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#28488559#191352902#20171018150952298 Poder Judicial de la Nación CAMARA FEDERAL DE CASACION PENAL - SALA 4 FRE 94000245/2000/TO1/2/CFC1 //la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Capital Federal de la República Argentina, a los 18 días del mes de octubre del año dos mil diecisiete, se reúne la Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal, integrada por la doctora Ana María Figueroa como Presidenta, y los Dres. Carlos Alberto Mahiques y Eduardo R. Riggi como Vocales, a los efectos de resolver los recursos interpuestos por en esta causa FRE 94000245/2000/TO1/2/CFC1, caratulada: “Tizado, Julio César; López, Germán Alejandro; Moreira, Héctor José s/contrabando art. 864, inc. d) C.A.” –Legajo de Casación-, de cuyas constancias RESULTA: 1º) Que en fecha 8 de septiembre de 2011, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Formosa resolvió –en lo aquí pertinente- absolver a Mario Milcíades Melgarejo Mendoza, Marcelo Alejandro Vila, Germán Alejandro López, Alejandro Germán López, Gustavo Félix López, Héctor José Moreira, Luis Alberto Gómez, Carlos Roberto Quinteros y condenar a Julio César Tizado a la pena de 3 años de prisión en suspenso, accesorias costas, por considerarlo autor del delito de contrabando agravado por la comisión de otro delito, en grado de tentativa (arts. 865 inc. d, en función del art. 864 inc. d y 871 del CA) (fs. 3064/3134). Contra ese decisorio, dedujeron recurso de casación el representante del Ministerio Público Fiscal (fs. 3140/3187), los apoderados de la querella en autos AFIP-DGA (fs. 3188/3206) –recurso que fue concedido parcialmente, cfr. fs. 3230/3232) y la defensa de Julio César Tizado. El Fiscal en su impugnación sostuvo en lo sustancial que Tizado no era responsable exclusivo del hecho materia de acusación, sino que había existido una división de roles con los demás integrantes de la organización delictiva. Consideró que las absoluciones REGISTRO N° 1452/17.4 Fecha de firma: 18/10/2017 Firmado por: EDUARDO RAFAEL RIGGI, JUEZ DE CÁMARA DE CASACION Firmado por: ANA MARÍA FIGUEROA, JUEZA DE CÁMARA FEDERAL DE CASACIÓN PENAL Firmado por: CARLOS ALBERTO MAHIQUES, Juez de Cámara de Casación Firmado(ante mi) por: HERNAN BLANCO, SECRETARIO DE CAMARA

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Poder Judicial de la NaciónCAMARA FEDERAL DE CASACION PENAL - SALA 4

FRE 94000245/2000/TO1/2/CFC1

//la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Capital Federal

de la República Argentina, a los 18 días del mes de

octubre del año dos mil diecisiete, se reúne la Sala

IV de la Cámara Federal de Casación Penal, integrada

por la doctora Ana María Figueroa como Presidenta, y

los Dres. Carlos Alberto Mahiques y Eduardo R. Riggi

como Vocales, a los efectos de resolver los recursos

interpuestos por en esta causa nº FRE

94000245/2000/TO1/2/CFC1, caratulada: “Tizado, Julio

César; López, Germán Alejandro; Moreira, Héctor José

s/contrabando art. 864, inc. d) C.A.” –Legajo de

Casación-, de cuyas constancias RESULTA:

1º) Que en fecha 8 de septiembre de 2011, el

Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Formosa

resolvió –en lo aquí pertinente- absolver a Mario

Milcíades Melgarejo Mendoza, Marcelo Alejandro Vila,

Germán Alejandro López, Alejandro Germán López,

Gustavo Félix López, Héctor José Moreira, Luis Alberto

Gómez, Carlos Roberto Quinteros y condenar a Julio

César Tizado a la pena de 3 años de prisión en

suspenso, accesorias costas, por considerarlo autor

del delito de contrabando agravado por la comisión de

otro delito, en grado de tentativa (arts. 865 inc. d,

en función del art. 864 inc. d y 871 del CA) (fs.

3064/3134).

Contra ese decisorio, dedujeron recurso de

casación el representante del Ministerio Público

Fiscal (fs. 3140/3187), los apoderados de la querella

en autos AFIP-DGA (fs. 3188/3206) –recurso que fue

concedido parcialmente, cfr. fs. 3230/3232) y la

defensa de Julio César Tizado.

El Fiscal en su impugnación sostuvo en lo

sustancial que Tizado no era responsable exclusivo del

hecho materia de acusación, sino que había existido

una división de roles con los demás integrantes de la

organización delictiva. Consideró que las absoluciones

REGISTRO N° 1452/17.4

Fecha de firma: 18/10/2017Firmado por: EDUARDO RAFAEL RIGGI, JUEZ DE CÁMARA DE CASACIONFirmado por: ANA MARÍA FIGUEROA, JUEZA DE CÁMARA FEDERAL DE CASACIÓN PENALFirmado por: CARLOS ALBERTO MAHIQUES, Juez de Cámara de CasaciónFirmado(ante mi) por: HERNAN BLANCO, SECRETARIO DE CAMARA

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no resultaron derivación lógica de las pruebas

colectadas en la causa y que el tribunal había

incurrido en aserciones incongruentes que privaban de

validez al pronunciamiento.

Sobre esa base, cuestionó las absoluciones de

Melgarejo Mendoza, Alejandro Germán López (p), Héctor

José Moreira, Carlos Roberto Quintero y Luis Alberto

Gómez, Germán Alejandro López (h), Gustavo Félix López

y Marcelo Alejandro Vila.

Por su parte, los representantes de la

querella AFIP-DGA dirigieron su libelo casatorio

contra la sentencia en cuanto dispuso la condena de

Julio César Tizado, en orden a la calificación legal

del hecho y en tanto no se lo condenó por la comisión

del delito de cohecho activo –además del de

contrabando agravado- y propiciaron se le imponga al

nombrado una pena de 8 años de prisión y se aplique

también la figura de contrabando en la agravante por

el número de personas en su comisión. Asimismo,

recurrió la absolución de Milcíades Melgarejo Mendoza

y de Alejandro Germán López, con fundamento en la

crítica de la valoración probatoria del a quo y las

absoluciones de Germán Alejandro López (h), Gustavo

Félix López, Marcelo Vila, Héctor José Moreira, Carlos

Roberto Quinteros y Luis Alberto Gómez, por entender

que todos formaban parte del plan delictivo.

Tales recursos –además del interpuesto por la

defensa de Tizado- motivaron la primera intervención

de esta Cámara, cuya Sala IV resolvió en fecha 20 de

mayo de 2014.

2º) Al expedirse sobre los remedios en

cuestión, los jueces de la Sala IV de esta Cámara

resolvieron –en lo aquí pertinente— “II. HACER LUGAR

PARCIALMENTE a los recursos de casación interpuestos

por el doctor Luis Roberto Benítez, representante del

Ministerio Público Fiscal (fs. 3140/3187 vta.) y los

doctores Mariana Soledad Argañaraz y Gustavo Daniel

González, representantes de la A.F.I.P.-D.G.A., parte

querellante (fs. 3188/3206), sin costas en esta

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instancia (arts. 530 y 531 del C.P.P.N.), CASAR

PARCIALMENTE la resolución recurrida de fs. 3064/3134

y, en consecuencia,

a. MODIFICAR el punto XII de la sentencia

impugnada, y CONDENAR a Julio César Tizado, a la pena

de tres (3) años de prisión en suspenso y costas en la

instancia anterior por considerarlo coautor del delito

de tentativa de contrabando de exportación agravado

por el número de personas y mediante la comisión de

otro delito (arts. 26, 29 inc. 3, 45 del C.P.; 864,

inc. “d”, 865, incs. “a” y “d”, 871 y 872 todos del

Código Aduanero, ley 22.415).

Imponer a Julio César Tizado, la

pena de tres (3) años de inhabilitación para ejercer

el comercio (art. 876, inc. “e”, del C.A.), la pena de

inhabilitación especial perpetua para ser miembro de

las fuerzas de seguridad (art. 876, inc. “f”, del

C.A.) e inhabilitación absoluta por el doble del

tiempo de la condena para desempeñarse como

funcionario o empleado público (art. 876, inc. “h”,

del C.A.). Asimismo, imponer a Julio César Tizado, por

el término de tres (3) años la regla de conducta

prevista por el art. 27 bis, inc. 1 del C.P.

b. REVOCAR los puntos dispositivos

IV y VII de la sentencia impugnada y –por mayoría–

CONDENAR a Mario Milicíades Melgarejo Mendoza y a

Alejandro Germán López (p) a la pena de dos (2) años y

nueve (9) de prisión en suspenso y costas en la

instancia anterior por considerarlos coautores del

delito de tentativa de contrabando de exportación

agravado por el número de personas y mediante la

comisión de otro delito (arts. 26, 29 inc. 3, 45 del

C.P.; 864, inc. “d”, 865, incs. “a” y “d”, 871 y 872

todos del Código Aduanero, ley 22.415).

Imponer a Milicíades Melgarejo

Mendoza y a Alejandro Germán López (p) la pena de dos

(2) años y nueve (9) meses de inhabilitación para

ejercer el comercio (art. 876, inc. “e”, del C.A.), la

pena de inhabilitación especial perpetua para ser

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miembro de las fuerzas de seguridad (art. 876, inc.

“f”, del C.A.) e inhabilitación absoluta por el doble

del tiempo de la condena para desempeñarse como

funcionario o empleado público (art. 876, inc. “h”,

del C.A.). Asimismo, imponer a Milicíades Melgarejo

Mendoza y a Alejandro Germán López (p) por el término

de dos (2) años y nueve (9) meses la regla de conducta

prevista por el art. 27 bis, inc. 1 del C.P.

c. REVOCAR los puntos dispositivos

IX, X y XI de la sentencia impugnada y –por mayoría–

CONDENAR, respectivamente, a Héctor José Moreira,

Carlos Luis Alberto Gómez y Roberto Quinteros, a la

pena de dos (2) años de prisión en suspenso y costas

de la instancia anterior, por resultar partícipes

necesarios del delito de tentativa de contrabando de

exportación agravado por la intervención de tres o más

personas (arts. 26, 29 inc. 3 y 45, del C.P.; 864 inc.

“d”, 865, inc. “a”, 871, 872, todos del Código

Aduanero, ley 22.415).

Imponer a Héctor José Moreira,

Carlos Roberto Quinteros y Luis Alberto Gómez, por el

término de dos (2) años, la pena de inhabilitación

para ejercer el comercio (art. 876, inc. “e”, del

C.A.), la pena de inhabilitación especial perpetua

para ser miembro de las fuerzas de seguridad (art.

876, inc, “f”, del C.A.) e inhabilitación absoluta por

el doble del tiempo de la condena para desempeñarse

como funcionario o empleado público (art. 876, inc.

“h”, del C.A.). Asimismo, imponer a Héctor José

Moreira, Carlos Roberto Quinteros y Luis Alberto Gómez

por el término de dos (2) años la regla de conducta

prevista por el art. 27 bis, inc. 1 del C.P.

d. REVOCAR los puntos dispositivos

VI y VIII de la sentencia impugnada y –por mayoría–

CONDENAR, respectivamente, a Germán Alejandro López y

Gustavo Félix López, a la pena de dos (2) años de

prisión en suspenso y costas de la instancia anterior,

por considerarlos partícipes secundarios del delito de

tentativa de contrabando de exportación agravado por

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FRE 94000245/2000/TO1/2/CFC1

el número de personas y mediante la comisión de otro

delito (arts. 26, 29 inc. 3 y 46 del C.P.; 864, inc.

“d”, 865, incs. “a” y “d”, 871 y 872 todos del Código

Aduanero, ley 22.415).

Imponer a Germán Alejandro López y

Gustavo Félix López, por el término de dos (2) años la

pena de inhabilitación para ejercer el comercio (art.

876, inc. “e”, del C.A.), la pena de inhabilitación

especial perpetua para ser miembro de las fuerzas de

seguridad (art. 876, inc, “f”, del C.A.) e

inhabilitación absoluta por el doble del tiempo de la

condena para desempeñarse como funcionario o empleado

público (art. 876, inc. “h”, del C.A.). Asimismo,

imponer a Germán Alejandro López y Gustavo Félix López

por el término de dos (2) años la regla de conducta

prevista por el art. 27 bis, inc. 1 del C.P.,

III. REVOCAR el punto dispositivo

XIII de la sentencia impugnada y, en consecuencia,

ORDENAR el decomiso de los medios de transporte y de

los demás instrumentos empleados para la comisión del

delito (art. 23 del C.P.).

IV. RECHAZAR los restantes motivos

de agravios interpuestos por los recurrentes; sin

costas en la instancia (arts. 530 y 531 –in fine– del

C.P.P.N.).” (fs. 3432/3466 vta.; Res. Reg. Nro.

930/2014.4).

3º) Contra esta sentencia, dedujeron recurso

extraordinario federal la querella en autos (AFIP-DGA)

en orden al decomiso de los medios de transporte

ordenado (fs. 3470/3476); la Defensa Pública Oficial

de Mario Milcíades Melgarejo Mendoza, Héctor Moreira,

Luis Alberto Gómez y Carlos Quinteros (fs. 3477/3494

vta.); y la defensa particular de Julio César Tizado

(fs. 3495/3513).

Así, corridos los traslados correspondientes,

en fecha 28 de agosto de 2014, y en lo que aquí

interesa, los jueces de la Sala IV de esta Cámara

Federal de Casación Penal resolvieron por una parte

declarar inadmisibles los recursos extraordinarios

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presentados por la AFIP DGA y por la defensa de Tizado

y por otra parte, –por mayoría- admisible el recurso

extraordinario interpuesto a fs. 3477/3494 por la

Defensa Pública Oficial de Mario Milcíades Melgarejo

Mendoza, Héctor José Moreira, Luis Alberto Gómez y

Carlos Roberto Quinteros (fs. 3539/3544 vta.).

En virtud de ello, las actuaciones fueron

elevadas a la Corte Suprema de Justicia de la Nación,

que en fecha 22 de diciembre de 2014 dispuso la

devolución de las actuaciones por falta de

notificación personal de los condenados Alejandro

Germán López, Germán Alejandro López y Gustavo Félix

López de la sentencia dictada el 20/5/2014 (fs. 3566).

Cumplidas las diligencias de notificación y

en atención a las manifestaciones de voluntad

recursiva efectuadas por los nombrados in pauperis

formae, los jueces de la Sala IV de esta Cámara dieron

intervención a la Defensa Pública Oficial, que fundó

el recurso extraordinario federal (fs. 3612/3633

vta.), que fue declarado admisible –por mayoría-

mediante resolución de fecha 21 de agosto de 2015 (fs.

3647/3650 vta.).

4º) La Corte Suprema de Justicia de la

Nación, en aplicación de las consideraciones

desarrolladas en el precedente “Duarte” (D. 429

XLVIII) declaró procedentes los remedios

extraordinarios con los alcances dados en el citado

fallo y ordenó la remisión de las actuaciones a esta

Cámara a fin de que se asegure respecto de los

recurrentes el derecho consagrado en el art. 8.2.h de

la Convención Americana sobre Derechos Humanos (fs.

3632).

Devueltas las actuaciones a esta Cámara,

resultaron desinsaculados para intervenir en esta

causa de la Sala IV de la Cámara Federal de Casación

Penal (fs. 3666/67), los Dres. Ana María Figueroa (fs.

3668), David Pedro Rubens (fs. 3670) y Eduardo Rafael

Riggi (fs. 3672) y se dio oportunidad para que las

partes recurrentes expresen los agravios dirigidos

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contra la sentencia condenatoria dictada por la Sala

IV de esta Cámara (fs. 3675/3678 y 3679/3698).

5º) A fs. 3675/3678, los representantes de la

querella en autos, AFIP-DGA, realizaron una

presentación “Precisan puntos de agravio”, por la que

solicitaron se mantenga el decomiso de los medios de

transporte y demás instrumentos empleados para la

comisión del delito investigado en autos, conforme las

previsiones del art. 1026 del CA.

En esta oportunidad, fundamentaron sobre la

procedencia del recurso extraordinario federal contra

la sentencia de fecha 20/5/2014, en tanto se dispuso

el decomiso de los medios de transporte, por

considerar que se asumieron facultades propias del

organismo aduanero y propiciaron que se modifique

parcialmente el punto III del decisorio.

6º) Por su parte, en su expresión de agravios

contra la sentencia condenatoria, la Defensa Pública

Oficial de Alejandro Germán López, Germán Alejandro

López y Gustavo Félix López planteó la arbitrariedad

de la sentencia condenatoria dictada por los jueces de

esta Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal,

por resultar en la lesión del debido proceso y el

derecho de defensa en juicio, el derecho a ser juzgado

en plazo razonable y la violación de los principios

constitucionales de inocencia, lesividad y legalidad,

por lo que propició la anulación o revocación del

fallo en cuestión (fs. 3679/3698).

a. En primer lugar, la defensa se refirió al

rechazo del planteo de afectación a la garantía de

plazo razonable –cuestión que había sido traída a

control jurisdiccional de esta Cámara en su anterior

intervención, por el recurso de la defensa de Tizado—

y consideró que se verificaron en el caso

“extensísimos períodos de tiempo de inactividad

judicial injustificable”.

Así, tras relevar lo actuado en esta causa

señaló que el juez se demoró 4 años en dictar el

procesamiento a sus asistidos Germán Alejandro y

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Gustavo Félix López (el 27/9/2004) luego de tomarles

declaración indagatoria (el 10/10/2000); que luego de

la elevación del sumario a etapa oral, se concretó la

citación a juicio en los términos del art. 354 del

CPPN transcurridos 1 año y 6 meses (el 28/2/2008); que

recién luego de 2 años se dictó el auto de

admisibilidad de prueba (el 17/3/2010); y se fijó

fecha de debate, que fue sucesivamente postergada por

problemas de agenda o integración del tribunal, o

incluso sin motivo, hasta que se dio inicio al debate

(el 23/8/2011), se dictó el veredicto (el 8/9/2011,

con fundamentos del 15 del mismo mes) y fue dictada la

sentencia de casación 2 años y 8 meses después (el

20/5/2014). Precisó también que no existió instrucción

suplementaria, de manera que no se justifica de ningún

modo que transcurrieran 3 años desde la citación a

juicio hasta el debate.

Resumió que desde el inicio de las

actuaciones hasta la resolución de casación,

transcurrieron 14 años y 2 meses y que a la fecha de

la presentación, un total de 16 años y 5 meses, sin

que existieran maniobras dilatorias de la defensa.

Estimó que ello demuestra la arbitrariedad de lo

decidido por los jueces de esta Sala IV, que se fundó

argumentos dogmáticos, sin realizar referencia alguna

a los tiempos procesales insumidos en esta causa.

En base a ello, consideró que el argumento

central de la defensa ha quedado sin respuesta, lo que

importa un supuesto de arbitrariedad y lesión al

derecho a ser oído (art. 18 CN).

b. En segundo lugar, y con carácter

subsidiario, la defensa planteó la arbitrariedad del

fallo en orden a la valoración de la prueba por la que

se sustentó la condena de sus asistidos. Consideró que

para extender a los coimputados la responsabilidad

penal que el a quo había atribuido únicamente a

Tizado, jueces de esta instancia “presumieron la

existencia de un acuerdo inicial al menos entre

Alejandro Germán López y aquél”, de manera que

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entendieron que el concierto de voluntades existía

cuando Tizado ofreció a los agentes aduaneros una suma

dineraria para la simulación de la exportación de

combustibles que no se realizaría.

Refirió la Defensora que la afirmación de los

jueces en tal sentido no cuenta con sustento en

prueba, sino que se funda únicamente en su impresión

subjetiva y en conjeturas extraídas de las

declaraciones testimoniales de los agentes aduaneros.

De tal manera, consideró que se presumió el dolo en el

conocimiento de sus asistidos respecto de la maniobra

delictiva, en violación al principio de inocencia

(art. 18 CN, 11 inc. 1 de la DUDH; 14 inc. 2 PIDCyP;

8.2 CADH y XXVI DADyDH).

Consideró además que el decisorio resulta

arbitrario por falta de fundamentación en tanto, fuera

de ese supuesto “conocimiento inicial”, ninguna

consideración se efectuó en la sentencia condenatoria

sobre la ausencia de riesgo del aporte de sus

asistidos al momento de efectuarlo, como consecuencia

del “férreo control al que venían siendo sometidos”,

lo que desconoce el principio de lesividad.

Formuló reserva del caso federal.

7º) En la instancia procesal del art. 468 y

465 último párrafo del Código Procesal Penal de la

Nación, se presentó el Fiscal General ante esta

instancia, Javier Augusto De Luca (fs. 3718/3720 vta.)

y propició el rechazo de los agravios planteados por

la defensa de Alejandro Germán López, Germán Alejandro

López y Gustavo Félix López.

En punto a la alegada violación a la garantía

de plazo razonable, estimó que la decisión de la Sala

IV valoró las pautas pertinentes establecidas por la

jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia en la

materia, por lo que estimó que se dio acaba respuesta

al planteo efectuado.

Consideró infundado el planteo de

arbitrariedad de sentencia en orden a la valoración de

la prueba. Por el contrario, estimó que todas las

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pruebas conducen a sostener que los imputados

trabajaron en forma conjunta, pues está acreditado que

Alejandro López sabía sobre los ofrecimientos de

dinero a los agentes aduaneros, a lo que sumó que el

combustible fue descargado en estaciones de servicio

de propiedad de éste, que eran regenteadas por sus

hijos Germán Alejandro y Gustavo Félix López.

8º) En idéntica etapa procesal, se presentó

ante esta Sala IV la Defensa Pública Oficial de Mario

Milcíades Melgarejo Mendoza, Héctor José Moreira, Luis

Alberto Gómez y Carlos Roberto Quinteros (fs.

3721/3738), instancia en la que expuso los agravios

dirigidos contra la sentencia condenatoria dictada por

esta Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal.

9º) Posteriormente, a raíz de la renuncia del

Dr. Pedro Rubens David y de la designación del Dr.

Carlos Alberto Mahiques a cargo de la vocalía nº7 –

desinsaculada para intervenir en la causa- y conforme

lo dispuesto por la Presidencia de este Cuerpo, se

hizo saber a las partes la integración de la Sala con

los Dres. Figueroa, Riggi y Mahiques y se designó

nueva audiencia en los términos del art. 468 del CPPN

(cfr. fs. 3740/42).

10º) Así, en la oportunidad procesal del art.

468 del CPPN fijada para la actual integración de esta

Sala IV para la presente causa, se presentó la Sra.

Defensora Pública Oficial de Mario Milcíades Melgarejo

Mendoza, Héctor José Moreira, Luis Alberto Gómez y

Carlos Roberto Quinteros (fs. 3743/3460), instancia en

la que expuso los agravios dirigidos contra la

sentencia condenatoria dictada por esta Sala IV de la

Cámara Federal de Casación Penal.

a. En primer lugar, planteó el incumplimiento

del Estado argentino de adoptar las medidas

legislativas necesarias para hacer efectivo el derecho

a recurrir el fallo condenatorio ante un tribunal

superior, conforme los estándares fijados por la Corte

Interamericana de Derechos Humanos en “Mohamed” y la

violación al principio de legalidad por el trámite

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dado a esta instancia recursiva, por considerar que se

trata de un procedimiento “sui generis” no previsto

por la ley procesal.

Consideró también que la revisión del fallo

por la esta misma Cámara vulnera el derecho a ser

juzgado por un juez “natural, competente,

independiente e imparcial establecido con anterioridad

en la ley (art. 8.1 de la CADH)”. En virtud de ello,

solicitó a esta Cámara se declare incompetente para

decidir en el caso, se disponga la nulidad de todo lo

actuado y la absolución de sus asistidos.

b. En segundo lugar, planteó la violación al

principio de ne bis in ídem, en cuanto estimó que por

el dictado de la sentencia condenatoria por parte de

esta Cámara Federal de Casación Penal se vulneró “el

derecho a no ser perseguido nuevamente luego de una

absolución dictada en juicio válidamente

desarrollado”.

c. Como tercer agravio, la defensa alegó la

violación a ser juzgado en plazo razonable y destacó

que el proceso lleva diecisiete años de trámite, sin

que ello pueda derivar en perjuicio para sus

asistidos.

d. En cuarto lugar, planteó la afectación al

in dubio pro reo y a la presunción constitucional de

inocencia, por considerar que la sentencia

condenatoria dictada respecto de sus asistidos carece

de motivación y fundamentación en relación a la

responsabilidad que les fue asignada y se ha valorado

la prueba de modo fragmentado y aislado.

Sostuvo que en el decisorio se repitieron los

argumentos dados por el recurrente y se tildó de

arbitrario el fallo absolutorio pero sin explicar de

manera pormenorizada porqué debía anularse.

Sostuvo también la defensa que la condena

impuesta en esta instancia sin reenvío al tribunal

oral importó la violación a los principios del

contradictorio, la inmediación y la oralidad.

e. Por último, alegó la afectación al

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principio de juicio previo y a los principios de

oralidad, contradicción, inmediación y continuidad del

juicio en un sistema acusatorio. Afirmó que ello

importó la vulneración de las garantías de defensa en

juicio y debido proceso.

En tal sentido, afirmó que la condena dictada

por esta Cámara “fue realizada sin que hubiera

existido un juicio oral en el que los jueces que

dispusieron la condena hubieran podido tener

inmediación con la prueba”, sin que ello pueda ser

suplido –a criterio de la defensa- por la lectura de

las constancias de la causa.

f. Para concluir, solicitó que en caso de

resolverse de modo adverso a su pretensión, se exima a

sus asistidos del pago de las costas del proceso, por

haber tenido esa parte motivos plausibles para

litigar.

Formuló reserva del caso federal.

11º) Conforme el sorteo de ley efectuado para

que los señores jueces emitan su voto, resultó el

siguiente orden sucesivo de votación: doctores Ana

María Figueroa, Carlos Alberto Mahiques y Eduardo

Rafael Riggi.

La señora jueza doctora Ana María Figueroa

dijo:

-I-

1º) Previo a toda consideración sobre los

planteos efectuados por las partes, habré de señalar

sobre la admisibilidad del tratamiento de los agravios

introducidos por la Defensa Pública de Mario Milcíades

Melgarejo Mendoza, Héctor José Moreira, Luis Alberto

Gómez y Carlos Roberto Quinteros.

Al respecto, cabe señalar que si bien ésta

omitió formularlos en la oportunidad procesal

correspondiente (luego de la notificación de fs. 3674

y vta.) y recién efectuó sus planteos al presentarse

ante esta Sala en los términos del art. 465 último

párrafo y 468 del CPPN, toda vez que los encausados

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habían expresado su voluntad recursiva, se dio trámite

al recurso extraordinario federal y se habilitó en

consecuencia esta instancia de revisión, no brindar

tratamiento a los planteos de la defensa importaría

cercenar el efectivo ejercicio de la garantía del art.

8.2.h de la CADH por parte de los condenados, con el

único fundamento del incumplimiento de las formas por

la falta de fundamentación del recurso en la

oportunidad procesal dada al efecto por parte de su

defensa.

En consecuencia, y habiendo señalado tales

circunstancias, considero que corresponde dar

tratamiento al recurso interpuesto por la defensa y en

consecuencia, someter a revisión jurisdiccional el

decisorio impugnado en cuanto dispuso la condena de

los nombrados Melgarejo Mendoza, Moreira, Gómez y

Quinteros.

-II-

2º) Como primera cuestión, habré de realizar

algunas consideraciones vinculadas con el trámite de

revisión dispuesto en autos por la Corte Suprema de

Justicia de la Nación, con base en el precedente

“Duarte” del Máximo Tribunal y abordar las críticas

defensistas vinculados con el trámite recursivo en

curso.

Habré de señalar que ya me he pronunciado

sobre la cuestión al emitir mi voto en las causas n°

CCC 65136/1997/TO1/1/CFC1, caratulada “Di Siervi,

Héctor Gerónimo e Irazábal, Juan Carlos s/recurso de

casación”, rta. el 23/8/2016, reg. nº 1023/16.4 de

esta Sala IV y CCC 32534/2011/TO1/CFC1, caratulada

“Barrandeguy Fernando Fabián y otro s/robo con armas”,

rta. el 15/12/16, reg. nro. 2404/16.1, de la Sala I de

esta Cámara.

Allí, afirmé: “Sellada mi intervención en

cumplimiento de lo dispuesto por el Alto Tribunal en

el presente caso, y a consecuencia de lo resuelto por

la Sala IV de esta Cámara, entiendo conveniente en

primer lugar y para contestar los planteos de las

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defensas sobre el reenvío dispuesto por la Corte,

referirme a los argumentos expuestos en el precedente

“Duarte” así como la jurisprudencia internacional que

regula la materia.

1.1) Fallo C.S.J.N. dictado en la causa

“Duarte” y su aplicación al caso de autos:

En primer término, cabe referir que el

trámite impreso en esta oportunidad ha garantizado a

la defensa el derecho a recurrir las condenas

impuestas por primera vez en esta Cámara y a que sean

revisadas conforme las exigencias que establecen las

normas internacionales y la jurisprudencia sentada al

respecto, que ha sido incorporada en la Constitución

Nacional en el artículo 75, inciso 22. Entre los

instrumentos internacionales que regulan la materia

cabe citar: “…Toda persona tiene derecho de recurrir

del fallo ante juez o tribunal superior…” (artículo

8.2 h de la Convención Americana sobre Derechos

Humanos).

“…Toda persona declarada culpable de un

delito tendrá derecho a que el fallo condenatorio y la

pena que se le haya impuesto sean sometidos a un

tribunal superior, conforme a lo prescrito por la ley”

(artículo 14.5 del Pacto Internacional sobre Derechos

Civiles y Políticos).

Considero pertinente abordar aquí el derecho

al recurso y a la revisión de la sentencia que con

sustento en las citadas normas ha garantizado la

jurisprudencia internacional. Sobre este punto estimo

conveniente citar el precedente de la Corte

Interamericana de Derechos Humanos “Herrera Ullóa vs.

Costa Rica” –sentencia del 2 de julio de 2004- cuando

al referirse al derecho a las garantías judiciales y

protección judicial sostuvo que los Estados tienen la

responsabilidad de consagrar normativamente y de

asegurar la debida aplicación de los recursos

efectivos y las garantías del debido proceso legal

ante las autoridades competentes. En dicha oportunidad

se fijaron las pautas de interpretación del alcance

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del art. 8.2.h de la C.A.D.H.: a) El derecho a

recurrir es una garantía primordial del debido

proceso, b) Una sentencia adversa al imputado debe ser

revisada por otro juez o tribunal distinto, c) Dicho

juez o tribunal debe revestir una jerarquía orgánica

superior, d) El derecho a recurrir debe ser

garantizado antes que el fallo adquiera calidad de

cosa juzgada, asegurando el derecho de defensa para

evitar firmeza del decisorio, e) El derecho a recurrir

debe ser un recurso ordinario y eficaz, no bastando

con la posibilidad o la existencia formal del recurso,

sino que se debe tener acceso a él, para que el juez

superior procure las correcciones de decisiones

jurisdiccionales contrarias a derecho, f) El recurso

debe ser accesible, sin complejidades y formalismos

que tornen ilusorio el derecho y g) Debe garantizarse

un examen integral y comprensivo de todas las

cuestiones planteadas de la decisión impugnada, hechos

y pruebas, revisar todo lo revisable, para evitar que

se mantenga una decisión adoptada con errores o vicios

en perjuicio de las personas. Por otra parte, la Corte

afirmó que el derecho de recurrir del fallo,

considerado ello como garantía primordial, no se

satisface con la sola existencia de un órgano de grado

superior al que juzgó y condenó al inculpado por ante

el que el impugnante tenga o pueda tener acceso. Con

lo cual, para que haya una verdadera revisión de la

sentencia condenatoria, es preciso que el tribunal

superior reúna los requisitos que lo legitiman para

conocer del caso concreto.

1.2) Derechos a las garantías judiciales y

protección judicial en relación con la obligación de

respetar derechos y el deber de adoptar disposiciones

de derecho interno.

145. Los Estados tienen la responsabilidad

de consagrar normativamente y de asegurar la debida

aplicación de los recursos efectivos y las garantías

del debido proceso legal ante las autoridades

competentes, que amparen a todas las personas bajo su

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jurisdicción contra actos que violen sus derechos

fundamentales o que conlleven a la determinación de

los derechos y obligaciones de ésta.

147. En relación con el proceso penal, es

menester señalar que la Corte, al referirse a las

garantías judiciales, también conocidas como garantías

procesales, ha establecido que para que en un proceso

existan verdaderamente dichas garantías, (…), es

preciso que se observen todos los requisitos que

“sirv[a]n para proteger, asegurar o hacer valer la

titularidad o el ejercicio de un derecho”, es decir,

las “condiciones que deben cumplirse para asegurar la

adecuada defensa de aquéllos cuyos derechos u

obligaciones están bajo consideración judicial.

2.1. Derecho de recurrir del fallo ante un

juez o tribunal superior.

158. La Corte considera que el derecho de

recurrir del fallo es una garantía primordial que se

debe respetar en el marco del debido proceso legal, en

aras de permitir que una sentencia adversa pueda ser

revisada por un juez o tribunal distinto y de superior

jerarquía orgánica. El derecho de interponer un

recurso contra el fallo debe ser garantizado antes de

que la sentencia adquiera calidad de cosa juzgada. (…)

159. La Corte ha indicado que el derecho de

recurrir del fallo (…) no se satisface con la mera

existencia de un órgano de grado superior al que juzgó

y condenó al inculpado, ante el que éste tenga o pueda

tener acceso. (…) [E]s preciso que el tribunal

superior reúna las características jurisdiccionales

que lo legitiman para conocer del caso concreto.

Conviene subrayar que el proceso penal es uno solo a

través de sus diversas etapas, incluyendo la

tramitación de los recursos ordinarios que se

interpongan contra la sentencia.

161. De acuerdo al objeto y fin de la

Convención Americana, cual es la eficaz protección de

los derechos humanos, se debe entender que el recurso

que contempla el artículo 8.2.h. de dicho tratado debe

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ser un recurso ordinario eficaz mediante el cual un

juez o tribunal superior procure la corrección de

decisiones jurisdiccionales contrarias al derecho. Si

bien los Estados tienen un margen de apreciación para

regular el ejercicio de ese recurso, no pueden

establecer restricciones o requisitos que infrinjan la

esencia misma del derecho de recurrir del fallo. Al

respecto, la Corte ha establecido que “no basta con la

existencia formal de los recursos sino que éstos deben

ser eficaces”, es decir, deben dar resultados o

respuestas al fin para el cual fueron concebidos.

163. El juez o tribunal superior encargado

de resolver el recurso interpuesto contra la sentencia

penal tiene el deber especial de protección de las

garantías judiciales y el debido proceso a todas las

partes que intervienen en el proceso penal de

conformidad con los principios que lo rigen.

164. La posibilidad de “recurrir del fallo”

debe ser accesible, sin requerir mayores complejidades

que tornen ilusorio este derecho.

165. (…) [L]o importante es que dicho

recurso garantice un examen integral de la decisión

recurrida.

Bajo los lineamientos indicados por la Corte

Interamericana en el fallo “Herrera Ulloa” entiendo

que nuestro Alto Tribunal ha receptado con sustento en

la normativa vigente que rige la composición de los

tribunales competentes, la garantía de revisión de la

sentencia de condena que es dictada por primera vez

luego de la absolución dispuesta por el tribunal de

juicio. Se ha plasmado en la jurisprudencia la

posibilidad de recurrir -de manera eficaz- el fallo

para que éste sea revisado integralmente (art. 8.2.h

CADH) aun cuando el órgano jurisdiccional no sea

considerado un tribunal de superior jerarquía ya que

el derecho a recurrir, como dice la Corte “no se

satisface con la mera existencia de un órgano de grado

superior al que juzgó y condenó al inculpado, ante el

que éste tenga o pueda tener acceso. Es preciso que el

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tribunal superior reúna las características

jurisdiccionales que lo legitiman para conocer del

caso concreto”. Circunstancia que nuestra Corte ha

ratificado en el fallo “Duarte” otorgándole

competencia y legitimación a esta Cámara como órgano

revisor de la primera condena resuelta por el propio

cuerpo de otra Sala o con otra composición, de manera

que pretoriamente el Superior Tribunal de la Nación

interpretó que se encuentra facultada en estos casos

especiales de primera condena, a que otros jueces de

la misma jerarquía y jurisdicción podrán de manera

excepcional revisar el fallo, priorizando el derecho

al recurso, conforme los compromisos internacionales

suscriptos por el Estado al ratificar los tratados del

D.I.D.H. (art. 75, inc. 22 y 24 de la Constitución

Nacional).

Ya el criterio de revisión amplia por parte

de esta Cámara había sido receptado en la doctrina de

la Corte Suprema de Justicia de la Nación in re:

“Casal”, (Fallos: 328:3399) en cumplimiento con el

mandato de la jurisprudencia de la Corte

Interamericana de Derechos Humanos y esta postura fue

reforzada por la doctrina del caso “Duarte” cuando se

trata de una condena impuesta por primera vez en este

Tribunal; ello a fin de garantizarle al imputado la

revisión integral del fallo mediante un recurso

eficaz, a fin de procurar la corrección de decisiones

jurisdiccionales contrarias a derecho. Esta garantía

primordial integra la de la defensa en juicio porque

otorga al imputado la posibilidad de una segunda

oportunidad de ejercer su defensa.

Sobre este punto, en el precedente “Duarte”,

la Corte Suprema entendió que “… el escaso margen

revisor que tiene esta Corte mediante el recurso

extraordinario federal, dejaría afuera una cantidad de

aspectos esenciales que no podrían ser abordados sin

poner en crisis el propio alcance de la excepcional

vía de competencia del máximo tribunal constitucional,

por el contrario el nuevo examen del caso -primera

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condena mediante- en la mecánica de funcionamiento de

la Cámara de Casación -máxime luego de la adecuación

al recurso a partir del citado precedente "Casal"- no

haría mella en su cotidianeidad desde lo eminentemente

práctico”.

Ahora bien, tanto el Alto Tribunal como la

Procuradora General al momento de emitir su dictamen

en el fallo de cita, sustentaron su criterio en los

fallos de la CIDH dictados en los casos “Barreto

Leiva” y “Mohamed vs. Argentina”. En este último

precedente, posterior al de “Herrera Ulloa”, se

garantiza a la persona que es condenada por primera

vez el derecho a obtener una revisión amplia de la

sentencia por parte de un tribunal revisor que

conocerá del recurso deducido contra la sentencia

absolutoria dictada en primera instancia, en tanto el

artículo 8.2.h de la Convención Americana no previó

ninguna excepción al derecho que consagra en su texto

(sentencia CIDH: "la Corte concluye que, en los

términos de la protección que otorga el artículo 8.2.h

de la Convención Americana, el señor Mohamed tenía

derecho a recurrir del fallo proferido por la Sala

Primera de la Cámara Nacional de Apelaciones el 22 de

febrero de 1995, toda vez que en éste se le condenó

como autor del delito de homicidio culposo" y que "la

Corte concluye que el sistema procesal penal argentino

que fue aplicado al señor Mohamed no garantizó

normativamente un recurso ordinario accesible y eficaz

que permitiera un examen de la sentencia condenatoria

contra el señor Mohamed, en los términos del artículo

8.2.h de la Convención Americana, y también ha

constatado que el recurso extraordinario federal y el

recurso de queja, en tanto salvaguarda de acceso al

primero, no constituyeron en el caso concreto recursos

eficaces para garantizar dicho derecho").

De este modo, puede concluirse que el

criterio sentado en el precedente del Alto Tribunal

que me convoca a intervenir, establece un nuevo

sistema de revisión amplia de sentencias

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condenatorias, aun cuando hayan sido dictadas por

quien tiene el deber legal de revisar una absolución o

una condena distinta o menor. Este razonamiento

encuentra sustento en el cumplimiento del mandato

constitucional por una doble vía: lo dispuesto en los

pactos internacionales de Derechos Humanos

anteriormente citados, que se hallan incorporados al

bloque de constitucionalidad del art. 75, inc. 22 de

la Carta Magna, y lo contemplado en los fallos de la

Corte Interamericana, cuya jurisprudencia para nuestro

país es obligatoria y vinculante.

La conclusión de la doctrina que emerge del

precedente “Duarte”, que se sustentó en lo expuesto

por la C.I.D.H. en el caso “Mohamed”, refiere entonces

que, ante un caso –como el que nos ocupa- en el que

esta Cámara casó la absolución fallada por el tribunal

del juicio y condenó a los imputados, es este mismo

Tribunal –con otra composición-, quien tiene

jurisdicción y por ende legitimación para revisar la

sentencia condenatoria, aunque la Corte Suprema sea el

“tribunal superior” en la línea de impugnación de

fallos. Ello así pues el Alto Tribunal a raíz de lo

sentado in re: “Casal”, no se encuentra habilitado

para ejercer la revisión amplia de esa primera

sentencia de condena, en razón de las limitaciones de

su competencia que se hallan ceñidas a aquellas de

índole federal, con exclusión -por regla- de las

fácticas y probatorias y los aspectos de naturaleza

jurídica común.

De no admitirse tal revisión o de entenderse

que la doctrina establecida en el caso “Duarte”

vulneraría los estándares exigidos por el Sistema

Interamericano de Derechos Humanos, se estaría

cercenando una garantía primordial como es la de

recurrir el fallo para que un tribunal lo revise

integralmente, y con ello la responsabilidad

internacional en la que incurriría el Estado frente a

tal omisión. Sobre esto último cabe recordar el

artículo 2 de la Convención Americana de Derechos

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Humanos en cuanto dispone que “Si en el ejercicio de

los derechos y libertades… no estuviere ya garantizado

por disposiciones legislativas o de otro carácter, los

Estados partes se comprometen a adoptar, con arreglo a

sus procedimientos constitucionales y a las

disposiciones de esta Convención, las medidas

legislativas o de otro carácter que fueren necesarias

para hacer efectivos tales derechos y libertades”. A

su vez, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha

señalado acerca del deber de los jueces de acudir a

disposiciones que le permitiera garantizar el efectivo

acceso a la justicia en el caso “Cantos vs.

Argentina”, p. 52: “El artículo 25 de la Convención

también consagra el derecho de acceso a la justicia.

(…) [L]a Corte ha señalado que éste establece la

obligación positiva del Estado de conceder a todas las

personas bajo su jurisdicción un recurso judicial

efectivo contra actos violatorios de sus derechos

fundamentales. (…) la garantía allí consagrada se

aplica no sólo respecto de los derechos contenidos en

la Convención, sino también de aquéllos que estén

reconocidos por la Constitución o por la ley. (…) [L]a

garantía de un recurso efectivo constituye uno de los

pilares básicos, no sólo de la Convención Americana,

sino del propio Estado de Derecho en una sociedad

democrática en el sentido de la Convención, y que para

que el Estado cumpla con lo dispuesto en el artículo

25 de la Convención no basta con que los recursos

existan formalmente, sino que los mismos deben tener

efectividad (…)”.

Luego de este análisis, entiendo que la

doctrina del caso “Duarte” no es violatoria de

preceptos constitucionales sino que por el contrario,

su aplicación a aquellos supuestos en donde el

imputado fue condenado por primera vez, permite rever

su sentencia de manera integral y deja eventualmente

para el tratamiento en la Corte Suprema de Justicia de

las cuestiones federales que puedan plantearse

mediante el recurso excepcional previsto en el

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artículo 14 de la ley 48. De lo dicho se desprende que

el fallo de cita del Alto Tribunal otorga a esta

Cámara facultades de revisión de sentencia dictadas

por este mismo órgano jurisdiccional, que si bien no

se encuentran reguladas mediante preceptos de derecho

interno, su razón de ser encuentra sustento en la

interpretación armónica que ha de hacerse de las

normas convencionales establecidas a tal fin

(Convención Americana sobre Derechos Humanos; Pacto

Internacional de Derechos Civiles y Políticos),

asegurando el cumplimiento respecto de las garantías

jurisdiccionales en procesos penales.

El agravio de las defensas sobre este punto

refiere así a la exposición de una postura distinta a

la que surge del examen de las normas convencionales,

jurisprudencia internacional y nacional antes citada,

razón por la que corresponde su rechazo”.

En definitiva, concluí en dichos precedentes

que a partir de la revisión por parte de esta Cámara

de la sentencia condenatoria dictada por otra Sala del

Cuerpo no se vulneran la garantía del art. 8.2.h de la

CADH, conforme su alcance establecido en la

jurisprudencia de la Corte IDH, el derecho de defensa

ni del debido proceso.

3º) Tampoco se advierte que la tramitación de

la vía recursiva en la instancia casación establecida

por la Corte Suprema de Justicia en los precedentes

citados, articulada a través de la designación de

jueces que no hubieran intervenido anteriormente para

que revisen la sentencia condenatoria dictada como

consecuencia del recurso de casación incoado por los

acusadores, importe la vulneración a la garantía de

juez natural ni afecte la imparcialidad del tribunal,

aspecto que además no fue sustentado por la defensa

por medio de una crítica concreta y razonada y que

todo caso, debería ser conducido por la defensa por

las vías procesales correspondientes y no por la

invocación genérica de violación a garantías.

Debe notarse al respecto que la defensa de

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Melgarejo Mendoza, Moreira, Gómez y Quinteros, a fs.

3721/3738 manifestó la existencia de “duda razonable

de que VVEE no actuarán con objetividad e

imparcialidad en la revisión del fallo condenatorio”,

sin brindar elemento alguno que sustente dicha

afirmación y sin articular recusación, sino que

únicamente basó en esa afirmación su crítica al

sistema recursivo establecido por nuestro Máximo

Tribunal en el fallo “Duarte” y su consecuente

petición de absolución de sus asistidos.

En consecuencia, lo expuesto evidencia que,

de adverso a lo planteado por la defensa de Melgarejo

Mendoza, Moreira, Gómez y Quinteros, no se vislumbra

afectación a las garantías constitucionales ni

convencionales por la revisión jurisdiccional del

fallo por esta misma instancia, por lo que corresponde

rechazar los motivos de agravio planteados en relación

con esta cuestión.

4º) Tampoco encuentra sustento el planteo de

afectación al principio de ne bis in ídem por el

dictado de la sentencia condenatoria como consecuencia

de los mecanismos recursivos ejercidos oportunamente

por la querella.

Al respecto, habré de recordar cuanto

expusiera al votar en la causa “Golenderoff, Alejandro

Daniel s/recurso de casación” (causa nro. 12.328 bis;

rta. el 17 de octubre de 2012, reg. nro. 20.679), en

punto a que “el dictado de una sentencia firme implica

un obstáculo insoslayable dentro de un Estado

Democrático de Derecho que impide la reapertura de un

nuevo juicio. El artículo 14.7 del PIDCyP prevé:

‘Nadie puede ser procesado o penado de nuevo por una

infracción por la cual ya ha sido definitivamente

absuelto o condenado de acuerdo con la ley y el

procedimiento penal de cada país’. Por su parte, el

artículo 8.4 de CADH establece: ‘El inculpado absuelto

por una sentencia firme no podrá ser sometido a nuevo

juicio por los mismos hechos’. De la letra de los

referidos artículos, surge expresamente como requisito

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para poder hacer jugar la protección en cuestión, que

exista una sentencia firme que ponga fin al proceso.

En tal caso, el Estado no podría reabrir su pretensión

punitiva para volver a perseguir a quien

definitivamente haya sido absuelto o condenado

mediante sentencia firme”.

Es que el fundamento genérico del ne bis in

idem procesal reside en la seguridad jurídica. De ahí

que desde un doble enfoque, se trate de preservar la

aplicación del Derecho de modo que éste se pronuncie

de manera única, otorgando la estabilidad y

permanencia de la solución legal arribada al caso en

concreto, constituyendo ello una garantía individual

desde la óptica del imputado. De lo contrario, se

llegaría a la consecuencia perturbadora que un doble

juzgamiento conduzca a que en el marco de un segundo

proceso se arribe a una conclusión diversa.

Por su parte, esta garantía no sólo resguarda

la posibilidad de una reapertura posterior en un nuevo

juicio, sino también, la posibilidad que un imputado

se vea simultáneamente enjuiciado ante la misma

pretensión punitiva, por los mismos hechos. La

protección alcanza en el primer supuesto al caso de un

segundo proceso con objeto igual que otro ya terminado

(cosa juzgada); en el segundo, también abarca para

casos de múltiple e idéntica persecución -aunque en

este caso de pendencia simultánea (litispendencia),

obviamente no requiere sentencia firme-.

La prohibición de doble proceso, también se

vincula, además de con la cosa juzgada, con el derecho

a una tutela judicial efectiva y el debido proceso. Es

que dicha imposibilidad obsta al inicio de una nueva

persecución en manos del Estado, porque de lo

contrario se menoscabaría la libertad de la persona

frente al poder punitivo, al poder ser sometido

nuevamente a proceso por los mismos hechos. La

prohibición de doble enjuiciamiento constituye una

garantía que su vulneración implicaría una indefensión

del imputado, donde luego que se haya dictado una

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sentencia firme que alcance eficacia de cosa juzgada,

se permita reproducir cuanto ha sido objeto de un

proceso anterior que terminó finalmente, con una

decisión jurisdiccional oponible erga omnes.

Cabe recalcar entonces, uno de los requisitos

fundamentales a efectos que rija la protección

constitucional de prohibición de doble enjuiciamiento,

cual es la resolución judicial firme que pone fin a un

proceso, que impediría la posibilidad del Estado de

reabrir un nuevo proceso, contra el mismo imputado y

por los mismos hechos. El derecho a no ser sometido a

un doble procedimiento, así, se conecta con la

potestad jurisdiccional, con su propia esencia, y a

través de ella con el derecho a la tutela judicial

efectiva (Pérez Manzano, Mercedes. La prohibición

constitucional de bis in idem, Ed. Tirant Lo Blanch,

Valencia, 2002, página 69).

Al respecto, tiene dicho la doctrina

internacional que: “otro requisito que exige la

Convención Americana es que la sentencia absolutoria

sea ‘firme’. La sentencia absolutoria ‘firme’ tiene,

de acuerdo con el artículo 8.4 de la Convención

Americana, efecto vinculante erga omnes contra

cualquier persecución que intente el Estado ‘por los

mismos hechos’. Ello es así porque se trata de una

obligación que deriva de una garantía ‘fundamental de

la persona humana’ respecto de la cual todos los

Estados partes en la Convención Americana tienen un

interés jurídico en su protección… El non bis in idem

es, según algunos autores, uno de los efectos de la

sentencia que ha pasado en autoridad de cosa juzgada y

ésta –se dice- ‘significa decisión inmutable e

irrevocable; significa la inmutabilidad del mandato

que nace de la sentencia’” (Acevedo, Domingo E.,

oportunamente citado, páginas 287 y siguientes).

Por su parte, también se estableció que:

“Ejercer la potestad jurisdiccional es ‘decir el

Derecho’ –iurisdictio-, esto es, expresar la ley del

caso concreto. De manera que si es consustancial a la

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idea misma de Derecho que éste se exprese de forma

única e inequívoca, también es un rasgo de la propia

iurisdictio que se ejerza una sola vez respecto de un

mismo hecho. Desde esta perspectiva, la exigencia de

que la ley del caso sea una, de que la expresión del

Derecho sea única e inequívoca, se ha de traducir en

la prohibición de existencia de un doble proceso. El

derecho a la tutela judicial efectiva se conecta

entonces con el ejercicio de la potestad

jurisdiccional, puesto que la tutela se dispensa ‘en

el ejercicio de la potestad jurisdiccional’…, juzgando

y haciendo ejecutar lo juzgado. No puede haber tutela

judicial ni ésta puede ser efectiva si la iurisdictio

se ejerce de forma múltiple, si no hay garantía de que

la ley del caso sea una, y de que, una vez expresada,

se vaya a consolidar con carácter definitivo. La

prohibición de doble proceso constituye así

manifestación de la esencia misma de la potestad

jurisdiccional” (Pérez Manzano, Mercedes,

oportunamente citada, página 70).

En definitiva, para que opere la garantía

constitucional de prohibición de ne bis in idem

procesal –prohibición de doble proceso-, se requiere

que la resolución judicial que puso fin al primer

juicio haya quedado firme, no operando dicha firmeza

en el caso sometido a análisis jurisdiccional.

Cabe además señalar que en el precedente

“Sandoval” de la CSJN (Fallos: 333:1687), la mayoría

del Máximo Tribunal resolvió con remisión a Fallos

321:1173 (disidencia de los Ministros Petracchi y

Bossert) y Fallos 329:1447 (considerando 17 del voto

del Ministro Dr. Petracchi), en los que se destaca una

solución procesal absolutamente distinta a la

presente, por cuanto en esos casos se trató de la

celebración de nuevos juicios como consecuencia del

acogimiento de los recursos de los acusadores contra

sentencias liberatorias dictadas respecto de los

imputados.

En ese voto del precedente “Alvarado” (Fallos

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321:1173) al que se remitió la Corte en “Sandoval”, se

estableció que “una sentencia absolutoria dictada

luego de un juicio válidamente cumplido precluye toda

posibilidad de reeditar el debate como consecuencia de

una impugnación acusatoria”, en la medida en que el

juicio de reenvío dispuesto en esas condiciones para

el imputado absuelto “constituye un nuevo juicio,

básicamente idéntico al primero, en el que su honor y

su libertad vuelven a ponerse en riesgo” y ello es

suficiente para que la garantía del ne bis in idem

impida al Estado provocarlo.

Se afirmó además allí que “…sólo mediante

una declaración de nulidad fundada en la inobservancia

de alguna de las formas esenciales del proceso es

posible retrogradar el juicio por sobre actos ya

cumplidos, mas sólo en la medida de la nulidad

declarada”, pues que “…no hay lugar para retrotraer un

proceso penal a etapas ya superadas cuando éstas han

sido cumplidas observando las formas sustanciales del

proceso que la ley establece (confr. Fallos: 297:486;

298:312; 305:913; 306:1705; 311:2205, considerando 5°

de la disidencia parcial de los jueces Bacqué y

Petracchi; y 312:597)”.

Tal circunstancia no se verificó en presente

caso remitido por la Corte para su revisión

jurisdiccional, toda vez que el acogimiento favorable

de las vías recursivas incoadas por el Ministerio

Público Fiscal y por la querella concluyó con el

dictado de una sentencia condenatoria en esta

instancia casatoria y no, como en los precedentes de

cita, en la reedición del debate a partir de una

supuesta insuficiencia probatoria o tras el dictado de

una sentencia absolutoria que hubiera adquirido

firmeza.

Por todo lo expuesto, considero que debe

rechazarse el agravio de la defensa referido a la

alegada afectación del principio de ne bis in ídem a

partir de lo resuelto por la Sala IV de esta Cámara

Federal de Casación Penal en cuanto hizo lugar al

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recurso de casación interpuesto por el acusador contra

la sentencia absolutoria dictada por el tribunal de

juicio.

-III-

5º) Corresponde entonces ingresar en el

análisis de los agravios planteados por los aquí

recurrentes, en lo atinente al cuestionamiento

referido a la arbitrariedad del fallo en punto al

tratamiento que la Sala IV de esta Cámara Federal de

Casación Penal brindó al planteo que efectuara la

defensa de Tizado, vinculado con la duración del

proceso y la garantía de ser juzgado en plazo

razonable.

Al respecto, debe señalarse que no es propia

de la revisión de sentencia establecida conforme los

parámetros del fallo “Duarte” de la CSJN la

constitución de una tercera instancia para el reexamen

de aquellas cuestiones que, como en el caso, hubieran

sido resueltas por el tribunal de juicio en un

sentido, que luego fue confirmado por los jueces de

esta Cámara de Casación a partir del recurso

propiciado por la defensa, lo que implicaría la

creación de una tercera instancia de decisión sobre

cuestiones que resultan reeditadas.

Por el contrario, el alcance de esta nueva

intervención de la instancia de casación se encuentra

delimitado al examen de todo cuanto constituye la

primera condena o pronunciamiento adverso a los

encausados, lo que en la especie no ocurre con el

planteo de falta de vigencia de la acción por

afectación al plazo razonable.

Al dictar la sentencia condenatoria de fecha

8 de septiembre de 2011 en relación a Tizado, el

Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Formosa

rechazó el planteo de violación al plazo razonable

efectuado por su defensa. Este punto del decisorio fue

impugnado por esa parte y su recurso de casación fue

analizado y rechazado por los jueces de la Sala IV de

este Cuerpo, lo que evidencia que sobre este extremo

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se ha dado total eficacia a la garantía prevista por

el art. 8.2.h de la CADH.

Además, a partir del estudio de la

presentación de expresión de agravios de la defensa de

Alejandro Germán López, Germán Alejandro López y

Gustavo Félix López, de la presentación de la Defensa

Pública Oficial de Mario Milcíades Melgarejo Mendoza,

Héctor Moreira, Luis Alberto Gómez y Carlos Quinteros,

del recurso de casación oportunamente interpuesto por

la defensa de Tizado y del decisorio aquí impugnado,

se advierte que no se han introducido argumentos

novedosos en torno a la cuestión. Ello evidencia que,

toda vez que fue debidamente tratada por el tribunal

de juicio y revisada por los jueces de la Sala IV, la

cuestión planteada se encuentra fuera del alcance de

la revisión ordenada a esta Cámara Federal de Casación

Penal por la Corte Suprema de Justicia en esta causa

en resguardo de la garantía establecida en el art.

8.2.h de la CADH. Es pues en estos términos, un

planteo que sólo puede ser revisado por el Máximo

Tribunal.

-IV-

6º) Establecido cuanto antecede, corresponde

recordar el hecho que motivara la condena de los

encartados en esta causa.

Conforme relevaron los jueces de esta Sala IV

de la Cámara Federal de Casación Penal, “…se tuvo por

acreditado que, para llevar adelante esta operación

ilegal, Julio César Tizado ofreció a los agentes

aduaneros contactados, Julio De La Vega y Juan

Francisco Aquino, una suma de dinero para fraguar la

documentación que avalara la exportación de

combustible a la República de Paraguay que, en los

hechos, no se concretó. Como contraprestación por la

recepción del dinero, los agentes aduaneros

rubricarían la documentación de la carga (permisos de

embarque y MIC/DTA) y consignarían, falsamente, que el

combustible había salido de Argentina para ingresar en

el territorio paraguayo.

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“Dichos agentes aduaneros no aceptaron el

ofrecimiento ilícito efectuado por Tizado y lo

pusieron en conocimiento del fiscal y del juez de

turno. El juez ordenó diversas medidas investigativas

y se detectó, en la ciudad de Asunción del Paraguay,

la existencia de la empresa ‘Múltiple S.A.’, la cual

aparecía en la documentación respaldatoria de la

exportación como la firma importadora del combustible.

Se probó que Milicíades Melgarejo Mendoza y Guillermo

Slotopolsky (prófugo) eran, respectivamente, el

director y subdirector de la mencionada sociedad.

“Asimismo, se comprobó que el combustible no

llegó al destino documentado, por haber sido desviadas

las cargas a distintos destinos en Argentina. Para

trasladar el combustible, se utilizó la flota de

camiones perteneciente a la empresa de transportes de

Alejandro Germán López (padre, en adelante “p”). Para

los traslados del combustible, Alejandro Germán López

(p) puso a disposición a sus empleados, los choferes

Carlos Roberto Quinteros, Héctor José Moreira y Luis

Alberto Gómez, a quienes ordenó que se desviaran de la

ruta documentada y descargaran el combustible –

previamente precintado- en nuestro país, en vez de

llegar al destino final (Paraguay). Además, sus hijos

Gustavo Félix López y Germán Alejandro López

acompañaron a bordo de vehículos particulares dicho

desvío de la mercadería transportada y su posterior

descarga en distintas estaciones de servicio, entre

las cuales figuraba “López Combustibles”, regenteada

por los nombrados.

Quedó acreditado que el día 16 de mayo de

2000 salió la primera carga de combustible hacia

Paraguay, que se desvió hacia un depósito de la ciudad

de Salto, provincia de Buenos Aires y que se

distribuyó el combustible en distintas estaciones de

servicio. El día 5 de junio de 2000 salió la segunda

carga y se efectuó el mismo recorrido. Por estas

operaciones se abonaron a los agentes aduaneros antes

mencionados las sumas de $11.500 y $11.600,

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respectivamente. Dicho dinero quedó inmediatamente a

disposición de la justicia.

El 20 de junio de 2000, se intentó desviar

una tercera carga de combustible pero dicha maniobra

fue impedida y se detuvo en el puesto de control de

Puerto Velaz, Gendarmería Nacional a Alejandro Germán

López (p), Germán Alejandro López, Gustavo Félix López

y a los choferes Carlos Roberto Quinteros, Héctor José

Moreira y Luis Alberto Gómez. En la localidad de

Clorinda se detuvo a Roque Martínez (prófugo), Julio

César Tizado y su chofer, Marcelo Alejandro Vila,

quien fue detenido a bordo del automóvil de la esposa

de Tizado, con el dinero que sería entregado a los

agentes aduaneros en concepto de dádiva.

7º) Ingresando ya en el estudio de la

sentencia condenatoria cuestionada en punto a la

alegada arbitrariedad de las condenas, se advierte que

el fundamento de la decisión que los jueces de esta

instancia revirtieron radicó en la atipicidad de la

conducta atribuida a los encausados, dado que “el

férreo control que efectuó el Estado sobre los medios

y las personas impidió el desarrollo objetivo del tipo

penal por falta de lesividad” (fs. 3129 vta./3130 y

3445/3445 vta.).

De ello se excepcionó a Julio César Tizado,

respecto en tanto el tribunal de juicio consideró que

la reunión que éste mantuvo con los agentes aduaneros

Julio de la Vega y Juan Francisco Aquino (en la que

les ofreció una dádiva para consumar el desvío de

combustible, simulando su exportación a la República

del Paraguay) implicó un principio de ejecución del

delito de contrabando atribuido.

En relación con Milcíades Melgarejo Mendoza

en cambio, el tribunal dispuso su absolución por

considerar que no existían pruebas que acrediten que

aquel tenía conocimiento de la maniobra que se estaba

llevando a cabo.

Los jueces de esta Cámara al resolver en la

sentencia de condena, consideraron que no resulta

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respetuosa de las leyes de la lógica, la experiencia y

el sentido común, ni de las pruebas de la causa, la

valoración efectuada por el tribunal de juicio en

tanto concluyó que Tizado, al momento de mantener la

reunión con los agentes aduaneros (y ofrecer dádivas

por la intervención de éstos en la suscripción de la

documentación aduanera) actuó “sin saber si contaría,

o no, con los medios indispensables para llevar a cabo

la maniobra”.

De esta manera, evaluaron las declaraciones

de De La vega y Aquino en el debate, en cuanto a que

Tizado les había manifestado que ya “venía trabajando

con otras personas” con el fin de concertar la

maniobra ilícita de desvío de combustible y que

estaban “en tratativas para inscribir una empresa en

Paraguay para darle visos de transparencia a la

operación”. Analizaron también que se acreditó que la

empresa “Múltiple S.A.” había sido creada el

29/12/1999, tres meses antes de la primera reunión que

mantuvo Tizado con los agentes aduaneros de Clorinda

(20/3/2000) y que la inscripción de esta sociedad ante

las autoridades dela República del Paraguay se

concretó el 10/3/2000, fecha concomitante con esa

reunión.

En consonancia con lo resuelto por el

tribunal de juicio, entendieron que el principio de

ejecución de la maniobra de contrabando agravado se

ejecutó por Tizado en la reunión con los agentes

aduaneros (el 20/3/2000) y el ofrecimiento de dádivas

por su intervención.

Sin embargo, consideraron arbitraria la

decisión del a quo en punto a que el suceso

investigado sólo resultaba atribuible a Tizado, toda

vez que no consideraron como tal el supuesto “férreo

control” de las autoridades (destacaron incluso que

durante el seguimiento de una de las cargas, se perdió

de vista a los camiones por un desperfecto mecánico

sufrido por el vehículo en que se hacía la

persecución) (cfr. fs. 3446 vta.).

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En definitiva, los jueces de esta instancia

al tratar los recursos del Fiscal y de la querella

contra las absoluciones dictadas por el tribunal de

juicio, consideraron que: a) Tizado no actuó en

solitario al momento del principio de ejecución del

delito aquí reprochado sino que por el contrario, a

esa fecha ya estaban comprometidos y organizados los

aportes de sus consortes procesales para el desarrollo

de la maniobra delictiva; y b) que tampoco se verifica

el supuesto de atipicidad por falta de lesividad de

las conductas como consecuencia de un supuesto “férreo

control” llevado a cabo por las agencias estatales,

por el seguimiento que se efectuó de las cargas y las

personas.

Este análisis condujo a los magistrados a

descartar la atipicidad de los aportes atribuidos a

Alejandro Germán López (p); Germán Alejandro (h) y

Gustavo Félix López; Héctor José Moreira, Carlos

Roberto Quinteros y Luis Alberto Gómez, Marcelo

Alejandro Vila y Mario Milcíades Melgarejo Mendoza,

respecto de quienes luego pasaron a analizar el

correspondiente aporte y las pruebas referidas a cada

intervención.

Cabe detenernos en esta etapa del examen

llevado a cabo por los magistrados para referir que en

relación con lo hasta aquí reseñado, a partir del

pormenorizado estudio de las sentencias dictadas por

el tribunal oral y por esta Cámara Federal de Casación

Penal y del cuerpo probatorio de la causa, surge como

acertada y derivación razonada de los elementos del

caso la conclusión de los jueces en punto a descartar

la atipicidad de las maniobras desplegadas por los

imputados.

Ello puesto que en el presente caso, se

desplegaron las conductas constitutivas del plan

delictivo ideado y orquestado por varias personas con

el fin de simular el egreso del país de camiones con

combustible para desviarlos hacia otros destinos en el

territorio nacional y de esa manera, obtener una

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ganancia espuria como consecuencia de la elusión de la

carga impositiva correspondiente a su comercialización

en este país. Para ello Tizado mantuvo con personal de

la Aduana de Clorinda una reunión en la que les

ofreció montos de dinero por cada camión en cuyo

egreso simulado participaran suscribiendo la

documentación aduanera pertinente. El desarrollo de

estas actividades revistió la entidad de afectación

del bien jurídico protegido, sin perjuicio del

monitoreo llevado a cabo por el personal de prevención

y aunque la maniobra de contrabando no llegara a

completarse por la intervención del personal de

prevención, a lo que se suma que durante los

seguimientos, uno de los camiones que transportaba

combustibles fue perdido de vista.

Sobre este particular, lucen acertadas las

consideraciones efectuadas por el Dr. Hornos en el

desarrollo de su voto concordante, en cuanto señaló

que “que en aras de dilucidar la idoneidad de un

quehacer concreto para lograr el resultado lesivo, el

análisis debe dirigirse a la selección de medios ex

ante, en tanto si bien ex post podría entenderse que

la información que el personal policial poseía

respecto del hecho habría neutralizado el peligro

existente para el bien jurídico, ello sólo lo es en

grado hipotético y conjetural por cuanto el transporte

ilícito –aún vigilado desde sus albores por los

preventores-, podría haberse efectuado en forma

distinta a la ocurrida con el consiguiente resultado

negativo para la investigación” y de tal manera,

traspolando estos principios al caso estimó que “…el

diseño de la maniobra comprobada en este legajo -y los

medios empleados para concretarla- eran objetivamente

aptos para poner en peligro el bien jurídico

protegido, no resultando óbice para arribar a tal

conclusión la circunstancia de que los tres

transportes comprobados –realizados los días 16 de

mayo, 5 de junio y 20 de junio del año 2000-, hayan

sido vigilados por la prevención, control que por otra

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parte, y como bien se puntualiza en la ponencia

anterior, no resultó permanente en tanto una de las

cargas fue perdida de vista por a raíz de un

desperfecto sufrido en el vehículo que participaba de

la vigilancia”.

La consideración de falta de lesividad de las

conductas desplegadas por el hecho de haber sido

controladas por el personal de prevención se erige

como una ficción que establece una paradoja que además

de insalvable, resulta inaceptable para cualquier

modelo de persecución penal moderno, máxime si se

analiza desde el prisma de los delitos complejos: la

eficiencia de las agencias de prevención implicaría la

inutilidad del sistema penal.

A partir de todo lo expuesto, debe

continuarse en la revisión de la sentencia

condenatoria dictada por los jueces de esta instancia,

para lo cual con el fin de brindar mayor claridad

expositiva, habré de seguir al orden analítico por

imputados, dado por los magistrados en su decisión.

8º) Respecto de Alejandro Germán López (p),

los jueces de esta instancia revisora consideraron

acreditados los extremos de la acusación formulada en

su contra por el fiscal de juicio y la querella.

De tal suerte, estimaron probado que López

(padre) “ordenó a sus empleados que se desviaran del

trayecto indicado en la ‘hoja de ruta’, se encargaba

personalmente de entregar a los choferes la

documentación aduanera que respaldaba la carga

(permiso de embarque y MIC/DTA) y luego recuperaba

dicha documentación de sus empleados para entregársela

a Tizado”.

Refirieron también los magistrados que

Alejandro López (p) “…acompañó, en forma personal

junto con sus hijos, las cargas de combustible. Dichas

circunstancias, incluso, fueron admitidas por el

propio imputado en su declaración ante el tribunal de

juicio (cfr. fs.2892 vta./2895). Finalmente, se

encuentra acreditado que descargó el combustible en un

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depósito que López (p) tenía en Salto, provincia de

Buenos Aires y Villa María, provincia de Córdoba (cfr.

testimonios de Moreira y Quinteros)”.

En igual sentido valoraron la conversación

del 8 de mayo de 2000 (incorporada por lectura al

debate a fs. 2933) en orden a la relevancia jurídico

penal de la participación de Alejandro Germán López

(p) en los hechos imputados, toda vez que en esa

comunicación, Roque Martínez afirmó que la empresa de

transportes era “de Villa María- Córdoba, lo que pasa

que hace 10 años que tiene la empresa (…) tienen 110

camiones (…) lo bueno es que ellos agarraron” (fs.

106, el destacado corresponde a la sentencia

condenatoria).

En base a ello y a la distribución de roles

que surge de la prueba, los magistrados tuvieron por

acreditado el conocimiento que Alejandro Germán López

(p) tenía de los ofrecimientos de dinero a los agentes

aduaneros para concretar el desvío del combustible y

rebatidas las alegaciones del imputado sobre el

invocado desconocimiento de las características de la

maniobra investigada, a partir de su experiencia en el

rubro del transporte de cargas internacionales y el

hecho de que hubiera prestado su colaboración para el

desvío del combustible en tres oportunidades, sin

haber efectuado reclamo alguno a Tizado por la falta

de pago de los transportes concretados, a lo que se

suma que el combustible desviado fue finalmente

descargado en estaciones de servicio de propiedad de

López (p), regenteadas por sus hijos Germán Alejandro

y Gustavo Félix.

Analizada la cuestión sometida a control

jurisdiccional por la defensa de Alejandro Germán

López (p), se advierte que el juicio de reproche

formulado en su contra reposa en un cuadro probatorio

prudentemente valorado por medio del cual se demostró,

con el grado de certeza que requiere esta etapa

procesal, la intervención del nombrado en el suceso

por el cual fuera llevado a juicio. Todo ello, a

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partir de la valoración integral y conglobada de la

prueba, con arreglo a las reglas de la experiencia, la

lógica y a las pautas de la revisión incoada por los

acusadores.

De adverso a lo afirmado por el recurrente,

no se advierte que los jueces realizaran una

arbitraria valoración de la prueba ni que la decisión

se funde en una presunción subjetiva sobre la

existencia de un acuerdo o concierto de voluntades al

momento en que Tizado se reunió con los agentes

aduaneros a fin de conseguir su participación en la

maniobra por medio del ofrecimiento de dádivas. Por el

contrario, la prueba del caso evidencia que Tizado

contaba con los medios operativos y de logística para

el despliegue del plan que explicó a los mencionados

agentes aduaneros en esa reunión.

Cabe referir que en diversos precedentes he

sostenido que si la obligación constitucional y legal

de motivar la sentencia impone al tribunal de mérito

-entre otros recaudos-, tomar en consideración todas

las pruebas fundamentales legalmente incorporadas en

el juicio y efectuar dicha ponderación conforme las

reglas de interpretación de la prueba, resulta claro

que el recurso que invoca la infracción a esas reglas

-lógica, psicología, experiencia-, debe también

contraponer un análisis de todo el cuadro convictivo

meritado, y en función de éste, a su vez, evidenciar

la decisividad del vicio que se denuncia (in re

“Schlenker, Alan y otros s/recurso de casación” , de

la Sala I CFCP, entre otros), lo que tampoco sucede en

el sub examine.

En cuanto a la motivación de las sentencias

y, en especial, a la indicación del iter formativo de

la convicción, es decir, el aspecto subjetivo o

valorativo que cabe asignarle a la prueba, se debe

revisar si el razonamiento fue lógico -dar cuenta de

las pruebas que condujeron a la convicción y del curso

racional que enlaza los indicios con la certeza sobre

la culpabilidad-, o si por el contrario, fue

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irracional o absurdo.

En este orden de ideas, Jauchen explica que

la certeza judicial, en el orden empírico e histórico

debe contentarse con una gran verosimilitud. Agrega

que “…el juez deberá revisar prudentemente las

hipótesis que se presentan, despojarse de las

proclividades del pensamiento a la imaginación y

suplirlo por el sentido metódico y autocrítico, y

ceñirse siempre a una actitud analítica totalmente

objetiva…” (Jauchen, Eduardo; “Tratado de la Prueba en

Materia Penal”; Bs. As.; Ed. Rubinzal-Culzoni; 1992;

pág. 608).

En el orden de la jurisprudencia interna, la

Corte Suprema de Justicia de la Nación ha sostenido

que “…la necesidad de convicción no implica de ninguna

manera una remisión al pleno subjetivismo o a lo que

simplemente crea el juzgador. Tal creencia sólo sería

apta para sustentar una condena si se asienta en

pruebas concordantes susceptibles de explicarla

racionalmente…” (M. 794. XXXIX., “Recurso de hecho

deducido por la defensa de Jorge Andrés Damián Miguel

en la causa Miguel, Jorge Andrés Damián s/p.s.a. de

homicidio”, rta. el 12/12/06).

Analizada a la luz de tales lineamientos, se

observa que resolución aquí impugnada se encuentra

razonablemente sustentada en punto a la intervención

de Alejandro Germán López (p) y su relavancia jurídico

penal, frente a lo cual los agravios esgrimidos por su

defensa sólo evidencian una opinión diversa sobre lo

debatido y resuelto por los jueces de esta instancia;

decisión que, por lo demás, cuenta con los fundamentos

jurídicos mínimos, necesarios y suficientes, que

impiden su descalificación como acto judicial válido

(Fallos: 293:294; 299:226; 300:92; 301:449; 303:888).

9º) De igual modo, surge ajustada a una

correcta valoración del plexo probatorio del caso la

decisión de los jueces de esta instancia de casación

en relación con Germán Alejandro López (h) y Gustavo

Félix López, respecto de quienes se encuentra

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acreditado –y no ha sido controvertido- que

acompañaron a bordo de vehículos particulares, los

tres transportes de combustibles realizados por los

choferes de la empresa de su padre, acreditados en

autos (transportes realizados en fechas 16/05/2000,

05/06/2000 y 20/06/2000), con conocimiento de que los

camiones desviaron el destino indicado en la

documentación aduanera (República de Paraguay) y

descargaron el combustible en depósitos de Salto,

Buenos Aires y en Villa María, Córdoba –entre las

cuales se encontraba la estación de servicio “López

Combustibles”, que era regenteada por ellos-.

Los jueces de esta instancia de casación

concluyeron que la prueba del caso “…revela la

comprobación de una distribución de roles entre los

imputados para llevar adelante el desvío de

combustible investigado, que pone en evidencia que los

hermanos López conocían y admitieron el desvío de los

camiones con la carga de combustible de su destino

documentado (República de Paraguay). En efecto, los

nombrados acompañaban los camiones, ejerciendo una

función de custodia sobre las cargas de combustible

hasta su efectiva descarga en distintas estaciones de

servicio del mercado local argentino”. Consideraron

además que aunque ni los hermanos López ni su padre

hubieren participado de los ofrecimientos de dinero a

los agentes aduaneros, “…no es razonable sostener que

Germán Alejandro y Gustavo Félix hubieran desconocido

la existencia de dichos ofrecimientos”, pues “…

colaboraron con su padre para entregarle y retirarle

la documentación aduanera a los choferes para, luego,

entregársela a Tizado. Este último, a su vez, se la

hacía llegar a los agentes aduaneros para que,

finalmente, éstos falsamente hicieran constar en la

documentación la salida del combustible del país

(hacia República de Paraguay), salida que en los

hechos los involucrados no tuvieron intención de

realizar y, por ende, tampoco ocurrió”. Entendieron

además que ello no resulta rebatido por las

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manifestaciones de los imputados en sus declaraciones

indagatorias, en tanto delimitaron su responsabilidad

a la parte documental y técnica de la empresa de

transporte de su padre, circunstancia que por el

contrario, resulta evidencia de su conocimiento y

manejo de las formalidades de la carga de transportes

internacionales.

En efecto, el aporte que Germán Alejandro y

Gustavo Félix López realizaron a la empresa delictiva

fue secundario, materializado en el control de las

cargas por el acompañamiento de los camiones y la

entrega y retiro de la documentación a los choferes,

así como la recepción de al menos parte del

combustible en cuestión en la estación de servicio por

ellos regenteada.

Se ha sostenido que “…la complicidad puede

darse tanto por medio de un consejo como de un hecho.

En el primer caso se habla de complicidad intelectual

o psíquica, y en el segundo, de complicidad técnica o

física, sin ser posible una delimitación exacta de

ambas formas, puesto que una prestación de ayuda

técnica puede, al mismo tiempo, en la medida en que el

autor principal tenga conciencia sobre ella,

constituir un fortalecimiento moral de su voluntad y

así una complicidad intelectual…” (Donna, Edgardo

Alberto; “La autoría y la participación criminal”; 2º

edición; Buenos Aires; Rubinzal-Culzoni; 2002; pág.

108).

En virtud de ello, y al igual que lo reseñado

en los puntos anteriores, el estudio de la prueba que

efectuaron los jueces de la casación, de la operativa

de la maniobra desplegada y de los roles asignados a

los intervinientes se encuentra ajustada a derecho y a

las reglas de la lógica y la experiencia, también en

torno a la intervención de los hermanos Germán

Alejandro y Gustavo Félix López, cuyas conductas

además revistieron la relevancia jurídico penal del

tipo reprochado, con el grado de participación

secundaria atribuido.

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En otros términos, ha habido complicidad de

los hermanos López, pues se ha comprobado en autos que

éstos han cooperado en la realización de un delito

doloso, cumpliendo con los extremos exigidos para este

tipo de participación criminal: a) objetivamente han

prestado una ayuda a los autores; b) subjetivamente

han accedido a un hecho doloso principal,

proporcionando un aporte encaminado a lesionar el

mismo bien jurídico atacado por el autor (cfr.

Bacigalupo, Enrique, “Derecho Penal. Parte general”,

Buenos Aires, 1999, pág. 528).

En definitiva, del estudio del fallo

cuestionado, advierto que el decisorio resulta

ajustado a derecho y cuenta con fundamentos jurídicos

mínimos, necesarios y suficientes, que impiden su

descalificación como acto jurisdiccional válido

(Fallos: 293:294; 299:226; 303:449; 303:888, entre

otros), por lo que corresponde rechazar el recurso de

casación interpuesto por la defensa de los imputados.

10º) En relación con el imputado Milcíades

Melgarejo Mendoza, presidente de la firma “Múltiple

S.A.”, su absolución se fundó en falta de prueba y en

la convicción del a quo en punto a que la

responsabilidad que cabría asignar en punto a la

intervención de la empresa, le correspondería a

Slotopolsky, quien era su vicepresidente.

Los jueces de esta instancia consideraron por

el contrario que el estudio de la prueba rebate ese

supuesto desconocimiento de la maniobra y de Tizado,

que Melgarejo Mendoza había alegado en el debate y la

ajenidad de la empresa –al menos en el conocimiento de

Melgarejo Mendoza- que según sus dichos sólo estaba

constituida para el desarrollo comercial consistente

en la explotación de cabinas telefónicas.

En particular, destacaron los jueces que

además de la coincidencia temporal entre la

constitución de la sociedad “Múltiple S.A.” y su

inscripción ante las autoridades del Paraguay, surge

que en fecha 19/4/2000 –con intervención de la

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Escribana Guillermina Samaniego de García- Melgarejo

Mendoza había otorgado a Tizado un poder especial

facultándolo para “presentarse ante las distintas

Autoridades de la República Argentina, ya sean de

carácter Administrativo, Laboral, Industrial y

Comercial y demás Instituciones Autárquicas,

realizando las gestiones pertinentes para la compra de

los combustibles y demás derivados de petróleo, como

asimismo, las contrataciones pertinentes para la

realización del embarque desde su origen hasta el

destino final, y en fin, realizar cuantos más actos,

gestiones, trámites y diligencias se requieran para el

mejor y fiel cumplimiento del presente contrato”. A

ello agregaron que Melgarejo tampoco pudo aportar

evidencias que respalden la actividad de explotación

de cabinas telefónicas que él había alegado en

relación a la empresa en cuestión y que la firma no

tuvo actividad comercial desde su constitución (frente

a lo cual Melgarejo Mendoza explicó que “lo aquí

acontecido fue en los inicios mismos”).

Se aduna también la ponderación del contenido

de las comunicaciones telefónicas interceptadas por la

actividad investigativa, que da cuenta de una

conversación entre Roque Martínez (prófugo) y De La

Vega, en la que el primero hizo expresa referencia a

haber estado en la República del Paraguay haciendo

trámites para la creación de una firma importadora a

fin de dar mayor seriedad a lo conversado con

anterioridad.

Estimaron los jueces de esta instancia que la

convicción que se extrae de estos elemento de prueba

tampoco logra ser rebatido por el hecho de que en la

audiencia de debate, Melgarejo Mendoza aportara copias

simples de la revocación de dicho poder, fechada el

28/4/2000, celebrada ante la misma escribana y cuya

única explicación para el momento en que tal prueba

fue incorporada fue que “esto era una ‘caja de

sorpresas’”.

En definitiva, consideraron acreditado que la

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firma se constituyó y se inscribió de manera

concomitante con la maniobra ilícita desplegada, que

la firma no tuvo actividad comercial, que Melgarejo

Mendoza otorgó a Tizado un poder especial para el

despliegue de actividad comercial de importación de

combustibles y derivados del petróleo. Concluyeron que

resulta arbitraria la conclusión del a quo en punto a

la ajenidad de Melgarejo Mendoza respecto del ilícito,

por lo que consideraron que correspondía la revocación

de la decisión del tribunal de juicio.

Analizado el fallo en punto a esta cuestión,

advierto que el decisorio resulta ajustado a derecho y

cuenta con fundamentos jurídicos mínimos, necesarios y

suficientes, que impiden su descalificación como acto

jurisdiccional válido (Fallos: 293:294; 299:226;

303:449; 303:888, entre otros) y que no logran ser

rebatidos por los fundamentos genéricos expuestos por

la defensa.

Es que el estudio modo integral, armónico y

correlacionado, el cuadro de pruebas del caso permite

tener por acreditado que –a diferencia de lo afirmado

por el tribunal de juicio- Melgarejo Mendoza conocía a

Tizado, le otorgó un poder especial a su favor para la

realización de importación de combustibles y derivados

de petróleo, actividad ajena a aquella para la que

supuestamente había constituido la sociedad junto con

Slotopolsky.

En definitiva, advierto ajustada a las reglas

de la lógica y la experiencia la conclusión de los

jueces en cuanto a que Tizado no actuó en soledad al

momento en que ofreció a los agentes aduaneros dádivas

a cambio de su intervención para la simulación de las

supuestas exportaciones por la firma de los documentos

de la carga. Por el contrario, las fechas de creación

e inscripción de la firma importadora en la República

del Paraguay, el otorgamiento de un poder especial

ante escribana pública a Tizado, evidencian el

despliegue de diversos actos preparatorios por parte

de Melgarejo Mendoza, conjuntos y coordinados con los

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de Tizado y otras personas, para poner en marcha un

plan delictivo, que tuvo su comienzo de ejecución con

el ofrecimiento de dádivas a dichos funcionarios de la

Aduana.

11º) En relación con los imputados Héctor

José Moreira, Carlos Roberto Quinteros y Luis Alberto

Gómez, cabe referir que luego de un detenido análisis

del decisorio, de la plataforma fáctica sobre la que

se formuló acusación y del cuadro probatorio

conformado en el caso, arribo a distinta conclusión en

relación con la responsabilidad penal atribuida a los

choferes Héctor José Moreira, Carlos Roberto Quinteros

y Luis Alberto Gómez.

Respecto de los nombrados, entiendo que la

decisión de los jueces de esta Cámara Federal de

Casación Penal ha incurrido en una errónea y

arbitraria ponderación de sus aportes al considerarlos

como partícipes necesarios. Es que si bien es cierto

que el transporte del combustible implicaba un paso

imprescindible para la concreción de la maniobra

delictiva, quien efectuó tal aporte al plan ilícito

fue Alejandro Germán López (p) quien era el dueño de

la empresa de transportes, de los vehículos y jefe de

los choferes, con asistencia técnica y operativa de

sus hijos Germán Alejandro y Gustavo Félix López.

Salta a la vista que incluso los jueces de

esta Cámara, al analizar la responsabilidad penal de

Alejandro López refirieron de modo expreso que éste

había “aportado el transporte y los choferes”, a

quienes “se ordenó que se desviaran” y que a su vez

contaban con el control constante de los hijos del

dueño de la empresa y jefe, que además eran quienes

regenteaban la estación de servicio en la que

finalmente fue entregado al menos parte del

combustible.

Tampoco surge analizado en la sentencia de

condena ningún elemento que dé cuenta específicamente

de la intervención dolosa de los choferes, más allá de

la realización de las tareas específicas de su

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actividad, tal como podría configurarse con ganancias

más allá de la remuneración normal de sus tareas como

empleados de Alejandro López (p).

El fallo condenatorio a su respecto se apoya

en las siguientes premisas: a) los choferes podían

conocer el destino del combustible declarado ante la

Aduana, pues las “hojas de ruta” estaban a su

disposición; b) los choferes trasladaron el

combustible a puntos distintos de su destino declarado

y no dieron aviso de ello a las autoridades aduaneras.

Sin embargo, no se encuentra acreditado el

efectivo conocimiento de los choferes sobre el destino

de la mercadería declarado ante la Aduana. Tampoco se

ha acreditado que su intervención trascienda el mero

cumplimiento de sus tareas remuneradas como empleados

de la empresa de Alejandro López.

Debe notarse al respecto que conforme surge

del cuadro probatorio del caso, la empresa

transportista de López (p) venía funcionando hace más

de diez años, lo que resulta evidencia de que los tres

choferes ingresaron a prestar tareas en una actividad

lícita y no en una empresa formada específicamente

para la ejecución de las maniobras delictivas aquí

investigadas y que en los tres transportes

cuestionados, desarrollaron sus tareas normales con

control y seguimiento de personas de mayor

responsabilidad que ellos (los hijos de Alejandro

López), que es a quienes corresponde en definitiva

atribuir la participación secundaria por la

organización y control del transporte del combustible

desviado.

En otras palabras, más allá de que los

choferes tuvieran acceso a la documentación de

transporte de la mercadería y, por ende, pudieran

conocer que el destino declarado era la exportación

del país mientras que el lugar efectivo de descarga

fue en localidades de la Provincia de Buenos Aires, lo

cierto es que éstos estuvieron acompañados y

controlados por personas de mayor jerarquía y

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responsabilidad, que además se beneficiaron

económicamente como consecuencia de la maniobra

delictiva (al recibir el combustible en cuestión en

las estaciones de servicio que regenteaban y que eran

propiedad de su padre Alejandro López y como hijos del

propietario de la empresa de transportes).

Sobre la base de lo expuesto, considero que

correspondía convalidar la absolución de los

nombrados, toda vez que las prueban obrantes en el

expediente no logran acreditar la realización de una

conducta con relevancia jurídico penal por parte de

los nombrados. En consecuencia, entiendo que se debe

casar la sentencia puesta en crisis por la

interposición del recurso extraordinario federal por

parte de la defensa de Héctor José Moreira, Carlos

Roberto Quinteros y Luis Alberto Gómez, y absolver a

los nombrados por los hechos por los que fueran

acusados en juicio, por aplicación del principio in

dubio pro reo, expresión normativa del principio de

inocencia.

12º) A partir de lo expuesto en el punto 10º)

en orden al rechazo del recurso respecto de Mario

Melgarejo Mendoza, cabe referir que no se advierten en

el caso circunstancias que justifiquen un apartamiento

del principio general de imposición de costas

establecido en el art. 531 del código de rito, por lo

que estimo que corresponde disponer el rechazo con

expresa imposición de costas en la instancia.

13º) En consecuencia, por todo lo expuesto,

propicio al Acuerdo:

1) RECHAZAR el recurso interpuesto por la

Defensa Pública Oficial en favor de Alejandro Germán

López, Germán Alejando López y Gustavo Félix López,

con costas (arts. 470 y 471 a contrario sensu, 530,

531 y cdtes. del CPPN).

2) RECHAZAR el recurso interpuesto por la

Defensa Pública Oficial en favor de Mario Milcíades

Melgarejo Mendoza, con costas (arts. 470 y 471 a

contrario sensu, 530, 531 y cdtes. del CPPN).

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3) HACER LUGAR al recurso interpuesto en

relación con Héctor José Moreira, Carlos Roberto

Quinteros y Luis Alberto Gómez, CASAR la sentencia

puesta en crisis y ABSOLVER a los nombrados por los

hechos por los que fueran acusados en juicio (arts. 3,

470, 471 y cdtes. del CPPN).

Tal es mi voto.

El señor juez doctor Carlos A. Mahiques dijo:

La Corte Suprema de Justicia de la Nación, en

la presente causa, reconociendo la concreta afectación

a la garantía del doble conforme (art. 18 de la

Constitución Nacional y 8.2.h de la CADH), y sin

declarar la nulidad de lo decidido por la Sala IV de

esta Cámara, dispuso su revisión por otra Sala en

virtud de la doctrina originada in re “Duarte, Felicia

s/ recurso de casación” (D. 249, L° XLVIII, rto.:

5/8/14).

En el mencionado precedente la Corte

establece un nuevo sistema de revisión amplia de las

sentencias condenatorias a fin de asegurar el derecho

a la doble instancia, consagrado en el art. 18 de la

Constitución Nacional, el 8.2.h de la Convención

Americana de Derechos Humanos y 14.5 del Pacto

Internacional de Derechos Civiles y Políticos y la

doctrina que surge del fallo “Mohamed vs. Argentina”,

dictado el 23 noviembre de 2012, por la Corte

Interamericana de Derechos Humanos.

Sólo de esta forma se garantiza mejor el

derecho al recurso, pues la intervención de un nuevo

tribunal asegura al imputado la posibilidad de

cuestionar, eventualmente, la decisión y así obtener

una revisión amplia de la sentencia.

De este modo, la decisión de la Corte Suprema

de Justicia de la Nación de reenviar a otra Sala de

esta Cámara Federal de Casación la revisión de la

sentencia dictada por la Sala IV, no deja otra

alternativa que proceder a una revisión de la

sentencia en los términos indicados.

En este entendimiento, coincido con la juez

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que me precede en orden de votación en torno a las

consideraciones y la valoración de la prueba

efectuadas respecto de Alejandro Germán López, German

Alejandro López, Gustavo Félix López y Mario Milcíades

Malgarejo Mendoza. En efecto, para llegar a la certeza

requerida para un fallo condenatorio la Sala IV de

esta Cámara, realizó un acabado análisis de la prueba

sin incurrir en omisiones ni falencias, atendiendo a

las manifestaciones de los imputados y a los planteos

de las defensas.

Las explicaciones han resultado razonables,

de acuerdo a la sana crítica, y las defensas no han

brindado en esta instancia argumentos que permitan

dejar de lado los criterios de imputación efectuados

por los jueces de esta Cámara.

En el caso, la Sala IV ha partido en el

análisis de la prueba sobre el hecho y no ha

considerado los indicios en forma fragmentaria ni

aislada. Tampoco ha incurrido en omisiones ni

falencias respecto de la verificación de los sucesos

conducentes para la decisión del litigio,

correlacionando todos los elementos probatorios entre

sí.

He de disentir, en cambio, con lo expresado

en el el punto 11º del voto de doctora Figueroa en

cuanto propicia la absolución de los choferes Héctor

José Moreira, Carlos Alberto Quinteros y Luis Alberto

Gómez quienes transportaron el combustible que fue

objeto de la exportación simulada los días 16 de mayo

de 2000, 5 de junio de 2000, y 20 de junio de 2000.

Es que, de acuerdo a lo que surge de la

documentación aduanera y de la prueba colectada en la

causa, los choferes Quinteros, Moreira y Gómez

conocían que el combustible que transportaban era para

ser exportado a la Republica de Paraguay y ese era el

destino de descarga. Pese a ello, lo condujeron por

otra ruta y los descargaron en otros puntos dentro del

país.

En los dos primeros viajes, el combustible

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fue descargado en las estaciones de servicio “López

Combustibles” que se encuentran radicadas en nuestro

país y que pertenecen a Alejandro López.

Coincido con los jueces de la sala IV en que

Moreira, Quinteros y Gómez realizaron un aporte

esencial en el traslado y desvío del combustible, para

concretar la maniobra ilícita con conocimiento esa

ilicitud, por cuanto el destino declarado figuraba en

la “hoja de ruta” de la cual disponían y que en su

condición de transportistas no podían desconocer.

Además, como afirmaron los jueces antes

intervinientes los choferes imputados en ningún

momento sostuvieron haber sido coaccionados para

realizar el traslado de la mercadería. Por eso, en

este punto la pretensión del recurrente parte de un

análisis parcial de esos aspectos de los hechos que no

puede tener cabida en un examen integral de la

situación probatoria, y que como tal, es contraria a

la metodología de ponderación que ha reconocido como

válida la Corte Suprema de Justicia de la Nación

(Fallos: 308:640, entre otros).

Por lo expuesto, los anteriores jueces de

esta instancia casatoria resolvieron con acierto la

imputación y condena de Héctor José Moreira, Luis

Alberto Gómez y Roberto Quinteros a la pena de dos

años de prisión en suspenso y costas como participes

necesarios del delito de tentativa de contrabando de

exportación, agravado por la intervención de tres o

más personas (arts. 864, inc. “d”, 865, inc. “a”, 871,

872 todos del Código Aduanero, ley 22.415).

Asimismo, es adecuada la imposición de dos

años de inhabilitación para ejercer el comercio (art.

876 inc. “e” del C.A); la inhabilitación especial para

ser miembro de las fuerzas de seguridad (art. 876 inc

”f” del C.A), la inhabilitación absoluta por el doble

del tiempo de la condena para desempeñarse como

funcionario o empleado público (art. 876 inc. “h” del

C.A.) respectivamente y la regla de conducta por el

término de dos años prevista por el art. 27 bis, inc.

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1 del C.P..

De acuerdo a lo antedicho, propicio al

acuerdo rechazar los recursos de casación intentados

por las defensas de Alejandro German López, German

Alejandro López, Gustavo Félix López, Mario Milciades

Malgarejo Mendoza, Héctor José Moreira, Carlos Roberto

Quinteros y Luis Alberto Gómez y, en consecuencia

confirmar la sentencia dictada a fs. 3432/3466, con

costas.

El señor juez doctor Eduardo R. Riggi dijo:

1.- Liminarmente corresponde delimitar el

marco al que deberá sujetarse nuestra intervención en

las presentes actuaciones.

Debemos señalar al respecto que en el sub

examine el Máximo Tribunal estimó aplicable, en lo

pertinente, las consideraciones vertidas en la causa

D.429.XLVIII “Duarte, Felicia s/ recurso de casación”

declarando procedente el recurso extraordinario

interpuesto contra las condenas dictadas por primera

vez en esta instancia casatoria y remitiendo las

actuaciones a esta sede para que se asegure al

recurrente el derecho consagrado en el artículo 8.2.h.

de la Convención Americana sobre Derechos Humanos

(cnf. fs. 3652)

Ajustándonos a los lineamientos indicados por

el Superior Tribunal de la Nación, corresponde, en

consecuencia, proceder a la revisión de la sentencia

dictada el 20 de mayo de 2014 por la Sala IV (registro

nº 930/2014.4) integrada por los doctores Mariano H.

Borinsky, Gustavo M. Hornos y Juan Carlos Gemignani,

únicamente en aquellos aspectos que hubieran sido

resueltos en sentido inverso al criterio del tribunal

de la instancia anterior y que son materia de agravio

por parte de las defensas.

A ello se limita pues nuestra actuación en la

presente causa.

2.- Sentado ello, debemos consignar que la

Sala IV de este cuerpo resolvió hacer lugar

parcialmente a los recursos de casación interpuestos

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por el representante del Ministerio Público Fiscal y

de la querella, casar parcialmente la resolución

recurrida y en consecuencia:

“a.… CONDENAR a Julio César Tizado, a la

pena de tres (3) años de prisión en suspenso y costas

en la instancia anterior por considerarlo coautor del

delito de tentativa de contrabando de exportación

agravado por el número de personas y mediante la

comisión de otro delito (arts. 26, 29 inc. 3º, 45 del

C.P.; 864, inc. “d”, 865, incs. “a” y “d”, 871 y 872

todos del Código Aduanero, ley 22.415). Imponer a

Julio César Tizado, la pena de tres (3) años de

inhabilitación para ejercer el comercio (art. 876,

inc. “e”, del C.A.), la pena de inhabilitación

especial perpetua para ser miembro de las fuerzas de

seguridad (art. 876, inc. “f”, del C.A.) e

inhabilitación absoluta por el doble del tiempo de la

condena para desempeñarse como funcionario o empleado

público (art. 876, inc. “h”, del C.A.). Asimismo,

imponer… por el término de tres (3) años la regla de

conducta prevista por el art. 27 bis, inc. 1 del C.P.

b. REVOCAR los puntos dispositivos IV y VII

de la sentencia impugnada y -por mayoría- CONDENAR a

Mario Milicíades Melgarejo Mendoza y a Alejandro

Germán López (p) a la pena de dos (2) años y nueve (9)

de prisión en suspenso y costas en la instancia

anterior por considerarlos coautores del delito de

tentativa de contrabando de exportación agravado por

el número de personas y mediante la comisión de otro

delito (arts. 26, 29 inc. 3, 45 del C.P.; 864, inc.

“d”, 865, incs. “a” y “d”, 871 y 872 todos del Código

Aduanero, ley 22.415). Imponer a Milicíades Melgarejo

Mendoza y a Alejandro Germán López (p) la pena de dos

(2) años y nueve (9) meses de inhabilitación para

ejercer el comercio (art. 876, inc. “e”, del C.A.), la

pena de inhabilitación especial perpetua para ser

miembro de las fuerzas de seguridad (art. 876, inc.

“f”, del C.A.) e inhabilitación absoluta por el doble

del tiempo de la condena para desempeñarse como

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funcionario o empleado público (art. 876, inc. “h”,

del C.A.). Asimismo, imponer a Milicíades Melgarejo

Mendoza y a Alejandro Germán López (p) por el término

de dos (2) años y nueve (9) meses la regla de conducta

prevista por el art. 27 bis, inc. 1 del C.P.

c. REVOCAR los puntos dispositivos IX, X y

XI de la sentencia impugnada y –por mayoría- CONDENAR,

respectivamente, a Héctor José Moreira, Carlos Luís

Alberto Gómez y Roberto Quinteros, a la pena de dos

(2) años de prisión en suspenso y costas en la

instancia anterior, por resultar partícipes necesarios

del delito de tentativa de contrabando de exportación

agravado por la intervención de tres o más personas

(arts. 26, 29 inc. 3 y 45, del C.P.; 864 inc. “d”,

865, inc. “a”, 871, 872, todos del Código Aduanero,

ley 22.415). Imponer a Héctor José Moreira, Carlos

Roberto Quinteros y Luís Alberto Gómez, por el término

de dos (2) años, la pena de inhabilitación para

ejercer el comercio (art. 876, inc. “e”, del C.A.), la

pena de inhabilitación especial perpetua para ser

miembro de las fueras de seguridad (art. 876, inc,

“f”, del C.A.) e inhabilitación absoluta por el doble

de tiempo de la condena para desempeñarse como

funcionario o empleado público (art. 876, inc. “h”,

del C.A.). Asimismo, imponer a Héctor José Moreira,

Carlos Roberto Quinteros y Luís Alberto Gómez por el

término de dos (2) años la regla de conducta prevista

por el art. 27 bis, inc. 1 del C.P.

d. REVOCAR los puntos dispositivos VI y

VIII de la sentencia impugnada y –por mayoría-

CONDENAR, respectivamente, a Germán Alejandro López y

Gustavo Félix López, a la pena de dos (2) años de

prisión en suspenso y costas en la instancia anterior,

por considerarlos partícipes secundarios del delito de

tentativa de contrabando de exportación agravado por

el número de personas y mediante la comisión de otro

delito (arts. 26, 29 inc. 3º, 45 del C.P.; 864, inc.

“d”, 865, incs. “a” y “d”, 871 y 872 todos del Código

Aduanero, ley 22.415). Imponer a Germán Alejandro

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López y Gustavo Félix López, por el término de dos (2)

años la pena de inhabilitación para ejercer el

comercio (art. 876, inc. “e”, del C.A.) e

inhabilitación absoluta por el doble del tiempo de la

condena para desempeñarse como funcionario o empleado

público (art. 876, inc. “h”, del C.A.). Asimismo,

imponer a Germán Alejandro López y Gustavo Félix López

por el término de dos (2) años la regla de conducta

prevista por el art. 27 bis, inc. 1º del C.P.

III.…ORDENAR el decomiso de los medios de

transporte y de los demás instrumentos empleados para

la comisión del delito (art. 23 del C.P.)…”.

3.- En primer lugar, hemos de señalar en lo

que respecta al planteo relativo a la violación

derecho a ser juzgado en un plazo razonable que, en

las particularidades del presente caso, no puede

entenderse afectado dicho derecho, conforme las

precisiones que brindáramos al expedir nuestro voto en

el marco de las causas n° 9525 caratulada “Cañete,

José Roberto s/ recurso de casación” (reg. 325, del

31/3/09), n° 9405 caratulada “Peón Hoyuela, Jesús y

otro s/ recurso de casación” (reg. 496, del 24/4/09),

n° 10.455 caratulada “Romero Pucciarello, Juan y otros

s/recurso de casación” (reg. 808, del 18/6/09), n°

10.020 caratulada “González Barrios, Celso s/rec. de

casación” (reg. 541, del 30/4/09), n° 10.270 “Mora

Sanabria, Hugo César s/recurso de casación” (reg.

1601, del 10/11/09), y n° 15.173 “Cavasín, Jorge

Rogelio s/recurso de casación” (reg. 492/12, del

19/04/12), entre otras; doctrina jurisprudencial que

tenemos aquí por reproducida -cuya lectura

respetuosamente nos permitimos sugerir- y a la cual

nos remitimos por razones de brevedad.

Por tal motivo, dicho agravio es rechazado.

4.- En relación a las demás quejas

introducidas por las defensas en sus impugnaciones

-vulneración a la garantía de juez natural, afectación

a la imparcialidad del tribunal y afectación al

principio ne bis in ídem- habremos de adherir a las

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consideraciones expuestas por la doctora Figueroa, las

cuales compartimos, motivo por el cual habrán de ser

desechados.

5.- Ahora bien, de una adecuada lectura de

las presentes actuaciones y de la sentencia dictada

por esta Sala somos de la opinión que la resolución

recurrida cuenta con fundamentos suficientes que

obstan a su descalificación como acto judicial válido,

ajustándose a las prescripciones contenidas en los

arts. 123 y 404 inciso 2º del ordenamiento ritual,

como así también a la doctrina seguida por esta Cámara

respecto al requisito de motivación de los fallos

judiciales (conf. nuestros votos en las causas N° 80

"Paulillo, Carlos Dante s/ rec. de casación", Reg. N°

111 del 12/4/94; N° 181 "Sassoon Attie, Raúl Nissim

s/rec. de casación", Reg. N° 177/94 del 17/11/94; N° 502

"Arrúa, Froilán s/ rec. de casación", Reg. N° 185/95

del 18/9/95; N° 1357 "Canda, Alejandro s/ rec. de

casación", Reg. N° 70/98 del 10/3/98; N° 2124 "Anzo,

Rubén Florencio s/ rec. de casación", Reg. N° 632/99

del 22/11/99; N° 1802 "Grano, Marcelo s/ rec. de

casación", Reg. N° 186/2002 del 22/4/2002; y asimismo

las causas N° 18 "Vitale, Rubén D. s/rec. de casación",

Reg. N° 41 del 18/10/93; N° 25 "Zelikson, Silvia E.

s/rec. de casación", Reg. N° 67 del 15/12/93; N° 65

"Tellos, Eduardo s/rec. de casación", Reg. N° 64 del

24/03/94; N° 135 "Risso de Osnajansky, Nelly s/rec. de

casación", Reg. N° 142/94 del 18/10/94; N° 190

"Ruisanchez Laures, Ángel s/rec. de casación", Reg. N°

152/94 del 21/10/94 Nº 13.755 “Nicodemo, Eduardo Jorge

Damián, Cristian Javier y Arambulo, Raúl Leonardo

s/rec. de casación” Reg. Nº 1130/11 del 15/8/11; Nº

15.150 “Quevedo, Marcelo Rodolfo s/rec. de casación”

Reg. Nº 501/12 del 20/4/12; Nº 15.203 “Lucena, Roque

Antonio s/rec. de casación” Reg. Nº 498/12 del

20/4/12; Nº 651/2013 “Gacitua, Fernando y Otro s/rec.

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de casación” Reg. Nº 2426/13 del 12/12/13; Nº 694/2013

“Díaz, Iván Andrés s/rec. de casación” Reg. Nº 2577/13

del 27/12/13; Nº 1357/2013 “Gómez, Damián Horacio

s/rec. de casación” Reg. Nº 291/2013 del 12/3/14; Nº

FPA 91002271/2012/TO1/CFC1 “Lamas, Emanuel Augusto

Carin y Otros s/rec. de casación” Reg. Nº 621/15 del

23/4/15; Nº CCC 64290/2013/TO1/1/CFC1 “Báez Gómez,

Jonathan Gabriel s/rec. de casación” Reg. Nº 1389/15

del 26/8/15; Nº FRE 75555/2014/TO1/CFC1 “Quiroz, Darío

Nicolás s/rec. de casación” Reg. Nº 696/16 del 3/6/16;

Nº FMZ 93003252/2012/TO1/CFC1 “García Centurion, Luís

Eduardo y Otros s/rec. de casación” Reg. Nº 739/16 del

8/6/16; Nº FTU 21346/2014/TO1/CFC1 “Luna, Patricia de

los Ángeles s/rec. de casación” Reg. Nº 826/16 del

23/6/16, todas de la Sala III, entre muchas otras).

En este último sentido, conceptuamos que esta

Sala IV -con otra integración- en el fallo que

encontró responsables a los imputados en orden al

hecho objeto del proceso, no incurrió en fisuras

lógicas en su razonamiento y, en uso de sus facultades

propias, escogió, valoró e hizo convicción sobre las

pruebas e indicios, serios, precisos y concordantes

que citó en su decisorio, brindando a nuestro juicio

argumentos suficientes para fundamentar debidamente la

conclusión.

En efecto, en el pronunciamiento en cuestión

se hizo un detallado y preciso análisis de los

distintos elementos probatorios que condujeron a

establecer la materialidad del hecho y la

responsabilidad de los encartados en el mismo.

Por tal motivo y demás consideraciones

expuestas por el distinguido colega que nos antecede

en el orden de votación, doctor Carlos A. Mahiques -a

cuyos fundamentos nos remitimos por cuestiones de

brevedad-, habremos de convalidar la decisión adoptada

6.- En base a las consideraciones expuestas,

cumpliendo la tarea revisora encomendada por el Alto

Tribunal, votamos por rechazar los recursos deducidos

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por las defensas públicas oficiales, con costas y en

consecuencia, confirmar la decisión dictada por esta

Sala IV.

Tal es nuestro voto.

Por ello, en mérito al acuerdo que antecede,

el tribunal, RESUELVE:

1º) RECHAZAR el recurso interpuesto por la

Defensa Pública Oficial en favor de Alejandro Germán

López, Germán Alejando López y Gustavo Félix López,

con costas (arts. 470 y 471 a contrario sensu, 530,

531 y cdtes. del CPPN).

2º) RECHAZAR el recurso interpuesto por la

Defensa Pública Oficial en favor de Mario Milcíades

Melgarejo Mendoza, con costas (arts. 470 y 471 a

contrario sensu, 530, 531 y cdtes. del CPPN).

3º) por mayoría, RECHAZAR el recurso

interpuesto por la Defensa Pública Oficial respecto de

Héctor José Moreira, Carlos Roberto Quinteros y Luis

Alberto Gómez, con costas (arts. 470 y 471 a contrario

sensu, 530, 531 y cdtes. del CPPN).

Regístrese, notifíquese, comuníquese

(Acordadas Nº 15/13, 24/13 y 42/15 CSJN) y

oportunamente, remítase al tribunal de origen. Sirva

la presente de muy atenta nota de envío.

Fecha de firma: 18/10/2017Firmado por: EDUARDO RAFAEL RIGGI, JUEZ DE CÁMARA DE CASACIONFirmado por: ANA MARÍA FIGUEROA, JUEZA DE CÁMARA FEDERAL DE CASACIÓN PENALFirmado por: CARLOS ALBERTO MAHIQUES, Juez de Cámara de CasaciónFirmado(ante mi) por: HERNAN BLANCO, SECRETARIO DE CAMARA