Pintura pompeyana

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Las técnicas debieron de ser el encausto, el temple y el fresco.

Aunque se sabe que los romanos desarrollaron la pintura sobre

tabla, los restos pictóricos más importantes son los parietales,

frescos protegidos con una capa de cera que avivaba los colores.

Se cultivaron con dicho carácter decorativo mural

el paisaje, la caricatura, el retrato, los cuadros de

costumbres, las imitaciones arquitectónicas y las

combinaciones fantásticas de objetos naturales.

Conocemos los frescos romanos gracias sobre todo a los murales

conservados en las villas pompeyanas, sepultadas por la lava del

Vesubio en el 79 d.C. A partir de Auguste Mau, los estudiosos la

clasifican en cuatro estilos, en realidad poco homogéneos, que, si

bien parecen sucederse cronológicamente, llegan a coexistir y a

compartir motivos.

1. Estilo de incrustaciones

2. Estilo arquitectónico

3. Estilo ornamental o mixto

4. Estilo ilusionista

Los temas aparecen enmarcados en columnas, ventanas,

puertas, etc., que generan, a través de la perspectiva, una

falsa sensación de profundidad. Las paredes parecen una

pinacoteca. Paisajes, escenas mitológicas, teatrales…

Los frescos se pueden datar entre la dictadura de

Sila y el principado de Nerón. La casa de los

misterios es un ejemplo notable.

La pintura se abre sobre complicadas perspectivas de edificios

fantásticos y sobre éstas se hallan suspendidos, en una

espacialidad que elimina la consistencia de la pared, paneles

con pequeñas figuras trazadas rápidamente: la pincelada

construye directamente la figura sin ayuda de contornos.

Floreció durante la dinastía julio-claudia

Recoge los conceptos

del segundo estilo y los

complica y realiza con

colores más intensos,

con escenas que imitan

acciones teatrales, a

veces tras telones o

cortinas. Existe una

intención de difuminar

la pared con la pintura.

Aparece en época de

Nerón.

Hay quien considera

que no es un estilo

diferente al ornamental.

Evidentemente la clasificación no sólo no es bastante

representativa, sino que también crea falsas distinciones entre

los cuatro estilos. El segundo estilo consiste en un gran

número de referencias arquitectónicas, pero, al mismo tiempo,

contiene muchos motivos figurativos, ornamentales y

fantásticos. El cuarto estilo, además de ser fantástico y

ornamental, recurre a numerosas referencias arquitectónicas.

Las composiciones resultan una mezcla compleja de

referencias naturales, mitológicas y simbólicas que se

confunden y diluyen de manera coherente.

El hecho de que la mayoría de estas pinturas se encuentren

dentro de casas y no en templos o palacios da lugar a una

situación única en la historia del arte.

La organización de los espacios y la iconografía sugieren no

sólo una entrada a un mundo metafísico, sino también una

salida para el mundo físico del espectador. Una domus con

“vistas virtuales”.