PMA Guilermo sicardi 2014 4 columna por_que_tienen_mas
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Edición del jueves 2 de febrero de 2012.
¿Por qué tienen más los que tienen más? por Guillermo Sicardi (
i)
El 75% de los uruguayos creen que “el que tiene más” es porque “lo heredó”, “se aprovechó de otros” o “tuvo
suerte”. Sólo un 25% creen que el tiene más es debido a “sus propios méritosii, talentos y virtudes.
Es por este motivo que la moral detrás del grito de guerra “que pague más el que tiene más” tiene tantos
adeptos. Ven un acto de justicia quitarles dinero a unos para “repartir esa riqueza” entre los que “tienen
menos”, cuando en realidad, se trata de una gran injusticia. Si bien hay gente que tiene más porque actuó
indignamente, ese no es el caso de la mayoría y ninguno de ellos podrá exhibir sus bienes como logros, porque
no son tales.
¿Pero se ha puesto Usted a pensar por qué tiene más el que tiene más? Los que tienen más, (ya sea dinero,
conocimientos o amigos) es porque HACEN más: arriesgan más, estudian más y se esfuerzan más. Y lo hacen
porque “SON más”: más osados, más responsables o más inteligentes.
Veamos que sucede si aplicamos esta moral, para “repartir riqueza intelectual” en un liceo con 4 alumnos,
donde uno es “muy rico” en conocimientos (tiene “Sobresaliente”, nota 12) y otros 3 son “pobres”, ya que
apenas obtienen una nota de 5 (“Bueno Regular”). ¡Qué clase más injusta! El 75% está por debajo de la “línea
de pobreza intelectual” (que es un 6) y un 25% es extremadamente rico. Entonces aplicamos la “moral
redistributiva” y le quitamos 3 puntos al “rico” para “repartirlo” entre los 3 “pobres”. ¡Maravilloso! En pocos
minutos todos están por encima de la línea de pobreza intelectual. Ya no hay “burros” en la clase y la “brecha
entre ricos y pobres” ha disminuido. Un triunfo de la “política redistributiva”.
Al año siguiente, nuestro alumno Sobresaliente ya no tiene estímulos para esforzarse más porque sabe que no
le dejarán tener más de 9; entonces estudia menos, frecuenta boliches y asiste a los conciertos de los
Wachiturros. Pero como igual es muy inteligente (tiene talentos naturales) obtiene un 9. Mientras tanto, los
otros 3 alumnos “pobres” tienen estímulos para “seguir en la misma”, o sea, ni estudiar, ni trabajar. ¿Para qué
esforzarse más si el Profesor “generoso” les va a “repartir” un puntito “solidario” que le quitaron al talentoso?
Ahora todos tienen 6 puntos. ¡Un verdadero triunfo del modelo de igualación hacia abajo!
El gran problema será al año siguiente cuando nuestro Atlas deje de “sostener al mundo” con sus estudios, sus
pensamientos o sus innovaciones y se conforme –al igual que un Kung San- con un mísero 6 para “sobrevivir”.
Entonces, ¿de qué y de quiénes vivirán ahora los ignorantes, los mediocres y los haraganes?
La moral del liberalismo es diferenciar a las personas por sus talentos y sus virtudes, tal como reza el artículo 8
de nuestra Constitución. Que cada persona es libre de elegir qué hacer, de buscar su propia felicidad y no ser
esclavo de nadie, como tampoco exigir nada de otros. Su moral se basa en un intercambio libre y voluntario de
valor por valor y no valor por necesidad. Y reclama que el poder de Imperium del Estado no sea utilizado para
“sacarle a unos para darle a otros”, sino para crear las condiciones adecuadas que permitan a cada individuo
valerse por sí mismo, es decir, que sea libre.
Por otro lado está la moral colectivista; que predica que unas personas vivan del esfuerzo de otras; que nadie
vale por sí mismo sino para un “colectivo”, sea éste un Sindicato, un Partido o el propio Estado. Rechazan la
diferenciación y pretenden que seamos todos iguales, de tal manera que no existan logros individuales y así,
acabar con el individuo y su capacidad emprendedora.
Si quiere que sus hijos, amigos, vecinos o empleados tengan una actitud emprendedora y no una saqueadora,
explíqueles una y mil veces que el que tiene más, es porque hace más y porque es más; y que todos pueden
obtener logros como fruto de sus propias acciones y no de la suerte, de la corporación política o sindical y
menos aún de las prebendas estatales.
Hágalo con convicción y con la frente en alto. Y si aún tiene dudas, recuerde estas palabras de Edmund Burke:
“Para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada.”
i Guillermo Sicardi es Abogado, Máster en Administración de Empresas, Docente del Instituto de Innovación y Desarrollo Emprendedor de
la UDE y co-fundador de INICIADOR Montevideo, ONG que promueve el “Emprendizaje”: aprender a emprender.
ii Investigaciones realizadas por el Ing. Juan Carlos Doyenart de Interconsult