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44 GOMECISMO, LATIFUNDISTAS Y LA RENTA PETROLERA Humberto Trómpiz Valles Universidad Nacional Abierta RESUMEN Esta ponencia constituye un avance del proyecto de investigación: “Gomecismo, Latifundistas y la Renta Petrolera”, cuyo objetivo general es historiar las pretensiones de los latifundistas criollos de apropiarse, de una parte sustancial, de la renta de los hidrocarburos que el País comenzó a percibir en tiempos de la dictadura gomecista, hecho de escasa referencia en la historiografía contemporánea de Venezuela y que, sin duda, plantea una nueva lectura del gomecismo, pues el problema en cuestión enfrentó a tres de los grandes actores sociales de aquel tiempo: los latifundistas, el gobierno gomecista y el imperialismo petrolero. Este enfrentamiento pone en discusión la visión tradicional que historiográficamente se tiene del régimen del “Hombre de La Mulera” y el carácter socialmente dominante de la clase de los latifundistas, ya que éstos fueron derrotados en su empeño. Los argumentos de un Gumersindo Torres defendiendo los intereses petroleros de la clase latifundista y la réplica de Vicente Lecuna, quien abogó por los intereses rentístico-petroleros del estado gomecista, fueron acontecimientos históricos de singular importancia que los venezolanos no deben desconocer. DESCRIPTORES: renta petrolera, gomecismo, latifundismo, imperialismo petrolero, libre propiedad estatal del subsuelo. ABSTRACT This paper constitutes an advance of the investigation proyect “Gomecism, latifundist, and petroleum Revenue” whose general obtjetive is to document the plans of the creole latifundist to take a substancial part of the petroleum revenue which began to flow into the country during the era of the Gómez dictatorship, a fact which has hardly been referred to in the contemporary history of Venezuela, and which whithout doubt teachs a new lesson about “Gomecism”, because the problem then insolves three of the grand social players of those times, viz, the latifundist, the Gómez gouverment and Petrolum Imperialism. This confrontation contradicts the tradicionally historical view that is held of the regime of “The man from La Mulera”, and the socially dominant character of the latifundium because they were overthrown in their efforts. The arguments of one Gumersindo Torres in his defense of the petroleum interests of the latinfundium, and the reply of Vicente Lecuna who fought for the petroleum revenue insterest of the State were who historical ocurrences of such singular importance, that venezuelan must know. Key word: petroleum or oil revenue, Gomezism, latinfundium, petroleum or oil imperialism, free state property of the sub-soil.

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GOMECISMO, LATIFUNDISTAS Y LA RENTA PETROLERA

Humberto Trómpiz Valles Universidad Nacional Abierta

RESUMEN

Esta ponencia constituye un avance del proyecto de investigación: “Gomecismo, Latifundistas y la Renta Petrolera”, cuyo objetivo general es historiar las pretensiones de los latifundistas criollos de apropiarse, de una parte sustancial, de la renta de los hidrocarburos que el País comenzó a percibir en tiempos de la dictadura gomecista, hecho de escasa referencia en la historiografía contemporánea de Venezuela y que, sin duda, plantea una nueva lectura del gomecismo, pues el problema en cuestión enfrentó a tres de los grandes actores sociales de aquel tiempo: los latifundistas, el gobierno gomecista y el imperialismo petrolero. Este enfrentamiento pone en discusión la visión tradicional que historiográficamente se tiene del régimen del “Hombre de La Mulera” y el carácter socialmente dominante de la clase de los latifundistas, ya que éstos fueron derrotados en su empeño. Los argumentos de un Gumersindo Torres defendiendo los intereses petroleros de la clase latifundista y la réplica de Vicente Lecuna, quien abogó por los intereses rentístico-petroleros del estado gomecista, fueron acontecimientos históricos de singular importancia que los venezolanos no deben desconocer. DESCRIPTORES: renta petrolera, gomecismo, latifundismo, imperialismo petrolero, libre propiedad estatal del subsuelo. ABSTRACT This paper constitutes an advance of the investigation proyect “Gomecism, latifundist, and petroleum Revenue” whose general obtjetive is to document the plans of the creole latifundist to take a substancial part of the petroleum revenue which began to flow into the country during the era of the Gómez dictatorship, a fact which has hardly been referred to in the contemporary history of Venezuela, and which whithout doubt teachs a new lesson about “Gomecism”, because the problem then insolves three of the grand social players of those times, viz, the latifundist, the Gómez gouverment and Petrolum Imperialism. This confrontation contradicts the tradicionally historical view that is held of the regime of “The man from La Mulera”, and the socially dominant character of the latifundium because they were overthrown in their efforts. The arguments of one Gumersindo Torres in his defense of the petroleum interests of the latinfundium, and the reply of Vicente Lecuna who fought for the petroleum revenue insterest of the State were who historical ocurrences of such singular importance, that venezuelan must know. Key word: petroleum or oil revenue, Gomezism, latinfundium, petroleum or oil imperialism, free state property of the sub-soil.

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INTRODUCCIÓN

En los años que corren entre 1.908 y 1.935, Venezuela estuvo sometida al férreo puño de la dictadura comandada por el General Juan Vicente Gómez . Fue en este período cuando la sociedad venezolana dio inicio a una de sus más grandes transformaciones que abarcaron desde el plano económico-social hasta el jurídico y político. La dictadura gomecista fue el crisol donde se gestó a grandes rasgos la contemporaneidad venezolana. La ancestral sociedad agropecuaria encontró aquí solución de continuidad, dando origen a la gestación de un nuevo país, organizado bajo los designios del capital, anidado en la producción petrolera. De este acervo de transformaciones cuali-cuantitativas que se produjeron en esta época, nos interesa destacar, el papel histórico que jugaron los latifundistas pues eran ellos la clase social dominante de aquella formación social que recibió a los primeros adelantados del imperialismo petrolero. Según la literatura más reciente (Baptista y Mommer 1.992), los señores de la tierra fueron puestos de lado a la hora de captar los proventos que generó el petróleo, en beneficio directo del Estado gomecista. Sin embargo, los latifundistas siempre dieron la pelea dentro de aquel Estado por participar en el negocio petrolero, hecho que trascendió a la época gomecista y se proyectó en el postgomecismo. Es realmente escuálida la literatura que ha abordado esta temática; los autores antes citados han sido de los primeros en plantear dicha problemática, aunque sin profundizarla históricamente. Posiblemente, el sesgo nacionalista y político de la historiografía venezolana contemporánea explique en parte el poco interés de nuestros historiadores por este tema, amen de que el gomecismo ha sido estigmatizado históricamente. Por consiguiente, en lo que sigue, intentaremos plantear esta temática sobre el conflicto entre los señores de la tierra y la administración gomecista por la apropiación de la renta petrolera del subsuelo. En consecuencia, tal intento nos llevará a revisar las relaciones de propiedad de las riquezas mineras con la propiedad territorial superficial y el Estado, durante el período gomecista y sus antecedentes. Este es el objetivo general de la presente ponencia y que a su vez corresponde al planteamiento del problema de un proyecto de investigación actualmente en proceso de evaluación. I.- La propiedad del subsuelo en la tradición jurídico-minera venezolana hasta el siglo XIX. La primera legislación sobre las riquezas contenidas en el subsuelo que se aplicó en Venezuela fueron las Ordenanzas de Minería para la Nueva España, dictadas en Aranjuez, en 1.783, y en las cuales se decretaron las minas propiedad de la Corona y ésta podía entregarlas en concesiones a particulares. (Vallenilla 1.978, p.25). Estas ordenanzas fueron puestas en vigencia durante la Gran Colombia por el Decreto dictado por El Libertador el 24 de octubre de 1.829 y ratificado por el Congreso de la República de Venezuela de 1.832, hasta su derogatoria contenida en el Código de Minas de 1.854 (Martínez. 1.970 p.28). Lo que interesa destacar de esta legislación es el principio según el cual los recursos del subsuelo pertenecieron primeramente a la Corona española y luego, al Estado venezolano. En el Código de Minas de 1.854, aparecieron de manera explícita dos disposiciones que posteriormente tendrán gran repercusión económica y jurídica, a saber:

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1.- Se estableció una regalía del 10 % como tributo para las minas de oro; 2.- El fisco se comprometió a conceder una prima de seis a ocho reales por tonelada producida de carbón de piedra, azufre, alumbre, nitrato de potaza y sulfatos de base metálica; (Marquez, 1.977, p.19). El Código de Minas de 1.885 se estableció a favor de los propietarios del suelo

... el derecho a obtener cuantas minas hubiera en sus terrenos, presentado el título que acreditara su propiedad y los planos respectivos. El Ejecutivo debía forzosamente otorgarle la concesión y preferirlo aun ante el descubridor... Conforme al Reglamento de Minas de 1.887...si se descubrían minas en la superficie del suelo, en tierra de propiedad particular, el derecho del descubridor era “epectaticio”, sujeto a que el dueño del terreno decidiera explotar la mina dentro del plazo de un año que a tal efecto la concedía la autoridad competente (Vallenilla, 1.970. p.101).

Tal como se puede apreciar en la legislación citada, las riquezas del subsuelo ubicadas en terrenos particulares pertenecían al dueño del suelo y su derecho prevalecía por encima del interés estatal y el de los explotadores de las minas. Más aún el Código de 1.891 explicitó en beneficio de los latifundistas las siguientes disposiciones: 1.- Se obligaba al concesionario a adquirir el terreno cubierto por la concesión entendiéndose con el propietario del suelo. 2.- Se le concedía el dueño de la tierra el 25 % del producto producido por las minas ubicadas en los terrenos particulares. 3.- El propietario de la mina podía vender o asociarse con el concesionario minero.(Vallenilla, 1.970, p.101) El Código de Minas de 1.893 estableció que: 1.- La explotación minera se utilidad pública. 2.- Las concesiones se declararon perpetuas. 3.- En terrenos baldíos o ejidos la concesión minera abarcaba tanto la superficie como la propiedad minera. 4.- En terrenos particulares, el concesionario se entendería con el dueño de la tierra, y de no lograrlo, se procedería a la expropiación. 5.- Las minas de asfalto, petróleo, cobre, carbón, no pagaran regalía alguna al Estado (Marquez, 1.977, p.20)

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En resumen la tradición juridico-minera hasta el siglo XIX, dejó asentados los siguientes principios. a.- La propiedad de los recursos mineros pertenecía a la nación. b.- La nación a través de los órganos competentes podía ceder en concesión la explotación de las minas. c.- Los terratenientes aún siendo la clase rectora de aquella sociedad no lograron de manera definitiva la privatización del subsuelo. d.- Los latifundistas lograron establecer para si una renta minera equivalente a un cuarto de la producción del subsuelo para su beneficio. e.- En tierras nacionales, el Estado no solo evitó imponer una renta en el suelo, sino que incluso llegó a proponer un subsidio a favor del concesionario. Esto evidentemente tipifica la conducta liberal de aquel Estado que a todas luces buscaba favorecer al inversionista minero. f.- El vínculo entre la propiedad superficial privada y subsuelo siempre fue débil y mediatizada por el interés estatal. II.- Los Terratenientes y el Código de Minas de 1.910. En 1.904 y 1.905, en el país se dio una legislación minera que si bien dejó firmemente asentada la propiedad estatal del subsuelo y reguló las relaciones entre el Estado y los concesionarios mineros dice muy poco sobre la situación en que quedaron los terratenientes en relación con la propiedad de los recursos naturales del subsuelo, dentro de sus limites territoriales. Sin embargo, en el Código de Minas de 1.910 (similar al de 1.909 que fue abolido por la Suprema Corte por presentar fallas formales), encontramos esta expresa disposición sobre la propiedad territorial y su relación con el subsuelo:

Cuando la mina denunciada se halle en terrenos baldíos o ejidos arrendados u ocupados, o de propiedad particular o dentro de una concesión ajena, tendrá el propietario o poseedor derecho: 1.- a la tercera parte de las utilidades liquidas que produzca la explotación por el denunciante; 2.- o a resarcir al denunciante los gastos hechos por el descubrimiento y denuncio y reconocerle la tercera parte de las utilidades liquidas, sobrogandose en todos los deberes que el denunciante estuviera dispuesto a contraer para llevar a efecto la publicación (citado por Marquez, 1.977.pp.48-49).

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Tal como se puede apreciar en la cita precedente, los terratenientes se reservan para si el 33 1/3 por ciento de las ganancias mineras que se extrajeran en sus propiedades. Esta disposición a todas luces contravenía los intereses del capital imperial que había salido de sus marcos nacionales, precisamente huyéndole a los elevados montos de la renta minera del suelo. Otras disposiciones que sancionó el Código de Minas de 1.910 fueron las siguientes: 1.- Las minas de nafta, petróleo y brea se explotarán bajo los contratos especiales celebrados con el Ejecutivo Nacional. 2.- Se revalidaron todas las concesiones que se habían otorgado con anterioridad (especialmente las otorgadas en 1.907 al capital anglo-holandés). 3.- No se exigió ninguna renta del suelo a los concesionarios petroleros. 4.- Se estableció un impuesto de 2 bolívares por tonelada contractualmente para toda la duración de la concesión. 5.- Se exoneró al concesionario de los aranceles de importación de los artículos necesarios para la producción durante todo el periodo de la concesión. 6.- Se elevó el período de las concesiones de 30 a 50 años. 7.- Quedó establecida por vez primera la cláusula de la reversión o sea, que todas las instalaciones construidas por los concesionarios pasarían a ser prioridad del gobierno sin indemnización alguna, al final de la concesión (Mommer 1.983, p.27 Marquez 1.977, p.43).

Para 1.910, nos encontramos con que la dictadura gomecista en su segundo año de gobierno, comenzó a aplicar una primera versión de su política petrolera, muy inclinada tanto a favorecer tanto los intereses de los terratenientes como a los del inversionista extranjero. Sin embargo, el imperialismo petrolero no quedó satisfecho pues, aún cuando en términos generales, dicha legislación lo favorecía sobre todo la ausencia de la renta del suelo la referida legislación contenía unos artículos que el capital petrolero no estaba dispuesto a tolerar; nos referimos a las disposiciones que amparaban a los latifundistas criollos. Tal situación jurídica resultaba intolerable para el imperialismo petrolero por cuanto la misma conlleva a: a.- Incrementar la competencia entre los capitalistas concesionarios. b.- Elevar la renta del suelo por encima de los niveles mexicanos o norteamericanos. c.- Incitar a los latifundistas a plantear por la calle del medio la privatización del subsuelo, una vez materializada la potencialidad económica que contenía la renta petrolera, para sustituir una agricultura que venia sufriendo de

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mengua. La privatización del subsuelo fue precisamente, otra de las causas que empujó al capital imperialista petrolero a rebasar sus fronteras nacionales. Teniendo presente los peligros que para el capital representaban las disposiciones legales a favor de los latifundistas, contenidos en el Código de Minas de 1.910, el imperialismo petrolero presiono al gobierno gomecista a fin de que dicha legislación fuera reformada en beneficio de los concesionarios, aboliendo los artículos que beneficiaban a los señores de la tierra. Tal pretensión encontró eco en el gobierno gomecista y a tal efecto en 1.912, el Procurador General de la Nación elevó ante la Corte Federal y de Casación, una demanda de nulidad por inconstitucional de todos aquellos artículos del Código de Minas de 1.910 que favorecían a los terratenientes en el negocio petrolero. A los ocho días de haber admitido la demanda, la Corte falló a favor del gobierno, y por supuesto para beneplácito de los inversionistas petroleros extranjeros. Quedó así abortada la intención inicial del gomecismo de favorecer simultáneamente a los latifundistas y al imperialismo en la explotación petrolera. Soldó de esta manera Juan Vicente Gómez su alianza con las compañías petroleras. (Betancourt. 1.979. p.44; Marquez 1.977, p.49). La administración gomecista justificó la medida de exclusión de los terratenientes del negocio petrolero dictada por la Corte, con la siguiente argumentación ofrecida por el Ministro de Fomento de aquel entonces:

Semejante precepto [participación de los terratenientes en el negocio petrolero. HT] constituye una restricción manifiesta, puesto que nadie habrá de incurrir en aportar el dinero, el crédito, la inteligencia, la actividad la perseverancia, en fin todo el caudal material, intelectual y moral requerido para poder alcanzar éxito en las empresas de esta naturaleza, para luego hacer participe, nada menos que en la tercer parte de las utilidades, a un socio obligado que no trabajaba y con nada contribuye y que nada aporta. (Mommer, 1.988, p.63)

Esta justificación de la separación de los terratenientes del negocio petrolero, ofrecida por el Ministro de Fomento, estaba en total sintonía con la exposición de motivos de la Ley de Minas de 1.909, donde se sostenía que:

... la bondad de una ley de minería ha de apreciarse por la mayor seguridad que se de a los explotadores en su concesión; por la extensión de la libertad que se le conceda para obrar, pues, cuanto menos trabas, mejor; y finalmente por el cúmulo de facilidades que se les brinde para la obtención de las minas. (Egaña, M citado por Mommer, 1.988, p.61).

Con el fallo emitido por la Corte Suprema en 1.912 en contra de los latifundistas, quedaron firmemente establecidas las líneas directrices de la primera versión de la política petrolera del gomecismo a saber:

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1.- La clase terrateniente, siendo la clase rectora de la sociedad de aquel tiempo quedó excluida del negocio petrolero, aunque inicialmente se intentó favorecerla. 2.- El Estado emergió como el gran beneficiario de los petrodólares que estaban por venir. 3.- El capital arrendatario petrolero se quitó de encima un socio que amenazaba con cercenarle parte de sus ganancias. 4.- El gobierno gomecista dio claras intenciones de arreglar satisfactoriamente las cuentas pendientes con el capital aceitero internacional que había legado la administración castrista. (Caso New York and Bermúdez Co.). 5.- Quedó clara la aspiración de aquel gobierno de insertar al país en la división internacional del trabajo, a través de un producto nuevo y de creciente interés para el mercado mundial. 6.- Tal política introdujo una clara diferenciación con la llevada a efecto por Cipriano Castro, lo que indudablemente le permitió al gomecismo ganarse la buena voluntad de los imperialismos de aquella época, y por consiguiente, estabilizar internamente el régimen del Hombre de La Mulera. 7.- La concepción liberal, objetivada en el concepto de la libre propiedad estatal está puesta al servicio del productor minero, fue el cemento ideológico de esta primera versión de la política hidrocarburera del gomecismo. Para 1.918 podemos afirmar que concluyó la primera versión de la política hidrocarburera del gomecismo. Sobre dicha política debemos hacer el siguiente comentario: la historiografía venezolana contemporánea ha criticado ácidamente al gobierno gomecista por su política entreguista y antinacional referida a los hidrocarburos. Consideramos que tales apreciaciones historiográficas se basan fundamentalmente en esta primera versión de la política petrolera del régimen. No obstante, y en descargo de dicha política, vamos a sostener los siguiente: entre 1.908 y 1.918, el gobierno gomecista aplicó una política petrolera signada ideológicamente por la concepción liberal de la economía (la más adelantada de su tiempo) que defendía la libre propiedad estatal de los recursos mineros, y que condenaba cualquier intento de cercenar las ganancias de los productores mineros. Tal concepción fue una influencia directa de la legislación minera producida por la Revolución Francesa que en el año 1.791, estableció el principio de que la tierra es para quien la trabaja; y aunque en tal legislación a los terratenientes se les reconocían algunos privilegios, sin embargo, por encima de la propiedad territorial, siempre predominó el interés estatal, a fin de garantizar el libre acceso del capital en la explotación del subsuelo (Mommer, p.532, en Baptista 2.000). Esta primera política petrolera del gomecismo estuvo barnizada por el liberalismo económico muy en boga para la época. III.- El Marco Histórico que incubó la conciencia nacionalista petrolera Entre 1.910 y 1.918 se produjeron una serie de eventos históricos, nacionales e internacionales, que perfilaron definitivamente a Venezuela como un país rentista petrolero, entre esos podemos citar los siguientes: 1.- La consolidación del régimen de Juan Vicente Gómez, a través de una serie de medidas políticas, en las que se destacaron: la creación del ejercito nacional, la reforma hascendística, la creación de una infraestructura

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básica de comunicaciones, la represión y espionaje como elementos de control político, el pacto con la oligarquía mercantil y financiera, el control políticos de los caudillos, los arreglos con el capital imperialista petrolero, la ruptura ideológica adelantada por los positivistas afectos al régimen etc (Segnini, 1.982/ UNA, 1.990). 2.- En 1.914 fue perforado en Mene Grande el primer pozo petrolero comercialmente explotable, siguiendo a continuación la perforación de otros pozos y el tendido del primer oleoducto entre el Lago de Maracaibo y San Lorenzo; este fue un indicador fehaciente de la riqueza hidrocarburera que se anidaba en el subsuelo nacional (Arcila Farías. En Fundación Eugenio Mendoza 1.962). En ese mismo año El Ministerio de Fomento Informó que:

... dadas las recientes informaciones suministradas al despacho a mi cargo, que no vacilo en anticiparos la posible noticia de que en breves días podremos contar con una nueva fuente de producción rentística que no tardará en ser la de mayor importancia entre las que debemos al ramo de minas. (Citado por Marquez. 1.977. p.47)

3.- En 1.915 se dictó el nuevo Código de Minas, que en su articulo 85 estableció inalienabilidad de los yacimientos de petróleos, betún y brea, con esta normativa jurídica quedaron canceladas las pretensiones de los particulares de apropiarse de los yacimientos petroleros, entronizando de paso la propiedad nacional sobre los mismos (Dávila. 1.996, p.p. 80-81). 4.- En 1.911, el gobierno dictatorial de Porfirio Díaz fue derrocado, iniciándose en México el periodo revolucionario. Las compañías petroleras que operaban en aquel país, comenzaron a buscar nuevas regiones, estables políticamente donde explotar petróleo. Sus miradas se volvieron hacia Venezuela, donde el régimen férreo del General Gómez, daba claros indicios de tener controlada la situación política y de querer entrar en tratos con el capital imperialista petrolero (Arcila Farías en Fundación Eugenio Mendoza, 1.962. p.379) 5.- Entre 1.914 y 1.918 se desarrollo la Primera Guerra Mundial, hecho histórico que afectó a la sociedad venezolana por cuanto: i)facilitó la estabilidad del gobierno gomecista, la obstaculizar la compra de armas por los enemigos de la causa rehabilitadora; ii) permitió un leve repunte de la producción agraria del país; iii) dejó claramente establecida la importancia que en el futuro inmediato, iba a tener el petróleo, como recurso energético para dinamifar tanto las economías como el aparato bélico de los países mas adelantados del capitalismo (Mommer, 1.983, p.27). 6.- Las concesiones entregadas por Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez a sus familiares y acólitos, fueron inmediatamente traspasadas al capital imperialista, beneficiándose en primera instancia, el capital petrolero anglo-holnadés. Surgió así la figura del intermediario de concesiones petroleras que aquí en Venezuela jugó el papel de los propietarios del suelo mexicano y estadounidense, pues, comenzó a cobrar una participación en las ganancias de los concesionarios petroleros, como contravalor por haberle traspasado los contratos hidrocarbureros, obtenidos como favores de la administración Castro-gomecista. De esta manera, durante el gomecismo, la renta del suelo petrolero se materializó de hecho, antes de alcanzar su perfil jurídico en las legislaciones petroleras que en el país se dio a partir de 1.920 ( Mommer, p. 535, en Baptista. 2.000)

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IV.- El paso de la libre propiedad estatal a la propiedad nacional petrolera y la situación de los latifundistas.

Hacia 1.918, cuando la Primera guerra Mundial se acercaba a su final, emergió lo que a nuestro juicio fue la segunda versión de la política petrolera del gomecismo, acicateada por el preeminencia que había alcanzado el petróleo en el mercado mundial y las apetencias rentística de las clases dominantes criollas. Esta segunda versión de la política petrolera del régimen, tuvo como protagonista al médico coriano Gumersindo Torres, quien había sido nombrado Ministro de Fomento en 1.917. La política petrolera diseñada por Torres instauró las siguientes líneas directrices. 1.- Reconoció que las concesiones petroleras otorgadas por el Estado hasta ese momento, pocas ventajas económicas habían reportado para la nación. 2.- Propuso abrir un compás de espera en el otorgamiento de las concesiones, hasta que el Estado conociera en profundidad la materia, tal como se había desarrollado en otras latitudes. 3.- Estableció que el capital arrendatario petrolero, para tener acceso a los yacimientos debía pagar un canon de arrendamiento o sea una renta del suelo a la nación en tierras nacionales y a los particulares en tierras privadas. 4.- Diferenció el impuesto minero como una participación en los beneficios obtenidos por el concesionario, de los impuestos generales que debían pagar los empresarios de cualquier actividad económica. 5.- En cuanto a los latifundistas y su relación con los yacimientos petroleros propuso lo siguiente:

El reconocimiento del derecho de los propietarios del suelo siquiera a la preferencia para obtener de la Nación la facultad de explotar el subsuelo, mediante el pago de los impuestos legales valorizaría enormemente la propiedad territorial porque los agentes de las compañías tendrían que entenderse previamente con ellos para obtener esa facultad en lugar de entenderse con un contratista único como hasta ahora. La valorización de la propiedad territorial se traduciría naturalmente en las prosperidad general de las respectiva región y en el aumento consiguiente de las rentas fiscales, como sucede cada vez que sube el precio de los bienes inmuebles o de los frutos del país. (Marquez, 1.977, p.58).

En la Ley de Hidrocarburos de 1.920 firmada por Torres encontramos la siguiente disposición a favor de los dueños de la tierra:

El que aspire a un permiso de exploración lo declarará mediante documento ante la Oficina Subalterna de Registro de Distrito donde esté ubicado el inmueble pero en los terrenos de propiedad particular, la declaración no podrá ser hecha sino por sus dueños durante el primer año siguiente a la publicación de la Ley. El derecho de exploración apareja el de obtener el de explotación. (Marquez 1.977, p.58).

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Por consiguiente, en la legislación de 1.920 firmada por Torres como Ministro de Fomento, los terratenientes volvieron a ser incluidos como beneficiarios directos de la renta del subsuelo en aquellos yacimientos ubicados dentro de sus propiedades. “A pesar de que la Ley de 1.920no estuvo vigente sino 9 meses, alrededor de 2.300 terratenientes se sirvieron de esta magnifica oportunidad para enriquecerse parasitariamente” (Marquez, 1.977, p.58). Habían pasado ocho años de exclusión de los terratenientes del negocio petrolero, por el fallo de la Corte Suprema de 1.912.

La reinclusión de los latifundistas en el negocio petrolero como logro fundamental de la política de Gumersindo Torres, no podía ser bien vista por el capital petrolero imperialista, por las razones anotadas anteriormente. En tal sentido, el capital concesionario nuevamente presionó al gobierno gomecista y logró la promulgación de una nueva Ley de Hidrocarburos en 1.922, que aún cuando significó el canto del cisne para las pretenciones petroleras de los terratenientes durante el gomecismo, dejó en pie el concepto de la propiedad nacional del subsuelo y por derivación, la idea de que los concesionarios petroleros estaban obligados a pagar una renta del suelo al Estado, aunque su monto fue rebajado a la mitad de lo estipulado por la legislación de 1.920. Este fue el origen de la conciencia nacionalista en la historia petrolera de Venezuela. (Márquez, 1.977 pp.60-61).

Al mismo tiempo que Gumersindo Torres defendía desde el Ministerio de Fomento la idea de imponerle una renta del suelo a los concesionarios petroleros que beneficiara tanto al Estado como a los terratenientes, otro pensador venezolano abogaba por la idea de imponerle al capital petrolero una renta del suelo en beneficio exclusivo del Estado; este personaje afectó y al gomecismo y conspicuo representante de la oligarquía financiera venezolana de la época fue Don Vicente Lecuna. La argumentación central sobre esta temática ofrecida por Lecuna la encontramos en el siguiente texto de una exposición dirigida al General Gómez a comienzos de 1.920:

Idea fundamental.

Los Estados Unidos consumen en su propio país todo lo que producen sus minas. Al gobierno no le interesa encarecer un articulo que consume su escuadra, ni seria política inteligente encarecer el combustible de sus industrias; sin embargo, el impuesto medio (es decir la regalía; N.A) es de 15 ½ %. Venezuela se haya en un caso muy distinto: ella no aprovecha nada del petróleo que se llevan. Sólo le queda la participación que exija la ley de la república (citado por Mommer, 1.988. p.69).

Según Valentina Lecuna, los principios defendidos por Vicente Lecuna en relación a la producción petrolera venezolana se concretaba en lo siguiente: “A.- Mayor participación del Estado en las rentas de las zonas en producción; B.- Reserva para la nación de las regiones ricas en petróleo; C.- Oposición a las concesiones de nuevas explotaciones que seguramente serán traspasadas a extranjeros; D.- Invocación el interés vital del asunto petrolero, para cuya defensa se promovía la sanción de una ley que fuese salva guardia de la República (Lecuna, 1.981, p.230).

En consecuencia podemos afirmar que hacia 1.920se anidó en el seno del Estado gomecista los primeros

vestigios de conciencia nacionalista petrolera, apuntalada por los intereses económicos de las clases dominantes de

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aquel tiempo: los terratenientes y la burguesía comercial y financiera. Los representantes de ambas clases pujaron por establecerle al capital arrendatario petróleo una regalía ( o renta del suelo) por el derecho a la explotación de los yacimientos. En estos coincidieron tanto Torres como Vicente Lecuna, enterrando de paso, la concepción del subsuelo como libre propiedad estatal, al servicio del inversionista minero. En su lugar, estos pensadores defendieron el concepto de la propiedad nacional del subsuelo, no para ponerla generosamente en manos del productor minero, sino esta vez para cobrar una renta del suelo en beneficio de las clases dominantes nacionales. Torres y Lecuna le dieron solución de continuidad en la jurisprudencia petrolera venezolana, a la concepción liberal francesa con respecto al subsuelo y gestaron la idea del estado rentista. Fue su adiós al liberalismo económico en materia petrolera.

La coincidencia de enfoque entre Torres y Lecuna en el origen de la renta petrolera, se trastocó en

controversia cuando se trató el destino de esta renta: Torres defendía la idea de beneficiar tanto al Estado como a los terratenientes y Lecuna se opuso, defendiendo el concepto de que el Estado debía ser el único beneficiario de la regalía petrolera; fue esta la primera gran controversia sobre la materia petrolera que se dio en el país y que por razones obvias no trascendió al público de la época. En tal sentido, Torres se enfrentó al clan gomecista, a la burguesía financiera nacional y al capital concesionario imperialista. Esta controversia se derimió a favor de los intereses que representaba Lecuna y aún cuando el país se dio tres leyes hidrocarbureras más durante el gomecismo: la de 1.925, la de 1.928 y la de 1.935, los intereses de los terratenientes quedaron definitivamente bloqueados en materia petrolera. Tal resultado ha sido juzgado por Baptista y Mommer en los términos siguientes:

Los terratenientes venezolanos posibles beneficiarios de la renta petrolera, no eran agricultores modernos y dinámicos, farmers norteamericanos, sino gente de mentalidad precapitalista, valga decir de escaso espíritu empresarial. La renta petrolera en sus manos, bien pudiera tener un uso no adecuado para el desarrollo del país. En cambio al centralizarla en manos del Estado se abría al menos la posibilidad de que se canalizara hacia fines productivos y hacia la modernización de la sociedad. En retrospectiva, no cabe duda de que la razón histórica estaba con Lecuna y no con Torres (1.992, p.6).

V.- Las interrogantes que plantea la derrota de los latifundistas en la pugna rentístico-petrolera durante el gomecismo.

Tal como lo hemos podido apreciar, en la legislación minero-petrolera que en el país se dio durante el régimen del General Gómez, los latifundistas no vieron luz durante la ejecución de la primera versión de la política petrolera de aquel gobierno y en la segunda versión que se plasmó en la Ley Hidrocarburera de 1.920, si bien fueron favorecidos los intereses de los señores de la tierra, su felicidad duró muy poco, pues, en la Ley de 1.922 quedaron definitivamente excluidos los terratenientes del negocio petrolero. Esta situación de los latifundistas en relación al petróleo durante el régimen gomecista, nos plantea una serie de interrogantes que la investigación histórica debe abocarse a responder, ya que, en la actualidad, nuevamente se está cuestionando la relación del Estado venezolano con la riqueza petrolera (Quiros Corradi.2.001: E-4). Del conjunto de interrogantes que dicha problemática generó vamos a intentar formular las siguientes:

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1.- ¿Cuáles fueron los factores históricos que se combinaron para que la clase latifundista (dominante en aquella sociedad) fuera puesta de lado por el aparato de Estado que supuestamente representaba sus intereses coyunturales y estratégicos? hoy existe consenso entre los estudiosos del período, sobre la naturaleza latifundista de la dictadura gomecista (cfr. Brito figueroa, 1.966 / Malavé Mata 1.974 / Sosa 1.974 Brewer Carías 1.975 / Losada Aldana 1.976 / Irazabal 1.974 / Fuenmayor 1.976 / Rodríguez 1.983 / Esteves 1.995 / Rangel 1.979 / Maza Zavala 1.977). 2.-¿Cómo fue posible que la clase latifundista, cuya base económica fundamental (la producción agraria), había entrado en un pronunciado declive, sobre todo hacia la tercera y cuarta década del siglo XX, no haya intentado oxigenarse económicamente, imponiéndole a su sociedad, una agresiva política de apropiación de los yacimientos petroleros que rendían para los concesionarios fabulosas ganancias? Tal conducta de clase resulta aún menos comprensible, si tenemos en cuenta el proceso de ruina económica que la actividad petrolera produjo sobre la agricultura:

conjuntamente con ese proceso de ruina de áreas de cultivo y concentración de una parte de la riqueza territorial agraria en manos de un propietario colectivo, es decir, las compañías petroleras se constata el fenómeno de expropiación y ruina de muchos hacendados y ganaderos, cuyas tierras fueron consideradas aptas para la exploración y explotación del petróleo... En el oriente venezolano, centenares de familias tradicionalmente dedicadas a la agricultura y a la cría quedan arruinados de la noche a la mañana, con la misma fuerza que a expensas de sus tierras se enriquecían los favoritos del régimen y las petroleras establecían su dominio en ellas. En las diversas instancias de los tribunales nacionales reposan voluminosos expedientes de los litigios promovidos por los agricultores y criadores contra las empresas aceiteras que entraron a saco en esta porción de nuestro territorio. (Brito Figueroa. 1.996, p.380 t.2).

3.- ¿Qué razones llevaron al gobierno gomecista a separarse de los intereses de la clase social que lo sustentaba y a entrar en maridaje con los inversionistas petroleros internos? 4.- ¿Sí fue innegable el maridaje entre el gobierno gomecista y el imperialismo petrolero, como fue que en el seno de esa administración se incubaron las primeras manifestaciones del nacionalismo petrolero? 5.- Frente a esta derrota del latifundio venezolano ¿Cómo queda la teoría marxista de las clases sociales y del Estado?. Pues, como sabemos, tal teoría postula que en una sociedad dividida en clases, la política económica adelantada por el Estado siempre estará al servicio de las clases dominantes de esa sociedad. 6.- ¿Se puede sostener la apreciación historiográfica de que el régimen gomecista favoreció a la gran propiedad territorial? 7.- ¿Fue realmente el General Juan Vicente Gómez un Tirano Liberal?

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CONCLUSIONES En la presente ponencia hemos planteado la situación jurídico-política de la clase latifundista venezolana, en su lucha por apropiarse de una parte de la renta petrolera que comenzó a fluir hacia nuestro país al final de la segunda década del pasado siglo. En tal intento, los intereses latifundistas fueron puesto de lado por el gobierno Gomecista, aún cuando existió el ánimo de favorecerlos por esa administración, tanto en la primera como en la segunda versión de su política petrolera. Esta derrota de los terratenientes en su interés por beneficiarse directamente de la renta petrolera, nos plantea una serie de interrogantes que la historiografía contemporánea de Venezuela no ha respondido; y por consiguiente, se impone una exhaustiva investigación sobre esta temática, hoy de renovada actualidad, cuando los intereses particulares presionan de nuevo por participar directamente en la explotación petrolera. BIBLIOGRAFÍA

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