Pierre Vilar - Oro y moneda en la historia 1450-1920.

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  • 1. COLE ION DEt10SEDITORIAL ARIEL

2. ORO Y MONEDA EN LA HISTORIA (1450 -1920) 3. DEMOS - BIBLIOTECA.DECIENCIA ECONMICA PIERRE VILARORO Y MONEDAEN LA HISTORIA(1450 -1920) EDITORIAL ARIELEsplugues de LlobregatBARCELONA 4. Traduccin castellana de ARMANDO SEZ BUESA y JUANA SABATEH BORRELL Revisada porJORD! NADAL OLLER Cubierta: Alberto Coraznl." edicin: octubre de 1969 2." edicin: octnbre de 19723. edicin: octuvre de 1974 1969: Pierre Vibro Pars 1969 Y 1974 de la traduccin castellana para Espaay Amrica: Editorial Ariel, S. A.ES1,Iugues de Llobregat (Barcelona)Depsito legal: B. 40.785 - 1974ISBN: 8434419521Impreso en Espaa1974. o Ariel, So A., At!. J. Antonio, 134, Esugues de Llobregat (Barcelona) 5. INTRODUCCINEste libro no es obra de un experto monetario, ni si-quiera de un economista. Es un libro de historiador. No secierra con unos consejos al Fondo Monetario Internacional.Tampoco sugiere al lector que compre o venda oro, odlares. Simple curso universitario, no fue en su origenms que un intento de clarificacin pedaggica de los pro-blemas planteados por la moneda a lo largo de la historia.Quiere ello decir que no tiene ninguna relacin con laactualidad? En un opsculo reciente titulado La monnaieet ses mcanismes, Pierre Berger no ha vacilado en escri-bir quela comprensin de los fenmenos monetarios se ve entor-pecida a menudo por el examen de los datos y de las con-catenaciones histricas. Sin menosprecio por la historia, unose ve inducido a considerar que un apego excesivo al cono-cimiento del pasado corre el riesgo de convertirse en fuentede confusin para el anlisis correcto del presente, por lomenos en el campo de la moneda y del crdito. 1No era sta la opinin de Marx, cuyos anlisis moneta-rios son (como de costumbre) un modelo de exposicinterica enlazada con la historia ms minuciosa. Y, paratomar un ejemplo a la vez ms reciente y situado en el1. Pierre Berger, La monnaie et ses mcanismes, Col. "Que sais-je?,P.U.F., Pars, 1966, p. 8. 5 6. extremo opuesto del horizonte ideolgico, tampoco es stala opinin de Milton Friedman, cuyo pensamiento tericoy cuya accin prctica como economista recuerdan sin cesarque es autor de The rrwnetary history of the United States.1867-1960. A decir verdad, nada es ms peligroso que lailusin de la "novedad", la cual no suele ser otra cosa queignorancia de la historia. No es que la historia tenga porobjeto probar que "nada es nuevo". Pero ocurre que aveces demuestra que no todo es tan nuevo como imagina laopinin corriente. Si los economistas de los aos veinte denuestro siglo comprendan mal la inestabilidad monetaria,que juzgaban "nueva", es porque tomaban como referenciauna historia reciente. Si hubieran evocado el siglo XIV, oel XVII, habran sabido lo que era una devaluacin. I Cuntagente que est convencida de la "novedad" de la monedacrediticia o del Banco de Pagos Internacionales no ha odohablar nunca de las ferias de Plasencia o del Consulado deBurgos! As, por ejemplo, Alexandre Chabert, al ignorar (o alconsiderar irrelevante) la enorme pirmide nominal cons-truida sobre los metales preciosos llegados de Amrica enel siglo XVI, ha emitido la hiptesis de que la teora cuanti-tativa de la moneda es vlida para esas pocas antiguasde moneda metlica, pero no para la actualidad. Y, sin em-bargo, he ah que Milton Friedman, situado en el centrode los mecanismos sutiles del mundo monetario contempo-rneo, aboga por la "rehabilitacin" de la teora cuanti-tativa. 2Ocurre quiz que nuestra poca difiere del siglo XVImenos de lo que parece? O que el grado de verosimilitudde la teora cuantitativa depende sobre todo del grado deingenuidad con que se formula?2. A. Chabert, Structure conomique et thorie montaire, Pars,1956, pp. 33-38; Milton Fredman, Inflation et systemes montaires,Pars, 1969; Id., Dollara and deficits, Prentice Hall, New Jersey, 1968:"Para una rehabilitacin de la teora cuantitativa de la moneda" (titulode laprimera parte).6 7. Llegan el oro y la plata, y todo cambia en Europa, nosdice E. J. Hamilton refirindose a los siglos XVI y XVIII. Todocambiar, se dice en el xx, si se sabe aumentar o disminuirla oferta monetaria, facilitar o restringir el crdito. Bajoestas fonnas, tanto si se trata de la interpretacin histricacomo de la prctica monetaria, las sugerencias simplifica-doras son peligrosas. El verdadero problema es el del gradode libertad del hombre frente a lo que crea. Y los grandesdescubrimientos o la apertura de las minas californianasson creaciones del hombre del mismo modo que las bancasescocesas o la plancha para imprimir papel moneda.La ilusin reside en creer que el objeto real -el oro, laplata- pesaba sobre los hombres sin que pudieran actuarsobre l, y que en cambio el signo monetario puro, inma-terial, ha sido enteramente controlado por ellos. Realisnwcontra nominalisnw. El viejo debate est demasiado cargadode presupuestos filosficos para que la controversia mone-taria no se resienta de ello. Marx observa irnicamente alinicio de su primera meditacin terica sobre la moneda:En un debate parlamentario sobre las Bank-Acts de SirRobert Peel, introducidas en 1844 y 1845, Gladstone hacanotar que la especulacin sobre la esencia del dinero hahecho perder la cabeza a ms person,as que el amor. Habla-ba de britnicos a los britnicos. Por el contrario, los holan-deses, gentes que, sin hacer caso de las dudas de Petty, hanposedo siempre un ingenio "celeste" para las especulacio-nes con el dinero, no han perdido nunca la cabeza en seme-jante menester. 3 Se podra agregar que los espaoles, los menos acertadosde todos en la administracin de su fortuna inicial, s hi-cieron correr mucha sangre, lgrimas y sudor * para sacarde las Indias la plata como tesoro, tambin hicieron correr3. Marx, Contribuci6n a 11> critica de la economa poltica, A. Cora-zn, ed., Madrid, 1970, p. 93.4. Cf. infra, pp. 171-175. 7 8. ros de tinta sobre la plata como dinero. Son ms los "me-moriales" monetarios que guardan los archivos espaolesdel siglo XVII que los informes que ha recibido el FondoMonetario Internacional. Y una novela picaresca -El diablocojuelo- nos pinta a un "arbitrista" tan absorto en sucombate contra la inflacin galopante que se ha vaciado unojo con su pluma pero sigue escribiendo sin haberlo notado.En este terreno el "arbitrismo" tiene una vida larga.Cada acceso de fiebre monetaria hace proliferar en la pren-sa "colaboraciones" y "cartas abiertas" que firman desdelos ms doctos profesores hasta los ms ingenuos autodi-dactas. Todava en 1963, y _en una de las grandes editorialesespecializadas en publicaciones de ciencia econmica, apa-reca en Pars un libro presentado en estos trminos (hayque decir que su autor lo es tambin de un Cdigo prcticode los accidentes de automvil): Hemos pensado que puesto que la moneda es un bien de todos, no sera inoportuno tratar de poner al alcance de todo el mundo el problema monetario tal como se plantea en la actualidad desde el punto de vista jurdico y eco- nmico ... Como la justicia, la moneda es una necesidad de todos; tiene que inspirar confianza a todos; posee el mismo valor en el bolsillo del pobre que en. el del rico; la nica dife- rencia est en la cantidad ... (sic)."Desde luego! En la cantidad ... Y como deca Toms deMercado, remoto precursor del marginalismo, "la diferenciade cantidad hace la diferencia de estimacin", de forma quecien francos, "antiguos" o "nuevos", puestos en el bolsillodel clochard o en el de un millonario no tienen precisa-mente el mismo "valor", la misma "estimacin" subjetiva:ello plantea uno de los primeros enigmas de la moneda, esta5.A. Toulemon, Situa~i:Jn paradoxllle de lor dans le monde, Sirey,Pars, 1963.8 9. "papeleta de voto" supuestamente igualitaria, y de hechotan engaosa como el otro "sufragio universal".p&O este mismo libro ingenuo, que quiere poner alalcance del ciudadano medio el problema monetario, puedeinvocar altas autoridades cuando se trata de exaltar la im-portancia del mismo problema en las responsabilidades delos gobiernos. As, cita a Charles Rist, quien escriba pocodespus de 1950:Estoy convencido de que el problema monetario es elproblema esencial, que hay que resolver antes que todoslos dems. Estoy convencido de que ya existen los elemen-tos necesarios para esta solucin. Los estadistas que tenganel valor de p