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REVISTA DE LA REAL FERIA DE SAN AGUSTÍN DE LA CIUDAD DE OLVERA 2011116

Poesía

A MI NIETO PABLO

Me he despertado tempranoque alegría, que emociónporque hoy es el día deMi Primera Comunión.

Ya veo la luz del díay me encuentro emocionado

miro la túnica blancaque mi madre me ha planchado.Mis padres me quieren mucho

y yo a ellos tambiénporque ellos me enseñana respetar y a querer.

En la puerta de mi casajunto con mi hermana Martame siento como en la Gloria,

y mis padres me llevana la iglesia de la Victoria.Estoy sentado en la banca,

y me siento emocionadorepaso la lectura, quede leer me ha tocado.

Junto con mis compañerosque alegría que emocionporque todos recibimosla primera Comunión.

En la puerta de la iglesiala familia a mi me espera

con mis padres y mis primosmis tíos y mis abuelos.

Todos me han felicitadohe recibido a Jesús y vamos a celebrarlo

en el Rincón Andaluz.

Francisca Muñoz Guerrero

Olvera 2011 completa:Maquetación 1 08/08/11 9:11 Página 116

REVISTA DE LA REAL FERIA DE SAN AGUSTÍN DE LA CIUDAD DE OLVERA 2011 117

Poesía

De nuestro amor nació un capullitoay que cosa tan bonita

en tu cunita tu sueño contemploveo como mi niña duerme

con tus ojitos cerrados, tu nariz respingonay en tus labios una baba

ay mi niña que bien duerme acurrucadami niña sus primeros pasitos echa

que cosa tan esperadala niña que va creciendo y a parvulito ya va

con su babi bien planchadoay que guapa mi niña va

van pasando los años y a E.G.B tu vasya no va siendo tan niña

pues por propia naturaleza sus sabanas mancha yaay mi niña que es toda una mujer

con el paso de los años universitaria esbuenas notas tu nos traes

pues orgullo que tu nos daspero un día pensativa yo te vi

ay no se si Juan o Pedrono se por quien decidir

no le brindes el amor a todo aquel que se acerquepiensa, calcula y medita

que tu sepas decir nopues ten tu el pulso siempre firme

ponle freno a tu pasiónse tu roca siempre firme

no le brindes el agua de tu vidaa todo aquel que se acerque

pureza transparente orgullosa de ti mismay siempre ante la tempestad firmeun buen día ese hombre de tu vida

buscara como el jardinero cuido y escondió su rosapara que nadie pudiera cortar

lo que él cuido y mimo para un día su vidaa otra unir su amor

y piensa, calcula y meditacual es el hombre merecedor de tu amor

que tiene que compartir tu viday tu padre orgulloso a su niña llevará al altar

y como rosa engalanadaa tu hombre te ha de entregar

después en tu vidafue una cosa a su tiempo y deseada

una experiencia muy bonitaque mereció esperar

que el árbol de la vidapoco a poco y a su tiempoespera el amor deshojando

y bebiendo el agua pura de tu vida.

Remedios V illalba Naranjo

Pureza


na vez oí contar una his-toria que había en un

cuento; al canto alegre del hom-bre que es como el sol”...

- Una historia/ Triana-

Yo siempre lo había con-cretado; sin embargo, nunca mehicieron caso. Desde lo másoculto de mi corazón presentíaque aquello no era un sueño, queaquellas leyendas locales nacie-ron de algo más que el vientre dela fantasía, perdurando en los si-glos por su irrevocable certeza.

La primera vez que lo viviajaba en un lento tren y la armo-nía de su traqueteo casi me habíallevado a una somnolencia pega-josa que me hacía cabecear. In-merso en ese sueño inquieto yque a veces era ahuyentado poralgún meneo del vagón, vivíaentre la realidad y la ficción deforma prodigiosa... Cuando lleguéa la altura de aquella aparicióncreíame hollar en el reino de lossueños. Refregué mis ojos llenosde sopor con fuerza y mirando ab-sorto por la ventanilla quede fas-cinado. A simple vista sólo setrataba de una inmensa montañaque por la caprichosa suerte o lavocación inspirativa de la natura-leza tenía la forma de un hombreacostado sobre su espalda. Peroun terrible miedo, o más bien ten-dría que decir respeto, recorriócada fibra de mi piel. Era unaapreciación que noté en los

demás pasajeros. Allí, debajo deaquellas rocas, de aquellos arbus-tos, había algo. Una fuerza tangrande y tan infinita que se pal-paba en el aire. Sin embargodiome cuenta de que sólo yohabía fabricado ese pensamiento,que a la larga sería la obsesión demi vida. Era una realidad, aquellono era una montaña.

Y cuando el tren dejóatrás aquel coloso ya no pude

conciliar el sueño, su imagen im-ponente dominaba todos mis re-cursos cerebrales...

No conté mi hipótesishasta muchos días después. Ya nopodía soportar tener retenido pormás tiempo un descubrimiento detal magnitud. Ella me escuchóatentamente, cada palabra, cadaademán.

“ Me dices que en estecondado hay una montaña que esciertamente un gigante o mons-truoso ogro”. Dijo con suave voz yacariciándome los cabellos rizados.

“ ¡Exacto, pongo la manosobre el fuego!”. Aseguré nueva-mente.

“¿En qué te basas paraestar tan confiado?”.

“Amiga .. . Si hubierassentido aquella energía como yola noté invadir mi cuerpo. En eseinstante tuve la certeza que prove-nía de allí... Además sus formasson perfectas, colosales, peroperfectas...

Claro, las hierbas y el te-rreno rocoso lo han cubierto conel paso de los siglos”... Dije.

“¿Y por qué no semueve?”. Preguntó con cierto sar-casmo.

“¡Por qué está dormido!”.Finalicé.

En los días venideros miobstinación fue tal que me tras-ladé a aquellas tierras instalán-dome en una casa de campo apies del gigante dormido. Dedi-qué mi tiempo en recorrer su si-lueta desde el nacimiento del solhasta bien entrada la noche. Es-tuve en su cabeza llena de abun-dantes pedruscos y liriossilvestres. Pude admirar la gran-diosidad de sus miembros, el la-tido de su tórax. Yo lo sentíacuando ponía mi oreja a ras delsuelo. Era un latido lejano, per-dido pero constante... El giganteestaba vivo. Un estremecimiento

Francisco Medina Troya


Relatos

“U

Todos losdías me

pasaba horasy horas

esperando eldesper tar del

coloso.


me paralizó. ¿Cuánto llevaría en elpaís de los sueños aquel titán?...Tras mi descubrimiento me adju-diqué una labor absurda en todossus contenidos. Todos los díasme pasaba horas y horas espe-rando el despertar del coloso. Mesentaba bajo una vieja encina in-merso en la lectura frente a susformas grandiosas, y dejaba quetranscurriera el tiempo, hasta queel sol moría tragado por su boca...Incluso había días que la nocheacogía mi espera en mi vocaciónde ver un prodigio único en la tie-rra. Pero el gigante parecía dormirprofundamente y era ajeno a miansiedad, a todo lo que ocurría asus alrededores.

Una de aquellas tardestan parecidas a las ya pasadas unapresencia me hizo romper el hiloque unía el libro y mi mente, misojos auscultaron la encorvada fi-gura de un anciano. Este me son-reía, dos únicos dientes eran losculpables de que aquella muecaera una sonrisa y no un rictus deotro sentimiento.

“¡No despertará!”. Medijo con voz ronca.

“¿Qué?”. Pregunté, sa-biendo que lo abordaba sin sentido.

“¡El gigante, no desper-tará!... Está hastiado del mundo”.

“¿Habla usted de laroca?”. Pregunté, comprendiendolo que me decía el viejo.

“¿La roca? ¡Yo creía queusted sabía la verdad!”. Refun-fuño.

“¡Si... Yo creo que...!”.

“¡Que no es una mon-taña!”. Me interrumpió.

“¡Exacto!... ¿Que sabeusted sobre esto?”. “Le interroguéseñalando a la gran mole.

“¡Se lo contaré si medeja probar ese pellejo de vino!”.Sonrió.

Con un gesto le invité asentarse a mi lado, bajo la sombrabeneplácita de la encina. Allí, so-brecogido, escuché todas las le-yendas del titán, tan viejo en eltiempo como las estrellas. Todoparalelo con la propia historia de

mi narrador. Me contó que su ta-tarabuelo, ganadero como él ytodos sus ancestros, observó unamadrugada el despertar del gi-gante. Muerto de miedo le vio pa-searse por los prados, saciar sused en el río y volver a su lechopara dormir nuevamente hastanuestros días... sin duda otro in-terlocutor hubiera tomado las pa-labras del noble anciano comonacidas de la demencia senil,pero todo aquello afirmaba missospechas...

Desde aquel primer en-cuentro todos los días me acom-pañaba mi amigo el viejo. Llegabacon su rebaño de cabras, sus dosfieles perros, su zurrón con quesocurado y vino blanco, y sobre todoun excelente pan casero, siempresonriendo, sentándose a mi ladome decía con su acento de pueblo.

“¿Hace un cigarrillo?”.Ofreciéndome el cuarterón de ta-baco y el librillo de papel.

“¡Venga!”. Le contestabaapartando el libro que estaba le-yendo.

La mayor parte de losdías apenas si hablábamos. Por-que el anciano me dijo que del si-lencio se aprende más. Que laspalabras oscurecen el lenguajeverdadero. Él me enseñó a escu-char, a descubrir cuando veníanlos nuevos vientos, un cambio declima, el celo de los animales o lapresencia de un espíritu... Unbello atardecer me susurró conlos ojos tristes.

“Yo me he hecho viejoesperando a que despierte”.

Y pasaron los años in-fructuosamente para nuestro ob-jetivo. Pero fructíferos en con-secuencia con nuestra crecienteamistad.

Éramos inseparables, yhasta cuando íbamos al pueblo,cosa poco frecuente, nos llama-ban el “Loco viejo” y el “loconuevo”.

En la taberna le preguntépercatándome de algo tan simpley que aún no sabía.


Relatos

Éramos inseparables, y hasta cuando

íbamos al pueblo,cosa poco

frecuente, nos l lamaban el “Locoviejo” y el “loco

nuevo”.


“¡Nunca me has dichodonde vives!”.

“¿Y eso que importa?...Vivo...”. Contestó riendo y conta-giándome a mí...

Todo ocurrió muy de-prisa. Aquella mañana íbamoshacía la morada del gigante ycuando llegamos a la loma desdedonde se divisaba su silueta com-prendimos que todo ese tiempoesperando aquella hazaña había

sido en vano. Corrimos como doschiquillos, inutilidad total, puesaquella carrera no iba a devolveral coloso al lugar donde había pa-sado tantos, y tantos años... Conel aliento perdido llegamos al sitioconcreto y afligidos miramos conhalo estúpido en nuestros rostrosel inmenso vacío que había de-jado en aquel hermoso paisaje, yen nuestros corazones rotos.Todo parecía ahora tan extraño.Observar el horizonte y no presen-ciar la masa que aquel ogro de-

jaba en nuestras almas, un huecoimposible de tapar. Fue dema-siado doloroso... Se había mar-chado y nunca sabríamos adonde. Quizá ya estaría acomo-dado en otro lecho, en otra mon-taña muy, muy lejos de aquí...

Miré profundamente a miviejo amigo, éste diose la vueltahuyendo de mis ojos, y silbó lla-mando a sus fieles perros. Creoque lloraba...

F rancisco Medina Troya


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sta es la historia fabulada deun borriquillo que vivió con

numerosas vicisitudes en esteprecioso pueblo de Olvera.

Hola!

Me llamaban Jabonerillo,no soy ni pequeño, ni grande sinomediano, tengo el pelo sedoso ybrillante y mi nombre se debe alcolor de mi pelo ceniza o jabóncasero que elaboraban las muje-res olvereñas.

Unos me llaman asno,otros borrico, rucio, pollino, ona-gro o rucho. No sé donde nací osi mi madre era cárdena, canosa o

plateada; me compraron en elmercado de esclavos, mejor dichoen la Feria de Mayo por 900 realesen la calle Pico junto al Pilar delMatadero donde en esa Feria deMayo se vendían otros cuadrúpe-dos como caballares y mularesque tenían más éxito que yo.

Sé que soy el hermanopobre del mulo, pero él es híbridoy yo no; le tengo envidia a esoscuadrúpedos bien enjaezados,gordos, de monturas y estribosbrillantes.

No soy ni gaviota quecome pescado, ni rosa que tieneespina, pero soy el símbolo de

uno de los grandes partidos polí-ticos de Norteamérica: el PartidoDemócrata.

Pese a que los humanosme consideran un animal tozudoy de pocas luces, quiero decir ami favor que soy sufrido, trabaja-dor y no corrupto; aunque misorejas dicen que servían de risapara ridiculizar a los malos alum-nos; tengo seso con ese y conequis y por lo último se comparanconmigo algunos humanos. Ytambién me siento orgulloso deque en mi lomo haya entradotriunfante Nuestro Señor Jesu-cristo en Jerusalén el Domingo deRamos.


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E

Me l lamo Jaboner i l lo.

José herrera Calderón


En mi época, hace variasdécadas, éramos muchos en estepueblo, más de 300, hoy apenassi quedan una docena; mis con-géneres se llamaban palomo,chacarrero, querido, golondrino,molinero, castaño, morito etc.

En aquellos años nues-tros amos se llamaban “Arrieros”y en Olvera había muchos, susnombres eran Rondino, Manosu-cia, Viruta, Juan Bolsa, Matuta,Brillantina, etc.

Formábamos verdaderaslegiones o recuas por la Cuesta delos Algarves, Vereda de la Esta-ción, Peñón de las Carretas,Cuesta de Piletas y por otros mu-chos caminos; nuestra impedi-menta o pertrechos eran las

pedreras, serones de esparto,aguaeras. Éramos encabezadospor el “Liviano”, es decir el pri-mero de la fila y que militarmentesería el “Gastador”.

Ahora les hablaré de miamo Mateo Ramírez, alias el Picuo,era y es un hombre de orden, ex-celente profesional, austero, tra-bajador infatigable y sobre todomadrugador. Su paso firme, suvoz cavernosa denotaba su estadode ánimo; no se andaba con con-templaciones y su vara de mem-brillo era más eficaz en la trupeasnal que la espada de un samu-rai. Mateo me echaba de comerpor la pajareta que tenía la cuadraen la calle Cerretillo; a veces meacariciaba y me daba algunas al-garrobas que eran mi mayor golo-

sina. Otros momentos felices ade-más del sonido de la paja al caerpor la pajareta era el mordisquearlos espinos majoletos de las cu-netas, pero sobre todo cuandonos acercábamos a los muchospilares o abrevaderos que habíaen el pueblo (Pilar del Calvario,Pilar del Matadero, Pilar de lasPilas todavía sobreviviente).

Mi amo Mateo aunque noera veterinario, sabía tratarme conrespeto y curarme las matadurascon yeso, ceniza y sobre todo conel aceite requemado de la candileja.

Tuve un poco de envidiaasnal, deportivamente hablandode mi camarada Golondrino, porser el mejor trotador y corredor defondo de la recua asnal.


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En Olvera todav ia e l burro es un amigo entra nable .


En verano dormía al raso,bajo un infinito cielo azul, pobladode numerosas estrellas, con elcanto del grillo, el ronronear de latórtola y la inquisitiva mirada del“Velador”.

Los viajes largos medaban mucha alegría; aunque eraagotador; íbamos a Coín llevába-mos cebada y trigo en costales yde vuelta traíamos naranjas ehigos de Alozaina y Yunquera; tar-dábamos más de tres días y tresnoches, dormíamos como lugarobligatorio en el Puerto el Vientoen el Burgo.

Mi compañero Molineroera bajito, cabizbajo, observadory rebuznón; un día el solano deTarifa lo trepó y mi dueño le co-locó sendas piedras en las pedre-ras. En estos viajes largos éramosmejor alimentados, sobre todo decebada y avenate, pero mi amotenía un truco: me daba mendru-gos de pan remojados en vino,decía que tenía mucha fuerza yque lo había aprendido de un es-traperlista.

Temblaba cuando trans-portaba retamas, cañas o paja, nopor el peso sino por el volumen.Un día cerca de un cortijo llamadoMonesterejo, íbamos cargados deretamones con destino a la tahonay mi amo se sorprendió cuandodivisó sobre la cresta de una cer-cana colina y lugar obligatorio depaso a un par de humanos inmó-viles subidos a caballos con uni-formes verde oliva y consombreros triangulares de bri-llante charol negro. Sobre sus si-

llas de montar estaban enfunda-dos sus fusiles mauser y uno deellos lanzó su voz de trueno: ¡Alto a la Guardia Civil!. Sentí re-funfuñar a mi amo, buscar en elbolsillo y en la faja unos papelesque llamaban “Guía” y presentár-selos a esos dos jinetes de colorverde oliva, uno de ellos con unbigote más largo que un langos-tino tigre de Sanlúcar.

Mi mayor alegría fue quela pesada carga de retamonespara la tahona fue confiscada y elcabreo de mi amo Mateo fuemayor que la de los indignados dela Puerta del Sol de Madrid.

Otros de los momentosmás felices era cuando actuabade “Garañón” ya fuese con yeguao con burra que estuviesen de“caliá”, pues ya sabéis que lo

mismo cubro a una burra que auna yegua, aunque mi hijo elmulo sea un híbrido. En esos mo-mentos de mayores goces perdíalos papeles, me abandonaba, ti-raba la carga, me desmadraba odestrababa como se dice en Ol-vera, ni incluso la vara de mi amoera capaz de detenerme. Recuerdouna vez que una campesina lle-vaba una burra en celo, fue olfate-ada por mi, siendo mis impulsostan fuertes que tiré la carga e in-tenté aparearla, consiguiéndolo apesar del delantal con que le cu-brió la dueña el sexo. Las llavesdel cortijo que iban en el bolsillodel delantal dicen que todavía nohan aparecido (Ver Revista deFeria de Olvera del año 1.993).

Mi amo Mateo tenía enuna mano la zanahoria y en otra la


An tigua Fer ia de Mayo del a no 1980.

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temible vara de membrillo, unavez se arrojó al río Salado comouna jineta para salvar a Castañoque se ahogaba cargado de arenay el rescate fue mejor que el quehace el F.M.I ( Fondo MonetarioInternacional).

Uno de los días más tris-tes que recuerdo, como dice ElQuijote “En un lugar de la Manchade cuyo nombre no recuerdo…” yosi lo recuerdo, fue en la calle Zo-rrilla, próxima al Arco de la Ala-meda, fue la muerte de Morito quecayó por una albarradilla cargadode escombro. El “Corredor” le pro-metió a mi amo que le buscaría otrorucho mejor, pero que el corretajesería esta vez mayor.

Morito fue llevado al ce-menterio de los borricos, en la

Cueva de los Areniscos en el Lan-char, en el cortijo de mi amigoJuan José Lovillo; lugar donde losbuitres leonados tenían su parti-cular Lunes de Quasimodo.

He conocido y conozco amuchos bípedos que se llamanhumanos, de ideología altruista,masónica, cristiana o liberal; quehan estudiado en las capitales,que comen con cucharas y tene-dor, hablan por teléfono fijos ymóviles (naturalmente con cargoa los leales súbditos y contribu-yentes de éste nuestro reino).Esos mismos no socorren a sussemejantes cuando realmente lonecesitan, son avestruces socia-les, ni siquiera acuden a los en-tierros de sus paisanos y encimaquieren que les voten.

No rebuznan,solo hablan, beben y ríen. A pesarde todo son infelices.

Hoy día nuestra especieestá de moda, quizás sea otro ca-pricho más de los humanos, perohasta la reina Sofía y otras perso-nalidades apadrinan a burritos enA.D.E.B.O (Asociación Defensadel Borrico) en Rute (Córdoba).

Y para terminar decirleque la Junta de Andalucía quemuchas veces tiene cabeza,tronco y extremidades ha decla-rado a los burros “especie prote-gida” porque están en vías deextinción.

Es un relato de JoséHerrera Calderón.


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Haciendo una haquima. Arando con la junta .


quel domingo era un día es-pecial. Como cada tarde, me

dirigía a la plaza central del pue-blo donde solía reunirme con misamigos.

Aquella tarde, sin saberporqué, me sentía radiante. Aque-lla hermosa falda de volantes, quemi madre había terminado lanoche anterior, seguía el ritmo delviento que se colaba por las es-trechas callejuelas de la ciudad.Estaba muerta de frío, pero no meimportaba. Ese día tenía una sen-sación especial.

Al llegar a la plaza meencontré con Mercedes. Sus son-rojadas mejillas reflejaban la fres-cura de aquella fría tarde invernal.Sus enormes ojos grises y sulargo vestido negro reflejaban sutristeza.

A pesar de la difícilépoca que me tocó vivir. Yo sen-

tía que no me faltaba nada en lavida. Sentía que lo tenía todo. Laguerra había pasado por allíhace unos años y no había con-seguido arrebatarme a ningunode mis seres queridos; mis her-manas y yo crecíamos fuertes ysanas a pesar de los avatares deaquella época.

Las duras imágenes de laGuerra Civil se habían grabado afuego lento en mis retinas, sinembargo, a pesar de todo, podíay debía sentirme afortunada.

A diferencia de mí, Mer-cedes, mi mejor amiga, si habíasufrido las duras consecuenciasde la guerra en carne propia.

Mercedes, con tan sólodiecisiete años, se encontraba su-mergida en una profunda depre-sión. La guerra le había arrebatadoa su hermano Antonio que, dosaños atrás, con tan sólo veinte,

había decidido luchar en el bandorepublicano.

Aunque había pasado yaun año desde al recepción deaquella fatídica carta que le co-municaba la muerte de su her-mano, Mercedes se resistía acreer que ya nunca más lo volve-ría a ver. Antonio siempre habíaestado muy lleno de vida y ellaestaba prácticamente segura deque nada ni nadie habría conse-guido apagar su enérgica sonrisa.

Conocí a Mercedes tras lamuerte de su hermano. Desde elprimer momento, intenté sacarleuna sonrisa; compartimos confi-dencias, alegrías y tristezas. Éra-mos las mejores amigas delmundo. Todos los días me iba a sucasa y pasábamos noches enterasbordando a la luz de una vela.

Los días junto a ella sepasaban fugazmente y, podría


A

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Primer premio del Cer tamen de Relato Cor to “La Luciérnaga”

Nativ idad Toledo Palma


decir que, gracias a mí, su vida sehacía un poco más llevadera.

Aquel domingo, Merce-des y yo nos reunimos en la plazaa buscar un poco de sol tras lar-gos días de lluvia.

De pronto, cuando nosencontrábamos charlando denuestras cosas, apareció jade-ando, el vecino de Mercedes que,muy sofocado y nervioso, sin ar-ticular palabra gritaba:

¡ Mercedes...corre!...¡Ve a tu casa!

Mercedes y yo corrimoscomo nunca lo habíamos hecho,corríamos como si se nos acabarála vida, sin saber qué era lo quepodía ocurrir. Las calles se hacíaneternas.

Cuando por fin llegamosa casa de Mercedes, encontramosa su madre llorando. De repente,gire la cabeza y vi al joven másbello que jamás había visto. Mer-cedes se abrazó a él. Nunca olvi-daré el brillo de sus ojos y susgritos: ¡Antonio estás vivo!

No podía creer lo que es-taba viendo, aquél fue uno de losmomentos más felices de mi vida.Jamás había visto a Antonio perome sentía como si lo conociesede toda la vida.

La familia de mercedesestaba feliz. Yo también.

Desde aquel momento,el secreto de la familia de Merce-des se convirtió en mi propio se-

creto. Lo hice tan mío que, hastayo misma, a veces seguía pen-sando que Antonio había muertoen la guerra.

A partir de ese día, cadavez se hacían más constantes misvisitas a la casa de Mercedes. Mesentía como una más en la fami-lia. Me encantaba escuchar lashistorias de Antonio, me encan-taba ser testigo de toda su valen-tía. A pesar de su corta edad,había tenido el valor suficientepara fingir su muerte y regresar acasa. Se me caía la baba escu-chándolo hablar.

Inevitablemente, me enamoré deél. Y él se enamoró de mí.

Así, tan sólo dos mesesdespués, estaba todo listo paranuestra boda.

Mi madre me había tejidocuidadosamente un largo vestidonegro de terciopelo. Era precioso(aunque pienses lo contrario).

Nuestra boda se celebra-ría a las seis de la mañana, comoera habitual en aquellas familiasque guardaban luto.

La familia Márquez se-guía guardando luto, nadie podíaenterarse de que Antonio seguíavivo. Incluso mi familia se enteróde que mi prometido era él, horasantes de mi enlace.

Radiante de felicidad medirigí bien temprano a la iglesiacentral del pueblo, acompañadade mis padres y hermanas.Cuando llegué a la iglesia, aún nohabía llegado Antonio.

Mercedes esperaba juntoal altar, estaba guapísima con suvelo negro. Ella también estabaradiante.

Me abrazó y me dijo ¡Queseas muy feliz, amiga!, me agarrófuertemente de la mano y nos sen-tamos juntas a esperar a Antonio.

Esperamos durante unamedia hora, pero Antonio novenía. El cura dijo que ya no es-peraría más.

De repente, cuando meencontraba al borde de un ataquede nervios, la puerta central de laiglesia se abrió y apareció Anto-nio. Tenía los ojos hinchados y lassábanas señaladas en la cara. Sehabía quedado dormido.

Corrió por el pasillo de laiglesia y me abrazó susurrándomeal oído ¡Nunca más me volveré aseparar de ti!

Así fue nuestra boda. Nohubo lugar a mucha celebraciónporque ninguna persona ajena anuestras familias podía enterarsede nuestro secreto.


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Así , esa mismanoche, me puse

cuatro vest idos; unoencima de otro, cogimos nuestro

carro y emprendimosrumbo a Franc ia.



Los tiempos que corríantampoco eran los más fáciles.

Así, esa misma noche,me puse cuatro vestidos; uno en-cima de otro, cogimos nuestrocarro y emprendimos rumbo aFrancia.

Nos acompañaban dosmuchachos que, como nosotros,partían al exilio.

Esa misma noche Antoniopasó a llamarse Antoine. Su vecinoel sastre se había ocupado de fal-sificar cuidadosamente su docu-mentación y, a partir de entonces,Antonio tendría nacionalidad fran-cesa. Ese pequeño papelito eranuestro salvoconducto para podervivir en la tierra gala.

El viaje fue bastante duro. Salimosa monte traviesa y por caminos demontaña.

El viaje hasta Barcelonafue interminable. A veces cami-nando, a veces en mula, a vecesen tren...Pasamos muchísimahambre.

En Barcelona cogimos untren con destino a Francia. Viaja-mos como ganado, en vagonessin asiento. El ambiente en el trenno era para conversar. Ninguno delos pasajeros llevaba mucho equi-paje ni tampoco mucho ánimopara hablar.

Cuando llegamos a la es-tación de Ripoll, a tan solo se-senta kilómetros de la frontera conFrancia, nos encontramos condos parejas de la guardia civil quenos dijeron que no podríamoscontinuar nuestro camino en tren.

En ese momento empe-zaron las grandes dificultades.Todos los pasos fronterizos con

Francia estaban controlados porlas tropas franquistas. Mi maridoy yo decidimos separarnos de losotros dos jóvenes que nos acom-pañaban. La única forma de atra-vesar la frontera era cruzando apie los Pirineos.

Fue bastante difícil. Ca-minamos durante varios días. Loscaminos se perdían cubiertos denieve. Además, en varias ocasio-nes tuvimos que escondernos traslos matorrales para evitar que laspatrullas de carabineros nos vie-sen. Ya varias personas nos ha-bían advertido que los carabinerosno se lo pensaban mucho a lahora de disparar.

Nunca olvidaré esa ex-traña sensación que sentí cuandoAntonio me dijo María, aquellodel frente, al otro lado de la mon-taña, aquello es Francia, ¡Lohemos conseguido!

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Bajamos la montaña atrompicones, cada vez estábamosmás cerca de nuestro sueño y es-tábamos impacientes por llegar. Apesar de que ya había pasado lopeor yo tenía muchísimo miedo.La única opción que tenían losque llegaban a Francia era volvera España o a un campo de con-centración.

Sin embargo, la suerteestuvo de nuestro lado desde elmomento en que pusimos pie entierras francesas.

Al otro lado de la mon-taña, nos encontramos con un pe-queño caserío. Antonio no se lopensó un segundo y entró. Nohubo lugar a mucha discusión. Éltenía un buen presentimiento.

En aquel caserío habitabaun anciano pastor y su esposa quedesde el primer momento empe-zaron a hablarnos en español. Noshicieron sentir como en casa, nosofrecieron comida y un sitiodonde pasar la noche. La esposadel pastor era española y, casual-mente, no éramos los primerosrefugiados a los que iba a prestarsu ayuda.

Así, gracias a la ayudadel pastor y su esposa, supimoscomo llegar a Toulouse donde nosreuniríamos con un viejo amigode Antonio que le había buscadotrabajo en una fábrica de motores.

En cuestión de horas lle-gamos a Toulouse.

Pronto encontramos unapequeña habitación a las afuerasde la ciudad.

No recuerdo muy biencomo nos habituamos a la vidafrancesa pero sé que, a pesar delas múltiples dificultades que nosencontramos al principio, fuimosmuy felices allí.

Aprender la lengua no fuedemasiado complicado, en cues-tión de un par de meses allí, mesentí como una más. A las pocassemanas de mi llegada me quedeen estado.

Cuando supe que estabaembarazada sentí más que nuncaañoranza por mi tierra y por mi fa-

milia. Me pasaba tardes enterasllorando, me daban ganas de gri-tar a los cuatro vientos para quemi familia supiese que habíamosllegado bien allí y que pronto se-ríamos tres miembros en la fami-lia. Gritaba, pero estabademasiado lejos y mi familianunca podría oírme.

Los tiempos que corríanen Francia tampoco eran los me-jores pero yo sabía que, al menosdurante un tiempo, sería imposi-ble regresar a España.

Ya no puedo contartemás, no recuerdo cuántos años

viví en Francia o si aún sigo vi-viendo allí. No recuerdo si tuve ami hijo o si tuve más hijos. No sédonde estoy, ni siquiera puedo re-cordar mi nombre. ¿Qué me estápasando muchacha?

*****************

Así es como mi abuelaMaría, llorando y al borde de unataque de nervios, intentaba ha-cerme testigo de sus pocos re-cuerdos.

Su mente, como sus re-cuerdos, se ha quedado en el exilio.

Mi abuela ya no recuerdaque, treinta años más tarde, re-gresó con mi abuelo y con sustres hijos a España. No recuerdaque tiene siete nietos y dos biz-nietos. No recuerda lo que luchópor sacar a su familia adelante.

Hoy, junto a ella, comosiempre, está sentado mi abuelo,su compañero durante más de tresdécadas, al que ahora llama papá.

Mi abuelo llora de felici-dad al saber que ella aun recuerdacomo se conocieron.

La mesita del salón estállena de fotografías de sus nietosy biznietos que ella misma colocópero que ahora es incapaz de re-conocer porque están allí y por-que le sonríen esos extrañospersonajes.

Aun recuerdo cuandoempezó todo. Fue hace unos dosaños más o menos.


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Ella lo mira pero,desgraciadamente,él no recibe lacaricia de sus

ojos. E l la t iene lamirada perdida ysus o jos se hanvuel to gr ises.



Mi abuela empezó a tenerfrecuentes despistes, a olvidardonde había dejado las llaves oque había dejado la comida en elfuego. Un día vino de visita anuestra casa y fue incapaz de en-contrar el camino de vuelta.

“No sé donde tengo lacabeza”, decía ella.

Aun recuerdo las duraspalabras de aquel médico “ Maríaestá enferma de Alzheimer”.

En aquel momento, nosupe de que se trataba, el diag-nóstico de la enfermedad no habíasido nada sencillo. Con el tiempoaprendí que es una enfermedadneurodegenerativa que afecta acapacidades como la memoria, elrazonamiento, el lenguaje, etc. yque hace que el enfermo pase adepender, progresivamente, delos demás para desarrollar sus ac-tividades de la vida diaria.

En estos dos años hancambiado mucho las cosas.

Desde hace unos mesesmi abuela está en una asociacióndonde hay personal especializadoen el tratamiento de este tipo deenfermos. Allí ayudan a los fami-liares y nos informan de muchascosas y así aprendemos a sopor-tarlo mejor con la ayuda de per-sonas que están en nuestramisma situación.

Toda mi familia está vol-cada en el cuidado de mi abuela.

Mi abuelo, a pesar de su avanzadaedad, dedica las veinticuatrohoras del día a cuidarla recor-dando todo aquello que a ella legustaba. Está tan enamoradocomo el primer día, él está segurode que algún día podrá derribar lainfranqueable barrera que aísla ami abuela del mundo.

Cuidar a mi abuela yhacer que se sienta feliz no es unatarea fácil pero mi abuelo no lepesa. Él la mira con los mismosojos que el día que la conoció yle cuenta todos los días los mo-mentos vividos junto a ella enFrancia.

Ella lo mira pero, desgra-ciadamente, él no recibe la cariciade sus ojos. Ella tiene la miradaperdida y sus ojos se han vueltogrises.

Mi abuela, al igual que su mentey sus recuerdos, ha partido denuevo al exilio.

Relatos

Cuidar a miabuela y hacer

que se sienta fel izno es una tareafácil pero mi

abuelo no le pesa.


legué aquel día del colegio,estaba desesperada. Aquel

día había sido especialmente ho-rrible, si mis compañeros normal-mente me trataban mal aquel díahabían superado el límite. Esa ba-rrera invisible que yo misma mehabía trazado. Pero no podía hacernada, no podía pedir ayuda anadie así que tendría que seguirsoportando la situación. Teníamiedo, mucho miedo. Mientrassubía a mi habitación para soltarla mochila escolar recordé que nohabía nadie en casa, hoy mis pa-dres llegarían tarde de trabajar asíque seguiría sola toda la tarde.Solté la mochila y me senté en elborde de la cama, cerré los ojos yempecé a recordar los sucesosdel día…

Me había levantado so-bresaltada, empapada en sudortras una mortífera pesadilla queme había impedido dormir biendurante la noche. Normalmenteno descansaba bien ya que laspesadillas me sacudían cadanoche sin piedad y en mi cara eraacostumbrado el ver unas surca-das ojeras bajo mis ojos. Habíasaltado de la cama y me habíadado una ducha como todas lasmañanas. Me había vestido con eluniforme escolar y me había pei-nado haciéndome una coleta,también como cada mañana.Había cogido mis cosas y habíasalido de casa sin desayunar.Antes de llegar al colegio habíatenido la impresión de que aqueldía iba a ser diferente… Incluso

ahora, de tan solo recordarlo, unescalofrío me recorrió la espalday se me hizo el habitual nudo enla garganta. Seguí recordandocómo había llegado al colegio yme había dirigido a mi clase. Porlos pasillos ya habían empezadoa murmurar y a dirigirme insultos,lo acostumbrado de cada mañana.Había pasado de ellos comosiempre, había abierto la puertade mi clase y me había sentadoen mi sitio. Las malas miradas ylas risitas maliciosas se repitieronhasta que sonó el timbre que in-dicaba el inicio del recreo. Habíapensado en irme al servicio a co-merme el bocadillo y luego leeríaun rato en la biblioteca hasta quevolviera a clase. Pero aquel díamis ‘queridos’ compañeros de


L

Relatos

Segundo premio del Cer tamen de Relato Cor to “La Luciérnaga”

Paula Maqueda Ví lchez

Paula Maqueda Vílchez

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clase me habían seguido hasta labiblioteca y habían empezado alanzarme libros.

Me habían hecho daño.Furiosa volví a tocarme los mora-tones que me habían provocadolos libros al chocar contra las dis-tintas partes de mi cuerpo. Nuncahabían llegado hasta ese punto,nunca habían pasado de los insul-tos verbales, pero de ahí a tirarmelibros… habían traspasado el lí-mite. Después de ese lamentablesuceso había salido corriendo y alacabar las clases había vuelto,también corriendo, a casa.

Abrí los ojos. Me dícuenta de que los tenía llenos delágrimas y el nudo en la gargantame apretaba aún más. No pudesoportarlo más y rompí a llorar.Lloré amargamente y no podíaparar, había perdido el control demis propias emociones. No meapetecía almorzar así que mequedé tumbada en mi cama granparte de la tarde. Cada vez quevolvía a recordar la humillaciónque había sentido y el daño queme estaban haciendo las lágrimasvolvían a aflorar mi rostro y seguíallorando. Me levanté de la cama,me dirigí al baño y cogí una cu-chilla de afeitar. La dirigí hacia mimuñeca, y, con el pulso temblo-roso me hice un profundo e irre-gular corte en el brazo. Al ver lasangre gotear al suelo me fui re-lajando. De alguna manera, deaquella forma la ansiedad desapa-recía y yo me sentía mejor. Lo re-cogí todo, limpié la sangre y volvía mi dormitorio. Hice los deberesmuy deprisa y cuando estaba aca-bando oí las llaves de mi madredar vueltas en la cerradura. Recogílos libros y los volví a meter en lamochila. Después me miré al es-pejo: ya no tenía la nariz roja, y de

mis ojos se había borrado todorastro de llanto. Al mirarme losbrazos y ver los cortes, algunosde días atrás, me sentí un pococulpable, sabía que aquello noestaba bien. Me bajé las mangasde la camisa y bajé a ver a mimadre. Estaba soltando su abrigoen la percha, sonrió al verme y meabrazó.

-¿Qué tal hoy el día pe-queña?- me preguntó.

- Bien- mentí. No podíacontarles nada a mis padres, noquería que se preocupasen.

- Genial, cuando lleguetu padre prepararemos la cena,¿De acuerdo?

- Vale mamá- dije, y son-reí. No sabía como los músculosde mi cara pudieron componeruna sonrisa en aquellas circuns-tancias, lo que sí sabía es que mimadre debía pensar que iba todobien. No quería ni imaginar lo queaquellos horribles niños me ha-rían si mis padres se enteraban…

Al llegar mi padre lo sa-ludé también y él se dirigió a lacocina a ayudar a mi madre con lacena mientras yo ponía la mesa.Nos sentamos en la mesa y em-pezamos a cenar. Yo no tenía ni

pizca de hambre, aunque no habíacomido nada desde el bocadillode media mañana. El nudo quetenía en la garganta se había des-plazado al estómago y me habíaanulado por completo el apetito.Mi padre, al notar que no comía,me preguntó:

- Carlota cielo, ¿Te ocurrealgo?

- No papá, es que he me-rendado hace poco- mentí.

-Bueno hija pero algo tie-nes que cenar, termínate la sopaal menos, ¿No?- me dijo mimadre.

- De acuerdo…- res-pondí. Y decidí tomármela para noseguir preocupándolos.

Después de cenar lesdeseé las buenas noches y subíaa acostarme. Me puse el pijama,me cepillé los dientes y me metíen la cama con el ipood. Última-mente escuchaba mucho la mú-sica de Demi Lovato.Protagonizaba mis películas pre-feridas y sus canciones me pare-cían preciosas y llenas desentimiento. De alguna manerame identificaba con Demi: Ella,antes de ser famosa y conocidatambién había sufrido bullying depequeña, y ese dato que teníamosen común me hacía tenerle máscariño a ella que a cualquier otracantante que me gustase. Puse lacarpeta con sus canciones en ale-atorio y comenzaron a sonar losacordes de ‘Believe in me’ Creeren mí… tal vez debería creer unpoco más en mí, intentar solucio-nar mi problema, ser valiente yafrontarlo, dejar de esconderme yde mantener en secreto el acosoque sufría por culpa de mis com-


Relatos

Me habían hechodaño. Fur iosa volvía tocarme los mo-ratones que me ha-bían p rovocado loslibros al chocar

cont ra las dist intaspar tes de micuerpo.



pañeros. Como decía la canción:‘No quiero tener miedo, quierodespertarme y sentirme genial,solo tengo que creer en mí…’Que razón tenía, pero por muchossentimientos que despertaranesas letras en mi interior nuncaiba a reunir el valor suficiente paraalzar la voz, seguiría callada, es-condiéndome siempre. Mientraspensaba todo aquello, las lágri-mas, esas perladas gotitas sala-das que yo últimamente tantoderrochaba, rodaban silenciosasde nuevo por mis mejillas. Re-cordé la línea que yo misma mehabía trazado y comprendí que nohabía sido sobrepasada. En casoafirmativo yo hubiese tenido elvalor suficiente para enseñarle amis padres los moratones y con-tarles todas esas cosas terriblesque me decían los de mi colegio.Pero no lo había hecho, me habíavuelto a callar…

Me dormí de puro agota-miento y volví a sumergirme enuna nueva pesadilla… ‘Estaba enla biblioteca del colegio cuandollegaron mis compañeros, peroellos no tenían forma humana, suscabezas eran grandes y verdes,con los ojos rojos inyectados enmalicia, lenguas bífidas y colmi-llos gigantescos. Sus manos eranafiladas garras y sostenían flechascon las puntas muy afiladas. Melas lanzaban y se clavaban en mispiernas, brazos, en la cara,…sangraba y gritaba ¡BASTA! Peroellos solo se reían y me lanzabannuevas flechas…’

Desperté con lágrimas enlos ojos, hecha un ovillo con lassábanas. Gotas perladas de sudoradornaban mi frente y el corazónme iba a mil por hora. Había sidouna pesadilla terrible y aún latenía muy vívida por lo que de un

salto salí de la cama y me fui aduchar. Repetí las cosas exacta-mente como cada mañana, pero ala hora de peinarme no me apete-cía hacerme mi habitual coleta.Quería hacerme algo nuevo, rom-per un poco la típica y monótonarutina de cada día y pensé en de-jarme el pelo suelto. No solía ha-cerlo pero me solté los rizos, quecayeron en cascada por mi es-palda. La verdad es que me veíabien con ese aspecto y pasé de lacoleta aquel día. Eso tuvo unas te-rribles consecuencias…

Cuando llegué al colegiotodo el mundo me volvió a mirarcon la misma mala cara de siem-pre y oí que una chica alta de mi-rada amenazante le decía a suamiga:

- Mira como va Carlotahoy, ¿Se creerá modelo o algo porel estilo?

Y me miraron burlona-mente al mismo tiempo que sereían cruelmente y se iban empu-jándome al pasar. Me senté en misitio, deprimida. ¿Qué narices lesimportaba a ellas lo que yo me hi-ciera en el pelo? ¿Les había hechoalgo a ellas o a cualquier otra per-sona de aquel estúpido colegio?Desde el primer día que habíapuesto el pie en este espantosolugar me habían tratado mal. Du-rante los cinco meses que llevá-bamos de curso se habíandedicado a hacerme la vida impo-sible y yo lo único que me pre-guntaba era el porqué. Pero decidídejarlo estar.

Durante toda la clasevolví a oír comentarios sobre mipelo, e hice oídos sordos. Real-mente no merecía la pena que losescuchase.

Lo verdaderamente malollegó cuando salimos al recreo.Yo, como siempre, me dirigí albaño de chicas a tomarme misándwich. Entré y, de pronto, ce-rraron la puerta muy fuerte detrásde mí. Oí la llave girar en la cerra-dura y después todo quedó a os-curas y en silencio. Empecé asentir mucho miedo. Alumbré conla débil luz de la pantalla de mimóvil a mi alrededor y encontréun papel que habían pasado pordebajo de la puerta. Era una notaque decía: ‘¿En serio te creesguapa Carlota? ¡Ahí te quedastonta!’ Arrugué la nota y la tiré a labasura junto con mi sándwich.Realmente le tenía miedo a la os-curidad y empecé a sentir claus-trofobia por estar en un sitioencerrada. Volvió a aparecer elnudo en mi garganta y comencé asollozar. ¿Cómo podían tenertanta maldad esos chicos? ¿Notenían corazón? ¿Cuánto tiempome dejarían allí a oscuras? Em-pecé a gritar y a darle patadas a lapuerta, pero no había manera deabrirla y no parecía que nadie meescuchara. Lloré más fuertecuando oí el timbre que anunciabael fin del recreo y temí que me de-jaran allí y se fueran a casa. Mistemores se confirmaron, cuando,dos horas más tarde el timbre vol-vía a sonar para indicar que lasclases se acababan y, aterrori-zada, no se me ocurrió otra cosaque llamar a mi madre. Ella seasustó bastante cuando oyó mi al-terada voz por el auricular contán-dole que me había quedadoencerrada en el servicio del cole-gio y me prometió que venía decamino. Media hora más tarde lapuerta se abrió y mi madre y elconserje me miraron asustados.Yo salí corriendo a abrazarla. Des-pués de preguntarme mil veces siestaba bien y de darle un millón

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de veces las gracias al conserjepor abrir la puerta me llevó a casaen coche.

-¿Qué ha ocurrido Car-lota?- me preguntó seriamente.

-Nada mamá, debieronde creer que no había nadie en elbaño y cerraron la puerta- odiabamentirle a mi madre, pero no teníaopción.

-Pero cielo, ¿Cómo esque ninguno de tus amigos ha no-tado tu ausencia?- me miraba es-crutándome con la mirada.

-¿Mis… amigos? Eh…pues no sé- contesté con evasi-vas.

-A decir verdad, nuncahas traído a tus amigos a casa. Yahan pasado cinco meses desdeque nos mudamos, ¿Aún no tie-nes suficiente confianza conellos?Las preguntas cada vez se hacíanmás difíciles de responder y yoestaba perdiendo las riendas de lasituación.

-Eh, mira mamá, sabesque soy tímida y que me cuestahacer amigos. Aún es pronto paratraerlos a casa.

-No sé hija. ¿Se han por-tado bien contigo? ¿Te han ayu-dado a integrarte en las clases yeso?

- ¡Claro mamá!- solté conuna voz demasiado aguda, y conuna sonrisa forzada añadí –Seportan genial conmigo, de verdad.

Una risa amarga se con-tuvo en mi garganta. Sí, claro, se

portaban genial conmigo: me in-sultaban, empujaban, hacían di-bujos groseros en la pizarra, metiraban bolas de papel arrugadas,me mandaban notas con insultos,por no hablar de que ayer me ti-raron libros y hoy me habían en-cerrado en el servicio. ¿Algo más?Todas estas palabras pugnabanpor salir de mi boca, pero ha-ciendo un esfuerzo descomunalme callé y continué con mi son-risa forzada, que poco a poco fueresbalando por mi rostro hastaconvertirse en mi habitual muecainexpresiva. Mi típica ‘cara depóker’ como decía mi padre.

Llegamos a casa y mimadre fue a prepararme una tila.

- Oh, vamos mamá. Enserio, estoy bien.- le dije po-niendo los ojos en blanco.

-Si claro. Por eso te si-guen temblando las piernas.- mereprochó.- Anda, siéntate en elsofá y ponte una película, que yote hago la tila y me vuelvo al tra-bajo, ¿Eh?

-Vaaale.

Me dirigí al salón pen-sando en qué película podríaponer. La verdad es que no meapetecía ver ninguna. Lo único

que quería era ir corriendo haciami madre, deshacer mi nudo delestómago llorando sobre su hom-bro y contarle toda la verdad, todolo que había pasado en estoscinco meses, todo lo que miscompañeros de clase me hacían.Pero mi madre me trajo la tila,puso los ojos en blanco cuando ledije que iba a ver Camp Rock otravez y me dijo que iba a terminaraborreciendo la película. Aúntardó otro rato en irse porque noquería dejarme sola, pero prácti-camente la obligué a irse despuésde repetirle un millón de vecesque me encontraba perfectamentey de bromearle que Demi Lovatoy los Jonas Brothers me espera-ban en Camp Rock, a lo que ellarió y se fue más tranquila. Cuándome encontré de nuevo sola en elsalón me bebí la tila y puse la di-chosa película para distraerme unrato. La verdad es que Camp Rockme encantaba, principalmenteporque la protagonista era DemiLovato. Pero también me parecíami historia ideal: ¿Quién no que-rría irse a un campamento de ve-rano y volver con un puñado deamigos y habiendo demostradoallí lo que realmente vales? Por nohablar de una bonita historia deamor… Pero sólo era eso, unapelícula. Algo que nunca ocurriríaen la vida real, en mi vida real.Que desgraciada que era mi vida.Las chicas de mi colegio no sedaban cuenta de que yo era unachica normal, una chica comoellas, con sueños normales, sue-ños que me gustaría compartircon esas amigas inexistentes quetenía y, con el paso del tiempo re-írnos de aquellas cosas que nosparecían importantes con ciertaedad. Crecer y encontrar el amor.En resumen, una adolescenciacompletamente normal. Pero yocarecía de esas perfectas etapas


Relatos

Pero sólo eraeso, una pel í-cula. Algo quenunca ocurr i ríaen la v ida real ,en mi vida real.Que desgra-ciada que era

mi vida.



de la vida. ¿Tendría alguna vez laoportunidad de cambiar mi vida?En seguida deseché esas ideasque volaban por mi mente y ate-rricé en la cruda realidad. ‘Ahoratu vida es esta Carlota.’ Me dije ami misma y subí a ducharme.‘Con un poco de suerte quizá meahogue en la bañera…’ penséirónicamente. Cualquier cosaantes de volver al colegio. Peromis padres llegaron, cenamos ysubí a acostarme. En nueve horasel despertador estaría sonandopara devolverme a la cárcel de latortura, así es como me parecía amí el colegio.

A las nueve en punto dela mañana volvía a estar con mimochila al hombro en la puertadel colegio. Mis piernas volvían atemblar al recordar la última vezque había pisado aquel suelo. Re-almente, después de los sucesosdel día anterior le tenía pánico alo que pudiesen hacerme miscompañeros de clase. Yo pensabaque solo se trataba de insultos ycosas así que pudiese soportar.Pero en los dos últimos días mehabía dado cuenta de que lo quetenían aquellos niños en elcuerpo era maldad pura, y por mimente pasaban infinidad de cosasatroces que podían hacerme.Había experimentado que aque-llos chicos no se andaban contonterías, no tenían ni pizca depiedad y por lo que veía su mal-dad no tenía límites.

Tras esas reflexiones medirigí a mi clase temblando comoun flan. Al llegar, la chica de mi-rada amenazante que se habíareído de mí el día anterior me su-surró al oído:

-Hola Carlota, ¿Ya se tehan quitado las ganas de ir con la

melena al viento?- y se marchóriendo, tirándome de la coleta alirse.

Me escocían los ojos,volvía a tener ganas de llorar. Perola mirada de advertencia que melanzó aquella chica parecía decir‘Como seas capaz de llorar en laclase…’ Y prefería poner puntossuspensivos porque no queríavolver a pensar en todas las atro-cidades que podía hacerme. Asíque enterré mis sentimientos enlo más profundo de mi ser y meesforcé por atender en clase.

No desayuné nada en elrecreo. Ni por asomo se me ocu-rría el volver a meterme en el ser-

vicio así que me dirigí a las sole-adas pistas en las que había algu-nos niños de mi clase, eran losque siempre me lanzaban bolasde papel, jugando al fútbol. Mesenté sola en un banco cercano aesas pistas y pensé ‘Al menosaquí no me pueden encerrar’ Loque me hicieron fue mucho peor.Solo recuerdo que al despertarestaba en la enfermería del cole-gio con un gran bulto en la ca-beza.

-¿Qué me ha pasado?- lesusurré a la enfermera, que se en-contraba a mi lado.

- No te preocupes Car-lota. Los compañeros de tu clase,

Relatos


que son unos brutos y te han dadoun balonazo tan fuerte que te hascaído del banco dándote un golpeen la cabeza.- me contó.

-Estoy muy mareada…

-Tranquila, te he puestohielo en el lugar del golpe y tupadre está en camino, viene a re-cogerte, una tarde de reposo ymañana ¡Como nueva!

En ese instante llamarona la puerta y apareció mi padre. Laenfermera se lo había contadotodo por teléfono así que sinhacer preguntas me cogió en bra-zos (seguía mareada como paracaminar), se despidió de la enfer-mera y me llevó a casa. Meacostó en la cama y casi al ins-tante me dormí. Seguía confusa yconmocionada por el golpe.

Abrí los ojos, veía bo-rroso. Parpadeé varias veces y todose tornó más claro a mi alrededor.Estaba en mi dormitorio y mis pa-dres se encontraban a ambos ladosde mi cama. Los miré y mi madrecomenzó a hablar:

-Carlota hija, ¿No creesque te metes en líos con dema-siada frecuencia?

-¡Mamá! ¡Yo no tengo laculpa de que la pelota me golpe-ara! ¡Ni de que me quedara ence-rrada en el baño!

-Cielo, lo que tu madreintenta decirte es que debes ir conlos ojos más abiertos, nosotrostrabajamos y no podemos ir a re-cogerte al colegio todos los días,¿Comprendes?- añadió mi padre.

No podía dar crédito a loque oía, ¿Cómo podían mis pa-

dres decirme esas cosas? Peroclaro, ellos en realidad no sabíannada… Me dí cuenta de que mipadre seguía hablando:

-… un poco más deatención, pero no podemos des-perdiciar el día porque a ti te hayagolpeado una pelota.

-¿Eh?- no lo había enten-dido.

-¡Carlota! ¿Quieres pres-tar atención?- me gritó mi madre.

-Lo siento, ¿Qué decíaspapá?- volvía a tener el nudo enla garganta, no sabía a qué se re-ferían mis padres y apenas podíahablar.

-Decía que si lo que in-tentas es reclamar un poco deatención no puedes ir por ahí en-cerrándote en los baños o ponién-dote en medio de un partido defútbol, porque nosotros trabaja-mos todo el día.

No podía dar crédito amis oídos, ¿Realmente mis pa-dres pensaban así? Me sentíaaturdida, dolida, mareada y muymolesta. ¿Merecía la pena todo loque estaba sufriendo por ocultarel acoso que sufría? ¿Debían to-marme mis padres por una niñatareclamadora de atención en lugarde por una chica valiente que sehabía atrevido a contar su pro-blema de bullying y haber pedidoayuda? No tenía opción. Por unlado estaba el contar la verdad,con el miedo de que mis compa-ñeros de clase tomaran represa-lias, y por el otro lado estaba elseguir viviendo con mi problemaoculto, con la frustración de quemis padres sacaran sus propiasconclusiones equivocadas… Re-

cordé la línea que marcaba mi lí-mite de paciencia, y me sorpren-dió el ver que ya no existía tallínea, al fin y al cabo solo habíasido producto de imaginación,algo que yo me había obligado aaguantar. Pero había desaparecidoy eso solo indicaba que había lle-gado el momento de hablar…

Como llevaba un rato su-mida en mis cavilaciones no mehabía dado cuenta de que mis pa-dres se habían marchado de la ha-bitación. Bajé al salón y me losencontré viendo la televisión. Nosabía por donde empezar, no re-cordaba el principio de aquellapesadilla, que pese a haber co-menzado cinco meses atrás, pa-recía que llevaba durando todauna vida. Pero por fin el torrentede palabras que siempre había re-tenido en mi garganta pudo salir yempecé a hablar atropellada-mente, contándolo todo: lo queme habían hecho pasar mis com-pañeros, mis reflexiones, las au-tolesiones, las mentiras…Mientras las lágrimas rodaban pormis mejillas. Mis padres me mi-raban con ojos como platos, in-crédulos y escuchando conatención cada cosa que decía. Pa-samos gran parte de la noche ha-blando, obviamente ellos teníanmucho que preguntar y responderal respecto y yo, una vez iniciada,no podía parar. Cada vez que lesexplicaba algún recuerdo espe-cialmente doloroso o humillanteun escalofrío me recorría de piesa cabeza. Al final, exhausta y felizpor haberme atrevido a hablar, mequedé dormida.

Parecía que llevaba dosminutos dormida cuando mimadre me sacudió levemente delhombro.


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-Carlota cielo- susurró-Hora de ir al colegio.

Abrí los ojos y me le-vanté rápidamente. Aquel día todoiba a ser diferente. Mis padres meacompañarían al colegio e irían ahablar con la directora. Aquellosniños pagarían por lo que me ha-bían hecho, y yo iba muchísimomás tranquila.

Cruzamos las verjas delcolegio y entré sin vacilar. Mesentía segura. Mis padres se diri-gieron al despacho de la directoramientras yo me iba feliz a miclase. En el pasillo me encontrécon la chica de mirada amena-zante que tantos malos tragos mehabía hecho pasar, y le devolví lamirada firmemente, ya no estabaasustada. Noté algo raro en susojos esta vez, tal vez un ligeropunto de locura. Se acercó rápi-damente a mí y no pude evitar elsentirme inquieta.

-¿Qué hacen aquí tus pa-dres?- me espetó.

-Hablar con la directora,jamás volveréis a tratarme mal.-le respondí, mostrando en mi vozmucho más valor del que sentíaen realidad.

La chica dio un rugido derabia y me metió en un aula cer-cana que estaba completamentevacía, a excepción de una vieja pi-zarra que ya nadie usaba. Me aga-rró del cuello y acercando muchosu cara a la mía, tanto que podíasentir su aliento, me susurró:

-Te lo advertí Carlota, noquería líos. Haber, ¿Qué hago yoahora contigo?- me dijo burlo-namente.

Yo no podía hablar, susmanos me apretaban el cuellotan fuerte que me impedía la res-piración.

-¡Te he hecho una pre-gunta!- bramó.

Carlota estaba extrema-damente pálida y sus ojos estabanabiertos como platos, pero ellaera incapaz de ver nada. La chicaapartó los dedos de su cuello, ho-rrorizada. Acababa de darsecuenta de lo que había hecho.Aterrada salió del aula gritando,dejando allí el cuerpo sin vida deCarlota. Llegó al despacho de ladirectora, donde ésta estaba reu-nida con los padres.

-L-la… l-la h-e… m-matad-do…- susurró.

Todo lo que ocurrió des-pués fue muy confuso. Sus padresy la directora salieron corriendode la estancia mientras la últimallamaba a una ambulancia. Losalumnos habían visto el cuerpo deCarlota en el suelo del aula, peroninguno se había atrevido a entrar.En parte, el que la pequeña se en-contrase ahí, tumbada y sin vidaera culpa de todos. Todos los quenunca tuvieron una palabra ama-ble hacia ella, los que le habíanhecho el vacío o los que la habíaninsultado. A pesar de haber falle-cido a manos del arrebato de irade su compañera, que pagaríamuy caro, el que Carlota hubieseacabado con ese final era cosa detodos sus compañeros.

Meses después de quetodo se hubiese asentado, de quetodos los telediarios hubiesendado la noticia de la víctima delacoso escolar, meses después deque mucha gente llorara conmo-cionada la muerte de esta niña, dospersonas hablaban en el salón. Esesalón que una vez oyó la confesióndel acoso de Carlota…

-La hecho de menos…-susurró una mujer, apenas le que-daban fuerzas para hablar, era in-capaz de digerir aquella alteraciónde su mundo.

-Yo también…- le susu-rró su marido mientras le acari-ciaba el pelo.

-¿C-crees que si ella sehubiese atrevido a hablar antes, sisus compañeros no la hubiesentenido tan aterrorizada, estaríaahora aquí con nosotros?- Era unapregunta que nunca se había atre-vido a formular en voz alta. Sabíaque su marido estaba tan afectadocomo ella por la muerte de su hijay no quería remover en la herida,en todo aquel dolor.

-No sabemos como pu-dieron haber sucedido las cosas,sabemos como sucedieron y nopodemos andarnos con especula-ciones de las que nunca tendre-mos una respuesta real. Sabemosque Carlota luchó hasta el final,fue valiente y habló a pesar delmiedo que le inspiraban aquelloschicos y estoy muy orgulloso deella. No sabemos lo que pudohaber ocurrido, lo que si sabemoses que teníamos, y siempre ten-dremos, una niña muy especial.-le respondió su marido. Y estavez, no le tembló la voz al hablar.

Relatos

-L-la… l-la h-e…m-matad-do…-

susurró .



Ninlu: El Ninja AndaluzJosé Antonio Gallego Medina

Primer premio del Certamen de Cómic " La Luciérnaga"


I

Los Ángeles de la Guarda S.A.Rafael Rodríguez Montenegro

Segundo premio del Certamen de Cómic " La Luciérnaga"


II


III


IV


V


VI



Gente de aquí

l o lvereño Juan Zamu-dio: uno de los mejo-

res ar t is tas marciales

Juan , es obl igadoseña lar el mes de Octubrepasado como un hi to muyimpor tan te en tu t r ayec to-r ia . La p res t ig iosa rev is taC inturón negro , t e inc lu íaen el Hal l o f Fame 2010 enel que se reconocía a niveleuropeo tu labor de dedica-ción y difusión del JKD ennuestro país. ¿ Qué ha su-puesto para t i ese recono-cimiento?

Bueno los premios y re-conocimientos siempre se reci-ben bien, y a nivel de curriculumtambién es algo mas en tu trayec-toria que te puede servir.

Qu izá pa ra los quete conocen en tu día a día,y por tu ca rác ter a fable ytranqui lo , pase inadver t idoel hecho de que nos encon-tramos ante uno de los me-jores ar t is tas marc iales delpa ís. Semejan te orgu l lopa ra nuest ro pueblo , haceobligada la pregun ta . .¿ EsJuan Zamudio pro feta en sut ierra?

Pienso que no, tengo elcaso de estudiantes que se en-cuentran con gente en el pueblo yme conocen ya que soy de aquípero la gente desconoce tu tra-yectoria marcial o lo que haces o

te dedicas. Suele pasar a menudo,es un poco irónico como vienen aentrenar conmigo gente de todo elterritorio Nacional e incluso re-cibo peticiones de otros paísescomo la India o México y aquíprácticamente no te conocen.

Hablando del Jee tKune Do, al hacer referenciaal mismo se habla siemprede que no se trata de un es-

t il o de ar te marcial , s inoque es más b ien un sis-tema, un concepto para al-gunos, quizás una idea paraotros .. . ¿ Cómo podrías de-f inir lo de cara a los lectoresa jenos a l mundo de lasar tes marciales?

Jeet kune do es el arte mar-cial creado por Bruce Lee y se basaen las investigaciones que hizo

Gente de aquí

E


desde el año 1960 al 1973. Básica-mente el jkd esta basado en boxeo,wing chun y esgrima occidental.

Bruce Lee era un cientí-fico de la lucha, todo lo probaba,pero también era un filosofo, eraun adelantado a su época. Comoel mismo diría su sistema es unaforma de autoexpresión, al igualque cuando uno baila se está ex-presando con el baile en esemomento.

Luego puedes coger elmaterial que tenia Bruce y adap-tarlo a tu forma de expresarte lu-chando, bailando, cocinando etc.Son conceptos que puedes apli-car a la vida misma.

El Jeet Kune Do,está c laro que aparece l i -gado a la f igu ra de BruceLee. Muchos lo ident i f icancomo un icono del c ine ,pero pocos conocen su re-levanc ia como ar t is ta mar-cial más al lá del celuloide.¿Podrías hablarnos un pocode las apor taciones deBruce Lee como a r t is tamarcial?

Bien él fue un innovadory cambio muchas cosas no soloen las artes marciales, introdu-ciendo protecciones y aparatos deentrenamiento, creo un sistema delucha ecléctico; además en elcine fue el primero en llevar laspelículas orientales a occidente ala gran pantalla de Hollywood.

Una de las cual ida-des que los que te conocen

y entrenan con tigo va loranes tu gran capacidad didác-t ica y tus dotes para la en-señanza. Tienes c ientos dealumnos repar t idos por

toda España e i nc luso e lextran jero . Además eres re-clamado cons tantementepara cu rsos , seminar ios yclases p r ivadas. . . ¿Cuá lescrees que deben se r lascua l idades fundamenta lesque debe reunir un docentepara t ransmit ir esta f i loso-f ía de ar te marc ial?

Siempre he defendido einculco a mis alumnos, que yason instructores y tienen sus pro-pias escuelas, es que todo lo queseas capaz de expresar deberásde ser capaz de aplicarlo, de de-mostrarlo esa es la mejor manerade mostrar tu arte, tus conoci-mientos y la mejor manera deconvencer a la gente que lo quehaces es bueno y funciona.

Juan, son ya dos pu-bl icac iones de las que eresautor. Háblanos de esos l i -bros, y de tu exper iencia en

el mundo edito rial .

Mi primer libro lo com-prende toda mi experiencia quehabía acumulado hasta entoncescon los diferentes estudiantes deBruce y con mi maestro FelipeMercado; en el segundo libro sepublico hace un año y medio creoy este segundo es mi evolucióncomo artista marcial y como per-sona me ha ayudado tambiénmucho comprendiendo mejor losaspectos técnicos. Ahora quizástengo una visión más real y sim-ple de ver el arte.

Entre tu extenso ba-gaje se encuent ra por su-puesto tu exper iencia comodocente de defensa perso-nal pol icial y pro fesor de laESPA. Además combinas tuac t iv idad dent ro de l JeetKune Do con un t rabajocomo v igi l an te municipalen e l pueblo vecino deTorre A lháquime, ademásde tener var ios cursos y t i -tul ac iones en mater ia deseguridad, incluyendo el deescolta ¿ Cuál es tu v is iónen general como instructory como pro fesional en lorela t ivo a la seguridad?¿Estamos en una soc iedadv io lenta?

Bueno como instructor ycomo auxiliar de policía, tengo quedecir que estando en una sociedadviolenta el entrenamiento de la de-fensa policial es de vital importan-cia, por varias razones, la principales la seguridad que te da esta prác-tica, segundo el tener ciertos cono-


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cimientos puede evitar males ma-yores, así como la protección deterceros y la tuya propia. Creo sin-ceramente que debería de ser unapráctica constante y obligada en loscuerpos de seguridad.

Es cur ioso quesiendo una persona tremen-damente paci fis ta seas unode los mejores, y quizásahora mismo el mejor expo-nente en España de un sis-tema que ante todo busca laefectividad máxima en la de-fensa personal...¿Es eso unacontradicción?

No tiene por que serloaunque pueda parecer, yo siempredigo que es aprender a pelear parano pelear, es una forma de

hacer hombres mejores, claro estaesto te lo da la practica ganandoseguridad en ti mismo.

Has impar t ido tam-bién diversos cursos de de-fensa persona l para lamujer ¿Es e l mundo delJeet Kune Do, machis ta opor el con tra r io la mujert iene cabida en él?

Todo lo contrario al serun sistema de defensa personalmuy simple, es decir no requierede una fuerza especial ni técnicassobrenaturales es fácil asimilarloy poder aplicarlo en una situaciónde riesgo si llega el caso. Lo re-comiendo a toda mujer que quieraaprender ciertas nociones de jkdy que les puede servir de mucho.

A nivel personal, ¿quéte han aportado y aportan lasartes marciales y en especialel Jeet Kune Do para haber de-dicado gran parte de tu vida ?

A nivel personal todo, yohe hecho del J.K.D una forma devida, son principios que puedesaplicar a tu persona y tu forma dever las cosas; es filosofía, es unentendimiento de la vida.

Has entrenado connumerosos maestros de artesmarciales, ¿ De quienes guar-das mejor recuerdo y quién teha impresionado más?

He tenido la suerte deaprender de los mejores a nivelmundial, alumnos de Bruce como


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Dan Inosanto, Richard Bustillo,Tim Tacquett etc; pero sin dudaTed Wong es el estudiante deBruce que mas se parece a él y encuanto a cualidades físicas mi úl-timo maestro de Escocia TommyCarruthers, no he visto a nadiecon esas cualidades.

Otro gran hito, paranosotros los que te conoce-mos supongo que fuecuando te vimos en vivo enla tele nacional en el pro-

grama Cuar to Milenio, delcanal Cuatro, con Iker Jimé-nez. No sólo par ticipastecomo experto para hablar deBruce Lee, sino que tambiénhiciste una exhibición. Mu-chos cr ít icos y dist intosforos de ar tes marciales ce-lebraron tu aparición... ¿ Qué recuerdas de aquello ?¿Intimida la te le?

Bien aquello supuso unantes y un después para mi ya que

la tele es una de las mejores for-mas de publicitarte; a raíz de estome llamaron para la Cope y otrascosas. Iker Jiménez es un granprofesional nos trataron muy bien;bueno me dieron mi camerino pri-vado me sentía como un actor decine. Cuando me llamaron de laCuatro pensaba que era unabroma ya que yo iba a ser entre-vistado y mostrar a toda España elarte de Bruce, en la entrevista sique estaba un poco nervioso perosalió bastante bien.

Qué hace Juan Za-mudio cuando no está t ra -bajando o l i ado con l asar tes marciales ¿ Hay algúnhobby para el descanso delguerrero?

En realidad no me quedamucho tiempo para otras cosas oestoy trabajando como auxiliar depolicía en Torre Alháquime o estoyimpartiendo clases tres días porsemana en casa, dando clases pri-vadas a gente que me viene de di-ferentes puntos como Fuengirola,Tarifa, Granada etc. Además soy elpresidente la Asociación Nacionalde Jeet Kune Do en España. Losfines de semanas sino tengo algúnseminario en Madrid, Barcelona,Mallorca u otro sitio me escapó ala costa a relajarme con la familia.En cuanto a mis hobbys hago loque me gusta que es el jkd y tam-bién suelo leer mucho siempreestoy leyendo en cualquier sitio.

Juan, una muy corta. . . en tu opin ión ¿cuál es lamejor pel ícula de ar tesmarc iales de todos lost iempos?

Para mi y sin duda Ope-ración Dragón de Bruce Lee, las


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escenas de lucha aún no se hanmejorado tanto como aquí.

Bueno, ahora toca lodel l ibro favor ito .

Libros no tengo un favo-rito si no muchos favoritos, sobreel arte de Bruce y su vida “ Elguerrero de bambú” de MarcosOcaña, sobre filosofía y pensa-miento todo sobre Krishnamurti,Allan Wats, Bruce cogió muchode ellos para definir su arte.

Eres un t ipo conmucho sentido del humor...venga, arráncate. Una anéc-dota, algo gracioso... lo quetu quieras.

Una que me sucedió es-tando ya aquí, fuimos a Ronda adar una vuelta a unos Centros Co-mérciales y estando paseando porlos pasillos y viendo ropa; observocomo el vigilante de seguridad nodeja de mirarme y seguirme atodas partes donde iba.

Se lo comento a mimujer diciéndole que el vigilante

igual me ha visto cara de sospe-choso y se piensa que voy a robaralgo. Y un poco mosqueado veocomo se dirige hacia mi y estandoa la defensiva esperando sus sos-pechas me dice “perdone esusted Juan Zamudio, es que hecomprado su libro y no estaba se-guro si era usted, si no le importadedicármelo”. Le contesto que siy que con mucho gusto se lo de-dicaré para la próxima vez que nosveamos.

Par t icularmente , s iecha ras la v is t a a tr ás y anivel de agradecimientos, ¿ de quienes te acordar ías ?

Bueno creo que en estavida hay que estar agradecido portodo, de todo se aprende inclusode los momentos malos. Heaprendido mucho de mucha gentey tengo muy buenos amigos.

Si fu Juan Zamudio ,unas palabras f inales . . . .

La palabra Sifu es maes-tro, que en Chino quiere decir

padre de la escuela, tus estudian-tes son como tus hijos.

No me considero unmaestro en el sentido de quecuando ya eres un maestro hasdejado de aprender, yo sigoaprendiendo e incluso de mis es-tudiantes.

Mis palabras son que nostomemos la vida con mas filosofíacomo se suele decir, la vida esmuy corta, no las desperdiciemosen cosas negativas; para acabaros dejo con una reflexión “ No escomo te venga las cosas es comote la tomes”.

Muchísimas g rac iaspor tu t iempo y por esta rcon nosotros en esta revistade Fer ia.

Gracias a vosotros porconcederme parte de vuestrotiempo y a todos mis paisanos es-pero que pasen unas fiestas de lomejor llenas de salud y bienestar.


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Ayuntamiento .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 956130011Policía Local . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .956130005-607808309Guardia Civi l . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .956130013Bomberos.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .085Protecc ión Civil . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .615350787Centro de Salud. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .956045400Emergencias.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .112Juzgado de Paz. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .956130004Bibl io teca Pública.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 956130602Centro de Información Juven il . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .956130602Escuela Infant il ‘E l Ol ivo’ (Guarder ía) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .956130461C.E.I .P ‘Miguel de Cervan tes’. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .956128803C.E.P. ‘San José de Calasanz’. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .956418920E.E.I . ’Glor ia Fuer tes’. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .956128655Residencia Escolar ‘Nuestra Señora de los Remedios’. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .956130906Centro de Educac ión Permanente Pueblos Blancos (Adu ltos) .. . . . . . . . . . . . . . . . .956128640I .E .S ‘S ierra de Li jar ’ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .956128929I .E .S ‘Zaframagón’.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .956128820Aula de la UNED de Olvera. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .956122348Centro Guada l info .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .956122154Pabellón Pol idepor t ivo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .956130081Residenc ia de Ancianos.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .956130475Servicios Sociales.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .956120004TAOMI.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .956120199Hogar del Pensionista.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .956130205Oficina Municipal de Tur ismo... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .956120816Hotel Fuente del Pino.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 956130232Hotel Estación Vía Verde de la S ierra.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .661463207Parroqu ia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .956120388Serv ic io de Aguas.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .956130921Eléctr ica.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .956120561Ciclosierra. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 956121902-675847596Correos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 956130183Serv ic io de Recaudac ión.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .956130882Servicio Andaluz de Empleo.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .956128680Club de Empleo.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .956131092Andalucía Orienta.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .956120495CADE Olvera.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 956128730Oficina Comarcal Agrar ia(OCA).. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .956045200Servicio Asistencia Municipios(SAM)... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .956130031Servicio de Recogida de Muebles y Enseres. . . . . . . . . . . . . . . . . . .956121902-675847596

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