Poder Judicial de la Nación · 2018-11-21 · Poder Judicial de la Nación L de requerido por el...
Transcript of Poder Judicial de la Nación · 2018-11-21 · Poder Judicial de la Nación L de requerido por el...
Poder Judicial de la Nación U
SO
OF
ICIA
L
///doba, de Diciembre de dos mil catorce.-
Y VISTOS:
Los presentes caratulados: “TORANZO, Gustavo Alberto
s/Habeas Corpus” (Expte. Nº FCB 37378/2014); que tramitan por ante este
Juzgado Federal n° 3 a cargo del Dr. Miguel Hugo Vaca Narvaja, Secretaría Penal
a cargo de la Dra. Mariana Buteler de Barros, puestos a despacho a fin de
resolver.
DE LOS QUE RESULTA:
I- Que a fs. 1, el detenido Gustavo Alberto Toranzo interpuso
denuncia de Habeas Corpus en la cual manifestó que haría saber los motivos de
la misma ante la presencia del Tribunal. Seguidamente con fecha 20 de octubre
del año en curso se recepto declaración testimonial al nombrado, a los fines de
que amplíe los términos de su presentación, en la cual manifestó: “lo hice por la
situación que estoy pasando, el daño psicológico que me genera estar encerrado
23 horas y 50 minutos por día en una celda de 3 metros por 2 con sólo una
ventana mínima por la que no se ve nada. Asimismo, esos 10 minutos que me
dejan salir por día son o para bañarme, o para hablar con mi familia, a elección
mía, y yo siempre elijo hablar con mi familia por lo que debo higienizarme con un
trapo húmedo (sin ningún elemento de aseo personal), lo cual me expone a
cualquier clase de enfermedad e infección ya que no me proporcionan elemento
de limpieza alguno y debo hacerlo en el mismo lugar en donde hago mis
necesidades, ni siquiera tengo una hora de salida al patio ni nada. Además no
tengo ningún tipo de contacto ni locutorio con ninguna persona, y cuando me han
llevado cosas mis familiares no me las han recibido. La comida que nos dan sólo
es papa y zanahoria y un poco de carne cada tanto. Esta situación me está
provocando un gravísimo daño psicológico por lo que solicito con urgencia ser
trasladado de este Pabellón. Asimismo se me ha ofrecido tratamiento
farmacológico que he rechazado porque, en primer lugar, no lo necesito porque
estoy en mis cabales y además porque no quiero volverme adicto a los mismos.”
… hasta el día de la fecha desconozco las causas de mi alojamiento en Máxima
ya que no he sido formalmente informado”… “…quiero decir que temo por mi vida
y mi integridad física ya que me encuentro alojado con personas peligrosas de
verdad y que no tienen ningún tipo de interés por la vida de otro…”.
Asimismo y en igual fecha el detenido Carlos Nicolás Carranza
formuló denuncia de Habeas Corpus en la cual manifestó que daría las razones
del mismo personalmente en el Tribunal, dando inicio al Expte. n° FCB
37367/2014 que fuera posteriormente acumulado por conexidad objetiva a las
presentes actuaciones. De este modo, con fecha 17 de octubre del presente año
se citó al presentante a este Tribunal, no pudiendo comparecer el mismo por
encontrarse internado en el Hospital San Roque. Sin perjuicio de ello, con fecha
27 de octubre del año en curso, la Licenciada Rossana Gauna, Delegada Regional
Córdoba de la Procuración Penitenciaria de la Nación interpone Recurso de
Habeas Corpus en favor del detenido Carlos Nicolás Carranza, en la cual
manifestó: que el nombrado se encuentra alojado desde el día 1/10/14 en el
Sector de Alojamiento con Régimen Diferenciado de Máxima Contención para
Internos Procesados sin que sobre él haya recaído sanción de ningún tipo, que
ese Organismo requirió la exclusión de Carranza del mencionada régimen sin
obtener respuesta, por lo que, ante la falta de la misma se requirió judicialmente,
ordenando el Juzgado Federal n° 1 con fecha 16/10/2014 que Carranza sea
restituido al Pabellón MX1, Pabellón B3 orden que no fue cumplida por el Servicio
Penitenciario argumentando razones de seguridad. Continuó la Procuración
Penitenciaria, que en definitiva se trata de un régimen de aislamiento que pone en
riesgo la integridad psicofísica de las personas, tratándose de este modo de una
sanción encubierta. Por último la Dra. Gauna cita una serie de Jurisprudencia
concordante con el caso bajo examen, la cual será considerada al momento de
resolver.
Del mismo modo con fecha 09 de octubre del año en curso el
detenido Mariano Argarate interpone denuncia de Habeas Corpus, dando inicio al
Expte. n° FCB 35425/2014, ampliando los términos de dicha presentación ante
este Tribunal con fecha 24 de octubre de este año, oportunidad en la cual, luego
Poder Judicial de la Nación U
SO
OF
ICIA
L
de requerido por el Tribunal para que diga el o los fundamentos que lo llevaron a
presentar el mencionado habeas corpus, refirió: “lo hice porque necesito con
urgencia ser trasladado nuevamente al Pabellón en el que me encontraba (MD2,
B4), ya que actualmente estoy alojado en el Pabellón de Máxima Seguridad (E1).
Fui trasladado a Máxima el día 30 de septiembre de este año por un hecho de riña
que ocurrió el día 29/09, pero recién el día 20 de octubre me notificaron que había
sido trasladado por una sanción (por el hecho del día 29/9) y que estaría allí por
60 días. Asimismo quiero manifestar que necesito volver con urgencia a mi
pabellón porque las condiciones de alojamiento en Máxima son deplorables,
desde el colchón en el que duermo, la higiene, el encierro 23 horas 45 minutos por
día y fundamentalmente que no puedo recibir la visita de mi hija de 9 años porque
en Máxima el locutorio es a través de una ventana mínima y no puedo someterla a
esto a mi hija…”, seguidamente y advirtiendo la conexidad objetiva existente entre
las actuaciones de mención y las presentes, con fecha 28/10/2014 se ordenó su
acumulación.
Por último, con fecha 17/10/2014 el detenido Ramón Fernando
Salgado Solíz interpuso denuncia de habeas corpus, dando inicio a las
actuaciones n° FCB 37538/2014, ampliando los términos de la misma ante este
Tribunal con fecha 24 de octubre del año en curso, en la cual refirió: “lo hice por
las mismas razones por las que interpuse habeas corpus en agosto (ante el
Juzgado Federal n°1) y a principio de mes en este Juzgado, las condiciones de
alojamiento de Máxima son deplorables y ya no las soporto más. Pido con
urgencia que me saquen de allí y me alojen en los Pabellones B1, A3, D3 o D4,
todos del Módulo MX1, en el D4 tengo un sobrino allí alojado, el hijo de mi
hermana, Maikol Gauna. Asimismo quiero manifestar que en mi desesperación por
que me saquen de Máxima ayer me comí una gillete y dos trozos de vidrio…”.
Seguidamente, con fecha 25 de noviembre del presente año se ordenó la
acumulación de las mencionadas actuaciones a las presentes por conexidad
objetiva.
II- Que con fecha 23 de octubre del año en curso se requirió al
Servicio Penitenciario el informe previsto en los Arts. 11 y 14 de la Ley 23.098 en
el cual se debían precisar las condiciones de detención en denominado Centro de
Regímenes Especiales. De este modo, el día 27 del mismo mes y año, el Servicio
Penitenciario presentó informe en el cual manifestó: “Gustavo Alberto Toranzo, al
igual que el resto del internado de ese Régimen, se encuentra alojado en
dormitorio individual a puertas cerradas, (el cual es de 3,20 metros de largo por
2,25 metros de ancho y 2,45 metros de alto), contando dentro del mismo con un
inodoro, pileta con agua fría y caliente, repisa, cama, un toma corriente, luz natural
y artificial, una ventana amplia (1 metro por 0,70 metros de ancho) que permite
ventilación adecuada; también se le provee de mantas, cabe destacar que el
sector está perfectamente ventilado o calefaccionado según la circunstancia.
Asimismo vale aclarar que no mantiene contacto físico con los otros internos,
además, actualmente dispone de 30 minutos diarios para realizar limpieza e
higiene personal fuera del dormitorio, teniendo en ese lapso libre acceso a las
duchas y cocina, la cual cuenta con anafe, pileta con agua fría y caliente; también
puede usar el teléfono público ubicado en el pasillo del pabellón sin ningún tipo de
restricción. Por otro lado se deja sentado que cada interno aquí alojado, tiene
derecho a recibir visitas de sus familiares directos una vez por semana por el
término de dos horas, según cronograma rotativo que se confecciona
mensualmente; cabe destacar que estas actividades se llevan a cabo en
locutorios destinados y preparados para tal fin; además tiene acceso a las
distintas áreas que integran este Centro de Regímenes Diferenciados,
Laborterapia, Servicio Social, Psicología, Servicio Médico, Psiquiatría y Educación,
en esta última área puede realizar tareas áulicas y de educación física, también
tiene acceso a la biblioteca para retirar material de lectura; por otro lado se hace
necesario destacar que toda actividad que se realiza fuera del pabellón, se lleva a
cabo con la debida y permanente custodia del personal de seguridad afectado al
régimen.”
Poder Judicial de la Nación U
SO
OF
ICIA
L
III- Con fecha 13 de noviembre del año en curso este Tribunal
practicó Inspección Ocular en el MD1 del Complejo Carcelario n° 1 “Reverendo
Padre Luchesse” a los fines de constatar las condiciones de detención del
mencionado Módulo carcelario, labrando la correspondiente acta (ver fs. 68). Cabe
mencionar que en ese acto, se requirió a Personal del Gabinete Científico de
Córdoba la obtención de vistas fotográficas del lugar, las cuales obran glosadas a
fs. 76/92 de autos (ver Informe pericial fs. 73/92) y la realización de planos sobre
el Sector de Alojamiento con Régimen Diferenciado de Máxima Contención para
Internos Procesados del mencionado Establecimiento Penitenciario,
confeccionando ese Gabinete Informe Pericial de Planimetría, el cual obra glosado
a fs. 93/99.
IV- Con fecha 3 de diciembre del corriente se realizó la
audiencia prevista en los arts.13 y 14 de la ley 23.098, a la cual concurrieron los
accionantes Gustavo Alberto Toranzo, Carlos Nicolás Carranza y Ramón
Fernando Salgado, la Defensora Oficial ad hoc Dra.Evangelina Pérez Mercau y el
Dr.Oscar Fusco, la Licenciada Rossana Gauna y la Dra. Lyllan Luque de la
Procuración Penitenciaria de la Nación, la Dra. Julieta Ibañez de la Defensoría
Oficial del Tribunal Oral nro.1, la Dra.Rosa Alaimo en representación del Servicio
Penitenciario de Córdoba, el Director del Centro de Regímenes Diferenciados
Lic.Roberto Nogüeira, el Jefe de Seguridad del mismo centro Subalcaide Técnico
Superior Sergio Guzmán y la Sra.Fiscal Federal Dra. Graciela López de Filoñuk.
Y CONSIDERANDO:
I – COMPETENCIA DEL TRIBUNAL:
Que en el curso de la audiencia, la Dra. Rosa Alaimo planteó
la incompetencia de la Justicia Federal para conocer en la presente acción de
habeas corpus en virtud de lo dispuesto por el art.2 de la ley 23.098.
Con respecto a este planteo, cabe señalar que si bien ha sido
realizado en la etapa final del procedimiento, lo cierto es que –al referirse a la
capacidad del Tribunal para entender en la presente acción- corresponde
considerarlo en primer lugar.
Así, en lo que respecta a este planteo de
incompetencia, entiende el Suscripto que el mismo resulta extemporáneo. Es
claro que la cuestión relativa a la jurisdicción del Tribunal debió ser deducida por la
autoridad denunciada previo a presentar el informe previsto en el art.12 de la Ley
de Habeas Corpus o bien en esa misma oportunidad.
Que al no haber cuestionado oportunamente la
jurisdicción federal, y por imperio de la denominada doctrina de los actos propios,
el Servicio Penitenciario de Córdoba ha consentido la competencia de este
Tribunal. Asimismo, tal como lo establece el art.10 de la ley 23.098, el Juez
rechazará la denuncia que no se refiera a uno de los casos establecidos en los
arts.3 y 4, si se considera incompetente así lo declarará. Este momento procesal
ya fue superado luego de los decretos de fecha 23 de octubre (fs.9) y 30 de
octubre (fs.59).
Sin perjuicio de ello, es de señalar que la
Excma.Cámara Federal .de Córdoba se ha expedido ya en favor de la
competencia de este fuero de excepción en casos análogos al que aquí
examinamos. Así, ha indicado el Superior que corresponde conocer a los
Tribunales Federales cuando se trata de acciones de habeas corpus corpus
interpuestas a favor de internos que se encuentran a disposición de la justicia
federal, aún cuando las conductas denunciadas provengan de parte de un
organismo público perteneciente a la Provincia de Córdoba, porque lo cierto es
que en estos supuestos “esta institución cumple un rol de auxiliar a la Justicia
Federal contribuyendo a la protección de los internos allí alojados” (Cámara
Federal de Apelaciones de Córdoba, Expte. FCB 28114/2013/1, rta.el 23/04/2014).
Ha señalado también la Alzada que cuando se trata de los
presos que están a su cargo “resultan los jueces federales competentes para velar
por la seguridad e integridad física de los detenidos a disposición de la justicia
federal, lo que se extiende a cualquier tipo de violencia personal o institucional que
pudieran padecer quienes se encuentren privados de su libertad en un proceso
Poder Judicial de la Nación U
SO
OF
ICIA
L
originado en un delito de competencia federal” ” (Cámara Federal de Apelaciones
de Córdoba, Expte. FCB 32164/2013/CA1).
II- Yendo al tratamiento de la acción de habeas corpus
deducida en autos, en el caso aquí planteado, los presentantes cuestionan el
denominado “Régimen de Mediana Contención para internos procesados”.
Conforme surge de autos, por disposición nro.780/11 la
Dirección del Servicio Penitenciario de Córdoba creó el Centro de Regímenes
Diferenciados, dentro del cual funciona el Alojamiento de los internos sometidos a
los distintos regímenes diferenciados, a saber: Régimen de Máxima Seguridad y
de Mayor Contención para internos condenados y Régimen de Mediana y Máxima
Contención para internos procesados.
En cuanto a los supuestos que posibilitan la incorporación a
dichos regímenes diferenciados, la misma disposición nro.780/11 enumera los
distintos casos:
Para internos condenados, para el régimen de Máxima
Seguridad: a) internos condenados con calificación de “mala o pésima” en
conducta o concepto y que merezcan esta medida en opinión del Consejo
Correccional respectivo, b) internos condenados que presenten graves problemas
de convivencia y representen un grave riesgo para sí o para terceros, c) como
sanción disciplinaria aplicable a internos condenados, en el caso de faltas graves y
que merezcan dicha medida a resultas de la valoración de sus antecedentes, o por
haber puesto en grave peligro la seguridad o la normal convivencia o la integridad
de terceros, en opinión del Consejo Correccional (art.6 de la disposición 780)..
Para internos condenados, para el Régimen de Mayor
Contención, en los mismos supuestos indicados como a) y b) en el párrafo
anterior, y que “por sus condiciones personales y criminológicas presenten
vulnerabilidad para el sistema penal y requieran mayor contención institucional”
(art.6° punto 5).
Para internos procesados: para el régimen diferenciado de
mediana contención: a) internos que presenten graves problemas de convivencia
con sus pares, una vez agotadas todas las alternativas de alojamiento existentes
en los sectores de alojamiento común conforme criterios de agrupabilidad, b)
internos procesados que por sus condiciones personales, características sociales,
familiares y antecedentes penales, presenten dificultades para su adaptación al
régimen común, c) internos procesados que deban egresar del sector de máxima
contención y que presenten conductas o condiciones que tornen inconveniente su
regreso al sector de alojamiento de régimen común (art.7 de la disposición 780)..
Para internos procesados, para el régimen de máxima
contención: a) internos procesados que por sus características presenten graves
problemas de convivencia, con grave riesgo para sí o para terceros, b) como
sanción disciplinaria, en el supuesto de verificarse la comisión de faltas graves y
que merezcan dicha medida a resultas de la valoración de sus antecedentes o por
haber puesto en grave peligro la seguridad e integridad de terceros, la normal
convivencia y/o la seguridad general del establecimiento (art.8º de la disposición
780).
La disposición nro.780 concentra a todos los internos
incorporados a estos regímenes diferenciados en un único centro, afectando para
su funcionamiento el Núcleo “E” del Módulo MD1 del Complejo Carcelario nro.1
“Rvdo. Francisco Luchese”. Establece además que este centro estará a cargo de
un Director y contará con un Jefe de Seguridad y un Jefe de Trato y Tratamiento,
así como el personal de seguridad, técnico y administrativo que resulta necesario
para su funcionamiento.
En cuanto al horario y cronograma de actividades a
implementar en estos “regímenes especiales”, la disposición nro.780 dispone que
serán aquellos que, en ejercicio de facultades reconocidas, determine el Director
del Centro (art.10º de la referida disposición). A su vez, en lo que hace a la
actividad educacional y laboral, dispone el art.16 que la misma “se organizará y
desarrollará en función de las condiciones del Régimen y tratamiento establecido
para los mismos”.
Poder Judicial de la Nación U
SO
OF
ICIA
L
Continuando con el examen de este régimen de “mediana y
máxima contención”, contamos con el protocolo entregado por el Director del
Centro en oportunidad de la inspección ocular efectuada por el Tribunal (ver fs.
69/70). Dispone este protocolo que el tiempo máximo para que un interno realice
las actividades de aseo, limpieza, recreación y utilización del teléfono público,
siempre que las condiciones de seguridad y cantidad de alojados así lo permitan,
no podrá exceder los sesenta (60) minutos. Estas actividades se realizarán entre
los horarios comprendidos de 8:00 hs. a 21:00 hs. como máximo, y en forma
rotativa se ajustarán los horarios de aseo y esparcimiento en forma equitativa
según la cantidad de alojados en los distintos pabellones (ver fs.69).
Coincidentemente, y conforme surge de las “Normas básicas y
organización de las actividades centro de regímenes diferenciados” (fs.71), el
horario de actividades recreativas e higiene comenzará a partir de las 8:00 hs. y
finalizará a las 20:00 hs.. En ese lapso se distribuirán de manera equitativa los
horarios para los grupos conformados en cada pabellón, en dicho horario los
internos realizarán su higiene personal y la del alojamiento, podrán realizar
comunicaciones telefónicas y utilizar el patio interno para recreación. El horario de
finalización de dichas actividades quedará supeditado a la cantidad de internos
alojados en cada pabellón.
Ahora bien, examinados estos regímenes diferenciados a la
luz de la totalidad del ordenamiento jurídico, se advierte que los mismos resultan
violatorios del art.18 de la Constitución Nacional así como de diversos
instrumentos internacionales de derechos humanos –en particular del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP), la Convención Americana
sobre Derechos Humanos (CADH) y la Convención contra la Tortura y otros Tratos
o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes (CT), instrumentos todos estos que
han adquirido jerarquía constitucional (art.75 inc.22 CN).
Que a los fines de mantener un mejor orden en el desarrollo
de los considerandos, es que examinaremos los regímenes cuestionados y su
adecuación o inadecuación a los estándares internacionales de derechos
humanos y a las cláusulas constitucionales, a la luz de los principios básicos que
rigen la ejecución penitenciaria en el derecho argentino.
Comenzando el análisis, en primer término, surge evidente
que la Disposición nro.780 del Servicio Penitenciario de Córdoba afecta la
garantía constitucional de legalidad consagrada en el art.18 de nuestra Carta
Magna. Como bien señala autorizada doctrina, “cuando el artículo 18 de la
Constitución Nacional abrió las puertas a este principio (legalidad), no sólo quiso
que tanto el delito como la pena estuvieran determinados por una ley con carácter
previo al hecho en que se fundaba la sentencia condenatoria, sino que también
fue su propósito que el cumplimiento de esa pena se verificara en el modo
exactamente previsto por la ley que daba la base al pronunciamiento jurisdiccional
que la establecía. De esta manera se consagró lo que la doctrina ha dado en
llamar garantía de legalidad de la ejecución. La propia Corte Suprema de Justicia
de la Nación, al fallar la causa “Dessy” reconoció la base constitucional de la
garantía al expresar “….la pena de la ley penal debe ser “praevia, scripta y
stricta”. Es por ello que el modo de ejecución de las penas no puede revestir el
carácter de una condena accesoria que no corresponda a las aplicadas en las
sentencias que emanan del Poder Judicial, ni a la pena establecida por la ley para
el delito de que se trate” (“Los objetivos constitucionales de la ejecución
penitenciaria”, José Daniel Cesano, Ed. Alveroni, pag.151).
Agrega el mismo autor que “la aplicación de este principio
(legalidad) en el ámbito penitenciario se manifiesta –según la clara expresión de
Mapelli Caffarena- como “primacía de la ley”, con un doble significado: “por una
parte la ley formal prevalece en todos los actos del Estado, es decir, la ley
penitenciaria es jerárquicamente superior al resto de las disposiciones
administrativas. Por otra parte, la primacía de la ley se traduce en que la
intervención del Estado sobre los derechos fundamentales del ciudadano sólo
puede hacerse por medio de o con base en una ley formal”………”En otras
palabras: cualquier restricción al derecho de un interno que no cuente con una
cobertura legal resultará inconstitucional; y de nada servirá que el acto de la
Poder Judicial de la Nación U
SO
OF
ICIA
L
autoridad penitenciaria que disponga la restricción lo haga bajo la invocación del
artículo 2 de la ley 24660 (esto es: que la afectación del derecho emane de una
norma reglamentaria), porque, en este aspecto, el nuevo precepto debe ser
también considerado como contrario a la ley fundamental (arts.18 y 31 C.N) (autor
y obra citada, pags. 82, 83 y 153).
A su vez, y en virtud del principio de reserva, la persona
privada de su libertad es un sujeto de derechos, y no alguien que se encuentra en
una relación de sujeción especial respecto de la Administración Penitenciaria.
“Deberá reconocérsele pues, como titular de los mismos derechos que las
personas libres, pudiendo tales derechos ser afectados sólo por las limitaciones
previstas por la ley como inherentes a la resolución jurisdiccional que dispuso la
medida de encierro carcelario” (Gustavo A.Arocena, “Principios básicos de la
ejecución de la pena privativa de la libertad”, pag.82).
Aplicado todo lo expuesto al caso de autos, se advierte que la
Disposición 780 del Servicio Penitenciario de Córdoba importa una severa
restricción de los derechos de los internos afectados que no cuenta con
cobertura legal alguna. Se trata, como bien se ha señalado, de un caso de
exceso reglamentario, por cuanto dispone sanciones que no están previstas
ni en la Ley 24.660 ni en el propio decreto reglamentario 343/08 y que
colisiona con normas superiores al realizarse el análisis normativo legal,
constitucional y convencional.
En este punto, “la Corte Suprema de Justicia en un extenso
fallo declaró la inconstitucionalidad de las normas del reglamento que había
dictado el Servicio Penitenciario Federal excediéndose en sus facultades
reglamentarias” (“Los derechos fundamentales de los reclusos España y
argentina” Introducción de Massimo Pavarini, Iñaki Rivera Beiras y Marcos Gabriel
Salt, pag.203).
Esta violación al principio de legalidad se hace más patente si
se considera que existe en el llamado “régimen diferenciado” una clara
indeterminación, tanto de las conductas que justifican el confinamiento, como del
término de duración del mismo.
Así, nótese que el art. 7 de la disposición 780 prevé la
aplicación del régimen –entre otros supuestos- para aquellos internos procesados
“que por sus condiciones personales, características sociales, familiares y
antecedentes penales, presenten dificultades para su adaptación al régimen
común”. Esta descripción nos acerca claramente a lo que se denomina un
derecho penal de autor, donde la sanción es aplicada no en función de una
concreta conducta disvaliosa, sino como consecuencia directa de sus
características personales y antecedentes penales.
Se utilizan además fórmulas genéricas que hacen referencia a
internos que presenten “problemas de convivencia”, que “representen un grave
riesgo para sí o para terceros”, o “que merezcan dicha medida a resultas de la
valoración de sus antecedentes o por haber puesto en grave peligro la seguridad o
integridad de terceros, la normal convivencia y/o la seguridad general del
establecimiento” (arts.6, 7 y 8 de la disposición 780).
En cuanto al término de duración de estos encierros, se
advierte que –salvo en el supuesto de ser impuesto como sanción donde tiene una
duración máxima de 90 días-, en los demás casos el confinamiento se efectúa sin
límite de tiempo, por un tiempo absolutamente indeterminado, con la única
exigencia de que cada treinta días se realice una evaluación de los internos por
parte del Consejo Asistencial.
Se trata en definitiva de la elíptica aplicación de una
sanción que no está prevista por la ley, confinando a los internos por lapsos
indeterminados y por causales cuya apreciación se efectúa dentro de
amplios márgenes de discrecionalidad.
Dentro de esta línea de razonamiento, se advierte que los
mencionados “Regímenes diferenciados” vulneran claramente el principio de
proporcionalidad. Así, cabe señalar que una de las sanciones más gravosas
que pueden legalmente ser aplicadas a los internos, consiste en la
Poder Judicial de la Nación U
SO
OF
ICIA
L
permanencia en su alojamiento individual o celdas cuyas condiciones no
agraven ilegítimamente la detención, hasta quince días ininterrumpidos o
hasta siete fines de semana sucesivos o alternados (art. 87 incs e) y f) de la
ley 24660, y art.6 incs. e y f del decreto reglamentario 343/08). En forma
absolutamente desproporcionada, la disposición 780 autoriza el aislamiento
por tiempo indeterminado, durante más de 23 horas diarias, para supuestos
en los que no se ha cometido ninguna falta (ver arts.6 punto 4) a) y b), art.7
punto 1 a), b) y c) y art.8 punto 1º a).
Esta desproporción es aún más patente si se considera que el
Decreto Reglamentario 343-08 autoriza el aislamiento provisional como medida
cautelar de aplicación restrictiva por un lapso que no podrá exceder los tres (3)
días (art.21)
En definitiva, estamos en presencia de una medida
gravemente aflictiva, que no está prevista como sanción ni por la ley 24.660
ni por el decreto reglamentario 343/08, que viola los principios de legalidad y
taxatividad que deben imperar en relación a infracciones y sanciones (art.
84 de la ley 24.660) y que tiene una duración ilimitada que en los casos
concretos puede resultar absolutamente desproporcionada con la sanción
de aislamiento prevista legalmente para las más graves infracciones.
Por otra parte, es evidente que esta gravísima medida, al no
estar en la mayoría de los casos aplicada formalmente como una sanción
disciplinaria, constituye en la realidad una sanción encubierta que queda al
margen del procedimiento previsto legalmente para la imposición de
sanciones.
En otras palabras, este aislamiento por tiempo
indeterminado puede ser impuesto sin que el interno tenga derecho alguno a
defenderse, ni oportunidad para ofrecer pruebas, ni posibilidad de hacer un
descargo o en su caso de recurrir la decisión.
En este aspecto, resultan reveladores los testimonios de los
internos Toranzo y Carranzo, quienes en el curso de la audiencia refirieron al
Tribunal que su alojamiento en el denominado “régimen de máxima” fue posterior
a su participación en una huelga dispuesta por los internos en relación a los plazos
de la prisión preventiva y otras medidas con las que no estaban conformes, que
nunca fueron notificados de los motivos de incorporación a este régimen de
aislamiento, ni pudieron defenderse ni apelar la decisión.
Y esto es así porque precisamente la disposición 780 no
exige que la resolución que ordena la incorporación al régimen diferenciado, deba
ser notificada al interno afectado. Ni prevé tampoco que éste deba ser notificado
de las razones que motivan su confinamiento. Ni establece que el interno pueda
formular un descargo u ofrecer pruebas o recurrir la medida.
En conclusión, se trata de una medida gravemente
limitativa de los derechos del preso que es aplicada al margen de los
principios de reserva, legalidad, taxatividad de las sanciones, derecho de
defensa y debido proceso.
Continuando con el análisis de estos confinamientos a la luz
de los principios fundamentales que rigen esta problemática, es fácil detectar que
estos encierros atentan contra los denominados “Principio de reinserción social
como objetivo de la ejecución de la pena privativa de la libertad” y “Principio
de régimen progresivo, con tratamiento interdisciplinario, programado e
individualizado”
El art.10, ap.3º del PIDCP refiere “El régimen penitenciario
consistirá en un tratamiento cuya finalidad esencial será la reforma y readaptación
social de los penados”, mientras que el art.5º ap.6º de la CADH aduce “Las penas
privativas de la libertad tendrán como finalidad esencial la reforma y la
readaptación social de los condenados”. “De esta forma, tanto aquél como ésta
establecen que el ideal resocializador resumirá el fin principal y más importante
que debe perseguir la ejecución de la pena de encierro carcelario” (Arocena G. ob.
cit., pag 62 y 63).
Por su parte, el art.1 de la LEPPL, en su párr..1°, prescribe:
“La ejecución de la pena privativa de libertad, en todas sus modalidades, tiene por
Poder Judicial de la Nación U
SO
OF
ICIA
L
finalidad lograr que el condenado adquiera la capacidad de comprender y respetar
la ley procurando su adecuada reinserción social, promoviendo la comprensión y
el apoyo de la sociedad”
Como bien señala este mismo autor, la “reinserción social del
recluso, en definitiva, habrá de procurarse mediante el ofrecimiento de un proceso
de formación integral de su personalidad que lo dote de instrumentos eficientes
para su propia emancipación y preparación para la vida en libertad. Se trata, en
otros términos, de que el condenado pueda conocer opciones de vida diferentes al
delito para que, a través de las mismas, opte por configurar el mundo haciendo
uso de su libertad sin dañar a los demás” (ob.cit, pag.77). En esta sintonía,
Cervelló Donderis sostiene que “….la reinserción social no se puede entender en
términos estrictamente jurídicos sino que hay que completar su interpretación con
los conocimientos criminológicos relacionados con las variables del delito y las
posibilidades reales de prevención y de tratamiento”, tras lo cual alude a la
viabilidad de “efectos” tales como, por ejemplo, la disminución de la nocividad de
la cárcel a través de la consagración del carácter excepcional del aislamiento y las
sanciones, o el desarrollo del recursos mediante un tratamiento educativo dirigido
a cubrir sus necesidades sociales de falta de instrucción, carencia de formación
laboral o escaso desarrollo de habilidades sociales” (Arocena, ob. cit, pag.78).
Las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos
establecen: “El fin y la justificación de las penas y medidas privativas de libertad
son, en definitiva, proteger a la sociedad contra el crimen. Sólo se alcanzará este
fin si se aprovecha el período de privación de libertad para lograr, en lo posible,
que el delincuente una vez liberado no solamente quiera respetar la ley y proveer
a sus necesidades, sino también que sea capaz de hacerlo” (Regla 58). (Reglas
Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos, adoptadas por el “Primer Congreso
de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del
Delincuente” celebrado en Ginebra en 1955 y aprobadas por el Consejo
Económico y Social en sus resoluciones 663 C (XXIV) del 31 de julio de 1957 y
2076 (LXII) del 13 de mayo de 1977).
Conforme autorizada doctrina, “a partir de la interpretación
sistemática de los arts.1°, 5° y 6° de la LEPPL se extrae, con meridiana claridad,
que la reinserción social del condenado debe lograrse mediante un régimen
progresivo, con un tratamiento interdisciplinario, programado e individualizado que
resulte apropiado para la finalidad enunciada…..Se trata de un principio
“instrumental”, tributario de la directriz que impone la obligación del Estado de
ofrecer al interno herramientas que le permitan desarrollar sus competencias
sociales para una vida lícita y, con ello, escoger –si así lo quiere, y ante la
posibilidad real de avizorar un desenvolvimiento eficaz –opciones de vida
emplazadas en el marco de la legalidad” (Arocena,G. ob.cit. pag.221). Agrega
este autor que “…el tratamiento penitenciario, en definitiva, se expresa a través de
actividades directamente enfocadas a la superación por el individuo de aquellos
elementos, factores o déficits que lo han llevado más propiamente a delinquir”.
“Que el condenado tenga a su alcance los medios que le permitan un desarrollo
personal que, por un lado, fortalezca su capacidad de autoconducción y de
reflexión sobre las consecuencias de su propia acción y, por otra parte, lo torne un
individuo socialmente competente para desenvolverse apropiadamente en el
tráfico laboral, familiar, social y económico avalado por el ordenamiento jurídico.
El camino para esto puede encontrarse en el ofrecimiento –al recluso- de un
proceso de formación integral de su personalidad que lo dote de instrumentos
eficientes para su propia emancipación y preparación para la vida lícita en
contexto de libertad. De tal suerte, y en función de los datos estadísticos
relevados, es innegable que un tal proceso de formación de la personalidad
comprende la instrucción del individuo y su capacitación laboral –que le permitirán
contar con herramientas para ser, como sostuvimos, competente en el tráfico
social y laboral-, sumado al trabajo sobre, por ejemplo, los aspectos violentos de la
personalidad o los rasgos patológicos de la psicosexualidad, cuando éstos últimos
factores han tenido incidencia en la comisión del particular delito que condujo al
sujeto a la cárcel” (ob. cit, pags. 223 y 264).
Poder Judicial de la Nación U
SO
OF
ICIA
L
Finalmente, en cuanto a los caracteres que debe reunir el
tratamiento carcelario, resultan particularmente valiosas las palabras de Zaffaroni,
Alagia y Slokar: “Respecto del grueso de la población penal –nutrida de infractores
groseros contra la propiedad y de pequeños traficantes de tóxicos prohibidos-
es…realista asumir estos datos….proponiéndose objetivos realizables…En
principio, admitido que la prisión tiene efecto deteriorante pero que algún trato es
menester deparar a quienes están presos, es lógico plantearse aquellos que
disminuyan hasta donde sea posible esta característica estructural de la vida
carcelaria. En segundo lugar, dado que se conoce que la selección de la gran
masa de presos se produce en razón de su alto estado de vulnerabilidad al poder
punitivo, es menester que en la prisión se les ofrezca la posibilidad de egresar con
los elementos que correspondan a un mayor nivel de invulnerabilidad
(v.gr.modificar su autoestima, procurar salir del estereotipo, intentar que
comprendan el papel que se les asigna al reclamarles roles conforme a
estereotipos, tratar de modificar su autopercepción, etc.). En síntesis, el trato
penitenciario debe abarcar el ofrecimiento de un tratamiento de vulnerabilidad”
(ZAFFARONI-ALAGIA-SLOKAR, Derecho Penal, Parte general, 2000, Edit.
Ciudad p.893 y s.).
Aplicado lo expuesto a la consideración del régimen puesto en
cuestión, se advierte que el referido “tratamiento” nada aporta ni puede
aportar al desarrollo de la personalidad de los internos. Así, basta analizar el
protocolo denominado “Procedimientos de actividades hacia el interior del
pabellón: aseo, limpieza, recreación y teléfono”, así como las propias
declaraciones de los internos afectados por el régimen, para arribar a la
conclusión de que el “tratamiento” consiste exclusivamente en el
confinamiento de los mismos dentro de las celdas, disponiendo de
aproximadamente diez a veinte minutos por día para usar el teléfono público,
aseo personal, limpieza del dormitorio, “recreación y esparcimiento” y
lavado de prendas.
Este aislamiento o confinamiento solitario, no sólo no
contribuye a la reinserción social del interno, sino que además vulnera
gravemente el principio de respeto a la dignidad del interno, y llega a
constituir lo que se denomina un trato inhumano y degradante.
En relación al principio de referencia, el bloque de
constitucionalidad federal garantiza a toda persona privada de libertad el derecho
a ser tratada humanamente y con el respeto debido a la dignidad inherente al ser
humano.
En esta línea, el art.7 del PIDCP proclama que “Nadie será
sometido a torturas ni a penas crueles, inhumanas o degradantes”. El Comité de
Derechos Humanos ha interpretado que “El texto del artículo 7 no admite
limitación alguna… no se puede invocar justificación o circunstancia atenuante
alguna como pretexto para violar el artículo 7 por cualesquiera razones…El
Comité no considera necesario establecer una lista de los actos prohibidos o
establecer distinciones concretas entre las diferentes formas de castigo o de trato;
las distinciones dependen de la índole, el propósito y la severidad del trato
aplicado. La expresión tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, “debe
interpretarse de manera que abarque la más amplia protección posible contra todo
tipo de abusos, ya sean físicos o mentales, incluido el de mantener al preso o
detenido en condiciones que lo priven, temporal o permanentemente, del uso de
uno de sus sentidos, como la vista o la audición, o de su conciencia del lugar o del
transcurso del tiempo” (Nota al Principio 6, del Conjunto de Principios para la
Protección de todas las personas sometidas a cualquier forma de detención o
prisión, aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su
Res.43/173 del 9 de diciembre de 1988)..
El Artículo 7 del PIDCP está estrechamente relacionado con el
Artículo 10 de dicho instrumento, el cual proclama que “Toda persona privada de
libertad será tratada humanamente y con el respeto debido a la dignidad inherente
al ser humano… el régimen penitenciario consistirá en un tratamiento cuya
finalidad esencial será la reforma y la readaptación social de los penados”.
Poder Judicial de la Nación U
SO
OF
ICIA
L
En conjunto, los Artículos 7 y 10 del PIDCP establecen una
amplia protección para las personas privadas de libertad contra cualquier forma de
maltrato. El Comité de Derechos Humanos ha señalado que: El párrafo 1 del
artículo 10 impone a los Estados Partes una obligación positiva… En
consecuencia, las personas privadas de libertad no sólo no pueden ser sometidas
a un trato incompatible con el artículo 7… Sino tampoco a penurias o a
restricciones que no sean los que resulten de la privación de la libertad; debe
garantizarse el respeto de la dignidad de estas personas en las mismas
condiciones aplicables a las personas libres. Las personas privadas de libertad
gozan de todos los derechos enunciados en el Pacto, sin perjuicio de las
restricciones inevitables en condiciones de reclusión. Tratar a toda persona
privada de libertad con humanidad y respeto de su dignidad es una norma
fundamental de aplicación universal... Esta norma debe aplicarse sin distinción de
ningún género, como, por ejemplo, por motivos de raza, color, sexo, idioma,
religión, opinión política o de otro género, origen nacional o social; patrimonio,
nacimiento o cualquier otra condición.
La Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la
Tortura, reafirma que “todo acto de tortura u otros tratos o penas crueles,
inhumanos o degradantes constituyen una ofensa a la dignidad humana y una
negación de los principios consagrados en la Carta de la Organización de los
Estados Americanos y en la Carta de las Naciones Unidas y son violatorios de los
derechos humanos y libertades fundamentales proclamados en la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y en la Declaración Universal
de los Derechos Humanos. ”.
La Convención contra la Tortura en su art.1 estipula que: a los
efectos de la presente Convención, se entenderá por el término "tortura" todo acto
por el cual se inflija intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos
graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero
información o una confesión, de castigarla por un acto que haya cometido, o se
sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o
por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, cuando dichos
dolores o sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u otra persona…”.
Otros instrumentos establecen reglas de conducta para el
personal penitenciario, el personal de salud y otros profesionales vinculados, y
fijan estándares mínimos aceptables para el diseño de las prisiones, provisión de
elementos básicos necesarios y otras condiciones de reclusión. Estos
instrumentos incluyen: las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el
Tratamiento de los Reclusos (SMR), y el Conjunto de Principios para la Protección
de Todas las Personas sometidas a cualquier Forma de Detención o Prisión.
“La jurisprudencia de los órganos interamericanos de
protección de los derechos humanos ha vinculado el derecho a la dignidad con la
tutela de la vida y la incolumidad psico-física de las personas. Así, consagrando el
estándar general en esta materia, la Corte Interamericana de Derechos Humanos,
en el caso “Neira Alegría y otros v.Perú” ha sostenido que “….toda persona
privada de libertad tiene derecho a vivir en condiciones de detención compatibles
con su dignidad personal y el Estado debe garantizarle el derecho a la vida y a la
integridad personal. En consecuencia, el Estado, como responsable de los
establecimientos de detención, es el garante de estos derechos de los detenidos”.
“Ya con más precisión, este tribunal internacional, haciendo suya la doctrina de la
Corte Europea de Derechos Humanos (CEDH) en el caso “Kudla v.Poland”, ha
puntualizado en “Tibi v.Ecuador” que “…el Estado debe asegurar que una persona
esté detenida en condiciones que sean compatibles con el respeto de su dignidad
humana, que la manera y el método de ejercer la medida no le someta a angustia
o dificultad que exceda el nivel inevitable de sufrimiento intrínseco a la detención y
que, dadas las exigencias prácticas del encarcelamiento, su salud y bienestar
estén asegurados adecuadamente” (Arocena, G. ob.cit, pag.312 y313)
La Ley 24.660 dispone en el art.9º un primer resguardo
orientado a asegurar la vigencia del principio de respeto a la dignidad del interno,
al prescribir que la ejecución de la pena “estará exenta de tratos crueles,
inhumanos o degradantes”, y agrega “quien ordena, realice o tolere tales excesos
Poder Judicial de la Nación U
SO
OF
ICIA
L
se hará pasible de las sanciones previstas en el Código Penal, sin perjuicio de
otras que le pudieren corresponder”.
Aplicados estos principios al caso en examen, resulta
indispensable hacer una referencia a la medida de aislamiento o confinamiento y
sus nocivas consecuencias.
Sobre el particular, el aislamiento solitario se define como una
forma de confinamiento en el que los reclusos pasan de 22 a 24 horas al día solos
en sus celdas, separados unos de otros. No obstante los diferentes significados
que tienen cada uno de estos términos en las diferentes jurisdicciones, los
términos “aislamiento” o “segregación” serán utilizados como sinónimos de
“aislamiento solitario”, al hacer referencia a aquellos regímenes carcelarios en los
cuales los reclusos no tienen más contacto entre sí que el permitido durante los
ratos de ejercicio fuera de sus celdas, como ocurre en algunas jurisdicciones”
(Libro de referencia sobre aislamiento solitario de Sharon Shalev, Centre for
Criminology, University of Oxford, Manor Road Building, Manor Road, Oxford,
traducido al español por Andrés Pizarro Sotomayor, especialista en Derechos
Humanos, Relatoría sobre los Derechos de las Personas Privadas de Libertad,
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, www.solitaryconfinement.org)
Señala esta misma autora que “el aislamiento solitario es una
de las prácticas penitenciarias más antiguas y duraderas. Fuera de la pena de
muerte, el aislamiento solitario es la sanción o castigo más extremo que puede
imponerse legalmente a las personas privadas de libertad. En un principio el
aislamiento solitario fue usado amplia y sistemáticamente a ambos lados del
Atlántico en penitenciarías “separadas” y “silenciosas” (“separate” and “silent”) en
el siglo XIX, con el objetivo de reformar a los condenados. Se creía que una vez
dejado con su conciencia y la Biblia, los presos podrían reflexionar a fondo, ver el
error de sus actos y reformarse como ciudadanos respetuosos de la ley. Pronto se
conoció que en lugar de reformarse, muchos reclusos adquirían enfermedades
mentales; además hay poca evidencia de que estas nuevas y costosas cárceles
tuvieran más éxito que sus predecesoras en reducir la delincuencia. Estas críticas,
aunadas al crecimiento de la población penitenciaria y a la necesidad de contar
con mayor espacio dentro de las cárceles, condujeron a que hacia finales del siglo
XIX se fuera desmontando el sistema de aislamiento en la mayoría de los países..
Sin embargo, para entonces, el aislamiento solitario se había convertido en un
rasgo permanente de los sistemas penitenciarios del mundo entero, usado
principalmente como una forma de castigo a corto plazo para faltas cometidas
dentro de la prisión, para la reclusión de presos políticos, como medida de
protección, y como una técnica para “ablandar” detenidos antes y durante las
sesiones de interrogatorios, usada particularmente con aquellos sospechosos de
haber cometido delitos contra el Estado. Además de los mencionados usos
“tradicionales”, hacia finales del siglo XX y durante los comienzos del XXI, el uso
del aislamiento solitario prologado a gran escala regresó con el advenimiento de
las cárceles “supermax” (forma abreviada de “super maximum security”) y cárceles
de seguridad especial (“special security”). Estos son centros penitenciarios a gran
escala y de alta tecnología, diseñados para el aislamiento estricto a largo plazo de
reclusos clasificados como de alto riesgo y/o difíciles de controlar. Este fenómeno
es particularmente evidente en los Estados Unidos, donde el Gobierno Federal y
otros 44 estados mantienen al menos una de estas cárceles, pero también pueden
encontrarse instalaciones similares en otros países. El uso del aislamiento solitario
prolongado se ha incrementado también en los últimos años en el contexto de la
“guerra contra el terror”, sobre todo en el centro de detención de la Base Naval de
Guantánamo donde los detenidos han sido mantenidos en instalaciones tipo
supermax por años, en su mayoría sin que se les hayan formulado cargos y sin
haber sido juzgados; y en centros de detención secretos donde el aislamiento es
utilizado como parte integral de los interrogatorios. Otra forma de aislamiento
solitario, utilizado en algunos países de Europa, es el “aislamiento de pequeños
grupos” en el cual los reclusos que han sido clasificados como peligrosos o de alto
riesgo son puestos en aislamiento solitario en pequeñas unidades de alta
seguridad, y se les permite interactuar limitadamente con hasta otros cinco
internos en determinados momentos, típicamente durante el periodo de una hora
Poder Judicial de la Nación U
SO
OF
ICIA
L
de ejercicio al aire libre requerido por el derecho internacional. Paradójicamente,
aunque el hacinamiento de la población penitenciaria sea un problema serio en
muchas jurisdicciones, el uso de distintas formas de aislamiento solitario se ha
incrementado en las últimas dos décadas”.(S.Shalev, ob.cit, pag.13).
“Existe evidencia inequívoca que el aislamiento solitario tiene
un profundo impacto en la salud y el bienestar, particularmente en aquellas
personas con desórdenes preexistentes de salud mental, y que el mismo puede
provocar también enfermedades mentales. El alcance del daño psicológico varía y
va a depender de factores individuales (p.ej. antecedentes personales y problemas
de salud preexistentes), factores ambientales (p. ej. Las condiciones físicas de
reclusión y la provisión de elementos básicos), régimen de reclusión (p.ej. tiempo
fuera de la celda y el nivel de contacto humano), el contexto del aislamiento (p.ej.
castigo, protección del propio interno, voluntario/involuntario, político/criminal) y su
duración. No obstante las variaciones en la tolerancia individual y los factores
ambientales y de contexto, es notable la consistencia en los hallazgos que durante
décadas han arrojado los estudios que se han hecho acerca de los efectos que
produce en la salud el aislamiento solitario. Los cuales han demostrado en su
mayoría efectos negativos, los estudios que han concluido que esta práctica no
tiene efectos negativos son pocos y muy distanciados entre sí, y virtualmente
ningún estudio da cuenta de efectos positivos (Sharon Shalev, Libro de referencia
sobre aislamiento solitario, ob.cit, pag).
“Los estudios más recientes han reafirmado en su mayoría
que el aislamiento solitario afecta perjudicialmente a aquellas personas a las que
se les aplica, y han identificado “la psicosis del aislamiento” (“confinement
psychosis”) como una condición médica tipificada como una “reacción psicótica
caracterizada frecuentemente por alucinaciones y delirios, producidos por el
aislamiento físico prolongado y la inactividad en áreas completamente
segregadas” (Scott y Gendreau,1969:338)(S.Shalev, ob.cit, pag.21).
Señala la misma autora que “una investigación realizada en
1975 acerca del uso del aislamiento solitario en prisiones de Canadá concluyó que
el aislamiento con carácter administrativo aplicado por largos periodos de tiempo
representada un “serio peligro para los reclusos. Dos años más tarde un estudio
del Consejo de Europa (1977) sugirió que el confinamiento cerrado prolongado de
internos recluidos a largo plazo conduce a lo que denominó “síndrome de la
separación”, que incluye problemas emocionales, cognitivos, sociales y físicos.
Benjamin y Lux (1977:262) aseveraron que “la evidencia abrumadoramente
[indica] que el solo aislamiento solitario, incluso en la ausencia de brutalidad física
o condiciones antihigiénicas, puede producir daños emocionales, disminución del
funcionamiento mental e incluso tipos más extremos de psicopatologías como la
despersonalización, alucinaciones y delirios”. La Comisión Europea de Derechos
Humanos realizó consideraciones similares al decidir el fondo de un caso relativo
a internos mantenidos en estricto aislamiento en Alemania (1978:97), al indicar
que “el aislamiento en sí mismo puede ser suficiente para perjudicar gravemente
la salud física y mental”.(S.Shalev, ob.cit, pag.21)
En la misma publicación se hace referencia a la evaluación
psiquiátrica hecha por Grassian de 14 reclusos mantenidos en el pabellón de
aislamiento solitario de la Institución Correccional de Massachusetts, en Walpole
(1983), reportó cambios en la percepción, perturbaciones afectivas, dificultades
para pensar, memorizar y concentrarse, trastornos en el contenido de los
pensamientos, y problemas en el control de los impulsos. El estudio de Korn sobre
la Unidad de Máxima Seguridad para Mujeres de Lexington, Kentucky (1988),
encontró que las mujeres allí recluidas sufrían claustrofobia, rabia, depresión
severa, alucinaciones, retraimiento (withdrawal), embotamiento del afecto y apatía.
También reportó pérdida del apetito, pérdida de peso, disturbios visuales y
palpitaciones cardiacas. El estudio de Brodsky y Scogin (1988) sobre 45 presos
mantenidos en custodia por motivos de protección evidenció de manera similar
una alta prevalencia de síntomas psicológicos y fisiológicos negativos, incluyendo
nerviosismo, alucinaciones y delirios, confusión, rabia irracional, dolores de
cabeza y problemas para dormir, y que hablaban solos. Hodgins y Cote (1991)
encontraron severos desórdenes mentales en el 29% de un muestreo de 41
Poder Judicial de la Nación U
SO
OF
ICIA
L
internos mantenidos en segregación en la Unidad Especial de Control de Quebec
(Special Handling Unit - SHU), y en el 31% de un muestreo de 32 internos
mantenidos en segregación en la Unidad de Segregación de Largo Plazo (Long-
TermSegregation Unit – LTSU. Haney (1993) analizó 100 presos seleccionados al
azar de una de las prisiones supermax del estado de California, la Pelican Bay
Security Housing Unit, encontrando una alta prevalencia de síntomas de trauma
psicológico en el 91% de los internos examinados, los cuales sufrían desde
ansiedad y nerviosismo; más del 80% sufrían dolores de cabeza, letargo y
problemas de sueño; y 70% depresión nerviosa inminente. Más de la mitad de los
internos observados sufrían pesadillas, vértigo y palpitaciones cardíacas y otros
problemas de salud mental causados por el aislamiento, los que incluían
cavilaciones (rumination), ira irracional y confusión en el proceso de pensar (más
del 80% delos reclusos observados), depresión crónica (77%), alucinaciones
(41%) y deterioro general” (S.Shalev, ob.cit., pag.22).
Cita esta misma autora un estudio de Miller (1994:48) sobre
30 personas privadas de libertad en una penitenciaría de Kentucky, quien encontró
de igual forma que “los internos alojados en los ambientes más restrictivos
[segregación disciplinaria] reportaron niveles significativamente más altos de
síntomas de desórdenes psicológicos como ansiedad y hostilidad, que los internos
de la población general”. Un estudio de seguimiento (Miller y Young, 1997:92)
encontró retraimiento (withdrawal), hostilidad, agresividad, ira e impulsos
irreprimibles en aquellos internos colocados en segregación disciplinaria, y
concluyó que estos resultados indican que “puede haber un nivel de restricción tal
que, en lugar de resolver problemas de administración, se convierte, tanto en un
asunto de salud mental, como en un futuro problema de administración
penitenciaria”. Sestoft y otros (1998:105) concluyó su estudio sobre el impacto del
aislamiento solitario en la subsiguiente hospitalización de reclusos en Dinamarca
señalando que “los individuos colocados en aislamiento solitario son puestos a la
fuerza en un ambiente que incrementa su riesgo de hospitalización... Por razones
psiquiátricas”. Finalmente, el creciente número de investigaciones acerca de los
efectos en la salud del aislamiento solitario en prisiones supermax en los Estados
Unidos (por ejemplo: Cloyes y otros (2006); Haney (2003); Kupers (1999); Miller
(1994); Miller & Young (1997); Rhodes (2004); Grassian (2006) confirman
extensamente los hallazgos encontrados en estudios previos, a saber, que “esta
experiencia es psicológicamente dolorosa, puede ser traumática y nociva, y coloca
a muchos de los que han sido sometidos a ella en una situación de riesgo de
padecer daños emocionales e incluso físicos a largo plazo” (Haney & Lynch,
1997:500).(S.Shalev, ob cit. pags.21 y 22)
En conclusión, existen en la actualidad un sinnúmero de
estudios científicos que demuestran a las claras los efectos negativos que produce
en la salud el aislamiento solitario, siendo los más comunes, a nivel fisiológico, los
problemas gastrointestinales, cardiovasculares y genitourinarios, así como
migrañas y profundas fatigas. En el plano psicológico, se han reportado síntomas
de ansiedad, depresión, trastornos cognitivos, distorsiones de la percepción,
paranoia y psicosis, autolesiones y suicidios (ver S.Shalev, Libro de referencia
sobre aislamiento solitario, pags.25 a 28).
En cuanto a las razones que determinan que el confinamiento
solitario resulte tan nocivo, se señalan tres principales factores: aislamiento social,
estimulación ambiental reducida y pérdida de control sobre casi todos los aspectos
de la vida.
“El bienestar social es considerado por la Organización
Mundial de la Salud como parte integral de la definición de “salud”. El aislamiento
solitario aparta al individuo de la compañía de otros y lo priva de la mayoría de las
formas significativas y humanas de interacción social, así como del contacto físico.
En la mayoría de los casos al individuo aislado se le priva de cualquier forma de
interacción con otros reclusos, y en algunas ocasiones con su familia y amigos,
por medio de restricciones en las visitas. En los lugares donde las visitas se llevan
a cabo, los reclusos pueden estar separados de los visitantes por medio de una
barrera o división que evita que estén en contacto con los ellos. Las teorías del
conocimiento social ponen de manifiesto la importancia del contacto social con
Poder Judicial de la Nación U
SO
OF
ICIA
L
otros, no sólo por placer y diversión, sino para el sentido mismo del “yo” del
individuo, el cual es moldeado y preservado a base de las interacciones sociales.
El contacto social es crucial para desarrollar percepciones, conceptos, interpretar
la realidad y brindar apoyo” (S.Shalev, ob.cit. pag.29).
“En cuanto a la reducción de estímulos y actividades, se
señala que la monotonía y la reducción de estimulación sensorial son parte
integrante de la experiencia del aislamiento. Existen estudios que indican que la
reducción de la información que se recibe por vía de los sentidos conduce a la
disminución de la actividad cerebral. Una disminución en la información sensorial
que se recibe por acción de una restricción sensorial produce una disminución en
la agilidad mental, falta de capacidad de concentración, una disminución en la
motivación y capacidad de planificación, todo esto aunado a una disminución en la
actividad física, en la comunicación verbal y el sistema motriz… En la vida en
prisión el tedio genera tedio. Una caída en la recepción de estímulos se traduce en
pereza mental, aversión al aprendizaje y a una correlativa caída en el hacer Para
evaluar esta hipótesis, se midió diariamente la actividad cerebral de los reclusos
mantenidos en aislamiento. Los investigadores encontraron que pasados siete
días en aislamiento se producía una caída en la actividad cerebral. Esta
disminución “estaba correlacionada con un comportamiento apático, letárgico… Y
con una reducción en la búsqueda de estímulos. Hasta siete días el declive del
EEG [electro encefalograma] es reversible, pero si esto se mantiene por un largo
periodo de tiempo este puede darse el caso de que no lo sea” (Scott y Gendreau,
ibid.)” (S.Shalev, ob.cit., pags.30 y 31).
“Un tercer aspecto del aislamiento solitario es la rigidez del
régimen y el excepcionalmente alto nivel de control sobre todos los aspectos de la
vida de los reclusos. En el caso del aislamiento solitario, este control es extremo y
los reclusos tienen pocas vías o espacios en los que puedan ejercer su autonomía
personal, al tiempo que son completamente dependientes del personal de la cárcel
para la provisión de todas sus necesidades básicas. Cuando este grado de control
es ejercido durante largos periodos de tiempo, el impacto psicológico es
proporcionalmente mayor. Varios estudios han analizado los aspectos socio-
psicológicos del encarcelamiento prolongado en ambientes altamente controlados
y han identificado algunas reacciones psicológicas comunes, las cuales
típicamente van desde la apatía a la agresión: “cualquier reacción al sistema de
rígida disciplina tiende a convertirse en algo muy parecido a la locura – apatía,
languidez, caprichos, o también irritabilidad, ira e inestabilidad nerviosa”
(Sutherland y Cressey, 1955:473). Otro estudio similar encontró que con el paso
del tiempo, los síntomas experimentados por los reclusos en aislamiento son
“propensos a desarrollarse en su comportamiento suicida u homicida”
(McCleery,1961:265) (.Libro de referencia sobre aislamiento solitario © S. Shalev
Page 32).
Continua señalando la misma autora que: “….contrariamente
al fin de imprimir calma y control en el recluso, el aislamiento solitario puede
producir subsecuente irritabilidad e incluso reacciones violentas, frecuentemente
no provocadas. Esos arranques de violencia pueden estar dirigidos al personal de
la prisión, pero también pueden volverse contra el recluso mismo en la forma de
autolesiones o suicidio. En ocasiones en las que el recluso se vuelve más dócil y
aparentemente conforme con las reglas, esto puede ser una reacción patológica
en forma de retraimiento, entumecimiento emocional y apatía. Es más, el “control
total” significa que muchos reclusos se vuelven tan dependientes de la logística de
la cárcel para la organización de sus vidas y rutinas diarias que pierden la
capacidad de ejercer su autonomía personal. Esto, nuevamente, puede hacerlos
disfuncionales para la vida en sociedad luego de su puesta en libertad y algunos
buscarán la forma de regresar a la cárcel…”.(autora y obra citados, pags.19 a 36).
Ahora bien, efectuadas estas consideraciones generales
relativas a los probados efectos nocivos que tiene este tipo de aislamiento,
pasaremos a examinar por qué razones, en el caso concreto, los denominados
“regímenes diferenciados” aquí cuestionados no reúnen los estándares mínimos
que exigen los diversos instrumentos internacionales de derechos humanos.
Poder Judicial de la Nación U
SO
OF
ICIA
L
Así, en cuanto a las celdas, en la inspección ocular
practicada el Tribunal pudo observar que las mismas presentaban un estado de
deterioro, con la pintura en mal estado y poca luz natural. Las ventanas no
permitían una buena visión del exterior. El ambiente de las mismas era poco
ventilado y no tenían ninguna separación con el inodoro y el lavabo (fotos 27 a
33). En la celda que se inspeccionó la luz artificial no funcionaba (foto 33).
La zona para duchas se encontraba sumamente deteriorada y
en malas condiciones de higiene (ver fotos nros.22, 23 y 24).
Sin perjuicio de todo lo expuesto, es claro que lo que torna
más inhumano el régimen en análisis es el tiempo diario de confinamiento de
los internos y la prácticamente nula oportunidad de realizar actividades
recreativas, sociales o vocacionales.
En este sentido, el protocolo de actividades fijado por el
director del Centro establece que “el tiempo máximo para que el interno realice las
actividades de aseo, limpieza, recreación y utilización del teléfono público, siempre
que las condiciones de seguridad y cantidad de alojados así lo permitan, no podrá
exceder los sesenta minutos”. En este tiempo se incluye la requisa inicial del
interno y de sus elementos de aseo, la colocación y retiro de medidas de sujeción
y el aseo del dormitorio (ver fs.69/70).
Ahora bien, si bien se establece un tiempo máximo de sesenta
minutos para todas estas actividades, lo cierto es que las “Normas básicas y
organización de las actividades del Centro de Regímenes Diferenciados” (fs.71)
aclaran que el horario de actividades recreativas y de higiene comenzará a partir
de las 8:00 hs. y finalizará a las 20:00 hs, tiempo éste que se distribuirá de manera
equitativa y que quedará supeditado a la cantidad de internos alojados”.
Continuando con este análisis, y si tenemos en cuenta que
los internos son sacados individualmente de sus celdas –tal como se indicó
durante la inspección ocular- tenemos que en las horas comprendidas entre
las 8:00 hs. y las 21:00 hs. hay un total de 780 minutos, lo que dividido por
ejemplo por los 78 internos con que contaba el centro al tiempo de la
inspección, arroja un total de 10 minutos máximo para cada detenido.
Este simple cálculo matemático coincide exactamente con lo
que refiere por ejemplo el denunciante Gustavo Alberto Toranzo quien expresa
que interpone acción de habeas corpus “por el daño psicológico que me genera
estar encerrado 23 horas y 50 minutos por día en una celda de 3 metros por 2 con
solo una ventana mínima en la que no se ve nada. Asimismo, esos 10 minutos
que me dejan salir por días son o para bañarme o para hablar con mi familia, a
elección mía, y yo siempre elijo hablar con mi familia, por lo que debo higienizarme
con un trapo húmedo (sin ningún elemento de aseo personal), lo cual me expone a
cualquier clase de enfermedad o infección ya que no me proporcionan elemento
de limpieza alguno y debo hacerlo en el mismo lugar en donde hago mis
necesidades, ni siquiera tengo una hora de salida al patio ni nada….Esta situación
me está provocando un gravísimo daño psicológico….” . Manifiesta finalmente:
“….hasta el día de la fecha desconozco las causas de mi alojamiento en Máxima
ya que no he sido formalmente informado….”(fs.7).
Al declarar en la audiencia, Toranzo no sólo reiteró los
términos de su denuncia, sino que agregó “…yo hasta el momento estoy mal por
haber estado ahí, a causa de haber estado ahí cuando estoy con gente empiezo a
sudar, estuve en Máxima veintiocho días, pero ahora cuando salgo al pabellón
común me empiezo a sentir mal, quiero ir a mi celda y quedarme encerrado ahí,
estoy retraído, no quiero socializar, ahora no puedo usar las dos manos, una de
ellas me tiembla y esto no me había pasado nunca. Yo nunca me había
autoagredido, pero cuando estuve en Máxima fue algo muy traumático para mí,
ahora me siento mal, he perdido incluso el contacto con mi familia, cuando hablo
con ellos inmediatamente les quiero cortar, estoy ansioso, hablo cinco minutos y
rápido, todos están con la puerta abierta y yo con la puerta cerrada, no socializo,
incluso se me acortó la vista de tanto mirar a través de los agujeritos de la
ventana, había perdido la coordinación, no me ubicaba bien en el tiempo ni en el
espacio, algo me ha pasado en el sistema nervioso, me han empezado a salir
Poder Judicial de la Nación U
SO
OF
ICIA
L
zarpullidos, manchas. A raíz de esto a veces pierdo las ganas de vivir, esto ha
sido muy malo para mí, nadie tiene nada que decir de mí, yo jamás tuve
problemas por otros presos, siempre me comporté bien. Yo estuve como cuatro
días en la celda de Máxima sin colchón, durmiendo con una colcha encima de un
fierro. Yo no soy una persona agresiva, no tenían derecho a ponerme en Máxima
Seguridad, siento dolor en el pecho. El Juez Federal Bustos Fierro ordenó que me
llevaran al Pabellón común e hicieron caso omiso de esta orden. He sufrido un
daño psicológico muy grave, ahora para agarrar un vaso tengo que agarrarlo con
las dos manos de los nervios que tengo, se me nubla la vista….”
En sentido coincidente, el denunciante Mariano Argarate ha
manifestado: “….fui trasladado a Máxima el día 30 de setiembre de este año por
un hecho de riña que ocurrió el día 29/9, pero recién el día 20 de octubre me
notificaron que había sido trasladado por una sanción (por el hecho del 29/9) y que
estaría allí por 60 días. Asimismo, quiero manifestar que necesito volver con
urgencia a mi pabellón porque las condiciones de alojamiento en Máxima son
deplorables, desde el colchón en el que duermo, la higiene, el encierro 23 horas y
45 minutos por día y fundamentalmente que no puedo recibir la visita de mi hija de
9 años porque el locutorio es a través de una ventana mínima y no puedo
someterla a esto a mi hija (fs.55 y vta.)..
Más grave aún ha sido la situación padecida por el preso
Carlos Nicolás Carranza, quien fue operado de apendicitis y dado de alta el 21 de
octubre del corriente, luego de lo cual fue alojado en el Centro de Máxima
Seguridad sin las condiciones higiénicas personales y de alojamiento necesarias
para un postquirúrgico abdominal (ver informe del Dr. Hugo Germán Carballo
Médico de la Procuración Penitenciaria de la Nación, pag.20).
Por su parte el denunciante Ramón Fernando Salgado
expresa que las condiciones de alojamiento en el Centro son deplorables y que no
soporta más, pide con urgencia que lo saquen de allí y refiere que en su
desesperación ingirió una gillete y dos trozos de vidrio, situación ésta que fue
corroborada por el Médico Forense y que determinó su intervención quirúrgica (ver
fs.119/121).
Es claro entonces que el horario conferido a los internos
para sus actividades no supera los quince minutos diarios, lo que resulta
violatorio de las mínimas condiciones exigidas por los estándares
internacionales.
Estos estándares indican que los reclusos deben tener al
menos una hora diaria de ejercicios, lo que es generalmente aceptado como un
mínimo absoluto (CPT/Inf (93)15 at para.95) ya que “para los reclusos mantenidos
en aislamiento solitario el período de ejercicios es la única oportunidad que tienen
de tomar aire fresco y de dar una mirada al mundo fuera de sus celdas. Este
requisito es por lo tanto de particular importancia y debe seguirse estrictamente
con miras a prolongar los períodos de recreación y permitir que los reclusos
puedan hacer ejercicio juntos. La falta de oportunidad de hacer ejercicios al aire
libre junto con la falta de acceso a la luz natural fueron considerados por la Corte
Europea de Derechos Humanos como elementos que constituían tratos
degradantes en violación al art.3 del Convenio Europeo de Derechos Humanos”
(Sharon Shalev, ob.cit., pag. 54).
Se advierte también que en el Centro de Regímenes
Diferenciados aquí examinado, los internos se encuentran en una situación
de imposibilidad material de realizar actividades académicas y laborales. Por
tal motivo, si bien el centro cuenta con un aula, un lugar para actividades físicas y
un patio (ver acta de inspección ocular y vistas fotográficas), lo cierto es que los
escasos minutos con que cuenta cada interno le impiden acceder a este tipo de
programas.
En este sentido, se ha señalado que “para los internos que
están en aislamiento por períodos más prolongados, la participación en programas
académicos y vocacionales es crucial, toda vez que éstos gozan de escaso o nulo
contacto social, la estimulación sensorial que experimentan es sustancialmente
reducida y tiene muy pocos medios para mantenerse ocupados dentro de sus
Poder Judicial de la Nación U
SO
OF
ICIA
L
celdas, factores que tienen efectos negativos en la salud y pueden conducir
también a problemas de comportamiento. Para contrarrestar tales efectos, las
investigaciones sugieren que es crucial para los reclusos tener acceso a un
programa adecuado de actividades mientras se encuentran privados de libertad,
particularmente en prisiones de alta seguridad. Entre mayores niveles de
seguridad tenga un centro penal, más intensos deben ser sus programas de
actividades. Un nivel máximo de encierro sin un adecuado programa de
actividades va en detrimento de la salud de los internos y su prognosis de
rehabilitación (Scott y Gendreu, 1969:341). Los estándares del CPT establecen
que: “La existencia de programas de actividades satisfactorios es tan importante,
sino más, en una institución de máxima seguridad que en un establecimiento
penal normal. Estos programas pueden hacer mucho para contrarrestar el
deterioro que supone para la personalidad del recluso el vivir en la atmósfera de
burbuja de esas unidades. Las actividades que se proveen deben ser tan diversas
como sea posible (educación, deporte, trabajo de valor vocacional,
etc)….”(Estándares del CPT, CPT/Inf/E (2002)1 Rev.2006, párr.32) (S.Shalev,
ob.cit., pag.56).
La situación de los internos afectados por este régimen se ve
particularmente agravada por la ausencia de todo tipo de contacto social. Así,
conforme se informó al Tribunal al tiempo de la inspección ocular, los internos son
sacados de sus celdas “de a uno por vez”, por lo que no tienen entre sí ningún
intercambio social.
Esta modalidad agudiza la situación de sufrimiento por la que
atraviesan estos detenidos, ya que como se ha señalado, “es crucial para los
presos mantenidos en aislamiento, particularmente aquellos mantenidos en
aislamiento por períodos prolongados, el tener contacto humano regular y
significativo….deben adoptarse todas las medidas necesarias para asegurar que
los reclusos tengan algún grado de interacción con otros seres humanos. Lo cual
puede significar, por ejemplo, permitir algún grado de asociación entre los reclusos
durante las comidas o los momentos de recreación, incentivando el contacto entre
los internos y el personal docente, de salud o religioso, permitiendo la visita de
“visitantes de la propia prisión” (S.Shalev, ob. Cit, pag.56).
En modo alguno parece ser ésta la tónica que ha inspirado el
protocolo de actividades previsto para el Centro, ya que en todo momento –
durante los minutos que permanece fuera de la celda- el interno permanece solo,
sin interactuar con otros detenidos y con un contacto mínimo con las autoridades
carcelarias, las que ingresan al pabellón “pertrechadas” para sacar al interno de
su celda, le colocan las esposas a través de la ventanilla pasaplatos, lo requisan,
lo dejan solo en el patio, luego lo trasladan al salón donde también está solo, para
finalmente llevarlo nuevamente a su celda..(fs.69/70).
En cuanto a las visitas, el régimen sólo autoriza el ingreso de
los parientes del interno que integran su grupo de “Consolidación familiar” (padres,
hijos, concubina, esposa, hermanos), un día por semana por un término de dos
horas (fs.72), tratándose de visitas que se realizan en los locutorios, sin contacto
físico (ver fotos 12, 13 y 14).
Como lógico corolario de todo lo expuesto, el denominado
“Régimen de Máxima” denunciado en este habeas corpus viola el principio de
humanidad en la ejecución de las penas privativas de la libertad consagrado por
el art.18 de la CN, que en su parte final establece: “Las cárceles de la Nación
serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en
ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más
allá de lo que aquella exija, hará responsable al juez que la autorice”.
Como explica Núñez, el objeto de la cláusula, que introduce
una trascendental pauta de política penitenciaria de jerarquía constitucional, es
“….proscribir toda medida de crueldad o excesivo rigor que pudiera emplearse
contra los presos mientras permanezcan en las celdas. El castigo para el
encarcelado no debe ser otro que la pena misma con arreglo a su propia manera
de ser legal. Las cárceles en sí mismas por sus condiciones materiales, higiénicas
y de salubridad, no deben agravar el mal inherente a la pena, ni las autoridades
Poder Judicial de la Nación U
SO
OF
ICIA
L
ejecutarlas en forma que aumenten ese mal” (Ricardo C.Núñez, “Derecho Penal
Argentino, 1960, t.II, pa.361).
Sobre el particular, la Excma. Corte Suprema de Justicia de la
Nación ha: expresado "Que un principio constitucional impone que las cárceles
tengan como propósito fundamental la seguridad y no el castigo de los reos
detenidos en ella, proscribiendo toda medida que a pretexto de precaución
conduzca a mortificarlos más allá de lo que ella exija (art. 18 de la Constitución
Nacional). Tal postulado, contenido en el capítulo concerniente a las
declaraciones, derechos y garantías, reconoce una honrosa tradición en nuestro
país ya que figura en términos más o menos parecidos en las propuestas
constitucionales de los años 1819 y 1824 a más de integrar los principios
cardinales que inspiran los primeros intentos legislativos desarrollados por los
gobiernos patrios en relación a los derechos humanos. Aunque la realidad se
empeña muchas veces en desmentirlo, cabe destacar que la cláusula tiene
contenido operativo. Como tal impone al Estado, por intermedio de los servicios
penitenciarios respectivos, la obligación y responsabilidad de dar a quienes están
cumpliendo una condena o una detención preventiva la adecuada custodia que se
manifiesta también en el respeto de sus vidas, salud e integridad física y moral".
"La seguridad, como deber primario del Estado, no sólo importa resguardar los
derechos de los ciudadanos frente a la delincuencia sino también, como se
desprende del citado art. 18, los de los propios penados, cuya readaptación social
se constituye en un objetivo superior del sistema y al que no sirven formas
desviadas del control penitenciario” (CSJN, V.856, XXXVIII, Verbitsky, Horacio
s/hábeas corpus).
Por todo lo expuesto, es forzoso concluir que del
denominado “Régimen de Mediana Contención para internos procesados”
previsto en la Disposición nro.780 y demás protocolos y normas
administrativas dictadas por el Servicio Penitenciario de Córdoba constituye
una agravación ilegítima de la forma y condiciones en que se cumple la
privación de la libertad y resulta constitucionalmente intolerable por
apartarse del principio de humanidad consagrado por el art.18 de la
Constitución Nacional, la dignidad inherente al ser humano (arts.10 ap.1°,
PIDCP; 5°, ap.2°, disposición 2ª., CADH), la proscripción de los tratos
crueles, humanos o degradantes (arts.7°, disposición 1ª, PIDCP; 5°, ap.2°,
disposición 1ª, CADH; 16, ap.1°CT) y la reforma y readaptación social como
fin de la ejecución penitenciaria (arts.10, ap.3°, PIDCP; 5°,ap.6°, CADH).
Consecuentemente, corresponde hacer lugar a la denuncia de
habeas corpus, declarar la inconstitucionalidad del denominado: “Régimen de
Mediana Contención para internos procesados” previsto en la Disposición nro. 780
y demás protocolos y normas administrativas concordantes o derivadas dictadas
por el Servicio Penitenciario de Córdoba y ordenar a éste último que se abstenga
de aplicar el régimen de referencia a los internos Gustavo Alberto Toranzo, Carlos
Nicolás Carranza y Fernando Ramón Salgado. En relación al denunciante Mariano
Argarate, atento que el mismo ha recuperado su libertad y desistido del habeas
corpus interpuesto, es criterio del Suscripto que no corresponde pronunciarse a su
respecto.
En cuanto a la declaración de inconstitucionalidad, la misma
procede aún de oficio por imperio de los dispuesto por el art.43, párr.1, in fine de la
CN y el art.6° la ley 23.098. Así, como bien destaca Sagües, aún admitiendo que
la acción de habeas corpus es esquemática, urgente, con plazo reducidos –por
ende, estrictamente sumaria- “…no puede ignorarse que es una garantía
constitucional y operativa; y que, como tal, no podría desconocer paradójicamente,
la supremacía de la Constitución” (Néstor Pedro Sagües, “Derecho Procesal
Constitucional. Hábeas Corpus. Ley 23.098 comentada y concordada con la
Constitución Nacional y normas provinciales”, 3ª.ed, 1998, to.4, pag.299). De
este modo, “si la norma base del acto u omisión que importa un agravamiento en
la forma y condiciones en que se cumple la privación de la libertad es
inconstitucional, así debe declarárselo en el habeas corpus. El principio de
supremacía constitucional (art.31 CN) lo exige de esa forma, por lo que, verificada
Poder Judicial de la Nación U
SO
OF
ICIA
L
la inconstitucionalidad de la disposición legal en cuestión, la declaración de
invalidez constitucional es imperativa…”(Arocena, G. ob.cit, pag.209).
El control de constitucionalidad constituye una de las
obligaciones de la magistratura, no solo del plexo normativo superior, sino de
aquellos tratados que gozan de igual jerarquía en virtud del art. 75 inc. 22 del
mismo. Por el control amplio atribuido a los jueces, estamos en condiciones de
declarar la inconstitucionalidad de cualquier ordenamiento que resulte repulsivo a
estas normativas jerárquicamente superiores. Particularmente, este magistrado
entiende que tal actuación resulta la “ultima ratio” del orden normativo, pero
también estima que cuando la repulsa resulta absolutamente evidente, se trata de
un deber ineludible para todo magistrado que debe dictar una decisión. Por ello es
que se declara la inconstitucionalidad de la normativa ya referida (res. 780), y de
toda aquella que derive de la misma.
Finalmente, y en lo que respecta al planteo efectuado por
la Dra. Lyllan Luque en representación de la Procuración Penitenciaria de la
Nación –relativo a la necesidad de conformar una mesa de diálogo a fin de
consensuar un régimen específico para dar tratamiento a aquellas
situaciones de internos que requieran una mayor seguridad o contención-,
es criterio del Suscripto que corresponde tener presente el referido planteo
por resultar una propuesta constructiva a los fines de producir mejoras en el
sistema penitenciario. Sin perjuicio de esto, es claro que las situaciones que
motivaron el presente habeas corpus deben hacerse cesar de inmediato, aún
dejando abiertas las posibilidades de que en un futuro los distintos actores
puedan integrar espacios de diálogo a fin de consensuar propuestas
superadoras en todo lo que se refiere a políticas penitenciarias que lleven a
asegurar las pretensiones de la ley 24.660 y en definitiva hagan realidad el
art. 18 de la C.N. y tiendan a la debida reinserción social de la persona
sometida al régimen penitenciario. Este Tribunal alienta y promueve la
conformación de un ámbito de diálogo y discusión para que este objetivo
pueda realizarse.
Por todo lo expuesto,
RESUELVO:
I- Rechazar el planteo de incompetencia formulado por el
Servicio Penitenciario de Córdoba.
II.- HACER LUGAR A LA DENUNCIA DE HABEAS
CORPUS interpuesta por Gustavo Alberto Toranzo, Carlos Nicolás Carranza
y Ramón Fernando Salgado Soliz y, en consecuencia, ordenar al Servicio
Penitenciario de Córdoba que se abstenga de aplicar a los nombrados el
denominado: “Régimen de Mediana Contención para internos procesados”
previsto en la Disposición nro. 780 y demás protocolos y normas administrativas
dictadas en su consecuencia por el Servicio Penitenciario de Córdoba (conf.art.17
punto 4 de la ley 23.098).
III- Tener al denunciante Mariano Argarate por desistido de la
acción de habeas corpus interpuesta en las presentes actuaciones.
IV.- DECLARAR LA INCONSTITUCIONALIDAD del
denominado “Régimen de Mediana Contención para internos procesados”
previsto en la Disposición nro. 780 y demás protocolos y normas
administrativas concordantes y derivadas dictadas por el Servicio
Penitenciario de Córdoba (conf. art.18 de la Constitución Nacional, arts.10 ap.1°,
PIDCP; 5°, ap.2°, disposición 2ª., CADH; arts.7°, disposición 1ª, PIDCP; 5°, ap.2°,
disposición 1ª, CADH; 16, ap.1°CT, arts.10, ap.3°, PIDCP; 5°,ap.6°, CADH, y art.6
ley 23.098).
V- Remitir copia de la presente resolución a la Sra. Ministro de
Justicia y Derechos Humanos de la Provincia, al Tribunal Superior de Justicia de la
Provincia, y al Secretario de Derechos Humanos de la Nación, haciéndoles saber
que al momento de la inspección ocular practicada en este proceso 78 internos
dependientes de la justicia provincial eran o son sometidos al régimen normativo
declarado inconstitucional en esta resolución.
VI- Protocolícese y hágase saber.