Eugeni Forcano, una larga trayectoria Daniel Giralt-Miracle

Capítulos de la exposición La Barcelona del desarrollo

La vida rural

Banyoles. Día de mercado

Gente gitana

La magia de las fiestas

Las formas de la dictadura

Curas y monjas

Miserias humanas

Vida en la calle

La seducción de un instante

Tipos con carácter

Fotografía experimental. 1980-1995

Catalogación

Cronología

Pág.

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ÍNDICE

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L O S I N I C I O S La relación de Eugeni Forcano con la fotografía es lejana, se remonta a su infancia, cuando tomó las prime-ras instantáneas con una cámara de madera que pertenecía a su madre, y cuando más tarde, en la misma población de Canet de Mar, quedó fascinado por las imágenes que un fotógrafo profesional exhibía en su escaparate. Sin embargo, a mi entender, su infatigable interés por la ima-gen no parte de la cámara fotográfica y sus posibilidades técnicas, y tam-poco de una identificación con determinadas corrientes, sino que debe situarse en el campo de los sentimientos, los que le llevan a desear apre-hender todo lo que le rodea y a desarrollar una extraordinaria capacidad analítica que le hace detectar aquellos momentos más sugestivos a nivel psicológico, emocional y antropológico, de ahí su pasión por perpetuar cualquier instante que él considere merecedor de ser compartido. Por esto, coincido con Roser Martínez Rochina que Forcano es “un fotógrafo inclasificable”, tanto por la independencia de su proceso formativo y crea-tivo, como por su no adscripción a ninguna escuela o grupo fotográfico.

Él insiste en que es un autodidacta y en cierta medida este concepto es válido, ya que según la definición de la Real Academia Española un autodidacta es aquel “que se instruye por sí mismo”, es decir que no ha seguido una formación académica reglada, lo que en el caso de Forcano es cierto porque además ni en su infancia ni en su adolescencia tuvo en mente ser fotógrafo, pero a partir del momento en que intuyó que podía utilizar la fotografía para compartir lo que veía decidió explorar más y más las posibilidades de esta disciplina. Y fue esta intuición y su inquietud las que le llevaron a encontrar por su cuenta las técnicas, los recursos y los lenguajes fotográficos. Es en esto en lo que difiere de lo que según la Academia es un autodidacta, porque de acuerdo con el dic-cionario de esta institución, autodidacta es alguien que se instruye por sí mismo “sin auxilio de maestro”. Y Forcano sí tuvo maestros, ya que él mismo se preocupó por buscarlos cuando fue consciente de que me-diante la fotografía podía hacer partícipes a los demás de sus vivencias.

En este camino por instruirse jugó un papel determinante la Agrupació Fotogràfica de Catalunya, entidad pionera en la defensa y el estudio de la fotografía, nacida en 1923, y que a lo largo de los años ha sido el principal foco de reflexión y difusión de la fotografía entendida en el sentido más amplio, ya sea en el técnico como en el artístico. En 1949 Forcano ingre-só en esta agrupación y aunque en los primeros años no la frecuentó mu-cho sí que en ella tuvo oportunidad de conocer la obra de los auténticos pioneros de la foto creativa, desde los pictorialistas, los fotógrafos que entendieron la fotografía como puro arte, en igualdad de condiciones con la pintura y el grabado, siguiendo las técnicas más tradicionales de revelado, como las que practicaron el Dr. Pla Janini, Claudi Carbonell o

E U G E N I F O R C A N O, U N A L A R G A T R A Y E C T O R I A

Forcano retratado por su hermano José en la calle Pelai de Barcelona, 1964.

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Antoni Campañà, o el mismo José Ortiz Echagüe (el considerado gran maestro de la fotografía pictorialista), hasta las experimentaciones pro-movidas por las vanguardias, en la obra de Català-Pic u Otto Lloyd, y también el reporterismo de Agustí Centelles.

Pero quizá lo que despertó su auténtica vocación fotográfica y orientó su mirada hacia otra manera de entender la fotografía fue la exposición “Fotografía Subjetiva”, que pudo ver en la sede de la Agrupació Fotogrà-fica de Catalunya, en la que descubrió la obra de Otto Steinert, que le impactó, al punto de asegurar que aquellos trabajos sintonizaban con sus búsquedas e intereses y que aquel era el lenguaje visual que quería desarrollar, porque entonces, en los primeros años cincuenta, Forcano ya sabía cuál era su “idea de la fotografía”.

Haciendo este aprendizaje, Forcano constató que lo que realmente le interesaba era “la calle como escenario de la vida, como expresión hu-mana y como espectáculo vivo y cambiante”, lo que le permitía en-contrar aquel momento irrepetible que perseguía sin descanso, aquel “instante decisivo” que definió Cartier-Bresson. De ahí también que su compañero de avatares y amigo, el escritor Josep Maria Espinàs lo ca-lificara como un “cazador de imágenes”, actividad que desarrolló con máxima intensidad en la década de los sesenta, porque entonces For-cano ya se había dado cuenta de que aunque su encuentro con la fo-tografía había sido accidental, esta práctica se había convertido en el motor de su vida.

Forcano, a la izquierda, con el escritor Josep Pla y el editor Josep Vergés, a la derecha, 1967.

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De manera que en 1960 empezó a participar con sus fotografías en con-cursos, salones y premios nacionales e internacionales, consiguiendo no sólo darse a conocer, ya que también le abrieron las puertas al mun-do profesional, puesto que el mismo año Josep Vergés y Néstor Lujan, propietario y director respectivamente del semanario Destino, tuvieron conocimiento del trabajo de Forcano gracias a un concurso al que éste se había presentado lo que propició un encuentro que se convertiría en decisivo. Porque aunque inicialmente le propusieron colaborar re-gularmente en esta revista, más tarde le encargaron también trabajos para la editorial de Vergés, igualmente denominada Destino, lo que sin duda comportó un cambio y no sólo en el aspecto laboral, ya que según el mismo Forcano ha reconocido: “me sentí fotógrafo el día que Josep Vergés y Néstor Luján me llamaron de Destino y me encargaron las por-tadas de la revista.” Efectivamente, fue entonces, cuando Forcano, que ya tenía 34 años, decidió volcarse en la fotografía.

D E S T I N O En los primeros años sesenta del siglo pasado, el semanario Destino vivía sus momentos de esplendor en la prensa nacional, había abandonado las afinidades con el franquismo, defendía a los aliados y europeístas y daba su apoyo a todo tipo de posi-ciones ideológicas aperturistas (lo que le reportó muchos conflictos con la censura) y todo ello lo hacía tomando como modelo a los magacines europeos de mayor difusión como eran París Match, Life o Época, por lo que no debe sorprendernos que como estas publicaciones, Destino también decidiera prestar a sus portadas de huecograbado una máxima atención y apostara por ilustrar cada una de ellas con imágenes de ma-yor o menor actualidad, pero siempre contundentes, atractivas y de gran eficacia visual.

Portadas del semanario Destino en las que se reprodujeron fotografías de Forcano.

20.9.196911.3.1963 23.9.1967

15.7.1961

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Como semanario barcelonés, Destino cubría temas de específico interés ciudadano y es aquí donde el estilo de Forcano y su particular mirada del mundo encajaron a la perfección. Sus fotografías, por lo general muy humanas y que escondían una soterrada denuncia social, confrontaban el pasado con el presente y los cambios paisajísticos y sociológicos, po-niendo de relieve los más evidentes contrastes sociales, pero también mostrando las paradas militares, la parafernalia de los gobernantes y los grandes rituales eclesiales, sin olvidar reflejar la presencia de un turismo incipiente o los primeros biquinis en nuestras playa. Y es que Forcano sabía que el país estaba viviendo unos cambios transcendenta-les, de los que él quería dejar constancia, consciente de que “la historia se escribe con imágenes”, propósito que sin lugar a dudas consiguió porque sus fotografías ya forman parte del imaginario colectivo, a lo que también contribuyó el hecho de que la editorial Seix Barral utilizara sus fotografías para ilustrar las portadas de algunos libros de sus pres-tigiosas colecciones Biblioteca Breve (como Germinal y otros relatos, de Alfonso Grosso; La tragedia y el hombre, de Jose María de Quinto; La cama de piedra, de Harry Mulisch; o El coral y las aguas, de Juan Eduardo Zuñiga) y Biblioteca Formentor (Las cuarentenas, de Fereydoun Hoveyda, o Insegura felicidad, de Alfred Kern).

PA R Í S En este tránsito hacia la profe-sionalización, después del inicio de la colaboración de Forcano con la revista Destino y con la editorial Seix Barral, debe situarse uno de los momentos clave de la vida de Forcano: su estancia en el inquieto París de los años sesenta, donde las corrientes de vanguardia ya se habían asentado y era admitido cualquier tipo de experimentación en el arte. Entonces el gobierno francés apoyaba a los artistas jóvenes que a causa del franquismo tenían dificultad para viajar a Francia, por lo que a través de su oficina de turismo o del Instituto Francés potenciaba esta política con diversas acciones. En Barcelona, el Comisariado General de Turismo francés estaba dirigido en aquellos tiempos por Charles Duprat, lector del semanario Destino, a través del cual seguía el trabajo de Forcano, lo que le animó a encomendarle que eligiera un grupo de fotógrafos para viajar a París y conocer su atmósfera artística y cultural, con la misión final de fotografiar con una mirada moderna estos paisajes y la vida de la ciudad. Forcano tuvo el acierto de seleccionar a unos profesionales que no solo propiciarían el cambio de la fotografía tradicional a la fotografía moderna en nuestro país, tanto en su dimensión plástica como socioló-gica y conceptual, sino que con el paso del tiempo llegarían a ser desta-cadas figuras de la fotografía española (incluso algunos de ellos han sido galardonados con el Premio Nacional de Fotografía). Me refiero a Andreu Basté, Leonardo Cantero, Joan Colom, Gabriel Cualladó, Joan Cubaró, Fran-cisco Gómez, Ramón Masats, Oriol Maspons, Xavier Miserachs y Francisco

Libros publicados por laEditorial Seix Barral en suBiblioteca Breve en 1962,con fotografías de Forcanoen sus portadas. Fotos: Biblioteca Nacional de España.

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Ontañón, quienes con Forcano a la cabeza inmortalizaron la capital fran-cesa en unas imágenes que acabarían conformando la exposición “Once fotógrafos españoles en París” que se presentó en el Institut Français de Tourisme de París, en la Sala Aixelà de Barcelona y en la Galería Biosca de Madrid, aquel mismo año 1962.

B A R C E L O N A Esta aventura francesa no tuvo continuidad en el exterior, puesto que Forcano volvió a Barcelona, su pasión y obsesión. A pesar de haber nacido accidentalmente en la ciu-dad, su infancia y adolescencia transcurrieron en Canet de Mar, donde residía su familia, pero pronto empezó a frecuentar la capital catalana donde acabaría instalándose y que recorrería hasta conocer al dedillo, pero no solo sus calles y su historia, sino también sus gentes. De ello dan fe esas fotos tempraneras que interesaron a los editores de Destino y le abrieron las puertas para que pudiera publicar en portada algunas de sus fotografías, y las instantáneas que le hicieron merecedor del Premio Ciudad de Barcelona de Fotografía de 1963, que ganó con tres imágenes que reflejaban muy bien sendas celebraciones populares muy arraigadas en la historia y la vida barcelonesas: la fiesta Mayor de Gràcia, las ho-gueras de Sant Joan y la feria de Sant Ponç. Precisamente fue esta clara preferencia por su ciudad la que decidió a los editores Vergés y Teixidor, propietarios de Ediciones Destino, a confiarle la tercera edición del libro Barcelona, que había escrito para la colección Guías de España Carles Soldevila, un prestigioso autor y reconocido periodista que también co-nocía profundamente la ciudad: su historia, la crónica humana de cada barrio, de cada edificio, de cada institución. Las anteriores ediciones (la primera de 1951) se habían ilustrado con otras fotografías, en su gran mayoría realizadas por otro acreditado profesional muy vinculado a la editorial, Ramon Dimas, quien enfermo no pudo asumir la actualización de la tercera edición. Ante la situación y debido a los cambios urbanos y sociales que había sufrido la ciudad, los editores decidieron encargar al autor una revisión y puesta al día del texto y a Forcano que realizara un nuevo reportaje fotográfico que ofreciera una visión actual de Barcelona y que a su vez complementara con lenguaje moderno la literatura de Soldevila.

Forcano se volcó en este encargo, que le proporcionó la oportunidad de explicar “su” ciudad, por lo que se entregó a mirar y buscar, hasta en-contrar lo que otros no habían visto y realizó centenares de fotografías de las que se publicaron más de 400, muchas de ellas ya consideradas documentos irrepetibles de la historia barcelonesa que nos muestran no solamente la dimensión urbana (calles, avenidas, plazas y palacios), sino el bullicio ciudadano que la envolvía y que define aquel momen-to de tránsito entre una ciudad aún marcada por el pasado histórico y

Portada del libro Barcelona, de Carles Soldevila, publicado por Ediciones Destino en 1964, e ilustrado con fotografías de Forcano.

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una ciudad que empezaba a abrirse a nuevas costumbres, nuevas ma-neras de vivir y que estaba transmutando el perfil urbano de sus calles y sobre todo los usos y costumbres de sus gentes. Una ciudad que vivía los primeros encuentros con el turismo, una ciudad cuyo parque móvil aumentaba cada vez más, una ciudad que crecía arquitectónicamente y urbanamente, y que no estaba exenta de aquella dimensión humana que tanto atrae a Forcano, y que tan bien inmortalizó en las páginas del semanario Destino en el que seguía colaborando y que se convirtió en la plataforma de su trabajo, el lugar desde el que dar a conocer al gran público su visión de la vida.

La obsesión de Forcano por Barcelona no finalizó con este libro, ya que siguió profundizando en ella. Reflejó los últimos tiempos del barraquismo y el nacimiento de los nuevos polígonos que ocuparon terrenos hasta aquel momento vírgenes, el declive de los coches de caballos y la cre-ciente invasión de los automóviles, el paso de los adoquines al asfalto, la convivencia de los tranvías con los autobuses, la teatralidad de los grandes acontecimientos como las visitas de Franco y el Congreso Euca-rístico y también las incursiones de los primeros turistas y los cambios en la moda, aunque no inmortalizó la aparición en escena de los hijos “progres” de la burguesía que se autodenominaron “gauche divine”, un grupo con el que coincidió aunque no sólo no perteneció a él sino que lo rehuyó por considerarlo demasiado sofisticado y artificial, y es que sus intereses era otros, como se pone de manifiesto cada vez que se presenta su trabajo de aquellos años, unas fotografías que le hicieron merecedor de la Medalla de Oro al Mérito Artístico, que concede el Ayun-tamiento de Barcelona, un reconocimiento que Forcano agradeció con la donación de 650 de sus fotografías al Archivo Fotográfico de Barcelona.

Pero más allá de esto, los hechos nos constatan que el análisis de Bar-celona que Forcano realizó a lo largo de su trayectoria le ha converti-do en una referencia imprescindible a la hora de hacer las crónicas de la ciudad. Así, cuando en 1995 el Centre de Cultura Contemporània de

Páginas interiores del libro Barcelona, de Carles Soldevila, publicado por Ediciones Destino en 1964, e ilustrado con fotografías de Forcano.

Barcelona organiza la exposición “Retrato de Barcelona”, que presen-ta una revisión histórica de la imagen de la ciudad desde la cartografía medieval hasta la fotografía moderna, incluye las fotos de Forcano. Del mismo modo que se ha de recurrir a su trabajo cuando se ha de escribir la historia social de la ciudad de Barcelona en la posguerra, esa época gris y triste, humana y políticamente, en la que la ciudadanía luchaba por sobrevivir, y en la que contra todo pronóstico a veces se vislumbra-ba un poco de luz. Como hizo en 2006 David Balsells recuperando sus fotografías para la exposición organizada por el Museu Nacional d’Art de Catalunya “Miradas paralelas. Fotografía Realista en Italia y España”, una propuesta sugerente con un subtítulo muy apropiado, que muestra que tanto Italia como España trataban de superar el abatimiento de la posguerra y de abrir nuevos caminos de bienestar, a pesar de vivir en una economía depauperada.

No obstante, estas fotografías de Forcano no sólo son reclamadas como referentes históricos, porque todas ellas están impregnadas de una gran componente narrativa y describen unas situaciones humanas que resul-tan muy apropiadas para acompañar el mundo literario, por lo que si en los primeros años sesenta ya fueron demandadas por Carlos Barral para ilustrar las portadas de algunos libros de Seix Barral, más tarde han sido otras editoriales las que han recurrido a ellas, me refiero a Lumen (Rabos de lagartija, de Juan Marsé, o Turismo interior, de Marcos Ordóñez), o a la misma Seix Barral que ha utilizado estas fotografías para las cubiertas de algunos libros de Ignacio Martínez de Pisón publicados dentro de su colección Booket (La ternura del dragón, El día de mañana, El tiempo de las mujeres, Carreteras secundarias, El fin de los buenos tiempos o María Bonita). Sin olvidar que las fotografías de Pla siguen siendo solicitadas para ilustrar libros dedicados al autor como son La geografía íntima de Josep Pla, de Miquel Pairolí (Edicions La Campana); El nostre heroi Josep Pla, de Enric Vila (A Contra Vent Editors), o Les dones de Josep Pla, de Xavier Febrés (Edicions 62).

Libros recientes que reproducen fotografías de Forcano en sus portadas.

2009 2010 2011/12

Libros dedicados a Josep Pla con portadas ilustradas con fotografías de Forcano.

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B A N Y O L E S Las fotografías que Forcano hizo de la Barcelona de la posguerra atraen porque logran transmitir la esen-cia de la vida, una vida que él vivía intensamente, incluso más allá de su ciudad, como se hace patente en los centenares de fotografías que reali-zó en pueblos y pueblitos a los que se desplazaba buscando la dimensión más humana de la existencia.

Un ejemplo palmario de esta manera de hacer lo constituye el reportaje que realizó un día de 1965 cuando decidió visitar el popular mercado se-manal de Banyoles, que como era habitual en él no se limitó a fotografiar, porque lo que en realidad hizo fue aprehender su aliento, como podemos comprobar ante estas imágenes que siguen transmitiendo la vivacidad de un día de mercado, el trajín de unas gentes que vienen y van, que mi-ran, que hablan, que compran... Un relato que incluye personas mayores y arrugadas, incluso ajadas, niños, monjas, militares, animales, ristras de ajo, cestas de verdura…. Hecho el trabajo lo presentó a Vergés y a Lu-ján que entusiasmados decidieron que el redactor más apropiado para comentar aquellas fotografías en Destino era Josep Pla, por el profundo conocimiento que tenía de las costumbres y la manera de ser de los habitantes de aquellas tierras. Sin embargo el texto no llegaba y el día que Forcano reclamó sus fotografías, pensando que no tendrían cabida en el semanario, recibió por respuesta que Pla todavía no había escrito nada apabullado por la contundencia de las fotografías que seguían ex-tendidas en sus mesas, un sentimiento que debía dejar huella en el es-critor porque en el artículo que finalmente entregó y se publicó el 15 de octubre de 1966 acompañado de una amplia selección de las imágenes de Forcano, el mismo autor afirmaba: “cuando mi viejo amigo el Sr. José

Portada y páginas interiores del reportaje dedicado al mercado de Banyoles que publicó Destino el 15 de octubre de 1966, con fotografías de Forcano y texto de Josep Pla.

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Vergés me presentó estas fotografías del Sr. Forcano, con la intención de que pusiera debajo de ellas algún comentario, me resistí a ello por una razón que considero viable, esto es: que estas fotografías no necesitan en absoluto el menor comentario, porque son tan directas, contienen una dosis de expresividad tan elevada, producen un impacto en el ob-servador tan puntiagudo, que no hay necesidad de poner una cualquier nota explicativa a pie de página”. Y aún más, Pla siempre tan crítico, tan socarrón y poco dado al elogio generoso, iniciaba su texto con estas pa-labras: “tengo el gusto de presentarles las fotografías que van a continua-ción. Son magníficas. Insuperables. Son del Sr. Forcano, persona que no he visto en mi vida, pero que algún día espero conocer para poderle decir, de palabra y con la mayor cordialidad, que es un gran fotógrafo, exactamente un gran artista”. Evidentemente Pla y Forcano acabaron conociéndose y estableciendo una relación que posibilitaría que Forcano realizara algu-nos de los mejores retratos que existen del escritor ampurdanés, que nos permiten conocer su grandilocuente gesticulación, su manera de andar, su mirada irónica… como puede apreciarse en el reportaje publicado en Destino en 1967 en ocasión del setenta aniversario del escritor, unas fotos que también formarían parte del libro Josep Pla vist per Eugeni Forcano que Forcano publicaría en la editorial Ausa en 1995.

Volviendo a las fotografías que Forcano tomó en el mercado de Banyoles, una vez publicadas quedaron olvidadas, hasta que en 1999 la Fundació Caixa de Girona decidió recuperar las 112 instantáneas que conformaban el reportaje y organizó con ellas una exposición, que se acompañó de un catálogo que volvió a ser merecedor de elogios, como los que le dedicó el poeta y escritor leonés Andrés Trapiello después de tener oportunidad de conocer este trabajo: “El libro es una preciosidad y un testimonio muy hermoso no para la historia, sino de la vida. Da igual que esas fotografías sean el mercado de Bañolas hacia 1965, lo importante en ellas es el latido de todo lo que aún vive”.

F E S TA M A J O R La segunda mitad de los años se-senta fue especialmente prolífica en la trayectoria de Forcano, quien como hemos apuntado anteriormente empezó a recorrer la geografía de su país cámara en mano. El interés de sus propuestas animó a recabar su colaboración al poeta Joan Teixidor, un hombre culto y refinado, que acom-pañó siempre a Vergés y Luján en la aventura del semanario Destino, y que como director editorial de Edicions Destino sabía seleccionar muy bien los temas y los autores de los libros que encargaba. Teixidor pensó en For-cano para hacer las fotografías de uno de los volúmenes de la colección “Imatge de Catalunya”, en la que la imagen tenía tanto o más protagonis-mo que el texto, mientras confiaba el texto a Josep Maria Espinàs, autor que conjugaba las facetas de novelista, periodista y cronista de la vida ciu-

Portada del libro Festa Major, publicado por Edicions Destino en 1969, con texto de Josep Maria Espinàs y fotografías de Forcano.

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dadana y rural. El tema que les asignó fue el de las fiestas mayores. Aque-lla aventura compartida, que apareció en 1969 con el título Festa Major, pretendía reflejar los ambientes, costumbres y participantes en aquellas fiestas tan características en todos los pueblos de Catalunya, algo que sin duda consiguieron plenamente sus autores, sin ser uno deudor del otro, al contrario, sumando sus fuerzas para transmitirnos una idea global del espectáculo expresionista que se daba en cada una de las 20 poblaciones catalanas de la más diversa idiosincrasia que previamente habían selec-cionado, y ofreciéndonos un retablo inolvidable que nos permite evocar en toda su intensidad unas fiestas que aún persistiendo han perdido la inge-nuidad que caracterizó las ediciones de aquellos últimos años sesenta. El libro causó un gran impacto en su momento y fueron múltiples las críticas que elogiaron el trabajo de Espinàs y Forcano, su capacidad de transmitir, más allá de los tópicos y del pintoresquismo, el espíritu vivaz, penetrante y plástico de aquellas fiestas mayores, porque como el mismo Joan Fus-ter escribió “hay cosas que no se pueden explicar con palabras: se han de «ver». La mediación fotográfica nos ayuda a ver. La cámara de Eugeni Forcano ha extraído de las «festes majors» del Principado una antolo-gía de quintaesencias singularmente atractivas. Detalles de espectáculo, ademanes irreductibles, caras, ambientes… ¿Cómo puede fotografiarse un «ambiente»? Forcano lo ha conseguido”.

Una reflexión posterior de Espinàs publicada en 1993 en sus obras com-pletas, a modo de apostilla del texto incluido en el libro Festa Major, nos es de gran utilidad para comprender la manera de trabajar de Forcano. Espinàs apunta que en aquel momento para cumplir con su misión él trataba de pasar inadvertido en cada uno de los pueblos que visitaban, mientras que, inversamente, Forcano se aproximaba a los ciudadanos, les hacía preguntas, les pedía la colaboración tanto material como para que participaran activamente en sus fotografías, en una actitud que fue muy bien recibida por los lugareños que contrariamente a lo que pudiera parecer se implicaron en el trabajo del fotógrafo con el propósito de que éste lograra tomar las mejores imágenes. Una actitud de la que Espinàs da fe pero que estoy convencido que fue la que siempre rigió el trabajo de Forcano y a la que debemos la calidad y la frescura de sus fotografías.

Páginas interiores del libro Festa Major, publicado por Edicions Destino en 1969, con texto de Josep Maria Espinàs y fotografías de Forcano.

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L A M O D A Si Destino dio visibilidad al trabajo de Forcano, los recursos económicos para montar su propio estudio y poder desarrollar sus nuevas experiencias fotográficas procederían no de sus colaboraciones con este semanario o con la editorial homónima, sino de su trabajo en el ámbito de la fotografía publicitaria, un sector muy activo también en la España de los sesenta, cuando empezaron a surgir un gran número de agencias dispuestas a publicitar a la america-na los nuevos productos que se ofrecían a la incipiente sociedad con-sumista en el mercado español; es decir, a partir de acciones dictadas por expertos en marketing y potenciando el diseño de los elementos publicitarios, que cambiaron radicalmente su estilo para implementar su fuerza comunicativa, de manera que la gráfica, los eslóganes y la fotogra-fía adquirieron un nuevo protagonismo, porque no debemos olvidar que los que entonces estaban al frente de las agencias de publicidad eran artistas o intelectuales que ante la escasez de empleo encontraron en este mundo salidas profesionales, pienso en Victor Sagi, Alexandre Cirici, Leopoldo Rodés e icluso Jesús Ulled o Carlos Barral. Es en este contexto que Forcano recibió encargos de Roldós, de Seix y Barral Publicidad y también de alguna de las agencias de la calle Tuset, entonces emporio del sector, y requirieron sus trabajos firmas tan prestigiosas como Pulli-gan, Myrurgia, Warner’s, Dupont, Belcor, etc. Lo que sorprende es saber que cuando recibió el primer encargo para hacer las fotografías de una campaña publicitaria en color Forcano no había trabajado nunca con pe-lícula de color. Aún más, desconcierta el hecho de que sus fotografías de moda en color estén vinculadas a la revista DON, que promovían los industriales textiles catalanes para apoyar y difundir “la moda mascu-lina española”, y para la que Eugeni Forcano realizó una fotografía de moda entonces inusualmente desenfadada, informal e innovadora, que se apartaba del envaramiento y la rigidez postural de los modelos de posguerra. Un trabajo que encajó a las mil maravillas en una publicación que por su concepción, diseño, redacción, publicidad e impresión supuso una auténtica revolución en la época, y no solo a nivel local, puesto que incluso el número de septiembre de 1966 de la prestigiosa revista ale-mana de diseño Gebrauchsgraphik Internacional Advertising Art se hizo eco de la aparición de esta publicación, a la que dedicó comentarios muy elogiosos por considerar que, más allá de la moda, presentaba una “emancipación cultural” y también en relación con su tipografía, diseño y fotografía, una manera de hacer que dejó huella porque, aunque DON publicó pocos ejemplares, influenció decisivamente a las demás revis-tas y semanarios que pronto cambiaron la tipografía y las pautas de su diagramación y dieron a la imagen una relevancia inusual en aquellos tiempos.

Portadas de la revista de moda masculina española DON ilustradas con fotografías de Forcano.

1964

1965

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Después de DON, surgieron otros encargos para trabajar en color y para catálogos y revistas de moda, quizá no tan atrevidos pero que le permi-tieron seguir ahondando en los contrastes y buscar presentaciones que sorprendieran al público, ya fuera por el desenfado de las modelos, ya fuera por el choque que proponía entre la modernidad de los diseños que se publicitaban y la historicidad o la ruralidad de los trasfondos. Este es el caso de los tres catálogos que hizo entre 1968 y 1969 para Textil Indus-trial Leonesa, S.A. (TILSA), una empresa de raíz provinciana que quería proyectarse a todo el mercado nacional y para la que realizó más de 150 fotografías protagonizadas por tres sugestivas maniquíes alemanas altas, rubias, desinhibidas y ataviadas con unos modelos atrevidos en la época que, solas o acompañadas de las gentes del pueblo (particu-larmente hombres y mujeres mayores vestidos con sus propias ropas), presentaban en los escenarios más clásicos de la capital leonesa (la ca-tedral, el hostal de San Marcos, los edificios históricos, las callejuelas más típicas e incluso una mina), que de esta forma se transformaron en el marco insólito para un catálogo de moda, porque lo que hoy puede pa-recernos de lo más habitual en la contextualización fotográfica de todo lo relacionado con la moda, en aquel momento resultó una auténtica ruptura, ya que la exhibición de modelos se hacía tradicionalmente en salones o pasarelas, y esto es lo que en febrero de 2012 quiso sacar a la luz la Asociación Leonesa de Diseñadores de Moda (Aldimo) presentando aquellos trabajos fotográficos en el marco de la primera edición de “León Moda 2012” celebrada en el Palacio de los Guzmanes de León.

Portada y páginas interiores de los catálogos de 1968 de TILSA (Textil Industrial Leonesa, S.A.).

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F O T O G R A F I A E X P E R I M E N T A L Hasta aquí hemos ha-blado del Forcano dedicado a hacer reportajes básicamente sociológicos y del Forcano consagrado a los trabajos relacionados con la moda, pero existe aún un tercer Forcano, el que se centra en la experimentación, una etapa para él apasionante y que considera la culminación de su vida profesional. El resultado del trabajo que acometió entre 1980 y 1995, una vez dispuso del tiempo y los recursos que le permitieron investigar en lo que llama “las posibilidades del color y la luz como generadores de imágenes”, es una amplia serie de fotografías, casi mejor, imágenes cromáticas, nacidas de una particular combinación de la luz y los colo-res, que curiosamente a nivel plástico coinciden con dos lenguajes muy identificados por el arte moderno: las imágenes oníricas vinculadas al surrealismo y las superficies cromáticas y los llamados campos de color propios de la abstracción y el informalismo.

Forcano siempre ha sido muy celoso en guardar el secreto del procedi-miento técnico que le permitió lograr inicialmente un tachismo cromá-tico resultado del puro azar y, más tarde, unos sorprendentes trabajos texturales, hipnagógicos, unas “sugestivas alucinaciones” –según las de-nominó Jorge Rueda en 1980 en la revista Aquí imagen– cuyo misterio aumenta con los títulos que elige para cada una de ellos (Metamorfosis, Encantamiento, Dualidad, Boreal, Enigma, Cíclope, etc.).

Son éstas unas fotografías con las que actualmente podemos encon-trar ciertas analogías con las imágenes resultantes de los experimentos hechos con recursos digitales, pero es de justicia reivindicar que las de Forcano surgen estrictamente de la aplicación de los recursos propios de la fotografía analógica.

Fotografías experimentales de Forcano utilizadas como felicitaciones navideñas por una joyería de Barcelona, en 1990 y 1992.

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A T R A PA R L A V I D A Preceptivamente, al serle concedi-do a Forcano el Premio Nacional de Fotografía, su trabajo era merecedor de una exposición, cuyo comisariado se me confió. Ante la cantidad de fotografías que, como hemos visto, Forcano ha realizado a lo largo de su vida, esta exposición podía plantearse de muchas maneras, desde una retrospectiva, a una exposición temática. Pero mi opción ha sido otra, me he inclinado por destacar aquel trabajo del que creo que él se siente más satisfecho, intuyo que porque por un lado es el que le permitió dedi-carse a la fotografía y por el otro porque es el broche con el que decidió cerrar su vida profesional.

Así, conforman esta exposición ciento cincuenta imágenes, ciento veinti-cinco de las cuales han sido seleccionadas de entre el prolijo archivo de fotografías que Forcano realizó entre 1960 y 1974, los años con los que colaboró asiduamente con el semanario Destino, que hemos distribuido en 11 apartados, que a mi entender corresponden a los temas que más le sedujeron: “La Barcelona del desarrollo“, “La vida rural“, “Banyoles. Día de mercado“, “Gente gitana“, “La magia de las fiestas“, “Las formas de la dictadura“, “Curas y monjas“, “Miserias humanas“, “Vida en la calle“, “La seducción de un instante“ y “Tipos con carácter“. Por su parte, las veinticinco fotografías que conforman el último apartado de la exposi-ción, “Fotografia experimental“, fueron hechas entre 1980 y 1995, cuan-do pudo dedicarse a experimentar sin reservas con la fotografía en color.

Es éste, pues, un paseo a través de la obra de Forcano, no exhaustivo, ni completo, pero que sí incluye el trabajo por el que Forcano ha recibido los más altos reconocimientos, y del que más orgulloso se siente.

Daniel Giralt-Miracle

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L A B A R C E L O N AD E L D E S A R R O L L O

“La fotografía para mí ha sido un camino de emociones

y sentimientos, de realidad y sueño, incluso de utopía”

E. F. Seguidores del Barça

Camp Nou, Barcelona1963

Desafío industrialAvenida del Paral·lel,Barcelona1962

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La burguesía pasea a caballoAvenida Diagonal, Esplugues de Llobregat1963

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Obreros portuariosPla de Palau, Barcelona

1963

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