Poblamiento prehispánico del valle de Aburrá. Nuevos apuntes sobre un discurso fragmentado.

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Departamento de Antropología

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Síntesis crítica de la arqueología del valle de Aburrá (Medellín) a principios del milenio.

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  • Departamento de Antropologa

  • ISSN 01202510 Bol .Antropol. Boletn de An tropo log a Universidad de AntioqUl8 Facultad de Ciencias Sociales y Humanas Departamento de Antropologa Medelln. Colombia

    Edicin Especial Boletin de Antropologia Universidad de Antioquia

    Cubierta: Archivo Graciliano Arcila Vlez, Museo Unversitario Universi-dad de Antioquia

    Solicitamos canje. We request exchange. Nous solicitions change Universidad de Antioquia Facultad de Ciencias Sociales y Humanas Departamento de Antropologa Apartado 1226 Direccin electrnica: [email protected],edu.co Mede!ln. Colombia

    Ed ilado por. Departamento de Antropolog ia Facultad de Ciencias Sociales y Humanas Museo Universitario Universidad de Antioquia

    Tiraje: 1.000 ejemplares Diseo cartula: Sandra MariaArango Mejia Imprenta Universidad de Antioquia

    Diseo, diagramacin e impresin: Imprenta Universidad de Antioquia Telfono: (54?) 210 53 30 Direccin electrnica: [email protected] edu.co

  • Contenido 9 Presentacin 13 Palabras del Seor Rector de la Universidad de Antioquia 17 Graciliano Arcila y la arqueologa en Antioquia

    Carla Emilio Piazzini Surez

    41 Contribucin de Graciliano Arcila Vlez al conocimiento bioantropolgico de la poblacin amerindia nativa colombiana

    Javier Rosique Gracia

    71 Arqueologa de Antioquia balance y sntesis regional Gustavo Santos Vecino, Helda Otero de Santos

    125 Poblamiento prehispnico del vallede Aburr: nuevos apuntes sobre un discurso fragmentado Mauricio Obregn Cardona

    157 De la arqueologa temprana de los bosques premontanos de la Cordillera Central colombiana Francisco Javier Aceituno Bocanegra

    185 La nacin de entre los tres ros, o ensayos de relectura sobre fuentes documentales Sofa Bolero Pez

  • Con el correr de la conversacin he auve ido que el oialogo es un genero literario, una forma indirecta de escnbir,

    El deber de ladas las cosas es ser Ul13 fel;cldad , si no son urla felicidad

    son mioles o pe~'udlciale "

    A esta altura de mi vida siento estos diaiogas como una felicidad

    Las polmica I inl/liles, ~slar de ntemamo d un lado o dal oi'ro es un errcr. sobre fodo SI se oye

    la conversacin como una polmica, SI se la './e como un Juego en el cual algUien gana y alguien pIerde

    El dialogo tiene que ser una Investlgac:on y poco Importa que la vero'ad salga

    de boca de linO o -:le boca de otro Yo he ,'raiado de pensar, al conversar. que s indlferenf Ile

    yo tenga razn o que tenga razon ~J8led , ,

    orge Luis Borges

  • Poblamiento prehispnico del valle de Aburr: nuevos apuntes

    sobre un discurso fragmentado Mauricio Obregn Cardona

    Docen!e de' de.::ar:amento de Artropologia Uf\:\/erSldad de Antloqua Direccin electrnica: mapana@hotmail ,com

    Los arquelogos ... despus de Graciliano Desde los trabajos pioneros de Graciliano Arcila Vlez (977),

    hasta las investigaciones ya clisicas de Neyla Castillo (995) en la ladera occidental del Valle de Aburr y de Gustavo Santos ( 995) en el cerro el Volador, el discurso y la praxis arqueolgica local se han

    desarrollado fundamentalmente alrededor del Departamento de Antropologa de la ni\' . de Antioquia. Parto de la consideracin de que estos trabajos, que cimentaron buena parte de La

  • praxis acadmica arqueolgica en Antioquia. se ba.saron en una concepcin etnicista de la cultura materal. que asimil a priori los conjuntos de artefactos o estilos cermicos definidos por los investigadores.' con entidades tnicas autoidentificlldas (la idea corriente de los gl1lpos porta-dore, del estilo .. . ).

    Esta postura terica. asociada en el campo epistmico a una concepcin positivista del conocimiento, trajo impoltlntes cOllsl'cuencas 3. la hora de fom1Ular preguntas e interpretacio-nes en los procesos de investigacin desarrollados en esta regin: redujo durante dos dcadas el

    '26 hOlizonte de discusin. restringiendo la cronologa a la sucesin mecnica de estilos, la interaccin a la dispersin simple de rnsgos fonnales. r el cambio social a las explicaciones caL1S1rofistas que pre.suponen eventos calicos tales como invasiones y extem1inios, la decadencia de las culturas y :1lgunos desastres naturales.

    EIl su prctica. esta tradjcin ha sido coherente con la fonnulacin y desarrollo de estra-tegias de investigacin que conceden, an hoy en da. un valor esencialista a los datos (la creencia en "datos puros", en "tieslos que habbn ". etc. . . ) paniendo de una nocin del mtodo y de las tcnicas como procedimientos norm cer;iIlIlCU$ 'ferren;' . "marrrn inciso", "t:mlo'

    Construyendo el pasado . Cincuenta aos de arqueologa e A.nt ioqu l8

  • B li I P. r 1 n d e A, l' t [ o p IJ I [ll~ 11 U'. ~ .: : _ _ .. _ ~ ~ ~

    la formulacin de n periodizacin en el que aJ. :UOJL3Jm base de la definicin de al cermicos, diversos mom n fases fonl1ulada~ iniciaJmente ca

    el predominio cronolgico de aJguno de los estilos cermicos definidos, los cuales fue ron derados representativos de gmpos tnicos bien diferenciados. Estos investigadores y buen . de sus discpulos asociaron mediante procedimientos especulalivos, no siempre sislem e -. infom1aciones y coneturas sobre los patrones espaciales de dispersin de vestigios (formuI:lI do algunos patrol1es de asentamiento y de enterramiento), sobre las actividades econmicas d - -rrolladas (agricultura y minera). sobre el nivel de organizacin de la produccin (suponiendo la existencia de especialistas) y sobre el nIvel de la organizacin poltica de las respectivas comu-nidades (presuponiendo la existencia de jerarquas sociales hereditarias: lambin llamadas jefa-turas o cacicazgos) .

    Durante la primera mitad de la dcada pasada. la prospeccin de la ladera occidental del Valle de Aburr (Castillo, 1995) y las excavaciones de estructuras funerarias y aterrazamientos de vivienda en el cerro el Volador (Santos, 1995) , se constituyeron de hecho, en el departamento de Antioquia, en los modelos que siguieron la mayor parte de los trabajos de investigacin en arqueologa desarrollados en la segunda mitld de la dcada, tanto aquellos relacionados con obras de infraestructura, como las investigaciones correspondientes a las monografas acadmi-cas y trabajos de grado. Los nuevos trabajos asumieron sin mayores cuestionamientos los presu-puestos tericos y epistmcos que haban incol1lorados sus profesores en aos anteriores.

    Hacia mediados de los noventa, y en relacin directa con el desarrollo de los trabajos de arqueologa de rescate en el proyecto hidroelctrico Porce II (Castillo, 1998). se incof1loraron Iluevos elementos al modelo de investigacin local, especialmente a nivel de las tcnicas de campo y de los anlisis de laboratorio. Estas nuevas herramientas. muy en la lnea de la arqueo-loga procesual, fueron asumidas por algunos egresados activos, quienes se formaron en el proyecto y trabajaron con la Universidad de Anlioquia. o se integraron a diversas Onnas co toras. que desarrollaron numerosas investigaciones en el n1lfCO de la gestin de las obr infraestructura, ell divel'.)Js ZOl1:lS de Antioquia.

    Tambin hacia principios y mediados de los noventa se incorporaron' la comuJlid.Jd acadmica arqueolgica local nuevos investigadores, que desde perspectiv~ di\ rsas enriquecie-ron, algunos ms otros menos, tanto el instrumental tcnico con qu _ desarrollaban l' .

    investigaciones~ como las posiciones tericas, las preguntas y las discusion a parti r de las cual

  • se vena construyendo el conocimiento acadmico sobre el pasado en esta regin de Colombia.' Considero importante sealar, adems, que dentro de las nuevas generaciones de arquelogos que se integraban aj mercado labora! local , se encontraban algunos egresados que contaban con formacin acadmica colateral en diversas disciplinas (ciencias naturales e ingenieras, historia, geografa, etc) lo que sin duda tambin contribuy a la diversidad de miradas, y por lo tanto, a la crtica y al enriquecimiento del campo disciplinar local durante la segunda mitad de los noventas y principios de la presente dcada.

    Teniendo en clIenta esta dinmica, considero que ha sido este ambiente de apertura y de discusin, propiciado en parte por la diversidad de miradas en la comunidad local )' en parte por un nivel de integracin mayor de nuestros investigadores con el mbito nacional e internacio-

    naL~ el que ha f1rorecido la crtica de los procedimientos y postulados tradicionales y ha estimll-lado el surgimiento de nuevas dinmicas de investigacin hacia finales de los noventas y co-

    12B . mienzos del presente siglo.

    Consecuentemente. y desde mi comprensin de los procesos vividos por nuestra comuni-dad acadmicL resulta claro que, con posterioridad al auge de las investigaciones desarrolladas en el marco de la arqueologa de rescate, se registra en el departamento de Antoquia el surgi-miento de un conjunto de trabajos de investigacin y de reflexiones tericas que han incorpora-do elementos novedosos al c3mpo disciplinario local. Entre los diversos aspectos que se han introducido recientemente, considero impOrL'Ulle destacar. entre otros los cuestionamientos a los fundamentos epistmicos de la praxis y el discurso acadmico arqueolgico (Bem1dez y Quin-Lero. 2001: Villa. 2000; Obregn, 1999: Piazzini, 1995, 1998): la visihilizacin de su dimensin poltica (Rodrguez, 2002; Gnecco, 1999: Molina 1997: Obregn 1997): el cuestionamiento y replanteamiento de las cronologas, descripciones y explicaciones tradicionales (Langebaek, el al. 2002; Agudelo. el al. 1999: Correa, 1997: Acevedo, el al. 1995: Castillo, 1995): la visibilizacin

    A plincipos de lo. noventa, Luis .arlQs .\Iner: !krmdez. con fIJ nllacin arqueolgica en \Ixico (prt'grado) r en frandalposgrado); Gonzalo C;t,tro H~rn;'nde2 con filnn acin lfqueolgica en Suecia, y Carlos Ed lardo l.pe2. COIl pl gradll en Estados Unidos; ) haCia mediado~ de la dcada. fr:mci:;co Ja\~er Aceituno Blx:m~~ra, con fOnll:.lcin aeJmlC:l (pregra o y posgr:tdo' en ESp:U1:1. A principin.'de los novent;. Sof:.l BOlero Pez. con po. grado en arqueologa en Ch ina; y a lllerliadCf.. F.I\'i;~ Ins Correa Mango. con fonnacj(n arqueolgica (pregrau() \. po~gradn) en Per. (Dml m;lIlifl3tacillnes de e:; ta tendencia podra cilar la (I)n.olidacin del !)olet n de Antropologa COIllO illstru-mento de interaccin entre Ir . :.lcadmic()$ locales y foJ.neos. l o~ eslUdios fuera del pas :t nivel :e posg:ado reali-zadO$ por algun . de eUCt" . la participacin :LcLva de la comunidad acadlnica local en I~ pl;mer~ congreso~ ll:lcionales de arqut't1log y en l:.t fundacin de la it.'tbd C"lomoiana de Arljueologa, ;L~ I COIllO en diversos evento. e instituciones del mbito (lisciplinarin naciona l. nlre ello.:' el COll ap (Comit lliacion :ll Je Arqlleo!o~a Prel'ellliva) \' 1:1 re\~~t il de Arqueologa del rea Intermedia.

    Construyendo el pasado . Cincuenta aos de afqueolog'3 en Antioquia

  • 8 o I e t r d e t\ n r o p IJ I o O i a Un .' o . ~;:. !

    de un conjunto de vec;tigios tales corno caminos empedrados, estructuras agl l' e hJ.1rinb::ls.. y una amplia gama de construcciones antiguas en piedra y en tierr3 (Cardona. Vlez, 1997; Botero y Vlez 1997; Correa, 1997); y la crtica a la fomla como se ha e.t1linailb relacin entre los objetos materiales y la cultura, serlalando, entre otros aspect a f . rlgurosidad y coherencia en el manejo de los conceptos clasificatorios por parle la ro TI xadmica local (Obregn. 1997: Bolero y Vlez 1995).

    Tal ve: el aspecto mis nolable de esta transfomucin disciplinaria se manifiesta a tr. fOn1lLllacin explcita y la articulacin de un conjunto de nuevas preguntas de investig3cin, en~ b.s que se destaca una preocupacin generalizada por un conodmiento ms precLo de I~

    interacciones entre las comunidades y su entorno am-bientJI (Ard il a, et al. 1999; Botero. 1999: CasU 110, 199 J. por los diversos niveles y fonn3S de la organiz.1Gn de la produccin (Gmez et al. 2002; Gmez y Espln al , 2000). por los procesos de surgimiento y transfomlacin de las denominadas "sociedades complejas" (Cardona, el al. 2002; Langebaek, et al. 2002; Cardona y Nieto, 2000; Cardona, el al. 200 1; ~Iartnez, et al. 2000) y por la v;slbilizacin arqueolgica de peIiodos temporales y de vestigios materiales asociados a tiempos coloniales y repu-blicanos, los cuales, tal vez con la excepcin del prof or Graciliano Mcda (977), haban sido repetid a . selectivamente excluidos del mbito disciplinari.o loc..l1 (Molina. 2003; Ohregn, el al. 2003) .

    A nivel institucional no hay que perder de vista el hecho de que ulla parte considerable d aportes para esta (ransfOmlJcin ha estado vinculada, de diversas maneras, con el programa Poblamiento y Dinmicas Tenitoriales de la Corporacin Autnoma RegionaJ del Centro de Antioquia (CORANTI OQ Uf A). Esta entidad estatal, aliado de la Universidad de Antioquia )' d algunas 1 consultoras privadas. ha ocupado un lugar importante en la configuracin recienle de n -campo disciplinar. A t.ravs de este programa se ha mantenido, durante algo !11,ls de cua apoyo a investigaciones puntuales en diversas zonas del centro del departamemo. ron . fecha con ms de veinte proyectos de investigacin, desarrollados en disciplin al como la arqueologa. la etnohistoria, la etnografa y el paleoambiente. Los pro)ect desarrollados t t'Sle marco institucional han enfatizado el estudio de las relaciones entre las c.omunida.de5 y ru en om arnbiental desde diversas perspectivas. que incluyen. por supuesto. nuevas mirad~ y herramien[~ para abordar problemas tales como el cambio y la interaccln SOCi31.

  • I _ I ~ .

    As, la visin que actllalmente tenemos sobre el poblamiento prehspnico de! valle de Aburr, de Antioquia y de buena parte de! noroccidente de Colombia, ha tomado cuerpo en un contexto disci-plinario profundamente heterogneo. Nada ms alejado de purismos tericos: al lado de la clsica sucesin de estilos y dispersin de etnias, tan caracterstica de la mirada histrico-cultural (Tri gge r, 1992), ban coexistido localmente, desde los noventa, numerosos elementos desarrollados por la "nueva arqueologa" (lbd.) o :.lf-

    ~ueologa procesual anglosajona, entre ellos sus fundamentos epistmicos positivistas, las pregul1tas por el medio ambiente. por la produccin y por el camhio social, as como numerosas herramiell-tas tcnicas, pero tambin se escuchan hoy en da nuevas voces que cuestionan lugares comunes y tradiciones, y que podran pensarse como ulla expresin clara de lo que algunos han denominado C0l110 "arqueologa postprocesual" (Hodder, 1998).

    Creo que esta heterogeneidad discursiva no representa, a mi juicio, ni una babel disciplinar, n un caos epistmico; la interpreto como ulla condicin generalizada de los saberes contemporneos y como lIn sntoma favorable de una vitalidad renovada en nuestra comunidad de saber. Me resulta, desde todo punto de vista, terrible-mente sospechoso pensar que el estado ideal de nuestro saber, o de cualquier otra disciplina, corresponde a una completa identidad de pensamiento entre sus miembros. Creo que es un buen momento para reconocer que, ms all del efecto sedante que produce l:1 representacin escatolgica de un consenso disciplinar absoluto, de un "cielo" de los arquelogos, no existe nada ms perjudicial, ni ms contrario a la dinmica misma del conocimiento humano.

    Antes que presentar una sntesis clarificadora, anteS que ofre-cer como mercanca el todo lo que usted debe saber sobre la ar-queologa del valle de Aburr y no se ha atrevido a preguntar"',

    pretendo que este eercicio discursivo sea, en primer lugar, un llamado a la conversacin, a la renexin crtica, a la tarea inacabada e inacabable del pensamiento y del intercambio de ideas. En el col/age discursivo que presento a continuacin, selecciono y articulo algunos fragmentos de discurso con los que los acadmicos locales nos auto representamos el pasado: busco con ello retlexionar sobre sus fundamentos epstmicos, sobre sus caracterslicas como discurso y como

    COIl ti U\ endo 1 pasado. Cincuenta os de arqueologl8 ell ntloquia

  • Bolf:!tn de Antlopoloyia Un 1J813 1'}3J :e l ~" ..... I

    prctica. Antes que recetas y consejos me interesa favorecer el dilogo, e. dec r. ',o pensamiento (que si es "pensamiento" es necesariamente crtico) . Pretendo acere: posible, a la idea de una comunidad acadmica viva y dinmica, que reflexiona sobre lo qu dJcf. Y sobre lo que hace, a una comunidad de saber que simplemente no puede abandonar esta. conversacin infinita, a una comunidad capaz de reconocer mltiples interlocutores.

    Nuestro discurso: Anotaciones sobre una versin fragmentada

    Un origen incierto: notas sobre el poblamiento temprano Podramos inscribir el discurso ms clsico sobre el poblamiento inicial o temprano del

    valle de Aburr en el marco interpretativo del llamado paradigma paleoindio (Gnecco, 1990) . En efecto, la imagen simplificada y un tanto caricaturezca de un "valle de Aburri" sabanizado a finales del pleistoceno, yen l algunas pequeilas bandas igualilarias y altamente mviles de los clsicos cazadores especializados de megafauna, provenientes del norte (descendientes de los grupos fabricantes de las puntas "clo\'is'"). resulta muy cercana a las conjeturas fonnuladas ~: : respecto de los hallazgos aislados de algunas puntas bifaciales en el norte de este valle (Castilk., 1995; Acevecto, et al. 1995). Al igual que muchos de los contextos y evidencias materiales con I que se sustenl1lba esta visin en buena parte de SuramriGl, en el Valle de Aburr se carece de asociaciones estratigrficas confiables y de contextos arqueolgicos claros. Ms all, las carencias locales se extienden hasta la ausencia de una secuencia paleoarnbiental bien d finida que permita sustentar el marco ambiental del paradigma (vegetaciones abiertas y me afauna) al igual que de estudios geomorfolgicos del vaJ le, aplicados a la arqueologa, que penni an lar hiptesis sobre las posibles localizaciones y transfonnaciones de los contextos anfpic " ~ finales del pleistoceno.

    Ms all de estas limitaciones~ quiero sealar que la fonna mi oma om miram - el asunto del poblamiento temprano en el Valle de AbuIT, y ms all, en tod- uramrica, ha cambiado radicalmente en los ltimos aos. En efecto, la idea de un poblamiento mjcial pro~ gonizado exclusivamente por bandas cazadoras especiahzadas de megaIauna con tecnologa y

  • cronologa descendiente de clovis. se encuentra en ulla profunda crisis (Gneeco. 1990; Meltzer. et al. 1996}En su lugar se est reconfigurando un discurso que acepta. en primer lugar. crono-logas b1SLwte ms tempranas que los 11.200 a.p, propuestos para los complejos lticos bifaciales de las grandes planicies del norte, y que cuestiona. especialmente. la "'homogeneidad" y la "simplicidad" en las estrategias econmicas empleadas. en las tecnologas usadas. en las estruc-turas sociales y polticas. y en los sistemas simblicos constrUldos por estos "primeros hombres" .Consecuentemente los contextos que apoyan esta vIsin, y las respectivas discusiones. han comenzado a ser visibles tanto en Suralllrca (Meltzer, et al. 1996: Bray, 1984) como en Colombia (Cavalier y ~lora, 1995: Con-e31 1988) y ror supuesto. en el Valle de Aburr y la CLlenca montailosa del Cauca (Martnez, el al. 2000: Langebaek, et al. 2002: Botero y Sal azar, 1998: Castillo, 1995; Aceituno. et al. 20U2).

    De esta fonna, los hallazgos realizados a me-13 diados de los noventa en la cuenca del ro Porce

    (Castillo. 1998), la cual significa !a continuidad geogrfica del valle de Aburri empiezan a m1icularse localmente con la construccin de una nueva mi-rada al poblamiento (ernpr~Ino en el centro de Antioquia. Estos vestigios con 9.000 a.p. han sido asociados a comunidades humanas con patrones de movilidad reducidos (alto grado de sedentarismo), con estrategias econmic:lS mLx1as en las que se des-taca una notable participacin de recursos vegeL1.Ies (posiblemente con horticultura) y una activa tr.:ms-fOlTIlacin con fines productivos del entorno de bosques (manipulacin antrpica: huertas o jardines), y con una estructura social y poltica rica y compleia, b cual se ha visbili~ldo a travs de sus cementerios, en los que se han reseado numerosos enterramientos, variadas ofrendas y rituales funerarios complejos, con una utilizacin continuada de estos espacios durante ms de dos milenios (lbfd.). As, en ulla lnea Silllil:lf, los hallazgos de vestigios de ocupacin temprana para el valle de Aburr reportados para el contexto de La Bl;mquita (~ht1nez, el al. 2000), con 7.000 aos a.p., testimonian rara est:l fecha la rresencia. en las laderas medias del valle, de grupos humanos dotados de instrumental tecnolgico (azadas. m acerado fl"S, placas. rompecocos. raspadores, etc) coherente con :lclividade.c econmicas que implican ulla transfonnacln activa del en tomo (aper-tura de claros. horticultura), estrategias de movilidad reducidl y una alta ut.ilizacin de recursos vegetales, en un contexto climtico Ill:lfcado por una considerable actividad volcnica (con dep-sitos de capas de ceniza) en la cordillera central.

    [onslluyelldD el p[Jsadu. ClnLu~nta uas de ilqueoloQICl en Anlioquia

  • Otros hallazgos plUltUaJes, que al parecer tambin se alejan de la imagen d los paJeol clsicos en el Valle de Aburr y sus alrededores, y que apenas comienzan a estudiarse. reportados por Langebaek et al. (2002) en el sitio Casablanca (municipio de la Estrella) y por Botero y Salazar (1998) en el sitio El Pedrero (municipio del Cannen de Viboral). P'l a e primero se reporta la presencia. en las laderas medias del valle, de artefactos lticos lascado", elaborados a part r de cantos rodauos de cuarzo y andesita, con una datacin de 4.8to +/ - "70 a.p.(beta l41057, en Langebaek, et al. 2002: 46) y una asociacin a polen de maz en bajas proporciones para comienzos de la ocupacin Ubkl.).Para El Pedrero, con dataciones qu an entre los 6.600 a.p. y los 4.51O a.p., Botero y Sal azar (1998) reportan un contexto estratigrfico con una ocupacin continua. que gener una gruesa capa de sedimentos antrpicos (ms de un metro de espesor) en la que son frecuentes cantos de roca en una matriz de suelo muy oscuro, con altos contenidos de fsforo y materIa orgnica. Algunos trozos de roca podran correspond r a artefactos. la mayor parte de ellos de tecnologa bastante simple ( percusin directa y artefactos modificados por uso: IllJcer:ldores. trituradores, placas, rompecocos) \ mientras que la totalidad de los fragmentos de roca evidencian claramente una seleccin por tamaios y materias primas y una depositacin en el contexto por parte de humanos muy antiguos.

    Es importante tener en cuenta que la nueva mirada que se est constmyendo con respecto a las caractersticas de este poblamiento "temprano". concede 3 los pobladores originales Wla5 amplias posibilidades de transformacin del paisaje, y por lo tanto una capacidad notable para ocupar desde finales del pleistoceno zonas altas y boscosas de los andes antioqueos, dejando huellas visibles de su presencia, lanto en la manipulacin del entorno (intervencin sobre lo bosques) corno en los lugares de asentamiento. en los que las grandes acumulaciones de cantos de rocas y las transfOnlll1ciones qumicas del suelo se presentan repetidamente (Castillo, 199 ; Botero y Sal azar. I 99R: Martnez, et al. 2000; Agudelo. 2000) .Habra que estar atento a este 'po de vestigios en futuras intervenciones en la zona.

    Fragmento de sociedades \'agroalfareras tt

    Como ya he menciollado, en la perspectiva tradicional, la secuencia d pobl:mu prehispnico del Valle de Aburr se ha construido mediante la superposicin mecnica de dros, o im~genes aisladas entre s. De esta [onna, a la escena borrosa y un tanto pin clsicos paleoindios. se ha superpuesto otro cuadro, UIl tanto ms defi nido. correspo la escena de los grupos agricultores y aU'areros quienes, en la visin tradicional. 1Ie

  • mentado. Esta forma tradicional de entender la secuencia de poblamiento no ha planteado una solucin de continuidad entre sus partes integrantes, es decir, en esta perspectiva no se concibe la existencia de procesos de transfonnaciones que vinculen orgnicamente a los pobladores inicia-les del valle con los desarrollos posteriores. De la misma fOlma en que hemos supuesto que los pobladores originalmente llegaron al valle de Aburr. provenientes de otros territorios, tambin hemos entendido que los subsecuentes desarrollos tecnolgicos (agricultura y alfarera), igual-mente llegaron a este valle, de la mano, principalmente, de grandes oleadas migratorias: los famosos "grupos ponadores de la cermica ... " (lb/d.).

    Tal como lo sealaba al comienzo del texto. los supuestos difusionistas y calastrofistas que subyacen a esta mirada han sido cuestionados y han entrado. recientemente, en una crisis profunda. De hecho, la reconfigmacin del discurso local sobre la totalidad de la secuencia de poblamiento prehispnico, se ha visto favorecida al considerar desde el inicio (tal vez diez milenios antes del presente) la presencia de gll.IpOS humanos con grados de movilidad yestrale-gias econmicas diversas. En este sentido, no resulta extrao que en la actualidad consideremos que dl.::,Jc el principio los pobladores de estas tierras y sus descendientes posiblemente desarrolla-ron y lrasformaron, en funcin de sus propi3S condiciones sociales y ambientales, diversas estrategias econmicas entre las que se cuentan, por supuesto, las mltiples posibilidades de aprovechamento y manipulacin de las plantas, desde su simple recoleccin, pasando por la tala . limpieza selectiva de espacios antrpicos --denomnados huertas o jardlnes-, hasta las diversas formas de agricultura propiamente dicha.

    La frontera, o ruptura cpislmica, construida tradicionalmente alrededor de la llegada de la agricultur a estas tierras, proveniente de alguno de sus supuestos centros de invencin, tiende ha' a diferir e en un amplio rango de estrategias de manipulacin y aprovechamiento de regetale ', que posiblemente llegaron junto con los primeros hombres, desde e! inicio del poblamiento mismo a principios del holoceno. No estara por dems considerar que si esta nueva perspectiva logra con '01 id arse , a travs de diversas argumentaciones tericas y empricas, estara-mos, desde el punto de v1sta ambiental, :mle una escala de interwncill mucho mayor para las actlvidade antrpicas sobre el entorno que la que se haba considerado anteriomlente: durante ms de nueve mil ao lo seres humanos habramos intervenido, manipulado e impactado de manera directa e indirect los ecosistemas de los bosques andinos que alguna vez cubrieron el valle de Aburr y muchas otras zonas de los Andes.

    La interpretacin del registro arqueolgico identificado en la cuenca del ro Poree, ha permitido plantear que la uti.1 izacin de la tecnologa alfarera se lleva a cabo en los Andes noroccidentales de Suramrica desde hace por lo menos unos 5000 a.p, sin que se presenten por

    Cons fuyendo el pa~ad(J. Cincuenta aos de arqueoiogla en Antloqula

  • t; 1 A 1111 I P. .~ 11' ,

    ello (en los contextos estudiados) cambios drflsticos en los modos de \ida de c. IT que venan poblando esta CUnC1 durante varios milenios (Castillo, 199 ') . De ~ t mos hacia una relativiz3cin de la frontera epistmica precerlllico - cerirmco. _ entendemos que la introduccin de esta tecnologa no implic, por lo menos lfiln""-, .. :r:,,,.o::: ~ c:1mbios dristicos en las fomlas de vida. Esta nueva mirada al poblamiento temprar t1 t>T regin ha permitido pens:1f no slo la continuidad milenaria ell la ocupacin humanJ territorio, sillo que ha cuestionado fuertemente las asociaciones mecnicas que los ar LUt'logos habamos utilizado tradicionalmente. al respecto de la interpretacin de la presencia de cerimic.1 como signo Inequvoco de sociedades sedentarias y agrcolas. Sabemos. pues, que en di ver.;o .. lugares del centro de Antioqui3.. entre los que se cuenta por supuesto el valle de AbuIT, los gJ1Jpo: humaJlos presentaban patrones ele asentamiento con movilidad reducida. y estrategias de pro-duccin de vegetales mucho ;mtes de la utilizacin de la primera vasija de barro.

    La produccin :1lfarera lllis lemprana identificada hast:1 !a fecha en la regin corresponde a la denominada "cermica cancana" (Castillo. 1998), reportada inicialmente par;l la cuenca del ro Porce con datacions entre 4970+1- 50 y 3.910 +/- 50 a.p. (lhd. : 54) .Corroborando que no se trata de UIl fenmeno aislado. sino que por el contrario estalllos ante un poblamiento de cobert ur:1 region a 1. se h;In reportado n lIe\'os h:111 azgos para este m iSll10 grupo cedJl1 ico en Yolomb (Correa, 1997) con dal:lCiones entre 5460 +/-70 Y 32RO +/- 70 a.p. y en el Guin uel ro Porce con dalaciones elllre 3700 +/- 40 Y 29.30 +/- 40 :1.(105 antes del presente (Ardila. el:11. 1998. En: Castillo, 1998: 5S). J\unque a la fecha no se cuen1:\ con contextos datados para cermica cancana en el valle de Aburf':. su presencia ha sido identil"icada en investigaciones reciente-mente concluidas (Langebaek. et al. 2002: 44) y en otros proyectos an en curso en las laderas sur y centro occidental (Jorge Acevedo. comunicacin personal). Informacin novedosa sobre la cronologa ue este conjunto en el valle)' sobre su contexto social se encuentra en preparacin.

    Los nexos interpretativo entre los primeros pobladores del v:llle, con cedmica cmc:ma y si n ella, y los subsecuentes "desarrollos culturales" regis-trados en 1:lliteratura arqueolgica local (cermica ferrera)' pueblo viejo: Castillo. 1995) estn an por cOllstruif'$e . Este es otro de los puntos donde el discurso local sobre el poblamiento exhibe claramente su carcter fragmenta-rio. Como ya habla seilabdo. la perspectiva tradicional, al identificar conjun-tos cermicos COIl "culturas". pre direccionaba las interpretaciones del pobbrnjento local hacia la concepcin de eventos catastrficos para explicar la aparicin)' desaparicin de los respectivos conjuntos de artefactos. De he-

  • t ,j 11 11 '1 " ,.' l . =! i

    cho, hasta hace algn tiempo exista cierto consenso en la comunidad acadmica local al respecto de que la presencia de los mencionados grupos cermicos ferrera y maITn inciso era el resultado claro de la llegada de oleadas colonizadoras de grupos agricultores que poblaron este valle desde mediados del primer milenio antes de Cristo.

    Esta perspectiva local pareca encajar b~(ant bien con la lnea interpretativa fonnulad1 por Reichel Dolmatoff (Reichel. 1986) , a part ir de la cuJl se conceba un centro de invencin de la cermica y la agricultura en las tierras bajas del norte de Colombia, desde el cual se habran difulldido estos avances cultural en un proc o de colonizacin de las vertientes mont~ulosas, especficamente protagonizado PO ' aquellos grupo que dominaron el cultivo del maz, planta que habra posibil itado la ocupacin permanente de las tierras andinas, caracterizadas por presentar suelos m os frtiles y una oferta mlbienlJI comparativamente ms limitada que 1;15 tierras bajas de l norte. De p~ o. el avance tecnolgico representado por el cultivo del maz, era considerado por buena parte de los arquelogos como condicin necesaria y suficiente para explicar el aumento de I:J. product.iv"idad hast:l el nivel requerido para garantizar los excedentes econmicos destinados a sostener cliverso~ grupos de especialist;1S (entre ellos guerreros. chamanes, alfareros y orfebres), y por supuesto alas lites nacientes. De esta manera, y bajo una concepcin reduccionista marcada por el detemlinismo econmico, muchos arquelogos entendan que la introduccin dellllaz poda tornarse como causa suficiente para explicar el surgimiento de la complejizacin social. bajo una ecuacin que equ iparaba mecnicamente la presencia de esta planta con aumento de la productividad. la aparicin de los excedentes y el surgimiento de especialistas y jerarquas sociales.

    r\5 las cosas. la versin local del poblamiento del valle se asimilaba a la idea de b coloni-zacin maicera de las vertientes andinas. como result:lcto evolutivo simple de los desarrollos formativos (sedentarizacin, aumento demogrfico, agricultura. cermica y complejizacin social) operados en 1;15 tierras bajas. De esta fonna )a comunidad acadmica local centr sus discusiones en buena medida en el eSL1blecimiento de la antigedad rebtiva y absoluta de los conjuntos cermicos tradicionalmente definidos yen cartografiar su dispersin geogrfica. Algu-nos acadmicos esperaban que eslos ejercicios resolvieran los intelTogantes sobre quines ha-bran sido los "primeros" en asentarse definitivamente en el valle y sobre la direccionalidad del poblamiento. Por el contra-

    Constr Jvendo el pasado. Cincuenta aos rJe arqueologa en Antioquia

  • rio, una tendencia reciente entre los acadmicos se orienta hacia considerar que I culturales tales como la reduccin en la movilidad. la complejizacin social y la implemen de desarrollos tecnolgicos en la manipulacin de vegetales y en la produccin de 111 fueron desarrollados exclusivamente en las zonas bajas, sino que en los valles andino~ se I ' ron a cabo procesos interconectados rero autnomos que a lo largo de diez mil aos condui hasta los grupos que se visibilizan en el registro arqueolgico correspondiente al primer milenio antes de nuestra era. Argumentaciones tericas y evidencia.'i empricas sobre este tipo de proces empiezan a manifest~rse localmente (Ca'itillo, 1998: Martnez. et al. 2000: Botero y Salazar. t998, Agudelo. 2000 y Aceituno 2002) yen mltiples lugares del noroccidente de Suramrica (Cavalier et al.. 1995).

    En efecto, en el Valle de Aburr y el centro de Antioquia. la localizacin e interpretacin de nuevos conteX1os estratigrficos (Castillo, 1998: Correa. 1997; Acevedo. et :11. conversacin perso-nal) ha abierto la posiblidad de empezar a construir puentes interpretativos que vinculen los conjunlos cermicos ferrer~ y pueblo viejo con el proceso milenario de poblamiento que les antecede en este valle yen esta regin. Queda claro, a mi juicio, que sin negar rotundamente la posibilidad de que los estilos ferrera y pueblo viejo sean efectivamente el legado de la coloniza-cin de grupos agroalJareros. por lo menos hoy en da concebimos b posibilidad de que el poblamiento y la secuencia de cambios registrada sea el resultado de procesos muy diferentes.

    De otro lado el conjunto denominado cedrnica ferrera fue caracterizado inicialmente por Castillo (I995) como compuesto bisicamente por "vasijas globulares de bordes muy evertidos engrosados en su parte media y adelgazados en el labio, los engobes crema y bailos en el mismo color de la pasta y las superficies muy bien alisadas a veces con brillo" (lb/d.: 60). La autora tambin presenta como caractersticos de este conjunto la decoracin incisa y la impresin de puntos profundos y lneas cortas en los bordes, junto con el motivo escamado en el cuerpo de los recipiente5. las cuales son obseniables diferencialmente en unas siete formas de recipientes, entre las que se cuentan vasijas grandes y pequeas de cuerpo globular y cuello corto, cuencos aquillados y subglobulares. ollas grandes de cuerpo globular y cuello recto y platos (lbd.).EI anlisis de la dispersin de esta cermica en los sitios prospecL1dos en la ladera occidental del valJe a comienzos de los noventa, penniti a Castillo inferir un patrn de asentamiento integrado por nucleaciones o sitios mayores hacia las partes bajas y sitios dispersos}' pequeos hacia las laderas. A panir de los cinceles y hachas pulidas fue interpretada la presencia de agricultura y la alta calidad en la facnlra de la cermica (muy buen tratamiento y acabado de la superficie. buena coccin. homogeneidad de las pastas, y alta estandarizacin de formas y decoraCin) hicieron pensar en este conjunto como la expresin clara del trabajo de especi3lis~ Ubd.) .

  • Ms all de los cuestionamientos a la interpretacin del estilo ferrera como una manes-tacin tnica, las investigaciones recientes han aportado ilomlacin que pennite avanzar sobre diversas inferencias asociadas a ste. De un lado la relacin formulada entre ferrera y actividades agrcolas se ha visto reforzada tanto por los resultados de un reconocimiento regional sistemtico (Langebaek. et al. 2002) que identific una clara distribucin prioritaria de los contextos asocia-dos a esta cermica con sectores del valle -localizados al sur- caracterizados por la presencia de suelos y condiciones climticas ms aptas para la agricultura, y de otro lado por el reporte de campos de cultivo (con suelos modificados antrpicamente y polen de maz y pahn~) asociados a este tipo de cermica con datacones entre el 2080 +/- 40 Y 1.540 +/- 40 antes del presente (Cardona, 2002: 67) .De otro lado, el anlisis de patrn de asentamiento realizado por Langebaek. el al. (2002) para los sitios asociados al e;tilo ferrera no identifica ninguna jerarqua en cuanto al tamao y la densidad de los sitios prospectados (Langebaek, el al. 2002: 71), reportando un patrn espacial configurado por sitios pequeos y dispersos sin los "asentamientos nucleados" que Castillo (1995: 73) reporta para los piedemontes )' laderas bajas. ESla incongruellcia no debe ser pasada por alto, ms si tenemos en cuenta que ambas investigaciones comparten una porcin importante de su rea de esluruo. Adicionalmente consideramos importante sei'lalar que para Langebaek, et al. el hecho de no presentarse ninguna jerarqua en cuanto al tamao y densidad de los sitios asociados a ferrena es un indicador cbro de bajos Iliveles de jerarquizacin social, es decir, no se tratara de jefaturas o sociedades cacicales.

    En cuanto a la dispersin espacial regional de la cermica ferrera, investigaciones recien tes han confinnado su clara presencia en el Valle de Aburd. especialmente hacia el centro y suroccidente de ste, y hacia el sector oriental del macizo central antioqueo, en la vertiente oriental de la cordillera central (Santos, 1998). as como el reporte puntual en algunos contextos localizados en el occidente (Cardona. el al. 2001) yen el suroeste de AJllioquia (Botero, 2002).

    Con respecto a la cermica ferrera, las preguntas que direccionan el trabajo de los acad-micos en el contexto local} parecen indicar que las nueV3.~ investigaciones tendrn la oportuni-dad de aportar argumentos tericos y empricos sobre su patrn de asentamiento (nucleado o disperso?) y de enterramiento. sobre la configuracin de los espacios domsticos, sobre el nivel y Lipo de especializacin en la produccin alfarera, entre otros temas, y consecuentemente avanzar sobre las inferencias formuladas al respecto de las estructuras sociales y polticas y las trayectorias de cambios correspondientes.

    A su vez, en el mbito del Valle de Aburr. el conjunto cermico denominado pueblo viejo tambin fue inicialmente caracterizado por Castillo (t 995) como una manifestacin local del esUlo cermico marrn inciso, el cual presenta una amplia dispersin en la cuenca montllilosa

    Construyendo el pasado . Cncu~llla aos de al queologitl en Antloqul3

  • 80/81 n de Anlrupu/ogia Unversidad de AntloquI2

    del lo Cauca en el noroccidente de Colombia. Tambin en pueblo viejo Castillo identifica un alto grado de es.t.:mdariz1dn en los aspectos formales de esta cermica, entre los que se cuentan" [os bordes ligeramente evertidos. reforzados en la superficie xtelior: externamente el borde puede ser redondeado o biselado. El labio puede ser redondeado. adelgazado. expandido y plano. Vistos de

    perfil la mayora presentan fO ffila triangular o tendencia a esta" Ub/rI. : 77). Entre las formas. la autora reporta la dominancia de cuerpos globula-res o aquillados, cuellos cortos y bocas amplias n recipientes tales como ollas grandes de cuerpo globular o Jqu i liado , cuenco, aquillados de borde recto o reforzado y platos plano grand : cnca\os, con mango (lbi.).Se reporta igualmente [a presellci f uen e de engobes rojo oscuro y caf rojizo, as corno las incision " l:l.\. lneas oblicuas de dentados estampados sobre bordes y cuellos, las lneas acanalad.as, la pintura crema sobre rojo, y el corrugado COIllO acabado: y elementos decorativos UblcJ.).

    A diferencia de fe lTel1Cl. para pueblo viejo o marrn inciso Castillo no reporta un patrn especfico de nucleacin o dispersin de sitios. sei1alando simplemente que los contextos "se encuentran en las partes altas y bajas del valle. situados sobre planos naturales en las cimas de colinas o en los filos de las montaas' (C1Sllo, 1995: 8\ }.A partir de las evidencias culturales asociadas, propone un modo de vida basado en la ~gricultura de maz y la existencia d produccin textil. La asociacin amplamente reportada en la literatura (8 nnet. 1944; Brus, 1978; Cast ai10 , 1988; Y Castillo, 1988, todos n Castillo, 1995: 76: Langebaek, et al. 2002 y Ardila. et al. 1999) entre el lilo cermico marrn i.nciso y la orrebrera quimbaya clsico, junto eOIl el ha[lazgo de algunas piezas de oro en el cerro e[ Volador, le

    pernliten a la autora fonnular la posible explotacin de fuentes aurferas y la manufactura de piezas de este metal. Tanlbin, a partir de trabajos realizados por Sa.ntos (1986) en E[ Retiro y Santa E[ena, fomlula una asociacin entre esta cermica y la explotacin de fuentes de aguasa[, avanzando hasta la definicin de un patrn de asentamiento contrastante con respecto a la cermica ferrena, pues tal como lo afjm1a Castillo, "Al comparar la asoci:lcin de los asentamientos de cada cultura con los recursos disponibles del medio, puede plantearse que se trata de dos grupos con orientaciones econmicas diferentes: uno cent.r3do en la explotacin de recursos mineros y el otro en la agricultura" 0995: 83) .

    En cuanto a la dispersin regional de la cermica marrn inciso. algunos trabajos recien-tes. adems de confinnar su presencia en el Valle de Aburr, especialmente hacia el norte del valle (Acevedo. el al. 1995; Botero. el al. 1998 y Martnez. 1997) y hacia el oriente en la cuenca de la

  • Quebrada Piedras BlanclS (Botero y Vlez ,1995), reportan una localizacin concentrada hacia la cuenca l1lonlailosa de! ro Cauca: en el macizo central antioquei10! en la vertiente occidenlal de la cordillera central y en la vertiente oriental de la cordillera occidental (Castillo, 1995 y Santos, 1998); igualmente reportan algunos contextos puntuales hacia las vertientes del Magda-lena y el Atrato (Santos, 1998).La dispersin de la cermica marrn inciso contina hacia el sur por el ee del ro Cauca hasta el viejo Caldas (Bruhns, 1990; Flrez, 1999).

    Es importante tener en cuenta que la gran mayora de los yacimientos prospectados por Castillo (1 995) en el Valle de Aburr presentan solamente cermica ferrera (44 yacimientos equivalentes a al 70%): para un grupo importante. la autora reporta la presencia simulL'nea de ambos con jun to cermicos (27), mientras que slo 7 yacimientos presentan nicamente cer-mica marrn inciso (Castillo, 1995).Esta distribucin resulta bastante coherente COIl la presen-cia mayorilaria de contextos ferrena hacia el sector sur y centro occidental del valle tal como lo reportan Langebaek et al. (2002), quienes encuentran que ms del 80% de los sitios prospectados en la Estrella (sLlroccidente del valle) corresponden la ocupacin ferrera, mientras algo ms del 80% de l sitios prospectactos en Giraruot3 (norte del valle) corresponden a la ocupacin pueblo viero.De rra fonna, datos e interpretaciones recientes parecen apoyar las inferencias fonnuladas por Castillo ( 995) al respecto de la distribucin de estos conjuntos cermicos con respecto a la localiz,acin de suelos agrcol:1s en el caso de la cermica ferrera y de recursos mineros en el del nr arrn inciso o pueblo viejo.

    De la misma fonna que con respecto a la cermica ferrera. para pueblo viejo los autores local ,. coincid.ieron en proponer un nivel de organizacin social correspondiente a una socie-dad jerarquizada o cacicazgo (Castllo, 1995: 87; Santos. 1998: 141). La propuesta se funda-ment inicialmente con base en la asociacin de esta cermica con la metalurgia quimbaya clsico yen virtud de la alta calidad en la factura de los recipientes cermicos. la cual ha sido intel1>ret:W3 tradicionalmente corno un testimonio inequvoco de la existencia de especialistas. Igualmente ambin se argument que el hallazgo de numerosos contextos de aprovechamien-to salino en dhersos lugares de Antioquia en los que se reporta este tipo de cermica. resultaba ulla evidencia clara de trabajo especializado destinado al intercambio (Castillo, 1995: Santos. 1998) .Tal como lo hemos sealado, desde el modelo planteauo por Reichel Dolrnatoff (1986) p:lreca claro que el poblamiento de las vertientes cordilleran

  • asumieron que era suficiente la existencia de orfebrera, aprovechamiento de sal y cernuca de factura cuidadosa, para demostrar la existencia de especialistas, y por lo tanto inferir la jerarquizacin de la sociedad. De hecho, apenas recientemente hall empezado a desarroll estudios sistemticos que presenten nuevos argumentos tericos y empricos sobre los niv 1 .' escala5 de organizacin de la produccin salina (Obregn, et al. 1998) y alfarera (Gmez. et al. 2002), m ientras que todava no se registran trabajos que exploren la vida social que tuvieron tales producciones, es decir, que efectivamente constmyan infomlacin sobre la manipulacin y control que las supuesta5 lites debieron tener sohre estos productos en un contexto social jerar-quizado. En buena medida, los Glcicazgos portadores de la cer.Unica marrn inciso son todava un asunto bastante especulativo. argumentado ms desde los modelos que desde la infonn1cin arqueolgi ca.

    La existencia de lites entre los famosos "portadores del marrn inciso" ha intentado apoy;lJ5e en argumentos especulativos como la asociacin de estos grupos con la construccin de obras pblicas y estructuras. tales corno los caminos empedrados y las construcciones en ruinas referenciadas para el valle de Aburr por las crnicas del siglo XVI (Santos. 1998: i)7).Sin embargo es preciso tener en cuenta que la cronologa y especialmente el carcter mismo de estas obras no estn an suficientemente clarificadas. Mas all de la simple especulacin, no se han aportado argumentos tericos ni empricos que muestren que tales construcciones fueron elabo-radas por especialistas al servicio de las lites, ni que su funcin estuviera vinculada o bien con actividades econmicas en gran escala (produccin y comercio de sal y oro) o COIl el prestigio personal de los dirigentes. Aln. en el caso de que puruera corroborarse su contemporaneidad COIl las sociedades de los prlmero~ siglos antes y despus de nueslra era. no debernos descartar a priori que estas obras podran ser tambin producto del trabajo comu-nitario no especializado y que su funcin, antes que en el orden del intercambio, de la guerra o del prestigio. se encontrara en aspectos de orden simblico (G neceo. 1995) o de configu r~in territorial.

    En cuanto a la existencia de jerarquas sociales vinculadas 3. la cermica m~rn inciso. uno de los pocos avances registra-dos recientemente en el valle de Aburr consiste en la identifica-cin de un patrn de distribucin de sitios que muestra quiebres claros su jerarqua. es decir. la existencia ele contextos de asenta-miento, posiblemente correspondientes a aldeas o nudeaciolles, que contrastan en el \.amao y densidad de los vestigios con otros sitios pequeilos y dispersos (Langebaek, et al. 2002) .Segn los

  • ., ,:

    autores. este tipo de distribucin espacial caracterizada por la presencia de centros que concen-lran la poblacin, no es propia de las sociedades igualitarias y ha sido relacionada con la existencia de sociedades jerarquizadas o cacicazgos ([bid: 17). Es importante recordar que a la fecha se est interviniendo un contexto arqueolgico localizado en el piedemonte de la ladera suroccidentat del Valle de Aburr: (sitio "Mi Ranchno'). en el municipio de Itag. en el cual los resultados preliminares permitel1 apreciar un con junto de huellas de poste. correspondientes a la existencia de un agrupamiento o nucleacin de viviendas relacionadas con cermica "pueblo viejo" (Jorge Acevedo. comunicacin personal) .

    Tradicionalmente. las ocupaciones corr pondientes a las Itamadas sociedades agroalfareras relacionadas con la cer:nica ferrera y marrn inciso S Inn localizado entre los primeros sig.los anteriores al comienzo de nuestra era y el siglo X d.C. Con respecto al lmite inferior de este rango. no slo empiezan a aparecer en el \ia\lle de Aburr (Botero, et al. 1998: Langebaek. el aL 2002: Castro, 1999; Moscoso. el al. 2001) )' en olras regiones de Antioquia (Obregn, et al. 1998; Correa, 1997) datadones que localmente ampl:11l la cronologa hasta el siglo X a.c., sino que se vislumbra cada vez con ms fuerza la posibilidad de que esta frontera cronolgica se ample progresivamente hasta tocarse con los desarrollos asociados al poblamiento temprano del valle. COI1 respecto al lmite superior, luego de algunos desacuerdos iniciales, parecer existir un con-senso entre los investigadores de que alrededor del siglo IX d.C. se presenta un cambio notable en diversos elementos del registro arqueolgico. entre los que se destaca especialmente la alfarera. En efecto. entre el siglo Vil! y el siglo X d.c. las producciones alfareras locales en el Valle de Aburr, y d buena parte del noroccidente de Colombia exhiben cambios notables. Mas all de la significacin que los investigadores atribuyen a estos cambias, alrededor de los cuales se plantean interesantes debates, parece existir un acuerdo claro en que las clsicas producciones aU'areras denominadas ferrera y marrn inciso no van ms all del sig.lo X d.C.

    Ahora bien, con respecto a las relaciones cronolgicas enlre ferrera y marrn inciso. el debate tradicional sobre qu fue primero, parece tomar hoy en da una rula diferente. Anlisis recientes sobre las ya considerahles series de daLaciones radiocarbnicas asociaJas a la cermica ferrera y pueblo viejo (o marrn inciso) tanto en el Valle de Aburr (vase figura 1) como en otros sectores de Antioquia indican que, s bien I,L~ fechas ms tempranas reportadas hasta el momento corresponden al estilo pueblo viejo (desde el siglo X a.e.: Botero el al. 1998), la mayor parte de las fechas ferrera resultan ser ms tempranas (alrededor del siglo IV a.C al V d.C) que la mayora de la fechas pueblo vicio (alrededor del siglo IJJ a.e al VI I d.C). tal como se aprecia en la figura 1. De esta fonna. y consider,mdo una posible continuidad en el poblamiento del valle desde momentos muy tempranos. las preguntas hoy parecen direccionarse hacia los contextos sociales que hicieron posihle los cambios en la produccin de artefactos, entendidos como la

    COllstluvendo el pasado. Clncuelna aos de arqueologia en Antioquia

  • 8018 1/1 de An lopoluy i3 UnVer::il_n! ... t3

    "aparicin" de un detemnado estilo. su popularidad y su decadencia, es decir, I ifl",-, "or~~ tienden a enfocarse en cules fueron los significados y los usos sociales vinculado tos, y por lo tanto los procesos de cambio que impulsaron las valiaciones fonnales en los prod -tos alfareros, su consolidacin corno estilos, y su paulatino reemplazo por nuevos conjuntOS.

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    SinOS ARQUEOLGICOS j l

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    CRONOLOGIA ASOCIADA A MARRN INCISO EN El VALLE DE ABURRA

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    U 600 ~ o 500 < 11) 400

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  • - IJ '_ r, t' ~ ~ .... '. :,

    Fraglnentos "tardfos" del discurso del poblamiento Dado que la atencin de los investigadores locales se ha centrado preferencialmente sobre

    las "sociedades agroalfareras" del primer milenio antes y despus de nuestra era, la secuencia de poblamiento local presenta grandes vacos con respecto l los procesos ocurridos con antelioridad y con posterioridad a este lapso. Diversos factores han contribuido a esta tendencia: de un lado, la abundancia relativa de los vestigios arqueolgicos (especialmente cermica) correspondientes a estas sociedades alfareras, ha contrastado notablemente con la escasa visibilidad material de las ocupaciones ms tempranas del valle; de otro lado.. en lo tocante a los procesos posteriores al siglo X d.C identificamos algunos condicionamientos epistmicos en la comunidad acadmica local. que junto con las condiciones mismas de conservacin de los vestigios, han operado como fuertes obstculos para el estudio de Jos proceso ms recientes. En efecto~ ms all de la alteracin y destruccin efecLiva de los contextos tardos y coloniales por las actividades antrpicas contem-porneas, considero necesario reconocer que, en la comunidad acadmica local, el estudio de los vestigios y procesos ms recientes ha estado rodeado de una clara valoracin negativa: ha sido vislo como premio de "segunda categora" frente al hallazgo, reporte o estudio de contextos cronolgicamente ms antiguos. Adicionalmente considero que esta tendencia real, aunque difcilmente reconocida, se ha sumado a OLro obstculo episLemolgico importante, y es la rgida frontera disciplinar que los arquelogos hemos constmido, especialmente con respecto a otros saberes sociales y humanos, tales como la historia, los cuales resultaJl de capital importancia en el estudio de procesos y vestigios correspondientes a temporalidades relativamente "recientes" .Esta frontera no slo se ha manifestado, tpicamente en fOlllla de los conocidos 'celos disciplinares" (ese objeto o ese tema 'IlOS pertenece") o en las dificultades para interactuar en proyectos de investigacin C011 historiadores. antroplogos sociales o socilogos, sino muy especialmente en la reticencia a fonnular y desarrollar conjuntamente (interdisciplinariamente) preguntas, pro-blemas )' proyectos de investigacin. Sin embargo, lal vez la crisis contempornea de los saberes sociales y humanos, y con ella una cierta reconfiguracin de los campos y "fronteras" csciplinarcs. h' favorecido desde finales de la dcada pasada un nuevo inters multidisciplinar, y por supuesto uqueolgico, sobre Jos vestigios y procesos posteriores al siglo X d.C. especialmente aquellos corTI:'SpOndientes a la Conquista, la Colonia y la Repblica .

    iO uita pues extrao que en la primera prospeccin arqueolgica sistemtica realizada n I 1 'all de Aburr (Castillo. 995) no se hubieran identificado "otros complejos cultura-

    I -, UlJid.: dUinlos de (errera }' pueblo viejo. Casullo resuelve la situacin prolongando hipot ' amen I ocupaciones ferrera y pueblo viejo hasta el siglo XVIl d.C (Ibrd.: 60, 87), }' sealando mo dificul ad la destruccin y alteracin anLrpica de las unidades estratigrficas ms superficiales. deci r, ms recientes. Es probable que en la clasificacin cermica fonnulada

    C~JnSH L p.nrJo el pasado . Cincuenta aos de arqueologa en Antloquia

  • por la autora, sta haya incluido algunas de las formas con'esponruenlI.'S la Cl!':li::ill:::t ... ~~ siglo X d.G. dentro de las categoras presentadas, especialmente dentro el cm ferrera.Simultneamente, yen contradiccin con lo formulado por Castillo. I~ dos por Santos (l995) en el cerro El Volador sealaron claramente la existencia en el de otro conjunto cermico CU)'OS I)ordcs y "decoracin contrastan con las de la cer-.im ~ tradicin marrn incisa. que se encuentra en las terrazas de vivienda del pie del Cerro' { , 37) . Esle COlljUllto cermico diferenciado de sus antecesores fue bautizado ms tarde omo tardo (Benndez, 1997)' y gracias a los trabajos desarrollados en El Volador fue posible < 3.rlo con los rellenos de estructuras funerarias alteradas. denominadas tumbas de pozo con d mm lateral. con dataciones cercanas al momento de la invasin europea (siglo XVI d.C) .

    As pues. la idea de una ocupacin prehisp~nica tarda del valle comienza a construirse a mediados de los noventa. a partir de la identificacin de un conjunto cermico diferenciado de sus predecesores y su asociacin con una selie de contextos funerarios que tambin cOlltrastab;m por su estructura, localizacin y contenidos con las tumbas vinculadas a la cermica pueblo viejo y ferrera reportadas para el Valle de Aburr (Areila. 1977; Castillo. 1995: Santos 1995). Las dataciones y lo contenidos de algunas de 1:1S tumbas tardas (loza europea y restos de ganado vacuno) . pennilieron a los investigadores plantear una cronologa para esta ocupacin, cuyo lmite superior ~ obrepas;:ba el momento de llegada de los europeos. El lmite inferior para esta ocupacin en el va.lIe de Aburr slo se construye n15 adelJ11te a partir de la generalizacin de

    las secuencias propuestas para otras regio-nes de A.ntioqua, tales como el occidente (Castillo, 1988) y el suroeste (Santos, 1995b; Otero 1992; Obregn, et al. 1998) estable-ciendo como referencia el siglo X d.C.

    La continuidad de la ocupacin tar-da hasta el siglo XVT d.C abri a los investi -g3dores la posibilidad de servirse "directa-mente" de las crnicas de conquista y de los

    documentos de archivo de la Colonia temprana para caracterizar algunos aspectos de los modos de vida de los grupos que poblaron el Valle de Aburr hasta el momento del inicio de la invasin europea. De otra parte . (111 ; h :b'-~ en estas fuentes documentales algunos investigadores han formulado hiptesis (Vlez y Balero. 1997; Vlez. 1999; Langebaek, et al. 2002) que han sido contr:1Stadas con el registro arqueolgico existente en el valle (Martnez, et al. 2000, Langebaek. et al. 2002) con resultados diversos.

  • L 1.1, j ': '.~I~ -1'

    Con base en las crnicas del siglo X'VI d.C., Santos (1995) presenta a los gru-pos humanos del Valle de Aburri como "pobres", con "poco oro", y sin represen-tar ante los ojos de tos eu ropeos "una po-blacin numerosa" Ubd. : 44). A partir de los textos det Capitn Jorg Robledo y de su escribano Juan Bautista Sardella,i Santos construye un esbozo de los grupos tardos del Valle de Aburr como" "grandes labradores" de maz JI frjol. y tenan "mucha ropa mucho de comer, as de carne como de frutas" .En sus "trajes" y "la manera de sus casas como en todo lo dems" eran de costumbres diferentes a los grupos que habitaban la v11iente alienta! del can del Cauca, al sur del Valle de Aburr" (Santos. 1995: 44) ,Esre autor llama la atencin sobre la ausencia de canibalismo reportada por los cronistas, la utilizacin d oIld , propulsores o estricas y macanas de palma como armas de guerra, adem;s de la PI ~encia de hilados de algodn, (ures y perros mudos en este valle (lbid.).

    Otros in stigadores, tambin a partir de las crnicas, han referenciado la exjstencia para el siglo X\1 d.C de una amplia red de caminos, algunos empedrados, que entran y salen del Valle de Aburr por los cuatro puntos cardinales (Castillo y Gil, 1992; Botero y Vlez, 1997; Botero y Mnera. 19 ) . ~li ntras algunos los relacionan directamente con actividades de intercambio de sal, oro y producLO agricolas, vigentes para el momento de la inv:l5in (Botero y Mnera, 1997), otros subrayan su carcter ~lJ1liguo y su posible rel:"lcin con otras construcciones en piedra, tales corno n.linas de dificios y acequias. t;unbin reportados como antiguos en los testimonios del siglo A'VI d.C. (Botero y Vlez 1997, Vlez y Botero 1997). Considero interesante subrayar que el hecho de encontrar c3Jllinos amplios y empedrados y minas de antiguas construcciones llam poderosmnente la atencin de la avanzada conquistadora, lo que se manjfiesta en las diversas alusiones a J os hallazgos en varios testimonios independientes de testigos presnciales (el capitn Jorge Robledo su escribano Juan Bautista Sardella, y el cronista Pedro Cieza de Len) y en la preocupacin manifiesta en los textos del capitn Robledo por identificar, sin xito, a los responsables de su construccin .

    Otros aspectos relativos especialmente a la distribucin espacial y a la orgallizacin social y poltica de los grupos humanos que poblaron el Valle de Aburr hacia el siglo XVl d.C .. han sido

    ba;'t ;ldelll~ el leXllJ de Pet!ro Cl~za de L(;l1: La crJ/ u;(( dt'l Perl. te participt" como cxpL.'dicionarin en I:J. conquista del ralle de Aburri y 1 or lo tanJo fue c'ligo presenciai de los el'enlns narr:ldDs. Como recopilaCIn histrica de b pllc:.1 ruede L()n~utm;e a: Fray Pedro Sirn(n ,\"({ici(/.\ hrlorialf'.1 de la,. COJIlttlslas de Ik'1m firJJle el! la.;; Jlldias ()("or./t'!I/ales.

    Consl uyendo el pasado . Cincuenta arios de mqueologia en Amioquia

  • generaLizados especulativamente a partir de lo propuesto para b cuenca monta.iios3. del Cauea. En efecto, sin referenciar :udio sistemticos de patrones de ;1Scntarniento, autores como Santos (J998) y Rcmldez (l99~ ) consider:lIl que no existen diferenclas significativas en la localiza-cin y los patron e aciaJ de distribucin de los sitios entre el llalll3do periodo temprano (ferrera y marrn inci.o) ~. el denominado periodo tardo.Los autores encuentran que desde comiemos de nue lr:1 era y h:1Sta el siglo XVI d.C.. los sitios de \;vienda se localizan en relacin con suelos frt il - Y recu _ biticos tales como bosques y humedales, y abiticos tales como fuentes de sal r oro. di indose en las ladera.~ y nuclendose hacia las zonas de pendientes suaves en los valles y altiplanos. en las diversas zonas de vida. de donde puede iruerirse que, segn estos autores, la ocupacin arda ~ e localizara casi en todas partes.

    Llama la atencin que aunque eJl las crnicas y los documentos tempranos de la Colonia se reporta la existencia. para el Valle de Aburd (Vlez, 1999) y Olros lugares de l~ cuenca montaosa del Cauca d blados y otros asentamientos nudeados (Agudelo. et al. 1999). adems de diversas man! ladon directas de clar;'L~ jerarquas sociales -tales como la. exis-tencia de gr:Uldes sei'loI - con mltipl esposas, atavos fastuosos, y otros jefes subord.inados a ellos- autores como Benndez ( 99 ,) consideran que a nivel poltico la ocupacin tarda se caracteriza por presentar "unidad, locales relativamente homogneas" o "unidades locales tribales de cadcter igualitario" Ubid.: 19 ). Es irnpol1ante tener en cuenta que Benndez no cita ninguna fuente arqueolgic:l o documental primaria para formular o sustentar su afinnacin. No obstante, en contrava de lo que podr:m sugerir las crnicas con respecto a 105 niveles y variedades de jerarquizacin SOCill e. i tentes en algunos de los grupos referenciados en el siglo XV1 d.C ., la afinnacin de BelTIldez en cuanto a su supuesto carcter "igualilario" tiene sentido en el contexto general en el que se ha ncebido tradicionalmente la naturaleza del poblamiento tMlo en Antioquia. En efecto, es lugar comn enlre nosotros concebir el periodo tardo como la rnanfestacin en el registro arqueolgico de nuevos grupos cultura1mente "simples y atrasados" que hablan !legado al predominio como efecto de eventos cat3Strficos (m.igraciones masivas y guerras) sucedidos alrededor del siglo X d. C. (Santos, 1998: 143, 145).

    Pongo en consideracin la hiptesis de que esta concepcin del periodo tardo, como manifestacin de la decadencia en el poder de las lites (Castro, 1998: 79. 175). ha sido construi

    -

    147

  • da localmente mucho ms desde la valoracin estlica y comparativa de las producciones cermicas y orfebres. que desde argumentos ~ericos y empricos aportados por procesos de investigacin, En efecto, slo hasta comienzos de la presente dcada han empezado a desarro-llarse localmente [los primeros estudios enfocados di rectamente a identificar cambios demogrfi-CO" , patrones e"paciales y jerarquas en la dislribucin regional de sitios (L:lngebaek, et al. 2002: C3.rdona y 'ieto. 2000: Cardona. el al. 2001. 2002) , Y ;1 n r' tan por realizarse estlldios regiona-les y puntuales ,obr cont nido y estructu ras de contexto fll1lerarios, domsticos y de produc" ejC):l JI; 31tefaclos que pemtan visibilizar otros aspecto" relacionados con los niveles y variedades que puede asumir la existencia de jerarqu. .ocial al interior de estO$ grupos humanos,

    En contrJdiccin con la ln.terpretacin mecnica y simplista de que los atributos fom1ales df l~ cermica tarda COff "ponden a una expresin directa de una sociedad menguada, atrasa-da o decadente ta l como no la pre enta Bermdez (1997). se empiezan a construir nuevos marcos de interpretacin que coll$ideran. en tre otros aspectos. que la cultura material no cons-tituye nec ariamente un reflejo directo de la socied:ld, siendo mucho ms un vehculo a travs del cual los diverso :lC10res ociales construyen y disputan sus posiciones y por lo tanLo puede defomlar, exager3J. 'Y' ibilizar u ilwisibilizar mltiples aspectos de la vida social (Hodder, 1982. t\ppadurai , 1991) , En "e orden de ide;1S, considero que los atributos fOlmales que caracteriz:lll , buell< parte de la cermica r la orfebrera tarctJS podran ser interpretados, tambin, como l1l anifestacion de l il c1ar:lmenlc consolidada., en el poder. las cul1es 110 necesitaran con igual intensidad de estos lementos de cultura llal('rial para ascgur3r simblicamente un acceso privilegi:ldo --

  • Bo l81i ll dp. Arllopol oga Unve r sld~d de /J,r. 0 iE1JI

    1999: Cardona et al. 2(02) esta situacin no resulta clara.. y al parecer los resultados reportados por estos ltimos autores encuentran una cierta coherencia con la informacin proporcionada por las crnicas del siglo XV1 d.C que nos QlenL1n que los altiplanos al norte y al oriente del Valle de Aburr se hallaban despoblados al momento de la avanzada conquistadora.

    En s.te sentido, quiero fonnular un cuestionamiento a los resultados obtenidos en el reconocimiento sistemtico del Valle de Aburr (Langebaek, et aL 2002) con respecto a la afinna-cn de un aumento demogrfico y a la existencia de grandes asentamientos nucleados en el periodo tardo: este cuestionamiento se apoya en la identificacin de problemas especficos en la delimitacin que estos investigadores hacen entre los conjuntos cermicos tardo y reciente a partir de los que se establece la cronologa de los sitios para el periodo tardd'.De otro lado, los resultados obtenidos en otro estudio reciente, los cuales abarcan un mbito espacial mayor (Gmez y Espinal. 200 l), parecen apoyar la idea de que en general las invelitigaciones realizadas en el departamento de Antioquia han encontrado mucha menos cermica correspondiente al perodo tardo que aquella atribuida a momentos anteriores (marrn inciso y ferrera). Valdra la pena que nos preguntramos si esto significa que hubo consecuentemente una cada general en la cUlva demogrfica en el periodo tardo. Apelando al registro arqueolgico tanto en el Valle de Aburr como en la cuenca montaosa del Cauca, no est claramente establecida la existencia de dinmicas demogrficas, de patrones de distribucin espacial. o de contextos de vivienda, ente-n'amiento o produccin, que testimonien sin ambigedades un crecimiento o un decrecimiento en los procesos de jerarquizacin social entre los siglos X y XVl d.c Estas preguntas seguirn siendo obeto de futuras invesUgaciones.

    Con respecto a la cronologa asociada a este estilo, no quiero dejar pasar por alto que nueve de las catorce fechas raruocarbllicas que lo representan en el valle de Aburr son posterio-res a la invasin europea (ver figura 2).Esta situacin resulta reveladora de las dificultades que se presentan cuando se han querido interpretar los atributos formales y tecnolgicos de la "cermica tarda" como un marcador cronolgico exclusivo de la ltima ocupacin prehisplnica. A mi juicio, estos nueve contextos con "cermica tarda" y con cronologa posterior al contac to" podran indicar que en diver30s a.

  • u ci 1/) oc( l: U ILI IL

    2000 - CRONOLOGlAASOCJADAA TAROlo EN EL VALLE DE ABURRA 1950 1 8 1900 1

    Z 1850 4 -< 1800 i

    ~ 1750 4 i 1700 ' ... 1650 -O l liOq -Q., 1550 1

    1500 1--,-. ~-c--

    1450 1 ~ ~ ~...--'~ 1-400 m 11)

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    smos ARQUEOL6GICOS

    Figura2. Dispersin lineal de fechas tardas para el Valle de Aburr

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    W i

  • contraposicin con la cermica "burda" como representativa de COnleX1OS k> vado en algunas nte[\lenciones realizadas en el suroeste de Antioquia Obre podra indicar que la presencia tUilo en contextos funerarios como en contex os l1orI:.s::::::os

    ~llbos Upos de cermica, estara eventualmente relacionada con la manipulacin cermico hno C0l110 marcador de rango por parte algunas fracciones de la sociedad. y con la diferenciacin funcional sugerida por estos autores.

    Considero que. adems de reconocer los obstculos epistmicos mencionados al inici ;o este aparte. las nuevas investigaciones locales correspondiemes a la ocupacin prehispnica m" reciente en toda la cuenca montaosa del Cauca. debern enfrentar por lo menos dos situacio-nes problemticas considerables. Por una parte, es un hecho que la efectiva destruccin de muchos de los contextos arqueolgicos por el avance de los procesos de ocupacin urbana y rural afecta en primera instancia a los vestigios materiales ms supertkiales. correspondientes a temporalidades tales como la prehispnica tarda. la colonial o la republicana. De otro lado, los nuevos estudios de poblamiento, sobre todo aquellos que recurran a metodologas que se apoyen en la cermica como referencia cronolgica para identificar procesos demogrficos y patrones espaciales. debern clarificar los atributos tecnolgicos que permitan identificar de manera con{jahle la cermica producida entre el siglo X y el XVJ d.C. Sin una diferenciacin tecnolgica precisa de la cermica tarda. el estudio de las dinmicas demogrficas y de los procesos de cambio social 3 travs de los patrones espaciales y las jerarquas de los sitios es un esfueJ7.o que conduce a :lvances poco slidos.

    Adelante. Ms all de los fragmentos Mirando sobre el panorama de nuestro discurso fragmentado, la construccin de discusiones

    diversas sobre muchos de sus aspectos, ofrece a mi juicio un panorama muy estimulante para el avance y Iransfonnacin de nuestra disciplina en el mediano plazo, especialmente para las nuevas generaciones de arquelogos en fom1Jcin . En esta perspectiva, la coexistencia en el discurso local de interpretaciones tradicionales de corte histrico cultural" enfrenta interesantes retos discursivos desde cuestion:unientos "procesuales" y "posprocesuales"; estas tensiones tericas se constituyen en un terreno frtil donde siembraJl }' recogen sus hutas las nuevas generaciones.

    De hecho. la introduccin reciente de preguntas. estrategias y herramientas de investiga cin, directamente relacionadas con problemticas como las trayectorias de cambio social. las dinmicas demogrfica.1\ y el surgimiento de sociedades complejas o estratificadas en los Andes noroccidentales, S h:l articul3do bastante bien con diversos elementos procesuales que haban sido

  • I I , ,. '_ .I-~ . '.

    incorporados desde mediados de los noventa. En este sentido, la fomlUlacn de estudlos sobre la problemtica del cambio social, la interaccin y las dinmicas demogrficas podra sacar mucho ms provecho de la infonnacin recopHada sobre numerosos

  • Bolelin de Allll opulogla Unversid c '.le n'tl) ut3

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    Construyendo el pasado. Cincuenta aos de arqueologia en Anlloquia

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