Piedra de Toque

7
“Piedra de toque” es aquello necesario para medir o confirmar algo dado; un elemento complementario, pero del que no se puede prescindir para que el todo tenga sentido. Esa idea parece que es la que se conserva del título original: Unhintergehbarkeit, “inevitabilidad”. En esta obra, Manfred Frank se dirige a las filosofías “posmodernas” (más en concreto las que él llama “neoestructuralistas” y que trata ampliamente en otro de sus escritos), y no para vituperarlas, sino para matizarlas, aunque en el punto destacado de su tesis de la “muerte del sujeto”. La estrategia discursiva que sigue Frank consiste no en rebatir lógicamente las proposiciones de tales filosofías, sino en señalar un error de base en ellas, que se parece más bien a un descuido precipitado, o a un olvido, y matizar después ese punto problemático, con la idea de que podrían reconstruirse de nuevo el edificio a partir de esa corrección. La filosofía posmoderna, tal y como señala Frank, parece consistir en una revisión crítica o deconstrucción de la filosofía moderna. Ahora bien, la filosofía moderna es una filosofía del sujeto, o tiene la idea de sujeto como su eje central. Por ello para la filosofía posmoderna ha sido importante la deconstrucción del sujeto; en lo cual ha sido Nietzsche el pionero, reduciéndolo a un epifenómeno de la voluntad del poder, y siendo continuado por Foucault y otros, como Derrida, que lo reduce a un epifenómeno del lenguaje. Otra orientación, la de Habermas, pretende señalar que existen dos salidas posibles a la crítica de la subjetividad, sea la de los autores antes citados, que derivaría por vías irracionales, o sea la de integrar al sujeto en una teoría racional de la intersubjetividad. Pero, frente a esta dicotomía, Frank señala que no le parece factible una teoría de la intersubjetividad sin antes haber pensado la estructura de los sujetos, y que, al fin, no halla camino posible de racionalidad prescindiendo de ellos. Adviere, en cambio, que las teorías posmodernas han de utilizar la estructura de la autorreferencia aplicada a sistemas anónimos, o bien caer en un irracionalismo vulgar, como el de Klages o Spengler.

Transcript of Piedra de Toque

Piedra de toque es aquello necesario para medir o confirmar algo dado; un elemento complementario, pero del que no se puede prescindir para que el todo tenga sentido

Piedra de toque es aquello necesario para medir o confirmar algo dado; un elemento complementario, pero del que no se puede prescindir para que el todo tenga sentido. Esa idea parece que es la que se conserva del ttulo original: Unhintergehbarkeit, inevitabilidad. En esta obra, Manfred Frank se dirige a las filosofas posmodernas (ms en concreto las que l llama neoestructuralistas y que trata ampliamente en otro de sus escritos), y no para vituperarlas, sino para matizarlas, aunque en el punto destacado de su tesis de la muerte del sujeto. La estrategia discursiva que sigue Frank consiste no en rebatir lgicamente las proposiciones de tales filosofas, sino en sealar un error de base en ellas, que se parece ms bien a un descuido precipitado, o a un olvido, y matizar despus ese punto problemtico, con la idea de que podran reconstruirse de nuevo el edificio a partir de esa correccin. La filosofa posmoderna, tal y como seala Frank, parece consistir en una revisin crtica o deconstruccin de la filosofa moderna. Ahora bien, la filosofa moderna es una filosofa del sujeto, o tiene la idea de sujeto como su eje central. Por ello para la filosofa posmoderna ha sido importante la deconstruccin del sujeto; en lo cual ha sido Nietzsche el pionero, reducindolo a un epifenmeno de la voluntad del poder, y siendo continuado por Foucault y otros, como Derrida, que lo reduce a un epifenmeno del lenguaje. Otra orientacin, la de Habermas, pretende sealar que existen dos salidas posibles a la crtica de la subjetividad, sea la de los autores antes citados, que derivara por vas irracionales, o sea la de integrar al sujeto en una teora racional de la intersubjetividad. Pero, frente a esta dicotoma, Frank seala que no le parece factible una teora de la intersubjetividad sin antes haber pensado la estructura de los sujetos, y que, al fin, no halla camino posible de racionalidad prescindiendo de ellos. Adviere, en cambio, que las teoras posmodernas han de utilizar la estructura de la autorreferencia aplicada a sistemas annimos, o bien caer en un irracionalismo vulgar, como el de Klages o Spengler.Toda esta problemtica, como antes afirmamos, surge de un desliz de base sobre el silogismo de la deconstruccin del sujeto. El problema se ha comprendido errneamente: el sujeto a deconstruir es el sujeto trascendental moderno, la ficcin cartesiana y luego kantiana de un punto de vista fuera de la historia que puede comprender el mundo racionalmente como si fuera el escenario de un teatro. Tal paradigma se mostr filosficamente insostenible por sus propias aporas, pero ello no implica que todo lo que, sin ser l mismo, le concierne, tenga que ser tambin rechazado. Para ilustrar este punto, Frank recurre al enfrentamiento de Kierkegaard con Hegel. En efecto, Kierkegaard se revuelve contra la filosofa del Sujeto, pero contraponiendo a ella al individuo, aqul irrepetible, introducido en la historia, e irreducible a ningn concepto (incluso, por tanto, al de Hombre). Se trata, pues, de un elemento que no puede juzgarse como un caso, como el particular de un universal, sino como algo nico, y siempre extrao a todos los discursos, a pesar de ser siempre familiar. En este individuo, adems de Kierkegaard, habran pensado Ernst Bloch, Sartre, y en parte el primer Heidegger. En cambio, los neoestructuralistas parecen dejarlo de lado, considerndolo vagamente como otro elemento dentro del dominio racionalista, como un caso del Sujeto. ste es pues el punto en el cual Manfred Frank incide, tratando de deslindar esta confusin, segn las distintas palabras y acepciones de ese campo semntico, y sus atributos. Por ello dedica todo el primer captulo a distinguir entre sujeto e individuo, fijando tanto lo que los separa como lo que tienen en comn. Pareciera que, para Frank, aquello que caracteriza tanto al sujeto como al individuo es una cierta relacin inmediata consigo mismo, que no por ello deja de ser enigmtica: Subjetividad e individualidad: he aqu dos conceptos con los que nos creemos familiarizados, y que, en la mayor parte de las situaciones lingsticas, no distinguimos entre s. Descartes, que no utiliz ninguna de las dos expresiones, reconoci a la experiencia que en ellas se concreta una evidencia suprema, y la autocerteza del ser pensante la consider un principio deductivo para la filosofa. Lo cual no excluye que un fenmeno tan familiar como el s mismo figure entre los problemas tericamente menos aclarados de la historia de la filosofa.

Por lo tanto, todo se juega en lo que sea ese s mismo (selbst, self, estructura de la mismidad) cuya caracterstica es ser de algn modo evidente para s mismo. En este punto Frank da un rodeo refirindose a Heidegger, para recoger de l las tres propiedades elementales de la mismidad. La primera sera su problematicidad, que el mismo Heidegger seala directamente. La segunda, la originariedad de su autocomprensin, que el germano pretendera negar, y modificarla por la estructura de la reflexin, en la cual, la conciencia, comprendiendo otras cosas, se comprendera por reflejo a s misma. Aqu Frank se atiene a la correccin de Sartre, segn la cual la comprensin no tiene sentido si no es ya conciencia de comprensin, y, por tanto, el si mismo ha de ser en origen familiar consigo mismo, y a partir de ah comprender la alteridad. Por ltimo, estara la espontaneidad del s mismo, que de nuevo Heidegger pretendera remitir a una relacin recproca y paradjica con lo exterior, y que Sartre corrige, considerando al s mismo como una estancia cerrada y transparente, en la cual no puede entrar nada del exterior, y en la que slo ella misma se da su propia luz. Habiendo ganado estas propiedades de la mismidad, Frank pretende pasar a caracterizar y distinguir la subjetividad y la individualidad: la primera es la mismidad entendida como estructura general, y la segunda es la mismidad irrepetible de cada uno. Tal dicotoma se presenta en el mismo dectico yo, que designa tanto a una persona concreta, como a cualquier persona en cualquier momento, si bien se muestra insuficiente para caracterizar al individuo. Frank ofrece una terminologa provisional, en la cual sujeto y yo significan un universal, del cual los particulares seran sus casos deducibles, mientras que persona o individuo se refieren a algo no deducible de un universal (si bien luego proceder a distinguir tambin persona e invididuo). Acaso uno de los problemas principales de la tradicin, y de sus crticos posmodernos, fuese el entender al individuo como un caso del sujeto, perdiendo as una dimensin del tema. Corregido ya este punto, Frank avanza sistemticamente, dedicando un apartado a las teoras sobre la subjetividad, y otro a los intentos de identificar el individuo concreto, repasando con cuidado las distintas propuestas de comprensin que se fueron ofreciendo, para finalmente ofrecer un esquema de la suya propia. Acerca de la subjetividad, Frank hace un repaso por los autores modernos desde Descartes, y algunos contemporneos, y coincide en buena medida con la crtica que sobre esta tradicin ya hicieran los posmodernos. Recuerda que, como diagnostic Heidegger, la filosofa del sujeto estuvo determinada por una metfora de la visin demasiado fuerte, que entenda el conocimiento como la observacin directa y externa de algo y su representacin. El problema surge al intentar conocer al que conoce, cuando se procura representar la representacin, puesto que, para no salirse del paradigma, habra que introducir al observador dentro del campo visual, sin dejar de ser l quien observa: el sujeto tendra que convertirse en objeto. Esta contradiccin se halla con toda claridad en Kant. l afirma que todo conocimiento objetivo surge de las sntesis realizadas por el yo, y por tanto el yo pienso debera acompaar a todas las representaciones. No obstante, cmo ese yo puede ser objeto de conocimiento, resulta impensable, puesto que tendra que haber otro yo sintetizndolo hasta el infinito. As lo vieron Fichte y los romnticos, y, puesto que consideraban evidente el fenmeno de la autoconciencia, afirmaron que habra de existir una conciencia en la cual sujeto y objeto formasen una unidad. No obstante, para Frank, siguiendo a su maestro Henrich, Fichte, a pesar de acertar en esta observacin, en sus soluciones acaba cayendo en el mismo crculo. Lo mismo les sucede a los neokantianos, e incluso a otros, como Bertrand Russell, que tambin entran en este juego. Del estudio de estos casos deduce Frank la imposibilidad de entender la subjetividad como una relacin entre elementos que no sean todos ellos directamente accesibles, sino que la familiaridad ha de ser irrelacional y directa, sin el aporte de ningn tipo de reflexin. A este respecto cita una limpia frase de Novalis: Lo que se encuentra en la reflexin, parece que ya estaba all.

Frank tiene tambin en cuenta las teoras no egolgicas de la subjetividad. stas pretenderan resolver el crculo de la reflexin estableciendo la conciencia como una identidad prerreflexiva. Pero, sobretodo, ilustran un nuevo problema: el de la continuidad de la conciencia en el tiempo, que son incapaces de resolver. Partiendo de un yo trascendental, esta cuestin no resulta preocupante, pero fuera de ese mbito hay que tenerla en cuenta.

El texto se detiene tambin en las teoras del llamado monismo neutral, que suprimen la conciencia en una visin del mundo como puras relaciones de experiencia. Este punto de vista, de algn modo, enlazara con el de los neoestructuralistas. Por ello la refutacin que se le presenta guarda una cierta analoga con lo que pretende ser el total del libro en referencia a este movimiento: William James describe como experiences los datos cuyas relaciones deben ser constitutivos de la conciencia. Son ellas, y no ciertas materias trascendentes, las que constituyen el material del que est hecho el mundo. Ahora bien, no es posible explicitar el concepto de experiencia, sin recurrir al de conciencia, pues, qu seran las experiencias sin conciencia? Y as la teora de James entra de nuevo en un crculo.

Para representar la conciencia como una relacin de experiencia, hace falta de todos modos una conciencia que tenga la capacidad de tener conciencia de s y de los fenmenos. Lo mismo que, para que la conciencia se constituya a travs de relaciones entre signos, hace falta una conciencia que les haya otorgado algn sentido.Tras este recorrido, Frank ofrece al fin una teora que le parece explicativa y no contradictoria, que es la de Dieter Henrich. l presentan la conciencia como un acontecimiento sin teleologa, irrelacional, y simple, que permite otros acontecimientos y que tiene familiaridad consigo mismo de manera implcita, como una caracterstica propia de ella, sin que haya reflexin de ningn tipo. Por ello, esta familiaridad no es conocimiento, y est fuera de las operaciones racionales que constituyen el mundo. Por ello resulta siempre excntrica y no conceptualizable. La razn puede, a posteriori, tratar de situarla en sus esquemas, pero ello conlleva siempre complicaciones. Esta concepcin de la subjetividad es importante, ya que enlaza al fin con la teora de la individualidad. El hecho de que la conciencia est fuera del dominio del concepto lleva a que su evidencia no pueda cobrar derechos en el campo del discurso, que por ello ha de ser refrendado en el marco intersubjetivo. Ese es el comienzo de la teora de Schleiermacher que Frank recoge y refrenda finalmente, tras una discusin sobre la individualidad que le ocupa los cuatro ltimos captulos del libro. Su motivo principal es, a la hora de tratar el s mismo como lo concreto e irrepetible, distinguir entre individuo y persona. Esta ltima, en efecto, se caracteriza por ser algo identificable, contrariamente al individuo. Frank discute largamente a dos filsofos analticos, Strawson y Tugendhat, que pretenden dar un salto del Yo universal y abstracto al yo concreto de cada oracin, afirmando de semnticamente el uso de estos pronombres slo tiene sentido si se refieren a entes particulares en el espacio y el tiempo por sus propiedades fsicas. A esos entes los llama Strawson personas, y afirma que el poder identificarlos es previo al atribuirles estados de conciencia, estando a modo de bisagra entre el mundo material y el espiritual. Ella da su identidad a los predicados psquicos o estados de conciencia, que, de todos modos, por el principio de la simetra semntica pueden atribuirse a cualquier persona segn la misma regla, aunque se acceda de manera distinta a saber de la propia conciencia o de otras. En cuanto a Tugendhat, l, siguiendo a Strawson, realiza un complejo anlisis semntico tratando de mostrar que la autoconciencia no es una relacin entre el yo y su autorrepresentacin, sino entre una persona y un estado de cosas psquico. Para ello tiene que afirmar que aquello a lo que se refiere el pronombre yo podra ser referido de forma idntica por un t o un l, y, por tanto, aquellos predicados de conciencia que se atribuye el yo, implcitamente llevaran la atribucin de los mismos desde el predicado l y viceversa; a pesar de que las formas de conocimiento de esos estados de conciencia sean distintas desde los dos puntos de vista. P. 25

P. 52 (Fichte-Studien, frag. n. 14).

P. 69