Platero y yo, el compromiso de Juan Ramón Jiménez. Propuesta didactica

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Cuaderno de trabajo en torno a una selección de textos de Platero y yo, para vislumbrar -desde el marco competencial y el trabajo por proyectos- el perfil de un escritor y de una obra comprometida con su tiempo, con los más débiles, con los desfavorecidos, con los niños y los ancianos. Está recomendada para trabajarla en Secundaria y Bachillerato.

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© Editorial AE calle Adriático, Edificio Adriático Planta 2, Oficina 5 11407 Jerez de la Frontera (Cádiz) Tlf. 902 50 71 50 Fax: 956 15 32 48 ISBN: 978-84-941527-9-5 Material fotocopiable. La propuesta, total o parcialmente, puede usarse libremente, aunque se agradece se cite la procedencia. Este cuaderno se realiza bajo la coordinación del Centro del Profesorado de Jerez. Los textos seleccionados de “Platero y yo” se usan bajo autorización de los Herederos de Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí, propietarios de los derechos.

P L A T E R O Y Y O,

E L

C O M P R O M I S O D E J U A N R A M O N

Platero y Yo (selección de textos), Juan Ramón Jiménez *

Propuesta didáctica e introducción: Manuel Bernal Romero, asesor del área lingüística del CEP de Jerez de la Frontera

Portada e ilustraciones, Miguel Parra Boyero

Platero y yo, el compromiso de Juan Ramón

Está muy difundida la idea de que Juan Ramón Jiménez no tuvo en su vida más compromiso que el puramente literario, el derivado de su afán continuo por escribir, por persistir en su obra y que todo lo demás le resultaba ajeno. Y es cierto que el escritor se empeña, hasta con saña, en su obra, como si solo ella pudiese dar testimonio de su vida y de su quehacer como hombre. Él mismo en algunas declaraciones insiste sobre lo importante que es escribir para él. Sin embargo, al acercarnos a su obra literaria más emblemática, Platero y yo, el resultado es muy diferente.

El escritor de Moguer es un hombre leal, de profundas convicciones éticas y comprometido con el progreso, sin interés por la política de partidos e instituciones, pero implicado desde su juventud con los derechos de las personas y de los animales, la defensa de los más débiles y la esperanza de un mundo más justo y equitativo construido sobre la paz, la educación y la cultura, al modo de los socialistas utópicos. Juan Ramón es, en un tiempo en el que esas preocupaciones apenas son consideradas, un defensor acérrimo de la naturaleza, de los animales, del medio ambiente, de los desheredados, de los marginales, de los sin techo, de los niños, de los mayores sin recursos y de los enfermos, ya citándolos expresamente, o reconocibles en la sucesión de alegorías que se hilan en los capítulos de Platero. Y aunque a Zenobia Camprubí la conocerá después de que se escribiese este libro, ya para niños o para no niños, la que se convertirá en su mujer y compañera perpetua será sin duda una defensora sin concesiones de la igualdad de la mujer, e igual que Juan Ramón, con la cultura y la educación como hechos fundamentales.

Pero Juan Ramón es sobre todo un idealista que espera vivir en un mundo en armonía al margen de lo material y lo mundano. Él escritor sueña con una sociedad de iguales en la que todos trabajarán por deber consciente, cada uno en su vocación, en lo que le guste. “Todos hemos nacido del pueblo, de la naturaleza, y todos llevamos dentro esa gran poesía orijinal, paradisíaca, que es nuestra unión, nuestro comunismo”, diría él en la conferencia Política poética que imparte a un grupo de estudiantes extranjeros en junio de 1936. Tiene Juan Ramón, a pesar de su muy cuidada compostura, algo también de los modernos antisistemas, que le lleva a cuestionar incluso las imposiciones academicistas de la norma ortográfica, reivindicando a lo largo de su vida una concepción original de la ortografía. Pero sus rarezas, su gusto continuo por la introspección, su enfermedad o sus enfermedades, ya reales o imaginarias, han contribuido a la concepción de un personaje extravagante por singular, pero al que nadie puede negar un buen juicio, una ética y una lealtad incuestionables con los valores que presidirán toda su vida. El poeta español por excelencia desde muy joven rechaza -por ejemplo- participar en eventos públicos, o son muy pocos los actos a los que acude, quizá porque entiende que son casi siempre poco más que espacios para el espectáculo y la banalidad, y que por tanto carecen de interés. Puede recordarse si se quiere la acerada crítica que hace a los

modernistas, en especial a Rubén Darío y Francisco Villaespesa, y a los insanos e hipócritas ambientes en los que sobreviven en el Madrid de comienzos del siglo XX. Y de la misma manera Juan Ramón no consiente en recibir homenajes ni premios, ni muestra ningún interés en los nombramientos que se suceden o que se le proponen a lo largo de su vida. Ni si quiera fue a recoger el premio Nobel, la excusa entonces fue la muerte reciente de Zenobia; pero la realidad es que el poeta mantiene este posicionamiento desde antiguo, la primera vez quizás cuando a principios de siglo rechazó acudir a un acto homenaje que quisieron hacerle admiradores y amigos en el Ateneo de Sevilla. Pero por lo mismo no entendería que se le pudiese cuestionar su dedicación y persistencia en su oficio de escritor, aceptando con cierta resignación que por ello en su pueblo hasta le llamaran loco, ni tampoco que pudiese premiarse a quien estaba haciendo justamente lo que quería. Y es que a Juan Ramón si algo no le gusta es la calle, la vida social, el peloteo literario al que muchos han sacado tantísimo fruto: Jamás compartirá que esos asuntos tengan algo que ver con la literatura. Este asceta literario detesta el mundanal ruido y recela de los abusos del alcohol y del tabaco. Recuérdese cómo se excusa en el mucho humo que hay en las tertulias, para no aceptar la invitación que le envía su buen amigo Antonio Machado para no acudir a una de las tantas que se suceden por entonces en Madrid. Pero Juan Ramón no huye solo de las tertulias en la capital y de los casinos de pueblo, lo hace también de los teatros y las salas en las que la literatura se convierte en recurso de vodevil y de variedades. El poeta no reconoce arte en la práctica de los toros, ni encuentra gusto ninguno en las fiestas de carnaval y menos aún en los desfiles procesionales ni en los usos religiosos tan asentados en Andalucía. Y eso que nadie que haya leído a este firme defensor de la enseñanza laica dudará de su profunda religiosidad natural tan presentes en su vida y en su obra, sin duda una influencia del Krausismo y la Institución Libre de Enseñanza. Platero es sin duda eco continuo de todas estas ideas y resultado de este proceso de introspección religiosa, en el que, como si fuesen casi lo mismo, la divinidad y la naturaleza se unen en ese objeto precioso y delicado que es la obra literaria. Tampoco puede olvidarse la permanente lealtad que mantiene durante toda su vida a la II República de España, sin reconocer jamás a la dictadura del General Franco como legítimo gobierno de su patria. Y aunque Juan Ramón fue más hombre de hechos que de pronunciamientos, los problemas psicológicos que arrastra desde su juventud, unidos a una sinceridad desbordante a veces mal entendida como una afición despiadada a la crítica más voraz de sus contemporáneos, forjaron sobre él el perfil de un personaje raro, introvertido, asocial y casi intratable. Para Juan Ramón el único afán era escribir y que su obra fuese su vida, o que su vida fuese su obra, y que ambas tuviesen el halo de lo auténtico, de lo puro, sin supercherías y sin falsas y aparentes vestiduras. De todo ese credo, de ese compromiso ético vital, de sus preocupaciones por los más desfavorecidos, por los marginados, por la falta de educación y de cultura, por los niños desatendidos, por la contaminación del río Tinto, por los malos políticos, por la hipocresía… quedan imborrables huellas en Platero, donde además de la belleza, está presente la más acerada crítica social y humana a la sociedad de su tiempo y de la actualidad. Para terminar, quizá sea bonito recordarle sentado junto a Zenobia –como le oí contar a su primera biógrafa, la norteamericana Graciela Palau de Nemes- en la zona reservada para los negros en los autobuses urbanos, reivindicando de esa forma la igualdad de las razas y mostrando su disconformidad con lo que entonces era la norma en los Estados Unidos, donde vivían exiliados.

M.B.R.

¡Empieza! ¿Qué conoces de Juan Ramón Jiménez? Cuéntalo muy brevemente. No busques, escribe solo lo que sepas. Seguro que has escuchado hablar del libro Platero y yo. ¿Qué sabes de él?

Descubre la historia: Platero se escribe en España entre 1906 y 1912, ¿Quién es el Jefe del Estado en ese momento? ¿Cuál es el régimen político vigente? ¿Cuáles los principales problemas para los españoles?

Investiga en la literatura: Cita 5 obras, con sus autores, que se escribieran entre los mismos años en los que Juan Ramón escribe Platero. Y si lo prefieres hasta el momento en el que se publica por primera vez, diciembre de 1914.

Párate a pensar. Juan Ramón subtituló a Platero “Elegía andaluza” ¿Sabes qué es una elegía? Dicen los diccionarios: Las elegías son composiciones

poéticas en las que se lamenta la muerte de una persona o cualquier otro acontecimiento digno de ser llorado. ¿Conoces otras elegías? Recordamos algunas. Están ordenadas por antigüedad ¿Sabrás quién escribió cada una?

“Coplas por la muerte de su padre” [………………………………………………] Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida cómo se viene la muerte (…)

“Llanto por Ignacio Sánchez Mejías” [………………………………………………] A las cinco de la tarde. Eran las cinco en punto de la tarde. Un niño trajo la blanca sábana a las cinco de la tarde. Una espuerta de cal ya prevenida a las cinco de la tarde. Lo demás era muerte y solo muerte a las cinco de la tarde.

“Elegía a Ramón Sijé” [………………………………………………] (En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como el rayo, Ramón Sijé con quien tanto quería.) Yo quiero ser llorando el hortelano de la tierra que ocupas y estercolas, compañero del alma tan temprano.

Joan Manuel Serrat cantó una hermosa y fiel versión de esta elegía que puedes

encontrar en Internet: https://www.youtube.com/watch?v=RL_3R-QVLks Y sabiendo ahora qué es una elegía: ¿Lo será Platero? Mira con atención. Uno de los poetas citados mantuvo una interesante amistad con Juan Ramón ¿Cuál de ellos? Pon atención: La foto está tomada en los jardines del Generalife. ¿Será eso una pista?

El poeta en Platero presta una especial atención a los más desfavorecidos, a los marginados, a los débiles, a los enfermos. Él mismo se siente uno más entre ellos. Esa es la secuencia que se relata en esta estampa, en la que haciéndose eco de las habladurías que corren por su pueblo, se inculpa como el loco que cruza las calles camino de los campos en los que acompañado de su amigo el burro encontrará la paz y la libertad.

El loco

Vestido de luto, con mi barba nazarena y mi breve sombrero negro, debo cobrar un extraño aspecto cabalgando en la blandura gris de Platero.

Cuando, yendo a las viñas, cruzo las últimas calles, blancas de cal con sol, los chiquillos gitanos, aceitosos y peludos, fuera de los harapos verdes, rojos y amarillos, las tensas barrigas tostadas, corren detrás de nosotros, chillando largamente.

- ¡El loco! ¡El loco! ¡El loco!

... Delante está el campo, ya verde. Frente al cielo inmenso y puro, de un incendiado añil, mis ojos -¡tan lejos de mis oídos!- se abren noblemente, recibiendo en su calma esa placidez sin nombre, esa serenidad armoniosa y divina que vive en el sin fin del horizonte...

Y quedan, allá lejos, por las altas eras, unos agudos gritos, velados finalmente, entrecortados, jadeantes, aburridos...

- ¡El lo... co ! ¡El Lo... co!

Capítulo VII

Los más débiles. El poeta en Platero presta una especial atención a los más desfavorecidos, a los marginados, a los débiles, a los enfermos. La solidaridad es algo que está muy presente en su vida. Quizás porque él mismo se siente un incomprendido. “Ser un hombre sin oficio ni beneficio”, como decían de él en su pueblo, que solo se dedica a escribir sin fin, sin duda no ayudaba a que sus vecinos tuvieran de él la mejor consideración. En la secuencia que relata en este capítulo, Juan Ramón está haciéndose eco de las habladurías que corren por su pueblo en torno a su persona. Pero él mismo no tiene inconveniente en inculparse como “el loco”, aunque lo ponga en voz de los niños que lo ven pasar camino de los campos en los que junto a su amigo el burro encontrará la paz, la serenidad y la libertad del creador. Con un poco de atención verás que un texto tan corto como éste incluye tres modelos de textos descriptivos. Son ejemplos muy breves pero creo que suficientes para entender la modalidad textual: Empieza en Termina en Descripción Retrato Autorretrato Matiza. ¿Qué diferencia has encontrado entre el retrato y la descripción? Cuéntalo con tus propias palabras. ¡Buenos amigos! El poema que sigue y del que damos la entrada es otro autorretrato. Se escribió en 1908, por los mismos años que Platero:

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, y un huerto claro donde madura el limonero; mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;

mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido -ya conocéis mi torpe aliño indumentario-, mas recibí la flecha que me asignó Cupido,

y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina, pero mi verso brota de manantial sereno;

y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

(…)

Tanto el poema como su autor, un profesor de Francés que fue un buen amigo de Juan Ramón, son muy conocidos ¿De quién estamos hablando?

[…………………………………………………………] ¿Locos o genios? Muchos hombres y mujeres excepcionales han sido tratados por sus contemporáneos como locos. A veces sus actitudes, sus modos de vestir o su comportamiento, e incluso los problemas personales que arrastran, contribuyen a ello. Fíjate en la cara que reproducen los sellos de correos. ¿Quién es este personaje? Seguro que lo conoces. Visto así, a través de los retratos difundidos sobre él, podría ser otro loco famoso en la historia del mundo. ¿Qué tuvo en común con Juan Ramón, además de que su teoría más importante fue presentada casi en los mismos años en los que el poeta escribe Platero? ¿Serías capaz de nombrar alguna mujer o algún hombre que haya pasado a la historia, además de por sus méritos, por su “locura” o su extravagancia?

[…………………………………………………………]

[…………………………………………………………] Reflexiona. ¿Sabes lo que es un sello de correos? ¿Has visto alguno “en vivo y en directo”? ¿Por qué crees que actualmente está en crisis el correo ordinario y postal? Investiga en Internet. ¿Fue Juan Ramón un gran aficionado a escribir cartas?

En la actualidad no está bien visto decir “niño

tonto”, se entiende como una expresión inadecuada, peyorativa, irrespetuosa y no se tiene por acertada.

Hoy se prefieren expresiones como

“disminuido psíquico”. ¿Y tú como lo ves? Debátelo en clase.

El niño tonto

Siempre que volvíamos por la calle de San José, estaba el niño tonto a la puerta de su casa, sentado en su sillita, mirando el pasar de los otros. Era uno de esos pobres niños a quienes no llega nunca el don de la palabra ni el regalo de la gracia; niño alegre él y triste de ver; todo para su madre, nada para los demás.

Un día, cuando pasó por la calle blanca aquel mal viento negro, no vi ya al niño en su puerta. Cantaba un pájaro en el solitario umbral, y yo me acordé de Curros, padre más que poeta, que, cuando se quedó sin su niño, le preguntaba por él a la mariposa gallega:

Volvoreta d'aliñas douradas...

Ahora que viene la primavera, pienso en el niño tonto, que desde la calle de San José se fue al cielo. Estará sentado en su sillita, al lado de las rosas únicas, viendo con su ojos, abiertos otra vez, el dorado pasar de los gloriosos.

Capítulo XVII

Los húngaros

De vez en cuando, el hombre se incorpora, se levanta luego, se va al centro de la calle y golpea con indolente fuerza el pandero, mirando un balcón. La muchacha, pateada por el chiquillo, canta, mientras jura desgarradamente, una desentonada monotonía. Y el mono, cuya cadena pesa más que él, fuera de punto, sin razón, da una vuelta de campana y luego se pone a buscar entre los chinos de la cuenta uno más blando.

Las tres... El coche de la estación se va, calle Nueva arriba.

El sol, solo.

- Ahí tienes, Platero, el ideal de familia de Amaro... Un hombre como un roble, que se rasca; una mujer, como una parra, que se echa; dos chiquillos, ella y él, para seguir la raza, y un mono, pequeño y débil como el mundo, que les da de comer a todos, cogiéndose las pulgas...

Capítulo XXXIII

Míralos, Platero, tirados en todo su largor, cómo tienden los perros cansados el mismo rabo, en el sol de la acera.

La muchacha, estatua de fango, derramada su abundante desnudez de cobre entre el desorden de sus andrajos de lanas granas y verdes, arranca la hierbaza seca a que sus manos, negras como el fondo de un puchero, alcanzan. La chiquilla, pelos toda, pinta en la pared, con cisco, alegorías obscenas. El chiquillo se orina en su barriga como una fuente en su taza, llorando por gusto. El hombre y el mono se rascan, aquél la greña, murmurando, y éste las costillas, como si tocase una guitarra.

Este es uno de los microrrelatos más famosos de la literatura en castellano:

EL DINOSAURIO/Augusto Monterroso

Cuando despertó el dinosaurio todavía estaba allí.

Higiene y educación. Al escritor preocupan enormemente la higiene, la falta de educación y el empleo de niños y de animales en actividades que podrían no ser adecuadas para su evolución y su crecimiento. Estas preocupaciones por la falta de educación del pueblo y la ignorancia las hereda Juan Ramón de la Generación del 98, a la que no pertenece, pero de la que recibe influencias.

Pero la idealización de la vida libre de los artistas nómadas o itinerantes los convierte en fuente de inspiración para muchos autores. Picasso es uno de ellos. Mira el cuadro “Familia de acróbatas con mono”, perteneciente a la época rosa (1905-1907). Fíjate que casi coincide con lo descrito en Platero. El rosa en los cielos de Moguer es también un color recurrente en Juan Ramón.

Infórmate. ¿En qué consiste la época rosa de Picasso? ¿Vive el pintor un momento alegre, triste, con dinero, sin…?

Averigua. ¿Sabías que Juan Ramón inicialmente quiso ser pintor? ¿A qué ciudad se traslada para prepararse como tal? [En el capítulo “Lord” tienes la respuesta]

Escribir y pintar. Los adjetivos califican y aportan color en los textos. Juan Ramón es un maestro en su uso. En este texto precisamente no hay demasiados, pero te tocará buscarlos. Encuentra al menos 12:

Relee estos adjetivos, ¿dirías que trasmiten ALEGRÍA o TRISTEZA?

¡Crea! Con al menos cuatro de los adjetivos anteriores escribe un microrrelato:

¡Elige! Si lo piensas bien Platero podría ser una sucesión de microrrelatos o mejor de minirrelatos. Pero para denominar a los textos que componen Platero se prefiere el nombre de ESTAMPAS. ¡Busca esta palabra en el diccionario! ¿Las estampas son más propias de la pintura o de la escritura?

¡Busca y decide! Juan Ramón se apoya en sus relatos en muchas figuras estilísticas como metáforas, comparaciones y alegorías. Este texto es un buen ejemplo. Encuentra en él metáforas y comparaciones. La totalidad del texto podría ser una alegoría ¿Una alegoría sobre qué?

Comparaciones Metáforas

El texto es una alegoría de

Otra figura recurrente en Juan Ramón es la personificación, asignando cualidades humanas a los animales y a las cosas. ¡Fíjate en las siguientes expresiones! ¿Qué habrá querido decir?

Una fuente en su taza, llorando por gusto

el sol, solo

un mono, pequeño y débil como el mundo

A Juan Ramón le

preocupan mucho las minorías, las defiende, se

identifica… Sin embargo no escapa a los tópicos y los

estereotipos que funcionan socialmente. Relee el texto cuando dice que las gitanas

son esbeltas y hermosas pero…

¿Y tú qué piensas?

Las tres viejas

Súbete aquí en el vallado, Platero. Anda, vamos a dejar que pasen esas pobres viejas...

Deben venir de la playa o de los montes. Mira. Una es ciega y las otras dos la traen por los brazos. Vendrán a ver a don Luis, el médico, o al hospital... Mira qué despacito andan, qué cuido, qué mesura ponen las dos que ven en su acción. Parece que las tres temen a la misma muerte. ¿Ves cómo adelantan las manos cual para detener el aire mismo, apartando peligros imaginarios, con mimo absurdo, hasta las más leves ramitas en flor, Platero?

Que te caes, hombre... Oye qué lamentables palabras van diciendo. Son gitanas. Mira sus trajes pintorescos, de lunares y volantes. ¿Ves? Van a cuerpo, no caída, a pesar de la edad, su esbeltez. Renegridas, sudorosas, sucias, perdidas en el polvo con sol del mediodía, aún una flaca hermosura recia las acompaña, como un recuerdo seco y duro...

Míralas a las tres, Platero. ¡Con qué confianza llevan la vejez a la vida, penetradas por la primavera esta que hace florecer de amarillo el cardo en la vibrante dulzura de su hervoroso sol!

Capítulo XXXVI

La arrulladora

La chiquilla del carbonero, bonita y sucia cual una moneda, bruñidos los negros ojos y reventando sangre los labios prietos entre la tizne, está a la puerta de la choza, sentada en una teja, durmiendo al hermanito.

Vibra la hora de mayo, ardiente y clara como un sol por dentro. En la paz brillante, se oye el hervor de la olla que cuece en el campo, la brama de la dehesa de los Caballos, la alegría del viento del mar en la maraña de los eucaliptos.

Sentida y dulce, la carbonera canta: Mi niiiño se va a dormiii en graaacia de la Pajtoraaa...

Pausa. El viento en las copas... ... y pooor dormirse mi niñooo, se duermeee la arruyadoraaa...

El viento... Platero, que anda, manso, entre los pinos quemados, se llega, poco a poco... Luego se echa en la tierra fosca y, a la larga copla de madre, se adormila, igual que un niño.

Capítulo XLIV

Los niños y las niñas. A Juan Ramón preocupa muchísimo la situación de la infancia a principios de siglo. Y sobre todo su no escolarización, el futuro que les espera. En aquellos años muchas niñas pequeñas tenían responsabilidades casi de madres y lo dejaban todo para cuidar a sus hermanitos. ¡Pregunta a tus abuelas y verás! Mientras lo haces sigamos con los nuestro. ¿Sabes lo que es una onomatopeya? Croar lo es porque recuerda el canto de las ranas, ¿por qué lo será arrullar? ¡Observa y concluye! Del verbo arrullar el poeta ha creado arrulladora, para nombrar a la niña que con sus arrullos duerme a su hermanito. ¿Cómo se llama este proceso de formación de nuevas palabras? ¿Hablar y escribir mal? A Juan Ramón le interesa mucho la poesía popular. Como antes lo fuera para Gustavo Adolfo Bécquer, es una de sus fuentes de inspiración. En este texto recoge una nana. Pero quizá lo más hermoso y significativo es que intenta reproducir el habla de ciertas clases populares en Andalucía. En su obra siempre estuvo presente cierto andalucismo universal y su gusto por las hablas populares. Él mismo reivindica la escritura antiacadémica. Busca en este texto palabras escritas de esa otra manera y ortográficamente incorrectas Presente, pasado, futuro. Los verbos marcan las acciones y el movimiento. A veces cuando el Nobel de Moguer escribe la acción casi desaparece y sus palabras nos trasladan a la quietud del campo. Localiza los verbos que incluye La arrulladora y analiza su tiempo. ¿Presente, pasado, futuro? Tacha lo que no proceda. Y después reflexiona: ¿Qué verbos usa? ¿A qué campo semántico pertenecen?

Pregunta en casa. Juan Ramón alude a una profesión, que al menos en Occidente, ha desaparecido. El carbonero era la persona que suministraba carbón para las cocinas. ¿Sabes de otras profesiones que han desaparecido? Tus abuelos y abuelas, padres y madres, seguro que te pueden ayudar. ¡Seguro que son capaces de decirte al menos tres! Aprovecha y habla en clase sobre cómo ha cambiado la vida de entonces a la actualidad. Piensa y calcula. De nuevo en el texto de manera implícita aparece la preocupación de Juan Ramón por la falta de educación de los niños que, para ayudar a los padres, dejan de acudir a la escuela. Fíjate en la tabla:

Si ya sabes los años entre los que se escribe Platero, ¿cómo dirías que es la situación educativa? ¿Tenía razón el escritor para estar preocupado? Mira ahora con atención estos datos tomados de los censos de población de España en los años aproximados en los que se escribe Platero:

Población en 1910 de 6 a 10 años Masculina Femenina Total 1.169.377 1.157.314 Analfabeta 783.940 829.037

Calcula los porcentajes que representaban cada uno de los sexos de población analfabeta. Representa después los datos en un gráfico de tarta. Pide ayuda a tu profe de matemáticas si dudas cómo hacerlo.

Lo popular siempre vive en la obra de Juan

Ramón. “Eres más tonto que…” Esta frase hecha se repite con diferentes protagonistas según la

zona geográfica.

¿Qué se dice dónde vives?

Pinito

¡Eese!... !Eese!... ¡Eese!... ¡...maj tonto que Pinitooo!...

Casi se me había olvidado quién era Pinito. Ahora, Platero, en este sol suave del otoño, que hace de los vallados de arena roja un incendio más colorado que caliente, la voz de ese chiquillo me hace, de pronto, ver venir a nosotros, subiendo la cuesta con una carga de sarmientos renegridos, al pobre Pinito.

Aparece en mi memoria y se borra otra vez. Apenas puedo recordarlo. Lo veo, un punto, seco, moreno, ágil, con un resto de belleza en su sucia fealdad; mas, al querer fijar mejor su imagen, se me escapa todo, como un sueño con la mañana, y ya no sé tampoco si lo que pensaba era de él... Quizá iba corriendo casi en cueros por la calle Nueva, en una mañana de agua, apedreado por los chiquillos; o, en un crepúsculo invernal, tornaba, cabizbajo y dando tumbos, por las tapias del cementerio viejo, al Molino de viento, a su cueva sin alquiler, cerca de los perros muertos, de los montones de basura y con los mendigos forasteros.

-... maj tonto que Pinitooo!... ¡Eese!...

¡Qué daría yo, Platero, por haber hablado una vez sola con Pinito, El pobre murió, según dice la Macaria, de una borrachera, en casa de las Colillas, en la gavia del Castillo, hace ya mucho tiempo, cuando era yo niño aún, como tú ahora, Platero. Pero ¿sería tonto? ¿Cómo, cómo sería?

Platero, muerto él sin saber yo cómo era, ya sabes que, según ese chiquillo, hijo de una madre que lo conoció sin duda, yo soy más tonto que Pinito.

CapítuloXCIV

La yegua blanca

Vengo triste, Platero... Mira; pasando por la calle de las Flores, ya en la Portada, en el mismo sitio en que el rayo mató a los dos niños gemelos, estaba muerta la yegua blanca del Sordo. Unas chiquillas casi desnudas la rodeaban, silenciosas.

Purita, la costurera, que pasaba, me ha dicho que el Sordo llevó esta mañana la yegua al moridero, harto ya de darle de comer. Ya sabes que la pobre era tan vieja como don Julián y tan torpe. No veía, ni oía, y apenas podía andar... A eso del mediodía, la yegua estaba otra vez en el portal de su amo. Él, irritado, cogió un rodrigón y la quería echar a palos. No se iba. Entonces la pinchó con la hoz. Acudió la gente y, entre maldiciones y bromas, la yegua salió, calle arriba, cojeando, tropezándose. Los chiquillos la seguían con piedras y gritos... Al fin, cayó al suelo y allí la remataron. Algún sentimiento compasivo revoló sobre ella: “¡Dejadla morir en paz!”, como si tú o yo hubiésemos estado allí, Platero; pero fue como una mariposa en el centro de un vendaval.

Todavía, cuando la he visto, las piedras yacían a su lado, fría ya ella como ellas. Tenía un ojo abierto del todo, que, ciego en su vida, ahora que estaba muerta parecía como si mirara. Su blancura era lo que iba quedando de luz en la calle oscura, sobre la que el cielo del anochecer, muy alto con el frío, se aborregaba todo de levísimas nubecillas de rosa...

Capítulo CVIII

No al maltrato. La muerte siempre está presente en la vida y obra de Juan Ramón. En Platero también: El niño tonto, La tísica, Pinito… La yegua blanca. Desde muy joven el escritor arrastra ese miedo hasta convertirlo casi en una enfermedad y en la necesidad de tener un médico cerca que lo alivie. De una manera muy palpable le preocupan la cercanía de la muerte cuando la vejez avanza, el abandono, la soledad, la incapacidad de defenderse, la crueldad humana, etc. Estas preocupaciones están muy presentes en Platero como parte de sus reflexiones diarias ante una naturaleza hermosa, pero al tiempo tan ruda como los vecinos con los que convive, con niños crueles que lo persiguen y se meten con él, o recordando cómo apedrearon al pobre Pinito o a la yegua moribunda. La crueldad humana ante los más débiles y los necesitados es sin duda otro de los grandes temas de Platero. Ni los niños escapan. La lectura de este capítulo puede ser realmente dura si se hace con atención. ¡Vamos a hacerlo! Entresaca todas las palabras y expresiones que están relacionadas con el campo semántico de los MALOS TRATOS.

¡Implícate! ¿Has pensado alguna vez lo crueles que pueden ser las personas? Lee este enunciado. Cuenta qué hacen el propietario del animal y los niños: “Él, irritado, cogió un rodrigón y la quería echar a palos. No se iba. Entonces la pinchó con la hoz. Acudió la gente y, entre maldiciones y bromas, la yegua salió, calle arriba, cojeando, tropezándose. Los chiquillos la seguían con piedras y gritos... Al fin, cayó al suelo y allí la remataron.”

Reflexiona y comenta, ¿son hoy permitidas situaciones de mal trato animal como la que se narra?

Busca en la prensa o en la red tres sucesos o noticias que relaten malos tratos a los animales o a las personas. Copia los titulares o los datos más significativos:

Una manifestación de los malos tratos es sin duda el bulling. ¿Sabes qué es? ¿Has conocido algún caso? Bulling…¿Cómo se llama cuando una palabra extranjera se cuela en otra lengua? Pon algún otro ejemplo de este fenómeno de crecimiento lingüístico. Si te has dado cuenta en el relato los niños se unen para rematar al pobre animal. Y además lo entienden como un juego, como una broma. A veces las bromas y los malos tratos van unidos de la mano. ¿Serías capaz de poner un ejemplo?

La violencia de género podría ser una expresión extrema de los malos tratos. Toma ahora las palabras que entresacamos al principio como parte del campo léxico sobre malos tratos y usa al menos cinco de ellas para narrar una escena de violencia entre personas.

El árbol del corral

Este árbol, Platero, esta acacia que yo mismo sembré, verde llama que fue creciendo, primavera tras primavera, y que ahora mismo nos cubre con su abundante y franca hoja pasada de sol poniente, era, mientras viví en esta casa, hoy cerrada, el mejor sostén de mi poesía. Cualquier rama suya, engalanada de esmeralda por abril o de oro por octubre, refrescaba, solo con mirarla un punto, mi frente, como la mano más pura de una musa. ¡Qué fina, qué grácil, qué bonita era ! Hoy, Platero, es dueña casi de todo el corral. ¡ Qué basta se ha puesto ! No sé si se acordará de mí. A mí me parece otra. En todo este tiempo en que la tenía olvidada, igual que si no existiese, la primavera la ha ido formando, año tras año, a su capricho, fuera del agrado de mi sentimiento.

Nada me dice hoy, a pesar de ser árbol, y árbol puesto por mí. Un árbol cualquiera que por primera vez acariciamos, nos llena, Platero, de sentido el corazón. Un árbol que hemos amado tanto, que tanto hemos conocido, no nos dice nada vuelto a ver, Platero. Es triste; más es inútil decir más. No, no puedo mirar ya en esta fusión de la acacia y el ocaso, mi lira colgada. La rama graciosa no me trae el verso, ni la iluminación interna de la copa el pensamiento. Y aquí, a donde tantas veces vine de la vida, con una ilusión de soledad musical, fresca y olorosa, estoy mal, y tengo frío, y quiero irme, como entonces del casino, de la botica o del teatro, Platero.

Capítulo XLV

Un árbol, una acacia, que hace años él poeta había sembrado le sirve para

reflexionar sobre su vida. ¿Has sembrado tú algún

árbol? Dice Juan Ramón: “Un

árbol cualquiera que por primera vez acariciamos…” ¿Has acariciado tú alguno? Se dice que si se abraza un

árbol transmite toda su energía. ¿Será verdad? Si en tu colegio existen árboles en el patio, ¿por

qué no haces un inventario con sus nombres? ¡Así

conocerás otros amigos que te rodean!

El río

Mira, Platero, cómo han puesto el río entre las minas, el mal corazón y el padrastreo. Apenas si su agua roja recoge aquí y allá, esta tarde, entre el fango violeta y amarillo, el sol poniente; y por su cauce casi solo pueden ir barcas de juguete.

¡Qué pobreza!

Antes, los barcos grandes de los vinateros, laúdes, bergantines, faluchos-El Lobo, La joven Eloísa, el San Cayetano, que era de mi padre y que mandaba el pobre Quintero; La Estrella, de mi tío, que, mandaba Picón-, ponían sobre el cielo de San Juan la confusión alegre de sus mástiles-¡sus palos mayores, asombro de los niños!-; o iban a Málaga, a Cádiz, a Gibraltar, hundidos de tanta carga de vino... Entre ellos, las lanchas complicaban el oleaje con sus ojos, sus santos y sus nombres pintados de verde, de azul, de blanco, de amarillo, de carmín... Y los pescadores subían al pueblo sardinas, ostiones, anguilas, lenguados, cangrejos... El cobre de Riotinto lo ha envenenado todo. Y menos mal, Platero, que con el asco de los ricos comen los pobres la pesca miserable de hoy... Pero el falucho, el bergantín, el laúd, todos se perdieron.

¡Qué miseria! ¡Ya el Cristo no ve el aguaje alto en las mareas! Solo queda, leve hilo de sangre de un muerto, mendigo harapiento y seco, la exangüe corriente del río, color de hierro igual que este ocaso rojo sobre el que La Estrella, desarmada, negra y podrida, al cielo la quilla mellada, recorta como una espina de pescado su quemada mole, en donde juegan, cual en mi pobre corazón las ansias, los niños de los carabineros.

Capítulo XCV

¡Compromiso! La preocupación por la Naturaleza y el Medio Ambiente (ambos con mayúscula) está presente en Platero. A principios de siglo, cuando el boom industrial significaba progreso, ya Juan Ramón percibe cuánta decadencia puede conllevar si las cosas no se hacen bien. En El río el escritor se hace eco de la crisis que vive su familia, pero también de los males endémicos que han llevado por el mal camino a la nación española. ¿Cuáles serían, a juicio de Juan Ramón, las causas de los problemas que aquejan al río?

¿Qué industrias cita Juan Ramón como propias de Moguer y su entorno? Por cierto, ¿De qué río estamos hablando? [……………………………………………..] ¡Investiga! ¿Ha cambiado la situación de este río desde entonces?

¡Piensa! ¿Qué significa en la voz de Juan Ramón la expresión: “Y menos mal, Platero, que con el asco de los ricos comen los pobres la pesca miserable de hoy... Pero el falucho, el bergantín, el laúd, todos se perdieron”?

¡Busca y…! Este texto está lleno de sinónimos o cuasi-sinónimos, es decir, palabras que sin ser exactamente lo mismo, pueden intercambiarse por tener significados similares. Busca en el texto y escribe una oración con ellas: De “río”

De “bergantín”

De “mástil”

De “pobreza”

¡Ya lo sabes! Antes se ha dicho: “Escribe una oración”. ¿Qué habrías escrito si se te hubiera pedido “una frase”? Con un sinónimo de “río”

Con un antónimo de “pobreza”

¿Cuál es la diferencia clave entre ORACIÓN y FRASE? Y siguiendo con los significados: ¿Qué será el ”padrastreo”? ¿Cuál es su femenino? ¿Podrías decir algún sinónimo de estas palabras?

Este texto sublime, simpático e irónico es, como muchos de los de

Juan Ramón, una exaltación de los colores.

Si te entretienes en buscarlos verás el gusto

por usarlos de este aficionado a pintar.

El vergel Como hemos venido a la Capital, he querido que Platero vea El Vergel... Llegamos despacito, verja abajo, en la grata sombra de las acacias y de los plátanos, que están cargados todavía. El paso de Platero resuena en las grandes losas que abrillanta el riego, azules de cielo a techos y a techos blancas de flor caída que, con el agua, exhala un vago aroma dulce y fino.

¡Qué frescura y qué olor salen del jardín, que empapa también el agua, por la sucesión de claros de yedra goteante de la verja! Dentro, juegan los niños. Y entre su oleada blanca, pasa, chillón y tintineador, el cochecillo del paseo, con sus banderitas moradas y su toldillo verde; el barco del avellanero, todo engalanado de granate y oro, con las jarcias ensartadas de cacahuetes y su chimenea humeante; la niña de los globos, con su gigantesco racimo volador, azul, verde y rojo; el barquillero, rendido bajo su lata roja... En el cielo, por la masa de verdor tocado ya del mal del otoño, donde el ciprés y la palmera perduran, mejor vistos, la luna amarillenta se va encendiendo, entre nubecillas rosas...

Ya en la puerta, y cuando voy a entrar en el vergel, me dice el hombre azul que lo guarda con su caña amarilla y su gran reloj de plata:

- Er burro no puéntra, zeñó.

- ¿El burro ? ¿Qué burro? - le digo yo, mirando más allá de Platero, olvidado, naturalmente, de su forma animal...

- ¡Qué burro ha de zé, zeñó; qué burro ha de zéee...!

Entonces, ya en la realidad, como Platero «no puede entrar» por ser burro, yo, por ser hombre, no quiero entrar, y me voy de nuevo con él, verja arriba, acariciándole y hablándole de otra cosa...

Capítulo LXXVII

Lord No sé si tú, Platero, sabrás ver una fotografía. Yo se las he enseñado a algunos hombres del campo y no veían nada en ella.

Pues éste es Lord, Platero, el perrillo foxterrier de que a veces te he hablado. Míralo. Está ¿lo ves? en un cojín de los del patio de mármol, tomando, entre las macetas de geranios, el sol de invierno.

¡Pobre Lord! Vino de Sevilla cuando yo estaba allí pintando.

Era blanco, casi incoloro de tanta luz, pleno como un muslo de dama, redondo e impetuoso como el agua en la boca de la caño.

Aquí y allá, mariposas posadas, unos toques negros. Sus ojos brillantes eran dos breves inmensidades de sentimientos de nobleza. Tenían vena de loco. A veces, sin razón, se ponía a dar vueltas vertiginosas entre las azucenas del patio de mármol, que en mayo lo adornan todo, hojas, azules, amarillas de los cristales traspasados del sol de la montera, como los palomos que pinta don Camilo... Otras se subía a los tejados y promovía un alboroto piador en los nidos de los aviones... La Macaria lo enjabonaba cada mañana y estaba tan radiante siempre como las almenas de la azotea sobre el cielo azul, Platero.

Cuando se murió mi padre, pasó toda la noche velándolo junto a la caja. Una vez que mi madre se puso mala, se echó a los pies de su cama y allí se pasó un mes sin comer ni beber... Vinieron a decir un día a mi casa que un perro rabioso lo había mordido... Hubo que llevarlo a la bodega del Castillo y atarlo allí al naranjo, fuera de la gente. La mirada que dejó atrás por la callejilla cuando se lo llevaban sigue agujereando mi corazón como entonces, Platero, igual que la luz de una estrella muerta, viva siempre, sobrepasando su nada con la exaltada intensidad de su doloroso sentimiento... Cada vez que un sufrimiento material me punza el corazón,

surge ante mí, larga como la vereda de la vida a la eternidad, digo, del arroyo al pino de la Corona, la mirada que Lord dejó en él para siempre cual una huella macerada.

Capítulo LI

Amigos. Los perros están muy presentes en Platero: Lord, Diana, la perra parida de Lobato, los perros vagabundos, los rabiosos, el perro atado… Le interesa sobre todo su complicidad y su compañía, resaltando en muchas ocasiones la lealtad, una condición a la que el escritor dará mucha importancia a lo largo de toda su vida. Él mismo fue siempre leal a su empeño de escribir y al derrocado gobierno de la II República española. Copia a continuación el párrafo con el que Juan Ramón desea resaltar la lealtad de este perro a su familia: Localiza en el texto anterior los verbos. Separa después las oraciones. ¿Estamos ante oraciones simples o compuestas?

[ …………………………………………………..]

Reescribe ahora el texto de manera que las oraciones sean justamente oraciones de sentido contrario al que acabas de afirmar.

¿Vidas paralelas? En Platero el YO del autor está muy presente dejando al descubierto sus señas de identidad y su proyección en todos los capítulos o estampas. La omnipresencia de Juan Ramón solo es compartida con el burro al que a momentos también pone ojos, los suyos. Algunos autores se han planteado si Platero no será un espejo en el que el escritor se mira para reflexionar sobre el incongruente mundo en el que vive. Los verbos y las personas con las que aparecen conforman este universo de subjetividad e introspección. Por esta razón sabrás fácilmente ¿qué persona es la predominante en los verbos? [……………………………………] Entresaca oraciones que sirvan de ejemplo, Yo se las he enseñado, Hay también cierta propensión en el Nobel a usar, además de adjetivos que llenan los textos de sensaciones, complementos para los nombres de manera que orienten la percepción de los lectores. Estos complementos ayudan a reforzar nombres que de otra forma serían “anónimos”. Relee y ejemplifica. Hombres del campo, patio de mármol, macetas de… ¡Oh… ! Analiza sintácticamente esta oración: La Macaria lo enjabonaba cada mañana y estaba tan radiante siempre como las almenas de la azotea sobre el cielo azul.

Hemos querido terminar esta propuesta de trabajo

con el capítulo o la estampa que dedica a los

gorriones, porque de alguna manera refleja todo el ideario de Juan Ramón:

su sueño de libertad, su animadversión a las

ataduras materiales, su credo...

¿Serías tú ahora, al dorso de esta página, ser capaz

de escribir una carta contando a un amigo cómo

era el poeta?

Gorriones La mañana de Santiago está nublada de blanco y gris, como guardada en algodón. Todos se han ido a misa. Nos hemos quedado en el jardín los gorriones, Platero y yo.

¡Los gorriones! Bajo las redondas nubes, que, a veces, llueven unas gotas finas, ¡cómo entran y salen en la enredadera, cómo chillan, cómo se cogen de los picos! éste cae sobre una rama, se va y la deja temblando; el otro se bebe un poquito de cielo en un charquillo del brocal del pozo; aquél ha saltado al tejadillo del alpende, lleno de flores casi secas, que el día pardo aviva.

¡Benditos pájaros, sin fiesta fija! Con la libre monotonía de lo nativo, de lo verdadero, nada, a no ser una dicha vaga, les dicen a ellos las campanas. Contentos, sin fatales obligaciones, sin esos olimpos ni esos avernos que extasían o que amedrentan a los pobres hombres esclavos, sin más moral que la suya, ni más Dios que lo azul, son mis hermanos, mis dulces hermanos.

Viajan sin dinero y sin maletas; mudan de casa cuando se les antoja; presumen un arroyo, presienten una fronda, y sólo tienen que abrir sus alas para conseguir la felicidad; no saben de lunes ni de sábados; se bañan en todas partes, a cada momento; aman el amor sin nombre, la amada universal.

Y cuando las gentes, ¡las pobres gentes!, se van a misa los domingos, cerrado las puertas, ellos, en un alegre ejemplo de amor sin rito, se vienen de pronto, con su algarabía fresca y jovial, al jardín de las casas cerradas, en las que algún poeta, que ya conocen bien, y algún burrillo tierno -¿te juntas conmigo?- los contemplan fraternales.

Capítulo LXIII

Objetivos mínimos (unidad didáctica prevista para Secundaria o Bachillerato):

• -Animar la lectura. • -Acercar a alumno a la obra literaria Playero y yo desde una concepción

interdisciplinar. • -Profundizar en el conocimiento de Juan Ramón Jiménez y de su entorno

vital y humano. • -Abundar en un perfil actualizado del autor. • -Relacionar la creación literaria con su contexto histórico y social. • -Favorecer la comprensión de Platero y yo bajo el prisma de la

interrelación de los valores en los que se apoya. • -Activar el placer de escribir.

Competencias presentes en el desarrollo didáctico desde presupuestos mínimos:

Competencias clave

Texto de referencia Com

unicación lingüística

Matem

ática y c.b. en ciencia y te

cnología

Digital

Aprende

r a aprende

r

Sociales y cívicas

Sentido de iniciativa y

espíritu emprendedo

r

Conciencia y exp

resiones culturales

Introducción X X X X Punto de partida X X X X X El loco X X X X X X El niño tonto X X X Los húngaros X X X X X Las tres viejas X X X X La arrulladora X X X X X X Pinito X X X X La yegua blanca X X X El árbol del corral X X X X El río X X X X X X X El vergel X X X X Lord X X X X Gorriones X X X X X