Polémicas de La Vanguardia Literaria Latinoamericana.

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Gonzales Torres, Juan Carlos / 13030006 Reseña de “Polémicas de la vanguardia literaria hispanoamericana”, Nelson Osorio T. Una adecuada comprensión del proceso literario latinoamericano requiere de la superación de múltiples trabas que, en su mayoría, devienen de la estela dejada por la historiografía tradicional. En relación a ello, una de las principales tareas del estudioso de la literatura consiste en el distanciamiento de aquella arraigada actitud que conlleva a abordar el texto literario a partir de criterios únicamente inmanentistas, a partir de los cuales, el proceso literario queda reducido a la sucesión de cambios internos que en él se producen, y a su vez, distanciado de las transformaciones sociales y culturales de la época en que éste se desarrolla. Ante esto, resulta de gravitante importancia comprender que, al contrario de su pretendida autonomía, el hecho literario solo adquiere legitimidad y consistencia en su vinculación con las otras formaciones que se dan en la vida social y cultural. Es por ello imprescindible para un estudio de la vanguardia literaria hispanoamericana considerar que ésta corresponde al periodo histórico que marca el inicio de una nueva época: la que desemboca tras el conjunto de cambios estructurales y el rediseño de la fisonomía internacional que se dan como consecuencia de la Primera guerra mundial. Acorde con esta perspectiva, es posible también reparar en la pertinencia de una vanguardia literaria latinoamericana concibiéndola como una respuesta legítima ante los nuevos condicionamientos de la vida económica, social, política y cultural que se producen en América Latina; y por tanto, entenderla ya no como un epifenómeno de la vanguardia europea, sino como una variable específica de un fenómeno internacional de mayor amplitud. Considerando estos lineamientos y para una comprensión más cabal del proceso histórico en que se inscribe la vanguardia latinoamericana es preciso considerar el proceso anterior, esto es, el periodo comprendido entre 1880 y 1910

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Gonzales Torres, Juan Carlos / 13030006

Reseña de “Polémicas de la vanguardia literaria hispanoamericana”, Nelson Osorio T.

Una adecuada comprensión del proceso literario latinoamericano requiere de la superación de múltiples trabas que, en su mayoría, devienen de la estela dejada por la historiografía tradicional. En relación a ello, una de las principales tareas del estudioso de la literatura consiste en el distanciamiento de aquella arraigada actitud que conlleva a abordar el texto literario a partir de criterios únicamente inmanentistas, a partir de los cuales, el proceso literario queda reducido a la sucesión de cambios internos que en él se producen, y a su vez, distanciado de las transformaciones sociales y culturales de la época en que éste se desarrolla. Ante esto, resulta de gravitante importancia comprender que, al contrario de su pretendida autonomía, el hecho literario solo adquiere legitimidad y consistencia en su vinculación con las otras formaciones que se dan en la vida social y cultural. Es por ello imprescindible para un estudio de la vanguardia literaria hispanoamericana considerar que ésta corresponde al periodo histórico que marca el inicio de una nueva época: la que desemboca tras el conjunto de cambios estructurales y el rediseño de la fisonomía internacional que se dan como consecuencia de la Primera guerra mundial. Acorde con esta perspectiva, es posible también reparar en la pertinencia de una vanguardia literaria latinoamericana concibiéndola como una respuesta legítima ante los nuevos condicionamientos de la vida económica, social, política y cultural que se producen en América Latina; y por tanto, entenderla ya no como un epifenómeno de la vanguardia europea, sino como una variable específica de un fenómeno internacional de mayor amplitud.

Considerando estos lineamientos y para una comprensión más cabal del proceso histórico en que se inscribe la vanguardia latinoamericana es preciso considerar el proceso anterior, esto es, el periodo comprendido entre 1880 y 1910 el cual ha sido denominado como la “etapa de modernización de América Latina”. Dicho periodo no quiere referirse más que al proceso de incorporación de Latinoamérica al sistema económico mundial capitalista en condiciones de una nueva dependencia. Se origina de este modo una acelerada transformación de las sociedades latinoamericanas viéndose en ellas el crecimiento de las ciudades capitales, el afianzamiento de una nueva burguesía, cuyos anhelos no solo comerciales sino también políticos, y sobre todo, una vinculación más estrecha con los países industrializados. El Modernismo literario ha de considerarse, en consecuencia, como una propuesta estético-ideológica articulada al periodo social de “modernización”. Señalado de este modo, un examen del periodo en que se desarrolla el Modernismo latinoamericano permitirá distinguir en él perspectivas disímiles aunque no del todo disonantes puesto que todas se conforman dentro de un mismo periodo en donde las mismas condiciones socioculturales se mantienen vigentes. En este sentido, las obras de los mundonovistas o post-modernistas – o integrantes del denominado modernismo crepuscular- no pueden ser vistas como agentes de una ruptura radical con el llamado modernismo canónico, sino, más bien, solo como variable remozadora de la misma propuesta.

En el modernismo crepuscular se registra un cambio de acento respecto del sistema poético hegemónico. Consiste, pues, en una “vuelta a la tierra” en cuanto se

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refiere a la temática modernista. Aquello es parte de la reacción contra la “retorización modernista” impulsada cuando el evasionismo de los modernistas transtornóse de su inicial sentido crítico. En efecto, el Modernismo, en su momento de auge y desarrollo orgánico, representó un proyecto de rechazo crítico frente a la realidad social, de denuncia directa de su degradación. Proyecto en donde se oponía a esta realidad social la Belleza hallada únicamente en el Arte, estableciéndose su búsqueda como única finalidad, para lo cual había de explorarse al máximo las posibilidades del lenguaje. Proyecto que devino posteriormente – como ya se mencionó- en un proceso de retorización en donde se revela la inanidad del bastión de Belleza y Arte ante el arrollador avance del pragmatismo. En esta etapa del modernismo crepuscular además se observa que algunos escritores, alejándose cada vez más del Modernismo, empiezan a incorporar las nuevas propuestas de la naciente vanguardia. De modo tal que se observa en esta etapa, situada entre los años 1910 a 1920, la imbricación de tres promociones: la de los modernistas consagrados, la correspondiente a la última generación modernista y la que principia a balbucear las primeras notas del vanguardismo. Es este un periodo de crisis que afecta al conjunto de la vida económica, política, social y cultural; y que, como tal, explica las diversas propuestas de renovación, las cuales solo habrán de desarrollarse años después, en el desarrollo del cuestionamiento radical y las propuestas rupturales que configuran el modo de acción de los vanguardistas.

Deteniéndose en el examen histórico de esa convulsiva etapa que demarca el inicio de la época contemporánea conviene centrarse en las consecuencias que genera la Gran Guerra para Latinoamérica. La principal de ellas es el desplazamiento de su eje de inserción al sistema económico mundial –pasa de Europa a Estados Unidos- que configura el sistema expandente denominado como imperialismo. A su vez, dada la crisis en el comercio exterior, se genera un proceso de sustitución de importaciones que se traduce en el fortalecimiento de los nuevos sectores dinámicos, las burguesías locales, con el crecimiento consecuente de las capas medias urbanas y el proletariado. Estos últimos no tardaran en organizarse para reclamar su derecho a intervenir en la vida política del país. Así mismo, estas nuevas condiciones exigen de un replanteamiento de la superestructura social fundada en la antigua propiedad rural que responda a las nuevas necesidades que empiezan a forjarse en los nuevos sectores sociales. Esta situación explica el surgimiento, en casi todos los países de América Latina, de movimientos antioligárquicos y reformistas de naturaleza policlasista. En el plano de la vida cultural se refleja esta nueva situación en el acontecimiento de la Reforma Universitaria, movimiento de carácter integral que buscaba imponer una nueva concepción de la cultura y la enseñanza en función de los intereses populares, las necesidades nacionales y la transformación social. Todos estos procesos de reajustes, transformaciones y cambios se encuentran íntimamente vinculados a una etapa de renovación, cuestionamiento y búsqueda en el plano literario. A partir de la cual se da por finalizada la hegemonía del Modernismo y se produce el surgimiento de una compleja serie de impulsos renovadores de diversos matices y alcances. Estos últimos en su forma más agresiva, polémica y experimental conformarán lo que se conoce como “vanguardismo” el cual se prolongará como espíritu crítico y cuestionador a lo largo del todo decenio de los años 20.

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Respecto a lo anteriormente señalado queda demostrada la pertinencia legítima de un vanguardismo latinoamericano puesto que se corresponde a los impulsos que surgen de las nuevas fuerzas sociales que buscan abrirse paso en la sociedad latinoamericana. Y también queda resuelta su especificidad respecto de la vanguardia europea; pues, obedece a un propio contexto sociocultural, desde el cual erige sus raíces a estético-ideológicas a partir de un proceso de cuestionamiento crítico tanto de la tradición literaria modernista (devenida en excesivamente retórica) como de la realidad inmediata (la hegemonía oligárquica), la cual impide el ascenso de los nuevos sectores sociales en América Latina.

Todo esto nos lleva a colegir el carácter supranacional de la vanguardia literaria en América Latina. Pues, articulados como están los países que lo conforman bajo los mismos condicionamientos socioculturales, es posible vislumbrar en ella la formación de un diseño dentro del cual se enmarcan las expresiones vanguardistas como manifestaciones de renovación juvenil. De esta manera pueden abordarse las manifestaciones particulares del vanguardismo literario latinoamericano ya no de manera aislada sino de forma que queden inscritas en el vasto escenario continental.

En conclusión, por todas las consideraciones vertidas aquí podemos considerar que la vanguardia latinoamericana de los años 20 tiene una gran importancia renovadora y fertilizadora, y que, entendida como expresión propia, con ella se da inicio a la literatura de la etapa contemporánea en nuestra región.

A partir de los principios esbozados en este estudio, puede colegirse que la literatura solo hallará una renovación en la medida de que surjan transformaciones socioculturales que condicionen dicho impulso innovador. Así, en la medida de que se establezcan cambios determinantes en la esfera social y cultural estos incidirán de forma definitiva en el discurso literario mostrándose en este la perspectiva del artista condicionado por su época. El término expresado por Mariátegui, para referirse a la restricción de la libertad del artista impuesta por el poder de un agente opresor, quiere aquí significar la estrecha relación entre el hecho literario y el proceso histórico en el cual este se inscribe.

Para el caso nacional, el acontecimiento de la guerra del Pacífico se conforma dentro de ese número de sucesos que originan y legitiman una renovación dentro de la escena literaria. En efecto, el cruento episodio de la guerra contrajo funestísimas consecuencias para la nación peruana en los diversos ámbitos de la vida social, económica, política y cultural. Económica y políticamente, el Perú se hallaba en una precaria situación. En lo social y cultural, en cuanto se trata de los intelectuales de la época, tales consecuencias se tradujeron en el despertar conciencia política y patriótica. Dicha conciencia solo pudo hallarse en una época de conmoción como ésta, pues, la etapa anterior –el periodo romántico- estaba caracterizada por una relativa solvencia económica –fruto de las ventas del guano y el salitre- lo que posibilitaba la indiferencia de los intelectuales peruanos. La nueva circunstancia queda evidenciada en 1885 durante la sesión de reactivación del Club Literario de Lima. Su presidente, Eugenio Larrababure y Unánue, propone a sus socios el replanteamiento de los objetivos primordiales del Club para estar acorde con las nuevas necesidades de la República. Es

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por tanto la situación de debacle generada por la guerra la que exige una renovación del hecho literario que vaya a acorde con los nuevos requerimientos de la nación; y, por tanto, con el nuevo contexto socio-cultural que el mencionado episodio determina. Así es como estos intelectuales le designan a la literatura una funcionalidad práctica de tal manera que asuma la tarea de explicar los motivos de la derrota del país en el conflicto bélico y proponer las reformas para el progreso nacional. De esta forma, el proceso literario, que se desarrolla en la etapa posterior a la Guerra del Pacífico, queda configurado e inscrito en el confín de las transformaciones y reajustes que en los diferentes planos de la vida social y cultural. Y además debe presentar una doble función: la crítica del pasado (de los errores cometidos en la guerra) y el avizoramiento de las pautas a seguir (en la línea del progreso), lo que puede percibirse como una proyección hacia el futuro.

Pero esta literatura que se define como literatura de la época posterior a la Guerra del 79 –entendiéndola como referida a ese desarrollo histórico- no lleva a cabo un desarrollo aislado; adquiere legitimidad sólo en su relación con la literatura del proceso anterior – el Tradicionalismo- presentándose ante esta como su principal antagonista. En tal sentido, la literatura de la renovación se diseña a partir de una ruptura con la literatura de la etapa anterior. Ruptura, por lo demás, febril y encausada. Destinada a mostrar una desconfianza total con lo pasado. Y que mantiene posiciones ideológicas muy bien demarcadas.

A partir de lo mencionado anteriormente queda elucidado – en su estado embrionario, claro está- el panorama de la literatura de la etapa posterior a la guerra del 79. Asistimos, pues, a un singular proceso dentro de la desarrollo literatura peruana. Proceso que va desde la década de 1880 hasta los inicios del siglo XX y en donde coexisten dos discursos literarios claramente disociados. Un discurso que conserva los rasgos de la época anterior y que se asume, por tanto, como pasadista; y otro, en el cual, se expresan los sentimientos, angustias y los anhelos del presente, discursos ambos que corresponden a una misma época o periodo sociocultural. Los discursos aquí descritos – tan solo brevemente- están representados por dos de las personalidades más influyentes dentro de nuestro proceso literario republicano. Se trata, pues, de Ricardo Palma y Manuel González Prada.

Se trata, en suma, de darle legitimidad al procedimiento que desenvuelve el hecho literario a partir de su planteamiento en los términos de una respuesta estético-ideológica a determinadas condiciones previas signadas por el contexto de la vida social y cultural en el que se desarrolla. Derivándose este en una comprensión más cabal del hecho literario y, en consecuencia, como tarea primordial del estudioso de la literatura.