Poesia Mistica. Sor Juana Ines de La Cruz Definitiva43si

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BUENASTAREAS Escritora mexicana. Fue la mayor figura de las letras hispanoamericanas del siglo XVII. Niña prodigio, aprendió a leer y escribir a los tres años, y a los ocho escribió su primera loa. Admirada por su talento y precocidad, a los catorce fue dama de honor de Leonor Carreto, esposa del virrey Antonio Sebastián de Toledo. Apadrinada por los marqueses de Mancera, brilló en la corte virreinal de Nueva España por su erudición y habilidad versificadora. Pese a la fama de que gozaba, en 1667 ingresó en un convento de las carmelitas descalzas de México y permaneció en él cuatro meses, al cabo de los cuales lo abandonó por problemas de salud. Dos años más tarde entró en un convento de la Orden de San Jerónimo, esta vez definitivamente. Dada su escasa vocación religiosa, parece que sor Juana Inés de la Cruz prefirió el convento al matrimonio para seguir gozando de sus aficiones intelectuales: «Vivir sola... no tener ocupación alguna obligatoria que embarazase la libertad de mi estudio, ni rumor de comunidad que impidiese el sosegado silencio de mis libros», escribió.

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BUENASTAREAS

Escritora mexicana. Fue la mayor figura de las letras hispanoamericanas del siglo XVII. Niña prodigio, aprendió a leer y escribir a los tres años, y a los ocho escribió su primera loa. Admirada por su talento y precocidad, a los catorce fue dama de honor de Leonor Carreto, esposa del virrey Antonio Sebastián de Toledo. Apadrinada por los marqueses de Mancera, brilló en la corte virreinal de Nueva España por su erudición y habilidad versificadora.

Pese a la fama de que gozaba, en 1667 ingresó en un convento de las carmelitas descalzas de México y permaneció en él cuatro meses, al cabo de los cuales lo abandonó por problemas de salud. Dos años más tarde entró en un convento de la Orden de San Jerónimo, esta vez definitivamente. Dada su escasa vocación religiosa, parece que sor Juana Inés de la Cruz prefirió el convento al matrimonio para seguir gozando de sus aficiones intelectuales: «Vivir sola... no tener ocupación alguna obligatoria que embarazase la libertad de mi estudio, ni rumor de comunidad que impidiese el sosegado silencio de mis libros», escribió.

Sor Juana Inés de la Cruz

Su celda se convirtió en punto de reunión de poetas e intelectuales, como Carlos de Sigüenza y Góngora, pariente y admirador del poeta

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cordobés, cuya obra introdujo en el virreinato, y también del nuevo virrey, Tomás Antonio de la Cerda, marqués de la Laguna, y de su esposa, Luisa Manrique de Lara, condesa de Paredes, con quien le unió una profunda amistad.

En su celda también llevó a cabo experimentos científicos, reunió una nutrida biblioteca, compuso obras musicales y escribió una extensa obra que abarcó diferentes géneros, desde la poesía y el teatro, en los que se aprecia la influencia de Góngora y Calderón, hasta opúsculos filosóficos y estudios musicales.

Perdida gran parte de esta obra, entre los escritos en prosa que se han conservado cabe señalar la carta Respuesta a sor Filotea de la Cruz, seudónimo de Manuel Fernández de la Cruz, obispo de Puebla. En 1690, éste había hecho publicar la Carta atenagórica, en la que sor Juana hacía una dura crítica al «sermón del Mandato» del jesuita portugués António Vieira sobre las «finezas de Cristo», acompañada de una «Carta de sor Filotea de la Cruz», en la que, aun reconociendo el talento de la autora, le recomendaba que se dedicara a la vida monástica, más acorde con su condición de monja y mujer, que a la reflexión teológica, ejercicio reservado a los hombres.

A pesar de la contundencia de su respuesta, en la que daba cuenta de su vida y reivindicaba el derecho de las mujeres al aprendizaje, pues el conocimiento «no sólo les es lícito, sino muy provechoso», la crítica del obispo la afectó profundamente, tanto, que poco después sor Juana Inés de la Cruz vendió su biblioteca y todo cuanto poseía, destinó lo obtenido a beneficencia y se consagró por completo a la vida religiosa.

Murió mientras ayudaba a sus compañeras enfermas durante la epidemia de cólera que asoló México en el año 1695. La poesía del Barroco alcanzó con ella su momento culminante, y al mismo tiempo introdujo elementos analíticos y reflexivos que anticipaban a los poetas de la Ilustración del siglo XVIII.

Sus obras completas se publicaron en España en tres volúmenes: Inundación castálida de la única poetisa, musa décima, sor Juana Inés de la Cruz (1689),Segundo volumen de las obras de sor Juana Inés de la Cruz (1692) y Fama y obras póstumas del Fénix de México (1700).

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La obra de Sor Juana Inés de la Cruz

Aunque su obra parece inscribirse dentro del culteranismo de inspiración gongorina y del conceptismo, tendencias características del barroco, el ingenio y originalidad de Sor Juana Inés de la Cruz la han colocado por encima de cualquier escuela o corriente particular. Ya desde la infancia demostró gran sensibilidad artística y una infatigable sed de conocimientos que, con el tiempo, la llevaron a emprender una aventura intelectual y artística a través de disciplinas tales como la teología, la filosofía, la astronomía, la pintura, las humanidades y, por supuesto, la literatura, que la convertirían en una de las personalidades más complejas y singulares de las letras hispanoamericanas.

En la poesía de sor Juana hay numerosas y elocuentes composiciones profanas (redondillas, endechas, liras y sonetos), entre las que destacan las de tema amoroso, como los sonetos que comienzan con "Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba..." y "Detente, sombra de mi bien esquivo...". También abunda en ella la temática mística, en la que una fervorosa espiritualidad se combina con la hondura de su pensamiento, tal como sucede en el caso de "A la asunción", delicada pieza lírica en honor a la Virgen María.

Firma autógrafa de Sor Juana

Mención aparte merece Primero sueño, poema de casi mil versos escritos a la manera gongorina en el que sor Juana describe, de forma simbólica, el impulso del conocimiento humano que rebasa las barreras físicas y temporales para convertirse en un ejercicio de puro y libre goce intelectual. El trabajo poético de la monja se completa con varios hermosos villancicos que en su época gozaron de mucha popularidad.

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En el terreno de la dramaturgia escribió dieciocho loas, dos sainetes (la comedia de capa y espada Los empeños de una casa y el juguete mitológico-galanteAmor es más laberinto), un sarao o fin de fiesta, así como tres autos sacramentales: El divino Narciso, San Hermenigildo y El cetro de San José. Aunque la influencia de Calderón resulta evidente en muchos de estos trabajos, la claridad y belleza del desarrollo posee un acento muy personal.

La prosa de la autora es menos abundante, pero de pareja brillantez. Esta parte de su obra se encuentra formada por textos devotos como la célebre Carta athenagórica (1690), y sobre todo por la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (1691), escrita para contestar a la exhortación que le hiciera firmando con ese seudónimo el obispo de Puebla para que frenara su desarrollo intelectual. Esta última constituye una fuente de primera mano que permite conocer no sólo detalles interesantes sobre su vida, sino que también revela aspectos de su perfil psicológico. En ese texto hay mucha información relacionada con su capacidad intelectual y con lo que el filósofo Ramón Xirau llamó su "excepcionalísima apetencia de saber", aspecto que la llevó a interesarse también por la ciencia, como lo prueba el hecho de que en su celda, junto con sus libros e instrumentos musicales, había también mapas y aparatos científicos.

ANALISIS DE POESIA DE SOR JUANA INES DE LA CRUZEl amor: tema principal en la poesía de Sor Juanaoctosílabopertenece a lo mejor del barroco hispánico

 1. Paralelismos: Es un recurso frecuente en muchas literaturas, sobre todo primitivas y consiste en la repetición de un mismo concepto, palabra o pensamiento completo, por medio de dos o más frases semejantes, incluso sinónimas, que se complementan, por ejemplo:"El llanto se difunde, las lágrimas gotean."  2. Difrasismo: Este recurso surge de la literatura seguramente como reflejo del uso de ideogramas, que representan conceptos por medio de objetos relacionados con ellos. Como recurso estilístico surge de yuxtaponer dos palabras que nos dan, por asociación el nombre de otra. Ejemplo: in xóchitl in cuicatl (flor y

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canto), significa poema.  3. Metáfora: En realidad toda poesía se expresa por medio de lenguaje metafórico y en este sentido, la poesía náhuatl no es una excepción.

4.Forma negativa e imperativa de los enunciados: Esta es una forma de construcción característica de la prosa, se expresa mediante la negación al comienzo de la frase. Ejemplo: No seas cual culebra, no te hagas el resabido."

  Poesia sensual  3 focos culturales 3 cortes hispanicos Madrid mexico lima  poesia cortesana  cortesano  dinamismo  pesimismo  preocupación religiosa  la muerte  lite neoclasicismo  razon /sentimiento  rechazo de la  improvisación  poeta se somete a reglas rigurosas  optimismo  amor como algo natural  lite romanticismo  sentimiento/razon  autor tiene libertad decorativa  la naturaleza es indomable  pesimismo  amor algo caballeresco  lite del realismo  estilo cuidadoso  pullido  obsevacion cuidadosa de la realidad para plasmarla  presencia constante del costumbrismo  temas actuales

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  cultivo del genero novela  la realidad es fuente de belleza  lite modernismo  pasion por la originalidad huyen de la imitación  afan por superar la pobreza cultural de america  riqueza lexica  uso de neologismos  amplitud y riqueza tematica  presencia constante del exotismo  absoluta libertad tematica  rev mex  estructura basada en cuadros episodios y anecdotas  narraciones con tono epico  presentan los aspectos politicos y sociales del movimiento  carece de intimismos  se mezcla la cronica y el testimonio  presencia del grito anonimo y el personaje colectivo  novela nacionalista sudamericana  clara conciencia de los problemas  tema enfrentamiento entre la cicilizacion y la barbarie  herencia modernista en el estilo  presencia constante de mitos leyendas preisp y coloniales  presencia de clases populares  narrativa contemporanea del siglo XX  empeño por refundir las vanguardias mundiles en una sola  proponen suprimir la rima y la puntuación d los poemas  el cultivo de la imagen indirecta y doble multiplicando asi sus sentidos

Ultraismobuscó eliminar los trabajos ornamentales, es decir, la retórica, los versos grandilocuentes.  También eliminó el confesionalismo, fue una poesía escéptica que no buscaba transmitir un mensaje ideológico positivo.  También se opuso a las anécdotas, a las prédicas, a la poesía narrativa.  Quiso dejar de lado lo sentimental

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y por oponerse a ser una poesía que reproducía anécdotas, además por estar hecha casi entera a base de metáforas, se convirtió en una poesía que rompía el discurso lógico.  En oposición a eso ponía énfasis en las percepciones fragmentarias. Ponía una simultaneidad y velocidad en las imágenes.  Buscaba la poesía pura y en eso contradecía la poesía con mensaje social.

POESIA LIRICA DE SOR JUANA INES DE LA CRUZ

Las características principales de esta poesía son la abundancia y la variedad, no menos que el cabal dominio de la técnica en todas sus formas.

RINCONDELVAGO

Para sor Juana renunciar a este mundo no significaba lo mismo que para santa Teresa de Jesús, la dimisión o el silencio, sino un cambio de signo: la historia, y con ella la acción humana, se abre a lo ultraterreno y adquiere así nueva fertilidad. El catolicismo militante, evangélico o reformador, impregna de sentido a la historia y la negación de este mundo se traduce finalmente en una afirmación de la acción histórica.

1. Sor Juana: Tradición y originalidad en su poesía.

Sor Juana es una extraordinaria poetisa que nos lleva una y otra vez al problema de la tradición y la originalidad, pero, como Quevedo, sor Juana se mueve entre intuiciones e ideas claramente establecidas en su tiempo y en lo más hondo de su propio espíritu. Cuanto más extraordinarias, brillantes y originales sean sus palabras, mejor la entenderemos y más profundo sentido cobrará el concepto de la Realidad, característico de su siglo, de ahí que otro magnífico soneto, el que «contiene una fantasía de amor decente», nos sorprenda siempre, porque una extraña locura de amor se apodera de sor Juana cuando escribe:

Detente, sombra de mi bien esquivo,

imagen del hechizo que más quiero,

bella ilusión por quien alegre muero,

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dulce ficción por quien penosa vivo.

Si al imán de tus gracias atractivo

sirve mi pecho de obediente acero

¿para qué me enamoras lisonjero,

si has de burlarme luego fugitivo?

Mas blasonar no puedes satisfecho

¿de que triunfa de mí tu tiranía;

que aunque dejas burlado el lazo estrecho

que tu forma fantástica ceñía,

poco importa burlar brazos y pecho

si te labra prisión mi fantasía?

La queja de los cuartetos es tradicional: la persona amada es siempre una presencia que incita, dando esperanzas y alegría; una ausencia (aun en la presencia) que provoca dolor. Tradicionalmente, amar es unas veces gozarse en estas contradicciones; otras como aquí en el caso de sor Juana, pedir fin al suplicio: Detente; «¿para qué me enamoras lisonjero, / si has de burlarme luego fugitivo?». La dulce enemiga o el dulce enemigo, que no atienden jamás a quien les adora, provocan así el peculiar dolor del corazón dividido que los provenzales conocían bien. Hasta el tiempo de sor Juana el concepto se había venido repitiendo sin mayores variantes: amar es siempre un morir gozoso («alegre muero»), un vivir doliente («penosa vivo»). Y todo «bien» que el amante (o la amante) imagina es siempre, necesariamente, «esquivo».

De esta idea o tema tradicional arranca sor Juana. Pero no vuelve a elaborar lo que poetas anteriores habían agotado: el tema, con todas sus ramificaciones, va implícito. Libre de tal necesidad, desde el principio del soneto de sor Juana el paso definitivo en que el concepto central de la poesía amorosa renacentista es llevado hasta sus consecuencias últimas: si el amor es, siempre, un bien esquivo, no es realidad tangible.

Debemos leer siempre un poema dentro de su tradición y por rápida que vaya la vista tras las palabras, de alguna manera, en brevísimos instantes en que parece que suspendemos la lectura,

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salimos del poema y volvemos a él con asociaciones extrañas, con recuerdos de otros poemas, con esperanzas de una costumbre.

2. Influencias en la naturaleza de su obra poética.

Sor Juana conoce bien las leyes que definen la Realidad. Y según su pensamiento lo divide todo en las consabidas parejas de contrarios, sabe a ciencia cierta de qué lado de la balanza se encuentra la verdad y la vida auténtica, la muerte y el engaño. No es de extrañar que, como tantos otros, al expresar su visión del mundo, su voz se limite muchas veces a repetir el lugar común, como hace por ejemplo en los siguientes versos:

Rosa divina que en gentil cultura

eres con tu fragante sutileza

magisterio purpúreo en la belleza,

enseñanza nevada a la hermosura...

¡Con que, con docta muerte y necia vida,

viviendo engañas y muriendo enseñas!

Estos versos, tomados del antiguo tópico, llegan entre ecos de Góngora y Calderón como arte que se dirige a desengañar a los que se aferran a lo pasajero. Aquí sor Juana dirige la poesía contra sí misma, en cuanto que todo es arte aunque ficción, artificio, pasajero entretenimiento que si algo vale, no lo vale en sí, sino porque es útil instrumento para declarar verdades anteriores e independientes a cualquier poema. En el mejor de los casos, cabía reconocer que la poesía es sólo reflejo de la inevitable y frívola tendencia al metro y a la rima que tienen algunos mortales, como bien declara la misma sor Juana en su carta a sor Filotea. Pero incluso cuando esta tendencia desemboca en el vicio mayor del siglo, en los juegos de palabras, éstos encontrarán su utilidad en servicio de la visión del mundo que revela lo vacío de toda ficción. Así, a la vez que sor Juana se defiende contra los que criticaban no sólo su afición a filosofar -porque no hay que olvidar que era gran pensadora- sino también su afecto a las palabras y al verso, demuestra cómo las palabras pueden ser instrumento para dejar la verdad realista de su siglo bien en claro:

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En perseguirme, mundo, ¿qué interesas?

¿En qué te ofendo, cuando sólo intento

poner bellezas en mi entendimiento

y no mi entendimiento en las bellezas?

Yo no estimo tesoros ni riquezas,

y así, siempre me causa más contento

poner riquezas en mi entendimiento

que no mi entendimiento en las riquezas.

Yo no estimo hermosura que vencida

es despojo civil de las edades

ni riqueza me agrada fementida;

teniendo por mejor en mis verdades

consumir vanidades de la vida

que consumir la vida en vanidades.

En estos versos, así como en la carta a sor Filotea vemos cierto orgullo, una profunda ironía y alguna vez, cierto sarcasmo. Pero hay que destacar que en un siglo de poetas -el siglo de las Soledades- una excelente poetisa se ve obligada a escribir soneto tan mediocre para declarar públicamente que nada en su mundo interior difiere de un concepto de la Realidad firmemente establecido. Se la persigue por ser mujer y por ser monja, por eso no podemos temer que esta mujer del siglo XVII nos revele un mundo poético que difiera en lo sustancial del de los autores peninsulares que conoce muy bien. Notaremos constantemente en sus versos una gracia muy peculiar que la distingue, cierta sutil y profunda elegancia en la que adquieren nueva vida incluso algunos versos de Calderón, de Góngora o de Quevedo que de manera puramente circunstancial copia a glosa. De vez en cuando también encontramos algún poema en que la voz de sor Juana sin despegarse de la tradición, expresa intuiciones originales: había supuesto que la poesía y la belleza eran dotes naturales de la humanidad y consideraba su talento poético como un don divino, sin embargo, su poesía no es mística, sino muy realista. Su clara inteligencia la dota de gran precisión aún cuando describe sus

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propios sueños. Algunas veces dirige contra sí misma la acritud de su ingenio, como en estos famosos versos A su retrato:

Este que ves, engaño colorido,

que, del arte ostentando los primores,

con falsos silogismos de colores

es cauteloso engaño del sentido:

éste en quien la lisonja ha pretendido

excusar de los años los horrores

y venciendo del tiempo los rigores

triunfar de la vejez y del olvido:

es un vano artificio del cuidado;

es una flor al viento delicada;

es un resguardo inútil para el hado;

es una necia diligencia errada;

es un afán caduco, y, bien mirado,

es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.

Este viejo tema se resuelve en el último verso, tomado casi directamente de Góngora. No es ésta ocasión de intentar un análisis del soneto que quizá nos ayudaría a entender algo de su originalidad, ya que el origen emotivo del soneto radica en que sor Juana escribe, no en abstracto, sino a partir de un doloroso momento en que ha visto frente a sí a la sor Juana que ella no es, es decir, la idea del yo frente a la imagen. Esta idea tomada de la antigüedad de que lo pintado compite con lo vivo da a lo vivo una presencia indestructible. El soneto de sor Juana nos ofrece una angustiosa revelación personal de que aquello, lo pintado -¡cauteloso engaño del sentido!-, es, desde su concepción, lo muerto; color que quiere pasar por substancia. Esta intuición personal ilumina profundamente una idea tradicional del mundo que quizá teníamos olvidada de puro sabida: la nueva forma.

Algunos han tachado a sor Juana de poetisa gongorina. Es verdar que resulta difícil y abstracta en su Primero Sueño, y que emplea unas pocas metáforas intrincadas en sus canciones de amor mundano, que un crítico ha llamado “lo más delicado escrito por

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una mujer”. Concedido esto, su poesía lírica, en conjunto, es espontánea y sincera, llena de colorido y de luz. Aunque Menéndez y Pelayo no reconoció plenamente el genio de sor Juana, le hace justicia al escribir:

«Lo más bello de sus poesías espirituales se encuentra, a nuestro juicio, en las canciones que intercala en el auto de El divino Narciso, llenas de oportunas imitaciones de El Cantar de los Cantares y de otros lugares de la poesía bíblica.

Tan bellas son, y tan limpias, por lo general, de afectación y culteranismo, que mucho más parecen del siglo XVI que del XVII, y más de algún discípulo de San Juan de la Cruz y de Fray Luis de León que de una monja ultramarina cuyos versos se imprimían con el rótulo de Inundación Castálida.»

Sus romances son comparables a los mejores en lengua española y tienen a veces el giro ingenioso, realista, de los romances de Góngora. Sus poemas tristes, desilusionados y melancólicos son conmovedores, y sus estrofas satíricas suelen ser dignas de Quevedo.

3. El estilo en sus versos.

En la segunda mitad del siglo XVII, mientras declinaba en España la rica polimetría desplegada en la versificación de la lírica y del teatro del Siglo de Oro, sor Juana Inés de la Cruz empleaba en sus obras una variedad de metros y estrofas apenas igualada por ningún otro poeta anterior. Contra lo corriente en el período clásico, las poesías de la citada autora ofrecen en este sentido un repertorio más extenso que el que se registra en sus obras dramáticas, y dentro del conjunto de sus poesías, fue especialmente en las de carácter devoto, más que en las profanas, donde sor Juana esforzó su interés por la combinación de ritmos y metros. Su ejemplo influyó sin duda en las experiencias métricas que se observan en otros autores mexicanos de fines del siglo XVII y de principios del siguiente.

El verso que sor Juana empleó con mayor frecuencia fue el octosílabo, cuyas modalidades rítmicas combinó en sus romances, décimas, redondillas y quintillas. Las décimas, ajustadas a la fórmula divulgada por Espinel, aparecen en su mayoría en poesías de cumplimiento y en la composición de las glosas. Los romances representan más de un tercio de las

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poesías líricas y ocupan también un lugar principal entre sus composiciones de aunto religioso. Entre los romances incluidos en estas últimas figuran cuatro jácaras a lo divino, en las que se imita la expresión arrogante y el tono característico de las jácaras profanas. Un romance de homenaje a la condesa de Galve, esposa del virrey, muestra como primor métrico, además de la asonancia, el encadenamiento rimado del principio de cada verso con el final del verso anterior: «El soberano Gaspar / par es de la bella Elvira». A los romances sirve de base regular la copla de cuatro versos, según hizo notar la misma autora:

Pero el diablo del romance

tiene en su oculto artificio

en cada copla una fuerza

y en cada verso un hechizo.

Entre los metros comunes usados por sor Juana se halla el endecasílabo, del cual se sirvió principalmente en sonetos, silvas y sextetos de endecasílabos y heptasílabos, ABaBCC. No empleó el terceto de las sátiras y epístolas, ni las amplias estancias de las canciones renacentistas, y sólo dio un breve ejemplo de la grave octava real. En las varias docenas de sonetos que salieron de su pluma adoptó con preferencia la modalidad de tercetos cruzados, CDC: DCD;sólo en algunos casos aplicó la forma correlativa, CDE: CDE. Sus silvas se ven relativamente descargadas de endecasílabos en comparación con las de Góngora, su modelo. En general, dominan en las poesías endecasílabas de sor Juana las modalidades más líricas entre los tipos rítmicos de este metro, es decir, la melódica y la safica.

Sor Juana ensaya formas originales o poco conocidas en la versificación de su tiempo. se destaca ante todo el decasílabo dactílico con principio esdrújulo usado en una poesía en alabanza de la condesa de Paredes y en otra dedicada a la celebración de un cumpleaños, ambas asonantadas en forma de romances. El decasílabo ordinario, con acentos en las sílabas tercera, sexta y novena, alternaba desde antiguo con otros versos dactílicos en estribillos y letras de baile.

En suma, las poesías de sor Juana revelan un perfecto dominio de la técnica del verso. El octosílabo especialmente, con la

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diversidad de sus estrofas, aparece manejado con máxima maestría. aparte de los romances decasílabos con principios esdrújulos y del artificioso Laberinto endecasílabo, sor Juana dio otra muestra de su pericia en dos sonetos trazados sobre las mismas consonancias y en algunos otros sonetos construidos sobre burlescas y difíciles rimas forzadas. Su inclinación, sin embargo, no la llevó a insistir en esta clase de virtuosismo métrico. Dio preferencia en general a las formas más sencillas de la rima y de la estrofa. Fueron llanas y practicables las innovaciones que introdujo respecto a la composición de las endechas. El romance endecasílabo, después de sus ejemplos, fue conquistando en número creciente partidarios y cultivadores. El villancico alcanzó en sus nocturnos excepcional soltura y variedad. Puede decirse que los ritmos, tonos y acentos que se oían por las calles de México, como eco de la vida propular de la ciudad, atrajeron su curiosa atención con no menor viveza que los primores estilísticos del culteranismo, con los que nos llega la voz desafiante de Juana de Asbaje.

4. El amor: tema principal en la poesía de Sor Juana.

El amor es uno de los temas constantes de su poesía. Dicen que amó y fue amada. Ella misma así lo da a entender en liras y sonetos, aunque en la Respuesta a Sor Filotea advierte que todo lo que escribió, excepto el Primero sueño, fue de encargo. En realidad no importa si esos amores han sido ajenos o propios, vividos o soñados: ella los hizo suyos por gracia de la poesía. Su erotismo es intelectual, pero no carece de profundidad o de autenticidad. Sus sonetos de amor tienen todo el exquisito platonismo de Petrarca, y en fuerza concisa y simbólica recuerdan a Shakespeare:

Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,

como en tu rostro y tus acciones vía

que con palabras no te persuadía,

que el corazón me vieses deseaba.

Y Amor, que mis intentos ayudaba,

venció lo que imposible parecía;

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pues entre el llanto que el dolor vertía,

el corazón deshecho destilaba.

Baste ya de rigores, mi bien, baste,

no te atormenten más celos tiranos,

ni el vil recelo tu quietud contraste

con sombras necias, con indicios vanos:

pues ya en líquido humor viste y tocaste

mi corazón deshecho entre tus manos.

Se complace, como todos los grandes enamorados, en la dialéctica de la pasión y también sensual en su retórica. Los hombres y mujeres de sus poemas son imágenes, sombras “labradas por la fantasía”. Su platonismo no está exento de ardor. Siente a su cuerpo como una llama sin sexo:

Y yo sé que mi cuerpo

sin que a uno u otro se incline

es neutro, o abstracto, cuanto

sólo el alma deposite.

La cuestión es quemante y así la deja “para que otros la ventilen”, pues no se debe sutilizar en lo que está bien que se ignore. No menos ambigua es su actitud ante los dos sexos. Los hombres de su soneto y sus liras son siempre ausencia o desdén, sombras huidizas, en cambio, sus retratos de mujeres son espléndidos, señaladamente los de las virreinas que la protegieron: la marquesa de Mancera y la condesa de Paredes.

El romance en esdrújulo que “pinta la proporción hermosa de la señora de Paredes” es una de las obras memorables de la poesía gongorina. No debe escandalizar esta pasión:

Ser mujer y estar ausente

no es de amarte impedimento,

pues sabes tú que las almas

distancia ignoran y sexo.

En casi todas sus poesías amorosas aparece el mismo razonamiento: «el amor puro, sin deseo de indecencias, puede

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sentir lo que el más profano». Sería excesivo hablar de homosexualidad; no lo es advertir que ella misma no oculta la ambigüedad de sus sentimientos. En uno de sus más hondos sonetos repite:

Aunque dejes burlado el lazo estrecho

que tu forma fantástica ceñía,

poco importa burlar brazos y pecho

si te labra prisión mi fantasía.

Sus amores, ciertos o fingidos, fueron castos sin duda. Se enamora del cuerpo con el alma, no se puede trazar las fronteras entre uno y otro. Para nosotros cuerpo y alma son lo mismo o casi lo mismo: nuestra idea del cuerpo está teñida de espíritu y a la inversa. Sor Juana vive en un mundo fundado en el dualismo y para ella el problema era de más fácil resolución, tanto en la esfera de las ideas como en la de la conducta. Cuando muere la marquesa de Mancera, se pregunta:

Bello compuesto en Laura dividido,

alma inmortal, espíritu glorioso.

¿Por qué dejaste cuerpo tan hermoso?

¿y para qué tal alma has despedido?

Sor Juana se mueve entre sombras: las de los cuerpos inasibles y la de las almas huidizas. Para ella sólo el amor divino es concreto e ideal a un tiempo. Pero sor Juana no es un poeta místico y en sus poemas religiosos la divinidad es abstracta. Dios es idea, concepto, y aun ahí donde sigue visiblemente en los místicos se resiste a confundir lo terreno y lo celeste. El amor divino es amor racional.

Buena parte de la poesía amorosa de sor Juana es mero ejercicio, alarde y exhibición de maestría. Pero la otra porción, más reducida, contiene poemas que satisfacen las dos exigencias más altas del arte: son obras bellas y son obras auténticas. Se ha puesto en duda lo último, alegando que muchos de esos poemas son “de encargo”, escritos a pedido de un amigo o de una amiga. La poesía de sor Juana como la de todos los poetas, nace de su vida, a condición de comprender que la palabra vida -en todos los casos pero sobre todo en el suyo- designa no sólo a los actos

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sino a las imaginaciones, las ideas y las lecturas. Es imposible que sus poemas de amor no se apoyen en una experiencia realmente vivida; sin embargo, lo que llamamos experiencia abarca lo real y lo imaginario, lo pensado y lo soñado.

Menéndez Pelayo dijo que se puede extraer una filosofía del amor de los poemas de sor Juana. También una psicología y hasta una lógica. Sólo que ese saber codificado y conceptualizado por la especulación filosófica y por los artificios de la retórica, es lo contrario de un saber vivo: no es una visión sino una fórmula rimada. Los poemas de amor de sor Juana, al modo escolástico o doctrinal, son apenas una curiosidad. Los otros no son muchos pero entre ellos hay algunos inolvidables. Son poemas que responden a experiencias reales, en el sentido que he señalado más arriba: las imaginadas no son menos reales que las vividas. El carácter imaginario de esas composiciones es patente: en todas ellas el amante es un ausente o un muerto. Son poemas de amor que asimismo son poemas de soledad, nostalgia, deseo, desolación, amargura, arrepentimiento, diálogos con sombras y reflejos:

No quiero más cuidados

de bienes tan inciertos

sino tener el alma

como que no la tengo.

Estos poemas, el hondo sentimiento y fluido hecho de ansiedad, deseo, melancolía, surgen de una mente lúcida, atenta, irónica. Dos palabras contradictorias definen a estos poemas: ingenio y pasión.

porque va borrando el agua

lo que va dictando el fuego.

Abundan las metáforas que tienen por tema la escritura: papel, pluma, tinta, letras y soledad. En un soneto fúnebre dedicado a Laura (Leonor Carreto), escribe: «y hasta estos rasgos mal formados sean / lágrimas negras de mi pluma triste».

En unas liras habla a solas con el amigo ausente y la imagen reaparece, ahora más intensa:

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Óyeme con los ojos,

ya que están tan distantes los oídos

y de ausentes enojos

en ecos, de mi pluma mis gemidos;

y ya que a ti no llega mi voz ruda,

óyeme sordo, pues me quejo muda.

El tema único de estos poemas es la ausencia, a veces enlazado o complicado con el de los celos. Su amor no es feliz como el de los poemas de amistad amorosa a María Luisa. La fantasía la eleva pero al abrir los ojos, cae de nuevo en sí misma.

5. La soledad de sor Juana: el yo frente a la imagen.

Sor Juana Inés se enfrenta a una doble soledad: la del lector y la de la mujer autodidacta. En la Respuesta se queja una y otra vez: estudió sola, no tuvo maestros, sus únicos y mudos confidentes fueron los libros y los espejos. Su poesía está llena de espejos y de los hermanos de los espejos, los retratos. Espejos y retratos son tópicos barrocos y aparecen en todos los poetas de la época; hasta el descomunal Polifemo gongorino se mira retratado en las “neutralidades” del espejo marino y se asombra: ese ojo único en su frente anubarrada es el sol mismo en el centro del cielo. En Juana Inés la función de los espejos y los retratos, es, a un tiempo, retórica y simbólica. La estética de los espejos es para ella una filosofía y una moral. El espejo es el agente de transmutación del narcisismo infantil, tránsito del autoerotismo a la contemplación de sí misma: por un proceso análogo al de la lectura, que convierte a la realidad en signos, el espejo hace del cuerpo un simulacro de reflejos. Por obra del espejo, el cuerpo se vuelve, simultáneamente, visible e intocable. Triunfo de los ojos sobre el tacto. En un segundo momento, la imagen del espejo se transforma en objeto de conocimiento. Del erotismo a la contemplación y de ésta a la crítica: el espejo y su doble, el retrato, son un teatro donde se opoera la metamorfosis del mirar en saber. Un saber que es, para la sensibilidad barroca, un saber desengañado.

En muchos poemas sor Juana se deleita en la dialéctica entre el retrato y el modelo, la imagen del espejo y el original, la realidad y la apariencia. La verdadera realidad es la de la apariencia. Una y

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otra son copias de la esencia pero la apariencia es más real que la realidad porque es más pura, menos sujeta al accidente y a la contingencia. No obstante, hay un interlocutor que hace la crítica de la apariencia: el tiempo. El soneto sobre su retrato es una variación de un tema galante y fúnebre: la coqueta y la calavera. En el centro de la oposición barroca entre la carne y el esqueleto, sor Juana introduce el pensamiento: los reflejos del espejo son también reflexiones.

6. Primero sueño: la luz frente a la oscuridad en su visión del mundo.

Sor Juana escribió el Primero sueño como deliberada imitación de las Soledades. La influencia gongoria ha sido señalada por muchos debido a sus latinismos, alusiones mitológicas y su vocabulario, también por el uso reiterado del hipérbaton que invierte el orden normal de la frase procurando ajustarla al patrón del latín. Sor Juana tiende más al concepto agudo que a la metáfora brillante. Primero Sueño es el poema del asombro nocturno, en tanto que el de Góngora es el del mediodía. Tras las imágenes del poeta cordobés no hay nada porque su mundo es pura imagen, esplendor de la apariencia. El universo de sor Juana -pobre en colores, abundante en sombras, abismos y claridades súbitas- es un laberinto de símbolos, un delirio racional. Primero sueño es el poema del conocimiento. Esto lo distingue de la poesía gongorina, y, más totalmente, de toda la poesía barroca. Esto mismo lo enlaza, inesperadamente, a la poesía alemana romántica y, por ella, a la de nuestro tiempo.

En algunos pasajes el verso barroco se resiste al inusitado ejercicio de transcribir en imágenes conceptos y fórmulas abstractas. El lenguaje se vuelve abrupto y pedantesco. En otros, los mejores y más intensos, la expresión es vertiginosa a fuerza de lucidez. Sor Juana crea un paisaje abstracto y alucinante, hecho de conos, obeliscos, pirámides, precipicios geométricos y picos agresivos. Su mundo participa de la mecánica y del mito. La esfera y el triángulo rigen su cielo vacío. Poesía de la ciencia pero también del terror nocturno. El poema se inicia cuando la noche reina sobre el mundo. Todo duerme, vencido por el sueño. Duermen el rey y el ladrón, los amantes y el solitario. Yace el cuerpo entregado a sí mismo. Vida disminuida del cuerpo, vida desmesurada del espíritu, libre de su peso corporal. Los

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alimentos, transformados en calor engendran sensaciones que la fantasía convierte en imágenes.

En lo alto de su pirámide mental -formada por todas las potencias del espíritu, memoria e imaginación, juicio y fantasía- el alma contempla los fantasmas del mundo y, sobre todo, esas figuras de la mente de su cielo interior. En ellas el alma se recrea en sí misma. Después, se desprende de esta contemplación y despliega la mirada por todo lo creado; la diversidad del mundo la deslumbra y acaba por cegarla. El poema describe la marcha del pensamiento, espiral que asciende desde lo inanimado hasta el hombre y su símbolo: el triángulo, figura en la que convergen lo animal y lo divino.

El poema se puebla de imágenes prometeicas: Primero Sueño no es el poema del conocimiento, sino el acto de conocer. El alma despeñada se afirma, y, haciendo halago de su terror, se apresta a elegir nuevos rumbos. En ese instante el cuerpo ayuno de alimentos reclama lo suyo y las imágenes se disuelven, el conocimiento es un sueño. El universo que nos revela el poema es ambivalente: la vigilia es el sueño; la derrota de la noche, su victoria. El conocimiento es sueño. Cada afirmación lleva en sí su negación. La noche de sor Juana no es la noche carnal de los amantes aunque tampoco es la de los místicos. Noche intelectual, altiva y fija como un ojo inmenso, noche construida a pulso sobre el vacío, geometría rigurosa, obelisco taciturno, todo fija tensión hacia los cielos. Este impulso vertical es lo único que recuerda a otras noches de la mística española. Pero los místicos son como aspirados por las fuerzas celestes. En el Primero Sueñoel cielo se cierra: las alturas son hostiles al vuelo. Silencio frente al hombre: el ansia de conocer es ilícita y rebelde, el alma que sueña con el conocimiento. Soledad nocturna de la conciencia. La noche de sor Juana es vertiginosa y cíclica.

El poema de sor Juana cuenta la peregrinación de su alma por las esferas supralunares mientras su cuerpo dormía. La tradición del viaje del alma durante el sueño corporal es tan antigua como el chamanismo. Es una creencia que, a pesar de su inmensa antigüedad, requiere como suposición básica una distinción radical entre lo que llamamos alma y lo que llamamos cuerpo.

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El poema es el relato de una visión espiritual que termina en una no-visión. El tema del viaje del alma es un tema religioso y no inseparable de una revelación. Con Primero Sueño principia una actitud: la confrontación del alma solitaria ante el universo, que más tarde, desde el romanticismo, será el eje espiritual de la poesía de Occidente.

Conclusión

La obra de sor Juana no se abre a la acción ni a la contemplación sino al conocimiento. En realidad, dista mucho de ser una obra mística. A diferencia de la obra de santa Teresa de Jesús, que pretende fusionarse con lo divino, sor Juana forma parte del mismo universo. El conocimiento a que aspiraba no era el saber que podía darle la religión. Sus afanes intelectuales y morales están muy lejos de santa Teresa o de san Juan de la Cruz. Ella no quiere anular su entendimiento sino aguzarlo; no busca que la penetre la luz divina, sino que quiere penetrar, con la luz de su razón, el opaco misterio de las cosas. Es difícil definir con exactitud qué clase de conocimiento era el que buscaba. Desde luego no se proponía la unión con Dios. En Primero Sueño distinguimos dos especies de saber: uno, de estirpe neoplatónica, consiste en la contemplación de la máquina del Universo. El otro corresponde a un saber enciclopédico: conocer los secretos de cada ciencia particular y los engarces que unen las unas a las otras.

En la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz aparece aún más nítidamente cuál es el saber que anhela: el de este mundo.

Sor Juana no sigue el esquema tradicional y logra una obra absolutamente original por el asunto y por el fondo de su poema. Su aportación a la literatura de la época es extremadamente clara: con su ingenio y originalidad logra dar un giro a los temas tradicionales que ya se habían visto en otros autores. Defensora a ultranza de los derechos de la mujer a una vida plena, esta mujer autodidacta llamada por muchos «décima musa» supo brillar gracias a su talento y hacerse un hueco entre autores como Góngora y Quevedo. Su obra pertenece a lo mejor del barroco hispánico, pero en su poesía lírica hallamos gran sensibilidad y sobre todo inteligencia que han hecho de Juana de Asbaje una gran poetisa. Nos hemos acercado a ella para tratar de discernir

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qué o quienes han sido sus fuentes, y sobre todo hemos acertado a conocer su elevado espíritu, su mundo interior, su estilo y, en definitiva, su obra poética.

El «bien» se refiere al don más preciado que puede dar un amante a su amada o viceversa. En este caso es «esquivo» porque el amor solamente existe en la mente de sor Juana Inés de la Cruz.

Sor Juana Inés de la Cruz combina la palabra reproduciendo nuevamente temas antiguos, pero su talento le permite renovarlos, con gracia y originalidad.

Octavio Paz señala que Primero Sueño es el poema más personal de sor Juana que revela una clara influencia gongorina. cit. Jaime Delgado, Sor Juana: vida obra y sociedad, según Octavio Paz.

Así lo dice Octavio Paz en Generaciones y semblanzas, México en la obra de Octavio Paz, II, letras mexicanas, Fondo de cultura económica, 1987, México.

Esta creencia es muy antigua: el alma se separa del cuerpo durante el sueño. Podríamos relacionarlo con la idea actual del «viaje astral».

POEMAS DE SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ:

ÍNDICE

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DETENTE SOMBRA

Detente, sombra de mi bien esquivo,imagen del hechizo que más quiero,bella ilusión por quien alegre muero,dulce ficción por quien penosa vivo.

Si al imán de tus gracias, atractivo,sirve mi pecho de obediente acero,¿para qué me enamoras lisonjerosi has de burlarme luego fugitivo?

Mas blasonar no puedes, satisfecho,de que triunfa de mí tu tiranía:

que aunque dejas burlado el lazo estrecho

que tu forma fantástica ceñía,poco importa burlar brazos y pecho

si te labra prisión mi fantasía. 

REDONDILLAS

Hombres necios que acusáisa la mujer, sin razón,

sin ver que sois la ocasiónde lo mismo que culpáis;

si con ansia sin igualsolicitáis su desdén,

por qué queréis que obren biensi las incitáis al mal?

Combatís su resistenciay luego, con gravedad,decís que fue liviandadlo que hizo la diligencia.

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Parecer quiere el denuedode vuestro parecer loco,al niño que pone el cocoy luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,hallar a la que buscáis

para prentendida, Thais,y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raroque el que, falto de consejo,él mismo empaña el espejoy siente que no esté claro?

Con el favor y el desdéntenéis condición igual,

quejándoos, si os tratan mal,burlándoos, si os quieren bien.

Opinión, ninguna gana,pues la que más se recata,si no os admite, es ingrata,y si os admite, es liviana.

Siempre tan necios andáisque, con desigual nivel,a una culpáis por cruel

y a otra por fácil culpáis.

¿Pues como ha de estar templadala que vuestro amor pretende?,

¿si la que es ingrata ofende,y la que es fácil enfada?

Mas, entre el enfado y la penaque vuestro gusto refiere,

bien haya la que no os quierey quejaos en hora buena.

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Dan vuestras amantes penasa sus libertades alas,

y después de hacerlas malaslas queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenidoen una pasión errada:la que cae de rogada,

o el que ruega de caído?

¿O cuál es de más culpar,aunque cualquiera mal haga;

la que peca por la pagao el que paga por pecar?

¿Pues, para qué os espantáisde la culpa que tenéis?

Queredlas cual las hacéiso hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,y después, con más razón,

acusaréis la aficiónde la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundoque lidia vuestra arrogancia,pues en promesa e instancia

juntáis diablo, carne y mundo.

FINJAMOS QUE SOY FELIZ

Finjamos que soy feliz,triste pensamiento, un rato;quizá prodréis persuadirme,

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aunque yo sé lo contrario,que pues sólo en la aprehensión

dicen que estriban los daños,si os imagináis dichoso

no seréis tan desdichado.

Sírvame el entendimientoalguna vez de descanso, 

y no siempre esté el ingeniocon el provecho encontrado.Todo el mundo es opiniones

de pareceres tan varios,que lo que el uno que es negroel otro prueba que es blanco.

A unos sirve de atractivolo que otro concibe enfado;

y lo que éste por alivio,aquél tiene por trabajo.

El que está triste, censuraal alegre de liviano;

y el que esta alegre se burlade ver al triste penando.

Los dos filósofos griegosbien esta verdad probaron:pues lo que en el uno risa,causaba en el otro llanto.

Célebre su oposiciónha sido por siglos tantos,sin que cuál acertó, esté hasta agora averiguado.

Antes, en sus dos banderasel mundo todo alistado,

conforme el humor le dicta,sigue cada cual el bando.

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Uno dice que de risasólo es digno el mundo vario;

y otro, que sus infortuniosson sólo para llorados.

Para todo se halla pruebay razón en qué fundarlo;

y no hay razón para nada,de haber razón para tanto.

Todos son iguales jueces;y siendo iguales y varios,

no hay quien pueda decidircuál es lo más acertado.

Pues, si no hay quien lo sentencie,¿por qué pensáis, vos, errado,

que os cometió Dios a vosla decisión de los casos?

O ¿por qué, contra vos mismo,severamente inhumano,

entre lo amargo y lo dulce,queréis elegir lo amargo?

Si es mío mi entendimiento,¿por qué siempre he de encontrarlo

tan torpe para el alivio,tan agudo para el daño?

El discurso es un aceroque sirve para ambos cabos:de dar muerte, por la punta,por el pomo, de resguardo.

Si vos, sabiendo el peligroqueréis por la punta usarlo,

¿qué culpa tiene el acerodel mal uso de la mano?

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No es saber, saber hacerdiscursos sutiles, vanos;

que el saber consiste sóloen elegir lo más sano.

Especular las desdichasy examinar los presagios,sólo sirve de que el malcrezca con anticiparlo.

En los trabajos futuros,la atención, sutilizando,

más formidable que el riesgosuele fingir el amago.

Qué feliz es la ignoranciadel que, indoctamente sabio,

halla de lo que padece,en lo que ignora, sagrado!

No siempre suben segurosvuelos del ingenio osados,

que buscan trono en el fuegoy hallan sepulcro en el llanto.

También es vicio el saber,que si no se va atajando,cuando menos se conocees más nocivo el estrago;y si el vuelo no le abaten,

en sutilezas cebado,por cuidar de lo curioso

olvida lo necesario.

Si culta mano no impidecrecer al árbol copado,

quita la sustancia al frutola locura de los ramos.

Si andar a nave ligera

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no estorba lastre pesado,sirve el vuelo de que sea

el precipicio más alto.

En amenidad inútil,¿qué importa al florido campo,

si no halla fruto el otoño,que ostente flores el mayo?

¿De qué sirve al ingenioel producir muchos partos,

si a la multitud se sigueel malogro de abortarlos?

Y a esta desdicha por fuerzaha de seguirse el fracasode quedar el que produce,si no muerto, lastimado.

El ingenio es como el fuego,que, con la materia ingrato,

tanto la consume máscuando él se ostenta más claro.

Es de su propio Señortan rebelado vasallo,

que convierte en sus ofensaslas armas de su resguardo.

Este pésimo ejercicio,este duro afán pesado,

a los ojos de los hombresdio Dios para ejercitarlos.

¿Qué loca ambición nos llevade nosotros olvidados?Si es para vivir tan poco,

¿de qué sirve saber tanto?¡Oh, si como hay de saber,

hubiera algún seminario

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o escuela donde a ignorarse enseñaran los trabajos!

¡Qué felizmente vivierael que, flojamente cauto,

burlara las amenazasdel influjo de los astros!

Aprendamos a ignorar,pensamiento, pues hallamos

que cuanto añado al discurso,tanto le usurpo a los años.

PUES ESTOY CONDENADA

Pues estoy condenada,Fabio, a la muerte, por decreto tuyo,

y la sentencia airadani la apelo, resisto ni la huyo,

óyeme, que no hay reo tan culpadoa quien el confesar le sea negado.

Porque te han informado,dices, de que mi pecho te ha ofendido,

me has, fiero, condenado.¿Y pueden, en tu pecho endurecido

más la noticia incierta, que no es ciencia,que de tantas verdades la experiencia?

Si a otros crédito has dado,Fabio, ¿por qué a tus ojos se lo niegas,

y el sentido trocadode la ley, al cordel mi cuello entregas,

pues liberal me amplías los rigoresy avaro me restringes los favores?

Si a otros ojos he visto,

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mátenme, Fabio, tus airados ojos;si a otro cariño asisto,

asístanme implacables tus enojos;y si otro amor del tuyo me divierte,

tú, que has sido mi vida, me des muerte.

Si a otro, alegre, he mirado,nunca alegre me mires ni te vea;

si le hablé con agrado,eterno desagrado en ti posea;

y si otro amor inquieta mi sentido,sáqueseme el alma tú, que mi alma has sido.

Mas, supuesto que muero,sin resistir a mi infeliz suerte,

que me des sólo quierolicencia de que escoja yo mi muerte;deja la muerte a mi elección medida,

pues en la tuya pongo yo la vida.

ESTA TARDE MI BIEN

Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba,como en tu rostro y tus acciones vía

que con palabras no te persuadía,que el corazón me vieses deseaba;

y Amor, que mis intentos ayudaba,venció lo que imposible parecía:

pues entre el llanto, que el dolor vertía,el corazón deshecho destilaba.

Baste ya de rigores, mi bien, baste:no te atormenten más celos tiranos,ni el vil recelo tu inquietud contraste

con sombras necias, con indicios vanos,

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pues ya en líquido humor viste y tocastemi corazón deshecho entre tus manos.

ESTOS VERSOS LECTOR MÍO

Estos versos, lector mío,que a tu deleite consagro,y sólo tienen de buenos

conocer yo que son malos,ni disputártelos quiero,

ni quiero recomendarlos,porque eso fuera querer

hacer de ellos mucho caso.

No agradecido te busco:pues no debes, bien mirado,

estimar lo que yo nuncajuzgué que fuera a tus manos.

En tu libertad te pongo,si quisieres censurarlos;

pues de que, al cabo, te estásen ella, estoy muy al cabo.

No hay cosa más libre que el entendimiento humano;

pues lo que Dios no violenta,por qué yo he de violentarlo?

Di cuanto quisieres de ellos,que, cuanto más inhumanome los mordieres, entoncesme quedas más obligado,pues le debes a mi musa

el más sazonado plato(que es el murmurar), según

un adagio cortesano.Y siempre te sirvo, pues,

o te agrado, o no te agrado:

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si te agrado, te diviertes;murmuras, si no te cuadro.

Bien pudiera yo decirtepor disculpa, que no ha dado

lugar para corregirlosla priesa de los traslados;que van de diversas letras,

y que algunos, de muchachos,matan de suerte el sentidoque es cadáver el vocablo;

y que, cuando los he hecho,ha sido en el corto espacio

que ferian al ocio lasprecisiones de mi estado;

que tengo poca saludy continuos embarazos,

tales, que aun diciendo esto,llevo la pluma trotando.

Pero todo eso no sirve,pues pensarás que me jactode que quizá fueran buenosa haberlos hecho despacio;y no quiero que tal creas,sino sólo que es el darlos

a la luz, tan sólo porobedecer un mandato.

Esto es, si gustas creerlo,que sobre eso no me mato,pues al cabo harás lo que

se te pusiere en los cascos.Y adiós, que esto no es más de

darte la muestra del paño:si no te agrada la pieza,

no desenvuelvas el fardo.

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YA QUE PARA DESPEDIRME

Ya que para despedirme,dulce idolatrado dueño,

ni me da licencia el llantoni me da lugar el tiempo,

háblente los tristes rasgos,entre lastimosos ecos,

de mi triste pluma, nuncacon más justa causa negros.

Y aun ésta te hablará torpecon las lágrimas que vierto,porque va borrando el agualo que va dictando el fuego.

Hablar me impiden mis ojos;y es que se anticipan ellos,viendo lo que he de decirte,

a decírtelo primero.

Oye la elocuencia mudaque hay en mi dolor, sirviendo

los suspiros, de palabras,las lágrimas, de conceptos.

Mira la fiera borrascaque pasa en el mar del pecho,

donde zozobran, turbados, mis confusos pensamientos.

Mira cómo ya el vivir

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me sirve de afán grosero;que se avergüenza la vidade durarme tanto tiempo.

Mira la muerte, que esquivahuye porque la deseo;

que aun la muerte, si es buscada,se quiere subir de precio.

Mira cómo el cuerpo amante,rendido a tanto tormento,

siendo en lo demás cadáver,sólo en el sentir es cuerpo.

Mira cómo el alma mismaaun teme, en su ser exento,

que quiera el dolor violarla inmunidad de lo eterno.

En lágrimas y suspirosalma y corazón a un tiempo,aquél se convierte en agua,y ésta se resuelve en viento.

Ya no me sirve de vidaesta vida que poseo,

sino de condición solanecesaria al sentimiento.

Mas, por qué gasto razonesen contar mi pena y dejo

de decir lo que es preciso,por decir lo que estás viendo?

En fin, te vas, ay de mi!Dudosamente lo pienso:

pues si es verdad, no estoy viva,y si viva, no lo creo.

Posible es que ha de haber día

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tan infausto, funesto,en que sin ver yo las tuyasesparza sus luces Febo?

Posible es que ha de llegarel rigor a tan severo,

que no ha de darle tu vistaa mis pesares aliento?

Ay, mi bien, ay prenda mía,dulce fin de mis deseos!

Por qué me llevas el alma,dejándome el sentimiento?

Mira que es contradicciónque no cabe en un sujeto,tanta muerte en una vida,tanto dolor en un muerto.

Mas ya que es preciso, ay triste!,en mi infeliz suceso,

ni vivir con la esperanza,ni morir con el tormento,

dame algún consuelo túen el dolor que padezco;y quien en el suyo muere,viva siquiera en tu pecho.

No te olvides que te adoro,y sírvante de recuerdo

las finezas que me debes,si no las prendas que tengo.

Acuérdate que mi amor,haciendo gala de riesgo,

sólo por atropellarlose alegraba de tenerlo.

Y si mi amor no es bastante,

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el tuyo mismo te acuerdo,que no es poco empeño haber

empezado ya en empeño.

Acuérdate, señor mío,de tus nobles juramentos;

y lo que juró la bocano lo desmientan tus hechos.

Y perdona si en temermi agravio, mi bien, te ofendo,

que no es dolor, el dolorque se contiene atento.

Y adiós; que con el ahogoque me embarga los alientos,

ni sé ya lo que te digoni lo que te escribo leo.

DIME VENCEDOR RAPAZ

Dime vencedor Rapaz,vencido de mi constancia,

¿Qué ha sacado tu arroganciade alterar mi firme paz?

Que aunque de vencer capazes la punta de tu arpón,

¿qué importa el tiro violento,si a pesar del vencimiento

queda viva la razón?

Tienes grande señorío;pero tu jurisdicción

domina la inclinación,mas no pasa el albedrío.

Y así librarme confíode tu loco atrevimiento,

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pues aunque rendida sientoy presa la libertad,

se rinde la voluntadpero no el consentimiento.

En dos partes divididatengo el alma en confusión:

una, esclava a la pasión,y otra, a la razón medida.Guerra civil, encendida,

aflige el pecho importuna:quiere vencer cada una,

y entre fortunas tan varias,morirán ambas contrarias

pero vencerá ninguna.

Cuando fuera, Amor, te vía,no merecí de ti palma;

y hoy, que estás dentro del alma,es resistir valentía.

Córrase, pues, tu porfía,de los triunfos que te gano:pues cuando ocupas, tirano,

el alma, sin resistillo,tienes vencido el Castilloe invencible el Castellano.

Invicta razón alientaarmas contra tu vil saña,

y el pecho es corta campañaa batalla tan sangrienta.

Y así, Amor, en vano intentatu esfuerzo loco ofenderme:pues podré decir, al verme

expirar sin entregarme,que conseguiste matarmemas no pudiste vencerme.

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COGIÓME SIN PREVENCIÓN

Cogióme sin prevenciónAmor, astuto y tirano:con capa de cortesano

se me entró en el corazón.Descuidada la razón

y sin armas los sentidos,dieron puerta inadvertidos;y él, por lograr sus enojos,

mientras suspendió los ojosme salteó los oídos.

Disfrazado entró y mañoso;mas ya que dentro se vio

del Paladión, salióde aquel disfraz engañoso;

y, con ánimo furioso,tomando las armas luego,

se descubrió astuto Griegoque, iras brotando y furores,

matando los defensores,puso a toda el Alma fuego.

Y buscando sus violenciasen ella al príamo fuerte,

dio al Entendimiento muerte,que era Rey de las potencias;

y sin hacer diferenciasde real o plebeya grey,haciendo general ley

murieron a sus puñaleslos discursos racionales

porque eran hijos del Rey.

A Casandra su fierezabuscó, y con modos tiranos,

ató a la Razón las manos,que era del Alma princesa.

En prisiones su belleza

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de soldados atrevidos,lamenta los no creídosdesastres que adivinó,

pues por más voces que diono la oyeron los sentidos.

Todo el palacio abrasadose ve, todo destruido;

Deifobo allí mal herido,aquí Paris maltratado.

Prende también su cuidadola modestia en Polixena;

y en medio de tanta pena,tanta muerte y confusión,

a la ilícita aficiónsólo reserva en Elena.

Ya la Ciudad, que vecinafue al Cielo, con tanto arder,

sólo guarda de su servestigios, en su ruina.

Todo el amor lo extermina;y con ardiente furor,

sólo se oye, entre el rumorcon que su crueldad apoya:"Aquí yace un Alma Troya

¡Victoria por el Amor!"

ESTE AMOROSO TORMENTO

Este amoroso tormento que en mi corazón se ve, se que lo siento y no se 

la causa porque lo siento 

Siento una grave agonía 

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por lograr un devaneo, que empieza como deseo 

y para en melancolía. 

y cuando con mas terneza mi infeliz estado lloro 

se que estoy triste e ignoro la causa de mi tristeza. " 

Siento un anhelo tirano por la ocasión a que aspiro, 

y cuando cerca la miro yo misma aparto la mano. Porque si acaso se ofrece, después de tanto desvelo 

la desazona el recelo o el susto la desvanece. 

Y si alguna vez sin susto consigo tal posesión 

(cualquiera) leve ocasión me malogra todo el gusto. 

Siento mal del mismo bien con receloso temor 

y me obliga el mismo amor tal vez a mostrar desdén. 

VERDE EMBELESO

Verde embeleso de la vida humana,loca esperanza, frenesí dorado,

sueño de los despiertos intrincado,como de sueños, de tesoros vana;

alma del mundo, senectud lozana,decrépito verdor imaginado;

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el hoy de los dichosos esperado,y de los desdichados el mañana:

sigan tu sombra en busca de tu díalos que, con verdes vidrios por anteojos,

todo lo ven pintado a su deseo;

que yo, más cuerda en la fortuna mía,tengo en entrambas manos ambos ojos

y solamente lo que toco veo.