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Ejercicio sacioltígico sobre el arribisma en el Perú, Problemas sociales en el Perú Cantempariíneo. krú Problema No 6. L¡- ma: l[P, 1971. Extractos seleccionados, pígs.I 04-106, 1 0B-1 10, 17 4-1 17. tl arribismo en Perú Sncidlogo, aprista en su juventud y luego, cercano colahorador de Velasco en Sina- mos. Crítico de los partidos políticos y de la sociedad peruana. Carlos Delgado (1927- 198ü) Carlos Delgad<t N el Peru el "sistÉma" sociai sigue earaúnnzáur'- dida dificulta e impide formas fluidas de movi- lidad social. La ngda estrechez del "sistema" en cuanto red de desplazamientos sociales deter- mina que el éxito social sólo puede aleanzar a grupos retrativamente pequeños de individuos. En una sociedad así, donde la üúualidad operativa de los mecanismos de mol'ilidad sociai sufi"e el impacto decisivo de ias influencias personales, el poder de patronazgo de ciertos individuos ' denko de la scciedad es, en realidad, considera- ble y. por ende, la posibilidad de manipular tal po- der en beneñcio propio gravita con fuerza iresistible pa- ra estimular determinados tipos de eomportamiento de gran eficacia dentro del contexto de un ordenamiento patrirnonial de la sociedad. En una sociedad de tales ca- racterísticas las posibilidades de éxito social son extre- madamente reducidas y es muy alta la competencia por e} acceso a posiciones de prestigio, nqueza y poder con- cebidos como bienes supremos. Como tales bienes se jvzgan inalcanaables para tantos competidores, como la competencia es muy acentuada, y como ias posibilidades de éxito se consideran mínimas, la lucha por el triunfo .social alcanza a veces niveles de verdadera feracidad. En tales circunstancia.s no hay armas vedadas: todo me- dio es iícito para conseguir la finalidad perseguida. Co- motndos quieren "subir, yhaypocas posibilidades de lo- grarlo, el "ascenso" de u¡r individuo entraña ei "descen- so" de otro: sóio se puede *subir'cuando otro'taja'. Pe-' ro como dentro de condiciones sociales de aita competen- cia tal udescenso" no puede ser resultado del deseo es- ponüaneo de nadie, surge la necesidad de a^scender de- rribando. En síntesis, dentro de tal contexfo social, pa- ra tener éxitc es preciso "traerse abajo" a otros indiü- duos. A este deseo desenfrenado por "subir' se le denorni- na en el Peru arribismo. Donde corno en este país, la na- taralezamisma de las vías de desplazamiento sociai ge- nera numerosas áreas de intenso estreehamiento zuje- tas, en gran medida, al controi de quienes manipulan resorles de poder dentro de r:n camplejo mecanismo de bteracciones e interdependencias inherentes ai funcio- namiento de üversos ofeudos" e "imperios" personales, la ernergeneia del arrihismo como forma de conduct¿ so- cial para triunfar en la vida, no e§, en puridad, sorpren- dente. En realidad, lo sorprendente sería que tal tipo cie coraportamiento no se registrara en ia interaceión com- pebitiva de quienes integran una sociedad corno la nues- tra. Desde este punto de vista, Ia significación del estu- 195 CARETAS 2OO2

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Ejercicio sacioltígico sobre el arribismaen el Perú, Problemas sociales en el PerúCantempariíneo. krú Problema No 6. L¡-

ma: l[P, 1971. Extractos seleccionados,pígs.I 04-106, 1 0B-1 10, 17 4-1 17.

tl arribismo

en e¡ Perú

Sncidlogo, aprista en su juventud y luego,cercano colahorador de Velasco en Sina-mos. Crítico de los partidos políticos y dela sociedad peruana.

Carlos Delgado(1927- 198ü)

Carlos Delgad<t

N el Peru el "sistÉma" sociai sigue earaúnnzáur'-

dida dificulta e impide formas fluidas de movi-lidad social. La ngda estrechez del "sistema"

en cuanto red de desplazamientos sociales deter-mina que el éxito social sólo puede aleanzar a grupos

retrativamente pequeños de individuos. En unasociedad así, donde la üúualidad operativa delos mecanismos de mol'ilidad sociai sufi"e elimpacto decisivo de ias influencias personales,el poder de patronazgo de ciertos individuos

' denko de la scciedad es, en realidad, considera-ble y. por ende, la posibilidad de manipular tal po-

der en beneñcio propio gravita con fuerza iresistible pa-ra estimular determinados tipos de eomportamiento degran eficacia dentro del contexto de un ordenamientopatrirnonial de la sociedad. En una sociedad de tales ca-racterísticas las posibilidades de éxito social son extre-madamente reducidas y es muy alta la competencia pore} acceso a posiciones de prestigio, nqueza y poder con-cebidos como bienes supremos. Como tales bienes sejvzgan inalcanaables para tantos competidores, como lacompetencia es muy acentuada, y como ias posibilidadesde éxito se consideran mínimas, la lucha por el triunfo.social alcanza a veces niveles de verdadera feracidad.En tales circunstancia.s no hay armas vedadas: todo me-dio es iícito para conseguir la finalidad perseguida. Co-motndos quieren "subir, yhaypocas posibilidades de lo-grarlo, el "ascenso" de u¡r individuo entraña ei "descen-

so" de otro: sóio se puede *subir'cuando otro'taja'. Pe-'

ro como dentro de condiciones sociales de aita competen-cia tal udescenso" no puede ser resultado del deseo es-ponüaneo de nadie, surge la necesidad de a^scender de-rribando. En síntesis, dentro de tal contexfo social, pa-ra tener éxitc es preciso "traerse abajo" a otros indiü-duos.

A este deseo desenfrenado por "subir' se le denorni-na en el Peru arribismo. Donde corno en este país, la na-taralezamisma de las vías de desplazamiento sociai ge-

nera numerosas áreas de intenso estreehamiento zuje-tas, en gran medida, al controi de quienes manipulanresorles de poder dentro de r:n camplejo mecanismo debteracciones e interdependencias inherentes ai funcio-namiento de üversos ofeudos" e "imperios" personales,la ernergeneia del arrihismo como forma de conduct¿ so-

cial para triunfar en la vida, no e§, en puridad, sorpren-dente. En realidad, lo sorprendente sería que tal tipo cie

coraportamiento no se registrara en ia interaceión com-pebitiva de quienes integran una sociedad corno la nues-tra. Desde este punto de vista, Ia significación del estu-

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EI a¡ribismo en el Perú

dio del arribismo como conducta social de competenciaesbiba, justamente, en que puede peraitir uná mejoreomprensión de la forma en que las relaciones sociale§esfuán estructuradas en el Pem contemponánm. Enotras palabras, el aribismo obedece a imperativos decaráúm social generados por la propia esbr¡clura de lasociedad peruanÉL Por tanto, es posible enfoca¡ Ia on-ducta arribista como medio a kavrás del cual algunos as-pectos de las iaterelaciones sociales ea el Penr podríantornarse intefuibles. Esto supone aceptar que no es elcomporüamiento arribist¿ el que detemdaa las modali-dades funeionales de los "sistemas'de relacion wial si-no que, por el contrario, ei arribismo debe ser entendi-do como derivación y producto de los usisl€más" qu€ ti-pifiea.

El arribismo parec€ tener dos principales modalida-des operativas. Una es la adulación genuflexa a quieneupa poeiciones de poder. En e}habla popular tal mrdalidad constituye el sabe: se soba al superior, al influ-yente, al poderoso, a quien puede dispensar favores yapadrinar el "ascenso" social. [¿ otra modalidad dela¡ribismo se elpresa en la agresióaverbal generalmen-te indirecta, en el ataque a mansalva, en el chisme, enla crítica deskuctiva, en el chiste peyorativo de aplica-ciones zahirientes y de doble ínteneióa. En el habla po-pular esio se denomina raje; se raja de todo aquel aquiea el arribista considera mmpetidor real o potencialpor el acceso a las estrechas vías del éxito y del reonrcimiento. ñ¿je y sobe, sin embargo, claramente dina-nan de la concepciénlúcida o brumosa deibien como ca-tegoría lirnitada, pco aceesible e insuñcieate para ge-

nerar satisfacción uriversal.

Estas dos modalidades operativas del arribismono soa, en realidad, excluyenües y nada impide queel arribista prac'bique ambas, altemativa o simultá-neamente de acuerdo a las circunstancias, segúa lanaturaleza de su campo de acción, y dependiendo dequienes sean las personas objeto de su halago o sudiatriba. La preferencia por una de las modalidadesseñaladas no descarta, en consecuencia, la posibili-dad de utilizar la otra: la adulacién a uua personsinfluyente suele, ea efecto, llevar aparejada la dia-triba hacia otra a quiea el arribista considera coarespecto a la primera, en una posición áe efeütta apresunta rivalidad. Naturalmente, este procedi-miento tiene también una aplicación inversa. Estoquiere decir que el comportamiento arribista parecetener, en esencia, un carácter de relativa "simefuía"en virtud del cual los resultados de la adulacién o de

la diatriba se conciben como ventajas recíprocamen-üe afianzadoras de las expectativas de éxito social"De ser así esto seguramente confirmaría el comúnorigen psieológico de ambas formas de conducta arri-bista en la concepción del bien como categoría de ex-tremada limitación de uso y acceso. En este sentido,cabe señalar que las expectativas de ventaja perso-nai que el arribista cifra en la diatriba se refuerzancon el halago dirigido haeia quienes se considera si-tuados en una real o supuesta relación de conflictocon respecto a los individuos a quienes el arribietaestima contendores en su lucha por el éxito soeial-Así, halago y adulacién tienden a reforzar la virtua-lidad destructora del ataque y la diatriba.

De este modo, la competenria social dei arribistatiende a conformar una relación de tipo triansulaa deun lado,los individr¡os a quienes él define como eonten-dores reales o ptencialas en su reclamo al reconoci-miento social; de obno, aquellos a quienes el arribists de-fine como virtuales aliados en su acción competitiva; yde obo lado, el pmpio arribista que, empleando virulen-cia verbal con los primeros y ditirambo con los segun-dos, intenta usar a ambos para lograr sus fines de bene-ficiopersonal. Poresharazín, nielhala-go ni la diatriba utilizados para unos y otros pueden te.ner unicidad formal de propósito: el primero se otorgadenko del contexto dual de u¡:a declaración que, ai mis-mo tiempo, elogia a la persona a quien va dirigido y za-hiere, impiícita o explícitamente, a otro u okos bdivi-duos;y Ia segunda suele, asimismo, formularse denhode un conte¡rto también dual de ataque a quien va diri-*da Wr un iado, y de enaltecimiento a terteros, poroko. En esta forma, tanto la ncrítica"

como el elogio sir-vsn para definir la esencial ambidexhía operaüva delarribismo, es decir, su utilización de valores antiteticosde apreciación dtigidos haeia individuos a quienes elarribisüa operacionalmente define y presenta como an-tagonistas rwíprocos dentr¡ de una ecuacién social, qtlesi bien es "simékica" en términos de la autoubieaciótfirncional del arribista vis-a-vis sus expectativas de unbeneficio persornl derivado del presunto conflicüo deterceros que él construye, es clammeute "asimétrica"desde el puato de vista de la autoubicacióa sentimental,valorativa e i:rtelecbual que ei arribista, asimismo, defi-ne: él se sitúa lo uriás c¿rca posible de quien elogÍa y Iamris lejos posible de quien ataca.

Esta segunda modalidad de arribisrno se ha dadofur¿digioralmente en las esferas intelectuales y p01Íti-cas y, acáso en menor grado, en las esferas arüísticas

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del Fert. Ellas no se caracterizan por una tendenciaconstructiva hacia la emulacién sino más bien haciala rivalidad, el conflicto soterrado, el alineamiento engrupos y bandos ireconciliables. Aquí, quien sabeparadéjicamente, la competencia suele eer mezquinay ruin en grado sumo y sólo parecen superarla aque-llos que merced a zu talento y superioridad mani6es-tos, han logrado ya basponer el umbrai del reconoci-miento y de la fama. Por eso en el Peni pareciera quesólo los intelectuales que han'llegado" suelen ser ia-teleciualmente generosos. §n este sentido, se diríaque la genemsidad de este tipo es un lujo que ennuestro medio sólo contados intelectuaies y artistaspueden darse.

Por ser ei arribista, como se anotó antriomente,un individuo, en esentifr,, inseguro,la eultura del a:ri-bismo es tambien wna eultura de ln iweguriÁ*d. De es-to se derivan los rasgos aveces psicopáticos que el ari-bisLa evidencia en su ardorosa e intensa ansiedad porpmcurarse un éxito que parec€ inalcanzable por la víade los comprtamientos socialmente constructivos. Es-to explica que el aribista sea tambiéa un iadividuofundamentalrnente negativo e hipercrítico ctryas ener-gías se orientan brásicamente hacia finalidades de des-fuucción. Esto parere ser particularmente cierto delaribismo propio de las esferas iateleehrale§. [¿s ca-racterísticas mismas del mu¡do iat€tectual determi-nan que aquí la eonducta arribista risuma per§les deelevada sofisticacién destructiva. fa natwaleza esen-cialmente negativa del intelectuai arribistatiende a re-ducir dr¿ásticamente su capacidad c¡eadora Y esta Ii-mitación, gue demeta la sustancial falta de origfualídadde su talento, pareee ser, precisamente, la que 1o impe-Ie hacia formas de comportamiento arribista para refor-zar las posibilidades de un éxito que parece altamenteprcbleruáüco a travrfu del ejercicio crrador de u¡ talen-to original que él no posee.

En un mundo social de características narada-mente eompetitivas, el intelectual alribista eteuentraque la limitación antes aludida tiende aineremertarelsentido de Íntima inseguridad que tipiñca zu vida psi-coiógicayque se actecientamás aún cuaodo, en lacom-petencia porun reconwimiento de posibilidades acr¡sa-damente limitadas, advierüe en otros el talento creadory la origiaalidad que él no posee. En tales circunsta¡-cias, eI intelecbual hiperrrítico y negativo solo atina aredoblar sus esfuerzos deskuctivos apelaudo a cual-quier recurm, por vedado $re sea En este sentidq sur-gen distintas posibilidades de acción susceptibles de

Carlos Delgado

empleo simulüáneo: la crítica exaceúada cuya finalidadno es evaluar sino desfuuir,latergiversación, iamaledi-eencta encubierta, el chiste de mrrillo eargado de vela-das acusaciones implícitas, y la virtual organización de"campañas de silencio" destinadas a'liquidar¿ a r¡n ad-versario al que m preciso "cerrarle ei paso". El refina-miento logrado por algunos individuas en el manejo deestas técnicas oprativas del arribismo aleanza a yeces

niveles de sofisticación realmente impresionantes. Sinembargo, lo que el arribista parece no apreiar conjus-tezaes elalto cosbo intelectual y psicológico que deman-da el dorninio de eshas tésricas y que, enmucho, explica su frustración y su frecuente fracaso.En efecto, la inversión emocional e intelectual que esha

conducüa impone es de tal magpifud que sólo una par-te relativamente pequeña de energías potenciales pu+de ser positivamente orientada hacia formas de com-prtamientn mnskucbivo que abran paso a una competencia lícita por el éxito social.

Mucho de lo anteriormente señalado tiene que vercon algo que Foster puntualiza para las srciedadescampesinas y que, creo, tiene su confuapartida en situa-cioaes que aquí se comentan Foster indica que nurn-do un campesino migrante hace forhrna fuera de su eomunidad, tal hecho no determina comportarnientosagresivos eafue los miembms de su sociedad lmal por-que la fortuna acumulada en esas coudiciones no poueen peligro el quilibrio interno del grupo y su estabili-dad. Algo similar parece ocurrir en el mundo intelee-tuaiy artístico pruaÍo entendido como la"comunidaflde los artistas e intelecbuales. Estos, generalnente, ne-cesitan consagrarse en el exterior antes de ser secono-cidos en elPerú. Para "ganaree un nombre" ea esta co.munidad suele ser necesario triunfar primero fuera deella, acaso foorque nadie es pmfeta en su tiera". Elkiunfointcrno es aveces singularmente dificil si no e+ká precedido por víctorias logradas allende los linderosdel país. El haeer "forluna intelertual" fuera del mediotiende en cierta uranera a desalentar conduct¿s agresi-vas en los miembros de la comunidad intelectual paraquienes-cnmado anrílogo a lo puntualizado prFostercsn refereacia a las sociedades eampmioar los éxitosforáneos no pareoerr akar la diskibución intema delbien limitado y, por ende, no atentan cotrtra Ia estabili-dad y la seguddad del grupo local. Est€ es, en efecto, eleso deprácticamente lamayoríade los más altosvalores de la cultura peruIüia contemponánea.

CAREIAS 2002r97 *

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El otro sen&ro.' la revoluci¡ín informal. Lima:.

lld, 1986. Ertractos seleccionados, pág5. 34,7-8. 1 1-1.5.

E¡ otro sendero: la

revolucidn inforrnal

i-lernando de Soto

Es uno de los grandes defensores del libera-lismo económico en las últimas decadas.Propugna la reducción de los controles delEstado para eldesarrollo de la economía pri-vada, en lo que ve la clave del desarollo.

Hernand.o de futa

n el período que media entre la §egunda Gu*-rra Mundial y nuestros días, el Perú ha experi-mentado ei cambio más profundo de su historiarepublicana.

Ese cambio no se ha producido como un hech*único ni deliberado, sino como la sucesión de mi-

llones de actos que iban transmutando pauiati-namente un orden que parecía inconrnovible.

La ciudad peruana ha dejado rie ser el pequeñolugar farniliar que todos eonocían para transfor-

marse en una populosa metrópoli impersonal, debarrios nuev(rs y desconocidos.

En los últimos cuarenta años, ia migración in-dígena ha hecho que la población urbana se quin-tuplique y que necesariamente la ciudad se reorga-nrce. Han aparecirlo, así, nuevas attividarles quepoco a poccr vienen reemplazandc a Jas tradiciona-les. Viviendas modestas apiñadas en torno a laciudad, ¡rna multitud de ialleres instalados en és-tas, ejércitos de amhulantes vendiencl: en las ca'lles e incontahies iíneas de rnicrok¡uses sureándo-lar; pareceri haber brotado de ia nada, ensanchan-do y densificando el espacio urbano. Todos los días,hurnas'{ oiq:res diversús de ias lrituras que -re eaci-ilan en las calles nos ilegan mezclarlos con tonadi-tas andinas que no se sabe de dónde pruvrenen.I.ina legión de "maestritos" arrii:a ince-cantement,econ sus herramientas bajo ei braza v provoca urincrementr: considerabie de las actividaries quepueden desarrollarse en la ciudaC. Adaptacionescriollas ingeniosas han beneficiado la producción oprestación d* bienes a sen'icios indispensabies, i1e-gandn a transformar radicaimenie cierfas áreas eie

la rnanufactura, 1a distribución minorista, la cons-trucción y ei transparte. El desierto y ios cerr*sque rodean ias ciudades han dejado de ser un pai-oaje ¡;asivr para incoiSürárse a eilas. El estilo eu-ropeísta que ias earat\erizó ha dado paso a unapersonalidad cobriza y tumultuosa.

Pero al mismo tiempo la ciudarl ha individuali-zado a sus habitan[es. Ha ccmerizado a predominar el esfuerzs personal sobre el colectiva. Hansurgido nuevos ernpresarios que, a diferencia deIcs tradicionales, son de origen popular. Ha au-mentado la movilided verticai de las persona*. Sehan alterado ios patrones de consumo y los gustosseiectos y suntuarios d.e la rieja sociedad urbana

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Él ot¡o sendero

han sido desplazados por otros más exiendidos. Enmateria de especLáculos, por ejempio, se ha reem-plazado a lo largo de los años la ópera, el teatro y lazarnrcLapor el eine, el fútbol,los festivales folklóri-cos y flnal-rnente,la televisién. En general,lo mis-mo ha sucedido con aquellos consumos que la con-centraeión demográfica ha puesto al alcance de to-dos, tales como la c;etlteza, el aruoz y la sal de mesa.Ohos de consumo más selecto como los vinos y lascarnes han decaído proporcionai:nente a lo largo deestas décadas.

También en el aspecto religioso el Peru ha expe-rimentado cambios significativos. El catolicismo,identificado con el orden traücional, ha perdido te-reno frente a nuevas confesiones eomo las protes-tantes, carismáticas y, más recientemente, €xprc-siones vernaculares y sincréticas como la'Asocia-ción Evangélica de la Misión Israelita del NuevoPacto Universal". "Santitas'y "beatitx" de origenpopular y no reconocidas por la Iglesia, como 1a

Melchorita o Sarita Coloaia, esüán desplazando enla devoeión iocal a Santa Rosa de Tima y otros san-tos tradicionales.

Todo ello constituye una nueva identidad cultu-ral que reclama verse retratada socialmente. Elsurgimiento de la música *ehicha", que tiende areemplazar al folklore andino y a la música eriolla,y el triunfo de determinadas formas de comunica-cién, prograroas radiales o telenovelas, qrre se re-fieren o reflejan partes definidas de esta nuevaidentidad, ejemplifican claramente el cambio pro-ducido. Las páginas sociales y los espacios televisi-vos dedicados a mostrar la forma de vida de las cla-ses altas ban ido gradualmente desaparecieudo.Priman ahora las crónicas policiales y los progra-mas de diversión popular que los nostalgicos califi-can de "huachafos u.

Paralelamente la gente ha comenzado a inveriirmás en su preparacién. §e ha incrementado nota-blemente la participación popular en la edueaciónsecundaria y superior, y han proliferado todo géne-ro de academias e institutos que brindan formaciénbarata y práctica en las más diversas materias yque funcionan en lo que fueron antes las mansionesde la aristo$acta.

Las clases altas han descubierüo que, de un tiem-po a esta parte, en restaurantes, playas, aviones, di-

reetorios y hasta en Palacio de Gobiemo tienen quecodearse con gente de origen popular. Por ello, eamuchos casos han optado por recluirse en su cadavezmás reducido mundo y eonsolarse con la añoran-za de un tiempo que terminó. Existe gente que seatrinchera en exclusivos barrios resideuciales, fre-firenta clubes que no parecen haber sido tocados porel tiempo, transita en la medida de lo posible poravenidas arboladas y mantiene costumbres que lallevan a una segregación social y racial de facto.

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Lnc udgfecionx

Todos estos cambios empezaron cuando ia genteque vivía en comunidades autosuficientes en elagro comeruó a trasladarse hacia las ciudades, al-terando por completo la larga tendencia historicaque la había manteaido aislada. Como ya hemosvisto, en el periodo que media entre 1940 y 1981 lapoblacién urbaaa easi se quintuplica (de 2,4 millo-nes pasa a 11,6), en tanto que la rural apenas au-menta en un tercio (de 4,7 a 6,2 millones). Así,mientras que en 1940Ia rural constituía el 65Va dela pobiación total y la urbana eL36Vo, en 198L estosporcentajes se invierten. Esto signi§ca, sencilla-mente, que en 1940 dos de cada tres peruanos vi-vÍau en el campo I eue, en caebio, en 1981 dos decada tres viven e¡ las ciudades.

Si se toma en consideración, adicionalmente,que en 1700 la población rural era el857o del totaly la urbana únieamente ell\%o y que hacia 1876Iapcblación campesina seguía siendo el8,üVo frenteei 20Vo que estaba en las ciudades, resaltará aúnmás la radicalidad del cambio ocurrido en los últi-mos 40 años. §e ha invertido el histórico predomi-nio rural de la población en favor de lcs centros po-blados, se ha modificado sustancialmente las con-diciones del habitat de los peruanos y se ha pasa-do de una civilización agrÍcoia a una eivilizaciónurbana.

En términos generales, el proceso de urbaniza-ción peruano se deseneadenó con ias grandes mi'graciones del campo a la ciudad que, si bien comen-zaron un poco antes, están registradas por las esta-dísticas naciouales desde 1940. Así, en el easo deLima, entre ese año y 1"981 los migrantes han au-mentado 6,3 veces, de 300.000 a L'900.000.

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Sin embargo, el aporte de la migración al rr.ec,'miento de la capital es superior al número de los mi-grantes mismos, po4pe sus mujeres üenen una fe-cundidad mayor que las natiyas y sus hijos tienen enLima una tasa de mortalidad menor que en el campo.

Ello puede ilustrarse con un ejemplo. En 1981Lima sólo habría tenido 1'445.000 personas, en lu-gar de los 4'000.00ü que fueron censadas, si desde1940 no hubiera habido migraciones. Dicho de otramanera, en 1981 las dos terceras partes de la pobla-eióa limeña eran migraotes o hijos de migrantes,mientras que la tercera parte restante era propia-meute nativa. Queda, pues, er eüdencia que la mi-gración es un factor imprescindible para explicarlos cambios ofirrridos.

oaa

Ia recepcióm hostil

Sin embargo, al llegar a las ciudades los migran-tes encontraron un mundo hostil. §e dieron flrentade que, si bien la sociedad formal tenía una visiónbucólica del "Perú profundo" y le recoaocía el dere-cho a la felicidad, nadie querÍa que ese "Perú pro-fundo" bajase a las ciudades. Los programas deasistencia y desarrollo para tales fueas estaban di-rigidos a que los campesinos progresaran ahí dondese encontraban; es decir, lejos de las eiudades. Seesperaba que la civilización llegase al campo, noque ios campesinos vinieran a buscarla.

La hostilidad llegó a extremos. En los años'30se prohibió la construcción de departameutos ba-ratos en Lima. Testigos de la época afirrnan queel Presidente Manuel Prado tomó alguna conside-ración, a principios de los años'40, a una curiosainiciativa para "mejorar la tar.a', consistente enestimular la migración de escandinavos hacia lasciudades del país. En la legislatura correspoa-üente a L946, el senador por Junín Manuel Fau-ra presentó un proyecto de ley para prohibir el in-greso de los provincianos, especialmente los de lasierra, a Lima. En la legislatura subsiguieate, eldiputado Salomón Sánchez Burga formulé ur pe-dido con Acuerdo de Cámara paÍa crear un pasa-porüe de ingreso como obligacién de los provincia-nos que quisiesen entrar a la capital. Todos estosproyectos fracasaron o fueron desestinados, peroindican que ya desde entoaces existía uaa clara

Hernando de §ofo

voluntad de negarles el acceso a la ciudad.

No era extraño, por 1o demás, que estos políticosreaccionaran así, Desde sus orígenes la ciudad enel Peru había sido un centro administrativo y reli-gloso que represecto la ambición de ordenar un te-rritorio salvaje y agreste. La ciudad surgió comouna representacién del cosmos dentro del caos. Deahí que sus habitantes, herederos de la antigua tra-dieión andino-espar1ola, no hayan podido sentirmás que honor frente a la migración campesina,porque el caos estaba iuvadiendo, por fin, su css-mos,

Por añadidura, cada p€rsona que migra a Ia ca-pital es, de alguna manera, un competidor poten-cial de quienes ya la habitan. Si reconocemos queexiste una natural tendencia atratar de evitar lacompetencia, resulta también explieable eI reeeloque suseito la migracién.

Ello no obstante, la mayor hostilidad que encon-traron los migrantes fue la institucionalidad legalvigente. Hasta ese momento el sistema se habíahabituado a absorber o ignorar a reclucidos gruposde migrantes, operacién perfectamente posible por-que el pequeño grupo involucrado dificihnente po-dría hacer tambalear al status quo. Ncrecer el nú-mero de migrantes, sin embargo, el sistema no pu-do continuar dentro de tal inercia. Llegados éstos aia eiudad, se percataron de que no les era posíbleincorporarse a las actividades sociales y económicasestablecidas legalmente y les era sumamente dificilacceder formalmente ala vivienda, la edueación y,sobre todo, a la empresa y al trabajo.

Sucedía, sencillamente, que las instituciones le-gales habían sido creadas a través del tiempo parasatisfacer las neeesidades y apoyar las prerrogati-vas de ciertos grupos dominantes de las urbes y pa-ra aislar geográficamente a los campesinos en elámbito rural. Gracias a esto, no se hacía patente ladiscriminacién legal. Empero, establecidos loscampesinos en la ciudad, la ley comenzé a ser desa-fiada y a perder vigencia social.

I,os migrantes descubrieror¡ que erarl numero-sos, que el sistema no estaba dispuesto a admitir-los, que las barreras se multiplicaban, que habíaque arrancar cada derecho a un retruentn statusquo, gtre estaban al margen de las facilidades y be-neficios de Ia ley, y que la única garantía para su

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El atro sendero

libertad y prosperidad estaba, finalmente, en suspropias mano§. Descubrieron, e¡ sluna, que te-nían que competir; pero, no sólo eontra personassino también coatra el sistema.

I}e Btgrantns a i§&lmal€ú

Fue de esta manera que, para subsistir, los mi-grantes se convirtiercn en informales. Para vivir, co-merciar, manufacturar, transportar y hasta consu-mir,los trueyos habitantes de la ciudad tuvieron quereflurir al expediente de hacerlo üegalmeate. Perono a través de una ilegalidad con fines antisociales,cortro en el caso dei narcotnáfico, el mbo o el secuestro,sino utilizando meüos ilegales para satisfacer objeti-vos eseneialmente legales, como consbruir urra casa,prestar un servicio o desarrollar una industria. Co-Dro veremos más adelante, existe una imporlanteprobabilidad de que, desde un punto de vista econó-mico, en estas actividades la gente directamente in-volucrada así como la sociedad en geaeral estén me-jor si la ley nominalmente aplicable es violada qge sies cumplida. En tal sentido, podríamos decir que lainformalidad se produce cuando el Derecho impoaereglas que exceden el marco aormativo socialmenteaceptado, no ampara las expectativas, eleccioues ypreferencias de quien no puede cumplirtales reglas yel Estado no tiene la capacidad coercitiva suficiente.

La noción de informalidad que utílizamos es unacategorÍa creada en base a la observacién empÍricadel fenómeao. No son informales los individuos, si-no sus hechos y actiüdades. La informalidad no estampoco un sector preciso ni estático de la sociedad,sino una zona de penumbra que tiene una largafrontera con el mundo legal y donde loe inüviduosse refugian cuando los costos ds srrmplir las leyesexceden a su beneficio. Sólo en contados casos la in-formalidad implica no cumplir con todas las leyes;en la mayoría, se desobedecen disposiciones legalesprecisas de una manera que describiremos más ade-lante. También son informales aquellas actividadespara las flrales el Estado ha creado un sirtema legalde excepción a través del cual un informal puede se.guir desarollando sus actividades, aunque sin acce-

der necesariamente a un status legal equivalente alde aquéllos que gozan de la protección y los benefi-cios de todo el sistema legal peruano.

Los informales no se han entregado a la anar-quía y mrás bien han desarrollado sus propios dere-cho e instituciones -a los que llamaremos "norma-üvidad extralegal"- para ir supliendo al Derechooficial allí donde éste no funeionaba. Esto develaráante nosotros ür ordenamiento espontrineo y alter-nativo aI formal que nos servirá posteriormente pa-ra contraponer el Derecho que realmente firncionaen Ia práciica con aquél que está contenido en lasüsposiciones estatales. Relata, además, la gestaprotagonizada por los informales en las ultimas dé-cadas, sus erfrentamientos o alianzas con el Esta-do, su relacién con los políticos, su integración alpaisaje de nuestra ciudad.

Los difenent€s costos que existen en nuestra socie-dad son resultado de la manera @mo se concibe y sepmduce el Derecho, como si la riqueza fuera un sfocá

{fo a ser redistribuido por el Estado en favor de dis-tintos grupos demandautes de privilegios, y como esamanera de gobemar sugiereunparalelo histórico sig-niñcativo con el mercantilismo, que fue el sistema enel que estuvieron encuadradas las políticas económi-cas y sociales europeas entre los siglos)tVyXD(

Como resultado, queda en evidencia Ia impor-tancia que tienen las instituciones legales para ex-plicar la miseria, la violencia, las nuevas manifes-taeiones culturales, la informalidad y el retrocesodel Estado; en suma, para explicar el cambio que havenido experimentando nuestra sociedad.

La tradieión reüstributiva y el mercantilismonos permite presentar una tesis fundamental. Asa-ber, que fue precisamente el mercautilismo -y no elfeudalismo ni la economía de mercado- el sistemaeconémico y social que ha regido nuestro país desdela llegada de los españoles. Desde esta perspectiva,el surgimiento de una informalidad creciente y vi-gorosa representa una suerüe de insurrección con-tra el mereantilismo y está provocando su decaden-cia definitiva.

t8¡CA*EÍAS 2OO2

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