Pintadas y paredes exigen la excarcelación de Uribetxeberria

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S ucede, de repente, que las pare- des de Mondragón (Gipuzkoa) amanecen pintadas. Un grupo de personas plasma el retrato del etarra Josu Uribetxeberria Bolinaga en una plantilla de plástico y, de ma- drugada, armados con botes de spray, salen a sus calles para dejar constancia: el pueblo, del que es natural el preso enfermo de cáncer, exige su puesta en libertad. La vida cotidiana se sucede con regularidad; los comerciantes acuden a sus trabajos y los ciudadanos pasean para arriba y para abajo; hacen sus com- pras y txikitean con sus cuadrillas. Y el rostro pintado del que fue el secuestrador de José Antonio Ortega Lara continúa inerte en las paredes de Mondragón. A veces, se repara en ellas. Se contemplan después los carteles que anuncian la huelga de hambre que el preso inicia y se avistan las pancartas colgadas en balcones que indican las movilizaciones en pro de su libertad. Algunos estarán de acuerdo y acudirán a las manifestaciones convocadas por el colectivo de presos políticos y políticas vascas Etxerat. Otros ciudadanos no lo compartirán o, haciéndolo, se deberán a razones humanitarias. “El Gobierno tenía que liberarlo por razones humanitarias. Así lo establece la ley y hubiera sido una mala imagen para España no hacerlo”, afirman fuentes consultadas por Orden y Ley, que se re- fieren al Código Penal, la ley general pe- nitenciaria y el reglamento penitenciario que contemplan la excarcelación de pre- sos enfermos por razones humanitarias. “Si hubiera sido otro preso no hu- biese pasado nada, pero Bolinaga es el secuestrador de Ortega Lara y es un preso muy simbólico”, opinan fuentes conocedoras de los entresijos del pro- ceso de paz. “Tenían que haberlo libe- rado sin que nadie se enterara”, afir- man las mismas fuentes, que remarcan la encrucijada que el Gobierno de Ma- riano Rajoy y la izquierda abertzale han mantenido por la puesta en liber- tad del preso enfermo. Idas y venidas al Hospital de San Sebastián para so- meterlo a diferentes pruebas médicas que confirmaran su estado “terminal”, la presión del colectivo Etxerat con movilizaciones, pintadas y manifesta- ciones, así como la propia “huelga de hambre” que Bolinaga inicia. En este sentido, una excarcelación muy mediatizada, al igual que ocurrió con el etarra Juana Chaos en el año 2007. La presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), Án- geles Pedraza, califica de “burla total” y “tremendo mazazo” la decisión de la Audiencia Nacional de concederle la libertad al etarra. Por su parte, Maribi Ugarteburu, portavoz de la izquierda abertzale, califica de “buena noticia” la ratificación de la libertad condicional porque, según ella, significa el fin de una “cruel vulneración de derechos”. Las pintadas desaparecen a medida que la reivindicación se cumple. Tras- ladan los carteles y las pancartas se descuelgan. Y las paredes nuevamente pintadas de blanco; a la espera de la si- guiente reivindicación. Paredes y pintadas exigen la excarcelación de Bolinaga por Josune Murgoitio (@josmurgui) / Fotos: J.Murgoitio (Licenciada en Derecho y Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid) Análisis 4 Pintada en Mondragón: “Porque los queremos vivos y en casa. ¡A casa!”.

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Sucede, de repente, que las pare-des de Mondragón (Gipuzkoa) amanecen pintadas. Un grupo de personas plasma el retrato

del etarra Josu Uribetxeberria Bolinaga en una plantilla de plástico y, de ma-drugada, armados con botes de spray, salen a sus calles para dejar constancia: el pueblo, del que es natural el preso enfermo de cáncer, exige su puesta en libertad. La vida cotidiana se sucede con regularidad; los comerciantes acuden a sus trabajos y los ciudadanos pasean para arriba y para abajo; hacen sus com-pras y txikitean con sus cuadrillas.

Y el rostro pintado del que fue el secuestrador de José Antonio Ortega Lara continúa inerte en las paredes de Mondragón. A veces, se repara en ellas. Se contemplan después los carteles que anuncian la huelga de hambre que el preso inicia y se avistan las pancartas colgadas en balcones que indican las movilizaciones en pro de su libertad. Algunos estarán de acuerdo y acudirán a las manifestaciones convocadas por el

colectivo de presos políticos y políticas vascas Etxerat. Otros ciudadanos no lo compartirán o, haciéndolo, se deberán a razones humanitarias.

“El Gobierno tenía que liberarlo por razones humanitarias. Así lo establece la ley y hubiera sido una mala imagen para España no hacerlo”, a'rman fuentes consultadas por Orden y Ley, que se re-'eren al Código Penal, la ley general pe-nitenciaria y el reglamento penitenciario que contemplan la excarcelación de pre-sos enfermos por razones humanitarias.

“Si hubiera sido otro preso no hu-biese pasado nada, pero Bolinaga es el secuestrador de Ortega Lara y es un preso muy simbólico”, opinan fuentes conocedoras de los entresijos del pro-ceso de paz. “Tenían que haberlo libe-rado sin que nadie se enterara”, a'r-man las mismas fuentes, que remarcan la encrucijada que el Gobierno de Ma-riano Rajoy y la izquierda abertzale han mantenido por la puesta en liber-tad del preso enfermo. Idas y venidas al Hospital de San Sebastián para so-

meterlo a diferentes pruebas médicas que con'rmaran su estado “terminal”, la presión del colectivo Etxerat con movilizaciones, pintadas y manifesta-ciones, así como la propia “huelga de hambre” que Bolinaga inicia.

En este sentido, una excarcelación muy mediatizada, al igual que ocurrió con el etarra Juana Chaos en el año 2007. La presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), Án-geles Pedraza, cali'ca de “burla total” y “tremendo mazazo” la decisión de la Audiencia Nacional de concederle la libertad al etarra. Por su parte, Maribi Ugarteburu, portavoz de la izquierda abertzale, cali'ca de “buena noticia” la rati'cación de la libertad condicional porque, según ella, signi'ca el 'n de una “cruel vulneración de derechos”.

Las pintadas desaparecen a medida que la reivindicación se cumple. Tras-ladan los carteles y las pancartas se descuelgan. Y las paredes nuevamente pintadas de blanco; a la espera de la si-guiente reivindicación.

Paredes y pintadas exigen la

excarcelación de Bolinaga

por Josune Murgoitio (@josmurgui) / Fotos: J.Murgoitio

(Licenciada en Derecho y Periodismo por la Universidad

Carlos III de Madrid)

Análisis

4

Pintada en Mondragón: “Porque los queremos vivos y en casa. ¡A casa!”.

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Euskadi asiste a las primeras elec-ciones autonómicas sin la presencia de la organización terrorista ETA; las cuatro grandes fuerzas políticas acu-den por primera vez a las urnas en los diez últimos años. Inmersos en un nuevo escenario político, cuyo naci-miento o�cial se produce hace un año con el cese de�nitivo de la actividad armada de ETA, la crisis económica desplaza la atención y la preocupa-ción por solucionar el con�icto. “ETA quiere que el Gobierno negocie los presos y la solución. El Gobierno no quiere, está preocupado por la crisis. Hay un pulso de fuerza”, interpretan las fuentes. Aunque también indican que las pretensiones independentistas de Cataluña avivan el debate sobre so-beranía y secesión.

“Cuando pasen las elecciones el pro-ceso de paz puede reactivarse”, a�rman las fuentes consultadas, que opinan que “dentro de seis meses ETA tendrá que hacer un gesto”. Un nuevo escenario político paralizado por las elecciones au-tonómicas, que avanza con más lentitud por los efectos de la crisis económica. Centrado en la reconciliación y en la convivencia, se debate sobre la respon-sabilidad de la izquierda abertzale, pro-

pulsora parcial del proceso de paz por apostar de�nitivamente por vías exclusi-vamente pací�cas.

“El problema de la izquierda abert-zale no ha sido su inacción, su insen-sibilidad o distancia, el problema fun-damental ha sido su cercanía hacia las víctimas no para acompañarlas sino para victimizarlas aun más”, a�rmaba el so-ciólogo Imanol Zubero en el Congreso sobre Memoria y Convivencia organi-zado por el Gobierno Vasco en el marco del Año para la Paz y la Cultura 2012. Zubero ejempli�caba, “lunes tras lunes durante más de un año nos concentrába-mos para exigir la liberación de Ortega Lara, a diez metros vecinos y vecinas de la izquierda abertzale nos acosaban, nos insultaban y nos vejaban”.

“Insensibilidad” y “cercanía física en contra de las víctimas” que parti-dos políticos y parte de la ciudadanía vasca recrimina a la izquierda abert-zale cuando emite algún comunicado en el que sutilmente reconoce el dolor producido e insta al perdón. “Poco a poco hacen gestos”, a�rman las fuen-tes consultadas, “las declaraciones de Otegi son un paso, pero podría haber sido más rotundo”, remarcan en refe-rencia al extracto del libro ‘El Tiempo

de las luces’ que el diario Gara edita

en la precampaña electoral.

En la entrevista extendida a Arnaldo

Otegi, uno de los principales líderes de

la izquierda abertzale encarcelado en la

prisión de Logroño por el caso Batera-

gune, declara: “Si en mi condición de

portavoz he añadido un ápice de dolor,

sufrimiento o humillación a las familias

de las víctimas de las acciones armadas

de ETA, quiero pedirles desde aquí mis

más sinceras disculpas, acompañadas de

un `lo siento´ de corazón”.

En mi opinión, se percibe un cambio

político y ciudadano respecto de la vio-

lencia. Más allá de las declaraciones, me

preocupa esa insensibilidad que parte de

la ciudadanía vasca muestra cuando trata

de imponer su visión del con�icto en lo-

calidades como Mondragón. Las pinta-

das, los carteles y las pancartas hieren a

las víctimas, más aun teniendo en cuenta

el brutal asesinato de Isaías Carrasco, e

invaden el espacio público, creándose

una voz dominadora que acalla al resto

de ciudadanos que no piensa o siente de

la misma manera. Y es esa imposición

social la que debería ser objeto de una

verdadera re�exión en momentos de re-

conciliación y convivencia.

G U A R D I A C I V I LORDEN Y LEY 5

En las calles de Mondragón algunas

pintadas reclaman la libertad

de Bolinaga: “No al castigo de

muerte”, piden.