Placido. La película

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UN RETRATO DE ESPAÑA: “PLÁCIDO” Autor: Luis Álvarez Mazo CONTENIDO 0.- Introducción 1.- La historia 2.- La hipocresía 3.- Los personajes 4.- Los intérpretes 5.- Influencia del neorrealismo 6.- La Censura 7.- La producción 8.- La construcción cinematográfica 9.- El ritmo 10.- El color 11. La música

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Análisis de la película Plácido, como exponente de la España de los 60. Descripción de la hipocresía. Se comentan distintos aspectos, tales como guión, intérpretes, técnica cinematográfica, censura, etc.

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UN RETRATO DE ESPAÑA:

“PLÁCIDO”

Autor: Luis Álvarez Mazo

CONTENIDO

0.- Introducción

1.- La historia

2.- La hipocresía

3.- Los personajes

4.- Los intérpretes

5.- Influencia del neorrealismo

6.- La Censura

7.- La producción

8.- La construcción cinematográfica

9.- El ritmo

10.- El color

11. La música

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0.- INTRODUCCIÓN

La película Plácido ha sido considerada como una de las más grandes

películas del cine español de todos los tiempos. Producida en 1961, obtuvo numerosos

premios y fue candidata al Oscar. Sus grandes creadores fueron Luis Gª Berlanga y

Rafael Azcona, que se ocuparon de la dirección y de la redacción del guión.

Este trabajo pasa revista a los principales aspectos que sirven para encuadrar

la película: el guión, sus personajes, los intérpretes, la música y su construcción

cinematográfica, entre otros.

1.- LA HISTORIA

Gran parte del significado de esta película, de su estructura y de sus méritos

se debe, sin duda, al guión del maravilloso Rafael Azcona, recientemente fallecido.

Aunque en los títulos de crédito aparecen cuatro guionistas, incluido el propio Berlanga,

no cabe duda de que le principal mérito hay que atribuirlo a Azcona, quien supo plasmar

genialmente la idea que Berlanga tenía de la película.

Rafael Azcona fue un colaborador de Berlanga en numerosas películas, tanto

de su primera época como a lo largo de toda su carrera. Desde Plácido, hasta La

Vaquilla, pasando por obras como La Escopeta Nacional, y destacando en obras

maestras como El Verdugo. Procedente del caldo de cultivo de La Codorniz, Azcona es

capaz, como nadie, de retratar a la sociedad española en sus diversas facetas, con un

tono irónico, satírico, a veces humorístico, pero con una profunda amargura, con una

denuncia de los hechos y del modo de ser y de comportarse de esa sociedad española de

los cincuenta y sesenta. A veces puede ser hasta costumbrista, pero siempre denuncia

los vicios, los convencionalismos y, veladamente, cómo la sociedad española es

afectada por la situación política.

Azcona, cuando escribió el guión de Plácido, ya había tenido experiencias en

Italia, y además de con el propio Berlanga, había trabajado con el director italiano

Marco Ferreri en dos películas españolas muy diferentes a lo que se rodaba en la época:

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El Pisito, y El Cochecito. Ambas supuestamente cómicas, pero de una tristeza

desgarradora. De El Cochecito, estupendo análisis de la situación de los viejos,

podemos decir que, a pesar de su calidad indudable, en su estreno no pasó de los diez

días de exhibición en el Cine Capitol de Madrid. 1

El tándem Azcona-Berlanga funcionó a la perfección porque la visión de la

sociedad de Azcona se complementaba con el concepto de cine realista y de denuncia

encubierta de Berlanga.

Entre los dos han sabido retratar como nadie la vida de la España de

su tiempo, y han recogido las miserias, grandezas, sueños y pesadillas de los

españoles: ahí están "El verdugo", "La vaquilla", y por su puesto, "Plácido", donde

Azcona reordenó el todo el borbotón de ideas de Berlanga.

Película que representa como pocas lo que fue España, pero también lo que

es y será. El carácter de todo español queda reflejado en esta extraordinaria comedia de

tintes teatrales, de sainetes y farsas, donde todos los personajes chocan entre ellos

buscando el interés propio.

La no solidaridad, el “venga usted mañana”, el “es en la otra ventanilla”

quedan asombrosamente reflejados en una historia tan simple que cuesta resumirla.

Todas las miserias del ser humano quedan reflejadas en unos diálogos tan espontáneos

que asustan en una comedia tremendamente fluida y con un poso de amargura final que

nos deja tocados.

Una característica que le podemos atribuir a Berlanga (y también al propio

Azcona), es que sus finales no se caracterizan por ser el famoso “happy end”. No es que

sean trágicos, sencillamente no son felices, y le dejan al espectador ese regusto de

insatisfacción con la sociedad, aunque hayan reído a lo largo de toda la proyección. El

que un final no sea feliz no significa que sea trágico, ni un final no trágico implica que

el mudo sea maravilloso y que “comieron perdices”.

1 Para una filmografía completa de Azcona, se puede consultar la página www.cervantesvirtual.com/bib_autor/Azcona/, en donde se puede apreciar la enorme producción de este guionista y su presencia en la mayoría de las obras importantes del cine español.

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Este final “no feliz” lo encontramos en Plácido: Plácido sigue siendo un

pobre diablo, el anciano fallece, a su viuda nadie le hace caso, la sociedad sigue siendo

felizmente hipócrita......Como decíamos más arriba, no hay motivos para llorar, pero el

desenlace dista mucho de ofrecernos motivos para gozar.

Algo parecido ocurre en la mayoría de las grandes obras de Berlanga:

terrible decepción en Bienvenido Mr. Marshall; pérdida de libertad del científico en

Calabuch; inicio de una vida de ejecuciones en El Verdugo...

2.-LA HIPOCRESÍA.

Es innegable que la película nos muestra la enorme hipocresía de la sociedad

española de la época. Si bien la hipocresía es siempre una nota dominante de cualquier

sociedad moderna, alcanzaba su mayor grado en los 50 y 60, cuando todo el mundo

quiere aparentar lo que los demás esperan de él. Se trata de una caridad por obligación.

A alguien (no se sabe exactamente a quién) se le ocurre la campaña de Navidad con un

“Siente un pobre a su mesa”, y el reto de las fuerzas vivas y de la pequeña burguesía de

la ciudad quedan “obligados” a participar en dicha campaña, no para manifestar su

caridad (por una sola noche) sino para que el resto de la sociedad contemple su gesto y

no les rechace de su seno.

No es seguro que Berlanga conociera en esta época el trabajo de Dürrenmatt,

el escritor suizo, pero es más que probable que hubiera tenido ocasión de ver la pieza

teatral Der Besuch der alten Dame, maravillosa pieza en la que una ciudad entera (como

en Plácido) se embarca en un ejercicio colectivo de corrupción e hipocresía. También en

los 50, escribió Dürrenmatt la novela Grieche sucht Griechin, que es también un

monumento a la hipocresía colectiva de una ciudad innominada. De estas dos obras se

encuentran resonancias manifiestas en Plácido, aunque no nos consta que Berlanga o

Azcona las introdujeran intencionadamente.

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3.- LOS PERSONAJES

No hay que engañarse. Cassen (Plácido) no es el protagonista de la película.

No hay protagonista, pues se trata de una película “coral”, pues lo que importa no es lo

que le ocurre a una persona, sino lo que le ocurre a muchas persona, cada una con su

pasado, sus ilusiones, sus limitaciones, sus envidias, su posición social, sus

frustraciones. La historia del pago de la letra del motocarro de Plácido, sirve solo como

pretexto para irnos contando todas las hipocresías y miserias que se dan en la pequeña

ciudad provinciana. Todos los personajes son esperpénticos y caricaturescos, pero el

protagonismo corresponde al colectivo de todos los personajes: sin esa colectivización

no se entendería el significado de la película. Este sentido “coral” es característico, por

otra parte, de casi todas las obras de Berlanga: Bienvenido Mr. Marshall, La Escopeta

Nacional, La Vaquilla....

No dejan de aparecer todos los personajes típicos y tópicos de aquella época:

el guardia civil, la monja, el locutor de radio, el comerciante, el dentista, el banquero, el

notario, los falsos artistas, un niño como Joselito, la folclórica, el tendero, la prostituta

que tiene “carné de artista”, y un largo etcétera.

4.-LOS INTÉRPRETES

Berlanga se mueve en su época, y para interpretar a sus numerosos

personajes, elige a los actores y actrices más habituales del cine del momento. Desde los

más principales, a los más secundarios, están casi todos los que habitualmente

trabajaban en casi todas las películas españolas de principios de los sesenta.

Encontramos a José Luis López Vázquez, a Cassen, pero también a Orjas, la Quintillá,

Alexandre, Amelia de la Torre, Caffarell, Agustín González, Ciges, Franco o la Caba; al

propio Lepe, repescado de la revista; en fin a casi todos. En ese aspecto, la película no

puede ser más auténticamente española: los personajes nos son muy próximos y

conocidos, y sus intérpretes también. Esta alianza personajes/intérpretes ya aparecía en

BienvenidoMr. Marshall, y volverá a aparecer en otras obras posteriores de Berlanga,

como La Escopeta Nacional y sus secuelas, y La Vaquilla.

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5.- INFLUENCIA DEL NEORREALISMO

La película tiene unos tintes neorrealistas innegables, procedentes de la más

pura tradición italiana al respecto. Los personajes son reconocibles; las situaciones,

familiares; el desarrollo no nos sorprende. Es la realidad de una época y de una ciudad

española. Azcona tenía ya vínculos con Italia, y había colaborado en España con Ferreri

en las producciones “El pisito” y “El cochecito”, por lo que estaba claramente

influenciado por el fenómeno neorrealista.

6.- LA CENSURA

Cómo no, una de las principales protagonistas de la película no sale en ella:

es la Censura. La Censura, siempre presente en todo el cine español durante más de

treinta años tuvo sus altibajos a lo largo de este período. La férrea represión de todo lo

político o erótico en los primeros años del franquismo se suavizó algo en los primeros

años de los sesenta, sin que eso supusiera su desaparición, por supuesto. Gracias a esta

tímida relajación, se abrió la puerta a algunos guiones “avanzados”, aprovechando los

productores y directores la ocasión para “colar” algunas películas que, si bien no de

forma manifiesta, comenzaban a retratar la España real, con sus virtudes y sus defectos,

muchos de ellos achacables a la situación política que se vivía. Los guionistas hicieron

verdaderos ejercicios de funambulismo para lograr el visado de la Censura a

producciones que, si se hubieran entendido por los censores, no habrían podido pasar el

trámite. En este extraño arte destacaron tanto Berlanga como Azcona, con sus lúcidas

descripciones de la España de la época, disfrazadas de humor ácido e ironía.

Plácido es un ejemplo de cómo se burló (suavemente, por supuesto) la

Censura, mostrando la hipocresía de la sociedad española, el respeto a las normas, la

diferencia de clases, la corrupción, el desprecio a los demás, el corporativismo....Al

centrar la acción en una campaña de Navidad como las que se hacían entonces, se tiene

la ocasión de ir desgranando la personalidad y las actitudes de todos los personajes: el

hijo de papá, el banquero, el currante, el pobre vago, los ancianitos egoístas, las

“artistas”, el notario, los oficinistas, el dentista...y sus respectivas esposas e hijas, todas

ellas muy “educadas” y llenas de prejuicios y de emociones frustradas. Todos los

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personajes son políticamente correctos, incluso el republicano que para que no se le note

su pasado quiere ser más “caritativo” que cualquiera, y por supuesto se apunta a la

campaña de Navidad para que todo el mundo sepa que invita a un pobre a cenar.

Con algún que otro inconveniente, el guión logró pasar la censura. Quien no

logró pasar fue su título: “Siente un pobre a su mesa”, que se consideró demasiado

descriptivo de la situación de pobreza del país, y un tanto irónico sobre la “magnífica

obra de caridad” que durante las navidades se llevaba a cabo en muchas ciudades.

Berlanga no le dio más vueltas: “¿Cómo se llama el protagonista?—Plácido—Pues

Plácido será el título”. Por tanto, no hay que buscar más significados ocultos al título de

la película, que surgió como un urgente y no meditado cambio ante la actitud de la

Censura, cuando ya los guiones habían sido repartidos a los participantes de la película,

con el título primitivo.

Además de colarle a la Censura el gol que es toda la película, hay algún

detalle pequeño, que también les pasó inadvertido: cuando al final de la película cargan

al anciano muerto en el motocarro, para que no moleste en la “casa bien” , lo hacen

delante de una placa en una pared en la que se puede leer (aunque no fácilmente)

“Cuartel General del Generalísimo”, heredada seguramente de los tiempos de la guerra.

7.- LA PRODUCCIÓN

Desde el punto de vista de la producción de la productora Jet Films, no

podemos olvidar que Alfredo Matas, su principal responsable, fue el productor también

de La Escopeta Nacional y sus secuelas, y de La Vaquilla, manteniendo así una

fructífera colaboración con el tandem Azcona-Berlanga.

La película, como todas las españolas de aquellos tiempos, no fue de un gran

presupuesto. Las “estrellas” de la época no cobraban sueldos fantásticos y gran parte de

la acción se rodó en exteriores de la ciudad de Manresa. La acción que se desarrolla en

interiores se rodó en pisos reales, y en pequeña medida, en decorados construidos al

efecto.

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Si atendemos al éxito de Pácido, éste tuvo lugar sólo entre determinadas

minorías españolas. Cierto es que obtuvo varios premios internacionales y que incluso

fue candidata al Oscar, pero el público español estaba a otras cosas. La película duró

muy poco en la Gran Vïa, y fue vista por 22 000 espectadores2, mientras que La

Escopeta Nacional, diecisiete años después, fue vista por más de dos millones. Pero en

la misma época de Plácido, “Alma Aragonesa”, interpretada por la cupletista Lilian de

Celis, cosechó 86 000 espectadores, cuatro veces los de Plácido. Esta referencia lo dice

todo por sí misma.

8.- LA CONSTRUCCIÓN CINEMATOGRÁFICA

La manera de narrar la película es directa, y los diálogos naturales y fluidos.

La narración es lineal, sin pasos atrás (flashback) y sin elipsis. De hecho, la compresión

temporal es mínima, pues los hechos que se cuentan transcurren aproximadamente,

desde el mediodía de Nochebuena hasta la medianoche, concentrados en las últimas

horas, y que luego se condensan en los 90 minutos de película. Con las salvedades del

caso, casi podríamos decir que se trata de una narración en tiempo real, y desde luego,

el espectador lo percibe así.

Desde el punto de vista de la construcción cinematográfica, hay que destacar

que la mayoría de los planos son planos medios, generalmente con varios personajes.

No abundan los planos panorámicos, que se circunscriben a las escenas de encuentro

con el entierro y pocas más. Tampoco abundan los primeros planos. A Berlanga no le

interesa introducirse en los personajes, sino contemplarlos desde fuera, y ver como se

interrelacionan con los demás. Por ello no utiliza apenas el primer plano

(excepcionalmente, para ver los sentimientos de Concheta, tras la muerte de su

compañero), y sí los planos medios, y sobre todo los generales. 2 Espectadores de películas de Jet Films (miles) 1961 Placido 22 1978 Escopeta nacional 2060 1979 Crimen de Cuenca 2600 1980 Patrimonio Nacional 1100 1982 Nacional III 400 1985 La vaquilla 1900 1987 Barrios altos 234 1992 Tierno verano de lujurias y azoteas 190

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Hay que destacar también la utilización, dentro del mismo plano, de varias

profundidades, que nos muestran varias acciones simultáneas, notablemente en las

escenas en que intervien mucha gente. Esta técnica fue utilizada magistralmente por

Ingmar Bergmann, sobre todo en su Fanny y Alexander, posterior en todo caso a

Plácido.

Los movimientos de la cámara son abundantes, y los planos generalmente

largos, hasta tal punto que se podrían denominar planos-secuencia. Le sirven al director

para seguir la acción, entre tanto personaje, y concentrarse en algún punto, para luego

saltar al siguiente. Los planos son por ello muchas veces largos (también para economía

de rodaje) y abarcan varias situaciones. Rara vez se usa el travelling, con la notable

excepción de la secuencia de la llegada del tren de artistas a la estación.

El zoom también se utiliza poco, salvo en de la boda de Concheta.

Los cortes entre planos son secos, no se utilizan fundidos ni encadenados

La posición de la cámara suele ser a nivel de la vista, sin recurrir a

complejos tiros. Solamente cuando un tropel de gente llega y abandona una de las casas

de la campaña, podemos ver planos picados y contrapicados, para ver cómo suben y

bajan por la escalera.

9.- EL RITMO

El ritmo de la película no decae en ningún momento. Es un ritmo trepidante,

marcado por las urgencias del transportista para pagar su letra y las urgencias de López

Vázquez, encargado de la coordinación y buen fin de la campaña de Navidad. A estos

dos objetivos, un tanto encontrados, se consagra toda la película, y como todo ocurre en

apenas unas horas, los personajes van y vienen por las calles, los despachos, los

comedores de las “casas bien”, con el motocarro como símbolo de cómo el pobre

Plácido es manipulado para lograr los fines de la campaña. Berlanga mantiene siempre

el ritmo, tanto por medio de la utilización del guión como por el montaje de los distintos

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planos, con una agilidad propiciada por las distintas secuencias y personajes que se

entrecruzan constantemente. Hay una gran velocidad en los cambios de planos, pero sin

la violencia de los bruscos movimientos de cámara típicos de W. Allen.

10.-EL COLOR

La película se rodó en blanco y negro, como casi todas las que Berlanga

rodó, hasta que dirige la serie de Escopeta Nacional y La Vaquilla. Es cierto que en

España ya se rodaban normalmente películas en color, pero nos cabe la duda de si

Berlanga rechazó el color por razones presupuestarias, o porque se encontraba más a

gusto con el blanco y negro para retratar esa España acartonada y a veces trágica de Los

Jueves Milagro, Calabuch, Plácido o El Verdugo. Personalmente, sostengo la segunda

alternativa, que gracias a un maravilloso profesional de la fotografía como fue Francisco

Sempere, nos ofrece en Plácido un estupendo manejo de las luces, y sobre todo de las

oscuridades, en los retretes públicos, en el despacho del notario o en los comedores de

las casas.

11.- LA MÚSICA

La música de Miguel de Asins, juega también un papel importante.

Acompaña toda la acción con una composición sencilla, de pocos instrumentos y con

una melodía simple y machacona, que sirve para subrayar la angustia del transportista y

la desidia para con los pobres y los viejos. Oyéndola sola, estaríamos dispuestos a

afirmar que está tomada de una película de Fellini, pero la verdad es que es sólo una

muestra más de la raíz neorrealista de Plácido.

Y hablando de música, podríamos acabar, como resumen de toda la película,

con el fragmento de villancico que se escucha precisamente cuando termina Plácido, en

medio de la soledad de una noche triste y lóbrega:

“...en esta tierra ya no hay caridad, nunca la ha habido y nunca la habrá”