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Plenaria de Literatura hispanoamericana De Tepotzotlán a Bolonia: el arte gráfico de la Historia antigua de México de Francisco Javier Clavigero Rolena ADORNO Yale University [email protected] «El maíz, la semilla que la Providencia dio a aquella parte del mundo» Francisco Javier Clavigero Entre los jesuitas españoles y españoles americanos expulsados por Carlos III de sus te- rritorios y exiliados en tierras italianas en el siglo XVIII, se destaca el novohispano Fran- cisco Javier Clavigero 1 . Nacido en Veracruz, la trayectoria vital de Clavigero va desde Te- potzotlán, donde hizo su noviciado, hasta Bolonia, donde escribió y tradujo al italiano su Historia antigua de México 2 . Al enterarse en el camino a Europa de que Bolonia era su des- tino, Clavigero expresó su placer llamándola «una ciudad de las más cultas, patria de tantos hombres de letras y famosa por muchos títulos» 3 . En su Historia antigua de México, aspiraba recuperar la patria mexicana perdida y defenderla ante los europeos ilustrados que menos- preciaban su valor e importancia en razón de una presunta inferioridad natural y cultural. Por su capacidad de integrar, desde su escritorio y jardín de la casa jesuita en Bolonia, el mundo antiguo y el nuevo, su obra rinde homenaje a ésta, su segunda patria. El espíritu crítico que Clavigero ejerció fue muy refinado, muy matizado; su ortodoxia era intachable y su recurso a las Sagradas Escrituras y a la teología permanente 4 . A la vez que veía la presencia de España en América y la conversión de sus naturales como obra de la Di- vina Providencia, se apartó del camino de los que vieron en cada momento, en cada acción, una intervención directa, diabólica o divina, en acontecimientos locales. A Clavigero se lo ha venido a ver como precursor de la Independencia mexicana. No cabe duda de que su Por el honor de encomendárseme la conferencia plenaria de Hispanoamericana quisiera agradecer al dr. Carlos Al- var, Presidente de la Asociación, a la dra. Blanca López de Mariscal, Secretaria General, y a los miembros de la Junta Di- rectiva; por la generosa presentación, le expreso mi agradecimiento al Presidente de Honor, el dr. Jean-François Botrel y, muy especialmente por “la puesta en escena” de este gran congreso romano, a la dra. Patrizia Botta, Secretaria de la Comisión Organizadora Local. Agradezco también a todos sus colaboradores institucionales e individuales, especialmen- te a la dra. Aviva Garribba, que me ha ayudado en todo momento. Muy a propósito de mi tema son los estudios del Dr. Niccolò GUASTI,“Los jesuitas españoles expulsos en la Italia del siglo XVIII”, en Insula, núm. 757-758 (2010), pp. 20- 24, IDEM, L’esilio italiano dei gesuiti spagnoli: identità, controllo sociale e pratiche culturali (1767-1798), Roma, Edizioni di sto- ria e letteratura, 2006, IDEM, “Il tema americano nelle strategie culturali dei gesuiti spagnoli espulsi”, en La presenza in Italia dei gesuiti iberici espulsi: aspetti religiosi, politici, culturali, ed. Urgo BALDINI y Gian Paolo BRIZZI, Bologna, Cleub, 2010, pp. 411-449. De interés también es el censo de antiguos libros sobre América en Roma: María Luisa FAGIOLI y Cami- lla CATTARULLA, Antichi libri d’America, censimento romano, 1493-1701, Roma, Dipartimento di Studi Americani della Terza Università di Roma, Edizioni Associate, 1992. 1 Me atengo a la ortografía de su nombre empleada por el mismo autor y por la comunidad científica. La forma mo- dernizada, “Clavijero”, la encontramos en las ediciones populares. 2 Francisco Javier Clavigero, Storia antica del Messico cavata da’ Migliori storici Spagnuoli, e da’ manoscritti, e dalle pitture an- tiche degl’Indiani, Cesena, Italia, Gregorio Biasini All’ Insegna di Pallade, 1780-1781, 4 tomos. 3 Juan Luis MANEIRO, S. J., Francisco Xavier Clavigero, S. J., ilustre universitario, constructor de la patria mexicana, ed. y trad. J. Jesús GÓMEZ FREGOSO, México, Universidad Iberoamericana, ITESO, 2004, p. 56. 4 Charles E. RONAN, S. J., “Francisco Javier Clavigero, 1731-1787”, en Handbook of Middle American Indians, Volume 13: Guide to Ethnohistorical Sources, Part 2, ed. H. L. CLINE y J. B. GLASS, Austin, University of Texas Press, 1973, pp. 276-297: p. 291; Charles E. RONAN, S. J., Francisco Javier Clavigero, S. J. (1731-1787), Figure of the Mexican Enlightenment: His Life and Works, Rome y Chicago, Institutum Historicum S. I. / Loyola University Press, 1977, p. 348.

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Plenaria de Literatura hispanoamericanaDe Tepotzotlán a Bolonia: el arte gráfico de la Historia antigua

de México de Francisco Javier Clavigero�

Rolena ADORNOYale University

[email protected]

«El maíz, la semilla que la Providencia dio a aquella parte del mundo»Francisco Javier Clavigero

Entre los jesuitas españoles y españoles americanos expulsados por Carlos III de sus te-rritorios y exiliados en tierras italianas en el siglo XVIII, se destaca el novohispano Fran-cisco Javier Clavigero1. Nacido en Veracruz, la trayectoria vital de Clavigero va desde Te-potzotlán, donde hizo su noviciado, hasta Bolonia, donde escribió y tradujo al italiano suHistoria antigua de México2. Al enterarse en el camino a Europa de que Bolonia era su des-tino, Clavigero expresó su placer llamándola «una ciudad de las más cultas, patria de tantoshombres de letras y famosa por muchos títulos»3. En su Historia antigua de México, aspirabarecuperar la patria mexicana perdida y defenderla ante los europeos ilustrados que menos-preciaban su valor e importancia en razón de una presunta inferioridad natural y cultural.Por su capacidad de integrar, desde su escritorio y jardín de la casa jesuita en Bolonia, elmundo antiguo y el nuevo, su obra rinde homenaje a ésta, su segunda patria.

El espíritu crítico que Clavigero ejerció fue muy refinado, muy matizado; su ortodoxiaera intachable y su recurso a las Sagradas Escrituras y a la teología permanente4. A la vez queveía la presencia de España en América y la conversión de sus naturales como obra de la Di-vina Providencia, se apartó del camino de los que vieron en cada momento, en cada acción,una intervención directa, diabólica o divina, en acontecimientos locales. A Clavigero se loha venido a ver como precursor de la Independencia mexicana. No cabe duda de que su

� Por el honor de encomendárseme la conferencia plenaria de Hispanoamericana quisiera agradecer al dr. Carlos Al-var, Presidente de la Asociación, a la dra. Blanca López de Mariscal, Secretaria General, y a los miembros de la Junta Di-rectiva; por la generosa presentación, le expreso mi agradecimiento al Presidente de Honor, el dr. Jean-François Botrely, muy especialmente por “la puesta en escena” de este gran congreso romano, a la dra. Patrizia Botta, Secretaria de laComisión Organizadora Local. Agradezco también a todos sus colaboradores institucionales e individuales, especialmen-te a la dra. Aviva Garribba, que me ha ayudado en todo momento. Muy a propósito de mi tema son los estudios del Dr.Niccolò GUASTI,“Los jesuitas españoles expulsos en la Italia del siglo XVIII”, en Insula, núm. 757-758 (2010), pp. 20-24, IDEM, L’esilio italiano dei gesuiti spagnoli: identità, controllo sociale e pratiche culturali (1767-1798), Roma, Edizioni di sto-ria e letteratura, 2006, IDEM, “Il tema americano nelle strategie culturali dei gesuiti spagnoli espulsi”, en La presenza inItalia dei gesuiti iberici espulsi: aspetti religiosi, politici, culturali, ed. Urgo BALDINI y Gian Paolo BRIZZI, Bologna, Cleub, 2010,pp. 411-449. De interés también es el censo de antiguos libros sobre América en Roma: María Luisa FAGIOLI y Cami-lla CATTARULLA, Antichi libri d’America, censimento romano, 1493-1701, Roma, Dipartimento di Studi Americani dellaTerza Università di Roma, Edizioni Associate, 1992.

1 Me atengo a la ortografía de su nombre empleada por el mismo autor y por la comunidad científica. La forma mo-dernizada, “Clavijero”, la encontramos en las ediciones populares.

2 Francisco Javier Clavigero, Storia antica del Messico cavata da’ Migliori storici Spagnuoli, e da’ manoscritti, e dalle pitture an-tiche degl’Indiani, Cesena, Italia, Gregorio Biasini All’ Insegna di Pallade, 1780-1781, 4 tomos.

3 Juan Luis MANEIRO, S. J., Francisco Xavier Clavigero, S. J., ilustre universitario, constructor de la patria mexicana, ed. y trad.J. Jesús GÓMEZ FREGOSO, México, Universidad Iberoamericana, ITESO, 2004, p. 56.

4 Charles E. RONAN, S. J., “Francisco Javier Clavigero, 1731-1787”, en Handbook of Middle American Indians, Volume13: Guide to Ethnohistorical Sources, Part 2, ed. H. L. CLINE y J. B. GLASS, Austin, University of Texas Press, 1973, pp.276-297: p. 291; Charles E. RONAN, S. J., Francisco Javier Clavigero, S. J. (1731-1787), Figure of the Mexican Enlightenment:His Life and Works, Rome y Chicago, Institutum Historicum S. I. / Loyola University Press, 1977, p. 348.

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patriotismo criollo y su defensa de América ante los pensadores europeos de su época hanfijado el perfil que reconocemos en su famosa Historia antigua de México5. La situación polé-mica que Clavigero enfrentaba en la segunda mitad del siglo XVIII fue el resultado de unataque frontal a la autoridad de las fuentes españolas sobre las civilizaciones de América. Pormedio de los pensadores más influyentes en este cambio de las actitudes europeas, en parti-cular Cornelius de Pauw y otros, la reevaluación negativa de América y sus pueblos anti-guos y actuales se convirtió en un movimiento casi imposible que contrarrestar6.

En esta intervención intento recuperar la perspectiva didáctica de Clavigero: su rol comoeducador, que era su vocación más arraigada, aun más que la de polemista. Así complementoa los que quieren ver el origen de su obra en directa polémica con Cornelius de Pauw encuanto a la conducta humana, con el conde de Buffon, en cuanto a los animales, y con Gui-llaume-Thomas-François Raynal y William Robertson con respecto a la historia de Méxi-co y sus fuentes7. Concuerdo con aquellos investigadores que, como nuestro colega el Dr.Stefano Tedeschi, de la Universidad “La Sapienza”, consideran que el proyecto de Clavi-gero, aunque fuera utópico, se encaminaba a restituir la dignidad de los indios contemporá-neos suyos mediante la educación en el campo misionero8. Propongo, además, que en suexilio italiano Clavigero cumplió esa vocación de la única manera posible que estaba a su al-cance, esto es, a través de las letras, dirigiéndose en su Historia antigua de México a un públi-co lector internacional.

Dentro de este marco, voy a considerar una dimensión de su obra que no se ha estu-diado: las imágenes. Aunque ignoradas por la crítica hasta el momento, su relevancia seanuncia desde la misma portada de la obra, en dos aspectos: la importancia de las antiguaspinturas mexicanas como una de las fuentes de aquella historia («dalle pitture antichedegl’indiani» [de las pinturas antiguas de los indios]) y el rol de los grabados en su propiaobra («corredata di carte geografiche e di varie figure» [proveída de mapas y estampas]).Después de su publicación entre 1780 y 1781 en Cesena, la obra muy pronto se convirtióen un clásico de alcance internacional9. La Historia antigua de México salió en traducción alinglés en fecha tan temprana como 1787, en traducción alemana en 1789, en traduccióndel italiano al español en 182610, y en su original en español –al ubicarse el manuscrito au-

De Tepotzotlán a Bolonia: el arte gráfico de la Historia antigua de México de Francisco Javier Clavigero

5 Clavigero describe su obra como un intento de rescatar patrióticamente la dignidad histórica mexicana: «La historiaantigua de México, que he emprendido para evitar la fastidiosa y reprensible ociosidad a que me hallo condenado, paraservir del mejor modo posible a mi patria, para restituir a su esplendor a la verdad ofuscada por una turba increíble deescritores modernos de la América, me ha sido no menos fatigosa y difícil que dispendiosa» (Francisco Javier Clavigero,Historia antigua de México, primera edición del original escrito en castellano por el autor [1780-81], ed. Mariano CUEVAS, S. J.,[1945], México, Porrúa, 1987, 8ª ed., Colección Sepan Cuantos 29, p. XXI [“Prólogo”]).

6 Si al principio de la época moderna la interpretación de nuevos acontecimientos dependía de la experiencia personal yempírica del informante, la transición a la plena modernidad se construía sobre una base de escepticismo ante el testimonio yel conocimiento derivados de los sentidos; se opinaba que a los españoles del siglo XVI les había faltado la capacidad para dis-cernir las trampas de la imaginación que les engañaban. Tal y como lo analiza Jorge Cañizares Esguerra, este nuevo “arte delectura” de De Pauw, que juzgaba la credibilidad de las fuentes según el criterio de contradecir teorías del desarrollo social, seaplicó al estudio de la antigua historia mexicana: en efecto, logró socavar la credibilidad de las historias españolas de México(Jorge CAÑIZARES ESGUERRA, “Spanish America in Eighteenth-Century European Travel Compilations: A New ‘Art of Re-ading’ and the Transition to Modernity”, en Journal of Early Modern History, 2, 4, 1998, pp. 329-349: pp. 338-340).

7 Antonello GERBI, La disputa del Nuevo Mundo: historia de una polémica, 1750-1900 [1955], trad. Antonio ALATORRE,México, Fondo de Cultura Económica, 1993, pp. 247-248.

8 Stefano TEDESCHI, La riscoperta dell’America: L’opera storica di Francisco Javier Clavigero e dei gesuiti messicani in Italia, Ro-ma, Aracne, 2006, pp. 129-137.

9 Pedro HENRÍQUEZ UREÑA, Las corrientes literarias en la América Hispánica [1945], México, Fondo de Cultura Econó-mica, 1969, p. 230, nota 37.10 Francisco Javier Clavigero, Historia antigua de Mégico: sacada de los mejores historiadores españoles, y de los manuscritos, y de las pin-

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tógrafo perdido– en 1945. Clavigero no podría haber imaginado el destino de su obra,reimpresa a lo largo de un siglo y medio con las estampas que había hecho grabar.

El jesuita novohispano supo llevar a cabo su proyecto haciendo visible, literalmente y contoda intención, no sólo la flora y la fauna mexicanas sino también las costumbres de los azte-cas con sus sacrificios humanos que eran, en el orden de la historia moral o cultural, el as-pecto que más provocó las críticas del mundo ilustrado europeo. En su repaso de las colec-ciones de pinturas antiguas Clavijero nombra aquella que poseía don Carlos de Sigüenza yGóngora. Sigüenza se había convertido en autoridad única con respecto a la tradición pictó-rica antigua y Clavigero elogió al ex-jesuita como tal: «reunió un gran número de pinturasantiguas, parte compradas a grande precio y parte que le dejó en su testamento el nobilísimoindio don Juan [sic] de Alva Ixtlilxóchitl». Las imágenes que publicó Giovanni Francesco Ge-melli en Giro intorno al mondo (1699) eran copias de las pinturas poseídas por Sigüenza. La co-lección de Sigüenza, legada a su muerte al colegio jesuita de San Pedro y San Pablo de Mé-xico, la estudió Clavigero en 175911.

Clavigero conocía también las ilustraciones históricas del Códice Mendoza que andabanimpresas en la obra del compilador inglés Samuel Purchas y mencionó «otras mitológicas, queencerraban los arcanos de su religión, como son las del volumen que se conserva en la bi-blioteca del Instituto de Bolonia»12. En efecto, Clavigero expresó una gran confianza en laspinturas como fuentes imprescindibles de información sobre los mexicanos antiguos; declaróque sus «rasgos de discernimiento político, de celo por la justicia y de amor al bien público[...] serían absolutamente inverosímiles si no nos constaran por la fe de sus mismas pinturas»13.Me atrevo a sugerir que Clavigero conoció por primera vez pinturas mexicanas mientras cur-saba los dos años de noviciado (1748-1750) en el colegio jesuita de Tepotzotlán. Aquí proba-blemente comenzó sus estudios de náhuatl, porque transcribió poesías y oraciones cristianas,escritas por los nahuas, que actualmente se conservan en la Biblioteca Comunale de Bolonia14.

Clavigero ofrece un registro de colecciones de pinturas antiguas, indicando sólo «algu-nas cuya noticia puede ser útil a quien quiera escribir la historia de aquel reino»; comentatambién sus reproducciones impresas estableciendo comparaciones entre ellas en cuanto asu contenido y valor15. En su carta-dedicatoria a la Real y Pontificia Universidad de Mé-

Rolena ADORNO

turas antiguas de los indios; dividida en diez libros: adornada con mapas y estampas, e ilustrada con disertaciones sobre la tierra, los animales, ylos habitantes de Mégico [1780-1781], trad. y ed. José Joaquín de MORA, Londres, R. Ackermann, 1826, 2 tomos. El papel cul-tural de Mora en el mundo de las letras españolas e hispanoamericanas en la Londres de los 1820s fue bastante destacado. Pu-blicó el Museo Universal de Ciencias y Artes (1824-1826) y su frecuentemente reimpresa traducción de la Historia Antigua de Mé-xico salió el mismo año. En estos y en muchos otros proyectos colaboró, como lo hizo José Blanco White, con el editor Ro-dolfo Ackermann, cuyas obras españolas «se hallan en su Repositorio de Artes, Strand, Londres, y en su Establecimiento de Mé-gico; Asimismo en Colombia, en Buenos Aires, Chile, Perú y Guatemala» (Clavigero, Historia cit., ed. MORA, pp. 451-452).Cfr. RONAN, “Francisco Javier Clavigero” cit., p. 285; RONAN, Francisco Javier Clavigero cit., p. 172. RONAN, en Francisco JavierClavigero cit., pp. 374-376, reúne la bibliografía completa de las ediciones de la Historia antigua desde 1780-1781 hasta 1973. 11 Clavigero, Historia cit., ed. CUEVAS, pp. XXXVI-XXXVII [“Prólogo”]. Este prólogo y la dedicatoria no figuran en elmanuscrito de Clavigero en lengua española; Cuevas los tomó de la traducción del italiano al castellano de Francisco Pa-blo Vázquez de 1853 (Clavigero, Historia cit., ed. CUEVAS, p. XVII [«A la real y pontificia universidad de México»]).12 Clavigero, Historia cit., ed. CUEVAS, p. 248 [lib. 7, “Diversas suertes de pinturas mexicanas”]. Cfr. Samuel PURCHAS,Hakluytus posthumus. Or, Purchas His Pilgrimes: contayning a history of the world in sea voyages and lande travells by Englishmen andothers [1625], Glasgow, J. MacLehose and Sons, 1905-1907, 20 tomos, vol. XV, pp. 414-504 [2da pte., lib. 5, cap. 7]).13 Clavigero, Historia cit., ed. CUEVAS, p. 201 [lib. 7, “Prólogo”]. De aquí en adelante cito del original escrito en cas-tellano por Clavigero, recuperado y publicado por primera vez por el padre Cuevas en 1945.14 RONAN, Francisco Javier Clavigero cit., pp. 14-15. El Códice Tepotzotlán, por ejemplo, actualmente en la BibliotecaNewberry de Chicago, data de 1720 y puede haber sido una de las obras mexicanas a la disposición de Clavigero du-rante su noviciado.15 Comienza con el Códice Mendoza y sus pinturas, repartidas en sesenta y tres páginas, hechas para el virrey Antonio de

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xico el jesuita novohispano lamenta la pérdida de las pinturas mexicanas y aboga por con-servar los manuscritos que quedan, «antes de que los consuma la polilla o se pierdan por al-guna otra desgracia». En la misma dedicatoria recomienda que se saquen copias de los ma-nuscritos y que se conserven todos los restos de las antigüedades patrias, «formando en elmagnífico edificio de la Universidad un museo no menos útil que curioso»16.

Irónicamente las pinturas mexicanas resultan ser el blanco de las más duras críticas encontra de la civilización antigua mexicana hechas por Buffon, De Pauw y Robertson17. Es-te, por ejemplo, había aseverado, tal y como lo cita Clavigero, que «las pinturas mexicanas,que se supone haber servido de anales de su imperio, son pocas, y de significación ambi-gua»18. Clavigero respondió frontalmente a este cargo, enumerando los errores del eruditoescocés. Redondea su contraataque diciendo:

No contentos algunos autores con viciar en sus libros la historia de México con errores, despropósi-tos y mentiras, la han alterado más todavía con mentirosas imágenes y figuras grabadas, como las delfamoso Teodoro Bry. En la obra de [Tomás] Gage, en la Historia general de los viajes del señor [Antoi-ne-François] Prevost y en otras, se representa una bella calzada hecha sobre el lago mexicano para irde México a Texcoco, que es ciertamente el mayor despropósito del mundo. En la gran obra titula-da La Galerie agréable du monde [de Pieter van der Aa, Leyden, 1729] se representan los embajadoresmandados antiguamente a la corte de México montados sobre elefantes. Esto es mentir en grande19

Con este comentario revela el propósito aleccionador y remediador de sus propiosgrabados.

Clavigero enfatiza una y otra vez la importancia de las pinturas antiguas, siendo la historiay la pintura «artes que no pueden separarse en la historia de México». A la vez destaca los lí-mites de la tradición: «Sus pinturas no deben mirarse tanto como una historia ordenada, cuan-to como un recuerdo o apoyo de la tradición»20. A esta afirmación sigue su descripción deuna amplísima tipología temática de las pinturas: las hay históricas, mitológicas, cronológicas,astronómicas y astrológicas, topográficas, corográficas y simbólicas; las enumera todas, lamen-ta su destrucción a manos de los primeros predicadores del evangelio y observa que «si se hu-bieran conservado, no tendríamos qué desear para la historia de México»21. Desde la pers-

De Tepotzotlán a Bolonia: el arte gráfico de la Historia antigua de México de Francisco Javier Clavigero

Mendoza en la década de 1540 y publicada por primera vez «a petición del erudito Enrique Spelman» por Samuel PURCHAS,en su Purchas His Pilgrimes cit. Clavigero juzga inferior a ésta la segunda edición, la de Melchisédec Thévenot en su Relacionde Divers Voyages Curieux (París, 1692). Nota también que el padre Atanasio Kircher en su Oedipus Aegyptiacus sacó una co-pia de la primera pintura en la serie de pinturas publicadas por Purchas y que las pinturas de tributos que pagaban muchas ciu-dades de México a la corona en la colección de Lorenzo Boturini Benaducci resultan ser las mismas imágenes que aparecenen la colección de Mendoza, publicadas primero por Purchas y luego por Thévenot. La precisión de sus comentarios revelaser verdad su afirmación de haber estudiado diligentemente la colección Mendoza (sin duda en su reproducción por Purchas)y de haberla encontrado útil para la elaboración de su propia historia (Clavigero, Historia cit., ed. CUEVAS, p. XXXV [“Prólo-go”]). En efecto, se le atribuye a Clavigero la primera descripción del Códice Mendocino, que desde 1654 se encuentra enla Biblioteca Bodley de Oxford, donado por John Seiden.16 Clavigero, Historia cit., ed. CUEVAS, p. XVIII [“Dedicatoria”].17 Clavigero, Historia cit., ed. CUEVAS, pp. 530-531 [6ª diss., “La falta de letras”]).18 Clavigero, Historia cit., ed. CUEVAS, pp. XXXIV [“Noticia de los escritores de la Historia antigua de México”].19 Clavigero, Historia cit., ed. CUEVAS, pp. XXXIV-XXXV [“Noticia de los escritores de la Historia antigua de México”].20 Clavigero, Historia cit., ed. CUEVAS, pp. 247, 251 [lib. 7, “Carácter de su pintura y modo de representar los objetos”].21 Continúa: «De cuantas pudieron haber a las manos en Texcoco, donde estaba la principal escuela de pintura, hicieronun grandísimo montón y le pegaron fuego en la plaza del mercado. Fue lamentada esta pérdida, que sintieron después losmismos autores del incendio y repararon en cuanto pudieron recogiendo con diligencia las pinturas que se habían sustraídodel ardor de su celo para que allegaron muchas, no tantas como era menester; porque los dueños de las pinturas se han vuel-to desde aquel tiempo tan celosos en guardarlas y ocultarlas de los españoles que es muy difícil el conseguir una de ellas» (Cla-vigero, Historia cit., ed. CUEVAS, p. 248 [lib. 7, “Diversas suertes de pinturas mexicanas”]). En su registro incluye también có-digos legales, retratos y mapas.

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pectiva de su concepción del desarrollo de las sociedades y culturas, Clavigero postula quelas pinturas mexicanas fueron pasos que, con el pasar del tiempo, habrían podido culminaren la invención de la escritura alfabética22.

Es impresionante la curiosidad y el conocimiento que Clavigero muestra respecto a latécnica y las convenciones del arte gráfico mexicano. Describe los materiales23. Detalla loscolores y los orígenes de los tintes. Explica el protocolo complejo formal que utilizaban losartistas para representar correctamente los años y los sucesos y describe con minuciosidad lostipos de imágenes empleados. Precisa las técnicas de dibujar, confirmándolas con sus propiosexperimentos. Incluso cuenta que había intentado cultivar en el jardín de la casa jesuita enBolonia plantas mexicanas que se utilizaban para la fabricación de tintes:

Creyendo yo hacer un gran servicio a los pintores Italianos, cultivé con sumo esmero tres plantas dechián, de semilla que me habían enviado de Mégico. Prosperaron, y tuve el gusto de verlas cargadas deflores en Setiembre de 1777, pero vinieron temprano los yelos aquel año, y se perdieron las plantas24

En cuanto a los grabados de su propia obra, anunciados en su portada, Clavigero aclaraen el prólogo su doble propósito: «No menos por hermosear mi historia que por facilitarla inteligencia de algunas cosas descritas en ella, he hecho grabar hasta veinte láminas»25.Dirige la atención de sus lectores hacia ellas en momentos pertinentes de su narración y asírevela su intento más importante por la consecución de la finalidad de su obra: instruir a supúblico lector. Es decir, incorpora en su exposición en prosa breves menciones de la ma-yoría de los veinte grabados que integran su obra26. En los pocos casos restantes, describeverbalmente el contenido del dibujo para que el lector pueda confirmar por escrito el con-tenido y el significado de lo que se puede apreciar en el texto gráfico.

Resulta, pues, que los grabados conforman una dimensión fundamental de su conjuntotextual. El hecho de que todas las ediciones –en italiano, español, inglés y alemán– hasta ladécada de 1940 reprodujeran las estampas en grabados de cobre o litografías (éstas, en las edi-ciones de 1853 y 1861) indica que los editores posteriores también las estimaban imprescin-dibles, es decir, elementos esenciales para completar el conjunto que constituía la obra. El edi-tor de 1826, por ejemplo, se jacta de haber empleado «un buril más fino» que aquel con quese elaboró la edición príncipe y cree haber corregido algunos errores iconográficos27.

Rolena ADORNO

22 Clavigero, Historia cit., ed. CUEVAS, p. 251 [lib. 7, “Carácter de su pintura y modo de representar los objetos”].23 Lo hace en gran detalle: «He tenido en mis manos varias piezas de este papel mexicano [...] El volumen de pinturasmexicanas que se conserva en la biblioteca del Instituto de Bolonia es una piel muy gruesa y mal curtida o, por mejor de-cir, varias unidades de más de 5 varas de largo y como de 8 pulgadas de ancho, pintadas por una y otra parte y plegadas enla forma dicha» y se refiere a «piezas muy largas y angostas que conservaban enrollados como las membranas antiguas de Eu-ropa, o plegadas a manera de nuestros biombos» (Clavigero, Historia cit., ed. CUEVAS, p. 249 [lib. 7, “Lienzo y colores”]).24 Clavigero, Historia cit., ed. MORA, vol. I, pp. 368-369. Esta nota a pie de página no aparece en la edición de Cuevas.25 Clavigero, Historia cit., ed. CUEVAS, p. XXIII [“Prólogo”].26 Estas menciones explícitas de las láminas se encuentran en la edición príncipe de 1780-1781, en su traducción al españolde 1826 (Clavigero, Historia cit., ed. MORA, vol. I, pp. 22, 45, 241, 248, 266, 331, 333, 337, 361, 364, 370, 388, 394) y enel manuscrito original en español, publicado en 1945 (Clavigero, Historia cit., ed. CUEVAS, pp. 159, 165, 177-178, 224, 228,244, 246, 250, 263). En las bibliotecas de Yale he podido consultar las ediciones inglesas de 1787 y de 1806 y la española de1826; en éstas se ha aumentado el número de grabados, pero sólo por repartir en más planchas los contenidos, específicamentelas plantas, los animales y las figuras jeroglíficas simbólicas, que aparecieron en la edición príncipe de 1780-1781.27 Este editor le critica al grabador de la edición príncipe de haber representado mal («caprichosamente») los edificios delcentro urbano de México en la escena del sacrificio gladiatorio y de haber errado en cuanto a la representación de la dis-tancia entre la costa del Golfo y las islillas en frente de ella: «Las dos islillas que se ven en el golfo Megicano, distan apenasmilla y media de la costa: pero el grabador quiso figurarlas más lejos. Una de ellas es la que los Españoles llaman S. Juan deUlloa» (Clavigero, Historia cit., ed. MORA, vol. I, p. IV [“El traductor”]; vol. I, p. XXXII [“Advertencia”]’ vol. I, p. 258 [lib.6, “Sacrificio gladiatorio”]).

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Volvamos al título de la obra, «proveí-da», anuncia, «de mapas y estampas». La se-rie completa se inicia en el primero de loscuatro tomos de la edición príncipe con larepresentación de los temas de la geografía(el mapa «Anáhuac o imperio mexicano»)y la historia natural (un grabado de una se-lección de plantas mexicanas, otro de cua-drúpedos, reptiles e insectos)28. La historiamoral se representa en el segundo tomocomenzando por un cuadro de la genealo-gía de los reyes mexicanos desde el princi-pio del siglo XIII hasta Moctezuma II, se-guido por instituciones de la vida ritual: di-bujos del templo mayor y de otra forma detemplo, del sacrificio ordinario –«ordina-rio» por ser el modo común– y del sacrifi-cio gladiatorio29. Representa en su lugar elcalendario, instrumentos y armas de gue-rra y diversas artes y juegos mexicanos30.Incluye dibujos de los jeroglíficos bajo lostítulos de «caracteres numéricos y figurassimbólicas», «nombres de los reyes mexica-nos» y «figuras de ciudades» (LÁMINA 1) yfinaliza el segundo tomo con cuadros decostumbres: los baños de vapor, «Temaxcalli o hipocausto mexicano», y una representaciónde la fabricación del pan mexicano, «Modo de hacer el pan de maíz»31. Volvemos más tar-de a este último. El tercer tomo incluye un grabado de los lagos de México y el retrato deMoctezuma II, último rey de México, tomado del Giro intorno al mondo de Gemelli.

La integración de las láminas y el texto en prosa nos hace recordar otras obras ame-ricanistas de la época española colonial que podemos agrupar en tres variantes, segúnlas identifico. Primero, aquellas en las que existe sólo una mínima identificación entretexto e imagen, tales como las ediciones de los 1550s de la Historia general de las Indiasde Francisco López de Gómara, que utilizaron grabados genéricos, por así decir, cuan-do un solo grabado en madera, por ejemplo, se usaba para representar en un lugar aun Cristóbal Colón encadenado y, en otro, la prisión del príncipe Inca Atahualpa32

De Tepotzotlán a Bolonia: el arte gráfico de la Historia antigua de México de Francisco Javier Clavigero

28 Clavigero, Storia cit., vol. I, solapa, vol. I, p. 56, vol. I, p. 96. Clavigero indica que tomó el estudio de las virtudesmedicinales de las plantas y los animales de México del libro del protomédico Francisco Hernández.29 Clavigero, Storia cit., vol. I, p. 303, vol. II, p. 26, vol. II, p. 34, vol. II, p. 46, vol. II, p. 48. Clavigero mencionaque la fuente del dibujo del templo mayor es la que sacó en su relación el Conquistador Anónimo y que la del otro tem-plo es la Retórica cristiana de Diego Valadés de 1579.30 Clavigero, Storia cit., vol. II, p. 64, vol. II, p. 64 [bis] (“el siglo mexicano”, “el año y el mes mexicanos”), vol. II,p. 142 (“armaduras mexicanas”), vol. II, p. 150 (“salida de los muros de la ciudad, escudos, espada”), vol. II, p. 178 (“ins-trumentos de músicos”, “Gran Baile”, “plan del juego del balón”), vol. II, p. 182 (“juegos de los voladores”), vol. II, p.186 (“otros juegos de los mexicanos”). 31 Clavigero, Storia cit., vol. II, p. 192 (diversos caracteres y símbolos), vol. II, p. 192 [bis] (nombres reales), vol. II, p.192 [bis] (símbolos de las ciudades), vol. II, p. 214 (“Temaxcalli”), vol. II, p. 218 (“Modo de hacer el pan de maíz”).32 Francisco López de Gómara, La historia general de las Indias y Nuevo Mundo [...] agora añadida y emendada por el mismoautor, Zaragoza, P. Bernuz y A. Milán, para M. de Zapila, 1555, 2 tomos, vol. I, fols. 10v, 52r [caps. 23, 113].

LÁMINA 1: “Figuras de ciudades”, ejemplo de los grabados dela edición príncipe en Clavigero, Storia Antica del Messico cit.,vol. II, p. 192 [bis]. Beinecke Rare Book and Manuscript Li-brary, Yale University.

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(LÁMINA 2). Una segunda variante:aquellas obras en las que las imáge-nes se concibieron a posteriori conatención al texto en prosa pero sinhaber sido parte de su redacción. Unejemplo es la confección en 1578 deacuarelas que iluminan episodios na-rrados por Bartolomé de las Casas ensu Brevísima relación de la destrucción delas Indias de 1552; elaboradas para latraducción al francés más de una dé-cada después de la muerte del domi-nico, estas imágenes fueron reprodu-cidas en grabados de cobre en 1598por Teodoro de Bry en su traduc-ción de la Brevísima al latín, publica-da en Frankfurt33 (LÁMINA 3).

La tercera variante sería la crea-ción de láminas «desde dentro» de laobra, diseñadas si no ejecutadas porel mismo autor. En este caso sonpertinentes el Sumario de la historianatural de las Indias de 1526, tantocomo la Historia general y natural de lasIndias de Gonzalo Fernández deOviedo de 1535 y 1542. En el Su-mario de 1526, la imagen de la ha-maca taína, grabada de un dibujooriginal de Oviedo, que a su vezdescribe con esmero sus materiales yfabricación, capta y resume el prin-cipio en cuestión34 (LÁMINA 4). Enun nivel superior, el matrimonio en-tre la naturaleza y la cultura logradoen esta imagen anticipa la lecciónprincipal de los grabados de Clavi-gero, como veremos.

Los grabados de la Historia anti-gua de México de Clavigero consti-

tuyen una dimensión esencial de su obra de tres maneras. Primero, mediante la presen-cia de sus propios grabados, Clavigero enfatiza una vez más la importancia de las pin-turas antiguas mexicanas: recupera algo de su contenido y subraya la necesidad de con-servar los testimonios pictóricos sobrevivientes. Segundo, los grabados revelan su modode concebir la articulación del mundo antiguo mexicano con el contemporáneo de los

Rolena ADORNO

33 Bartolomé de las Casas, Narratio regionum Indicarum per Hispanos quosdam devastatarum verissima [1552]. Frankfurt amMain: Theodor de Bry y Johannes Sauer, 1598.34 Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, De la natural hystoria de las Indias, Toledo, R. de Petras, 1526, fol. XVIII verso.

LÁMINA 3: Ejemplo de una imagen creada para acompañar una obra noilustrada publicada mucho antes: la ejecución de la reina Anacaona, enla traducción al latín de la Brevísima relación de la destrucción de las In-dias de Las Casas por Teodoro de Bry, Frankfurt, 1598, p.17. Cour-tesy of the John Carter Brown Library at Brown University.

LÁMINA 2: Ejemplo de una imagen de usos múltiples, para la prisión deColón y la captura de Atahualpa Inca, en Francisco López de Gómara, Hi-storia general de las Indias, Zaragoza, 1555, fols. 10v, 52r [caps. 23, 113].Courtesy of the John Carter Brown Library at Brown University.

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europeos iluminados. Tercero, los gra-bados dan sustancia –bulto– a su argu-mento sobre el futuro del pueblo me-xicano autóctono. El primer argumen-to resulta evidente por el desfile deimágenes clavigerianas. El segundo y eltercero se apreciarán al comparar conlos grabados de Clavigero algunas imá-genes que reflejan muy de cerca la tra-dición antigua mexicana y otras, de tra-dición europea, que no se proponen talobjetivo.

La belleza europeizante de las imáge-nes clavigerianas sorprende, sobre todoal contrastarlas con sus antecedentes dela tradición hispano-mexicana de la queClavigero se considera heredero. Con-trastamos la representación del sacrificiohumano en el magnífico manuscrito,iluminado por un artista nahua, del pa-dre jesuita Juan de Tovar, de alrededorde 1585, conservado en la bibliotecaJohn Carter Brown de Providence,Rhode Island, con el que aparece enClavigero (LÁMINAS 5 y 6). Podríamosobservar el mismo fenómeno al compa-rar la imagen del sacrificio gladiatorio del manuscrito colonial nahua con la elegantísimaconfección europea del artista de la Storia antica.

Desde nuestra perspectiva, los grabados de Clavigero pueden parecer decepcionantes: nosalejan demasiado de las tradiciones autóctonas que tanto apreciamos hoy en día y que nosresultan más “auténticas”. Pero el mundo de Clavigero no era el nuestro y, desde su óptica,

buscaba integrar el nuevo mundo, suflora, su fauna, y el pueblo mexica-no, con el antiguo. Todo el univer-so era uno, toda la humanidad –in-cluida la mexicana– era una; no sepodía concebir la “otredad”, la alie-nación radical, que hemos inventa-do en nuestra época.

Así en Clavigero hay más bienuna convergencia de tradiciones: laantigua tradición pictórica mexica-na que detenidamente había estu-diado con precisión, las obras ma-nuscritas coloniales de raíz y he-rencia indígenas como las conser-vadas por Sigüenza y Góngora ycontinuadas en Tovar; agrega luego

De Tepotzotlán a Bolonia: el arte gráfico de la Historia antigua de México de Francisco Javier Clavigero

LÁMINA 5: El tema del sacrificio humano en una pintura que representala transición del arte mexicano al arte colonial hispano-mexicano, en Juande Tovar, Historia de la venida de los indios a poblar a México, c. 1585, fol.140r. Courtesy of the John Carter Brown Library at Brown University.

LÁMINA 4: Ejemplo de un grabado diseñado para su obra por elmismo autor, en Gonzalo Fernández de Oviedo, De la naturalhystoria de las Indias, Toledo, 1526, fol. XVII verso. Beinecke RareBook and Manuscript Library, Yale University.

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las obras americanistas impresas deGemelli, Purchas y Boturini. Clavi-gero las amalgama a todas y se iden-tifica con esa armonización. Su me-ta era, por un lado, mantener vivauna tradición gráfica visual que es-taba en un estado de fluidez y trans-formación y, por otro, otorgar a losantiguos mexicanos la dignidad his-tórica que merecían. Esta es la “po-lítica de la identidad” de Clavigero,aunque, según sus consideraciones,no es la suya propia personal: «No-sotros», escribe, «nacimos de padresespañoles»35.

Su gesto de política cultural tie-ne una dimensión todavía más am-plia, más abarcadora. Este se integracon su polémico propósito de de-fensa del Nuevo Mundo y revela loque yo identifico como el tercerpropósito de sus textos gráficos:apoyar su argumento sobre el futu-ro del pueblo autóctono mexicano.Como se ha podido apreciar, losgrabados son todos muy finos, perolos que destacan más esta cualidadson los que representan figuras hu-manas. La imagen más llamativa detodas es la escena de las muchachasmexicanas preparando el pan demaíz (LÁMINA 7). El dibujo de Cla-vigero complementa y completa suexposición en prosa. En un home-naje a la agricultura americana, serefiere al maíz como:

la semilla que la Providencia dio a aquella parte del mundo, en vez del trigo de Europa y del arrozde Asia, con algunas considerables ventajas sobre una y otra semilla; porque, además de su mayormultiplicación, que es notable, se aviene a cualquier clima, no necesita de tanto cultivo ni es tan de-licada, ni exige, como el arroz, un terreno húmedo y poco favorable a la salud de los cultivadores36

Rolena ADORNO

35 «Nosotros nacimos de padres españoles y no tenemos ninguna afinidad o consanguinidad con los indios, ni podemosesperar de su miseria ninguna recompensa. Y así ningún otro motivo que el amor a la verdad y el celo por la humanidad,nos hace abandonar la propia causa por defender la ajena con menos peligro de errar» (Clavigero, Historia cit., ed. CUEVAS,p. 503 [5ª disertación]). 36 Clavigero, Historia cit., ed. CUEVAS, p. 265 [lib. 7, “Alimentos de los mexicanos”]. En su Historia natural y moral delas Indias (1590) el padre José de Acosta había comentado la importancia del maíz en el Perú: «entre todos [los génerosde granos y raíces] tiene el principal lugar y con razón el grano de maíz, que en Castilla llaman trigo de las Indias, y enItalia, grano de Turquía [...] Y así decía el Virrey D. Francisco de Toledo, que dos cosas tenía de sustancia y riqueza el

LÁMINA 7: “Modo de hacer el pan de maíz” en Clavigero, Storia An-tica del Messico cit., vol. II, p. 218. Beinecke Rare Book and Manu-script Library, Yale University.

LÁMINA 6: El sacrificio humano ordinario en Clavigero, Storia Anticadel Messico cit., vol. II, p. 46. Beinecke Rare Book and Manuscript Li-brary, Yale University.

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No es casual la elección deltema pictórico del maíz: la cen-tralidad de la figura domésticafemenina en la tradición mexi-cana la había señalado el CódiceMendoza, estudiado con tantapenetración por Clavigero en laedición de Purchas. En un capí-tulo dedicado a la educación delos niños, el compilador inglésreproduce del códice una com-posición sintética que representaen cuatro bandas los castigos delos muchachos rebeldes por suspadres y los oficios ejercidos porlos jóvenes en el servicio de lacasa. Estos son, en la tercerabanda, la búsqueda de leña parael fuego (los muchachos) y la fa-bricación del pan de maíz (las muchachas) y, en la cuarta, la pesca en lagos y ríos (los mu-chachos) y el arte de tejer ropa (las muchachas). Aquí, en uno de los dibujos de la ter-cera banda, la imagen de la madre supervisa la labor de la «muchacha de trece años queestá moliendo tortillas», preparándolas para comer (LÁMINA 8)37.

El grabado clavigeriano de la fabricación del pan de maíz me asombró la primera vez quelo vi: la mirada de la joven que nos mira a nosotros los espectadores es un gesto artístico quesolemos encontrar en un artista de la talla de Diego Velázquez. La humildad de las tres jóve-nes mexicanas y la modestia de su tarea nos hace pensar en el magnífico cuadro mitológicode Velázquez, la «Fábula de Aracne» o «Las hilanderas» (c. 1657), donde sorprendemos en eltrasfondo a una señorita noble (en realidad el personaje menos excelso entre las protagonistasdivinas del cuadro) que mira, si no hacia el espectador, hacia las trabajadoras, hacia Aracne.En cuanto a la mirada franca y descarada de la joven mexicana en Clavigero la encontramosmás explícitamente desarrollada en «Las lanzas» o «La rendición de Breda» (1634-35) en que,desde el margen de la escena, un soldado del ejército holandés derrotado nos llama con su

De Tepotzotlán a Bolonia: el arte gráfico de la Historia antigua de México de Francisco Javier Clavigero

Pirú, que eran el maíz y el ganado de la tierra. Y cierto tenía mucha razón, porque ambas cosas sirven por mil. De dón-de fue el maíz a Indias y por qué este grano tan provechoso le llaman en Italia grano de Turquía, mejor sabré pregun-tarlo que decirlo» (José de Acosta, Historia natural y moral de las Indias [1590], ed. Edmundo O’GORMAN, México, Fon-do de Cultura Económica, 1962, pp. 170-171 [lib. 4, cap. 16]).37 Cfr. PURCHAS, Hakluytus posthumus cit., vol. XV, p. 485 [2da pte., lib. 5, cap. 7, § 3]. La representación de la fabri-cación del pan de maíz ha sido un tema pictórico de larga tradición, en los códices mexicanos antiguos, en los cuadrosde castas del siglo XVIII, en los álbumes de cuadros de costumbres del siglo XIX e incluso en el siglo veinte en cuadrosde Diego Rivera, entre otros. Cfr. “De negro e india, lobo, mala ralea”, atribuido a José Joaquín Magón, c. 1760, re-producido en Janet LONG, La cocina mexicana a través de los siglos. IV. La Nueva España, México, Editorial Clío, 1997, p.23; “Las tortilleras”, en Album pintoresco de la República Mexicana, México, Julio Michaud y Thomas, ca. 1848-1850, fol.95r; “Las tortilleras”, en Voyage pittoresque et archéologique dans la partie la plus intéressante du Mexique par C. Nebel, Architec-te, París, Lemercier, 1836. Entre los cuadros de Diego Rivera podemos nombrar “La Tortillera” de 1926, en el San Fran-cisco General Hospital, “La moledera” de 1924, en el Museo de Arte Moderno en México y “La civilización huasteca”de 1950, en el mural del Palacio Nacional, México; estos dos últimos están reproducidos en Diego Rivera: A Retrospecti-ve, ed. Cynthia Newman HELMS, New York, W.W. Norton and Founders Society, Detroit Institute of Arts, 1986, pp.58, 148; “La civilización huasteca” está reproducido también en Los murales del Palacio Nacional, ed. Raquel TIBOL et al.,introd. Carlos FUENTES, México, Américo Arte Editores e Instituto Nacional de Bellas Artes, 1997, pp. 197, 198.

LÁMINA 8: La fabricación del pan de maíz en el Códice Mendoza, reprodu-cido en Codex Mendoza, ed; James COOPER CLARK, London, Waterloo &Sons, 1938, vol. 3, plate 60. Beinecke Rare Books and Manuscripts Library,Yale University.

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mirada, nos pide atención (quieroaclarar que por la comparación de laimagen doméstica mexicana conobras maestras de Velázquez, no in-fiero una causalidad histórica sinouna mera yuxtaposición de imágenesque nos permite apreciar el logro delgrabado en la obra de Clavigero.)

El impacto del grabado del artistaclavigeriano sobre el espectador haceque éste vacile entre observar lo ar-duo de la labor de las muchachas yadmirar su gracia natural (ver LÁMI-NA 7). Si en Clavigero los sacerdotesaztecas que ejecutan el sacrificio y losgladiadores que luchan hasta lamuerte representan un pasado supe-rado, ¿cómo evaluar esta escena do-méstica que forma parte del presen-te, el presente de la época de Clavi-gero? Los tres cuerpos femeninos,modestamente vestidos, son jóvenesy perfectos, pero algunos detalles re-claman la atención del espectador.Por ejemplo, la cabellera de la joven:

el pelo está cuidadosamente despeinado, como si fuera un vestigio, un recuerdo, de la barba-rie dejada atrás y una señal de lo duro de su vida actual.

Este efecto se contrasta con la manifestación de su gracia natural. Clavigero nos deja con-templar la salud que emana de sus personas y la fuerza de sus brazos pero a la vez admirar ladelicadeza de sus movimientos: la que está a mano derecha del observador prepara los granosde maíz, la que nos mira maneja el metate para molerlo, y la del fondo, con un movimientode perfecta exquisitez, moldea la masa en la forma que el pan tomará al cocinarse en el co-mal38. La que nos mira, en esta escena, es la que tiene el trabajo más arduo. (Desde esta pers-pectiva, si se quiere, se la puede considerar el complemento del derrotado arcabucero holan-dés de «Las lanzas» de Velázquez). No puedo probar que Clavigero haya mandado a hacer es-ta composición exactamente como la vemos, pero tampoco puedo dudar de que no mere-ciera su total aprobación, no sólo por su compromiso con los textos visuales sino también porsu interés en el bienestar de los mexicanos actuales39.

La mirada de esta niña es un gesto deliberado. Descubrimos su antecedenteinmediato en la Historia del Nuevo Mundo de Girolamo Benzoni de 1565 (LÁMI-

Rolena ADORNO

38 Clavigero describe verbalmente lo que el grabado dramatiza: después de cocer el grano en agua con cal, «ya blandolo frotaban entre las manos para quitarle el hollejo; después lo molían en el metate; tomaban un poco de aquella pasta y,amasándola con golpes recíprocos en las palmas, formaban una tortilla orbicular y le daban el último cocimiento en elcomal» (Clavigero, Historia cit., ed. CUEVAS, p. 265 [Lib. 7, “Alimentos de los mexicanos”]).39 Termina el último libro de su obra comentando que «los mexicanos, con todas las demás naciones, que ayudaron asu ruina, quedaron, a pesar de las cristianas y prudentes leyes de los Monarcas Católicos, abandonados a la miseria, laopresión y al desprecio [...] Funesto ejemplo de la Justicia Divina y de la inestabilidad de los reinos de la tierra» (Clavi-gero, Historia cit., ed. CUEVAS, pp. 417-418 [lib. 10, “Ultimo asalto, toma de la ciudad y prisión de los reyes”].

LÁMINA 9: “Modo di fare il pane”, en Girolamo Benzoni, La Historiadel Mondo Nuovo, Venezia, 1565, fol. 56v. Beinecke Rare Book andManuscript Library, Yale University.

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NA 9)40. Es precisamente la repetición de este modelo por Clavigero lo que nos permi-te avanzar una hipótesis sobre el significado de una diferencia sutil pero clave. La niñabenzoniana que muele el maíz se nos presenta de lado, con la cara cubierta por el pelo;no orienta su mirada hacia nosotros. Al tomar en cuenta este detalle, el gesto artístico enClavigero resulta revelador. Tiene mucho más que ver con la osadía del Velázquez ba-rroco que con, a los ojos del espectador, la anticipada expresión de una humildad india-na estereotipada. Aquí se plasma visualmente la convicción de Clavigero sobre la evolu-ción de la cultura humana: su progreso depende de circunstancias contextuales históri-cas y geográficas, no de esencias ontológicas o, mejor dicho, condiciones consideradaspermanentes. Clavigero lo dice de mil maneras en su obra, uno de los ejemplos de loscuales hemos mencionado: si no se hubiera truncado el desarrollo de la civilización me-xicana, quizás ellos, opina, habrían logrado inventar la escritura alfabética.

Las estampas que Clavigero había comisionado para su libro intentaban representar elpasado perdido, sí, pero también se orientaban hacia el futuro. La mirada de la joven me-xicana se entrecruza con la del espectador y apela a su conciencia; captura a la perfecciónel gesto clavigeriano. Esta mirada el espectador la puede interpretar, por un lado, como cu-riosa y concienzuda o, por otro, como desafiante e incluso rabiosa; así resulta templar y sua-vizar, o complementar y enfatizar, la amargura del contraataque, el sarcasmo y el tono be-ligerante de la prosa polemizante que Clavigero enarboló contra los pensadores europeos.En esta representación predomina no sólo el propósito educativo sobre la agricultura y laalimentación mexicanas sino también el moral: la mirada insistente de la muchacha le de-vuelve la mirada del lector para provocar una reflexión de su parte; le exige al lector no po-ner en tela de juicio la civilización de los mexicanos sino la suya propia y su conducta41.

En este gesto artístico se revela la modernidad de Clavigero tanto como su tradiciona-lismo42. Sus ideas sobre el progreso del pueblo mexicano dependían de la política de laevangelización, de la idea de la tutela y de la noción de que los destinos nacionales des-cansaban sobre principios de dirección espiritual y conducta moral. Si los mexicanos de sumomento no son lo que eran los aztecas habrá razón para ello; Clavigero advierte: «Laconstitución política y la religión de un Estado, tienen demasiado influjo en las ánimas deuna nación»43. El jesuita exiliado intentó salvar la dignidad de los americanos mexicanosante sus detractores europeos retratando gráficamente a aquéllos para grabar en la mentedel lector la imagen de una civilización perdida pero cuyos herederos contemporáneos eranrecuperables: insiste en que «lo malo podría en la mayor parte corregirse con la educación,como lo ha mostrado la experiencia»44. «Corregir lo malo» a través de la educación impli-ca no sólo a los indígenas mexicanos sino también a su público lector erudito.

Las estampas que integran la Historia antigua de México revelan que los años de Clavi-gero en Bolonia le permitieron cultivar en el campo de las letras su más duradera voca-ción pedagógica. La modernidad de su empresa se cristaliza en el candor de la mirada dela joven, modesta y honrada, que se dedica a la tarea de preparar el pan de maíz. El ma-

De Tepotzotlán a Bolonia: el arte gráfico de la Historia antigua de México de Francisco Javier Clavigero

40 Quiero reconocer a mi amigo y colega, el dr. Paul Firbas, por haberme sugerido la pertinencia del grabado benzoniano.41 Cfr. al respecto Rolena ADORNO, “Testigo de sí mismo, testigo de los demás: el escritor indígena (siglo XVII, si-glo XX)”, en Construcción de la memoria indígena, ed. Betty OSORIO, Bogotá, Siglo del Hombre Editores y Universidadde los Andes, 2007, pp. 217-246: pp. 217-221. Para el concepto fundamental de la mirada en Descartes, Cervantes y Ve-lázquez, cfr. Roberto GONZÁLEZ ECHEVARRÍA, Amor y ley en Cervantes [2005], trad. Isabel FERRER MARRADES, Madrid,Gredos, 2008, nueva edición revisada, pp. 280-286.42 Este principio se ha señalado más de una vez; TEDESCHI, La riscoperta cit., p. 131, nos lo hace recordar.43 Clavigero, Historia cit., ed. CUEVAS, p. 47 [lib. 1, “Carácter de los mexicanos y demás naciones de Anáhuac”].44 Clavigero, Historia cit., ed. CUEVAS, p. 47 [lib. 1, “Carácter de los mexicanos y demás naciones de Anáhuac”].

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íz: «la semilla que la Providencia dio a aquella parte del mundo». En esta imagen el ma-estro Clavigero dicta su lección más importante: la clave para la debida evaluación del pa-sado precolombino y para asegurar un futuro cristiano, consiste en contemplar lo que losantiguos americanos habían logrado y que sus herederos conservan en el presente: la ar-monía entre la naturaleza y la cultura y el empleo de la una por la otra. Recordemos laimagen y la exposición acerca de la hamaca de Oviedo de dos siglos y medio atrás (verLÁMINA 4). Las tres mexicanas la dramatizan literal y emblemáticamente al transformaren lo cocido, en pan, lo crudo, el maíz, “aquella semilla que la Providencia dio a aque-lla parte del mundo”, el maíz, el verdadero oro de las Indias.

Resumen: La Historia antigua de México (1780-1781) del jesuita novohispano exiliado en Italia, Francisco Javier Clavige-ro (1731-1787), se conoce por su patriotismo criollo y su defensa de América ante los pensadores europeos de su época.La dimensión de su obra estudiada aquí por primera vez, la serie de grabados incluidos por su autor, recupera su rol co-mo educador y revela su más duradera vocación, no la polémica sino la pedagógica, y no en el campo de la educaciónmisionera sino en el de las letras.

Palabras clave: Francisco Javier Clavigero, historia antigua mexicana, imágenes, cultura azteca, jesuitas, vocación pe-dagógica, maíz.

Abstract: The Historia antigua de México (1780-1781), written by the Mexican Jesuit exiled in Italy, Francisco JavierClavigero (1731-1787), is best known for its Creole patriotism and defense of America against its denigration by Euro-pean philosophes of his era. The dimension of his work studied here for the first time, the series of engravings included inhis work, recovers his role as an educator and reveals his most enduring pedagogical vocation, more deeply rooted thanthat of polemicist, not in the field of missionary education but in that of letters.

Keywords: Francisco Javier Clavigero, ancient Mexican history, images, Aztec culture, Jesuits, pedagogical vocation,maize.

Rolena ADORNO