesos tiene como principales prota-

gonistas a Klipper, Alzheimer y Kraepelin, respon-

sables de la descripción inicial del proceso pero la

concepción definitiva se la debemos a Fisher (1968), y especialmente a Hachinski (1974). Con

respecto al segundo de los procesos histopatológi-

cos, fue Biswanger el que acuñó el término “leucoa-

raiosis” para definir dicha afectación. Como ambos

procesos están relacionados hoy se conoce a la de-

mencia multiinfarto como Enfermedad de Biswan-

ger aunque sería más apropiada denominarla “En-

fermedad de Klipper, Alzheimer y Kraepelin”.

En referencia a la Enfermedad Vascular Peri-

férica, el estudio de las enfermedades vasculares en el seno de una especialidad aislada es, en compara-

ción con otras muchas, extremadamente reciente.

La definición de la especialidad como “Angiología”

llega de la mano del insigne médico español Fer-

nando Martorell, que preside en junio de 1951 el

congreso constituyente de la sociedad internacional

de angiología en Atlantic City. En nuestro país, la

especialidad se reconoce como independiente en el

año 1978, redefiniéndose por parte del Ministerio

de Educación y Ciencia como “Angiología y Ciru-

gía Vascular”. En los últimos años, marcados por el extraordinario desarrollo de las técnicas endovascu-

lares – que han dejado de ser meramente diagnósti-

cas para convertirse en parte importante dentro de

nuestro arsenal terapéutico – muchos de los servi-

cios y unidades han pasado a autodenominarse de

“Angiología, Cirugía Vascular y Endovascular”.

Este imparable progreso ha sido muy lento a lo

largo de la historia de la medicina, apareciendo en

ésta muy pocas referencias a las enfermedades vas-

culares hasta finales del siglo XIX.

Si hacemos un recorrido por la historia la ci-rugía del Renacimiento se caracteriza en toda Euro-

pa por la división entre cirujanos y barberos; los

primeros, con instrucción teórica, conocimientos de

anatomía y de medicina; los segundos, poco más

que curanderos ambulantes. Sin embargo, tanto

unos como otros vieron amenazada su profesión por

los médicos, cuya mejor posición social y prepara-

ción les proporcionaba una mayor clientela. Duran-

te el medievo, esta intromisión fue evitada por el

poderío de los gremios de cirujanos. Sin embargo,

al debilitarse éstos, fue necesario el apoyo de las instituciones para la supervivencia de la profesión.

En España, el Protomedicato, fundado por los Re-

yes Católicos en 1477, era el responsable de la for-

mación y protección de los cirujanos. En la misma

época, en Francia se regularon los estudios de los

cirujanos barberos (de toga corta) y los cirujanos de

toga larga, que dependía de la Facultad de Medici-

na. El siglo XVII trae una revolución terapéutica

que viene a cambiar la cirugía: Ambrosio Paré

(1517) describe – y practica con éxito en el campo

de batalla – la ligadura de arterias y venas que vie-nen a sustituir a la cauterización con aceite hirvien-

do que se ha utilizado durante más de un milenio.

Han de pasar dos siglos más para que durante la

Ilustración, John Hunter (1728) describa un sinfín

de nuevas técnicas de ligadura arterial y tratamiento

de las lesiones de los vasos sanguíneos.

A partir del inicio del siglo XIX, la aparición

de nuevas técnicas quirúrgicas deja de ser enorme-

mente espaciada como hasta entonces, iniciándose

un período de imparable desarrollo que se ha hecho patente, sobre todo, en la segunda mitad del siglo

XX. En 1850 las ligaduras arteriales, hasta entonces

practicadas en vasos distales, se hacen en arterias de

gran calibre: subclavia (Colles), carótida primitiva

(J. Bell) y aorta abdominal (A. Cooper). En la se-

gunda mitad del siglo la aparición de las pinzas

compresoras (Pean, Doyen), el vendaje elástico

(Esmarch), el empleo del catgut (Lister) y la trans-

fixión de los tejidos sangrantes (Halsted) cambian

dramáticamente la forma de conseguir la hemosta-

sia en el campo quirúrgico. En 1862 Maurice Ray-naud describe el síndrome que lleva su nombre

denominándolo “asfixia local y gangrena simétrica

de las extremidades”. En 1888 Rudolph Matas rea-

liza la primera endoaneurismorrafia como técnica

de corrección de un aneurisma poplíteo, siendo el

primero más tarde en abordar quirúrgicamente, con

la misma técnica un aneurisma de aorta abdominal.

Muchos consideran a Alejandro de San Mar-

tín, cirujano navarro y profesor de la Facultad de

Medicina de Madrid, el iniciador de la cirugía arte-

rial directa, al desarrollar técnicas de anastomosis arteriovenosas, posteriormente desarrolladas por su

discípulo José Goyanes Capdevila que, en 1900,

publica técnicas “para extracción de coágulos con

catéteres y sondas”. El 8 de Septiembre de 1906

Goyanes reseca un aneurisma sifilítico de la arteria

poplítea sustituyéndolo por la vena vecina, en lo

que se considera el primer injerto venoso autólogo

de la historia. El desarrollo y perfeccionamiento de

estas técnicas, y la práctica de suturas, anastomosis,

e injertos arteriales y venosos lleva a Alexis Carrel

a recibir el Premio Nobel de Medicina de 1912 “en reconocimiento a su trabajo en suturas vasculares y

en transplante de vasos y órganos”. Inexplicable-

mente, estas técnicas de revascularización pioneras,

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empleadas en la Primera Guerra Mundial, cayeron

en desuso para no generalizarse hasta después de la

Segunda. Pocos años antes, en 1908, Leo Buerger,

médico vienés asentado en el Hospital Mount Sinaí

de Nueva York, había publicado una obra sobre los

trastornos circulatorios de las extremidades en la

que describía la Tromboangeítis obliterante, que

desde entonces lleva su nombre.

En 1927 Egas Moniz, profesor de Neurología

de la Facultad de Medicina de Lisboa, que sería

premiado con el Nóbel en 1949, practica la primera

arteriografía cerebral por punción directa de la caró-

tida, usando yoduro sódico al 25% (que había sido

introducida para la práctica médica por Brooks en

1924). En 1929 el también portugués Reynaldo Dos

Santos aplica la técnica para arterias femorales y

periféricas, describiendo las arteriografías tranlum-

bar y transfemoral. Esta última sería muy perfec-cionada en 1956 por el sueco Seldinguer, que utili-

zó catéteres sobre guías, diseñando la técnica que,

con pocas modificaciones, se utiliza en la actualidad

en multitud de procedimientos endovasculares

diagnósticos y terapéuticos. En 1941 René Leriche,

que había descrito el cuadro de oclusión aórtica que

desde entonces lleva su nombre implanta el primer

homoinjerto en posición aórtica. Joao Cid Dos San-

tos, hijo de Reynaldo trajo en 1946 la endarterec-

tomía. Dicen las crónicas de la época que, practi-

cando una tromboembolectomía extirpó inadverti-damente parte de la íntima y la media arterial. Jean

Kunlim practica en el Hospital Americano de París

el primer bypass con vena safena autóloga invertida

el 3 de Junio de 1948. Esta técnica comienza a ser

utilizada de forma regular por cirujanos americanos

en el conflicto bélico de Corea, disminuyendo de

forma espectacular la tasa de amputaciones en las

heridas de las extremidades.

En 1951, Dubost emplea el primer homoinjer-

to para el tratamiento de un aneurisma de aorta

abdominal. Uno de los más reconocidos científicos de la Historia, Albert Einstein había sido sometido

en 1948 a la técnica conocida como cellophane

wrapping para tratar un aneurisma aórtico. En ella,

se rodeaba la aorta de dicho material para prevenir

su crecimiento. Los resultados no fueron satisfacto-

rios en este ni en otros casos, de tal suerte que Al-

bert Einstein falleció en 1955 a causa de la rotura de

un aneurisma, después de rechazar un último inten-

to de resolución quirúrgica. En 1963 Thomas Fo-

garty revoluciona el mundo de la cirugía vascular al

presentar el balón de embolectomía que lleva su nombre, que vino a simplificar la técnica y a mejo-

rar de forma espectacular el pronóstico de los pa-

cientes portadores de embolias arteriales y, en me-

nor grado, de trombosis primarias. Aunque las pri-

meras publicaciones acerca del uso de técnicas de

dilatación arterial a distancia – Angioplastia – per-

tenecen a Charles Dotter en 1969, no es hasta la

década de los 80 que el argentino Julio Palmaz de-

muestra a la comunidad científica la posibilidad de

mantener las dilataciones arteriales en el tiempo

mediante el uso de stents. Años después (1990), desarrollando la técnica y utilizando stents recubier-

tos de dacron, el también argentino Juan Parodi

implanta con éxito por vez primera una endopróte-

sis para el tratamiento de un aneurisma de aorta

abdominal. Este es, probablemente, el último gran

hito desde el punto de vista quirúrgico, si bien el

desarrollo de nuevos dispositivos basados en estas

técnicas avanza de forma imparable.

El endotelio, capa de revestimiento interno de

los vasos guarda los secretos del “diagnóstico pre-coz” y de la “prevención” en la patología cardio-

vascular. Dicha capa no es un elemento pasivo co-

mo se pensaba, sino “activo”. Su peso (4,5 Kg) y

extensión (1000 m2 en un sujeto de 70 Kg), muy

superior a la de cualquier otro órgano, explica que

haya sido considerado en fecha reciente el principal

órgano (tomado como un todo) del organismo. En

1880 el patólogo Ernst Ziegler observó que el endo-

telio de las arterias ligadas era un “tejido funcio-

nalmente activo” y tenía capacidad de inducir la

proliferación de tejido conectivo y participar en la cicatrización de las heridas. Los investigadores

pioneros en este campo (Robert F. Furchgott, Louis

J. Ignarro y Ferid Murad) fueron galardonados en el

año 1998 con el premio Nóbel de Medicina, aun-

que, como suele pasar, otros autores igualmente

relevantes fueron ignorados. En perfecta sintonía

con la “hipótesis celular”, que concede todo el pro-

tagonismo a la célula, elaborada por Rudolf Ludwig

Carl Virchow siglos antes, la enfermedad cardio-

vascular, tal como se entiende en la actualidad,

tiene como principal protagonista una célula, la

célula endotelial, y ésta será el eje central de los diferentes capítulos de esta obra.

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Prehistoria y primeras

civilizaciones

Los orígenes de la enfermedad cardiovascular

podíamos remontarlos a la Prehistoria ya que en ella

las “fuerzas malignas” eran consideradas causas de

enfermedad que ellos atribuían a malos espíritus.

Salvando las distancias, esta perspectiva nos permi-

tiría encontrar una equivalencia entre dichas fuerzas

malignas y lo que hoy conocemos como “factores

de riesgo cardiovascular”. Los sanadores de la épo-ca iban desde el hechicero al médico más racional

que frotaba al enfermo o extraía un objeto del cuer-

po del paciente mediante manipulaciones o le san-

graba. Como citábamos anteriormente, uno de los

avances actuales incorpora la sangría para el trata-

miento de la hiperferritinemia asociada al síndrome

de insulin-resistencia con objeto de mejorar los

factores de riesgo cardiovascular asociados.

La primera civilización sumerio-babilónica

nos lega la importancia del corazón, al que denomi-

naban el libbu por considerarlo sede de la inteligen-cia y de la memoria. Sin embargo para ellos el ór-

gano esencial de la vida era el hígado. Esta supre-

macía del hígado sobre el corazón fue mantenida

durante siglos. En la Biblia, en el Libro de los Re-

yes, puede leerse que Isaías aplicaba al rey Ezequiel

un emplasto de pescado seco amasado con agua

para curar una úlcera crónica. También en la Biblia

encontramos las primeras descripciones de la en-

fermedad cardiovascular, y así en los textos “Libro

de los Salmos” y “Libro de los Reyes” del Rey

David encontramos sendas descripciones del infarto isquémico y de la hemorragia subaracnoidea respec-

tivamente: “Olvidada sea mi diestra y pégueseme

la lengua al paladar”; “Creció el niño y un día fue

a donde estaba su padre con los segadores y dijo

¡Ay, mi cabeza!,¡Ay, mi cabeza! El niño estuvo

sobre las rodillas de su madre hasta el mediodía y

luego murió”.

En el antiguo Egipto, los embalsamadores

preservaban el corazón por creer que sustituía el

soporte del alma, de la conciencia y de la memoria.

No andaban muy descaminados porque la relación entre el espíritu, el estrés y la enfermedad cardio-

vascular es innegable más allá de las creencias reli-

giosas. Los médicos-sacerdotes egipcios se referían

a los nervios, músculos arterias y venas con una

misma palabra (metu) y pensaban que estas estruc-

turas funcionaban como canales de un sistema de

ramificaciones que conectaba el corazón con las

distintas partes del cuerpo. A través de estos cana-

les, se distribuían las sustancias necesarias para la

vida. Ellos entendían que tanto en la salud como en

la enfermedad, el corazón y estos canales estaban

interrelacionados. Pero yendo más allá, en un papi-

ro egipcio se habla de la relación causa efecto como

base del tratamiento etiológico superponible al

abordaje terapéutico actual de la enfermedad car-

diovascular que contempla tanto los factores causa-

les como los mecanismos patogénicos implicados. Por último, en las momias egipcias, se han descrito

vestigios de lesiones aterosclerosas a pesar de la

edad temprana en la que se fallecía en esta época.

Hoy día se consideran a los Egipcios pioneros de la

cardiología recogiéndose en los papiros de Edwin

Smith, Ebers y Berlin auténticos tratados de cardio-

logía. En ellos se recoge al corazón como el centro

del sistema vascular. En el Papiro de Ebers podría

haber una referencia a una angina de pecho, descri-

biéndose por primera vez la relación entre enferme-

dad cardíaca y dolor en los brazos. Esta relación era tan familiar en Egipto que denominaban al anular el

“dedo del corazón”. En la Medicinas egipcia y grie-

ga también se hace mención al ictus, y más concre-

tamente en el papiro de Edwin Smith, escrito en

Egipto en torno al año 1550 a.C. En dicho papiro

también se hace referencia al corazón y los vasos

periféricos: “…. para conocer la forma en que el

corazón funciona. En él hay venas que van a todas

partes del cuerpo. Cuando un sacerdote pone sus

dedos en la cabeza, en las dos manos, en el sitio del

corazón, en las dos piernas, está midiendo el cora-zón…”. Clara referencia a la existencia de pulsos

arteriales que aún hoy son de gran importancia en la

exploración de los pacientes.

De la Grecia antigua destacaremos tres perso-

najes que brillaron con luz propia, Herófilo, Eristra-

to e Hipócrates. Herófilo y Eristrato eran de la es-

cuela de Alejandría. A ellos les debemos el cono-

cimiento de que el pulso periférico reflejaba los

latidos del corazón. El tercero fue más prolífero y es

considerado uno de los personajes mas ilustres de la

época. Para Hipócrates (460-370 a.C.), la enferme-dad era debida a un desequilibrio de los líquidos

corporales, si bien éste podía estar influenciado en

muchos casos por una falta de armonía en el en-

torno del paciente. La figura de Hipócrates fue de

tal relevancia que la medicina de su época se reco-

noce como medicina Hipocrática, y así, en el deno-

minado Corpus Hippocraticum se recoge todo el

saber médico de las escuelas médicas más relevan-

tes (Crotona, Cnido y Cos). La medicina Hipocráti-

ca tiene como objeto al hombre enfermo en su tota-

lidad, considerando siempre su historia personal. De esta forma, la intervención terapéutica debería esta-

blecer la armonía alterada del hombre con su en-

torno y consigo mismo. Esta filosofía sería aplica-

7

ble en su integridad a la Medicina Cardiovascular

moderna, con un abordaje integral del enfermo,

dando una gran importancia del control de los facto-

res ambientales en la terapéutica. También en esta

época surge el primer tratado científico sobre el

corazón y los vasos sanguíneos. Aunque la descrip-

ción sobre el corazón fue de un alto nivel científico,

no supieron distinguir las venas de las arterias.

Fig. 4: Hipócrates (Cos, 460 a.C.–Larisa, 377 a.C.), con-siderado desde la Edad Media el Padre de la Medicina. Su concepción de la medicina, basada en la experiencia y en la observación, le llevaron a determinar que “La vida es corta, el camino del arte largo, el instante fugaz, la expe-riencia engañosa y el discernimiento problemático”. Hipócrates sigue siendo el símbolo de todas las cualida-des y principios morales inherentes a los médicos. Aún

hoy en día se observan sus reglas éticas y se pronuncia el juramento hipocrático, a pesar de los más de dos milenios y medio que nos separan de la existencia del célebre médico.

En referencia a la enfermedad cerebrovascular

encontramos menciones en el Libro de Historia de

Herodoto, en escritos de Diógenes y en el Tratado

de Medicina de Hipócrates de Cos (Fig. 4), en don-

de se describen sensaciones parestésicas como re-

sultado de lesiones cerebrales, recopiladas más

tarde en el Corpus Hippocraticum. Pero no fue

hasta 500 años después de Hipócrates, cuando Are-

teo de Capadocia (120-180 d.C.) acuñó por vez primera en su tratado “Praxis médica” la apoplejía

como: “Parálisis del cuerpo, sensación, conoci-

miento o movimiento”. En la historia de la medici-

na griega ocupa un lugar destacado la figura de

Aulio Cornelio Celso (30 a.C.- 50 d.C.), del que se

dice que probablemente no practicó la medicina

pero compuso una obra titulada “De Medicina” fiel

al hipocratismo, de notable interés en su época y

recuperada en el Renacimiento, teniendo gran in-

fluencia en la Europa moderna. Celso fue el primer

autor médico cuya obra fue impresa en caracteres

móviles (1478) tras el invento de Gutenberg. A él se

debe una de las primeras descripciones del compo-nente vegetativo que acompaña al ángor tal como se

recoge en el párrafo siguiente: “esta enfermedad se

la reconoce enseguida por lo exiguo y débil de las

pulsaciones, así como por el sudor totalmente insó-

lito en su forma y en su duración, que invade por

entero el pecho, el cuello e incluso la cabeza……”.

Aunque fueran Herófilo y Eristrato los prime-

ros médicos que hicieran referencia a la importancia

y orígenes del pulso, debemos a la medicina china y

especial a Pien Chio (siglo VI a.C.) la primera apli-cación de la exploración del pulso en la detección

de enfermedades, desarrollando toda una ciencia

conocida como pulsología. Dicha ciencia, junto al

confucionismo surgido de la aplicación de las teo-

rías filosóficas de Kung-tse (Confucio, para occi-

dente) (551- 479 a.C.) fueron una de las bases de la

medicina china de la época. Los principios filosófi-

cos de Confucio podríamos resumirlos en la frase

“vigilarse, corregirse, seguir los ríos, he ahí el

hombre perfecto (Jen). Resulta extraordinario el

paralelismo nuevamente entre dicho pensamiento filosófico y las bases de la medicina preventiva

cardiovascular aplicadas en la actualidad.

En la medicina de la Roma Imperial destaca la

figura de Claudio Galeno de Pérgamo (131-200

d.C.) (Fig. 5), de origen griego pero con residencia

habitual en Roma, al que se le reconoce como autor

de la síntesis de la medicina clásica en el siglo II de

nuestra Era que habría de convertirse en el funda-

mento de la medicina europea durante los siguientes

1000 años. Galeno elaboró un corpus doctrinal de

patología general cuyo núcleo lo constituyen dos conjuntos de 4 obras. El primero de dichos conjun-

tos se titula “Sobre la doctrina de los pulsos” y en

ellos se recogen la importancia de la exploración

del pulso en la semiología galénica. Otros escritos

de indudable interés fueron “Pneuma physicon” y

“Rete mirabilis”. Aunque sus trabajos tienen un

enorme mérito por las condiciones en las que traba-

jó, erró al considerar al hígado como el órgano for-

mador de la sangre que comenzaba a partir de ese

momento su recorrido en direcciones divergentes.

Dicho error evitó que Galeno descubriera la circu-lación entendiendo como tal el movimiento de una

misma sangre en forma de círculo. Su concepción

de la medicina se basaba en la noción de enferme-

8

dad a la que concedía una existencia autónoma y a

la que consideraba reflejo de una lesión anatomo-

patológica. La intervención médica consistía en

localizar el mal en el cuerpo y si es posible subsa-

narlo tal como se hace hoy día con los stent en el

enfermo coronario.

Fig. 5: La influencia de Claudio Galeno de Pérgamo

(131-200 d.C.) en la medicina se extendió al saber arábi-go y medieval. Su pensamiento ejerció una profunda influencia en la medicina practicada en el Imperio Bizan-tino, que se extendió con posterioridad a Oriente Medio, para acabar llegando a la Europa medieval, donde pervi-vió hasta entrado el siglo XVII.

De la Edad Media, nos queda muy poco de

medicina científica ya que para ellos la causa del

mal era una cuestión religiosa y en este sentido era más importante el sacerdote que el médico. De to-

das formas, la enfermedad cardiovascular no fue

olvidada y el culto al sagrado corazón fue introdu-

cido por una enferma cardíaca Santa Margarita

Maria de Alacoque (1673). También en esta época

queda patente la relación entre las emociones y el

aparato cardiovascular, y así Ibn Sinna, conocido

como Avicena (980-1037) tomaba el pulso del pa-

ciente mientras le sometía a diferentes estímulos

verbales. Sin duda la figura más relevante de la

Edad Media fue Ibn-Al-Nafis (1210-1288). Nacido en Damasco, dirigió el Hospital Al Mansouri de El

Cairo, siendo seguidor de Hipócrates y Avicena y

crítico con Galeno. En un pasaje de su “comentario

anatómico del Canon de Avicena” describió clara-

mente la circulación menor que pasó inadvertida

hasta que fue redescubierta por Miguel Servet.

Concluimos este apartado sobre la Medicina

antigua haciendo una mención a los pueblos preco-

lombinos de la península del Yucatán, donde, a

diferencia de Galeno, se consideraba el corazón

como el órgano clave de la vida y por ello era su

extracción el elemento característico de los sacrifi-

cios humanos masculinos. El origen de dichos sacri-

ficios podrían estar relacionados con elementos pertenecientes a las culturas Teotihuacana y Tolte-

ca.

Historia de la enfermedad

cardiovascular desde el

Renacimiento hasta nuestros días

Anatomofisiología del aparato

cardiovascular

Leonardo da Vinci (1452-1519):

Como indica su nombre, Leonardo Da Vinci

nació en la ciudad de Vinci. Hijo ilegítimo de un

abogado local, estudió pintura en Florencia. En

1482 se trasladó a Milán donde sirvió al Duque de

Milán como ingeniero, escultor y arquitecto. Fue un

hombre polifacético, siendo famoso por sus pintu-ras, entre las que destacan la Mona Lisa en el Lou-

vre y la Ultima Cena en Milán, por sus invenciones

(bicicleta, aeroplano, helicóptero, paracaídas) y por

su contribución a la historia de la Medicina.

Se sintió atraído por el corazón y el sistema

vascular entre los años 1508-1517. Sus trabajos

describen de una forma precisa la aterosclerosis de

un enfermo de edad avanzada que había fallecido en

el Hospital de Florencia. Mantuvo las ideas erró-

neas de Galeno en cuanto a su concepción del mo-

vimiento de la sangre. La figura de Leonardo da Vinci fue crucial en el desarrollo de la cultura oc-

cidental, siendo reconocido como el padre del alto

Renacimiento. Sus estudios anatómicos se recogen

en el “Manuscrito Anatómico A” (1510-1511). En

sus láminas se plasman los intentos de comprender

el funcionamiento humano. Leonardo realizó sus

investigaciones anatómicas en el Hospital del Espí-

ritu Santo de Roma, pero se vio obligado a renun-

ciar a sus estudios cuando, en 1515, fue acusado de

prácticas sacrílegas y el Papa León X le prohibió la

entrada en el Hospital, truncando así su carrera anatómica.

Paracelso (1493-1541)

9

Nació en Einsielden (Suiza). Se opuso a las

autoridades académicas de la época, sometiendo a

crítica a los clásicos. Su principal obra fue “Opera

Omnia Medico-Chemico-Chiriugica”. Paracelso

optó por intervenir lo menos posible a la hora de

solucionar heridas, fracturas y luxaciones, dejando

al tiempo y a la naturaleza ejercer su acción, evitan-

do a sus pacientes el trauma sobreañadido de una manipulación de dudosos resultados. Destacan sus

experiencias sobre heridas por arma de fuego y a

partir de su manejo introdujo interesantes conceptos

de la anatomía del aparato cardiovascular.

Fig. 6: Miguel Servet (1511-1553), considerado el descu-bridor de la circulación menor.

Miguel Servet (1511-1553):

Servet (Fig. 6) nació en Villanueva de Sigena

(Huesca). Se introdujo en la medicina a través de

su labor como corrector de una editorial. Estudió

medicina en París, convirtiéndose posteriormente en

médico del arzobispo de Viena. Más humanista preocupado por los problemas religiosos que inves-

tigador científico. Emprendió la disección de cadá-

veres con el ánimo de aclarar si el alma o espíritu

divino radicaba en la sangre, pensamiento extraído

de la lectura del Génesis y del Deuteronomio. Sus

estudios le permitieron redescubrir la circulación

menor, previamente descrita por Ibn-Al-Nafis

(1211-1288), aunque se descarta por los historiado-

res que Servet conociera dichos estudios, que no

salieron a la luz hasta 1924, momento en el que el

médico egipcio Mahy al Din al Tatawy incluyera su

descripción en su tesis doctoral. La obra de Servet

no alcanzó difusión al ser quemado con todos los ejemplares de su obra que Calvino logró encontrar.

El mundo moderno conoció la circulación menor de

la sangre por las descripciones realizadas por Juan

Valverde de Amusco y Realdo Colombo basadas en

los trabajos de Servet. Su obra más importante no

fue médica, sino religiosa: “Christianismi restitu-

tio”, impreso clandestinamente en 1553, el mismo

año de su fallecimiento en Ginebra. Aunque fue una

obra religiosa, en ella describe con toda claridad la

circulación pulmonar, debido a la posición de pri-

mer orden que la sangre ocupaba en sus preocupa-ciones teológicas.

Andrés Vesalio (1514-1564):

Belga de nacimiento realizó los estudios de

medicina en Lovaina y París. Tras estudiar en París

(1533-1536), llegó a Padua, donde fue nombrado

profesor de Cirugía (explicator chirurgiae). Impar-

tió su primera lección de Anatomía el 6 de diciem-

bre de 1537, en la que él mismo realizó la disec-

ción, a diferencia de la costumbre de la época, en la

que era función del barbero sangrador. Su principal legado fue “De humani corporis fabrica”, obra

cumbre del siglo XVI. En los libros III y IV de su

Fabrica se ocupa del corazón, las arterias y las

venas. En estos libros se describe el movimiento del

corazón como involuntario, la anatomía de los ven-

trículos y se perfila por primera vez, aunque equi-

vocadamente, el trayecto carotídeo.

En el plano anatómico, la obra de Vesalio in-

tentó reconciliar lo que se veía indiscutiblemente en

las disecciones humanas y lo que se leía en la obra

de Galeno. Si bien su contribución a la cirugía no

fue directa ni destacada, la orientación de la anato-mía que impulsó propiciaría gran parte de la base

científica de la cirugía de los siglos venideros.

Andrea Cisalpino (1519-1603):

Discípulo de Colombo, profesor en Pisa y más

tarde en Roma, fue una figura clave por rechazar

una de las tesis mayores de Galeno: el papel central

del hígado como órgano hematopoyético y fons

venarum (origen de los vasos), a favor del corazón,

como sostenía dicho autor. No llegó a describir la

circulación mayor, como haría Harvey, pero intuía que era factible que tal cosa sucediera a través de

las anastomosis arteriovenosas.

Fabrizi de Acquapendente (1533-1619):

10

Catedrático de anatomía en la Universidad de

Papua a quien le debemos la identificación y des-

cripción del sistema valvular venoso. Fue maestro

de William Harvey, introduciéndole en la fisiología

cardiocirculatoria que le permitirían a éste descubrir

la circulación mayor.

William Harvey (1578-1657): Harvey (Fig. 7) nació en Flokestone y alcanzó

el titulo de Bachiller en Artes en Cambridge. Su

estancia en Padua entre 1598 y 1602 bajo la tutela

del profesor Fabrizi de Acquapendente fue funda-

mental en sus investigaciones. En las mismas influ-

yó tanto la reimpresión en 1600 de la obra “Sobre

las cualidades y defectos del corazón” del galenista

Eustachio Rudio como los trabajos de Andrea Ci-

salpino. Dicha obra le animó a retomar el estudio

del lecho vascular culminando en 1628 con la des-

cripción de la circulación mayor como es conocida en la actualidad, cosa que hizo a su vuelta a Inglate-

rra, en la Universidad de Cambridge. Su obra “Prae-

lectiones Anatomicae” se conserva hoy día en el

Museo Británico. La primera aplicación práctica de

su descubrimiento sirvió para el estudio de las con-

secuencias que sobre las heridas envenenadas y

mordeduras de animales tenía el hecho de que la

circulación de la sangre permitiera la contaminación

de todo el cuerpo.

Fig. 7: William Harvey (1578-1657). En el grabado Har-

vey se vale de un ciervo para mostrar sus teorías sobre el sistema circulatorio.

Marcelo Malpighi (1628-1694):

Natural de Bolonia, ciudad en la que estudió

Medicina y en la que inició su carrera docente e

investigadora. De allí pasó a Pisa dónde trabajó 3

años y luego retornó a Bolonia en 1660. Su aporta-

ción a la enfermedad cardiovascular fue clave por

combinar la anatomía con la observación microscó-

pica, y de esta forma pudo identificar por vez pri-

mera una red capilar y describir dos tipos de fibras miocárdicas con funciones específicas. Erró al des-

cartar al miocardio como órgano secretor, un con-

cepto hoy día admitido por todos.

Giovanni Battista Morgagni (1682-1771):

Nacido en Forlìn, cerca de Bolonia. Médico

italiano que ostentó la cátedra de anatomía de Padua

desde 1701, puesto que desempeñó durante más de

60 años. Su obra maestra fue “De sedibus et causis

morborum”, de 1761, cuando contaba 79 años. En

ella hace descripciones de las induraciones de los vasos coronarios y de los aneurismas aórticos. En

1761 describe la existencia de malformaciones

aneurismáticas en los vasos cerebrales, y años más

tarde tanto Francisco Biumi como Paget de forma

casi simultánea atribuyeron a su ruptura el desarro-

llo de una hemorragia.

William Withering (1741-1791):

Este médico y botánico, nacido en Escocia,

comenzó su carrera de médico de éxito en Staf-

fordshire. Withering llegó a la conclusión que el producto eficaz en la hidropesía era la digitalis

purpurea y experimentó con 163 pacientes diversas

fórmulas y formas de administración con notable

éxito. Esta planta era conocida desde los tiempos

más remotos, pero se la consideraba como un pode-

roso veneno y sólo se utilizaba externamente para la

cicatrización de heridas. Withering introdujo ofi-

cialmente en la farmacopea la digitalis en 1785

publicando su obra “An Account of the Foxglove”.

Aterosclerosis y aterotrombosis

Ibn Sinna (Avicena) (980-1037):

Médico persa conocido como el príncipe de

los sabios. Al ser anterior a Andrea Cisalpino, del

que le separaban cinco siglos, fue el primero que

atisbó que “es el corazón el que da la vida al hom-

bre, pues sin el sólo sería una planta”. Dio mucha

importancia al pulso. En sus trabajos parecía intuir el mecanismo fisiopatólogico de la trombosis, afir-

mando que “la discrasia es la causa de la obstruc-

ción de las arterias por todo el organismo, se blo-

quean así las vías por las que circula el neuma y se

da lugar a una acumulación de los humores, lo que

conduce a la muerte”.

11

Johann Friedrich Georg Christian Martin

Lobstein (1777-1835):

Cirujano y anatomopatólogo francés al que se

le atribuye el término arteriosclerosis. Nació en

1777 en Giessen (Hessen). Cursó sus estudios en la

Universidad de Estrasburgo donde se graduó en

1803 y murió en 1835 en Francia. En 1829 publicó

“Traité d’anatomie pathologique” que contiene en la sección de enfermedad arterial el término arte-

riosclerosis, aunque O.J. Ekman en 1788 ya lo acu-

ñó en alguno de sus trabajos.

Carl Von Rokitansky (1804- 1878):

Nació en Königgrätz, Bohemia, en 1804. Es-

tudió medicina en las universidades de Praga y

Viena finalizándolos en 1828. Fue en Viena donde

se inició en las tareas docentes y de investigación

en el servicio que entonces dirigía el profesor

Johann Wagner. Realizó más de 30.000 autopsias y sus observaciones fueron de mucho valor, sobreto-

do los tratados sobre la enfermedad arterial. Escri-

bió un “Manual de Anatomía Patológica”, y fue el

primer defensor de la teoría trombogénica de la

aterosclerosis en 1841. En 1852 describió el desa-

rrollo lento y gradual de la placa ateromatosa como

resultado de la yuxtaposición de partículas hemáti-

cas.

Joseph Hodgson (1788-1869):

Cirujano inglés que publicó en 1815 una Mo-nografía de la Enfermedad Vascular, proponiendo

por primera vez la inflamación como causa de la

aterosclesosis, teoría sobre la que profundizó Ru-

dolf Virchow, y posteriormente Russell Ross en

1976, y más recientemente Peter Libby en 1990.

Tanto Hodgson como Virchow fueron los primeros

en vincular a la íntima con el origen de los cambios

ateroscleróticos, siendo por lo tanto los pioneros en

intuir una “patología endotelial”.

Rudolf Ludwig Carl Virchow (1821-1902):

Virchow (Fig. 8) nació en Schivelbein y fa-lleció ochenta y un años después en la ciudad de

Berlín. Estudió y ejerció en la Universidad de Ber-

lín, donde fue profesor de Anatomía. Más tarde

desempeñó la cátedra de Anatomía Patológica en la

Universidad de Wurzburgo hasta 1856. Virchow

opinaba que el ateroma era una inflamación de la

íntima a la que denominó endarteritis deformans.

En 1858 publicó “Die Cellularpathologie in ihrer

Begründung auf physiologische und pathologische

Gewebelehre”, donde continúa y amplía los estu-

dios emprendidos por Bichat sobre las enfermeda-des de los tejidos. Concede todo el protagonismo a

la célula en lugar de al tejido. Su afirmación “Om-

nis cellula a cellula” (“toda célula proviene de otra

célula”) marca el inicio de la teoría de la “Continui-

dad germinal”, punto de partida también de la teoría

del “Germen-plasma” de Weismann. Diagnosticó

por primera vez la embolia cerebral y descubrió la

neuroglía en la vaina de las arterias cerebrales. Es el

padre del actual concepto de infarto cerebral dicta-

do en 1856.

Fig. 8: Rudolph Ludwig Carl Virchow (1821-1902)

defendió con fuerza, y apoyándose en todo tipo de he-chos, el papel central de la unidad celular en la vida. A él

se deben también estudios experimentales sobre la leu-cemia, la mielina, así como sobre la trombosis, flebitis o triquinosis.

Felix Jacob Marchand (1846-1928):

Profesor de Anatomía Patológica en Giessen 1881-1883, y posteriormente en Marburg y Leipzig.

En 1904, introduce el término aterosclerosis, y lo

describió como el responsable de casi todos los

procesos obstructivos de las arterias, pero no dejó

claras las diferencias entre aterosclerosis y arterios-

clerosis, fenómeno descrito por Ekman y Lobstein

casi un siglo antes.

Russell Ross (1929-1999):

Nació en St Augustine, Florida, USA el 25 de

Mayo de 1929. Se graduó en la Cornell University

in 1951. Tras un breve paso por Nueva York se fue a Seattle donde aprendió Patología Experimental,

diplomándose en 1962. De allí pasó al Departamen-

to de Patología de la Universidad de Washington.

Su teoría “Response-to-Injury” (1973) sobre la ate-

12

rosclerosis fue revolucionaria en su época y sigue

vigente en la actualidad.

Herbert C. Stary:

Profesor de Patología de la Universidad de

Louisiana la escuela de New Orleans, de la que

fueron pioneros Holman, Strong y McGill. Clasificó

las lesiones aterosclerosas en cinco tipos de acuerdo con los estudios de autopsia practicados a pacientes

jóvenes. No se han difundido los detalles de su

biografía pero sus aportaciones fueron tan relevan-

tes que merece un lugar destacado en la historia de

la Enfermedad CV, por cuanto su clasificación am-

pliada hoy día a 8 estadios, sigue aún vigente.

Peter Libby:

Es jefe del departamento cardiovascular del

Brigham and Women’s Hospital, Boston (Massa-

chusetts), y director del D.W. Reynolds Cardiovas-cular Clinical Research Center en la Universidad de

Harvard. Su principal campo de investigación ha

sido el papel de la inflamación en la aterosclerosis.

Es coeditor del prestigioso texto de cardiología

Braunwald's Heart Disease. El Dr. Libby se graduó

en San Diego, Universidad de California y comple-

tó su formación en Medicina Interna y Cardiología

en su hospital actual.

Endotelio y disfunción

endotelial

Schack August Steenberg Krogh (1874-

1949):

Fisiólogo nacido en Grenaa, Jutland, Dina-

marca. Cursó estudios en la Universidad de Copen-

hague de la que fue profesor de fisiología animal

desde 1916 hasta 1945. Comenzó sus investigacio-nes en Groenlandia, relativas al sistema respiratorio

de algunos animales y del hombre. Durante sus

investigaciones desarrolló un microtonómetro para

medir la presión del oxígeno y del anhídrido carbó-

nico en la sangre arterial. Posteriormente sus inves-

tigaciones se dirigieron hacia el estudio de las acti-

vidades funcionales de los vasos capilares. En 1874

le otorgaron el premio Seegen de la Academia aus-

triaca de Ciencias por su papel sobre la espiración

del nitrógeno libre del cuerpo. En 1929 publica sus

resultados sobre el endotelio. Obtuvo los Premios

Nobel de Fisiología y Medicina por establecer el mecanismo que regula el intercambio gaseoso en la

respiración y por descubrir la fisiología de los va-

sos. Tuvo el mérito de estimar en su tiempo y con

los medios de que disponía la extensión (>1.000

m2) y peso (4,5 Kg) del endotelio para un sujeto de

70 Kg, que incluso en la actualidad se admite como

verdadero.

Fig. 9: Louis J. Ignarro, Ferid Murad y Robert Furchgott (de izquierda a derecha) fueron galardonados con el Premio Nobel de Medicina en 1988 por sus descubrimientos relacionados con el papel del óxido nítrico en la

comunicación celular.

13

Robert Furchgott:

Furchgott (Fig. 9) nació el 4 de junio de 1916

en Charleston (Carolina del Sur). Estudió Química

en la Universidad de Carolina del Norte. En 1956

trabaja como profesor de Farmacología en la Uni-

versidad del Estado de Nueva York y desde 1988 se

dedica a la enseñanza en el Departamento de Far-

macología de la Universidad de Miami. Sus investi-gaciones, llevadas a cabo junto a su colaborador

J.V. Zawadzki, por las que obtiene el Premio Nobel

de Medicina en 1998, se centraron en el análisis de

los efectos de distintas drogas sobre la musculatura

vascular, llegando a la conclusión de que los vasos

sanguíneos se dilataban sólo si el endotelio vascular

producía una señal desconocida que hacía que las

células musculares vasculares se relajen, poniendo

la primera piedra para el reconocimiento del endo-

telio como un “tejido funcional” y no sólo “mecáni-

co”. Pero la historia no siempre hace justicia y con frecuencia carece de memoria, puesto que ya en

1880 el patólogo Ernst Ziegler observó que el endo-

telio de las arterias ligadas era un “tejido funcio-

nalmente activo” y tenía capacidad de inducir la

proliferación de tejido conectivo y participar en la

cicatrización de las heridas. Furchgott bautizó a esta

sustancia con el término EDRF (factor de relajación

derivado del endotelio), aunque otros autores lo

denominaban “factor endotelial de Furchgott”.

Compartió el Premio Nobel con Ferid Murad y

Louis J. Ignarro.

Ferid Murad:

Murad (Fig. 9) nació el 4 de septiembre de

1936 en Whiting, (Indiana). Estudió Medicina en

Cleveland y su primer trabajo fue como profesor de

la Universidad de Virginia. También ha sido profe-

sor en la Universidad de Stanford y en la Universi-

dad de Chicago. Recibió el Premio Nobel de Medi-

cina, compartido con Robert F. Furchgott y Louis J.

Ignarro 1998, cuando trabajaba en la Universidad

de Texas (Houston). Sus trabajos fundamentales

fueron en el campo del análisis del mecanismo de acción de la nitroglicerina y otros agentes vasodila-

tadores, descubriendo en 1977 que la producción de

NO afectaba a las células musculares lisas.

Louis J. Ignarro:

Ignarro (Fig. 9) nació en 1941 en Brooklyn,

Nueva York. Estudió Farmacia en la Universidad de

Columbia entre 1962 y 1966, año este último en el

que inició sus estudios de Farmacología en la Uni-

versidad de Minnesota. Entre 1979 y 1985 fue pro-

fesor del Departamento de Farmacología de la Es-cuela de Medicina de Tulane University, Nueva

Orleans. Desde 1985 es profesor del Departamento

de Farmacología de la Escuela de Medicina de la

Universidad de los Ángeles (UCLA). Ignarro parti-

cipó en la búsqueda de la naturaleza química del

EDRF (factor relajante derivado del endotelio),

realizó una brillante serie de análisis y concluyó, en

1986, independientemente de Robert Furchgott, que

el EDRF era el óxido nítrico (NO). En el año 1998

se le concedió el Premio Nobel de Medicina y Fi-

siología, junto a Robert F. Furchgott y a Ferid Mu-rad, por sus descubrimientos relacionados con el

óxido nítrico como una señal molecular en el siste-

ma cardiovascular.

Salvador Moncada:

Farmacólogo hondureño, nacido en Teguci-

galpa en 1934. Estudió Medicina y Cirugía en la

Universidad de El Salvador y se doctoró en Farma-

cología en la de Londres. Ha sido profesor de las

Universidades de El Salvador y Honduras y profe-

sor visitante de King's College de Londres, así co-mo director de los laboratorios Wellcome Research

de Inglaterra, donde montó un equipo de investiga-

ción en prostaglandinas. Autor de más de 400 cola-

boraciones en libros y revistas médicas, es uno de

los más reputados investigadores en el área de las

ciencias biomédicas, con aportaciones para el tra-

tamiento de la inflamación, la aterosclerosis y las

enfermedades tromboembólicas. A Salvador Mon-

cada debemos el conocer el mecanismo de acción

de la aspirina y el descubrimiento de que las células

endoteliales de la pared vascular producen la pros-taciclina, una hormona local vasodilatadora y antia-

gregante plaquetaria. En 1988 tuvo el mérito adi-

cional de identificar junto a Palmer y Ashton la

enzima implicada en la síntesis de NO y que él

llamó NOS (Nitric Oxide Synthase). En 1990 com-

partió con el español Santiago Grisolía el premio

Príncipe de Asturias de Investigación Científica y

Técnica. De forma incomprensible no compartió el

Nóbel con Ferid Murad, Louis J. Ignarro y Robert

Furchgott. Pero la injusticia también habría que

hacerla extensiva a Zawadzki, que estuvo con

Furchgott en sus investigaciones y no fue condeco-rado.

Enfermedad coronaria (EC)

William Heberden (1710-1801):

Heberden (Fig. 10) nació en Londres en 1710

y fue educado en el St. John's College de Cambrid-ge donde se licenció en Medicina y Cirugía en

1739. Publicó su tratado de la angina en 1772 en el

que la relacionaba con un trastorno espasmódico

por su aparición brusca. Su magistral descripción se

recoge en la siguiente frase:“Hay un desorden del

pecho caracterizado por síntomas peculiares. Su

asiento y la sensación de «strangling» (ahogo o

14

estrangulamiento) y de ansiedad con que se acom-

paña, hace que no sea impropio llamarle «angina

pectoris». Aparece mientras caminan y su sensa-

ción es tan desagradable como si fuesen a morir.

Desaparece en el momento en que ellos se paran”.

También fue el primero en apuntar que el vino pro-

porcionaba un considerable alivio y el efecto con-

traproducente del estrés. Aunque la descripción clínica oficial de la angina se atribuye a Heberden

ya existen datos de un caso descrito en 1632 por

Earl de Clarendon. Heberden fallece en Londres en

1801. La descripción de Heberden fue posterior-

mente mejorada por W.P. Obrastzow y N.D. Stras-

chesko en 1910.

Fig. 10: William Heberden (1710-1801) describió por

primera vez el “angor pectoris”. Retrato realizado por Venita Jay, MD, FRCPC del Departamento de Patología del Sick Children Hospital, Toronto, Ontario, Canada.

Ascanio Sobrero (1812-1888):

Ascanio Sobrero fue un químico italiano que descubrió la nitroglicerina en 1847 mientras traba-

jaba en la Universidad de Torino. La nitroglicerina

fue aplicada por primera vez en 1846, observándose

que una pequeña cantidad de la sustancia oleosa

colocada sobre la lengua desencadenaba cefalea

intensa. En 1847, Constantin Hering creó la forma

de dosificación sublingual. La nitroglicerina no fue

aplicada en la EC hasta años más tarde, debiéndose

esta aplicación a William Murrell.

Thomas Lauder Brunton (1844-1916): Médico y farmacólogo. Trabajó en el St

Bartholomew´s Hospital. En 1857 administró por

primera vez una inhalación de nitrito de amilo, un

conocido vasopresor, y observó que el dolor angi-

noso se atenuaba en 30 o 60 segundos. Sin embar-

go, la acción del nitrito de amilo era transitoria y la

dosificación era difícil de ajustar.

William Murrell (1853-1912):

En 1879, William Murrell consideró que la

acción de la nitroglicerina era muy similar a la del nitrito de amilo y estableció el uso de ésta para

tratar la angina de pecho por lo que el nitrito de

amilo cayó en desuso. Los cambios en la percep-

ción del tiempo provocados por estos psicofármacos

iniciaron su uso extra-médico durante los ochenta.

Los resultados de sus investigaciones sobre la

nitroglicerina fueron publicados en la prestigiosa

revista Lancet.

Marc A. Ruffer (1845-1917):

Nacido en Lyon en 1845 de padre francés y madre alemana, Ruffer fue educado en Oxford gra-

duándose en medicina en Londres. Discípulo de dos

grandes figuras de la medicina: el francés Louis

Pasteur y el biólogo ruso Mestshnikov en Paris. En

1881 fue nombrado director general del Instituto

Británico para la medicina preventiva. Poco des-

pués quedó semiparalizado mientras ensayaba un

suero antidiftérico, contrayendo la enfermedad.

Hacia 1896 se traslada al Cairo donde fue profesor

de bacteriología del Medical School de esta ciudad.

Su mayor mérito consistió en iniciar el desarrollo de una nueva ciencia, la Paleopatología, de la que es

considerado el padre. La definió como “una doctri-

na sobre las enfermedades discernibles en los vesti-

gios humanos y animales de épocas antiguas”. Sus

trabajos se centraron sobre momias pertenecientes a

las XVIII-XXVII dinastías. Inventó una técnica

consistente en extraer finas muestras de tejidos

momificados para su estudio microscópico. En su

trabajo titulado “On arterial lesion found in Egip-

tian mummies”, publicado en 1911, describe calci-

ficaciones y ateromas arteriales coronarios en las

piezas procedentes de momias egipcias en las que por fortuna el corazón estaba bien preservado. Sus

trabajos han sido recientemente profundizados por

otro ilustre paleontólogo llamado A.T. Sandison en

1967.

Arthur Morris Master (1895-1973):

Nació en Nueva York en 1895. Se graduó en

la Cornell University en 1921, famosa hoy día en el

mundo de la Cardiología por sus criterios electro-

cardiográficos de HVI (Hipertrofia ventricular iz-

quierda). Realizó su formación en el Hospital Mon-te Sinai, y trabajó con el famoso medico y cardiólo-

go Thomas Lewis en el University College Hospital

de Londres. Después regresó a los Estados Unidos

15

dónde estandariza el primer test de esfuerzo en el

diagnóstico de la Enfermedad Coronaria en 1942

con la prueba de los 2 escalones (two-step) que él

consideraba que era suficiente para producir isque-

mia. Los trabajos de Master tuvieron un precedente

en los de Willem Eindhoven, quien en 1902 intro-

dujo la electrocardiografía y en 1908 obtuvo por

vez primera un ECG después de subir corriendo un tramo de escalera, pero no llegó a estandarizar di-

cha prueba para el diagnóstico de EC. Master falle-

ció en Nueva York en 1973.

Myron Prinzmetal (1908- 1987):

Nace en Buffalo, Nueva York, en 1908. Li-

cenciado en la Universidad de San Francisco, Cali-

fornia. Describió en 1959 junto con Rexford el sín-

drome de “Angina variante”, conocido posterior-

mente como Angina de Prinzmetal (Rexford fue

olvidado). Gran parte de su mérito habría que atri-buírselo a sus predecesores en las teorías del es-

pasmo coronario como William Heberden (1772)

Henri Huchard (1889), Louis Gallavardin (1925),

Hausner y Scherf (1933). Dicha teoría fue poste-

riormente consolidada por Oliva en 1973 y por

Atilio Maseri en 1978.

René Gerónimo Favaloro (1923-2000):

Nació y se crió en el barrio “El Mondongo” en

La Plata, Argentina, Fue insigne por perfeccionar

en 1967 la técnica del bypass introducida por los cirujanos Sabiston D.C. Jr. (1962) y Vasili I. Kole-

sov (1964). Sus trabajos los desarrolló en la Cleve-

land Clinic. Trabajó primero como residente y lue-

go como miembro del equipo de cirugía. El labora-

torio de Mason Sones Jr., padre de la Arteriografía

coronaria, disponía de la colección más importante

de cineangiografías de los Estados Unidos y ello

facilitó el trabajo de Favaloro. En 1971 Favaloro

regresó a Argentina con el sueño de desarrollar un

centro de excelencia similar al de la Cleveland Cli-

nic, que combinara la atención médica, la investiga-

ción y la educación. Con ese objetivo creó la Fun-dación Favaloro en 1975 junto con otros colabora-

dores. En 1992 se inauguró en Buenos Aires el

Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular

de la Fundación Favaloro, entidad sin fines de lu-

cro, con el lema “tecnología avanzada al servicio

del humanismo médico”. En el año 2000 la Funda-

ción Favaloro estaba endeudada en unos 75 millo-

nes de dólares americanos por la crisis económica

del país. Por tal motivo, el día 29 de julio del mis-

mo año toma la trágica decisión de quitarse la vida

de un disparo al corazón, cansado de “ser un men-digo en su propio país”, según consta en un escrito

aparecido tras su muerte. Actualmente la Fundación

Favaloro es una de las instituciones más grandes de

América Latina dedicada al estudio cardiovascular.

Robert A. Bruce (1916-2004)

Nació en Edinburgo, Escocia. Robert A. Bru-

ce es considerado el “padre de la Cardiología de

Esfuerzo” por su contribución al diagnóstico de la

Enfermedad Coronaria. Trabajó toda su vida en la ciudad de Seattle. Su protocolo, diseñado para el

diagnóstico de la Enfermedad en 1963, aún sigue

vigente. Bruce explicaba su importancia en analogía

con el coche: “Tu nunca comprarías un coche usa-

do sin antes ver como funciona su motor cuando se

pone marcha, lo mismo es aplicable para evaluar la

función del corazón”. Bruce también descubrió que

su test valía para que el paciente abandonara sus

malos hábitos y el 63% de los sujetos sometidos a

su estudio modificaron positivamente los suyos.

Murió a los 87 años en su casa de Seattle.

Harold T. Dodge Jr (1924-1999):

Harold Trace Dodge Jr, médico e investiga-

dor, creció en Seattle y asistió a la Universidad de

Washington durante 2 años, así como un año a la de

Harvard antes de entrar en la Harvard Medical

School. Se graduó en 1948. Hizo su internado en el

Peter Bent Brigham Hospital de Boston y de allí

regresó a Seattle, donde completó un año de resi-

dencia y se especializó en Cardiología. Regresó a la

Costa Este, pasando 4 años en el National Institute of Health (NIH). De allí regresó a Seattle donde

trabajó junto a Robert A. Bruce. Llegó a ser Jefe de

Cardiología del nuevo Seattle Veterans Administra-

tion Hospital. En los años 60 estuvo 3 años de Jefe

de Cardiología en la Universidad de Alabama. En

su colaboración con Bruce hizo importantes aporta-

ciones al diagnóstico de la Enfermedad Coronaria.

Murió en 1999.

Eugene Braunwald:

Braunwald (Fig. 11) está considerado uno de

los padres de la cardiología moderna y el autor más citado en esta especialidad. Nació en Austria en

1929, pero enseguida emigró con su familia a Esta-

dos Unidos, donde estudió medicina. Entre sus mu-

chos logros está el de ser editor de “Harrison's Prin-

ciples of Internal Medicine” y autor de “Heart Di-

sease”, el libro de texto más reconocido en cardio-

logía. Se graduó en la New York University, y

completó su residencia en el Johns Hopkins Hospi-

tal. Fue jefe de Cardiología y director clínico del

National Heart, Lung and Blood Institute, y funda-

dor del Departamento de Medicina de la Universi-dad de San Diego, California; desde 1972 a 1996

fue jefe de departamento de medicina del Brigham

and Women’s Hospital. Es el único cardiólogo

16

miembro de la National Academy of Sciences. En

1996 se trasladó a la universidad de Harvard, diri-giendo la Eugene Braunwald Professorship in Me-

dicine. En 1999 la American Heart Association

estableció en su honor el Eugene Braunwald Aca-

demic Mentorship Award con periodicidad anual.

Ha escrito más de 1.100 publicaciones en el campo

de la Cardiología, ocupando un lugar más que in-

signe en la historia de la enfermedad cardiovascu-

lar.

Valentin Fuster:

Fuster (Fig. 11), cardiólogo español, nació en

Barcelona en 1943. Cursó estudios de medicina en su ciudad natal, donde se licenció y obtuvo el doc-

torado. En 1971 se trasladó a Estados Unidos y ha

trabajado en la clínica Mayo de Rochester (Minne-

sota), en la unidad cardiaca del Hospital General de

Massachussets. Catedrático de cardiología de la

Universidad de Harvard, dirige en la actualidad el

Instituto de Cardiología del Hospital Monte Sinaí

de Nueva York. Su dilatada vida clínica y de inves-

tigación le ha permitido desarrollar nuevas líneas de

investigación cardiológica que han tenido gran re-

percusión en la patología y terapéutica cardiacas. En 1976 recibió el premio Servet de investigación

cardiovascular, en 1992 el Gruntzig de la Sociedad

Europea de Cardiología, en 1995 el de investigación

cardiovascular Lewis A. Conner y en 1996 el Prín-

cipe de Asturias de Investigación. Desde 2005 es

responsable del Comité Externo de Asesoramiento

y Evaluación Centro Nacional de Investigaciones

Cardiovasculares (CNIC) en España.

Enfermedad cerebrovascular

Sir Thomas Willis (1621-1675):

Nació en Great Bedwin (Wiltshire, Inglaterra),

y estudió en la Universidad de Oxford, donde coin-

cidió con William Harvey, de quien aprendió de

primera mano la nueva teoría sobre la circulación

de la sangre. Willis describió el polígono arterial de

la base cerebral que lleva su nombre. Es considera-

do uno de los mayores neuroanatomistas de todos

los tiempos y el fundador de la Neurología. Su nombre se relaciona con el “polígono de Willis”,

pero sus aportaciones fueron mas allá y a él le de-

bemos gran parte de la nomenclatura anatómica de

esta región. Además en sus reflexiones correlacionó

los hallazgos anatomopatológicos con la clínica y

muchos de ellos siguen aún vigentes. Con respecto

a su famoso polígono existen descripciones anterio-

res realizadas por el suizo J.J. Wepfer (1620-1695).

John Abercrombie (1780-1844):

Nació en Aberdeen (Escocia). Se doctoró en

1803. Fue miembro de Royal Collage de Cirujanos de Edimburgo. Abercrombie nos legó en 1831 una

excelente diferenciación entre infarto y hemorragia

cerebral, distinguiendo a su vez las formas intrapa-

renquimatosa y subaracnoidea.

Sir William Osler (1849-1919):

Osler nació en Bond Head, Ontario (Canadá)

en 1849. Estudió Medicina Interna en Canadá y en

Europa. Fue profesor en la Universidad McGill de

Montreal (1875-1884) y en la Universidad de

Fig. 11: Eugene Braunwald y Valentin Fuster, las dos figuras más relevantes de la cardiología actual.

17

Pennsylvania (1884-1888) donde fundó la Associa-

tion of American Physicians (Asociación de médi-

cos americanos). Desde 1888 a 1905 impartió clases

en la recién creada Facultad de Medicina de la Uni-

versidad Johns Hopkins. Es considerado uno de los

grandes iconos de la Medicina, y para muchos el

padre de la “Medicina Moderna”, aunque él mismo

consideraba que era Avicena. Fue sin duda la gran figura de la época por su legado clínico sobre el

diagnóstico de los aneurismas cerebrales llegando a

aseverar, entre otras aportaciones, que “las dilata-

ciones de mayor volumen dan lugar a síntomas de

tumor y su ruptura suele ser fatal” y que “Siempre

que una persona joven muere con síntomas de apo-

plejía grave y tras su muerte se encuentra una gran

efusión hemorrágica, es posible la presencia de un

aneurisma”.

Además de estas aportaciones ocupa un lugar

destacado en la historia de la enfermedad cardio-vascular por ser el primero que en 1889 correlacio-

nó el IAM con una oclusión de una arteria coronaria

y en observar las plaquetas de la sangre en 1873.

Su obra “Principles and Practice of Medicine”

(1892) se consideró durante mucho tiempo el libro

de texto oficial de las facultades de medicina de

todo el mundo. En 1905 se trasladó a Oxford (Ingla-

terra) para presidir la cátedra de medicina. Fue

nombrado Sir en 1911 por sus grandes contribucio-

nes en el campo de la Medicina. Falleció en dicha

ciudad en 1919. Sus teorías fueron continuadas por George Dock y James B. Herrick en la Universidad

de Minesotta.

Egas Moniz (1874-1955)

Seudónimo de Antonio Caetano de Abreu

Freire, médico, político y diplomático portugués.

Nació en Avança y murió en Lisboa, discípulo de

Ramón y Cajal y colaborador de Almeida Lima,

ambos especialistas en neurología. Profesor de neu-

rología de la Facultad de Medicina de Lisboa.

Realizó notables estudios sobre los tumores cere-

brales, posibilitados en gran manera por su descu-brimiento de la angiografía cerebral, que practicaba

mediante la coloración del cerebro para conseguir

su opacidad a los rayos X. En 1927 practicó la pri-

mera arteriografía cerebral por punción directa de la

carótida, usando yoduro sódico al 25% (que había

sido introducida para la práctica médica por Brooks

en 1924). En 1949 recibió el premio Nobel de Fisio-

logía y Medicina, compartido con el neurólogo

suizo W.R. Hess.

Michael Ellis DeBakey: Nació en 1908 en Lake Charles, Louisiana, de

padres emigrantes libaneses. Fue un eminente ciru-

jano cardiovascular. Se alistó de voluntario durante

la II Guerra Mundial. De Bakey se valió de los co-

nocimientos obtenidos en la cirugía de guerra para

mejorar su técnica quirúrgica. En 1953 se le atribu-

ye a DeBakey la primera endarterectomía con éxito

tras haber fracasado en una previa, pero entre am-

bas se le adelantó Larrea que fue verdaderamente

quien realizó en 1951 la primera cirugía de este tipo

con buen resultado. En 1966 implantó un corazón artificial. En 1987 recibió de manos del presidente

Ronald Reagan el premio National Medal of Scien-

ce. Intervino al presidente ruso Boris Yeltsin de un

quintuple bypass en 1996. En la actualidad es Can-

ciller Emérito de Colegio de Medicina Baylor e

integra activamente el personal del Methodist Hos-

pital de Houston, gozando de reconocimiento inter-

nacional como una leyenda viviente de la cirugía

cardiovascular.

En la Tabla 1 se recogen otras figuras revelan-tes en la historia de la enfermedad cerebrovascular.

Tabla 1: Otros personajes relevantes de la

Enfermedad Cerebrovascular

- John James Wepfer en 1655 describe por vez

primera una apoplejía hemorrágica y tres años

más tarde la trombosis carotídea.

- Gowers, en 1875, introduce el concepto de

embolismo cerebral.

- Quincke, en 1891, pionero del valor de la

punción lumbar en el diagnóstico de la hemo-

rragia subaracnoidea.

- Hans Chiari, en 1906, propone su revolucio-

naria visión sobre el papel de la ulceración

carotídea extracraneal como etiología de infar-

to.

- Ransay Hunt en 1914 describe el “accidente

isquémico transitorio”.

- Pierre Marie, 1920 introduce el concepto de

“infarto lacunar”.

- Sjókviest en 1936 hizo la primera descrip-

ción de una oclusión carotídea cerebral.

- Dos Santos en 1947 inicia tímidos intentos

quirúrgicos sobre el vaso carotídeo.

- Miller Fischer y Millikan en 1951 retomaron

el término “accidente cerebrovascular” (ACV) introducido en 1936 por diversos autores.

- Schiller a quien debemos la generalización

del término de ACV, publica en 1970 su trata-

do: “Concepts of Sfroke Before and After Vir-

chow”.

Hounsfleld, Premio Nobel de 1973, padre

de la tomografia computarizada (TAC)

18

Enfermedad arterial periférica

Ambrosio Paré (1510-1590): Nació en Bourg Herent (Francia). Comenzó

como aprendiz de un barbero-cirujano de París;

después trabajó durante cuatro años en el Hôtel-

Dieu de París, ya entonces famoso hospital de bene-

ficencia. En 1541 se convirtió en maestro barbero-

cirujano y trabajó como cirujano del ejército. En

1564, publicó su obra “Dix Livres de la Chirurgie”.

La primera parte contenía anatomía y fisiología y la

segunda, cirugía. En ésta se describían muchas téc-

nicas quirúrgicas, siendo una de las más significati-

vas el uso de ligaduras de grandes vasos en las amputaciones. Practica en 1517 con éxito en el

campo de batalla la ligadura de arterias y venas que

vienen a sustituir a la cauterización con aceite hir-

viendo que se venían utilizando durante más de un

milenio. Se considera a Ambrosio Paré como la

principal figura quirúrgica del siglo XVI, así como

el padre de la cirugía francesa.

John Hunter (1728-1793):

Nació en Long Calderwood, Escocia. En 1748

se mudó a Londres donde cursó los estudios de

Medicina junto a su hermano William Hunter, ana-tomista. Durante la Ilustración, describió un sinfín

de nuevas técnicas de ligadura arterial y tratamiento

de las lesiones de los vasos sanguíneos. Fue ciru-

jano y anatomista. Es considerado el padre de la

aproximación experimental a la Medicina. Cirujano

militar desde 1760 hasta 1763. En 1767 es nombra-

do Fellow de la Royal Society y obtiene los cargos

de cirujano del St. George's Hospital, cirujano del

rey Jorge III de Inglaterra y cirujano general del

ejercito. Muere en 1793 tras complicarse su angina

tras una discusión. Tenía una casa en Leicester Square con dos fachadas en las que coleccionaba

animales y rarezas anatómicas. Por la fachada prin-

cipal atendía a los ricos clientes durante el día y por

la fachada trasera daba a un callejón donde los resu-

rreccionistas entregaban los cadáveres para su es-

cuela de anatomía. Su personaje novelesco inspiró a

Robert Louis Stevenson a la hora de escribir “El

extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde”.

Maurice Raynaud (1834-1881):

Hijo de un profesor universitario, estudió me-

dicina en París, doctorándose en 1862, año en el que describe el síndrome que lleva su nombre, de-

nominándolo “asfixia local y gangrena simétrica de

las extremidades”. Fue también doctor en letras con

el famoso artículo sobre “Asclepiades de Bathynia”

(doctor y filósofo), y el libro sobre la Medicina en

tiempos de Molière. En 1866 fue agregado de la

facultad por los méritos acumulados con sus traba-

jos. Fue nombrado Académico de Medicina en

1879. Murió en 1881 tras descompensarse su en-

fermedad cardíaca.

Rudolph Matas (1860-1957)

Nació en Bonnet Carre, Louisiana, hijo de pa-

dre médico y farmacéutico. Cursó medicina en

Nueva Orleans, donde se graduó en 1880. Profesor de Cirugía en la Universidad de Tulane en 1895.

Fue el precursor de la cirugía vascular. En honor a

Antyllus, que operaba aneurismas en el Siglo III en

Grecia, Sir Williams Osler denominaba a Rudolph

Matas como el “Antyllus moderno”. En 1888 hizo

su primera cirugía exitosa de un aneurisma de la

arteria braquial siendo el primero más tarde en

abordar quirúrgicamente, con igual técnica, un

aneurisma poplíteo y uno de aorta abdominal, pu-

blicando una descripción de la misma y de sus re-

sultados en 1903. Fue Presidente de la Asociación Norteamericana de Cirugía.

Alejandro de San Martín (1847-1908):

Nació en Larrainzar (Navarra) y murió en

Madrid. Médico y cirujano eminente. Desde 1874

fue catedrático de Terapéutica, primeramente en

Cádiz y más tarde en Madrid. Desde 1898 fue sena-

dor por la Universidad Central, afiliado al partido

liberal. En 1906 fue ministro de Instrucción Pública

con Moret por indicación de Cajal, que declinó la

cartera. Escribió varias obras sobre Medicina y dirigió las revistas: “La Aspiración Médica” y “El

Siglo Médico”, disfrutando de extraordinario pres-

tigio científico. Muchos consideran a este autor,

cirujano navarro y profesor de la Facultad de Medi-

cina de Madrid, el iniciador de la cirugía arterial

directa, al desarrollar técnicas de anastomosis arte-

riovenosas, posteriormente perfeccionadas por su

discípulo Goyanes.

José Goyanes Capdevila (1876-1964):

Cirujano y otorrinolaringólogo español, nació

en Monforte (Lugo) y falleció en Santa Cruz de Tenerife. Fue profesor de cirugía de la Facultad de

Medicina y del Hospital General de Madrid, presi-

dente de la Academia Medicoquirúrgica y de la

Liga Española contra el Cáncer así como Doctor

Honoris Causa de la Universidad de Burdeos. En

1900, publica sus técnicas “para extracción de coá-

gulos con catéteres y sondas”. El 8 de Septiembre

de 1906 Goyanes reseca un aneurisma sifilítico de

la arteria poplítea sustituyéndolo por la vena vecina,

en lo que se considera el primer injerto venoso au-

tólogo de la historia.

19

Alexis Carrel (1873-1944):

Carrel (Fig. 12) nació en Lyon, Francia el 28

de junio de 1873. Biólogo médico y escritor. Se

licenció en Letras por la Universidad de Lyon en

1889 y al mismo tiempo estudiaba Medicina de la

que obtuvo el doctorado en 1900. Fascinado por las

experiencias del cirujano americano Rudolph Matas

sobre el tratamiento de los aneurismas emigró a Estados Unidos en 1904. Sus trabajos tuvieron con-

tinuidad en la Universidad de Chicago y en el Ro-

ckefeller Institute de Nueva York, en donde perma-

neció hasta el año 1938, fecha en que regresó a

Europa. Recibió el Premio Nobel de Medicina de

1912 “en reconocimiento a su trabajo en suturas

vasculares y en transplante de vasos y órganos”.

Además de excelente cirujano era un hombre inge-

nioso, creando un antiséptico para desinfectar heri-

das, la solución Carrel-Dakin, de gran utilidad du-

rante la I Guerra Mundial, y una especie de corazón artificial.

Fig. 12: Alexis Carrel (1873-1944), premio Nobel de

medicina en 1912.

Leo Buerger (1879-1943):

Nació en Viena (Austria), pero su familia emigró a USA cuando era pequeño. Fue educado en

el Colegio de Médicos y Cirujanos de la Universi-

dad de Columbia dónde se graduó en 1901, habien-

do sido interno en el servicio de cirugía del Hospital

Lennox Hill. Volvió a Europa para formarse en el

Breslau Surgical Clinic (Alemania), pero regresó a

los EEUU para ejercer como Profesor de Urología

en el Hospital Monte Sinaí. De allí paso a Califor-

nia, y tras una larga estancia en los Angeles regresó

a Nueva York en 1934.

Como urólogo introdujo el cistoscopio, deno-

minado de Brown-Buerger, pero el campo cardio-

vascular también tiene una deuda con él, ya que en

1908 publicó una obra sobre los trastornos circula-

torios de las extremidades en la que describía la

“Tromboangeítis obliterante”, que desde entonces

lleva su nombre.

Reynaldo Dos Santos (1880-1967):

Nació en Vila Franca de Xira (Portugal) en 1880. Estudió en París con los profesores Guyon, y

Pinard. Viajó a América para perfeccionarse en los

Hospitales de Boston (Prof. Cabot), Chicago

(Ochsner, Murphy, laboratorio de cirugía experi-

mental de Alexis Carrel), Rochester (Mayo Clinic),

Baltimore (Halsted, H. Cushing, Finney, H. Kelly y

Young), Philadelphia (Deaver y Keen), Nueva

York. En 1929 aplica la técnica para arterias femo-

rales y periféricas, introduciendo las arteriografías

translumbar y transfemoral. Esta última sería muy

perfeccionada en 1956 por el sueco Seldinguer, que utilizó catéteres sobre guías diseñando la técnica

que, con pocas modificaciones, se utiliza en la ac-

tualidad en multitud de procedimientos endovascu-

lares diagnósticos y terapéuticos.

René Leriche (1879-1955)

Cirujano francés que nació en Roanne (Loire)

en 1879. Estudió en Lyon, doctorándose en 1906.

Fue jefe de Cirugía Clínica en los años 1906-9. Jefe

de Cirugía experimental en 1920. Cuatro años más

tarde ejerció como profesor de Cirugía en Estras-burgo. En 1927 fue elegido miembro honorífico del

Royal College of Surgeons de Inglaterra. En 1931

Leriche regresó a Lyon, y en 1938 se trasladó a

París para trabajar como jefe de Cirugía Experimen-

tal. En 1941 describió el cuadro de oclusión aórtica

que desde entonces lleva su nombre, e implantó el

primer homoinjerto en posición aórtica.

Joao Cid Dos Santos (1907-1975):

Hijo de Reynaldo Dos Santos, creador de la

arteriografía. Fue condiscípulo de Michel de Bakey

y Anibal Introzzi (padre) en Estrasburgo bajo la formación de Rene Leriche. Según sus palabras

descubrió la endarterectomía de la siguiente forma:

“….en la época preheparínica se operaba contra-

rreloj porque las complicaciones trombóticas eran

muy frecuentes. Avisados de urgencia tuvimos que

intervenir a un paciente previamente operado de

oclusión arterial aguda. Reintervenimos al paciente

con anestesia local e introduje por la arteriotomía

previa una pinza de hemostasia para sacar los coá-

gulos. De repente noté algo duro calcáreo que

atrapé con la pinza. Me había llevado un segmento de endarteria calcificada y sin pretenderlo había

descubierto la endarterectomía”.

20

Fernando Martorell Otzet (1906-1984):

Médico catalán, pionero de la Cirugía Vascu-

lar en nuestro país, fundador de un Departamento

de Angiología en Barcelona, y figura de reconocido

prestigio mundial, presidiendo el Congreso Consti-

tuyente de la Sociedad Internacional de Angiología

en Atlantic City en 1951. Describió por vez primera

la “ulcera hipertensiva” y junto a Fabré mejoró la descripción de la vasculitis de las arterias principa-

les del arco aórtico, que lleva el nombre de Ta-

kayasu por haberla descrito en 1908. Tanto mejora-

ron los detalles clínicos que para muchos debería

llamarse Enfermedad de “Takayasu-Martorell-

Fabré”. Martorell fue autor de 15 libros de la espe-

cialidad.

En la Tabla 2 se recogen otros personajes re-

levantes de la arteriopatía periférica.

Tabla 2. Otros personajes relevantes

de la Arteriopatía Periférica

Jean Kunlim realizó el primer bypass con vena safena autóloga invertida el 3 de Junio de

1948.

Charles Dubost empleó en 1951 el primer

homoinjerto para el tratamiento de un aneu-

risma de aorta abdominal.

Thomas Fogarty fue el inventor de la cen-

trífugación de muestras y de la cirugía míni-

mamente invasiva. Introdujo el catéter de an-

gioplastia y el catéter de embolectomía. que llevan su nombre

Charles T. Dotter, padre de la angioplastia

periférica y de la radiología intervencionista

Julio Palmaz mostró a la comunidad cientí-

fica la posibilidad de mantener las dilataciones

arteriales en el tiempo mediante el uso de

stents.

Juan Parodi implantó con éxito por vez primera en 1990 una endoprótesis para el tra-

tamiento de un aneurisma de aorta abdominal.

Riesgo cardiovascular

Samuel A. Levine (1891-1966):

Samuel Albert Levine fue una figura clave en

la cardiología moderna, y merece un lugar destaca-

do por ser el primer epidemiólogo cardiovascular

que habló de factores que predisponían a la ateros-

clerosis coronaria, citando entre ellos la genética,

sexo masculino, obesidad, diabetes e hipertensión

en 1929, cincuenta y ocho años antes de que

Reaven, en 1987, describiera el Síndrome X. Por otra parte Samuel Levine publicó el primer tratado

sobre Enfermedad Coronaria recogiendo los prime-

ros 145 casos de la Universidad de Boston. En 1944

Samuel Levine, en el Hospital Peter Bent Brigham,

llevó a cabo lo que puede considerarse el primer

paso en rehabilitación cardíaca, cuando empezó a

sentar en un sillón a sus pacientes con infarto del

miocardio de 1 a 2 horas diarias al día siguiente de

su admisión. Levine demostró, venciendo la oposi-

ción inicial de muchos de sus colegas, los benefi-

cios en la recuperación física y psicológica de estos pacientes y la ausencia de consecuencias deletéreas.

A partir de entonces se desarrolló un intenso interés

en los efectos del ejercicio físico, tanto en el indivi-

duo normal como en la enfermedad coronaria, esti-

mulando a partir de 1970 el desarrollo de los prime-

ros programas de rehabilitación cardíaca en los

EEUU, Canadá y algunos países europeos.

Ludwing Aschoff (1866-1942):

Patólogo nacido en Berlín (Alemania). Fue

profesor de las universidades de Marburg y

Freiburg. Estudió sobre el sistema de conducción del corazón y sobre la teoría del sistema monocito-

macrófago. Descubrió el nódulo que lleva su nom-

bre en la fiebre reumática. En 1933, en consonancia

del pensamiento de Levine fue el primero en desa-

fiar la teoría de que la aterosclerosis era solo un

fenómeno relacionado con la edad motivando a

otros investigadores a la búsqueda de sus causas

para con ello se pudieran hacer una profilaxis de la

misma, llegando a afirmar: “La aterosclerosis no es

inevitable” (1933).

Paul Dudley White (1886-1973):

Nació en 1886 en Roxbury (Massachusetts).

Se licenció en Medicina por la Universidad de Har-

vard en 1911. Fue profesor de dicha universidad

desde 1914 a 1956. En 1942 fundó la American

Heart Association, de la que fue presidente durante

2 años. Fue jefe del equipo medico del Presidente

Eisenhower. Se le considera uno de los principales

pioneros del Riesgo CV junto a Samuel A. Levine.

En 1946 empezó el primer estudio epidemiológico

21

CV seleccionando a personas que habían sufrido

infarto de miocardio antes de los 40 años y a las que

examinaron antes de cumplir 50 años. Reunieron 97

hombres y 3 mujeres para su estudio que publicaron

en un libro en 1954. Excluyeron a los sujetos que

estaban diagnosticados de diabetes y a los que te-

nían hipertensión en el momento del examen. Como

grupo control seleccionaron a 146 individuos y 97 de ellos fueron apareados con cada uno de los casos

por edad, altura, peso, tipo físico, origen, tipo de

ocupación y nivel de actividad física. La elevada

proporción de fumadores tanto entre los casos como

entre los controles (90% de los enfermos coronarios

y 66% de los controles) explica que en aquel mo-

mento no se considerase el tabaco como factor de

riesgo. Sí observaron diferencias en los niveles de

colesterol no explicable por la dieta. Además obser-

varon que dichos niveles altos de colesterol así

como los de ácido úrico se correlacionaban en los enfermos coronarios menores de 40 años con un

biotipo al que denominaron mesomorfo-endomorfo,

más frecuente en los enfermos en comparación con

los controles. La confirmación y la ampliación de

estas observaciones motivaron los estudios longitu-

dinales de observación.

Lewis A. Conner (1867-1950):

Fue un pionero de la epidemiología cardio-

vascular, y un continuador de Levine en cuanto a la

importancia de la rehabilitación cardíaca. Presidente fundador de la American Heart Association (AHA)

en 1925 y primer editor jefe (1925-1937) del Ame-

rican Heart Journal. Conner pasó más de medio

siglo como staff del New York Hospital y del Cor-

nell University Medical College, y fue jefe del De-

partamento de Medicina desde 1916 a 1932. Fue el

primero en advertir de la epidemia de la Enferme-

dad Cardiovascular en el futuro, hoy nuestro pre-

sente. Asimismo fue el primero en implicar a los

políticos si querían detenerla.

Ralph S. Paffenbarger: Profesor emérito de epidemiología en la Es-

cuela de Medicina de la Universidad de Stanford,

del desconocemos algunos datos biográficos, fue

pionero en los estudios sobre el efecto del ejercicio

físico. Estudió los beneficios del ejercicio mediante

el seguimiento durante 22 años de los obreros del

puerto de San Francisco y durante 10 años de los

antiguos alumnos de Universidad de Harvard. Por

sus estudios llegó a la conclusión de que además de

mejorar la calidad de vida la prolonga de 6 a 9 años

y no 2 años como demostraron otros estudios.

Meyer Friedman (1911-2001):

Este prestigioso epidemiólogo americano des-

pués de haberse ocupado de las cardiopatías funcio-

nales durante los años de la segunda guerra mun-

dial, se obsesionó con los factores psicosociales que

favorecían la cardiopatía coronaria, describiendo el

tipo A de conducta como el factor de riesgo princi-pal.

Gerald M. Reaven:

Actualmente profesor emérito de medicina en

la Escuela de Medicina de la Universidad de Stan-

ford. Se graduó en Ciencias Biológicas en 1949 y

en Medicina en 1953. Fue residente en el Hospital

Universitario de Chicago en los años 53 y 54 y de

ahí fue a la universidad de Stanford en 1954-55.

Completó su residencia en Medicina Interna en la

Universidad de Michigan en los años 57-59. Profe-sor de Medicina en 1970. Desempeñó el cargo de

jefe de Endocrinología del 74 al 79 y fue director

del hospital de Stanford desde el año 1974-1990.

Dedicado al estudio de la Diabetes Mellitus desde

1960. Es famoso por haber descrito en 1987 el sín-

drome X, centrado en la insulín-resistencia, y que

hoy día es conocido como Síndrome Metabólico.

En 1988 recibió el premio Banting que otorga la

Sociedad Americana de Diabetes (ADA).

Fig. 13: Ancel B. Keys (1904-2004), apodado “Monsieur Cholesterol” por sus colaboradores de la Universidad de

Minnesota.

Ancel B. Keys (1904-2004):

Ancel Benjamin Keys (Fig. 13) se dedicó al

estudio de la influencia de la dieta sobre la salud.

Estudió Economía y Ciencias Políticas en la Uni-

versidad de California (1925), Licenciado en Biolo-

gía en 1929 y en Oceanografía en 1930. Profesor de

22

la Universidad de Minnesota en 1936. Durante la II

Guerra Mundial estudió la desnutrición y las dietas

de requerimientos mínimos. Fue director de dos de

los más grandes estudios longitudinales realizados

en los EEUU, el Twin Cities Prospective Study

(TCPS), iniciado en 1947-1948 y el Seven Coun-

tries Study, iniciado en 1957. Ancel Keys murió

centenario probablemente por aplicación de sus teorías sobre la nutrición y la salud cardiovascular.

Thomas Royle Dawber (1913-2005):

Nació en 1913 en Duncan (Brithish Colum-

bia), donde su padre fue un sacerdote metodista. Se

trasladó a Philadelphia donde realizó sus estudios

primarios y de allí a Boston, donde aprendió medi-

cina en los años 1933-37. Trabajó durante 12 años

en el Hospital de la Marina de Brighton, cerca de

Boston llegando a ser jefe del departamento de

medicina. Simultáneamente estuvo dos décadas al frente del Heart Institute de Boston, siendo el ver-

dadero impulsor del estudio Framingham, que

abandonó en 1966. Su último acto público fue el

Congreso Americano de Hipertensión del 2004

dónde asistió a la presentación del informe JNC 7.

William B. Kannel:

Profesor emérito de Medicina y Salud Pública

en la Universidad de Boston, y director del Visiting

Scientist Program del Framingham Heart Study, del

que fue director desde 1966 a 1979. Se graduó en la Universidad de Georgia, doctorándose en Salud

Pública en la Universidad de Harvard. Muchos le

atribuyen a él la autoría del concepto de Factor de

Riesgo y el ser el responsable del estudio Fra-

mingham desde su inicio, pero ambos méritos fue-

ron realmente de J.T. Doyle y Thomas Royle Daw-

ber respectivamente. Sin embargo sus aportaciones

a la enfermedad cardiovascular desde 1961 son

inconmensurables, por eso merece un lugar desta-

cado en la historia.

Kilmer McCully: Inició sus trabajos médicos en la Universidad

de Harvard y en el Massachusetts General Hospital

hasta que sus controvertidas teorías sobre la enfer-

medad coronaria le costaron su puesto de trabajo.

Continuó sus investigaciones en el VA Hospital en

Providence, Rhode Island. Sus teorías sobre el pa-

pel cardiovascular de la homocisteína son hoy día

plenamente aceptadas. La palabra homocisteína fue

utilizada por vez primera por V. du Vigneaud en

1933 para describir la estructura de un thiol deriva-

do del metabolismo de la metionina. En 1962 John Ellis observó que los sujetos tratados con vitamina

B6 por un síndrome del túnel del carpo en Texas

tenían menos EC y una longevidad de 10 años con

respecto a la media de la población. En 1968 Carey

observó en jóvenes con homocistinuria, un error

innato del metabolismo, presentaban una ateroscle-

rosis prematura. Con estos precedentes, en 1969

McCully observó que la elevación de los niveles de

esta sustancia en sangre y orina se asociaban con

enfermedad cardiovascular. Describió la enferme-

dad en dos niños de 2 meses y 8 años de edad res-pectivamente, en los que observó una aterotrombo-

sis diseminada y propuso la hipótesis de que la hi-

perhomocisteinemia podría causar aterosclerosis y

aterotrombosis.

Paul M. Ridker:

Es Profesor de Medicina en la Universidad de

Harvard y director del Center for Cardiovascular

Disease Prevention del Brigham and Women´s

Hospital en Boston, centrada en la epidemiología

molecular y genética de la Enfermedad Cardiovas-cular. Ha recibido numerosos premios por sus estu-

dios sobre la proteína C reactiva, habiendo sido

autor de más de 200 trabajos originales y tres libros

dedicados a la Enfermedad Cardiovascular. Paul

Ridker es además el director del estudio Physicians

Health Study (PHS) que realiza un seguimiento a

22.000 médicos norteamericanos desde 1982, me-

diante el que se persigue demostrar que la aspirina

es efectiva en prevención coronaria así como el

papel de la inflamación en la rotura de una placa de

ateroma y el infarto de miorcardio posterior que ese hecho provoca.

Principales avances del siglo XX

Siguiendo a Mehta y Khan, los principales

avances de la enfermedad cardiovascular en siglo XX han sido:

► Electrocardiografía

Rudolf von Koelliker y Henrich Müller en

1856 descubrieron la electricidad generada por el

músculo cardíaco. Alexander Muirhead realizó el primer registro en 1869 en el St. Bartholomew´s

Hospital de Londres, usando un precursor del elec-

trocardiógrafo llamado siphon de Thompson. En

1875 Gabriel Lippman dio a conocer su electróme-

tro capilar. Con dicho aparato realizó sus investiga-

ciones electrofisiológicas Augustus Desire Waller,

fisiólogo francés establecido en Edimburgo y luego

en la Universidad de Londres. Aunque Muirhead

habría registrado el primer electrocardiograma

(ECG) humano, fue Waller quien lo hizo por prime-

ra vez en un ambiente clínico fisiológico, y fue el

primero en publicar sus hallazgos. En 1887 Augus-

23

tus Waller ideó el primer electrocardiógafo que

llamó “cardiógrafo” en el St Mary´s Hospital de

Londres, llamando inicialmente a los trazos, elec-

trogramas, e hizo la presentación pública de su téc-

nica en 1889, a la que asistió Willem Einthoven,

considerado sin duda la figura más relevante de la

historia de la electrocardiografía. Fruto de su traba-

jo en el laboratorio de fisiología de la Universidad de Leiden Einthoven introdujo en 1901 el galvanó-

metro de cuerda, la nomenclatura actual del elec-

trocardiograma: P, QRS, S y T, así como el concep-

to matemático del triángulo que lleva su nombre,

siendo galardonado con el Premio Nobel de Fisio-

logía y Medicina en 1924. En 1908 se vendió el

primer aparato comercial, y posteriormente se tra-

bajaría en la mejoría de los electrodos, reduciéndose

el tamaño de los cilindros originales de Einthoven

de soluciones de electrolitos, que se mantuvieron

hasta 1930 (Fig. 14). En esa fecha, la Cambridge Instruments Company de Nueva York introdujo los

electrodos de placa, hechos de plata alemana. En

1923 Joseph Wearn fue el primer médico en aplicar

el ECG al diagnóstico del IAM, pero lo hizo sin

precordiales, ya que los electrodos de succión para

las derivaciones precordiales no fueron introducidos

hasta 1932 por Rudolph Burger, y aplicados en el

registro electrocardiográfico por Frank Wilson en la

Universidad de Michigan.

Fig. 14: Electrocardiografo fabricado por la Cambridge

Instrument Company de Ossining (New York), comprado

por el Lakeside Hospital en 1920, y actualmente conser-vado en el Dittrick Museum en Cleveland (Ohio).

► Cardiología preventiva

Después de la creación del primer National

Heart Institute (hoy NHLBI -National Heart Lung

and Blood Institute-) entre 1948 y 1951, 1.980

hombres y 2.421 mujeres fueron reclutados para un

estudio observacional en la comunidad blanca de-

Framingham (Massachussets). Desde la primera

publicación en 1961 (Annals of Internal Medicine)

hasta la actualidad, ha originado más de 1.000 pu-blicaciones científicas, sentando las bases de la

Cardiología Preventiva. Las figuras de Thomas

Doley Dawber y William B Kannel ya han sido

comentadas.

Dentro de la Prevención CV destaca en la ac-

tualidad la figura emergente de Salim Yusuf, jefe

del departamento del Corazón e Ictus, Ontario,

Científico Senior del Canadian Institutes of Health

Research, y director de cardiología de la McMaster

University, Hamilton (Ontario). Obtuvo su doctora-

do en la Oxford University. Ha sido el coordinador de los estudios ISIS-1, SOLVD, DIG, HOPE, OA-

SIS y CURE. Sus dos principales premios han sido

el Galien Canada Research Award (2001) y Lucian

Award for Cardiovascular Research (2002). Es una

de las figuras actuales más destacadas en la enfer-

medad Cardiovascular y a él debemos gran parte del

papel estelar de los bloqueantes del Sistema Renina

Angiotensina (IECA y ARA-II) en la Prevención

Cardiovascular del enfermo de alto riesgo.

En referencia a las estatinas y su papel en la prevención emerge la figura de Scott M. Grundy

por su liderazgo en el panel ATP III (Adult Treat-

ment Panel from the National Cholesterol Educa-

tion Program) que tanto ha aportado a la confección

de las guías de prevención dictadas por el resto de

organismos oficiales. Director del Center for Hu-

man Nutrition en la Southwestern Medical Center

de la Universidad de Texas. Es autor de más de 300

trabajos originales, en su mayoría relacionados con

la dislipemia y prevención de la aterosclerosis.

► Hipótesis lipídica de la aterosclerosis

En 1904 Felix Marchand introduce el término

aterosclerosis y sugirió que ésta era responsable de

casi todos los procesos obstructivos de las arterias.

En 1908 A.I. Ignatowsky observó una posible rela-

ción entre alimentos ricos en colesterol y la ateros-

clerosis experimental. Dos años mas tarde, en 1910,

Adolf Windaus mostró que las lesiones ateromato-

sas contenían 6 veces más colesterol libre y 20 ve-

24

ces más colesterol esterificado que una arteria nor-

mal. En 1913 Nikolai Anichkov indujo la ateroscle-

rosis en el conejo con dietas ricas en colesterol. De

Langen, médico alemán que ejercía en Java, dijo en

1916 que los javaneses tenían un colesterol bajo y

por ello tenían menos aterosclerosis. Snapper en

1941 observó que los chinos tenían menos enfer-

medad arterial por hacer una dieta baja en grasa. En 1944 el español Jiménez Díaz fue el primero en

considerar que en la raza caucasiana el colesterol

plasmático se correlacionaba con la presencia de

enfermedad coronaria, adelantándose 13 años a los

primeros resultados del estudio Framingham. En

1950 John Gofman identificó dos tipos de coleste-

rol, el LDL y el HDL. Ya entonces, y en esto es un

auténtico pionero y visionario por adelantarse me-

dio siglo, observó una relación inversa entre el col-

HDL y el riesgo de EC. En 1964 Konrad Bloch y

Feodor Lynen recibieron el Premio Nobel por sus trabajos sobre el metabolismo del colesterol y los

ácidos grasos. En la década de los 70 a los 80 Mi-

chael Brown y Joseph Goldstein identificaron el

receptor LDL y compartieron el Premio Nobel de

1985. El descubrimiento de las estatinas en 1976

(compactina) por Akira Endo en Japón, ha sido el

último descubrimiento revolucionario en la lucha

contra el binomio colesterol-aterosclerosis. Múlti-

ples estudios han demostrado su eficacia no solo

como hipolipemiante sino por tener efectos directos

(“pleiotrópicos”) sobre la placa de ateroma.

► Unidades Coronarias

En la década de los 60 a los 70 dos técnicas, la

resucitación cardiopulmonar y la monitorización

continua conectada a un sistema de alarma dieron

pie al nacimiento de las Unidades Coronarias. Te-

nían como objetivo primordial disminuir la mortali-

dad por arritmias de los sujetos con IAM. Fue Des-

mán Julian en 1961 quien presentó la primera des-cripción. Años más tarde Thomas Killip, famoso

por sus estadios de severidad del IAM, y John Kim-

ball sentaron las bases definitivas al publicar los

resultados de los 250 primeros sujetos ingresados.

► Ecocardiografía

Los pioneros fueron Inge Edler, cardiólogo, y

Helmuth Hertz, físico de la Lund University (Sue-cia). En 1954 ellos consiguieron las primeras imá-

genes, que denominaron “cardiograma ultrasónico”

con un aparato que bautizaron como “reflectosco-

pio”. En 1977 fueron condecorados con el Lasker

Price, equivalente americano al Premio Nobel. He-

cho sorprendente porque ellos, suecos, recibieron

un premio americano (Lasker Price), y el premio

sueco (Nobel) nunca les fue concedido. Posteriores

investigadores en este campo fueron John Reid y

John Wild, que desarrollaron el primer ecocardió-

grafo clínico en 1963, pero la verdadera figura im-

pulsora de este campo fue Harvey Feigenbaum,

quien publicó en 1972 el primer libro de Ecocardio-

grafía.

Los dispositivos ecocardiográficos complejos

son los basados en el efecto doppler que aportan

además de información estructural y funcional del

VI, datos sobre movimiento y velocidad. Este

efecto fue bautizado así en honor de Christian Dop-

pler (1803-1853), matemático y astrónomo, que

describió el fenómeno analizando el movimiento

de las estrellas. Siguiendo a su autor, cuando la

fuente emisora de ondas y el observador están en

movimiento relativo con respecto al medio material

en el cual la onda se propaga, la frecuencia de las ondas observadas es diferente de la frecuencia de

las ondas emitidas por la fuente. En el caso del do-

ppler vascular y cardíaco los ultrasonidos encuen-

tran los glóbulos rojos en movimiento en su ca-

mino, y son reflejados por estos y captados por la

sonda emisora. Si el espectro filtrado se amplifica y

se reproduce mediante un sistema adecuado la in-

formación Doppler se presentará al usuario como

un tono audible.

► Terapia trombolítica

En 1933 Willian Tillet y R.L Garner descu-

bren una toxina capaz de lisar el coágulo, la fibrino-

lisina estreptocócica, pero que no tenía una acción

directa, sino que precisaba para su acción un factor

plasmático, denominado por Milstone (1941) “fac-

tor lítico del plasma” y por L. Royal Christensen

(1945) plasminógeno. Este último autor bautizó a la

toxina como estreptokinasa. De esta forma se cierra

la cadena trombolítica, la toxina (estreptokinasa) actuaría sobre un factor plasmático (plasminógeno)

y se produce la plasmina, sustancia responsable de

la fibrinolisis. Peter Rentrop, de origen germánico,

fue el médico que introduce en 1979 la terapia

trombolítica intracoronaria aunque los pioneros de

dicha terapia fueron Tillet y Alan Johnson en 1952,

Sol Sherry y Anthony Fletcher en 1958 y Robert

Boucek en 1960. Después de Rentrop diferentes

estudios (Netherlands Trial, Western Washington

Trial, e ISIS-2) confirmaron sus beneficios a corto y

largo plazo.

► Cateterismo cardíaco y angiografía

coronaria

25

En 1844 Claude Bernard llevó a cabo por

primera vez un cateterismo cardiaco en animales.

Con el descubrimiento de los rayos X en 1895 por

Wilhelm Roentgen se adquiría así una nueva di-

mensión para el estudio cardiológico. Fueron dos

médicos germanos, Friedrich Jamin y Hermann

Merkel quienes publicaron el primer atlas radioló-

gico de coronariografías en 1907. En 1929, el tam-bién alemán Werner Forssmann realiza por primera

vez un cateterismo cardiaco que sorprendentemente

se hizo a sí mismo siendo residente de cirugía. El

mismo autor, perfeccionó su método utilizando un

medio de contraste. Estos trabajos, le valieron el

reconocimiento del Premio Nobel en 1956 que

compartió con otros investigadores que perfeccio-

naron su método: André Cournand y Dickinson

Richards.

Mason Sones, Jr, de la Cleveland Clinic, es considerado el padre de la arteriografía coronaria

moderna. Al disponer de la colección más impor-

tante de cineangiografías de los Estados Unidos

facilitó el trabajo de René Favaloro, que como ve-

remos en el siguiente apartado revolucionó la ciru-

gía de la Enfermedad Coronaria.

► Cirugía cardíaca

Wilfred Bigelow realiza por vez primera ope-

raciones a corazón-abierto en animales con el uso

de la hipotermia en 1949. John Lewis es el pionero

en humanos con la técnica de Bigelow en 1953, el

mismo año en el que John Gibbon utiliza por prime-

ra vez una intervención cardíaca con el uso de una

máquina corazón-pulmón. Había nacido la “cirugía

extracorpórea”.

La cirugía de la EC tiene un recorrido inde-

pendiente. En 1935 Claude Beck, de la Cleveland

Clinic, aporta sangre al miocardio con un injerto de

músculo pectoral sobre el epicardio. En 1946 Art-

hur Vineberg usó directamente la mamaria interna

como fuente de sangre al miocardio. En 1964 Vasi-

lii Kolessov, un cirujano ruso realiza la primera

anastomosis mamario-coronaria. A René Favaloro, de la Cleveland Clinic, se le atribuye el primer by-

pass en la coronaria derecha utilizando vena safena

en 1967, pero para ello se valió de las investigacio-

nes pioneras de Sabiston D.C. Jr. en este campo en

el mismo hospital 5 años antes, en 1962. Dudley

Jonson lo hizo posteriormente en la coronaria iz-

quierda. En 1968 Charles Bailey y Teruo Hirose

hacen un bypass utilizando nuevamente mamaria

interna. Ambos tipos de bypass, safena y mamaria

interna, se usan en la actualidad.

Pero si hay una figura relevante por sus apor-

taciones quirúrgicas esta es la de Christian Neeth-

ling Barnard (1922-2001) (Fig. 15 izq.), nacido en

Peacefort West, un pueblo de Sudáfrica, dónde sus

padres prestaban servicios como misioneros. Bar-

nard se graduó como médico en la Universidad de

Ciudad del Cabo en 1946 y posteriormente se tras-

lado a la Universidad de Minnesota para empezar su

especialización en cirugía. Al regresar a Ciudad del

Cabo desarrolló el departamento de cirugía torácica

e inició sus investigaciones de cirugía experimental. El 3 de diciembre de 1967 realizó el primer tras-

plante de corazón a un ser humano en la persona de

Mr. Louis Waskansky en el Hospital de Ciudad del

Cabo (Sudáfrica), quien sobrevivió 18 días. El se-

gundo receptor ya alcanzó los 19 meses. Se retiró a

una edad temprana en 1983 por sufrir una artritis en

las manos después de haber realizado 140 trans-

Fig. 15: A la izquierda se observa al Dr. Barnard y su equipo realizando un transplante cardíaco, previamente ex-

traído del cadáver por Hamilton Naki (derecha), el gran “ausente” en las fotos oficiales.

26

plantes. El Dr Barnard falleció en Chipre en 2001

Hoy en día se han realizado mas de 100.000 trans-

plantes en los EEUU con una supervivencia del 85-

90% al cabo de un año y del 75 % a los 5 años.

La historia de Christian Neethling Barnard no

habría sido tan brillante sin la figura de Hamilton

Naki (Fig. 15 drch.), quien extrajo del cuerpo del donante el corazón transplantado por Barnard en

1967. Naki no salió en la foto por no ser médico,

sino jardinero y negro en la época del apartheid.

Aprendió cirugía presenciando experiencias en

animales. Barnard lo requirió para su equipo por sus

extraordinarias habilidades, pero la ley no le permi-

tía operar pacientes ni tocar sangre de blancos. Vi-

vía en una barraca sin luz eléctrica ni agua corrien-

te, en un gueto de la periferia de Ciudad del Cabo.

Enseñó cirugía a blancos durante 40 años y se retiró

con una pensión de jardinero. Cuando acabó el apartheid fue condecorado y recibió un diploma de

médico honoris causa, pero no fue indemnizado.

► Desfibriladores cardíacos

implantables automáticos

Peter Abildgaard, un veterinario danés utilizó

por vez primera en 1775 el shock eléctrico en po-

llos. En 1989 Jean- Louisel Prevost y Frederic Bate-

lli fueron los primeros en cardiovertir una fibrila-

ción auricular (FA) a ritmo sinusal, pero el método

fue perfeccionado y divulgado por Hooker en 1930.

El marcapasos artificial es atribuido a Albert

Hyman en 1932. Quince años más tarde Claude

Beck fue el primero en realizar una desfibrilación

eléctrica en un quirófano de la Cleveland Clinic. Wilfred Bigelow, John Callaghan y John Hopps del

Instituto Banting de Toronto desarrollaron la técni-

ca del marcapasos transvenoso en 1950. En 1956,

Paul Soy realizó por primera vez una desfibrilación

externa en un sujeto humano. El último paso rele-

vante en este campo tuvo lugar en Baltimore, cuan-

do en 1969 Michel Mirowski, Morton Mower y

William Staewen desarrollaron el AICD (Automatic

Implantable Cardiac Desfibrillator) en 1969.

► Angioplastia periférica y coronaria

Se considera padre de la angioplastia periféri-

ca y de la radiología intervencionista a Charles T.

Dotter (1920-1985), radiólogo vascular de la Uni-

versidad de Oregon en Portland, quien introdujo la

angioplastia transluminal periférica trabajando con

Melvin Judkins. En 1964 dichos autores describie-

ron una nueva técnica para tratar la estenosis ilio-

femoral con dilatadores rígidos. Una década más

tarde Andreas Gruentzing realiza por primera vez

una angioplastia en un ser humano, sustituyendo el

dilatador rígido por un balón. Dicho autor fue tam-

bién el introductor de la PTCA (Percutaneous

Transluminal Coronary Angioplasty) en el año

1979.

La aspirina: el mayor descubri-

miento de la historia de la enfer-

medad cardiovascular desde el

punto de vista preventivo.

Existen antecedentes de que los sumerios y los

chinos usaban las hojas de sauce como analgésico hace más de tres mil años. Mucho tiempo después

ese árbol daría inicio a la Aspirina, el fármaco más

investigado y popular del mundo.

En el siglo V antes de Cristo, Hipócrates de

Cos, el padre de la medicina Griega, retomando

antiguos conocimientos, usó un brebaje extractado

de la corteza y las hojas del sauce Salix Latinum

para aliviar los dolores y controlar la fiebre. Duran-

te la Edad Media las curanderas hervían la corteza

del sauce y la daban a beber a la gente agobiada por

el dolor. Esta pócima milagrosa quedó en el olvido por una ley que prohibió el descortezamiento y

corte de hojas del sauce, porque eran necesarios

para la industria cestera. En la época moderna post-

renacentista (1763), el clérigo inglés Edward Stone

inició el primer estudio clínico sobre los efectos del

extracto de sauce como antitérmico, a partir de

hojas secas de sauce disueltas en agua, té y un poco

de cerveza. En 1828 Johan Andreas Buchner, profe-

sor de farmacia de Munich, desarrolló a partir de la

corteza de sauce una masa amarillenta que llamó

salicina. Un año más tarde el químico francés Le-roux convirtió la salicina en cristales. En 1853 el

químico francés Charles Frederic Gerhardt intentó

superar el problema de ácido salicílico (principal

fármaco de la época), ya que era amargo y causaba

muchas molestias, combinando el salicilato de so-

dio con cloruro de acetilo, obteniendo ácido acetil-

salicílico. El científico no creyó en el futuro de su

compuesto y abandonó su trabajo. En 1859 Kolbe

sintetizó el ácido salicílico. El 10 de agosto de

1897, Félix Hoffmann, trabajando en los laborato-

rios de Bayer inició una nueva era en la farmacolo-gía al descubrir el ácido acetilsalicílico, principio

activo de la aspirina. El 6 de Marzo de 1899 fue

inscrita en la oficina Imperial de patentes de Berlín

como marca registrada de Bayer.

27

En 1950, se demostró que podría aumentar el

tiempo de sangrado y en 1970, en animales, se pudo

dilucidar que tenía un efecto antitrombótico. Si-

guiendo con sus acciones hematológicas, Vane

demostró que era antiagregante al ser un importante

inhibidor de las prostaglandinas. Posteriormente

Majerus y Roth fueron capaces de caracterizar la

interacción entre la aspirina y las plaquetas demos-trando que concentraciones bajas de aspirina aceti-

laban de forma irreversible la ciclooxigenasa pla-

quetaria, y de esta forma, disminuyendo los niveles

de tromboxano A2. Más tarde se descubrió que

acetilaba concretamente el residuo de serina 530 y

que no inhibía la síntesis endotelial de prostaglan-

dinas, particularmente (PGI2), un potente vasodila-

tador. Estos hallazgos supusieron la vía para la apli-

cación clínica de la aspirina en la prevención de los

eventos cardiovasculares, tal y como lo demostra-

ron posteriormente los numerosos estudios llevados a cabo. Sin embargo existe un importante número

de pacientes, en torno al 25%, que no responde a

la acción de la aspirina y que desarrollan el evento

cardiovascular, de lo que se deduce que tienen una

resistencia a la aspirina (RA).

Hoy día la Aspirina tiene múltiples usos más

allá de la prevención cardiovascular aunque sin

duda éste es el más importante. Antes decían los

médicos: “Tómese dos Aspirina y llámeme por la

mañana” en un futuro no muy lejano dirán: “Tóme-se una Aspirina diaria y tal vez no tenga que lla-

marme”.

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