Poesia Reunida

7/24/2019 Poesia Reunida

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Yeats, proteico y en continua evolución, ofrece una obra coherente y tan variada comoúnica: lo popular y lo elevado, lo íntimo y lo colectivo, lo sobrenatural y lo político, lasraíces y la mirada al futuro, lo atemporal y la historia se unen en esas espirales que el poeta integró en su cosmovisión. La traducción que aquí se presenta es el resultado demuchos años de trabao y tambi!n "esperamos que el lector pueda apreciarlo" de unaintensidad de esfuer#o que el mero transcurso temporal es incapa# de medir. $unca hastala fecha se había abordado la traducción completa de la poesía de Yeats a nuestra lengua.



William Butler Yeats

Poesía reunidaePub r1.0

AlNoah 04.02.14



%illiam &utler Yeats, '()(

*raducción: +ntonio ivero *aravillo

-iseño de portada: ditorial

ditor digital: +l$oah

scaneo y e/ub original: &lo0

e/ub base r).(



PrólogoEL HOMBRE

1io y hermano de pintores, perteneciente a la minoría protestante de su patria

representada por la 2glesia de 2rlanda, %illiam &utler Yeats 3)4567)898 abra#ó duranteun tiempo la causa del nacionalismo irland!s y, en raro maridae, unió a sus preocupaciones por la mitología de su país la inclinación por otras imaginerías y mitos,antiguos pero remodelados a su antoo, que llevó a la intrincada multiplicidad de temas ysentidos por la que se caracteri#a su e;tensa obra. n !l, como escribió Luis <ernuda, noshallamos en presencia de un gran poeta. =Y no sólo de un gran poeta, sino de un hombree;cepcional cuya actividad, tanto en la vida como en la poesía, resulta eemplar y puede por lo tanto, y debe, ser guía para otros.>

-e niño, pasó largas temporadas en el ?ligo de su familia materna, los /olle;fen, lascuales alternó con otras transcurridas en Londres. @ohn ABLeary lo inició en las

traducciones de la literatura vernCcula irlandesa, y se familiari#ó con los te;tos de?tandish @ames ABDrady, *homas -avis, ?amuel Eerguson y @ames <larence Fangan,que, reelaborados, entrela#ó en su obra con leyendas y conseas escuchadas en el oeste de2rlanda.

Atra fuer#a que operó en !l fue el inter!s por las doctrinas esot!ricas, y formó parte de la-ublin 1ermetic ?ociety primero, despu!s militó entre los teósofos y llegó finalmente aser miembro de la rosacruciana 1ermetic Arder of the Dolden -aGn 3que tambi!n tuvosu influo en Eernando /essoa. <omo escribió ?eamus 1eaney, =su rutina diariacomprendía prCcticas y meditaciones basadas en las Hdisciplinas secretasB, tal como larutina diaria de los píos Iictorianos de su !poca comprendía los ritos y re#os del

cristianismo>.n )448 conoció a la que sería musa de muchos de sus poemas, la revolucionaria FaudDonne, para quien escribiría su obra de teatro La condesa Cathleen 3)48', al año de proponerle matrimonio por ve# primera 3lo hi#o varias veces mCs, cosechando lascorrespondientes e invariables negativas. @unto a su inter!s por la <Cbala y la astrología,y sus lecturas de &la0e 3cuyas obras editó en )48)7)489, ?Gedenborg y &Jhme, animóel llamado renacimiento literario irland!s, que tuvo en )489 una fecha emblemCtica conla fundación de <onradh na Daeilge, la Liga Da!lica. se mismo año publicó Elcrepúsculo celta, donde da cabida al mundo sobrenatural de las hadas, que se filtra en no pocas de sus pCginas.

/rovidencial en su carrera fue el encuentro con Lady +ugusta Dregory, la autora deCuchulain de Muirthemne, en )48K, a quien visitó dos años despu!s en su mansión de<oole /ar0, en el condado de DalGay, donde fue acogido durante largos períodos en losaños siguientes. Lady Dregory le prestó ademCs el dinero que le permitió abandonar losescritos periodísticos con los que hasta entonces se había ganado, mCs mal que bien, lavida.



Eundador del dublin!s *eatro de la +badía, Cathleen Ni Houlihan 3)8(' es una obra deteatro en la que Faud Donne interpretó a la protagonista, trasunto o personificación de2rlanda, lo que no impidió que al año siguiente ella casara con @ohn Fac7&ride en unefímero matrimonio que se rompió en )8(K. +nte los recha#os de Donne, retomó unarelación interrumpida con Alivia ?ha0espear, prima de Lionel @ohnson y cuya hermana

-orothy se casaría en )8)K con #ra /ound, que de )8)9 a )8)5 actuó como secretariode Yeats. $o contento con ser recha#ado una ve# mCs por Donne, pidió en matrimonio ala hia de !sta, 2seult, y las calaba#as de la oven lo arroaron a los bra#os de Deorgie1yde Lees, a quien casi doblaba en edad. ?e casaron en )8).

Deorgie cultivaba la escritura automCtica, lo mediúmnico, y el libro de Yeats Una visión 3)8'6, pero edición revisada de )89 no es entendible sin el concurso y la influencia deella. n )8'9 obtuvo el /remio $obel de Literatura, el primero que obtenía un autorirland!s. l '4 de febrero de )898 murió en oquebrune 3Erancia, en =un día oscuro yfrío>, como re#a el verso de %. 1. +uden en el poema que dedicara a su memoria.

EL POETAl primer libro que integra la obra po!tica de Yeats es Las errancias de Oisin 3)448, enel que intervienen san /atricio, evangeli#ador de 2rlanda y patrón de la mismaM Aisin, porotro nombre AssiCn 3populari#ado por las reelaboraciones dieciochescas de FacphersonMAscar 3de donde recibe el nombre Ascar %ilde y varios otros h!roes fenianos 3los de bandas de guerreros y ca#adores que tenían por caudillo al padre de Aisin, EinnFac<umhaill. s un poema que hunde sus raíces en la mitología irlandesa, con pueblosde los que se habla en el Lebor gabála o Libro de las conquistas, como los irbolg o los!uatha "# "anann 3que el poeta escribe danaan, y tambi!n de la ama oa, la cortedel rey <onchobar a la que pertenece ese campeón, <uchulain, que serC recurrente en su

obra posterior.Le sucederC Encruci$adas 3)448, que no fue publicado nunca como volumen e;ento,sino que agrupa composiciones recogidas en %oemas 3)8'6. Ia dedicado a +, el poeta, pintor y místico Deorge ussell. *ras algunos poemas ambientados en la antigua 2ndia3pesaba en !l el prestigio de las Upanishads y otros te;tos religiosos, =l niño robado>es el primero de los poemas populares o baladas que se harCn frecuentes en la poesíayeatsiana. -os poemas de esta colección han adquirido popularidad como canciones: elcitado =l niño robado> en la vo# de Loreena FcNenitt, y =/or las saucedas abao> en lasde los componentes de grupos e int!rpretes tradicionales como <lannad o FauraAB<onnell o el gran tenor @ohn Fc<ormac0, por eemplo. <omparecen aquí los olaves 3poetas c!lticos, como en algún poema posterior lo harCn los rainn o estrofas de laliteratura ga!lica o el ogham, ese alfabeto primitivo irland!s que se nombra en =Los dosreyes>.

n La rosa 3)489 hallamos la simbología que continuarC en su siguiente libro. ?egúnFaud Donne, Yeats quería aludir con este símbolo a ella misma, y mediante ella, a2rlanda. +sí no es de e;trañar que est!n presentes figuras del pasado legendario de la isla.*ambi!n se incluyen en este poemario pie#as mil veces antologadas como =La isla en ellago de 2nnisfree> o =<uando seas viea>, que es eco de uno de los sonetos de onsard a



lena 3precisamente Yeats compara a Faud Donne con la 1elena hom!rica en varios poemas, así como dos poemas concebidos para su obra dramCtica La condesa Cathleen,a cuyo estreno asistió un @ames @oyce de diecisiete años: =La condesa <athleen en el/araíso> y =OPui!n va con EergusQ>.

Lo fe!rico encarna en muchos poemas de El viento entre los $uncos 3)488, dondeavistamos *ír na nRg, el /aís de los @óvenes, el otro mundo c!ltico que tanto compartecon el +valón artúrico. Sno de estos poemas, =La canción del errante +engus>, ha sidointerpretada, y con qu! sensibilidad, por <hristy FooreM uno de sus versos, ademCs, datítulo a Las doradas man&anas del sol , el conocido volumen de relatos de ay &radbury.

l título de la colección siguiente, En los siete bosques 3)8(K, se refiere a las arboledasque rodean la finca de <oole, perteneciente a Lady Dregory. 1ay en Yeats mucha presencia de la poesía topogrCfica hib!rnica conocida como "indsenchas, y no es e;traño por tanto que se mencione la colina de *ara, secular sede de los reyes supremos de2rlanda. Yeats la califica de =arrasada> porque en )8(' se reali#aron en ella e;cavacionesa cargo de un grupo de chalados que creían que allí se hallaba el +rca de la +lian#a. /eroen Yeats hay siempre geografía e historiaM así, una alusión a duardo I22, que fuecoronado tambi!n en )8('.

El 'elmo verde ' otros poemas 3)8)( menciona a <raobhin +oibhinn, -ouglas 1yde,estudioso y traductor del ga!lico que de )894 a )8K6 llegaría a ser el primer presidente dela epública irlandesa 3de su precedente, el stado Libre de 2rlanda, llegó a ser senadorYeats en )8''. Y encierra ese gran poema de amor y perdón, de aceptación de lo fatal,que es =?in otra *roya>, un soneto tan truncado como imposible y nunca consumada fuela relación con Faud Donne.

Iiene a continuación (esponsabilidades 3)8)K, un libro que se alea de la ensoñación y

el simbolismo para hundirse en la realidad mCs incómoda de su patria y su fariseísmo. n=La roca gris> nos asomamos al <heshire <heese, un pub londinense frecuentado pormuchos escritores a lo largo de los siglos, desde ?amuel @ohnson a <ernuda. Yeatscompartió en !l tertulia con los poetas integrados en el denominado hymersB <lub:rnest -oGson, Lionel @ohnson, +rthur ?ymons y otros. ntre los nombres del poemaque el lector agradecerC conocer estC Doban 3o Doibniu, el herrero de los !uatha "# "anann. n otro aparecen los nombres populares y peyorativos, algo así como Eulano yFengana, de /atric0 y &ridget 3/audeen y &iddy, en contraposición a los valoresaristocrCticos encarnados por el mecenas ?ir 1ugh Lane 3sobrino de Lady Dregory. ncuanto a @ohn ABLeary, fue una figura destacada de la 2rish epublican &rotherhood 3unaorgani#ación independentista a la que perteneció brevemente Yeats, arrastrado por Faud

Done, como nacionalistas fueron otros personaes mencionados. + otro dirigente serefiere en =Sn espectro>: @ames ?teGart /arnell, muerto en )48) y enterrado en elcementerio de Dlasnevin, en -ublín. n =+ una niña> y el poema siguiente aparece2seult, la hia de Faud Donne. n =+migas>, Yeats se refiere por este orden a Alivia?ha0espear, a Lady Dregory y a la ubicua Faud Donne.

Iamos llegando al período de madure# del poeta. Los cisnes salva$es de Coole 3)8)8rinde homenae al hio único de Lady +ugusta Dregory, obert Dregory, piloto militar



caído sobre 2talia en la primera guerra mundial, en sendos poemas: =Sn aviador irland!s prev! su muerte> y el dialogado =/astor y cabrero> 3neoplatónico como era, Yeats optanumerosas veces por el poema como diClogo. *ambi!n se honra a @ohn Fillington?ynge, autor de !he %la'bo' o the )estern )orld y a Deorge /olle;fen, tío materno deYeats. =?obre una dama agoni#ante> se ocupa de Fabel &eardsley, hermana del pintor

+ubrey &eardsley 3ambos miembros del hymersB <lub. =Sna oración para entrar en micasa> alude a la residencia del poeta en *hoor &allylee, recia torre normanda cercana a<oole /ar0 que Yeats adquirió en )8). n =Las fases de la luna> emplea dos personaesficticios para su diClogo ya aparecidos en el relato =osa alchemica> 3)48, uno de loscuales, Fichael obartes, se convertirC en una recurrente mCscara. s un te;to en el queya hallamos, embrionario, el mundo de Una visión, donde obartes pasarC por ser eldescubridor de la filosofía de una secta mesopotCmica.

n el siguiente poemario Yeats retoma este personae ficticio en Michael (obartes ' labailarina 3)8'). +parece tambi!n aquí uno de los mCs conocidos poemas de toda la obrade Yeats: =/ascua de )8)5>, que versa sobre el Levantamiento que el 'K de abril de eseaño proclamó infructuosamente la epública irlandesa y fue aplastado, siendo la mayoríade sus cabecillas eecutados 3Deorge &ernard ?haG publicó una carta en la que deplorabalos fusilamientos y defendía para los apresados el status de prisioneros de guerra. /or el poema y los siguientes desfilan <onstance Dore7&ooth Far0ieGic#, /adraic /earse,*homas Fac-onagh, @ohn Fac&ride 3e; marido de Faud Donne o @ames <onnolly, queestuvo al frente de los al#ados en la <entral de <orreos y fue posteriormente acribilladoamarrado en una silla, dado que sus heridas no le permitían tenerse en pie. + Yeats letorturó la sospecha de que con sus poemas y cultivo de una mitología autóctona redivivahubiera, sin propon!rselo, empuado a aquellos hombres a la muerte. s, ademCs, un poema al que Yeats dota de un latente simbolismo numerológico: la primera estrofa y latercera tienen )5 versos 3)5 era el año y el número de dirigentes eecutadosM la segunda ycuarta, 'K 3el día del mes en que se produo el al#amiento.

La torre 3)8'4 estC considerada por muchos como la obra maestra de Yeats, dondealcan#a la plenitud de sus facultades. l libro comien#a, desde luego, con una pie#adifícilmente superable, =umbo a &i#ancio>. n el poema =La torre> se menciona a1anrahan el oo, protagonista de algunos de los relatos de Yeats y de un poema que fueel favorito de Faud Donne. Los impresionantes poemas de =Feditaciones en tiempo deguerra civil> fueron escritos durante el conflicto que a partir de unio de )8'' enfrentó alos seguidores del stado Libre 2rland!s con los contrarios al tratado anglo7irland!s quemantenía seis condados del Slster como parte del eino Snido. ?iempre imbricando suobra de lo místico o mCgico, nombra a @acques Folay, Dran Faestre de los templarios,muerto en )9)K. Edipo en Colono de ?óflocles se representó en adaptación de Yeats en el

+bbey *heatre el )' de septiembre de )8', y algunos versos fueron a nutrir el libro.=Los tres monumentos> se refiere a las estatuas de $elson, /arnell y -aniel AB<onnell en-ublín.

La escalera de caracol ' otros poemas 3)899 presenta la particularidad de que uno de los poemas, =n memoria de va Dore7&ooth y <on Far0ieGic#> fue escrito en ?evilla ennoviembre de )8' cuando Yeats visitó spaña 3entró por Dibraltar y salió por &arcelona,rumbo a la <osta +#ul. Las dos hermanas eran hias del barón de Lissadell. <asada con



un conde polaco, <onstance participó como hemos visto en el Levantamiento de /ascua3se salvó de ser eecutada gracias a ser muer y murió pocos meses antes de la redaccióndel poema 3su hermana va había fallecido el año anterior. l aftery al que semenciona era el poeta ciego que recorrió DalGay a principios del siglo T2T y para el queLady Dregory y otros erigieron una lCpida conmemorativa en )8((. +nne Dregory era

una de las tres hias de obert Dregory, y por tanto nieta de la benefactora de Yeats. /orlo que hace a Fohini <hatteree, fue un brahmCn perteneciente a la ?ociedad *eosóficade Fadame &lavats0y. =Los instructores desconocidos> son para el poeta los espíritusque comunicaron con !l y su esposa desde )8).

*ras Luna llena de mar&o 3)896, donde aparecen una ve# mCs personaes históricos ylegendarios 3como el amante altomedieval ibh, Yeats dio a la estampa Nuevas %oes*as 3)894. =oger <asement> y =l fantasma de oger <asement> son poemas sobre uno delos h!roes del independentismo irland!s, que aparece en la novela Nadan dos chicos de@amie AB$eill 3unto con otros protagonistas del Levantamiento de /ascua que asimismoconcurren en poemas yeatsianos y es el protagonista de la esperada novela de FarioIargas Llosa El sue+o del celta.

La última entrega de Yeats es el resultado de la ordenación que el poeta hi#o de susúltimos escritos dos semanas antes de morir. Los te;tos líricos se publicaron el mismoaño de )898 unto con las obras de teatro La muerte de Cuchulain y %urgatorio. 1ay aquíun poema al monte que domina la iglesia de ?ligo vinculada a su familia, y en cuyocementerio de -rumcliff yacen hoy los restos del poeta, haciendo realidad la sección I2del poema. n este libro se alude a la protagonista de La ,ru$a del -tlas de ?helley, peronadie busque la identidad de @ohn Ninsella o Fary Foore que dan título a uno de los poemas, pues son, como en tantas otras ocasiones, invenciones de Yeats.

/or su parte, los tres últimos poemas que se incluyen en el volumen aparecieron en la

colección de prosas .obre la caldera, publicada póstumamente en el otoño de )898.

Yeats, proteico y en continua evolución, ofrece una coherencia última que cristali#a enuna obra tan variada como única: lo popular y lo elevado, lo íntimo y lo colectivo, losobrenatural y lo político, las raíces y la mirada al futuro, lo atemporal y la historia seunen en esas espirales que el poeta integró en su cosmovisión. Y son espirales dinCmicas,en movimiento. La meor poesía de Yeats, como la gran poesía en general, encierratensiones, como la que aflora en =/ascua de )8)5> o =/olítica>, donde lo individual secru#a con lo general, las grandes fechas en letras de molde con las anotaciones a mano enla agenda propia. Sna tensión que es manifiesta en sus numerosos poemas dialogados,como el =-iClogo entre el ego y el alma>. s una interlocución que siempre estC presente:

incluso cuando parece cultivar lo mCs arbitrario e intransferible, como en su libro Unavisión, Yeats tiene en cuenta la tradición literaria y tradicional de su país, el fenómenovisionario conocido como aisling 3como ya observó -eclan Niberd.

ESTA E!"!#N

-os obetivos me he propuesto a la hora de verter estos poemas, ademCs, claro estC, demantener la fidelidad a lo e;presado: preservar la musicalidad de los originales y, al



mismo tiempo, dar idea de la variedad de metros y sones que emplea su autor, ese ritmoque ya fue subrayado en su día por Louis Fac$eice. $o en vano, Yeats leía sus poemascon entonación de bardo, como un rapsoda. 2gual hicieron &asil &unting o -ylan *homasen las grabaciones que tenemos de sus lecturas de poemas del irland!s.

La traducción que aquí presento es el resultado de muchos años de trabao y tambi!n " espero que el lector pueda apreciarlo" de una intensidad de esfuer#o que el merotranscurso temporal es incapa# de medir. <omo en el caso de ?ha0espeare, del quecomenc! a traducir para mí mismo algún soneto y acab! vertiendo toda su %oes*a, a los primeros versos que tradue de Yeats hace varios lustros se fueron añadiendo poco a pocootros que podrían dar, todos untos, para una antología de tamaño respetable. /ero en laoperación me di cuenta de que en un poeta de la talla de Yeats, y de su compleidad, unos poemas remiten a otras composiciones, unos versos son ecos de otros, separados pord!cadas, y los temas se repiten y metamorfosean 3como le sucede al +mergin de lamitología de su país. -ecidí por tanto, y con la complicidad de Fanuel &orrCs y losamigos de /re7*e;tos, embarcarme en la %oes*a reunida de %illiam &utler Yeats, no pequeña empresa.

Fencionaba antes a ?ha0espeare y es pertinente volver a hacerlo ahora: como !l, el $obel irland!s escribió mucho verso que no fue a parar a su =poesía>, sino a sus dramas3 La condesa Cathleen, El pa*s de nuestros anhelos, "eirdreU. Y tambi!n empleó elverso en tres poemas narrativos y dramCticos que, por su e;tensión y por su carCcter derelatos versificados, he preferido omitir aquí, en esta recopilación de su obra lírica: merefiero a La ve$e& de la reina Maeve/ ,aile ' -illinn y Las aguas sombr*as 3los dos primeros de )8(9 y el tercero de )8(5. ?í he incluido por su importancia y por sucarCcter pionero, de piedra angular, el mCs e;tenso de estos poemas narrativos basado enla tradición vernCcula irlandesa, Las errancias de Oisin, libro con el que Yeats, ya lohemos dicho, se convierte en poeta publicado en )448.

?i nunca hasta la fecha se había abordado la traducción completa de su poesía a nuestralengua, e;isten algunos títulos de Yeats traducidos al español, así como varias antologías.Libros e;entos son Encruci$adas 3traducción de 2bón Vubiaur, '((5, Los cisnes salva$esde Coole y La torre 3ambos vertidos por <arlos @im!ne# +rribas respectivamente en '((9y '((K. n cuanto a las antologías, !stas son %oemas 3versión de @aime EerrCn, )86, ytres libros que llevan id!ntico título, -ntolog*a po#tica 3traducción de nrique <aracciolo*reo, )84K y reedicionesM traducción de Fanuel ?oto, )88)M y traducción de -aniel+guirre, '((6. *odas estas ediciones he e;aminado, mCs muestras representativas acargo de Wlvaro os o Wngel up!re#. -e las traducciones a otras lenguas he podidoconsultar la parcial de Yves &onnefoy al franc!s 30uarantecinq %o#mes, Dallimard,

)848 y la completa de +riodante Farianni en italiano 3 L1Opera %o#tica, Fondadori,'((6. +demCs, grandes poetas de nuestra lengua han traducido algunos poemas suyos,como @uan amón @im!ne#, Luis <ernuda, @orge Duill!n, FariC Fanent, +lberto Dirri,@ordi -oceU

+quí sólo he podido dar una sucinta información, pero quien desee conocer mCs a fondola vida y la obra de %illiam &utler Yeats harC bien en leer el ya clCsico 2eats/ the Manand the Mas3s, de ichard llmann, y si aún quiere profundi#ar mCs puede abordar la



magna y muy recomendable biografía de . E. Eoster, )4 ,4 2eats4 - Lie, publicada endos tomos subtitulados respectivamente 54 !he -pprentice Mage y 554 !he -rch6%oet . n2nternet, naturalmente, son varios los recursos disponibles sobre nuestro poeta, pero porsu calidad y amplitud quisiera dear constancia aquí de la e;posición virtual que le dedicala &iblioteca $acional de 2rlanda: GGG.nli.ieXyeats

+$*A$2A 2IA *++I2LLA,

$avidad de '((8

http://www.nli.ie/yeats

http://www.nli.ie/yeats



LAS ERRAN"!AS E O!S!N$1%%&'

-ame el mundo si *ú quieres, mas conc!deme unasilo para mis afectos

*SLN+



+ dGin @. llis



L!BRO PR!MERO

.an %atricio. *ú que estCs combado, y calvo, y ciego,

con grave cora#ón y mente errCtica,

has conocido tres siglos, cantan los poetas,

de escarceos con una cosa demoníaca.

Oisin. *riste es recordar, enfermo, añoso,

las incontables lan#as veloces,

los inetes con su melena al viento,

y cuencos de cebada, miel y vino,

aquellas alegres pareas en el baile

y el cuerpo blanco que yacía unto al míoM

mas, aunque las palabras sean mCs leves que el aire,

el relato ha de enveecer como la luna errante.

<aoilte, y <onan y Einn allí estaban

cuando perseguíamos un ciervo con nuestra auría,

con &ran, ?ceolan y Lomair,

y pasando los túmulos de los irbolg

llegamos al cerro herboso con rocas apiladas

donde la apasionada Faeve estC p!trea

y hallamos en el borde gris perla del mar,

una dama de alcurnia, palidísima,

que montaba un caballo con bridas de bronce blancoM

y como una puesta de sol eran sus labios,

una puesta de sol tempestuosa sobre aciagas navesM

un color de cidra adumbraba su pelo,



mas una veste blanca flotaba hasta los pies,

y con centelleante carmesí resplandecían

numerosas figuras recamadasM

y estaba ceñida con una concha pClida

tr!mula como arroyos en estío,

según se henchía o no su suave seno.

.an %atricio: +ún naufragas en paganos sueños.

Oisin: =O/or qu! no hac!is sonar un cuerno,> dio ella,

=y a todo h!roe veo cabi#baoQ

$o estC mCs triste el ciervo sin astas

que muchos momentos serenos tuvo,

mCs acicalado que cualquier ratón de granero,

en su propia casa frondosa en el bosque

entre undosos campos de helechos:

la ca#a de los h!roes debería ser dichosa.>

=Ah, grata muer,> repuso Einn,

=pensamos en la esbo#ada urna de Ascar,

y en los h!roes muertos que yacen

en el llano de Dabhra que los cuervos cubrenM

mas, Odónde estCn tus nobles allegados,

y de qu! tierra vienes cabalgandoQ>

=Fi padre y mi madre son

+engus y dainM mi nombre, $iamh,

y mi país estC muy leos

allende el retumbar de esta marea.>



=OPu! sueño te trae, a qu! has venido

por feroces corrientes con pies llenos de espumaQ

OPui#Cs tu compañero se marchó

de donde aletean los pCaros de +engusQ>

ntonces ella pareció altiva y dulce:

=*odavía, rey fatigado de guerrear,

no me he prometido con ningún hombreM

mas ahora elio, pues estas cuatro patas

atravesaron la espuma y llegaron hasta aquí,

poder besar a tu hio.>

=O$o había nada meor que mi hio

para que atravesaras toda esa espumaQ>

=+ nadie am!, aunque imploraron reyes,

hasta que los poetas de los -anaan traeron

rimas que rimaban con el nombre de Aisin,

y ahora estoy mareada de pensar

en toda esa sabiduría y la fama

de batallas que libró su mano,

de historias que al#aron sus palabras

que son como asiCticas aves de colores

por la tarde en sus tierras sin lluvia.>

Ah, /atricio, por tu campana de latón,

que no hubo miembro mío que no cayera

en un desesperado abismo de amorZ

=?ólo me casar! contigo>, grit!,



=y compondr! mil canciones

y elevar! tu nombre sobre todos los demCs,

y cautivos atados con correas de cuero

se arrodillarCn alabCndote, uno a uno,

al anochecer en mi fortale#a occidental.>

=Fonta a mi lado, Aisin, y cabalga

a costas que baña la marea temblorosa,

donde el hombre no ha amontonado túmulos,

y los días pasan como una melodía caprichosa,

donde no se conoce que se incumpliera palabra,

y los arrebatos del primer amor amCs cesanM

y allí un ciento de perros te dar!M

no hay criatura mCs fuerte que le ladre a la lunaM

y cien túnicas de seda susurrante,

y cien terneras y cien oveas cuya larga lana

es mCs blanca que la cresta de la ola,

y cien lan#as y cien arcos,

y aceite y vino y miel y leche,

y siempre un dormir sereno sin cuidadosM

y cien muchachos de robustos miembros

que no conocen tumulto, odio, lucha,

y cien damas, alegres como pCaros,

que cuando bailan a un ritmo intermitente

tienen la velocidad de los bancos de salmones,

seguirCn tu cuerno y obedecerCn tus caprichos



y tú conocerCs el ocio de los -anaanM

y $iamh serC tu esposa.> ?uspiró

plCcidamente. =?e hace tarde.

Fúsica, amor y sueño nos aguardan

donde he de estar cuando la luna ascienda

y el sol bae y el mundo se oscure#ca.>

Font! entonces, y ella me envolvió

con sus triunfantes bra#os rodeCndome,

y se me enroscó susurrCndose a sí mismaM

mas cuando sintió mi peso el corcel

brincó y relinchó tres veces:

<aoilte, <onan y Einn se acercaron

y lloraron, elevando las manos queumbrosas,

y con muchas lCgrimas me instaron a quedarmeM

mas las tierras humanas deamos al galope.

O+ qu! leano reino vais, fenianos,

con el escudo y el arcoQ OA acaso

sois fantasmas blancos cual la nieve,

cuyos labios tuvieron el mCs próspero brilloQ

Iosotros, con quienes por valles empinados

o por sendas del bosque con rocío

cac! al alba el ciervo fugitivo,

con quienes lanc! la velo# lan#a

y oí sonar las rodelas de los enemigos

y rompí las resoplantes filas de la batallaZ



+h, &ran, ?ceolan y Lomair,

Odónde estCis con vuestra melena hirsutaQ

$o vais donde el ciervo roo pasta,

ni arrancCis del corcel al enemigo.

.an %atricio: $o te ufanes, ni llores cabi#bao

a infaustos camaradas hace mucho ya muertos,

y perros que hace siglos son polvo ya y viento.

Oisin: ?obre el luciente mar galopamos:

no s! si transcurrieron días u horas,

y $iamh cantaba siempre cantilenas

de los -anaan, y sus húmedas lluvias

de risa pensativa y ruidos inhumanos

ahuyentaron mi cansancio, y suavemente

mi triste#a humana rodearon sus bra#os tan blancos.

DalopamosM luego, un ciervo sin astas

pasó a nuestro lado, perseguido por un perro fantasma

blanco como una perla, salvo por una orea roaM

y una dama cabalgó como el viento

agitando una man#ana de oro en la manoM

y un oven muy hermoso la seguía

con mirada insaciable y ondeantes cabellos.

=O1an nacido en el país de los -anaan,

o han respirado el aire mortalQ>

=$o los irrites mCs>, dio $iamh,

y suspirando inclinó la dulce frente,



y suspirando posó la perlada punta

de un largo dedo en mi labio.

/ero ya lucía la luna como una rosa blanca

en el pClido oeste, y el borde del sol se hundió,

y las nubes ordenaron sus filas

en derredor de su apagada esfera carmesí:

el suelo de la sala de banquetes

de +lmhuin no era mCs liso que el mar

cuando, plenos de amorosas fantasías,

y con grave murmullo cabalgamos

donde muchas conchas ri#adas cual trompetas

que duermen en silencio inmortal

soñando con sus enternecedores colores,

sus oros y sus Cmbares y a#ules,

con tenue lu# atravesaban las profundidades.

Luego vino de tierra una errante brisa

y un leano ruido de emplumados corosM

parecía soplar de la muriente llama,

parecían cantar en los humeantes fuegos.

l caballo se lan#ó hacia la música,

relinchando por el erial sin vidaM

como dedos ti#nados, muchos Crboles

se elevaron del cClido marM

e incesantemente temblaban

como si todos estuvieran marcando



el compCs, sobre el centro del sol,

de esa riente rima de los bosques.

Y ahora que habían cesado nuestras horas de errancias,

fuimos a medio galope hasta la playa, y supimos

por qu! temblaban los Crboles:

pCaros cantores volaban alrededor de cada rama

o se adherían a ellas como enambre de abeasM

y en torno de la playa había un millón

como gotas de lu# de un helado arco iris,

y con un aire vano meditaban

con su sombra en las aguas, y contaban

a las purpúreas simas su orgullo,

y susurraban fragmentos de placerM

y en las orillas había muchos barcos

con curvadas popas y curvadas proas

y figuras labradas en las proas

de avetoros y armiños piscívoros,

y cisnes con sus cuellos e;ultantesM

y donde se untan el agua y la arboleda,

atamos el caballo a un arbusto,

y $iamh sopló tres notas alegres

con una trompetilla de plataM

y un susurro respondi!ndola vino

sobre la tierra desnuda y la boscosa,

un susurro de pies impetuoso



cada ve# mCs cerca, mCs cercaM

y del bosque salió a la carrera un gentío

de hombres y mueres, de la mano,

que cantaban, cantaban todos untosM

sus frentes eran blancas como leche fragante,

sus mantos eran de amarilla seda,

y muchas plumas roas los ornabanM

y viendo ellos que mi manto estaba

sucio con el barro de una playa mortal,

lo señalaron y se me quedaron mirando

y rieron como el murmurar del marM

pero $iamh con una rCpida angustia

les dio que se alearan y callaranM

y al oír su vo#, ellos corrieron

y se arrodillaron, toda muchacha y todo hombre,

y besaron, como si no quisieran parar nunca,

su pClida mano y el dobladillo de su vestido.

Les ordenó llevarnos a la sala

donde +engus sueña, de sol a sol,

un sueño druídico del final de los tiempos

cuando los astros se apaguen y acabe el mundo.

$os llevaron por caminos largos y sombríos

donde caen miríadas de gotas de rocío

y enmarañadas plantas trepadoras

cada hora florecen con nuevos carmesíes,



y una ve# brotó una súbita risa

de todos sus labios, y una ve# cantaron

untos, mientras resonaban las frondas,

y en todas sus partes distantes hicieron,

con el tronar de abeas en mercados de miel,

un rumor de cora#ones go#osos.

Y una ve# una dama que había a mi lado

me dio un arpa, y me pidió que cantara,

y tocar la risueña cuerda de plataM

pero cuando cant! de la dicha humana

una triste#a envolvió los rostros alegres,

y, por tu barba, /atricio, que lloraron,

hasta que uno vino, un mo#o llorosoM

=@amCs hubo criatura mCs contrita

que este e;traño bardo humano>, lloróM

y me arrebató el arpa de plata,

y llorando sobre las blancas cuerdas la arroó

a un lugar vacío en la espesura

que separaba las aguas oscuras del cieloM

y todos dieron con un muy hondo suspiro,

=Ah, arpa mCs triste del mundo, duerme ahí

hasta que la luna y las estrellas mueranZ>

Y entonces, aún tristes, arribamos

adonde un hermoso oven soñaba

en una casa de #ar#as, piel y adobeM



con una mano sostenía su barbilla imberbe

y la otra un cetro que despedía

intensas llamas roas, doradas, a#ules,

como a una alegre desbandada

de bailarines que saltaran en al aireM

y hombres y mueres allí se arrodillaban

y mostraban sus oos nublados por lCgrimas

y con grave susurrar le re#aban

y labios roos besaban el cetro

y lo tocaban con las puntas de los dedos.

[l al#ó su cetro destellante.

=La dicha anega en el rocío el crepúsculo

y llena de estrellas la copa violada de la noche,

y despierta las pere#osas semillas del grano

y agita el cuerno que le brota al cabrito,

y hace que se desplieguen los helechos infantes,

y pinta el sombrerete al avefría,

y hace rodar el pesado sol,

y hace correr a los pequeños planetas:

y si no hubiese dicha sobre la tierra,

cesarían la mutación y el nacimiento,

y *ierra, <ielo e 2nfierno morirían

y yacerían en algún lúgubre túmulo

plegados como una mosca heladaM

burlaos de la muerte y el tiempo con miradas



y bra#os oscilantes y bailes errantes.

+ntaño los cora#ones de los hombres

eran gotas de fuego de la mañana a#afrCn,

o gotas de dicha plateada que cayó

de la retorcida concha pClida de la lunaM

pero hoy los cora#ones gritan que son esclavos

y dan vueltas en angostas cavernasM

mas aquí no e;isten leyes ni gobierno,

ni las manos empuñan fatigosa herramientaM

y aquí no hay Futaciones ni Fuerte,

mas sólo un alegre y gentil alentar,

pues la dicha es -ios, y -ios es la dicha.>

Firando largamente a muchachas y chicos

y a la pClida flor de la luna,

sufrió un desvanecimiento druídico.

Y con fren!tico baile repentino

nos burlamos del *iempo, el -estino y el +#ar

y deamos la sala cubierta de #ar#as

y llegamos adonde caen las gotas de rocío

entre las gotas de la espuma marina

y allí acallamos el olgorioM

y frunciendo el ceño agachamos

todos nuestros cuerpos bamboleantes,

y a las olas que centellean

unto a esa verde tierra de los -anaan



cantamos =-ios es dicha, y la dicha es -ios,

y las cosas que se han vuelto tristes son malvadas,

y las cosas que temen el alba de mañana,

o el gris quebrantahuesos fugitivo, el -olor>.

Euimos bailando hacia el matorral sinuoso

en que las rosas de @ericó, flor sobre flor,

como meteoros carmesíes en las tinieblas penden,

e inclinados sobre ellas diimos,

inclinados sobre ellas en el baile,

con mirada velo# y cordial

de oos húmedos: =?obre los muertos

caen las hoas de otras rosas,

sobre los muertos que la oscura tierra encierra:

pero nunca, nunca en nuestras tumbas

que se apilan unto a las olas resplandecientes

caerCn las hoas de las rosas de @ericó.

/ues ni Fuerte ni Futación se nos acercan,

y todas las horas lCnguidas nos temen,

y no tememos el mañana que alborea,

ni al gris quebrantahuesos fugitivo, el -olor>.

l baile serpeó entre bosques sin vientoM

las siempre estivales soledadesM

hasta quedar quietos los bra#os agitados

en el cerro central de la arboledaM

y reunidos en un grupo adeante



lan#amos a lo alto nuestras manos,

y cantamos a las nidadas estelares.

n nuestros oos elevados parpadeó un fulgor

de brillo lechoso de lado a lado,

y así fue nuestro canto. =Ah, estrellas,

en vuestros carros de rubí fugitivos

sacudid las riendas sueltas: esclavas de -ios,

[l os gobierna con una p!rtiga de hierro,

os sostiene con un vínculo de hierro,

cada una entreteida con la otra,

cada una entreteida con su hermana,

como burbuas en una charca heladaM

pero nosotros moramos en una tierra solitaria,

irrefrenables como la oscura marea,

con cora#ones que no conocen ley ni gobierno

y manos que no empuñan fatigosa herramienta,

envueltos en el amor que no teme al mañana

ni al gris quebrantahuesos fugitivo, el -olor>.

Ah, /atricioZ -urante cien años

perseguí por esa orilla boscosa

el teón, el ciervo y el abalí.


por la tarde en las arenas tr!mulas,

unto a las lan#as de ca#a amontonadas,

estas manos ya fatigadas y d!biles



lucharon entre las huestes de la isla.


fuimos a pescar en largos barcos

con curvadas popas y curvadas proas

y figuras labradas en las proas

de avetoros y armiños piscívoros.


la dulce $iamh fue mi esposaM

mas dos cosas devoran hoy mi vidaM

las dos cosas que mCs odio de todo:

los re#os y ayunos.

.an %atricio: <ontinúa.

Oisin. ?í, sí,

pues !ste era el destino del anciano Aisin

hace mucho soltado de la puerta del <ielo

para que yaciera sus últimos días en espera.

<uando un día me hallaba unto al mar

encontr! en el olvido de la soñolienta espuma

el palo de la lan#a rota de un guerrero difunto:

le di la vueltaM tenía en !l las manchas

de la guerra, y llor! recordando

cómo avan#aban los fenianos

por ensangrentadas llanuras,

indiferentes a la suerte buena o adversa:

entonces la oven $iamh vino con delicade#a



y tomó mis manos sin decir mCs palabra

que numerosas veces mi nombre

en susurros, como un ave asustada.

/asamos unto a bosques y por prados de tr!boles

y hallamos el caballo y lo embridamos,

pues bien sabíamos que ya no e;istía el vieo.

Aí decir a uno: =?us oos se nublan

con todo el antiguo pesar de los hombres>M

y envueltos en sueños seguimos cabalgando

con cascos de pClido bronce

sobre el violCceo mar centelleante.

+ la dorada lu# de la tarde,

los inmortales iban entre fuentes

unto a ríos y la antiquísima noche del bosque,

unos bailaban como sombras en los cerros,

otros vagaban de la mano,

o se sentaban en sueños en la pClida playa,

como una estrella oscura cada frente

agachada sobre cada rodilla doblada,

y cantaban y con mirar soñoliento

contemplaban donde el sol, con fulgor de a#afrCn,

dormitaba demediado en la encruciada marinaM

y mientras cantaban los pCaros de colores

llevaban el compCs con sus alas y patasM

como gotas de miel surgían sus palabras,



pero mCs d!biles que el balar de un borrego.

=Sn vieo ati#a el fuego y lo aviva

en casa de un hio, un amigo, un hermano.

1a permanecido demasiado tiempoM los días,

ya tristes, se suspiran y susurranM

oye la tempestad sobre la chimenea

y se inclina sobre el fuego y tiembla aterido

mientras su cora#ón sueña aún con amor y batallas

y el gritar de los perros en las lomas de antaño.

/ero nosotros estamos leos en paraes de hierba

donde no hay preocupación que turbe día alguno,

ni la lo#anía de la uventud abandona los rostros

ni el primer cariño muere en nuestra mirada.

nveece la liebre mientras reto#a al sol

y mira alrededor con fulgentes oos.

+ntes de desaparecer las raudas cosas con que soñara,

renquea con enveecido blancor.

Sna tempestad de pCaros en los Crboles de +sia

como tulipanes aleteando en el aire,

y las suaves olas de mares estivales

que al#an sus cabe#as y viaan cantando

han de susurrar por fin: =$o es usto, no es usto>M

y =Fi rapide# fatiga>, balbucea el ratón,

y el martín pescador se vuelve una bola de polvo,

y el teado se cae de su casa socavada.



Fas el rocío del amor velarC nuestros oos

hasta el día en que -ios venga del mar con un suspiro

y mande a las estrellas que caigan del cielo

y la luna se ae como pClida rosa.>



L!BRO SE()NO

-?/S[?, hombre de bCculos, las sombras

nos llamaron por nuestros nombres y luego

huyeron, como remolino de llamasM y entonces,

cubiertos por la niebla y sin hacer ruido,

huyeron dama y oven, ciervo y perro.

=-ea de mirar a los fantasmas>, dio $iamh,

y me besó los oos, y moviendo la cabe#a luminosa

y el luminoso cuerpo, cantó de las hadas y del hombre

antes de que e;istiera -ios o mi viea estirpe empe#araM

sombrías guerras, vastas, e;ultantesM las hadas de antaño

que casaban con hombres de anillos de druídico oroM

y cómo aquellos amantes nunca vuelven su vista

a la vida que se apaga, parpadea y muere,

aunque el amor y el beso en lúgubres orillas remotas

rodaban con música de la espuma suspirante:

mas deó de contar cuando, como una abea oscura

que ha libado mucho, cru#ó el mar nebuloso

conmigo en sus blancos bra#os, cien años

ya haceM pues ya todo el caer de las lCgrimas

turbaba su canción. $o s! si días u horas transcurrieron,

mas creo que los rayos matutinos

brillaron muchas veces entre las tersas flores

entreteidas en su pelo, antes de que torres oscuras

se al#aran en lo oscuro, y el blanco rompiente destellara



alrededorM y el caballo fe!rico gritó

y tembló, al reconocer la 2sla de los Fuchos 1orrores,

y no cesó hasta que la blanca $iamh acarició sus oreas

y le habló dulcemente. Sna marea espumosa

leos emblanquecida por el oleae, amplia y con forma de abanico,

irrumpió de una gran puerta desfigurada por mil golpes

de ma#as, hachas y espadas, hace mucho

cuando se enfrentaron dioses y gigantes. <abalgamos entre

las columnas cubiertas de algasM y sólo el verde fósforo encrespado

daba lu# a nuestra oscura senda, hasta que fulguró

un incontable vuelo de pasos a la lu# de la lunaM y a i#quierda y derecha

oscuras estatuas destellaban sobre la marea pClida

en tronos oscuros. ntre los pCrpados de una,

los imaginados meteoros habían centelleado y huido,

y se habían entretenido en la calma espuma,

y las estrellas fias habían alboreado, lucido y pu!stose

desde que -ios hi#o el *iempo, el ?oñar y la FuerteM

la otra e;tendía su bra#o a donde, nublada humareda,

la corriente giraba y giraba, separados los labios,

como si hablara a su cora#ón insomne

de toda gota de espuma de su nebulosa senda.

+tando el caballo al vasto pie que estaba

mitad sumergido en el mar sin naves, subimos la escalera,

y tanto que creí que los últimos escalones

colgaban del lucero del albaM cuando estas delicadas palabras



abanicaron el ledo aire como alas de pCaros:

=Fis hermanos saltan de sus lechos por la mañana,

susurrando como óvenes perdices: con un cuerno sonoro

dan ca#a al ciervo de mediodíaM

y cuando las estrellas que ahoga el rocío penden en el aire,

se ocupan de las cañas de pescar, o dan punta

y afilan una lan#a de fresno.

Ah suspiro, oh suspiro aleteante, s! buenoM

revolotea entre los labios de espuma del mar

y las orillas que humedecen esos labiosM

qu!date un poco mCs, y ru!gales que lloren:

ah, ro#a sus pCrpados de venillas a#uladas si duermen,

y sacude su colcha.

<uando hayas contado que lloro sin cesar,

revolotea entre los labios de espuma del oc!ano

y vuelve a mí,

y escóndete en la sombra de mi pelo,

y dime que encontraste a un hombre no irritado,

el mCs triste de los hombres.

Sna muer de oos tenues como cirios fun!reos

y rostro que parecía hecho de vapores lunares

y boca triste, tr!mula de miedo

como una polilla roi#a, nos miróM

con una cadena enmohecida por las olas estaba atada

a dos vieas Cguilas, llenas de antiguo orgullo,



que con turbios oos se al#aban a los lados.

/ocas plumas había en sus desaliñadas alas,

pues sus mentes turbias estaban con las cosas antiguas.

=1e aquí tu liberación>, dio $iamh, pClida como perla.

=$i los vivos, ni los muertos que descansan,

ni los altos dioses que no vivieron nunca, pueden combatir

a mi enemigo y mi esperan#aM para atemori#ar, los demonios

farfullan y chillan unto a !l por la nocheM

pues es fuerte y mañoso cual los mares

que surgieron bao los ?iete +vellanos,

y debo aguantar, odiar, llorar,

hasta que se duerman dioses y demonios

al oír tocar a +edh las lúgubres cuerdas de oro.>

=O*an espantoso esQ>

=$o seas tan osado

y huye mientras aún puedas.>

Y repliqu!:

=Dolpear! a este demonio hasta que muera

y arroar! su masa inerte al fragor del oc!ano.

=+l!ate de !l>, gritó llorando $iamh, pClida como perla.

=/ues todo hombre huye a los demonios.> Fas no se movió

ni un Cpice mi alma airada que recordaba haber sido un rey.

1oy viea y ratonil, no había alma mCs fuerte

del linae de 1eber. n señal de ello

revent! la cadena: aún d!biles, sin oído, ciegas,



envueltas en las cosas de una mente no humana,

con algún turbio recuerdo o con Cnimo antiguo,

aún d!biles, sin oído, ciegas, permanecieron las Cguilas.

Luego subimos las escaleras hasta una puerta elevadaM

cien inetes en el suelo de basalto de abao

habían ido al paso contentos: proseguimos

y pasamos dentro: vestida con un rayo nubloso

vi a una gaviota blanca como la espuma flotar a la deriva

bao el teado, y for#ando la garganta

grit! y la salud!: y allí colgó una estrella,

pues ningún grito humano amCs se remontarC mCs altoM

ni siquiera tu -ios podría derribar aquella salaM

tras meter ?us rayos sueltos en su establo,

se sentaría suspirando con cora#ón apesadumbrado,

como si hubiera llegado ?u hora.

&uscamos la parte

mCs leana de la puertaM limo verde

hacía resbaladi#o el terreno, y de ve# en cuando

mostraba huellas de escamas marinas, y a todo lo largo

estaban escritos los viaes de aquí para allC del cautivo

como un riachuelo, y donde tocaban los pies aparecía

un momentCneo destello de llama fosforescente.

&ao las sombras mCs profundas de la sala

aquella muer halló un anillo colgado en la pared,

y en !ste una tea, y con su lu#



haciendo un mundo en torno a ella en el aire,

pasó bao el umbral oscuro, desapareció de la vista

y regresó, portando una segunda lu#

que ardía entre sus dedos, y en los míos

la deó, suspirando: Yo blandí una espada cuyo brillo

no podían apagar las centurias, y en ella

había una palabra en caracteres de Agham: =Fanannan>M

el nombre de ese dios marino, que con honda alegría

surgió goteante, y con demonios presos

traídos de los s!ptuples mares, construyó la oscura sala

que se asienta en espuma y nubes, y gritó

a todos los señores mCs poderosos de una ra#a mCs poderosaM

y a su grito no acudió ningún rostro pClido como la leche

bao una corona de espinas y teñida de sangre,

sino rostros e;ultantes.

$iamh se quedó

con la cabe#a inclinada, temblorosa cuando brilló la hoa blanca,

pero aquella cuyas horas mCs dulces habían desaparecido

no albergaba esperan#a ni miedo. Les rogu! se ocultaran

en la sombra hasta que cesara el tumulto

de la lucha fragorosa que hacía temblar la tierra

para que no vieran alguna cosa horribleM

y la antorcha arro! entre las enlodadas losas.

Sna cúpula hecha de interminables dientes labrados

en que un rostro sombrío desembocaba en un rostro sombrío,



se al#aba sobre míM y en aquel mismo lugar

esper! hora tras hora, y la alta cúpula

sin ventanas ni columnas, hogar multitudinario

de rostros, esperabaM y la mirada sosegada

estaba cargada con recuerdos de días

enterrados y poderosos. <uando a trav!s del portalón

entró la aurora, y espeeó en el suelo

con pClida lu#, recorrí toda la sala

y hall! una puerta hundida en la pared,

la mCs mínima puertaM mas allC en un llano oscuro

un arroyuelo borboteaba, y en el borde

pelado y pedregoso del riachuelo, inclinado,

un demonio moreno seco como uncia marchita

se canturreaba a sí mismo en lengua ignota:

con triste ensoñación se mecía y cantaba

lúgubre y bacante, pasando la mano

por la orilla del riachuelo, como

si aún crecieran allí las floresM leos, en el yermo del mar,

ondeando y temblando, un vaho seguía a otro

con altas y frCgiles nubecillas que nutría una lu# verde,

como rCfagas de hoas, inmóviles y brillantes,

pendían en la aurora apasionada. ?e dio la vuelta despacioM

un demonio sin prisa: blancos al principio, ahora ardían los oos

cual alas de martines pescadoresM y se levantó

ladrando. ?eguimos andando pesadamente de un lugar a otro



con golpes de espadas y broncíneas hachas de guerra,

mientras la mañana daba paso al mediodía, y !ste a la nocheM

y cuando reconoció la espada de Fanannan

en la nocturna sombra, se metamorfoseó adoptando

numerosas formasM arremetí contra la garganta suave

de una anguila giganteM se transformó y entonces golpe!

un abeto que rugía en su copa desnudaM

y entonces atrae a mi pecho la lívida quiada

de un cuerpo ahogado goteanteM

un horror sucedió a otroM mas cuando el occidente

se al#ó como un penacho incendiado, atraves!

su cora#ón y columnaM y lo arro! a las olas

para que no se estremeciera $iamh.

<on esperan#a y miedo

aquellas dos traeron pan, vino y carne,

y sanaron mis heridas con ung\entos de flores que alimentan

polillas blancas unto a un santuario de los -anaanM

luego en aquella sala, iluminada por el tenue fulgor del mar,

nos acostamos sobre pieles de nutrias, y bebimos vino,

hecho por los dioses marinos, de enormes copas

en que en tiempos se posaron en sus labiosM

y luego dormimos en pieles de nutrias apiladas.

Y cuando de nuevo el sol caminó vestido de a#afrCn

haciendo rodar su llameante rueda desde las profundidades,

cantamos los amores y las cóleras insomnes



y todos los e;ultantes afanes de los fuertes.

/ero hoy los cl!rigos que mienten asesinan el canto

con palabras est!riles y alaban#as de d!biles.

On qu! país los impotentes hacen girar el pico

de la rapa# *riste#a, o la mano de la 2raQ

+ pesar de todos tus bCculos, han abandonado el camino

de viaar con tempestad y persistente nieve,

desesperados para siempre: el anciano Aisin lo sabe,

pues es d!bil, pobre y ciego, y yace

en el yunque del mundo.

.an %atricio: <alla: los cielos

se ahogan con truenos, rayos y viento fero#,

pues -ios ha oído, y manifiesta ?u espíritu airadoM

lan#a tu cuerpo sobre las piedras y ora,

pues [l creó la noche, el alba y el día.

Oisin: OLloras, santoQ n medio del trueno oigo

los caballos fenianosM quebradas armadurasM

risa y gritos. Las huestes chocan y se baten,

y ahora se untan los cuervos que oscurecen el día.

-et!nte, det!nte, oh lúgubre, risueño, cuerno fenianoZ

*res días ayunamos. La mañana del cuarto,

hall!, goteando espuma en la escalinata,

y cubierto de lodo, y susurrando bao su pelambre,

a aquel demonio indómito y abstrusoM

y una ve# nos en#ar#amos en una batalla todo el día,



y al ocaso lo arro! al oleae,

donde yació hasta que la cuarta mañana vio emerger

su forma restañadaM y durante cien años

así luchamos, festeamos, sin sueños ni temores,

languide# ni fatigaM un festín infinito,

una guerra infinita.

/asados los cien años,

estaba en la escalera cuando las olas

me traeron una rama de haya, y mi cora#ón se dolió

al recordar cuando estuve con Einn de cabellos blancos

bao un haya en +lmhuin y oí el leve

alboroto de los murci!lagos.

Y entonces vino la oven $iamh

con aquel caballo, y con triste#a me llamó por mi nombreM

mont! y pasamos por la grisura solitaria

y a la deriva, mientras esta monotonía,

hosca y distante, se me#claba inseparablemente

con el clamor del viento y el mar.

=Aigo cómo mi alma se sume en la decadencia,

y cómo la oscura torre de Fanannan, piedra a piedra,

suma cieno marino y se desmorona en el mar,

y cómo la luna aguionea las aguas noche y día,

para que todo se derrumbe.

/ero antes de que la luna se apodere de todo,

combato a los hombres mCs poderosos que e;isten,



y !stos han caído o huido en todas las !pocas.

Ligero es el amor del hombre, y mCs ligera su iraM

su intención va a la deriva y perece.>

Y entonces murmuró la perdida $iamh: =+mor,

vamos a la 2sla del Alvido, porque miraZ

Las 2slas del &aile y las Iictorias

carecen de poder.>

=OY cuCl de !stas

es la 2sla del <ontentoQ>

=$adie lo sabe>, dio,

poniendo su cabe#a llorosa en mi rega#o.



L!BRO TER"ERO

1uía la espuma bao nosotros, y en torno, un humo lechoso y errante,

alto como la cincha de la silla, velaba a nuestras miradas la corriente,

y quienes huían, y nos seguían, salían de la distancia pClida de espumaM

vimos en sus rostros el deseo inmortal de los 2nmortales, y suspiramos.

Fedit! sobre las cacerías con los fenianos, y &ran, ?celoan, Lomair,

y amCs cantó una canción $iamh, y sobre la punta de mis dedos

ora vino el desli#arse de lCgrimas y el barrido del cabello frío de niebla,

ora la calide# de los suspiros, y despu!s el temblar de los labios.

OLlevCbamos cabalgando días u horas, cuando, envuelta en una pa# horrorosa,

una isla apareció ante nosotros, con avellanos y robles goteantesQ

Y estCbamos a la orilla de un mar que no veíamosM pues mCs blanca que vellón reci!nlavado

la espuma huía bao nosotros, y en torno, un humo lechoso y errante.

Y cabalgamos sobre las llanuras de la orilla, la orilla est!ril y gris,

arena gris sobre el verde de la hierba y sobre los Crboles goteantes,

goteantes e inclinados hacia tierra como si quisieran alearse enseguida

como un e!rcito de vieos que anhelan reposar del gemir de los mares.

/ero los Crboles se hacían mCs altos y apretados, inmensos en sus arrugadas corte#asM

goteando, un gotear murmuranteM el antiguo silencio y ese único ruidoM

pues no vivía allí ningún ser vivo, no se movían comadreas en la oscuridad:

largos suspiros se apoderaban de nuestro Cnimo, a nuestros pies borboteaba el terreno.

Y las oreas del caballo se internaban en el vacío de la noche,

pues, como se alean de un marino lentamente hundi!ndose los rayos del mundo y el sol,

cesaba en nuestras manos y rostros, en hoa de roble y avellano, la lu#,



y las estrellas se borraron sobre nosotros, y el mundo entero parecía id!ntico.

1asta que el caballo dio un relinchoM pues, cargado de troncos de avellano y de roble,

un valle fluía bao sus cascos, y allí bao la larga hierba yacía,

a la lu# de las estrellas y sombras, un pueblo monstruoso que dormitaba,

sus cuerpos desnudos y esplendentes derramados y amontonados en el camino.

Y unto a ellos había flechas y hachas de guerra, flechas y escudos y hoas de espadasM

y cuernos que blanqueaba el rocío, en cuya cavidad un niño de tres años podría

dormir sobre un lecho de uncos, y todos con incrustaciones y labrados,

y mCs hermosos de lo que el hombre puede hacerlos con bronce, plata y oro.

Y cada una de las enormes criaturas blancas era mCs grande que ochenta hombresM

la parte superior de sus oreas estaba cubierta de plumas, y sus manos eran garras de aves,

y, agitando los penachos de hierbas y las hoas de las paredes de la nava,

venía el aliento de esos cuerpos, largo tiempo sin guerra, mCs blancos que requesón.

*an espacioso era el bosque sobre ellos, que +quel que tiene estrellas por rebaños

podía acariciar las hoas con ?us dedos, sin descender de ?us cielos llenos de rocíoM

tanto tiempo llevaban durmiendo que en sus ri#os habían anidado lechu#as,

colmando la fibrosa penumbra con largas generaciones de oos.

Y sobre sus e;tremidades y el valle las lentas lechu#as iban y venían,

ora donde el fuego de las estrellas, ora donde las sombras se e;tendíanM

y el efe de aquellas enormes criaturas blancas, sus rodillas en la tenue llama de losastros,

yacía relaado entre las sombras: tiramos de las riendas a su lado.

-oradas las uñas de sus garras de ave, relaadas sobre el umbrío sueloM

en una había una rama de pClido fulgor con muchas mCs campanas que suspiros hay

en el pecho de un vieoM las lechu#as que se agitaban y caminaban alrededor

frotaban sus cuerpos con !l, llenando las tinieblas con sus oos.



+ mi mirada afluían los durmientesM no, no desde que empe#ara el mundo,

en reinos donde los hermosos eran muchos, ni en encantos lan#ados por demonios,

el salado oo del hombre ha conocido tal belle#a en rostros vivos,

aunque fatigados por pasiones que decayeron cuando el s!ptuple mar era oven.

Y contempl! la rama con cascabeles, antepasada del sueño, hace mucho cantada por los?ennachies.

Ii cómo aquellos amodorrados, allí acampados en la hierba profunda, fatigados

de guerras con todo el mundo y de recorrer las orillas de los errabundos mares,

ponían las manos en la rama de cascabeles y la hacían oscilar, se nutrían de un sueñoinhumano.

+rrebatCndole el cuerno a $iamh, hice sonar una larga nota sostenida.

Iino un sonido de aquellos durmientes monstruosos, un sonido como de moscas,

[l, haciendo temblar sus labios, e irguiendo la columna de su garganta,

me observó con doliente asombro desde los po#os de sus oos.

Le grit!: =?al de las sombras profundas, rey de las uñas de oroZ

Y hCblanos de los hermosos seres de tu casa y de las hermosas obras de vuestras manos,

para que podamos meditar a la lu# de los astros y hablar de las lides de antañoM

quien te pregunta, Aisin, es noble, y viene de las tierras fenianas.

?us oos estaban medio abiertos, y me observaron, turbios con el humo de sus sueñosM

sus labios se movieron despacio para contestar, pero no emitieron respuestaM

luego hi#o oscilar en sus dedos la rama de cascabeles, y lento goteó un sonar en vagosarroyos

mCs tenue que copos de nieve en abril y atravesando el tu!tano como una llamarada.

nvuelto en la ola de esa música, con un cansancio mayor que el de la tierra,

el tumulto de mis siglos me llenóM y como una piedra que el mar cubre se fueron

los recuerdos de mis cuitas todas y los recuerdos de mis úbilos todos,



y una lu# tenue descendió de los astros y me colmó hasta los huesos.

n las raíces de la hierba, en las de la acedera, tendí mi cuerpoM

y $iamh, pClida como perla, se tendió unto a mí, la frente recostada en mi pechoM

y el caballo desapareció en la distancia, y empe#aron a fluir año tras añoM

las hoas cuadradas de la hierba se movían en derredor, obligCndonos al reposo.

Y durante un siglo allí olvid!, hombre de muchos bCculos blancos,

cómo los espolones chorrean sangre en la batalla, cuando los caídos ruedan sobre loscaídosM

cómo el halconero sigue al halcón en las malas hierbas del solar de la gar#a,

y el nombre del demonio cuyo martillo forara un día la espada de <onchobar.Y durante un siglo allí olvid!, hombre de muchos bCculos blancos,

que el asta de la lan#a estC hecha de madera de fresno, el escudo de mimbre y de pielM

cómo los martillos brincan sobre el yunque, allí donde arde la punta de la lan#aM

cómo los lentos bueyes de oos a#ules de Einn mugen tristemente en la tarde.

/ero en sueños, hombre apacible de muchos bCculos, llevando el polvo con sus huestes,

se movían en torno a mí, de marinos y hombres de tierra firme, todos los que son cuentosde inviernoM

vinieron unto a mí los reyes de la ama oa, con estruendo de risa y de cantos,

o se movieron como una ve# lo hicieran, haciendo el amor o penetrando la tempestad convelCmenes.

Iinieron &lanaid, Fac $essa, el alto Eergus que antaño se escabullía a los festinesM

&arach el cocinero, el traidorM y a la guerra, nunca seco el escupitao de su cara,

&alor el oscuro, vieo como un bosque, en carro, con la poderosa cabe#a hundida

desamparada, mientras los hombres levantaban los pCrpados de su oo fatigado ymortífero.

Y unto a mí, con tenues ropaes roos, en estruendosos ríos se movían los fenianos,

y Drania, caminando y sonriendo, cosía con su agua de hueso.



+sí viví y no viví, así traba! y no traba!, con seres de sueños,

en un prolongado sueño de hierro, como un pe# en el agua cual una piedra enmudece.

+ veces nuestra soñolencia se aligeraba. <uando el sol era de plata o de oroM

cuando nos ro#aban las alas de las lechu#as, en la penumbra en que les gusta estarM

cuando una luci!rnaga estaba verde sobre una bri#na de hierba, abandonada su guarida enel mantilloM

en duermevela, abríamos los pCrpados, y contemplCbamos suspirando la hierba.

+sí observaba, hombre de los bCculos, cuando al acabar un siglo cayó, d!bil,

en mitad del prado, a millas de distancia de su Cmbito a!reo,

un estornino como aquellos que se reunían bao una luna que velaba blanca como unaconcha

cuando los fenianos reali#aban una incursión por la mañana con &ran, ?ceolan, Lomair.

-espert!: el caballo e;traño marchó leos sin que nadie lo llamase,

apretando su hocico en mi hombroM sabía !l en lo mCs profundo de su pecho

que una ve# mCs se movía en el mío la inveterada triste#a del hombre,

y que deseaba abandonar a los 2nmortales, su penumbra y su rocío goteante de sueño.

Ah, si hubieses visto a la bella $iamh tornarse tan blanca como las aguas,

señor de los bCculos, hasta tú mismo habrías al#ado las manos y llorado:

pero con el ave en los dedos, mont!, recordando sólo que la delicia

del crepúsculo y el sueño habían desaparecido, y que impacientes golpeaban los cascos.

Drit!: =Ah, blanquísima $iamhZ +unque sólo fuese un día de doce horas,

debo contemplar la barba de Einn, y trasladarme a donde óvenes y vieos

en las moradas de #ar#o de los fenianos sobre el tablero se inclinan y uegan.

+h, hoy me sería dulce incluso la lengua calumniosa de <onan el calvoZ

=Sna remota galera abandonada en la 2sla Feridiana sería como yo,



recordando a sus camaradas de largos remos, las velas convertidas en traposdeshilachadosM

no arrastrarse mCs por el mar con largos remos una milla tras otra,

sino estar en medio de acometidas de moscas y el florecer de uncos y lirios.>

=<on inmóviles oos de espíritus dulcificados con pensamientos misteriosos,

la observaron aquellos rostros sin arrugas desde el fulgurante límite del valleM

mientras ella murmuraba: =Ah, errante Aisin, ninguna fuer#a tiene la rama concascabeles,

pues se mueve viva en tus dedos la palpitante triste#a de la tierra.

=+traviesa entonces las tierras sobre la silla y ve qu! hacen los mortales,

y ven dulcemente a tu $iamh sobre la cresta de las olas,

mas llora por tu $iamh, Aisin, lloraM pues con que sólo roce tu suela

levemente como un ratón las guias del suelo, ya nunca volverCs a mi lado.

=Ah flameante león del universo, oh, OcuCndo volverCs al reposoQ>

La veía en una montura leanaM desde la tierra elevó su lamento:

=Puisiera morir como una hoa marchita en el otoño, porque pecho unto a pecho

ya no volveremos a estar, ni nuestras miradas vaciarCn su mirar solitario

=en las islas de los mares mCs remotos, adonde sólo los espíritus llegan.

O$o eran los vientos mCs suaves que el aliento de una paloma que duerme en su nido,

o perdido en los fuegos de llamas y aromas el sonido del vago tambor del marQ

Ah flameante león del universo, oh, OcuCndo volverCs al reposoQ>

?e hi#o leano el sollo#oM cabalgu! unto a los bosques de la corte#a arrugada,

donde siempre hay un gotear susurrante, un vieo silencio y ese único sonidoM

pues ninguna criatura vive allí, ninguna comadrea se mueve en la oscuridadM

en un ensueño olvidadi#o de todo, sobre el suelo borboteante.

Y cabalgu! por las llanuras de la orilla, donde todo es est!ril y es gris,



gris de la arena sobre el verde de la hierba y los Crboles goteantes,

goteantes e inclinados hacia tierra como si quisieran alearse enseguida

como un e!rcito de vieos que anhelan reposar del gemir de los mares.

Y los vientos hacían que la arena de la orilla diera vueltas y vueltas,

como mi mente a los nombres fenianos. Leos del avellano y del roble,

cabalgu! sobre el oleae, donde, alta como el ar#ón del caballo,

la espuma huía bao mí, y en torno a mí: un errante y lechoso vapor.

Leos huían los copos de espuma, los vientos huían de aquella vastedad,

aferrando en secreto al pCaroM y amCs supe, abra#ado en la distancia,

cuCndo helaron la tela que cubría mi cuerpo como una armadura fuertemente claveteada,

pues el ecuerdo, aliviando su delgade#, entonaba un canto fúnebre ante mi cora#ón.

1asta que, cebando los vientos de la mañana, un olor de heno reci!n segado

vino, y mi frente se agachó, y cayeron como bayas mis lCgrimasM

despu!s se produo un ruido, medio perdido en el de una playa leana,

el reclamo de la gran barnaclaM y, despu!s, las algas marrones de la playa.

?i fuera como fui una ve#, con los fuertes cascos aplastando la arena y las conchas,

saliendo del mar como sale la aurora, con un canto de amor en los labios,

sin toser, con la cabe#a en las rodillas, y re#ando, y airado con los cascabeles,

no dearía cabe#a de santo sobre su cuerpo desde achlin a &era de los barcos.

/oniendo distancia ante el oleae inflamado, cabalgu! por un camino de herradura

muy maravillado de ver por doquier, hechas de #ar#o y madera,

tus iglesias coronadas por campanas, y sin guardia el túmulo sagrado y el fortín,

y un pueblo d!bil, pequeño, que se agachaba con a#adones y palas,

o desherbando o arando con rostros iluminados por la humedad de muchas fatigasM

mientras en este lugar y en aqu!l, con cuerpos nada gloriosos, estaban sus efes,



aguardando pacientes la muerte natural, cogidos en tu red, hombre del bCculoM

de mi boca brotó la risa de menosprecio como el rugir del viento en un bosque.

Y porque pas! unto a ellos tan enorme y velo# y con oos brillantes,

me siguió el duro mirar de la uventud, o un anciano levantó la cabe#a:

y cabalgu! y cabalgu!, y grit! =Los fenianos ca#an lobos de noche,

así que dormid de día.> Y una vo# gritó, =1ace mucho que los fenianos han muerto.>

Sno de barba cana estaba silencioso en el sendero, como hierba seca la carne de su rostro,

y en pliegues en derredor de sus oos y boca, estaba triste como un niño sin lecheM

y se habían desvanecido los sueños de las islas, y supe cómo los hombres sufren y

desaparecen,y su perro, y su caballo, y su amor, y sus oos que brillan tenuemente como seda.

Y envolviendo mi rostro en mi pelo, murmur!, =+ la vee# fallecieron>M

y mis lCgrimas eran mayores que bayas, y murmur!: =-onde se e;tienden las nubes blancas

en <revroe o la amplia Nnoc0fefm, con muchos de antaño celebran banquetes

en el solar de los dioses.> Dritó !l, =$o, mucho ha que los dioses han muerto.>

Y solitario, y anhelando a $iamh, sentí un escalofrío y me di la vuelta,

con el cora#ón deseando saltar como un saltamontes al suyoM

me di la vuelta y galop! hacia el oeste, y seguí el vieo grito del mar

hasta que vi donde Faeve duerme hasta que se separan la lu# de las estrellas y la noche.

Y allí a los pies de la montaña, dos portaban un saco lleno de arena,

lo cargaban tambaleCndose y sudando, pero finalmente cayeron con su carga.

2nclinCndome desde la silla recamada de oyas, lo lanc! a cinco yardas con mi mano,

con un sollo#o por hombres tan debilitados, un sollo#o por el vieo vigor de los fenianos.

Lo demCs ya lo has oído, hombre del bCculoM cómo, al partirse la cincha,

caí en el sendero, y el caballo huyó igual que una mosca de veranoM



y mis trescientos años cayeron sobre mí, y me levant!, y camin! por la tierra,

un vieo que se arrastra, soñoliento, nunca seca la baba de su barba.

<ómo los hombres del saco de arena me mostraron una iglesia con su campanario en elaireM

un lugar triste, donde en lugar del hacha de guerra brilla en mis turbios oos el bCculo.

O-ónde se hallan <aoilte y <onan, y &ran, ?ceolan, LomairQ

1abla, que a ti tambi!n te hacen vieo las rememoran#as, un anciano rodeado de sueños.

.an %atricio: -onde la carne de la planta del pie se agarra a las piedras que arden en sulugarM

donde los demonios los a#otan con filamentos sobre las piedras ardientes del vasto

2nfierno,mientras ven cómo marchan muy leos los benditos, y la sonrisa en el rostro de -ios,

entre ellos un portal de cobre, y el aullido de los Cngeles caídos.

Oisin: /on el cayado en mis manos, pues me voy a los fenianos, oh cl!rigo, para entonar

los cantos de guerra que los animaran antañoM se al#arCn, formando nubes con su aliento

cantando e;ultantes, innúmerosM la tierra bao ellos palpitarC,

y quedarCn los demonios hechos peda#os, y pisoteados bao ellos hasta morir.

Y los demonios temerCn en su oscuridadM un profundo horror de oos y de alasM

atemori#ados, con las oreas en tierra, escucharCn y se al#arCn y llorarCnM

oyendo el chocar de escudos y el temblor de las cuerdas de los arcos,

oyendo el clamoroso murmullo del 2nfierno, mientras gritando y burlCndonos nosarrastramos.

+rrancaremos las piedras llameantes y abatiremos la puerta de latón

y entraremos, que nadie dice =$o> cuando entra el hu!sped armado hasta los dientesM

barreremos como una escoba, y marcharemos como se mueven los bueyes sobre la hierbatiernaM

y luego en el festín, conversaremos sobre la guerra, y las vieas heridas, y volveremos anuestro reposo.



.an %atricio: ?obre las piedras llameantes, sin refugio, las e;tremidades de los fenianoshan sido lan#adasM

no hay guerra con los señores del 2nfierno, que podrían destro#ar el mundo con su rabiaM

mas arrodíllate y desgasta las losas, y ora por tu alma que se ha perdido

por el amor demoníaco de su uventud y su vee# apasionada y sin -ios.

Oisin: +y de míZ ?acudido por la tos y acongoado por la vee# y el dolor,

sin risa, un espectCculo para los niños, a solas con el recuerdo y el miedoM

privado de horas purpúreas como la capa de un mendigo bao la lluvia,

como un almiar en la crecida, o un lobo al que ha tragado una presa.

*riste sería contemplar a los benditos si no estuviera entre ellos nadie a quien conocieseMtiro la cadena de las piedrecitasZ <uando la vida que hay en mi cuerpo se apague,

ir! a <aoilte, y <onan, y &ran, ?ceolan, Lomair, y habitar!

en la casa de los fenianos, sea entre las llamas o en el banquete.



EN"R)"!*AAS$1%%&'

Los astros han sido trillados, y las almastrilladas y separadas de sus cCscaras.

%2LL2+F &L+N



/ara +. .



LA "AN"!#N EL PASTOR +EL!,

Los bosques de la +rcadia yacen muertos,

su leana alegría ya no e;isteM

de sueños se nutría el mundo antiguoM

hoy es verdad gris su uego de coloresM

pero aún vuelve inquieto la cabe#a:

con todo, oh hios hastiados del mundo,

de cuantas cosas mudan, incontables,

siguiendo la cascada melodía

que <ronos canturrea, solamente

las palabras son un bien verdadero.

O-ónde estCn ya los reyes aguerridos

que del Ierbo se burlabanQ /or -ios,

Odónde estCn ya los reyes aguerridosQ

Sna palabra vana es hoy su gloria

dicha por el alumno balbuciente

que lee alguna historia enrevesada:

los reyes de antaño ahora estCn muertosM

incluso la errante tierra puede ser

una palabra sólo, lu# muy breve,

casi inaudible en el sonoro espacio,

que perturba el ensueño interminable.

$o adores, pues, ha#añas polvorientas

ni quieras "pues esto es cierto tambi!n"

ansiar intensamente la verdad,



no sea que tus afanes alimenten

sueños y sueños: la verdad no e;iste

sino en tu propio cora#ón. $o busques

el vano conocer de esos ilusos

que con cristales ópticos persiguen

las sendas rotatorias de los astros.

$i busques, pues esto es cierto tambi!n,

palabra alguna de ellos, pues la ruina

de una estrella rompió sus cora#ones:

muerta estC toda su verdad humana.

Ie y recoge unto al bullente mar

una concha espiral que abrigue un eco,

y nCrrale tu historia entre sus labios,

pues ellos te podrCn reconfortar

con arte melodioso repitiendo

tus palabras de quea unos instantes

hasta que el canto compasivo acabe

y una fraternidad de nCcar muera.

?ólo las palabras son un bien cierto:

canta entonces, que esto es cierto tambi!n.

*engo que marchar: hay una sepultura

en que se mecen lirios y narcisos,

quisiera complacer al pobre fauno

que yace bao el suelo soñoliento

con cantos de alegría antes del alba.



l go#o coronó sus días de gritos

y todavía sueño que huella el c!sped

caminando espectral sobre el rocío,

penetrado de mi alegre cantar,

mis canciones de aquella uventud

soñadora de la ya anciana tierra:

pero ahZ ya ella no sueña. ?ueña túZ

1ermosa es la amapola de la cumbre.

?ueña, sueña, que esto es cierto tambi!n.



EL PASTOR TR!STE

1abía un hombre a quien la /ena hi#o su amigo,

y !l, soñando con su alta camarada,

con pasos lentos fue por las arenas

fúlgidas y rumorosas, donde acuden

las ondas encrespadas bao el viento:

y clamó a las estrellas, que baaran

de sus pClidos tronos a aliviarlo,

pero !stas se rieron y cantaron.

Y entonces el hombre a quien la /ena hi#o su amigo

gritó: 7Lúgubre mar/ o'e mi lastimosa historia8

l mar siguió su curso y dio su antiguo grito silencioso,

rodando entre colinas soñoliento.

[l deó de perseguir la gloria de !ste,

y deteni!ndose en un remoto valle ameno

gritó su historia a las rutilantes hoas de rocío.

Fas nada oyeron, pues ellas siempre escuchan

el sonido de su propio gotear.

Y luego el hombre a quien la /ena hi#o su amigo

buscó otra ve# la playa, y halló una concha,

y pensó, Mi pesarosa historia contar#

hasta que, haci!ndose eco, mis palabras

envíen su triste#a a trav!s de un cora#ón hueco y perlado

y cante para mí mi propia historia

y alivien mis palabras susurradas



y, ay, mi antiguo pesar desapare#ca.

<antó entonces quedo unto al perlado bordeM

mas el triste habitante del oc!ano

tornó cuanto !l cantó en un gemido inarticulado

entre sus confusos pliegues, olvidCndolo.



LA "APA- LA BAR"A LOS ,APATOS

"OPS[ es eso que haces, tan brillante y hermosoQ

1ago la capa de la /ena:

qu! bien, ver que a la vista de todos,

a la vista de todos estC la capa de la /ena.

OPu! construyes con velas para volarQ

<onstruyo una barca para la /ena:

velo# sobre los mares noche y día

navega la /ena vagabunda,

noche y día.

OPu! tees con tan blanca lanaQ

*eo los #apatos de la /ena:

silente ha de ser la pisada leve

en todos los oídos de los hombres de la /ena,

súbita y leve.



ANASH)A /!*AA

Sn templete indio en la dad de Aro. +lrededor de !l un ardínM

alrededor de !ste, el bosque. +nashuya, la oven sacerdotisa,

arrodillada en el templo.

+nashuya. Fanda pa# a las tierras y al maí# titilante.

Pue la tranquilidad camine de su bra#o

cuando !l vaga en el bosque, si no quiere

a otra. Y que los rebaños indolentes

sean copiosos. Y si quiere a otra,

que panteras lo maten. Y carga a nuestro rey

con constante prudencia. Pue los dos nos alcemos,

cuando ya hayamos muerto, allende el sol poniente,

algo apartados de las otras sombras,

me#clados los cabellos ante un mismo laúd.

Iiaya ]entrando y tirCndole un lirio^,

?alveZ ?alve mi +nashuya.

-nashu'a. $o, cCllate.

?acerdotisa de este templo, ofre#co

plegarias por el país.

9i$a'a. sperar! aquí, +mrita.

-nashu'a. /or el susurro del manto de &rahma poderoso,

Oqui!n es +mritaQ +y, qu! dolorZ

Atra ocupa tu atención.

9i$a'a. s el nombre de mi madre.

+nashuya ]canta, saliendo del templo^.



Sn pensamiento muy triste pasó lento a mi lado.

?uspirad, oh lucerosZ ?uspirad, y meced vuestro a#ul atavíoZ

l triste pensamiento se ha aleado de mí por completo.

<antad, oh lucerosZ <antad y elevad vuestro embelesado cCntico

al poderoso &rahma, quien os hi#o innúmeros como las arenas,

y os deó en los portales de la tarde con sus plCcidas manos.

]?e sienta en los escalones del templo.^

1e traído mi arro# vespertinoM

el sol pone el mentón en la espesura,

fatigado, con todas sus amapolas alrededor.

9i$a'a. La hora en la que Nama, con risa soñolienta,

se levanta, y arroa sus fragantes flechas,

atravesando el crepúsculo con sus susurrantes puntas.

-nashu'a. Fira cómo vienen los sagrados y vieos flamencos,

pintando de sombra las gradas de mCrmol:

ancianos y sabios, buscan sus acostumbradas perchas

dentro del templo, con andar sinuoso,

hechos para vagar unto a sus melancólicas mentes.

se alto le ha echado el oo a mi cenaM !chalo,

leos, muy leos. Le puse tu nombre.

s un famoso pescadorM constantemente

ri#a con su pico los arroyos con peces.

hZ Pue se lleva mi arro#. *e lo die.

spCntalo. ?e vaZ *en un beso,

que has salvado mi arro#. O$o lo agradecesQ



Iiaya ]canta^. <antadla, oh primeras y contadas estrellas,

a quienes &rahma, tocCndoos con su dedo, os alaba, pues sois

vanguardia de la calma erranteM para no ser demasiado calladas y vieas,

cantad, girando en vuestros carros,

cantad, hasta que elev!is las manos y suspir!is, y desde los

morriones de vuestros carros escudriñ!is,

con todos vuestros cabellos arremolinados, y vertCis muchas

lCgrimas de a#ur.

-nashu'a. OPu! saben los pilotos de las estrellas de las lCgrimasQ

9i$a'a. ?us rostros estCn e;tenuados, y en sus oos

destella el fuego de la triste#a, pues ven

los carCmbanos que causan hambre en el norte,

donde los hombres yacen helados en la nieve tr!mulaM

y en los violentos bosques se encogen el león

y la leona, con todos sus gimoteantes cachorrosM

y siempre paseando por el borde de las cosas,

la &elle#a, ese fantasma, en una niebla de lCgrimasM

mientras que nosotros solos tenemos en derredor bosques tupidos,

y sentimos la suavidad de la mano del otro,

+mrita, mientrasU

-nashu'a :apartándose de #l; . +y de míZ *ú quieres a otra,

]chCndose a llorar.^

que un súbito mal horrible le sucedaZ

9i$a'a. Puise a otraM ahora ya no la quiero.

ntre la descomposición de antiguos bosques



vives tú, y en el límite de la aldea ella,

con su anciano padre, el leñador ciegoM

la vi de pie en su puerta, pero ahoraU

-nashu'a. Iiaya, ura que ya no la querrCs mCs.

9i$a'a. ?í, sí.

-nashu'a. @ura por los padres de los dioses,

que habitan en el santo 1imalaya,

en la remota <ima -oradaM enormes figuras

que ya eran vieas cuando el oc!ano ovenM

en sus vastos rostros, misterio y sueñosM

su cabello rodó por las montañas

y llenó año tras año los incontables nidos

de pCaros sin miedo, y en torno a sus pies sin agitación

los felices rebaños de ciervos y de antílopes

que no oyen amCs al cruel sabueso.

@úraloZ

9i$a'a. /or los padres de los dioses, lo uro.

+nashuya ]canta^. 1e perdonado, oh nueva estrellaZ

*al ve# no nos hayas oído, hace tan poco que saliste,

ca#adora de los campos leanosZ

+h, en verdad conocerCs a mi amado por sus flechas de ca#ador,

dispCrale saetas de sosiego, que siempre pueda tener

una risa solitaria, y que pueda besar sus manos en el sueño.

+diós, Iiaya. $o, no digas nada, no digas nadaM

sacerdotisa de este templo, ofre#co



plegarias por el país.

]Iiaya se va.^

Ah, &rahma, protege mientras duermen

a los alegres corderos y a las vacas ufanas,

las moscas bao las hoas, y los ratones óvenes

entre las raíces de los Crboles, y todas las sagradas bandadas

de flamencos roosM y a mi amor, IiayaM

y que ningún hada traviesa con dedo inquieto

turbe su sueño: ha# que sueñe conmigo.



EL !N!O A"ER"A E !OS

ecorrí la ribera bao Crboles húmedos,

mi espíritu se mecía a la lu# vespertina, y en torno a mis rodillas los uncos,

mi espíritu se mecía con sueño y suspirosM y vi pasar faisanes

goteando por la hierba de una cuesta, y vi que deaban de seguirse

uno a otro en círculos, y oí que el mCs vieo decía:

Puien sostiene el mundo en ?u pico y nos hi#o d!biles o fuertes

es un faisCn eterno y vive mCs allC del cielo.

La lluvia procede de ?u goteante ala, la lu# de la luna de ?us oos.

?eguí caminando y oí que un loto decía:

Puien hi#o el mundo y lo rige pende de un pecíolo,

pues estoy hecho a ?u imagen, y toda esta corriente cantarina

no es sino una gota de lluvia que se desli#a entre ?us amplios p!talos.

+ un corto trecho, en la umbría, un cor#o al#ó sus oos

rebosante de lu# de estrellas, y dio: El %iaador de los Cielos

es un cor#o mansoM pues, Ocómo si no, [l podría

concebir algo tan triste y suave, algo tan manso como yoQ

?eguí andando un poco mCs y oí que decía un pavo real:

Puien hi#o la hierba y los gusanos y mis oviales plumas

es un pavo real gigante, y toda la noche agita

?u lCnguida cola sobre nosotros, encendida con miríadas de luces.



EL !N!O A S) AMOR

La isla sueña a la lu# de la aurora,

grandes ramas vierten serenidadM

las pavas reales bailan sobre un liso prado,

un papagayo se mece sobre un Crbol

enfurecido con su propia imagen refleada en el esmaltado mar.

+quí amarraremos nuestra solitaria nave

y pasearemos siempre con manos enla#adas,

susurrando en vo# baa un labio a otro

por medio de la hierba, por la arena,

susurrando cuCn leos estCn las tierras sin sosiegoM

cómo nosotros de entre todos los mortales

nos ocultamos bao silenciosas ramas distantes,

mientras nuestro amor hace crecer una estrella india,

un meteoro del cora#ón que arde,

unCnime con la marea que reluce, las alas que relucen y se precipitan,

las pesadas ramas, la bruñida paloma

que gime y suspira durante cien días:

cómo cuando muramos vagarCn nuestras sombras,

cuando la tarde haya acallado las emplumadas sendas,

con vaporosas plantas los pies unto al fulgor somnoliento del agua.



LA "AA E LAS HO*AS

l otoño estC sobre las hoas que nos aman,

y sobre los ratones en las espigas de cebadaM

amarillas, las hoas del serbal sobre nosotros,

y amarillas las húmedas hoas de las fresas silvestres.

La hora del amor que mengua se ha puesto sobre nosotros,

y fatigadas y vieas estCn nuestras almas.

?epar!monos, antes de que la estación de la pasión nos olvide,

con un beso y una lCgrima sobre tu frente gacha.



EPHEMERA

*us oos que en tiempos amCs se cansaban de los míos

se inclinan con pesar bao caídos pCrpados,

pues nuestro amor declina.

Y entonces ella:

"+unque nuestro amor decline, qued!monos

una ve# mCs unto al solitario borde del lago,

untos en esa hora de mansedumbre

en la que esa pobre criatura fatigada, la /asión, cae dormida:

qu! leanas parecen las estrellas, y qu! leos

nuestro primer beso, y, ay, qu! vieo mi cora#ónZ

+bsortos anduvieron entre marchitas hoas,

y lentamente !l, que sostenía la mano de ella, repuso:

"La /asión ha fatigado muchas veces nuestros cora#ones errantes.

Los rodeaban los bosques, la hoarasca amarilla

caía como d!biles meteoritos en la oscuridad

y un vieo coneo paseó coeando por la veredaM

el otoño estaba sobre !l, y ahora se encontraban

una ve# mCs unto al borde solitario del lagoM

volvi!ndose vio que ella se había puesto hoas muertas

reunidas en silencio, húmedas como sus oos,

en el pecho y en el pelo.

7+h, no te lamentes, dio !l,

de que estemos cansados, otros amores aguardanM

en horas sin tribulaciones, odia y ama.



+nte nosotros se e;tiende la eternidadM nuestras almas

son amor y perpetua despedida.



LA LO")RA EL RE (OLL

n blanda piel de nutria me sentabaM

de 2th a main, mi palabra era ley,

y unto a 2nvar +margin golpe!

los pechos de marinos pendencieros.

Y e;puls! los tumultos y la guerra

leos de chico y mo#a, anciano y bestiaM

los campos prosperaban de continuo,

las aves aumentaban en el aire,

y cada vieo olave profería

baando la cabe#a encanecida:

-el $orte el frío, el rey mantiene a raya.

$o callan, las hoas revolotean en torno a mí, las vieas hoas del haya.

Feditaba y bebía dulce vinoM

llegó un pastor de valles interiores

y dio que sus cerdos los piratas

habían robado en barcos tenebrosos.

Llam! a mis valientes luchadores

y broncíneos carros de combate

de abruptas navas y fluviales vallesM

y bao el titilar de las estrellas,

cayendo sobre ellos unto al mar

al abismo del sueño los mandamos:

estas manos ganaron torques de oro.




Fas al tiempo que aullando los mataba

y pisaba el burbueante lodo,

en mi interior recóndito prendió

un fuego en torbellino fugitivo.

Las estrellas brillaban sobre mí,

y en derredor los oos de los hombres.

Y dando una carcaada huí corriendo

por uncosos pantanos y roquedosM

reí porque los pCaros volaban,

chapoteaban uncos en el agua

y rielaba el lucero entre las nubes.


Y ahora voy errabundo por los bosques

cuando el verano sacia a las abeas,

o cuando en otoñales soledades

los Crboles se visten de leopardoM

o cuando en las playas bao el viento

tiemblan los cormoranes en sus rocasM

errante voy, lavCndome las manos,

cantando y meneando los cabellos.

l lobo me conoceM por la orea

condu#co a los venados de los bosquesM

las liebres corren locas a mi lado.


Llegu! a un pueblecito que dormía



debao de una luna septembrina,

y pas! de puntillas unto a !l,

susurrando con bella melodía

cómo noche y día había viaado

pateando con pasos formidablesM

y hall! dónde un salterio se encontraba,

deado en el asiento de un umbral,

y lo llev! conmigo a la espesuraM

miserias inhumanas entonaron

furiosas nuestras voces acordadas.


<ant! cómo al final de la ornada

Archil sacude su melena negra

con la que oculta al sol que languidece

y esparce aromas tenues por el aire:

y mi mano corría por las cuerdas

"son de rocío que cae", apagando

el fuego en torbellino fugitivoM

mas hoy elevo un queumbroso ulular,

pues las cuerdas ya estCn rotas y mudas,

y tengo que vagar por bosque y loma

con calor estival y crudo frío.




EL N!O ROBAO

-onde la agreste roca se sumerge

de los bosques de ?leuth en la laguna,

hay una frondosa isla

donde aleteantes gar#as despiertan

a las amodorradas ratas de aguaM

allí ocultamos nuestras cubas de hadas

que rebosan de bayas

y roísimas cere#as robadas.

Iamos, vamos, niño humanoZ

+l agua y la naturale#a

con un hada de la mano,

que el mundo lo llena el llanto mCs de lo que puedas creer.

-onde la ola de lu# de luna alumbra

la arena oscura y gris,

leos en la punta de osses,

toda la noche caminamos,

hilando dan#as antiguas,

entreme#clando manos y miradas

hasta que al#a el vuelo la lunaM

brincamos de un lado para otro

persiguiendo en la espuma las burbuas

mientras el mundo colman inquietudes

y lleno de ansiedad malduerme.







-onde el agua errabunda sale a chorros

de las cimas que se al#an en Dlen7<ar,

en charcas entre los uncos

que apenas podrían bañar una estrella,

buscamos truchas soñolientas

y susurrCndoles al oído

les provocamos sueños intranquilosM

apartCndose suavemente

de helechos que vierten sus lCgrimas

en los arroyos óvenes.





<on nosotras viene

el de solemnes oosM

ya no volverC a oír el mugido

de terneras en la cClida ladera,

ni la tetera en la repisa

le insuflarC pa# en el cora#ón,

ni verC a los ratones agitarse

en torno de la caa de la avena.



/ues ya viene, el niño humano.



que el mundo lo llena el llanto mCs de lo que pueda creer.



A )NA !SLA EN EL A()A

Iergon#osa, vergon#osa,

vergon#osa de mi cora#ón,

se mueve a la lu# del fuego

pensativa y distante.

+carrea los platos

y los coloca en hilera.

+ una isla en el agua

querría llevCrmela.

+carrea las velas

y enciende el cuarto en penumbra,

vergon#osa en el umbral

y vergon#osa en las sombras.

Y vergon#osa como un coneo,

servicial y vergon#osa,

a una isla en el lago

querría volar con ella.



POR LAS SA)"EAS ABA*O

/or las saucedas abao, mi amor y yo nos encontramosM

ella pasó unto a los sauces con pies blancos cual la nieve.

=*ómate el amor con calma, como la hoa crece en el Crbol,>

dioM mas yo, oven y tonto, no pens! lo mismo que ella.

n un prado unto al río, mi amor y yo nos detuvimos,

y sobre mi hombro, inclinado, puso su mano de nieve.

=*oma la vida con calma, como la hierba crece en la presa,>

pero yo era oven y tonto, y hoy estoy lleno de lCgrimas.



LA ME!TA"!#N EL /!E*O PES"AOR

Iosotras, olas, aunque danc!is a mis pies como niños que uegan,

aunque brill!is y relumbr!is, aunque ronrone!is y os abalanc!is,

en unios mCs cClidos que !stos las olas eran mCs alegres,

cuando yo era un muchacho con el cora#ón intacto.

Ya no hay arenques en la mar como antañoM

ay, cómo cruían las banastas en el carro

que llevaba las capturas a ?ligo para su venta,


Y tú, orgullosa muchacha, no eres tan bella cuando su remo

se oye en el agua como eran, distantes y altivas,

las que caminaban por la tarde unto a las redes y guias,




LA BALAA EL PARE *OHN O2HART

l buen padre @ohn AB1art,

cuando las leyes penales,

fue a un ricacho con tierras

y sus perdices y truchas.

@ohn le confió sus tierrasM

pero el otro era de una ra#a ruin:

las dio como dote a sus hias,

y !stas se casaron muy leos.

/ero el padre @ohn viaó

de aquí para allC, y tenía

agueros en las botas

y rotos en la sotana.

*odos lo querían, menos

el ricacho del demonioM

mueres, gatos y niños,

y los pCaros del aire.

[stos porque abría sus aulas

mientras iba de un lado a otro

y decía sonriendo =*ened pa#>

y seguía su camino con enoo.

/ero si cuando alguien moría

venían plañideras roncas como graos,

les prohibía que hicieran sus lamentosM

pues !l era un hombre de libros.



Y !stas eran las obras de @ohn,

cuando llorando por docenas,

las gentes vinieron a <oloony

pues había muerto a los noventa y cuatro años.

$o hubo lamentos humanosM

los pCaros de Nnoc0narea

y todos los de en torno a Nnoc0nashee

hicieron su lamento ese día.

Los pCaros óvenes y los vieos

vinieron volando, pesarosos, tristesM

vinieron de *iraragh a llorarlo,

vinieron a llorarlo de &allinafadM

vinieron a llorarlo de 2nishmurray,

y no se quedaron para tomar bocado o sorboM

de esta forma fueron reprobados

quienes desentierran las vieas costumbres.



LA BALAA E MOLL MA(EE

Ienid aquí, rapa#uelos,

y no me tir!is piedras a mí

porque hable entre dientes.

+piadaos de Folí Fagee.

Fi marido era un pobre pescador

con mando en las orillasM

y yo salaba arenques

todo, todo el santo día.

Y a veces, desde la cabaña en que salaba

apenas podía arrastrar los pies,

bao la bendita lu# de la luna

por la calle guiarrosa.

?iempre estaba debilucha,

reci!n nacida mi hiitaM

de día la cuidaba una vecina,

y yo la cuidaba hasta el alba.

Fe echaba sobre mi niñaM

queridos rapa#uelos,

atendía a mi niña fría

cuando el alba helada y clara.

Sna muer cansada duerme tan malZ

Fi marido se puso colorado y pClido,

y me dio dinero, y me ordenó marchar

a casa de los míos, en Ninsale.



Fe conduo afuera y cerró la puerta

y me echó su maldiciónM

en silencio me march!

y no pude ver ningún vecino.

Ientanas y puertas estaban cerradas,

una estrella brillaba tenue y verde,

la paa del camino se arqueaba

en el calleón vacío.

n silencio me march!:

al pasar unto al establo de Fartin

vi a una afable vecina

soplando su fuego matinal.

Fe entresacó mi historia:

he gastado todo mi dinero,

y aunque con oos de piedad y burla

me da de comer y beber.

-ice que seguro que vendrC mi marido,

y me llevarC otra ve# a casaM

pero siempre, cuando voy por ahí,

puertas afuera o en el interior de las casas,

amontonando leña o turba,

o yendo al po#o,

pienso en mi beb!

y lloro por mi suerte.

Y a veces estoy segura de que sabe



que al abrir de par en par ?u puerta,

-ios enciende las estrellas, sus velas,

y mira con buenos oos a los pobres.

+sí que, rapa#uelos,

no me tir!is piedras a míM

congregaos con oos brillantes

y apiadaos de Foll Fagee.



LA BALAA EL "A,AOR E ,ORROS

"/onedme en una silla con coinesM

vosotros cuatro llevadme,

con coines de un lado a otro,

para que vea una ve# mCs el mundo.

"2d a establos y perrerasM

traed lo que haya que traerM

haced que corra mi ala#Cn

o hacedle dar vueltas suavemente.

"/oned la silla en la hierba:

traed a ody y sus lebreles,

que pueda marcharme a gusto

de estos límites terrenales.

?us pCrpados se cierran, agacha la cabe#a,

sus vieos oos nublan sueñosM

el sol sobre cuantas cosas crecen

cae en arroyos soñolientos.

l ala#Cn pisa el prado,

y al sillón se le acerca,

y ahora que los sueños del vieo se han ido,

le frota con su hocico canela.

Y ahora muchas lenguas gratas se mueven

sobre sus manos debilitadas,

para conducir lebreles óvenes y vieos,

el ca#ador estC de pie a su lado.



<a#ador ody, sopla el cuerno,

ha# que contesten las colinas.

l ca#ador suelta en la mañana

un viva# grito fugitivo.

1ay fuego en los oos del anciano,

sus dedos se mueven y oscilan,

y cuando la música fugitiva se apaga

le oyen decir d!bilmente:

<a#ador ody, toca el cuerno,

ha# que contesten las colinas.

Yo no puedo soplar el mío,

sólo puedo llorar y suspirar.

Los criados en derredor de sus coines

se retuercen de penaM

los lebreles contemplan su rostro,

los lebreles óvenes y vieos.

?ólo un lebrel ciego estC tendido aparte

en la hierba en que bate el solM

estC en comunión íntima con su cora#ón:

pasan y pasan los momentosM

con sonido lastimero el lebrel ciego

despacio al#a su cabe#a heladaM

los criados meten dentro su cuerpoM

los lebreles aúllan por el muerto.



LA ROSA$1%&3'

=?ero te amavi, /ulchritudo tam antiquaet tam novaZ ?ero te amavi>

?+$ +DS?*_$



+ Lionel @ohnson



A LA ROSA 4)E EST5 SOBRE LA "R), ELT!EMPO

osa roa, orgulloso osa, triste osa de mis díasZ

+c!rcate mientras canto antiguas tradiciones:

<uchulain combatiendo con la fiera marea,

el canoso -ruida, criado en el bosque, de oos calmos,

que sumió en sueños a Eergus, y en la ruina,

y tu propia triste#a, de la que las estrellas, enveecidas

de bailar con sandalias de plata sobre el mar,

cantan con su alta y solitaria melodía.

+c!rcate: que, no cegado ya por el destino humano,

bao las ramas del amor y el odio hallo

en cuantas cosas necias viven sólo un día,

la belle#a eterna, errante en su camino.

+c!rcate, ac!rcate, mas dea

un hueco con que llenar tu alientoZ

/ara no oír mCs cosas vulgares que imploran,

la larva que se oculta en su aguero,

el ratón que unto a mí cru#a la hierba

y esperan#as mortales que se afanan y pasanM

sino que sólo busque las e;trañas cosas dichas

por -ios a los que han muerto ya hace mucho

y aprenda a cantar con una lengua ignota.

+c!rcateM quiero, antes que mi tiempo acabe,

cantar a la viea ire y sus leyendas.



osa roa, orgullosa osa, triste osa de mis díasZ



+ER()S EL R)!A

<ergus. *e he seguido entre rocas todo el día

y tú has ido cambiando de apariencia:

primero un cuervo vieo en cuyas alas

apenas si quedaba ya una pluma,

luego una comadrea entre las piedras,

y ahora te recubre forma humana,

un hombre cano en medio de la noche.

"ruida. ey de la ama oa, Oqu! deseasQ

<ergus. sto te digo, sabio entre los sabios:

oven y sutil, <onchobar un día

vino a mi lado cuando yo u#gaba,

y cuanto dio era muy sabio, y fCcil

fue para !l lo que para mí una carga:

le puse en la cabe#a la corona

para así desterrar mis aflicciones.

"ruida. Oey de la ama oa, qu! deseasQ

<ergus. Sn orgulloso reyZ [sa es mi angustia.

Eesteo con los míos en el monte,

y recorro los bosques, y condu#co

las ruedas de mi carro en la frontera

blanca del oc!ano susurranteM

y aún siento la corona en mi cabe#a.

"ruida. Fas, Oqu! deseas, EergusQ

<ergus. $o ser rey,



y tener tu sapiencia ensoñadora.

"ruida. <ontempla mi cabello encanecido

y mis hundidos pómulos, las manos

que sostener no pueden ya la espada,

el cuerpo tembloroso como un uncoU

@amCs muer ninguna me ha querido,

ningún hombre ha buscado mi socorro.

<ergus. Sn rey no es mCs que un necio que se afana

est!rilmente en ser lo que otro sueña.

"ruida. *en la bolsa de sueños, si te empeñasM

desata el cordón, y te envolverCn.

<ergus. Ieo que mi vida huye como un río

de un cambio a otroM he sido muchas cosas:

una gota verde en la ola, un fulgor

sobre una espada, un pino en la colina,

un esclavo que muele en un molino,

un rey sentado en cCtedra de oro,

y todo fue maravilloso y grandeM

mas hoy que no soy nada, lo s! todo.

+h, -ruida, grandes redes de triste#a

esconde esta cosita cenicienta.



LA L)"HA E ")"H)LA!N "ON EL MAR

Sn hombre se acercó desde el poniente

a mer, que teñía en su fortín,

y dio: "?oy el porquero a quien mandaste

guardar la senda entre la mar y el bosque,

mas ahora ya no he de vigilarla.

ntonces arroó la tela al suelo

mer, y al#ó los bra#os entintados,

y los labios abrió con grito súbito.

l porquero la miró a la cara y dio:

"$adie vivo, o nadie entre los muertos

ha ganado amCs el mucho oro

que portan sus caballos de batalla.

"Fas si tu señor vuelve victorioso,

Opor qu! pestañear entre temblores

desde el pie a la corona en la cabe#aQ

ntonces !l se estremeció, arroCndose

al suelo con la tela, y gritó esto:

"<on !l hay una de vo# como de pCaro.

"<ómo te atreves "dio, y golpeó

con un puño teñido, y donde su hio

pastoreaba fue con pasos torpes

y gritó enfurecida: "$o estC bien

dear pasar las horas, como el vulgo.

"Fucho he esperado, madre, esas palabras,



mas Opor qu! hoyQ

"Sn hombre ha de morirM

tu bra#o es el mCs fuerte bao el cielo.

"&ao la lu# del día o las estrellas,

mi padre se al#a en carros de batalla.

"*ú eres ahora mCs alto que !l.

"Fas en algún lugar bao los astros,

mi padre se al#a.

"Iieo, harto de guerras

a pie, a caballo, en carros de combateU

"?ólo quiero saber cuCl es mi senda,

que +qu!l que te hi#o acerba te hi#o sabia.

"La ama oa acampa populosa

entre el bosque y los caballos del mar.

+cude allí, y enciende una fogataM

no reveles tu nombre y tu linae

sino a aquel cuya hoa impere, hasta que den

con otro festeante a quien vincule

el mismo uramento.

ntre estos hombres

<uchulain se encontraba, y su querida

de hinoos se postró delante de !l:

cató el asombro triste de sus oos,

como un abril sobre los vieos cielos,

y pensó en el esplendor de sus díasM



y por doquier las arpas lo alababan,

y, rey de reyes de la ama oa,

el mismísimo <onchobar tocaba

con sus dedos las cuerdas de latón.

/or fin habló <uchulain: "Sno ha hecho

su hoguera en el follae tenebroso.

Lo he oído cantar en sus paseos

y el sonido melodioso de su arco.

Firad a ver qui!n es.

Eue uno y volvió.

"Fe ordenó que diera que tan sólo

!l revela su nombre ante la punta

de una espada, y que aguarda hasta que hallemos

aquí uno con el mismo uramento.

<uchulain gritó: "?ólo yo entre la hueste

tengo ese uramento desde niño.

-espu!s de breve lucha en el follae,

habló al muchacho: "O$o e;iste doncella

que te ame, o cuyos blancos bra#os ponga

en torno de los tuyosQ OA es que ansías

la tierra tenebrosa y soñolienta,

y por eso has venido a desafiarmeQ

"n recinto secreto guarda -ios

la suerte que depara a los humanos.

"*u cara me recuerda a la de una



que am! un día.

La lucha nuevamente,

mas ahora la cólera guerrera

se despertó en <uchulain, y la guardia

de la nueva hoa atravesó la viea

y traspasó la carne del muchacho.

"1abla mientras aún te quede aliento.

"?oy el hio de <uchulain el robusto.

"*e ahorrar! el dolor. s cuanto puedo.

n tanto que a la noche daba el día

su fardo, con la frente en las rodillas

permaneció <uchulain cabi#baoM

<onchobar entonces le mandó

la doncella de vo# como de pCaro,

que acarició sus canas, #alameraM

inútiles sus bra#os y sus pechos

blancos y suaves. <onchobar entonces,

el mCs sutil de cuantos hombres hubo,

agrupando a sus druidas por decenas

así dio: "<uchulain, melancólico,

tres días allí permanecerC

sumido en un silencio pavoroso,

y luego se al#arC, dCndonos muerte.

Fas cantadle al oído encantamientos:

que luche con los caballos del mar.



Los druidas se aplicaron a su hechi#o

cantando por tres días, y <uchulain

despertó y vio los caballos del mar,

y escuchando los carros de batalla,

y al grito de su propio nombre, el h!roe

luchó con la marea invulnerable.



LA ROSA EL M)NO

OPui!n soñó que la belle#a pasa como un sueñoQ

/or estos labios roos, con todo su triste orgullo,

triste de que ningún nuevo portento pueda suceder,

*roya desapareció en fun!rea lumbre

y los hios de Ssna murieron.

/asamos con el mundo adeante:

entre almas que flaquean y el paso ceden,

como las aguas pClidas en su curso invernal,

bao estrellas que pasan, espuma de los cielos,

continúa viviendo esta fa# solitaria.

2nclinaos, arcCngeles, en vuestra oscura morada:

antes de que vosotros e;istierais, o cora#ones latieran,

cansada y dulce una se quedó ante ?u asientoM

y [l hi#o que el mundo fuera un camino de hierba

ante sus pies errantes.



LA ROSA E LA PA,

?i Figuel, caudillo de la hueste de -ios,

al enfrentarse el <ielo y el 2nfierno

te mirase desde el postigo del <ielo,

olvidaría sus ha#añas.

?in pensar mCs en las guerras de -ios

en su casa divina,

teería con las estrellas

una guirnalda para tu cabe#a.

Y al ver todos cómo !l se inclinaba

y que las blancas estrellas decían tu alaban#a,

por fin irían a la ciudad de -ios

por amenos senderos.

Y -ios ordenaría que cesaran ?us guerras,

diciendo que ya todo estaba bienM

y suavemente habría una rosada pa#,

la pa# del <ielo y del 2nfierno.



LA ROSA E LA BATALLA

osa de osas, oh osa del FundoZ

l velamen de hilados pensamientos,

que avan#a desplegado y que restalla

sobre el mar de las horas, turba el aireM

la campana de -ios flota en el aguaM

silente por el miedo, o muy locua#

de esperan#a, una banda se apro;ima

con el pelo empapado por la espuma.

Alvidad las batallas no libradas,

les grito mientras pasan a mi lado,

amCs halla refugio del peligro,

ni pa# tras de la guerra, aquel que oye

cantar al amor, con su amada siempre,

unto al barrido hogar, en calma sombraM

mas venid unto a mí todos aquellos

a los que amor alguno ha concedido

un silencio teido, o sólo vino

para dear un canto por el aire,

y cantando pasó con sus sonrisas

a la pClida auroraM y congregaos

quienes hab!is buscado mCs allC

de lo que hay en la lluvia o el rocío,

o en el sol y la luna, o sobre tierra,

o lo que suspira en la dicha errante



de los astros, o lan#a carcaadas

desde los mohínos labios del mar,

y pelead las batallas de -ios

en los largos navíos de grisura.

+ tristes, solitarios, insaciables,

dirC la Iiea $oche su misterioM

la campana de -ios a !stos reclama

con el grito ahogado de sus pechos

tristes, que ni vivir ni morir pueden.

osa de osas, oh osa del FundoZ

*ú tambi!n has venido donde rompen

las mareas oscuras sobre muelles

de triste#a, y has oído repicar

la campana remota que nos llama.

Lo bello entristecido por lo eterno

nuestra te hi#o, y de la mar oscura.

$uestros largos navíos desamarran

el velamen de hilados pensamientos

y aguardan, porque -ios les ha mandado

que compartan un único destinoM

y cuando, al fin, vencidos en sus Duerras,

se hayan hundido bao estrellas blancas

e id!nticas, ya entonces no oiremos

el grito d!bil, no, de nuestros pechos

tristes, que ni vivir ni morir pueden.



"AN"!ON E HAAS

<antada por el pueblo de las hadas a -iarmuid y Drania, cuando dormían su sueñonupcial bao un cromlech.

$osotros que somos vieos, vieos y alegres,

oh, tan vieosZ

Files de años, miles de años,

si se diera todo,

damos a estos hios, nuevos que vienen al mundo,

silencio y amor:

y que las largas horas que vierten rocío de la noche,

y las estrellas del cielo,

den a estos hios, nuevos que vienen al mundo,

descanso, leos de los hombres.

O;iste algo meor, algo meorQ

-ecídnoslo.

$osotros que somos vieos, vieos y alegres,

oh, tan vieosZ

Files de años, miles de años,

si se diera todo.



LA !SLA EN EL LA(O E !NN!S+REE

Fe levantar! ahora e ir!, ir! a 2nnisfree,

y har! allí una humilde cabaña de arcilla y #ar#asM

nueve hileras de udías tendr! allí, una colmena que me d! miel

y vivir! solo en un claro entre el #umbar de las abeas.

Y allí tendr! algo de pa#, pues la pa# viene gota a gota

y cae desde los velos matinales a donde canta el grilloM

allí la medianoche es una lu# tenue, y un cCrdeno brillo el mediodía,

y colman el atardecer las alas del pardillo.

Fe levantar! ahora e ir!, pues siempre, día y noche,

oigo el rumor del lago ante la orillaM

cuando estoy en la cal#ada, o en las grises aceras,

lo oigo en lo mCs hondo de mi cora#ón.



"AN"!#N E ")NA

Los Cngeles se inclinan

sobre tu lechoM

hartos de ir en tropel

con los gimientes muertos.

-ios se ríe en el <ielo

de verte tan buenoM

girando, los ?iete,

como [l de contentos.

/orque s! muy bien

que te echar! de menos

cuando te hagas mayor,

con suspiros te beso.



LA PENA EL AMOR

Sna piedad inefable

se esconde en el cora#ón del amor:

la gente, con sus compras y sus ventas,

las nubes en sus altos viaes,

las ventiscas que siempre soplan frías

y la umbría avellaneda

por la que corren aguas grises como un ratón

amena#an la frente de quien amo.



LA TR!STE,A EL AMOR

La vo# de un gorrión en el alero,

la brillante luna y la Iía LCctea,

y la ilustre armonía de las hoas

han borrado la imagen del hombre y de su llanto.

Sna oven se al#ó de labios tristes

y apareció el sollo#o universal,

aciaga como Slises y las naves

y ufana como /ríamo entre sus pares muertoM

se al#ó, y de inmediato los aleros,

la luna aupada en un cielo vacío,

y todos los lamentos de las hoas

compusieron la imagen del hombre y de su llanto.



")ANO SEAS /!E*A

<uando ya seas viea y canosa, y con sueño

des cabe#adas unto al fuego, coge este libro

y l!elo soñando con la mirada suave

que tuvieron tus oos, y con sus hondas sombrasM

y cuCntos tus momentos de alegre gracia amaron,

y tu belle#a, con falso o con sincero amor,

mas sólo uno amó en ti el alma peregrina,

y amó las aflicciones de tu cambiante rostroM

e inclinCndote luego unto a encendidas barras,

susurra, algo apenada, cómo se fue el +mor

al paso por encima de las altas montañas

y su rostro ocultó entre un sinfín de estrellas.



LOS P5*AROS BLAN"OS

Puisiera que fu!semos, cariño, pCaros blancos sobre la espuma del marZ

$os cansamos de la llama del meteoro, antes de que pueda apagarse y escaparM

y la llama del lucero a#ul del crepúsculo, que bao cuelga sobre el borde del cielo,

ha despertado en nuestros cora#ones, cariño, una triste#a que querría no morir.

Sna fatiga surge de esos soñadores salpicados de rocío, el lirio y la rosaM

ah, no sueñes con ellos, cariño, la llama del meteoro que se va,

o la llama del lucero a#ul que bao pende mientras desciende el rocío:

pues me gustaría que nos tornCramos pCaros blancos sobre la errante espuma, tú y yoZ

Fe rondan islas sin cuento, y muchas costas de los *uatha -e -anaan,

donde el *iempo sin duda nos olvidaría, y la *riste#a no se nos acercaría ya nuncaM

pronto leos de la rosa y el lirio, y preocupados por las llamas, estaríamos,

si sólo fu!semos pCaros blancos, cariño, a flote sobre la espuma del marZ



SOANO "ON LA M)ERTE

?oñ! que una había muerto en tierra e;traña

leos de cualquier mano amigaM

y habían clavado los tablones sobre su rostro,

los campesinos de allí,

atónitos de dearla en aquella soledad,

y elevaron sobre su túmulo

una cru# que habían hecho con dos tro#os de madera,

y alrededor plantaron cipresesM

y la abandonaron a las estrellas indiferentes del cielo

hasta que yo grab! estas palabras:

Eue mCs hermosa que tu primer amor,

pero ahora yace en su ataúd.



LA "ONESA "ATHLEEN EN EL PARASO

1an acabado los días de pesadumbreM

dead el sonroado orgullo del cuerpo

bao la hierba y el tr!bol,

con los pies pegados.

&añada en los flameantes manantiales del deber

no pedirC un altivo vestidoM

llevad toda esa belle#a acongoada

al ropero de roble perfumado.

Os el beso de la Iirgen Faría

lo que ha puesto esa música en su rostroQ

/ero va con pasos cautelosos

llena de la antigua gracia tímida de la tierra.

ntre los pies de siete Cngeles,

qu! bailarina de lu# tenueZ

*odos los cielos se doblegan al <ielo,

llama a llama y ala a ala.



64)!7N /A "ON +ER()S8

OPui!n serC auriga ahora con Eergus,

y atravesarC la tupida sombra del profundo bosque

y bailarC en la llanura de la playaQ

Fuchacho, al#a tu roi#a frente

y al#a tus tiernos pCrpados, muchacha,

y no pens!is mCs en esperan#as y miedos.

Y nunca mCs os volvCis y pens!is

en el misterio amargo del amorM

pues Eergus impera en los broncíneos carros

e impera en las sombras del bosque,

y el blanco pecho del tenebroso mar,

y todas las despeinadas estrellas fugitivas.



EL HOMBRE 4)E SO# "ON EL PAS E LASHAAS

n medio del gentío en -rumahair,

de un vestido de seda se prendó,

y por fin conoció cierta ternura

antes de que la tierra lo abra#ara.

+lguien echó pescados en un cesto,

y entonces !l creyó que estos al#aban

sus pequeñas cabe#as plateadas

cantando lo que vierte la dorada

mañana o las lucernas vespertinas

en una isla olvidada por el mundo

donde se da el amor unto a las olasM

que los votos de amor no quiebra el *iempo

bao el techo inmutable de las ramas:

el canto le privó de su sosiego.

+nduvo por la arena en LissadellM

y dio en pensar en sumas de dinero

y todos los cuidados que acarrea,

y por fin conoció prudentes años

antes que lo enterraran bao el monteM

mas yendo por terrenos cenagosos

con boca gris, sucísima, un gusano

cantó que en un lugar leos de allí

residía una ra#a ubilosa



bao cielos de oro o plateadosM

y que si un bailarín se refrenaba,

y a sus Cvidos pies, uno diría

que el sol y la luna daban frutos:

y ante ese canto ya no fue prudente.

<aviló unto al po#o de ?canavinM

de los que se burlaban de !l, al punto

se fue a vengar con saña legendaria

antes de que la noche lo engulleraM

pero una bri#na de hierba en la laguna

"cruel sin necesidad" cantó que e;iste

un sitio en que el silencio mCs atCvico

en su ra#a elegida impone el úbilo,

no importa que las aguas encrespadas

batan, o que la plata tormentosa

contra el oro del día se levante

y la noche cual capa los envuelva

y el amante est! en pa# unto a su amada.

l canto disipó su gran enoo.

-urmió bao la cumbre en LugnagallM

podría haber dormido a pierna suelta

bao la cima fría y vaporosa,

ahora que la tierra lo guardaba,

si el verme que alentaba entre sus huesos

con aflautado grito no diera



que -ios había puesto sobre el cielo

?us dedos que derraman el verano

sobre aquel bailarín y el oleae

que bate en derredor y que no sueña.

O/or qu! aquellos amantes olvidados

habrían de soñar hasta que mueran

y -ios apague el mundo con un besoQ

l hombre no halla pa# ni en su sepulcro.



LA E!"ATOR!A A )N L!BRO E RELATOSSELE"TOS E LOS NO/EL!STAS !RLANESES

1abía una rama verde con muchas campanillas

cuando su propio pueblo regía en esta trCgica ireM

y su verde rumor una calma fe!rica,

una bondad de druidas, vertía en los oyentes.

<omo por ensalmo el mercader olvidaba su engaño,

y su memoria el granero del ganado apartaba,

y arrullaba en el sueño a las rugientes filas:

y lodo fue pacífico durante breve tiempo.

+h, e;iliados que vagan por tierras y por mares

y siempre planean, traman que algún día

arroe una piedra sobre la ancestral *riste#aZ

*ambi!n yo tengo un tallo de campanillas calmas.

Lo arranqu! de los verdes tallos que el viento arrancó y sacudió

hasta que se agotó la savia del verano.

Lo arranqu! de los tallos est!riles de ire,

ese país donde un hombre puede estar tan frustradoM

puede estar tan vapuleado, enoado y roto,

que es un hombre sin amor: las alegres campanas traen risas

que sacuden las telarañas de las vigas del techoM

y, aun así, se disfruta mCs de los repiques tristes.

*ristes o alegres, las campanas te traen recuerdos

de vieos lugares inocentes y casi olvidados:

nosotros y nuestra amargura no hemos deado huella



en los pastos de Funster y el cielo en <onnemara.



LA LAMENTA"!#N EL /!E*O *)B!LAO

+unque hoy me refugio de la lluvia

bao un Crbol partido,

mi silla era la mCs pró;ima al fuego

en toda reunión

que hablaba de amor o de política,

antes de que el *iempo me mudara.

+unque otra ve# los mo#os hacen picas

para alguna conspiración,

y descargan su furia locos pillos

contra la tiranía humana,

mis contemplaciones son sobre el *iempo

que me ha transfigurado.

$o hay muer que vuelva el rostro

ante un Crbol partido,

y aun así las belle#as que am!

estCn en mi memoriaM

le escupo en la cara al *iempo

que me ha transfigurado.



LA BALAA EL PARE (!LL!(AN

l vieo sacerdote /eter Dilligan

estaba fatigado noche y díaM

pues la mitad de su rebaño estaba en cama

o bao el c!sped verde ya yacía.

Sna ve#, dormitando en una silla,

a la hora en que salen las polillas,

otro pobre hombre lo mandó llamar,

y !l empe#ó a sufrir.

"$o tengo pa#, descanso ni alegría,

pues la gente no para de morirse.

Y enseguida gritó: "/adre, perdónZ

1a hablado mi cuerpo, no yoZ

?e arrodilló y apoyCndose en la silla

re#ó y se quedó adormiladoM

y el atardecer se retiró de los campos,

y fueron asomando las estrellas.

/oco a poco se hicieron millones,

y a las hoas las sacudió el vientoM

y -ios cubrió de sombra el universo,

y le susurró al g!nero humano.

+ la hora en que pían los gorriones

cuando volvieron las polillas,

el vieo sacerdote /eter Dilligan

se levantó y se puso de pie.



"1uyZ 1uyZ l hombre se habrC muerto

mientras yo dormía en la silla.

1i#o que despertara su caballo,

y cabalgó a toda prisa.

<abalgó como nunca antes hiciera,

por sendas pedregosas y pantanosM

la muer del enfermo abrió la puertaM

"/adreZ OAtra ve# ust! aquíQ

"O1a muerto el desgraciadoQ "gritó.

"Furió hace una hora.


se tambaleó de dolor.

"+l irse ust!, se trastornó y murió

alegre como un pCaro.


se arrodilló al oír esta noticia.

"+qu!l que hi#o la noche estrellada

para almas que se cansan y desangran,

envió a uno de ?us magníficos Cngeles

para ayudarme cuando hacía falta.

"+qu!l a quien envuelven mantos púrpuras,

y de los astros cuida,

se apiadó de la cosa mCs pequeña

dormida en una silla.



LOS OS 5RBOLES

Fira, amada, tu propio cora#ón,

el Crbol mCs sagrado crece allíM

sagradas ramas saltan de la dicha,

y dan todas las flores temblorosas.

Los colores cambiantes de su fruto

han dado lu# alegre a las estrellasM

de su raí# oculta la certe#a

ha plantado el silencio de la nocheM

con su copa frondosa, estremecida,

su melodía ha dado al oleae,

y hace casar mis labios con la música,

susurrando por ti un canto de mago.

Los amores allí dan#an en corro,

el círculo encendido de los días,

que de un lado a otro gira y brota

con la dulce ignorancia del follaeM

recordando el cabello alborotado

y sandalias aladas que se lan#an,

tus oos se desbordan de cariño:

mira, amada, tu propio cora#ón.

$o mires mCs en el amargo espeo,

con su sutil astucia, a los demonios

al#arse ante nosotros cuando pasan,

o, si lo haces, míralo sólo un pocoM



pues allí crece una imagen fatal

que la noche recibe tempestuosa,

raíces medio ocultas por la nieve,

y ramas rotas y hoas renegridas.

/orque todo se vuelve cosa est!ril

al verse en el espeo demoníaco,

el espeo de la fatiga e;terna,

creada cuando -ios durmiera antaño.

+llí, por el ramae roto, van

los cuervos del inquieto pensamientoM

volando, gritando por doquier,

con garras crueles y Cvidas gargantas,

o tiesos mientras huelen en el aire

y sacuden sus alas andraosas.

+yZ *us oos, tan tiernos, hoy son crueles:

no mires mCs en el amargo espeo.



A A4)ELLOS "ON 4)!ENES HE HABLAO*)NTO AL +)E(O

Fientras yo componía estos versos danCnicos,

mi cora#ón bullía soñando con la !poca

en que estCbamos untos ante las d!biles brasas

y hablCbamos, absortos, de esa ra#a sombría

que reside en las almas de apasionados hombres

lo mismo que murci!lagos en los Crboles muertosM

y de la caprichosa compaña del crepúsculo

que suspira me#clando desdichas y alegrías,

porque sus dulces sueños amCs se han inclinado

bao el fruto del vieo Crbol del bien y el mal:

y de la violenta hueste asediada en la lucha

que se al#a, alas sobre alas, y llamas sobre llamas,

y, como una tormenta, grita el $ombre 2nefable

y hace con el chocar de afiladas espadas

un son que destruye, hasta que na#ca el día

y el silencio albo apague todo e;cepto el latido

de sus alas muy luengas y el fulgor de sus pies.



A LA !RLANA EL MAANA

?abe que querría ser considerado

fiel hermano de una cofradía

que cantó, para endul#ar el mal de 2rlanda,

baladas y relatos, rainn, cancionesM

pues no quiero ser yo menos que ellos,

que el dobladillo color de rosa roa,

cuya historia comen#ó

antes que -ios creara el clan de los Cngeles,

se arrastra por la pCgina escrita.

<uando el *iempo empe#ó a vociferar y enfurecerse,

la medida de sus pies voladores

hi#o que el cora#ón de 2rlanda comen#ara a latirM

y el *iempo mandó que destellaran todos sus luceros

para iluminar aquí o allC una medidaM

y que los pensamientos de 2rlanda mediten

sobre una medida quietud.

Y que no me consideren como

a -avis, Eerguson o Fangan,

porque, para quien refle;iona bien,

mis rimas mCs que las suyas cuentan

cosas descubiertas en lo hondo,

donde sólo duerme el cuerpo.

/ues las criaturas elementales se mueven

de un lado a otro por mi mesa,



y huyen de la mente desmedida

a vociferar y enfurecerse en ríos y vientosM

mas aquel que camina por medidas sendas

sin duda ha de sostenerles la mirada.

l hombre siempre viaa unto a ellas

tras el dobladillo color de rosa roa.

+h, las hadas que bailan bao la luna,

una tierra druídica, una melodía druídicaZ

Fientras aún pueda, escribir! para ti

el amor que viví, el sueño que conocí.

-esde el día en que nacemos hasta nuestra muerte

todo se pasa en un suspiroM

y nosotros, nuestro canto y nuestro amor,

lo que el *iempo medidor ha encendido en el cielo,

y todas las cosas ignorantes que se mueven

de un lado a otro por mi mesa,

pasan adonde pueden estar,

en el !;tasis de la verdad que consume,

que no es lugar para el amor o los sueñosM

pues -ios pasa al lado con pisadas blancas.

Yo vierto mi cora#ón en mis poemas,

para que tú, un mañana sombrío,

sepas cómo mi cora#ón fue con ellos

tras el dobladillo color de rosa roa.



EL /!ENTO ENTRE LOS *)N"OS$1%&&'



LA H)ESTE SOBRENAT)RAL

La hueste ha abandonado Nnoc0narea

y pasa donde yace <looth7na7&areM

<aoilte menea su ardiente cabellera

y $iamh grita: 9ámonos le$os/ vámonos.

Iacía tu alma de mortales sueños.

l viento se al#a, dan#a la hoarasca.

l pelo suelto, y las meillas pClidas,

nuestros pechos palpitan, brillan nuestros oos,

nuestros bra#os se agitan, los labios se entreabren,

y si alguien contempla nuestro paso

raudos nos interponemos entre !l

y el acto de su mano, entre !l y su esperan#a.

La hueste va velo# de madrugada.

O-ónde hay esperan#a o actos mCs bellosQ

<aoilte menea su ardiente cabellera

y $iamh grita: 9ámonos le$os/ vámonos.



LAS /O"ES ETERNAS

-ulces voces eternas, callad yaM

y a quienes guardan la celestial grey

ordenad que vaguen, obedeci!ndoos,

llama con llama, hasta que el *iempo acabe.

O$o hab!is oído que nuestros cora#ones son vieos,

que cantCis en los pCaros, en el viento en el soto,

en las ramas que tiemblan, en la marea ante la playaQ

-ulces voces eternas, callad ya.



LAS PAS!ONES

l tiempo termina en decadencia,

como una vela que se consume,

y los montes y los bosques

tienen su instante, su instanteM

OcuCl en la desbandada

de los Cnimos nacidos del fuego

ha desaparecidoQ



EL AMANTE HABLA E LA ROSA 4)E HA EN S)"ORA,#N

*odas las cosas feas y tronchadas, todo cuanto estC desgastado y vieo,

el grito de un rapa# unto al sendero, el cruido de un torpe carromato,

el caminar pesado del labriego, embarrado en el mantillo invernal,

afrentan tu imagen que hace que en mi cora#ón cre#ca, honda, una rosa.

La afrenta de las cosas contrahechas es tan atro# que resulta indecibleM

cómo ansío crearlas nuevamente, y sentarme, apartado, en un verde cerro,

con la tierra y el cielo y el agua, rehechos, lo mismo que un cofre de oro

para mi soñar con tu imagen que hace que en mi cora#ón cre#ca, honda, una rosa.



LA H)ESTE E LOS A!RES

AB-2?<ALL conducía con su canto

al pato y al Cnsar salvae

desde los uncos con penachos

del temible Lago de los <iervos.

Y vio que el uncal se oscurecía

al llegar la nocturna marea,

y soñó con la larga y tenue melena

de &ridget, su prometida.

Ayó mientras cantaba y soñaba

que leos tocaba un gaitero,

y nunca hubo gaita mCs triste,

ni gaita mCs alegre que aqu!lla.

Y vio a muchachos y muchachas

que bailaban en un llano,

con &ridget, su prometida, entre ellos,

con cara triste y alegre.

Los bailarines lo rodearon

diciendo cosas muy dulces,

y un muchacho le trao vino tinto

y una muchacha pan blanco.

Fas &ridget lo cogió de la manga

apartCndolo del grupo ovial

y lo llevó a unos vieos que ugaban

a las cartas con manos muy Cgiles.



/an y vino resultaron funestos,

pues aqu!lla era la hueste del aireM

se sentó y ugó soñando

con su larga y tenue melena.

@ugó con los ancianos oviales

sin pensar en mal alguno,

hasta que uno se llevó a &ridget

leos del baile ovial.

?e la llevó en sus bra#os,

el muchacho mCs apuesto,

y su cuello, su pecho y sus bra#os

los inundó la larga y tenue melena.

AB-riscoll desparramó las cartas

y despertó de su sueño:

ancianos y muchachos y muchachas

se habían esfumado del todo.

Fas oyó muy alto en el aire

que un gaitero tocaba,

y nunca hubo gaita mCs triste

ni gaita mCs alegre que aqu!lla.



EL PE,

+unque te ocultes en la pleamar

de la marea cuando se ha puesto la luna,

quienes vengan detrCs sabrCn un día

que yo arro! mi red,

y que incontables veces te escapaste

de la malla de plata,

y pensando que fuiste duro y cruel,

te acusarCn con frases muy amargas.



LA H)ESTE !NAPLA"ABLE

Los hios de los -anaan ríen en cunas de oro

mientras dan palmaditas y entrecierran los oos,

recorrerCn el norte cuando el Cguila vuele

con graves alas blancas y el cora#ón helado.

&eso a mi hio que gime, lo aprieto en mi rega#o,

y oigo cómo las tumbas a los dos nos reclaman.

Los vientos desolados gritan al mar errante,

los vientos que se ciernen sobre el poniente en llamas:

los vientos que golpean en las puertas del <ielo

y el 2nfierno, arrastrando espíritus llorososM

oh, alma que bate el viento, la hueste inaplacable

es mCs linda que velas a los pies de Faría.



HA"!A EL "REP9S")LO

<aduco cora#ón en un tiempo caduco,

líbrate de la red del bien y el malM

y ríe, cora#ón, de nuevo en el crepúsculo

y suspira de nuevo en el rocío del alba.

*u madre ire es siempre oven,

siempre brillante el rocío, y el crepúsculo grisM

aunque pierdas la esperan#a y decaiga el amor,

ardiendo en llamaradas de una lengua inuriosa.

Ien, cora#ón, donde se al#an colinas,

pues allí la mística hermandad

del sol y la luna, la hondonada y el bosque,

y río y arroyo, hace según su deseoM

y -ios hace girar ?u cuerno solitario,

y el tiempo y el mundo estCn siempre en fugaM

y el amor es menos dulce que el crepúsculo gris,

y la esperan#a menos grata que el rocío del alba.



LA "AN"!#N EL ERRANTE AEN()S

?alí a la avellaneda porque un fuego

me estaba consumiendo la cabe#aM

cort! y pel! una rama de avellano,

y una baya le puse como an#uelo,

y, volando las polillas blanquecinas,

y, brillando los astros, cual polillas,

lanc! la baya al curso de un riachuelo

y pesqu! una truchita plateada.

<uando la hube puesto sobre el suelo,

fui a avivar la hoguera, y escuch!

que algo se agitaba sobre el suelo

y que alguien me llamaba por mi nombre:

se había convertido en una oven

con flores de man#ano sobre el pelo,

y me llamó por mi nombre, y corrió,

y se esfumó en el aire iluminado.

+unque me he hecho vieo, siempre errante

por tierras de hondonadas y colinas,

he de averiguar dónde se fue,

besar sus labios, y estrechar sus manos,

y andar entre los altos pasti#ales,

y coger, hasta el final de los tiempos,

las man#anas de plata de la luna,

y las doradas man#anas del sol.



LA "AN"!#N E LA MARE AN"!ANA

Fe levanto con el alba, me arrodillo y soplo

hasta que la semilla del fuego parpadea y reluceM

y luego tengo que fregar, cocer, barrer

hasta que salen las estrellas y titilanM

y las óvenes estCn acostadas y sueñan en su cama

con la#os a uego para su pecho y cabe#a,

y pasan el día desocupadas

y suspiran si el viento les mueve una tren#aM

mientras, yo he de trabaar porque soy viea

y la semilla del fuego se hace d!bil y fría.



EL "ORA,#N E LA M)*ER

Ah, qu! me importa ya la alcoba aquella

que colmaban plegarias y el descansoM

!l me pidió salir a las tinieblas

y mi pecho reposa sobre el suyo.

Ah, qu! las atenciones de mi madre,

donde vivía a salvo y al abrigoM

con la sombría flor de mi cabello,

yo nos ocultar! de la tormenta.

Ah, pelo ocultador bao el rocío,

muy leos de la vida y de la muerte

mi cora#ón reposa sobre el suyo,

mi aliento estC me#clado con su aliento.



EL AMANTE SE LAMENTA POR LA P7R!A ELAMOR

/Clidas ceas, manos quietas, pelo oscuro,

yo tenía una hermosa amiga

y soñ! que la antigua desesperación

al final terminaría en amor:

ella miró en mi cora#ón un día

y vio que allí estaba tu imagenM

se ha ido leos llorando.



SE LAMENTA POR EL "AMB!O 4)E HANS)+R!O 7L S) AMAA- ANHELA EL +!N ELM)NO

O$o oyes mi clamor, cierva blanca sin cuernasQ

1e sido transformado en un sabueso con una orea roaM

he estado en el <amino de las /iedras y el &osque de spinos,

pues alguien escondió odio y esperan#a y deseo y temor

bao mis pies, para que noche y día te sigan.

Sn hombre con una vara de avellano vino sin hacer ruidoM

me transformó de súbito, yo miraba a otra parteM

y ahora mi clamor no es sino el de un sabuesoM

y *iempo y $acimiento y <ambio pasan veloces a mi lado.

Puisiera que el @abalí sin cerdas hubiese venido del oeste

y arrancado del cielo el sol y la luna y las estrellas

y yaciera en la oscuridad, gruñendo, entregado al descanso.



P!E A S) AMOR 4)E EST7 EN PA,

Aigo los <aballos ?ombríos, que agitan sus crines,

tumultuosos sus cascos, cabrilleantes sus oosM

el norte se despliega sobre ellos, la noche que se arrastra,

el este ha ocultado la alegría antes que despunte el alba,

el oeste sollo#a bao el pClido rocío y suspira al desaparecer,

el sur derrama rosas de fuego carmesíM

oh vanidad del -ormir, de la speran#a, el ?ueño y el constante -eseo,

los <aballos del -esastre se abalan#an en el barro:

amada, entrecierra los oos, y que lata tu cora#ón

sobre el mío, y que tu pelo caiga sobre mi pecho

ahogando la hora solitaria del amor en un hondo

crepúsculo de pa#

y ocultando sus crines al viento y sus patas tumultuosas.



REPRENE AL ,ARAP!TO

+y, #arapito, no chilles mCs en el aire,

o ha#lo a las aguas del oesteM

que tu chillar me recuerda

oos que nubló la pasión y una grave melena

agitada sobre mi pecho:

ya hay mucho mal en el chillar del viento.



RE")ERA LA BELLE,A OL/!AA

+l ceñirte en mis bra#os, aprisiono

mi cora#ón contra el antiguo encanto

que largo hace que abandonara el mundoM

enoyadas coronas que los reyes

en lagunas sombrías arroaron

cuando huyeron e!rcitosM historias

de amor que en seda hilada recamaran

damas ensoñadoras sobre el paño

que engordó a la polilla destructoraM

las rosas con que antaño entreteieron

las damas sus cabellos, y los lirios

húmedos que las damas trasportaran

por profusos pasillos consagrados

con nubes de un incienso tan densísimo

que sólo -ios los oos no cerró:

pues ese blanco pecho y calma mano

proceden de un país mCs soñador,

de una edad con mCs sueños que la nuestraM

y, cuando tú suspiras entre un beso

y otro, oigo que tambi!n suspira, pClida,

la &elle#a por la hora en la que todo

se ha de desvanecer como el rocío,

mas llama sobre llama, abismos, simas,

con la espada en sus f!rreas rodillas,



un trono sobre otro soñoliento

medita en sus misterios solitarios.



)N POETA A S) AMAA

*e traigo entre mis manos reverentes

los libros de mis innúmeros sueños,

blanca muer a quien gastó el amor

cual a la arena gris perla las olasM

con cora#ón mCs vieo que ese cuerno

que colma el fuego pClido del tiempo,

blanca muer de innumerables sueños,

te traigo mi poema apasionado.



ENTRE(A A S) AMAA "!ERTAS R!MAS

<ógete el pelo con horquillas de oro

y amarra cada tren#a sinuosaM

pedí a mi cora#ón que levantara

estas rimas endebles,

y en ellas trabaó, día tras día,

componiendo una triste hermosura

con las guerras de antaño.

?ólo tienes que al#ar tu blanca mano

y atarte la melena y suspirarM

y arder deben, latir acelerados

todos los cora#ones de los hombresM

y la espuma cual cirio en las arenas,

y los astros que escalan cielos fríos,

sólo viven por alumbrar tus pasos.



A S) "ORA,#N- P!!7NOLE 4)E NO TEN(AM!EO

*r!mulo cora#ón, callaM silencioM

recuerda la antigua sabiduría:

que a quien tiembla ante el fuego y la corriente,

y los vientos que soplan siderales,

que los vientos, el fuego y la corriente

cubran y oculten, pues que !l es aeno

a regias, solitarias muchedumbres.



EL (ORRO LOS "AS"ABELES

l bufón entró en el ardín,

el ardín había caído en el silencioM

y mandó a su alma que se al#ara

y posarse en el alf!i#ar de ella.

<on un ropae a#ul liso se al#ó

cuando empe#aban a cantar las lechu#asM

su lengua se había hecho sabia pensando

en su pisada leve y silenciosa.

/ero la oven reina no quiso escucharM

se levantó con su pClido camisón

y se metió tras el pesado marco

y echó los pestillos de la ventana.

[l mandó a su cora#ón ir a ella

cuando ya no cantaban las lechu#asM

con un ropae roo y tembloroso

a trav!s de la puerta la cantó.

?u lengua se había hecho sabia soñandoM

en su pelo flotante y florealM

mas ella cogió su abanico de la mesa

y dio con !l adiós agitCndolo en el aire.

=*engo un gorro y cascabeles>, meditó !l,

=se los mandar! a ella y morir!>,

y al clarear la mañana

los deó por donde ella pasó.



lla los puso en su rega#o,

debao de una nube de su pelo,

y sus labios les cantaron una canción de amor

hasta que en el aire surgieron las estrellas.

lla abrió la puerta y la ventana,

y el cora#ón y el alma al punto entraronM

a su mano derecha fue el roo

y a su i#quierda la a#ul.

+rman un ruido cual de grillos,

una plCtica sabia y dulce,

y el pelo de ella fue una flor doblada

con el silencio del amor a sus pies.



EL /ALLE EL *ABAL NE(RO

Lento gotea el rocío y se congregan los sueñosM lan#as desconocidas

pasan volando súbitas ante mis oos que han despertado de un sueño,

y entonces el choque de inetes caídos y los gritos

de e!rcitos desconocidos que perecen golpean unto a mi oído.

Puienes aún nos afanamos unto al cromlech, en la playa,

el túmulo gris en la colina, cuando el día se hunde ahogado en el rocío,

temerosos de los imperios del mundo, nos inclinamos ante ti,

señor de las estrellas silenciosas y la flamígera puerta.



EL AMANTE P!E PER#N POR S)S M)"HASPAS!ONES

?i este importuno cora#ón turba tu pa#

con palabras mCs ligeras que el aire,

o esperan#as que al tiempo de nacer parpadean y cesan,

aplasta la rosa de tu pelo

y cubre tus labios con un fragante crepúsculo, y di:

=Ah, <ora#ones de aventadas llamasZ

Ah, Iientos mCs vieos que el cambio del día y la noche,

que susurrantes y anhelantes vinisteis

de ciudades de mCrmol, resonantes de tamboriles de antaño,

en países fe!ricos de un color gris perlaM

de estandartes de guerra, un pliegue púrpura sobre otro

que bordaron reinas con manos de lu# tr!mulaM

que visteis a la oven $iamh flotar con rostro enamorado

por sobre la corriente fugitivaM

y os demorasteis en el lugar oculto y desolado

donde murió el último f!ni;

y envolvisteis la llama sobre su sagrada cabe#aM

y aún susurrCis y anhelCis:

oh <ora#ones Lastimeros, que mudCis hasta que las mudan#as mueran

en un canto tumultuoso>.

Y cubre las pClidas flores de tu cora#ón

con tu pelo oscuro y pesado,

y turba, suspirando por cuantas cosas anhelan reposo,



el fragante crepúsculo.



HABLA E )N /ALLE LLENO E AMANTES

?oñ! que estaba en un valle, entre suspiros,

pues amantes felices pasaban en pareas,

y soñ! que mi amor perdido salía furtivamente del bosque

con pClidos pCrpados caídos sobre oos de ensueño.

Drit! en mi sueño: Mu$eres/ que los mo&os pongan las cabe&as

en vuestros rega#os, y que ahoguen sus oos vuestro peloM

si no, al recordar el de ella no hallarCn hermoso otro rostro

hasta que todo valle se haya marchitado.



HABLA E LA BELLE,A PER+E"TA

Ah pCrpados nublados, tenues oos

que sueños emborronan,

los bardos que se afanan de continuo

por construir una belle#a perfecta en sus rimas

son vencidos por el mirar de una muer

y por la ociosa prole de los cielosM

por ello, mi cora#ón se inclinarC, cuando el rocío

caiga lento, hasta que -ios queme el tiempo

ante los ociosos astros y ante ti.



OE EL (R!TO E LA *)N"!A

<amino unto al borde

de este lúgubre lago

en donde el viento grita entre la uncia:

1asta que se rompa el ee

que mantiene girando a las estrellas

y las manos arroen a lo hondo

los estandartes del este y del oeste,

y se suelte el cinturón de la lu#,

tu pecho no latirC unto al pecho

de tu amada dormida.



P!ENSA EN 4)!ENES HAN HABLAO MAL E S)AMAA

ntrecierra tus pCrpados, libera tu cabello,

y sueña con los grandes y su orgulloM

por doquier han hablado mal de ti,

mas compara este canto con los grandes y su orgulloM

lo hice con una bocanada de aire,

los hios de sus hios dirCn que han mentido.



LOS BEN!TOS

<umhal gritó, inclinando la cabe#a,

hasta que -athi vino y se quedó,

parpadeando, a la entrada de la cueva,

entre el viento y el bosque.

Y <umhal dio, inclinando las rodillas,

"1e venido por el camino que bate el viento

para entender la mitad de tu beatitud

y aprender a re#ar cuando tú re#as.

*e puedo traer salmón de los arroyos

y gar#as de los cielos.

Fas -athi se cru#ó de bra#os y sonrió

con los secretos de -ios en los oos.

Y <umhal vio, como una humareda,

todo tipo de almas benditas,

mueres y niños, mo#os con libros,

y vieos con bCculos y estolas.

"+laba a -ios y a ?u Fadre "dio -athi"

pues -ios y ?u Fadre han enviado

a las almas mCs benditas del mundo

a llenar tu cora#ón de regocio.

"OY cuCl es el mCs bendito "preguntó <umhal"

cuando todos son lindos y buenosQ

O?on esos que con incensarios de oro

cantan en torno del bosqueQ



"Fis oos parpadean "dio -athi"

casi ciegos con los oos de -iosM

pero puedo ver dónde va el viento

y conocer su caminoM

y la beatitud va donde el viento,

y cuando se va morimosM

veo el alma mCs bendita del mundo

e inclina una cabe#a borracha.

La beatitud viene de noche y de día

y adonde el cora#ón sabio conoceM

y uno ha visto en la roe# del vino

la osa 2ncorruptible,

que soñolienta echa hoas sobre !l

y la dul#ura del deseo,

mientras el tiempo y el mundo se consumen

en crepúsculos de rocío y de fuego.



LA ROSA SE"RETA

emota, secretísima, inviolada

osa, envu!lveme en la hora de mis horasM

donde aquellos que en el ?anto ?epulcro

o en el tonel de vino te buscaran

habitan mCs allC del alboroto

y el fragor de los sueños derrotadosM

hundida entre los pCrpados muy pClidos,

cargada con el sueño que los hombres

han llamado &elle#a. <on tus hoas

envuelves vieas barbas y los yelmos

de oro y de rubí de coronados

FagosM y a aquel rey cuyos oos vieron

las Fanos *raspasadas y la <ru#

de saúco elevarse entre un vapor

druídico y nublarse las antorchas,

y luego enaenado se murióM

y aquel que a Eand halló unto a las llamas

en una costa gris sin viento alguno

y perdió al mundo y a mer por un besoM

y a aquel que echó a los dioses de su castro

y cien auroras roas hi#o fiestas

y lloró unto al túmulo a sus muertosM

y aquel rey soñador que desterrara

leos de sí corona y pesadumbres,



y convocando a bardos y bufones

vivió entre vagabundos en la frondaM

y a quien vendió sus tierras y sus bienes

y buscó muchos años por países

hasta hallar, entre lCgrimas y risas,

a una bella muer, tan luminosa

que trillaban maí# a medianoche

unto a una tren#a suya que le hurtaran.

+sí tambi!n yo aguardo la hora grave

de tu gran vendaval de amor y de odio.

O<uCndo se apagarCn las luminarias

del cielo, como chispas de una fora,

y morirCnQ OLlegada es ya tu horaQ

O?opla ya tu gran vendaval, oh osa

remota, secretísima, invioladaQ



LA "ALMA- ESA ON"ELLA

O+dónde fue la <alma, esa doncella

inclinando su roa caperu#aQ

Iientos que despertaron a los astros

soplan a trav!s de mi sangre.

Ah, Ocómo pude estar yo tan tranquilo

cuando ella se al#ó para marcharseQ

Las palabras que el rayo han invocado

hoy se abaten sobre mi cora#ón.



LOS TORMENTOS E LA PAS!#N

<uando la ang!lica puerta se abre entre laúdesM

cuando un inmortal amor alienta en un barro mortal,

nuestros cora#ones sufren el a#ote, las tren#adas espinas,

la muchedumbre hostil, heridas en palmas y costado,

la espona con vinagre, las flores unto al arroyo de <edrónM

agachCndonos, nos soltaremos el cabello sobre ti

para verter un tenue perfume, y colmados de rocío,

lirios de esperan#a palidísima, rosas de un sueño apasionado.



EL AMANTE R)E(A A S) AM!(A POR LOS/!E*OS AM!(OS

+unque estCs en tus días luminososM

y voces en el gentío,

y nuevos amigos, llenos de tu alaban#aM

no seas distante ni orgullosa,

mas recuerda a los vieos amigosM

vendrC, aciago, el *iempo inundCndolo todo,

morirC y se perderC tu belle#a

para todos los oos menos !stos.



EL AMANTE HABLA A LAS OENTES E S)S"AN"!ONES EN T!EMPOS /EN!EROS

Ah, mueres arrodilladas en comulgatorios leanos,

cuando las canciones que hice para mi amada oculten la oración

y el humo de este cora#ón muerto se eleve por el aire violCceo

y se sobreponga al humo del incienso y la mirra,

inclinaos y re#ad por cuantos pecados introdue en mis cantos

hasta que la +bogada de las +lmas /erdidas alce la vo#

y nos diga a mi amada y a mí: =$o vol!is mCs

entre la muchedumbre que se debate lastimera y penitente>.



EL AMANTE S)PL!"A A LOS POERESELEMENTALES

<uando los /oderes cuyos nombre y apariencia nadie conoce

hayan arrancado la osa 2nmortalM

y aunque las ?iete Luces se hayan inclinado en su baile y llorado,

y el -ragón /olar dormido,

y desenroscado sus pesados anillos de un tr!mulo pi!lago a otro,

OcuCndo despertarCQ

Drandes /oderes de la ola que cae y el viento sobre el fuego,

con vuestro coro armonioso

rodead a la que amo y cantadle hasta que quede tranquila,

para que mi antigua preocupación pueda acabarM

desplegad vuestras alas llameantes y apartad de la vista

las redes del día y de la noche.

Ascuros /oderes del pensamiento soñoliento, que no sea

ella como la pClida concha marina

cuando los vientos se congregan y el sol y la luna arden borrosos

sobre su borde nubladoM

mas que un suave silencio hecho con música fluya

adonde van sus pasos.



ESEA 4)E S) AMAA EST)/!ERA M)ERTA

?i tan sólo yacieras fría y muerta,

la lu# palideciendo en el oeste,

vendrías inclinando la cabe#a,

y yo pondría la mía en tu pechoM

tú me susurrarías cosas tiernas,

perdonCndome, porque estabas muertaM

no te al#arías, y!ndote deprisa,

libre como los pCaros salvaesM

tu pelo envolvería, recogido,

la luna, el sol y las estrellas.

Puisiera, amada mía, que yacieras

bao hoas de acedera sobre el suelo

mientras una a una las luces palidecen.



ESEA LAS TELAS EL "!ELO

?i tuviese las doradas telas del cielo

recamadas de lu# de plata y oro,

la tela a#ul, la pClida y la oscura

de la noche, la lu# y la penumbra,

yo pondría las telas a tus piesM

mas, como soy pobre, sólo tengo mis sueños.

1e puesto mis sueños a tus piesM

pisa suave, porque pisas mis sueños.



P!ENSA EN S) PASAA (RANE,A ")ANO+ORMABA PARTE E LAS "ONSTELA"!ONESEL "!ELO

1e bebido cerve#a en *ír na nRg

y lloro porque cono#co ya todoM

he sido un avellano, y me colgaron

la strella /olar y la Asa Fayor

en mis hoas en tiempos muy remotosM

fui un unco que pisan los caballos

y un hombre, enemigo de los vientos,

que sólo sabe algo con certe#aM

que su cabe#a no ha de reposar

en el pecho, ni su boca en el cabello

de la muer que !l ama, hasta que muera.

&estias salvaes y aves, Ocómo puedo

sufrir vuestros reclamos amorososQ



EL /!OL!N!STA E OONE

<uando mi violín toco yo en -ooney

la gente baila como una ola en el marM

mi primo es cura en Nilvarnet,

mi hermano lo es en Focharabuiee.

Yo he superado a mi hermano y mi primo:

ellos leen libros de oracionesM

yo leo mis libros de canciones

que compr! en la feria de ?ligo.

<uando vayamos al final de los tiempos

a san /edro, solemnemente sentado,

!l sonreirC a las tres vieas almas

pero a mí me llamarC el primero a la puertaM

pues los alegres son siempre los buenos,

salvo que sea por un a#ar maligno,

y a los alegres les encanta el violín,

y a los alegres les encanta bailar.

Y cuando la gente de allí me vea,

todos se acercarCn a mí,

diciendo =1e aquí el violinista de -ooneyZ>

y bailarCn como una ola en el mar.



EN LOS S!ETE BOS4)ES$1&0:'



EN LOS S!ETE BOS4)ES

1e oído a las palomas de los ?iete &osques,

su d!bil trueno, y a las abeas del ardín

#umbar en las flores del tiloM y he apartado

las inútiles protestas y la amargura antigua

que vacían el cora#ón. /or un instante he olvidado

a *ara e;cavada, y a la nueva vulgaridad

en el trono y gritando por las calles

y colgando guirnaldas de un poste a otro

porque es lo único que estC feli#.

<ontento estoy, pues s! bien que la <alma

camina sonriente y su cora#ón salvae come

entre palomas y abeas, mientras el Dran +rquero,

que aguarda el momento de disparar, aún cuelga

una nubosa alaba sobre /airc7na7Lee.



LA +LE"HA

/ens! en tu belle#a, y esta flecha,

hecha de una idea salvae, estC en mi m!dula.

$o hay hombre que pueda mirarla, ningún hombre,

tal cuando era, lo#ana, una muer

alta y noble, pero con rostro y senos

de color delicado cual la flor del man#ano.

sta belle#a es mCs benigna, aunque tengo motivos

para lamentar que la antigua ya no est! en su esplendor.



LA NE"EA E "ONSOLARME

+lguien que es siempre amable dio ayer:

=l pelo de tu amada tiene canas

y vagas sombras cercan sus oerasM

el tiempo hace mCs fCcil ser sensato:

aunque hoy te pare#ca imposible,

todo lo que te hace falta es paciencia.>

/ero el cora#ón e;clama: =$o,

no tengo ni una pi#ca de consuelo.

l tiempo ha de renovar su belle#a,

porque de su noble#a, al agitarse,

el fuego que se agita en torno a ella,

arde con mucha mCs intensidad.

AalC que no hubiera sido así

cuando estaba el verano en sus pupilas.>

+y, si volviera el rostro, cora#ón,

verías la necedad de consolarme.



/!E*O RE")ERO

Iuela a ella, pensamiento, cuando el final del día

despierta un vieo recuerdo, y di:

=*u fuer#a, que es tan altiva, intensa y dulce

que podría convocar una nueva era, trayendo a la memoria

las reinas hace tiempo imaginadas,

sólo es tuya a medias: !l amasó en ella

en los largos días de la uventud, y qui!n hubiera

pensado que todo, y mCs que todo, se volvería nada,

y que palabras queridas significarían nada>. /ero bueno estC,

pues si hemos culpado al viento podemos culpar al amorM

o, si hace falta mCs, nada se diga

que resulte violento para niños e;traviados.



N)N"A ES POR ENTERO EL "ORA,#N

$unca des por entero el cora#ón,

pues nunca el amor parecerC digno

a las mueres llenas de pasión

si parece real, y nunca sueñan

que se va haciendo d!bil con los besos

pues que todo lo hermoso es sólo un breve,

maravilloso y grato regocio.

Ah, nunca des el cora#ón del todo,

pues ellas, a pesar de lo que labios

suaves puedan decir, han entregado

su cora#ón al uego, Oy qui!n podrC

ugar en igualdad de condiciones,

sordo, mudo y ciego ya de amorQ

Puien ha hecho esto bien conoce el precio,

pues dio entero el cora#ón y perdió.



LAS RAMAS MAR"H!TAS

Drit! cuando la luna musitaba a las aves:

=Pue la avefría y el #arapito griten donde quieran,

yo anhelo tus palabras alegres, tiernas y dolientes,

pues los caminos no acaban y no hay lugar para mí.>

La luna pClida como la miel lucía baa sobre la ladera,

y yo caí dormido sobre el solitario chtge de los arroyos.

$o se han marchitado las ramas por el viento invernalM

se han marchitado porque les he contado mis sueños.

<ono#co los caminos frondosos que toman las bruas

que vienen con coronas de perlas y sus husos de lana,

y su sonrisa secreta, de lo hondo del lagoM

s! adonde va una luna borrosa, donde la ra#a de los -anaan

devana sus bailes cuando la lu# se enfría

en los prados de las islas, sus pies donde brilla la pClida espuma.



<ono#co el país somnoliento que sobrevuelan los cisnes

empareados con cadenas de oro, y cantan al volar.

Sn rey y una reina vagan por allí, y el ruido

les ha deado tan felices y abatidos, tan sordos y ciegos

con el saber, que vagan hasta que han pasado todos los añosM

lo cono#co, y al #arapito y la avefría en chtge de los arroyos.





LA MAL!"!#N E A5N

?entados a finales de un verano,

esa hermosa muer "tu buena amiga"

y tú y yo, hablando de poesía,

die: =Sn verso qui#C nos cueste horas,

mas si ese mismo verso no parece

haber sido pensado en un instante,

todo nuestro coser y descoser

no habrC servido entonces para nada.

Feor, si no, doblar el espina#o

y fregar la cocina o picar piedras

como un pobre, haga tiempo bueno o malo.

Pue articular sonidos melodiosos

es trabaar mCs duro, y sin embargo,

que sea el pensamiento un haragCn

unto al ruidoso hatao de banqueros,

cl!rigos y maestros, que los mCrtires

denominan el mundo.>

+nte lo cual

esta hermosa muer por cuya causa

muchos conocerCn grandes congoas

hallando que su vo# es dulce y d!bil,

contestó: =$acer muer es saber

"aunque no te lo enseñen en la escuela"

que hemos de esfor#arnos por ser bellas.>



+ lo que die yo:

=s cierto que no e;iste nada hermoso

desde la caída de +dCn a hoy

que no requiera esfuer#os denodados.

+mantes ha habido que creyeron

que el amor era sólo cortesía,

y, eruditos, citaban, suspirando,

precedentes de libros venerables,

mas hoy esto parece algo muy fútil.>

+l hablar del amor enmudecimos

y vimos e;pirar la lu# del día:

en el tr!mulo a#ul glauco del cielo,

una luna gastada, cual la concha

que las aguas del tiempo van lavando

días y años, y en torno las estrellas.

?olamente pensaba en tus oídos,

que tú eras bella, y en cómo me esfor#aba

en amarte de un modo ya anticuadoM

que aunque todo parecía feli#,

los dos teníamos

cansado el cora#ón como la luna.



LA "AN"!#N E HANRAHAN EL RO*O SOBRE!RLANA

Los vieos espinos pardos se parten en dos sobre la /laya de <ummen,

bao un fero# viento negro que sopla de la i#quierdaM

nuestro valor se rompe como un vieo Crbol bao un viento negro y muere,

pero hemos escondido en nuestros cora#ones la llama a los oos

de <athleen, la hia de 1oulihan.

l viento ha arrebuado las nubes sobre Nnoc0narea,

y arroado el trueno sobre las piedras a pesar de lo que diga Faeve.

2ras que son como ruidosas nubes han puesto a latir nuestros cora#onesM

pero todos nos hemos inclinado y besado los silenciosos pies

de <athleen, la hia de 1oulihan.

La laguna amarilla se ha desbordado sobre <looth7na7&are,

pues los vientos que traen agua soplan sobre el denso aireM

como una intensa crecida, nuestros cuerpos y nuestra sangreM

pero mCs pura que un alto cirio ante la ?anta <ru#

es <athleen, la hia de 1oulihan.



LOS /!E*OS OBSER/5NOSE EN LAS A()AS

Aí a los vieos, muy vieos, decir:

=*odo sufre alteración,

y, uno por uno, todos vamos cayendo.>

*enían manos como garras, y sus rodillas

estaban retorcidas como los vieos espinos

unto a las aguas.

Aí a los vieos, muy vieos, decir:

=*odo lo que es hermoso se desli#a marchCndose

como las aguas.>



BA*O LA L)NA

$o me hace feli# soñar con &rocelianda,

ni con +valón, el hoyo de verde hierba, ni con la 2sla @ubilosa,

donde una halló a Lan#arote enloquecido y lo ocultóM

ni con el Slster, cuando $aoise desplegó una vela al vientoM

ni con tierras harto borrosas como para ser un peso en el cora#ón:

el /aís bao las Alas, donde de la lu# de la luna y el sol

siete vieas hermanas devanan los hilos de los longevos,

el /aís de la *orre, donde +engus ha abierto de par en par las puertas,

y el &osque /rodigioso, donde alguien mata un buey al alba,

para hallarlo cuando cae la noche en un f!retro de oro.

+llí hay muchas reinas como &ranGen y DinebraM

y $iamh y Laban y Eand, que se podían transformar en nutria o cervato,

y la muer del bosque, cuyo amante se volvió un halcón de oos a#ulesM

y cuando paso en sueños unto a una arboleda, o un fortín, o una playa,

o sobre las olas deshabitadas con reyes para tirar de los remos,

oigo que la cuerda del arpa las alaba, u oigo sus lastimeras palabras.

/orque de algo dicho bao el fam!lico cuerno

de la luna del ca#ador, suspensa entre la noche y el día,

soñar con mueres cuya belle#a se vino abao consternada,

incluso en un vieo relato, es una carga insoportable.



LA ARBOLEA ESMO"HAA

<orre a donde en las aguas en el bosque

el venado de pasos delicados

y su dama suspiran al mirarse.

AalC sólo amCsemos tú y yoZ

OAyes a la que va con pies de plata,

la reina plateada de los cielos,

cuando asoma el sol de su capucha CureaQ

AalC sólo amCsemos tú y yoZ

Ah, corre a la arboleda desmochada,

pues de allí e;pulsar! a los amantes.

Ah, mi parte del mundo, oh rubio peloZ

Ah, nadie amó amCs, mCs que nosotros.



OH- NO AMES EMAS!AO T!EMPO

$o ames demasiado tiempo, cariño:

yo am! mucho, mucho tiempo,

y llegu! a estar pasado de moda

como una viea canción.

+ lo largo de los años de nuestra uventud

ninguno pudo haber distinguido

su pensamiento del del otro,

tan unidos estCbamos.

/ero, oh, en un instante ella cambió,

oh, no ames demasiado tiempo,

o pasarCs de moda

como una viea canción.



LOS M9S!"OS P!EN )NA BEN!"!#N PARA LOSSALTER!OS PARA ELLOS M!SMOS

!res voces :$untas;. Ah, bendecid las manos que interpretan,

la dulce vo#, las notas y las cuerdas,

oh, señores de la ciudad rutilanteZ

Ah, soltad las trompetas estridentes,

aunque ebrios de banderas que flamean

por cima de murallas y de torres,

y del fuerte agitar de vuestras alas.

%rimera vo&. *al ve# se van quedando en el camino.

Sno se recogió su manto púrpuraM

otro, gacho, musita unto al muro:

teme el peso de las mortales horas.

.egunda vo&. Ah no, oh no, se precipitan, baan

cual chorlitos que escuchan el reclamo.

!ercera vo&. /arientes de los *res ?eres en Sno:

oh, bendecid las manos que interpretan.

?us notas seguirCn viviendo, mientras

toda esta grave historia se termine.

Las manos, nuestras manos ya perecen.

!res voces :$untas;. +unque ufanas, serenas, sobrevivan

las notas, bendecid a nuestras manos,

estas manos que ya desaparecen.



LA ALEA +EL!,

1ay muchos recios labriegos

cuyo cora#ón se partiría

si pudiesen ver la aldea

a la que vamos al galopeM

las ramas tienen frutos y flor

en todas las !pocas del añoM

los ríos corren repletos

de cerve#a roa y parda.

Sn vieo toca la gaita

en un bosque de oro y plataM

reinas de oos a#ules como el hielo

dan#an en multitud.

l raposo susurraba:

"OPu! hay del a#ote del mundoQ

l sol reía con dul#ura,

la luna tiraba de mis riendas,

pero el raposo susurraba:

"Ah no tires de sus riendas,

que cabalga hacia la aldea

que es la pesadilla del mundo.

<uando estCn tan animados

que pueden llegar a las manos,

descuelgan sus espadones

de ramas de plata y oroM



mas cuantos mueren en la lid

de nuevo despiertan a la vida.

?uerte que su historia

no la cono#can los hombres,

pues, oh, los recios labriegos

dearían los a#adones,

sus cora#ones serían como una ta#a

que alguien hubiera apurado.

l raposo susurraba:





"Ah no tires de sus riendas,



Figuel descolgarC su trompeta

de una rama que estC arriba

y darC un pequeño soplido

cuando se haya puesto la cena.

Dabriel vendrC desde el agua

con una cola de pescado, y hablarC

de portentos que han sucedido

en las moadas sendas de los hombres,

y al#arC un vieo cuerno



de plata batida, y beberC

hasta quedarse dormido

sobre el borde estrellado.

l raposo susurraba:





"Ah, no tires de sus riendas,





EEL ELMO /ERE

OTROS POEMAS$1&10'



S) S)EO

n la estridente popa mecía

el gobernalle en su e;tremo,

y veía por doquiera iba pasando

una multitud en la orilla.

Y aunque acall! a la multitud,

todo hio de hombre me dio:

=OPu! es esa figura con sudario

en un estridente lechoQ>

Y tras correr por el borde,

clam! a esa cosa que abao estaba

"tan dignos eran sus bra#os y piernas"

por el dulce nombre de la Fuerte.

+unque me llev! el dedo al labio,

Oqu! podía sino aceptar el cantoQ

l tropel que corría, el estridente bosque,

toda la noche clamaron,

clamando ante el mar reluciente,

con e;tasiado hClito nombrCndola,

"porque tenía tal dignidad"

con el dulce nombre de la Fuerte.



)NA M)*ER A 4)!EN "ANTARA HOMERO

?i alguno se acercaba

cuando yo era oven,

pensaba =s que la quiere>,

y temblaba con odio y miedo.

Fas, oh, cuCnto peor era

que pasara a su lado

con oos indiferentes.

?obre esto escribí y cre!,

y hoy, ya encanecido,

sueño con haber llevado

a tal grado a mi pensamiento

que el tiempo venidero decir pueda:

=nsombreció en un espeo

lo que era el cuerpo de ella>.

/ues ella tenía sangre ardiente

cuando yo era oven,

y dulcemente ufana caminaba

como por una nube,

una muer a quien cantara 1omero,

pues vida y literatura parecen

un sueño heroico sólo.



PALABRAS

sto pens! hace un rato:

=Fi amada no comprende

lo que he hecho o lo que haría

en esta tierra dura y ciega.>

Y me cans! del sol

hasta aclarar de nuevo mis ideas,

recordando que lo meor que hiciera

fue para deCrselo claroM

que llevo años gritando:

=/or fin lo entiende todo,

pues me he fortalecido

y las palabras me obedecen.>

Pue si lo hubiese hecho, qui!n sabe

lo que hubiera sacado del ceda#o.

1abría arroado palabras pobres

y estaría contento de vivir.



S!N OTRA TROA

O1e de culparla por colmar mis días

de sufrimiento, o que recientemente

enseñara violencia al ignorante,

o echara a los pequeños contra el grande,

si fuese su valor como el deseoQ

OY que podría haber pacificado

su alma, noble y sencilla como un fuego,

como un arco tensado su belle#a,

la cual no es natural en estos tiempos,

altiva, solitaria y severísimaQ

+h, Oqu! podría haber hecho, siendo ellaQ

O;istía otra *roya que incendiarQ



RE"ON"!L!A"!#N

+lgunos te acusaron de robar

los versos que pudieran conmoverlos

el día en que el oído, sordo, y los oos ciegos

por un rayo, te marchaste de mí,

y sólo encontr! para hacer mi canto

reyes, yelmos, espadas y cosas olvidadas,

que eran recuerdos de ti. Fas ahora

demostremos que el mundo vive igual que antesM

y entre ataques de risas y de llanto,

arroemos a un hoyo espadas y coronas.

+brC#ame, queridaM desde que tú te fuiste,

pensamientos est!riles me han helado los huesos.



RE NO RE

`?2 fuese todo menos una vo#Z>

A e;clamó el $o ey que despu!s fue ey,

pues amCs escuchó que nadie fuera,

comparado a palabras, mCs que ruidoM

mas, pues la Iiea ECbula es amable,

que !l triunfe en algún lugar o modo

que yo he olvidado, aunque !l dispareM

mientras que a nosotros que creíamos

haber visto un relato puro y dulce,

nos ha vencido la promesa

que hiciste hace muy poco enfurecida.

O<ómo sabr!, si no tengo tu fe,

que en la lu# cegadora tras la tumba

habrC algo que enugue nuestra p!rdidaQ

La amabilidad y la charla diarias,

la dicha habitual de uno con el otro

antes que se frustraran cuerpo y alma.



PA,

+h, que el *iempo tocase una figura

que mostrara lo que en tiempos de 1omero

se tenía por la paga de un h!roe.

=-e haber sido siempre una tormenta

su vida, no pintaran los pintores

líneas de tanta noble#a,> die,

=su cabe#a altiva y delicada,

esa severidad unto al encanto,

tanta dul#ura en medio de la fuer#a.>

+h, mas la pa# que viene finalmente

llegó al tocar el *iempo su figura.



EN "ONTRA E ALABAN,A !NMERE"!A

Ah, cora#ón queda en pa#, porque

ni bribón ni bobo hundir pueden

lo que no es para su aplauso

y es por causa de una muer.

&asta con que la obra pare#ca,

renovando ella tu vigor,

un sueño que un león soñara

hasta que gritaran los pCramos,

un secreto entre vosotros dos,

entre dos orgullosos.

+h, aun así harías su alaban#aZ

Fas aquí hay un te;to mCs altivo,

el laberinto de sus días

perpleos por su propia e;trañe#aM

y cómo lo que dio su soñar

obtuvo calumnias e ingratitud

del mismo imb!cil y boboM

sí, y de muchos peores que !stos.

+un así, cantando en el sendero,

medio león, medio niña, ella estC en pa#.



LA SE)""!#N E LO !+"!L

La seducción de lo difícil

ha secado la savia de mis venas

y roto la espontCnea alegría

y el go#o innato de mi cora#ón.

+lgo hay que inquieta a nuestro potro,

que como si no hubiese nacido de los dioses

ni brincado en las nubes del Alimpo,

tiembla bao la fusta, tira, suda

y bufa igual que si arrastrara grava.

Falditas obras

que se han de montar de mil maneras,

la lucha diaria con bribones, bobos

y toda la farCndula y sus gentes.

/rometo que antes que retorne el alba

ir! a la cuadra y quitar! el pestillo.



"AN"!#N TABERNAR!A

/or la boca entra el vino,

y el amor por el ooM

es la única certe#a

hasta que, vieos, muramos.

+l#o el vaso a la boca,

te contemplo, y suspiro.



LA LLE(AA E LA SAB!)RA "ON EL T!EMPO

+unque sean muchas las hoas, la raí# sólo es unaM

todos mis engañosos días de uventud

al sol mecí mis hoas y mis floresM

ya puedo marchitarme en la verdad.



AL OR 4)E LOS EST)!ANTES E N)ESTRAN)E/A )N!/ERS!A SE HAN )N!O A LA"AMPAA "ONTRA LA L!TERAT)RA !NMORAL

-R$-, si no es aquí, la Ierdad y el Argullo

que anhelan prostituirse, maliciosos

se carcaean de la uventud

que frena a la insensata madure#Q



A )N POETA- 4)E 4)ERRA 4)E ALABARA A"!ERTOS MALOS POETAS- !M!TAORES E 7L MOS

-ices, pues que he ladrado muchas veces

alabando lo que otros han cantado,

que debo ser cort!s con lo de !stosM

pero, Oes que hay perro que alabe sus pulgasQ



LA M5S"ARA

"Puítate esa mCscara de oro

que arde con oos de esmeralda.

"Ah, no, querido, Ocómo osas

saber si el cora#ón es sabio

o indómito, y no fríoQ

"?ólo quiero saber lo que hay,

amor o engaño.

"La mCscara te atrao, y luego

hi#o latir tu cora#ón,

no lo que !sta cubre.

"/ero debo inquirir, no vaya

a ser que seas mi enemiga.

"Ah, no, querido, d!alo,

Oqu! importa, si sólo e;iste fuego

en ti y en míQ



SOBRE )NA "ASA SA")!A POR LAA(!TA"!#N "AMPES!NA

O/odría el mundo ser mCs venturoso

si esta casa, pasión y precisión

unidas desde tiempo inmemorial,

se volviera ruinosa y no engendrara

el oo bien abierto que ama el sol,

ni pensamientos de Cguilas que surgen

donde evocan las alas a otras alas,

y lo e;celso a lo e;celso entreteidoQ

+unque humildes techumbres de madera

volviera mCs robustas su caída,

Oacaso alcan#arían su ventura,

los dones que gobiernan a los hombres,

y tras !stos el postrero don del *iempo,

que llega paulatino: un habla escrita

con noble risa, encanto y sin esfuer#oQ



EN EL TEATRO E LA ABAA

32mitación de onsard

Puerido <raoibhin +oibhinn, cuCntos claman

cuando somos brillantes y elevados

que, de volar así, se marcharCn,

mientras que aquellos mismos otro día

se burlan, por vulgar, de nuestro arteM

se diría que ansiaban contemplar

altivas alas siempre aleteando.

*ú les amamantaste con el libro

y los conoces al dedillo: dinos

un truco innovador que los contente.

O1ay brida para este /roteo

que gira y cambia igual que sus oc!anosQ

OA no hay ninguna, oh c!lebre entre todos,

si no es burlarnos de ellos si se burlanQ



ESTE "ELA*E

ste celae en torno al sol postrado,

la maestad que cierra su oo ardiente:

lo que hi#o el fuerte, el d!bil se lo apropia

hasta caer lo que alto se elevaraM

la disonancia sigue a la armonía

y todo se hunde hasta un nivel vulgar.

?i tu correr acaba, pues, amiga,

y esto te ocurre, entonces con mCs peso

has hecho que lo grande te acompañe,

aunque sea por hios que suspiras:

este celae en torno al sol postrado,

la maestad que cierra su oo ardiente.



EN LAS "ARRERAS E (AL;A

+llí en la pista,

el disfrute hace unCnimes a todos,

inetes en caballos al galope,

el gentío que en torno se arracima:

tambi!n nosotros

tuvimos una ve# cuantioso público

que oía y aleaba nuestras obrasM

sí, caballistas como compañeros,

antes que el mercader y el chupatintas

tímidos alentaran sobre el mundo.

?eguid cantando:

con una luna nueva en algún sitio,

sabremos que el dormir nunca es la muerte

al oír que la tierra su son cambia,

pues su carne es indómita, y de nuevo,

gritando mientras dura la carrera,

tendremos aleadores entre hombres

que cabalgan caballos.



LA EN+ERMEA E )NA AM!(A

La enfermedad me trao

un pensamiento, en su balan#a:

Opor qu! me debería espantar

aunque la llama hubiese devorado

todo el mundo, como un carbón,

ahora que la he visto comparada

con su almaQ



TOO P)EE TENTARME

*odo puede tentarme a abandonar el versoM

un rostro de muer en tiempos, o peor:

las supuestas demandas de este país de necios,

cualquier cosa que venga mCs rCpido a la mano

que esta habitual labor. <uando yo era mCs oven,

amCs hubiera dado un duro por un canto

si el poeta al cantarlo no se daba unos aires

que me hicieran creer que guardaba una espadaM

mas hoy quisiera ser, de obtener mi deseo,

mCs g!lido y mCs mudo y mCs sordo que un pe#.



PEN!4)E RO*O

`+ún soy muy oven>, die.

Luego, =$o, ya soy mayor>,

por lo que lanc! un penique

para saber si amaría.

+ma, ama, ovencito,

si la dama es bella y oven.

+h, penique roo, roi#o,

estoy atado a su cabello.

Ah, qu! artero es el amor.

$o e;iste nadie tan sabio

que descubra lo que esconde:

pensaría en el amor

hasta que huyan las estrellas

y sombras traguen la luna.

+h, penique roo, roi#o,

no debí empe#ar tan pronto.



RESPONSAB!L!AES$1&1:'

=n los sueños comien#a la responsabilidad>S$+ I2@+ A&+ - *+*A

=<ómo he decaído, hace mucho que no he visto al /ríncipe de <hang en sueños>

N1A$D7EAS7*?S



/erdón, antepasados, si aún estCis

ahí para oír el final del relato,

mercader del Iieo -ublín =e;ento del die# y el cuatro>,

comerciante de DalGay con spañaM

vieo sabio rural, amigo de mmet,

recordado cien años por los pobresM

mercader y sabio que me hab!is dado sangre

que no ha pasado por las entrañas de ningún buhonero,

soldados que disteis sin importar la muerte:

un &utler o un +rmstrong que resistieron

en las salobres aguas del río &oyne

a @ames y sus irlandeses al cru#ar el de 1olandaM

vieo marino mercante que saltaste por la borda

tras un sombrero astroso en el Dolfo de Ii#cayaM

y tú mCs que nadie, vieo callado y temible, por el espectCculo diario que espoleó

mi fantasía, e hi#o que mis labios niños dieran

=?ólo las virtudes que se derrochan ganan el sol>M

perdonad que por una pasión est!ril,

a punto de cumplir cuarenta y nueve,

no tenga hiosM no tengo mCs que un libro,sólo eso que pruebe vuestra sangre y la mía.



LA RO"A (R!S

/oetas con los que aprendí el oficio,

compañeros del <heshire <heese,

he aquí un relato que rehice

imaginando que os agradaría

mCs que los relatos hoy en boga,

aunque pens!is que malgasto mi aliento

si digo que e;iste una pasión

que tiene en sí mCs vida que muerte,

y aunque el vieo e intachable Doban no tuvo

parte en embotellar vuestro vinoM

la moralea es vuestra porque es mía.

<uando las copas circulaban al acabar el día

"Ono comien#an así los buenos relatos",

los dioses se sentaban a la mesa

en su mansión de ?lievanamon.

<antaban soñolientos, o roncaban,

de vino atiborrados y de carne.

1umeantes antorchas relumbraban

sobre el metal que martilleara Doban

en plata antigua y honda que rodaba

o sobre una quieta copa sin vaciar

que, cuando el brío agitaba sus músculos,

!l había forado en la colina

para contener la sagrada pócima



que tan sólo los dioses comprar pueden.

<on ese #umo que los hi#o sabios

todos al#aron los oscuros

ensueños de sus oos,

pues alguien con aspecto de muer

corrió ante sus pCrpados cansados

y temblando apasionada les dio:

"2d a cavar, buscad un muerto

que se oculta no s! dónde bao tierraM

burlaos de !l en su cara, y despu!s

con caballos y canes dadle ca#a,

pues !l es el peor de los muertos.

Puedaríamos aturdidos, temerosos,

con sólo ver en sueños esa sala,

los oos empapados en vino, maldiciendo

el sino que vació nuestro futuro.

<onocí a una muer incontentable

porque cuando era niña soñaba

con hombres y mueres como !stosM

y despu!s, cuando su sangre enloqueció

enmarañó su propio relato

y dio: "-entro de dos o tres años

me vi a casC con un gamberro.

Y dicho esto, prorrumpió en lCgrimas.

<amaradas de tasca, pues moristeis,



tal ve# vuestras imCgenes se yergan,

meros huesos y músculos dispersos,

ante ese aposento, u otro igual.

+frontasteis el fin cuando erais óvenes:

"el vino, las mueres o una maldición"

mas nunca hicisteis el mCs mínimo canto

para poder llenar la bolsa,

ni proclamasteis vuestra fe en una causa

para conseguir un tropel de amigos.

Abservasteis las leyes de las Fusas

y afrontasteis el fin sin pesadumbre,

y por ello os ganasteis el derecho

"y aun así, alabo a -oGson y @ohnson"

de aliaros con los olvidados del mundo

y copiar su mirada fia, altiva.

"La danesa hueste fue e;pulsada

entre el alba y el ocaso "dio ellaM

aunque estuvieron en li#a largo tiempo,

aunque el ey de 2rlanda estC muerto

y la mitad de los reyes, antes de la puesta de sol

todo se cumplió.

<uando este día

Furrough, hio del ey de 2rlanda,

fue cediendo un paso tras otro,

sus meores tropas y !l, espalda con espalda



allí habrían perecido si los daneses no huyen

presas del pCnico por el ataque,

el gritar de un hombre invisibleM

y agradecido Furrough descubrió

guiado por la planta de un pie moado en sangre

que había deado huellas por el suelo,

dónde unto a vieos espinos ese hombre se al#abaM

y aunque cuando miró por doquier

no vio mCs que espinos, dioM

"OPui!n es este amigo que parece aire

y aun así supo dar golpes certerosQ

ntonces un oven apareció ante su vista,

y así habló: "/ues que ella me entregó

su amor, y no deseaba que muriera,

+oife la que se crió de rocas cogió un alfiler

y apretCndolo contra mi camisa

prometió que por un alfiler

nadie pudiera verme para hacerme daño:

pero ya todo acabóM no tomar!

la fortuna que había sido mi verg\en#a

viendo, hio de ey, qu! heridas tienes.

+sí dio rotundo, mas al llegar la noche

me reveló su tumba, pues !l

y el hio del ey estaban muertos.

Le había prometido doscientos años



y cuando a pesar de todo lo que yo había hecho o dicho

"y estos oos inmortales vertieron lCgrimas"

proclamó que la necesidad de su país era lo mCs,

le había salvado la vida, pues por un nuevo amigo

se había convertido en un fantasma.

OPu! se le da a !l si mi cora#ón se rompeQ

eclamo a#ada, caballo y can

para poder acosarlo. -espu!s

se arroó al suelo,

rasgó sus vestiduras y gimió:

"O/or qu! han de ser infieles si su fuer#a

surge de sacras sombras que recorren

la roca gris y la ventosa lu#Q

O/or qu! el cora#ón mCs infiel prefiere

el amargo dul#or de falsos rostrosQ

O/or qu! muere el amor mCs duradero

y traicionan los hombres a los diosesQ

Fas entonces todo dios se levantó

con lenta sonrisa y sin hacer ruido,

y alargando su bra#o y copa

adonde ella gemía sobre el suelo

de pronto la caló hasta los huesosM

y chorreCndole el vino de Doban,

sin recordar lo que había sucedido,

se quedó riendo mirando a los dioses.



1e sido fiel, aunque fui puesto a prueba,

a la nacida de las rocas, al pie errante entre las rocas,

y ha cambiado el mundo tras tu muerte.

Y ya no tengo buena fama

entre la escandalosa hueste frente al mar

que cree que los golpes de espada son meores

que música de amante. Fas sea así,

para que est! contento el pie errante.



LOS OS REES

l rey ochaid fue, una tarde, a un bosque

al oeste de *ara. 1acia su reina

yendo al galope, adelantó a sus hombres

cansados de luchar, que con ganado

cautivo caminaban por el lodo,

y donde el hayedo era una lu# verde

con el a#ul de la hiedra sobre el suelo,

halló un ciervo mCs blanco que la nata,

del color del oc!ano los oos.

/ues cortaba el camino y parecía

mCs alto que cualquier ciervo del mundo,

sentóse en su caballo tembloroso

y luego picó espuelasM pero el ciervo

se inclinó y corrió hacia !lM pasó rasgando

la iada del corcel. *ambaleCndose,

el rey sacó su espada y con la punta

al ciervo señaló. <uando chocaron

asta y acero, el asta resonó

como si fuera plata, con un ruido

terrible, musical y milagroso.

n#ar#ada aquel asta con la espada,

tiraron y lucharon como un ciervo

y un unicornio, untos, que pisaran

los Fontes +fricanos de la LunaM



hasta que al fin las dobles astas, vueltas,

dieron sobre la sola, atravesando

del corcel las entrañas. l ey ochaid

deó caer la espada, y entre sus recias

manos tomó las astas y miró

con fie#a a los oos verde mar,

y de aquí para allC fueron sus pasos

hasta que todo se sumió en el cieno.

l fuerte muslo y el Cgil se enfrentaron,

las manos que el vigor del mundo asían

y las pe#uñas y astas que absorbieron

su gran velocidad del vasto aire.

<ayeron entre arbustos y raíces,

y allí donde en la roca prendió el fuego,

al tiempo que en las hoas una ardilla

se queaba y chillaban unos pCaros.

Fas cuando por fin apretó los briosos

ares contra el gran tronco de un haya,

tiró a la bestia y fuerte la retuvo

empuñando un cuchillo. Fas de súbito

cual sombra se esfumó, con alaridos

tan dolientes que se dirían de alguien

al que hubieran hurtado un gran tesoro,

y erró sobre el follae verdia#ul,

y ascendió por el aire, deshaci!ndose,



hasta que todo pareció una sombra

o una e;traña visión, si no quedasen

las huellas en el lodo, tanta sangre

y el corcel destripado. Eue el ey ochaid

a la poblada *ara, sin descanso,

y llegó a las murallas esmaltadas,

los postes de bruñido teo y bronce

del enorme portal, y aunque las lCmparas

mostraban su lu# tenue en las ventanas

ni puerta, boca o suela resonaron,

ni en los vieos senderos que corrían

entre po#os o prados hubo ruidoM

y ningún ser viviente ruido hacía

si no era que mugían muy remotos

allende el hori#onte los rebaños.

/ues vil es el silencio con los reyes

si ignora al que regresa victorioso,

pasó entre los pilares palpitando

y vio donde en el centro de la sala,

demudada, en un banco se sentaba

dain con una espada ante los pies.

?us manos agarraban aquel bancoM

fríos, fios, estaban los dos oos,

y apretados los labios, Oqu! pasión

la había petrificadoQ Ayendo



pasos, supo nerviosa de qui!n eranM

mas cuando !l fue a tomarla entre sus bra#os,

ella lo apartó, levantóse y dio:

"1e enviado a los campos o a los bosques

a los guardias o siervos de esta casa,

pues deseaba que u#garas a alguien

que se acusa a sí misma. ?i inocente,

no volverC a mirar a hombre ninguno

hasta que hayas u#gado, y si es culpable

no volverC a mirar amCs a un hombre.

Y, oyendo estas palabras, demudóse

lo mismo que ella estaba demudada,

sabiendo que hallaría de sus labios

el sentido de aquel día monstruoso.

ntonces ella dio:

7Fe llevaste

donde estaba sentado +rdan, tu hermano,

inmóvil en su asiento, y me mandaste

cuidarlo en la asombrosa enfermedad

que allí lo había clavado, y si moría

levantarle su túmulo, y grabar

su nombre en Agham. -io entonces ochaid:

"OIiveQ "Iive y tiene buena salud.

"Fientras os tenga a los dos, poco importa

a qui!n haya perdido o qu! mal halle.



"Fand! su cama hacer bao este techo,

y le llev! comida con mis manosM

transcurrieron semanas de este modo,

mas cada ve# que yo le preguntaba

=Oqu! te sucedeQ> nada respondía,

aunque siempre le turbaban mis palabrasM

y yo no hacía mCs que preguntarle,

hasta que, harto, gritó que algunas cosas

equiparan el alma a piedra muda.

ntonces contest! que aunque ocultara

un secreto fatal, desesperado

u horrendo, lo diera, y buscaría

por todo el ancho mundo su remedio.

ntonces e;clamó: =Sn día tras otro,

me preguntas, y yo, porque pade#co

tan gran tormenta en medio del cerebro

que el viento me al#arC, mando, prohíbo,

suplico y malgasto mi aliento>. ntonces

die: =+unque fuese malo lo que ocultas,

decirlo no podría hacerte mal,

y, si es malo, sería aún peor

que el túmulo o la piedra que preservan

dentro toda virtud y nos arroan

mil sueños que devastan nuestra vida,

luces, sombras, que agitan el cerebro>.



Iiendo que aún callaba, me agach!

y le die al oído, muy en secreto:

=Y si es una muer quien lo ha causado,

quiera ella o no quiera, mis guerreros,

aunque hayan de pasar a scandinavia

y tengan que prenderla entre sus huestes,

le harCn mirar su obra, por que apague

el almiar que encendieraM y aunque ella lu#ca

ropas de seda o porte una corona,

no estarC orgullosa conociendo

en el interior de su cora#ón

que nuestro gran tesoro en este mundo

es el dar, aunque sea brevemente,

la dicha a nuestros hios y a los hombres>.

ntonces !l, pensando sin pensar,

diciendo lo que apenas deseaba,

suspiró: =*ú podrías sanarme, dain>.

+l oír esta frase me march!,

y nueve días otros lo cuidaron,

y nueve días dio vueltas mi mente

en redor del #odiaco catastrófico,

murmurando que el túmulo incurable

rebasa nuestras dudas y piedad.

Fas despu!s de pasar los nueve días

volví unto a su silla, e inclinCndome



die que mientras todos descansaban

a la cho#a de un leñador se fuera

"pues le daría fuer#as la esperan#a"

al oeste de *ara, entre avellanos,

y allí oculto aguardara a que un amigo,

según le había dicho, lo sanara,

un amigo cordial.

n noche oscura

a tientas fui por hayas y avellanos

hasta hallar el lugar que iluminaba

el chisporretear de una teaM +rdan

dormido estaba en un montón de pieles,

y a pesar de llamarlo y de intentarlo

sacar del sueño, no lo despert!.

sper! a que la noche terminara,

y despu!s, con temor de que un labriego

camino de la trilla o de sus pastos,

pudiera verme, me march!.

ntre rocas

cubiertas por la hiedra, cual la lu#

celeste de una espada, apareció

un ser de maestad e;traordinaria

con oos como los de un gran milano

batiendo el bosque. *oda temblorosa,

lo vi como al milano el urogallo,



mas con mCgica vo# muy melodiosa

dio: =Sn largo corteo e;tenuante

es el hablar de amor por boca aena

y ver bao los pCrpados de otro,

pues mis artes le dieron la pasión

a ese durmiente, y ya con mi deseo

cumplido, aquí te trae, para a solas

contigo hablar. -espu!s mis artes dieron

final a su pasión, deando sólo

sueño. -espertarC al hacerlo el sol,

se pondrC en pie y se frotarC los oos

y no sabrC qu! acceso padeciera

por doce meses>. Yo retrocedí

asustada, pero la vo# siguió:

=Fuer, yo fui tu esposo en otro tiempo

en que el aire montabas y bailabas

en la espuma que gira y con el polvo

en días que olvidaste, traicionada

a estar en una cuna. 1oy he venido

a tomarte de nuevo como esposa>.

-e! de tener miedoM con su vo#

consiguió despertar vieos recuerdos,

mas respondí: =?oy esposa del ey ochaid,

y a su lado he tenido cuanta dicha

aguarda a las mueres>. 2mperiosa,



su vo# hi#o que el cuerpo pareciera

como una cuerda bao un arco, y dio:

=OPu! dicha alcan#ar pueden los amantes

si saben que !sta acaba en piedra mudaQ

/ero allí donde al#amos nuestros súbitos

palacios en el aire, los placeres

no acaban en fatiga, ni corrompe

el tiempo la meilla, ni pie e;iste

que llegue a fatigarse de la dan#a,

ni boca que no ríaM mas mis labios

lamentan entre labios que celebran

a su amor, el vacío de tu lecho>.

O<ómo podría amar, le contest!,

si no es que cuando el alba alumbra el lecho

y muestra a mi marido que allí duerme

he suspirado =l brío y la noble#a

desaparecerCn>Q OA cómo puede

enugar el amor sus sinsabores

si no es porque al dormir entre mis bra#os,

cansado, al niño amo en el adultoQ

OPu! pueden del amor saber, si ignoran

que !ste erige su nido en un repecho

al cual, sobre un barranco, a#ota el vientoQ

=?abiendo que en el lecho mortuorio>,

entonces dio !l, =has de devolver,



qui!raslo o no, esta vida ya olvidada,

Oa qu! vivir cuarenta años o treinta

yo solo, con toda esta dicha inútilQ>

ntonces me tomó en sus bra#os, pero

mis manos lo apartaron, y grit!:

=$o creo que amCs e;ista un cambio

que consiga tachar de mi memoria

esta vida que es dulce por la muerteM

pero si lo creyera, que tuviesen

un ansia redoblada mis dos labios

por lo que es doblemente breve>.

Luego,

la forma que mis manos apretaban

se evaporó de súbito. <aí,

pero un haya detuvo mi desplome

y agarrCndome oí cantar los gallos

sobre *ara.

l ey ochaid, cabi#bao,

le dio gracias por lo hecho por su hermano,

sus promesas y aquello que rehusó.

+l punto los mugidos del ganado

se oyeron tras los muros, y la puerta

de bronce vio pasar a los guerreros

cansados de luchar vociferando,

y el hermano de ochaid en el medio



ignorante les dio la bienvenida.



A )N R!"O 4)E PROMET!# )NA SE()NAS)S"R!P"!#N AL M)SEO M)N!"!PAL E)BLN S! SE PROBABA 4)E EL P)EBLO

4)ERA ")AROSYa diste, pero no darCs de nuevo

si bastantes peniques de /audeen

no se untan con los medios de &iddy

y conforman =algún tipo de prueba>,

antes de que tú sueltes tus guineas,

de que aquello que enorgullecería dar

es lo que la ciudad ciega e ignorante

imagina que la harC mCs próspera.

OPu! importó al -uque rcole, que envió

sus mimos a la pla#a del mercado,

qu! hicieran o pensaran los tenderos

para que su /lauto marcara la pauta

de todas las comedias italianasQ

Y cuando creó Duidobaldo

aquella escuela de modales

donde ingenio y belle#a se aprendieron

sobre el ventoso cerro de Srbino,

no despachó corredores por doquier

para conocer el deseo de los pastores.

Y cuando e;pulsaron a <osimo,

indiferente a cómo se e;tendía el rencor,



dedicó las horas que dearon libres

al postrer plan de Fichelo##o

para la &iblioteca de ?an Farco,

de lo que la turbulenta 2talia obtendría

deleite en el +rte, cuyo fin es la pa#,

con la lógica y la ley natural

mamando de las ubres de Drecia.

*u mano abierta muestra nuestra p!rdida,

porque !l supo meor cómo vivir.

Pue ueguen los /audeens a la rayuela.

+l#a la vista al sol y entrega

lo que el cora#ón e;ultante llama bueno

para que un nuevo día pueda engendrar lo meor

porque tú diste, no lo que querrían,

mas las ramas precisas para un nido de CguilasZ



SEPT!EMBRE E 1&13

OPu! necesitCis, llenos de sentido común,

sino buscando a tientas en un caón grasiento

sumar medios peniques a peniques

y una oración a otra tr!mula oración,

hasta secar el tu!tano del huesoQ

/ara re#ar y ahorrar los hombres nacenM

la 2rlanda omCntica ha muerto y se fue,

yace con ABLeary en la tumba.

/ero ellos eran de otra clase,

los nombres que acallaron vuestro uego infantil

se han dispersado por el mundo como el viento,

pero poco tiempo tuvieron de re#ar

por aquel por quien se hiló la soga del verdugo,

Oy qu!, que -ios nos ampare, ahorrar pudieronQ

La 2rlanda omCntica ha muerto y se fue,


OEue por esto por lo que los gansos salvaes

e;tendieron el ala gris sobre toda mareaM

por esto por lo que se vertió tanta sangre,

por esto por lo que dGard Eit#gerald murió,

y obert mmet y %olfe *one,

todo aquel frenesí de los valientesQ

La 2rlanda omCntica ha muerto y se fue,




Fas si pudi!semos hacer volver los años

y llamar a los e;iliados que estaban

llenos de soledad y de aflicción,

gritaríais =l pelo rubio de una muer

ha enloquecido a todo hio de madre>:

pesaron tan liviano lo que dieron.

/ero que sigan así, han muerto y se fueron,

yacen con ABLeary en la tumba.



A )NA AM!(A ")O ES+)ER,O HA S!O EN/ANO

+hora que se sabe la verdad,

s! discreta y toma la derrota

de una bronca garganta,

pues Ocómo puedes competir,

criada en el honor, con aquel

que, si se probara que miente,

no se avergon#aría ante sus oos

ni a oos del vecinoQ

<riada para algo mCs duro

que el *riunfo, da la vuelta

y como una cuerda que ríe

tañida por dedos fren!ticos

en medio de un lugar hecho de piedra,

s! discreta y disfruta,

porque de todas las cosas conocidas

eso es lo mCs difícil.



PA)EEN

<on rabia por lo lerdo y el oscuro rencor

del tendero /audeen, me march! dando tumbos

entre piedras y espinos a la lu# de la auroraM

hasta que gritó un tordo, y en el viento esplendente

otro tordo le hablóM y de pronto pens!

que en la altura remota donde -ios nos observa

no habrC, si se olvida nuestro ruido confuso,

un alma que no tenga una vo# pura y nítida.



")ANO HELENA /!/A

1emos gritado desesperados

que los hombres abandonan,

por algún asunto trivial

o una ruidosa e insolente diversión,

la belle#a que hemos obtenido

de las horas amargasM

y aun así, si hubi!semos andado

entre aquellas torres desmochadas

por las que 1elena caminó con su chico,

habríamos recibido como el resto

de los hombres y mueres de *roya

una palabra y una burla.



A 4)!ENES O!ARON THE PLAYBOY OF THE

WESTERN WORLD- EN 1&0<

Sna ve#, cuando la noche golpeaba el aire,

los eunucos corrieron por el infierno y se reunieron

en todas las calles atestadas para mirar atónitos

cómo el gran -on @uan cabalgaba:

es propio de !stos clamar y sudar

mirando atónitos su vigoroso muslo.



LOS TRES MEN!(OS

+unque con las plumas moadas,

he estado aquí desde la aurora,

no encontr! nada que comer,

sólo hallo porquerías.

OIoy yo a vivir depececillosQ

"susurró la viea grulla de Dort.

"O/or todos mis pesares pececillosQ

l ey Duaire anduvo con los suyos

por el patio de armas y la orilla,

y así les dio a tres mendigos:

"Iosotros hab!is viaado por doquier,

pod!is aclarar lo que hay en mi cabe#a.

OPuienes menos desean mCs obtienen,

o mCs obtienen quienes mCs deseanQ

espondióle un mendigo: "Abtiene mCs

a quien no cansan hombres ni demonios,

Oy qu! puede tensar sus músculos si no

es que el deseo les hace así tensarseQ

/ero Duaire se rió pensando en esto:

"?i eso fuera verdad como parece,

uno de entre vosotros es ya rico,

pues ganarC mil libras quien primero

caiga dormido, si es que puede

dormir antes del tercio mediodía.



Y acto seguido, alegre como un pCaro

con sus vieas creencias, el ey Duaire

deó el patio de armas y la orilla,

quedando los tres hombres discutiendo.

"?i gano yo, dio un mendigo,

aunque vieo engatusar! a una mo#a

hermosa para compartir mi cama.

-io el segundo: "+prender! un oficio.

l tercero: "2r! raudo a la carrera

entre los otros caballeros,

y todo lo pondr! sobre un caballo.

l segundo: Lo he pensado meor:

pues hay mCs dignidad en ser granero.

Y todos suspiraron y gritaron:

los e;cesivos sueños mendicantes,

que la ociosidad había llevado a ser orgullo,

cantaron por sus dientes todo un día.

Y cuando el segundo anochecer trao

el frenesí de la luna de los mendigos

ninguno cerró sus oos inyectados en sangre, mas buscó

evitar que los otros se durmieranM

todos gritaron hasta crecer su ira

y daban vueltas amontonados.

<on golpes y mordiscos esa nocheM

con golpes y mordiscos hasta el albaM



con golpes y mordiscos todo el día

lucharon hasta que pasó otra noche,

o si pararon fue sólo un momento:

sentados en cuclillas se atacaban.

Y cuando el vieo Duaire se plantó

delante de ellos a acabar su historia,

me#claban sus pioos y su sangre.

s la hora, gritó, y los mendigos

con oos sanguinosos lo miraron.

s la hora, gritó, y los mendigos

roncaron desplomados sobre el polvo.

/uede que aún tenga suerte

ahora que callan, dio la grulla.

+unque con las plumas moadas

me he quedado como si fuera de piedra

y he visto las porquerías en derredor,

seguro que en algún lugar hay truchas

y puede que coa una

si hago como que me da lo mismo.



LOS TRES ERM!TAOS

*res vieos ermitaños tomaban el aire

unto a un mar frío y desolado.

l primero decía una oración,

el segundo se espulgabaM

en una roca a#otada por el viento,

el tercero, aturdido por sus cien años,

cantaba inadvertido como un pCaro.

"+unque estC pró;ima la /uerta de la Fuerte

y lo que aguarda tras de ella,

tres veces en un solo día,

aunque erguido en la roca,

me he dormido cuando debería re#ar.

+sí el primero, mas el segundo:

"Lo que se nos da nos lo hemos ganado

cuando todos los pensamientos y obras

son tenidos en cuenta, así que estC claro

que los fantasmas de los ascetas

que han fracasado por su d!bil voluntad,

vuelven a pasar por la /uerta del $acimiento,

y los acosan multitudes, hasta

que tienen la pasión de escapar.

Dimió el otro: "?on arroados

a encarnar en otra forma espantosa.

/ero el segundo se burló de su gemido:



"$o son transformados en nada,

habiendo amado una ve# a -ios,

sino tal ve# en un poeta o un rey,

o una aguda y encantadora dama.

spulgCndose harapos y cabellos,

y matando lo que hallara,

el tercero, aturdido por sus cien años,

cantaba inadvertido como un pCaro.



)N MEN!(O (R!T# A OTRO MEN!(O

"s hora de dear el mundo e ir a alguna parte

y recobrar la salud con el aire marino

"un mendigo gritó a otro mendigo, fren!tico",

y preparar el alma antes de que me quede calvo.

"Y conseguir una muer y casa cómodas

para librarme del demonio que tengo en los #apatos,

"un mendigo gritó a otro mendigo, fren!tico"

y el peor demonio, que estC entre mis muslos.

"Y aunque me case con una mo#a hermosa,

no hace falta que sea hermosa, da igual


pero hay un demonio en un espeo.

$i hace falta que sea muy rica, pues los ricos

se mueven por el dinero como los mendigos por el picor


y no pueden hablar con humor y felices.

"Y allí me respetarCn, relaado,

y oir! en la pa# nocturna del ardín


el clamor de las barnaclas que trae el viento.



"ORR!ENO AL PARASO

<uando llegu! a la Puebrada del Iiento

me tiraron un penique a la gorra,

pues corro al /araísoM

y no tengo mCs que quererlo

para que alguien meta la mano en el plato

y me arroe un pescado en salmuera:

y allí el rey es como el mendigo.

Fi hermano Fourteen estC agotado

de #urrar a su gran patCn pendenciero

y corro al /araísoM

una vida pobre, haga !l lo que haga,

aunque mantenga un perro y una escopeta,

una criada y un criado:


Los pobres se han convertido en ricos,

y los ricos en pobres de nuevo,

y corro al /araísoM

y muchos ingenios se han apagado

que movían el talón desnudo en el colegio

y ahora han llenado un vieo calcetín:


l viento es vieo y uega todavía

mientras que yo debo apresurarme,

pues corro al /araísoM



mas nunca di con un amigo

con el que me encaprichara como el viento

que nadie puede comprar o atar:




LA HORA ANTES EL ALBA

Sn bribón maldiciente y vivaracho,

un fardo de harapos con muleta,

fue a trompicones a ese lugar que bate el viento

llamado <ruachan, y la pierna sana

hacía cuanto podía por mantenerlo

erguido mientras maldecía.

1abía contado, donde hacía muchos años

los nueve hios de Faeve se criaran,

un par de avefrías, una viea ovea,

y ninguna casa hasta el fin del llano,

cuando cerca de su diestra un montón

de piedras grises y rocosas peñas

le recordaron que podía hacer,

si corría unas cuantas de esas piedras,

un refugio hasta que se hiciera el día.

/ero palpando a tientas los pedruscos,

!stos se desmoronaron: "?i no fuera

porque por suerte tengo una espinilla de madera,

me habría herido "y la caída

puso ante sus oos, donde estuvieran las piedras,

un oscuro y profundo hoyo en la roca.

-io un grito de asombro y pensó en huir,

seguro de que no era una buena roca

porque una antigua historia refería



que la &oca del 2nfierno se abría por allí,

mas se quedó inmóvil, porque dentro

un mo#arrón con cara de bebedor de cerve#a

se había escondido unto a un ca#o

y una cuba de cerve#a, y roncaba,

y no tenía aspecto de fantasma.

+sí que ri!ndose de su propio miedo

fue gateando a ese agradable rincón.

"La noche se inquieta cuando se acerca el alba

y yo tengo ligero el sueño, pero Oqui!n

se ha hartado de su propia compañíaQ

O<uCl de los nueve pendencieros hios de Faeve

cansado de su tumba me ha despertadoQ

Fas que se quede en su tumba de una ve#

y yo recobre el sueño que he perdido.

"OPu! me importa a mí si estCs despierto o duermesQ

Fas no tolerar! que nadie me llame a mí fantasma.

"-i lo que te pla#ca, mas desde que abra el día

yo dormir! otro siglo.

"Y yo hablar! antes de dormir

y beber! antes de hablar.

Y aquel

habría metido la muleta de madera

en la cuba de cerve#a del durmiente

si !ste no se hubiera levantado.



"+ntes de que la moes en cerve#a

que arrastr! de la cima de Doban,

me asegurar! de que eres capa#

de apreciarlaM ningún idiota coitranco

va a meter su nari# en mi ca#o

sólo porque gatee hasta este aguero

en la hora aciaga antes del alba.

"/or qu!, la cerve#a es sólo cerve#a.

7Fas di:

=-ormir! hasta que se marche el invierno,

o tal ve# hasta el ?olsticio de Ierano,>

y bebe, y dormirCs todo ese tiempo.

"Fe gustaría dormir hasta que se marche el invierno

o hasta que el sol est! en su momento Clgido.

sta rCfaga me ha helado hasta el tu!tano.

"n un principio no tuve meor plan.

/ens! en esperar esto o aquelloM

tal ve# hacía un tiempo abominable

o no tenía muer a la que besarM

así que dormí como medio añoM

mas año tras año descubrí que poco

me daba tal placer que me privaría

hasta de media hora de nada,

y cuando al acabar un año descubrí

que no había estado despierto ni un minuto,



elegí esta madriguera subterrCnea.

-ormir! todo el tiempo que est! en ella:

mi sueño duraría ya nueve siglos

si no fuera por esas mañanas en que oigo

la avefría con sus necios reclamos

y el balar de las oveas que trae el viento

como cuando yo tambi!n hacía necedades.

Lleno de ira, el mendigo comen#ó

en cuclillas en el aguero:

"stC claro que no es usto

que te burles de todo lo que quiero

como si no valiera nada.

Yo tendría una vida muy alegre

si soplara un buen viento de /ascua,

y aunque el viento invernal es riguroso

no debería alicaerme demasiado

por nada que hicieras o dieras

si este viento soplara del sur.

"Dritas: ah, oalC que fuese primavera,

o que el viento cambiara un punto,

y no sabes que no traerías,

si el tiempo tuviera mCs Cgiles articulaciones,

ni la primavera ni el viento del sur,

sino la hora en la que te llegue la muerte

y no dees atrCs una mecha humeante,



pues toda la vida anhela el ltimo -ía,

y no hay hombre que no levante la orea

para saber cuCndo la trompeta de Figuel

gritarC que han de desaparecer carne y hueso,

y las almas como si fueran suspiros,

y no quede nada mCs que -iosM

mas yo solo, bendito, me mantengo

como un vieo coneo en mi hendidura

y Lo aguardo con un sueño borracho.

2ntroduo la muleta en la cuba

y bebió y boste#ó y se tumbó.

l otro gritó: "Fe robarías

todos los pensamientos agradables de mi vida

y todas las comodidades,

y me arrebatarías esto y lo otro "entonces

le dio una gran pali#a, pero

lo mismo podía haber pegado a una piedra

por lo que el durmiente sintió o le importóM

y luego apiló piedra sobre piedra,

y, fatigado, despu!s re#ó y maldio

y volvió a apilar piedra sobre piedra,

y re#ó y maldio y maldio y huyó

de Faeve y toda aquella artera llanura

y no dio gracias a -ios hasta que arriba

las nubes clarearon con el alba.



)NA "AN"!#N E LA RE!NA A"TR!,

Fi madre me mecía y me cantaba,

=Pu! pequeñita es, qu! pequeñita>,

e hi#o una cuna de oro

que de un sauce columpiaba.

=[l se marchó,> mamC cantaba,

=cuando me llevó a la cama>,

y todo el tiempo su agua

tiraba del hilo de oro y plata.

*iraba del hilo y lo mordía

e hi#o un vestido dorado,

y lloró porque había soñado

que nací para llevar la corona.

=<uando fue engendrada>, cantaba,

=oí de una gaviota el grito agudo,

y vi que un copo de la amarilla espuma

me caía en el muslo>.

O<ómo no iba a tren#ar entonces

el oro en mi cabello

y soñar con que debería llevar

el dorado capu# de los desvelosQ



LOS REAL!STAS

spero que podCis comprenderZ

OPu! pueden los libros de hombres que se casan

en un país guardado por dragones,

qu! los cuadros de las ninfas del mar

traídas por delfines en carro#as de perlas,

sino despertar una esperan#a de vivir

que se había ido

con los dragonesQ



!LA BR)*A

+fanarse y hacerse rico,

Oqu! es eso sino acostarse

con una vil brua

y despu!s, ya seco,

ser llevado

a la cCmara en que se acuesta

una largo tiempo anhelada,

desesperadaQ



!!EL PA/O REAL

OPu! significan las rique#as para !l,

que ha hecho un gran pavo real

con el orgullo de sus oosQ

-e roca gris, batida por el viento,

la desolada *hree oc0

alentarC su capricho.

Iiva o muera

entre rocas moadas y bre#o,

su fantasma estarC alegre

añadiendo pluma tras pluma

para orgullo de sus oos.



LA T)MBA EN LA MONTAA

Ierted vino y dan#ad, llenos de orgullo,

traed rosas si aún !stas florecenM

la catarata humea sobre la loma,

el /adre osacru# estC en su tumba.

Las cortinas echad, traed violines,

que ningún pie se quede silencioso,

ni boca sin besar ni beber vinoM

el /adre osacru# estC en su tumba.

n vano, en vanoM la catarata lloraM

la eterna vela brilla en la penumbraM

la sabiduría en sus oos de ónice,

el /adre osacru# duerme en su tumba.



!A )NA N!A 4)E BA!LA BA*O EL /!ENTO

&aila ahí sobre la playaM

Oqu! necesidad tienes de preocuparte

del viento o el rugido del aguaQ

Pue se te revuelva el cabello

que las gotas saladas han bañadoM

como eres oven no conoces

el triunfo del necio, ni siquiera

el amor perdido al tiempo que se alcan#a,

ni al meor ornalero muerto

y todas las gavillas por atar.

OPu! necesidad tienes de temer

el monstruoso ulular del vientoQ



!!OS AOS ESP)7S

O$o te ha dicho nadie que esos atrevidos

y tiernos oos deben ser mCs sabiosQ

OA te ha advertido qu! desesperantes

son las polillas cuando se las quemaQ

Yo podría haberlo hechoM pero eres oven,

así que hablamos una lengua distinta.

Ah, tú cogerCs cuanto se ofrece

y soñarCs que todo el mundo es amigo,

sufrirCs como tu madre sufrió,

al final estarCs rota como ella.

/ero soy vieo y tú eres oven,

y yo hablo una lengua de bCrbaros.



RE")ERO E *)/ENT)

Los momentos pasaron como un dramaM

alcanc! el saber que el amor otorgaM

yo poseía ingenio natural,

y a pesar de lo que pude decir,

y aunque ella me alabara por lo mismo,

una nube del norte encarni#ado

de pronto ocultó la luna del +mor.

<reyendo las palabras que le die,

cómo ensalc! su cuerpo y su talento,

hasta que el orgullo encendió sus oos,

y aligeró la vanidad su paso.

/ese a tantos elogios no pudimos

ver mCs que oscuridad sobre nosotros.

$os sentamos callados como piedras,

sabiendo, aunque no pronunció palabras,

que el mCs perfecto amor ha de morirM

y estaríamos sin piedad deshechos

si no es porque el +mor, oyendo el grito

de un pCaro minúsculo y ridículo,

rasgó de entre el celae su gran luna.



MA*ESTA "AA

+unque el gentío se congregaba al mostrar ella su cara,

y hasta los oos de los ancianos se nublaban, sólo esta mano

como un último cortesano en un campamento de cíngaros

balbuciendo de la maestad caída, consigna lo que se fue.

Las facciones, un cora#ón que ha dulcificado la risa,

esto permanecerC, mas yo consigno lo que se fue. Sn gentío

se congregarC, sin saber que camina por la misma calle

por la que una ve# caminó lo que parecía una nube ardiente.



AM!(AS

+hora debo elogiar a estas tres:

tres mueres que me han proporcionado

cuanto de dicha haya habido en mis días.

Sna porque ningún pensamiento,

ni esos desasosiegos que no pasan,

no, nunca durante estos quince años

en tantas ocasiones turbulentos,

amCs se pudo interponer

entre una mente y otra mente encantadaM

y otra porque su mano

tuvo fuer#a para desatar

lo que nadie puede comprender,

lo que nadie puede tener y prosperar,

la sutil carga de la uventud,

hasta que tanto me cambió que vivo

esfor#Cndome en el !;tasis.

OY qu! decir de aquella que cogió

todo hasta que se fue mi uventud

sin tan sólo una mirada de lCstimaQ

O<ómo podría elogiar a !staQ

<uando comien#a a despuntar el día

considero mis bienes y mis males,

sin conciliar el sueño a causa de ella,

y recordando lo que tuvo,



qu! mirada de Cguila ostenta aún,

de la raí# del cora#ón

asciende una dul#ura tan inmensa

que tiemblo de pies a cabe#a.



EL "!ELO +RO

-e repente vi el cielo frío en que se delectaban los graos

que parecía como si el hielo ardiera y fuera aún mCs hielo,

y entonces la imaginación y el cora#ón enloquecieron

tanto que todo pensamiento intrascendente

se desvaneció, y no deó sino recuerdos despareados

con la caliente sangre de la uventud, del amor que cru#amos hace muchoM

y yo asumí la culpa sin ningún sentido o ra#ón,

hasta que llor! y tembl! y me estremecí,

acribillado por la lu#. +yZ <uando el fantasma comien#a a animarse,

terminada la confusión del lecho de muerte, Oes enviado

desnudo a los caminos, como dicen los libros, y golpeado

con el castigo de la inusticia del firmamentoQ



4)E LLE()E LA NO"HE

Iivió sumida en luchas y tormentas,

tanto deseaba su alma

lo que pudiera traer la orgullosa muerte

que no pudo soportar

el común bien de la vida,

y vivió como si un rey

llevara el día de su boda

gallardete y pendón,

trompeta y timbal,

y el atro# cañón

para echar al tiempo a empuones

para que llegue la noche.



)N NOMBRAM!ENTO

stando en desacuerdo con el gobierno,

cogí una raí# rota para arroarla

donde iba la orgullosa y díscola ardilla,

para disfrutar con su saltoM

y !sta con su sonido queumbroso

que es como risa, volvió a saltar

y así se fue a otro Crbol de un brinco.

$i voluntad domada, ni tímido cerebro,

ni un ceño fruncido gravemente

crearon el diente fiero y el miembro diestro,

ni la lan#aron a reír sobre la ramaM

no la nombró ningún gobierno.



LOS REES MA(OS

+hora, como siempre, los veo, imaginCndolos

con vivas sayas tiesas, pClidos e insatisfechos,

en un visto y no visto por el a#ul del cielo,

con sus antiguos rostros cual piedras en la lluvia,

y sus yelmos de plata, uno al lado del otro,

y sus oos muy fios, esperando de nuevo

hallar "insatisfechos del turbulento Dólgota"

el misterio indomable sobre el suelo bestial.



LOS M)E"OS

Sn muñeco en el taller del uguetero

mira la cuna y berrea:

"so es un insulto para nosotros.

/ero el muñeco mCs vieo

que ha visto, conservado como muestra,

generaciones de los suyos,

dea sorda a toda la balda: +unque

no hay nadie que pueda decir

nada malo de este sitio,

el hombre y la muer traen

aquí, para nuestra ignominia,

una cosa ruidosa y asquerosa.

Ay!ndolo refunfuñar y estirarse,

la muer del uguetero estC segura

de que su marido ha oído al infeli#,

y agachada unto al bra#o del sillón

le susurra al oído,

con la cabe#a apoyada en el hombro:

"Puerido, querido, oh querido,

fue un accidente.



)N MANTO

1ice de mi canción un manto

cubierto con bordados

de vieas mitologías

desde el talón al cuelloM

pero los necios lo cogieron,

lo llevaron ante los oos del mundo

como si fuera obra suya.

<anción, d!ales que lo coan,

pues hay mCs aventura

en andar desnudo.



LOS "!SNES SAL/A*ES E "OOLE$1&1&'



LOS "!SNES SAL/A*ES E "OOLE

Los Crboles son bellos en otoño,

las sendas de los bosques estCn secasM

bao el crepúsculo de octubre, el agua

reflea un cielo inmóvilM

sobre el agua que brilla entre las piedras,

cincuenta y nueve cisnes.

-iecinueve otoños han pasado

desde que los cont! por ve# primeraM

vi, antes de terminar

a todos ascender súbitamente

y dispersarse en grandes semicírculos

sobre sus clamorosas alas.

1e admirado a estos seres espl!ndidos,

mas ahora me duele el cora#ón.

*odo ha cambiado desde que al ocaso

por ve# primera oí en esta orilla

el tañer de sus alas sobre mí

y pas! con un paso mCs aleve.

+ún sin fatigarse, amante unto a amante,

chapotean en los helados

arroyos amigables o se elevanM

sus cora#ones no han enveecidoM

pasiones o conquistas, donde vayan,

aún los acompañan.



/ero ahora vagan sobre el agua inmóvil,

misteriosos, hermososM

Oen qu! cañaveral harCn su nido,

al borde de qu! lago o de qu! charca

deleitarCn los oos de los hombres

cuando despierte un día y vea que han voladoQ



EN MEMOR!A EL "OMANANTE ROBERT(RE(OR!

+hora, casi asentados ya en esta casa,nombrar! a los amigos que ya no pueden cenar

unto a un fuego de turba en este torreón,

ni habiendo conversado hasta altas horas

subir la escalera de caracol para acostarse:

descubridores de una olvidada verdad

o simples compañeros de mi uventud,

en todos, en todos pienso esta noche, ya muertos.

!!

?iempre presentCbamos el nuevo al vieo amigo

y nos dolía si alguno se mostraba frío,

y hay sal para prolongar el esco#or

en los sentimientos de nuestro cora#ón,

y por esa causa estallan discusionesM

pero ningún amigo que traese

esta noche puede hacernos discutir,

pues todos los que acuden estCn muertos.

!!!

Lionel @ohnson es el primero que recuerdo,

que prefería la erudición a los hombres,

aunque cort!s con los peoresM en su caída

mucho meditó sobre la santidad



hasta que todos sus saberes de latín y griego

parecieron un largo resonar de un cuerno que acercara

un poco mCs a su pensamiento

la inconmensurable consumación con que soñaba.

!/

Y aquel indagador, @ohn ?ynge, le sigue,

quien muriendo escogió el mundo vivo como te;to

y amCs habría reposado en su tumba

si, tras largo viae, no hubiese descubierto

al caer la noche una gente remota

en un lugar muy yermo y pedregoso,

al caer la noche una ra#a

sencilla y apasionada como !l.

/

/ienso despu!s en el vieo Deorge /olle;fen,

muy conocido en Fayo en su uventud robusta

por lo bien que montaba en partidas o carreras,

que pudo haber mostrado cómo los purasangres

y los hombres recios, a pesar de su pasión, viven

según se inclinan los arrogantes astros

por oposición, cuadrado y trinoM

luego se tornó contemplativo y lento.

/!

Eueron mis camaradas muchos años,

por así decir una parte de mi alma y mi vida,



y ahora sus rostros sin aliento semean

asomarse desde algún libro ilustradoM

me he habituado a su falta de aliento,

pero no a que el querido hio de mi querida amiga,

nuestro ?idney y nuestro hombre perfecto,

comparta con ellos la descortesía de la muerte.

/!!

/ues todo en cuanto el oo se deleita

lo amó !lM los vieos Crboles tronchados

que vierten sombra por caminos y puentesM

la torre sobre el borde del arroyoM

el vado en el que abreva la manada

por la tarde, y asustado por el ruido

tiene que levantar el campo el urogalloM

te daba la mCs franca bienvenida.

/!!!

<a#ando el #orro con los galgos de DalGay

de <astle *aylor a la vera de o;borough

o el llano de sser0elly, pocos aguantaban su ritmoM

en Foneen saltó en un lugar tan peligroso

que la mitad de la partida de ca#a, helada,

cerró los oosM Oy dónde fue

que cabalgó en una carrera sin frenoQ

Y con todo, su pensamiento era mCs velo# que los caballos.

!=



?oñCbamos que había nacido un gran pintor

para la fría roca de <lare y la roca y los espinos de DalGay,

para ese color austero y esa línea delicada

que son nuestra secreta disciplina

y en los que cora#ón que observa dobla su fuer#a.

Filitar, estudioso, caballista,

y aun así tenía la intensidad

de publicarlo todo para go#o del mundo.

=

OPu! otro nos podría haber aconseado tan bien

sobre todas las encantadoras compleidades de una casa

como !l, que practicaba o comprendía

el trabao en metal o madera,

en escayola o en piedra labradaQ


y en todo lo que hacía era perfecto

como si sólo tuviera esa ocupación solamente.

=!

Snos queman leña húmeda, otros consumen

todo el mundo inflamable en una pequeña habitación

como paa seca, y si nos damos la vuelta

la desnuda chimenea se ha apagado

pues la obra terminó con esa llamarada.


como si fuera todo el epítome de la vida.



OPu! nos hi#o soñar que peinaría canasQ

=!!

1abía pensado, viendo el brusco viento

que sacude el postigo, traer a la memoria

a todos cuanto la hombría probó, o amó la infancia

o aprobó el intelecto uvenil,

con un comentario apropiado a cada unoM

hasta que la imaginación traese

una bienvenida mCs ustaM pero un pensamiento

de esa última muerte me enmudeció el cora#ón.



)N A/!AOR !RLAN7S PRE/7 S) M)ERTE

stoy seguro de encontrar mi fin

en un alto lugar sobre las nubesM

odio no tengo a aquellos que combato,

amor no tengo a aquellos que defiendoM

Niltartan <ross es mi patria, los pobres

de Niltartan mis compatriotas, nada

seguramente cambiarC para ellos,

ni mCs pobre serCn ni mCs felices.

$o me obligó a luchar deber ni ley,

ni hombres públicos ni encendidas masasM

un solitario afCn de plenitud

llevó a este fragor entre las nubesM

todo lo sopes!, record! todo,

los años venideros parecían

un gasto de saliva en balde, un gasto

de saliva en balde los años idos

al lado de esta vida, de esta muerte.



LOS HOMBRES ME*ORAN "ON LOS AOS

Ya me agotan los sueñosM

un tritón de mCrmol desgastado

en los arroyosM

y todo el largo día admiro

la belle#a de esta muer

como si hubiese hallado en un libro

una belle#a pintada,

contento de haber colmado los oos

o los ave#ados oídos,

dichoso de ser sabio,

pues los hombres meoran con los añosM

y sin embargo, y sin embargo,

Oes esto un sueño, o la verdadQ

AalC que te hubiese conocido

cuando aún tenía mi uventud ardienteZ

/ero me hago vieo entre sueños,

un tritón de mCrmol desgastado

en los arroyos.



)NA "LA/")LA E L!EBRE

Puisiera navegar sobre las aguas,

y adonde han ido muchos reyes,

y muchas hias de reyes,

baar donde los Crboles y el c!sped,

la música de gaitas y los bailes,

y aprender que no hay nada como

cambiar de amores mientras bailo

y pagar sólo un beso por un beso.

ncontraría unto al borde de esas aguas

una clavícula de liebre

por el lamer del agua adelga#ada,

y la atravesaría con la mirada, contemplando

el vieo mundo cruel en que se casan en iglesias,

y me reiría sobre las aguas apacibles

de cuantos se casan en iglesias

a trav!s del fino hueso de una liebre.



BA*O LA TORRE "!R")LAR

"+unque me acostara envuelto en lino

mucho sudaría y ganaría poco

si viviese como viven los vecinos

"gritó el mendigo, &illy &yrne",

stirar! los huesos hasta el alba

en la ruinosa tumba de mi bisabuelo.

n una lCpida gris, viea y ruinosa

en Dlendalough unto al torrente,

donde reposan los AB&yrne y los &yrne

estiró sus huesos y cayó en un sueño

en el que sol y luna una hora larga

bramaron y brincaron en la torre circularM

de rey dorado y reina plateada

bramaron arriba y abao

hasta que los pies dominaron un dulce compCs,

la boca dominó un dulce son,

brincando arriba y brincando abao

hasta que brincaron en lo mCs alto.

+quel rey dorado y aquella dama desenfrenada

cantaron hasta que las estrellas empe#aron a apagarseM

las manos asieron otras manos, los pies se untaron,

el cabello se desparramó en el viento que hicieronM

aquella dama y aquel rey dorado

sabían cantar como un par de mirlos.



"?eguro que mi suerte se ha acabado

"dio aquel vagabundo &illy, carne de presidio".

+ntes de que anoche#ca robar! una bolsa

y dormir! la mona en un lecho de plumas.

$o consigo encontrar la pa# del hogar

en la ruinosa tumba de mi abuelo.



SALOM#N A SABA

?alomón cantaba a ?aba,

y besaba su moreno rostro:

"*odo el tiempo desde mediodía

hemos hablado en este sitio,

y desde el mediodía sin sombras

hemos dado vueltas y vueltas

al limitado tema del amor

como un vieo caballo en un redil.

+ ?alomón cantó ?aba,

puesta sobre sus rodillas:

"?i hubieses propuesto un tema

que agradara a los sabios,

antes de que el sol arroara

nuestras sombras sobre el suelo

sabrías que mis ideas, no !l,

son un redil limitado.

?alomón cantó a ?aba,

y besó sus arCbigos oos:

"$o e;iste hombre o muer

bao los cielos que ose

competir con nosotros en sapiencia,

y todo el tiempo hemos visto

que sólo el amor puede hacer

del mundo un redil limitado.



LA BELLE,A /!/!ENTE

F+$-[, porque la mecha y el aceite ya se han agotado

y helados estCn ya los canales de la sangre,

a mi descontento cora#ón contentarse

con la belle#a de bronce surgida de un molde,

o la que aparece en mCrmol deslumbranteM

lo parece, pero cuando nos vamos se va tambi!n,

mCs indiferente a nuestra soledad

que lo que sería una aparición. Ah, cora#ón, somos vieosM

la belle#a viviente es para los óvenes:

no podemos pagar su tributo de lCgrimas.



)NA "AN"!#N

/ensaba que no hacía falta

para prolongar la uventud

mCs que mancuernas y esgrima

con que mantener oven el cuerpo.

Ah, Oqui!n pudo predecir

que el cora#ón enveeceQ

+unque me sobran palabras,

Oqu! muer estC contentaQ

Os que ya no estoy d!bil

porque estoy unto a ellaQ

Ah, Oqui!n pudo predecir


$o he perdido el deseo

sino el cora#ón que teníaM

pens! que quemaría mi cuerpo

en el lecho de muerte,

pues Oqui!n pudo predecir




A )NA *O/EN BELLE,A

+rtista como yo, Opor qu! tan libre

con toda clase de acompañantes,

con todo Eulano y FenganoQ

scoge a tus compañeros de entre los meores,

pues quien trae un cubo con los demCs

pronto cae colina abao.

/uedes, con ese espeo por escuela,

ser apasionada, no pródiga

como las belle#as corrientes,

que no nacieron para mantener la forma

del querubín del vieo #equiel

sino de los de &eauverlet.

?! qu! pago da la belle#a,

y cuCn dura es la vida de su sierva,

mas alabo los inviernos pasados:

no hay necio que pueda llamarme amigo,

y puede que al final del viae cene

con Landor y con -onne.



A )NA M)"HA"HA

Puerida, querida, s!

meor que nadie

qu! te hace latir así el cora#ónM

ni siquiera tu madre

lo puede saber como yo,

que rompí mi cora#ón por ella

cuando el pensamiento salvae

que ella niega

y ha olvidado

hi#o bullir toda su sangre

y relució en sus oos.



LOS EST)!OSOS

<alvos que no recuerdan sus pecados,

veetes, eruditos, respetables,

editan y anotan los versos

que óvenes inquietos en sus camas

rimaron con la fiebre del amor

para halagar al ignorante oído de la belle#a.

*odos arrastran los piesM todos tosen sobre la tinta,

y desgastan la alfombra con sus pasosM

todos piensan lo que otros piensan:

todos conocen a quien conoce su vecino.

Ah, ?eñor, Oqu! dirían

si su <atulo caminara asíQ



TOM O2RO)(HLE

"+unque manden los que astillan la lógica,

y todo hombre y doncella y rapa#

se haya fiado un obetivo distante,

una alegría sin porqu! es una pura alegría

"eso o algo parecido dio *om ABoughley,

que vio pasar las grandes olas al lado",

y la sabiduría es una mariposa

y no una sombría ave de rapiña.

?i lo poco planeado es poco pecado

no hay necesidad de angustiar a la tumba.

OPu! es el morir sino un segundo alientoQ

O<ómo sino con #ig#agueante capricho

podría ser tan valiente el trompeta FiguelQ

"eso o alguna cosa parecida dio".

Y si mi meor amigo muriera,

bailaría una dan#a en su tumba.



PASTOR "ABRERO

%astor . <anta ahora el primer cuco del año.

+ntes quería que parara.

Cabrero. $i aves

ni bestias hacen hoy que quiera nada,

anciano como soy, salvo morir,

y eso va contra -ios y sus designios.

Pue quiera el oven. OPu! te trae aquíQ

$unca hasta hoy nos hemos encontrado

donde mis cabras triscan en la hierba

o saltan por las piedras.

%astor . &usco oveas

descarriadas, pues algo me afligió

y las de! marchar. /ens! hacer versos,

pues el verso disipa la aflicción

y hace que la lu# vuelva a ser dulce,

mas, puesto cada verso en su lugar,

el suyo abandonaron las oveas.

Cabrero. -e sobra s! lo que apartara

a tan bueno pastor de su cuidado.

%astor . +quel que era el meor en todo uego

y rústicas labores, y de todos

el mCs cort!s con la vee# morosa

y la rCpida uventud, ha muerto.

Cabrero. l mo#o que me trae la empanada



trao la noticia.

%astor . +partó el cayado

y murió en la gran guerra allende el mar.

Cabrero. + menudo tocaba el caramillo

en mis cerros, y era su soledad,

lo que sonaba, un úbilo de piedra,

en sus dedos.

%astor . Lo supe por su madre,

y su hato pacía ante la puerta.

Cabrero. O<ómo aguanta su penaQ $o hay pastor

que no diga su nombre con ternura,

recordando favores. O<ómo puedo,

yo que sin cabras aún ni pasti#ales

nueva acogida y vieas enseñan#as

recibí ante su fuego hasta esfumarse

las frías rCfagas, sino hablar de ella

antes que sus retoños y su esposaQ

%astor . ?e mueve por la casa, erguida y calma,

del arcón de la ropa a la despensa,

o bien se asoma al prado o al pasti#al

y ve a sus ornaleros, cual si aún

siguiera entre los vivos su querido,

mas por su nieto ahoraM nada cambia

salvo aquello que he visto por su rostro

observando los uegos de pastores



en la siega, sin su hio.

Cabrero. <anta tú.

Yo tambi!n he rimado mis ensueños,

mas el oven ansía destacarse,

y hasta entonces no espera ni hace nada.

Fas los vieos cabreros y sus cabras,

si en todo lo demCs les aventaa

el oven, son maestros de la espera.

%astor . *an sólo !l no había reunido aperos,

ni puesto a trabaar al ebanista

en ancha mesa o banco prolongado,

o al#ado el coberti#o de las vacas

como hacen los otros cuando heredan.

Lo deó como en tiempos de su padre,

tal si se supiera ave, y nunca un hombre

que se asienta, y ahora que no estC

sólo quedan de !l una docena

de tristes, sobrias, dulces melodías.

Cabrero. 1as puesto el pensamiento en verso.

%astor . *odo

el día traba!, mas tan sin fruto

que un =Lo siento> en prosa sin adornos

sonaría meor a tu rude#a.

]<anta^

<omo el ave pinta que viaa



miles de leguas sobre el mar,

y corre o sobrevuela

con patas amarillas nuestros prados,

!l se quedó sólo un instanteM

y apenas si se hi#o nuestro oído

a su vo# cuando raya el día,

y apenas si se hicieron nuestros oos

a su figura en el lavadero

entre sombras vespertinas

cuando se ausentó de oídos y de oos.

-ebí haber pedido un deseo

a su llegada, mas el hombre es necio.

Cabrero. <antas a la naturale#a, como siempre,

y yo que hice música así en mi uventud

oy!ndola ahora he suspirado

por ese oven y otros compañeros

que perdí.

%astor . -icen que en tus montes yermos

has medido el camino que hace el alma

cuando huye a nuestros oos naturalesM

y que has hablado con apariciones.

Cabrero. <iertamente, mis diarios pensamientos,

desde el primer estupor uvenil,

recorren el sendero que mis cabras

no hallan.



%astor . <anta: tal ve# hayan cortado

hierbas medicinales con que alivien

nuestro dolor.

Cabrero. -e un cerro me traeron

vainas y flores que no son de adormidera.

]<anta^

?e va haciendo mCs oven cada día

aquel que si se cuentan sus cumpleaños

demasiado solemne semearaM

a causa de lo que había soñado

o por las ambiciones que sirviera,

demasiado solemne y reservado.

/aseando, viaando

hacia su propia aurora

deshace la madea

de todo lo aprendido con dolor o goce,

de todo lo que hiciera.

-esaparecerC la guerra infame,

con un vieo raigón de espino albar

practicarC la flauta pastoril

o sobre la hierba bien segada

harC la corte a su pastora

o pondrC el cora#ón en algún uego

hasta hacerse uno el día con los uegosM

devanarC el conocimiento



a trav!s de victorias de la mente,

hasta que gateando por la cuna

sueñe que es el orgullo de su madre,

todo saber perdido en ese trance

de la dulce ignorancia.

%astor . ecoo estos borregos y el carnero

en el redil, e iremos hasta el bosque

grabando nuestros versos en corte#as

sin nombre, que pondremos en su puerta.

?aber que monte y valle se conduelen

darC serenidad a esposa y madre

y al hio cuando alcance nuestros hombros.



/ERSOS ES"R!TOS "ON ABAT!M!ENTO

O<uCndo he mirado por última ve#

los redondos oos verdes y los cuerpos sinuosos

de los negros leopardos de la lunaQ

*odas las bruas salvaes, todas esas nobles damas,

con todas sus escobas y sus lCgrimas,

sus lCgrimas enoadas, se han ido.

Los centauros de las colinas han desaparecidoM

nada me queda sino el sol amargadoM

desterrada la heroica madre luna y desaparecida,

ahora que tengo ya cincuenta años

debo soportar el sol huidi#o.



EL ALBA

Puisiera ignorarlo todo como el alba

que ha contemplado desde arriba

a esa viea medir una ciudad

con el alfiler de un broche,

o a ese hombre aado que vio

desde su pedante &abilonia

los planetas impasibles en sus órbitas,

las estrellas que se apagan cuando sale la luna,

y cogió sus tablillas e hi#o cClculosM

quisiera ignorarlo todo como el alba

que estuvo detenida, meciendo el carro fulgente

sobre el nuboso lomo de los caballosM

quisiera ser "pues no hay saber que valga un comino"

ignorante y lascivo como el alba.



SOBRE LA M)*ER

Loado sea -ios por la muer

que renuncia a toda su mente,

un hombre no puede hallar en otro hombre

una amistad como la de ella

que cubre todo lo que !l ha traído

como con su carne y huesos propios,

y no disputa con un pensamiento

porque no es el suyo.

+unque lo nieguen los pedantes,

es claro que la &iblia dice

que ?alomón se hi#o sabio

hablando con sus reinas,

mas nunca pudo, aunque

dicen que contaba la hierba

contar todas las alaban#as debidas

cuando ?aba era su #agala,

cuando ella foraba el hierro, o

cuando del fuego de la fragua

se estremecía en el agua:

severidad de su deseo

que les hi#o estirarse y boste#ar,

placer que acompaña al sueño,

estremecimiento que les hi#o uno.

<ualquier otra cosa que [l d! o guarde



me la conceda -ios "no, no aquí,

pues no soy tan atrevido

como para esperar algo tan preciado

ahora que me estoy haciendo vieo,

sino cuando, si lo que dicen es cierto,

el Faador de la luna

que todo lo machaca para hacerlo nuevo

me traiga de nuevo al nacimiento:

para hallar lo que una ve# tuve

y saber lo que supe una ve#,

así hasta que enloque#ca,

el sueño apartado de mi lecho,

por la ternura y el cariño,

la compasión, una cabe#a dolorida,

rechinar de dientes, desesperaciónM

y todo por causa de una

perversa criatura del a#ar,

y vivir como ?alomón

a quien ?aba trao por

la calle de la amargura.



EL PES"AOR

+unque aún puedo verlo,

ese hombre pecoso que va

a un parae gris en un cerro

con ropa gris de <onnemara

al alba para echar sus moscas,

hace mucho que empec!

a evocar con los oos

a este hombre sabio y sencillo.

*odo el día mir! en la cara

lo que había esperado que fuera

escribir para mi ra#a

y la realidadM

los vivos a quienes odio,

los muertos a quienes am!,

el pusilCnime en su asiento,

el insolente no recriminado,

y ningún truhCn impune

por el que hayan brindado los borrachos,

el ingenioso con su chiste

dirigido al oído mCs vulgar,

el hombre inteligente que corea

los lemas del payaso,

la humillación de los sabios

y el gran +rte humillado.



Pui#C haga ya doce meses

desde que repentinamente empec!,

con desd!n por el público,

a imaginar a un hombre,

y su rostro con pecas del sol,

y la ropa gris de <onnemara,

encaramCndose a un parae

donde la piedra es oscura bao la espuma,

y la torsión de su muñeca

cuando las moscas caen en el arroyoM

un hombre que no e;iste,

un hombre que no es mCs que un sueñoM

y grit!: "+ntes de que sea vieo

le habr! escrito

un poema qui#C tan frío

y apasionado como el alba.



EL HAL"#N

Fanda al halcón que baeM

ponle la caperu#a o enCulalo

hasta que el oo amarillo se enterne#ca,

pues alacena y asador estCn vacíosM

el vieo cocinero, enfurecidoM

y salvae, el pinche.

$o quiero que me metan en una caperu#a,

ni en una aula, ni posarme en una muñeca,

ahora que he aprendido a ser orgulloso

planeando sobre el bosque

a trav!s de la niebla que rompo

o la nube deshecha.

OPu! nube deshecha hendiste,

halcón de oos amarillos de la mente,

anocheQ Pue yo, sentado

mudo ante un bribón

tuve que dar a mi amigo

una falsa muestra de ingenio.



RE")ERO

Sna tenía una hermosa cara,

y dos o tres, encanto,

pero el encanto y la cara eran inútiles

porque la hierba de la montaña

no puede evitar guardar la forma

donde la liebre de la montaña ha estado echada.



S) ALABAN,A

lla es la primera a quien deseo que alaben.

1e andado por la casa, de arriba abao,

como hace quien publica un nuevo libro

o una muchacha engalanada con su vestido nuevo,

y aunque he cambiado de conversación a toda costa

hasta que su alaban#a fuera el tema principal,

una muer habló de un relato que había leído,

un hombre confundido, medio en sueños

como si otro nombre le rondara la cabe#a.

lla es la primera a quien deseo que alaben.

$o hablar! mCs de libros o de la larga guerra,

sino que andar! unto al espino seco hasta que encuentre

a un mendigo que se refugie del viento, y allí

manear! la charla hasta que apare#ca su nombre.

?i hay bastantes andraos lo conocerC

y de buen grado lo recordarC, pues antaño

aunque los óvenes la alababan y la censuraban los vieos,

entre los pobres vieos y óvenes a la par la alababan.



EL P)EBLO

OPu! he ganado, die, con todas estas obras,

con todo lo que he hecho a mis e;pensasQ

l desprecio diario de esta ciudad descort!s,

donde quien mCs la ha servido es el mCs difamado

y la reputación de toda una vida se pierde

de la noche a la mañana. /odría haber vivido,

y bien sabes cuCn grande ha sido el anhelo,

donde cada día se posaran mis plantas

bao la sombra verde de la muralla de EerraraM

o haber saltado entre las imCgenes del pasado

"las imCgenes impert!rritas y distinguidas"

mañana y tarde, la empinada calle de Srbino

adonde la -uquesa y su pueblo hablaban

a lo largo de la noche maestuosa hasta quedar de pie

en su ventanal contemplando la auroraM

podría no haber tenido amigo que no uniera

cortesía y pasión como aquellos

que vieron las mechas amarillear a la auroraM

podría haber usado el único derecho sustancial

que permite mi oficio: elegir mi compañía

y elegir el escenario mCs de mi agrado.

+ lo que contestó mi f!ni; con reprobación:

borrachos, rateros de fondos públicos,

toda la multitud deshonesta a la que apart!



cuando cambió mi suerte y me desafiaron

reptó desde la oscuridad y lan#ó contra mí

a aquellos a quienes serví y a algunos a quienes aliment!M

mas nunca, ahora o en tiempo alguno,

me he queado del pueblo.

*odo lo que pude responder fue:

=*ú que no has vivido entre pensamientos sino acciones,

puedes tener la pure#a de una fuer#a natural,

pero yo, cuyas virtudes son las definiciones

de la mente analítica, no puedo cerrar

el oo de la mente, ni refrenar mi lengua>.

Y sin embargo, porque mi cora#ón brincó con sus palabras,

me avergonc!, y ahora que las recuerdo

despu!s de nueve años, hundo la frente avergon#ado.



S) +7N!=

1ay una reina en <hina, o puede que en spaña,

y en cumpleaños y fiestas se oyen tales loas

de sus perfectos rasgos y una blancura sin mCcula,

que podría ser aquella chica viva# a la que pisó un aveM

y hay veinte duquesas, superiores a cualquier otra muer,

o que han encontrado un pintor que las hace en pago

y borra manchas y defectos con la elegancia de su espíritu:

de oven conocí un f!ni;, que las demCs tengan su instante de gloria.

Los muchachos aplauden cada noche los oos risueños de su Daby,

y uth ?t. -enis tenía mCs encanto aunque tuvo menos suerteM

desde mil novecientos nueve o die#, /avlova ha sido lo mCs,

y hay una actri# en +m!rica que se recoge la capa

y abandona la sala cuando @ulieta va a desposarse

con toda la pasión de una muer y los modos imperiosos de una niña,

y hayU mas no importa si hay docenas tambi!n:


stCn Fargaret y Farorie y -orothy y $an,

una -aphne y una Fary que viven en secretoM

una ha tenido un montón de amantes, otra uno solo,

otra se vanagloria: Yo soy la que elio, y tengo dos o tres.

?i la cabe#a y e;tremidades tienen belle#a y el empeine es alto y ligero,

por mí como si despliegan la vela que les pla#ca,

ya sean rompecora#ones o mCquinas de placer:




1abrC ese gentío, ese bCrbaro gentío, a trav!s de todos los siglos,

y qui!n puede decir que no haya una oven belle#a que enloque#ca a los hombres

que pueda igualar a la mía, aunque lo niegue mi cora#ón,

pero no igualdad e;acta, sencilla como una niña,

y ese mirar orgulloso como si hubiese mirado al sol ardiente,

y todo el cuerpo bien proporcionado sin e;traviarse un Cpice.

Lamento esa cosa tan solitaria, mas hCgase la voluntad de -ios:




)N PENSAM!ENTO E PROPER"!O

lla podría, tan noble de la cabe#a

a las tan bien torneadas rodillas

la larga línea que fluye,

haber ido al altar

entre las imCgenes sagradas

al lado de /alas +tenea,

o haber sido digno botín de un centauro

borracho con el vino sin me#clar.



S)EOS ROTOS

1ay canas en tu pelo.

Los óvenes ya no se quedan sin respiración

súbitamente cuando pasasM

mas qui#C algún veete te bendiga en susurros

pues gracias a tus oraciones

se recuperó en su lecho de muerte.

?ólo por ti, que has conocido todos los dolores del cora#ón

y esos dolores se los has dado a otros,

desde que la magra mocedad asumiera

la carga de la hermosura, sólo por ti

el cielo ha apartado el golpe fatal,

tan gran parte tiene en la pa# que tú creas

con sólo entrar en una habitación.

*u hermosura sólo puede dear entre nosotros

vagos recuerdos, nada mCs que recuerdos.

Sn oven, cuando los vieos acaben de hablar,

dirC a un vieo: "1Cbleme de esa muer

que el poeta obstinado en su pasión nos cantara

cuando ya la edad podría haberle helado la sangre.

Iagos recuerdos, nada mCs que recuerdos,

mas en la tumba todos, todos se renovarCn.

La certidumbre de que ver! a esa muer

apoyada, o de pie, o caminando

con el primer encanto de su feminidad,



y con el fervor de mis oos uveniles,

ha hecho que susurre como un necio.

res mCs hermosa que nadie,

y sin embargo tu cuerpo tenía un defecto:

tus pequeñas manos no eran hermosas,

y me temo que correrCs

a hundirlas hasta la muñeca

en ese misterioso lago, siempre rebosante,

donde quienes han obedecido la ley sagrada

se hunden y son perfectos. 2nmutables

dea las manos que he besado,

por los vieos tiempos que se fueron.

?e apaga el último tañido, es medianoche.

*odo el día en esta misma silla

de sueño en sueño y verso en verso he ido

divagando con una imagen de aire:

vagos recuerdos, nada mCs que recuerdos.



)NA PROMESA SOLEMNE

Atras, porque no mantuviste

aquella solemne promesa, han sido mis amigasM

mas siempre que le miro cara a cara a la muerte,

cuando trepo a las cimas del sueño,

o me e;cito con el vino,

de repente me encuentro con tu cara.



PRESEN"!AS

La noche ha sido e;traña. /arecía

que el pelo se eri#aba en mi cabe#a.

?oñ! desde el ocaso que mueres,

con un frufrú de encaes o de sedas,

tímidas o alocadas, ascendían

mi cruiente escalera. 1abían leído

mis versos sobre esa monstruosidad:

el mutuo amor amCs correspondido.

/araron en la puerta y se quedaron

ante mi gran atril, unto a la lumbre,

hasta que oí latir sus cora#ones:

una es una ramera, otra una niña

que nunca miró a un hombre con deseo,

y la otra, qui#Cs, una reina.



EL (LOBO E LA MENTE

Fanos, haced lo que se os dice:

traed el globo de la mente

que se hincha y se arrastra en el viento

hasta su angosto coberti#o.



A )NA AR!LLA EN >LE?NA?NO

Ien a ugar conmigoM

Opor qu! habrías de correr

por el Crbol que tiembla

como si una escopeta

tuviera para matarteQ

*odo lo que quisiera

es acariciar tu cabe#a

y dearte escapar.



AL PERSEME )N POEMA E ()ERRA

<reo que es meor en tiempos como !stos

que la boca de un poeta calle, pues en verdad

no tenemos el don de corregir a estadistasM

ya se ha entrometido bastante quien puede entretener

a una muchacha en la indolencia de su uventud

o a un vieo una noche de invierno.



EN MEMOR!A E AL+RE POLLE=+EN

Ieinticinco años han pasado

desde que el vieo %illiam /olle;fen

depusiera sus fuertes huesos en la muerte

al lado de su esposa li#abeth

en la sepultura de roca gris que construyó.

Y despu!s de veinticinco años enterraron

en aquella tumba, unto a !l y ella,

a su hio Deorge, el astrólogoM

y vinieron masones de millas a la redonda

para esparcir el rocío de la +cacia

sobre un hombre melancólico

finado donde alentó por ve# primera.

<uCntos hios e hias yacen

leos del cielo acostumbrado,

el Falí y el colegio de ades,

en Londres o LiverpoolM

mas, Odónde yace el marinero @ohn

que había conocido tantas tierras,

tranquilas tierras o mares turbulentos,

en los que comercian indios o niponesQ

$unca halló reposo en tierra firme,

inquieto por un pró;imo viae.

O-ónde han enterrado al marinero @ohnQ

Y ayer el hio mCs pequeño,



un hombre divertido y sin anhelos

fue sepultado unto al astrólogo,

ayer en el d!cimo año desde que aquel

que había estado largo tiempo satisfecho,

un don nadie en una multitud,

decidió regresar a casa,

ahora que había cumplido ya cincuenta años

y ser de nuevo =l ?r. +lfred>

en labios de hombres corrientes

que conservaban en su recuerdo

su infancia y su familia.

n todos estos lechos de muerte las mueres oyeron

un pCaro marino blanco y fantasmagórico

lamentCndose de que un hombre deba morirM

y con ese grito he elevado yo mi grito.



SOBRE )NA AMA A(ON!,ANTE!S) (ENT!LE,A

<on su antigua amabilidad, la antigua y distinguida gracia,

yace, con la hermosa cabe#a lastimera entre el pelo roo sin brillo,

apoyada en almohadones, con colorete en la palide# del rostro.

$o quiere que nos entriste#ca su agonía,

y cuando se cru#an nuestras miradas a sus oos los ilumina la risa,

nos cuenta una historia pícara para que rivalicemos con ella,

nuestro desconsolado ingenio a la altura del suyo,

pensando en santos o en /etronio Wrbitro.

!!"!ERTOS ART!STAS LE TRAEN M)E"AS !B)*OS

*raed adonde yace nuestra 1ermosa

una muñeca reci!n modelada, un dibuo,

con los rasgos de un amigo

o de un enemigo, o que tal ve# muestre

los suyos cuando una tren#a

de pelo roo sin brillo se derramaba

sobre un vestido de seda

cortado al modo turco

o, qui#Cs, como los de un muchacho.

Le hemos dado al mundo nuestra pasión,

para la muerte sólo nos quedan ya uguetes.

!!!PONE "ONTRA LA PARE LOS ROSTROS E LAS M)E"AS



/orque hoy es alguna fiesta religiosa

hacen que un cura diga misa, y hasta las aponesas,

con el tacón alto y de puntillas, deben ponerse contra la pared

"pedante en la pasión, e;perta en antiguas cortesías,

ingeniosa y vehemente parecía"M la dama veneciana

que se diría se desli#aba a alguna intriga con sus #apatos roos,

su dominó, su falda de miriñaque copiada de LonghiM

la crítica meditativaM todas estCn de puntillas,

incluso nuestra 1ermosa con sus pantalones turcos.

/orque el cura ha de tener como cada quisque su día

o mantenernos despiertos aullando a la luna, nosotros

y nuestras muñecas que somos mCs el mundo, cuanto mCs leos meor.

!/EL +!NAL EL A

@uega como una chiquilla

y la penitencia es el uego,

fantCstica y desenfrenada

porque el final del día

le muestra que alguien pronto

vendrC de la casa y dirC

"aunque aún el uego va por la mitad":

"ntra y dea el uego.

/S) EST!RPE

$o se ha tornado descort!s

como sucede con las naturale#as intolerantes,



ni dicho que sean malos los placeres

que días mCs felices han creído buenosM

se sabe una muer,

no una cara roa y blanca,

o un rango, procedente de una

estirpe común indeterminada:

Ocómo podría fallarle el cora#ón

o la enfermedad quebrar su voluntad

cuando el valor de su difunto hermano

es un eemplo permanenteQ

/!S) /ALENTA

<uando su alma vuele al lugar predestinado de la dan#a

3no tengo lengua sino símbolos, la lengua pagana que cre!

entre los sueños de la uventud, que se encuentre cara a cara,

entre aquel asombro primero, con la sombra de Drania,

olvidado todo menos el terror de la fuga por los bosques

que le hi#o querido a -iarmuid, y con algún vieo cardenal

caminando con pCrpados entrecerrados bao la solana

que había susurrado de Diorgione al e;pirar su último alientoM

sí, y con +quiles, y *imor, &abar, &arhaim, todos

los que han vivido dichosos y se han reído de la Fuerte en su cara.

/!!S)S AM!(OS LE TRAEN )N 5RBOL E NA/!A

-isculpa, gran enemiga,

sin un pensamiento de ira



hemos traído nuestro Crbol,

y aquí y allC hemos comprado

hasta que todas las ramas estuvieran alegres,

y ella mire desde el lecho

las cosas bonitas

que agradan a una cabe#a fantasiosa.

<onc!dele una pequeña gracia,

Oqu! importa si un oo risueño

te ha mirado a la caraQ

+ punto estC de morir.



E(O OM!N)S T))S

Hic. ?obre la arena gris unto al riachuelo

bao tu viea torre golpeada

por el viento, donde aún una lCmpara

arde ante el libro que deara abierto

Fichael obartes, bao la luna avan#as,

y aunque pasó lo meor de la vida,

dibua, embelesado por engaños,

formas mCgicas.

5lle. <on la ayuda de una

convoco a mi contrario, llamo a todo

lo que he tratado poco y poco he visto.

Hic. Puiero encontrarme a mí, mas no una imagen.

5lle. so esperamos hoy, bao su lu#

hallamos a la mente mCs sensible,

perdido el vieo aplomo de la mano.

scoamos cincel, pincel o pluma,

críticos somos, o creamos casi,

tímidos, vacíos, avergon#ados,

sin que nuestros amigos nos apoyen.

Hic. <on todo, la imaginación mCs alta

de la <ristiandad, -ante +lighieri,

tan por completo se encontró a sí mismo

que logró que su enuto rostro fuese

mCs claro a la mente que cualquiera



salvo el de <risto.

5lle. OY se encontró a sí mismo,

o fue el hambre lo que lo consumió,

el hambre de la fruta alta en la rama,

inalcan#ableQ Os ese espectro el hombre

aquel que Lapo y Duido conocieronQ

2ntuyo que formó con su contrario

una imagen como un rostro de piedra

que observa sobre un techo beduino

desde un cerro con puertas y ventanas

o entre grama y boñigas de camello.

+plicó su cincel a piedra dura.

Duido lo escarneció por su lasciviaM

burlado y burlador, se vio obligado

a subir esa escala y comer Ccimo,

halló usticia insobornable, halló

la amada mCs e;celsa para un hombre.

Hic. Fas cierto es que hay quienes han hecho su arte,

no de trCgicas guerras, vitalistas

impulsivos que corren tras la dicha

y cantan al hallarla.

5lle. $o, no cantan.

Puienes aman el mundo en !l actúan

y se hacen ricos, c!lebres e influyen,

y ya pinten o escriban, así actúan:



la lucha de la mosca en la mela#a.

l retórico engaña a sus vecinosM

el sentimental a sí mismo, el arte

es sólo una visión de lo real.

OPu! le depara el mundo a los artistas

que han despertado del común ensueño

sino e;cesos y desesperaciónQ

Hic. $adie niega que Neats amó este mundo,

recuerda con qu! afCn buscó la dicha.

5lle. ?u arte sí es feli#, Opero y su menteQ

Ieo a un colegial cuando en !l pienso,

pegada la nari# ante la luna

de una confitería,

pues sin duda a su tumba descendió,

los sentidos y el alma insatisfechos,

e hi#o "tan pobre, enfermo y sin estudios",

privado de los luos terrenales,

el hio humilde de un caballeri#o,

un canto e;uberante.

Hic. O/or qu! deas

la lCmpara encendida unto a un libro

y tra#as caracteres en la arenaQ

l estilo se alcan#a con esfuer#o

sedentario, imitando a los maestros.

5lle. /orque busco una imagen, y no un libro.



+quellos que en sus obras son mCs sabios

no tienen mCs que ciegos cora#ones.

Yo invoco al misterioso ser que aún

habrC de caminar por los bancales,

tan parecido a mí que serC un doble,

y serC de cuanto es imaginable

lo menos parecido, y mi contrario,

y, de pie ante estos signos, mostrarC

todo cuanto busco, susurrCndolo

como temiendo que las aves, que al#an

fuga# su algarabía antes del alba,

lo vayan a llevar a los blasfemos.



)NA ORA"!#N PARA ENTRAR EN "ASA

-ios bendiga esta torre y esta casa

y a mis herederos, si todo queda intacto,

ni mesa ni silla ni banco demasiado sencillos

para los pastorcillos de DalileaM y conceda

que en períodos del año no haga nada

y no ponga la vista en nada sino en lo que

los grandes y apasionados han usado

a lo largo de siglos variables

que tomamos como normaM mas si sueño

que ?imbad el marino trao un cofre pintado

o una imagen, de allende el Fonte de la /iedra 2mCn,

que ese sueño sea normaM y si algún energúmeno

estropease la vista al derribar un fresno

que da sombra al camino, o al levantar una casa

proyectada en un despacho oficial, que acorte su vida,

y que se maniate su alma al fondo del Far oo.



LAS +ASES E LA L)NA

n un puente agu#ó el oído un vieoM

con las caras al sur, !l y su amigo

habían caminado por la senda

escabrosa. <on botas empolvadas,

y desgastados tGeeds de <onnemara

habían mantenido un paso firme,

tal si sus camas, pese a una luna

muy tardía y menguante, aún quedaran

leanas. +gu#ó el oído un vieo.

-herne. OPu! ha sido ese ruidoQ

(obartes. l chapoteo

de ratas o urogallos, o una nutria

que se haya desli#ado en el arroyo.

[ste es el puenteM esa sombra, la torre:

la lu# muestra que lee todavía.

+l modo de los suyos, !l ha hallado

imCgenes sóloM eligió este sitio

para vivir, qui#C, por la buía

de la torre en que aislado el platonista

de Filton se sentaba hasta muy tarde,

o el visionario príncipe de ?helley:

la solitaria lu# que dibuara

?amuel /almer, imagen de una arcana

sabiduría hallada con esfuer#oM



y ahora busca entre libros y códices

lo que nunca hallarC.

-herne. O/or qu! no llamas,

tú que todo lo sabes, a su puerta,

y dices la verdad "que mientras viva

apenas verC un tro#o de corte#a

de la verdad que es tu pan cotidiano",

y luego retomamos el caminoQ

(obartes. 1a escrito sobre mí con ese estilo

e;travagante que aprendiera en /ater,

y para redondear mCs su historia

dio que estaba muertoM y muerto escoo

estar.

-herne. <anta los cambios de la luna

una ve# mCsM un canto verdadero,

aunque discurso: =Fi autor me cantó.>

(obartes. Ieintiocho son las fases de la luna,

"luna llena, la nueva y las crecientes",

veintiocho, y son sólo veintis!is

las cunas en que un hombre es mecido:

pues no hay vida humana en la llena o nueva.

-el primer creciente a la media, el sueño

impele a la aventura, y siempre el hombre,

como pCaro o bestia, estC feli#M

mas en tanto la luna se hace llena,



persigue cualquier ardua fantasía

entre otras no imposibles, y con marcas

como del cruel a#ote de la mente,

su cuerpo moldeado en su interior

se hace mCs hermoso. /asan once

y +tenea coge a +quiles por el pelo,

1!ctor cae en el polvo, $iet#sche nace,

que el doce es el creciente de los h!roes.

Fas dos veces nacido y dos sepulto,

antes del plenilunio crecer debe,

indefenso lo mismo que un gusano.

La luna decimotercera pone

en guerra al alma con su propio ser,

y cuando da comien#o esa contienda

no hay músculo en el bra#oM y de seguido,

con el fervor de la decimocuarta

el alma se estremece y queda inmóvil

muere en el laberinto de sí mismaZ

-herne. <ompleta tu canción, dale fin, canta

el premio e;traño de esa disciplina.

(obartes. /ues todo pensamiento se hace imagen,

y el alma se hace cuerpo: cuerpo y alma

demasiado perfectos en la llena

para yacer en cuna, demasiado

solos para el estr!pito del mundo:



cuerpo y alma se e;pulsan y naufragan

mCs allC del mundo visible.

-herne. *odos

los sueños de las almas finali#an

en un cuerpo de hombre o de muer.

(obartes. O$o lo has sabido siempreQ

-herne. l canto dice

que los seres que amamos recibieron

sus largos dedos de la muerte, y heridas,

o en la cima del monte ?inaí,

o de un sangriento lCtigo en sus manos.

Eueron de cuna en cuna hasta que al fin

su belle#a rebosó de la orfandad

de cuerpo y alma.

(obartes. l cora#ón lo sabe.

-herne. l horror en sus oos debe ser

recuerdo o antelación de aquella hora

en que todo es de lu#, desnudo el cielo.

(obartes. <uando la luna estC llena, las criaturas

del plenilunio tienen sus encuentros

en las colinas desiertas con graneros

que tiemblan y rehuyen: cuerpo y alma

se e;trañan e;trañados de sí mismos,

atrapados en la contemplación,

el oo de la mente sobre imCgenes



que fueron una ve# sus pensamientosM

pues que aisladas, puras, inmutables,

la soledad aqu!llas quebrar pueden

de oos hermosos, fatuos, displicentes.

Luego con vo# aguda, aveentada,

+herne rió, pensando en aquel hombre,

su vela insomne y su esfor#ada pluma.

(obartes. Y luego, el hundimiento de la luna.

l alma recordando su orfandad

tiembla en muchas cunasM todo cambia,

quisiera ser sierva del mundo, y mientras

escoge la tarea mCs difícil

entre otras no imposibles, adquiriendo

sobre el cuerpo y el alma la rude#a

del esclavo.

-herne. +ntes de la luna llena

se buscaba a sí misma, y luego al mundo.

(obartes. /orque estCs olvidado, y casi fuera

de la vida, y amCs hiciste un libro,

tu pensamiento es claro. Fercader,

reformador, estadista, erudito,

marido responsable, en cada hora,

cuna tras cuna, y todo en vuelo, y todo

deforme porque no hay deformidad

que no salve de un sueño.



-herne. OY qu! sucede

a aquellos liberados por el último

creciente servilQ

(obartes. /ues son todo oscuros,

como quienes son todo lu#, se arroan

por el borde, y en una nube gritCndose

cual murci!lagosM sin deseo ignoran

lo que es bueno o malo, o lo que es triunfar

en la propia obedienciaM deformados

mCs allC de la amorfidad, informes,

insípidos cual masa no cocida,

una palabra los transmuta.

-herne.

OY luegoQ

(obartes. <uando toda la masa se ha amasado

tanto que adoptar puede cualquier forma

que a la $aturale#a se le antoe,

el primer creciente sutil regresa.

-herne. /ero la fugaM el canto no ha acabado.

(obartes. l @orobado, el ?anto y el Loco son

las fases últimas. l arco ardiente

que antes una flecha disparara

sin arriba o abao, la gran rueda

de la belle#a cruel y el parloteo

de la sabiduría,



fuera de esa marea delirante,

son traídas entre la

deformidad del cuerpo y de la mente.

-herne. ?i no estuvieran leos nuestras camas,

llamaría, y ya dentro, bao el techo

de vigas en la sala del castillo,

donde todo es de austera sencille#,

un lugar para el saber que !l nunca

hallarC, yo actuaríaM tantos años

despu!s, !l no me reconocería,

creyendo que era un ebrio campesinoM

y murmuraría hasta que cogiese

=@orobado y ?anto y Loco>, y vinieran

las tres últimas fases de la luna,

y despu!s me iría tambaleCndome.

?e quebraría la cabe#a a diario

sin amCs comprender qu! significa.

Y entonces rió al pensar que lo difícil

fuese tan fCcilM se elevó un murci!lago

de un avellano y dio vueltas chillando.

La lu# en la ventana se apagó.



EL (ATO LA L)NA

l gato iba de un lado para otro

y la luna giraba como un trompo,

y el pariente mCs cercano de la luna,

el gato sigiloso, miró arriba.

l negro Finnaloushe miró fio a la luna,

pues allC donde fuera o sollo#ara,

la pura y fría lu# del cielo

soliviantaba su sangre animal.

Finnaloushe corre por la hierba

al#ando sus patitas delicadas.

O&ailas, Finnaloushe, acaso bailasQ

?i dos almas gemelas se encuentran,

Oqu! meor que organi#ar un baileQ

Pui#C la luna aprender pueda,

cansada de modales distinguidos,

otro paso de dan#a.

Finnaloushe se arrastra por la hierba

de un claro de luna a otro,

la sagrada luna sobre !l

ha entrado en otra fase.

O?abe Finnaloushe que sus pupilas

pasarCn de un cambio a otro,

y que de la luna llena a la creciente,

y de la creciente a la llena pasanQ



Finnaloushe se arrastra por la hierba

solo, importante y sabio,

y observa las evoluciones de la luna

con sus cambiantes oos.



EL SANTO EL *OROBAO

=orobado. LevCntate, al#a tus manos y bendice

a un hombre que halla gran amargura

al pensar en su renombre perdido.

Sn <!sar romano estC preso

bao esta chepa.

.anto. -ios pone a prueba a cada uno

según un designio diferente.

$o dear! de bendecir porque

vaya de un lado a otro con el flagelo

para poder a#otarme día y noche

sacando al griego +leandro de mi carne,

<!sar +ugusto, y tras !stos

a ese gran bribón +lcibíades.

=orobado. + cuantos se han al#ado en tu carne,

y han bendecido, les doy las gracias,

honrado por todos según su grado,

pero sobre todo a +lcibíades.



OS "ANTOS E )N LO"O!

Sn gato moteado y una liebre dom!stica

comen frente a la losa de mi chimenea

y duermen allí:

y ambos elevan hacia mí sus oos

en busca de protección y sabiduría

lo mismo que yo elevo los míos hacia a la /rovidencia.

Fe sobresalto en sueños al pensar

que algún día pudiera olvidarme

de su agua y su comidaM

o, habiendo deado sin cerrar la casa,

que la liebre pueda huir hasta encontrar

la dulce nota del corno y el colmillo del perro.

?oporto una carga que pondría a prueba

a hombres que hacen según dice la regla,

Oy qu! puedo hacer yo,

que soy un loco errCtico

sino re#ar para que -ios atenúe

mis grandes responsabilidadesQ

!!

-ormí en mi banqueta de tres patas unto al fuego,

el gato moteado dormía en mis rodillasM

nunca se nos ocurrió preguntar

dónde pudiera estar la liebre parda,



y si estaba cerrada la puerta.

OPui!n sabe cómo bebería el viento,

empinada en dos patas en la estera,

antes de que hubiese decidido

tamborilear con el talón y brincarQ

?i me hubiese despertado

y la hubiera llamado, podría haber oído,

qui#Cs, y no se hubiera agitado,

mas ahora, tal ve#, haya encontrado

la dulce nota del corno y el colmillo del perro.



OTRO "ANTO E )N LO"O

sta gran mariposa púrpura,

en la prisión de mis manos,

tiene una sabiduría en su oo

que un pobre loco no entiende.

Sna ve# vivió un maestro de escuela

con aire negador y severo,

una sucesión de alumnos temió

su gran vara y su libraco.

<omo el repiqueteo de una campana,

dulce y chillón, chillón y dulce,

así es como aprendió tan bien

a tomar como alimento las rosas.



LA OBLE /!S!#N E M!"HAEL ROBARTES!

?obre la roca gris de <ashel el oo de la mente

ha evocado los espíritus fríos nacidos

cuando la luna viea ha desaparecido del cielo

y la nueva aún esconde su cuerno.

&ao oos en blanco y dedos nunca quietos

lo particular se muele hasta ser hombre.

O<uCndo tuve lo que deseabaQ

Ah, amCs desde que empe#ó la vida.

<onstreñidos, acusados, desconcertados, doblados

y desdoblados por estas fauces unidas por alambre

y miembros de madera, obedientes,

sin conocer el mal ni el bienM

obedientes a algún aliento oculto y mCgico.

$o sienten ni siquiera, tan abstractos,

tan muertos mCs allC de nuestra muerte,

el triunfo que acatamos.

!!

?obre la roca gris de <ashel vi de súbito

una sfinge con pechos de muer y garras de león,

un &uda, con una mano en reposo,

y la otra elevada para bendecirM

y usto entre los dos a una niña ugando

y que, tal ve#, bailando consumió su vida,



pues muerta ahora parecía

que soñaba con bailar.

+unque lo vi con el oo de la mente

no puede e;istir nada mCs sólido hasta que mueraM

lo vi a la lu# de la luna

ya en su decimoquinta noche.

Sna agitó su colaM sus oos iluminados por la luna

se posaron en todas las cosas conocidas y desconocidas,

un triunfo del intelecto

con la cabe#a erguida, inmóvil.

Las pupilas del otro iluminadas por la luna no se movieron,

fias en todas las cosas amadas o no amadas,

aunque poca pa# tuvo,

pues tristes estCn quienes aman.

/oco les importaba qui!n bailaba entre ellos,

y poco a aquella cuyo baile observaban,

tanto había superado con el baile el pensamiento.

l cuerpo trao perfección,

pues Oqu! si no oo y oído silencian el pensamiento

con los menudos particulares de la naturale#a humanaQ

La mente se movía pero parecía pararse

como si fuera una peon#a.

n la contemplación habían obrado los tres

sobre un instante, y tanto lo habían dilatado

que, derrocado el tiempo,



aunque carne y hueso estaban muertos.

!!!

?upe que había visto, había visto por fin

a la niña que mis noches sin memoria estrechan

o mis sueños que vuelan

si me froto los oos,

y aun volando arroan en mi carne

un ugo enloquecido que acelera el pulso

como si yo hubiese sido deshecho

por el 2deal de 1omero

que no se paró a pensar en la ciudad que ardíaM

a tal po#o de locura soy llevado

cogido como estoy entre la atracción

de la luna nueva y de la llena,

lo ordinario del pensamiento y las imCgenes

que tienen la furia de nuestros mares occidentales.

?obre esto hice mi lamento,

y despu!s bes! una piedra,

y despu!s lo orden! en un canto

viendo que, despu!s de ignorarlo mucho tiempo,

así había sido recompensado

en la mansión en ruinas de <ormac.



M!"HAEL ROBARTES LABA!LAR!NA

$1&@1'



M!"HAEL ROBARTES LA BA!LAR!NA

>l . Las opiniones no valen un cominoM

en este retablo el caballero

que empuña su larga lan#a de tal modo

que e;pulsa de la lu# que muere a ese dragón,

amó a la damaM evidentemente

el dragón agoni#ante era su pensamiento,

que cada mañana volvía a levantarse

y hundía sus garras, chillaba y peleaba.

?i pudiera reali#arse lo imposible

ella tendría tiempo para volver la vista,

pensó su amor, hacia el espeo

y en ese mismo instante se haría sabia.

Ella. OPuieres decir que discutieronQ

>l . -igamos que síM

mas recuerda que la paga de tu amante

es lo que muestra tu espeo,

y que se pondrC roo de cólera

ante todo lo que !ste no retrata.

Ella. O$o puedo estudiar en la universidadQ

>l . Ie y coge a +tenea por el peloM

pues Oqu! libro puede otorgar conocimiento

con una gravedad apasionada

apropiada a ese seno palpitante,

ese vigoroso muslo, esos oos soñadoresQ



Y al demonio lo demCs.

Ella. O$o debe ninguna muer hermosa ser

culta como un hombreQ

>l . /ablo Ieron!s

y toda su sacra compañía

todos sus días imaginaron cuerpos

unto a la laguna que a ti tanto te gusta

como prueba orgullosa, dulce, ceremoniosa

de que todo se limita a vista y tactoM

mientras que el techo de la ?i;tina de Figuel Wngel,

su =Fañana> y su =$oche> nos revelan

cómo el tendón cuando se tensa,

o cuando se relaa en el reposo,

puede gobernar por derecho sobrenatural

y aun así ser sólo tendón.

Ella. 1e oído decir

que e;iste un gran peligro en el cuerpo.

>l . O+caso -ios al repartir el pan y el vino

dio al hombre ?u pensamiento o meramente ?u cuerpoQ

Ella. Fi desdichado dragón estC perpleo.

>l . *engo principios que me darCn la ra#ón.

-e este te;to latino se deduce

que las almas benditas no son divisibles,

y que todas las mueres hermosas pueden

vivir en indivisible beatitud,



y llevarnos a lo mismoM si destierran

todo pensamiento, a menos

que las facciones que agradan a su vista

cuando se llena el largo espeo,

y lo piensan hasta de la suela del pie.

Ella. -icen cosas tan diferentes en la escuela.



SALOM#N LA HE"H!"ERA

Y esto declaró esa dama Crabe:

"<uando bao la loca luna, anoche,

sobre un colchón de hierba reposaba

con el gran ?alomón entre mis bra#os,

de repente grit! en idioma e;traño

que no era el suyo ni el mío.

Puien entendió

lo que quiera que die, suspir!,

cant!, aull!, maull!, ladr!, bram!,

rebu#n!, relinch!, cacare!,

a ello replicó: =Sn gallo oven

cantó desde una rama de man#ano

trescientos años antes de la <aída

y nunca volvió a cantar mCs hasta hoy,

y no lo hubiera hecho si no es porque pensó,

unidos ya el +#ar y la lección,

que todo lo que trao la man#ana

malhechora y este mundo vil

habían muerto por fin. Puien cacareó

que había acabado la ternidad

creyó que nuevamente la anunciaba,

que aunque tenga el amor oos de araña

para hallar el dolor mCs apropiado

"sí, aunque vea toda la pasión"



a cada nervio, y pone a prueba a un amante

con crueldades de lección y de +#arM

y cuando acaba ese asesinato

qui#C el lecho nupcial traiga la angustia

pues cada cual trae una imagen que imagina

y allí halla una imagen real.

l mundo acaba cuando estas dos cosas,

aunque varias, son una única lu#

cuando arden unidas mecha y aceiteM

por tanto una bendita luna anoche

le dio a ?alomón su ?aba.

"/ero el mundo permanece.

"?i es así,

tu gallo nos halló en lugar erróneo,

mas pensó que tenía que cantar.

Pui#C una imagen sea fuerte en demasía

o tal ve# no lo sea lo suficiente.

1a caído la nocheM ningún ruido

se oye en el sagrado bosquecillo

si no es el de los p!talos que caenM

ninguna vista humana se contempla

si no es la hierba blanda en que yacimosM

y la luna enloquece por minutos.

Ah, ?alomón, volvamos a intentarloZ



!MA(EN E )NA /!A PASAA

>l . $unca hasta esta noche me he sobrecogido.

La elaborada lu# de las estrellas

vierte un refleo sobre el arroyo oscuro,

y relucen los remolinosM

y entonces sobreviene ese grito

de una aterrori#ada, invisible, bestia o ave:

imagen de un recuerdo lacerante.

Ella. Sna imagen de mi cora#ón golpeado,

sin ninguna verosimilitud, o ra#ón,

y cuando al fin,

pasada la amargura uvenil,

pens! que todos mis días habían transcurrido

en lugares hermosísimosM golpeada como

si no hubiera aprendido su lección.

>l . O/or qu! has puesto tus manos en mis oosQ

OPu! te ha advertido repentinamente

que sería meor

que nunca mis oos descansaranQ

OPu! hay sino el lento declinar hacia el oeste,

el río que es imagen de los cielos fulgurantes,

todo lo que hasta ahora te hechi#abaQ

Ella. Sna amada de otra vida flota allí

como si hubiera sido for#ada a permanecer

tras una vaga aflicción



o una arrogante hermosura,

simplemente para soltarse una tren#a

entre los estrellados remolinos de su pelo

sobre la palide# de un dedo.

>l . /ero, Opor qu! ibas a tener miedo de repente

y comen#ar "conmigo a tu lado"

a imaginar

que cualquier noche puede hacer

que compare#ca una imagen o algo

incluso a oos que enloqueció la belle#a,

pero imCgenes para cogerles mCs cariñoQ

Ella. +hora ella se ha lan#ado los bra#os a la cabe#aM

si los lan#ó para burlarse de mí,

o para descubrir,

ahora que los dedos no atan,

que su cabello ondea sobre el viento,

yo no lo s!, que s! que temo

lo que se cierne y me ha traído la noche.



BA*O EL S!(NO E SAT)RNO

$o vayas a creer, porque hoy est! saturnino,

que aquel amor perdido, de mí inseparable,

mi única uventud, pueda hacerme sufrirM

pues Ocómo he de olvidar el saber que traiste,

el consuelo que disteQ ?i mi ingenio se fue

con galope fantCstico, aguian mi caballo

recuerdos infantiles de un /olle;fen airado,

y de un Fiddleton, cuyo nombre amCs oíste,

y un pelirroo Yeats cuya estampa, aunque murió

antes de yo nacer, es vivida memoria.

Aíste a un ornalero que sirvió con los míos.

-io en la carretera, cerca del muelle de ?ligo

"no, no dio, gritó": "/or fin has regresadoM

despu!s de veinte años, hora era ya de volver.

ecuerdo la promesa de un rapa# hecha en vano

de no dear el valle que era hogar de sus padres.



PAS")A E 1&1

Los he visto, al acabar el día,

venir "en!rgico el semblante"

de escritorio o mostrador, entre grises

casas del siglo dieciocho.

1e pasado al lado con un gesto

o con hueras palabras amables,

o me he parado con ellos y he dicho

hueras palabras amables

y he pensado, antes de marcharme,

en una burla o en una puya

con la que complacer a un conocido

unto al fuego en el club,

creyendo que tanto ellos como yo

pertenecíamos a un país de payasos.

Fas todo cambió, cambió por completo:

una terrible belle#a ha nacido.

sa muer pasó sus días

entre ignorancia y buenas intencionesM

las noches, discutiendo

hasta que la vo# se le hi#o Cspera.

OPu! vo# mCs dulce que la suya

cuando, oven y hermosa,

se presentó en el tumultoQ

[ste había tenido una escuela



y cabalgó nuestro corcel aladoM

ese otro, su colaborador y amigo,

hi#o causa común con sus fuer#asM

podría al cabo haber sido famoso,

tan sensible era su espíritu,

tan valientes y dulces sus ideas.

-e este otro soñ! que era

un borracho y un chulo.

+unque había causado un mal amargo

a personas que quiero,

lo menciono en el canto.

*ambi!n !l recha#ó el papel

que le tocaba en la comedia insulsa.

*ambi!n !l cambió, por su parte,

se transformó por completo:


<ora#ones con una misma intención

verano e invierno parecen

haberse convertido en una piedra

para perturbar la viva corriente.

l caballo que viene del camino,

su inete, los pCaros que van

de una nube a otra que se cierne,

minuto a minuto cambianM

la sombra de una nube en la corriente



cambia minuto a minutoM

un casco se desli#a sobre el borde

y un corcel chapoteaM

las #ancudas pollas de agua se #ambullen

y las hembras llaman a los machosM

minuto a minuto viven:

en medio de todo esto estC la piedra.

Sn sacrificio muy continuado

puede tornar de piedra el cora#ón.

Ah, OcuCndo serC bastanteQ

so lo dirC el <ielo, a nosotros

nos toca murmurar nombre tras nombre

como una madre que nombra a su hio

cuando el sueño por fin ha vencido

las piernas que corrían como locas.

OPu! es sino el anochecerQ

$o, no la noche, sino la muerte.

OY fue, despu!s de todo, innecesariaQ

/ues 2nglaterra puede cumplir su palabra

por todo lo que se ha dicho y hecho.

<onocemos su sueño, lo bastante

para ver que soñaron y estCn muertos.

OY qu! si un amor desmedido

los ofuscó hasta morirQ

Lo escribo en verso:



Fac-onagh y Fac&ride

y <onnolly y /earse

ahora y en lo por venir,

donde quiera que se lu#ca el verde,

han cambiado, cambiado por completo:




!E"!S7!S M)ERTOS

Ah, si ya hablamos por e;tenso antes

de que los diecis!is fueran fusilados,

pero Oqui!n puede hablar de dar o tomar,

de lo que debería ser y lo que no

mientras esos muertos merodean ahí

para remover la olla que hierveQ

-ecís que deberíamos tranquili#ar al país

hasta que se haya vencido a +lemaniaM

pero Oqui!n habrC que lo sostenga

ahora que /earse estC sordo y mudoQ

OY va esa lógica a pesar mCs

que el huesudo pulgar de Fac-onaghQ

O<ómo pod!is soñar que escucharían

los que sólo prestan oídos

a los nuevos camaradas que han encontrado,

Lord dGard y %olfe *one,

o meterse con nuestro dar y tomar

los que conversan hueso con huesoQ



EL ROSAL

=Ah, las palabras se dicen a la ligera>,

dio /earse a <onnolly,

=qui#C una brisa de palabras prudentes

haya marchitado nuestro osalM

o tal ve# un viento que sopla

sobre el mar helado>.

=?ólo necesita que se le riegue>,

contestó @ames <onnolly,

=para que vuelva a salir el verde

y se e;tienda por doquier,

y sacar la flor del capullo

para que sea el orgullo del ardín.>

=/ero de dónde traeremos agua,>

dio /earse a <onnolly,

=cuando todos los po#os se han secadoQ

Ah, claramente

sólo con nuestra roa sangre

podremos hacer un osal.>



SOBRE )NA PR!S!ONERA POLT!"A

lla, que desde niña ha conocido

poca paciencia, ahora tiene tanta

que una gaviota gris ya no la teme

y ha baado volando hasta su celdaM

posada allí, ha soportado el roce

de sus dedos y come sus migaas.

+l tocar esas alas solitarias,

Orecordó el tiempo antes de que su mente

se hiciera algo implacable, algo abstracto,

su pensamiento un odio popular:

ciega ella misma y guía de los ciegos

bebiendo la vil #ana en la que yacenQ

<uando hace mucho la vi cabalgar

ca#ando en la falda del &en &ulben,

agitó la belle#a de sus campos

la furia de la oven soledad,

pareció pura y dulce como un ave

criada entre las rocas, del mar nacida.

-el mar nacida, o suspensa en el aire

cuando por ve# primera deó el nido

sobre una alta roca para ver

el baldaquín de las nubes, al tiempo

que en su pecho herido por tormentas

gritaban las oquedades del mar.



LOS !R!(ENTES E LA M)LT!T)

/ara mantener su certe#a deben acusar

a todos los diferentes de baas intencionesM

demoler el honor establecidoM

pregonar como nuevas cuanto quiera

que invente su disuelta fantasía

y murmurarlo conteniendo la respiración, como

si la alcantarilla llena fuera el 1elicón

o la calumnia un canto. O<ómo pueden saber

que la verdad florece donde brilla

la lCmpara del estudioso, y sólo allí, que no conoce soledadQ

<on tal de que la multitud acuda no les importa qu! pase,

tienen música fuerte, renovada esperan#a cada día

y amores mCs ardientesM esa lCmpara es la de la tumba.



AL ESP)NTAR EL A

Eue el doble de mi sueño

lo que la muer que unto a mí yacía

soñó, o partimos por la mitad un sueño

bao la primera y fría lu# del díaQ

/ens!. =1ay una cascada

en la ladera del &en &uilben

que toda mi infancia quise muchoM

si hubiera de viaar por todo el mundo

no podría hallar nada mCs querido.>

Fis recuerdos habían magnificado

tantas veces la alegría infantil.

La hubiera tocado como un niño,

mas supe que mi dedo tocaría

sólo piedra y agua frías. Fe enfurecí,

y hasta acus! al <ielo porque

había establecido entre sus leyes:

nada que amemos demasiado

es ponderable a nuestro tacto.

?oñ! al despuntar el día,

el viento traía la espuma del mar a mi nari#.

/ero la que yacía a mi lado

dormida mCs amargamente había visto

al maravilloso ciervo de +rturo,

al altivo ciervo blanco, saltar



de cuesta en cuesta por los montes.



EMON!O BEST!A

<iertos instantes al menos

ese artero demonio y esa bestia estridente

que me acosan día y noche

escaparon de mi vistaM

aunque mucho había girado en la espiral,

entre mi odio y el deseo,

vi que vencía mi libertad

y todo reír bao el sol.

Los oos brillantes en una calavera

del retrato del vieo Lu0e %adding

dieron bienvenido, y los Armonde

asintieron sobre la pared,

y hasta ?trafford sonrió como si

le hiciera mCs feli# conocer

que comprendí su plan.

+hora que la bestia estridente se fue

no hubo retrato en la Dalería

que no llamase a dulce compañía,

pues todos los pensamientos de los hombres

se hicieron transparentes

siendo queridos como los míos lo son.

Fas pronto asomó una lCgrima,

que la alegría sin obeto me había hecho pararme

unto al pequeño lago



para contemplar a una gaviota blanca coger

una miga de pan arroada al aireM

ahora baando en espiral y girando

se #ambulló donde un absurdo

pCaro gordo de mollera verde

se sacudió el agua de su lomoM

no siendo ya demoníaco,

una criatura estúpida y feli#

podía despertar toda mi naturale#a.

+unque estoy todo lo seguro que se puede estar

de que toda victoria natural

pertenece a bestia o demonio,

que nunca amCs un hombre libre

tuvo real dominio de las cosas naturales,

y que el solo hecho de enveecer, que trae

sangre helada, esta dul#ura traoM

mas no tengo pensamiento mCs querido

que el que me sea dado de descubrir un modo

de hacerlo permanecer medio día.

Ah, qu! dul#ura vagaba

a trav!s de la est!ril *ebaida,

o unto al Far Fareótico

cuando aquel e;ultante +ntonio

y dos veces mil otros mCs

padecieron el hambre en la orilla



y se consumió hasta ser un saco de huesosZ

OPu! tenían los <!sares salvo sus tronosQ



EL SE()NO A/EN!M!ENTO

-ando vueltas y vueltas en la espiral creciente

no puede ya el halcón oír al halconeroM

todo se desmoronaM el centro cedeM

la anarquía se abate sobre el mundo,

se desata la marea ensangrentada, y por doquier

se anega el ritual de la inocenciaM

los meores estCn sin convicción, y los peores

llenos de apasionada intensidad.

+lguna revelación se apro;imaM

se apro;ima el ?egundo +dvenimiento.

l ?egundo +dvenimientoZ Lo digo,

y ya una vasta imagen del ?piritus Fundi

turba mi vistaM allC en las arenas del desierto

una figura con cuerpo de león y cabe#a de hombre,

una mirada en blanco y despiadada como el sol,

mueve sus lentos muslos, y en rededor planean

sombras de airadas aves del desierto.

<ae la oscuridad de nuevo, mas ahora s!

que a veinte siglos de obstinado sueño

meció en su cuna una pesadilla,

Oy qu! escabrosa bestia, llegada al fin su hora,

se arrastra a &el!n para nacerQ



PLE(AR!A POR M! H!*A

-e nuevo ruge la tormentaM oculta

bao el cubierto embo#o de esta cuna,

mi niña duerme. +penas si protegen

el bosque de los Dregory y la loma

del viento del +tlCntico que arrasa

almiares y teadosM

una hora hace ya que camino y re#o

con este gran pesar que en mi alma habita.

<amino y re#o por esta criaturita,

y el viento del mar brama ante la torre,

y en los arcos del puente, y fiero brama

en los olmos del río caudalosoM

e imagino agitado

que los años futuros ha traído,

bailando al ritmo de un tambor fren!tico,

la inocencia asesina del oc!ano.

Pue le sea otorgada la belle#a,

mas que a oos e;traños nunca angustie,

o a sí misma ante el espeo, pues aquellas

creadas con belle#a inmoderada

consideran !sta un fin en sí mismo,

pierden la bondad natural, y qui#C

la lu# del cora#ón que escoge el bien,

y nunca hallan amigos.



+ 1elena, que encontró insulsa la vida,

cuCntas cuitas le ocasionó aquel necio,

mas la eina surgida de la espuma,

aunque, hu!rfana, pudo hacer su capricho,

escogió a un herrero pati#ambo.

<ierto es: las bellas comen

una ensalada loca con su carne,

y desatan así la <ornucopia.

Pue aprenda cortesía en grado sumoM

los cora#ones no son dones, mas los ganan

aquellos que no son del todo bellosM

pero a mCs de uno que hi#o tonterías

por la belle#a, sabio hace el encantoM

y muchos vagabundos

que han amado y son correspondidos

de una alegre bondad nunca se apartan.

Pue sea un florido Crbol recoleto,

todos sus pensamientos como pCaros

cuya única misión es dispensar

generosos su cantoM

y que sólo ledamente se persigan

y sólo ledamente se querellen.

Ah, que arraigue como un verde laurel

en un terreno eterno y predilectoZ

Fi mente, pues las mentes que yo am!,



el tipo de belle#a que apreciara,

prosperan poco, ahora se ha secadoM

mas sabe que asfi;iarse con el odio

puede ser la peor de las maldades.

?i una mente no odia,

el asalto del viento y su agresión

amCs arrancarCn de la hoa al pCaro.

l odio intelectual es el peorM

que maldiga, así pues, las opiniones.

O$o he visto a la mCs bella

que el <uerno de la +bundancia diera,

por culpa de su mente testaruda

trocar su cornucopia y cuanto bien

aprecian los espíritus tranquilos

por un fuelle que llena el viento airadoQ

*eniendo en cuenta, el odio desterrado,

que el alma recupera su inocencia,

y aprende al fin que a sí misma se agrada

y se asusta o calma, y es su voluntad

la voluntad del <ielo,

que pueda, aunque todos se enfure#can,

y brame cada punto cardinal,

o revienten los fuelles, ser feli#.

Pue su esposo la lleve hasta una casa

pletórica de rito y ceremonia,



que el odio y la arrogancia los pregone

el buhonero en la calle.

O<ómo sino con rito y ceremonia

se alumbran la inocencia y la belle#aQ

l rito es otro nombre de ese cuernoM

la ceremonia, del laurel que crece.



ME!TA"!#N EN T!EMPO E ()ERRA

Lo que dura un latido de la arteria,

sentado en esa viea roca gris,

bao el vieo Crbol roto por el viento,

supe que el nico es animado,

la humanidad una inanimada fantasía.



PARA SER (RABAO EN )NA P!ERA EN THOOR BALLLEE

Yo, el poeta %illiam Yeats,

con vieas tablas de un molino y pi#arras verdemar,

y trabao de herrero de la fora de Dort,

restaur! esta torre para mi esposa DeorgeM

y que estos caracteres permane#can

cuando todo de nuevo sea ruinas.



LA TORRE$1&@%'



R)MBO A B!,AN"!O!

$o es un país para ancianos. Los óvenes

se abra#an, hay pCaros en los Crboles

"generaciones que mueren" cantando,

cascadas de salmones y mares de caballas,

peces, aves y carne que en verano celebran

cuanto ha sido engendrado, nace y muere.

<autivos de esa música sensual todos olvidan

monumentos de perenne intelecto.

!!

Sn hombre vieo es algo miserable,

un andraoso abrigo sobre un palo,

a menos que el alma haga palmas, y cante, y cante

para todos los andraos en su trae mortalM

y no hay escuelas de canto, mas se estudian

monumentos de su propia grande#aM

y por eso he surcado los mares y he venido

a la ciudad sagrada de &i#ancio.

!!!

Ah, sabios, los que estCis en el fuego santo de -ios

como en el mosaico de oro de un muro,

venid del fuego santo, baad en espiral,

sed los maestros cantores de mi alma.

<onsumid mi cora#ónM enfermo



de deseo, y atado a un animal que muere,

desconoce lo que esM y haced que me una

al artificio de la eternidad.

!/

Ya abandonada la naturale#a,

nunca tomar! mi forma corpórea

de nada natural, mas de esa forma que hacen

orfebres griegos trabaando el oro

para que no se duerma su soñoliento mperadorM

o subir! a una rama dorada a pregonar

para todos los nobles de &i#ancio

el pasado, el presente y el porvenir.



LA TORRE!

OPu! debo hacer con este absurdo,

oh cora#ón atribulado, esta caricatura:

la edad provecta que me han atado

como al rabo de un perroQ

$unca tuve

imaginación mCs vehemente, apasionada,

fantCstica, ni oído ni vista

que mCs esperaran lo imposibleM

no, no en la niñe# cuando con caña y mosca,

o la humilde lombri#, subía por detrCs del &en &ulben

y tenía ante mí un interminable día de verano.

/arece que he de decir a la Fusa que se marche,

escoger por amigos a /latón y /lotino,

hasta que imaginación, vista y oído

se contenten con discutir y ocuparse

de lo abstractoM o que se rían de ellas

por una abollada cacerola a los talones.

!!

ecorro las almenas y contemplo

los cimientos de una casa, o donde un Crbol,

como un dedo ti#nado, se yergue de la tierraM

y envío la imaginación

bao los rayos del sol que declina, y evoco



imCgenes y recuerdos

de ruinas o Crboles antiguos,

pues quisiera preguntar a todos ellos.

*ras esa cumbre vivía Frs. Erench, y un día

en que toda palmatoria o candelabro de plata

iluminaba la oscura caoba y el vino,

un sirviente, que sabía adivinar

cualquier deseo de la respetada dama,

corrió y con las tieras del ardín

a un insolente granero le cortó las oreas

y se las trao cubiertas en un plato.

+lgunos recordaban cuando yo era oven

a la campesina a la que alababa una canción,

que había vivido en algún sitio del pedregal aqu!l,

y ensal#aban el color de su cara,

y eran muy dichosos ensal#Cndola,

recordando que, si iba allí,

los graneros se apelotonaban en la feria,

tanta gloria otorgaba la canción.

Atros, enloquecidos por los versos,

o por los muchos brindis que le dedicaban,

se al#aban de la mesa y declaraban

tener que probar la fantasía con la vistaM

mas tomaron el brillo de la luna

por la prosaica lu# del día



"el canto les había enaenado"

y uno se ahogó en el tremedal de <loone.

Lo raro es que quien compuso la canción era ciegoM

mas, teni!ndolo todo en cuenta, no veo

nada raroM la tragedia empe#ó

con 1omero, que era ciego, y 1elena

ha traicionado a cuanto cora#ón haya vivido.

Ah, que la lu# del sol y de la luna

semeen un solo rayo ine;tricable,

pues si yo triunfo he de enloquecer a los hombres.

Y yo mismo cre! a 1anrahan

y lo llev! sobrio o borracho por el alba

desde algún sitio entre las cabañas vecinas.

+trapado por los malabarismos de un vieo,

trope#ó, trope#ó, fue andando a tientas,

y sólo recibió en pago las rodillas rotas

y un terrible esplendor de su deseoM

hace veinte años que concebí todo esto:

en un vieo granero, buenas gentes

baraaban las cartas, y cuando llegó el turno

a aquel vieo rufiCn, tanto hechi#ó en sus dedos

los naipes que todos menos uno se volvieron

un montón de perros, no de cartas,

y al restante lo transformó en liebre.

1anrahan se levantó fren!tico



y a las criaturas que ladraban siguió aU

Ah, he olvidado adonde, bastaZ

1e de recordar a un hombre que ni amor

ni música ni orea cortada de enemigo

podían "tan atribulado estaba" alegrarM

una figura que se ha vuelto tan fabulosa

que no queda vecino que decir pueda

cuando haya acabado sus días miserables:

un antiguo dueño de esta casa, que se arruinó.

+ntes de esa ruina, durante siglos,

rudos hombres de armas, con arreteras hasta las rodillas

o cal#ados de hierro, subieron la estrecha escalera,

y hubo ciertos guerreros cuyas imCgenes,

que la Dran Femoria conserva,

vienen con fuertes gritos, sin resuello,

a romper el descanso del durmiente

mientras sus grandes dados caen sobre la mesa.

/ues quiero a todos preguntar, vengan todosM

ven tú, vieo hidalgo menesterosoM

y trae al errabundo ciego celebrador de la belle#aM

el pelirroo a quien envió el uglar

por prados olvidados de -iosM Frs. Erench,

que tenía tan fino oídoM

quien se ahogó en el lodo de una ci!naga

cuando las burlonas Fusas eligieron a la aldeana.



O+caso todo vieo y viea, rico y pobre,

que estas rocas hollara o atravesó esta puerta,

en público o en secreto se enfureció,

como yo ahora, contra la vee#Q

Fas he visto una respuesta en esos oos

que estCn impacientes por marcharM

id, puesM pero dead a 1anrahan,

que necesito todos sus tremendos recuerdos.

*ú, vieo verde y enamoradi#o,

saca de esa honda mente refle;iva

todo lo que has descubierto en la tumba,

pues seguro que has

contado toda imprevista e invidente

caída, atraída por oos que enternecen,

o por un roce o un suspiro,

en el laberinto de otro serM

Ose demora mCs la imaginación

en la muer ganada o la perdidaQ

?i en !sta, admite que te apartaste

de un gran laberinto por orgullo,

cobardía, o alguna necia idea harto sutil

o algo que en tiempos se llamó concienciaM

y que si vuelve a presentarse el recuerdo,

el sol se eclipsa y se emborrona el día.

!!!



s hora de que haga testamentoM

elio hombres íntegros

que suben el arroyo hasta

el salto de la fuente, y al alba

hacen su lan#amiento unto

a la piedra goteanteM declaro

que ellos heredarCn mi orgullo,

el orgullo de quienes no estuvieron

ligados a <ausa o stado,

ni a esclavos escupidos

ni a los tiranos que escupían,

la gente de &ur0e y Drattan

que dio, aun libre de negarse,

orgullo, como aqu!l de la mañana

cuando la lu# se precipitaba libre,

o el del cuerno fabuloso,

o el de la lluvia repentina

cuando estCn secos los arroyos,

o el de esa hora

en que el cisne ha de fiar la vista

en un refleo que se apaga,

y flotar sobre un largo, último trecho

de un arroyo fulgurante

y allí cantar su postrer canto.

Y declaro mi feM



me río de las ideas de /lotino

y le grito a /latón en su cara,

la muerte y la vida no e;istían

hasta inventarlas el hombre,

hasta que hi#o absolutamente todo

a partir de su alma acerba,

sí, el sol, la luna y las estrellas, todo,

y ademCs de todo eso

que cuando morimos resucitamos,

soñamos y así creamos

el /araíso *raslunar.

1e dispuesto mi pa#

con doctas cosas italianas

y las orgullosas piedras de Drecia,

las imaginaciones de un poeta

y los recuerdos del amor,

de lo dicho por las mueres,

todas esas cosas con las cuales

el hombre crea un sobrehumano

sueño que semea un espeo.

<omo en esa aspillera,

parlotean y chillan las corneas

y dean caer capas de ramitas.

<uando las hayan amontonado,

la pCara se posarC



sobre la cima hueca

y así calentarC el salvae nido.

1echo de ese metal

hasta que lo rompió

este oficio sedentario,

deo tanto la fe como el orgullo

a los óvenes íntegros

que suben la ladera,

para que bao el alba que irrumpe

deen caer una mosca.

+hora debo curarme el alma,

y obligarla a estudiar

en una escuela ilustrada

hasta que el naufragio del cuerpo,

la lenta decadencia de la sangre,

el delirio del mal genio

o la gris decrepitud,

o un mal aun peor

3la muerte de los amigos, o la muerte

de cuantos brillantes oos

nos deaban sin aliento,

no pare#can mCs que las nubes del cielo

cuando se desvanece el hori#onte,

o el grito somnoliento de un pCaro

en la umbría que se ahonda.



ME!TA"!ONES EN T!EMPO E ()ERRA "!/!L!"ASAS AN"ESTRALES

n los prados feraces de los ricos,

entre el susurro de sus montículos en flor,

la vida ha de rebosar sin ambición ni cuitasM

y lloverC la vida hasta desbordarse,

y ascenderC con v!rtigo cuanto mCs llueva

para escoger la forma que le pla#ca

sin amCs rebaarse a ser forma mecCnica

o servil, siempre a disposición de otro.

?ólo sueñosZ Fas no habría cantado 1omero

de no haber tenido por cierto mCs allC de toda ensoñación

que había brotado del propio deleite de la vida

el chorro reluciente y abundosoM aunque ahora parece

como si alguna concha vacía maravillosalan#ada de la oscuridad del rico arroyo,

y no una fuente, fuese el símbolo

que adumbra la heredada gloria de los ricos.

+lgún hombre violento, un poderoso,

trao un arquitecto, un artista, para

que, violentos, al#aran en la piedra

la dul#ura anhelada noche y día,

la calma que allí nadie conocieraM

mas, muerto el amo, uegan los ratones,

y tal ve# el bi#nieto de esa casa,



pese al bronce y los mCrmoles sólo sea un ratón.

OY si los ardines donde vaga

con patas delicadas el pavo real,

o cuanto @uno muestra en una urna

a impasibles deidades del ardínM

y si el segado c!sped y la grava

en que la <ontemplación en #apatillas

se acomoda, y la 2nfancia se deleita,

nos roba con ardor nuestra grande#a

y la gloria de puertas blasonadas

y casas de una edad mCs altanera,

el recorrer los suelos encerados

en largas galerías y salones

con retratos de antepasados c!lebres,

y si eso que los mCs grandes varones

prefieren ensal#ar o bendecir

nos roba con dolor nuestra grande#aQ

!!M! "ASA

Sn vieo puente, una torre mCs viea,

la casa solariega con su muro,

un acre pedregoso,

donde puede florecer la rosa simbólica,

vieos olmos desgreñados e innumerables espinos,

el ruido de la lluvia o el otro ruido



de cada viento que soplaM

la #ancuda avefría

que cru#a el arroyo una ve# mCs

con miedo al chapoteo de un hato de vacasM

una escalera de caracol, arcos de piedraM

una chimenea de piedra gris con un hogar abierto,

una vela y una pCgina escrita.

?e afanaba en 55 %ensoroso el platonista

en parecida sala, trasluciendo

cómo la daimónica ira

lo imaginara todo.

Iiaeros ignorantes

viniendo de mercados y de ferias

han visto arder su vela a medianoche.

+quí se establecieron

dos hombres: uno de armas que reunió

veinte caballos y pasó sus días

en este sitio turbulento,

y en largas contiendas y nocturnos rebatos

su menguante reata, y hasta !l mismo,

llegó a parecer que se volvieron

nCufragos que, olvidados, olvidabanM

y yo, para que un día

la sangre de mi sangre encontrar pueda,

para e;altar a un solitario,



emblemas dignos de la adversidad.

!!!M! MESA

-os recios caballetes, y un tablóndonde, obsequio de ?ato, una inmutable

espada estC con pluma y con papel,

para dar un sentido

a mis días sin norte.

Sn tro#o de brocado

cubre su vaina de madera.

<haucer aún no había nacido

cuando fue forada. n la casa de ?ato,

curva como luna nueva, luminosa,

yació quinientos años.

Fas sin cambio, no hay lunaM

sólo un dolido cora#ón

concibe una inmutable obra de arte.

$uestros sabios afirman

que allí donde fuera reali#ada

una creación maravillosa,

en pintura o cerCmica, pasó

de padre a hio a trav!s de los siglos

y pareció inmutable cual la espada.

Ienerada del alma la belle#a,

los hombres y sus cosas adquirieron



la apariencia inalterable del almaM

pues el mCs rico heredero,

sabedor de que las puertas del cielo

no se abren a nadie que haya amado

un arte inferior,

tenía un cora#ón tan dolorido

que aunque, en boca de todos por sus sedas

y andares maestuosos,

mostraba ingenio alertaM parecía

que el pavo real de @uno se queaba.

!/M!S ES"EN!ENTES

/ues be heredado mente vigorosa

de mis mayores, he de abrigar sueños

y dear a mi muerte hombre y muer

de mente vigorosa, mas parece

que la vida apenas puede aromar un viento,

añadir gloria al sol de la mañana,

pero los p!talos rotos se esparcen por el ardínM

y sólo queda luego verdor común.

OY si mis descendientes pierden la flor

con el natural declinar del alma,

demasiado ocupados con la hora fugitiva

con demasiado uego, o boda con un necioQ

Pue esta ardua escalera y la hosca torre



sean ruinas sin techo donde el búho

haga su nido entre las grietas, y alce

al cielo desolado su desolación.

l /rimum Fobile que nos dio forma

ha hecho que hasta el búho vuele en círculosM

y yo, que entre los prósperos me tengo,

al ver que bastan amor y amistad,

por la de una viea amiga elegí la casa

y la engalan! y reform! por el amor de una muchacha.

Y, puen o decaigan, estas piedras

serCn suyos y mío el monumento.

/EL "AM!NO 4)E PASA POR M! P)ERTA

Sn afable miliciano,

un hombre robusto como Ealstaff,

viene haciendo bromas de la guerra civil

como si morir de un disparo fuese

la meor comedia bao el sol.

Sn teniente de oscuro con sus hombres

mal uniformados del e!rcito nacional

se paran a mi puerta, y yo me queo

del mal tiempo, el grani#o y la lluvia,

y de un peral que ha roto la tormenta.

<uento las emplumadas bolas de hollín

que guía la focha en el arroyo,



por acallar la envidia de mi menteM

y me vuelvo a mi cuarto, atrapado

en las frías nieves de un sueño.

/!EL N!O EL ESTORN!NO *)NTO A M! /ENTANA

Las abeas construyen en las grietas

de la mampostería suelta, y allí

los pCaros traen larvas y moscasM

mi pared se deshaceM haced vuestra colmena, abeas,

en la casa vacía del estornino.

stamos encerrados, y la llave

echada sobre nuestra incertidumbreM

un hombre muere en algún sitio, o se incendia una casa,

mas nada estC claro: haced vuestra colmena


&arricadas de piedra o de maderaM

dos semanas ya de guerra civilM

anoche se llevaron el cadCver ensangrentado

del oven soldado: haced vuestra colmena


1abíamos alimentado el cora#ón con fantasías,

y !ste se ha embrutecido con la dietaM

tiene mCs sustancia nuestra inquina

que nuestro amorM haced vuestra colmena, abeas,




/!!/EO +ANTASMAS E O!O E LA PLEN!T) EL "ORA,#N EL /A"O /EN!ERO

?ubo a la cima de la torre y me apoyo en la piedra rota,

una bruma que es como ventisca lo barre todo,

valle, río y olmos bao la lu# de una luna

que no parece ella misma, que parece inmutable,

una centelleante espada del oriente. Sna rCfaga de viento

y esos fragmentos de bruma que centelleantes pasan.

l frenesí apabulla, y turban los ensueñosM

vieas imCgenes monstruosas la mente inundan.

=Iengan#a a los asesinos>, se al#a el grito,

=vengan#a para @acques Folay>. <on pClidos irones o encaes,

el tropel iracundo, atormentado de ira, hambriento de ira,

uno fustigando a otro, mordiendo los bra#os o la cara,

se sumerge en la nada, bra#os y dedos bien abiertos

para abra#ar la nadaM y yo, con la mente e;traviada

por todo este tumulto sin sentido, tambi!n grit!

vengan#a a los asesinos de @acques Folay.

<on delicadas patas, largas y finas, y oos de aguamarina,

los unicornios mCgicos llevan damas a la grupa.

Las damas cierran sus pensativos oos. $inguna profecía,

anunciada en almanaques babilónicos,

ha cerrado sus oos, sus mentes son la alberca

donde hasta el anhelo se ahoga bao su propio e;cesoM

nada salvo quietud puede quedar cuando el cora#ón se colma



de su propia dul#ura, los cuerpos de su encanto.

Los pClidos unicornios, los oos de aguamarina,

los tr!mulos pCrpados entreabiertos, los irones de nubes o de encaes,

o los oos que la ira ha iluminado, los bra#os que enflaquecen,

dan paso a una multitud indiferente, dan paso

a halcones de latón. $ingún ensueño autocomplaciente

ni el odio a lo que ha de venir, ni compasión por lo que ha pasado,

nada salvo la presión de la garra, y la complacencia de la vista,

las incontables alas con su estruendo que han ocultado nuestra luna.

Fe doy la vuelta y cierro la puerta, en la escalera

me pregunto cuCntas veces podría haber probado mi valor

en algo que todos los demCs compartieran o entendieranM

mas, ayZ ambicioso cora#ón, si esa prueba reportara

un grupo de amigos, una conciencia en pa#,

sólo nos habría hecho mCs tristes. La dicha abstracta,

el saber entrevisto de las imCgenes daimónicas,

bastan al hombre maduro como al muchacho en tiempos.



M!L NO/E"!ENTOS !E"!N)E/E!

Fuchas cosas ingeniosas y hermosas ya no e;isten

que parecían puro milagro a la multitud,

guardadas por el círculo de la luna

que lan#a alrededor las cosas corrientes. +llí se al#aba

entre el bronce y la piedra ornamentales

una antigua imagen de madera de olivo,

y ya no estCn los famosos mCrmoles de Eidias

ni todos los saltamontes y abeas de oro.

*ambi!n tuvimos muchos uguetes bonitos antaño:

una ley indiferente a culpa o elogio,

a soborno o amena#a: costumbres que hicieron que el vieo error

se derritiera como cera bao los rayos del solM

al madurar durante tanto tiempo la opinión pública

creímos que sobreviviría a todos los días futuros.

Ah, qu! e;quisito pensamiento tuvimos al creer

que bribones y granuas habían desaparecidoZ

?e e;trao todo diente, se olvidaron todas las antiguas tretas,

y un gran e!rcito no fue mCs que ostentación.

Pu! importa que ningún cañón se convirtiera

en un aradoZ l parlamento y el rey

pensaron que si no se quemaba un poco de pólvora

podían los trompeteros trompetear hasta reventar

y aun así faltar toda gloriaM y que acaso



no brincarían los soñolientos corceles de la guardia.

1oy los días los cabalga un dragón, la pesadilla

el sueño: una soldadesca borracha

puede dear que la madre, asesinada en su puerta,

se arrastre entre su sangre, y quedar impuneM

la noche puede sudar con terror como antes

uníamos nuestros pensamientos en la filosofía

y planeCbamos dominar con una ley al mundo,

no mCs que ratas que pelean en su aguero.

+ aquel que puede leer los signos sin hundirse

ante la media verdad de un estupefaciente

de mentes superficialesM que sabe que ninguna obra dura

si la salud, la rique#a o la pa# de espíritu se gastan

en una obra maestra del intelecto o la mano,

y ningún honor dea su poderoso monumento,

sólo un consuelo le queda: todo triunfo

no harC mCs que caer sobre su fantasmal soledad.

Fas, Oqueda algún consuelo por hallarQ

l hombre ama, y ama lo que escapa,

Oqu! mCs hay que decirQ Pue en todo el país

nadie se atrevería a admitir, de pensarlo,

que podría haber un incendiario o fanCtico

que quemara esa cepa en la +crópolis,

o rompiera en peda#os los mCrmoles famosos,

o traficara con saltamontes y abeas.



!!

<uando los bailarines chinos de Loie Euller se envolvían

en una brillante red, una flotante cinta de tela,

parecía que un dragón a!reo

hubiera caído sobre ellos, los hubiera dispersado,

los hubiera hecho partir aprisa con su correr vertiginosoM

así el +ño /latónico

girando trae nuevos errores y aciertos,

y girando se lleva los antiguosM

todos los hombres son bailarines, y su paso

sigue el bCrbaro repique de un gong.

!!!

Sn moralista, o un poeta mitológico,

compara a un cisne el alma solitariaM

y a mí me basta eso,

me basta que lo muestre un espeo turbulento,

antes de que desapare#ca el breve destello de su vida,

como una imagen de su estadoM

desplegando las alas para el vuelo,

el pecho henchido con orgullo,

ya sea para ugar, o dearse llevar

por esos vientos que proclaman que anochece.

Sn hombre que medita en secreto

se pierde en el laberinto que ha creado

en el arte o la políticaM



un platónico afirma que en el trance

en que hemos de dear cuerpo y oficio

la viea costumbre permanece,

y que si nuestras obras pudiesen

desaparecer con nuestro hClito,

!sa sería una muerte afortunada,

pues el triunfo sólo echa a perder nuestra soledad.

l cisne ha saltado al desolado cielo:

esa imagen puede traer desenfreno, la rabia

que acabe con todas las cosas, que acabe

lo que mi afanosa vida imaginó, e incluso

la pCgina por imaginar, por escribirM

oh, soñCbamos con reparar

cuanto mal afligía a la humanidad, pero ahora

que soplan los vientos invernales

vemos que estCbamos locos al soñar.

!/

$osotros que hace siete años

hablCbamos del honor y la verdad,

chillamos de placer si mostramos

el giro de la rata, el diente de la rata.

/

&url!monos de los grandes

que tantos pesos tenían en la mente

y se afanaron tanto y hasta tan tarde



para dear detrCs un monumento

y no pensaron en el viento arrasador.

&url!monos de los sabiosM

con todos aquellos calendarios

en que fiaron sus oos ya cansados,

nunca vieron correr las estaciones

y hoy miran boquiabiertos al sol.

&url!monos de los buenos

que imaginaron alegre el bien,

y hartos de soledad

podrían proclamar un día festivo:

el viento aulló, Oy dónde estCnQ

Y burl!monos de quien se burla

y no levantaría un solo dedo

para ayudar a buenos, sabios, grandes,

a impedir el paso a la tormenta, pues

traficamos con burlas.

/!

Iiolencia en los caminos: de caballosM

con inetes apuestos y guirnaldas

en las finas oreas o en las crines.

<ansados de correr vuelta tras vuelta,

todos se quiebran y desaparecen,

y el mal se recupera y cobra fuer#as:

las hias de 1erodías han tornado,



un golpe de viento polvoroso

y un tumulto de imCgenes y pasos,

en pos del laberinto de los vientosM

si alguna mano osada toca a una,

con gritos amorosos o iracundos,

pues todas estCn ciegas, se revuelven

según el viento sople, mas ahora

el viento amaina, el polvo se aposenta:

con los oos en blanco da banda#os,

bao los ri#os necios y pai#os

de ese insolente diablo, obert +rtisson,

a quien la enamorada Lady Nyteler

dio rucias plumas de pavo real

y coloradas crestas de sus gallos.



LA R)EA

n invierno queremos primavera,

y en primavera ansiamos el estío,

y cuando el seto espeso se hace canto

decimos que el invierno es lo meor.

Y nada luego nos parece bueno

pues que no llega la dulce primavera,

e ignoramos que lo que al alma agita

es sólo su deseo de la tumba.



*)/ENT) /E*E,

<uCnta furia de oven,

por la opresión del mundo,

y hoy !ste, adulador,

dice adiós a su hu!sped.



LOS N)E/OS ROSTROS

?i tú, que ya eres viea, mueres antes,

ni la catalpa ni el fragante tilo

oirían mis pies vivos, y no iría

allí donde creamos lo que al *iempo

habrC de hacer peda#os con sus dientes.

Pue en las vieas estancias nuevos rostros

conspiren a su antooM pues la noche

superar puede al día,

y vagar unto al c!sped nuestras sombras,

y ser menos sombrías que los vivos.



)NA PLE(AR!A POR M! H!*O

Ardena que un fuerte espíritu est! en el cabecero

para que mi Fichael tenga un sueño profundo

y no llore, y no d! vueltas en la cama

hasta que sea la hora de su primera tomaM

y que el crepúsculo que huye mantenga

leos los miedos hasta el alba

y que no le falte a su madre

tampoco el sueño.

Ardena que el espíritu empuñe la espadaM

algunos hay, pues a fe mía

que esas cosas diabólicas e;isten,

que planean asesinarlo, pues bien saben

de una ha#aña o alto pensamiento

que lo aguarda en sus días venideros,

y querrían por su odio a los laureles

dearlo en nada.

+unque *ú puedes formar cualquier cosa

de la nada a diario, y enseñas

a cantar a los luceros del alba,

no tienes palabras que digan

*u necesidad mCs simple, y has conocido,

gimiendo en las rodillas de una madre,

la peor ignominia

de ser de carne y hueso,



y cuando por toda la ciudad corrían

los siervos de *u enemigo,

una muer y un hombre,

si no mienten las ?antas scrituras,

huyeron por llanos y montañas,

por pastos y baldíos,

protegi!ndote, hasta que el peligro pasó,

con humano amor.



OS "ANTOS E )N RAMA!

Ii a una virgen mirar fiamente

donde el santo -ionisio murió,

y arrancarle el cora#ón

y cogerlo en la mano

y llevCrselo latiendoM

y todas las Fusas cantaron

del Fagnus +nnus en primavera

como si la muerte de -ios fuese un uego.

Atra *roya ha de al#arse y ponerse,

otro linae alimentar al cuervo,

la pintada proa de otro +rgo

llevar a otro cetro mCs pomposo.

l 2mperio omano se horrori#ó:

deó caer las riendas de la pa# y la guerra

cuando esa fero# virgen y su strella

salieron de la fabulosa oscuridad.

!!

<on lCstima por el pensar nublado del hombre

atravesó la sala y salió de allí

con galilea turbulenciaM

la estrella babilónica trao

una oscuridad informe y fabulosa:

el olor de la sangre, asesinado <risto,



hi#o inútil toda la tolerancia platónica

e inútil toda la disciplina dórica.

*odo cuanto el hombre estima

dura un instante o un día.

l placer del amor su amor alea,

el pincel del pintor gasta sus sueñosM

el grito del heraldo, los pasos del soldado,

agotan su gloria y su poder:

cuanto refulge en la noche lo alimenta

el resinoso cora#ón del hombre.



+RA(MENTOS!

Loc0e se desvanecióM

murió el @ardínM

-ios sacó la lan#adera

de su costado.

!!

O-e dónde saqu! esa verdadQ

-e la boca de una m!dium,

de la nada apareció,

de la marga del bosque,

de la noche oscura en que yacían

las coronas de $ínive.



LEA EL "!SNE

Sn golpe repentino: las grandes olas baten

en la atónita oven, acarician sus muslos

las oscuras membranas, prende el pico su nuca,

su desvalido pecho pone el cisne en el suyo.

O<ómo pueden sus dedos, leves, horrori#ados,

apartar de sus muslos esa gloria emplumadaQ

OY qu! puede su cuerpo, en esa blanca embestida,

sino oír el latido del cora#ón e;trañoQ

Sn temblor en el lomo allí entonces engendra

murallas destruidas, fuego en teado y torre,

y a +gamenón muerto.

stando así cautiva,

a merced de la sangre a!rea de la bestia,

Orecibió su poder y su sabiduría

antes que la soltara el insensible picoQ



SOBRE )N ")ARO E )N "ENTA)RO NE(ROE EM)N )LA"

*us cascos han pisado el margen negro del bosque,

hasta allí donde horribles loros verdes llaman y saltan.

Fis obras estCn todas apisonadas en el sofocante fango.

<onocí esa pelea, supe que era asesina.

Lo que el sol sano sa#ona es alimento sano,

y sólo esoM mas yo, que casi he enloquecido

por algún ala verde, cogí vieo trigo de momia

en la demente oscuridad abstracta y lo molí grano por grano

y luego lo cocí despacio en un hornoM pero ahora

traigo vino muy aromCtico de un tonel hallado

donde siete borrachines de [feso, tan hondo fue su sueño,

durmieron sin enterarse de que pasó el imperio de +leandro.

stira tus e;tremidades y duerme un largo sueño saturnianoM

te he amado mCs que a mi alma pese a todas mis palabras,

y nadie hay mCs capa# de mantenerse alerta y mantener

infatigables oos sobre esos horribles pCaros verdes.



ENTRE N!AS E )N "OLE(!O!

<amino por el aula preguntando,

y una anciana mona me respondeM

las niñas hacen cuentas o bien cantan,

aprenden en sus libros de lectura,

y a cortar y coser, y en todo el orden

mCs moderno. Los oos de las niñas

con momentCneo asombro contemplan

a un sesentón famoso que sonríe.

!!

?ueño con un cuerpo ledeo, al lado

de un fuego que declina, una historia

que ella contó de odio, un hecho nimio

que en tragedia tornó infantiles horasM

nuestras naturale#as se me#claron

por tierna afinidad en una esfera,

o, mudando la historia de /latón,

en yema y clara de una misma cCscara.

!!!

/ensando en ese ataque de ira o pena,

me vuelvo a contemplar a alguna niña,

pensando si sería así a esa edad

"pues las hias del cisne tener pueden

de un palmípedo parte de la herencia"



si tuvo ese color su pelo o cara,

y entonces enloquece el cora#ón:

estC ante mí como una de esas niñas.

!/

?u actual imagen viene al pensamiento.

OLe dio forma un pincel del Puattrocento,

magra meilla de quien bebe el aire

y de un tropel de sombras se alimentaQ

Y yo que de otro tipo que el de Leda

tuve hermoso plumaeU &asta ya,

meor sonrío a quien sonríe: cómodo

puede ser un vieo espantapCaros.

/

Pu! madre uvenil, en el rega#o

aquel que traicionó a la miel que engendra,

y duerme, chilla o lucha por huir

como impongan la droga o los recuerdos,

creería que su hio, al ver su cuerpo

ya con sesenta inviernos en las sienes,

compensa los dolores de alumbrarlo,

o bien la incertidumbre de su sendaQ

/!

/ensó /latón que es $aturale#a

espuma de espectrales paradigmasM

y, mCs sabio, +ristóteles ugó



con bolas en las nalgas de un gran reyM

y el de muslos de oro, el gran /itCgoras

al mCstil o las cuerdas de un violín

tocó cantos astrales a las Fusas:

palos y andraos para que huya el ave.

/!!

2mCgenes veneran mona y madre,

mas las que alumbran velas son distintas

de las que son ensueño de las madres,

pues dan reposo a mCrmoles o bronces.

Fas rompen cora#ones. Ah, /resencias

que amor, piedad o afecto bien conocen

y símbolos de glorias celestiales,

innatas burladoras de los hombresM

/!!!

Elorece A baila el parto, donde el cuerpo

por agradar al alma no padece,

ni nace de su angustia la belle#a,

ni el saber de quemarse las pestañas.

<astaño que floreces enrai#ado,

Oeres la flor, el tronco, o la alta frondaQ

Ah cuerpo musical, Ocómo podemos

del baile distinguir la bailarinaQ



ALABAN,A E "OLONO

3-e Edipo en Colono

Coro. +labemos los caballos de <olono, y alabemos

la tinta oscuridad del intrincado bosque,

al ruiseñor que allí ensordece a la lu# del día,

si es que !sta visita el lugar donde,

sin que las visite el sol o la tormenta,

pisan la tierra damas inmortales,

ebrias del sonido armónico,

y el mo#o de ?!mele por alegre compañero.

Y allí en el ardín de los gimnastas prospera

la forma a sí misma sembrada y engendrada

que da al intelecto ateniense su dominio,

hasta el olivo de hoas grises

milagrosamente surgió de la piedra vivaM

ni casualidad de pa# ni guerra

marchitarCn esa viea maravilla, pues

la gran +tenea de oos grises no le quita la vista.

Puien viene hasta esta tierra, y ha venido

donde florecen el a#afrCn y el narciso,

donde la Dran Fadre, llorando por su hia,

y ebria de la belle#a unto al agua

que centellea entre olivos de hoas grises,

ha arrancado una flor y cantado su p!rdidaM

quien halla al pletórico <efiso,



halla el espectCculo mCs bello que e;iste.

/orque esta tierra tiene espíritu piadoso,

así recuerda que cuando toda la humanidad

hollaba los caminos, o chapoteaba en la playa,

/oseidón le dio bocado y remo,

todo mo#o o mo#a de <olono conversa

de aquel remo y aquel bocadoM

verano e invierno, día y noche,

de caballos y caballos del mar, blancos caballos.



SAB!)RA

La fe verdadera se descubrió

cuando el panel pintado y la estatuaria,

los mosaicos, las vidrieras,

enmendaron lo que había sido mal contado

por un evangelista aldeanoM

barrieron el serrín del suelo

de ese atareado carpintero.

l milagro tuvo su recreo donde

vestida de damasco en un asiento

de criselefantina y cedro,

su maestuosa Fadre se sentó

bordando un púrpura acumulado

para que [l fuese vestido noblemente

en las torres estrelladas babilónicas

a los que no llegó el aluvión de $o!.

l rey de la +bundancia lo tuvo

de la 2nocenciaM y la ?abiduría, [l.

se cognomen sonaba meor

teniendo en cuenta qu! terrible infancia

trao horror del pecho de ?u Fadre.



EL H7ROE- LA M)"HA"HA EL B)+#N

La muchacha. Fi imagen me enfurece en el espeo,

tan diferente a mí, que al alabarla

es como si alabases a otra, o cual si

te burlaras loando a mi contrariaM

cuando al alba despierto me doy miedo

pues grita el cora#ón que lo que gana

el engaño ha de guardar la crueldadM

avisado estCs: vete si has visto

esa imagen en ve# de a la muer.

El h#roe. Fe ha enfurecido mi fuer#a porque tú la amaste.

La muchacha. ?i es tu fuer#a igual que mi belle#a,

meor que me haga mona en un conventoM

al menos a las monas las veneran

y no necesita crueldad.

El h#roe. Aí

decir a alguien que el hombre las venera

por su beatitud, y no por ellas.

La muchacha. O-irCs que sólo -ios nos ha amado

por lo que somosQ O/ero qu! me importa,

a mí, que anhelo amor de carne y huesoQ

El buón $unto al camino. <uando todas las obras que han corrido

de la cuna a la tumba

corran desde la tumba hasta la cunaM

cuando los pensamientos que un bufón



ha ido enrollando en un carrete

sean un hilo suelto, un hilo sueltoM

cuando cuna y carrete hayan pasado

y yo sea sólo una sombra al fin

coagulado en la sustancia

diCfana como el viento,

creo que podr! hallar

un amor fiel, un amor fiel.



O;EN AHERNE S)S BA!LAR!NAS!

Pu! e;traño que mi <ora#ón, cuando el amor llegó sin ser buscado

a los montes normandos o la sombra de aquel chopo,

sólo hallara su carga, y sin embargo se agotase.

$o pudo soportar esa carga, y por ello enloqueció.

l viento del sur le trao anhelos, y el del este desesperaciónM

el del oeste lo hi#o lastimero, y temeroso el del norte.

*emió hacer daño a su amor con toda la tempestad que había allí.

*emió el daño que ella podía hacerle, y por ello enloqueció.

/uedo discutir con cualquier mente vecina,

mi carne y sangre son tan sanas como las de cualquier poeta,

mas, ohZ, mi <ora#ón no pudo resistir mCs cuando barrió los montes el vientoM

escap!, escap! del lado de mi amor porque mi <ora#ón enloqueció.

!!

ió el cora#ón tras su costilla. =Fe has llamado loco,> dio,

=porque hice que te alearas y escaparas de aquella niñaM

Ocómo podría unirse a cincuenta años quien se crió salvaeQ

Pue el pCaro enaulado se una al enauladoM y el que creció salvae, en el bosque.>

=?iempre estCs maquinando tus mentiras, asesino,> contest!.

=Y todas esas mentiras sólo tienen un fin: traicionar al desgraciadoM

en ninguna aula hall! a la muer que estC a mi lado.

Fas le destro#ar! el cora#ón si sabe que mi pensamiento estC leos.>

=-eclara lo que piensas,> cantó mi <ora#ón, =declara lo que piensasM Oqu! mCs da,

ahora que tu lengua no puede convencer a la niña hasta que confunda



su infantil gratitud con amor y se despose con tus cincuenta añosQ

-!ala elegir a un muchacho ahora, y que siga siendo salvae.



*O/EN /!E*O!PR!MER AMOR

?i la nutrió como a la luna errante

la prole criminal de la belle#a,

ora andante, ora sonroada,

al detenerse en mi camino

pens! que había en su cuerpo

un cora#ón de carne y hueso.

Fas desde que mi mano lo tocó

y vio que era un cora#ón de piedra,

he intentado mil cosas

y no se ha cumplido ninguna,

pues lunCtica es cualquier mano

que recorra la luna.

?onrió, y con eso me transfigur!,y me qued! como un patCn

vagando por aquí, vagando allC,

mCs vacío de pensamiento

que el circuito celeste de los astros

cuando sale la luna.

!!!(N!A H)MANA

<omo la luna es su bondad,

si puede llamarse bondad

a aquello que no tiene comprensión,



pero es lo mismo para todos

como si mi dolor fuera una escena

pintada sobre un muro.

+sí que estoy aquí como una piedra

bao un Crbol partido.

Fe recuperaría si gritase

la pena de mi cora#ón

a un pCaro al vuelo, pero estoy mudo

por dignidad humana.

!!!LA S!RENA

+ un nadador una sirena

halló, y se lo quedó,

apretó su cuerpo con el suyo,

rióM y al sumergirse,

con dicha cruel se olvidó

de que tambi!n se ahogan los amantes.

!/LA M)ERTE E LA L!EBRE

1e señalado a la auría,

el salto de la liebre al bosque,

y cuando hago un cumplidome alegro como un amante haría

ante unos oos que se cierran,

ante la sangre que sube.

-e pronto se me parte el cora#ón



con el aire ausente de ella

y recuerdo lo indómito perdido

y luego, arrastrado ya leos,

quedo en el bosque contemplando

la muerte de la liebre.

/LA TA,A /A"!A

Sn loco que encontró una ta#a,

casi muerto de sed,

apenas se atrevió a moar los labios

creyendo que, maldito por la luna,

un trago mCs y estallaría

su palpitante cora#ón.

*ambi!n yo la encontr! el pasado octubre,

mas la encontr! requeteseca,

y por esa ra#ón he enloquecido

y hasta he perdido el sueño.

/!S)S RE")EROS

Feor nos ocultemos a su vista,

porque sólo somos muestras sagradas

y cuerpos destro#ados como #ar#aen los que bate el cier#o,

y pensar en 1!ctor sepultado

y en lo que nadie vivo sabe.

Las mueres tienen tan poco en cuenta



lo que hago o lo que digo

que antes dearían sus mimos

para oír rebu#nar a un asnoM

mis bra#os son como torcida #ar#a,

mas allí hubo belle#aM

la primera en la tribu estuvo allí,

y tanto placer tuvo

"ella que al gran 1!ctor derribó

e hi#o de toda *roya unas ruinas"

que le gritó a este oído:

=Dolp!ame si chillo>.

/!!S)S AM!(OS E *)/ENT)

$o el tiempo sino la risa acabó

con esta vo# mía cascada,

y cuando la luna estC pan#ona

me viene un ataque de risa,

pues esa viea, Fadge, baa la calle

con una piedra sobre el pecho

y un manto en que envuelve la piedra,

y no se cansa nunca

de sisear y de arrullarlaM

ella que desvaría

y es est!ril como una ola que rompe

cree que la piedra es un niño.



Y /eter, que tenía grandes líos

y era un hombre arrollador,

chilla, =?oy el ey de los /avos eales>,

y va a posarse a una piedraM

y luego río hasta llorar

y el cora#ón golpea en el costado

recordando que el chillido de ella era amor

y que !l chilla de orgullo.

/!!!

/ERANO PR!MA/ERA+l pie de un vieo espino nos sentamos

hablando sin parar toda la noche,

contCndonos lo dicho y sucedido

desde el día en que vinimos al mundo,

y al hablar de hacernos hombres

descubrimos que un alma se partía,

y en los bra#os del otro nos echamos

para, untos, poder recomponerlaM

mas /eter puso cara de asesino,

pues parece ser que !l y ella

hablaron de sus días infantiles

bao aquel mismo Crbol.

Ah, qu! eclosión había,

y qu! florecimiento,

cuando teníamos todo el verano



y entera ella, ay, la primaveraZ

!=LOS SE"RETOS E LOS /!E*OS

Los secretos de las vieas ahora tengo,yo que tenía los de las óvenesM

Fadge me cuenta lo que no os! pensar

cuando mi sangre era fuerte,

y lo que una ve# ahogó a un amante

hoy suena como una viea canción.

+unque enmude#ca Fargery

si se cru#a con Fadge,

los tres formamos una soledadM

pues nadie hay hoy vivo

que sepa las historias que sabemos

o diga las cosas que decimos:

cómo ese hombre gustaba a las mueres

mCs que cualquiera que haya muerto,

y cómo esa parea se amó tanto

y sólo un año esa otraM

historias del lecho de paa

o del de plumas.

=S) ES/ARO

-ead que monte y suba allC

entre el trasiego de las nubes,

pues /eg y Feg, y aquel amor de /aris



que tenía tan rectas las espaldas,

han desaparecido, y quienes quedan

han cambiado la seda por el saco.

?i allí estuviera y nadie me escuchase

gritaría como un pavo real,

pues eso es natural para el hombre

que vive en el recuerdo,

de estar solo cuidaría una piedra

y le cantaría nanas.

=!E E!PO EN "OLONO

?oporta la vida que da -ios y no pidas mCs trechoM

dea de recordar los placeres de la uventud, vieo cansado de viaarM

el placer se hace anhelo de la muerte si todo otro anhelo es vano.

2ncluso de ese placer que atesora la memoria,

nacen la muerte, la desesperación, la división de las familias y todos los enredos de lahumanidad,

como saben ese mendigo vagabundo y estos niños a los que odia -ios.

La calle larga y resonante la atestan bailarinas,

la novia es llevada a la alcoba del novio a la lu# de las antorchas y con tumultuososcCnticosM

celebro el beso silencioso con que acaba, corta o larga, la vida.

$o haber vivido nunca es lo meor, dicen los clCsicosM

no haber recibido nunca el soplo de la vida, nunca haber mirado a los oos al díaM

lo segundo meor es una despedida alegre y alearse en la noche.



LOS TRES MON)MENTOS

<elebran sus mítines donde estCn

nuestros patriotas renombrados,

el uno entre los pCaros del aire,

y uno mCs gordo a cada ladoM

los estadistas populares dicen

que la pure#a construyó el stado

y despu!s evitó su decadenciaM

nos e;hortan a que nos aferremos a eso

y aceptemos toda vil ambición,

pues el intelecto nos haría orgullosos

y el orgullo acarrea la impure#a:

los tres granuas lan#an carcaadas.



EL ON E HAR)N AL?RASH!

Fe llamo Nusta &en Lu0a, y escribo

a +bd +l7abban, mi compañero

de parrandas en tiempos ya leanos,

y ahora docto *esorero del <alifa,

y sólo para !l.

Lleva esta carta

por la gran galería del *esoro

donde penden banderas del <alifa

del color de la noche, mas brillantes

igual que la nocturna pedrería,

y aguarda un son marcialM la mCs pequeña

galería dea atrCs, y prosigue

entre los libros sabios de &i#ancio

con oro manuscrito en mancha púrpura,

y pCrate por fin, iba a decir,

donde el libro de cCnticos de ?afoM

mas no, pues si mi carta allí la deas,

de un chico enamorado, alguna mano

podría indiferente recogerla

deCndola caer sin advertirlo.

-etente ante el *ratado de /arm!nides

y escóndela allí, pues que califas

hasta el fin de los tiempos lo tendrCn

íntegro como los cCnticos de ella,



tanto es su renombre.

+ su momento,

a un sabio mostrarC mi pergamino

un misterio vedado a los cronistas

salvo al fiero beduino. +unque apruebo

que en sus tiendas los nómadas acoan

lo que el gran 1arun +l7ashid, absorto

en embaada a /ersia o guerra griega,

hubo de abandonar, negar no puedo

que errar por el desierto, tan informe

como el aire en el ala, da un instinto

parecido al del pCaro que vuela.

Fañana hablarCn mucho de mí,

mas todo fantasías. O$o recuerdas

cuando nuestro <alifa austició

a su Iisir @affer sin causa claraQ

=?i la saya que visto la supiera,

al fuego la echaría hecha irones>.

so fue cuanto supo la ciudad,

mas a !l se le vio reuvenecerM

muy mucho, susurraban los amigos

de @affer, como queriendo indicar

que no tenía cargo de conciencia.

Fas eso es de traidores, pues me basta

que, apenas principiaba aquel verano,



el príncipe mCs noble de la tierra

vino a su mCs humilde cortesanoM

sentado unto al borde de la fuente,

la mano entre los peces del estanqueM

y entonces mantuvimos un diClogo

que a todos los cronistas recomiendo

pues muestra que los grandes cora#ones

saben dear la hiel y hallar dul#ura.

"*engo ahora una esposa mCs esbelta,

ya sabes el refrCn: =n primavera

cambia de esposa.> /ero no podemos,

ni ella ni yo, dichosos como estamos,

pensar que tú recorres los senderos

cuando la tarde mece los a#mines

y no tengas esposa.

"Fayor soy.

"Puien es como nosotros no parece

vieo como quien vive por costumbre.

Yo salgo con mi halcón todos los días

o cota de malla llevo, o bien corteo

a una muerM amCs hace lo mismo

enemigo, muer o ave de ca#a.

+sí que un ca#ador en la mirada

guarda un remedo de uventud. O/uede

la idea de un poeta, que del cuerpo



surge y cae en el cuerpo como el chorro

puro que en el cielo a#ul se pierde

y baña la a#ucena y las escamas

ser remedoQ

"Fas qu! si nuestras almas

estCn mCs cerca de la piel del cuerpo

que las almas que ca#an y hacen versosZ

La uventud del alma, y no del cuerpo

asoma a las facciones. Fi lu# brilla,

y fielmente no oculta mi linterna

que fue hecha en el reinado de tu padre.

"Fas la estación a#mínea nos calienta.

"Dran príncipe, perdona mi franque#a:

tú piensas que el amor tiene estaciones

y piensas que si quita primavera

lo que ella misma dio no se padeceM

mas yo, que con la fe del bi#antino,

que al Crabe parece antinatura,

creo que una esposa lo es por siempreM

si sus oos no brillan por los míos

o por otros mCs óvenes refulgen,

mi pecho no podrC recuperarse

ni remedio hallarC.

"OFas y si yo

hubiera iluminado a una muer



que comparte tus ansias de misterios

y mira mCs allC de nuestra vida

con un afCn que apenas ilumina,

y ella sin embargo brilla plena

cual fuente de la misma uventud

pues rebosa de vidaQ

7?i eso es cierto,

tendría lo meor que da la vida,

alguien que me acompañe en los arcanos

que dictan que el alma de un ser sea

ella misma y no otra.

7se amor

tiene que ser en !sta y la otra vida

inmutable y en pa#, y bien estC

que tal amor lo ensalcen los filósofos.

Fas yo que no lo soy, su opuesto alabo.

Fi pasión se redobla cuando pienso

que igual pasión agita a macho y hembra

de pavos y venadosM boca a boca,

ridiculi#a el hombre el alma eterna.

Y allí su munificencia me dio

lo que agita mCs flores otoñales

que toda mi repleta primavera.

Sna muchacha desde la ventana

de casa de su madre mis paseos



diarios contemplaraM había oído

la imposible historia de mis años,

y otra imposible historia imaginó

vivida unto a míM creyó que el tiempo,

que siempre desfigura lo que toca,

con mCs ra#ón pedía su cariño.

OFas era amor por mí o por el arduo

misterio que mi vista ha confundido

aquello que turbó su fantasía

y su cariño impusoQ OA fue la antorcha

de aquel misterio arcano la que impuso

tan raro contralu# a mis facciones

para que la pasión contemplativa

de dos se uniera en única materia

por puro desconciertoQ +ntes incluso

de recorrer las sendas del ardín

y contar la estancias, tuvo abierto

un libro en las rodillas, y preguntas

hi#o por los dibuos y su te;toM

a menudo la vi mirar, al poco,

vieos escritos Cridos y doctos,

vieos haces de leña ya reseca

que no podía ornar la primaveraM

o mover una mano cual si fuese

la pCgina miniada la meilla



de un rostro amado. <ierta noche oscura

quise mirar su cuerpo que dormía

y escribí a la lu# de una velaM pero

su cuerpo se movió y, no deseando

su sueño perturbar con esa lu#,

me alc! para taparla con un lien#o.

Aí su vo#: =Ien, vu!lvete, que e;ponga

lo que arqueó tus hombros y llenó

de palide# tu rostro>. Y contempl!

su cuerpo que en la cama se sentaba.

OEue ella la que habló o fue algún genioQ

<reo que un genio mCs bien. + lo largo

de una hora que semeó una vida,

que ella era la sabia y yo era un niño

pareció. 1ubo verdades sin un padre,

verdades que ningún libro leído

creó, ni sus ideas ni las mías:

innatas, de alta alcurnia y solitarias,

esos renglones fieros, implacables,

que surgen de un soñar vegetativo,

y errCtico, incluso aquellas verdades

que cuando ya mis huesos sean polvo

conducirCn las huestes de los Crabes.

La vo# callóM se echó y quedó dormidaM

despertó con la aurora, se vistió



y se puso a barrer mientras cantaba

como un niño que ignora lo ocurrido.

-oce años de sueño natural,

y al fin, cuando la luna llena al#aba

su forma en lo mCs alto, en pie se puso

y con oos cerrados de sonCmbula

caminó por la casa. ?in hablarle,

la cubrí con un manto con capucha,

y ella, casi corriendo, se cayó

en las primeras dunas del desierto,

y allí marcó en la arena los emblemas

que día a día estudio con asombro

con su dedo tan blanco. +dormilada,

a casa la llev!, mas nuevamente

a barrer comen#ó mientras cantaba

como un niño que ignora lo ocurrido.

2ncluso hoy, pasados siete años,

cuando qui#C tres veces cada luna

el saber de los genios del desierto

susurra, ella mantiene esta ignoranciaM

aunque ya no conserva la primera

fascinación impropia por mis libros,

parece que le baste mi presenciaM

y no obstante, mi vieo compañero

de estudios, cuyo oído pacientísimo



oyó mis uveniles ansiedades,

creo que he de conquistar el saber

a cambio de mi pa#. OY si perdiera

su ignorancia y soñara que la quiero,

tan sólo por la vo#, que los regalos

y todas las palabras de alaban#a

el pago son de aquella vo# nocturna

que es a la edad lo que la leche al niñoQ

?i perdiese su amor porque perdiera

su fe en el mío, o incluso si perdiera

su sencille# primera, amor y vo#,

despoado sería de mis plumas

y quedaría tiritando. *iene

características la vo# del carCcter

de su amor. Los signos y las formasM

todas las abstracciones que creías

guardaba el gran *ratado de /arm!nidesM

aquellas espirales y los cubos

y todo cuanto ocurre a medianoche

nueva e;presión son de su cuerpo, ebrio

de ese amargo dul#or, su uventud.

Y ahora mi misterio mCs secreto

se sabe ya. &andera en la tormenta

es la belle#a femenina: toda

sabiduría es inferior, y sólo



de todos los amantes de la +rabia,

no ofuscado por telas, ni perdido

en el caos de sus pliegues nocturnales,

puedo oír yo la vo# del hombre armado.



NO"HE E !+)NTOS

pílogo a Una visión

Ya es medianoche y la gran campana de <hrist <hurch

y muchas otras menores suenan en la estanciaM

es la $oche de -ifuntos

y dos copas que rebosan moscatel

burbuean en la mesa. /uede que venga un fantasmaM

pues es el derecho de un fantasma,

tan delicado es su elemento

que ha sido agudi#ado por su muerte

beber el aliento de vino

mientras nuestro grosero paladar bebe del vino entero.

$ecesito un Cnimo que, si suena el cañón

en todos los confines del mundo,

pueda permanecer envuelto en sus cavilaciones

como envuelta estC la momia en su vendaeM

porque tengo una cosa maravillosa que decir,

cierta cosa maravillosa

de la que sólo se burlan los vivos

aunque no sea por tener oídos despeadosM

tal ve# todos los que la oigan

ríen y lloren durante toda una hora.

1orton es el primero al que convoco. Le encantaban

las ideas e;trañas y conocía el dulce e;tremo del orgullo

que llamamos amor platónico,



y que a tal grado de pasión

nada podía llevarle, cuando murió su esposa,

anodino por su amor.

Las palabras son un gasto de salivaM

una esperan#a albergaba:

que los rigores

de aquel invierno o el siguiente le traeran la muerte.

*enía tan confundidas dos ideas que yo no sabría decir

si pensaba mCs en ella o en -ios,

pero creo que el oo de su mente,

al volverse arriba, en una sola imagen recaíaM

y que un fantasma ligeramente amigable,

poseído por un furor divino,

había iluminado tanto la entera

casa inmensa y milagrosa

que nos prometía la &iblia,

que parecía un pe# nadando en su pecera.

+ Elorence mery convoco despu!s,

quien al hallar las primeras arrugas en un rostro

admirado y hermoso

y sabiendo que al futuro lo desconcertaría

el decrecer de la belle#a, la banalidad multiplicada,

prefirió enseñar a una escuela

leos de amigos o vecinos,

entre pieles oscuras, y allí



permitir que los años viles la arrasaran,

oculta a la vista hasta el fin desapercibido.

+ntes de ese final, mucho desenredó

de un discurso en lenguae figurado

obra de algún erudito indio

acerca del viae del alma. <ómo esta gira

donde quiera que llega la órbita de la luna,

hasta que se sumerge en el solM

y allí, libre y sin embargo sueta,

a un tiempo +#ar y lección,

olvida sus uguetes rotos

y se hunde al cabo en su deleite.

Y llamo de la tumba a FacDregor,

pues fuimos amigos en mi primera y difícil primavera,

aunque últimamente estemos aleados.

<reí que era mitad pirado, mitad truhCn,

y se lo dieM pero la amistad nunca cesaM

y qu! si el Cnimo parece haber cambiado,

y parece cambiado con el Cnimo

cuando los pensamientos se elevan espontCneos

a las cosas generosas que hi#o

y estoy casi contento de estar ciegoZ

*uvo mucha diligencia emprendedora,

mucho valor bullanguero, antes de que la soledad

lo enloquecieraM



pues meditar en ignotos pensamientos

hace que las relaciones humanas disminuyanM

y ni es pagado ni elogiado,

mas !l obetaría al anfitrión,

a la copa porque es mía.

Le gustaban los fantasmas, y puede

que se haya vuelto mCs arrogante ahora que es uno de ellos.

Fas nada son los nombres. Pu! importa qui!n sea,

en tanto que sus elementos se han vuelto tan finos

que el gas del moscatel

puede e;tasiar a su agu#ado paladar

que ningún vivo puede beber del vino entero.

/odría contar verdades de una momia

de las que se burlarían los vivos,

aunque no por oídos despeados,

pues tal ve# todos los que la oigan

rían y lloren durante toda una hora.

sta idea, esta idea tengo y a ella me agarro

hasta que la meditación domine todas sus partes,

nada podrC aguantar mi mirada

hasta que !sta corra a despecho del mundo

adonde han aullado los cora#ones de los condenados,

y donde dan#an los benditosM

esta idea, que aferrado a ella

nada mCs necesito,



envuelto en las divagaciones de la mente,

como envuelta estC la momia en su vendae.



LA ES"ALERA E "ARA"OL OTROS POEMAS

$1&33'



+ dmund -ulac



EN MEMOR!A E E/A (ORE?BOOTH "ONMAR>!E;!",!

La lu# cuando atardece, Lissadell,ventanales abiertos hacia el sur,

dos chicas en 0imonos de seda, ambas

hermosasM una, una gacela.

Fas un otoño delirante arranca flores

de la guirnalda del veranoM

la mayor estC condenada a muerteM

indultada, alarga años solitarios

conspirando entre ignorantes.

2gnoro lo que sueña la mCs oven

"alguna vaga Stopía" y parece,

viea marchita y descarnado esqueleto,

fiel imagen de esa política.

Fuchas veces pienso en ir a buscar

a la una o a la otra, y hablar

de aquella viea mansión georgiana, me#clar

figuras de la mente, recordar

la mesa y la tertulia uveniles,

dos chicas en 0imonos de seda, ambas

hermosasM una, una gacela.

!!

Pueridas sombras, ahora ya lo conoc!is todo,



toda la locura de luchar

con la ra#ón o el error común.

2nocentes y bellas

no tienen mCs enemigo que el tiempoM

levantaos y mandadme encender una cerilla

y luego otra hasta que prenda el tiempoM

si la conflagración se eleva

corred hasta que todos los sabios lo sepan.

$osotros construimos la grandiosa glorieta,

ellos nos declararon culpablesM

mandadme encender una cerilla y soplad.



LA M)ERTE

$i temor ni esperan#a asisten

a un animal que muereM

un hombre aguarda su fin

temiendo y esperCndolo todoM

muchas veces murió,

muchas se levantó de nuevo.

Sn gran hombre en su esplendor

haciendo frente a asesinos

su burla arroa

sobre la sustitución de alientoM

conoce la muerte hasta la m!dula:

el hombre ha creado la muerte.



!5LO(O ENTRE EL E(O EL ALMA!

Mi alma. *e llamo a la escalera centenaria

de caracolM conc!ntrate en su ascenso

pino sobre los rotos almenares

que se desmoronan,

sobre el aire sin soplo de luceros,

sobre la estrella que marca el polo ocultoM

fia cada pensamiento errante en esa fase

donde se cumple todo pensamiento:

Oqui!n distingue el alma de las sombrasQ

Mi ego. La hoa consagrada en mis rodillas

es la de ?ato, viea mas intacta,

aún afilada, aún como un espeo,

aún nunca manchada por los siglosM

ese vieo brocado que florece,

de seda, desgarrado del vestido

de una cortesana, que da vueltas

en torno de una vaina de madera,

hecho irones, puede todavía,

defender, desteñidos sus adornos.

Mi alma. O/or qu! conserva el hombre en su magín,

cuando no estC en la flor ya de su vida,

emblemas del amor y de la guerraQ

/iensa en la noche ancestral que puede,



con que sólo la imaginación desprecie

la tierra, y el intelecto sus errancias

de esta a esa otra cosa, liberar

del crimen de la muerte y el nacimiento.

Mi ego. *ercero de su estirpe, Fontashigi

hace quinientos años lo creó,

en torno flores de no s! qu! brocado

"del púrpura del cora#ón". Las tengo

por emblemas del día, ante la torre

emblemCtica de la noche, invoco

como el derecho de un soldado el privilegio

de cometer el crimen nuevamente.

Mi alma. Lo lleno de esa fase se derrama

y cae sobre la pila de la mente

tanto que el hombre queda sordo, mudo

y ciego, el intelecto no distingue

!l es del debe, el conociente de lo conocido,

es decir, asciende al <ieloM

sólo a los muertos se perdona,

mas cuando lo pienso mi lengua es una piedra.

!!

Mi ego. Los vivos estCn ciegos y lo beben.

OPu! importa si la acequia estC infectadaQ

OPu!, si vuelvo a vivir todo de nuevoQ

?oportar el esfuer#o de crecerM



la ignominia de la infanciaM la angustia

del oven que en un hombre se transformaM

el hombre no concluso y su dolor

se enfrentan con su íntima torpe#aM

pero, Oel hombre concluso entre enemigosQ

O<ómo en nombre del <ielo puede huir

de esa forma estropeada, envilecida,

que el espeo de oos maliciosos

lan#a contra su vista hasta que al fin

piensa que esa forma es suyaQ

OY de qu! sirve la huida si el honor

lo encuentra entre ventiscas invernalesQ

Fe contenta vivir todo de nuevo

mil veces, si vivir es arroar

al desove de ranas de la acequia,

a un ciego que apalea a otros ciegosM

o a la acequia mCs fecunda la locura

que el hombre reali#a o sufrir debe

si cortea a una muer altiva,

una muer que no es su alma gemela.

Fe contenta seguir hasta su origen

todo hecho de acción o pensamientoM

medirlo todo, todo perdonCrmeloZ

<uando alguien como yo no se arrepiente

tan gran dul#ura vi!rtese en su pecho



que hemos de reír y de cantar,

y todo cuanto e;iste nos bendice

y a todo cuanto vemos bendecimos.



LA SAN(RE LA L)NA!

&endito sea este lugar,

y mCs bendita aún esta torreM

un poder arrogante, sanguinario

se elevó de la ra#a

profiri!ndola, dominCndola,

se elevó como estos muros de entre estas

cabañas que bate la intemperie.

&urlCndome he al#ado

un poderoso emblema

y lo canto estrofa tras estrofa

burlCndome de un tiempo

medio muerto en la cima.

!!

La de +leandría fue un faro, y la de &abilonia

imagen del movimiento de los cielos, bitCcora del viae del sol y de la lunaM

y ?helley tuvo sus torres, potencias coronadas del pensamiento las llamó una ve#.

-eclaro que esta torre es mi símboloM declaro

que esta escalera de caracol que es rueda de molino que gira y da vueltas es mi escaleraancestralM

que Doldsmith y el -eCn, &er0eley y &ur0e allí han viaado.

?Gift golpeCndose el pecho con ciego frenesí sibilino

porque el cora#ón que había en su pecho empapado de sangre lo había arrastrado hasta lahumanidad,

Doldsmith libando pausadamente en el tarro de miel de su mente,



y el mCs altanero &ur0e que demostró que el stado es un Crbol,

que este inconquistable laberinto de los pCaros, siglo tras siglo

sólo ha deado caer hoas muertas sobre la igualdad matemCticaM

y a &er0eley, nombrado por dios, que demostró que toda cosa es un sueño,

que este pragmCtico, prepóstero cerdo de mundo, su piara que tan sólida parece,

se debería desvanecer al instante si la mente cambiara su temaM

la ?aeva 2ndignatio y el ornal del bracero,

la fuer#a que da a nuestra sangre y estado la magnanimidad de su deseoM

todo lo que no es -ios consumido por el fuego intelectual.

!!!

La pure#a sin nubes de la luna

ha lan#ado sus flechas contra el suelo.

?iete siglos despu!s, sigue tan pura:

la sangre de inocentes no la mancha.

?obre el suelo empapado en sangre, fueron

soldados, asesinos y verdugos,

por la mísera paga o furia ciega,

o el odio abstracto, y derramaron sangre,

pero amCs pudieron mancillarla.

1uele a sangre la escalera ancestralZ

$osotros, que no la hemos derramado,

ebrios allí aclamamos a la luna.

!/

&ao un cielo alumbrado por la luna

se aferran a ventanas polvorientas



y brillantes: pavones, mariposas,

dos polillas que estCn sobre el batiente.

O*oda nación moderna es cual la torre

medio muerta en la cumbreQ Fe desdigo:

el saber es propiedad de los muertos,

algo opuesto a la vidaM y el poder,

como todo cuanto mancha la sangre,

propiedad de los vivosM mas no hay mancha

que caiga sobre el rostro de la luna

cuando sale gloriosa de una nube.



#LEO SAN(RE

n tumbas de oro y lapislC#uli

los cuerpos de los santos e;udan

un óleo milagroso, aroma de violetas.

Fas bao pesados montones de arcilla pisoteada

yacen los cuerpos de los vampiros llenos de sangreM

sanguinolentas sus mortaas, y sus labios moados.



EL /ELO E LA /ER#N!"A

La otación <elesteM la <abellera de &ereniceM

el palo de la tienda del d!nM sus colgadurasM

la gloria simbólica de la tierra y el aireZ

l /adre y ?u ang!lica erarquía

que hicieron la magnitud y la gloria

allí se al#ó en el circuito del oo de una agua.

Atros buscaron otro palo, y dónde se al#ó

un dibuo en un velo ensangrentado.



SMBOLOS

Sna viea atalaya que golpean tempestades,

un ermitaño ciego tañe las horas.

La hoa de una espada destructora

aún llevada por un loco errante.

?eda recamada de oro sobre la hoa,

la belle#a y el loco untos yacen.



LE"HE ERRAMAA

$osotros que hemos hecho y pensado,

que hemos pensado y hecho,

debemos marchar, y disiparnos

como leche derramada en una piedra.



EL S!(LO =!= ESP)7S

+unque no regrese mCs el vieo canto

hay un agudo placer en lo que tenemos:

el tableteo de las guias en la playa

bao la ola que se retira.



ESTAST!"AS

"sos platónicos son lo peor "dio".

l fuego de -ios se apaga,

un diagrama cuelga en su lugar,

nacen mCs mueres que hombres.



TRES MO/!M!ENTOS

Los peces sha0espeareanos nadaban en el mar, leos de tierraM

los peces romCnticos nadaban en redes hacia la manoM

Oqu! son todos esos peces que dan boqueadas en la arenaQ



LOS S!ETE SAB!OS

El primero. Fi bisabuelo habló con dmund &ur0e

en casa de Drattan.

El segundo. Fi bisabuelo compartió

una ve# un banco en una taberna con Aliver Doldsmith.

El tercero. Fi tatarabuelo hablaba de música y tomaba

infusiones de brea con el Abispo de <loyne.

El cuarto. /ues el mío vio una ve# a ?tella.

El quinto. O-e dónde vienen nuestras ideasQ

El se?to. -e cuatro grandes mentes que detestaban a los %higs.

El quinto. &ur0e fue %hig.

El se?to. Lo supieran o no,

Doldsmith y &ur0e, ?Gift y el Abispo de <loyne

odiaron a los %higsM pero Oqu! significa ser %higQ

Sn tipo de mente arrasadora, rencorosa, racional,

que nunca ha mirado con los oos de un santo

o los de un borracho.

El s#ptimo. +hora todos son %higs,

pero nosotros, vieos, nos hemos concentrado contra el mundo.

El primero. Las colonias americanas, 2rlanda, Erancia y la 2ndia

hostigadas, y la gran melodía de &ur0e en contra de ello.

El segundo. Aliver Doldsmith cantó lo que había visto,

caminos llenos de mendigos, ganado en los campos,

mas nunca vio el tr!bol manchado de sangre,

la hoa vengadora que al#aron esos campos.



El cuarto. La tumba de ?Gift se erosiona.

El tercero. Sna vo#

tenue como el susurro de un unco de <loyne

que eleva su volumenM ya, un trueno.

El se?to. OPu! educación tuvieron estos cuatroQ

El s#ptimo. ecorrieron los caminos

imitando lo que oían, como hacen los niñosM

comprendieron que la sabiduría procede de la mendicidad.



LA L)NA ENLO4)E"!A

Loca ya de tanto parir hios,

la luna se tambalea en el cieloM

enaenados por las desesperadas

miradas de sus oos errantes,

buscamos a tientas y en vano

los hios nacidos de su dolor.

1ios aturdidos o muertosZ

<uando ella con su orgullo virginal

holló por ve# primera la montaña,

qu! agitación atravesó los campos

en que todo pie obedeció a su miradaZ

La flor de los hombres abrió el baileZ

/apamoscas de la luna,

se estremecen las manos, nuestros dedos

parecen esbeltas aguas de huesoM

estremecidos por ese sueño maligno

se e;tienden, para que así cada uno

pueda hender lo que est! a su alcance.



"OOLE PAR>- 1&@&

Fedito sobre el vuelo de una golondrina,

sobre una anciana y su viea mansión,

un plCtano y un tilo perdidos en la noche

aunque brillante sea esa nube al oeste,

grandes obras al#adas allí, contra natura,

para sabios y bardos que vendrCn tras nosotros,

pensamientos teidos en un pensar ya único,

un esplendor cual dan#a que engendró aquellos muros.

+llí fue -ouglas 1yde, antes de forar en prosa

aquella noble espada que le dieron las Fusas,

allí uno que ostentaba una pose viril

a pesar de ser tímido, allí un hombre pausado

y pensativo, @ohn ?ynge, pero tambi!n aquellos

hombres apasionados, ?haGe7*aylor y 1ugh Lane,

hallaron el orgullo basado en la humildad,

un escenario idóneo y meor compañía.

2gual que golondrinas, vinieron y se fueronM

y aun así el poderoso genio de una muer

podía retener a una golondrinaM

y allí media docena había en formación,

en órbita se diría de un punto cardinal,

que hallaron certidumbre en el aire de ensueño,

la intelectual dul#ura de los versos aquellos

que cru#aban el tiempo o bien lo remontaban.



rudito, poeta, ocupad vuestro puesto

aquí cuando no queden corredores ni estancias,

y ondeen las ortigas sobre una masa informe

y arraiguen arbolillos entre la piedra rotaM

dedicad "con los oos humillados a tierra,

de espaldas al destello del sol en las alturas

y a todo el atractivo sensual de la sombra"

un instante en recuerdo al laurel de sus sienes.



"OOLE PAR> BALLLEE- 1&31

-ebao del alf!i#ar las aguas se apresuran,

abao estC la nutria y el urogallo arriba,

corren toda una milla límpidas cara al <ielo

y luego caen, oscuras en la =tasca> de aftery,

avan#an subterrCneas, se elevan entre rocas

en la heredad de <oole, y allí para acabar

se e;tienden por un lago y caen por una po#a.

OY qu! es el agua, pues, sino el alma engendradaQ

@usto al borde del lago se e;tiende una arboleda,

hoy toda ramas secas bao un sol invernal,

y en un pequeño hayedo detuve yo mis pasos

pues el coturno trCgico cal#ó $aturale#a

y todo su discurso refleo es de mi Cnimo:

al tronar repentino del cisne que se al#aba

me di la vuelta y vi donde las ramas quiebran

la refulgente cuenca del lago desbordado.

1e aquí otro emblemaZ l blanco proceloso

parece condensar el cielo, y, como el alma,

se adentra por la vista y, luego, en la mañana

desaparece y nadie conoce la ra#ón,

pero su encanto es tal que endere#a las cosas

que el saber o su ausencia habían torcidoM es tanta

su arrogante pure#a que un niño pensaría

que podría matarlo una mancha de tinta.



l ruido de un bastón en el suelo, ese ruido

de alguien que de silla en silla va, afanCndoseM

la amada biblioteca de luosos volúmenes,

vieos bustos de mCrmol y pinturas antiguasM

grandes salas muy gratas a viaeros y niñosM

un último heredero donde nadie ha reinado

que no tuviera un nombre o poseyera fama

o preso de locuras a locuras se diera.

+quí los fundadores vivieron y murieron,

parecía este sitio valer mCs que la vida,

Crboles ancestrales o ardines muy ricos

en recuerdos honraban bodas, hios, alian#as,

colmando los anhelos que tiene toda esposa.

+llC donde la moda o el capricho disponga,

nos marchamos "ya toda esa gloria pasada"

igual que un beduino humilde con su tienda.

Los últimos romCnticos !ramosM nuestro tema,

la santidad y encanto tradicionalesM todo

cuanto aparece escrito en el libro del pueblo,

como dice el poetaM lo que meor adorna

la mente de los hombres o suscita una rimaM

pero todo ha cambiado, va el corcel sin inete,

aunque lleve la silla en que montara 1omero

donde flotan los cisnes en la corriente oscura.



PARA ANNE (RE(OR

$unca un oven podrC,

desesperado

por esos murallones

de color miel unto a tu orea

amarte por ti misma

y no por tu pelo rubio.

"/ero puedo teñírmelo

y pon!rmelo de color

castaño, negro o #anahoria

para que los mo#os desesperados

me amen por mí misma

y no por mi pelo rubio.

"+noche oí declarar

a un religioso

que había hallado un te;to que prueba

que sólo -ios, querida,

te podría amar por ti misma

y no por tu pelo rubio.



EL EP!TA+!O E S;!+T

?Gift ha partido a su descanso:

allí una salvae indignación

no puede lacerar su pecho.

2mítale si osas, viaero

ofuscado por el mundoM !l

sirvió a la libertad humana.



EN AL(E"!RAS

3Feditación sobre la muerte

/Clidas aves con el pico de gar#a

que se alimentan de algún parCsito inmundo

de manadas y rebaños marroquíes

cru#an el breve strecho y se posan

en la rica medianoche del ardín

hasta que el alba despunta en esos mares me#clados.

Fuchas veces de niño, por la tarde

le llevaba a un amigo

3esperando una alegría de mCs peso

si una mente mayor me elogiaba,

no como las de la metCfora de $eGton,

sino conchas verdaderas de la playa de osses.

Sn esplendor mCs vivo en el sol,

el frescor de la tarde en el aire,

hace que la imaginación discurra

mucho sobre el Dran 2nterrogadorM

lo que [l puede preguntar, lo que si me preguntan

puedo contestar con confian#a plena.



LA ELE""!#N

l intelecto humano ha de elegir:

o calidad de vida, o de la obra.

?i elige lo segundo ha de rehusar

a un palacio, rabiando entre tinieblas.

Y cuando todo haya acabado, Oqu!Q

<on suerte o no, el afCn dea su marca:

ese vieo estupor, manos vacíasM

o el día vano, la aflicción de la noche.



MOH!N! "HATTER*EE

/regunt! si re#ar,

pero dio el brahmCn:

"/or nada reces, di

cada noche en la cama:

=1e sido rey,

he sido esclavo,

y nada hay,

bufón, pillo o truhCn

que no haya sido,

y aun así mil cabe#as

tuve sobre mi pecho.>

/ara apaciguar los días

turbulentos de un mo#o,

Fohini <hatteree

dio esto o algo parecido.

Yo añado, comentCndolo,

=Los vieos amantes aún pueden

tener lo que el tiempo les negara:

tumba sobre tumba se amontonan

para complacerlosM

sobre la ennegrecida tierra

las vieas tropas desfilan

parto sobre parto

para que ese cañoneo



mantenga a raya al tiempo.

La hora del nacer y del morir

se unen o, como dicen los sabios,

con eternos pies baila el hombre.



B!,AN"!O

?e retiran sin purgar las imCgenes del díaM

se ha acostado la soldadesca borracha del mperadorM

la resonancia nocturna se retira, el canto de noctCmbulos

despu!s del gong de la catedral grandiosaM

a la lu# de las estrellas o la luna,

una cúpula desdeña cuanto el hombre es,

todas las meras compleidades,

la furia y el lodo de las humanas venas.

Elota ante mí una imagen, hombre o sombra,

mCs sombra que hombre, mCs imagen que sombra,

pues el carrete del 1ades, de momia amortaado,

puede devanar la senda que serpeaM

una boca que sin humedad ni aliento

puede convocar a bocas sin alientoM

saludo a lo sobrehumano,

lo llamo =muerte en vida> y =vida en muerte>.

Filagro, ave u orfebrería dorada,

mCs milagro que ave u orfebrería,

posado en la Curea rama que iluminan estrellas,

puede cacarear como los gallos del 1adesM

o, amargado por la luna, despreciar en alto

con el esplendor del inmutable metal

ave común o p!talo

y todas las compleidades del lodo o de la sangre.



+ medianoche en la cal#ada del mperador revolotean

llamas que ningún ha# alimenta, ni pedernal encendiera,

ni turba tempestad, llamas nacidas de la llama,

donde van los espíritus que la sangre engendra

y todas las compleidades de la furia dean,

muriendo en una dan#a,

un angustioso trance,

una angustia de llamas que no pueden chamuscar una manga.

+ caballo del lodo y la sangre del delfín,

espíritu tras espírituZ Las fraguas rompen la corriente,

las doradas fraguas imperialesZ

Los mCrmoles de la sala de baile

rompen amargas furias de compleidad,

esas imCgenes que aún

engendran nuevas imCgenes,

ese mar al que hienden el gong y los delfines.



LA MARE E !OS

l triple horror del amorM un destello

que cae en la cavidad de un oídoM

alas que baten por la habitaciónM

el horror de todos los horrores

que llevaba el <ielo en mi vientre.

O$o me conformaba con las cosas

que una muer corriente conoce,

rincón unto a la lumbre, paseos por el ardín,

o cisterna de roca, en que hacemos la colada

y nos contamos los chismesQ

OPu! es esta carne que pagu! con dolores,

esta estrella caída que sostiene mi leche,

este amor que hace que se me pare la sangre

o me hiela de repente los huesos

y me eri#a el cabelloQ



T!T)BEO!

ntre dos e;tremos

el hombre recorre su cursoM

una tea o un hClito en llamas

viene para destruir

todas esas antinomias

del día y la nocheM

el cuerpo lo llama muerte,

remordimiento el cora#ón.

/ero si esto es así,

Oqu! es la alegríaQ

!!

;iste un Crbol que de arriba abao

mitad es llamas, y mitad follae

verde humedecido de rocíoM

así cada mitad, la escena todaM

cada una consume lo que crea,

y quien cuelga la imagen de +tis entre

esa furia que mira y la hoa ciega,

si no sabe qu! sabe, ignora el duelo.

!!!

La plata, el oro toma, cuanto puedas,

la ambición satisface, anima días

triviales, y colmCndolos de sol



medita, empero, sobre estas sentencias:

aunque sus hios necesiten fincas,

las mueres adoran a los vagosM

ningún hombre ha tenido suficiente

gratitud filial o amor de una muer.

Ya libre del follae del Leteo,

comien#a a prepararte ante la muerte,

y con cuarenta inviernos, a esa idea

las obras de la mente o de la fe,

y todo cuanto has hecho con tus manos

somete, y llCmalas saliva en balde,

indignas de los hombre que vendrCn

riendo alerta, ufanos, a la tumba.

!/

Iino y se fue mi quincuag!simo año,

y me sent!, solitario,

en un concurrido local londinense,

un libro abierto y una ta#a vacía

sobre la mesa de mCrmol.

Fientras el local y la calle contemplaba,

mi cuerpo de repente centelleó,

y veinte minutos mCs o menos

pareció, para mi ventura,

que era bendecido y podía bendecir.

/



+unque dore la lu# del verano

la anubarrada fronda del cielo,

o un rayo de lu# invernal suma el campo

en un d!dalo que esparce la tormenta,

no puedo mirar allí,

tanto me abruma la responsabilidad.

<osas dichas o hechas hace años,

o cosas que ni hice ni die

pero que pens! que podría decir o hacer,

me abruman y no pasa día

sin que recuerde algo

que espante a mi vanidad o conciencia.

/!

Sn prado ribereño a sus pies,

y un aroma a heno reci!n segado

en la nari#, el gran señor de <hou

gritó, quitando la nieve del monte:

=Pue todo desapare#ca>.

uedas que llevan asnos blancos como la nieve

donde &abilonia o $ínive se al#abanM

algún conquistador tiró de las riendas

y gritó a los fatigados guerreadores:


-el cora#ón empapado en sangre del hombre

han crecido esas ramas del día y la noche



de las que pende la estridente luna.

OPu! significa toda canciónQ


/!!

El alma. &usca la realidad, dea lo aparente,

El cora&ón. OPu!, haber nacido cantor y no tener temaQ

El alma. l carbón de 2saías, Oqu! mCs puede desear el hombreQ

El cora&ón. nmudece en la sencille# del fuegoZ

El alma. Fira ese fuego, dentro camina la salvación.

El cora&ón. OPu! tema tuvo 1omero, si no fue el pecado originalQ

/!!!

1emos de separarnos, Ion 1\gel, aunque muy parecidos,

pues aceptamos los milagros de los santos y honramos la santidadQ

l cuerpo de ?anta *eresa yace incorrupto en la tumba,

bañado en óleo milagroso, aromas dulces vienen de !l

que sanan desde su lCpida inscrita. sas mismas manos tal ve#

eterni#aron el cuerpo de un santo moderno que en una ocasión

había e;traído la momia de un faraón. Yo, aunque el cora#ón podría

hallar alivio si me hiciera cristiano y optara por creer lo que parece

mCs grato en la tumba, interpreto un papel predestinado.

1omero es mi eemplo, y su cora#ón sin bauti#ar.

l león y el panal, Oqu! ha dicho la scrituraQ

<onque vete, Ion 1\gel, mas lleva mi bendición.



!SP)TA EN LA /E*E,

O+dónde ha ido su dul#uraQ

Lo que inventan los fanCticos

en esta ciudad Cspera y ciega,

fantasías o sucesos

que no merecen el pensamiento,

la ponen furiosa.

Yo había perdonado tanto

que perdon! a la vee#.

*odas las vidas que ha vividoM

eso es ciertoM

no se engañaban los vieos sabios:

en algún sitio tras la cortina

de los días deformantes

vive esa cosa solitaria

que brilló ante estos oos escudada,

y anduvo como la /rimavera.



LOS RES)LTAOS EL PENSAM!ENTO

Sn conocidoM un acompañanteM

una querida y brillante muerM

los meor dotados, los elegidos,

todos destruidos por su uventud,

todos, todos por esa inhumana

amarga gloria abatida.

/ero yo he endere#ado

ruinas, restos y escombrosM

me afan! muchos años, y al fin

llegu! a un pensamiento tan hondo

que no puedo rememorar

toda su fuer#a saludable.

OPu! imCgenes son !stas

que se apartan con oos sin brillo

o cambian la vil carga del tiempo,

endere#an las añosas rodillas,

dudan o se quedanQ

OPu! cabe#as niegan o asientenQ

+gosto de )89)



(RAT!T) HA"!A LOS !NSTR)"TORESES"ONO"!OS

Lo que se comprometieron a hacer

lo han cumplidoM

todo pende como una hoa de rocío

sobre una hoa de hierba.



REMOR!M!ENTO POR )N E=ABR)PTO

-espotriqu! contra el truhCn y el necio,

pero super! esa escuela,

quise transformar mi papel,

hall! el público idóneo, mas no puedo controlar

mi cora#ón fanCtico.

&usqu! a otros meores que yo:

aunque en todos buenos modales,

y discurso liberal tornan el odio en uego,

nada que se haya dicho o hecho puede alcan#ar

mi cora#ón fanCtico.

-e 2rlanda hemos salido.

Dran odio, poco espacio,

nos mutilaron desde el principio.

Llevo desde el vientre de mi madre

un cora#ón fanCtico.

'4 de agosto de )89)



ARROO SOL EN (LENALO)(H

<on intricados movimientos corrían

arroyo y sol que se desli#aba

y todo mi cora#ón parecía alegre:

alguna estupide# que había hecho

desvió mi atención.

l arrepentimiento mantiene impuro mi cora#ónM

Omas qu! soy yo que me atrevo

a imaginar que puedo

comportarme meor o tener

meor sentido que un hombre normalQ

OPu! movimiento de sol o arroyo

o pCrpado disparó el destello

que de lado a lado atravesó mi cuerpoQ

OPu! me hi#o vivir como quienes parecen

nacidos de nuevo y de sí mismosQ



LETRA PARA M)S!"A- 4)!,5S!*ANE LA LO"A EL OB!SPO

Llevadme al roble herido por el rayo,

para que a la medianoche en punto

3*odos encuentran seguridad en la tumba

pueda invocar maldiciones sobre !l

por mi querido @ac0 que ha muerto.

/etimetre fue lo último que dio:

l hombre serio y el petimetre.

$o era Abispo cuando su prohibición

desterró a @ac0 el Iagabundo


y ni siquiera un cura de parroquia,

aunque con un vieo libro en la mano

gritó que vivíamos como dos bestias:l hombre serio y el petimetre.

l Abispo tiene una piel, -ios lo sabe,

arrugada como pata de ganso


y no puede ocultar en el negro sacro

la oroba de gar#a de su espalda,

pero mi @ac0 era como un abedul:


@ac0 se llevó mi virginidad,

y me llama al roble, pues




sale a vagar por la noche,

y bao !l hay refugio,

mas si aquel otro viene le escupo:


!!*ANE LA LO"A REPREN!A

Fe da igual lo que digan los marinos:

todas esas terribles piedras de rayo,

toda esa tempestad que ensucia el día

sólo pueden mostrar que boste#a el cieloM

la gran uropa hi#o el tonto

al cambiar un amante por un toro.

*ralaralarC.

odear la elaborada voluta de esa concha,

adornando cada camino secreto

con la delicada madreperla,

hi#o saltar las bisagras del <ielo:

así que nunca cuelgues tu cora#ón

de un vagabundo que despotrica estruendoso.

*ralaralarC.

!!!*ANE LA LO"A EL A EL *)!"!O

*A-A amor que no puede

tomar por entero

cuerpo y alma



es insatisfecho>M

eso es lo que dio @ane.

=*oma lo agrio

si me tomas,

puedo burlarme y fruncir el ceño

y reñir toda una hora>M

=so es seguro>, contestó !l.

=Yacía desnuda,

la hierba era mi lechoM

desnuda y escondida,

aquel día negro>,

eso es lo que dio @ane.

=OPu! se puede enseñarQ

OPu! amor verdadero e;istirQ

*odo podría enseñarse o saberse

si hubiese acabado el *iempo.>

=so es seguro>, contestó !l.

!/LA LO"A *ANE EL /A(AB)NO

?[, aunque cuando se unen las miradas

tiemblo hasta los huesos,

que cuanto mCs deo sin cerrar la puerta

antes se va el amor,

pues el amor es una bandea sin devanar

entre la oscuridad y el alba.



Sn espíritu solitario es el espíritu

que llegarC a -iosM

yo 3la madea del amor en tierra,

y mi cuerpo en la tumba

saltar! a la lu# perdida

en el vientre de mi madre.

/ero si me dearan acostada sola

en una cama vacía,

la madea tanto uniría espíritu con espíritu

al volver !l la cabe#a

cuando pasó por el camino aquella noche,

que el mío caminara tras de muerta.

/*ANE LA LO"A SOBRE !OS

+quel amante de una sola noche

vino cuando quiso,

se marchó con la lu# del alba,

quisi!ralo yo o noM

los hombres viene y se van,

todo permanece en -ios.

standartes asfi;ian el cieloM

avan#an los hombres de armasM

caballos con armadura relinchan

donde hubo la gran batalla

en el paso estrecho:



*odo permanece en -ios.

+nte sus oos hay una casa

que desde la infancia estuvo

inhabitada, ruinosa,

de repente iluminada

desde la puerta al teado:


l indómito @ac0 fue mi amanteM

aunque como un camino

sobre el que pasan los hombres,

mi cuerpo no protesta

sino que sigue cantando:


/!*ANE LA LO"A HABLA "ON EL OB!SPO

Fe encontr! con el Abispo en el camino

y muchas cosas nos diimos.

=sos senos ya estCn lisos y caídos,

esas venas pronto se secarCnM

vive en una mansión celestial,

no en una vil pocilga.>

=Lo bello y lo vil estCn emparentados,

y lo bello necesita lo vil>, grit!.

=Fis amigos se han ido, pero eso es una verdad

que no negaron cama ni ataúd,



aprendida en la humildad del cuerpo

y en el orgullo del cora#ón.

Sna muer puede ser orgullosa y estirada

cuando se propone el amorM

pero el amor ha hecho su mansión

en el lugar del e;crementoM

pues nada puede ser único o íntegro

que no se haya desgarrado.>

/!!

*ANE LA LO"A- A /!E*A- M!RA A LOS BA!LAR!NESncontr! allí esa imagen de marfil

bailando con su mo#o del alma,

pero al retorcer !l el pelo de ella, negro

cual el carbón, para estrangularla,

no me atreví a gritar ni a moverme,

tanto brillaban los oos bao los pCrpadosM

el amor es como el diente de león.

<uando ella 3y aunque algunos dieron que ugaba,

yo die que había bailado la verdad del cora#ón

sacó un cuchillo para matarlo,

no pude sino abandonarlo a su suerteM

pues no importa lo que se diga,

tuvieron todo quienes tuvieron odioM


OFurió !l, o murió ellaQ



O/arecieron morir o ambos murieronQ

&enditos esos tiempos en que a mí

se me daba una higa lo que pasara

pues que tenía piernas para intentar

un baile como se bailó allí:


/!!!"ANTO E M)"HA"HA

?alí sola

a cantar una canción o dos,

que estoy prendada de un hombre,

y ya sab!is qui!n.

Atro apareció

apoyado en un bastón

para mantenerse derechoM

me sent! a llorar.

Y !se fue todo mi cantoM

cuando todo sea dicho,

Ovi a un vieo oven

o a un oven vieoQ

!=

"ANTO E M)"HA"HO?[ que volverC>, grit!,

=una viea brua marchita.>

n mi costado el cora#ón,

que tan callado había estado,



con noble rabia contestó

y latió contra el hueso.

=+l#a esos oos y lan#a

sin temor esas miradas:

aunque todo el teido se aara,

ella se mostraría igual de valienteM

a ninguna viea brua marchita

vi antes que el mundo fuese creado.>

+vergon#ado por esa respuesta,

pues el cora#ón no miente,

me arrodill! en el barro.

Y todos se hincarCn de hinoos

ante mi cora#ón ofendido

hasta que !ste me perdone.

=

LA PREO")PA"!#N E ELLALa tierra vestida de belle#a

aguarda que vuelva la primavera.

*odo amor fiel ha de morir,

o en todo caso volverse

algo mCs pequeño.

OA acaso mientoQ

*al cuerpo tienen los amantes,

tal respiración e;igente,

que tocan o suspiran.



<ada ve# que tocan,

el amor estC mCs cerca de la muerte.

OA acaso mientoQ

=!LA "ON+!AN,A E 7L

/ara comprar amor eterno

escribí en los Cngulos

de estos oos

todos los males hechos.

OPu! pago bastaría

para el amor eternoQ

/artí en dos mi cora#ón,

tan fuerte lo golpe!.

OPu! importaQ /ues s!

que de una roca,

de una fuente desolada,

salta el amor en su curso.

=!!LA SOLEA EL AMOR

Iieos padres, tatarabuelos,

al#aos como deben los parientes.

?i alguna ve# la soledad del amor fue adonde estabais,

rogad que el <ielo nos protea

a nosotros que protegemos vuestra sangre.

l monte arroa una sombra,



delgado es el cuerno de la lunaM

Oqu! recordCbamos

bao el espino harapientoQ

l miedo ha sucedido al deseo,

y nuestros cora#ones estCn rotos.

=!!!EL S)EO E ELLA

?A[, acostada en mi cama,

con toda la sabiduría insondable de la noche,

que me había cortado los ri#os

y los había puesto sobre la lCpida del +morM

pero algo los apartó de la vista

con un gran tumulto del aire,

y luego clavada en la noche

la cabellera ardiente de &erenice.

=!/EL PA"TO E 7L

Pui!n habla del huso de /latónM

qu! lo hi#o girarQ

La eternidad puede reducirse,

se ha devanado el tiempo,

-an y @erry el /atCncambian sus amores.

+unque puedan tomarla,

antes de que el hilo comen#ara

hice, y no podr! romperlo



cuando el último hilo haya pasado,

un pacto con esa cabellera

y todos sus meandros.

=/TRES "OSAS

=Ah Fuerte cruel, devu!lveme tres cosas,>

cantó un hueso en la playaM

=un niño halló todo lo que puede faltarle,

ya sea de placer o de reposo,

en la abundancia de mi pecho>:

un hueso blanqueado por las olas y secado al viento.

=*res cosas queridas que saben las mueres,>

cantó un hueso en la playaM

=un hombre que cuando lo abra#aba así

cuando mi cuerpo vivía

halló todo el placer que dio la vida>:


=La tercera cosa en la que aún pienso,>

cantó un hueso en la playa,

=es aquella mañana en que encontr!,

su rostro frente a mí, a mi hombre usto

y despu!s me desperec! y bostec!>:


=/!NANA

+mor, que sea profundo tu sueño,



el que has hallado donde te nutriste.

OPu! fueron todas las alarmas del mundo

al recio /aris cuando halló

el sueño sobre un lecho de oro

aquel alba primera en bra#os de 1elenaQ

-uerme, amor, un sueño

como el que conoció el indómito *ristCn

cuando, al hacer efecto el filtro,

el ciervo podía correr o saltar la cierva

bao ramas de robles y de hayas,

el ciervo podía saltar o correr la cierva.

Sn sueño tan profundo como el que cayó

sobre la orilla cubierta de hierba de urota

cuando el pCaro sagrado, que allí

reali#ó su voluntad predestinada,

desde los miembros de Leda cayó

mas no de sus cuidados protectores.

=/!!TRAS )N S!LEN"!O PROLON(AO

1ablar tras un silencio prolongadoM

otros amantes leos o ya muertos,

la lu# hostil velada por el biombo,

la noche hostil allende las cortinas,

bien estC que tratemos y tratemos

sobre el tema supremo: el +rte y el <anto:



la vee# física es sabiduríaM

óvenes nos amCbamos, ignaros.

=/!!!

LO"O "OMO LA BR)MA LA N!E/Echa el pestillo y atranca el postigo,

que sopla un viento de mil demonios:

nuestras mentes estCn meor que nunca esta noche,

y me parece saber

que todo cuanto hay fuera de nosotros estC

loco como la bruma y la nieve.

+llí estC 1oracio unto a 1omero,

y allí abao /latón,

y aquí la pCgina abierta de *ulio.

O<uCntos años hace

que tú y yo !ramos mo#os iletrados

locos como la bruma y la nieveQ

OFe preguntas por qu! suspiro, vieo amigo,

qu! es lo que me hace estremecerQ

Fe estreme#co y suspiro al pensar

que hasta <icerón

y 1omero el fecundo en ardides estaban

locos como la bruma y la nieve.

=!=A4)ELLOS !AS EL BA!LE A SE HAN !O

Ien, dea que te cante al oídoM

aquellos días del baile ya se han ido,



todos aquellos trapos de sat!n y sedaM

agCchate sobre una piedra,

cubriendo ese cuerpo vil

en un vil harapo:

llevo el sol en una ta#a de oro,

la luna en un bolso de plata.

+unque maldigas cantar! hasta el finalM

Oqu! importa si el truhCn

que mCs podía complacerte,

los hios que te dio,

en algún sitio duermen como un tronco

bao una losa de mCrmolQ

Llevo el sol en una ta#a de oro,


1oy mismo he pensado,

a mediodía en punto,

que un hombre que se apoya en un bastón

puede dear de fingir,

puede cantar, cantar hasta caer rendido

a muchacha o vee#uela:

Llevo el sol en una ta#a de oro,


==SO E !RLANAC

?oy de 2rlanda,



de la ?agrada *ierra de 2rlanda,

y el tiempo corre>, gritó ella.

=Ienid, por caridad,

bailad conmigo en 2rlanda.>

Sn hombre, sólo un hombre

con ese ropae estrafalario,

un hombre solitario

de cuantos vagaban por allí

volvió su maestuosa cabe#a.

=so queda muy leos,

y el tiempo corre>, dio,

=y la noche estC desapacible.>

=?oy de 2rlanda,





=Los violinistas estCn torpones

o malditas sus cuerdas,

los tambores y timbales

y las trompetas estallaron,

y el trombón>, gritó !l,

=la trompeta y el trombón>,

y guiñó el oo con malicia,

=pero el tiempo corre, corre.>



=?oy de 2rlanda,





==!LA BA!LAR!NA EN "R)A"HAN "RO?PATR!">

/roclamando que e;iste entre las aves,

las bestias o los hombres

uno que es perfecto o se halla en pa#,

bail! en la ventosa llanura de <ruachan,

cant! en vo# alta en <ro7/atric0M

todo cuanto podía correr, saltar, nadar

en bosque, nube o por el agua,

aclamCndolo, proclamCndolo, declamCndolo.

==!!TOM EL LO"O

l vieo *om el loco

que duerme bao la bóveda cantó:

=OPu! cambio ha e;traviado mis pensamientos

y los oos que tenían vista tan agudaQ

OPu! ha transformado en una mecha humeantela pura lu# inmutable de la $aturale#aQ>

=1uddon y -uddon y -aniel ABLeary,

el santo @oe, el mendigo,

siguen bebiendo o putañeando,



o entonan su penitencia en el caminoM

fatigó las cuencas de mis oos

algo que parpadeó y las vio en un sudario.>

=*odo cuanto hay en prado o río,

ave, bestia, pe# u hombre,

yegua o semental, gallo o gallina,

permanece en el oo inmutable de -ios

con todo el vigor de su sangreM

con esa fe vivo o muero.>

==!!!TOM EN "R)A"HAN

n el llano de <ruachan durmió

aquel que ha de cantar en una rima

lo que mCs podía sacudir su alma:

=se semental, la ternidad,

montó a la yegua del *iempo,

engendró el potro del mundo.>

==!/OTRA /E, EL /!E*O TOM

Las cosas #arpan aleCndose

de la perfección a toda vela,

y no fallarC el engendrado por sí mismoaunque hombres fantasiosos imaginen

un astillero y una costa tempestuosa,

una mortaa y pañales.



==/EL OR5")LO 7L+!"O SOBRE PLOT!NO

Abserva cómo nada el gran /lotino

por esos mares #arandeadoMel blando adamante le hace señas,

mas la a#a de Aro fosca estC,

sangre salada le tapona los oos.

-ispersos por la segada hierba

o dando vueltas por el bosquecillo

pasan /latón y Finos,

allí el maestuoso /itCgoras

y todo el coro del +mor.



)NA M)*ER *O/EN /!E*A!PARE E H!*A

Fe oye golpear la mesa y decir

que le han prohibido

todos los hombres y mueres buenos

que se la mencione con un hombre

que tiene la peor de las reputacionesM

y entonces contesta

que !l tiene hermosos cabellos,

y frío como el viento de mar#o los oos.

!!ANTES E SER "REAO EL M)NO

?i hago oscuras las pestañas

y mCs brillantes los oos

y mCs colorados los labios,

o pregunto si todo va bien

de espeo en espeo,

no demuestro vanidad:

busco el rostro que tenía

antes de ser creado el mundo.

OPu! importa si miro a un hombre

como si fuese mi amado,

mientras mi sangre se enfría

y mi cora#ón no se conmueveQ

O/or qu! habría de pensar que soy cruel



o sentirse traicionadoQ

Puisiera que amase lo que fue

antes de ser creado el mundo.

!!!PR!MERA "ON+ES!#N

+dmito que la #ar#a

enredada en mi pelo

no me hirióM

mi palide# y mi temblor

sólo fueron fingidos,

sólo coquetería.

+nhelo la verdad, y sin embargo

no puedo apartarme de aquello

que repudia la meor parte de mí,

pues la atención de un hombre

trae tanta satisfacción

al ansia de mis huesos.

l brillo que e;traigo

del Vodíaco,

Opor qu! esos oos inquisitivos

fios en míQ

OPu! pueden hacer sino evitarme

si contesta el vacío de la nocheQ

!/EL TR!)N+O E ELLA

1asta llegar tú, obedecí al dragón,



pues creía que el amor se improvisaba,

o era un uego con normas que ocurría

si deaba caer la pañoleta:

las meores ha#añas eran esas

que daban alas al instante, música

celestial si le daban el ingenioM

y entonces tú surgiste en sus anillos.

$ecia, yo me burl!, mas lo venciste,

librando de cadenas a mis pies,

un pagano /erseo o bien ?an @orgeM

y ahora al mar miramos con asombro

y un milagroso pCaro nos chilla.

/"ONS)ELO

Ah, pero hay sabiduría

en lo que decían los sabiosM

pero estira un poco el cuerpo

y reclina la cabe#a

hasta que les cuente a los sabios

dónde se conforta al hombre.

O<ómo podía ser tan honda la pasión

si nunca hubiese pensado

que el crimen de nacer

mancilla nuestra suerteQ

Fas donde se comete el crimen



!ste puede olvidarse.

/!SE EL!(E

La suerte del amor se elige. Lo aprendíanhelando una imagen en el curso

del Vodíaco rotante.

+penas !l ro#ó mi cuerpo,

apenas descendió del occidente

o halló reposo subterrCneo

en la maternal noche de mi seno,

ya antes lo descubrí en su camino al norte,

y creí que me al#aba, aunque estaba en el lecho.

Luch! con el horror de la alborada.

Lo elegí para míZ ?i me pregunta

por mi mC;imo go#o con un hombre

una reci!n casada, tomar!

esa quietud por tema, paradigma

en que su cora#ón el mío parecía,

ambos a la deriva del río milagroso

donde "escribió un astrólogo muy sabio"

se transforma el Vodíaco en esfera.

/!!SEPARA"!#N

>l . Puerida, he de marcharme

mientras la noche cierra los oos

de los espías de la casaM



ese canto anuncia el alba.

Ella. $o, el ave del amor y de la noche

manda que descansen los amantes,

mientras su fuerte canto reprende

el sigilo asesino del día.

>l . La lu# del día ya vuela

de cumbre en cumbre.

Ella. sa lu# es de la luna.

>l . se aveU

Ella. -ea que cante,

ofre#co al uego del amor

mis oscuros declives.

/!!!S) /!S!#N EN EL BOS4)E

Leña seca bao el fera# follae,

a medianoche "oscura como vino"

en el bosque sagrado, ya muy viea

para el amor de un hombre, enfurecida

hombres imagin!. imaginando

con un dolor mayor calmar el leve,

o por ver si la sangre en las marchitas

venas corría aún, herí mi cuerpo,

por cubrir con su vino todo aquello

que pudiese evocar un labio amante.

-espu!s alc! los dedos sobre míM



oscuras como vino, vi las uñas,

o esa oscuridad que descendía

de las puntas de dedos marchitadosM

mas lo oscuro se hi#o roo, y refulgieron

antorchas, y una música estridente

las hoas agitóM una muchedumbre

cargaba la camilla de un herido

o las cuerdas pulsaba, recitando

cómo la bestia dio su fatal golpe.

Faestuosas mueres se movían

al ritmo de ese canto, con cabellos

desordenados o frentes pesarosas,

la tropa de un pintor del PuattrocentoU

una imagen descuidada de Fantegna.

O/or qu! creerCn que siempre serCn óvenesQ

<ontagiada por el duelo, finalmente

contempl! yo su pecho embadurnado

en sangre, y con las otras enton!

tambi!n mi maldición. +quella cosa

ahora sangre y cieno, ese despoo,

volvi!ndose hacia mí fió sus oos

en estos míos, y aunque había vuelto

el sabor agridulce del amor,

esos cuerpos de un cuadro o una moneda,

ebrios de su canción como de vino,



ni vieron caer mi cuerpo ni lo oyeron

gritar, y no supieron que el infausto

no era símbolo o emblema: sólo era

víctima de mi amor y su verdugo.

!=9LT!MA "ON+ES!#N

Pu! mo#o viva# me dio mCs placer

de todos los que yacieron conmigoQ

espondo que di mi alma

y am! sufriendo,

pero tuve gran placer con un mo#o

al que am! físicamente.

?aliendo furibunda de sus bra#os

reí al pensar que en su pasión

imaginó que yo entregaba un alma

con sólo ro#arse nuestros cuerpos,

y reí sobre su pecho al pensar

que tanto da una bestia a otra bestia.

-i lo que otras mueres dieron

al salir de sus ropas,

pero cuando esta alma, fuera del cuerpo,

desnuda vaya a los desnudos

aquel que la halle hallarC en ella

lo que ningún otro sabe.

Y darC la suya y tomarC la suya



e imperarC por derecho propioM

y aunque amó sufriendo

tan cercano y apretCndose tanto,

no hay una sola ave diurna que se atreva

a apagar ese deleite.

=EN")ENTRO

Acultos por la vee# un tiempo

con capa y capucha de enmascarado,

odiando cada uno lo que amaba el otro,

estuvimos cara a cara:

=Pue haya encontrado a una como tú>, dio !l,

=no augura nada bueno.>

=Pue otros se ufanen cuanto quieran>, die yo,

mas no oses ufanarte

de que una como yo tuviera un hombre

así como amante en el pasadoM

di que de los hombres vivos odio

un hombre así lo que mCs.>

=?ólo un loco se ufanaría de un amor así>,

declaró !l lleno de rabiaM

pero uno como !l para una como yoU

si ambos pudi!semos desembara#arnos

de este hCbito mendicante

encontraríamos palabras mCs dulces.>



=!E ANTÍGONA

Ience, oh amarga dul#ura

que habitas en la tierna meilla de una muchacha,al rico y sus negocios,

los gordos rebaños y ub!rrimos campos,

los marineros y los bastos labriegos,

vence a los dioses en el /CrnasoM

vence al mpíreo, arroa

de su lugar al <ielo y a la *ierra,

que en el mismo desastre

hermano y hermano, amigo y amigo,

familia y familia,

ciudad y ciudad se enfrenten,

por esa enorme gloria enloquecidos.

ogar quiero y debo cantar,

y sin embargo lloro: la hia de dipo

se hunde en el polvo sin amor.



EL)NA LLENA E MAR,O

$1&3D'



EL +)NERAL E PARNELL!

&ao la tumba del Dran <omediante, la multitud.

l viento trae un hato de nubes tempestuosas

por el cieloM donde estC libre de nubes,

la claridad permaneceM una estrella mCs clara velo# pasaM

Oqu! escalofríos atraviesan toda esa sangre animalQ

OPu! es este sacrificioQ O1ay alguien allí

que recuerde la púa cretense que atravesó una estrellaQ

ico follae que atravesó la lu# estelar,

una multitud fren!tica, y donde surgían las ramas

un hermosos chico sentadoM un arco sagradoM

una muer, y una flecha en una cuerdaM

un chico atravesado, imagen de una estrella derribada.

sa muer, la Dran Fadre imaginante,

le e;tirpó el cora#ón. Sn maestro del diseño

acuñó chico y Crbol en una moneda siciliana.

Sna edad es el reverso de otra: cuando

a mmet, Eit#gerald, *one, los mataron e;traneros,

vivíamos como los que observan un pintado escenario.

Pu! importa la escena, cuando termina !sta:

no había tocado nuestras vidas: pero la ira popular,

la hysterica passio derribó esta cantera.

$adie compartió nuestra culpaM ni interpretamos un papel

en el pintado escenario cuando devoramos su cora#ón.



Iamos, fiad en mí esos oos acusadores.

*engo sed de acusaciones. *odo lo que se cantó,

todo lo que se dio en 2rlanda es una mentira

engendrada por la plaga de la muchedumbre,

que salva la rima que las ratas oyen antes de morir.

$o de!is nada salvo las nadas que pertenecen

a esta alma desnuda, para que todos u#guen

lo que puedan ya sea animal u hombre.

!!

Amito el resto, una frase me callo.

?i de Ialera se hubiese comido el cora#ón de /arnell

no habría vencido ningún demagogo de labio suelto,

ningún rencor civil habría desgarrado el país.

?i <osgrave se hubiese comido el cora#ón de /arnell,

la imaginación del país habría quedado saciada,

o a falta de eso, en esas manos el gobierno,

AB1iggins, su único estadista, no habría muerto.

?i el mismo AB-uffy "pero a mCs no nombro",

tendrían por escuela un gentío, !l por maestra la soledadM

atravesó la oscura arboleda de @onathan ?Gift, y allí

arrancó amarga sabiduría que enriqueció su sangre.



TRES "AN"!ONES PARA )NA M!SMA MELOA!

Fi abuelo lo cantó bao la horca:

=Aíd, caballeros, damas, y todo el g!nero humano:

el dinero es bueno y meor puede ser una mo#a,

pero buenos golpes fuertes son un placer para el espíritu.>

+llí, de pie en la carreta,

lo cantó de cora#ón.

sos fanCticos querrían deshacer cuanto hacemosM

abao el fanCtico, abao el payasoM

abao, abao, aplast!moslos,

aplast!moslos a la música de AB-onnell +bu.

=*uve una mo#a, pero se fue con otro,

tuve dinero, y desapareció en la noche,

un fuerte licor, y me deó pesar,

pero una causa y golpes buenos y fuertes son un placer.>

*odos los presentes se unieron al canto:

=?igue, sigue, buen hombre.>





=l dinero es bueno y meor puede ser una mo#a,

no importa qu! pase y qui!n caiga,

pero una causaU> la soga dio una sacudida,



y deó de cantar, pues la garganta se quedó muy pequeñaM

mas antes de morir pataleó,

lo hi#o por orgullo.





!!

@ustificad a todas esas generaciones renombradasM

dearon sus cuerpos para engordar a los lobos,

dearon sus hogares para engordar a los #orros,

marcharon a leanos países, o se refugiaron

en cuevas, grietas, agueros,

defendiendo el alma de 2rlanda.

=+hogad todos los perros,> dio fero# la muchacha,

=que han matado a mi oca y a mi gato.

+hogadlos, ahogadlos en el tonel del agua,

ahogad todos los perros,> dio fero# la muchacha.

@ustificad a todas esas generaciones renombradas,

ustificad a todos los que se han hundido en su sangre,

ustificad a todos los que han muerto en el cadalso,

ustificad a todos los que han huido, a los que se han quedado,

se han quedado o han desfilado toda la noche

cantando, cantando una canción.







Eracasad, y que la historia se torne basura,

todo ese gran pasado una locura de neciosM

quienes vengan detrCs se burlarCn de AB-onnell,

se burlarCn de la memoria de los dos AB$eill,

se burlarCn de mmet, se burlarCn de /arnell:

todo el renombre caído.





!!!

l soldado se enorgullece al saludar a su capitCn,

el devoto ofrece la rodilla a su ?eñor,

algunos apoyan a una yegua nacida de un purasangre,

*roya apoyó a su 1elenaM *roya murió y adoróM

las grandes naciones florecen arribaM

un esclavo se doblega ante otro.

=OPui!n se molestarC en cavarlos,> dio el muy, muy vieo,

=esos seis pies señalados con ti#aQ

Fucho hablo, mCs caminoM

hora es de que me entierren,> dio el muy, muy vieo.

<uando los países estCn vacíos allC en la cumbre,



cuando se ha debilitado el orden o la disputa es fuerte,

es hora de que todos eliamos una buena melodía,

echarnos al camino y pasar desfilando.

-e frente, marZ O<ómo sigueUQ

Ah, cualquier letra viea que vaya con una melodía.





Los soldados se enorgullecen al saludar a su <apitCn,

Odónde estCn los capitanes que gobiernan el mundoQ

OPu! le sucede a un Crbol que estC hueco por dentroQ

Ah, viento en marchaM oh, un golpe de viento,

marchando, marchando,

de frente, marZ, elevad el canto:







OTRO POS!BLE "ANTO PARA LA "ABE,AE"AP!TAA E EL REY DE LA GRAN TORRE DEL

RELOJ

nsilla y cabalga, oí decir a un hombre,

y vete de &en &ulben y Nnoc0narea,

OPu! dice el relo de la Dran *orreQ

*odos esos personaes trCgicos cabalgan

pero se apartan de la marea que avan#a en osses,

la partida estC en la falda del monte.

Sna nota lenta y grave y una campana de hierro.

OPu! les llevó allí, tan leos de su casa,

<uchulain que luchó toda la noche con la espuma,

qu! dice el relo de la Dran *orreQ

O$iamh, que cabalgó sobre ellaM mo#o y mo#a

que se sentaron muy callados ugando al aedre#Q

OPu! sino el heroico libertinaeQ


+leel, su condesaM 1anrahan,

que no parecía mCs que un desenfrenado mueriego.

OPu! dice el relo de la Dran *orreQ

Y solo por completo llega cabalgando

el ey que podía dear a su pueblo estupefacto,

porque tenía plumas en ve# de cabello.


Fúsica de +rthur -uff



OS "AN"!ONES REES"R!TAS POR LA MELOA!

Fi /aistin Einn es mi único deseo,

y me quedo en piel y huesos,

pues todo lo que mi cora#ón ha recibido a cambio

es lo que puedo silbar yo solo, solo.

7Oró/ oró8

Fañana por la noche derribar! la puerta.

O-e qu! sirve un hombre si estC

solo, solo, con una espinilla moteadaQ

Puisiera beber con mi amor en las rodillas,

entre dos barriles en la taberna.

7Oró/ oró8


?olo, solo, nueve noches yací

entre dos arbustos bao la lluviaM

creí que le había silbado para que ella fuera allí,

silb!, y silb!, y silb!, pero en vano.

7Oró/ oró8


-e El cuenco de caldo

Felodía: %aistin <inn

!!

Puisiera ser un vieo mendigo

que hace rodar un oo ciego de perla,



pues !l no puede ver a mi amada

pasar por ahí casquivanaM

un mendigo sombrío y mustio

sin mCs amigo en la tierra

que un bellaco pícaro y ladrón,

o un mendigo ciego de nacimiento.

A cualquier cosa menos un poeta

?in nada en el magín

mCs que rimas para una hermosa dama,

rimando solo en su lecho.

-e La reina actri&



PLE(AR!A PARA LA /E*E,

-ios me guarde de esos pensamientos que piensan

en la mente solitaria los hombresM

quien canta una canción perdurable

piensa en el meolloM

de cuantas cosas hacen sabio a un vieo

que puede ser alabado por todosM

oh, Oqu! soy yo, que no debo parecer

por causa del canto un locoQ

uego "pues la palabra de la moda ha pasado

y de nuevo vuelve la plegaria"

poder parecer, aunque muera vieo,

un hombre apasionado e insensato.



!(LES!A ESTAO

+quí hay materia nueva, poeta,

apropiada para la vee#M

el poder de la 2glesia y el stado,

sus turbas puestas a sus pies.

Ah, pero el vino del cora#ón correrC puro,

el pan de la mente se harC dulce.

so sería una canción cobarde,

dea de caminar en sueñosM

Oy si la 2glesia y el stado

son la turba que aúlla a la puertaQ

l vino correrC espeso hasta el final,

el pan sabrC agrio.



"ANTOS SOBRENAT)RALES!R!BH EN LA T)MBA E BA!LE A!LL!NN

/orque me hab!is encontrado en noche como boca de lobo

con el libro abierto, me preguntCis qu! hago.

scuchad y digerid mi historia, llevadla leos

a quienes nunca vieron esta cabe#a tonsurada

ni oyeron esta vo# que noventa años han cascado.

-e &aile y +illinn no necesitas hablar,

todos conocen su historia, todos saben qu! hoa y ramita,

qu! coyuntura del man#ano y el teo,

coronan sus huesosM mas decid lo que nadie ha oído.

l milagro que les dio una muerte así

transfiguró en sustancia pura lo que había sido

hueso y tendónM cuando cuerpos así se unen

no hay tocamientos aquí ni tocamientos allí,ni tensa alegría, mas todo se une a todoM

pues la unión de los Cngeles es lu#

en que, lo que esto dura, ambos parecen perdidos, consumidos.

+quí en la atmósfera superior como boca de lobo,

el temblor del man#ano y del teo,

aquí en el aniversario de su muerte,

el aniversario de su primer abra#o,

aquellos amantes, purificados por la tragedia,

corren uno a bra#os del otroM estos oos

que agua, hierba y re#os solitarios



han vuelto aguileños, se abren a esa lu#.

+unque algo interrumpida por las hoas, esa lu#

reposa en un círculo sobre la hierbaM en su interior

paso las hoas de mi libro sagrado.

!!R!BH "ENS)RA A PATR!"!O

Sn absurdo abstracto y griego ha enloquecido al hombre.

ecuerda esa *rinidad masculina. 1ombre, muer, hio 3niña o niño,

eso es lo que cuentan todas las historias naturales o sobrenaturales.

Lo natural y lo sobrenatural estCn casados con el mismo anillo,

como hombre, bestia y una efímera mosca engendran, la divinidad engendra a ladivinidad,

pues las cosas de abao son copias, decía la gran *abla ?maragdiana.

+unque todos copian copias, todos multiplican su especieM

cuando se hunde la conflagración de su pasión, apagada por el cuerpo o el espíritu,

esa naturale#a malabar se eleva, su voluta enroscada en sus abra#os.

La serpiente con escamas de espeo es la multiplicidad,

mas todo lo que va en pareas sobre la tierra, el aire o la corriente, comparte al -ios quees trino,

y podrían engendrar o parirse a sí mismos si pudiesen amar como [l.

!!!R!BH EN 7=TAS!S

Pu! importa que no entendieras ni palabraZ?in duda die o cant! lo que había oído

en frases entrecortadas. Fi alma había encontrado

toda felicidad en su causa o fundamento.

-ivinidad en divinidad engendró en espasmo se;ual



divinidad. <ayó una sombra. Fi alma olvidó

aquellos gritos amorosos que provenían del silencio

y deben reemprender el común círculo del día.

!/ALL

+llí se untan todos los flees del barril,

allí se muerden todas las colas de serpiente,

allí todos convergen todas las rotaciones en una,

allí todos los planetas caen en el ?ol.

/R!BH "ONS!ERA !NS)+!"!ENTE EL AMOR "R!ST!ANO

O/or qu! habría de buscar el amor o estudiarloQ

s de -ios y supera al intelecto humano.

<on gran diligencia estudio el odio,

pues !sa es una pasión que yo controlo,

una especie de escobón que puede despear el alma

de todo lo que no es espíritu o sentido.

O/or qu! odio a hombre, muer o acontecimientoQ

[sa es una lu# que ha enviado mi alma celosa.

Libre del terror y del engaño, puede

descubrir impure#as, y finalmente mostrar

cómo el alma camina cuando todo eso pasa,cómo el alma podía caminar antes de que empe#aran esas cosas.

ntonces mi alma salva aprenderC

un conocimiento mCs oscuro y con odio se apartarC

de todo pensamiento que la humanidad ha tenido de -ios.



l pensamiento es una prenda, y el alma una novia

que no se puede esconder en esa basura y oropel:

el odio a -ios puede acercar el alma a -ios.

+l dar la medianoche, el alma no puede soportar

un decorado mental o corpóreo.

Pu! puede ella coger antes de que d! su ?eñorZ

+donde puede mirar hasta que [l se muestreZ

Pu! puede saber hasta que [l le mande saberZ

<ómo puede vivir hasta que [l viva en su sangreZ

/!7L ELLA

<uando furtiva asciende la luna

ella debe furtiva ascender,

según viaa la atemori#ada luna

ella debe viaar:

=?u lu# me habría deado ciega

de haberme atrevido a parar.>

lla canta al tiempo que la luna:

=Yo soy, soy yoM

cuanto mCs crece mi lu#

mCs leos vuelo.>

*oda la creación se estremece

con ese grito melodioso.>

/!!64)7 TAMBOR M5(!"O8

<ontiene sus deseos, casi retiene la respiración para que la Fadre /rimordial



no abandone sus miembros, y que el niño siga descansando,

bebiendo dicha como si fuera leche sobre su pecho.

OPu! tambor mCgico a trav!s del follae del ardín que la lu# desdibuaQ

&aando miembro y pecho o ese luciente vientre se mueven su boca y su lengua vigorosa.

OPu! vino del bosqueQ OPu! animal ha lamido a sus críasQ

/!!!6E #NE HABAN /EN!O8

La eternidad es pasión, chica o chico

gritan al inicio de su go#o se;ual

=siempre, eternamente>M despu!s despiertan

ignorantes de lo que dio el -ramatis /ersonaeM

un hombre e;ultante de pasión canta

frases que amCs ha pensadoM

el Elagelante fustiga esos lomos sumisos

ignorante de lo que impone el dramaturgo,

qu! maestro hi#o el lCtigo. O-e dónde habían venido,

la mano y el lCtigo que abatieron la frígida omaQ

OPu! drama sacro bullía por el cuerpo de !sta

cuando fue concebido <arlomagno, que transformó el mundoQ

!=LAS ")ATRO EAES EL HOMBRE

Libró una lucha con el cuerpo, pero !ste vencióM camina erguido.

Luego peleó con el cora#ónM

la inocencia y la pa# se marchan.

-espu!s peleó con la menteM



su orgulloso cora#ón deó atrCs.

+hora comien#an sus guerras con -iosM

cuando d! la medianoche -ios vencerC.

="ON*)N"!ONES

?i @úpiter y ?aturno convergen,

qu! cosecha de trigo de momiaZ

La espada es una cru#M en !sta murió [l:

sobre el seno de Farte suspiró la diosa.

=!EL O*O E )NA A()*A

*odo el torrente que al lado ruge

surgió del oo de una aguaM

cosas que no han nacido, y desaparecidas,

de un oo de agua aún le incitan a seguir.

=!!MER)

La civili#ación la ciñe el flee

de una norma, la apariencia de pa#,

tan ilusoriaM mas la vida humana

es pensamiento, y nunca puede el hombre

dear de desvariar siglo tras siglo,

y con rabia arrancar, para encontrarse

en la desolación de lo real.

+diós, gipto y DreciaM adiós, tú, omaZ

-el Feru o el verest los ermitaños,



en nocturnas covachas bao nieve,

o donde !sta y la ventisca invernal

a#otan sus desnudos cuerpos, saben

que el día encierra noche: antes del alba

su gloria y monumentos pasarCn.



N)E/AS POESAS$1&3%'



LAS ESP!RALES

Las espiralesZ Las espiralesZ Iieo ostro de /iedra, mira adelanteM

lo que se ha pensado mucho ya no puede pensarse,

pues la belle#a muere de belle#a, el valor del valor,

y las antiguas facciones se borran.

2rracionales arroyos de sangre manchan la tierraM

mp!docles ha lan#ado al aire todas las cosasM

1!ctor estC muerto, y hay una lu# en *royaM

quienes lo contemplamos reímos con trCgica alegría.

OPu! importa que la pesadilla adormecida cabalgue,

y sangre y lodo manchen el cuerpo sensitivoQ

OPu! importaQ $o suspir!is ni vertCis lCgrimas,

un tiempo mCs grande y refinado ha pasadoM

por formas pintadas o caas con afeites

en antiguas tumbas suspir!, pero ya no.

OPu! importaQ -e la caverna viene una vo#,

y sólo conoce una palabra: =egociaosZ>

<onducta y trabao se vuelven vulgares, y vulgar el alma,

Oqu! importaQ + los que quiere el ostro de /iedra,

los amantes de caballos y mueres,

del mCrmol de un sepulcro quebrantado,

o la oscuridad entre el turón y el búho,

o de cualquier nada rica y oscura, e;humarCn

al artífice, noble y santo, y todo irC

de nuevo en esa espiral que ya no estC de moda.



LAP!SL5,)L!

3/ara 1arry <lifton

1e oído que las mueres hist!ricas dicen

que estCn hartas de la paleta y del arco del violín,

de poetas que estCn siempre alegres,

pues todo el mundo sabe, o debería saber,

que si nada drCstico se hace

saldrCn el aeroplano y el #epelín

y arroarCn como el ey &illy bombas

hasta que quede arrasada la ciudad.

*odos actúan en su trCgica obra,

allí se pavonea 1amlet, allí estC Lear,

!sa es Afelia, <ordelia aqu!llaM

mas, como si estuviera allí la última escena,

a punto de baarse el telón

y digno su papel prominente en la obra,

no interrumpen sus versos para llorar.

?aben que 1amlet y Lear son alegresM

la alegría transfigura todo ese horror.

<uanto los hombres han buscado, hallado y perdido,

se apagaM el <ielo centellea en la cabe#a:

llevada al e;tremo la tragedia.

+unque 1amlet divaga y se enfurece Lear,

y todos los telones caen a un tiempo

en cien mil escenarios,



no puede crecer ni pulgada ni on#a.

/or su propio pie vinieron, o a bordo de una nave,

a caballo, en camello, en burro, en mula,

antiguas civili#aciones pasadas a cuchillo.

Luego ellas y su sabiduría se vinieron abao:

ninguna obra de <alimaco,

que maneaba el mCrmol como si fuera bronce,

que hacía colgaduras que parecían al#arse

cuando el viento marino barría la esquina, permaneceM

su largo tubo de lCmpara al que dio forma de tronco

de una palmera esbelta no duró mCs que un díaM

todas las cosas caen y se reconstruyen,

y alegres estCn quienes las reconstruyen.

-os chinos, y un tercero tras ellos,

estCn tallados en lapislC#uli,

sobre ellos vuela un pCaro #anquilargo,

símbolo de longevidadM

el tercero, sin duda un criado,

lleva un instrumento de música.

*oda decoloración de la piedra,

toda raadura o mella,

parece un curso de agua, una avalancha,

o una alta cuesta en la que aún nieva

aunque sin duda una rama de ciruelo o de cere#o

refresca la casita a medio camino



hacia la que ascienden esos chinos, y yo

me compla#co en imaginarlos allí sentadosM

allí, la montaña y el cielo,

todo el trCgico escenario contemplan.

Sno pide melodías queumbrosasM

dedos e;pertos empie#an a tocar.

?us oos entre muchas arrugas, sus oos,

sus antiguos y centelleantes oos, estCn alegres.



!M!TA"!#N EL *APON7S

Pu! cosa mCs asombrosa:

setenta años he vividoM

3vivan las flores de la primavera,

pues la primavera ha vuelto.

?etenta años he vivido

no como mendigo andraoso,

setenta años he vivido,

setenta años hombre y mo#o,

y no he bailado nunca de alegría.



)L"E BA!LAR!NA

La muchacha va bailando

por el sembrado de bri#nas, reci!n segado

y suave c!sped del ardínM

escapada de la amarga uventud,

escapada de su gente,

o de su nube negra.

+h, bailarina, dulce bailarinaZ

?i de la casa vienen e;traños

para llevCrsela, no digCis

que es feli# porque estC locaM

apartadlos suavemente,

que termine su baile,

que termine su baile.

+h, bailarina, dulce bailarinaZ



LOS TRES ARB)STOS

3Sn episodio de la Historia mei !emporis del +bad Fichel, de &ourdeille

-io una dama a su amante,

=$adie puede confiar

en un amor que no tiene su alimentoM

y si tu amante se ha ido

Ocómo puedes cantar cantos de amorQ

@oven amigo, me acusarían.>

Puerido mío, querido.

=$o enciendas velas en tu alcoba>,

dio esa bella dama,

=para que a medianoche en punto

pueda meterme en tu lecho,

pues si veo que me meto en !l

creo que caer! muerta.>


=+mo a un hombre en secreto,

querida doncella>, le dio.

=?! que he de caerme muerta

si !l dea de amarme,

mas Ocómo puedo no caer muerta

si pierdo la castidadQ>


=+sí que has de yacer unto a !l

para hacerle creer que estoy allí,



y qui#C seamos iguales

donde no se encienden las velas,

y qui#C seamos iguales

las que desnudamos el cuerpo.>


$o ladraron los perros, y a las doce

ella decía entre campanadas,

=Pu! feli# idea que tuve,

mi amado parecía tan alegre>M

pero suspiraba si la doncella

estaba todo el día adormilada.


=$o, otra canción no,> dio !l,

=porque mi señora vino

por primera ve# hace un año

a medianoche a mi alcoba,

y debo hallarme entre las sCbanas

cuando el relo comien#a a sonar.>


=Sna canción que ríe y llora, sacra,

una canción libidinosa>, decían.

O+lguna ve# se oyó canción igualQ

$o, pero esa noche la oyeron.

O+lguna ve# un hombre fue mCs rCpidoQ

$o, no hasta que !l galopó.




Fas cuando el corcel metió el casco

en una madriguera de coneo,

!l cayó de cabe#a y se mató.

La dama lo vio todo,

y al punto cayó muerta, porque ella

lo amaba con toda su alma.


La doncella vivió mucho, y tomó

a su cuidado las tumbas,

y allí plantó dos arbustos

que mCs tarde al crecer

parecían surgir de una sola raí#,

tanto se me#claban sus rosas.


<uando, anciana ya, agoni#aba,

el cura fue a visitarlaM

ella hi#o una plena confesión.

Fucho se la quedó mirando

y, oh, pues era un santo varón,

bien comprendió su caso.


Y mandó que la enterraran

unto al amor de su señora,

y plantó un rosal en su tumba,



y hoy nadie puede saber,

cuando coge una rosa de allí,

dónde comien#an sus raíces.




EL PR!MER LAMENTO E LA AMA

-oy vueltas

como un animal mudo en una feria,

ni s! qu! soy

ni adonde voy,

mi idioma se reduce

a un solo nombreM

estoy enamorada

y !sa es mi verg\en#a.

Lo que hiere al alma

mi alma lo adora,

no mCs que un animal

a cuatro patas.



EL SE()NO "ANTO E LA AMA

OPu! clase de hombre viene

a acostarse entre tus piesQ

Pu! importa, sólo somos mueres.

LCvateM ha# grato tu cuerpoM

tengo alacenas de fragancias secas,

puedo llenar la sCbana.

Pue el ?eñor tenga piedad de nosotros.

[l amarC mi alma

como si no e;istiese el cuerpo,

!l amarC tu cuerpo

no turbado por el almaM

amor, colma las dos partes del amor

mas mant!n íntegra su sustancia.


l alma debe aprender un amor que sea

apropiado para mi pecho,

los miembros un amor que sea común

a toda bestia noble.

?i el alma ve y el cuerpo toca,

OcuCl de los dos es mCs sagradoQ




EL TER"ER "ANTO E LA AMA

<uando tú y mi fiel amor os encontrCis

y !l toca melodías entre tus pies,

no digas nada malo del alma,

ni pienses que el cuerpo lo sea todo,

pues yo que soy su dama de día

cono#co un mal peor del cuerpoM

mas honradamente divide su amor

hasta que ninguno de los dos tenga bastante,

para que yo pueda oír si debemos besar

el silbido de una serpiente, en contrapuntoM

y tú, si el alma debe e;plorar un muslo,

todos los afanosos cielos suspiran.



LA "AN"!#N EL AMANTE

l pCaro suspira por el aire,

el pensamiento por no s! qu!,

por el vientre suspira la simiente.

+hora se hunde el mismo reposo

en la mente, en el nido,

en muslos en tensión.



LA PR!MERA "AN"!#N E LA ON"ELLA

O<ómo vino este vagabundo

que ahora reposa,

e;traño con e;traña,

sobre mi pecho fríoQ

O/or qu! hay que suspirar aúnQ

La noche e;traña ha llegadoM

el amor de -ios lo ha resguardado

de todo daño,

el placer lo ha hecho

d!bil como un gusano.



LA SE()NA "AN"!#N E LA ON"ELLA

+ causa del placer del lecho,

lerdo como un gusano,

su vara y su cabe#a golpeteante

flCccidos como un gusano,

su espíritu que ha huido

ciego como un gusano.



)N A"RE E H!ERBA

<uadro y libro permanecen,

un acre de hierba verde

para el aire y el eercicio,

se va la fuer#a corporalM

medianoche, una viea mansión

donde sólo un ratón se mueve.

Fi tentación estC callada.

+quí al final de la vida,

ni libre fantasía

ni el molino de la mente

consumiendo sus andraos y huesos,

pueden dar a conocer la verdad.

<oncededme el frenesí de un vieo,

debo rehacerme a mí mismo

hasta ser *imón y Lear

o aquel %illiam &la0e

que golpeó en la pared

hasta que la Ierdad obedeció a su llamadaM

una mente supo Figuel Wngel

que puede atravesar las nubes,

o inspirada por la locura

sacudir a los muertos en sus sudariosM

u olvidada por el g!nero humano,

la mente de Cguila de un vieo.



6 4)78

n el colegio sus camaradas preferidos

creían que se haría famosoM

!l creía lo mismo y siguió las reglas,

de los veinte a los treinta no deó de empollar.

=OY qu!Q>, dio el fantasma de /latón. =OY qu!Q>

*odo lo que escribió fue leído,

pasados unos años obtuvo

suficiente dinero para sus necesidades,

amigos que han sido de verdad amigos.


?us sueños mCs felices se hicieron realidad:

una viea casita, esposa, hia, hio,

un huerto que da coles y ciruelas,

poetas y talentos alrededor.


Iieo pensó: =La obra ya estC hecha

de acuerdo con mis planes uvenilesM

que rabien los necios, en nada me apart!

y he llevado algo a la perfección.

/ero el fantasma gritó mCs fuerte: =OY qu!Q>



"OSAS ALTAS HERMOSAS

<osas altas y hermosas: la noble cabe#a de ABLearyM

mi padre en el escenario del +bbey, y frente a !l una multitud enardecida:

=sta *ierra de ?antos>, y luego, al apagarse los aplausos,

=de santos de escayola>, su hermosa cabe#a traviesa echada para atrCs.

?tandish ABDrady apoyado entre las mesas

diciendo a un público borracho palabras elevadas sin sentidoM

+ugusta Dregory sentada a su gran mesa de oro molido,

cerca ya de cumplir los ochenta: =+yer amena#ó mi vida.

Le cont! que todas las noches de seis a siete me siento a esta mesa,

con la cortinas echadas>M Faud Donne en la estación de 1oGth esperando un tren,

/alas +tenea con esa cabe#a erguida y arrogante:

todos los olímpicosM algo que no ha vuelto a verse.



)NA M)"HA"HA ENLO4)E"!A

sa chica enloquecida que improvisa su música,

su poesía, bailando por la playa,

su alma separada de sí misma,

trepando, cayendo donde no sabía dónde,

escondi!ndose entre el cargamento de un vapor,

con la rótula partida, esa chica declaro

que es una cosa alta y hermosa, o algo

heroicamente perdido, heroicamente encontrado.

$o importa qu! desastre ocurriera,

en una música desesperada se al#aba envuelta,

envuelta, envuelta, y en su triunfo

donde estaban los fardos y las cestas

no emitía un sonido normal e inteligible,

sino que cantaba: =Ah, Cvido mar, de mar hambriento.>



A OROTH ;ELLESLE

*iende la mano a la medianoche sin luna de los Crboles

como si pudiera llegar a donde !stos se al#an,

y no son mCs que vieas y famosas tapicerías

de tacto deliciosoM aprieta esa mano

como para acercarlos aún mCs.

2nvadida

del voluptuosísimo silencio de la noche

3pues desde que se adquirió el hori#onte los perros e;traños callan

sube a tu aposento lleno de libros y aguarda,

sin ninguno en la rodilla, y nadie allí

mCs que un gran dan!s que no puede ladrar a la luna

y ahora estC sumido en el sueño.

OPu! es lo que sube la escaleraQ

$ada sobre lo que mediten las mueres corrientes

si eres digna de mi esperan#aZ $i <ontento

ni satisfecha <onciencia, sino esa gran familia

que algunos antiguos y famosos autores malinterpretan,

las Eurias Argullosas cada cual con su antorcha.



LA MAL!"!#N E "ROM;ELL

/reguntas qu! he encontrado dondequiera que fuese:

sólo la casa de <romGell y su pandilla asesina,

los amantes y los bailarines ya no son mCs que polvo,

Oy dónde estCn los altos hombres, espadachines, inetesQ

Y un vieo pordiosero va vagando orgulloso,

cuyos padres sirvieron a los de ellos antes de la crucifi;ión de <risto.

Ah, Oqu! importa, qu! importaQ

OPu! mCs puede decirseQ

*oda conversación cordial y sencilla ha desaparecido,

pero de qu! sirve lamentarse, pues prosigue la vociferación del dinero.

+quel que trepa ha de hacerlo sobre su vecino

y todas las Fusas y nosotros para nada contamos.

*ienen escuelas propias, pero yo paso de largo,

Oqu! pueden saber que sepamos, nosotros que sabemos cuCndo morirQ



/ero e;iste otro conocimiento que el cora#ón me destruye

como el #orro de la fCbula destro#ó el del muchacho espartano,

porque demuestra que las cosas pueden a la ve# ser y no serM

que espadachines y damas pueden aún estar en compañía

y pagar una estrofa al poeta y oír el son del violín,

y que yo aún soy su siervo aunque todos yacen bao tierra.





Fe encontr! una mansión en mitad de la noche,

su abierto portal iluminado y encendidas sus ventanas,

y todos mis amigos estaban allí y me dieron la bienvenidaM

pero me despert! en unas vieas ruinas por entre las que aullaba el viento,

y cuando presto atención debo salir y caminar

entre los perros y caballos que entienden lo que digo.





RO(ER "ASEMENT

3*ras la lectura de Los "iarios alsiicados de Casement , del doctor Faloney

+firmo que oger <asement

hi#o lo que debía.

Furió en la horca,

pero eso no es novedad.

*emiendo ser vencidos

ante el tribunal del *iempo,

hicieron una falsificación

y mancharon su buen nombre.

Sn peruro estuvo presto

a probar cierto lo falso,

que entregaron a todo el mundo,

y esto sí es novedadM

pues ?pring ice lo tuvo que susurrar

al ser su embaador,

y los oradores lo recogieron

y decenas de escritores.

Ienid, *om y -ic0, venid todos

los que lo gritasteis a los cuatro vientos,

venid del falsario y su escritorio,

dead el bando del peruro.

Ienid a decir en público

que es precisa una reparación

a este valeroso caballero



que estC sepulto en cal viva.



EL +ANTASMA E RO(ER "ASEMENT

Ah, Oqu! es ese súbito ruidoQ

OPu! es lo que se al#a en el umbralQ

$unca cru#ó el mar, porque

@ohn &ull y el mar son amigos,

pero !ste no es el vieo mar,

ni !sta la playa antigua.

OPu! provocó el rugido de burla,

ese rugir en el rugir del marQ

l fantasma de oger <asement

estC aporreando la puerta.

@ohn &ull se ha presentado al /arlamento,

a cada cerdo le llega su ?an Fartín,

el país lo e;alta sin tasa,

pues sabe cómo decir,

en una uerga o en un banquete,

que todos deben poner su confian#a

en el 2mperio &ritCnico,

en la 2glesia de <risto.



@ohn &ull ha ido a la 2ndia

y todos han de prestarle atención,

pues allí las historias demuestran

que ninguno de otra ra#a



ha tenido una herencia similar

o ha mamado leche como !l,

y no es afortunada la casa

que no tiene integridad.



<uriose! en una iglesia rural

y hall! la tumba de su familia,

y copi! lo que pude leer

en aquella penumbra religiosaM

hall! allí muchos nombres famososM

pero fama y virtud se corrompen.

+cercaos, queridos amargados:

acercaos y gritad:





EL O2RAH!LL

<antad al ABahilly,

no negu!is su derechoM

cantad un =el> ante su nombreM

reconoced que, a pesar

de todos esos historiadores eruditos,

lo fundó para siempre:

!l mismo escribió esa palabra,

!l mismo se bauti#ó con sangre.

@Cómo está el tiempoA

<antad al ABahilly

que tuvo tan poco seso

que contó a /earse y <onnolly

que había hecho un gran gasto

manteniendo a los hombres de Nerry

al margen de aquel loco combateM

que !l mismo podría haber estado allí

si hubiese viaado media noche.


=O?oy acaso tan cobarde

como para no enterarme

sino por lo que cuenta un viaero

que había escuchado lo que yo noQ>

ntonces a /earse y a <onnolly

miró acerbamente:



=/orque ayud! a dar cuerda al relo

vengo a oírlo sonar.>


OPu! queda por cantar

salvo la muerte que halló

al salir de un portal

allí por 1enry ?treetM

quienes lo encontraron hallaron

en la puerta sobre su cabe#a:

=+quí murió el ABahilly.

.2./.> escrito con sangre.




/EN! A M- PARNEL!TAS

Ienid a mí, parnelitas,

y alabad a nuestro elegidoM

levantaos un momento,

permaneced levantados,

que pronto yaceremos donde !l,

que estC bao tierraM

venid y llenad esos vasos

y haced pasar la botella.

+quí hay una ra#ón de peso,

y tengo muchas mCs,

luchó contra el poder de 2nglaterra

y salvó a los pobres de 2rlanda,

cuanto de bueno tenga un labriego

!l fue quien lo hi#o posibleM

y he aquí otra ra#ón,

que /arnell amó a una muchacha.

Y he aquí una última ra#ón,

que tenía un carCcter tal

que todo el que canta canciones

a /arnell tiene en su memoria.

Y es que /arnell era orgulloso,

otro mCs orgulloso no hubo,

y un hombre orgulloso es encantador,

así que pasad la botella.



Los obispos y el partido

urdieron esa trCgica historia,

un marido que vendiera a su muer

y despu!s la traicionó,

mas la historia que pervive

es la que se canta ante un vaso,

y /arnell amó a su país,

y /arnell amó a una muchacha.



EL /!E*O P"ARO ESEN+RENAO

=/orque me vuelven loco las mueres

vago loco por los cerros,>

decía el vieo pícaro desenfrenado

que viaa a -ios sabe dónde.

=$o morir sobre la paa en casa,

esas manos para cerrar estos oos,

es todo cuanto pido, querida,

al vieo que estC en los cielos.

La aurora ' un cabo de vela4

=-ulces son todas tus palabras, querida,

no me niegues el resto.

OPui!n puede saber el año, querida,

en que la sangre de un vieo se hieleQ

*engo lo que no puede tener ningún oven

porque ama demasiado.

/alabras tengo que pueden atravesar el cora#ón,

Omas qu! puede !l hacer salvo tocarQ


ntonces ella le dio al vieo pícaro

que se apoyaba en su bastón:

=-ar amor o negarlo

es algo que no estC en mi mano.

*odo se lo di a un hombre mCs vieo:

ese vieo que estC en los cielos.



Las manos que se ocupan con ?u rosario

no podrCn nunca cerrar esos oos.>


=?igue tu senda, oh, sigue tu senda,

que prefiero otra meta,

las muchachas en la playa

que comprenden lo oscuroM

palabras indecentes para los pescadoresM

un baile para los marinerosM

cuando cae la oscuridad sobre el agua

ellas abren sus camas.


=?oy un oven en la oscuridad,

pero un vieo desenfrenado a la lu#,

que puede hacer reír a un gato,

o sabe tocar por talento innato

cosas ocultas en sus tu!tanos

hace mucho tiempo desaparecidas,

ocultas a todos esos mo#os con verrugas

que yacen unto a sus cuerpos.


=*odos los hombres viven con sufrimiento,

lo s! como bien pocos lo saben,

ya tomen el camino que asciende

o contentos se queden en el que baa,



el remero inclinado ante sus remos,

o el teedor ante su telar,

el inete erguido en su caballo

o el niño oculto en el vientre.


=Pue un rayo que lance

el vieo que estC en los cielos

puede devorar ese sufrimiento

no lo niega ningún hombre culto.

/ero un vieo rudo como yo

elige otra solución,

todo lo olvido un momento

sobre el pecho de una muer.>




EL (RAN A

Iivan los cañona#os y la revoluciónZ

l mendigo a caballo fustiga al que va a pie.

-e nuevo cañona#os y revoluciónZ IivaZ

?e cambian los mendigos, mas la fusta prosigue.



PARNELL

/arnell baó por el camino, y dio a uno que lo vitoreaba:

=2rlanda serC libre y tú picarCs piedra.>



LO 4)E SE PER!#

<anto lo que se perdió y temo lo ganado,

camino en una batalla que se vuelve a librar,

mi rey es un rey perdido, y soldados perdidos mis hombresM

y aunque los pies corran al +lba y al Acaso,

siempre caen sobre la misma piedrecita.



LA ESP)ELA

*e parece horrendo que ira y luuria

dancen en mi vee#M

no eran tanto tormento cuando era ovenM

Oqu! otra cosa tengo para espolearme al cantoQ



)N BORRA"HO ELO(!A LA SOBR!EA

Ien meneCndote, guapa p!cora,

y ha#me bailar todavía,

porque puedo estar sobrio

aunque beba hasta el harta#go.

La sobriedad es una oya

que yo adoroM

así que sigamos bailando

aunque los borrachos mientan y ronquen.

<uidado con los pies, oh ten cuidado,

sigue bailando como una ola,

y bao todo bailarín

hay un muerto en su tumba.

$ada de altibaos, guapísimaM

sirena sí, pero no p!coraM

un borracho es un muerto,

y todos los muertos borrachos.



EL PERE(R!NO

+yun! cuarenta días tomando sólo pan y suero,

pues pasar la botella entre mo#as con harapos o sedas,

con chales campesinos o mantos de /arís, me e;travió.

OY de qu! sirve una muer, si lo que sólo sabe decir

es tralaralaráQ

n torno a la isla santa de Lough -erg recorrí las piedras,

or! de hinoos en todas las estaciones de la cru#,

y allí encontr! a un anciano, y aunque or! todo el día,

y aquel anciano a mi lado, !ste nada decía

mCs que tralaralará.

*odos saben que todos los muertos del mundo se hallan aquí,

y que si una madre buscara a su hio tendría poca fortuna

porque los fuegos del /urgatorio han devorado sus formasM

uro por -ios que les pregunt!, y todo cuanto tenían que decir

era tralaralará.

Sn paarraco negro apareció cuando me hallaba en la barca,

de un e;tremo a otro desplegaba veinte pies,

batiendo y agitando las alas hacía un gran alarde,

pero no me detuve a preguntar, qu! me podía decir el barquero

sino tralaralará.

+hora estoy en la taberna apoyado en la pared,

así que con harapos o sedas, con capa o chal campesino,

venid, y con amantes duchos o los hombres que sea,

pues puedo derribarlos a todos, y todo lo que tengo que decir



es tralaralará.



EL "ORONEL MART!N!

l coronel se hi#o a la mar,

habló con turcos y udíos,

con cristianos e infieles,

pues sabía todas las lenguas.

=Ah, qu! es un hombre sin esposa> decía,

y deshi#o el camino a casa por mar.

-escorrió el pestillo y subió

y halló una habitación vacía.

l coronel se hi#o a la mar.

!!

L+ tuve mucho en el campo

y ella estaba muy sola,

y aunque podría estar allí,> dio,

=podría estar en la ciudad.

/odría estar sola allí,

Oqui!n lo puede saberQ>, dio.

=<reo que la encontrar!

en el lecho de un oven.>


!!!

+l encontrar a un buhonero,

el coronel cambió su ropa con !l,

y compró las oyas mCs caras



en una tienda de DalGay,

en ve# de hilo y agua

oyas metió en el hatillo,

se ató una correa a la mano,

y se lo colgó a la espalda.


!/

Llamó a la puerta del rico,

=?iento>, le dio la criada,

=que la señora no pueda ver estas cosas

pues todavía estC acostada,

y nunca mis oos han visto

tan magníficas oyas.>

=-!selas a su señora>,

y se las puso en la mano.


/

Y entró !l y ella lo siguió,

y ambos subieron la escalera,

y, oh, qu! hombre mCs listo,

pues llevaba #apatillas.

Y al llegar al último rellano

la adelantó !l corriendo,

encontró a su muer y al rico

en la comodidad del lecho.




/!

<uando oyó ese relato

el ue# del *ribunal de +ssi#e,

le concedió por daños y peruicios

tres barriles de oro.

l coronel dio a su criado *om:

=/repara un carro y un asno,

lleva el oro por la ciudad

y arróalo en todas partes.>


/!!

Y allí en todas las esquinas

había un hombre con pistola,

y el rico les había pagado bien

para que mataran al coronelM

mas tiraron sus pistolas

y todos les oyeron urar

que no podían disparar a alguien

que hacía tanto por los pobres.


/!!!

OY no te quedaste algo de oro, *omQ

*enías tres barriles>, le dio.

=@amCs se me ocurrió, señor.>



=*e faltarC antes de que mueras.>

Y le faltóM pues mi abuelo

vio el final de la historia,

y a *om ganCndose la vida

con las algas de la playa.




MOELO PARA EL POETA LA)REAO

n tronos desde la <hina al /erú

se han sentado todo tipo de reyes

que hombres y mueres de toda clase

proclamaron grandes y buenosM

Oy qu! importa si tales reyes

por ra#ones de stado

hacían esperar a sus amantes,

hacían esperar a sus amantesQ

+lgunos se ufanan de reyes mendigos

y reyes bribones blancos y negros

que gobiernan porque un bra#o fuerte

atemori#a a todos,

y borrachos y sobrios viven a sus anchas

donde nadie niega sus derechos

y hacen esperar a sus amantes,

hacen esperar a sus amantes.

La Fusa es muda cuando los hombres públicos

aplauden un trono moderno:

los vítores que se compran o se venden,

ese cargo que han ocupado bufones,

ese sello de cera, esa firma,

por cosas como !stas, Oqu! hombre decente

haría esperar a su amante,

haría esperar a su amanteQ



LA /!E*A "R), E P!ERA

Sn estadista es un hombre desenvuelto,

dice sus mentiras maquinalmenteM

un periodista inventa sus mentiras

y te agarra por el cuelloM

así que quedaos en casa y bebed vuestra cerve#a

y dead que vote el vecino,

dio el hombre del peto de oro

bao la viea cru# de piedra.

/orque esta !poca y la venidera

engendran en el foso,

nadie puede distinguir a un hombre feli#

de un desgraciado que pasaM

si la $ecedad se liga a la legancia

nadie sabe cuCl es cuCl,



/ero los actores a los que les falta la música

son lo que mCs e;cita mi melancolía,

dicen que es mCs humano

arrastrase, gruñir y gemir,

sin saber qu! materia ultraterrena

rodea a una poderosa escena,





LA M7!)M

1e amado la poesía y la música,

y sin embargo por los muertos recientes

que entran en mi alma y huyen

a la confusión del lecho,

o esos engendrados o no engendrados

que se devanan en grupo,

inclino el cuerpo sobre la pala

o busco a tientas con la mano sucia.

A esos engendrados o no engendrados,

porque no quisiera recordar

a algunos que no siendo engendrados

carecen de individualidad,

sino que copian una acción,

moldeCndola con polvo o arena,

inclino el cuerpo sobre la pala


Los pensamientos de un vieo fantasma son un relCmpago,

seguirlos es morirM

he desterrado la poesía y la música,

pero la estupide#

de raí#, brote, flor o arcilla

no pide nada.

2nclino el cuerpo sobre la pala




A4)ELLAS !M5(ENES

Pu! importa si te orden! abandonar

la caverna de la menteQ

1ay un eercicio mCs sano

en la lu# del sol y en el viento.

$unca te orden! ir

a Foscú o a oma.

enuncia a ese trabao pesado,

pide que vuelvan las Fusas.

&usca aquellas imCgenes

que constituyen lo salvae,

el león y la virgen,

la ramera y el niño.

1alla en mitad del aire

un Cguila en vuelo,

reconoce a las cinco

que hacen cantar a las Fusas.



RE(RESO AL M)SEO M)N!"!PAL!

*reinta años de imCgenes en torno:

una emboscadaM peregrinos en la orillaM

<asement en su uicio, casi oculto por los barrotes,

custodiadoM Driffith mirando con hist!rico orgulloM

el semblante de Nevin AB1iggins, que tiene

un aire interrogante que no oculta

un alma incapa# de remordimiento o reposoM

un revolucionario arrodillado para ser bendecidoM

!!

Sn abad o ar#obispo con la mano al#ada

bendiciendo la tricolor. Fe digo: =sto no es

la 2rlanda muerta de mi uventud, sino una 2rlanda

imaginada por los poetas, terrible y alegre.>

-e repente me detengo ante el retrato de una dama,

hermosa y gentil a su veneciano modo.

stuve con ella hace casi cincuenta años

unos veinte minutos en un estudio.

!!!

mocionado, me siento, y el cora#ón

se recupera cuando me tapo los oosM

dondequiera que mirara, había visto

mis imCgenes permanentes o fugaces:

el hio de +ugusta DregoryM su sobrino,



1ugh Lane, el =único inspirador> de todos !stosM

1a#el Lavery viva y agoni#ante, ese relato

como el que hace un cantante de baladasM

!/

l retrato de +ugusta Dregory por Fancini,

=el mCs grande desde embrandt>, según @ohn ?yngeM

un gran retrato e;uberante, sin dudaM

Opero dónde estC el pincel capa# de mostrar

algo de ese orgullo y esa humildadQ

Fe desespero al pensar que el tiempo pueda traer

modelos reconocidos de hombre y mueres

pero nunca ya id!ntica e;celencia.

/

Fis rodillas medievales no tienen salud hasta que las fle;iono,

pero en esa muer, en esa casa donde

tanto había vivido el honor, tenían la que me falta.

?in hios, pensaba: =+quí podrían hallar mis hios

cosas bien arraigadas,> mas nunca preví su final,

y ahora que !ste ha llegado no he lloradoM

#orro no puede ensuciar madriguera que barriera el teón

/!

3Sna imagen de ?penser y la lengua corriente.

@ohn ?ynge, +ugusta Dregory y yo, pensCbamos

que todo lo que hacíamos, decíamos o cantCbamos

debía proceder del contacto con la tierra, que de ese



contacto todo se fortalecía como +nteo.

?ólo nosotros tres en los tiempos modernos

habíamos sometido todo a esa única prueba,

que es el sueño del noble y del mendigo.

/!!

Y he aquí a @ohn ?ynge, ese hombre arraigado

=que olvida las palabras humanas>, un rostro grave y profundo.

?i quer!is u#garme, no u#gu!is solamente

este libro o aqu!l, venid a este lugar sagrado

donde cuelgan los retratos de mis amigos, y contempladlos.

Ied la historia de 2rlanda en sus faccionesM

pensad dónde empie#a y acaba la gloria humana, y decid:

=?u gloria fue tener tales amigos.>



6EST5S SAT!S+E"HO8

<onvoco a aquellos que me llaman hio,

nieto o bisnieto,

a tíos y tías, tíos abuelos y tías abuelas,

para que u#guen lo que he hecho.

O+caso yo, que lo puse en palabras,

arruin! lo que enviaron vieos lomosQ

Pue u#guen los oos espirituali#ados por la muerte,

yo no puedo, pero no estoy satisfecho.

+quel que en -rumcliff, en ?ligo,

levantó la viea cru# de piedra,

aquel pCrroco pelirroo del condado de -oGn,

bueno con el caballo,

los <orbet de ?andymount, aquel hombre insigne

que fue el vieo %illiam /ollo;fen,

Fiddleton el contrabandista, los remotos &utler,

hombres cuasi legendarios.

Iieo y enfermo me podría estar

en buena compañía,

yo que siempre he odiado el trabao,

sonri!ndole al mar,

o demostrar con mi propia vida

lo que quería significar obert &roGning

con un vieo ca#ador que hablaba con diosesM

pero no estoy satisfecho.



9LT!MAS POESAS$1&3&'



BA*O EL BEN B)LBEN!

@urad por lo que dieron los ?abios

en derredor del Lago Fareotido

lo que la &rua del +tlas sabía,

decía y hacía cantar a los gallos.

@urad por esos caballeros, por esas mueres

cuya forma y aspecto se muestran sobrehumanos

que esa compañía de pClidos rostros largos

que proclama una inmortalidad

ganó la compleción de sus pasionesM

ahora cabalgan la invernal aurora

donde el &en &ulben marca la escena.

sto es en esencia lo que significan.

!!

Fuchas veces el hombre vive y muere

entre sus dos eternidades,

la de la ra#a y la del alma,

y la antigua 2rlanda conocía todo esto.

Ya muera en su cama el hombre

o por disparo de un rifle,

una breve despedida de los seres queridos

es lo peor que ha de temer.

+unque largo es el esfuer#o de los sepultureros,

afiladas sus palas, fuertes sus músculos,



no hacen sino lan#ar a sus enterrados

de nuevo a la mente humana.

!!!

Puienes oísteis la plegaria de Fitchel,

=nvíanos la guerra, ?eñorZ>,

sab!is que cuando todas las palabras se han dicho

y un hombre lucha como loco

algo cae de oos mucho tiempo ciegos,

y completa su mente parcial,

durante un instante se relaa,

ríe fuerte, en pa# su cora#ón.

1asta el hombre mCs sabio se tensa

con alguna clase de violencia

antes de que pueda cumplir su destino,

conocer su obra o elegir a su compañera.

!/

/oeta y escultor, haced vuestro trabao,

y que el pintor a la moda no eluda

lo que hicieron sus grandes antepasados,

llevad el alma del hombre a -ios,

haced que llene bien las cunas.

La medida inició nuestro poder:

formas que pensó un severo egipcio,

formas que modeló el mCs suave Eidias.

Figuel Wngel deó una prueba



en el techo de la <apilla ?i;tina,

donde un +dCn aún no despierto

puede turbar a una señora que recorre el mundo

hasta que se le encienden las entrañas,

prueba de que e;iste un propósito

en la mente de quien trabaa en secreto:

la perfección profana de lo humano.

l Puattrocento puso en pintura

al fondo de un -ios o un santo

ardines donde el alma se relaaM

donde todo lo que encuentra el oo,

flores, hierba y un cielo sin nubes,

semea formas e;istentes, o lo parece

cuando despiertan los durmientes y todavía sueñan,

y cuando todo se ha desvanecido aún declara,

donde sólo hay una cama y su cabecero,

que se han abierto los <ielos.

?iguen girando las espiralesM

cuando ese gran sueño se acabó,

<alvert y %ilson, &la0e y <laude

dispusieron un descanso para el pueblo de -ios,

en e;presión de /almer, mas despu!s

la confusión se abatió sobre nuestro pensamiento.

/

/oetas irlandeses, aprended vuestro oficio,



cantad todo lo que estC bien hecho,

burlaos de los que ahora crecen

informes desde los pies a la cabe#a,

sus cora#ones y cabe#as sin memoria

vilmente nacidos de viles lechos.

<antad a los labriegos, y despu!s

a los tenaces caballeros campesinos,

la santidad de los mones, y luego

la risa sala# de los bebedores de cerve#aM

cantad a los señores y señoras alegres

que fueron sepultados en arcilla

a lo largo de siete siglos heroicosM

volved la mente a otros días

para que en días venideros podamos ser

aún el indómito pueblo irland!s.

/!

&ao la cima desnuda del &en &ulben,

en el cementerio de -rumcliff, yace Yeats,

un antepasado suyo fue allí pCrroco

muchos años haM cerca se al#a una iglesia,

y una antigua cru# unto al camino.

$i mCrmol ni una frase ya manidaM

sobre piedra calcCrea del lugar,

como !l mandó estC grabada esta frase:

Fira fríamente



la vida, la muerte.

/rosigue, ineteZ

K de septiembre de )894



TRES "AN"!ONES "ON EL M!SMO ESTR!B!LLO!

l Iociferante <alderero si quer!is,

pero me llano Fannion,

y doy una pali#a a los tipos corrientes

y no creo que deba avergon#arme.

Lo corriente engendra lo corriente,

una ramera engendra una ramera,

así que cuando me en#ar#o con die#,

les arranco las cabe#as.

-e monte en monte montan montaraces monteros.

*odos los Fannion proceden de Fanannan,

que aunque sea rico en toda orilla

nunca deó atrCs cuatro paredes,

así era !l,

ni amCs enroeció un hierro

ni soldó cacerola o sart!nM

sus vociferaciones y gritos

los prefiere un vagabundo.


?i pudiese @ane la Loca demorar la vee#

y renovar el tiempo de vociferar,

si pudiese el vieo dios levantarse de nuevo

beberíamos untos una cuba o dos,

y saldríamos a imponer nuestro mando



en campo y en ciudad,

a arroar al lecho a pareas apropiadas

y a tirar por tierra a las otras.


!!

Fe llamo 1enry Fiddleton,

y no es pequeña mi heredad,

una casita olvidada empla#ada

en un verde que muerden tempestades.

Eriego el suelo, hago la cama,

cocino y lavo mi plato.

?ólo la posta y el ardinero

tienen llave de mi viea cancela.


+unque les he cerrado con llave mi cancela,

me dan pena todos los óvenes,

s! el oficio demoníaco que aprenden

de aquellos entre los que viven,

su bebida y su uego por el día,

sus robos por la nocheM

ha desaparecido el saber popular,

Ocómo pueden ser honrados los óvenesQ


<uando el domingo por la tarde

camino por las *ierras Ierdes



y llevo una casaca a la moda,

el recuerdo de la charla

de comadres y vieos estrafalarios

me abra#a y me da fuer#asM

no hay piloto encaramado

que sepa que he vivido tanto tiempo.


!!!

Ienid a mí, actores todos,

y alabad al Fil $ovecientos -iecis!is,

a aqu!llos del patio o el gallinero

o de la escena pintada

que lucharon en la Aficina de <orreos

o en torno al +yuntamiento,

volved a alabad a todo aquel que vino,

alabad a todo el que cayó.


O+ qui!n dispararon primero aquel díaQ

l actor <onnolly,

cerca del +yuntamiento murióM

tenía vo# y porteM

le faltaban esos años que aportan e;periencia,

pero mCs tarde podría haber sido

una figura brillante y famosa

ante la escena pintada.




+lgunos no pensaban vencer

mas salieron a morir

por la grande#a de 2rlanda,

para que remontara su cora#ónM

Opero qui!n sabe lo que ha de venirQ

/ues /atric0 /earse había dicho

que en cada generación

se ha de verter la sangre de 2rlanda.




LA TORRE NE(RA

-i que a los hombres de la viea torre negra,

aunque se alimenten igual que un cabrero,

gastado el dinero, agriado el vino,

no les falta nada que precise un soldado,

que a todos los obliga un uramento:

aquí no entran esos estandartes.

+llí en la tumba estCn los muertos de pie,

pero vienen de la costa los vientos:

tiemblan cuando rugen los vientos,

los vieos huesos en la montaña tiemblan.

sos estandartes vienen a sobornar o a amena#ar,

o a susurrar que es un loco

quien, olvidado su legítimo rey,

se ocupa de qu! rey impone su mando.

?i hace mucho que murió,

Opor qu! nos temes tantoQ

+llí en la tumba cae la pClida lu# de la luna,




l vieo cocinero de la torre que debe subir a gatas

para coger paaritos en el rocío de la mañana

cuando aún los hombretones dormitamos,

ura que oye el gran cuerno del rey,



pero es un perro mentiroso:

alerta estemos los obligados por un uramentoZ

+llí en la tumba la oscuridad se hace mCs negra,






")"H)LA!N "ONSOLAO

Sn hombre que tenía seis heridas mortales,

violento y famoso, caminó entre los muertosM

asomaron oos de las ramas y desaparecieron.

Luego ciertos ?udarios que hablaban entre ellos

vinieron y se fueron. ?e apoyó !l en un tronco

como para meditar sobre las heridas y la sangre.

Sn ?udario que parecía tener autoridad

entre aquellas cosas paariles vino, y deó caer

un fardo de ropa. -e dos en dos y tres en tres

vinieron arrastrCndose porque el hombre estaba inmóvil.

Y entonces el que trao la ropa dio:

=*u vida podría ser mucho mCs dulce si quisieras

obedecer nuestra antigua norma y hacer un sudarioM

principalmente porque por lo que sólo nosotros sabemos

el ruido de esos bra#os nos da miedo.

nhebramos los oos de las aguas, y todo cuanto hacemos

hemos de hacerlo untos.> -icho esto, el hombre

cogió el mCs pró;imo y se puso a coser.

=+hora debemos cantar lo meor que sepamos,

pero antes debes saber qui!nes somos:

todos cobardes condenados, asesinados por parientes

o e;pulsados de casa y abandonados a morir de miedo.>

<antaron, pero sin melodías ni palabras humanas,

aunque todo se hi#o en común como antesM



habían cambiado sus gargantas y ahora eran gargantas de pCaros.

B de enero de BDD



TRES "ANTOS E MAR"HA!

ecuerda todas aquellas generaciones renombradas,

dearon sus cuerpos para engordar a los lobos,

dearon sus casas para engordar a los #orros,

huyeron a leanos países, o se refugiaron

en caverna, grieta o aguero,

defendiendo el alma irlandesa.

<allad, callad, Oqu! puede decirseQ

Fi padre cantó esa canción,

pero el tiempo repara vieos males,

todo cuanto termina dead que se esfume.

ecuerda todas aquellas generaciones renombradas,

recuerda a todos los que se han hundido en su sangre,

recuerda a todos los que han muerto en el cadalso,

recuerda a todos los que han huido, a los que se han quedado,

quedado, y recibido muerte como una melodía

sobre una viea pandereta.





Eracasa, y que la historia se vuelva basura,

todo aquel gran pasado para inquietud de neciosM

quienes vengan detrCs se mofarCn de AB-onnell,



se mofarCn de la memoria de los dos AB$eill,

se mofarCn de mmett, se mofarCn de /arnell,

toda la nombradía que cayó.





!!

l soldado se enorgullece al saludar a su capitCn,

el devoto ofrece una rodilla a su ?eñor,

algunos montan a una yegua que engendró un purasangre,

*roya montó a su 1elenaM *roya murió y adoróM

las grandes naciones florecen en lo altoM

un esclavo se inclina ante otro esclavo.

OPu! es lo que marcha por el desfiladeroQ

$o, no, hio mío, todavía noM

aquel es un lugar aireado,

nadie sabe qu! es lo que pisa la hierba.

?abemos qu! pícaro poder ha mancillado,

la elevada inocencia que asesinara,

si no hubi!ramos nacido de aldeana cuna,

Odónde perdona el hombre si gana la pan#aQ

FCs temen la vida que vivimos,

Ocómo puede perdonar la menteQ





aqu!l es un lugar aireado,


OPu! pasa si no hay nada arriba allí en la cimaQ

O-ónde estCn los capitanes que gobiernan a la humanidadQ

OPu! es lo que arranca un Crbol vacío en su interiorQ

Sna rCfaga de viento, oh, un viento que marcha,

un viento de marcha, y un son cualquiera,

marchad, marchad, Oy cómo sigueQ



aqu!l es un lugar aireado,


!!!

Fi abuelo lo cantó bao la horca:

=Aíd, damas y caballeros, gentes todas:

bueno es el oro, y qui#C meor una mo#a,

pero los buenos golpes fuertes son un placer para el espíritu.>

+llí, de pie sobre el carro,

lo cantó de todo cora#ón.

Le habían robado su viea pandereta,

pero !l baó la luna

y tamborileó una melodíaM

le habían robado su viea pandereta.

=*uve una mo#a, pero se fue tras otro,



oro tuve, y desapareció en la noche,

bebidas fuertes, y me traeron pesar,

pero una causa buena y fuerte, y golpes tales, son un placer.>

*odos allí dieron en coro:

=?igue, sigue, buen hombre.>





=&ueno es el oro, y qui#C meor una mo#a,

no importa qu! ocurra y qui!n caiga,

pero una causa buena y fuerteU> "la soga dio un tirón,

y deó de cantar, muy estrecha ya la gargantaM

pero pataleó antes de morir,

lo hi#o por orgullo.







EN LAS SALAS E TARA

logio al hombre que en las salas de *ara

dio a la muer en su rega#o: =state quieta.

Ioy a cumplir ciento un años. <reo

que algo estC a punto de ocurrir,

creo que la aventura de la vee# comien#a.

+ muchas mueres les he dicho =state quieta>,

y les he dado cuanto una muer necesita,

techo, ropa buena, pasión, amor qui#C,

mas nunca pedí amorM si lo pidiera

de verdad sería vieo.>

Y entonces el hombre

fue a la <asa ?agrada y se puso entre el arado de oro

y la grada y habló en vo# alta para que pudieran

oír todos los presentes y las gentes que pasaban:

=1e amado a -ios, mas si pidiera ser correspondido

por -ios o por muer, llegada sería la hora de morir.>

Fandó que cuando fuera a cumplir ciento dos años

sepultureros y carpinteros hicieran tumba y ataúdM

vio que la tumba era honda y recio el ataúd,

llamó a las generaciones de su casa,

se tendió en el ataúd, deó de alentar y murió.



LAS ESTAT)AS

/itCgoras lo planeó. O/or qu! la gente miraba fiamenteQ

+ sus números, aunque se movieran o parecieran moverse

en mCrmol o bronce, les faltaba carCcter.

/ero mo#os y muchachas, pClidos por al amor imaginado

de lechos solitarios, sí sabían lo que eran,

que la pasión podía infundir suficiente carCcter,

y apretaban a medianoche en un lugar público

labios vivos sobre un rostro medido con plomada.

$oZ FCs grandes que /itCgoras, pues los hombres

que con ma#o o cincel modelaron

estos cClculos que parecen una mera carne cualquiera,

dearon todas las inmensidades asiCticas,

y no las hileras de remos que surcaban

la espuma de mil cabe#as en ?alamina.

uropa apartó esa espuma cuando Eidias

dio sueños a las mueres y a !stos su espeo.

Sna imagen cru#ó las mil cabe#as, se sentó

bao la sombra del trópico, se hi#o lenta y redonda,

no un 1amlet delgado de papar moscas, un gordo

soñador del Fedievo. Los vacíos globos oculares

sabían que el conocimiento aumenta la irrealidad,

que un espeo en otro refleado es cuanto se ve.

<uando concha y gong anuncian la hora de bendecir

Drimal0in se arrastra hasta la vacuidad de &uda.



<uando /earse llamó a <uchulain a su lado,

Oqu! recorrió la Aficina de <orreosQ OPu! intelecto,

cClculo, número, medida, respondióQ

$osotros irlandeses, nacidos en aquella antigua secta

pero arroados a esta sucia inmunda marea moderna

y destro#ados por su informe furia procreadora,

subimos a nuestra propia oscuridad, para tra#ar

las facciones de un rostro medido con plomada.

8 de abril de )894



NOT!"!AS PARA EL OR5")LO E EL+OS!

+llí yacían todos los dorados veetesM

allí el rocío plateado,

y el agua inmensa suspiraba de amor,

y tambi!n el viento.

<olectora de hombres, $iamh se indinó y suspiró

por Aisin sobre la hierbaM

allí suspiró entre su coro de amor

el alto /itCgoras.

Iino /lotino y miró en derredor,

escamas de sal sobre el pecho,

y despu!s de desespere#arse y boste#ar un rato

yació suspirando como los demCs.

!!

+ lomos de un delfín cada uno,

y sostenido por una aleta,

esos 2nocentes reviven su muerte,

sus heridas se abren de nuevo.

Las aguas estCticas ríen, porque

sus gritos son melodiosos y e;traños,

bailan con sus formas ancestrales

y los brutos delfines se sumergen

hasta que, en alguna bahía protegida por acantilados

en la que camina por el agua el coro de amor



ofreciendo sus sagradas coronas de laurel,

se desembara#an de sus fardos.

!!!

-elgada adolescencia que ha desnudado una ninfa,

/eleo contempla a *etis.

?us miembros son tan delicados como un pCrpado,

el amor lo ha cegado con lCgrimasM

pero el vientre de *etis escucha.

/or las paredes de la montaña

donde se halla la caverna de /an

una música intolerable desciende.

Iil cabe#a caprina, bra#o brutal aparecenM

vientre, hombro, culo,

como de pe# destellanM sCtiros y ninfas

copulan en la espuma.



LA MOS"A ,AN4)!LAR(A

/ara que la civili#ación no se hunda,

perdida su gran batalla,

ha# callar al perro, ata al pony

a un poste leano.

<!sar, nuestro señor, estC en la tienda

donde se hallan los mapas desplegados,

sus oos fios en la nada

y apoyada en la mano la barbilla.

<omo una mosca #anquilarga sobre el río

su mente se mueve en el silencio.

/ara que las torres e;celsas sean quemadas

y los hombres recuerden ese rostro,

mu!vete levemente, si es que te debes mover,

en este solitario lugar.

lla piensa, una parte muer y tres de niña,

que nadie la miraM sus pies

ensayan el andar del vagabundo

aprendido en la calle.



/ara que en la pubertad encuentren las muchachas

al primer +dCn en su pensamiento,

cierra la puerta de la capilla papal,

mant!n fuera esas niñas.



+hí en ese andamio se recuesta

Figuel +ngel.

?in mCs ruido que el que hacen los ratones

mueve su mano de un lado a otro.





)NA "ABE,A E BRON"E

+quí a la derecha de la entrada, esta cabe#a de bronce,

humana, sobrehumana, oos redondos de pCaro,

todo lo demCs marchito y momificado.

OPu! gran asiduo de tumbas barre el cielo leano

3algo puede permanecer allí, aunque todo lo demCs muera,

y nada halla allí que haga su terror menos

hysterica passio de su propio vacíoQ

$inguna asidua de tumbas oscuraM su forma toda plena,

como con la magnanimidad de la lu#,

aunque una muer dulcísimaM Oqui!n puede decir

cuCl de sus formas ha mostrado meor su esenciaQ

A tal ve# la esencia sea compuesta,

que era lo que creía el profundo Fc*aggart, y que en el aliento

se contenía el e;tremo de la vida y la muerte.

/ero incluso en el momento inicial, nueva y flamante,

vi lo salvae en ella y pens!

que una visión de terror que debía atravesar

había sacudido su alma. La propincuidad había llevado

a la imaginación a ese punto en el que se desprende

de todo cuanto no es ella misma: yo había enloquecido

y vagaba por ahí susurrando: =Fi niña, mi niñaZ>

A la creí sobrenaturalM como si oos

mCs severos miraran con los suyos

este mundo vil en su declinar y caídaM



ra#as larguiruchas engrandecidas, grandes ra#as resecas,

perlas ancestrales tiradas a una pocilga,

el bufón y el granua que se burlan del sueño heroico,

sin saber qu! podría salvarse para la masacre.



)NA /AR!TA E !N"!ENSO

O-e dónde vino toda aquella furiaQ

O-e una tumba vacía o del vientre de la IirgenQ

?an @os! creía que se fundiría el mundo

pero le gustaba cómo olía su dedo.



/O, PERR)NA

/orque amamos los cerros y los Crboles raquíticos,

y fuimos los últimos en elegir la vida sedentaria,

el aburrimiento del pupitre o el de la pala, porque

llevamos tanto años en compañía de un perro,

nuestra vo# llega leosM y, aunque con sopor,

algunos casi despiertan y renuevan su elección,

echan a ladrar, proclaman su nombre oculto: =Io# perruna>.

Las mueres que escogí hablaban dulcemente en vo# baa,

y aun así ladraban. =Ioces perrunas> eran todas.

$os elegíamos a gran distancia, y sabíamos

qu! hora de terror acude a poner a prueba el alma,

y en nombre de ese terror obedecimos la llamada,

y comprendimos, algo que no comprendía nadie mCs,

esas imCgenes que en la sangre despiertan.

+lgún día nos levantaremos antes de que amane#ca

y hallaremos a nuestros vieos perros a la puerta

y despiertos sabremos que prosigue la ca#aM

dando traspi!s sobre el rastro ensangrentado una ve# mCs,

y luego sobre la presa unto a la orilla,

luego limpiando y vendando las heridas,

y cantos de victoria rodeados de perros.



LAMENTO E *OHN >!NSELLA POR MRS. MARMOORE

Sn final sangriento y repentino,

un disparo o un dogal,

porque la Fuerte, que se lleva lo que quisiera retener el hombre

dea lo que !ste querría perder.

?e podría haber llevado a mi hermana,

a mis primos por docenas,

pero nada mCs satisfi#o a la tonta

que mi querida Fary Foore.

$inguna otra sabe lo que gusta al hombre

en la mesa o en la cama.

O<ómo encontrar! muchachas bonitas

ahora que estC muerta mi viea alcahuetaQ

+unque dura para cerrar un trato,

como un vieo udío,

cerrado el trato reíamos y charlCbamos

y vaciCbamos muchas cubasM

Ah, ella sabía ciertas historias

3pero no para oídos del cura

para mantener viva el alma de un hombre,

desterrar la vee# y las penas,

y como era viea ponía elocuencia

en todo cuanto decía.





l cura tiene un libro que dice

que a no ser por el pecado de +dCn,

el ardín del d!n aún estaría allí,

y dentro de !l yo.

+llí no falla ninguna esperan#a

ni cesa ninguna grata costumbre,

ningún hombre enveece, ni ninguna mo#a se vuelve fría,

sino que los amigos pasean con sus amigos.

OPui!n por perras gordas pelea

si toma su pan de los CrbolesQ





PALABRAS ELE/AAS

Los desfiles en que no hay #ancos no tienen nada que llame la atención.

Pu! importa que mi bisabuelo tuviera un par, de veinte pies de largo,

y quince los míos 3ningún moderno se pasea mCs alto,

algún granua los robó para reparar una cerca o hacer leña.

/orque el pony pica#o, el oso con correa, el león enaulado son poco vistosos,

porque los niños piden la típula sobre los dedos de madera de sus pies,

porque las mueres en los pisos superiores piden un rostro en el cristal,

que remendando los vieos tacones !stos chirríen, coo escoplo y cepillo.

Falaquías el de los #ancos soy yo, todo lo que aprendí ha hecho furor,

de cuello a cuello, de #anco a #anco, de padre a hio.

*odo metCfora, Falaquías, los #ancos y demCs. Sna barnacla

muy arriba en la e;tensión de la nocheM !sta se entreabre e irrumpe la auroraM

a trav!s de la tremenda novedad de la lu#, me paseo, me paseoM

esos grandes caballitos de mar muestran sus dientes y de la aurora se ríen.



LAS APAR!"!ONES

/orque hay seguridad en la mofa

habl! sobre una aparición,

no me esforc! por convencer

o parecer creíble a un hombre sensato

que desconfía de ese oo popular,

ya sea auda# o sigiloso.

Puince apariciones he vistoM

la peor un abrigo en un perchero.

$o he encontrado nada que valga la mitad

que mi soledad a medias tanto ansiada,

donde puedo quedarme en vela media noche

con un amigo lo bastante saga#

como para no permitir que su mirada

diga si soy ininteligible.



<uando un hombre enveece, su dicha

se hace mCs profunda día tras día,

su cora#ón vacío se colma finalmente,

pero necesita todo ese vigor

a causa de la $oche que crece

y abre su misterio y el miedo.





)N NA"!M!ENTO

OPu! muer es esa que ahí abra#a a su hioQ

Atra estrella ha golpeado una orea.

OPu! hi#o que brillen tanto los ropaesQ

$o un hombre, sino -elacroi;.

OPu! hi#o impermeable el techoQ

l alquitranado de Landor en el teado.

OPu! aparta la mosca y la polillaQ

2rving y su orgullosa pluma.

OPu! e;pulsa al bribón y al idiotaQ

*aima y su trueno.

O/or qu! estC aterrori#ada la muerQ

O/uede tener piedad esa miradaQ



EL HOMBRE EL E"O

El hombre. n un tao que se llama +lt

bao una piedra rota me detengo

en el fondo de una sima

que nunca iluminó el mediodía.

*odo cuanto he dicho y hecho,

ahora que estoy vieo y enfermo,

se vuelve un interrogante, hasta

que ya#go despierto noche tras noche

y nunca obtengo la respuesta acertada.

OEue aquel drama mío el que incitó

a hombres que fusilaron los inglesesQ

O*urbaron en demasía mis palabras

la mente enaenada de aquella muerQ

O/udieron las palabras que die haber parado

lo que provocó la ruina de una casaQ

Y todo parece maligno hasta que insomne

me tienda y muera.

El eco. Fe tienda y muera.

El hombre. so eludiría

la gran obra del intelecto espiritual

y lo eludiría en vano. $o hay liberación

en un puñal o una enfermedad,

ni puede haber obra tan magnífica

como la que limpie la pi#arra sucia del hombre.



n tanto puede !ste conservar su cuerpo,

el vino o el amor lo drogan para dormir,

y al despertar agradece al ?eñor

tener aún cuerpo y su estupide#,

mas cuando acaba el cuerpo ya no duerme,

y hasta que su intelecto estC seguro

de que todo estC dispuesto con un claro designio,

persigue los pensamientos que persigo,

luego llama a uicio a su alma

y, reali#ada la obra, recha#a todo

cuanto procede del intelecto y la vista

y al final en la noche se sumerge.

El eco. n la noche.

El hombre. Ah, Io# /!trea,

Oen esa gran noche nos regociaremosQ

OPu! sabemos salvo que estamos

aquí el uno frente al otroQ

Fas calla, pues se me ha ido lo que decía,

su úbilo o su noche un sueño semeanM

allC arriba un halcón o una lechu#a

ha sonado al caer de una roca o del cielo,

y un coneo herido estC chillando,

y su grito distrae mi pensamiento.



LA ESER"!#N E LOS AN!MALES EL "!R"O!

&usqu! un tema y lo busqu! en vano,

lo busqu! a diario durante seis semanas.

*al ve# al final, ya que estoy destro#ado,

me deba contentar con mi cora#ón, aunque

invierno y verano hasta empe#ar la vee#

los animales de mi circo todos se e;hibían,

aquellos #ancudos, aquel carro bruñido,

el león y la muer y -ios sabe qu! mCs.

!!

OPu! puedo hacer sino enumerar vieos temasQ

/rimero, a Aisin, a caballo del mar, arrastrado

por tres islas encantadas, alegóricos sueños,

vana alegría, vana batalla, vano reposo,

temas del cora#ón amargado, o así parece, que pueden

adornar las vieas canciones o los espectCculos de la corteM

Opero qu! me importaba a mí lo que lo hi#o cabalgar,

Cvido como yo estaba del seno de su esposa fe!ricaQ

Y luego una verdad opuesta completó la comedia,

La Condesa Cathleen fue como la llam!M

loca de piedad, ella entregó su alma,

mas el <ielo imperioso intervino para salvarla.

<reí que mi amada debía destruir su alma,

tanto la esclavi#aban el fanatismo y el odio,



y con esto di lu# a un sueño, y muy pronto

tuvo este sueño todo mi amor y mis pensamientos.

Y cuando el Loco y el <iego robaron el pan

<uchulain luchó con el mar indomableM

misterios del cora#ón, y cuando todo se diga,

fue el propio sueño el que me encantó:

carCcter aislado por una ha#aña

para acaparar el presente y dominar la memoria.

/ara los actores y los escenarios pintados fue todo mi amor

y no las cosas de las que eran emblemas.

!!!

+quellas imCgenes imperiosas por completas

crecieron en una mente pura, pero OcuCl fue su origenQ

Sn montón de desechos o la basura de una calle,

vieas cacerolas y botellas, y un bidón roto,

vieos hierros, huesos y harapos, esa delirante muer#uela

a cargo de la caa. +hora que ya no tengo escalera,

debo tenderme donde empie#an todas las escaleras,

en la sucia trapería del cora#ón.



LA POLT!"A

n nuestro tiempo, el destino del hombre presenta su significado en t!rminos políticos.

*1AF+? F+$$

O<ómo puedo, estando ahí esa muchacha,

fiar mi atención

en la política de oma,

spaña o usiaQ

Y aun así, aquí hay un hombre que ha viaado

y sabe de qu! habla,

y allí un político

que ha leído y meditado,

y tal ve# sea cierto lo que dicen

de la guerra y las amena#as de guerra,

pero, ay, si fuera oven de nuevo

y la tuviera en mis bra#osZ



ESOBRE LA "ALERA

$1&3&'



6POR 4)7 LOS /!E*OS NO EBERANENLO4)E"ER8

O/or qu! los vieos no deberían enloquecerQ

1ay quien ha visto a un oven prometedor

que tenía un firme pulso para pescar con caña

volverse un periodista borrachoM

una muchacha que se sabía todo -ante

acabar dCndole hios a un imb!cilM

una 1elena que soñaba con el bienestar social

subirse a una vagoneta a gritar.

+lgunos creen que es normal que el destino

mate de hambre a los buenos y ayude a los malos,

que si sus vecinos se mostraran claramente

como sobre una cortina iluminada

no encontrarían una sola historia

de una mente dichosa y entera,

una meta digna del comien#o.

Los óvenes no saben nada de esto,

los vieos observadores bien lo sabenM

y cuando saben lo que cuentan los vieos libros,

y que no hay nada mCs que rascar,

saben por qu! un vieo debería enloquecer.



*ANE LA LO"A EN LA MONTAA

stoy cansada de maldecir al Abispo

3dio @ane la Loca,

nueve libros o nueve sombreros

no harían de !l un hombre.

1e encontrado algo peor

sobre lo que meditar.

Sn rey tenía unos primos hermosos,

mas Oadonde se han idoQ

Dolpeados hasta morir en un sótano,

y !l aferrado a su trono.

+noche me acost! en la montaña

3dio @ane la Loca,

y allí en un coche de dos caballos

sobre dos ruedas iba

sentada mer la de la gran veiga,

y su violento esposo,

<uchulain, sentado al lado.

ntonces,

sosteni!ndome de rodillas,

bes! una piedraM

me tendí en el lodo

derramando lCgrimas.

Poesia Reunida

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