Poetas de lo AuténticoPoetas de lo Auténtico Antonio Rodríguez Jiménez analiza la lírica...

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Poetas de lo Auténtico Antonio Rodríguez Jiménez analiza la lírica española desde la generación del 27 hasta nuestros días M.M. NARRATIVA: ‘LOS AÑOS DE LA NIEBLA’, DE ALEJANDRO LÓPEZ ANDRADA; ‘BREVE RELACIÓN DE VIDAS EXTRAORDINARIAS’, DE MARTÍN OLMOS; ‘NO’, DE SAÏD EL KADAOUI. ENSAYO: ‘EL ESPEJO DE LOS VIVOS’, DE ANTONIO ENRIQUE. POESÍA:‘NARCISO Y ECOS’, DE JUAN V. PIQUERAS; ‘LA EPIFANÍA’, DE JOSÉ LUIS REY Libros El escritor y director de cine habla sobre su última novela, ‘La dulzura’, en una entrevista con Pedro M. Domene. Múgica aborda su proceso crea- tivo, la búsqueda de la dificultad, pero también temas como el terroris- mo y el dolor de las víctimas que no han sido reparadas moralmente DANIEL MÚGICA PREMIO NACIONAL DE FOMENTO DE LA LECTURA SUPLEMENTO CULTURAL DE DIARIO CÓRDOBA DIRECTOR: FRANCISCO LUIS CÓRDOBA BERJILLOS COORDINADOR DEL SUPLEMENTO: FRANCISCO EXPÓSITO EXTREMERA AÑO XXXI. NÚMERO 1279 SÁBADO, 24 DE FEBRERO DEL 2018

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Poetas de lo AuténticoAntonio Rodríguez Jiménez analiza la lírica española desde la generación del 27 hasta nuestros días

M.M.

NARRATIVA: ‘LOS AÑOS DE LA NIEBLA’, DE ALEJANDRO LÓPEZ ANDRADA;

‘BREVE RELACIÓN DE VIDAS EXTRAORDINARIAS’, DE MARTÍN OLMOS; ‘NO’, DE

SAÏD EL KADAOUI. ENSAYO: ‘EL ESPEJO DE LOS VIVOS’, DE ANTONIO ENRIQUE.

POESÍA:‘NARCISO Y ECOS’, DE JUAN V. PIQUERAS; ‘LA EPIFANÍA’, DE JOSÉ LUIS REY

LibrosEl escritor y director de cine habla sobre su última novela, ‘La dulzura’, en una entrevista con Pedro M. Domene. Múgica aborda su proceso crea-tivo, la búsqueda de la dificultad, pero también temas como el terroris-mo y el dolor de las víctimas que no han sido reparadas moralmente

DANIEL MÚGICA

PREMIO NACIONAL DE FOMENTO DE LA LECTURA

SUPLEMENTO CULTURAL DE DIARIO CÓRDOBA

DIRECTOR: FRANCISCO LUIS CÓRDOBA BERJILLOS

COORDINADOR DEL SUPLEMENTO: FRANCISCO EXPÓSITO EXTREMERA

AÑO XXXI. NÚMERO 1279

SÁBADO, 24 DE FEBRERO DEL 2018

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NARRATIVA

Regreso al mundo ruralLópez Andrada publica su segundo libro de la trilogía del medio rural

Para algunos, el regreso literario al mundo ru-ral se presenta como una oportunidad, una

moda, una forma de viaje cul-tural. Pero en la obra de López Andrada ese viaje es tremenda-mente sincero, emocional y hu-mano. El autor no es un hom-bre que vuelve al campo por in-tereses editoriales. Él nunca lo ha abandonado: ahora en la ciu-dad este escritor es un exiliado del mundo rural, un elemento más de esa naturaleza nutricia arrancado de un hábitat que an-sía y lleva siempre en el corazón. Porque el autor sabe que deba-jo del asfalto está la tierra, y, en lo hondo de los parques, trinan los jilgueros o saltan los mirlos. Aquí, en este libro, López Andra-da bucea en sus recuerdos de la infancia y vive la naturaleza desde dentro, como uno más de aquellos pastores con los que vi-vió: «Aprendí a entender la voz del arco iris sobre los olmos des-pués de la tormenta» (pág. 33), o «yo conocí en otro tiempo, no lo olvido, la lengua del frío soplan-do entre mis párpados cuando marchaba camino del colegio» (pág. 99). El autor siente en sus venas esa naturaleza indómi-ta hoy día, en tiempos de crisis y hastío urbanita, haciendo oír su voz en el rumor de los cho-pos o en el óxido crepuscular de los cielos de su infancia. Pa-ra él la vuelta a la naturaleza es un regreso a sus orígenes, a un paraíso perdido cuya evocación lo trasciende en una naturaleza que es divina: «La fe del pastor era entonces como un árbol ra-mificando la esencia de su espí-ritu en la tierra y el cielo, en la luz y la oscuridad» (pág. 42). Na-turaleza divina como la de los

Alberto Monterroso

clásicos grecolatinos y el Rena-cimiento, y que en la portento-sa voz de López Andrada resurge plena de humanismo, garantía de valores totalmente contra-puestos a los de la sociedad ur-bana actual, que oprime al in-dividuo con el consumismo y el egoísmo más feroces.

Pocos libros hay tan hondos y auténticos como este, Los años de la niebla. Los últimos pastores, perte-neciente a la trilogía del mundo rural, que Alejandro López An-drada acaba de publicar en la edi-torial Almuzara. Durante los últi-mos treinta años el autor vallesa-no (Villanueva del Duque, 1957) ha publicado poemarios porten-tosos, El valle de los tristes (1985), Códice de la melancolía (1989), La tumba del arco iris (1994), Los pá-jaros del frío (2000), La tierra en sombra (2008), Las voces derrotadas

(2011), que le han valido los más prestigiosos premios literarios: el Hispanoamericano de poesía Ra-fael Alberti, Nacional de poesía José Hierro, premio Andalucía de la Crítica, el Ciudad de Salaman-ca, el Fray Luis de León, etc...

Recientemente, Hiperión ha editado una antología poética de López Andrada, seleccionada y prologada por Antonio Colinas. En prosa ha publicado ensayos, recopilaciones de artículos y más de 15 novelas, entre ellas el Libro de las aguas (2007), adaptada al cine por Giménez-Rico, o la más reciente, Los perros de la eternidad, Premio Jaén de Novela 2016. En todos sus libros la palabra de López Andrada conecta directa-mente con la emoción del lector e ilumina la evocación de aquel mundo perdido que solo puede describir con honda sinceridad y

conocimiento quien se reconoce como «el último hombre que ha-bla con los pájaros». Resplandece en su prosa el compromiso ético y una estética de sinestesias que dibujan aquella España deshila-chada que abocaba a los pastores a la fatiga y el remiendo, a la po-breza y la miseria que, a pesar de sus dentelladas, no podía devas-tar la ilusión de unas personas metamorfoseadas con la natura-leza y por ello trascendidas.

Los años de la niebla. Los últimos pastores respira humanismo. Es como un relámpago de luz que baña de dignidad a los pastores, el frío y las encinas, los chozos en mitad de la sierra, los pájaros y las plantas.

El libro es una hermosa elegía por un mundo rural ya desapa-recido, el dolor por la infancia pura, ya perdida, el hambre y la dureza de aquellos inviernos de escarcha y bruma. Frente a ello, la naturaleza se yergue co-mo un refugio auténtico y sere-no, que trasciende al hombre en comunión lírica con el paisaje. López Andrada nos envuelve en una prosa poética de un lirismo estremecedor que nos permite oler, mientras leemos, la cande-la de los pastores, la lana recién cortada en el esquilo, el miedo al lobo en la espesura de la sie-rra, la tierra mojada por la lluvia y la inclemencia de la escarcha. Hombres y mujeres que, en me-dio de la madre naturaleza, vi-ven la injusticia con humildad, sin rencor.

SÁNCHEZ MORENO

Alejandro López Andrada.

‘Los años de la niebla (Los últimos pastores)’. Autor: Alejandro López Andrada. Editorial: Almuzara. Córdoba, 2018.

SERES DE BABEL

Genio y figura

Manuel Gahete

Hay tres clases

de hombres:

aquellos que

se dedican

a mirarse el

ombligo sin

importarles

nada ni nadie excepto su

ego omnipresente; los que

dejan que la existencia los

traspase sin discernir lo

que debe ser o no motivo

de superación y sacrificio;

y aquellos otros que se

toman en serio el hecho de

existir y su compromiso con

el mundo que los rodea,

nuestro mundo, con el

que nos obligamos cuando

nacemos a procurar que sea

cada día más justo. Rafael

López Cansinos pertenecía a

esta tercera clase de hombres

porque siempre fue leal

a sus convicciones, litigó

por ellas y supo dejar una

huella inmarcesible en el

corazón de todos los que

llegamos a compartir con él

la vida y la palabra. Llevaba

el periodismo en la sangre

pero no olvidó nunca que era

un medio para alcanzar el

alma de los otros. Su dicción

calaba en el ánimo porque

surtía plena de inteligencia

y emoción. Hasta el final de

sus días respiró Córdoba con

envidiable porte y agudeza.

CUENTOS

‘Cuentos completos’. Autor: Rafael Mir Jordano. Editorial: Diputación de Córdoba. Córdoba, 2018.

Rafael Mir Jordano reúne en este amplio volumen editado por la Diputación de Córdoba más de 300 relatos, de los que 160 son inéditos. Estos cuentos se compi-lan ahora tras aparecer en cinco libros anteriores. Mir, que ha pu-blicado novelas y teatro, vuelca aquí toda su sabiduría y su hu-mor para construir una publica-ción que no decepcionará.

CUENTOS

Considerada como una de las mejoras autoras de cuento y mi-crorrelato de las letras hispanas, Julia Otxoa publica ahora Confe-siones de una mosca. En el prólogo, Mateo Díez asegura que es «una de las propuestas narrativas más inquietantes y sugerentes que he leído en mucho tiempo». En el li-bro se apuntan destellos surrea-listas y un humor satírico.

‘Confesiones de una mosca’. Autora: Julia Otxoa. Editorial: Menos Cuarto Ediciones. Palencia, 2018.

NOVELA

Esta novela es la ópera prima de Darryl Ponicsán, con la que fue reconocido entre los grandes autores del momento y que, en 1973, sería llevada al cine, pro-tagonizada por Jack Nicholson. Cuenta el viaje de iniciación y descubrimiento protagonizado por dos marineros y un joven que debe cumplir condena por hurto en una prisión naval.

‘El último deber’. Autor: Darryl Ponicsán. Editorial: Berenice. Córdoba, 2017.

NARRATIVA INFANTIL

Éste es un libro ideal para los co-legios. El autor nos sumerge en increíbles aventuras con Urko, Luna, Jolie, Garramplán, Viole-ta, Holly o el erizo fantasma. Se trata de seis cuentos ilustrados llenos de ternura, diversión e in-triga. Un libro infantil ideal pa-ra colegios lleno de valores, que ayuda a concienciar y superar el acoso escolar.

‘Viaje al mundo de mis sueños’. Autor: Marcos Antonio López Zaragoza. Editorial: Círculo Rojo. Almería, 2017.

CUENTOS

La periodista Xenia García publi-ca en Talentura el libro de cuen-tos El trigo que cae, en el que se in-cluyen 20 relatos en los que nada es lo que parece. La autora mane-ja la concisión, la sugerencia y la perspicacia con gran control. Son historias en las que aparece la in-comunicación, la maternidad o la culpa. Xenia García ha colabo-rado en varias antologías.

‘El trigo que cae’. Autora: Xenia García. Editorial: Talentura. Madrid, 2017.

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Pedro M. Domene

Daniel Múgica es escritor y di-rector de cine. Nació en 1967 en San Sebastián y a lo largo de los treinta años de oficio

ha desarrollado una extensa labor como columnista de opinión en distintos dia-rios y revistas de difusión nacional, ejer-ciendo tanto de reportero como de en-trevistador. Es tertuliano político de ra-dio y televisión, conferenciante, director de cursos de escritura creativa de nove-la y guión. Su primera novela, En los hi-los del títere (1988), es la opera prima de un joven urbano y una aproximación a la maldad, comprendida como una suerte de acontecimientos generados, aparen-temente, desde una ciudad depredado-ra que van recorriendo diversos grupos de jóvenes a ritmo marcado por sus pro-pias derrotas. Daniel Múgica se convertía así en un firme valor de la narrativa es-pañola, y confirmaba su inequívoca pre-sencia en su siguiente obra, Uno se vuel-ve loco, editada por Planeta un año más tarde, Premio Ateneo de Sevilla. En esta ocasión, una misteriosa chica llamada Gloria muere repentinamente, y Max, su compañero, comprende que tras un año de convivencia no sabe nada de ella. Ini-cia una investigación que acabará por lle-varle a un intrincado laberinto de sordi-dez y violencia.

El autor emplea un lenguaje rápido y conciso y describe el descarnado mundo por donde se mueven los protagonistas. Novela de gran fuerza expresiva, ágil y dramática. Le seguirían los títulos La mujer que faltaba (Planeta, 1993), La ciudad de aba-jo (Plaza y Janés, 1996), El poder de la sombra (Alfaguara, 1988), Corazón negro (Plaza y Ja-nés, 1988), Malasaña (Plaza y Janés, 2000) o Bienvenido a la tormenta (Minotauro, 2014). Autor del libro de relatos Mar Calamidad (Mondadori, 1990) y una saga juvenil que protagoniza Alba, que arranca con Alba y los cazadores de arañas, Alba y la maldición gamada, Alba y el recaudador de agua y Alba y el laberinto de las sombras (Anaya, 1995). Creador y guionista de La virtud del asesino (serie de RTVE, 1997), dirigió y escribió el largometraje Matar al Ángel (2003), así co-mo Pepo (con Juan Diego y Emma Suárez) y Año Cero (TVE, 2001).

Su novela más reciente, La dulzura, ha obtenido el Premio Jaén de Novela 2017. Es la historia de la joven Gadea que des-aparece el mismo día en el que, un 11 de marzo, en la estación madrileña de Ato-cha, los trenes estallan.

-¿Cuando uno empieza a escribir lo hace siempre sobre posibles experiencias ?-Se tiende a transformar la experiencia más lo soñado, positivo y negativo, en fic-ción.

‘la dulzura’ es la novela más reciente de daniel múgica (san sebastián,

1967). con este libro obtuvo el Premio Jaén de novela 2017. detrás de

este escritor y director de cine hay ya una amPlia trayectoria

Daniel Múgica

bertad y que el amor es hijo de la libertad. Los personajes se mueven en los territo-rios grises que se encuentran entre el bien y el mal, lo que nos hace humanos, lo que sentimos todos, al menos los que nos con-sideramos decentes desde la moral, en la acción.

-Permítame preguntarle si, ¿detrás de to-da tragedia hay algo hermoso?-Sí. Me reitero. La dulzura es un ejercicio de hermosura. Estás triste, llegas a casa, tu pareja o tus hijos te abrazan, la triste-za mengua. Incluso la comedia nace de la tragedia, pues sin conflicto no hay novela. La hermosura es una ética y una estética capaz de desbrozar la senda de la pena.

-¿El terrorismo puede entenderse como un sentimiento humano?-¿El fanatismo asesino es un sentimien-to humano? Nunca. Es la desviación más cruenta de lo humano, donde los senti-mientos no caben y cuyo único diálogo, el nuestro con ellos, en palabras de mi pa-dre, es el de la escoba con la basura.

-¿La referencia inequívoca a Pedro Casa-riego es una deuda de amigo o en realidad un tema colateral en su novela?-Ambas, primando el homenaje a lo gigan-te de su poesía y a su figura bruñida de bondad.

-La desaparición de Gadea se convierte en toda una reflexión para justificar la his-toria de ‘La dulzura’?-No es atributo de una novela justificar nada. La desaparición del personaje pro-tagónico, del que no se sabe si está viva o muerta, responde a la necesidad de contar cómo el amor recíproco que sienten los de-más personajes hacia ella nos engrandece y nos hace vulnerables al mismo tiempo, una de nuestra más bellas contradiccio-nes.

-El lector debe entender que predomina una historia de amor en su faceta más amplia frente al drama de la barbarie te-rrorista?-En efecto, es lo que sucede.

-Gadea es, desde el principio, un persona-je complicado, pero ¿la enfermedad men-tal de la protagonista sirve, de alguna for-ma, para poner en jaque a una normativa social establecida?-A los esquizofrénicos se les suele achacar maldad, un estigma social a erradicar. Los enfermos mentales, a diferencia de los cuerdos, muestran sus afectos y emocio-nes ajenos a lo correcto, por lo que siem-pre son veraces y dulces, desde un amor casi puro, digo casi porque lo puro, para un agnóstico, no existe. La idea de la pu-reza, la ideológica, es la que desencadena las guerras.

-La actitud ante la vida de Gadea, inclu-so el drama de su desaparición, ¿es una forma de salvar al resto de personajes, in-cluidos tantos anónimos víctimas del te-rrorismo?-Las víctimas del terrorismo, en un estado democrático, han caído por escoger vivir en un sistema de opciones. Están salvadas per se, los anónimos y los conocidos. Los familiares de las víctimas exigimos la re-paración moral de nuestros difuntos, algo que no ha afrontado ningún gobierno. Me asquea.

-Una vez leída esta novela, ¿qué queda de aquel joven terrible?-Lo urgente y necesario, la rebeldía contra la injusticia.

del títere’ (1988), con apenas veinte años, hasta ‘La dulzura’ (2017), ya con cincuen-ta, ¿qué ha pasado?-Las canas de lo vivido te convierten en más cauto y más atrevido en cualquier va-riante. No es una contradicción, se trata de mezclar con mimo el blanco y el negro que nos habita.

-¿Y ese largo silencio literario, de alguna manera, se ha convertido en todo un pro-ceso terapéutico?-Me resultaba fácil escribir, así que decidí dejar de publicar para seguir escribiendo todos los días y encontrar la dificultad, y al trabajar desde el hallazgo reinventar mi prosa y añadir recursos propios a la técni-ca literaria.

-En un principio, en su novela ‘La dulzu-ra’, ¿debemos entender que exista mu-cha idea sobre el concepto del bien y del mal?-No. Lo que predomina es la idea de la li-

«Los familiaresde las víctimas exigimos la reparación moral de nuestros difuntos, algoque no ha afrontado ningún gobierno»

Daniel Múgica.

ANA MAINSONAME

-Una vez transcurrido el tiempo, literaria-mente hablando, ¿predomina más la emo-ción a la hora de plantear una historia? -En mi novela La dulzura (2017), para con-tar una historia de amor en un atentado, solo se podía encarar desde la emociones, a fin de lograr tres objetivos: un ritmo sos-tenido, que las palabras penetrasen el co-razón del lector y que se leyese, pese a la tragedia, de una manera hermosa.

-Desde una primera novela, ‘En los hilos

Cuadernos del Sur AA Entrevista Diario CÓRDOBASÁBADO24 DE FEBRERO DEL 2018 3

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La insaciable sed de Narciso

El autor que acude a los clásicos grecola-tinos con sed literaria sabe que la fuente es abundante, siempre que no se limite, y ahí estriba el riesgo, a ser un eco más

de esa voz remota y se arroje a la heroica em-presa de establecer un diálogo; de aportar una mirada nueva. Juan Vicente Piqueras (Valencia, 1960) nos ofrece en Narciso y ecos el resultado de este intercambio, una historia que, nos cuenta, ha sido agónica, al prolongarse durante años y países, pasando, como si de Ulises se tratase, por una larga serie de vicisitudes antes de adquirir la forma y contenido con el que llega a nuestras manos. Narciso fue un mito que ya nació con vo-cación moralizante: trataba de advertir a los jó-venes helenos sobre el exceso de egolatría. Desde entonces, esa dramática fascinación por su pro-pia imagen reflejada en el río, que le llevará a

José García Obrero

‘Narciso y ecos’. Autor: Juan Vicente Piqueras. Edita: Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2017.

la muerte, ha sido profusamente revisitada por poetas, de los que Piqueras recoge algunas com-plicidades literarias. Y es que, en la versión del valenciano, hay un ambicioso propósito: condu-cir hasta el río a los nuevos narcisos; a una socie-dad enferma de un individualismo cada vez más acusado; al hedonismo que nos incapacita para amar; a la soledad como mal endémico de nues-tro tiempo; al poeta, ser egocéntrico y pagado de sí mismo por antonomasia, como exponente de todo ello. Hasta llegar al propio lector, al que in-terpela.

Piqueras arranca el libro con un «Preámbulo de la sed», largo poema en prosa, en el que afirma pa-rafraseando el Génesis: «En el principio fue la sed. El verbo vino luego y no supo saciarla». Y añade: «Fecundada por su infelicidad, dio origen a este oficio de fantasmas, a la estirpe de Tántalo». Nar-ciso y el poeta descienden, pues, del mismo árbol genealógico, el del condenado por los dioses a te-ner cerca alimento y bebida y, sin embargo, ver

cómo esta se aleja cuando aprietan el hambre y la sed. Entre la larga lista de autores sedientos nom-bra a Pizarnik (cuya cita abre el libro), Machado, Pessoa o Vráchnos.

El libro se desarrolla a lo largo de dos partes que poseen los nombres de los protagonistas: Narciso y Ecos, la ninfa que sufrió los desaires del bello jo-ven y que, anteriormente, había sido condenada a repetir las últimas palabras de su interlocutor, algo parecido a lo que también le sucede al poeta. Para conducir la sed que empapa este poemario, Piqueras combina prosa poética, versos blancos, sonetos o aforismos y mantiene correspondencia, unas veces utilizando registros más dramáticos, otras, con buenas dosis de humor («Sísifo era un solterón, dice Kafka/ Narciso, ni te cuento») con un nutrido número de autores que van a apunta-lar este sugerente y complejo laberinto de espejos del que el lector entrará a formar parte, cayendo enamorado, una vez más, de la belleza que nos huye.

El discurrir de la concienciaAntonio Enrique busca sentido a la vida en ‘El espejo de los vivos’

José Antonio Sáez

ENSAYo

Pienso que el grado ma-yor de la escritura, y al que ha de aspirar to-do escritor que se pre-

cie de serlo, está ocupado por el ensayo, género en que un autor contribuye con lo más genuino de sí mismo, esto es, su pensa-miento, a iluminar la oscuridad de sus contemporáneos. Se tra-ta, sin duda, del género en que más se arriesga y, seguramente, en cuanto a lo conceptual, es el más destilado, depurado y quin-taesenciado. Y ello sin que afecte un ápice al carácter discursivo, subjetivo y liberalizador que sin-gulariza este género literario. A pesar de algunos, la evolución de la humanidad se apoya sobre la historia del pensamiento y es-cribir un ensayo debiera supo-ner para los lectores una deuda de perenne gratitud con quien tal esfuerzo conceptual de asi-milación, relación y expresión del pensamiento realiza.

El poeta y novelista Antonio Enrique (Granada, 1953) acaba de publicar, hace unos pocos meses, un ensayo titulado El espejo de los vivos (2017), en la Colección Mirto Academia, donde vienen dándo-se a conocer notables títulos de los escritores que forman parte de la Academia de Buenas Letras de Granada. Autor de destacadas obras ensayísticas, tales como Tratado de la Alhambra hermética (1988, 1991 y 2003, edición in-glesa de 2007), Canon heterodoxo (2003 y 2012), Los suavísimos de-siertos (2005), El laúd de los pacíficos (2008), Erótica celeste (2008), Las cavernas del sentido (2009) y Meti-

Antonio Enrique.

TORCUATO FANDILA

dos en una pompa de jabón (2015). Subtitulado El sentido de la vida, el lector avezado podrá intuir aho-ra por qué decía más arriba que el ensayo es el género en que más arriesga el escritor. Pero también es cierto que quien no arriesga, no gana y Antonio Enrique nos ha venido ofreciendo sobradas muestras de que es un escritor que arriesga a lo largo de más de cuarenta años de producción li-teraria.

Precedido de una nota a la edi-ción en la que el autor desea de-jar constancia del carácter de lo que califica de reflexiones, fruto de numerosas lecturas y profun-das meditaciones sobre las que se ha dejado obrar al tiempo para

que se sedimenten y se hagan fe-cundas en él; y estructurado en 27 capítulos que suponen la tra-ma o la urdimbre de esta madeja de hilos que el autor va tejiendo con la destreza, sabiduría y hon-dura que le caracterizan; con un lenguaje meridianamente claro y con el objetivo de hacer de unas cuestiones conceptuales comple-jas una arquitectura amplia-mente abarcable y comprensible por los más, el escritor granadi-no deambula por los caminos de la heterodoxia para ofrecer res-puestas con la plena conciencia de apostar y arriesgar con auda-cia y valentía.

Abordar, así, cuestiones como el papel paradójico del ser hu-

mano en el universo (entropía y gravitación), sujeto a las coor-denadas de tiempo y espacio, el surgimiento de la conciencia y el alma a partir de ella, Dios como energía y principio alentador del cosmos, engendrador de vida y, en medio, siempre, el hombre.

Buen conocedor de los libros sagrados de las tres religiones monoteístas: la Biblia y los Evan-gelios, la Kábala judía y El Corán de los musulmanes, con un afán sincretista en ocasiones, tal vez con menor carga significativa de las religiones orientales, Antonio Enrique avanza en su discurrir reflexivo con el ánimo de com-partir con el lector sus meditacio-nes, girando a ambos lados o en

círculo, con riesgo de extraviarse a veces en el bosque tupido, pero dejándolo atrás siempre como en una salida auroral, parafrasean-do a María Zambrano. No, no es mero extravío, ni tampoco fra-casa en su empeño quien tanta honradez intelectual ha empe-ñado en su propósito, el cual se va desgranando en las páginas de este ensayo singular que se aden-tra en cuestiones como el valor sagrado de la sangre en todas las culturas, la luz astral, el amor y el destino, la figura del Hijo de Dios y la redención humana co-mo liberación.

Del mismo modo, y en otro or-den de cosas, el autor se refiere al sentido de la elegancia como voluntad estética, la cual animó esencialmente el espíritu de la primera etapa de su obra lite-raria; la emoción y la felicidad o el principio de contrariedad a través de la paradoja o el gali-matías que supone la existencia humana y, en llegando al final, los hermosos capítulos, de logra-da altitud poética: «Las estrellas son las almas de los difuntos», «El silencio, maravilla del mundo», para concluir con «Aprender a es-perar», donde escribe: «Estamos aquí para aprender (...). Con todo, el tránsito agónico es tanto más sereno cuanto en la vida haya-mos cumplido lo que la concien-cia nos señaló. Hay que repetirlo: «Al final de la vida sólo tres cosas importan: lo mucho que amaste, lo bondadoso que fuiste y la faci-lidad con que dejaste ir lo que no era para ti». Asombrosamente, y para nuestra perplejidad, este en-sayo fue escrito en Guadix (Gra-nada) entre el 23 de febrero y el 28 de mayo de 2017. En apenas tres meses.

‘El espejo de los vivos’. Autor: Antonio Enrique. Editorial: Alhulia. Granada, 2017.

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Ésta es una fábula fidedigna de aparentes vencidos, de poetas y críticos que creyeron en la liber-tad expresiva, en la originalidad,

en las estéticas de la diferencia». Con es-ta rotundidad se muestra, en las palabras preliminares, Rodríguez Jiménez, autor de este profundo, personal y, por qué no decirlo, en ocasiones, encendido ensayo.

Antonio Rodríguez Jiménez (Córdoba, 1956) ha escrito numerosos libros de poe-sía, novelas, artículos y ensayos. Actual-mente, tras dirigir el Instituto Cervantes de Fez, ejerce de profesor en la Universi-dad de Guadalajara (México). Aunque si hubiera que subrayar un dato en su dila-tada trayectoria por la incidencia que tie-ne en este ensayo, ese es, sin duda, el de haber dirigido durante más de veinte años (hasta 2009), Cuadernos del Sur, que obtu-vo, bajo su impulso, el Premio Nacional al Fomento de la Lectura.

Rodríguez pone sobre la mesa, con fra-ses como la anterior, una idea que impreg-na La sociedad secreta de los poetas. Esté-ticas diferenciales de la poesía española contemporánea: que la resistencia ejerci-da, desde hace sesenta años, por aquellos autores (y autoras) frente a la uniformidad de la corriente dominante –el realismo–, ha sido titánica y que la autenticidad, la entrega y la búsqueda de una voz perso-nal, les ha valido el aislamiento, la indi-ferencia y, en no pocos casos, el olvido, aunque, con el tiempo –y de ahí ese «apa-rentes vencidos»– algunos se hayan visto recompensados.

La sociedad secreta de los poetas persevera en una temática que el autor conoce en profundidad, como teórico y como poeta, el de la poesía de la diferencia, cuyo in-terés y militancia le llevó a publicar con anterioridad, hace justo veinte años, Elo-gio de la diferencia. Antología de poetas no cló-nicos. Con la salvedad de que el libro en que nos encontramos no es una antología, sino, como explica el propio Rodríguez Ji-ménez, un acercamiento teórico crítico a una serie de autores, cuarenta y ocho en total que, a su juicio, merecen la pena ser vindicados, al tiempo que denuncia y señala las connivencias de instituciones, medios y determinados autores, en impul-sar y mantener una corriente monolítica, y las consiguientes situaciones de injusti-cia para los «desafectos» a esta manera gris de entender la poesía.

Para conducir al lector hasta este doble propósito, el autor articula el libro en dos partes: una introducción dividida en seis apartados, que sirve para contextualizar y dar unas pinceladas generales sobre el tema; y otra en la que se detiene en el aná-lisis de cada poeta y de su obra, indicando qué la hace merecedora de trascender, qué simientes, en definitiva, han sido arroja-das hacia los surcos del futuro.

El mencionado proemio, en sus seis par-tes, nos sitúa de manera fluida y directa en ese panorama poético español de los últimos sesenta años de dominio del rea-lismo para entrar a diseccionar los focos de resistencia, aislados o conformados por

entender la poesía, una estética enraiza-da en lo arabigoandaluz y la sensualidad barroca, que da lugar «a un sentido de lo esencialmente lírico», compartido por autores tan dispares como Rafael Alberti, Pablo García Baena, Juana Castro o Carlos Clementson.

Los poetas estudiados ocupan la horqui-lla que va de la generación del 27 –con Al-berti como único representante por ser el que tuvo relación personal con Rodrí-guez–, hasta la del 80, siendo la más joven Blanca Andreu. Entre ambas generaciones hay espacio para hablar de Cántico, cuyos componentes aparecen al completo (Ju-lio Aumente, Juan Bernier, Pablo García Baena, Mario López, Ricardo Molina y Vi-cente Núñez) e incluye, por primera vez, a José de Miguel, autor tardío que publicó su primera obra con más de sesenta años; de la generación del 50, de los que reco-ge, entre otros, a Enrique Badosa, Antonio Gamoneda, Claudio Rodríguez o Rafael Guillén; de la difuminada generación del 60 (por encontrase atrapada entre la del 50 y los novísimos), autores como Ángel García López o Fernando Quiñones; de los novísimos o generación del 70, de los que «salva» únicamente a Guillermo Carnero y Pere Gimferrer entre los de Castellet, e incorpora a otros como Antonio Carvajal, Antonio Colinas o Ricardo Bellveser; y, por último, de la generación del 80, represen-tada por voces discordantes con la «nueva sentimentalidad» –en pleno auge en esos años–, destacando especialmente, entre los reseñados, a dos mujeres: Concha Gar-cía y Blanca Andreu, la primera por su in-vestigación en el lenguaje y la segunda, en opinión de Rodríguez, porque su voz representaba la evolución natural de la poesía de los 80 que fue, de algún modo, silenciada, para imponer la corriente he-gemónica.

Esta es, en definitiva, una fábula de out-siders propuestos con el tiempo al Premio Nobel, como Álvarez Ortega; de mujeres que abren una brecha en el sistema para que penetre la voz femenina, como Juana Castro; de poetas de mirada insobornable que, como Cántico, son rescatados por la generación siguiente; de los ignorados por tardíos, como De Miguel; de poetas, en de-finitiva, fieles a su llama interna y a lo que para ellos significa alimentar el fuego de la poesía.

El crítico Harold Bloom decía que la obra debe sobrevivir en función única-mente de valores estéticos y que lo que perdurará, más allá de modas o intere-ses creados, pertenece «al ministro de la muerte». Sea, pues, ese servidor del tiem-po quien ponga a cada poeta en el lugar que le corresponde, tras un oficio que, lejos de otras estridencias, exige silencio, entrega y soledad.

Lo que trata de transmitir, y afirma en varios momentos el autor, es que la dife-rencia es un movimiento heterodoxo, en el que se dan cita poetas elegíacos, épicos, neobarrocos, surrealistas, existenciales, metafísicos, neomordenistas, urbanos, cultivadores del ruralismo y minimalis-tas, pero unidos en la ética y en la manera de aplicarla a la poesía.

A continuación, en lo que constituye el grueso del ensayo, Rodríguez Jiménez ha seleccionado a cuarenta y ocho poetas. Co-mo sucede en trabajos de este tipo, es in-evitable echar de menos algunos nombres, si bien es cierto que en la introducción se palpa el esfuerzo por citar a quien ha si-do merecedor de ello. Además, nos aclara algunos de los criterios que ha seguido a la hora de decantarse por estos cuarenta y ocho: en primer lugar, todos han naci-do en el siglo XX; todos son poetas de la diferencia y todos han mantenido, en un grado u otro, una relación personal con el autor. Insiste en que no se trata de una an-tología – ya se ocupó de ella con anterio-ridad– y que, por consiguiente, consiste en semblanzas, aproximaciones críticas, apoyadas en reseñas y estudios de Rodrí-guez y otros especialistas, así como en las palabras de los propios autores para con su obra.

Resulta destacable la atención que dedi-ca a poetas andaluces (treinta y seis de los cuarenta y ocho), debido, obviamente, a la vecindad, pero también, y así lo hace cons-tar varias veces, por la convicción de que se da una manera andaluza de acercarse y

Esta es una fábula de ‘outsiders’ propuestos con el tiempo al Premio Nobel, de mujeres que abren una brecha o de poetas de mirada insobornable

Poetas de lo auténtico y del relámpagoENSAyO

Antonio Rodríguez reflexiona sobre la lírica en ‘La sociedad secreta de los poetas’

José García Obrero

Antonio Rodríguez Jiménez.

FRANCISCO GONZÁLEZ

‘La sociedad secreta de los poetas.Estéticas diferenciales de la poesía española contemporánea’. Autor: Antonio Rodríguez Jiménez. Edita: Ediciones Carena. Barcelona, 2017.

pequeños grupos, que han ido paulatina-mente surgiendo. Entre ellos, este ensayo destaca el promovido, en los noventa del pasado siglo, por «un humilde medio de comunicación de una ciudad de provin-cias», en referencia a Cuadernos del Sur, que se convierte «en el centro del debate de la historia reciente de la poesía espa-ñola contemporánea», nos dice Antonio Rodríguez. Desde este suplemento cultu-ral se aglutinan, dinamizan y exponen sus ideas, los autores de las distintas es-téticas de la diferencia, convirtiéndose, de ese modo, en altavoz de este grupo frente a lo que Rodríguez llama «poe-tas clónicos». Cuadernos del Sur, señala, realizó una importante labor de «resca-te» de autores que corrían el riesgo de caer en el olvido; conectó con la poesía europea, contando para ello con las co-laboraciones de autores de distintos paí-ses, y se convirtió en espacio de debate de los principales teóricos y críticos del momento.

Cuadernos del Sur AA Libros Diario CÓRDOBASÁBADO24 DE FEBRERO DEL 2018 5

Page 6: Poetas de lo AuténticoPoetas de lo Auténtico Antonio Rodríguez Jiménez analiza la lírica española desde la generación del 27 hasta nuestros días M.M. NARRATIVA: ‘LOS AÑOS

Martín Olmos (Bilbao, 1966) publicó su pri-mer libro en 2014: Es-crito en negro (Una tar-

de con la canalla), formado por 42 textos sobre casos reales de crí-menes y criminales. Su segun-do libro, Breve relación de vidas extraordinarias, contiene treinta textos sobre personajes (inclu-yendo algún animal) y sucesos insólitos. Se trata de biografías breves, repletas de anomalías, excentricidades y maldades. El listado de seres poco comunes (todos son reales) incluye per-turbados, asesinos, ladrones, es-tafadores, religiosos y prostitu-tas. Entre ellos se encuentra un «tonto polifacético» que «des-enterró la momia de una mon-ja jerónima y se la llevó al hom-bro hasta el domicilio del mar-qués de Comillas bailándola por el camino». Después, «le dieron condena de muerte en agrade-cimiento a la performance». Va-rias personas «pidieron su indul-to anexando su buen anteceden-te y su notoria subnormalidad, pero le fusilaron sin remedio». También hay un capellán cas-trense que «obligó a cuatro hom-bres y a una mujer a cavar sus propias tumbas y los enterró vi-vos y en la toma de Badajoz ma-tó a un miliciano que se había escondido en un confesionario sudándole las partes el derecho de asilo en sagrado».

Asimismo, hay un ucraniano y soviet que «siendo comisario po-pular para la Instrucción Pública, abrió un proceso a dios acusán-dole de genocidio y de crímenes contra la humanidad» y «le con-denó a morir por fusilamiento». Posteriormente, ese hombre fue nombrado embajador en España y «se vio al sol de mayo con muje-res que se llamaban Dolores y les

‘Rara avis’Martín Olmos publica un libro de curiosas biografías

Roberto Ruiz de Huydobro

decían Lolas y tenían vientres fla-mencos de cobre y bucles de car-bón y ojazos negros y misterios gitanos y se vio comiendo puche-ro y camarón y olé pero recién vio el Mediterráneo en Menton, en los Alpes Marítimos, recién so-ñó tardes de toros, giraldas y mo-ros, Dios le fulminó de un infarto y le dejó sin sur y sin Dolores Lo-las, Lolas Piconeras que al andar van derramando la primavera».

Se incluye una niña disecada y expuesta para los turistas, que «por las noches parpa-dea abriendo casi im-perceptiblemente sus ojitos sin lágrimas. Ca-da parpadeo le ocupa doce horas que igual le dan porque no tiene nada que hacer». Otro de los personajes es un delincuente esco-cés, que «fue muerto doctrinante muy a su pesar»: tras ser ejecuta-do, le barnizaron «pa-ra que no lo pudriese la intemperie y le de-jaron colgandero para advertencia de los bri-bones durante cator-ce años (...) hasta que se puso apenas jirón y le tuvieron que des-pingar y darle a una fosa común con el res-to de los muertos sin oficio».

Breve relación de vidas extraordinarias es un libro ameno, conciso,

ágil e irónico. Está escrito con un lenguaje directo, alejado de la delicadeza, y contiene pala-bras y expresiones sorprenden-tes por no ser de uso habitual actualmente. Tiene algunas repeticiones, que enfatizan y enlazan las historias, e inclu-ye numerosas referencias a di-versos escritores y textos: entre otros, a Herman Melville, Mark Twain, Camilo José Cela, Fran-cisco Umbral, el Libro de los Pro-verbios y el Deuteronomio.

A los lectores sensibles este li-bro quizá les sobresalte. Al res-to algunos de los pasajes puede que le hagan reír, no porque sean alegres, sino por los com-portamientos y acontecimien-tos extraños descritos.

‘Breve relación de vidas extraordinarias’. Autor: Martín Olmos. Edita: Pepitas de Calabaza. Logroño, 2017.

CÓRDOBA

Martín Olmos.

‘ ‘Julia Bride’.Autor: Henry James. Edita: dÉpoca Morcín. (Asturias), 2017.

Prejuicios y mentirasR.R.H.

La obra narrativa del escritor estadouni-dense Henry James (1843-1916), autor pa-

ra lectores pacientes y lúci-dos, posee grandes dosis de elegancia, ingenio, compleji-dad y sutileza. En ella tiene más relevancia el interior de los personajes que la acción. Julia Bride es una novela bre-ve que contiene una historia con trasfondo social. La pro-tagonista, cuyo nombre da tí-tulo a la obra, es una joven que quiere casarse con un jo-ven de clase alta. Ella desea unirse a él a toda costa, pero hay un gran obstáculo: él es muy conservador (detesta los divorcios) y la joven y su ma-dre tienen un «pasado dema-siado libertino» (Julia ha esta-do comprometida seis veces y su madre ha anulado tres matrimonios). Por ello, la jo-ven opta por la mentira, pe-ro, como es incapaz de men-tir (piensa que él no la inte-rrogará, pero también que sí quiere saber), solicita a otros que lo hagan por ella: pide a quien fuera uno de sus pa-drastros que confiese haber sido tan malo que a su madre no le quedó más opción que interponer una demanda de divorcio; y pide a uno de sus antiguos prometidos que ju-re que nunca hubo nada for-mal entre ellos. Pero Julia, en su afán por «restituir una ino-cencia que era absolutamen-te vital para ella», no puede controlar las consecuencias de su petición de ayuda.

‘‘El Club de los Gourmets’. Autor: Junichirō Tanizaki. Edita: Gallo Nero.Madrid, 2017.

Devotos de la comidaR.R.H.

Autor exigente, rigu-roso y refinado, de estilo sereno y so-brio, Junichir Tani-

zaki (1886-1965) es uno de los mejores escritores de la lite-ratura japonesa del siglo XX. El Club de los Gourmets es una narración breve sobre las ex-centricidades culinarias. El club que da título a la obra es-tá formado por cinco miem-bros, cuya glotonería es des-mesurada. Viajan por todo el país para satisfacer sus capri-chos culinarios, hasta que ya no encuentran nada que les produzca excitación. Por ello, buscan algo nuevo, exquisito y sorprendente. Uno de ellos, gracias a lo que ve un día en otra sociedad gastronómica, en la que se han introduci-do ingredientes que antes no se utilizaban para cocinar y distintas formas de cocción y asado, se convierte en un ge-nio de la alta cocina. Gracias a él, los miembros del club disfrutan todas las noches de banquetes asombrosos, con comida muy variada y platos novedosos y de elaboración cada vez más compleja. El fa-natismo y la devoción por la comida de la que hacen gala no tiene límites: en una de las cenas, comen el vestido de una mujer, hecho con pas-ta de tempura frita. «Al final ya no se limitaban a degustar exquisiteces, sino que eran consumidos por ellas». ¿Algu-na propuesta gastronómica llegará alguna vez a tales ex-tremos de desquiciamiento?

A los 40 años, soñar empieza a ser ridículo

Saïd El Kadaoui, hijo de emigrantes ma-rroquíes, forma parte de una segunda generación que ha desarrollado su vida en suelo peninsular, lo que desencadena

una problemática identitaria acentuada que se traslada a sus textos. Así queda reflejado en uno de los pasajes de su reciente novela No (A los cua-renta años soñar empieza a ser ridículo): «Quizás, si mis padres vivieran en Marruecos me mirarían con los ojos de unas personas ancianas que ya no comprenden el mundo contemporáneo. En cam-bio, al vivir aquí, me miran como a un extraño, como a alguien que ha cambiado de bando. Sien-ten que tienen un hijo extranjero». El Kadaoui

José Sarriá

‘No’. Autor:Saïd El Kadaoui Moussaoui. Editorial: Catedral. Barcelona, 2017.

es un autor transterrado que describe un tiem-po en tránsito, en un intento por anudar una época, unas personas, sus esperanzas, sus frus-traciones, es decir, su naturaleza, en un marco tan inestable como es el de la frontera y la tie-rra de acogida. El protagonista, profesor de li-teratura, lector y admirador de Hanif Kureishi, Mohamed Arkoum o Philip Roth, dialoga con un amigo que ha decidido volver a Marruecos y ello desencadenará el relato de contradicciones que sustancia el conjunto de narraciones segmenta-das que hilvanan la novela. Del protagonista só-lo conocemos el sobrenombre con que a Mayte, su compañera, le gustaba llamarlo: Chet. Escri-to bajo una técnica de espejos sucesivos o rela-tos fragmentados, el autor va hilvanando el dis-curso que subsiste en la mente del protagonista:

la historia de la emigración marroquí y la pro-blemática de la identidad, vivir en paralelo dos mundos diferentes, la mirada que se hace polié-drica y el sentido de los valores compartidos o no: «Yo ya no pertenezco al mundo que puebla la cabeza de mis padres». En No, El Kadaoui retrata con enorme lucidez, con un afilado tono irónico, con un verbo desgarrado, a veces, pleno de emo-tividad, en otras ocasiones, las contradicciones y los sentimientos de los hijos de aquellos inmi-grantes que llegaron del Magreb. Una situación mucho más compleja que la visión simplista del enfrentamiento entre dos mundos, al que algu-nos quieren reducir el encuentro de sentimien-tos, lenguas y culturas, la hibridación y el mes-tizaje, y que Saïd El Kadaoui ha sabido trasladar magistralmente a esta extraordinaria novela.

6 Cuadernos del Sur AA Libros Diario CÓRDOBASÁBADO24 DE FEBRERO DEL 2018

Page 7: Poetas de lo AuténticoPoetas de lo Auténtico Antonio Rodríguez Jiménez analiza la lírica española desde la generación del 27 hasta nuestros días M.M. NARRATIVA: ‘LOS AÑOS

La epifanía o un sendero de luzEl poeta cordobés José Luis Rey publica su nuevo poemario en Visor

Pedro G. Cueto

POESÍA

Navegan los poemas de José Luis Rey en su úl-timo libro, titulado La epifanía, como si fue-

sen gaviotas cerca del mar. Hay un universo celeste en cada ver-so, como si la aurora creciese en el palpitar del verso. Dividido en cinco libros, he elegido un poe-ma de cada libro porque expre-sa muy bien la intencionalidad del mismo, ese afán por abrir una senda en la palabra, hablar de los temas que al poeta cordo-bés le interesan: la infancia, el lenguaje, el paso del tiempo, la idea de la redención en la pala-bra y en el acto amoroso.

Del primer libro, destacaría «Trascendencias del juglar», don-de expone ese arraigo a la tierra, todo es pertenencia en ese afán de sentir el peso de la vida, su se-dimento, su simiente: «Tiempo mío, jamás me diste tierras/ni bienes, pero yo/recorrí los países hasta el mar que cantaba/tan li-bre y buen amigo del poeta». En ese tiempo que ha pasado, vemos que el hombre es libre, vive la amistad con el poeta, porque es-te es otro tema del libro, la apari-ción del otro, que completa al ser que escribe, el ensimismamiento de «La epifanía» va abriendo sen-deros a otro ser.

En el libro segundo se incluye «Hijos de una sola belleza», don-de la aparición del otro ser va dando forma a los versos, hay en la cabellera rubia del otro una certeza de un tiempo de felici-dad. Aquí aparece otro tema del libro, la ficción, el que relata his-torias. Hay una vida que supues-tamente debemos vivir, pero está la otra, la imaginativa, la que va-

José Luis Rey.

MIGUEL ÁNGEL SALAS

mos componiendo poco a poco. En estos versos vemos ese deseo de relatar, que es también el ori-gen de todo, porque la literatura fue oral, desde aquella atalaya del tiempo el poeta va trenzan-do su tejido, sabe que la epifanía es también la manifestación, en su origen griego y es, sin duda, el libro una manifestación de un ser que va contando historias, va dejando su relato a los lectores, ya inmersos en su apasionante lectura. Desde ese universo de re-latos, el libro va enlazando poe-mas, va dejando dos voces, la del poeta y la que va traduciendo el lector, que interpreta el lenguaje de los versos, convirtiéndose, co-mo muy bien dijo Paco Brines, en un segundo poeta.

La idea del amor está presen-te, late en muchos poemas, pero también la del paso del tiempo, como expresa en el libro tercero el poema «Los maestros impre-sores». El recuerdo, el pasado, va cincelando el tiempo, somos se-res errantes, seres que nos vamos difuminando, el poeta lo sabe. Jo-sé Luis Rey escribe poemas don-de el pasado es eco, nostalgia, un ayer que nos definía mejor que en el presente. Quizá este nos bo-rra cada día, en un mundo cada vez más deshumanizado, sin de-talles, sin aquellos instantes don-de podíamos sentir el tacto de la madre, su olor, el olor de la comi-da, la lectura, ese ámbito secreto que ya se convierte en amante para siempre.

José Luis Rey hace del libro un pentagrama de emociones, abier-to como una herida a la luz del alba, como dice el poema titula-do «Oh salva el que más ama» del libro cuarto. Solo en la infancia no se manifiesta el dolor, porque la conciencia no es completa, el hombre vive su albor, su creci-miento sensitivo, abierto siem-pre a la sorpresa y a la emoción, lo que niega el mundo adulto.

Y en el libro quinto llega «El otro amanecer», quizá después de la vida, donde ya no seamos más que ecos de un tiempo que pasó, donde seamos espuma que se vierte en el mar, volaremos en el aire, incapaces de perder vue-lo, porque seremos piedras que ascienden hacia el infinito: «El otro amanecer será de piedra,/ pero la piedra vuela como un niño/Qué alegría los ojos cerra-dos que algún día/se abrirán en el otro amanecer». Cierra el libro este poema, porque queda espe-ranza, hay un afán de amar la vi-da, pese al desengaño adulto, al apego continuo a la ficción, al re-fugio de la poesía como a un Dios que nos salva de la mediocridad de la vida, este poema completa esta manifestación que se va ges-tando en muchos otros poemas que podrían dar lugar a un estu-dio donde el poeta cordobés va tejiendo lentamente los hilos del idioma para hacer un buen ta-piz, es decir, un libro de poemas de gran calado existencial.

‘La epifanía’. Autor:José Luis Rey. Editorial: Visor. Madrid, 2018.

‘El españolismo sonriente’. Autor: Manuel Rodríguez Illana. Editorial: Hojas Monfies. Granada, 2017.

Con poca graciaF.E.

El periodista Manuel Rodrí-guez Illana reflexiona en El es-pañolismo sonriente. Humoristas al servicio de la colonización de Andalucía sobre la imagen que se transmite de los andaluces a través de los medios de co-municación y la connivencia a la que contribuyen muchos humoristas andaluzas con sus discursos plagados de tópicos. Rodríguez considera que lo más grave no es que fuera de Andalucía se asocie a los anda-luces con «ridículos clichés», sino que «la mayor parte de nuestra población asume di-chos estereotipos con com-placencia y participa en su reproducción». El libro, que se estructura en 11 capítulos y una recapitulación, recuer-da que el pueblo andaluz ha sido satirizado en la ficción te-levisiva y en las películas pro-ducidas desde la Segunda Re-pública. Como sucedía con la Juani, en Mé-dico de Familia, los personajes andaluces de las series no suelen adscri-birse a oficios con formación académica, como ocurría con Paz Padilla, que personifica-ba, en la serie La que se aveci-na, a una empleada de hogar que, además, es prostituta. ¿Y qué decir de la película Ocho apellidos vascos, en la que los andaluces son incultos y mal-hablados y fuertemente espa-ñolistas? Rodríguez también recoge la consideración del andaluz como un sistema de comunicación inferior, co-mo hizo en alguna ocasión el Gran Gyoming en su progra-ma de la Sexta El Intermedio.

Humoristas actuales siguen perpetuando tópicos que ya utilizó el filósofo Ortega y Gasset cuando aseguraba en su Teoría de Andalucía que el andaluz «en vez de esforzarse para vivir, vive para no esfor-zarse, hace de la evitación del esfuerzo principio de su exis-tencia (...). El andaluz lleva unos cuatro mil años de hol-gazán». Además de poca gra-cia, es lamentable que, como andaluces, siga perpetuándo-se este discurso y, encima, nos riamos.

M. Rodríguez.

Vigorosa literatura extramuros

Dos asociaciones hay en Córdoba que cuidan la literatura con es-mero: la asociación Mucho Cuen-to y el Foro Cultural Puente de En-

cuentro. De una manera particular destaca esta última por abrazar en sus afanes los gé-neros de la poesía y la narrativa y por ser no-ticia actual al haber hecho público su libro Certamen Literario Puente de Encuentro, 2013-2016, que efectivamente reúne el fruto de cuatro años mimando tales géneros desde una perspectiva amplia que permite aunar a los autores premiados en los dobles cer-támenes de poesía y prosa, con la satisfac-ción de que algunos de los galardonados en ediciones anteriores -la primera convocato-

cación que tanto beneficia a la cultura lo-cal cordobesa, mostrándola como un abrazo abierto entre generaciones y entre espacios y compactándola en este caso con dieciocho textos de los géneros ya mencionados, gra-cias a los cuales se cumple ese objetivo pri-mordial del foro de llenar «con una agen-da o programación cultural nuestro barrio y con importancia para que redunde en la ciudad de Córdoba».

ria fue en 2002 y este es ya el cuarto libro editado- son «ya reconocidos y notorios sus nombres dentro de las letras», según preci-sa Bernardo Jurado Álvarez, quien está al frente de la edición y es autor de las emo-tivas ilustraciones a plumilla que embelle-cen estas 140 páginas desde las que, con su original frescura a extramuros de la ciudad, transpiran las preocupaciones y sentimien-tos culturales de un lugar tan solazado co-mo el Campo de la Verdad, cuyos habitan-tes reivindica Bernardo Jurado en la dedica-toria, «debieron tener un libro al lado y no pudieron. A todas aquellas personas que ca-da mañana, con sus vidas, hacen historia y cultura, hacen barrio». Hoy el Foro Cultural Puente de Encuentro, que surgió en 1999, ofrece esta aparentemente sencilla pero in-dudablemente crucial y significativa publi-

Antonio Moreno Ayora

‘Certamen Literario Puente de Encuentro, 2013-2016’. Autor: Varios autores. Edita: Foro Cultural Puente de Encuentro. Córdoba, 2017.

Cuadernos del Sur AA Libros Diario CÓRDOBASÁBADO24 DE FEBRERO DEL 2018 7

Page 8: Poetas de lo AuténticoPoetas de lo Auténtico Antonio Rodríguez Jiménez analiza la lírica española desde la generación del 27 hasta nuestros días M.M. NARRATIVA: ‘LOS AÑOS

Con los finalistas del XXIV Pre-mio Andalucía de la Crítica en las modalidades de nove-la, poesía y relatos se reco-

nocen las obras de los autores anda-luces que destacan por sus valores li-terarios. A lo largo de estos años este premio lo han obtenido escritores co-mo Pablo García Baena o Caballero Bo-nald..., pero también escritoras como María Victoria Atencia, Chantal Mai-llard, Eva Díaz Pérez, María Rosal, Ro-sa Romojaro, Mari Luz Escribano, Au-rora Luque y escritores desconocidos en su momento que, gracias a este, tu-vieron un importante aldabonazo co-mo Antonio Soler, Isaac Rosa, Manuel Talens... No tiene dotación económica, pero se entrega una escultura de la es-cultora cordobesa Marta Campos.

En poesía conviven este año autores muy reconocidos, como Antonio Car-vajal o García Montero, con las obras respectivas Antorchas del solsticio y A puerta cerrada, con jóvenes de tan solo veintidós años, como Jorge Villalobos, que ha publicado La ceniza de tu nombre, una hermosa elegía. Hay también algu-nas autoras con una larga trayectoria, como la granadina Encarna León, con Rumor de oleajes, un poemario donde la humanidad y el paisaje se integran en armonía; o la giennense Mónica Doña, con un título tan cinematográfico co-mo ¿Quién teme a Thelma & Louis?; poe-ta y cantautora que fue incluida en la Primera antología de cantautores andaluces junto a Joaquín Sabina, Carlos Cano y Javier Ruibal. Pero también existen au-tores que tienen una larga trayectoria, como el gaditano José Ramón Ripoll, director de la revista Atlántica de poe-sía, con la obra La lengua de los otros, en la tradición del simbolismo y la reali-dad con sus manifestaciones.

Labor de difusión cultural que lo asimila a José Antonio Mesa Toré, di-rector del Centro Generación del 27, cuyo poemario Exceso de buen tiempo in-terpreta los hechos de su vida a través de la simbología del día a día. En este recorrido por diversas sensibilidades y provincias, Letra y nube del cordobés Juan Antonio Bernier, director de Cos-mopoética hace unos años, es otra de las obras que recupera la naturaleza y su permanente plasticidad desde la síntesis.

Antonio Praena, con Historia de un alma, es uno de los poetas que está te-niendo una enorme proyección dese el accésit del Adonáis. Con esta obra crea un nuevo punto de vista en torno a la realidad, ofrecido por un personaje de clase alta e influyente. Llama también la atención Javier Bozalongo con Todas las lluvias son la misma tormenta, donde se alía lo vivido con lo soñado con un lenguaje directo donde la cotidianidad está también presente. Se trata de un conjunto de obras que ofrecen una heterodoxia evidente y auguran un

El premio de la críticaUn recorrido por los libros finalistas en Andalucía

Francisco Morales Lomas

Arriba, Juan A. Bernier (‘Letra y nube’) y Rafael Raya (‘La Andaluciada’). Abajo, Ramón Reig (‘No me lo puedo creer’) y García Montero (‘A puerta cerrada’).

extraordinario recorrido de una lírica que siempre ha sido considerada, des-de Juan Ramón Jiménez, como la más importante que se escribe en el país.

En las novelas seleccionadas quizá lo más llamativo es la presencia de obras que implican un recorrido histórico. Así sucede en la obra de Salvador Com-pán, El hoy es malo pero el mañana es mío, donde la reconstrucción de la memoria de un perdedor y su entorno artístico es determinante. No lejos se encuen-tran El relojero de la Puerta del Sol, de Emilio Lara, que nos compone la his-toria de este español que se afincaría en Londres y sería uno de los relojeros más importantes de la época; pero tam-bién Un espía en la trinchera, de Enrique Bocanegra, donde nos habla de uno de los espías dobles más importantes del

siglo XX y cuya reconstrucción nos per-mite avanzar en el conocimiento de la historia europea. A veces la historia se presenta también en forma de una am-plia aventura en La Andaluciada. Epopeya de Andalucía, de Rafael Raya Rasero, que Sánchez Dragó saludaba como hercú-lea y cosmopolita. Cine Aliatar, de José María Pérez Zúñiga, es una obra que aúna la reconstrucción sentimental al tiempo que la histórica en una Grana-da en transición. Y Quico Chirino, con A la izquierda del padre, incide en torno a la investigación criminal y el chabo-lismo.

Los relatos están representados en las obras de Ramón Reig No me lo pue-do creer; Carlos Frontera, Andar sin rui-do; Javier Vela, con Pequeñas sediciones; Alejandro Pedregosa, con O, y Manuel Francisco Reina, con Las gatas lectoras y otros cuentos gatunos, que van desde la deformación caricaturesca de la rea-lidad, la reconstrucción de historias antiguas transformadas, la ironía y el sarcasmo como determinantes de un mundo a construir y la referencia a mi-tos y fabularios clásicos que permiten adentrarnos en historias familiares o en el imaginario de cada autor.

Los cordobeses Juan Antonio Bernier y Rafael Raya Rasero son la representación cordobesa en el certamen

CÓRDOBA/EFE

UN INSTANTE EN EL MUNDo

Sombrasde poetasen la ciudadAntonio Luis Ginés

Los lugares nos llevan a

las personas. A veces, sin

premeditación, se activa

el recuerdo sobre algún

momento compartido,

alguna situación,

o, simplemente, la

fugacidad de un gesto, una expresión

de la persona ausente, regresa sin

consultarnos. Uno acaba por descubrir,

sin proponérselo, ciertos lugares fijos,

en los que el paso circunstancial te lleva

hacia esas personas que ya no están, pero

algo de ellas permanece, como latente.

Un inventario muy personal. Lo esencial

es invisible.

Paso distraído cerca de la calle obispo

Fiteros, y no puedo evitar pensar

en Pablo García Baena, como si aún

estuviese vivo, en su casa. Saber que

alguien conocido y apreciado está cerca

da tranquilidad. Ahora salta el resorte

y pienso en él, como si aún latiese su

pulso pero al momento algo en tu cabeza

te niega ya esa posibilidad. El recuerdo

trabaja solo, tiene sus mecanismos que se

activan por esos chispazos que vienen de

fuera, despreocupados, naturales. Y no

queda más que acatarlo y acogerlo con

agrado, como ese huésped imprevisto al

que nunca le puedes negar la entrada.

Sin embargo, dije inventario, y es que

también hay otros lugares para que

Eduardo García acuda presto a mi

memoria, para que Nacho Montoto

también regrese por un instante. Así

esta vieja ciudad se me va poblando

de espacios para el recuerdo, espacios

que sobreviven a la posible frialdad

de las ausencias, gracias a ese calor

que imprimen los que están, los que

estuvieron, su legado.

Las pérdidas parecen ir diluyéndose en el

tiempo, al menos esa extraña sensación

de inmediatez al pasar por alguna

cafetería, como si Eduardo fuera a salir

a saludarme o me estuviese esperando,

como si Nacho me diera la mano en su

regreso de la estación, como si Pablo me

abriese, de nuevo, la puerta de su casa, y

en todos ellos, la poesía, siempre con esa

luz propia que no se apaga.