Pneumatología

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Pneumatología Índice 1 Introducción temática 2 Aproximación bíblica 2.1 Espíritu de justicia 2.2 Espíritu aliento de vida en el caos y la muerte 2-3 Padre de los pobres 3 Pneumatología en la tradición teológica de la Iglesia 3.1 Pneumatología patrística 3.2 Tradición cristiana occidental 3.3 La tradición oriental 4 Teología latinoamericana post-conciliar 4.1 Surgimiento de una teología latinoamericana 4.2 Líneas de fuerza de la teología de la liberación 4.3 Evolución socio-eclesial. Movimientos pentecostales y carismáticos 4.4 Evolución en la teología de la liberación 5 A modo de conclusión 6 Referencias Bibliográficas El Espíritu actúa desde abajo. Pneumatología desde américa latina 1 Introducción temática La reflexión sobre el Espíritu Santo (llamada Pneumatología, de “pneuma” que significa espíritu en griego) se ha desarrollado con fuerza en la Iglesia latina, sobre todo a partir del Concilio Vaticano II (1962-1965) y de la petición de Pablo VI para que se complementase la cristología y la eclesiología del Vaticano II con un mayor estudio y culto sobre el Espíritu Santo[1]. Sin embargo, la Pneumatología que durante el postconcilio se desarrolla en el Primer Mundo incide más en las dimensiones personales y eclesiales del Espíritu que en los aspectos históricos, sociales y políticos, tal vez

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PNEUMATOLOGIA

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Pneumatologandice1 Introduccin temtica2 Aproximacin bblica2.1 Espritu de justicia2.2 Espritu aliento de vida en el caos y la muerte2-3 Padre de los pobres3 Pneumatologa en la tradicin teolgica de la Iglesia3.1 Pneumatologa patrstica3.2 Tradicin cristiana occidental3.3 La tradicin oriental4 Teologa latinoamericana post-conciliar4.1 Surgimiento de una teologa latinoamericana4.2 Lneas de fuerza de la teologa de la liberacin4.3 Evolucin socio-eclesial. Movimientos pentecostales y carismticos4.4 Evolucin en la teologa de la liberacin5 A modo de conclusin6 Referencias BibliogrficasEl Espritu acta desde abajo. Pneumatologa desde amrica latina1 Introduccin temticaLa reflexin sobre el Espritu Santo (llamada Pneumatologa, depneuma que significa espritu en griego) se ha desarrollado con fuerzaen la Iglesia latina, sobre todo a partir del Concilio Vaticano II (1962-1965) y de la peticin de Pablo VI para que se complementase la cristologa y la eclesiologa del Vaticano II con un mayor estudio y culto sobre el Espritu Santo[1].Sin embargo, la Pneumatologa que durante el postconcilio se desarrolla en el Primer Mundo incide ms en las dimensiones personales y eclesiales del Espritu que en los aspectos histricos, sociales y polticos, tal vez inspirndose ms en LG 4 (el Espritu en la Iglesia) que en GS 11 y 44 (los signos de los tiempos).Se afirma, ciertamente, en estas Pneumatologas que el Espritu del Seor llena el universo (Sab 1,7), que sopla donde quiere y que como el viento no sabemos de dnde viene ni adnde va (Jn 3,8). Aunque no se reflexiona suficientemente desde dnde acta el Espritu.En cambio, en las dcadas 1970-1980, desde Amrica Latina y el Caribe se ha experimentado una irrupcin tan volcnica del Espritu desde los pobres, que nos ofrece una clave de lectura para discernir desde dnde acta el Espritu.En efecto, en las dcadas 70-80 en Amrica Latina hubo una irrupcin de los pobres en la sociedad y en la Iglesia que sacudi fuertemente la conciencia social y eclesial. Ms concretamente, los obispos reunidos en Medelln (1968) y en Puebla (1979) escucharon el inmenso clamor de los pobres, discernieron en ello la voz del Espritu, se comprometieron en la lucha contra las estructuras injustas e hicieron una opcin preferencial por los pobres, en los que vean el rostro del Seor crucificado.De este modo, la Iglesia latinoamericana realiz desde Medelln y Puebla una recepcin creativa y novedosa del Vaticano II, gracias a que tom conciencia de su responsabilidad como Iglesia local al discernir los signos de los tiempos que se manifestaban a travs del clamor del pueblo pobre y creyente.Fruto de este discernimiento y de estas opciones ha sugido un estilo nuevo y proftico de Iglesia en Amrica latina, de una riqueza comparable a otros momentos estelares de la historia de la Iglesia, como la poca de los Padres de la Iglesia, los movimientos medievales y modernos de Reforma, el perodo del siglo XX anterior al Vaticano II con el surgimiento de nuevas teologas, etc.As, aparece una plyade de obispos profticos y cercanos al pueblo, verdaderos Santos Padres de la Iglesia de los pobres que defendieron los derechos de los pobres e indgenas, incluso hasta el martirio (Romero, Angelleli, Gerardi). En este contexto nacen las Comunidades eclesiales de base que son otro modo de ser Iglesia. La vida religiosa, inspirada por la CLAR, se inserta en los sectores populares y pobres. Grupos numerosos de laicos se comprometen con la transformacin de la sociedad y con la evangelizacin, y las mujeres asumen un rol protagnico en estos procesos de cambio socio-eclesial. En este contexto ocurre el martirio de obispos, sacerdotes, religiosas, catequistas, obreros, indgenas, jvenes, pueblo inocente masacrado por gobiernos dictatoriales y militares que se proclaman defensores de la civilizacin cristiana occidental. Finalmente, nace en estos aos la teologa de la liberacin, la primera reflexin teolgica original desde Amrica Latina.En este contexto histrico se puede discernir que el Espritu ha actuado y acta claramente desde abajo, desde los pobres de la sociedad y de la Iglesia y que, aunque llama a todos a colaborar en la tarea del Reino, siempre lo hace desde la perspectiva de los pobres y a favor de ellos.Esta clave hermenutica de la realidad y del Espritu, nos ayuda a releer la tradicin bblica y teolgica de la Iglesia y a poner los fundamentos de una Pneumatologa latinoamericana desde abajo, que sea un aporte para toda la Iglesia.2 Aproximacin bblicaQu aportes encontramos en la Biblia para una Pneumatologa desde abajo?2.1 Espritu de justiciaPara el Antiguo Testamento los trminos derecho y justicia no significan solamente juzgar, sino ejercer el derecho y la justicia para con los pobres, como hizo Yahv en el xodo, como realizaron los Jueces de Israel, como anunciaron los profetas que se realizara en los tiempos mesinicos. Todas esta actuaciones son fruto del Espritu de justicia ( Is 28; Miq 3, 8-10; Is 11, 1-9; Ez 36, 27-28; Jl 3, 1s).Este Espritu es el que desciende sobre Jess en el bautismo (Lc 3, 21-22 y paralelos) y el que le unge para su misin (Lc 4, 16-30 citando Is 61). Este Espritu es el que en Pentecosts desciende sobre la Iglesia naciente y produce frutos de solidaridad y exclusin de la pobreza (Hch 2, 44-45; 4, 32-37). Es el Espritu que Jess promete a sus discpulos para que puedan continuar su misin (Jn 16,7-11).Es el Espritu contrario a las obras injustas de la carne (Gal 5, 13-25), el Espritu que nos impulsa a amar a los hermanos (Rm 5, 1-5), el Espritu que anticipa la justicia escatolgica de Dios en favor de los pobres (Mt 25, 31-45).2.2 Espritu aliento de vida en el caos y la muerteEl Espritu Creador es aquel que en el caos, confusin y oscuridad del origen de la creacin se cierne sobre las aguas alentando vida (Gn 1,2), el que por el soplo divino da vida al primer hombre (Gn 2,7) y desde entonces vivifica la humanidad hacia la escatologa, como una madre que engendra a sus hijos para la vida[2]. Pero el Espritu no slo engendra la vida, sino posibilita el pasaje de la muerte a la vida como anunciaron los profetas (Ez 37,1-14).En el Nuevo Testamento, el Espritu de vida engendra a Jess en el seno de Mara virgen (Lc 1, 35), como antes haba dado fertilidad a mujeres estriles, madres de grandes figuras de Israel. Para Juan, el Espritu es vida y da vida (Jn 10,10), no una vida meramente natural (bios) sino una vida eterna, participacin de la misma vida divina (zoe). Y este Espritu brota del corazn muerto y traspasado de Jess en cruz (Jn 19, 30.34), desde abajo. Este Espritu da la vida a los bautizados, nos resucitar, como resucit a Jess (Rm 8, 11) y tambin liberar a la creacin de la esclavitud y de los dolores de parto (Rm 8, 22-23).2-3 Padre de los pobresEsta expresin del himnoVen Espritu Creadorrecoge el amor paterno-materno del Espritu hacia los pobres y pequeos, a quienes han sido revelados los misterios del Reino, como Jess lleno de Espritu reconoce y agradece al Padre (Lc 10,21-22; Mt 11,25-27). El Espritu que clama por el grito de los pobres es el mismo que acoge su oracin y se convierte en su padre y protector, como sucedi en Egipto (Ex 4, 3). Es el Espritu que mueve a los pastores a adorar al Nio en Beln (Lc 2, 8-29) y el que lleva al templo a Simen y Ana para revelarles el Mesas (Lc 22-28). Es el Espritu que nos hacer clamar a Dios Padre (Rm 8,15; Gal 4,6). Es padre y madre, protector,goel, padrino de los pobres.Podramos resumir lo dicho afirmando que en toda la historia de salvacin el Espritu acta desde los marginados, desde abajo, desde la periferia, utilizando medios pobres y desproporcionados, para que el pueblo camine animoso hacia el Reino. Es una lgica contraria al racionalismo moderno, pero es la lgica delMagnificaten la que Mara canta la misericordia del Seor que se ejerce en los pequeos, humildes y hambrientos (Lc 2,46-55).3 Pneumatologa en la tradicin teolgica de la Iglesia3.1 Pneumatologa patrsticaNo sera correcto proyectar en los Padres de la Iglesia Oriental de los siglos IV y V (Basilio, Gregorio de Nacianzo, Gregorio de Nisa, Atanasio, Juan Crisstomo) esta problemtica actual, aun ms cuando muchos de ellos estn preocupados por los problemas trinitarios y, en concreto, por defender la divinidad del Espritu atacada por los herejes que afirmaban que el Espritu era una criatura excelsa aunque no Dios, ni objeto de adoracin. El Concilio de Constantinopla (381) afirma que el Espritu es Santo, Seor y dador de vida, procede del Padre y juntamente con el Padre y el Hijo es adorado y glorificado. En su accin hacia fuera, el Espritu habl por los profetas, est presente en la Iglesia, en el bautismo para la remisin de los pecados, en la resurreccin de los muertos y en la vida del siglo futuro.Aunque los Padres de la Iglesia no relacionan directamente el Espritu con la justicia, ellos reconocen la presencia del Espritu en la vida de los fieles. Si el Espritu no fuera Dios, los cristianos no podran ser divinizados.En Occidente, Agustn (s. IV-V) concibe al Espritu como el lazo amoroso de comunin que une al Padre con el Hijo, comunin de la que participan los cristianos. Ya antes Ireneo de Lyon (s. III) haba comparado al Hijo y al Espritu con las dos manos con las que el Padre crea y dirige la historia de la humanidad hacia la realizacin de su designio divino. Ambas manos son diferentes pero se complementan recprocamente: el Espritu prepara la venida del Hijo al mundo, el Hijo encarnado derrama su Espritu despus de la Pascua a sus discpulos, el Espritu lleva a trmino la misin de Jess en la Iglesia y en la humanidad.Paralelamente a estas reflexiones trinitarias, se da en los Padres de la Iglesia un vigoroso desarrollo de las dimensiones ticas y sociales de la fe sobre dignidad de la persona humana, el destino universal de los bienes, la necesidad de la limosna y de atender a los pobres. etc. Ellos mismos, conscientes de la profunda unidad entre el sacramento del altar y el sacramento del hermano, atienden a multitud de hurfanos, viudas, forasteros, enfermos, prisionerosPero no aparece claramente en los Padres una conexin explcita y directa entre el Espritu y los pobres, entre Espritu y justicia, como habamos visto en la tradicin bblica, aunque no sera difcil articular ambos temas.3.2 Tradicin cristiana occidentalLa tradicin teolgica occidental ha estado muy marcada por Agustn, asimilado y profundizado por Toms de Aquino y se ha concentrado sobre todo en la dimensin intratrinitaria del Espritu y en sus efectos personales (los siete dones del Espritu segn Is 11, 2-3), como aparece en los himnos medievalesVen santo EsprituyVen Espritu creador.Ha habido muy poca incidencia de la Pneumatologa en la eclesiologa que mantiene el esquema Dios-Cristo-Iglesia, por ello en la eclesiologa prevalece la dimensin jerrquica y sacramental con poca atencin a lo laical y carismtico.Sin embargo, frente a esta situacin teolgico-eclesial que se fortalece en la Edad Media, sobre todo a partir del siglo XI, surge el polo proftico de los movimientos laicales populares (s XII y XIII) que reivindican la dimensin del Espritu y desean volver a la pobreza evanglica. Algunos quedan excluidos de las Iglesia oficial, mientras que los mendicantes (franciscanos, dominicos) fueron reconocidos por Roma. Un monje de Calabria, Joaqun de Fiore (1132-1202) defiende la era del Espritu como el Tercer Reino que sucede al Reino del Padre (Antiguo Testamento) y al Reino del Hijo (Nuevo Testamento). Aunque esta teora fue condenada, obtuvo gran influencia en el mundo filosfico y poltico, ya que vieron en ella la posibilidad de la accin del Espritu no solo en la Iglesia, sino tambin en la historia.La Reforma (s XVI), tanto protestante como catlica, es sin duda un movimiento espiritual surgido desde abajo para reformar la Iglesia y volver a la Palabra, a Cristo y a la cruz, aunque luego ambas Reformas se separasen por sus diferentes posturas eclesiales. Tambin en la evangelizacin de Amrica latina (s XVI-XVII) hubo figuras profticas suscitadas por el Espritu que defendieron a los indgenas y esclavos africanos frente a los conquistadores hispano-lusos: Montesinos, Las Casas, Anchieta, ClaverLa revolucin francesa (s XVIII), con sus excesos, provoc en toda la Iglesia un movimiento restauracionista y contra-revolucionario, sin percibir -como ms tarde afirmar Pablo VI- que los ideales de la libertad, fraternidad e igualdad eran profundamente evanglicos. Tampoco se entendieron desde Roma los movimientos de independencia de Amrica Latina que, comenzando por Hait, se extendieron por todo el continente.Esta tendencia conservadora se manifestar en el Vaticano I (1870) y, luego, en las posturas de Po X contra el modernismo (1907) y de Po XII contra la nueva teologa europea (1950), sin comprender ni a la minora del Vaticano I, ni los elementos cuestionantes y positivos de estas teologas.No es extrao que los cristianos orientales acusen a la Iglesia latina de cristomonismo, es decir, de centrar la fe solamente en Cristo, olvidando al Espritu. Esta ausencia del Espritu se compensa en la prctica con algunos sucedneos como la devocin a Mara, al Papa y a la eucarista.En resumen, durante estos largos siglos la Iglesia latina, aunque profes su fe trinitaria, no desarroll una verdadera Pneumatologa, reduciendo el Espritu a la jerarqua y a unos pocos msticos, sustituyendo el Espritu por otras dimensiones eclesiales. En todo este largo perodo no falt la accin caritativa de muchos grupos cristianos, aunque sin especial vinculacin con el Espritu, y -sobre todo- hubo movimientos profticos suscitados por el Espritu desde la base eclesial y social que postulaban una Iglesia ms evanglica y una sociedad ms libre, justa y fraterna.Habr que esperar a los movimientos teolgicos y sociales de mitad del siglo XX y al proftico Juan XXIII, venido desde la base y que deseaba una Iglesia de los pobres, para poder recuperar la Pneumatologa en la Iglesia occidental.3.3 La tradicin orientalLa tradicin oriental siempre ha acentuado fuertemente la importancia del Espritu, tanto en la teologa trinitaria como en la Iglesia y el mundo. De ah nace una teologa y una praxis eclesial que resaltan las dimensiones experienciales, trinitarias, comunitarias, litrgicas, csmicas y escatolgicas de la fe cristiana. Citemos algunos de estos telogos orientales que han desarrollado la Pneumatologa: Serge Boulgakov, Vladimir Lossky, Paul Evdokimov, Olivier Clment, John D Zizioulas Jean Meyendorff, Boris Bobrinskoy[3].El Espritu que precede y gua la vida de Jess es el que posibilita que la Iglesia viva la comunin trinitaria, que la misin sea un Pentecosts, la liturgia sea invocacin al Espritu (epclesis) y la accin cristiana sea una transfiguracin de la historia y del cosmos. El Espritu nos comunica la vida divina, nos diviniza. La Trinidad no es solo objeto de contemplacin a travs los conos, sino que constituye un verdadero programa social: un mundo de comunin y participacin, en libertad y respeto a las diferencias.Sin embargo, la revolucin comunista fue una dura prueba para la Iglesia Oriental: una crtica al pietismo individualista de muchos cristianos poco comprometidos con la historia y un llamado apocalptico a una mayor integracin entre fe y justicia, entre Pneumatologa y los pobres. Pero, a pesar de estas deficiencias, la rica teologa del Oriente ofrece muchos elementos para una Pneumatologa desde abajo.4 Teologa latinoamericana post-conciliar4.1 Surgimiento de una teologa latinoamericanaComo ya hemos visto, el Vaticano II fue un evento pentecostal para la Iglesia, preparado providencialmente por una serie de movimientos teolgicos centroeuropeos (movimientos bblico, patrstico, litrgico, ecumnico, social) y, sobre todo, por la figura carismtica y popular de Juan XXIII que convoc el concilio Vaticano II (1962-1965).El Vaticano II posee una serie de afirmaciones e intuiciones pneumatolgicas (LG 4; GS 11), pero no llega a elaborar una Pneumatologa. Por otra parte, el Vaticano II tampoco logr asumir el deseo de Juan XXIII de una Iglesia de los pobres: solo hay alguna breve alusin a este tema (LG 8; GS 1).Por esto, no nos puede extraar que la Pneumatologa post-conciliar desarrollada en el Primer Mundo no aborde el tema de los pobres ni una Pneumatologa desde abajo.Frente a esta situacin, la irrupcin volcnica de Espritu en Amrica Latina de los aos 70-80 nos ofrece nuevas posibilidades para articular una Pneumatologa desde abajo. En este contexto socio-eclesial surge la teologa de la liberacin, primera teologa de Amrica Latina que no es mero reflejo de la teologa europea. Esta nueva teologa supone una recepcin creativa del Vaticano II, ligada a las conferencias de Medelln (1968) y Puebla (1979). Son conocidos los nombres de sus principales protagonistas: G.Gutirrez, H. Assmann, J.L. Segundo, E. Dussel, L.Boff, I. Ellacura, J. Sobrino, P. Richard, J.B.Libanio, F. Betto, J. Comblin, C.Mesters, J.C Scannone, R.Muoz, D. Irarrzaval, A. Quiroz, etc.4.2 Lneas de fuerza de la teologa de la liberacinLa teologa de la liberacin parte de la realidad socio-eclesial del pueblo, escucha el clamor de los pobres y descubre en ellos el rostro del Crucificado. Esto supone una verdadera experiencia espiritual. Esta realidad, iluminada por la Palabra, ayuda a ver que la pobreza es pecado, contraria al proyecto del Reino de Dios. Proyecto que se nos ha revelado a travs del Jess histrico de Nazaret, por medio de su predicacin, sus opciones por los pobres, su defensa de la vida, su denuncia de estructuras socio-religiosas opresoras, lo cual lo lleva a muerte. La resurreccin de Jess es la confirmacin del Padre de que el camino de Jess era el verdadero camino. La venida del Espritu sobre los discpulos hace nacer una Iglesia que tiene la misin de proseguir la obra de Jess en la historia. De aqu surge el compromiso con el Reino, la opcin por los pobres, la defensa de la vida, la denuncia de las situaciones de muerte y todo ello en el seguimiento de Jess.Este teologa no tiene inspiracin marxista, sino evanglica; no es simple sociologa poltica, sino autntica teologa que aborda todos los temas teolgicos, desde la Trinidad a la escatologa; no sustituye a Cristo por el pobre, sino que contempla a Cristo presente en el pobre; no es antijerrquica sino que busca que toda la Iglesia sea un Pueblo de Dios mesinico; no es simple ideologa, sino que lleva a la praxis e incluso al martirio.4.3 Evolucin socio-eclesial. Movimientos pentecostales y carismticosLos cambios polticos de fines de los 80 con la cada del socialismo del Este, la evolucin democrtica de la mayora de pases de Amrica Latina y el Caribe, el invierno eclesial de los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, el ambiente cultural post-moderno, la emergencia de nuevos actores sociales y eclesiales (indgenas, afros, mujeres, jvenes), el desafo de la ecologa, la proliferacin de movimientos carismticos y pentecostales, afectan a la teologa de la liberacin.Concretamente el llamado movimiento pentecostal evanglico constituye, segn J.Comblin, el mayor impacto religioso acontecido desde la Reforma del siglo XVI. Es el que ms crece en las Iglesias, el ms popular, el que se difunde en las diversas Iglesias histricas. En Amrica Latina, los ms pobres entre los pobres acuden no a las comunidades de base, ni siquiera a la renovacin carismtica catlica, sino a los movimientos pentecostales.Estos movimientos acogen a los ms desesperados de la sociedad moderna excluidos por el sistema neoliberal- y les ofrecen un supermercado de la fe, con acentos mgicos, sincrticos y utilitaristas. Pero muchos de sus adeptos pasan por una profunda conversin que les lleva a abandonar drogas, alcoholismo, abusos sexuales y violencia familiar.Lo ms caracterstico del pentecostalismo, sobre todo del clsico, es el proceso que lleva de la conversin por obra del Espritu, al bautismo del Espritu que es una profunda experiencia emocional donde se acepta a Cristo como Salvador, se es posedo por el Espritu y se reciben dones extraordinarios como glosolala, profeca y discernimiento. Sus pautas teolgicas parten de un puritanismo de ser los elegidos, un dualismo radical entre Espritu y mundo material, una visin exclusivamente individualista del pecado.Hay en ellos un ambiguo entusiasmo emotivo colectivo, supermercado religioso en el neopentecostalismo y, sobre todo, un alejamiento de la responsabilidad pblica y social. Su xito se debe -sobre todo- al hecho de que en medio de la anomia social y de la exclusin que experimentan desde gran parte de la sociedad y desde las mismas Iglesias histricas, se sienten acogidos, valorizados y ayudados por las Iglesias pentecostales, con capacidad de palabra y de expresin, en cultos a su alcance que les llenan de alegra y mejoran su vida.La renovacin carismtica catlica nacida en Estados Unidos en 1966, se extendi rpidamente por Europa, Amrica Latina y el resto del mundo. Tanto Ratzinger como Y.M. Congar ven en este movimiento un fruto positivo del Vaticano II[4].Los que participan de este movimiento aseguran haber experimentado por primera vez la libertad del Espritu, el don de la salvacin, un nuevo nacimiento en el Espritu, la pertenencia a la comunidad del Seor y se han sentido renovados, convertidos, transformados, regenerados, llenos de alegra y gozo. Su parecido con los movimientos pentecostales es grande, aunque la renovacin carismtica se centra de ordinario en la celebracin eucarstica.La crtica que se ha hecho a la renovacin carismtica es semejante a la que se ha hecho a los movimientos pentecostales: peligro de emocionalismo psicolgico, individualismo, falta de discernimiento, apego a dones extraordinarios como glosolala, evasin de tareas y compromisos sociales (huelga social). Adems, desde el punto de vista catlico, se ve el riesgo de convertirse en comunidades de la Palabra, poca clarificacin entre el bautismo del Espritu y la confirmacin, poca participacin en la pastoral de conjunto, peligro de constituir una especie de secta catlica.Los lderes del movimiento carismtico reaccionan ante estas crticas dando criterios de discernimiento en la lnea de 1 Cor 12. Ciertamente, desde sus orgenes hasta nuestros das, ha habido un proceso de maduracin y de purificacin muy positivo, una mayor formacin bblica y teolgica, una mayor insercin eclesial en la pastoral, un mayor discernimiento, un mayor compromiso apostlico y social.En Amrica Latina muchos pobres acuden a estos grupos, seguramente por los mismos motivos de anomia social que otros acuden a los pentecostales. Entre ambos grupos crece un sentido de acercamiento ecumnico.Estos movimientos pentecostales y carismticos interpelan a las Iglesias histricas. Frente a un tipo de estructura religiosa demasiado rgida y racionalista, expresada en dogmas, escrituras y normas, hay una bsqueda de una espiritualidad ms experiencial, carismtica, mstica y entusiasta, ms sensible a la corporalidad y a la dimensin afectiva, ms abierta a lo comunitario, ms popular, ms sensible a la espiritualidad que a las estructuras religiosas. Hay una interpelacin pneumatolgica.4.4 Evolucin en la teologa de la liberacinAunque la pobreza no solo permanece sino que aumenta en Amrica Latina, de modo que se pasa de explotados a descartados y sobrantes, el nuevo imaginario socio-eclesial afecta a la teologa de la liberacin. Esta se abre ahora a la teologa indgena y afro, a un mayor protagonismo de las mujeres en la teologa, a la reflexin ecolgica, a una valoracin positiva de la religiosidad popular. Surgen tambin interrogantes sobre la teologa de los comienzos: demasiado voluntarista, paternalista y androcntrica? un tanto ingenua en sus anlisis sociales y polticos? riesgo de milenarismo?Pero, quizs, la mayor crtica sea su deficiente Pneumatologa. La teologa de la liberacin que parte desde abajo, es un evento espiritual y suscita una verdadera espiritualidad, sin embargo, ha sido poco pneumatolgica en su reflexin.Por esto, en los ltimos aos, diversos telogos y telogas como J. Comblin, L. Boff, M Clara Luccheti de Bingemer, M J. Caram, D. Irarrzaval han puesto las bases para una Pneumatologa latinoamericana. Esta reflexin constata la actuacin del Espritu, no solo en las personas y en la Iglesia, sino en el mundo, en la creacin y su evolucin, en la historia y muy concretamente en los pobres. A travs del clamor de los pobres, a travs de su bsqueda de libertad, de dignidad y de palabra, de su lucha por la vida, acta el Espritu. El Espritu acta desde abajo y siempre en favor de los oprimidos, hace pasar de la muerte a la vida.No se puede identificar al Espritu meramente con los fenmenos extraordinarios (don de lenguas), sino que el Espritu se relaciona con el servicio, el amor, la alegra en las tribulaciones, la lucha por una vida digna, la solidaridad, el sentido de gratuidad y de fiesta, la oracin y la esperanza, el seguimiento de Jess a cada da. Tambin se ve al Espritu en estrecha relacin con el clamor de la tierra por su liberacin, en conexin con el respeto a la mujer (ecofeminismo). La dimensin religiosa y cultural de las tradiciones originarias es fruto del Espritu, lo mismo que su rica religiosidad y espiritualidad popular. Surge un macro-ecumenismo que lleva a dialogar no solo con las diferentes Iglesias cristianas, sino tambin con las religiones originarias y con otras confesiones religiosas.Naturalmente, esta Pneumatologa que comienza a surgir desde abajo no es ingenua, y ve la necesidad de un serio discernimiento de los signos de los tiempos, siempre a la luz de la vida, muerte y resurreccin de Jess de Nazaret.Esta Pneumatologa desde abajo deber profundizarse desde el misterio Trinitario, desde un Padre que -al entregarnos a Jess por amor- se empobrece; desde el Hijo que se anonada en la encarnacin nazarena; desde el Espritu que se oculta en la voz de los pobres y pequeos. La opcin por los pobres est implcita no solo en nuestra fe cristolgica (Benedicto XVI), sino tambin en nuestra fe pneumatolgica en el Espritu Santo, Seor y dador de vida.5 A modo de conclusinLa irrupcin volcnica del Espritu en Amrica Latina -en torno a los aos 60-70- nos ayuda a comprender que el Espritu acta desde abajo. Esta intuicin se confirma a partir de la Escritura que nos revela al Espritu presente, especialmente en momentos de crisis y caos, hace pasar del no ser al ser y de la muerte a la vida, suscita movimientos profticos en defensa del derecho y la justicia, al servicio de los pobres y pequeos, unge a Jess para evangelizar a los pobres.Sin embargo, la Pneumatologa tradicional ha estado ms preocupada por cuestiones intratrinitarias y por temas meramente intraeclesiales, que por la presencia viva del Espritu en la base de la sociedad y de la Iglesia. La teologa de la liberacin, muy sensible al clamor de los pobres, pero hasta hace poco con solo una Pneumatologa incipiente, comienza ahora a integrar liberacin y Espritu, superando el riesgo del excesivo voluntarismo tico y completando la cristologa y la eclesiologa con una Pneumatologa desde abajo que recoja la tradicin bblica y lo mejor de las corrientes profticas de la Iglesia.Esta Pneumatologa se abre a los pobres, a las culturas, a las religiones, a los indgenas y afros, a las mujeres y jvenes y, de un modo especial, a la problemtica ecolgica de la tierra y de todo el cosmos. Este Espritu es el fundamento de la opcin de Jess y de la Iglesia por los pobres. Nos revela a una Trinidad que por amor se vaca hacia el mundo y quiere -desde los pobres- realizar su proyecto del Reino de filiacin y fraternidad universal.El nuevo obispo de Roma, Francisco, venido del fin del mundo y que ha vivido las opciones de la Iglesia latinoamericana, es quien hoy nos exhorta a salir a la calle, ir a las fronteras y reformar la Iglesia para que sea una Iglesia pobre y de los pobres. Esto actualiza y confirma la importancia de una Pneumatologa desde abajo, pues el Espritu es tradicionalmente el padre de los pobres.Victor Codina, SJ, Universidad Catlica de Cochabamba, Bolvia.6 Referencias BibliogrficasBOFF, L,O Espiritu Santo, Vozes, Petrpolis 2013CODINA, V,El Espritu del Seor acta desde abajo, Sal Terrae, Santander (en prensa)COMBLIN, J,El Espritu Santo y la liberacin, San Pablo, Madrid 1987___________O Espirito Santo e a tradiao de Jess, Nhanduti, So Bernardo do Campo 2012Para saber msBINGEMER, M C, El amor escondido,Concilium,342, Septiembre 2011, 63-76.CARAM, M J,El Espritu en el Mundo Andino, Una Pneumatologa desde los Andes,Verbo Divino, Cochabamba 2012CODINA,V,Creo en el Espritu Santo, Santander 1994____________No extingis el Espritu,Sal Terrae, Santander 2008CONGAR Y-M,El Espritu Santo, Herder, Barcelona 1983DURRWELL, F.X,El Espritu del Padre y del Hijo,Paulinas, Madrid 1983EDWARDS, D,Aliento de vida. Una teologa del Espritu creador, Verbo Divino, Estella 2008IRARRZAVAL, D, Conversin vivencial del Espritu en Sudamrica,Concilium342, septiembre 2011, 137-147GUITRREZ, G,Beber en su propio pozo, CEP, Lima 1983MHLEN, H, Espritu, Secretariado Trinitario, Salamanca 1974[1]Pablo VI, Audiencia general del 6 de junio de 1973; esta afirmacin es recogida por Juan Pablo II en su encclica sobre el Espritu Santo,Dominum et vivificantem, 1986, n 2[2]Espritu en hebreo esruah,de gnero femenino.[3]No queremos entrar aqu en cuestiones ms tcnicas sobre el conflicto trinitario entre Oriente y Occidente en torno al tema delFilioque, ni en las modernas propuestas orientales sobre elSpirituque.Cfr V.Codina,No extingis el Espritu,Santander 2008, 229-241; V-Codina, Los caminos del Otiente cristiano, Santander 1997, 91-98[4]V. Messori, J.Ratzinger,Rapporto sulla Fede, Milano 1985; Y.M.Congar,El Espritu Santo, l.c, 349-415, con bibliografa.