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ÍNDICE

Pág.

RESUMEN ........................................................................................................... I

INTRODUCCIÓN ................................................................................................. i

CAPÍTULO I

1. EL CONTROL CONSTITUCIONAL NORMATIVO

1.1. Contexto del control constitucional normativo .............................................. 01

1.2. Defensa de la Constitución .......................................................................... 10

1.3. Sistemas de control de constitucionalidad ................................................... 13

1.4. La inconstitucionalidad directa o general ..................................................... 24

1.5. La inconstitucionalidad indirecta o en caso concreto ................................... 41

CAPÍTULO II

2. LOS ACTOS JURISDICCIONALES DECISORIOS EN LOS PROCESOS DE

CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

2.1. Las sentencias de los tribunales constitucionales ........................................ 53

2.2. Las sentencias en los procesos de inconstitucionalidad directa. Fallos

típicos y atípicos .......................................................................................... 55

2.3. Las sentencias en los procesos de inconstitucionalidad indirecta ............... 63

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2.4. Principios que informan los fallos ................................................................. 64

2.4.1. Principio de supremacía constitucional ............................................. 66

2.4.2. Principio democrático ........................................................................ 72

2.4.3. Principio de congruencia ................................................................... 73

2.4.4. Principio de estricto derecho ............................................................. 74

2.4.5. Principio in dubio pro legislatoris ....................................................... 75

2.4.6. Interpretación armonizadora.............................................................. 78

2.4.7. Razonabilidad, suficiencia y coherencia ............................................ 79

2.5. Órganos jurisdiccionales que conocen en los procesos de

inconstitucionalidades .................................................................................. 81

2.5.1. La Corte de Constitucionalidad ......................................................... 81

2.5.2. Órganos jurisdiccionales ordinarios que asumen extraordinaria-

mente el carácter de juzgadores constitucionales ............................. 88

CAPÍTULO III

3. EL PRINCIPIO IN DUBIO PRO LEGISLATORIS

3.1. Consideraciones doctrinarias ....................................................................... 91

3.2. Principio in dubio pro legislatoris. Concepto ................................................ 95

3.3. Justificación ................................................................................................. 100

3.4. La aplicación del principio in dubio pro legislatoris y su interacción con

otros principios ............................................................................................. 104

3.5. Circunstancias que propician la invocación del principio in dubio pro

legislatoris y sus efectos .............................................................................. 110

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CAPÍTULO IV

4. ANÁLISIS DE FALLOS JURISPRUDENCIALES EN LOS QUE SE INVOCÓ EL

PRINCIPIO IN DUBIO PRO LEGISLATORIS

4.1. Análisis de algunas sentencias dictadas por la Corte de Constitucionalidad

en casos de inconstitucionalidades directas ................................................ 119

4.2. Análisis de algunas sentencias dictadas por la Corte de Constitucionalidad

en casos de apelaciones contra fallos de primera instancia dictados en

inconstitucionalidades indirectas .................................................................. 128

4.3. Resultados de los análisis y propuesta ........................................................ 136

CONCLUSIONES ................................................................................................ 139

RECOMENDACIONES ........................................................................................ 143

REFERENCIAS .................................................................................................... 145

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I

RESUMEN

La investigación realizada, referida a la aplicación del «principio in dubio pro

legislatoris» en las sentencias de inconstitucionalidad directa en la práctica de la

justicia constitucional guatemalteca, se planificó y desarrolló estructurada sobre el

necesario conocimiento de aspectos esenciales atinentes a la coexistencia de dicho

principio con otros fundamentos sobre los que se erige el Derecho constitucional

guatemalteco y cómo estos son armonizados, en la práctica, por la justicia

constitucional.

De ahí que se inicia por establecer los temas previos al análisis jurisprudencial

respectivo: a) El control constitucional normativo; b) Los actos jurisdiccionales

decisorios en los procesos de control de constitucionalidad, y c) El principio in dubio

pro legislatoris. Con las consideraciones de carácter doctrinario se diseña la línea de

conocimiento que establece la importancia de los principios de primacía

constitucional, división de poderes, e in dubio pro legislatoris o de conservación de la

norma, todos tendentes a alcanzar el valor de seguridad jurídica.

En el desarrollo de la investigación, al plantearse lo concerniente al ejercicio de

la potestad legislativa; que corresponde al Congreso de la República que se traduce

en la atribución de decretar, reformar y derogar leyes, siendo ésta una de sus

funciones más relevantes; se avizora una confrontación entre el Organismo

Legislativo con facultad de ejercitar esa potestad y la Corte de Constitucionalidad en

ejercicio de su función esencial que es la defensa del orden constitucional, cuando,

como consecuencia del planteamiento de las acciones de inconstitucionalidad

directa, se resuelve sobre mantener la vigencia o excluir del sistema jurídico nacional

las normativas jurídicas impugnadas de inconstitucionalidad. Pero, esa confrontación

no se da, pues en la jurisprudencia constitucional se asienta categóricamente que la

declaración de inconstitucionalidad de las normas jurídicas procede cuando puede

advertirse, con certeza, contradicción del contenido de la ley con la Constitución

Política de la República de Guatemala y, en caso contrario, al existir duda, dicho

tribunal constitucional respeta la potestad de su emisor, por cuanto que se le ha dado

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II

facultad para decidir las políticas legislativas; aplicando así, el principio in dubio pro

legislatoris, conservando la norma; pues, una vez exista duda y no se adviertan esas

razones sólidas que evidencien la contradicción enunciada, se respeta la potestad

del Congreso de la República, reconociendo su facultad de emisión de leyes y de

decisión política legislativa, conservando el acto político impugnado y evitando

sustituir la voluntad del legislador respecto de la conveniencia o inconveniencia de la

normativa impugnada en el proceso de inconstitucionalidad abstracta.

Para entender lo anterior, se desarrolló el principio de supremacía

constitucional, dentro de los contenidos propios de la jerarquía constitucional y de

legalidad de la función pública, enfatizando en su desarrollo su importancia como

substrato preciso y necesario de la consagración de un Estado constitucional de

Derecho. El principio constitucional relacionado, constituye una garantía de equilibrio

en el ejercicio del poder político y de los derechos fundamentales de la persona,

consagrados en la norma suprema; arribando a la conclusión que el principio

fundamental de control de constitucionalidad es el de la supremacía de la

Constitución, conforme el cual ésta prevalece sobre cualquier ley y sanciona con

nulidad las leyes y disposiciones de carácter general que violen o tergiversen su

contenido.

En consecuencia, reviste de especial importancia conocer cómo se armonizan

las facultades de la Corte de Constitucionalidad, particularmente las referidas al

principio de supremacía constitucional, y las facultades normativas reconocidas el

Congreso de la República. Siendo el principio in dubio pro legislatoris o de

conservación de la norma, el punto de equilibrio entre las facultades ambos entes,

fundamento que no es más que la concreción de otros principios como el de división

de poderes, el principio democrático, y el de presunción de constitucionalidad de los

actos normativos.

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i

INTRODUCCIÓN

El Estado Constitucional de Derecho guatemalteco enmarca la actividad de sus

instituciones rectoras de la acción política y jurídica del poder público y de las

funciones que están llamados a desarrollar, dentro de los parámetros del marco

jurídico de legalidad que les señala la Constitución Política de la República; estando

así, en consecuencia, la Administración Pública en general, sujeta al Derecho y a la

ley, y el elemento humano que se activa en ese quehacer, sujetos a la ley y jamás

superiores a la misma; actuando dentro del sistema de facultades expresas; siendo

los funcionarios públicos depositarios de la ley, sujetos a ella y jamás superiores a la

misma.

Esta situación de gobernabilidad implica que el principio de legalidad debe ser

observado por quienes desempeñan una función pública de administración y, como

consecuencia, todo actuar de la administración pública que incida sobre los derechos

de un particular debe estar autorizado por el ordenamiento jurídico.

Otro de los principios básicos del Estado de Derecho es el de la división o

separación de poderes que, por ejemplo, atribuye al Organismo Legislativo la función

específica de ejercer la potestad legislativa, la creación de la ley; al Organismo

Judicial le corresponde la función jurisdiccional a través de la Corte Suprema de

Justicia y por los demás tribunales que la ley establezca; siendo el Presidente de la

República el Jefe del Estado, ejerce las funciones del Organismo Ejecutivo por

mandato del pueblo, actuando siempre con los Ministros en Consejo o

separadamente con uno o más de ellos.

La Constitución Política de la República de Guatemala, en su Capítulo IV, Título

VI, Garantías Constitucionales y Defensa del Orden Constitucional, artículo 268,

establece lo concerniente a la Corte de Constitucionalidad, como un tribunal

permanente de jurisdicción privativa, cuya función esencial es la defensa del orden

constitucional, que actúa como tribunal colegiado con independencia de los demás

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ii

organismos del Estado y ejerce funciones específicas que le asigna la Constitución

Política de la República y la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de

Constitucionalidad. Entre esas funciones, se le asigna la función de conocer en única

instancia de las acciones de inconstitucionalidad abstracta, interpuestas contra leyes,

reglamentos o disposiciones de carácter general que contengan vicio parcial o total

de inconstitucionalidad, que deben plantearse ante dicho tribunal y la de conocer en

apelación de todas las impugnaciones en contra de las leyes objetadas de

inconstitucionalidad en casos concretos en cualquier juicio, en casación, o en los

casos contemplados por la ley de la materia. Lo anterior es en observancia del

mandato constitucional que prescribe que son nulas de pleno derecho las leyes y las

disposiciones gubernativas o de cualquier otro orden que regulen el ejercicio de los

derechos que la Constitución Política de la República garantiza, si los violan,

disminuyen, restringen o tergiversan. En esto consiste el principio de jerarquía

constitucional, que hace efectivo el principio de supremacía constitucional.

La Constitución Política de la República de Guatemala es el cuerpo normativo

supremo del ordenamiento jurídico del Estado, a cuyas disposiciones están sujetos

los poderes públicos y los propios gobernados; constituyendo un parámetro de

validez de todas las disposiciones que emitan los distintos órganos estatales. Los

tribunales de justicia, de acuerdo al principio de supremacía constitucional,

observarán siempre que la Constitución Política de la República prevalece sobre

cualquier ley y tratado internacional, sin perjuicio de que en materia de derechos

humanos prevalecen los tratados y convenciones internacionales aceptados y

ratificados por Guatemala. Estos últimos no son parámetros para establecer la

constitucionalidad de una ley o una norma ordinaria y en caso de conflicto con

normas internas, su jerarquización es la de ingresar al ordenamiento jurídico con

carácter de norma constitucional que concuerde con su conjunto, pero nunca con

potestad reformadora y menos derogatoria de sus preceptos por la eventualidad de

entrar en contradicción con normas de la propia constitución Política de la República.

La función legislativa la ejercita, en consecuencia, el Congreso de la República,

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iii

como el Organismo depositario de la potestad legislativa en su ejercicio ordinario, en

cuanto decreta, reforma y deroga las leyes, sujeto a un procedimiento especial,

estando compuesto por diputados electos directamente por el pueblo en sufragio

universal y secreto, para un período de cuatro años; base del régimen democrático y

representativo vigente que expresa, a través de las leyes que emite, la voluntad

soberana del pueblo a quien representa, pero siempre sometida dicha actividad al

régimen de legalidad en observancia del principio de supremacía de la Constitución

Política de la República, que implica también el respeto a la jerarquía, normativa o

material. Es aquí en donde la Corte de Constitucionalidad está llamada a resguardar

la preeminencia de la Constitución Política de la República, por ser esta la norma

fundamental de nuestro ordenamiento jurídico, en la que deben fundamentarse las

demás disposiciones legales que lo integran; de manera que aquellas que la

contraríen devienen ineficaces.

En consecuencia, el control de constitucionalidad de las leyes, cimentado en el

principio de supremacía constitucional, lo realiza la Corte de Constitucionalidad a

través de la sustanciación y resolución de las acciones de inconstitucionalidad

directa, que se presentan como un mecanismo que consiste en un instrumento

jurídico procesal que tiene por objeto mantener la preeminencia de la Constitución

Política de la República sobre toda otra norma jurídica que la vulnere.

Es en los contenidos anteriores en donde se halla el substrato de la temática

que se desarrolla en esta investigación, en cuanto a los planteamientos y

sustanciación de las acciones de inconstitucionalidad de las leyes de nuestro

ordenamiento jurídico, teniendo por aceptado que el sistema de control constitucional

guatemalteco se orienta hacía una posición dual, entre el denominado sistema de

control constitucional difuso o norteamericano que propende a la inaplicación de las

normas que vulneren o contraríen lo dispuesto por la Constitución, al pretenderse la

aplicación de aquellas en un caso concreto entre partes determinadas, que conozca

el juzgador; y el llamado sistema de control constitucional concentrado o austriaco,

que admite la vigencia y eficacia de la norma jurídica hasta su declaratoria de

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inconstitucionalidad, que es el caso de las inconstitucionalidades directas.

En razón de lo expuesto, la estructura de esta investigación comprende: a) El

control constitucional normativo; b) Los actos jurisdiccionales decisorios en los

procesos de control de constitucionalidad; c) El principio in dubio pro legislatoris, y,

d) Análisis de fallos jurisprudenciales en los que se invocó el principio in dubio pro

legislatoris.

Es el último capítulo, el destinado al análisis de los fallos jurisprudenciales, en

que se evidencia el actuar de la Corte de Constitucionalidad respecto a la

preservación del acto normativo invocando el principio in dubio pro legislatoris.

Reconociendo que la actividad legislativa, como una potestad del Estado, le

corresponde al Congreso de la República por mandato constitucional, ente que está

llamado a determinar la conveniencia o inconveniencia de la emisión de una

normativa jurídica, actividad que desarrolla dentro del marco de legalidad

constitucional, estando legitimados como representante del pueblo.

En el capítulo final, como en los capítulos precedentes que le sirven de

sustento, se analiza la participación de la Corte de Constitucionalidad, en su carácter

de tribunal permanente de jurisdicción privativa, en su función esencial de defensa

del orden constitucional, ante el planteamiento de las acciones de

inconstitucionalidad que, por mandato legal, le corresponde la función de conocer,

sustanciar y resolver.

Ante dos funciones públicas esenciales para la vida democrática, como lo son,

por una parte el ejercicio de la potestad legislativa y por la otra la función

jurisdiccional controladora del orden constitucional; se advierte que el Tribunal

Constitucional al dictar sentencia en el caso de las acciones de inconstitucionalidad

abstracta, toma en consideración si existen elementos de juicio suficientes para

declarar la inconstitucionalidad de la ley objeto de impugnación a través del

planteamiento de la acción de inconstitucionalidad directa, y en caso de duda sobre

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v

la existencia del vicio de inconstitucionalidad de dicha norma jurídica, de acuerdo con

el principio in dubio pro legislatoris, debe respetar la decisión del Congreso de la

República, pronunciándose por la conservación del acto político impugnado y

evitando así sustituir la voluntad del legislador respecto de la conveniencia o

inconveniencia de la normativa impugnada en la acción de inconstitucionalidad

abstracta. La norma jurídica que se impugna debe de conservarse, por ser una

decisión del Congreso de la República, quien ha analizado su conveniencia desde el

punto de vista político y existe duda sobre su inconstitucionalidad.

Este es el punto medular de la presente investigación, que se desarrolla

enfocando los temas de la supremacía constitucional, la potestad legislativa del

Estado que le corresponde constitucionalmente al Congreso de la República y la

función jurisdiccional que realiza la Corte de Constitucionalidad en defensa del orden

constitucional.

Es indudable que la Corte de Constitucionalidad, al resolver el fondo de un

planteamiento de acción de inconstitucionalidad abstracta, siempre realiza

consideraciones relacionadas esencialmente con el principio de supremacía

constitucional, que vincula lo resuelto con la prevalencia de lo que dispone la

Constitución Política de la República por ser esta la norma decisoria litis; realizando

el Tribunal Constitucional esa labor decisoria jurisdiccional, independientemente de

estimar la conveniencia o inconveniencia que el Congreso de la República, como

organismo del Estado con potestad legislativa, tuvo en consideración para la emisión

de la normativa jurídica impugnada de inconstitucionalidad; pero, cuando le asiste

duda sobre la existencia del vicio de inconstitucionalidad alegado, el Tribunal

Constitucional debe respetar la decisión del Organismo Legislativo para la emisión de

la ley, manteniendo la vigencia de esta, conservando así el acto político impugnado.

«Según este principio, en caso de duda sobre la existencia de vicio constitucional de

la norma objetada, debe respetarse la decisión del órgano emisor; ello es así porque

la estimación de una acción de inconstitucionalidad debe ser la excepción y mientras

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no se produce tal estimativa opera la presunción de constitucionalidad.»*

Con el desarrollo de la presente investigación; y con las columnas bases de la

temática, como lo son, por una parte el principio de supremacía constitucional y por

la otra la voluntad del legislador generadora de la normativa jurídica que surge del

convencimiento de la conveniencia de la creación de la misma y su surgimiento a la

vida como parte del ordenamiento jurídico; el investigador arriba a la conclusión que

la tarea de la Corte de Constitucionalidad es eminentemente jurídica, sin sustituir el

criterio del legislador sobre la oportunidad o conveniencia de las leyes emitidas, pues

su función es de intérprete y no de legislador y, por ello, la declaración de

inconstitucionalidad de normas procede cuando pueda advertirse contradicción con

la Constitución Política de la República, en caso contrario debe respetarse la

potestad de su emisor, por cuanto que a este se le ha dado la facultad para decidir

políticas legislativas; circunstancia por la cual debe de aplicarse el principio de la

conservación de la norma o in dubio pro legislatoris.

* Salguero Salvador, Geovani, El Control de Constitucionalidad de las Normas Jurídicas,

Publicación de la Corte de Constitucionalidad, Guatemala, Talleres Gráficos de Impresos, 2010, pág.188.

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CAPÍTULO I

1. EL CONTROL CONSTITUCIONAL NORMATIVO

1.1. Contexto del control constitucional normativo

La vigencia y eficacia de una jurisdicción constitucional significa, empleando

palabras de García-Pelayo, «la culminación del proceso de desarrollo del Estado de

Derecho o, dicho de modo más preciso, la transformación del Estado legal de

Derecho en Estado constitucional de Derecho»1. Es, en este último, que el control

constitucional normativo tiene un campo propicio para desarrollarse en plenitud como

principio constitucional, ya que el poder se encuentra sometido al mandato

constitucional y no a la voluntad arbitraria del gobernante.

El mismo García-Pelayo describe, con acertada puntualidad, el proceso de

transición, de perfeccionamiento, que aconteció entre el «Estado legal de Derecho» y

el «Estado constitucional de Derecho»: «El primero se caracteriza por el principio de

legalidad, es decir, por la afirmación de la primacía de la ley sobre los restantes actos

del Estado hecha efectiva por el funcionamiento de unos tribunales destinados a

garantizar la legalidad de la acción de la Administración estatal. El segundo se

caracteriza por el principio de constitucionalidad, es decir, por la primacía de la

Constitución sobre la ley y por el funcionamiento de una jurisdicción que entienda de

la constitucionalidad de los actos del Estado, incluida la propia ley. El Estado

constitucional de Derecho mantiene, pues, el principio de legalidad pero subordina

sus formas concretas de manifestarse al principio de la constitucionalidad.»2

Este período, del Estado constitucional de Derecho, es producto de las

experiencias que en materia de derechos fundamentales; y de la necesidad del

sometimiento de gobernantes y gobernados a una voluntad, que es la decisión de

1 Cf. García-Pelayo, Manuel, Estado Legal y Estado Constitucional de Derecho. El Tribunal

Constitucional Español. En: Revista ILANUD, Volumen 9-10, Números 23 y 24, San José, Editorial del ILANUD, 1989, pág. 8. 2 Ibídem.

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todos, contenida en una norma sui géneris; se generaron en los dos períodos de

postguerras, particularmente el que prosiguió a la Segunda Guerra Mundial.

El contemporáneo modelo de convivencia política concretiza aspiraciones que

se habían ya intentando y desarrollado desde el Estado moderno, particularmente

con las dos revoluciones liberales de finales del siglo XVIII (la norteamericana y la

francesa). Dicho modelo se puede resumir con las siguientes características: a) la

idea de que la dignidad y la libertad humanas son incompatibles con la sumisión del

hombre a otros hombres, sino a las leyes; b) la idea de que sólo el imperio de las

normas abstractas e impersonales garantiza un orden digno, cierto y seguro de

convivencia, y, c) que, ante el antagonismo entre el poder y la norma, el primero ha

de someterse a la segunda3.

Las experiencias del «constitucionalismo clásico» o «moderno» y del

«constitucionalismo contemporáneo» han configurado los principios del Derecho

constitucional dentro de los cuales el principio de supremacía resulta esencial para el

tema del control constitucional normativo.

Pereira-Orozco y Richter exponen: «El Derecho constitucional se encuentra

regido por una serie de principios que lo orientan y permiten su correcta

interpretación. Resulta evidente que las normas del Derecho constitucional son de

carácter general; en razón de ello, no pueden detenerse a detallar casos específicos.

Al momento de aplicar o hacer positivas las normas constitucionales puede ser que

algunas circunstancias no se encuentren taxativamente delimitadas. Es aquí donde

la norma guarda silencio, cuando entran a fungir los principios.»4

Néstor Pedro Sagüés5 guarda el mismo criterio respecto de los principios

constitucionales, indicando que su papel es orientativo de la gestión del constituyente

y del operador de la constitución (Jefe de Estado, juez, ministro, etc.), y también del

3 Cf. Ídem, pág. 8.

4 Cf. Pereira-Orozco, Alberto y Marcelo Pablo E. Richter, Derecho Constitucional, Estudio preliminar

de Eduardo Rozo Acuña, Sexta edición, Guatemala, Ediciones De Pereira, 2011, pág. 8. 5 Cf. Sagués, Néstor Pedro, Teoría de la Constitución, Primera reimpresión, Editorial Astrea, Buenos

Aires, 2004, pág. 87.

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doctrinario. Dicha función, afirma, «…es vital, desde luego, en el proceso de

interpretación y aplicación de la constitución.»6

Sagüés aclara que los principios constitucionales no son en sí normas jurídicas,

pero «…sí deben inspirar a los preceptos de la constitución, a sus normas

reglamentarias, a las sentencias judiciales y, en general, al comportamiento de los

ejecutores de la constitución. En definitiva, pueden retratarse en normas y en

conductas… Su observancia brinda propiedad (en el especial sentido de identidad),

funcionabilidad y legitimidad a un sistema constitucional. Su incumplimiento lo

desdibuja, desfuncionaliza y deslegitima.»7

Es común que los principios constitucionales, al igual que los principios

generales del Derecho, no se encuentren taxativamente enumerados y/o

desarrollados en la norma positiva. Al respecto, Durán Ribera indica:

«Existe uniformidad en la doctrina constitucional en reconocer, de manera

general, que el derecho no está integrado únicamente por reglas sino también por

principios; sin embargo, donde la cuestión se muestra diferente es en cuanto a la

forma en que los textos constitucionales expresan tales principios; dado que mientras

unas constituciones, como las de Brasil, Cuba y de la República Bolivariana de

Venezuela, dedican un Título de su Constitución a describir sus Principios

Fundamentales, otras como la de El Salvador, Perú y de Bolivia, no los describen en

un apartado del texto constitucional, lo que determina que los mismos tengan que ser

identificados, extraídos del contenido de la Ley Fundamental… …la inclusión de los

principios en un título del texto constitucional contribuye a dar mayor claridad a esta

importantísima parcela de la Constitución, dado que si bien los mismos nunca se

agotarán en el catálogo que ella consigne, determinarán que cualesquier otro

principio no descrito tenga que conformarse en congruencia con aquellos, es decir,

deberán guardar coherencia con los principios expresados en el texto de la

Constitución. Su positivación contribuye significativamente a fijar con mayor precisión

6 Ídem, pág. 88.

7 Ibídem.

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los fines de la organización político-jurídica de la Constitución… […ya que] En una

Constitución que contiene una gran cantidad de principios programáticos y de

enunciados dogmáticos, es necesario que se establezcan de manera clara, los fines

de la organización político-jurídica de la que la propia Constitución es base

fundamental, ya que el intérprete de la misma, necesita de una concepción

teleológica para descubrir el verdadero alcance de sus disposiciones, sin olvidar que

la Constitución es un conjunto armónico que no puede interpretarse aisladamente.»8.

En el caso de la Constitución Política de la República de Guatemala, los

principios constitucionales o fundamentales, como se les denomina en algunas

constituciones latinoamericanas9, no se encuentran contenidos en un título que los

distinga y enuncie como tales, siendo que los mismos están inmersos en el articulado

constitucional, y en algunos casos expresamente enunciados en artículos

particulares como se verá adelante. En las constituciones en las que no se

positivizan los principios, corresponde a la doctrina y la jurisprudencia precisar qué

principios, qué contienen, y cuáles son los alcances normativos de los mismos; sin

embargo, los principios no surgen de una actividad de libre creación; al contrario, el

intérprete debe identificarlos y desentrañar el sentido y alcances de ellos10.

La importancia de los principios constitucionales es evidenciada por Eduardo

García De Enterría, al indicar: «La unidad del ordenamiento es, sobre todo, una

unidad material de sentido, expresada en unos principios generales del Derecho, que

al intérprete le toca investigar y descubrir (sobre todo, naturalmente, al intérprete

judicial, a la jurisprudencia), o la Constitución los ha declarado de manera formal,

destacando entre todos, por la decisión suprema de la comunidad que la ha hecho,

unos valores sociales determinados que se proclaman en el solemne momento

8 Durán Ribera, Willman Ruperto, Los Principios de la Constitución Boliviana,

http://www.tribunalconstitucional.gov.bo/Articulold-32.html (10 de marzo 2007). 9 Cf. Constitución Política de Colombia, 1991; Constitución de la República Federativa de Brasil, 1998;

Constitución Política de la República del Ecuador, 1998; Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, 1999; Constitución Política de la República de Nicaragua, 1987. 10

Cf. Durán Ribera, Los Principios de la Constitución Boliviana.

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constituyente como primordiales y básicos de toda la vida colectiva.»11

Dentro de los principios del Derecho constitucional, Humberto Quiroga Lavié

distingue un catálogo que es perfectamente identificable en la Constitución del

Estado de Guatemala: a) de supremacía constitucional; b) de control; c) de limitación;

d) de razonabilidad; e) de funcionabilidad, y, f) de estabilidad12.

De los principios enumerados revisten de especial importancia, para la presente

investigación, el de supremacía constitucional y el de control. En lo que refiere al

principio de supremacía constitucional, el mismo, puede decirse, ha estado presente

en el pensamiento político desde la configuración de la polis en la Grecia clásica. La

idea de la necesidad de poseer un conjunto de normas superiores al derecho

ordinario, y por ende que actuaran como fuentes y límites de la normativa derivada,

ha sido perenne, recibiendo denominaciones como politeia, rem publicam, lex

fundamentalis, hasta alcanzar su plena configuración en el siglo XVIII, con el

surgimiento del Estado constitucional, en el cual se consagra a la Constitución como

norma suprema del ordenamiento jurídico y político del Estado.

El principio de supremacía constitucional, moderno, surge, conforme lo explica

Miguel Carbonell, del ideario y como materialización legislativa de las revoluciones

liberales: «En la búsqueda por racionalizar el orden político y limitar el poder de los

gobernantes, las revoluciones liberales crearon una nueva forma de organización

política que encuentra en una norma máxima su arco de bóveda. A partir de

entonces la Constitución se convirtió en el instrumento clave para la organización del

nuevo Estado liberal burgués.»13

El principio de supremacía constitucional fue, en principio, asumido por el

Estado moderno en su faceta política, como mecanismo para perpetuar una forma

11

García De Enterría, Eduardo, La Constitución como norma y el Tribunal Constitucional, Madrid, Ed. Civitas, 1994, pág. 97. 12

Quiroga Lavié, Humberto, Lecciones de Derecho Constitucional, Argentina, Ed. Depalma, 1995, pág. 15. 13

Carbonell, Miguel, Diccionario de Derecho Constitucional, Segunda edición, México, Editorial Porrúa, 2005, pág. 558.

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específica de gobierno. Posteriormente, su otro carácter, el jurídico, cobra la

relevancia que hoy se le asigna: como norma superior a la que están supeditados los

actos de los gobernantes y gobernados. Esta superlegalidad jurídica posee también

dos sentidos perfectamente distinguibles: el formal y el sustantivo. Por medio del

primero se establece que, para la validez de la normativa estatal derivada se deben

observar los procedimientos que la Constitución establece. En su aspecto sustantivo,

implica que, cualquier norma emitida por los poderes derivados, además de observar

los aspectos formales, debe respetar el contenido de la Constitución y los límites

materiales asignados por esta.

En cuanto el concepto relativo al principio de constitucionalidad, el investigador

adopta el concepto brindado por Luis Felipe Sáenz Juárez: «…el principio de

constitucionalidad se traduce en reconocer que la Constitución es una norma prima

que incorpora los valores y principios esenciales de los que queda impregnado,

imperativamente, todo el Ordenamiento jurídico y, por ello, que ha de constituir la

guía de conducta de las personas en una sociedad determinada, bien se trate de los

ciudadanos o de quienes ejercen los poderes públicos. Esto, porque es la

Constitución la que dota de validez a todas las normas que conforman el

Ordenamiento jurídico, pero, además, porque en ella tal ordenamiento halla su

fuente, su causa, su orientación y su límite.»14

El principio de supremacía, como ya se ha expuesto, ha sido una idea que ha

acompañado al desarrollo del constitucionalismo desde la Antigüedad. A este se

vincula, ya en la etapa del Estado constitucional, el principio de control, que responde

a la concepción de que la Constitución es una norma jurídica aplicable de forma

directa, lo que implicaba la necesidad de crear procedimientos, procesos, y una

jurisdicción constitucional, que permitieran su cumplimiento, su interpretación e

integración y, consecuentemente, el desarrollo y adaptación del Derecho

constitucional a las circunstancias y retos históricos.

14

Sáenz Juárez, Luis Felipe, El principio de constitucionalidad, tesis doctoral, Guatemala, Universidad Rafael Landívar, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, 2006, pág. 117.

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Pereira-Orozco y Richter entienden que el principio de control «…consiste en

dotar al ordenamiento jurídico constitucional de los mecanismos y procedimientos

para someter los actos de gobierno, y a la legislación misma, a la supremacía

constitucional.»15

La relación entre los dos principios, de supremacía y de control, argumentan los

autores citados, es evidente, pues no basta con establecer la supremacía de las

normas constitucionales sobre el demás ordenamiento jurídico, es necesario

garantizar la efectividad del principio de supremacía frente a los actos de gobierno.

El principio de control constitucional tuvo dos precedentes relevantes, el

sistema norteamericano y el sistema europeo de control constitucional. De la mano

de John Marshall y Hans Kelsen se crean estos sistemas también denominados

difuso y concentrado, de los cuales emergerán, posteriormente modelos de control

de tipo mixto.

Desde el punto de vista de la doctrina constitucional, se conocen dos sistemas

de control de constitucionalidad. Uno el sistema de control político, encomendado a

un órgano político, que puede ser el Organismo Legislativo o un ente estructurado

políticamente, que es el caso del Consejo Constitucional de Francia, que también lo

ha adoptado Cuba. Su estructura es política, ejerce un control de carácter preventivo,

a veces consultivo, no tiene carácter vinculante y se realiza antes de que la

normativa entre en vigencia. Otro, como ya se ha expresado es el sistema de control

jurisdiccional.

En cuanto al Consejo Constitucional de Francia, este ejerce un sistema de

control constitucional, se le considera un órgano jurisdiccional que decide las

cuestiones de su competencia mediante la emisión de sentencias. Lo integran nueve

miembros y duran en funciones nueve años, no pudiendo ser reelectos. Se renuevan

por tercios cada tres años. Ejerce el Consejo un control de constitucionalidad en dos

formas, una que es obligatoria en el caso de Leyes Orgánicas, siendo un control a

15

Pereira-Orozco y Richter, Derecho Constitucional, pág. 11.

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priori durante el procedimiento legislativo de la ley y su efecto si declara procedente

es la imposibilidad para el Parlamento de promulgar la norma. Una segunda vía de

control es la impugnación por los legitimados que son el Gobierno o el Presidente de

la Asamblea Nacional o del Senado. Sus decisiones no son recurribles y se imponen

a los poderes públicos y a todas las autoridades administrativas y jurisdiccionales. En

Francia los jueces ordinarios no están facultados para dejar de aplicar una norma

que adviertan que vulnera la Constitución.

Estados Unidos de América es el creador del sistema de control jurisdiccional

difuso, conocido como el «judicial review», creación jurisprudencial, que es

fundamental para la estructura constitucional de dicho país, desde la época colonial,

que propiciaba la revisión de los actos y leyes contrarios a la Constitución por parte

del Poder Judicial; de ahí que ningún acto legislativo que la vulnere puede ser válido

y debe preferirse aquella a la ley ordinaria, por poseer fuerza obligatoria y validez

superiores. Este control quedó establecido en cuanto a las leyes federales de los

Estados Unidos con el caso Marbury vs. Madison que se remonta al año 1803,

sustentado en el principio de supremacía constitucional, argumento principal del

poder de control judicial de la constitucionalidad de las leyes por la Suprema Corte.

«[En] los Estados Unidos de América, país donde por vez primera la

constitución adquirió el carácter de norma jurídica aplicable, [se] encomendó a los

jueces y tribunales que, como resultado de su actividad de selección de las normas

aplicables al caso que debían juzgar, inaplicasen las leyes contrarias a la

constitución. La supremacía constitucional ha sido una creación norteamericana. Los

británicos, de acuerdo con la concepción de Locke, habían desplegado la teoría de la

existencia de un Derecho ―fundamental‖ o ―superior‖. En los Estados Unidos de

América la Constitución de 1787 la recogió al definirse a sí misma como ―the

supreme law of the land‖ (art. VI, sec. 2.); pero no estableció un mecanismo concreto

que garantizase esa supremacía, hasta que en 1803, el Tribunal Supremo, bajo la

presidencia de John Marshall, en la sentencia Marbury vrs. Madison definió que ―the

Constitution is superior to any ordinary act of the legislatura‖, con lo que el Tribunal

Supremo asumió el control de la constitucionalidad de todas las leyes, extremo no

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9

previsto de forma expresa en el texto constitucional.»16

«La decisión establece con extrema claridad que cuando una ley que deba ser

observada en el caso concreto que se plantea ante un tribunal, entre en

contradicción o conflicto con el texto constitucional, el juez deberá aplicar la

Constitución y, por lo tanto, inaplicar la ley, puesto que aquélla es la normas superior

del ordenamiento jurídico. La esencia del deber judicial consiste en prescindir de la

ley considerada inconstitucional. La sentencia estableció el punto de arranque del

sistema constitucional norteamericano en orden a preservar la superioridad formal y

material de la norma fundamental.»17

Es la Suprema Corte de Estados Unidos, el primer tribunal que reconoció la

inconstitucionalidad, en la famosa sentencia ya comentada; cimentando el control

judicial de normas. En su argumentación se sentaron las bases para el control de

constitucionalidad; y fue hasta 1857 cuando, por primera vez, fue declarada

inconstitucional una ley. Así, se adoptó en 1787 el concepto de supremacía

constitucional, consagrado en la Constitución como cláusula de supremacía y, en

consecuencia, el control judicial de la constitucionalidad, como se ha venido

exponiendo. Es así, que desde el siglo XVIII en los Estados Unidos de Norteamérica

se implementó el sistema de control de constitucionalidad, llamado control difuso o

judicial review, sobre la base del stare decisis.

Otro antecedente importante es el fallo que emitió el Juez Coke en 1610, en

Inglaterra, en el Bonham Case en el Common Law Británico. Antes del Siglo XVII la

normativa no recogida por escrito, prevalecía sobre las leyes formales o statutes, que

eran consideradas como normas particulares en relación al derecho consuetudinario

previamente establecido, lo que constituyó el apoyo de dicho fallo, por estar sobre de

cualquier otra normativa aunque fueren leyes del Parlamento u órdenes del Rey; por

lo que los jueces descalificaban todo lo contario a ese Common Law. La jurisdicción

16

Molas, Isidre, Derecho Constitucional, Cuarta edición, Reimpresa, Madrid, Editorial Tecnos, 2009, pág. 227. 17

Aparicio Pérez, Miguel A. y Mercé Barceló i Serramalera, Manual de Derecho Constitucional, Barcelona, Atelier, Libros Jurídicos, Impresión INO reproducciones, 2009, pág. 62.

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10

constitucional como hoy la conocemos, se remonta a principios del siglo XVII; en el

caso antes comentado, afirmando que el derecho natural estaba por encima de las

prerrogativas del rey sentando así las bases de lo que posteriormente sería el control

constitucional de las leyes por parte de los jueces.

Posteriormente fue desarrollada por los colonos ingleses en América como ya

ha sido comentado. Coke le dio así al control de constitucionalidad de las leyes sus

elementos básicos y suministró un sólido sustento jurídico, creando las bases del

derecho constitucional de los Estados Unidos.

El sistema de judicial review norteamericano, no tuvo en Europa una acogida

inmediata, dadas las diferencias en cuanto a las tradiciones jurídico-constitucionales,

la fuerte consolidación en Europa del principio de primacía e infalibilidad de la ley

como expresión de la voluntad popular y fue hasta 1920 que las Constituciones de

Checoslovaquia del 29 de febrero y Austria del 1 de octubre, recogieron las doctrinas

elaboradas por Hans Kelsen, pero caracterizadas por rasgos que distinguen el

sistema del modelo norteamericano, por ejemplo que la labor de declarar la

inconstitucionalidad de las leyes se encomienda a un órgano ad hoc y que se efectúa

un control abstracto de constitucionalidad sin que la norma impugnada deba o no

aplicarse a un supuesto particular.

1.2. Defensa de la Constitución

La Constitución como documento jurídico y político se ubica en el lugar más

elevado en la escala jerárquica de las normas jurídicas, es la norma suprema del

ordenamiento, no existiendo ninguna otra norma por encima de ella, siendo fuente

directa de derecho y en consecuencia sus preceptos son condicionantes de la

validez de todas las demás leyes y de obligada observancia por gobernantes y

gobernados; constituyendo una premisa de decisión de los jueces para determinar la

validez de la normativa aplicable a una situación jurídica; estando la norma

constitucional protegida por la llamada rigidez constitucional cuyo efecto es no

permitir enmiendas o reformas sin el cumplimiento de las formalidades estatuidas en

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11

la misma Constitución, como lo determina, para el caso guatemalteco, el Título VII de

la Constitución Política.

La Constitución Política de la República de Guatemala constituye una norma

vinculante de carácter supremo, ordenadora de la institucionalidad del Estado y en la

cual no puede existir supremacía de un precepto sobre otro de su mismo texto;

situación que al manifestarse y admitirse amenazaría la seguridad jurídica y

vulneraría los principios de rigidez y supremacía constitucionales, especialmente los

artículos 44, 175 y 204 de su texto; de ahí que no es viable la impugnación de un

precepto sobre otro de su cuerpo normativo a través de la acción de

inconstitucionalidad y la Corte de Constitucionalidad no tiene, como parte del poder

constituido, jurisdicción para enjuiciar a la Constitución Política de la República,

asistiéndole sí, de acuerdo con el artículo 268 constitucional la función de defensa

del orden constitucional.

En la Constitución Política de la República está contenida la normativa sobre

derechos fundamentales de los individuos, la estructura, organización y

funcionamiento del Estado, y las garantías y mecanismos que hacen realidad a

través de su ejercicio la vigencia de esos mismos derechos. En consecuencia, la

Constitución Política de la República, por ser la norma fundamental, da sustento al

control de constitucionalidad en aplicación al principio de supremacía de donde se

deriva el principio de jerarquía normativa, prevaleciendo sobre cualquier ley y

disposiciones de carácter general que tergiversen sus mandatos.

Este principio de supremacía constitucional está contenido sustancialmente en

los artículos constitucionales 44, 175, 204. Principio también desarrollado en el

artículo 9 de la Ley del Organismo Judicial: «…los tribunales observarán siempre el

principio de jerarquía normativa y de supremacía de la Constitución Política de la

República, sobre cualquier ley o tratado, salvo los tratados o convenios sobre

derechos humanos, que prevalecen sobre el derecho interno. […]».

Sobre este último contenido, se hace necesario referirse a la sentencia de fecha

diecinueve de octubre de mil novecientos noventa, dictada por la Corte de

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Constitucionalidad en el Expediente 280-90, en la que se consideró: «… -VIII- […] En

primer término, el hecho de que la Constitución haya establecido esa supremacía

sobre el Derecho Interno debe entenderse como su reconocimiento a la evolución

que en materia de derechos humanos se ha dado y tiene que ir dando, pero su

jerarquización es la de ingresar al ordenamiento jurídico con carácter de norma

constitucional que concuerde con su conjunto, pero nunca con potestad reformadora

y menos derogatoria de sus preceptos por la eventualidad de entrar en contradicción

con normas de la propia Constitución, y este ingreso se daría no por vía de su

artículos 46, sino —en consonancia con el artículo 2 de la Convención— por la del

primer párrafo del 44 constitucional que dice: […]»18

El Estado como unidad política y jurídica se organiza y rige sus actuaciones de

acuerdo al conjunto de normas jurídicas contenidas en su Constitución Política, que

norma los poderes y sus órganos; constituyendo la norma suprema de todo un

sistema jurídico y como tal es vinculante para para gobernados y gobernantes. A

través del ejercicio de la jurisdicción constitucional se asegura la integridad y

primacía de la Constitución, siendo la garantía básica del Estado constitucional de

derecho con la guarda de los derechos fundamentales y consecuentemente la

defensa del ordenamiento constitucional.

Héctor Fix-Zamudio expone que la Defensa de la Constitución constituye un

concepto genérico de salvaguarda de la norma suprema, que comprende tanto a los

aspectos patológicos como fisiológicos en la defensa de la ley fundamental. La

misma, indica, «…puede escindirse en dos categorías fundamentales, que en la

práctica se encuentran estrechamente relacionadas. La primera podemos

denominarla, de manera convencional, como protección a la Constitución; la

segunda, que ha tenido consagración institucional en varias cartas fundamentales

contemporáneas, comprende las llamadas garantías constitucionales.»19

18

Gaceta Jurisprudencial de la Corte de Constitucionalidad, No.18. Octubre-Diciembre 1990. Expediente No. 280-90, Sentencia 19-10-90, pág. 99. 19

Fix-Zamundio, Héctor, Estudio de la defensa de la Constitución en el ordenamiento mexicano, Segunda edición, México, Editorial Porrúa, 2011, pág. 10.

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Conforme la división propuesta por Fix-Zamudio, la defensa de la Constitución

comprende dos especies:

a) La primera, denominada protección constitucional, que es materia de la

ciencia política en general, de la teoría del Estado y del Derecho constitucional.

Comprende la protección política (principio de división de poderes), protección

jurídica (procedimiento dificultado de reforma constitucional), protección

económica (control del presupuesto del Estado) y al protección social

(organización de los partidos políticos), teniendo un carácter eminentemente

preventivo o preservativo.

b) La segunda, que denomina garantías constitucionales, es materia del

Derecho procesal constitucional y constituye los remedios jurídicos de

naturaleza procesal destinados a reintegrar la eficacia de los preceptos

constitucionales violados, por lo que tienen un carácter restitutivo o reparador20.

Siendo las garantías constitucionales medios procesales que dan efectividad a

los mandatos fundamentales cuando son desconocidos, violados o existe

incertidumbre respecto de su forma o contenido. Para la protección de las garantías

constitucionales se han configurado diversos sistemas de protección. Inicialmente

Kelsen los clasificaba en dos: a) los de abrogación de la ley inconstitucional, y b) los

de responsabilidad personal del órgano. Sin embargo, Fix-Zamudio, estimó

insuficiente dicha clasificación considerando que existen más sistemas de garantías

de la Constitución, esta es la clasificación que se expone más adelante.

1.3. Sistemas de control de constitucionalidad

La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, proclamada el 26

de agosto de 1789, en el contexto de la Revolución francesa, enuncia: «…toda

sociedad en la cual la garantía de los derechos no esté asegurada, ni determinada la

20

Cf. Ferrer Mac-Gregor, Eduardo, Derecho Procesal Constitucional. Origen científico (1928-1956), Prólogo de Jesús González Pérez, Barcelona, España, Ed. Marcial Pons, 2008, págs. 127 y 128.

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separación de los poderes, carece de constitución»; pues en esta normativa suprema

se contienen los derechos y libertades fundamentales de los ciudadanos o

gobernados frente al poder omnímodo del gobierno o la autoridad. En consecuencia,

el ejercicio del control constitucional es el medio de defensa, que la misma

Constitución establece, para mantener vigente el principio de su supremacía de

carácter política y jurídica frente al sistema normativo imperante.

La limitación del poder constituye el contenido y la razón de ser de la

Constitución como norma suprema. Requiriendo para ello el establecimiento de

formas de control del ejercicio de ese poder, a través de la confrontación de norma y

actos con la norma suprema, actividad encomendada a órganos con facultades para

realizarla, con procedimientos específicos determinados.

La garantía de la supremacía constitucional se realiza a través de la acción de

inconstitucionalidad, por ser esta el mecanismo procesal por el que se busca que el

órgano jurisdiccional competente, la Corte de Constitucionalidad para el caso

guatemalteco, controle la conformidad de una norma jurídica con los preceptos y

disposiciones contenidos en la Constitución. Este principio de supremacía está

claramente reconocido en los artículos constitucionales 44, 175 y 204.

Manuel Duarte Barrera señala: «…el control de constitucionalidad de la ley

opera generalmente mediante el reconocimiento a un órgano, o a un sistema de

órganos, de la función comprobadora de si los actos normativos de otros órganos

son o no conformes con la Constitución y de la posibilidad de adoptar medidas que

restablezcan el orden constitucional.»21

Duarte Barrera llama la atención sobre la adopción de órganos que tengan por

función el determinar la constitucionalidad de los actos de otros entes, de igual

jerarquía, dentro del quehacer del poder público, cuyas funciones llevarían, si fuese

el caso, a anular dichos actos: «Surgen problemas delicados a propósito de la

21

Duarte Barrera, Manuel, El control previo de la constitucionalidad de la ley. Propuesta de sistematización de sus modalidades y alcances en la Constitución Política de la República de Guatemala de 1985. En: Instituto de Justicia Constitucional, Opus Magna Constitucional Guatemalteco, Tomo III, Guatemala, Editorial Ideart Estudio, 2011, pág. 370.

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comprobación de la compatibilidad con la Constitución de actos que formulan

preceptos normativos de actuación secundaria de aquélla. Estos se adoptan, por lo

regular, por los parlamentos u otros órganos de poder titulares de la función de

orientación política. Resulta evidente la dificultad de consentir que hayan órganos

que puedan controlar lo realizado por aquéllos, con el fin de determinar si se ha

violado o no la Constitución y, de ser el caso, adoptar medidas que, para garantizar

su restablecimiento, comporten como consecuencia el desautorizar lo que en su

oportunidad se decidió y anulando, por ejemplo, las disposiciones de una ley.»22

Conforme los autores Pereira-Orozco y Richter, es preciso advertir que el origen

de los grandes sistemas para el control de constitucionalidad se ubica a fines del

siglo XVIII, con dos revoluciones: la norteamericana y la francesa23. La primera crea

el sistema americano (jurisdiccional) por medio de su Constitución (1787) y se

sustenta del caso Marbury vs. Madison.

La labor de contralor de constitucionalidad de las leyes, tiene su origen como se

ha comentado, en el sistema constitucional norteamericano siendo una de las

características esenciales de su modelo político, que reconoce el carácter supremo y

fundamental del texto normativo constitucional y establece que cuando una ley que

deba ser observada en el caso concreto que se plantea ante un tribunal entre en

contradicción o conflicto con el texto constitucional, el juez deberá aplicar la

Constitución e inaplicar la ley.

El sistema norteamericano, denominado sistema de confianza, por la seguridad

que manifiesta en la rectitud y honestidad de sus jueces, asigna a los jueces la

interpretación de las normas y su correspondencia con la Constitución. «Si bien es

cierto que no surge de la carta fundamental esta atribución, la realidad práctica ha

consagrado esta tarea de vigilancia y revisión. El famoso caso Marbury vs. Madison,

sentenciado en 1803, explica la sustentación del llamado sistema americano, al cual

le podemos agregar la característica de ser jurisdiccional, al provenir el control de los

22

Ibídem. 23

Cf. Pereira-Orozco y Richter, Derecho Constitucional, pág. 279.

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jueces que la practican. El voto del juez Marshall resalta de qué manera la esencia

de la libertad civil consiste en el derecho de cada individuo a demandar la protección

de las leyes. Los poderes con que cuenta el Estado no son absolutos, y eso vale

para todos los que participan en el gobierno.» 24

Aspectos relevantes de esta sentencia, lo son, que la Constitución es el

parámetro que controla la legitimidad de los actos legislativos, ello por su naturaleza

de ley superior. Decantándose de lo anterior que toda normativa o disposición que se

oponga a la Constitución debe ser depurada y, en consecuencia, declarada su

inaplicabilidad.

«La crítica a este tipo de control, fundada en el peligro de exacerbar los poderes

de los jueces, es inimaginable dentro de este esquema. Si son justamente los jueces

quienes deben intervenir en todas las causas que se susciten como consecuencia de

la aplicación de la norma fundamental, es dentro de sus expresas facultades que les

corresponde ejercer este tipo de control.»25

La Revolución francesa crea el denominado sistema político que, a diferencia

del americano que se basa en la confianza a sus jueces, considera a los juzgadores

seres desconfiables, y por eso, la voluntad de predominio en las normas no podía

asignarse a los magistrados, siendo preciso generar nuevas figuras para ese fin. La

desconfianza por la judicatura tiene como consecuencia que el control de

constitucionalidad se encomiende a otros entes, como lo es el Poder Legislativo, o en

su caso el Poder Ejecutivo mediante el ejercicio del veto.

«La Revolución Francesa animaba un espíritu distinto del que en América

sucedió. Allí, los jueces habían cubierto un espacio político, absolutista e indiferente

con las necesidades del pueblo. Eran seres desconfiables, y por eso, la voluntad de

predominio en las normas no podía asignarse a los magistrados; era preciso originar

nuevas figuras. En la filosofía del sistema, el pueblo es el único creador de las

24

Gozaíni, Osvaldo Alfredo, La justicia constitucional. Garantías, proceso y tribunal constitucional, Buenos Aires, Argentina, Ediciones Depalma, 1994, pág. 12. 25

Ibídem.

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17

normas, porque en él reposan la soberanía y voluntad para crearlas. Los jueces solo

debían aplicarlas, como autómatas carentes de interpretación y valoración de sus

preceptos.»26

En Francia se observa la vigencia del control constitucional preventivo, por el

cual el Consejo Constitucional, integrado por el legislativo y el ejecutivo, revisa las

leyes antes de su promulgación; por lo cual no constituye un sistema judicial de

control constitucional, ya que es de carácter político y preventivo. Otro sistema de

control constitucional puramente político, es el que ejercita la Asamblea General

Popular en los países socialistas como China.

A inicios del siglo XX surge un nuevo sistema denominado mixto que, a la

postre, sería de gran influencia y el adoptado por el Estado guatemalteco. «Entre

ambos mecanismos (jurisdiccional y político, o, si se prefiere, de confianza o

desconfianza en los jueces), el ilustre jurista Hans Kelsen imaginó y concretó para

Austria (1920) una Corte Constitucional de carácter jurisdiccional, cuyo modelo tuvo

notable disposición para adaptarse a las demás legislaciones de Europa continental.

Llega a ser tan grande la influencia que, dogmáticamente, hoy se suele hablar

solamente de dos sistemas en el control de constitucionalidad de las leyes: el

americano y el austriaco (en clara referencia a los países que marcan el rumbo)»27.

Hans Kelsen introdujo la Corte de Constitucionalidad para el control de las leyes

contrarias a la Constitución, incluyendo los derechos fundamentales. La impugnación

como acción pública o ciudadana constituyó un sistema de protección directa de los

derechos y libertades fundamentales, aunque quien presente la acción no sea

directamente agraviado.

Para Duarte Barrera, «…según la función se encuentre asignada a un solo

órgano judicial o, por el contrario, que el control se asigne a todos los jueces, se

estará ante un sistema difuso o ante un sistema concentrado. Atendiendo al

procedimiento utilizado, puede encontrarse un control por vía incidental o indirecta o

26

Ídem, pág. 13. 27

Ídem, pág. 15.

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bien uno por vía directa.»28

«A la vez, considerando el momento en que se ejerce el control, se alude a los

previos o preventivos, a los reparadores y a los mixtos. Si se atiende a los sujetos

que lo impulsan, se pueden entonces encontrar sistemas restringidos y sistemas

amplios. Tomando en cuenta los efectos de las decisiones, se distingue entre control

especial con proyección al caso concreto en que se suscita el control y general con

efecto erga onmes. Asimismo, podría diferenciarse entre un sistema declarativo o

uno constitutivo, según que la declaración de inconstitucionalidad de la norma tenga

fuerza retroactiva (ex tunc) o bien únicamente hacia el futuro (ex nunc).»29

Si se incluyen todos los modelos o sistemas de control de constitucionalidad, tal

y como lo recomienda Fix-Zamudio, los mismos quedarían así:

-Político Sistemas

-Tribunales constitucionales (concentrado)

-Jurisdiccionales

-Jueces (difuso)30

28

Duarte Barrera, El control previo de la constitucionalidad de la ley. Propuesta de sistematización de sus modalidades y alcances en la Constitución Política de la República de Guatemala de 1985, pág. 372. 29

Ídem, págs. 373 y 374. 30

Cf. Gozaíni, Osvaldo Alfredo, Introducción al Derecho procesal constitucional, Buenos Aires, Argentina, Editorial Rubinzal-Culzoni, 2006, pág. 84.

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19

En el sistema de garantía política el control lo realiza un órgano político,

pudiendo ser alguno de los existentes en la estructura de la Constitución o bien un

órgano especialmente creado. Es un órgano calificado como poder neutral,

intermedio, regulador o moderador que tiene su origen en la teoría de la monarquía

constitucional del siglo XIX.

En el sistema de garantía judicial (concentrado), un tribunal específico posee la

función de declarar, de oficio o a petición, la constitucionalidad de una ley o acto,

cuando es contraria a la constitución, produciendo su anulación absoluta. «En este

sistema, propugnado por Hans Kelsen, no son los jueces ordinarios quienes tienen

encomendada la misión de Defensa de la Constitución, por más que sus

resoluciones siempre han de ser respetuosas con los preceptos constitucionales,

sino un tribunal especial con auténtica potestad jurisdiccional, fuera del Poder

Judicial, que suele nombrarse como Tribunal Constitucional, Corte Constitucional,

Tribunal de Garantías Constitucionales, etc.»31

En el sistema de garantía jurisdiccional, en su versión de control difuso o

norteamericano, el control es ejercido por los órganos estrictamente jurisdiccionales

actuando en la composición de la litis sobre el contenido o forma de una norma

constitucional, para el caso concreto y a través del agravio personal. Su origen se

sitúa en la sentencia dictada en 1803, por el juez Marshall presidente de la Corte

Suprema de los Estados Unidos, en el pleito Marbury vs Madison. En dicha

resolución se formulan las bases de la revisión judicial de los actos contrarios a la

Constitución (judicial review)32: la Constitución es expresión del poder constituyente,

es Derecho positivo, es suprema, no es accesible a los poderes constituidos, su

supremacía obliga-faculta a los jueces a anular las leyes contrarias a ella.

Son dos los sistemas de control jurisdiccional de constitucionalidad sobre las

normas que emite el poder público, realizado por medio de planteamientos de

31

González Álvarez-Bugallal, María Cristina y Ricardo Medina Rubio, Apuntes de Derecho procesal constitucional, España, Ed. Club Universitario, 2009, pág. 20. 32

Ídem, pág. 19.

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inconstitucionalidad. Uno de ellos, el sistema difuso, donde no existe un tribunal

concentrado, su efecto principal se produce con la inaplicación de la norma objetada

de inconstitucionalidad, y sus efectos son interpartes, ex tunc. El otro sistema

denominado concentrado se caracteriza por la existencia de un tribunal concentrado,

tiene como efecto principal la expulsión de la norma objetada de inconstitucionalidad

del ordenamiento jurídico, sus efectos son erga omnes, ex nunc.

Reconociendo que el control de constitucionalidad se sustenta en la existencia

del principio de supremacía constitucional, el profesor Geovani Salguero Salvador,

después de exponer la variedad de clasificaciones relacionadas con los sistemas de

control constitucional, expone: «No obstante la detallada y útil clasificación que

presenta el profesor Sagüés, él mismo hace referencia a que existe una tradicional

separación, que es la forma como usualmente la doctrina los sistematiza; esa

división tradicional los divide en políticos y jurisdiccionales; sin embargo, refiere que,

según su criterio, la clasificación es incorrecta, pues si un órgano jurisdiccional puede

vigilar la constitucionalidad de las normas también desarrolla una notoria actividad

política y, aparte de ello, existen órganos de control muy difíciles de encasillar entre

políticos o jurisdiccionales. Formulada esa prevención, el referido jurista prefiere

hacer relación entre órganos judiciales y no judiciales de control.»33

A diferencia de la judicial review o revisión judicial, la inconstitucionalidad

directa tal como se la conoce, produce efectos jurídicos erga omnes, lográndose la

abrogación de la normativa impugnada.

De acuerdo con el autor Pedro Pablo Camargo, se puede afirmar que, «El

principio general es que en el sistema legal de los Estados Unidos de América no

existe un procedimiento ad hoc, o especial, para el control constitucional, como sí

existe, en cambio, en Austria y la República Federal de Alemania, que tienen un

tribunal constitucional permanente para revisar las leyes atacadas de

inconstitucionalidad y sus sentencias anulan parcial o totalmente la ley impugnada.

33

Salguero Salvador, Geovani, El control de constitucionalidad de las normas jurídicas —primera parte—. En: Opus Magna Constitucional Guatemalteco 2010, Tomo I, Instituto de Justicia Constitucional, Corte de Constitucionalidad, Ideart Estudio, Guatemala, 2010, pág. 289.

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Por tanto, los litigios sobre constitucionalidad o inconstitucionalidad de una ley o

decreto en los Estados Unidos de América se deciden en el momento en que se

plantea la controversia mediante una apelación o un acto de certiorari (excepción de

inconstitucionalidad). El fallo se traduce únicamente en la inaplicabilidad de la ley

reputada inconstitucional en el caso concreto y sin efectos erga omnes. La norma

impugnada no sale del sistema legal por ser esa una atribución exclusiva del Poder

Legislativo. En cambio, en el sistema europeo, la sentencia pone fuera del

ordenamiento la norma legal con efectos erga omnes».34

De estos modelos originales se han derivado otros más como el modelo mixto y

el modelo dual o paralelo.

El sistema mixto, inmerso dentro del sistema de control jurisdiccional, conforme

lo señala García Belaunde, es propio de América, como es el caso de Venezuela o

México: «…en donde sólo un órgano la Corte Suprema, aparece como única

instancia o como instancia final, pues conoce tanto del control incidental (modelo

americano) como del control abstracto (mediante la acción popular de

inconstitucionalidad). Es decir, se fusionan armoniosamente las peculiaridades del

modelo americano con el europeo. Generalmente con esta mixtura se cubre una muy

amplia variedad de situaciones, motivo por el cual algunos lo llaman integral.»35.

El profesor Manuel de Jesús Mejicanos Jiménez, al referirse al sistema mixto,

expone: «Este sistema pretende establecer una posición ecléctica de los dos

sistemas citados: Se dice que es mixto, pues en él interactúan órganos que forman

parte del denominado Poder Judicial y también un Tribunal Constitucional autónomo

e independiente de dicho poder, a los cuales la propia Constitución Política les ha

asignado competencias y atribuciones separadas, que pueden ejercer

simultáneamente en el ámbito de acción de una jurisdicción constitucional.

Definitivamente éste es el sistema adoptado en el ordenamiento jurídico

34

Camargo, Pedro Pablo, Derecho Constitucional, Editorial Leyer, Bogotá, 2009, pág. 709. 35

García Belaunde, Domingo, Derecho procesal constitucional, Bogotá Colombia, Editorial Temis, 2001, pág. 17.

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guatemalteco, según puede colegirse de lo dispuesto en los artículos 266, 267, 268 y

272 de la Constitución Política de la República.»36.

Al tomar elementos de los modelos, americano y europeo, el sistema de control

de constitucionalidad en Guatemala se cataloga como mixto.

La Corte de Constitucionalidad ha externado criterio en cuanto a que el sistema

de control constitucional guatemalteco se orienta hacia una posición ecléctica entre

el denominado sistema de control constitucional difuso también llamado

norteamericano, que se realiza inaplicando las normas que contravienen la

Constitución en un caso concreto y el sistema de control constitucional concentrado o

austriaco, que admite la vigencia y eficacia de la norma hasta su declaratoria de

inconstitucionalidad, de conformidad con lo que disponen los artículos 140 y 141 de

la ley de la materia.

Dentro de los sistemas de control jurisdiccional, también puede diferenciarse el

modelo dual o paralelo. «Cuando se dan las dos situaciones básicas en un mismo

ordenamiento; esto es, cuando coexisten dos modelos en un solo sistema jurídico

nacional, sin mezclarse ni desaparecer (como sería el caso de los mixtos).»37 La

catalogación que realiza García Belaunde distingue el sistema mixto del sistema dual

o paralelo, mientras que es común que ambos sistemas se encajen simplemente

dentro de la categoría de mixto.

En el caso del control de constitucionalidad normativo guatemalteco, Morales

Bustamante señala que «…el control de constitucionalidad normativo abarca el

conjunto de instrumentos e instituciones previstas en el ordenamiento jurídico del

Estado para asegurar que las decisiones del poder público cuyo objeto sea regular

de forma abstracta los diversos ámbitos de la convivencia social, armonicen con los

principios y valores reconocidos en la Ley Fundamental como directrices supremas

36

Mejicanos Jiménez, Manuel de Jesús, La Inconstitucionalidad de leyes, reglamentos y disposiciones de carácter general en el ordenamiento jurídico guatemalteco. Análisis sobre la acción, el proceso y la decisión de inconstitucionalidad abstracta. En: Opus Magna Constitucional Guatemalteco 2010, Tomo I, Guatemala, Impreso Ideart Estudio, 2010, pág. 241. 37

Ibídem.

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23

de dicha convivencia.»38

El mismo autor confirma que el sistema de control normativo de

constitucionalidad, adoptado por el ordenamiento jurídico guatemalteco es de

carácter mixto, fundamentando dicha afirmación en la siguiente exposición: «…al

realizar un enfoque integral del sistema se advierte que la instauración de un tribunal

constitucional autónomo y el monopolio que éste ejerce en el conocimiento del

control preventivo de constitucionalidad y de la acción directa de inconstitucionalidad,

así como la mera existencia de este último instrumento, son todas características del

esquema concentrado o europeo. Mientras que, en complemento de lo anterior, la

potestad conferida a los titulares de la administración de justicia ordinaria para

resolver en primer grado las inconstitucionalidades en caso concreto que sean

promovidas por los sujetos procesales que litiguen ante ellos, es propia de la

modalidad difusa o americana de control de constitucionalidad, pese a que la

posibilidad de la alzada permita eventualmente la intervención de la Corte de

Constitucionalidad también en este contexto. Así se explica que se atribuya al

modelo guatemalteco de control judicial de constitucionalidad normativo un carácter

mixto.»39

La Corte de Constitucionalidad ha considerado: «El sistema de control

constitucional guatemalteco está orientado hacia una posición ecléctica entre el

llamado sistema de control constitucional difuso o ―norteamericano‖, que

simplemente propende a la inaplicación de las normas que contraríen la constitución

en el caso concreto; y el llamado sistema de control constitucional concentrado o

―austriaco‖, que admite la vigencia y eficacia de la norma hasta su declaratoria de

inconstitucionalidad; intelección que puede colegirse de los artículos 140 y 141 de la

Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad.»40

38

Morales Bustamante, Alejandro, Control de constitucionalidad normativo. En: Pereira-Orozco, Alberto, et. al., Derecho procesal constitucional, Guatemala, Ediciones De Pereira, 2011, pág. 219. 39

Ídem, pág. 222. 40

Corte de Constitucionalidad, Gaceta Jurisprudencial No.69, Volumen I, Expedientes Acumulados Nos. 825-2000, 1305-2000 y 1342-2000, Sentencia del 13 Agosto 2003, pág. 56.

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En base a ese carácter mixto del control normativo de constitucionalidad

guatemalteco, se desarrollan sus dos modalidades, directa o general e, indirecta o en

caso concreto. La diferencia objetiva entre estos medios de control normativo, la

inconstitucionalidad en caso concreto y la inconstitucionalidad de carácter general,

apunta la Corte de Constitucionalidad, reside en que «…aquélla resuelve la

inaplicabilidad al caso específico de la ley declarada inconstitucional, en tanto que en

la segunda quedará sin vigencia con efectos erga omnes.»41

1.4. La inconstitucionalidad directa o general

La acción abstracta de constitucionalidad tiene sus precedentes en el derecho

constitucional europeo. Así lo evidencia Fix-Zamudio al indicar que la misma surgió:

«…con el objeto de otorgar a las minorías parlamentarias la posibilidad de impugnar

ante los organismos de justicia constitucional (cortes o tribunales constitucionales o

ante el Consejo Constitucional francés), las disposiciones legislativas aprobadas por

mayoría legislativa, especialmente en Austria, República Federal de Alemania,

España, Francia y Portugal.»42

La acción abstracta de inconstitucionalidad encontró en Europa continental su

desarrollo más importante, pues la misma sirve como mecanismo de control

constante y frecuente de las leyes aprobadas por los diferentes congresos o

parlamentos. La Constitución de Austria de 1920 introdujo el control directo de

constitucionalidad de las leyes, encomendándole dicha función a la

«Verfassungsgerichtshof» o Corte Constitucional por la vía de la acción judicial. En la

República Federal de Alemania en 1949 con su Ley fundamental se estableció el

Tribunal Constitucional Federal, llamado «Bundesverfassungsgericht».

La jurisprudencia constitucional en Alemania, «…desde 1955, el Tribunal, sin

necesidad de anular la ley, expide un fallo interpretativo (denominado ―interpretación

41

Corte de Constitucionalidad, Gaceta No. 15, expediente No. 244-89, sentencia del 31 de enero 01 de 1990. 42

Fix-Zamundio, Estudio de la defensa de la Constitución en el ordenamiento mexicano, pág. 253.

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conforme‖), con directrices respecto a su aplicación constitucional. Ejerce el control

abstracto de la constitucionalidad de las leyes, a petición de un tercio de los

miembros del Bundestag o del Bundesrat (lo cual le otorga un importante canal de

expresión a la minoría parlamentaria), el Gobierno Federal o los gobiernos de los

Länder. Y ejerce el control concreto de las normas por vía incidental, a solicitud de un

juez ordinario, que suspende el proceso ante la convicción –no basta la simple duda-

de que es inconstitucional una ley que le resulta determinante aplicar en el proceso

que está llevando. Para el efecto, el juez no necesita que una de las partes alegue la

nulidad de la norma. Al remitir el asunto al Tribunal Constitucional, el juez debe

fundamentar la inconstitucionalidad, así como su carácter determinante para resolver

el caso pendiente. El Tribunal Constitucional debe escuchar a ambas partes y

resolver sólo sobre la validez de la ley invocada, sin ingresar a examinar el litigio, ni

pronunciarse sobre el problema de fondo en el proceso pendiente de resolución.»43

En Latinoamérica esta acción no solamente permite depurar y atacar la

normativa emitida por los congresos, sino que brinda a las minorías parlamentarias y

magnífico instrumento para controlar, fuera el hemiciclo, el actuar de las mayorías

legislativas.

Conforme la legislación guatemalteca la acción de inconstitucionalidad de las

leyes de carácter general, de forma más puntual conocida como inconstitucionalidad

de las leyes, reglamentos o disposiciones de carácter general y doctrinariamente

inconstitucionalidad en abstracto, es un proceso autónomo, constitutivo en cuanto a

su fin, constituye una garantía de defensa del orden constitucional y como tal es un

medio de control constitucional que se utiliza contra las leyes o disposiciones

gubernamentales, de carácter general con abstracción de hechos concretos en los

que podría ser aplicada, con el objeto de atacar la obligatoriedad de su observancia

general (también, en su otra variante, pretende evitar su aplicación a casos

concretos) cuando contienen vicio parcial o total de inconstitucionalidad, ya sea en el

proceso legislativo de su formación o en su contenido, no siendo necesario que

43

Planas, Pedro, Regímenes Políticos Contemporáneos, Segunda edición, Lima, Perú, Fondo de Cultura Económica, Talleres de Servicio Copias Gráficas, 1997, pág. 250.

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exista relación jurídica entre la normativa atacada de inconstitucionalidad y los

legitimados para promoverla; constituye en consecuencia un mecanismo o

instrumento procesal de carácter constitucional, siendo un verdadero proceso

jurisdiccional, que cumpliendo las formalidades legales, permite a través de una

sentencia dictada por el tribunal constitucional, que conoce y resuelve en única

instancia, determinar si una normativa jurídica se enmarca dentro de los límites que

la Constitución establece, pues de lo contrario por su incompatibilidad es expulsada

del sistema jurídico nacional, con efectos generales erga omnes y hacía el futuro ex

nunc.

En consecuencia, el conocimiento y decisión en única instancia de las acciones

de inconstitucionalidad de leyes, reglamentos y disposiciones de carácter general

que contenga vicio parcial o total de inconstitucionalidad compete a la Corte de

Constitucionalidad, resolviéndola como punto de derecho, netamente jurídico, de

conformidad con los artículos 133 y 143 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y

de Constitucionalidad. De ahí la razonabilidad de exigir que el planteamiento de la

inconstitucionalidad este revestida de suficiente consistencia técnica-jurídica que

sirva de base para el análisis y confrontación, según el artículo 135 de la ley

precitada. La procedencia de la inconstitucionalidad abstracta, se logra cuando se

advierten razones sólidas que evidencia contradicción de la ley infraconstitucional

con la Constitución Política de la República, que constituye el único parámetro para

realizar la confrontación y declarar procedente la acción de inconstitucionalidad

directa, sin tomar en consideración apreciaciones subjetivas sobre hechos o

circunstancias fácticas.

La Corte de Constitucionalidad en Expediente 321-2011, al dictar sentencia el

diecinueve de octubre de dos mil once, expuso: «CONSIDERANDO: —I— Al tenor

de lo preceptuado en el artículo 267 de la Constitución Política de la República y el

artículo 133 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad,

dentro del sistema de garantías constitucionales que se encuentra previsto en el

ordenamiento jurídico guatemalteco, figura la inconstitucionalidad de Leyes,

Reglamentos y disposiciones de Carácter General como el instrumento que viabiliza

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un control directo, abstracto y reparador de constitucionalidad, sobre las normas

infraconstitucionales que conforman el ordenamiento jurídico guatemalteco, cuyo

conocimiento se ha encomendado con exclusividad a este tribunal, como intérprete

máximo y definitivo del contenido de la ley fundamental. Es por ello que corresponde

a esta Corte conocer de las impugnaciones contra leyes y reglamentos objetados

parcial o totalmente de inconstitucionalidad, en aras de tutelar el principio de

supremacía constitucional.»44

En párrafos anteriores se ha hecho referencia al vicio de constitucionalidad en

consideración a su naturaleza, cuando contiene vicio parcial o total de

inconstitucionalidad ya sea en el proceso legislativo de su formación o en su

contenido; es decir, vicio de tipo formal o material. El vicio de constitucionalidad

material por motivo de fondo, es el que más se invoca en la praxis, lo que obliga al

Tribunal Constitucional a confrontar la norma infraconstitucional con la Constitución

para determinar si existe la violación, vulneración, restricción o tergiversación

argumentada por el postulante, pretendiendo que la normativa que se impugna sea

expulsada del ordenamiento jurídico nacional por existir un vicio de fondo en su

contenido o espíritu de la norma impugnada, lo cual vulnera la normativa

constitucional.

El Tribunal Constitucional se apoya en que el principio fundamental del control

constitucional es la supremacía de la Constitución y que dicho control es una función

esencial que debe desarrollar en una tarea de interpretación sistemática e integral de

la preceptiva constitucional de acuerdo al principio de unidad de la Constitución. Es

aquí donde se precisa la importancia de la obligación que tiene el accionante de

plantear su tesis con argumentaciones y razonamientos jurídicos para demostrar la

ilegitimidad constitucional de la norma impugnada, como lo exige la Ley de Amparo,

Exhibición Personal y de Constitucionalidad en su artículo 135 y el Acuerdo 4-89 de

la Corte de Constitucionalidad en su artículo 29; que se traducen en que el memorial

del planteamiento deberá contener un capítulo en el que, de forma separada,

44

Diario de Centro América, No. 15, Tomo CCXCIII, Jueves 3 de Nov. 2011, pág. 7.

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razonada y clara, se expresen los motivos jurídicos que dan sustento a cada una de

las impugnaciones. La incompatibilidad debe demostrarse para que el Tribunal

Constitucional no abrigue dudas al resolver. El interponente tendrá entonces que

mostrar que la interpretación correcta del texto de la ley que aduce inconstitucional

contradice o vulnera la interpretación de la Constitución en sus preceptos que señale.

En caso contrario la Corte de Constitucionalidad se abstiene de analizar las normas

impugnadas, aun en el caso de la inconstitucionalidad total.

Pero también se plantean acciones de inconstitucionalidad abstracta por vicio

de forma, ya sea en forma total o parcialmente, con el procedimiento preestablecido

en la propia Constitución Política de la República, incurriendo en un vicio formal o

vicio en el proceso; proceder anómalo que puede darse tanto en la emisión de las

leyes como en cuanto a los reglamentos, al no observarse en su formación y sanción

el proceso establecido. Entonces se está ante el vicio formal, interna corporis o vicio

procedimental. El procedimiento de formación de la norma jurídica está regulado en

la Constitución Política de la República en su Título IV, Capítulo II, Sección Tercera,

del artículos 174 al 180. En el caso de accionar como consecuencia de este vicio de

constitucionalidad, es necesario acreditar con documentos el momento en que se

sucedió el vicio alegado, debiendo tenerse presente que puede darse en el acto

legislativo por omisión de hecho de integrantes del órgano emisor de la normativa

impugnada.

En materia de inconstitucionalidad general de las leyes, reglamentos o

disposiciones de carácter general, es función de la Corte de Constitucionalidad de

conformidad con los artículos 272, literal a) constitucional y 163, literal a) de la ley de

la materia, conocer en única instancia de las impugnaciones interpuestas contra

leyes o disposiciones de carácter general, objetadas parcial o totalmente de

inconstitucionalidad; por lo que el accionante debe manifestar en forma técnica si el

vicio alegado de inconstitucionalidad es total o es parcial; siendo el primero cuando

se advierte la vulneración en la totalidad de la normativa y en segundo caso cuando

se impugnare alguna parte de la ley, reglamento o disposición legal, por ejemplo una

palabra, expresión, frase, oración, uno o varios artículos de la normativa, etc. Esta

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función la realiza el Tribunal Constitucional al proceder a estudiar, confrontar e

interpretar las normas cuestionadas de inconstitucionalidad con las disposiciones

constitucionales que los accionantes denuncian vulneradas, con el objeto de que si

se establece la existencia del vicio señalado se declare que quedan sin vigencia y

por lo tanto excluidas del ordenamiento jurídico nacional.

Esta labor es muy especial dada la ambigüedad, tanto semántica como

sintáctica, que a veces se logra apreciar en la normativa constitucional, y que

consigue interpretarse como indeterminación de su texto, pero que, en realidad, se

traduce en la necesidad de la búsqueda de un método especial de interpretación,

apoyado en un juicio de valor para conocer su sentido que le dio el constituyente,

desentrañando el espíritu y los alcances del desarrollo de dicha normativa. A veces,

se aprecia como he expresado, que los enunciados constitucionales suelen ser

vagos y ambiguos en sus formulaciones lingüísticas, pues en su regulación se limitan

a normar sobre determinados aspectos de la organización del Estado y de la vida de

la comunidad, pero también el texto constitucional contiene principios para ser

interpretados y desarrollados, teniendo así la normativa constitucional carácter

abierto, que el legislador ordinario en su tarea de legislar debe interpretar y el tribunal

constitucional debe de interpretar y aplicar.

«Una expresión deviene controvertida cuando es claro que expresa un criterio

normativo, pero personas distintas están en desacuerdo acerca del contenido

específico de este criterio. Así, por ejemplo, cuando la Constitución americana

prohíbe las ―multas excesivas‖, está incorporando una expresión controvertida, una

multa excesiva es una multa cuya cuantía es superior a la cuantía que debería ser,

pero la gente discrepa acerca de qué cuantía debería ser, por lo que estas

discrepancias darán forma a sus discusiones acerca del significado de la expresión

―excesiva‖.»45

La problemática de la compatibilidad de una ley determinada con la normativa

45

Ferreres Comella, Victor, Justicia Constitucional y Democracia, Segunda edición, Madrid, Impresión Taravilla, 2007, pág. 27.

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30

constitucional, implica una examen a través de un contraste entre sus contenidos,

para advertir si hay o no vulneración de derechos y libertades constitucionales. Pero

ese juicio de constitucionalidad de la ley no es el único juicio de contraste que pueda

darse dado que hay peculiaridades que deben de tomarse en cuenta, como son, que

las disposiciones constitucionales por su propia naturaleza contienen

indeterminaciones en mayor grado que la mayoría de las leyes ordinarias, como ya

se advirtió, y que la norma constitucional está revestida de una especial dignidad por

su génesis, que el juez constitucional al conocer y resolver tiene en consideración

dentro del análisis lógico y jurídico, aunado a sus juicios de valor.

Lo interesante es que interprete las diversas disposiciones constitucionales

sistemáticamente, como partes de un todo coherente, previo a la construcción de

reglas que permitan conciliar las exigencias de las distintas disposiciones,

concretando su tarea en la interpretación que lo lleve a advertir si existe o no

incompatibilidad entre una normativa y otra. Esta es la labor que realiza la Corte de

Constitucionalidad, al analizar la norma jurídica impugnada de inconstitucionalidad

abstracta y pronunciarse sobre su legitimidad constitucional resolviéndola como

punto de derecho, a través del examen en abstracto prescindiendo de circunstancias

fácticas.

La Corte de Constitucionalidad al resolver, en Expediente 280-90, apelación de

sentencia de amparo, con fecha diecinueve de octubre de mil novecientos noventa,

consideró: «VIII …Para ello parte del principio hermenéutico de que la Constitución

debe interpretarse como un conjunto armónico, en el significado de que cada parte

debe determinarse en forma acorde con las restantes, que ninguna disposición debe

ser considerada aisladamente y que debe preferirse la conclusión que armonice y no

la que coloque en pugna a las distintas cláusulas del texto. […]».46

En la primera solicitud con que se plantea la acción de inconstitucionalidad

abstracta, es necesario que se exprese en forma razonada y clara los motivos

46

Corte de Constitucionalidad. Gaceta Jurisprudencial No. 18, Octubre a Diciembre 1990, Expediente No. 280-90, Sentencia 19 octubre 1990, Pág. 99.

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31

jurídicos en que descansa la impugnación, y de conformidad con el artículo 28 del

Acuerdo 4-89 de la Corte de Constitucionalidad, adicionado por el Acuerdo 2-97 del

citado tribunal, de todo escrito y documento que se presente deben entregarse doce

copias claramente legibles, en papel común o fotocopia. En los escritos se hará

constar el número de copias que se acompañen. Si el interponente omitiere

requisitos, la Corte de Constitucionalidad ordenará que dentro de tercero días los

supla.

En cuanto a la naturaleza jurídica de la inconstitucionalidad directa, acogiendo

lo expresado por el profesor Geovani Salguero Salvador, «…se concluye que,

además de constituir una garantía constitucional, la inconstitucionalidad directa

guatemalteca es un verdadero proceso jurisdiccional motivado por el planteamiento

de una acción.»47

Esta garantía constitucional con fundamento en el principio de supremacía

constitucional, como mecanismo procesal de control constitucional, por ser un

verdadero proceso jurisdiccional, da derecho a las personas legitimadas para

demandar la expulsión del ordenamiento jurídico nacional de toda norma de inferior

jerarquía que vulnere, tergiverse o viole la Constitución Política de la República,

dejándola sin vigencia, de conformidad con el artículo 140 de la Ley de Amparo,

Exhibición Personal y de Constitucionalidad.

La Corte de Constitucionalidad planteada la inconstitucionalidad abstracta se

integra, según el tipo de norma impugnada, con cinco o siete magistrados y dicta su

primera resolución en los expedientes de inconstitucionalidad decidiendo dentro de

los ocho días siguientes sobre la suspensión provisional de la normativa impugnada,

la cual se produce si a su juicio la inconstitucionalidad fuere notoria y susceptible de

causar gravámenes irreparables.

La Corte de Constitucionalidad, en relación a la cuestión principal que se trata

47

Salguero Salvador, Geovani, El Control de constitucionalidad de las normas jurídicas —segunda parte—. En: Opus Magna Constitucional Guatemalteco 2011, Tomo II, Instituto de Justicia Constitucional, Corte de Constitucionalidad, Guatemala, Ideart Estudio, 2011, pág. 343.

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32

en este apartado, ha reiterado su criterio: «Corresponde a esta Corte, como función

esencial, mantener la preminencia de la Constitución sobre el ordenamiento jurídico,

conociendo de las acciones contra leyes, reglamentos o disposiciones de carácter

general que sean objetadas parcial o totalmente de inconstitucionalidad. Para que

proceda una acción de inconstitucionalidad general que se promueva, se requiere: a)

la ley que se impugne, total o parcialmente debe contener una transgresión a un

precepto constitucional: b) la ley o norma cuestionada debe estar vigente, ya que el

objeto de la pretensión en la inconstitucionalidad es la expulsión del precepto

impugnado del ordenamiento jurídico; c) que la norma impugnada afecte en abstracto

a toda la población, por sus efectos erga omnes; y d) la exposición de razonamiento

debe ser suficiente, para que permita al Tribunal descubrir y convencerse de la

colisión existente entre la ley o norma denunciada y las normas constitucionales

conculcadas por ella.».48

La disposición legal que se denuncia de vulnerar uno o varios preceptos

constitucionales, necesariamente debe estar vigente y así lo ha asentado la Corte de

Constitucionalidad en reiterados fallos; pues uno de los efectos de la declaratoria de

inconstitucionalidad abstracta, en caso de existir la contravención, es que la

normativa impugnada quede sin vigencia y sea excluido del ordenamiento jurídico

nacional.

Las inconstitucionalidades planteadas contra normas jurídicas que aún están en

período de vacatio legis y las normas derogadas, las mismas quedan excluidas del

examen de constitucionalidad por no formar parte del ordenamiento jurídico. En esos

últimos casos, la Corte de Constitucionalidad ha declarado sin lugar la

inconstitucionalidad demandada.

Los reglamentos son también impugnables por esta vía, cuando son

disposiciones reglamentarias emitidas de acuerdo con el artículo 183, literal e)

constitucional por el Presidente de la República. También pueden ser impugnables

48

Diario de Centro América No. 39, 30 julio de 2009, Tomo CCLXXXVII, Expedientes Acumulados 467 y 612-2008, Sentencia 9 de julio de 2009, pág. 7.

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33

por inconstitucionalidad abstracta los reglamentos praeter legem, que son aquellos

emitidos por entidades descentralizadas o autónomas estatales y que no desarrollan

el contenido de una ley, pero su afectación es general. Así también pueden

impugnarse de inconstitucionalidad directa las disposiciones de carácter general, por

ejemplo los acuerdos ministeriales.

En resumen, la acción de inconstitucionalidad general se plantea contra normas

jurídicas de carácter general que estén vigentes y que las mismas sean de

observancia obligatoria, que revista carácter de bloque normativo, por lo que debe de

precisarse que no es admisible su promoción contra los actos de aplicación de

dichas normativas, ya que contra estos actos existen otros mecanismos para discutir

su legalidad. Se puede afirmar que en el sistema jurídico guatemalteco la

inconstitucionalidad de las leyes tiene dos vías, la inconstitucionalidad de las leyes

de carácter general y la inconstitucionalidad de las leyes en casos concretos. La

acción de inconstitucionalidad abstracta se promueve en contra de normativas

jurídicas positivas, generales, vigentes, de observancia obligatoria, no siendo posible

aplicarla a los actos de aplicación de las mismas.

La acción de inconstitucionalidad de las leyes puede estar fundada en vicios de

tipo formal: que se haya omitido alguna fase en el proceso de su formulación,

aprobación y vigencia o que en estas etapas existiera algún vicio, o en vicios de tipo

material: que el contenido de la ley transgreda el principio de jerarquía normativa de

las leyes, que no sea congruente con los principios generales del derecho que sirven

de pilares al ordenamiento jurídico, o que sea contrario a los valores del mismo.

La Constitución Política de la República, respecto de la inconstitucionalidad de

carácter general, establece:

Artículo 267. Inconstitucionalidad de las leyes de carácter general. Las

acciones en contra de leyes, reglamentos o disposiciones de carácter general

que contengan vicio parcial o total de inconstitucionalidad, se plantearán

directamente ante el Tribunal o Corte de Constitucionalidad.

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34

La Corte de Constitucionalidad, al interpretar el contenido y alcance del artículo

citado, ha manifestado que: «La acción directa de inconstitucionalidad procede

contra leyes, reglamentos o disposiciones de carácter general que contengan vicio

parcial o total de inconstitucionalidad, y persigue que la legislación se mantenga

dentro de los límites que la propia Constitución ha fijado, excluyendo del

ordenamiento jurídico las normas que no se conforman con la misma, anulándolas

con efectos ‗erga omnes‘ (Artículos 267 de la Constitución; 133 y 134 de la Ley de

Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad). El análisis para establecer la

incompatibilidad entre la Ley y la Constitución debe ser eminentemente jurídico, sin

sustituir el criterio del legislador sobre la oportunidad o conveniencia de las

decisiones tomadas. Por otra parte, el examen puede comprender tanto las

denuncias de inconstitucionalidad de las normas por vicios materiales como la de los

actos legislativos por vicios formales. Los poderes públicos están sometidos a la

norma fundamental y fundamentadora de todo orden jurídico y, en consecuencia,

quedan sometidos al control de constitucionalidad no solamente las normas de rango

legal objetivadas externamente, sino también los procesos legislativos "interna

corporis" que deben ajustarse a las normas que la Constitución prescribe. Los actos

y las normas que tienen su origen en decisiones de los poderes legítimos tienen una

presunción de constitucionalidad, lo que trae como consecuencia el considerar como

excepcional la posibilidad de invalidarlos; situación que especialmente se manifiesta

cuando se trata del órgano legislativo, el cual dispone de distintas alternativas a la

hora de legislar, siempre dentro del marco fijado por el constituyente. Puede

declararse la inconstitucionalidad cuando es evidente la contradicción con la

Constitución y existan razones sólidas para hacerlo. Cuando no haya bases

suficientes se debe respetar la decisión del Congreso, porque de acuerdo con el

principio democrático, es el único autorizado para decidir las políticas legislativas que

el constituyente dejó abiertas. La Corte debe declarar la inconstitucionalidad de la ley

cuando su contradicción con el texto constitucional es clara; en caso contrario, es

conveniente aplicar el principio de conservación de los actos políticos y la regla

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35

básica en la jurisdicción constitucional: indubio pro legislatoris.»49

«B) Cuando se trata de inconstitucionalidad general o abstracta, prevista en el

Artículo 267 Ibíd., la sentencia estimatoria tiene carácter vinculante frente a todos,

pues sus efectos son anulativos del precepto normativo impugnado, que deja de

surtir efectos pro futuro o ex nunc, bien sea desde el día siguiente de la publicación

de la sentencia en el Diario Oficial o desde la fecha en que igualmente se publicó el

auto que suspendió provisionalmente la disposición atacada, según sea confirmado

por el fallo que resuelve en definitiva.»50

En lo que refiere al control de constitucionalidad y los efectos de la declaratoria

de inconstitucionalidad de una norma, la Corte de Constitucionalidad ha establecido

que la acción de inconstitucionalidad planteada en contra de una ley de carácter

general, la sentencia estimatoria tiene carácter vinculante frente a todos, pues sus

efectos son anulativos del precepto normativo impugnado, que deja de surtir efectos

pro futuro o ex nunc, bien sea desde el día siguiente de la publicación de la sentencia

en el Diario Oficial o desde la fecha en que igualmente se publicó el auto que

suspendió provisionalmente la disposición atacada, según sea confirmado por el fallo

que resuelve en definitiva. Las sentencias de la Corte de Constitucionalidad

estimatorias de inconstitucionalidad de preceptos normativos son definitivas y, como

consecuencia, expulsan del ordenamiento jurídico las normas así declaradas.

Al regular los efectos de la declaratoria de inconstitucionalidad, la Ley de Amparo,

Exhibición Personal y de Constitucionalidad en su artículo 140, establece: «Cuando

la sentencia de la Corte de Constitucionalidad declare la inconstitucionalidad total de

una ley, reglamento o disposición de carácter general, éstas quedarán sin vigencia; y

si la inconstitucionalidad fuere parcial, quedará sin vigencia en la parte que se

declare inconstitucional. En ambos casos dejarán de surtir efecto desde el día

siguiente al de la publicación del fallo en el Diario Oficial. La motivación del

49

Corte de Constitucionalidad de Guatemala, Gaceta No. 40, Expediente No. 669-94, Sentencia 03 de agosto de 1995. 50

Corte de Constitucionalidad de Guatemala, Gaceta No. 40, Expediente No. 669-94, Sentencia 03 de agosto de 1995.

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36

planteamiento en las acciones de inconstitucionalidad directa es lograr la expulsión

del sistema jurídico nacional de la normativa impugnada de inconstitucionalidad, por

lo tanto dicha declaración es de tipo constitutivo, con efectos generales.»

«C) El control de constitucionalidad se realiza confrontando la Constitución

Política de la República con la norma impugnada, por lo que, cuando ésta carece de

vigencia y positividad, la cuestión ha dejado de tener materia y, por tanto, el tribunal

competente no puede pronunciarse respecto del fondo de la pretensión de

inconstitucionalidad. // D) Las sentencias de la Corte de Constitucionalidad

estimatorias de inconstitucionalidad de preceptos normativos son definitivas y, como

consecuencia, expulsan del ordenamiento jurídico las normas así declaradas.»51

«La Constitución Política de la República reconoce a sus habitantes el derecho

y el deber de velar por el cumplimiento de su normativa suprema. Esto permite

ejercer libremente la acción popular de su defensa por medio de la acción de

inconstitucionalidad y compete a esta Corte resolver su planteamiento [...] La

inconstitucionalidad de fondo puede producirse por directo enfrentamiento de un

precepto o disposición general de jerarquía inferior con otro u otros de rango

constitucional cuyos valores, principios y normas garantizan la supremacía y rigidez

de la Constitución. Igualmente puede incurrirse en ilegitimidad de manera indirecta,

cuando, por la forma, se infrinja el orden constitucional, bien sea porque la autoridad

de la que emana el precepto carezca de competencia o produzca inobservando

reglas fundamentales para su formación y sanción o cuando no exista la adecuada

correspondencia jerárquica con una norma superior que la habilite.»52

Para el planteamiento de la acción de inconstitucionalidad abstracta no se

requiere acreditar el interés legítimo del postulante, pues como lo expresa la literal b)

del artículo 135 constitucional, todo guatemalteco tiene el deber de cumplir y velar

porque se cumpla lo que establece la Constitución Política de la República; siendo

51

Corte de Constitucionalidad de Guatemala, Gaceta No. 54, Expediente No. 498-99, Sentencia del 14 de octubre de 1999, pág.63, octubre diciembre 1999. 52

Corte de Constitucionalidad de Guatemala, Gaceta Número 56, Expediente Número 1094-99, Sentencia del 13 de junio de 2000. Pág. 57, abril junio 2000.

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una verdadera acción popular en materia de inconstitucionalidad, sin limitaciones en

cuanto al sujeto activo, normativa impugnable, ni plazo de interposición, pues no

existen plazos que determinen situaciones de caducidad y prescripción, tal como

puede suceder en el caso de los amparos o inconstitucionalidades en caso concreto

en que la temporalidad si es un requisito de viabilidad; exigiendo sí que la normativa

impugnada esté vigente, pues lo que se pretende es su expulsión del ordenamiento

jurídico, por lo que quedan excluidas las futuras normas jurídicas –vacatio legis- y las

normas derogadas.

La práctica forense y la prolijidad del digesto constitucional guatemalteco ha

planteado la figura de la inconstitucionalidad sobrevenida, situación ante la cual la

Corte de Constitucionalidad ha resuelto: «...se aprecia que la razón general

expresada vinculada a los principios puntualizados, podría ser motivo propio de una

inconstitucionalidad formal, es decir, falta de requisitos en el actuar, vicios en el

procedimiento o excesos en el mismo, la que sólo podría ser referida a las leyes y

Constitución vigentes en que se produjeron las disposiciones y actos impugnados.

Esta Corte, en su jurisprudencia, ha aceptado la inconstitucionalidad sobrevenida, es

decir, la no concordancia con la actual Constitución de disposiciones

preconstitucionales pero vigentes, lo que hace referencia a una inconstitucionalidad

material pero no formal, máxime si los actos agotaron sus efectos jurídicos bajo la

normativa suprema vigente al momento en que fueron emitidos. Tales razones, unido

a que el examen de constitucionalidad sólo es posible en relación a disposiciones

generales vigentes confrontadas con la Constitución actual, determinan que no se

pueda efectuar el análisis de fondo respectivo. En consecuencia, debe desestimarse

la inconstitucionalidad planteada.»53

Acatando el principio de supremacía constitucional el control de

constitucionalidad si es posible como consecuencia de vicio de constitucionalidad de

una normativa jurídica preconstitucional, permitiendo la Corte de Constitucionalidad

realizar dicho examen, confrontándola con la Constitución vigente por ser esta el

53

Corte de Constitucionalidad de Guatemala, Gaceta No. 58, Expediente No. 1244-99, sentencia del 17 de octubre de 2000, pág. 41. Octubre diciembre 2000.

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38

parámetro, cuando la normativa promulgada al amparo de un ordenamiento

constitucional anterior esté vigente. En este caso, puede promoverse la acción de

inconstitucionalidad abstracta por vicio total o parcial, siendo el vicio alegado de tipo

material. No es posible examinar el procedimiento de formación de una norma

jurídica sobrevenida, pues tendría que hacerse tomando como base el procedimiento

regulado en una Constitución ya derogada. De ahí que la Corte de Constitucionalidad

ha aceptado la inconstitucionalidad sobrevenida de normas, pero por incongruencia

material, no así la referente a aspectos formales o de creación.

En el caso de las inconstitucionalidades directas encontramos también la

llamada inconstitucionalidad por omisión, cuando el organismo del Estado con

potestad legislativa, ha omitido legislar sobre un tópico que la propia Constitución

Política de la República ha determinado se realice, dándose la contravención

constitucional; promoviéndose dicha acción a efecto se declare la omisión y se

obligue al órgano legislativo a emitir la normativa omisa deduciéndose las

responsabilidades del caso. Al respecto se advierte que en el sistema jurídico

guatemalteco no se encuentra expresamente regulado lo concerniente a la

inconstitucionalidad por omisión, en consecuencia no puede hacerse efectivo el

precepto constitucional que obligue a la emisión de una ley ordinaria que por

mandato constitucional debe de hacerse. En este caso, de acuerdo con el artículo

49, literal c) de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad, en el

caso de omisión de normas reglamentarias, la declaración de procedencia del

amparo tendrá los siguientes efectos. Cuando el amparo hubiese sido interpuesto por

omisión de la autoridad en la emisión de la reglamentación de ley, el Tribunal de

Amparo resolverá fijando las bases o elementos de aplicación de ésta al caso

concreto, según los principios generales del derecho, la costumbre, los precedentes

para otros casos, la analogía de otros reglamentos y la equidad, siguiendo el orden

que el tribunal decida. La ley de la materia determina que la acción de

inconstitucionalidad abstracta se promueve contra leyes, reglamentos o

disposiciones de carácter general, no contra omisiones, para lo cual es necesario

citar la norma que es objeto de impugnación.

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39

En resumen, para que proceda una acción de inconstitucionalidad general

abstracta la ley no determina plazo para su planeamiento, pero si exige el

cumplimiento de presupuestos de procedibilidad, como lo son, que la ley que se

impugna total o parcialmente de inconstitucionalidad directa contenga una

transgresión a un precepto constitucional; que dicha normativa debe de estar vigente;

que tenga el carácter de aplicación general, abstracta e impersonal por sus efectos

erga omnes; y dada la presunción de constitucionalidad de la ley, por simple lógica,

en observancia del principio de congruencia y cumpliendo con lo preceptuado por los

artículos 135 de la ley de la materia y 29 del Acuerdo 4-89 de la Cote de

Constitucionalidad, en la exposición del interponente debe motivarse razonadamente

la impugnación expresando en forma razonada, suficiente y clara los motivos

jurídicos en que descansa la misma, que es lo que constituye su tesis, para que

permita al tribunal constitucional al realizar el examen confrontativo advertir,

descubrir y convencerse de la colisión existente entre la ley o norma denunciada y

las normas constitucionales conculcadas por ella. Esto último es conditio sine qua

non para realizar el examen ya referido.

En este aspecto se debe recordar que la ley está revistada de una especial

dignidad de acuerdo con el principio de dignidad democrática de la ley, como

consecuencia de su aprobación por el órgano del Estado a quien le asiste

constitucionalmente la potestad legislativa. Es requisito la vigencia de la norma ya

que uno de los efectos de la declaración que se realice en sentencia, es el de que en

caso de existir la contravención el precepto impugnado pierda su validez y sea

excluido del ordenamiento jurídico. En el caso de su no vigencia, no existiría materia

sobre la cual pueda versar el examen de constitucionalidad que se requiere. Es

oportuno reiterar que al contrario de lo dispuesto en otros ordenamientos jurídicos,

en Guatemala el que promueve el planteamiento de inconstitucionalidad abstracta

puede desistir de la acción de inconstitucionalidad.

No siendo la Corte de Constitucionalidad un poder político, no le es permitido

sustituir al Congreso de la República en el análisis de admisibilidad de las razones o

conveniencias que por consideraciones a nivel nacional le hayan permitido percibir al

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40

Organismo Legislativo que ejerce la potestad legislativa, sobre la oportunidad de la

emisión de una ley; siendo, por lo tanto, su tarea establecer con claridad, precisión y

razonamiento eminentemente jurídico sobre la vulneración a la normativa

constitucional, pues la función del tribunal constitucional es la del intérprete y no de

legislador; teniendo éste sí, por ser representante directo de la voluntad popular,

distintas alternativas al momento de legislar, siempre que lo haga dentro del marco

constitucional54. Por lo tanto, como ya se ha expresado, es necesario que el tribunal

constitucional al resolver la inconstitucionalidad de una ley, observe la vigencia de los

principios democráticos, de conservación de la ley e in dubio pro legislatoris, cuando

no existan esas razones sólidas para declararla procedente.

Con la acción procesal constitucional que se comenta, se busca la tutela de un

interés general y como todo proceso relativo a la justicia constitucional, de acuerdo

con el artículo 6 de la ley de la materia, en todo proceso relativo a la justicia

constitucional sólo la iniciación del trámite es rogada. Todas las diligencia posteriores

se impulsarán de oficio bajo la responsabilidad del tribunal respectivo, quien mandará

se corrijan por quien corresponda, las deficiencias de presentación y trámite que

aparezcan en los procesos.

54

Es oportuno conocer la aplicación de los principios democráticos, de conservación de los actos políticos e in dubio pro legislatoris, por parte de la Corte de Constitucionalidad al dictar sentencia el trece de agosto de dos mil tres en Expedientes Acumulados 825-2000,1305-2000 y 1342-2000, ―CONSIDERANDO: […]. –III- […] B) La Corte de Constitucionalidad no es un poder político, y de ahí que no le sea permitido sustituir al Congreso de la República en la oportunidad de emisión de una ley, sino que la labor de la Corte debe circunscribirse a determinar si la ley objetada de inconstitucionalidad violenta o no el texto constitucional. Para realizar esta última labor debe tenerse presente que este tribunal, en su desarrollo jurisprudencia ha precisado que el análisis para establecer la compatibilidad entre un precepto constitucional y otro de inferior jerarquía –impugnado de inconstitucionalidad- debe ser eminentemente jurídico, sin sustituir el criterio del legislador sobre la oportunidad y conveniencia de las decisiones tomadas por él, no sólo porque la función del tribunal constitucional es la de intérprete y no de legislador, sino porque el Organismo Legislativo, como representante directo de la voluntad popular, dispone de distintas alternativas al momento de legislar, siempre dentro del marco fijado por la Constitución. De ahí que debe declararse la inconstitucionalidad de un precepto legal cuando sea evidente su contradicción con la Constitución y existan razones sólidas para hacerlo; en contrario, cuando dichas razones no concurran, se debe respetar la decisión del legislador ordinario en observancia de los principios democráticos, de conservación de los actos políticos e in dubio pro legislatoris. […].‖

Corte de Constitucionalidad. Gaceta Jurisprudencial No. 69, Vol. I, Julio-septiembre 2003, Expedientes Acumulados 825, 1305 y 1342-2000, sentencia del 13-8-2003, pág. 56.

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41

1.5. La inconstitucionalidad indirecta o en caso concreto

Mientras el control normativo de carácter abstracto tiene su origen y desarrollo

en Europa continental, el sistema de control normativo de carácter concreto deviene

del sistema norteamericano. Así, siempre con base en el principio de supremacía

constitucional, «…los titulares de los órganos jurisdiccionales tienen la obligación de

observar siempre el debido respeto y aplicación de la Constitución Política de la

República de Guatemala al momento de dilucidar los asuntos sometidos a su

conocimiento. En tal virtud, todo ciudadano tiene derecho a instar que esta premisa

se cumpla efectivamente, cuando aprecia que resulta contraria a la Norma

Fundamental la eventual aplicación de determinada norma legal a su caso

concreto.»55

Como antecedente del control judicial, en tiempos de la Colonia los tribunales

de los Estados Unidos podían impugnar las decisiones de las Asambleas de sus

circunscripciones ante los tribunales superiores ingleses. En la Constitución

norteamericana de 1787 se incluye la aprobación de la cláusula de supremacía; más

la incorporación de las primeras diez enmiendas a dicha Constitución en 1791, que

sientan límites a intervenciones del Congreso Federal pretendiendo restringir el

ejercicio de algunos derechos. Todo ello nos confirma que la magistratura

constitucional esta llamada y obligada a hacer que prevalezca lo que norma la

Constitución, sobre las disposiciones dictadas por el legislador en contravención a lo

dispuesto por el texto constitucional.

Se puede afirmar que el control judicial de la constitucionalidad de las leyes fue

adoptado en la Constitución de los Estados Unidos de América de 1787, como

adelante lo señalo bajo el nombre de revisión judicial o judicial review, que determina

que todos los jueces están en la obligación de no aplicar, en casos concretos,

aquellas leyes opuestas a la Constitución. Este antecedente es fundamental en el

sistema difuso de control de constitucionalidad de la ley.

55

Morales Bustamante, Control de constitucionalidad normativo. En: Pereira-Orozco, et. al., Derecho procesal constitucional, pág. 243.

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42

En Estados Unidos de América se garantiza la uniformidad jurisprudencial y el

principio de seguridad jurídica, a partir del principio stare decisis, que implica que

todos los jueces tienen la obligación de respetar su propios precedentes y los que

establezcan las decisiones en casos similares de otros órganos judiciales superiores

o iguales, y que la decisión final del Tribunal Supremo tiene que ser obligadamente

observada y aceptada por los tribunales constituyendo un valor erga omnes su

declaración de inaplicación.

El primer sistema de defensa de la Constitución, la llamado revisión judicial,

surgió, como ya lo he indicado, con el párrafo segundo del artículo VI de la

Constitución de los Estados Unidos de América de 1787, asignándoles a los jueces

la obligación de acatarla frente a cualquier disposición contraria; constituyendo

cláusula de supremacía constitucional federal.

Este contenido esencial tiene como antecedente en Gran Bretaña una

sentencia de 1610 del magistrado Lord Edward Coke, en el caso del Dr. Thomás

Bonham por invalidez de una ley local contraria a la Carta Magna, en la cual se hizo

prevalecer la Magna Charta Libertatum de 1215, el gran fuero de las libertades

ingleses otorgada por el Rey Juan, sobre una decisión del Colegio Real de Médicos.

El Magistrado Lord Edward Coke, consideró «…aparece en nuestros libros que

en muchos casos el common law contraría las leyes del Parlamento y que a veces

los relega a la absoluta nulidad: porque cuando una ley del Parlamento se opone al

derecho común y a la razón, o repugna o es imposible su aplicación, el derecho

común lo controla y se impone sobre tal ley anulándola.»56 La visión de Lord Coke, al

considerar que son nulas todas las leyes que repugnen el common law y la razón,

sienta los valores supremos del ordenamiento jurídico.

En Estados Unidos de América no existe un procedimiento ad hoc para el

control constitucional, decidiéndose la inconstitucionalidad de una ley en el momento

en que surgen; teniendo la Suprema Corte no como tribunal de control constitucional,

56

Camargo, Pedro Pablo, Derecho Constitucional, pág. 771.

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43

sino como tribunal supremo de la Federación, poderes para resolver, a través del

recurso de apelación o de la acción de certiorari, que constituye un mandamiento

judicial de comprobación o demostración por la vía judicial sobre una violación

constitucional, controversias que afecten los derechos y libertades fundamentales o

conocer de una ley o decreto que viole o amenace tales derechos.

La Suprema Corte ha admitido la acción o juicio declaratorios, por los cuales las

partes piden que se pronuncie sobre una ley que podría afectarlos a futuro en sus

intereses aunque todavía no les haya sido aplicada, siendo este el control

constitucional o revisión judicial stricto sensu. En Estados Unidos de Norteamérica a

nivel federal, se comprendió que la Constitución es la norma jurídica más importante

de cualquier Estado, desde 1803 con la célebre sentencia Marbury versus Madison.

En Europa el sistema de judicial review no fue observado por su tradición

jurídico-constitucional o su idea constitucional y por la consolidación del principio de

primacía e infalibilidad de la ley como expresión de la voluntad popular. Es decir, por

la propia concepción del liberalismo en cuanto al Poder Legislativo, que le reconoce,

dada su vinculación con la nación, una fuente de poder soberano que impide revisar

las leyes que emanan del mismo, por ostentar la representación de la nación;

principio de legitimación democrática en cuanto a la norma jurídica que emana del

Poder Legislativo, que está unido al principio británico de soberanía del Parlamento y

por ello en el Siglo XIX las Constituciones en Europa, son texto declarativos de

organización política, sin contenido normativo aplicable y garantizado.

El sistema del control judicial de constitucionalidad normativo se empleó en

Alemania en forma cautelosa, existiendo un tribunal constitucional específico en

1951, aunque en 1925 el Tribunal del Reich como Corte Suprema decidió que era

competente para revisar la constitucionalidad de leyes, usando ese poder hasta

1929, declarando la inconstitucionalidad de una ley, asunto que fue controversial.

«En Alemania, la idea de un tribunal constitucional dio frutos después de la

Segunda Guerra Mundial, y un factor importante para ello fue la experiencia del

Estado de injusticia totalitaria del nacionalsocialismo. Pero, a pesar de esto, la idea

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44

del control de leyes efectuado por un tribunal fue controversial. En ese sentido, un

experto en derecho constitucional, conservador y muy influyente, Carl Schmitt,

formuló la tesis de que la facultad del control de constitucionalidad de las normas

provocaba una juridificación de la política y una politización de la justicia, en la cual

las dos no tenían nada que ganar, pero todo que perder. Estos pensamientos tenían

seguidores también en la Alemania de la posguerra. Naturalmente, desde el punto de

vista político es controversial el derecho de revisión del juez, pero renunciar a la

posibilidad de declarar la inconstitucionalidad de una ley también puede ser

políticamente controversial.»57

«Si el ordenamiento del derecho constitucional deja margen en la aplicación del

derecho –lo cual es indudablemente el caso-, entonces la cuestión de lo que se hace

con este margen se convierte en algo políticamente controversial. Sin embargo, el

poder jurídico para tomar la última decisión, que además es vinculante, va unido con

una gran responsabilidad. Una politización no pertinente se puede evitar solamente si

los tribunales constitucionales ejercen su poder de manera cautelosa, si en asuntos

políticos reina el pensamiento de la neutralidad y si toman sus decisiones basados

en una metodología de derecho constitucional que corresponde con el nivel de

desarrollo de la justicia y del Estado.»58

Es interesante observar el proceso cronológico del constitucionalismo, en

cuanto a la tarea del control de constitucionalidad de las normas jurídicas y la

asignación de las labores de interpretación, defensa y control constitucional asignado

a órganos con atribuciones jurisdiccionales, y más interesante es precisar el margen

de acción y alcances de lo resuelto por un juzgador cuando aborda esas materias,

frente a la competencia propia del órgano constitucional con atribución de la emisión

de las leyes.

«Otra vez lo esbozado por la judicatura norteamericana nos da aquí la pauta a

57

Hoffmann-Riem, Wolfgang, La división de poderes como principio de ordenamiento. En: Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano 2000, Tomo I, Konrad Adenauer Stiftung, Montevideo, Impre Mastergraf srl, 2001, pág. 222. 58

Ibídem.

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45

seguir. Imbuidos de una lógica que involucra una rígida asignación de competencias

dentro del aparato estatal, la Suprema Corte Federal estadounidense va a plantear

que si un juez en cualquiera de los procesos a su cargo toma conocimiento de que

intenta aplicarse una norma contraria a lo prescrito en la Constitución, él, como un

incidente de este mismo proceso, y solamente luego de que la aplicación de los

diversos métodos y criterios de interpretación no le hayan permitido salvar la

constitucionalidad de esa disposición, la declarará inconstitucional, inaplicándola

para el caso concreto sometido a su conocimiento. Apréciese como en estos casos, y

muy a despecho de encontrarnos ante una disposición claramente inconstitucional, lo

resuelto por el juzgador solamente tiene efectos para el caso concreto que motivó su

pronunciamiento.»59

«Se alega entonces que de admitirse en estas situaciones pronunciamiento con

alcances erga omnes, el juzgador invadiría competencias propias del legislador; y

además, de plasmarse una resolución que afecte a todos, muchos podrían sufrir los

efectos de un pronunciamiento en cuyo proceso de configuración no participó, y ante

el cual no tuvo la oportunidad de efectuar los descargos correspondientes,

pudiéndose quedar en una situación de indefensión, con los problemas que ello

indudablemente genera.»60

En relación a la inconstitucionalidad de las leyes en casos concretos, la

Constitución Política de la República establece:

Artículo 266. Inconstitucionalidad de las leyes en casos concretos. En

casos concretos, en todo proceso de cualquier competencia o jurisdicción,

cualquier instancia y en casación y hasta antes de dictarse sentencia, las partes

podrán plantear como acción, excepción o incidente, la inconstitucionalidad total

o parcial de una ley. El tribunal deberá pronunciarse al respecto.

59

Espinosa-Saldaña Barrera, Eloy, El control difuso: Su ámbito de acción en el derecho comparado y sus alcances en el Perú. En: Derechos Fundamentales y Derecho Procesal Constitucional, Primera edición, Lima, Editorial Jurista Editores E.I.R.L., septiembre 2005, pág. 125 60

Ibídem.

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46

En lo que refiere a la inconstitucionalidad de las leyes en casos concretos, la

Corte de Constitucionalidad, en el Expediente 1340-2005, considero: «—I— En

casos concretos, en todo proceso de cualquier competencia o jurisdicción, en

cualquier instancia y en casación hasta antes de dictarse sentencia, las partes

podrán plantear como acción, excepción o incidente, la inconstitucionalidad total o

parcial de una ley a efecto de que se declare su inconstitucionalidad y, como

consecuencia, su inaplicabilidad al caso concreto, posibilidad de examen que se abre

si la ley cuestionada se ha citado como apoyo de derecho en la demanda, en la

contestación o cuando, de cualquier otro modo, resulte del trámite del juicio. Así

mismo, los artículos 120 y 123 de la Ley precitada (sic) establecen que, en casos

concretos, la persona a quien afecte directamente la inconstitucionalidad de una ley

puede plantearla ante el tribunal que corresponda según la materia; puede

promoverse cuando la ley de que se trate hubiere sido citada como apoyo de

derecho en la demanda, en la contestación o que de cualquier otro modo resulte del

trámite de un juicio.»61

Regulada así la inconstitucionalidad de leyes en casos concretos, su desarrollo

está contenido en el Decreto 1-86 de la Asamblea Nacional Constituyente, Ley de

Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad. Además es importante reiterar

que el sistema jurisdiccional mixto a posteriori es el que impera en Guatemala, pues

son dos las formas de control normativo de constitucionalidad de la ley que emite el

poder público, uno el concentrado a través del planteamiento de inconstitucionalidad

general, directa o abstracta y otro el difuso en el caso de la inconstitucionalidad en

caso concreto; los dos se realizan estando vigente la norma objetada de

inconstitucionalidad.

En el artículo 266 constitucional precitado, se determina que el planteamiento

de inconstitucionalidad total o parcial se promueve en relación a una ley, en caso

concreto; haciendo igual referencia el artículo 272 literal d) constitucional y los

artículos 116 y 163 literal d) de a Ley de Amparo, Exhibición Personal y de

61

http://200.35.179.201/MasterLex/MLX/DOCS/16/19A4/1A9B/1A9B/1A9C/57F4.htm.

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47

Constitucionalidad; lo que podría motivar apreciaciones que nos condujeran a

obtener conclusiones no validas; por lo que es oportuno conocer lo considerado por

la Corte de Constitucionalidad al respecto, en sentencia de fecha veintiocho de

noviembre de mil novecientos noventa dictada en el Expediente 276-90, al conocer

en apelación un auto que resuelve un incidente de inconstitucionalidad parcial de ley

en caso concreto; pronunciándose en la forma siguiente:

«CONSIDERANDO: —I— […] En efecto, en el citado artículo se preceptúa que

las partes podrán plantear la inconstitucionalidad de una ley, lo que podría implicar

que excluye lo relativo a ―reglamentos o disposiciones de carácter general‖, como de

manera más completa lo expresa el artículo 267 de la Constitución al establecer el

control de carácter directo, general o abstracto de constitucionalidad. En este

aspecto, la referencia a la ―ley‖ que contiene el artículo 266 citado deberá entenderse

en cuanto a sus características de generalidad y obligatoriedad que corresponden a

las normas, porque resultaría contrario a los fines que la misma Constitución

propugna, el que instrumentos normativos de inferior rango que las leyes ordinarias

emitidas directamente por el Congreso de la República, resultaran privilegiadas de

inatacabilidad en casos concretos por su eventual contravención a la Constitución.

En consecuencia, la dicción ―ley‖ utilizada en el precitado artículo 266, para que

guarde congruencia con el principio de constitucionalidad que proclama la

supremacía y autotutela de la Carta Magna, es la ―regla, norma, precepto de la

autoridad pública, que manda, prohíbe o permite algo.‖ (sic) y, ampliamente, ―todo

reglamento, ordenanza, estatuto, decreto‖ o disposición de carácter general.

Entendida así la expresión ―ley‖, resulta viable la impugnación de la norma sub judice

por la vía de la inconstitucionalidad en caso concreto.»62

El control constitucional normativo tiene como fundamento el principio de

supremacía constitucional. La naturaleza jurídica de la inconstitucionalidad en caso

concreto, se afirma en el hecho de considerarla como una garantía de defensa del

orden constitucional que se promueve como un asunto prejudicial, una cuestión

62

Corte de Constitucionalidad. Gaceta Jurisprudencial No. 18, Octubre-Diciembre 1990. Expediente 276-90, sentencia 28-11-1990, pág. 19.

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previa o juicio anterior a otro principal, en el que se debe decidir previamente sobre la

legitimidad constitucional de la norma impugnada. Por lo tanto tiene por objeto que el

tribunal de conocimiento en donde se da la litis entre partes determinadas, al

momento de decidir sobre el fondo del asunto controvertido, inaplique la norma

objetada de inconstitucionalidad, considerada de carácter decisoria litis; siendo la

pretensión que origina su planteamiento de tipo declarativo. Es en si un instrumento

jurídico procesal que garantiza a través de la aplicación del principio de supremacía

constitucional, la no aplicación de normas inconstitucionales en casos concretos.

La Doctora Aylín Ordóñez Reyna en sus exposiciones de cátedra, define la

inconstitucionalidad en caso concreto como, el instrumento jurídico procesal que

tiene por objeto garantizar la adecuación de las leyes a la Constitución, mantener la

preminencia de ésta sobre todo otra norma, orientar la selección adecuada de

normas aplicables a los casos concretos, impidiendo la aplicación de normas no

concordes con los preceptos constitucionales.

Las características de la inconstitucionalidad en casos concretos por ser

aplicada en controversias entre partes determinadas, se conoce como un medio de

defensa procesal sencillo, al alcance particular pero de las partes procesales

involucradas en el litigio que se sustancia; constituyendo un controlador de la

constitucionalidad de la ley que pudiera decidir la litis, para que no se aplique dada

su presunta inconstitucionalidad; por ser difuso se promueve ante el tribunal de

jurisdicción ordinaria que conoce del litigio, que asume el carácter de tribunal

constitucional, en todo proceso de cualquier competencia o jurisdicción, en cualquier

instancia y en casación, hasta antes de dictarse sentencia; es incidental y en cuanto

a su fin es declarativo; por ser apelable lo que se resuelva en primera instancia es

biinstancial pues lo conoce la Corte de Constitucionalidad como consecuencia del

recurso de apelación.

La Corte de Constitucionalidad guatemalteca entiende a la acción de

inconstitucionalidad en caso concreto, en los mismos términos que lo hace Morales

Bustamante, arriba citado, indicando:

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«Este mecanismo es un instrumento jurídico procesal que tiene por objeto

mantener la preeminencia de la Constitución sobre toda otra norma, y orientar la

selección adecuada de normas aplicables a cada caso concreto. La persona a quien

afecte directamente la inconstitucionalidad de una ley puede plantearlo ante el

tribunal que corresponda según la materia y podrá promoverse cuando la ‗ley’ de

que se trate hubiera sido citada como apoyo de derecho en la demanda, en la

contestación o que de cualquier otro modo resulte del trámite del juicio.»63

La inconstitucionalidad en caso concreto o control difuso, denominada también

inconstitucionalidad indirecta, está regulada en el artículo 266 constitucional y en el

artículo 116 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad, como

se ha expresado. Para su planteamiento es preciso tener la calidad de parte en el

proceso jurisdiccional subyacente y en consecuencia una persona que no tenga esa

calidad no puede hacer uso de ese mecanismo de control de constitucionalidad

normativo. Se puede plantear por las partes como acción, excepción o incidente en

todo proceso de cualquier competencia o jurisdicción, en cualquier instancia y en

casación y hasta antes de dictarse sentencia, siendo obligatorio el pronunciamiento

del tribunal sobre dicho planteamiento. La Corte de Constitucionalidad ha expresado

que, «la inconstitucionalidad en caso concreto debe ser dirigida a evitar que el

tribunal de conocimiento, en su decisión –a futuro-, aplique la normativa atacada,

siempre que para el juzgador sea aceptable la tesis del impugnante acerca de que tal

aplicación al caso sea contraria a preceptos constitucionales que el solicitante

señale.»64

Cuando la aplicabilidad de una norma es declarada inconstitucional dentro de

un caso concreto, la normativa señalada de inconstitucional no pierde su vigencia y

sigue siendo de observancia obligatoria, pero en el caso específico el juez o tribunal

declarará una excepción a su aplicabilidad. Así, la declaratoria de

63

Corte de Constitucionalidad de Guatemala, Gaceta No. 36, Expediente No. 531-94, Sentencia del 1 de junio de 1995. 64

Corte de Constitucionalidad. Gaceta Jurisprudencial No. 93. Expediente 864-2009, Sentencia 04-09-2009, pág. 35.

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inconstitucionalidad es aplicable únicamente al caso específico y sus efectos son de

carácter ex-tunc o retroactivos, ello es, que nunca fue válida, y como si hubiese sido

nula para el caso concreto.

La inconstitucionalidad en caso concreto, como garantía constitucional, tiene la

finalidad de evitar que el tribunal de conocimiento que asume el carácter de tribunal

constitucional, en su decisión sobre el fondo del asunto, que es a futuro, aplique la

normativa denunciada de inconstitucionalidad, y para ello tendrá que aceptar la tesis

del impugnante acerca de que la aplicación que se pretende al caso concreto sea

contraria a preceptos constitucionales que el impugnante ha señalado; en

consecuencia su pretensión es la inaplicación de la norma jurídica con la que

posiblemente ha de decidirse el fondo del asunto en el proceso jurisdiccional

ordinario instaurado. Por ello, «…es un instrumento jurídico procesal que tiene por

objeto garantizar la adecuación de las leyes a la Constitución, mantener la

preeminencia de ésta sobre toda otra norma, orientar la selección adecuada de

normas aplicables a los casos concretos, impidiendo la aplicación de normas no

concordes con los preceptos constitucionales.»65

Las normas que se impugnan con el planteamiento de inconstitucionalidad en

casos concretos, son aquellas que se caracterizan por ser generales o impersonales,

deben de estar vigentes, o bien que habiendo sido derogada haya estado vigente

cuando se produjo el hecho generador o en el momento en el que la misma fue

aplicada en sede administrativa, y pueden ser sustantivas, procesales,

reglamentarias, excluyendo en este último caso los contenidos de los pactos

colectivos de condiciones de trabajo y las disposiciones estatutarias de las

asociaciones; y, especialmente que la norma impugnada, de acuerdo con el artículo

123 de la ley de la materia, hubiere sido citada como apoyo de derecho en la

demanda, en la contestación o que de cualquier otro modo resulte del trámite de un

juicio, debiendo el tribunal pronunciarse al respecto. Si la norma impugna rige el

trámite del proceso jurisdiccional aplicable al caso concreto, debe tener la

65

Ordoñez Reyna, Aylin, La Jurisprudencia Constitucional en Guatemala, en Revista Jurídica No. III, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Universidad Rafael Landivar, Guatemala, pág. 104.

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característica de que su aplicación, por considerarlo así el impugnante, resulta

ilegítima por influir negativamente en la validez del pronunciamiento judicial ya que

vulnera su derecho de defensa o lesiona su derecho a la tutela judicial efectiva.

Es interesante conocer que si se puede examinar la constitucionalidad de una

norma sin vigencia, siempre que el hecho que genera la imposición de la norma se

haya producido durante la vigencia de ésta; esta situación la observamos en el

campo tributario como consecuencia de los ajustes que pueden producirse y la

reclamación de la Administración Tributaria reclama el pago de impuestos no

pagados basados en normas derogadas.

Dentro del Expediente 1340-2005 la Corte de Constitucionalidad al dictar

sentencia con fecha treinta de marzo de dos mil seis, al examinar la resolución de

fecha treinta de mayo de dos mil cinco dictada por la Sala Segunda del Tribunal de lo

Contencioso Administrativo constituida en Tribual Constitucional, en un caso de

inconstitucionalidad de ley en caso concreto, consideró: «—III— Como cuestiones

previas al análisis del caso, esta Corte advierte que: a) en cuanto a la imposibilidad

de promover la inconstitucionalidad en caso concreto porque la norma que se ataca

ya no está vigente, esta Corte estima que en el presente caso, no podría darse un

conflicto de leyes en el tiempo, pues la sanción que se cobra es aquella que se

generó cuando la ley estaba vigente, situación que no prejuzga sobre su

constitucionalidad. El derecho de la persona de impugnar por la vía de la

inconstitucionalidad la norma que resulte aplicable a su caso, es innegable, sin que lo

enerve la falta de vigencia de la norma en lo general, cuando ésta nace a la vida

jurídica —en el caso particular— para efectos de cobrar la sanción impuesta, y, por

ende, su análisis constitucional es viable, pues, estimar que para efectos del reparo

administrativo de una sanción, un norma sí existe y, por ende, es aplicable, y para

efectos del análisis constitucional es inexistente, necesariamente genera indefensión

al vedar para casos como el presente, acudir al control de constitucionalidad indirecta

[…].»66

66

www.cc.gob.gt.exp.1340-2005-http://200.35.179.201/MasterLex/MLX/DOCS/16A4/1A9B/1A9C/57F 4.HTM.

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53

CAPÍTULO II

2. LOS ACTOS JURISDICCIONALES DECISORIOS EN LOS PROCESOS DE

CONTROL DE CONSTITUCIONALIDAD

2.1. Las sentencias de los tribunales constitucionales

Si bien en este capítulo se analizan los actos decisorios en los procesos de

control de constitucionalidad, tanto en las inconstitucionalidades directas como

indirectas; y siendo que las sentencias de ambos procesos revisten de importancia;

son las sentencias de las primeras las que ejercen mayor influencia por su carácter

que afecta la generalidad de relaciones jurídicas.

Nogueira Alcalá entiende la trascendencia de la sentencia del tribunal

constitucional, al compararla con las sentencias de los tribunales ordinarios,

indicando: «La sentencia del tribunal constitucional más que un acto procesal que

pone término a un conflicto jurídico, como ocurre con las sentencias de los tribunales

ordinarios de justicia, es además una decisión con trascendencia política, ya que

realiza una labor de interpretación de valores y principios y una actividad integradora

del Derecho.»67

Este mismo autor subraya que las sentencias de los tribunales constitucionales

revisten de trascendencia jurídica y política, la razón de dicha trascendencia

descansa en que sus sentencias interpretan, dinamizan y armonizan a la

Constitución Política sobre la normativa ordinaria. En dichas sentencias, también, se

establece el sentido y alcance de los principios y valores constitucionales que

modelan y determinan el contenido de la normativa ordinaria o infraconstitucional.

Para el caso guatemalteco, la Corte de Constitucionalidad es el órgano de

cierre del ordenamiento jurídico interno, constituido como el intérprete supremo y

último de la Constitución. Al igual que en otros casos en Latinoamérica, como Chile y

67

Nogueira Alcalá, Humberto, Consideraciones sobre las sentencias de los tribunales constitucionales y sus efectos en América del Sur, Revista Iberoamericana de Derecho Procesal Constitucional , Número 2 (enero-diciembre, 2004), México, Editorial Porrúa, 2004, pág. 71.

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Ecuador, señala Nogueira Alcalá «…el Tribunal Constitucional tiene la atribución

para determinar la constitucionalidad o inconstitucionalidad de tales leyes… Las

decisiones de los tribunales constitucionales no tienen posibilidades de ser

impugnadas ni rectificadas dentro del sistema jurídico interno…»68

La función reconocida a los tribunales constitucionales como máximo órgano de

control y defensa del orden constitucional apareja una enorme responsabilidad para

los magistrados que lo integran pues, parafraseando al juez Jackson de la Corte

Suprema norteamericana estos, «los magistrados constitucionales, no tienen la

última palabra porque sean infalibles, pero son infalibles porque tienen la última

palabra.»69.

Esa última palabra que emite el juez constitucional se debe enmarcar en el

contenido constitucional y su prudente interpretación, conjuntamente con la

observancia de los valores y el momento histórico que, seguramente, habrá de variar

entre la emisión de la norma constitucional y su aplicación. Así, Néstor Pedro Sagüés

advierte que el trámite de control de constitucionalidad de las normas si bien

reconoce un amplio poder al juez constitucional, dicho poder no debe resultar

arbitrario: «…cuando se realiza el trámite del control de constitucionalidad, el

operador-intérprete de la Constitución maneja normas (las constitucionales, en

primer término), pero también conductas y valores. Decir que el control de la

constitucionalidad implica nada más que confrontar la norma superior (la

Constitución) con la norma inferior (ley, decreto, resolución…) importa una hipocresía

jurídica inadmisible. El juez-contralor de la constitucionalidad… difícilmente actúa en

un laboratorio normativo aséptico y ajeno al medio donde vive: muy pocas veces

pasa así, y jamás debiera pasar…»70

Las sentencias dictadas en ejercicio del control de constitucionalidad por la

Corte de Constitucionalidad constituyen mandatos de obligatorio cumplimiento para

68

Ídem, pág. 72. 69

Cf. Ibídem. 70

Sagüés, Néstor Pedro, La interpretación judicial de la Constitución, Segunda edición, Buenos Aires, Argentina, Editorial LexisNexis, 2006, pág. 84.

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55

los gobernados y gobernantes; estando vedado la reproducción del contenido

material del acto jurídico declarado inexequible por razones de fondo, una vez esté

vigente la normativa suprema que sustento el fallo.

2.2. Las sentencias en los procesos de inconstitucionalidad directa. Fallos

típicos y atípicos

Las sentencias derivadas de los procesos de inconstitucionalidad directa o

abstracta, como ya lo he señalado, son características de los sistemas de control

normativo de tipo político, jurisdiccional concentrado, o de los denominados sistemas

mixtos. Es característica de la acción de inconstitucionalidad directa o abstracta, que

quien plantea la acción para obtener la declaración de inconstitucionalidad de una

norma no sea el afectado diferenciado o afectado directo, e incluso que el accionante

no tenga afectación de ninguna clase. De ahí que los efectos del control de

constitucionalidad directa tiene carácter erga omnes, vinculando a la generalidad.

Conforme Maximiliano Toricelli «…el pronunciamiento que al respecto obtenga,

debe tener alcance general (efecto erga omnes), dado que en caso contrario, el

proceso será totalmente inútil, por tratarse de una mera consulta.»71 De esta acción,

el mismo Toricelli, distingue con base al número de sujetos habilitados para

demandar, dos subespecies: a) La acción abstracta restringida, que impera en la

mayoría de los países que practican este tipo de control, variando en cada uno el

reconocimiento de sujetos legitimados; y, b) La acción abstracta popular, que permite

a cualquier habitante impulsar el procedimiento de control de constitucionalidad de

las normas, sin necesidad de que el mismo deba justificar afectación alguna en sus

derechos.

Ya en el ámbito específico de las sentencias de los procesos de

inconstitucionalidad directa, Nogueira Alcalá señala que, desde una perspectiva

elemental, cuando se considera una sentencia de un Tribunal Constitucional que

71

Toricelli, Maximiliano, Distintas variantes de acción de inconstitucionalidad en el orden federal. En: Masciotra, Mario, et. al., Derecho procesal constitucional, Buenos Aires, Argentina, editorial Ad-Hoc, 2006, pág. 272.

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pone término a una confrontación entre una norma jurídica infraconstitucional y la

Constitución «…la sentencia puede ser estimatoria de la pretensión de

inconstitucionalidad planteada por el requirente o demandante, como asimismo, en

aquellos casos que el orden jurídico establece que el Tribunal Constitucional debe

pronunciarse de oficio u obligatoriamente. A su vez, la sentencia puede ser

desestimatoria si el Tribunal Constitucional confrontando la Constitución con la

norma jurídica infraconstitucional impugnada por quienes tienen legitimación activa

para ello determina que la primera no tiene vicios de inconstitucionalidad.»72

Siendo que al realizarse la confrontación entre la Constitución y la norma

infraconstitucional, el Tribunal Constitucional puede dictar una sentencia total o

parcialmente estimatoria o desestimatoria. Si el contenido de la sentencia sigue el

orden de los precedentes establecidos en sentencias previas por la misma Corte o

Tribunal Constitucional, dicha sentencia se tendrá como típica pues refleja la posición

asumida en materias y situaciones similares, y da continuidad a la línea interpretativa

por dicho ente asumida. Las acciones de inconstitucionalidad directa se resuelven

como punto de derecho a través de un examen eminentemente jurídico y contra las

mismas no cabe recurso alguno, salvo la aclaración y ampliación de conformidad con

los artículos 70 y 71 de la Ley de la materia.

Nogueira Alcalá agrega: «…los tribunales constitucionales a través de sus

sentencias se pronuncian también sobre derechos fundamentales a través del

contencioso respectivo, cuyas sentencias determinan si ha existido una vulneración

de tales derechos, si la resolución considera que efectivamente se han afectado

derechos fundamentales, el Tribunal Constitucional deberá eliminar el acto, decisión

o resolución contrario a derecho restableciendo el imperio del orden constitucional y

de los derechos de las personas afectadas. A su vez, las sentencias de los tribunales

constitucionales referentes a la resolución de conflictos positivos o negativos de

competencias o atribuciones deberán poner fin al conflicto determinando a quién

corresponde la respectiva competencia o atribución en conflicto, como asimismo,

72

Nogueira Alcalá, Consideraciones sobre las sentencias de los tribunales constitucionales y sus efectos en América del Sur, pág. 86.

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decidirá la validez o invalidez de la decisión o acto impugnado.»73

Dentro de las sentencias de los Tribunales Constitucionales, hay sentencias

que la doctrina ha optado por denominarlas sentencias atípicas, ello en razón de que

su contenido varía del continuo de criterios que ha mantenido el Tribunal y poseen

implicancias y trascendencia jurídica y política, que las hacen ser de mayor

importancia. Las sentencias atípicas salen del contexto de normalidad,

pronunciándose el tribunal constitucional en forma creativa, por ejemplo las

sentencias interpretativas y las sentencias exhortativas. Con las sentencias

interpretativas se busca mantener la normativa impugnada de inconstitucionalidad,

evitando su derogatoria, haciéndolo a través de una interpretación conforme a la

Constitución Política de la República, acorde a dicha finalidad. En relación a las

sentencias exhortativas, el tribunal constitucional se pronuncia con una exhortación

para que se generen las disposiciones normativas pertinentes para subsanar lagunas

legales o alguna situación que el tribunal constitucional aprecie que deba regularse.

En este sentido, Nogueira Alcalá indica: «Ello ha llevado al desarrollo de sentencias

atípicas, interpretativas o intermedias, en las cuales la magistratura constitucional

pondera los valores y principios constitucionales en juego, optando por aquellas

soluciones que causen menos daño al ordenamiento jurídico y sean compatibles con

la fuerza normativa de la Constitución y los derechos fundamentales, como

asimismo, evitando el vacío normativo. De esta ponderación de valores y principios

constitucionales surgen las sentencias atípicas, sobre las cuales es posible

establecer una cierta tipología, la cual no es aún un punto pacífico en la doctrina,

como asimismo, no se está exento del riesgo de las dificultades de dicha

caracterización.»74

Conforme lo expone Olano García, la justificación doctrinal de las sentencias

atípicas tiene por base el principio de conservación de las normas legislativas que

fundamenta la posibilidad de una intervención positiva y no sólo negativa del Tribunal

73

Ídem, pág. 73 74

Nogueira Alcalá, Consideraciones sobre las sentencias de los tribunales constitucionales y sus efectos en América del Sur, pág. 72.

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58

Constitucional: «…posibilitando el salvar de la norma legislativa, otorgando además

certeza jurídica y aplicación uniforme del derecho, aplicando principios

constitucionales y una interpretación sistemática y finalista. Por otra parte, a los

tribunales constitucionales corresponde la tarea de realizar el principio de legitimidad

constitucional que exige de los tribunales una cada vez mayor conformidad del

sistema normativo a los valores y principios constitucionales, los cuales debe tender

a concretar a través de sus funciones jurisdiccionales, especialmente en aquellos

ordenamientos […] donde existe el mandato constitucional imperativo no sólo de

asegurar sino de promover los derechos fundamentales […], lo que otorga a la

jurisdicción constitucional una visión flexible del binomio constitucionalidad-

inconstitucionalidad, admitiendo modulaciones, grados y ponderaciones, siendo al

Tribunal Constitucional a quién corresponde, con prudencia, elegir en cada caso,

dentro de los distintos grados de conformidad del ordenamiento jurídico a la

Constitución.»75

Lo relevante de las sentencias atípicas para la seguridad jurídica, y para la

presente investigación, radica en que por medio de las mismas el intérprete y

juzgador constitucional no solamente asume una mera confrontación mecánica entre

el contenido de la Constitución y la norma infraconstitucional señalada de

inconstitucional. El interprete constitucional asume con cautela su función y hace

prevalecer el principio in dubio pro legislatoris, buscando respetar la división de

funciones para no convertirse en un mero legislador negativo que vulnere la función

legislativa que, por antonomasia, le fue concedida al Organismo Legislativo.

Con Kelsen, el tribunal constitucional es un legislador negativo, pero de acuerdo

con el pensamiento constitucional actual, la labor de los tribunales constitucionales

es creadora de normas, llamado a desarrollarlo, clarificando el texto de la norma

jurídica mediante una tarea exegética, guiando la forma como deben interpretarse,

captando la esencia misma del basamento constitucional que le da vida; de ahí el

surgimiento de las sentencia atípicas, que buscan la armonización de la norma

75

Olano García, Hernán Alejandro, Tipología de nuestras sentencias constitucionales, Revista Universidad, Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, Bogotá, Colombia, 2004, pág. 590.

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59

jurídica impugnada de inconstitucionalidad con la propia Constitución Política de la

República, que debe ser siempre el marco de su actividad.

La Constitución responde a valores, dentro de los cuales se encuentra el de

seguridad jurídica, lo que implica que el juzgador constitucional tenga claro que su

función interpretativa se debe encaminar a la búsqueda de los valores

constitucionales. Es por ello que Nogueira Alcalá indica: «La Constitución Política no

es sólo un conjunto de normas superiores del ordenamiento jurídico, sino que

expresa un orden de valores que debe ser realizado por los operadores jurídicos y

políticos de ella. A su vez, las normas constitucionales por regla general tienen un

alto nivel de abstracción y admiten diversos desarrollos alternativos que pueden ser

adoptados en base al principio democrático, a través de la posible alternancia en el

poder de las fuerzas políticas que se suceden en el tiempo, todo ello por los medios

definidos y regulados por la Carta Fundamental.»76

La generalidad del contenido de la Constitución exige una interpretación

conforme con sus valores y principios en un sentido unitario y sistemático.

Interpretación que debe buscar asegurar y garantizar al máximo posible, el

pluralismo y la libertad del legislador en la configuración legal de la vida social y

política.

En el proceso de interpretación, al ser la norma constitucional la más abstracta

del ordenamiento jurídico, el magistrado constitucional debe distinguir entre

enunciado normativo o disposición normativa y norma. Conforme Nogueira Alcalá

«…los enunciados normativos o preceptos jurídicos, disposiciones o textos

normativos, son diferentes de las normas o proposiciones jurídicas que se

desprenden, por vía interpretativa de los textos. El texto es el enunciado normativo

sobre el cual recae el proceso de interpretación, las normas o proposiciones

normativas constituyen el resultado de dicho proceso. Así un enunciado normativo o

texto puede tener diversas normas, como asimismo, una norma puede estar

contenida en diversos textos, ya que la relación entre enunciado normativo o texto y

76

Ibíd, pág. 86.

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60

la norma no tienen necesariamente un carácter unívoco. Esta diferenciación es lo

que permite justificar y legitimar algunos tipos de sentencia atípicas, ya que el control

de constitucionalidad recae más en las normas que se derivan vía interpretación de

los enunciados normativos que de estos últimos.»77

Las sentencias atípicas responden a la obligación del Tribunal Constitucional de

ir más allá de la interpretación jurídica encajada en el mero silogismo, para

adentrarse en la ponderación, la cual implica la existencia de otros elementos de

comparación, conlleva la existencia de otros principios y/o valores en conflicto,

siendo la función de la ponderación el establecer si el conflicto posee o no solución y,

en su caso, cuál solución es la que se debe adoptar, buscando, en lo posible, la

armonía entre los valores y los principios constitucionales. «Ello ha llevado al

desarrollo de sentencias atípicas, interpretativas o intermedias, en las cuales la

magistratura constitucional pondera los valores y principios constitucionales en juego,

optando por aquellas soluciones que causen menos daño al ordenamiento jurídico y

sean compatibles con la fuerza normativa de la Constitución y los derechos

fundamentales, como asimismo, evitando el vacío normativo.»78

Javier Henao Hidrón al analizar la temática de las sentencias atípicas para el

caso peruano, indica: «La Corte, siguiendo en esta materia una tendencia

establecida por la jurisprudencia extranjera (Corte Suprema de Estados Unidos y

tribunales constitucionales europeos), pero con antecedentes en el

constitucionalismo colombiano, estima que un tipo único de fallo para el control de

constitucionalidad de las leyes es insuficiente y fuente de dificultades. A tal punto,

que rechaza con vehemencia el convertirse en prisionera de este ordenamiento

jurídico (declaración de constitucionalidad) o se la retira en su integridad (sent. de

inexequibilidad). Y, muy al contrario, reclama su derecho a adoptar la modalidad de

sentencia que mejor le permita cumplir su misión. Por ende, tampoco resulta de su

agrado el modelo kelseniano que convierte al juez constitucional en ―legislador

negativo‖, dedicado a cumplir con una función anuladora en la cual los efectos son

77

Ibíd, pág. 87. 78

Ibíd, pág. 88.

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61

siempre hacia el futuro, diseño que está dispuesta a superar, pues al aplicarse en

forma rígida llega incluso a prescindir de los matices que su propio autor admite. Por

eso, insiste en que uno de los métodos más adecuados para interpretar la voluntad

real del constituyente, consiste en proceder a la ―modulación‖ de los efectos de las

sentencias que profiere; más aún, ello es necesario para garantizar la integridad y

supremacía de la Constitución en una sociedad democrática, así como para evitar

equívocos o efectos paradójicos.»79

Alejandro Martínez Caballeros hace referencia que en el control constitucional

de las leyes en Colombia se distinguen diversos tipos de sentencias; siendo estas,

las que pertenecen al género de las sentencias condicionadas, que son las

sentencias interpretativas, las sentencias integradoras y las sentencias sustitutivas.

«En estas sentencias el Tribunal Constitucional mantiene el contenido del acto

acusado, pero adopta una determinada explicación, buscando siempre el

pronunciamiento que tenga más eficacia frente a la supremacía constitucional,

siendo en consecuencia una sentencia interpretativa. En otro caso el Tribunal

Constitucional le introduce en la sentencia algunas modificaciones al constatar una

omisión legislativa, por ejemplo cuando regula un procedimiento a seguir, siendo este

caso el de las sentencias integradoras o aditivas. En cuanto a las sentencias del

Tribunal Constitucional se observa una tipología más compleja, cuando se declara la

inexequibilidad, pero se llena el vacío normativo con una regulación específica que

se incorpora al ordenamiento jurídico, que es el caso de las sentencias sustitutivas,

pero con sustento constitucional. En esta clase de sentencias, las sentencias

sustitutivas, debe de tenerse mucho cuidado, mucha cautela y mesura, pues no es

admisible pretender que el Tribunal Constitucional invada la esfera de actividad

constitucionalmente atribuida al legislador ordinario a quien le corresponde la

potestad legislativa por mandato constitucional, y en todo caso la nueva regulación

tiene que tener raigambre constitucional directa.»80

79

Henao Hidrón, Javier, Derecho Procesal Constitucional, Tercera edición, Bogotá, Editorial Temis, 2010, pág. 147. 80

Tipos de sentencias en el control constitucional de las leyes: la experiencia colombiana, Revista Tutela, Bogotá, agosto 2000, págs. 1719-1734. Citado por: Ibíd, pág. 149.

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Ahora bien, en relación con las sentencias retroactivas, las sentencias diferidas

y las sentencias inmediatas, es importante saber que atienden a los efectos

temporales. En cuanto a las sentencias inmediatas, como su nombre lo indica, sus

efectos rigen a partir de la ejecutoria del fallo y pro-futuro; siendo por lo tanto su

excepción las sentencias retroactivas y las diferidas. El Tribunal Constitucional

enfrenta el fenómeno de la ultra-actividad, en aquellos casos cuando declara que la

normativa impugnada de inconstitucionalidad si es contraria a lo que dispone la

Constitución, pero que conociendo razones de conveniencia pública, dispone que la

misma continúe rigiendo por un tiempo determinado mientras el legislador corrige la

situación decretando la normativa que la reemplace; es decir que no obstante su

inconstitucionalidad difiere su inexequibilidad, en espera que el organismo del Estado

con potestad legislativa en un plazo razonable que puede determinarse en la misma

sentencia emita la normativa necesaria que la reemplace. Lo que se busca con esta

clase de sentencias, es evitar el vacío jurídico que dejaría la normativa

inconstitucional excluida del ordenamiento jurídico y se pretende que los efectos de

la sentencia en cuanto a la inexequibilidad se den simultáneamente con la actuación

legislativa en cuanto a la emisión de la nueva normativa, o en su caso de la

administración pública.

Se advierte que, en cuanto a la modulación de las sentencias que dicta el

Tribunal Constitucional, se generan la composición de dos grupos opuestos; por una

parte se distinguen los que afirman que con dicho proceder no solo es fuente de

inseguridad jurídica sino que implica un desbordamiento de competencias,

pretendiendo invadir la esfera de actividad del órgano legislativo en cuanto a la

potestad legislativa que constitucionalmente se le atribuye, desconociendo el

principio de conservación de la norma; pero por otra parte, se razona que dichas

crítica se dan por el hecho de que no se conocen las técnicas empleadas que

requieren un esfuerzo intelectual y ponderación para lograr la mejor eficacia del

mandato constitución y la menor afectación del orden político-jurídico; pues la función

esencial encomendada por la Constitución al Tribunal Constitucional, es la defensa

del orden constitución y entre otras la búsqueda del bien común. En esta situación lo

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63

deseable es lograr posiciones intermedias, en donde no se vea la prepotencia ni el

gobierno de los jueces, ni la existencia de una corte legislativa.

2.3. Las sentencias en los procesos de inconstitucionalidad indirecta

Los procesos de inconstitucionalidad indirecta o concreta se caracterizan

porque el reconocimiento de legitimación sólo se concede a quien tenga, de manera

diferenciable, un interés tutelable, tanto activa como pasivamente. La decisión que

emerja de este caso limitará sus efectos a dicho proceso y partes en concreto.

Torricelli clasifica la acción concreta de inconstitucionalidad con base en el tipo

de pronunciamiento que se desee obtener: «a) La acción de declaración o mera

declaración: una vez tramitado el proceso, la sentencia que se obtenga declarará que

la norma es constitucional o no, dando certeza a una relación que se encontraba en

penumbras, pero sin imponer una pena en concreto…; y, b) La acción de condena:

en este tipo de procesos, si bien se acciona, pidiendo la declaración de

inconstitucionalidad de una norma, lo que se busca obtener es una condenación

concreta que evite un daño o que repare un daño ya ocasionado.»81

Por lo expuesto, las sentencias en los procesos de inconstitucionalidad indirecta

tienen efecto respecto las personas que actúan como partes en el proceso, así sus

efectos son inter partes: «…la regla general es que el fallo determina la inaplicación

del precepto legal considerado contrario a la Constitución para el caso concreto,

afectando la sentencia sólo a las partes que han actuado en el respectivo

contencioso…»82

Para el caso específico del ordenamiento jurídico guatemalteco, dentro del

tercer día de haberse cumplido el término de la audiencia o de llevada a cabo la vista

pública, según el caso, el que se encuentre actuando como tribunal constitucional

81

Toricelli, Distintas variantes de acción de inconstitucionalidad en el orden federal, págs. 273 y 274. 82

Nogueira Alcalá, Consideraciones sobre las sentencias de los tribunales constitucionales y sus efectos en América del Sur, pág. 85.

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deberá dilucidar el cuestionamiento de inconstitucionalidad formulado. La sentencia

conforme lo apunta Morales Bustamante «…puede ser emitida en dos sentidos,

dependiendo de lo cual, provocará, como es natural, distintos efectos: A) Sentido

desestimatorio o denegatorio: Imposición de multa a los abogados patrocinantes, por

ser los responsables de la juridicidad del planteamiento; Condena en costas, en caso

de haber sujeto legitimado para su cobro. B) Sentido estimatorio: Inaplicabilidad de

las disposiciones señaladas, como sustento del fallo que dilucide el asunto principal

dentro del cual se originó dicho planteamiento; Suspensión provisional de las

actuaciones en el litigio subyacente.»83

2.4. Principios que informan los fallos

En su concepto genérico, la sentencia es el acto por el cual «…el juez cumple la

obligación jurisdiccional derivada de la acción y del derecho de contradicción, de

resolver sobre las pretensiones del demandante y las excepciones de mérito o fondo

del demandado.»84 Para el caso de los fallos del Tribunal Constitucional, los mismos

revisten de especial importancia por tratarse del tribunal de cierre de nuestro sistema

de justicia y por los efectos que surten dichos fallos en el ámbito personal y la función

de orientación y observancia que los tribunales ordinarios encuentran en los mismos.

Dentro de la estructura de los fallos constitucionales, la motivación es parte

medular de su contenido, pues en ella se contiene el razonamiento que ha llevado al

Tribunal a adoptar su decisión. La motivación responde a dos funciones esenciales:

«a) la primera, afecta de manera principalísima a las partes, en tanto que permite

que estás conozcan claramente la secuencia argumental que el juez ha empleado

para llegar a su resolución; pero también, por la condición peculiar del objeto del

proceso, su alcance y sus efectos… b) la segunda, consiste en servir de orientación

83

Morales Bustamante, Control de constitucionalidad normativo. En: Pereira-Orozco, et. al., Derecho procesal constitucional, págs. 248 y 249. 84

Devis Echandía, Hernando, Teoría General del Proceso, Segunda edición, Buenos Aires, Argentina, Editorial Universidad, 1997, pág. 421.

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65

para la actuación de los jueces en casos similares.»85

Néstor Pedro Sagüés coincide y reitera la importancia y trascendencia de la

sentencia constitucional y, en consecuencia, de la función del magistrado, indicando

que la interpretación que hacen los jueces es una interpretación calificada pues

proviene de expertos en derecho. Esto, indica, «…es, en principio, una virtud, ya que

goza de una fuerte presunción de idoneidad, pero también puede contar con

defectos: las deformaciones profesionales, por ejemplo (excesivo apego al

formalismo o a posturas burocrático-forenses).»86

La interpretación y la ponderación constitucional encuentran un amplio nivel de

certeza, que permite alejar al juzgador de las arbitrariedades que sus circunstancias

particulares le podrían conducir a cometer, aún de manera inconsciente. En lo que

refiere a los valores constitucionales, se encuentra el denominado techo ideológico

que orienta la formulación e interpretación de la normativa constitucional: «La

Constitución tiene un techo ideológico, más o menos ligero o pesado, simple o

compuesto, bueno, regular o malo. Las reglas constitucionales benefician a algunos y

perjudican a otros, discriminación que es legítima en cuanto conduzca al bien común,

e ilegítima si ocurre lo contrario. Y es natural que el juez constitucional tenga que

efectivizar esas directrices protectoras o sancionadoras, salvo que lesionen derechos

humanos básicos que antes llamábamos pautas de derecho natural (tesis que

implica, simultáneamente, adoptar otra posición ideológica). En resumen, no hay

imparcialidad judicial frente a los valores de la Constitución. El juez que pretendiera

dictar su sentencia prescindiendo de esas valoraciones estaría dictando una

sentencia francamente inconstitucional.»87

El juez constitucional, si bien es independiente, dicha independencia se

desarrolla bajo el mandato constituyente. El límite del juzgador es el mandato

emanado del poder constituyente, la Constitución, es el principio de supremacía

85

Puy Muñoz, Francisco y Jorge Portela, La argumentación de los operadores jurídicos, Buenos Aires, Argentina, Editorial de la Universidad Católica de Argentina, 2005, pág. 388. 86

Sagüés, La interpretación judicial de la constitución, pág. 3. 87

Ídem, págs. 3 y 4.

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constitucional tanto en su carácter de supremacía normativa como de supremacía

ideológica. Esto deriva de que el Tribunal Constitucional es un poder constituido y no

un poder constituyente. Los conflictos relativos a los límites de la potestad

interpretativa y ponderativa del magistrado constitucional pueden derivar de que en él

se encarna la función de ser el máximo guardián de la Constitución y de coincidir,

dentro de sus facultades, la de determinar en última instancia cómo debe entenderse

su contenido.

Ante este peligro de desborde de las facultades del Tribunal Constitucional,

dicho órgano, al establecer verificar los presupuestos de viabilidad de los casos de

control constitucional normativo, procede al análisis sustancial del planteamiento.

Ocurriendo que dicho análisis, para evitar ese desborde de funciones, debe girar en

torno a determinados principios o premisas generales cuya función es la de orientar

su ponderación de constitucionalidad sobre la normativa atacada de inconstitucional.

2.4.1. Principio de supremacía constitucional

Tres elementos caracterizan a todo ordenamiento jurídico: unidad normativa,

sistematicidad jurídica y completud o plenitud jurídica88. Ramón Soriano indica que

«Una de las cualidades esenciales del ordenamiento jurídico es la unidad, que quiere

decir que todas las normas están relacionadas entre sí en una estructura jerárquica,

de manera que las normas inferiores deben su validez a las superiores y todas en

general a la norma fundamental situada en la cúspide de la jerarquía.»89

En la cúspide del ordenamiento jurídico se encuentra la Constitución como

norma suprema que legitima a los poderes constituidos y determina el límite de su

actuar y el alcance de la normativa por estos poderes emitida. Por ello, Morales

Bustamante indica que «Toda decisión sobre una acción de inconstitucionalidad

general está íntimamente ligada a la observancia de este principio, por cuanto por

ella se persigue garantizar la preponderancia de la preceptiva recogida en la

88

Cf. Soriano, Ramón, Compendio de Teoría General del Derecho, Segunda edición, Barcelona, España, Editorial Ariel, 1993, pág. 130. 89

Ibídem.

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Constitución, como genuina expresión del poder constituyente originario sobre

cualquier otra emanada de los órganos detentadores del poder público, que

constituyen poderes constituidos al amparo de aquél.»90

Mejicanos Jiménez, señala «…la Constitución Política de la República es

siempre la norma decisiorio litis, y por ello su aplicación es directa, no solo porque

el examen requiere que sea una norma constitucional la que se denuncie como

infringida [Constitución Política de la República como único canon de

constitucionalidad], sino porque, en el fondo, lo pretendido es que se imponga la

jerarquía de este tipo de normas mediante la expulsión de aquella de grado inferior

que la contravenga…»91

En este sentido, el fundamento esencial para el acogimiento del planteamiento

de acciones de inconstitucionalidad se ha dado como consecuencia de la apreciación

que realiza el tribunal constitucional al fundamentarse en que el principio de jerarquía

normativa implica que la norma superior impone la validez y el contenido de la

inferior y ésta carece de validez si contradice una norma de jerarquía superior, pues

es lógico que si dichas disposiciones impugnadas violan, disminuyen o tergiversan

esos preceptos constitucionales denunciados, es procedente la declaratoria de

inconstitucionalidad de las normas impugnadas.

El ordenamiento jurídico del Estado de Guatemala se sustenta en la

Constitución Política de la República, como norma suprema; estando estructurado su

orden jurídico político sobre la base de su imperio, de conformidad con el principio de

supremacía constitucional, obligando por igual a todos, gobernantes y gobernados.

La supremacía constitucional constituye una garantía de equilibrio en el ejercicio del

poder político y de los derechos fundamentales de la persona, pues la norma

suprema señala el marco obligado de dicha actividad. La Constitución Política, dentro

90

Morales Bustamante, Control de constitucionalidad normativo. En: Pereira-Orozco, et. al.,

Derecho procesal constitucional, pág. 239. 91

Mejicanos Jiménez, Manuel de Jesús, La Inconstitucionalidad de Leyes, Reglamentos y Disposiciones de Carácter General en el Ordenamiento Jurídico Guatemalteco (Análisis sobre la Acción, el Proceso y la Decisión de Inconstitucionalidad Abstracta). Guatemala, Corte de Constitucionalidad, 2005, pág. 55.

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de ese orden jurídico, se sitúa en el primer lugar, por lo que constituye la fuente y

fundamento de toda otra norma jurídica. De ahí que toda ley, decreto o resolución

tiene que estar obligadamente subordinado a su mandato, no pudiendo vulnerarla o

contrariarla, sin que sea cuestionada su vigencia.

La Constitución Política está en la cúspide de la jerarquía normativa, por lo que

se impone, lógica y axiológicamente, a toda producción jurídica, incluida la ley y las

decisiones jurisdiccionales. Así, la apreciación y aplicación del principio de

supremacía constitucional en el Derecho Constitucional guatemalteco requiere que

todas las situaciones jurídicas se conformen con los principios y preceptos de la

Constitución; y, es esa falta de tal conformidad la que hace posible las objeciones de

inconstitucionalidad y su eventual declaración por la Corte de Constitucional, ya que

todas las normas del ordenamiento jurídico deben adecuarse a la Constitución y es el

sistema normativo en ella contenido el que sirve de parámetro para el control de

constitucionalidad.

En el caso de las instituciones que gozan de autonomía, estas no se sustraen al

control de constitucionalidad y están sujetas al mismo; de ahí que todas las

disposiciones que rigen en un Estado, sea que provengan de instituciones

autónomas, semi autónomas o formen parte de la administración central, están

sujetas a dicho principio de supremacía constitucional; ello porque la Constitución

Política de la República de Guatemala constituye la norma suprema a la que deben

adecuarse su actuar todos los funcionarios públicos, instituciones del sector estatal y

la población en general, en aras del respecto y observancia al principio de

supremacía constitucional; tal el caso del Instituto Guatemalteco de Seguridad

Social, la Superintendencia de Administración Tributaria, la Universidad de San

Carlos de Guatemala.

Esta línea de pensamiento está claramente definida en la doctrina

constitucional, al afirmar que, «…el principio de la supremacía constitucional significa

que el orden jurídico y político del Estado está estructurado sobre la base del imperio

de la Constitución que obliga por igual a todos, gobernantes y gobernados. Dentro

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del orden jurídico la Constitución ocupa el primer lugar, constituyéndose en la fuente

y fundamento de toda otra norma jurídica, por lo que toda ley, decreto resolución

debe subordinarse a ella y no puede contrariarla. En el orden político se constituye

en la fuente de legitimación del poder político, pues lleva implícita toda una filosofía

que sirve de orientación no sólo a los gobernantes sino también a los gobernados. La

Constitución, al determinar el modo y forma en que debe ser organizado el Estado y

ejercido el poder político, se constituye en la Ley Fundamental del ordenamiento

jurídico.»92

En consonancia con lo antes expuesto, el mandato constitucional contenido en

la normativa suprema en su artículo 175, al determinar la jerarquía constitucional

establece que, «ninguna ley podrá contrariar las disposiciones de la Constitución.

Las leyes que violen o tergiversen los mandatos constitucionales son nulas ipso

jure…». Así mismo al regular las condiciones esenciales de la administración de

justicia, en el artículo 204 determina que, «los tribunales de justicia en toda

resolución o sentencia observarán obligadamente el principio de que la Constitución

de la República prevale sobre cualquier ley o tratado», y en relación a los derechos

inherentes a la persona humana, el artículo 44 norma que, «los derechos y garantías

que otorga la Constitución no excluyen otros que, aunque no figuren expresamente

en ella, son inherentes a la persona humana. … El interés social prevalece sobre el

interés particular. Serán nulas ipso jure las leyes y las disposiciones gubernativas o

de cualquier otro orden que disminuyan, restrinjan o tergiversen los derechos que la

Constitución garantiza.»

En las disposiciones constitucionales antes relacionadas está contenido el

principio de supremacía constitucional, que también lo alberga el artículo 115 de la

Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad que expresa que,

«serán nulas de pleno derecho las leyes y las disposiciones gubernativas o de

cualquier otro orden que regulen el ejercicio de los derechos que la Constitución

92

Rivera Santivañez, José A., Supremacía Constitucional y Sistemas de Control de Constitucionalidad. En: Susana Ynes Castañeda Otsu, Derecho Procesal Constitucional, Tomo I, Segunda edición, Lima, Juristas Editores E.I.R.L., julio 2004, pág. 49.

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garantiza, si los violan, disminuyen o tergiversan. Ninguna ley podrá contrariar las

disposiciones de la Constitución. Las leyes que violen o tergiversen las normas

constitucionales son nulas de pleno derecho.»

Del principio de supremacía constitucional se deriva el de jerarquía normativa,

que resguarda la armonía en el sistema constitucional existente, siendo por lo tanto

de obligatorio cumplimiento, aplicándose por simple lógica, aún cuando no esté

expresamente señalado, ya que al ser la Constitución Política de la República norma

suprema en nuestro ordenamiento jurídico, implica su eficacia directa, vinculante sin

necesidad de intermediación de ninguna norma que así lo determine.

Es necesario para concluir este apartado, hacer referencia que hay dos

aspectos de importancia que es conveniente diferenciarlos al estudiar el principio de

supremacía constitucional; teniendo así por una parte, la supremacía material, es

decir el contenido de la propia Constitución, su eficacia y vigencia, y por la otra, la

supremacía formal o sea el procedimiento de su elaboración, que tienen

apreciaciones diferentes.

Se observa, al interpretar la Constitución Política de la República que, dada su

calidad de ley suprema, organiza las competencias de los órganos del poder público,

que en todo caso es superior a los propios ciudadanos que están investidos de esas

competencias; de ahí que también todo acto contrario a la Constitución que realicen

los gobernantes es nulo y sin valor jurídico y no solo las leyes que la contravengan;

asegurando así la supremacía material la legalidad, que se opone a que el órgano

investido de una competencia delegue su ejercicio a otro.

La supremacía formal de la Constitución deviene de su carácter de rigidez, ya

que, como producto de la voluntad del poder constituyente, requiere de

procedimientos especiales para su modificación. En consecuencia, el principio de la

supremacía de la Constitución supone la concurrencia del principio de la jerarquía

normativa, al imponer una gradación jerárquica del orden jurídico derivado, de mayor

a menor, unos subordinados a otros en función de sus órganos emisores, y todo el

conjunto subordinado a la Constitución Política de la República. De ahí que el

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ordenamiento jurídico esté estructurado sobre la base del principio de

constitucionalidad, que implica la existencia de una posición de supremacía de la

Constitución Política de la República, que asegura su superioridad jerárquica sobre

todas las demás normas jurídicas, concibiéndose el orden jurídico como un orden

completo, de unidad y coherencia.

«La Constitución goza así de una superlegalidad material que queda asegurada

mediante una superlegalidad formal. Como norma jurídica suprema se impone a

todos los poderes constituidos y a los ciudadanos; goza de fuerza activa y fuerza

pasiva frente a todas las otras normas, porque es superior en jerarquía e inmune

frente a todas ellas, y otorga unidad al ordenamiento jurídico. Así, la Constitución

goza de superlegalidad formal y material; por un lado, la superlegalidad formal

garantiza su inmunidad frente a todas las normas, en la medida en que tiene un

procedimiento especial de reforma, distinto al de las otras normas.»93

De acuerdo a lo expuesto, la supremacía de la Constitución Política está

garantizada por el control de constitucionalidad que, como acción política y

jurisdiccional, pero con estricto criterio jurídico, realiza la Corte de Constitucionalidad,

estableciendo el derecho y los medios para su eficacia. Así el legislador

constituyente, en la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad,

proclamó en su primer considerando, «…que de conformidad con los principios en

que se basa la organización democrática del Estado, deben existir medios jurídicos

que garanticen el irrestricto respeto a los derechos inherentes al ser humano, a la

liberad de su ejercicio y a las normas fundamentales que rigen la vida de la

República de Guatemala, a fin de asegurar el régimen de derecho;».94

Esta es una finalidad de la primacía de la Constitución por estar en la cúspide

del ordenamiento jurídico, la que debe ser acatada y cumplida por todos los órganos

del poder público, los gobernantes y gobernados, así como aplicada con preferencia

93

Molas, Isidre, Derecho Constitucional, pág. 215. 94

Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad, Decreto 1-86 de la Asamblea Nacional Constituyente Primer Considerando.

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a las leyes, decretos o resoluciones, no pudiendo ser contrariada por norma de

inferior categoría; imponiéndose dicha jerarquía normativa, derogando la norma que

la vulnere, tergiverse o viole.

2.4.2. Principio democrático

Mediante el principio democrático, también denominado de conservación

normativa o de conservación del derecho, se busca que el Tribunal Constitucional,

como órgano de control, no invada las funciones asignadas al Organismo Legislativo,

evitando con ello vulnerar el principio constitucional de división de poderes. La

observancia del principio democrático garantiza que la representación, delegada por

parte del pueblo en sus parlamentarios, no sea disminuida por un órgano, como el

Tribunal Constitucional, cuya legitimidad deviene de una elección de segundo grado

en el cual el pueblo soberano no participa de manera directa.

«El examen que viabiliza la acción de inconstitucionalidad general no prejuzga

sobre aspectos de conveniencia política, sino se circunscribe a un método

eminentemente técnico-jurídico de conformidad con el texto constitucional, pues

dentro de un sistema democrático debe observarse que el Congreso de la República

es el único autorizado dentro del andamiaje estatal para decidir las políticas

legislativas que el constituyente dejó abiertas y que, aunado a ello, se encuentra

dotado de una representatividad privilegiada, al ser integrado como resultado del

sufragio popular.»95

Por ello, la interpretación del texto constitucional es esencial, para comprender

el sentido de la norma jurídica que emana del órgano que tiene la potestad legislativa

del Estado; por lo que se hace necesario que esta interpretación se realice

respetando el principio de la dignidad democrática de la ley, como producto del

desarrollo de la norma jurídica, incluidos los valores y principios que en la misma

están incorporados.

95

Morales Bustamante, Control de constitucionalidad normativo. En: Pereira-Orozco, et. al., Derecho procesal constitucional, págs. 248 y 240.

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«Por el principio democrático, el tribunal constitucional, en el momento de

decidir sobre la procedencia de una pretensión de inconstitucionalidad abstracta,

debe observar que la labor de enjuiciamiento de un precepto normativo se hace a la

luz de su conformidad con el texto constitucional, no por la conveniencia en su

emisión. Ello es así porque, en un régimen constitucional sustentado en principios

democráticos, la labor del tribunal constitucional debe cierto respeto a la actividad

legislativa realizada por el Congreso de la República, por ser éste el organismo de

Estado legitimado por la Constitución Política de la República para decir la política de

dicha actividad. […] Este principio, que también se conoce como principio de

conservación normativa o conservación del derecho, es el que explica por qué la

declaratoria de inconstitucionalidad de un precepto normativo es excepcional.»96.

Se ha expresado que la ley está revestida de una especial dignidad por el

hecho de que ha sido aprobada por el Congreso de la República a quien le

corresponde el ejercicio de la potestad legislativa del Estado, en un sistema

democrático, como consecuencia de la representación soberana del pueblo que le

asiste por delegación; de ahí que en caso de duda, el juez constitucional debe optar

por la interpretación por la cual la norma impugnada es compatible con la

Constitución acorde con el principio general de conservación de los actos jurídicos y

evitar el vacío que supone la expulsión de la ley del ordenamiento jurídico. Este

contenido que en forma reiterada se ha expuesto, es el fundamento esencial del

principio in dubio pro legislatoris.

2.4.3. Principio de congruencia

Mediante el principio de congruencia se establece que el Tribunal

Constitucional, al momento de sentenciar, debe mantener y respetar la más estricta

correspondencia entre demanda y pronunciamiento, entre lo que se solicita y aquello

que se resuelve, no fallando más allá de lo pedido (ultra petitum), ni fallando cosa

96

Mejicanos Jiménez, Manuel de Jesús, La inconstitucionalidad de leyes, reglamentos y disposiciones de carácter general en el ordenamiento jurídico guatemalteco. Análisis sobre la acción, el proceso y la decisión de inconstitucionalidad abstracta. En: Opus Magna Constitucional Guatemalteco 2010, pág. 267.

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74

distinta de lo pedido (extra petitum), ni con otro apoyo que no sea el de la causa

petendi, esto es, aquellos fundamentos en los que la demanda basó su solicitud97.

A este principio se agrega que «Las sentencias no sólo han de ser congruentes

con la acción o acciones deducidas, con las excepciones opuestas y con las demás

pretensiones de las partes que se hubieran hecho valer oportunamente, sino que

deben ser congruentes con ellas mismas, es decir, por congruencia debe entenderse

también la conformidad entre los resultandos y las consideraciones del fallo.»98

2.4.4. Principio de estricto derecho

Estrechamente vinculado con el principio de congruencia, el principio del

estricto derecho exige que el actuar del Juez se limite a examinar la

constitucionalidad del acto reclamado a la luz de los argumentos externados en los

conceptos de violación expresados en la demanda. Siendo que el juez únicamente

podrá tomar en cuenta lo argumentado como agravio.

«No podrá, pues, el órgano de control constitucional realizar libremente el

examen del acto reclamado… pues debe limitarse a establecer, respectivamente, si

los citados conceptos de violación y, en su oportunidad, los agravios, son o no

fundados, de manera que no está legalmente en aptitud de determinar que el acto

reclamado es contrario a la Carta Magna por un razonamiento no expresado en la

demanda, ni que la sentencia o resolución recurrida se aparta de la ley por una

consideración no aducida en los agravios respectivos.»99

«En virtud de este principio puede ocurrir que, no obstante que el acto

reclamado sea notoriamente inconstitucional, se niegue la protección de la justicia

[…] solicitada por no haberse hecho valer el razonamiento idóneo, conducente a

aquella conclusión; y que, siendo ostensiblemente ilegal la resolución recurrida, deba

97

Cf. Olano García, Tipología de nuestras sentencias constitucionales, pág. 595. 98

Comunidad Jurídica, Diccionario Jurídico. Término: Congruencia de las sentencias, http://www.diccionario juridico.com.mx/ ?pag=vertermino&id=1411, (10 de junio de 2011). 99

Ídem. Término: Principio de estricto derecho.

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confirmarse por no haber expuesto el agravio apto que condujera a su

revocación.»100

2.4.5. Principio in dubio pro legislatoris

El principio in dubio pro legislatoris se encuentra estrechamente relacionado

con el principio democrático, al punto que aquel es consecuencia de este. La

diferencia entre uno y otro radica en que este último parte de un análisis

estrictamente jurídico, mientras que el primero busca garantizar la certeza jurídica de

la legislación al exigir que la contradicción entre la legislación y el texto constitucional

debe ser clara y evidente, no dejando lugar a dudas de la contravención, para poder

asumir la responsabilidad de expulsar del ordenamiento jurídico una norma

legítimamente emitida. Con base al principio in dubio pro legislatoris, se presume la

constitucionalidad de los actos legislativos y se preserva la norma.

«El Tribunal sólo declara la inconstitucionalidad de la ley cuando su

contradicción con la Constitución es clara. Cuando tal claridad no existe, hay que

presumir la constitucionalidad del legislador. Y ello significa la aplicación de esa

máxima esencial en la jurisdicción constitucional: in dubio pro legislatore, que no

es sólo una exigencia de la técnica jurídica, sino también, y sobre todo, una

consecuencia del principio democrático.»101

Al observar el principio de conservación de la norma, la declaratoria de

inconstitucionalidad resulta ser un acto excepcional de parte del Tribunal

Constitucional. Esto no puede ser de otra forma pues los efectos de dicha

declaratoria son irreversibles, lo que llama al magistrado constitucional a actuar con

suma cautela manteniendo su función de contralor de constitucionalidad, evitando

convertirse en legislador negativo al invadir facultades propias del ente legislador.

Morales Bustamante entiende esa naturaleza excepcional del Tribunal

100

Ibídem. 101

Aragón, Manuel, Constitución y democracia, (09 de septiembre de 2011), http://www.biblio juridica.org /libros/1/288/4.pdf, pág. 72.

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76

Constitucional al depurar la normativa que es atacada de inconstitucional: «…el

principio in dubio pro legislatoris o de conservación de la norma conlleva que la

sentencia estimatoria de inconstitucionalidad debe ser un suceso excepcional,

fundado en la coincidencia sustancial del tribunal constitucional con un planteamiento

que, por medio de una adecuada labor de argumentación jurídica, revele de forma

clara y contundente la colisión directa de la norma impugnada con la Ley

Fundamental. Al igual que el principio anterior, de cierta manera gravita como un

contrapeso natural al principio de supremacía constitucional, sin que ello signifique

restarle a éste preponderancia.»102

Respecto del principio in dubio pro legislatoris, la Corte de Constitucionalidad de

Guatemala ha expresado: «…los actos y las normas que tienen su origen en

decisiones de los poderes legítimos, tienen una presunción de constitucionalidad, lo

que trae como consecuencia el considerar excepcional la posibilidad de invalidarlos;

situación que especialmente se manifiesta cuando se trata del órgano legislativo (…)

puede declararse la inconstitucionalidad cuando es evidente la contradicción con la

Constitución y existan razones sólidas para hacerlo. Cuando no haya bases

suficientes se debe respetar la decisión del Congreso (…) La Corte debe declarar la

inconstitucionalidad de la ley cuando su contradicción con el texto constitucional es

clara, en caso contrario, es conveniente aplicar el principio de conservación de los

actos políticos y la regla básica en la jurisdicción constitucional: indubio pro

legislatoris…»103

El principio de in dubio pro legislatoris es otro principio fundamental que está

contenido en el texto constitucional, por lo tanto, es aplicado en el marco del Derecho

Constitucional guatemalteco, y tiene su asidero en la concepción constitucionalista

de que el poder proviene del pueblo cuyo ejercicio está sujeto a las limitaciones

señaladas por la Constitución Política de la República y la ley, tal como reza el

102

Morales Bustamante, Control de constitucionalidad normativo. En: Pereira-Orozco, et. al., Derecho procesal constitucional, pág. 224. 103

Corte de Constitucionalidad de Guatemala, Sentencia de 11 de septiembre de 2001, Expediente Número 336-2001.

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77

artículo 152 constitucional; siendo una de sus manifestaciones la potestad legislativa,

de decretar, reformar y derogar leyes, contenido en la literal a) del artículo 171

constitucional como atribución que corresponde al Congreso de la República.

Cualquier duda que tenga el Tribunal Constitucional y que no sea satisfecha en

las argumentaciones del accionante, en cuanto a demostrar la inconstitucionalidad de

la ley, acerca de la interpretación correcta de uno u otro texto, se resolverá a favor de

la ley, aplicando el principio in dubio pro legislatoris.

En abundancia, pero por su claridad y precisión en su contenido, en cuanto al

reiterado criterio de la Corte de Constitucionalidad al respecto de lo que se ha

comentado en párrafos anteriores, se transcriben partes de su sentencia de fecha

trece de agosto de dos mil tres, en Expedientes de inconstitucionalidad acumulados:

825-2000, 1305-2000 y 1342-2000: «—III— A) La declaratoria de inconstitucionalidad

de una ley es excepcional, y procede cuando una norma confronta directamente

mandatos o preceptos constitucionales, o bien, cuando la normativa impugnada no

sea susceptible de ser interpretada conforme la Constitución. […] La Corte de

Constitucionalidad no es un poder político, y de ahí que no le sea permitido sustituir

al Congreso de la República en la oportunidad de emisión de una ley, sino que la

labor de la Corte debe circunscribirse a determinar si la ley objetada de

inconstitucional violenta o no el texto constitucional. Para realizar esta última labor

debe tenerse presente que este tribunal, en su desarrollo jurisprudencial ha

precisado que el análisis para establecer la compatibilidad entre un precepto

constitucional y otro de inferior jerarquía –impugnado de inconstitucionalidad- debe

ser eminentemente jurídico, sin sustituir el criterio del legislador sobre la oportunidad

y conveniencia de las decisiones tomadas por él, no sólo porque la función del

tribunal constitucional es la de intérprete y no de legislador, sino porque el

Organismo Legislativo, como representante directo de la voluntad popular, dispone

de distintas alternativas al momento de legislar, siempre dentro del marco fijado por

la Constitución. De ahí que debe declararse la inconstitucionalidad de un precepto

legal cuando sea evidente su contradicción con la Constitución y existan razones

sólidas para hacerlo; en contrario, cuando dichas razones no concurran, se debe

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respetar la decisión del legislador ordinario en observancia de los principios

democráticos, de conservación de los actos políticos e in dubio pro

legislatoris.».104

2.4.6. Interpretación armonizadora

El principio de interpretación armonizadora de la Constitución, parte de que la

Constitución debe de interpretarse como un cuerpo o conjunto orgánico, con la

peculiaridad que se trata de la interpretación del ordenamiento fundacional, supremo

y fundamental del Estado. Así, el Tribunal Constitucional, al interpretar la normativa

constitucional debe entender que el alcance de cada una de sus disposiciones debe

de establecerse en armonía con las otras normas que integran dicho cuerpo. En

consecuencia, ninguna norma debe de entenderse, ni aplicarse, de manera aislada,

sino como parte de un sistema. Ante la controversia aparente entre normas de este

rango, el Tribunal Constitucional debe preferir la interpretación que mejor armonice el

contenido general de la Constitución y no aquella interpretación que acentúe la

confrontación entre las mismas, pues el cuerpo normativo constitucional debe ser

asumido y aplicado de manera homogénea, cohesiva y coherente.

«Cuando se interpreta la Constitución, nunca debe olvidarse, como principio

vertebral de la hermenéutica, que ella constituye un sistema, o sea, un cuerpo

orgánico integrado por principios y normas racionalmente entrelazados entre sí; lo

que plantea el problema de la armonía interna, de la coherencia y de la

homogeneidad del instrumento fundamental.»105

La Constitución, independientemente que a priori presente conflictos aparentes,

resulta ser un todo que pretende ser armónico y coherente, esa pretensión la

materializa el juzgador constitucional al interpretar su cuerpo normativo con base en

sus principios y valores. A este respecto, Rodolfo Luis Vigo apunta: «A los fines de

104

Corte de Constitucionalidad. Gaceta Jurisprudencia No. 69, Volumen I. Julio-Septiembre 2003. Expedientes Acumulados 825-2000, 1305-2000 y 1342-2000, sentencia del 13-8-2003, pág. 56. 105

Linares Quintana, Segundo V., Tratado de interpretación constitucional, Tomo I, Buenos Aires, Argentina, Editorial Abeledo-Perrot, 2007, pág. 359.

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facilitar la inteligibilidad de un cuerpo normativo, resulta imprescindible comprobar

que el mismo no es un mero agregado caótico sino una totalidad ordenada o

sistémica. En el caso de la Constitución, esa necesidad se visualiza más claramente

en tanto se la pueda atribuir a una voluntad históricamente individualizable que

alienta la obtención de ciertos objetivos a través de un proyecto unitario…»106

Morales Bustamante señala la función que la Corte de Constitucionalidad de

Guatemala ha ido asumiendo al interpretar la Constitución y armonizar sus

preceptos: «…en complemento de la observancia de los principios democrático y de

conservación de la norma, que el tribunal constitucional ha ido progresivamente

utilizando con mayor asiduidad la variante atípica de resolución conocida

doctrinariamente como sentencia interpretativa, entendida como aquel fallo de

carácter declarativo en el que los indicios de ilegitimidad constitucional perceptibles

en determinadas normas impugnadas son desvanecidos, como resultado de un

ejercicio argumentativo que fija una interpretación de ellas que armoniza

razonablemente con la Ley Fundamental; logrando con ello el doble cometido de

asegurar que lo preceptuado en la norma no genere lesión de los derechos

fundamentales de la población, al tiempo que se evita su expulsión del ordenamiento

jurídico.»107

2.4.7. Razonabilidad, suficiencia y coherencia

Dentro del control de constitucionalidad encontramos la razonabilidad, la

suficiencia y coherencia, observados más que todo en procesos de

constitucionalidad española al amparo de su Ley Orgánica del Tribunal

Constitucional, y así lo expresa Carlos Alberto Olano Valderrama:

«a) Control de razonabilidad. La relevancia de la norma cuestionada debe ser

premisa para la decisión en el tribunal constitucional, en primer lugar, en el contexto

106

Vigo, Rodolfo Luis, Interpretación constitucional, Buenos Aires, Argentina, Editorial Abeledo-Perrrot, 2004, págs. 116 y 117. 107

Morales Bustamante, Control de constitucionalidad normativo. En: Pereira-Orozco, et. al., Derecho procesal constitucional, pág. 242.

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concreto de las pretensiones y, desde esa perspectiva, al tribunal le cabe sólo un

control de razonabilidad, examen cuyas conclusiones serán favorables a la viabilidad

del proceso constitucional siempre que no resulte patente la inconsistencia del

razonamiento que lleva al órgano judicial a individualizar cierta regla legal como

norma de la decisión.»108

«b) Control de suficiencia. Con este tipo de control de suficiencia de la

motivación de la sentencia en España, se busca asegurar una responsable vigilancia

del juzgador a quo sobre los presupuestos en la cuestión de inconstitucionalidad que

promueve. No es otra cosa, para el caso español, que preservar el artículo 35.2 de la

Ley Orgánica del Tribunal Constitucional –LOTC que la cuestión de

inconstitucionalidad sólo podrá ser planteada una vez concluso el procedimiento y

dentro del plazo para dictar sentencia.»109

«c) Control de coherencia. La necesaria coherencia entre el alcance de la

cuestión de inconstitucionalidad promovida y el ámbito correspondiente del proceso

debe ser hecha valer por el Tribunal Constitucional. En España, la fundamentación

de este control, está en la Sentencia del Tribunal Constitucional STC 166/86/6, que

dice: Corresponde (…) A este Tribunal revisar la adecuación y consistencia de

principio de relevancia y dado que la cuestión de inconstitucionalidad se suscita en el

seno de un concreto y determinado proceso, dicha revisión tiene necesariamente que

realizarse partiendo de la naturaleza y ámbito objetivo de ese proceso, pues la

interdependencia que existe entre pretensión procesal, proceso y resolución judicial

hace que el sentido y alcance de ésta vengan siempre determinados y condicionados

por la clase de proceso en que se produce y por el contenido y finalidad de la

pretensión que en el mismo se ejercita…»110

108

Olano Valderrama, Carlos Alberto, Derecho Constitucional e Instituciones Políticas. Estado Social de Derecho, Obra revisada y aumentada por Olano García, Hernán Alejandro, Tercera edición, Ediciones Librería del Profesional, Bogotá, Editorial ABC, octubre 2000, pág. 403. 109

Ibídem. 110

Ibídem.

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2.5. Órganos jurisdiccionales que conocen en los procesos de

inconstitucionalidades

Ya en el capítulo anterior fueron delimitados las particularidades y efectos de

las acciones de inconstitucionalidad en caso concreto y de carácter general. También

se determinó que en el sistema jurídico guatemalteco, los tribunales ordinarios

conocen de las primeras y que sus efectos son únicamente inter partes; y que, es el

Tribunal Constitucional el que posee la competencia para conocer y resolver sobre

las inconstitucionalidades de carácter general y que sus resoluciones en estos casos

poseen efectos erga omnes. En razón de ello, en los apartados siguientes

únicamente se procede a relacionar la normativa de la ley de la materia que se

vincula con la competencia de los tribunales para conocer en ambas modalidades de

control normativo constitucional.

La adopción de un sistema de control de constitucionalidad concentrado no

necesariamente obliga a la ausencia de la competencia de la jurisdicción ordinaria en

materia constitucional, ya que toda la jurisdicción común tiene, según lo apuntado, el

deber de garantizar la observancias y la aplicación de la Constitución Política de la

República, pues su función es asegurar la supremacía del derecho y la preservación

del ordenamiento jurídico. De ahí que, al instituirse en Guatemala por mandato

constitucional la Corte de Constitucionalidad siguiendo la tendencia europea, con

rango de independencia de la Corte Suprema de Justicia, y con la función específica

de ejercer la jurisdicción constitucional, se comparte dicha jurisdicción, en casos

concretos de inconstitucionalidad que conozcan con la generalidad de los tribunales

ordinarios.

2.5.1. La Corte de Constitucionalidad

La tutela, el cumplimiento y la aplicación de las normas jurídicas

constitucionales es actividad procesal de la jurisdicción constitucional, que se ejercita

con apego al derecho objetivo, conociendo y resolviendo en forma imparcial los

conflictos o las controversias derivadas de la interpretación o aplicación directa de la

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norma constitucional que se someten a su conocimiento, mediante los

procedimientos y órganos especialmente establecidos, asegurando su plena vigencia

como el fin último de todo Estado Constitucional de Derecho. Esta fue una

preocupación de Hans Kelsen, al justificar la necesidad de la existencia de un órgano

ad hoc que se encargara como tribunal constitucional del control de

constitucionalidad a través de la jurisdicción constitucional o justicia constitucional,

conceptos que dan vida a la disciplina denominada Derecho Procesal Constitucional.

La República de Guatemala como un Estado constitucional de Derecho,

democrático y social, de acuerdo con nuestra Constitución Política tiene un sistema

de contralor constitucional jurisdiccional con sus propias características. Así la Corte

de Constitucionalidad establecida en el artículo 268 constitucional es un órgano

constitucional que desarrolla una actividad suprema, es un tribunal permanente de

jurisdicción privativa, que tiene como función esencial la defensa del orden

constitucional al conocer y resolver los conflictos, litigios o las controversias derivas

de la interpretación o aplicación de la normativa constitucional, tutelando los

derechos de las personas, actuando como un tribunal colegiado con independencia

de los demás organismos del Estado.

En el ejercicio de su función sólo puede pronunciarse sobre la legislación

vigente y siempre a instancia de parte, sin que pueda realizar juicios de oportunidad

sobre las normas emitidas por el legislador, debiendo auto restringirse para no

pretender sustituir al Organismo Legislativo en ejercicio de la potestad legislativa que

le corresponde. Su ámbito de competencia está orgánicamente separado

constitucionalmente del Organismo Judicial, con regulación independiente,

ejerciendo funciones específicas que le asigna la propia Constitución Política de la

República en su artículo 272 y la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de

Constitucionalidad en su artículo 163. Sus decisiones se pronuncian a través de

sentencias, autos y providencias, que son formas de actos jurisdiccionales.

Goza de autonomía funcional, reglamentaria y presupuestaria. No es un poder

político y tiene como tribunal constitucional la función de intérprete supremo y final

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del alcance contenido en cada una de las normas constitucionales y de los principios

y valores de dicha Constitución, al impartir y administrar la justicia constitucional. Es

el intérprete supremo de la Constitución Política de la República y del bloque de

constitucionalidad para su aplicación y para hacer que se aplique; siendo sus

decisiones en este orden, vinculantes para gobernantes y gobernados. La Corte de

Constitucionalidad en Guatemala es el único tribunal facultado para conocer y

resolver las inconstitucionales generales.

Como lo afirma el Tribunal Constitucional Español, en sentencia STC 5/1981

«…esta supremacía interpretativa no significa monopolio interpretativo. El Tribunal

Constitucional es el intérprete supremo de la Constitución, pero no el único. La

unidad del ordenamiento jurídico no permite interpretaciones aisladas de las normas

que lo componen, es decir, ni los operadores jurídicos pueden prescindir de la

Constitución cuando la aplican o interpretan, ni el Tribunal Constitucional se limita a

la interpretación constitucional sin más referente que la propia Constitución. En esta

labor interpretativa también participarán, pues, otros órganos constituciones,

especialmente el Parlamento y la jurisdicción ordinaria.»111

Esta labor de interpretación de la Corte de Constitucionalidad es compleja, pues

en algunos casos el Tribunal Constitucional se ve obligado, ante la imposibilidad de

enjuiciar la normativa particularmente impugnada en forma aislada, a acudir a la

interpretación sistemática de la totalidad de la ley que contiene la normativa

impugnada, por no poderse hacer esta labor aisladamente.

El treinta y uno de mayo de mil novecientos ochenta y cinco se promulgó la

Constitución Política de la República de Guatemala, instituyéndose la Corte de

Constitucionalidad con la función esencial de ser la garante del orden constitucional;

estando regulada en su título VI, Garantías Constitucionales y Defensa del Orden

Constitucional, Capítulo IV, Corte de Constitucionalidad, artículo 268. Su

organización y competencia son contenidos de la Ley de Amparo, Exhibición

111

Aparicio Pérez, Miguel A. y i Serramalera, Mercë Barceló. Coordinadores. Manual de Derecho Constitucional, Tema 11, El Tribunal Constitucional, Barcelona, Atelier, Libros Jurídicos, 2009, pág. 273.

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Personal y de Constitucionalidad, Decreto 1-86 de la Asamblea Nacional

Constituyente, que en su considerando segundo expresa: que para tales propósitos

debe emitirse una ley que desarrolle adecuadamente los principios en que se basa el

amparo, como garantía contra la arbitrariedad; la exhibición personal, como garantía

de la libertad individual; y la declaratoria de inconstitucionalidad de leyes y

disposiciones generales, como garantía de la supremacía constitucional;.

Así la Corte de Constitucionalidad en su actuación cotidiana cumple con su

función esencial y resalta la calidad democrática del proceso jurídico-político al

discutirse, sustanciarse y resolver asuntos de importancia relacionados con la

constitucionalidad de las leyes y con las actuaciones de los entes públicos,

interpretando y conciliando los derechos fundamentales que en abstracto consagra

nuestra Constitución Política; de ahí la importancia de la función esencial de la Corte

de Constitucionalidad en cuanto a la defensa del orden constitucional, impartiendo y

administrando justicia constitucional desarrollando su tarea de interpretación

sistemática de acuerdo al principio de unidad de la Constitución, con arreglo a

criterios generales pero en forma coherente.

La función que ejercita la Corte de Constitucionalidad en relación al control de

constitucionalidad de la ley tiene legitimidad democrática, pero es válido el cuestionar

hasta donde pueden llegar legítimamente los jueces constitucionales en esta tarea,

pues analizan en esta labor de resolver inconstitucionalidades de leyes un producto,

que como tal, debe reconocérsele cierta presunción de validez por ser aprobadas por

el Organismo Legislativo con potestad de legislar. Se da una ponderación de dos

posiciones opuestas, por una lado el legislador que en el campo de una democracia

su protagonismo deviene de la representación popular que le asiste, traducida en la

configuración de la voluntad colectiva, en cuanto la emisión de ley, y por otro lado la

labor del supremo interprete de la Constitución sustentada en el principio de

supremacía constitucional que le corresponde al tribunal constitucional.

La función esencial de la Corte de Constitucionalidad tiene que estar acorde

con el mandato constitucional, especialmente en lo relativo a la defensa del orden

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constitucional y la tutela efectiva de los derechos de las personas, sustentada de

acuerdo con las atribuciones contenidas en los artículos 268 y 272 de la Constitución

Política de la República y 163, 164 y 165 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y

de Constitucionalidad. Esta labor debe realizarla en forma dinámica, con la reserva

del respeto y acatamiento a la normativa constitucional, pero sin evadir su función

esencial de defensa del orden constitucional. Su competencia atiende a un principio

de especialidad, proviene del mandato constitucional, que le señala los asuntos que

debe conocer, siendo esta improrrogable e indelegable, y la interpretación que

realiza se rige por las reglas de la hermenéutica de nuestra Constitución Política.

En la forma relacionada la Corte de Constitucionalidad ha mantenido su criterio

en cuanto a que, «…la Constitución Política de la República de Guatemala confiere a

esta Corte dentro de su función especial de defensa del orden constitucional,

conocer de impugnaciones contra leyes y reglamentos objetados total o parcialmente

de inconstitucionalidad. A tal efecto debe analizarse la norma de la Constitución a

confrontar con las disposiciones legales a las que se les atribuye infracción, con el

objeto de interpretarla y establecer, por medio del examen de constitucionalidad, si

estás son susceptibles de mantenerse o sí, por contrario, deben ser excluidas del

ordenamiento legal.»112

Esa competencia especializada no excluye a la actividad de todo juez de la

obligación de ejercitar la potestad de aplicar la Constitución Política de la República.

El otro concepto básico que señalamos, la justicia constitucional, es aquella

destinada a dar eficacia al principio de supremacía constitucional y al cumplimiento

de su normativa, a través de la aplicación que realizan los órganos jurisdiccionales,

es la materialización del ejercicio de la competencia especializada de la potestad

jurisdiccional constitucional, en la resolución de pretensiones caracterizadas por

fundamentarse directamente en la normativa constitucional.

Constituyen entonces los tribunales constitucionales instrumentos para la

112

Corte de Constitucionalidad. Gaceta Jurisprudencial No. 93, Expediente 3957-2008, sentencia del 29-07-2009, pág. 110.

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86

consolidación del Estado de Derecho que interpretan y aplican la Constitución como

norma suprema y positiva; ejercitando los mecanismos procesales que garantizan el

resguardo del orden constitucional, como lo es el control normativo constitucional

para el caso de nuestra investigación, y la defensa de los derechos humanos.

En Guatemala, de acuerdo con disposiciones de la Ley del Organismo Judicial,

artículo 57, la función jurisdiccional se ejerce con exclusividad absoluta por la Corte

Suprema de Justicia y por los demás tribunales establecidos por la ley, a los cuales

corresponde la potestad de juzgar y promover la ejecución de lo juzgado; .

En cuanto a sus decisiones la Corte de Constitucionalidad a través de su labor

hermenéutica, separándose de su propia rigidez de legislador negativo, con

prudencia y equilibrio en aplicación del principio de supremacía constitucional está

llamada a desarrollar los valores, principios y derechos de la normativa

constitucional, como un contenido viviente, para lograr con eficacia la realización de

un Estado constitucional, democrático de Derecho.

Constitucionalmente, la independencia de la Corte de Constitucionalidad está

garantizada con la asignación de una cantidad no menor del cinco por ciento del

mínimo del dos por ciento del presupuesto de ingresos del Estado que correspondan

al Organismo Judicial y que debe entregarse a la Tesorería de la Corte de

Constitucionalidad cada mes en forma proporcional y anticipada. Sobre esa base

elabora su propio Presupuesto de Egresos para el ejercicio fiscal que corresponda;

de acuerdo con los artículos 268 de la Constitución Política de la República y el

artículo 186 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad.

La Corte de Constitucionalidad tiene la potestad de emitir normas

reglamentarias respecto de su propia organización y funcionamiento, las que deben

promulgarse y publicarse en el Diario Oficial, teniendo su Presidente asignada la

facultad para adoptar las medidas necesarias para el funcionamiento de la

Institución, ejerciendo además las potestades administrativas sobre el personal del

Tribunal. La Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad, artículo

191, preceptúa que para las situaciones no previstas en la presente ley, se aplicarán

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las disposiciones reglamentarias que la Corte de Constitucionalidad promulgará y

publicará en el Diario Oficial.

Su organización y competencia son contenidos de la Ley de Amparo, Exhibición

Personal y de Constitucionalidad, Decreto 1-86 de la Asamblea Nacional

Constituyente. Guarda su independencia dado su sistema de designación y está

separada de la estructura de la jurisdicción ordinaria. De acuerdo con el artículo 269

constitucional «La Corte de Constitucionalidad se integra con cinco magistrados

titulares, cada uno de los cuales tendrá su respectivo suplente. Cuando conozca de

asuntos de inconstitucionalidad en contra de la Corte Suprema de Justicia, el

Congreso de la República, el Presidente o el Vicepresidente de la República, el

número de sus integrantes se elevará a siete, escogiéndose los otros dos

magistrados por sorteo de entre los suplentes. […]».

La integración de la Corte de Constitucionalidad lo regula la normativa

constitucional en su artículo 269, señalando que son cinco los magistrados titulares,

teniendo cada uno de ellos su respectivo suplente; elevándose el número de sus

integrantes a siete magistrados, cuando se conocen asuntos de inconstitucionalidad

en contra de la Corte Suprema de Justicia, el Congreso de la República, el

Presidente o el Vicepresidente de la República escogiéndose los otros dos

magistrados por sorteo de entre los magistrados suplentes. Los magistrados de la

Corte de Constitucionalidad duran en sus funciones cinco años y son designados uno

por cada uno de los entes siguientes: el pleno de la Corte Suprema de Justicia, el

pleno del Congreso de la República, el Presidente de la República en

Consejo de Ministros, el Consejo Superior Universitario de la Universidad de San

Carlos y la Asamblea del Colegio de Abogados; requiriéndose para su designación

ser guatemalteco de origen, abogado colegiado, de reconocida honorabilidad y tener

por lo menos quince años de graduación profesional.

El artículo 206 constitucional establece que los magistrados y jueces gozarán

del derecho de antejuicio en la forma que lo determina la ley, que el Congreso de la

República tiene competencia para declarar si ha lugar o no a formación de causa

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contra el Presidente del Organismo Judicial y los magistrados de la Corte Suprema

de Justicia.

Los artículos 167, 168 y 169 determinan el ejercicio de las funciones de los

magistrados de la Corte de Constitucionalidad, su inamovilidad y las causas de

incompatibilidad. «Los Magistrados de la Corte de Constitucionalidad ejercerán sus

funciones independientemente del órgano o entidad que los designó y conforme a los

principios de imparcialidad y dignidad inherentes a su investidura. No podrán ser

perseguidos por las opiniones expresadas en el ejercicio de su cargo. Son

inamovibles, no podrán ser suspendidos sino en virtud de las causas que se indican

en esta ley y gozarán de los mismos privilegios e inmunidades que los Magistrados

de la Corte Suprema de Justicia. La condición de miembro titular de la Corte de

Constitucionalidad es incompatible con cargos de dirección política, de

administración del Estado o de sindicatos y, con el ejercicio profesional [...] No es

incompatible el ejercicio profesional con el cargo de Magistrado suplente.»

2.5.2. Órganos jurisdiccionales ordinarios que asumen extraordinariamente el

carácter de juzgadores constitucionales

El sistema jurídico guatemalteco, al ser de carácter mixto en lo que refiere al

control normativo constitucional, reconoce la facultad de los tribunales ordinarios de

constituirse en contralores de la constitucionalidad de las normas que son señaladas

por las partes de ser inconstitucionales. El artículo 120 de la Ley de Amparo,

Exhibición Personal y de Constitucionalidad, establece: «En casos concretos, la

persona a quien afecte directamente la inconstitucionalidad de una ley puede

plantearla ante el tribunal que corresponda según la materia. El tribunal asume el

carácter de tribunal constitucional. Si se planteare inconstitucionalidad en un proceso

seguido ante un juzgado menor, éste se inhibirá inmediatamente de seguir

conociendo y enviará los autos al superior jerárquico que conocerá de la

inconstitucionalidad en primera instancia.»

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La aceptación de un sistema de control de constitucionalidad concentrado no

necesariamente obliga a la ausencia de la competencia de la jurisdicción ordinaria en

materia constitucional, ya que toda la jurisdicción común tiene, según lo apuntado, el

deber de garantizar la observancia y la aplicación de la Constitución, pues su función

es asegurar la supremacía del derecho y la preservación del ordenamiento jurídico.

De ahí que, al instituirse en Guatemala, por mandato constitucional la Corte de

Constitucionalidad siguiendo la tendencia europea, con rango de independencia de la

Corte Suprema de Justicia, y con la función específica de ejerce la jurisdicción

constitucional, se comparte dicha jurisdicción, en casos concretos de

inconstitucionalidad que conozcan con la generalidad de los tribuales ordinarios.

Morales Bustamante entiende que esta facultad concedida a los jueces

ordinarios deriva del carácter de control difuso que conforma al sistema de control

normativo de constitucionalidad guatemalteco: «Este instrumento es expresión de la

vertiente difusa del sistema mixto en el que se halla dispuesto el control de

constitucionalidad normativo en Guatemala. A diferencia de la inconstitucionalidad de

carácter general, su utilización puede manifestarse ante cualquier órgano de la

administración de justicia ordinaria, desde primera instancia hasta casación, y no

conlleva por pretensión poner fin al ámbito temporal de validez de la normativa

viciada mediante un fallo constitutivo y erga omnes, sino que persigue separarla del

ordenamiento jurídico aplicable para resolver un caso concreto, como resultado de

un pronunciamiento declarativo que es vinculante únicamente para las partes del

litigio del que se trate.»113

La Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad, refiere en su

artículo 116, que el control normativo constitucional, en caso concreto, podrá ser

planteado como acción, excepción o incidente, el mismo podrá consistir en atacar de

inconstitucionalidad total o parcial una ley a efecto de que se declare su

inaplicabilidad.

113

Morales Bustamante, Control de constitucionalidad normativo. En: Pereira-Orozco, et. al., Derecho procesal constitucional, pág. 243.

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El planteamiento de inconstitucionalidad de una ley en casación, conforme el

artículo 117 de la ley de la materia, podrá plantearse en casación hasta antes de

dictarse sentencia. En este caso, la Corte Suprema de Justicia, agotado el trámite de

la inconstitucionalidad y previamente a resolver la casación, se pronunciará sobre la

inconstitucionalidad en auto razonado. Si la resolución fuere apelada, remitirá los

autos a la Corte de Constitucionalidad. También podrá plantearse la

inconstitucionalidad como motivación del recurso y en este caso es de obligado

conocimiento.

En el ámbito administrativo, conforme el artículo 118 de la ley de la materia,

cuando en casos concretos se aplicaren leyes o reglamentos inconstitucionales en

actuaciones administrativas, que por su naturaleza tuvieren validez aparente y no

fueren motivo de amparo, el afectado se limitará a señalarlo durante el proceso

administrativo correspondiente. En estos casos, la inconstitucionalidad deberá

plantearse en lo contencioso administrativo dentro de los treinta días siguientes a la

fecha en que causó estado la resolución y se tramitará conforme al procedimiento de

inconstitucionalidad de una ley en caso concreto. Sin embargo, también podrá

plantearse la inconstitucionalidad en el recurso de casación, en la forma que

establece el artículo anterior, si no hubiere sido planteada en lo contencioso-

administrativo.

Si la inconstitucionalidad en caso concreto fuera planteada en materia laboral,

el artículo 119 prescribe: En el ramo laboral, además de la norma general aplicable a

todo juicio, cuando la inconstitucionalidad de una ley fuere planteada durante un

proceso con motivo de un conflicto colectivo de trabajo, se resolverá por el tribunal

de trabajo correspondiente.

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CAPÍTULO III

3. EL PRINCIPIO IN DUBIO PRO LEGISLATORIS

3.1. Consideraciones doctrinarias

El principio in dubio pro legislatoris tiene su asidero en una presunción iuris

tantum, misma que deriva de la necesidad del respeto a los actos realizados por los

tres poderes básicos en la estructura del poder público. Siendo que este principio es

una presunción, la misma solamente cede ante «…una prueba clara y precisa de la

incompatibilidad entre la norma y la Constitución en cuanto Ley suprema del país. La

norma inferior no puede ser declarada inconstitucional en tanto y en cuanto haya en

el ánimo del juzgador una duda razonable acerca de su invalidez; ya que para que

proceda la declaración de inconstitucionalidad, debe aparecer claramente una

discordia substancial con la Constitución, y aun en los casos de duda entre la validez

y la invalidez, ha de estarse siempre en favor de la constitucionalidad.»114

Ya en 1949 Walter Dodd, en su «The doctrine of reasonable doubt», subraya el

aspecto de la duda razonable como la barrera entre la permanencia de la norma o su

declaratoria de inconstitucionalidad. Entendiendo que «existirá la duda razonable

cuando en la mente del juzgador exista un estado de ánimo de indeterminación,

irresolución, hesitación, vacilación, perplejidad, incertidumbre, inseguridad con

respecto al juicio o decisión de la constitucionalidad o inconstitucionalidad, y tal

estado sea arreglado o ajustado conforme a la razón.»115.

El principio de conservación de la norma y del respeto a la división de poderes,

posee casi tanta data como el mismo Estado de Derecho moderno, que se inaugura

con la independencia de los Estados Unidos de América.

En 1776, en el caso Hylton v. United States, la Suprema Corte de los Estados

Unidos, a través de la opinión del juez Chase, expresó con respecto a la ley de uno

114

Linares Quintana, Tratado de interpretación constitucional, pág. 542. 115

Citado por Ídem, pág. 544.

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de los estados locales norteamericanos: «Si la Corte tiene tal poder (de declarar la

inconstitucionalidad de una ley), soy libre de declarar que nunca lo ejerceré si no se

trata de un caso muy claro (a very clear case)»116. Posteriormente, 1778, la misma

Corte afirmaría que el poder de declarar inconstitucional una ley era de una

naturaleza delicada y temible; y que, por consiguiente, el Tribunal Supremo debía

utilizarlo en un caso claro y urgente.

La Suprema Corte de los Estados Unidos hace uso, por primera vez, de la

facultad de declarar inconstitucional una ley del Congreso, con el caso Marbury v.

Madison. Sin embargo el juez Marshall, quien conocía de este caso, obvio mencionar

en su argumentación esta regla de interpretación. Es hasta en un caso posterior

(Darmouth College v. Woodward) en que Marshall argumentaría que «…no es sino

por el debido respeto (decent respectI) a la sabiduría, la integridad y el patriotismo

del Cuerpo Legislativo que sancionó la ley, que hay que presumir en favor de su

validez, hasta tanto su violación de la Constitución sea probada más allá de toda

duda razonable (reasonable doubt). Este ha sido siempre el lenguaje de esta Corte

cuando el punto ha estado sujeto a su decisión… en más de una oportunidad, esta

Corte ha expresado la cautelosa circunspección con que han considerado tales

cuestiones, y ha declarado que en ningún caso dudoso declararía a un acto

legislativo contrario a la Constitución.»117

Otro tanto ha aportado la Corte Suprema de la Nación Argentina que, ya en el

siglo XX, sentenciaba en la Causa M. Pereyra Iraola v. Provincia de Córdoba: «…la

presunta conformidad de las leyes nacionales o provinciales con las normas

constitucionales, que es el principio cardinal de la división, limitación y coordinación

de los Poderes en nuestro régimen institucional, no debe ceder —por transgresión a

ese principio y a esas normas— sino ante una prueba contraria tan clara y precisa

como sea posible.»118

116

Ibídem. 117

Ídem, págs. 544 y 545. 118

Ídem, pág. 546.

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Esa misma Corte ha expresado: «…en materia de interpretación de las leyes,

debe preferirse la que mejor concuerde con las garantías, principios y derechos

consagrados por la Constitución Nacional. De manera que solamente se acepta la

que es susceptible de objeción constitucional, cuando ella es palmaria, y el texto

discutido no sea lealmente susceptible de otra concordante con la Carta

Fundamental… la declaración de la inconstitucionalidad de una ley es acto de suma

gravedad institucional y debe ser considerado como una última ratio de orden

jurídico.»119

La doctrina es conteste al entender que, mediante el principio de conservación

de la norma, se pretende rescatar al máximo la norma o acto con fuerza de ley, antes

que expulsarla del ordenamiento. Por lo general, esta conservación de la norma se

efectúa mediante todas las sentencias desestimatorias o que declaran la

constitucionalidad. «Este principio implica además la presunción de

constitucionalidad a favor de la norma por el hecho de provenir del poder público, o lo

que es más sencillo: toda norma se reputa constitucional mientras no sea declarada

inconstitucional.»120

Víctor Ferreres Comella en su obra Justicia Constitucional y Democrática, al

referirse a la presunción de constitucionalidad, exige a quien sostiene que el texto de

una ley es inconstitucional la carga de argumentar en forma convincente sobre la

existencia de esa incompatibilidad alegada entre la normas que ese texto contiene y

el sistema de normas que el texto constitucional expresa, pues de lo contrario, si

existe duda, debe de resolverse a favor de la ley, aplicando el in dubio pro

legislatoris; comenta, que James Bradley Thayer, jurista americano, publicó a finales

del siglo XIX un artículo titulado The Origin and Scope of the American Doctrine of

Constitutional Law, y expone:

«¿Cuál es la tesis de THAYER? Sencillamente, que el juez no debe invalidar

119

Ibídem. 120

Olano García, Hernán Alejandro, Modulaciones en los fallos de la Corte de Constitucionalidad de Colombia, (10 de septiembre de 2011), http://www.juridicas.unam.mx/sisjur/jusconst/pdf/17-230s. pdf, pág. 7.

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todas las leyes que considere inconstitucionales, sino sólo aquellas que lo sean de

un modo manifiesto, más allá de toda duda razonable. Para expresar esta idea,

THAYER utiliza diversas formulaciones, algunas de ellas extraídas de decisiones

judiciales que, según él, reflejan el punto de vista que desea defender. Para poder

invalidar un ley, dice THAYER, la violación de la Constitución debe ser ―tan

manifiesta que no deje espacio para la duda razonable‖ (so manifest as to leave no

room for reasonable doubt, p. 140); la violación debe ser ―patente y clara‖ (plain

and clear, p. 140); el legislador no debe haber incurrido en un mero error

constitucional, ―sino en un error muy claro, tan claro que no está abierto a discusión

racional‖ (a very clear mistake, so clear that it is not open to rational question, p.

144); ―en ningún caso dudoso puede [la Corte] declarar que una ley es contraria a la

Constitución‖ (in no doubtful case would it pronounce a legislative Act to be

contrary to the Constitution, p. 145); la cuestión para los jueces ―no es la de una

mera preponderancia de razones a favor o en contra, sino la de cuándo es [la

inconstitucionalidad de una ley] patente y clara, clara más allá de toda duda

razonable‖ (the question for them is not one of the mere preponderance of

reasons for or against, but of what is very plain and clear, clear beyond a

reasonable doubt, p. 151); cuando los jueces consideran que una ley es

constitucional, lo que quieren decir estrictamente es simplemente esto: que la ley no

es inconstitucional más allá de toda duda razonable (when they hold an Act

constitutional, [the strict meaning of their words] is merely this, -not

unconstitutional beyond a reasonable doubt, p. 151).»121

La cita de carácter doctrinario concuerda con el concepto que se viene

exponiendo, en cuanto a que el Tribunal Constitucional para que se pronuncie en

contra de la constitucionalidad de una ley, debe manifestar razones de peso, a fin de

que no exista ninguna duda razonable al respecto, ya que de lo contario, su

pronunciamiento estará dirigido a mantener la vigencia de la normativa jurídica

impugnada de inconstitucionalidad.

121

Ferreres Comella, Victor, Justicia Constitucional y democracia, pág. 134.

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Con lo expuesto se evidencia que la doctrina ha influenciado de manera directa

el actuar de los jueces constitucionales y, en consecuencia, a la jurisprudencia por

ellos emitida. La presunción de constitucionalidad de la que goza la normativa

jurídica emitida por el legislador, implica que, en caso de duda, el Tribunal

Constitucional, debe resolver a favor de la constitucionalidad de la ley impugnada.

Para que se de un pronunciamiento en contra deben de aportarse elementos de

juicio de suficiente consistencia que justifiquen la interpretación correcta del texto de

la ley impugnada y la propia interpretación de la Constitución.

Si existe duda interpretativa de parte del juzgador en cuanto a la ley impugnada

lo hará pronunciarse por no haberse probado la inconstitucionalidad de la ley. Como

ya se expresó el control de constitucionalidad debe realizarse bajo la presunción de

validez de la ley, tomando en consideración que es un producto de un organismo del

Estado que en ejercicio de su soberanía que se le ha delegado ejercita la potestad

legislativa que constitucionalmente le corresponde.

3.2. Principio in dubio pro legislatoris. Concepto

Como ha sido expuesto, el principio in dubio pro legislatoris, busca dar certeza

jurídica al ordenamiento jurídico, respetar el principio de división de poderes y, en

consecuencia, preservar la voluntad del legislador, declarándose la

inconstitucionalidad únicamente en casos excepcionales en los cuales sea notorio y

manifiesto el conflicto entre la norma ordinaria y la Constitución.

Este principio de preservación de la norma, parte de una actitud deferente del

juez constitucional tendente a no contradecir la voluntad del legislador. Esta actitud

es denominada doctrina deferente o principio de Thayer. James Bradley Thayer,

norteamericano, profesor de Harvard a finales del siglo XIX, postula que los

tribunales deben de declarar la inconstitucionalidad de una ley sólo cuando no se

pueda dudar razonablemente de que es inconstitucional. «…su tesis es que los

tribunales no deben declarar inconstitucional una ley sino sólo cuando lo sea de

modo manifiesto, más allá de toda duda razonable. De acuerdo con Thayer, la

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inconstitucionalidad de ser tan manifiesta que no deje espacio para una duda

razonable; debe ser patente y clara; debe sustentarse en un error muy claro [del

legislador], tan claro que no esté abierto a discusión racional. Para Thayer, la

duda razonable [sobre la inconstitucionalidad] (…) es una duda razonable que

persiste en la mente de una persona competente y debidamente instruida que ha

aplicado cuidadosamente sus facultades a la cuestión. La opinión racionalmente

permisible de la que se ha estado hablando es la opinión razonable admisible de una

persona de esas características.»122

Dos principios emergen de la postura de Thayer, el primero relativo a que los

magistrados son personas idóneas para el ejercicio del control constitucional y por

ello, la sola creencia razonable de los miembros del Tribunal Constitucional, relativa

a que la norma es constitucional, debe bastar para no acoger la postura que la

impugna. Ello derivado de que la norma se presume constitucional y, si el postulante

no ha argumentado fehacientemente el vicio de inconstitucionalidad, la misma no

debe declararse procedente.

El segundo principio versa sobre si la interpretación constitucional del

legislador, que al emitir la norma no la estimó atentatoria del orden constitucional,

deba ser reemplazada por la interpretación que el Tribunal Constitucional propone.

Siendo que la Constitución admite, con frecuencia, diversas interpretaciones, Thayer

postula que la ley debe ser declarada inconstitucional únicamente cuando la

interpretación constitucional del legislador, sobre la que reposa la ley, no sea

racional.

Thayer no ataca la posibilidad de que el Tribunal Constitucional considere una

interpretación como correcta, lo que apunta es que una interpretación correcta no

implica que se trate de la única interpretación razonable. Al existir interpretaciones

razonables que diverjan de una interpretación estimada como correcta, el Tribunal

Constitucional debe de abstenerse, autorestringirse, y no declarar inconstitucional

122

Mendonca, Daniel, Análisis constitucional. Una Introducción. Cómo hacer cosas con la Constitución. Segunda Edición, Bogotá, Colombia, Editorial de la Universidad del Rosario, 2009, pág. 104.

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una ley.

Daniel Mendonca indica que la actitud deferente del Tribunal Constitucional,

respecto de la actividad del legislador, se encuentra claramente reflejada en la

jurisprudencia de los Estados en los que existen tribunales constitucionales y/o en los

cuales la división de poderes es un principio de su sistema de Gobierno. Mendonca

señala que son dos reglas las que operan en el ámbito interpretativo cuando el

Tribunal Constitucional procede a examinar la constitucionalidad de una norma:

«1) Regla de la interpretación conforme. Con la expresión regla o principio

de la interpretación conforme se alude a una regla interpretativa según la cual,

entre varios significados posibles de una formulación legal, el intérprete ha de optar

por aquél que mejor se acomode al cuerpo constitucional, siempre y cuando —claro

está— una interpretación tal resulte factible.»123

«2) Regla de la presunción de constitucionalidad. La regla de presunción de

constitucionalidad impone a quien alega la inconstitucionalidad de una ley la carga de

argumentar convincentemente que existe una incompatibilidad insuperable entre la

norma expresada en la formulación legal expresa y la norma expresada por la

formulación constitucional. Para probar la inconstitucionalidad, el impugnante habrá

de mostrar que la interpretación correcta (mejor o más adecuada) del primer texto

(el texto legal) resulta incompatible con la interpretación correcta del segundo (el

texto constitucional).»124

El principio de Thayer, o de actitud deferente por parte del juez hacia la función

legislativa, es también traído a cuenta por Nogueira Alcalá, como parte esencial de la

función jurisdiccional al conocer planteamientos de inconstitucionalidades. «En el

desarrollo de sus funciones la jurisdicción constitucional, en especial, los tribunales

constitucionales, es necesario tener presente el principio de cortesía constitucional u

de deferencia razonada, que consiste que los órganos del Estado se deben un

respeto y cortesía mutuos, respetando sus recíprocos ámbitos competenciales en

123

Ídem, pág. 106. 124

Ibídem.

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que cada uno debe tomar decisiones con autonomía. Este tema no es de fácil

práctica, ya que a menudo se producen ciertos conflictos entre judicatura ordinaria y

constitucional y entre esta última y el parlamento.»125

Aunado al respeto necesario que nace de la división de poderes, el juez

constitucional, al interpretar la normativa señalada de inconstitucional, debe presumir

la buena fe, de la actividad legislativa. Llegando, solamente, a establecer un criterio

contrario cuando del proceso interpretativo no haya podido surgir ningún argumento

que lograra conciliar a la norma ordinaria con la norma fundamental. A esta forma

que el estado democrático exige al Tribunal Constitucional se le denomina principio

de conservación normativa, comúnmente también conocido como in dubio pro

legislatoris.

Con los aportes que realiza Nogueira Alcalá, se puede establecer que el

principio in dubio pro legislatoris es una directriz que rige la interpretación

normativa cuya esencia radica en conservación del derecho o de presunción de

constitucionalidad de los actos legislativos, mediante este se busca evitar la

eliminación o desmantelamiento del ordenamiento jurídico de textos que pudieran ser

interpretados en algún sentido en conformidad a la Constitución. Su razón de ser

encuentra asidero en la necesaria preservación del ordenamiento jurídico y en hacer

eficaz el valor de seguridad jurídica para todos los ciudadanos.

Derivado de su concepto, se deduce que la inconstitucionalidad de una norma

sólo debe ser determinada cuando la misma, en ninguna interpretación legítima, sea

conforme a la Constitución. Los tribunales constitucionales al materializar su misión

de defender y asegurar la fuerza normativa de la Constitución, deben interpretar las

normas pertinentes, determinando su sentido y alcance respecto de la materia en

análisis, pudiendo llegar a soluciones diferentes en función de las diferentes

circunstancias.

«Asimismo, la judicatura constitucional no puede dejar de considerar las

125

Nogueira Alcalá, Consideraciones sobre las sentencias de los tribunales constitucionales y sus efectos en América del Sur, pág. 87.

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consecuencias de sus decisiones, lo que explica algunos casos de modulación de las

sentencias en el tiempo, como es el caso de las sentencias prospectivas, que no

expulsan inmediatamente a una norma considerada inconstitucional, otorgando un

lapso al operador jurídico respectivo para establecer una norma constitucional,

impidiendo así el vacío que provocaría la eliminación del enunciado normativo, el

cual puede ser más perjudicial para el orden jurídico y sus destinatarios.»126

Mejicanos Jiménez complementa el concepto que se asume del principio in

dubio pro legislatoris, resaltando el carácter de presunción de constitucionalidad que

acompaña al ordenamiento y la excepcionalidad de su declaración en contrario:

«…es aplicable en situaciones de dubitación sobre la concurrencia de vicio de

inconstitucionalidad de una norma; y de acuerdo con él, al no existir elementos de

juicio suficientes para declarar la inconstitucionalidad de un precepto normativo, debe

respetarse [para el caso de las leyes] la decisión del Organismo Legislativo,

conservando el acto político impugnado y evitando así sustituir la voluntad del

legislador respecto de la conveniencia o inconveniencia de la normativa impugnada

en el proceso de inconstitucionalidad abstracta.»127

La jurisprudencia de la Corte de Constitucionalidad se ha orientado hacia los

lineamientos doctrinarios contenidos en los apartados anteriores y así lo ha

expuestos: «-III- … A) La declaratoria de inconstitucionalidad de una ley es

excepcional, y procede cuando una norma confronta directamente mandatos o

preceptos constitucionales, o bien cuando la normativa impugnada no sea

susceptible de ser interpretada conforme la Constitución. Esto último encuentra

apoyo en que, si la norma superior determina la validez de la inferior, y ésta puede

ser interpretada de acuerdo con la Constitución, los poderes constituidos deben

ceñirse a la interpretación que, a la luz de la Carta Magna, realice la Corte de

Constitucionalidad, supremo intérprete de la misma. B) La Corte de

Constitucionalidad no es un poder político, y de ahí que no le sea permitido sustituir 126

Ibídem. 127

Mejicanos Jiménez, La Inconstitucionalidad de Leyes, Reglamentos y Disposiciones de Carácter General en el Ordenamiento Jurídico Guatemalteco (Análisis sobre la Acción, el Proceso y la Decisión de Inconstitucionalidad Abstracta), pág. 56.

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100

al Congreso de la República en la oportunidad de emisión de una ley, sino que la

labor de la Corte debe circunscribirse a determinar si la ley objetada de

inconstitucionalidad violenta o no el texto constitucional. Para realizar esta última

labor debe tenerse presente que este tribunal, en su desarrollo jurisprudencial ha

precisado que el análisis para establecer la compatibilidad entre un precepto

constitucional y otro de inferior jerarquía –impugnado de inconstitucionalidad- debe

ser eminentemente jurídico, sin sustituir el criterio del legislador sobre la oportunidad

y conveniencia de las decisiones tomadas por él, no sólo porque la función del

tribunal constitucional es la de intérprete y no de legislador, sino porque el

Organismo Legislativo, como representante directo de la voluntad popular, dispone

de distintas alternativas al momento de legislar, siempre dentro del marco fijado por

la Constitución. De ahí que debe declararse la inconstitucionalidad de un precepto

legal cuando sea evidente su contradicción con la Constitución y existan razones

sólidas para hacerlo; en contrario, cuando dichas razones no concurran, se debe

respetar la decisión del legislador ordinario en observancia de los principios

democráticos, de conservación de los actos políticos e in dubio pro legislatoris.»128

3.3. Justificación

El contenido de la Constitución Política de la República de Guatemala se nutre

de valores superiores y de principios fundamentales, que se proyectan en todo su

contexto y están llamados a desarrollarse a través de la legislación ordinaria para

configurar el conjunto de nuestro ordenamiento jurídico.

En consecuencia, son parte fundamental de la normativa constitucional, por

ejemplo el principio de protección a la persona, contenido en el artículo 1

constitucional que establece: El Estado de Guatemala se organiza para proteger a la

persona y a la familia; su fin supremo es la realización del bien común. En

cumplimiento de dicho contenido, los legisladores están legitimados para emitir las

normativas legales, en base a sus facultades, sin infringir preceptos constitucionales,

128

Corte de Constitucionalidad. Gaceta Jurisprudencial No. 69, Volumen I, Julio-Septiembre 2003. Expediente 825-2000, 1305-2000 y 1342-2000, sentencia 13-08-2003, pág. 56.

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101

y que desarrollen dichos valores y persigan la consecución del bien común. Se

complementa con los contenidos constitucionales, artículo 2 constitucional, «Es

deber del Estado garantizarle a los habitantes de la República la vida, la libertad, la

justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona…»; que orientan el

fin del Estado al bien común y a garantizar la vida, la libertad, la justicia, la seguridad,

la paz y el desarrollo integral a todos los habitantes de la República, y que son

deberes atribuidos por el texto constitucional a quienes, en su esfera o competencia,

ejercitan el poder público.

En el artículo 47 constitucional se establece: «El Estado garantiza la protección

social, económica y jurídica de la familia. Promoverá su organización sobre la base

legal del matrimonio, la igualdad de derechos de los cónyuges, la paternidad

responsable y el derecho de las personas de decidir libremente el número y

espaciamiento de sus hijos.» Por su parte, el artículo 118 constitucional regula: «El

régimen económico y social de la República de Guatemala se funda en principios de

justicia social…» Por lo tanto, es obligación del Estado respecto a los habitantes de

la República, garantizar no solo la libertad, sino también otros valores, como son los

de justicia y el desarrollo integral de la persona, para lo cual deben adoptar las

medidas que a su juicio sean convenientes según lo demanden las necesidades y

condiciones del momento, que pueden ser no solo individuales sino también sociales.

Se determinan aquí los principios esenciales del régimen económico y social de

Guatemala, incluyendo el papel del Estado. Contiene una indicación finalista del

sentido de la Constitución en cuanto a fundar el régimen económico social de la

República en principios de justicia social estando, en consecuencia, el Congreso de

la República llamado a emitir las leyes pertinentes que hagan realidad dichos

postulados.

El objetivo de la exposición de la preceptiva constitucional referida se centra,

para evidenciar que la Constitución Política de la República de Guatemala, como

toda norma suprema, incorpora esencialmente, principios y valores fundamentales,

que deben ser reconocidos y aplicados por un operador jurídico competente, a través

de una genuina interpretación jurídica, con justicia, eficacia y validez; que nos

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102

sustraiga de la identificación del Derecho con la ley, y nos aparte de la afirmación de

que el juez sólo debe ser la boca que pronuncia las palabras de la ley. Así, para que

una ley sea congruente con lo establecido en el texto constitucional debe guardar

concordancia con las normas, principios y valores supremos de la Constitución

Política de la República, que se configuran como patrones de razonabilidad en el

momento de su interpretación.

Por ello la interpretación del texto constitucional es esencial, para comprender

el sentido de la norma jurídica que emana del órgano que tiene la potestad legislativa

del Estado; por lo que se hace necesario que esta interpretación se realice

respetando el principio de la dignidad democrática de la ley, como producto del

desarrollo de la norma jurídica, incluidos los valores y principios que en la misma

están incorporados, como se ha evidenciado en la exposición que precede.

«Por el principio democrático, el tribunal constitucional, en el momento de

decidir sobre la procedencia de una pretensión de inconstitucionalidad abstracta,

debe observar que la labor de enjuiciamiento de un precepto normativo se hace a la

luz de su conformidad con el texto constitucional, no por la conveniencia en su

emisión. Ello es así porque, en un régimen constitucional sustentado en principios

democráticos, la labor del tribunal constitucional debe cierto respeto a la actividad

legislativa realizada por el Congreso de la República, por ser éste el organismo de

Estado legitimado por la Constitución Política de la República para decidir la política

de dicha actividad… Este principio, que también se conoce como el principio de

conservación normativa o conservación del derecho, es el que explica por qué la

declaratoria de inconstitucionalidad de un precepto normativo es excepcional.»129

Es por ello que, el Tribunal Constitucional, para declarar la inconstitucionalidad

de una norma y expulsarla del ordenamiento jurídico, no le debe caber duda alguna

sobre las razones y argumentaciones en que se sustenta la impugnación; porque de

lo contrario, de acuerdo al principio de in dubio pro legislatoris, dicha normativa debe

conservar su validez y vigencia.

129

Ídem, págs. 55 y 56.

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103

El principio de in dubio pro legislatoris es otro principio fundamental que está

contenido en el texto constitucional, por lo tanto es aplicado en el marco del Derecho

Constitucional guatemalteco, y tiene su asidero en la concepción constitucionalista

de que el poder proviene del pueblo, cuyo ejercicio está sujeto a las limitaciones

señaladas por la Constitución Política de la República y la ley, tal como reza el

artículo 152 constitucional; siendo una de sus manifestaciones la potestad legislativa

de decretar, reformar y derogar leyes, contenido en la literal a) del artículo 171

constitucional.

Otro principio básico del constitucionalismo guatemalteco es el de la división o

separación de poderes, esencial del Estado de Derecho democrático, por éste se le

atribuye al Organismo Legislativo la función de crear leyes, una potestad legislativa

por delegación de la soberanía que radica en el pueblo. Dicha actividad legislativa

que realiza el Congreso de la República, en la cual evalúa la conveniencia y toma la

decisión política sobre la emisión de una normativa jurídica se sustenta en la

atribución constitucional que lo legitima para decretar, reformar y derogar las leyes,

respetando el principio constitucional, en materia de emisión de leyes, el respeto a la

jerarquía normativa o material. Obra así el Congreso de la República como

depositario de la potestad legislativa en su ejercicio ordinario, como expresión

soberana del pueblo y debe de ejercerla bajo el marco de la Constitución, elementos

que constituyen la esencia del sistema democrático y representativo.

De ahí, que tanto las funciones como las atribuciones deben estar previamente

contempladas en las leyes y los órganos o funcionarios a quienes son asignadas,

deben ejercerlas de conformidad con el principio de legalidad de las funciones

públicas. En este caso, de acuerdo con el artículo 157 constitucional, la potestad

legislativa, de una especial significación como garantía, corresponde al Congreso de

la República, que es un organismo del Estado, compuesto por diputados electos

directamente por el pueblo en sufragio universal y secreto, para un período de cuatro

años.

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104

3.4. La aplicación del principio in dubio pro legislatoris y su interacción con

otros principios

Los derechos fundamentales que la Constitución Política de la República

garantiza constituyen la positivación de los valores y principios que adquieren

carácter normativo y se traducen en el núcleo básico e informador de todo el sistema

jurídico-político del Estado de Guatemala, que orienta ese orden jurídico-político

hacia fines predeterminados en la normativa constitucional, propendiendo su

efectividad con el logro de la garantía a la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la

paz, el desarrollo integral de la persona y la consecución del bien común; todo ello

dentro del marco de legalidad de la acción política y jurídica del poder público y la

observancia y respeto de los derechos humanos inherentes por su naturaleza a la

persona humana.

En el Preámbulo de la Constitución Política de la República se recogen

declaraciones que expresan los valores superiores que informen el sistema jurídico

constitucional, como lo son la dignidad de la persona humana, la libertad, la igualdad,

la seguridad, la justicia, el bien común y la paz; mismos que se encuentran

desarrollados en su Capítulo I, La persona humana, fines y deberes del Estado. Y

Así se observa que, en su artículo 1, establece El Estado de Guatemala se organiza

para proteger a la persona y a la familia; su fin supremo es la realización del bien

común. En el artículo 2, Es deber del Estado garantizarle a los habitantes de la

República la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de

la persona.

Luego, en su Título II, Derechos Humanos, afirma que en Guatemala todos los

seres humanos son libres e iguales en dignidad y derechos y que ninguna persona

puede ser sometida a servidumbre ni a otra condición que menoscabe su dignidad.

Se afirman dichos valores superiores en la Sección Décima, del Capítulo II, Régimen

económico social, en la que determina que el régimen económico y social de la

República de Guatemala se funda en principios de justicia social. En consecuencia,

la acción política y jurídica del poder público debe ejecutarse dentro de ese marco de

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105

legalidad para la consecución de los fines del Estado; ya sea el Organismo

Legislativo al realizar la función de crear leyes; ya sea el Organismo Judicial al

aplicar la ley y declarar los derechos en los casos controvertidos que se sometan a

su conocimiento, y ya sea el Organismo Ejecutivo al realizar la facultad de gobernar y

administrar; aspectos esenciales que deben de tener en cuenta para desarrollar,

interpretar y aplicar la Constitución Política de la República.

En la doctrina, se distinguen como componentes del texto constitucional, a los

valores, principios y reglas, teniendo su condición normativa propia, pues son de

obligado cumplimiento al interpretarse y aplicarse el texto constitucional en forma

integral. Así los valores superiores son fines que el constituyente introduce en el

texto constitucional como límite de la futura acción del Estado, que puede construirlo

como norma; siendo de obligado cumplimiento, llegando a distinguirse con una

debida interpretación del propio texto constitucional.

Con base en lo expuesto, la Constitución Política de la República contiene

normas no escritas que se infieren del texto constitucional y de su espíritu, a través

de un proceso interpretativo integral; que constituyen principios fundamentales, entre

los cuales, para el presente ensayo puede citarse el principio in dubio pro legislatoris,

que el tribunal constitucional tiene en cuenta al resolver una inconstitucionalidad

directa de una ley, cuando no tiene certeza de la justeza de la impugnación y le cabe

duda sobre su inconstitucionalidad. Esa consideración, se sustenta en el hecho de

que la ley ha sido emitida por el Congreso de la República, considerando que es un

organismo del Estado a quien le corresponde la potestad legislativa del Estado,

integrado por diputados electos por el pueblo, en elección popular, por un período

determinado.

El principio de conservación normativa es el sustento de la aplicación del

principio in dubio pro legislatoris que analizamos: «…el tribunal constitucional, en el

momento de decidir sobre la procedencia de una pretensión de inconstitucionalidad

abstracta, debe observar que la labor de enjuiciamiento de un precepto normativo se

hace a la luz de su conformidad con el texto constitucional, no por la conveniencia en

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106

su emisión. Ello es así porque, en un régimen constitucional sustentado en principios

democráticos, la labor del tribunal constitucional debe cierto respeto a la actividad

legislativa realizada por el Congreso de la República, por ser éste el organismo de

Estado legitimado por la Constitución Política de la República para decidir la política

de dicha actividad. El principio in dubio pro legislatoris es aplicable en situaciones

de dubitación sobre la concurrencia de vicio de inconstitucionalidad de una norma; de

acuerdo con él, al no existir elementos de juicio suficientes para declarar la

inconstitucionalidad de un precepto normativo, debe respetarse (para el caso de las

leyes) la decisión del organismo legislativo, conservando el acto político impugnado y

evitando así sustituir la voluntad del legislador respecto de la conveniencia o

inconveniencia de la normativa impugnada en el proceso de inconstitucionalidad

abstracta.»130

En la Constitución Política de la República de Guatemala se constata la

existencia de los principios constitucionales explícitos ya que están expresamente

formulados, que tienen un antecedente abierto, que lo constituye el supuesto de

hecho de esa norma, que no contiene enumeración exhaustiva de los hechos que

pueden generar las consecuencias que el constituyente determinó; admitiendo

excepciones implícitas, no establecidas por la misma norma, de ahí su calidad de

normas genéricas, que no prescriben una precisa línea de conducta y que expresan

un valor realizable o un fin que debe perseguirse; de ahí que los principios son

normas fundamentales, pues fundamentan y no requieren ningún fundamento, pues

sirven de fundamento o justificación axiológica a otras normas y así un principio

puede fundamentar una variedad de otras normas. Los principios son normas que

caracterizan un sistema jurídico en cuanto a su esencial identidad axiológica y

dependen de un juicio de valor. Se concretiza un principio cuando es aplicable por el

juzgador, por medio de un razonamiento jurídico para llegar a una conclusión, desde

luego a través de operaciones intelectuales que realiza el tribunal y desempeñan una

función orientativa de esas decisiones interpretativas.

130

Ídem, pág. 56.

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107

En la Constitución se observa que hay preceptos relativos a su contenido

sustancial o normas materiales, por ejemplo los principios, respecto de otros que se

refieren a las formas jurídicas o normas formales, que han de cumplirse en el

desarrollo de los mandatos constitucionales. Los valores son normas muy genéricas

y expresan el orden axiológico o valorativo en que se fundamenta toda constitución,

siendo aquéllos postulados meta-jurídicos que son la expresión de los objetivos del

constituyente, que a través de dichas normas de valor presentan un contenido

finalista sin especificar los supuestos ni las consecuencias jurídicas derivadas de su

aplicación. Así, los valores cualifican la Constitución, siendo una característica

peculiar de este tipo de normas y así se dice que la Constitución es una norma, pero

una norma cualitativamente distinta de las demás, por cuanto incorpora el sistema de

valores esenciales que ha de constituir el orden la de convivencia política e informar

todo el ordenamiento jurídico.

Los principios son también disposiciones genéricas y, aunque su grado de

adaptación es menor que el de los valores, tampoco incorporan la tipificación de los

supuestos de aplicación ni de las consecuencias jurídicas. Desde el punto de vista de

la doctrina jurídica que acepta que en el ordenamiento jurídico existan principios de

observancia no expresados explícitamente y que señalan por ejemplo las líneas

vertebrales del orden social y las directrices de las distintas ramas del ordenamiento

jurídico. Por medio de los principios se estructura el ordenamiento jurídico y político

del Estado y se determinan los fines que deben de seguir y perseguir los poderes

públicos.

Dentro de los principios constitucionales encontramos al in dubio pro legislatoris

que constituye un principio fundamental del orden jurídico-político y que enmarca la

acción del tribunal constitucional al resolver las acciones de inconstitucionalidad

abstracta al no invalidar la norma jurídica cuestionada en resguardo de la garantía

democrática que considera a la norma jurídica que emana del poder legislativo con

potestad de emitirla, como un mandato del pueblo que ha delegado, en dicho

organismo del Estado, parte de su soberanía, y por la razón básica de existir duda

sobre las razones argumentadas para pronunciarse sobre su inconstitucionalidad. En

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108

consecuencia los principios están dados para ser aplicados a una diversidad de

situaciones a través de una interpretación idónea, que en este caso debe realizar el

tribunal constitucional.

Los principios provienen directamente de la norma fundamental, que legitima el

conjunto del ordenamiento jurídico mientras que su validez depende de su efectiva

utilización y funcionamiento por parte de los destinatarios de tal ordenamiento; así

tienen un contenido más material y se distingue del modo de conocimiento y de

operatividad pues los principios jurídicos no están expresos y pueden aplicarse

haciendo a veces una interpretación del contexto normativo constitucional,

prevaleciendo sobre las normas, pues éstas en último término no se fundamentan

sino en aquellos.

En la doctrina constitucionalista hay autores que fundamentan la diferencia que

existe entre normas y principios, refiriéndose a aquellas como preceptivas que se

hayan expresamente determinadas, mientras que los principios se tiene nada más un

conocimiento no expreso; y, llevados a la praxis, en la operatividad práctica, la

diferencia radica en que las normas son aplicadas de manera excluyente, todo o

nada, de modo que cuando una norma del sistema entra en conflicto con cualquier

otra se opta por aplicar una de ellas, desechando la aplicación de las otras normas

que podrían considerarse en cuanto al supuesto que se contempla.

Es diferente cuando se trata de la aplicación de los principios, pues en este

caso no se da la exclusión, ya que si se da un conflicto entre principios, esos resultan

siempre susceptibles de una interpretación flexible, de manera que se permita la

aplicación conjunta a un mismo supuesto de varios principios, y he aquí la

importancia de una genuina e idónea interpretación. Es conocido que las normas se

fundamentan en los principios y son estos los que deben prevalecer sobre las

normas, pues el fundamento de estas está en los principios, considerados estos

como un tipo de normas con un mayor grado de generalidad. Los valores son

pertenencia de lo axiológico y los principios pertenecen al campo de lo deontológico.

Lo funcional determina la diferencia entre valores y principios, pues ésta no es

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109

informal, ni jerárquica, ni material, ni conceptual, ya que el análisis valorativo

determina que es lo mejor, para luego los principios transformar lo mejor en lo debido

al incorporarlos al sistema jurídico.

Los principios jurídicos, para serlo, tienen que tener dos características

fundamentales, que son, la legitimidad y la validez; proviniendo aquella directamente

de la norma fundamental que legitima el conjunto del ordenamiento; y su validez

depende de su efectiva utilización y cumplimiento por parte de los destinatarios de

dichas normativas.

Para concluir este tema, la aplicación del principio in dubio pro legislatoris tiene

una gran importancia, pues la Corte de Constitucionalidad al aplicarse en el ejercicio

propio de su función esencial, que es la defensa del orden constitucional, puede

confrontar la posibilidad de eliminar del sistema jurídico aquellos preceptos que

introducidos en el mismo por el legislador pueden resultar contarios al sistema

jurídico establecido por la propia Constitución Política de la Republica; pero para ello

debe de tener presente que en ejercicio de la soberanía delegada por el pueblo el

Organismo Legislativo, ejerce la potestad de emisión de leyes observando la

preeminencia constitucional en función de objetivos generales permanentes y nunca

con fines particulares y que dichas leyes tienen que guardar congruencia no solo con

la normativa constitucional vigente sino también con las necesidades y condiciones

del momento haciendo prevalecer el interés social sobre el particular.

De ahí que la Corte de Constitucionalidad cuando no halle bases suficientes

para excluir una ley del sistema jurídico nacional emitida por el Congreso de la

República, debe respetar la decisión de dicho Organismo del Estado, porque de

acuerdo con el principio democrático, es el único autorizado para decidir las políticas

legislativas que el constituyente dejó abiertas y, en consecuencia, debe aplicar el

principio de conservación de los actos políticos y la regla básica en la jurisdicción

constitucional: in dubio pro legislatoris.

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110

3.5. Circunstancias que propician la invocación del principio in dubio pro

legislatoris y sus efectos

La doctrina de la interpretación de la ley conforme a la Constitución responde al

principio de conservación de los actos jurídicos, evitando el vacío que dejaría la ley al

ser expulsada del ordenamiento jurídico como consecuencia de declarar su

inconstitucionalidad; por lo que es preferible la interpretación que evite ese efecto,

esa consecuencia; sobre la base de tomar en consideración a la dignidad

democrática de la ley, por los procesos democráticos que se dieron para su

aprobación y una actitud de confianza hacia el legislador democrático, y solo cuando

no exista duda alguna acerca de cuál es la norma que el legislador quiso expresar en

el texto legal y sea esta incompatible con la constitución, puede el juez constitucional

emitir en forma razonada y justificada una sentencia que declare su invalidez y tenga

como consecuencia su expulsión del ordenamiento jurídico.

Sostener que una ley aprobada por el Congreso de la República es

inconstitucional requiere asumir la obligación de la carga de probar con argumentos

sólidos y convincentes esa incompatibilidad existente entre la norma impugnada y la

Constitución Política de la República, teniendo para ello que probar que la

interpretación correcta de la ley contraviene la interpretación de la Constitución y, al

no darse esa certeza y existir duda, debe la Corte de Constitucionalidad resolver a

favor de la norma impugnada de inconstitucionalidad, aplicando el principio in dubio

pro legislatoris y mantenerla como parte del ordenamiento jurídico. Estos

requerimientos están expresados en el artículo 135 de la Ley de Amparo, Exhibición

Personal y Constitucionalidad y en el artículo 29 del Acuerdo Número 4-89 de la

Corte de Constitucionalidad.

Por el contenido de la exposición que precede, se determina que la presunción

de legitimidad constitucional de la ley, que se le reconoce por parte de la doctrina y

de acuerdo con la ley, deriva de la expresión de la voluntad popular, manifestada por

el legislador y solo procede declarar su inconstitucionalidad cuando se tenga la

certeza inequívoca de la vulneración de la normativa constitucional; en caso contrario

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111

debe presumirse la constitucionalidad de la ley, aplicando el principio in dubio pro

legislatoris, como una consecuencia del principio democrático; de lo contrario se

atentaría contra el pluralismo político y la soberanía que ostenta el Organismo

Legislativo.

Como ya se hizo referencia en esta investigación, Víctor Ferreres Comella, en

su obra Justicia Constitucional y Democracia, comenta, que James Bradley Thayer,

famoso jurista americano, publicó a finales del siglo XIX un artículo titulado The

Origin and Scope of the American Doctrine of Constitucional Law, que permite

caracterizar mejor la presunción de constitucionalidad de la ley, así como sopesar las

posibles razones que la apoyan. Esta tesis constituye el mejor ensayo sobre Derecho

Constitucional americano.

«¿Cuál es la tesis de Thayer? Sencillamente, que el juez no debe invalidar

todas las leyes que considere inconstitucionales, sino sólo aquellas que lo sean de

un modo manifiesto, más allá de toda duda razonable. Para expresar esta idea,

Bradley Thayer utiliza diversas formulaciones, algunas de ellas extraídas de

decisiones judiciales que, según él, reflejan el punto de vista que desea defender.

Para poder invalidar una ley, dice Thayer, la violación de la Constitución debe ser tan

manifiesta que no deje espacio para la duda razonable la violación debe ser

patente y clara el legislador no debe haber incurrido en un mero error constitucional,

sino en un error muy claro, tan claro que no está abierto a discusión racional;

en ningún caso dudoso puede [la Corte] declarar que una ley es contraria a la

Constitución la cuestión para los jueces no es la de una mera preponderancia de

razones a favor o en contra, sino la de cuándo es [la inconstitucionalidad de

una ley] patente y clara, clara más allá de toda duda razonable; cuando los

jueces consideran que una ley es constitucional, lo que quieren decir estrictamente

es simplemente esto: que la ley no es inconstitucional más allá de toda duda

razonable.»131

Esta cita de carácter doctrinario concuerda con el concepto que hemos venido

131

Ferreres Comella, Víctor, Justicia Constitucional y Democracia, pág. 134.

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112

exponiendo, en cuanto a que el Tribunal Constitucional, para que se pronuncie en

contra de la constitucionalidad de una ley, debe manifestar razones de peso, a fin de

que no exista ninguna duda razonable al respecto, ya que, de lo contrario, su

pronunciamiento estará dirigido a mantener la vigencia de la normativa jurídica

impugnada de inconstitucionalidad.

Se ha expuesto que la presunción de constitucionalidad de la que goza la

normativa jurídica emitida por el legislador implica que, en caso de duda, el Tribunal

Constitucional debe resolver a favor de la constitucionalidad de la ley impugnada; ya

que para que se pronuncie en contra, deben de aportarse elementos de juicio de

suficiente consistencia que justifiquen la interpretación correcta del texto de la ley

impugnada y la propia interpretación de la Constitución; en caso contrario, es decir la

duda interpretativa de parte del juez en cuanto a la ley impugnada lo hará

pronunciarse por no haberse probado la inconstitucionalidad de ley. El control de

constitucionalidad, entonces, debe de realizarse bajo la presunción de validez de la

ley, tomando en consideración que es un producto de un organismo del Estado, el

Congreso de la República, que en ejercicio de soberanía que se le ha delegado

ejercita la potestad legislativa que constitucionalmente le corresponde.

La Corte de Constitucionalidad debe exigir el cumplimiento de lo preceptuado

por la última parte del artículo 135 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de

Constitucionalidad, al plantearse las acciones de inconstitucionalidad de Leyes, en

cuanto a que deben expresarse «en forma razonada y clara los motivos jurídicos en

que descansa la impugnación» de inconstitucionalidad. Así también el artículo 29 del

Acuerdo número 4-89 de la Corte de Constitucionalidad, que exige que «en el escrito

mediante el cual se plantee la inconstitucionalidad, debe existir un capítulo especial,

que puede subdividirse en apartados, en los que se expresará en forma separada,

razonada y clara los motivos jurídicos en que descansa cada una de las

impugnaciones.».

A su vez, la Corte de Constitucionalidad para la resolución de la

inconstitucionalidad de una ley debe hacer acopio de antecedentes, dictámenes,

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113

opiniones, elementos doctrinarios, jurisprudencia y cualesquiera otros elementos que

le sirva para determinar con la mayor certeza lo que en derecho corresponda, y solo

podrá declararla procedente con el voto favorable de la mayoría absoluta de los

miembros que forman el tribunal, teniendo dicha sentencia como contenido esencial

las doctrinas y consideraciones de Derecho y leyes aplicables. De ahí que, no siendo

la Corte de Constitucionalidad un poder político, no le es permitido sustituir al

Congreso de la República en el análisis de admisibilidad de las razones o

conveniencias que por consideraciones a nivel nacional le hayan permitido percibir al

Organismo Legislativo, que ejerce la potestad legislativa, sobre la oportunidad de la

emisión de una ley; siendo, por lo tanto, su tarea establecer con claridad, precisión y

razonamiento eminentemente jurídico sobre la vulneración a la normativa

constitucional, sin sustituir el criterio del legislador sobre la oportunidad y

conveniencia de la decisión tomada; pues la función del tribunal constitucional es la

del intérprete y no de legislador; teniendo éste sí, por ser representante directo de la

voluntad popular, distintas alternativas al momento de legislar, siempre que lo haga

dentro del marco constitucional.

Es necesario que el tribunal constitucional, al resolver la inconstitucionalidad de

una ley, observe la vigencia de los principios democráticos, de conservación de la ley

e in dubio pro legislatoris, cuando no existan esas razones sólidas para declararla

procedente. «Cuando no haya bases suficientes se debe respetar la decisión del

Congreso, porque de acuerdo con el principio democrático, es el único autorizado

para decidir las políticas legislativas que el constituyente dejó abiertas. La Corte debe

declarar la inconstitucionalidad de la Ley cuando su contradicción con el texto

constitucional es clara; en caso contrario, es conveniente aplicar el principio de

conservación de los actos políticos y la regla básica en la jurisprudencia

constitucional: in dubio pro legislatoris.»132

Es oportuno advertir que lo que se busca con el control de constitucionalidad de

normas, haciendo uso de la acción de inconstitucionalidad abstracta, es el

132

Corte de Constitucionalidad de Guatemala, Gaceta Jurisprudencial Número 40, Abril-Junio 1996, Expediente: 669-94, Sentencia 3-8-95, pág. 328.

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114

enjuiciamiento de la norma con abstracción de hechos concretos en los que podría

ser aplicada la ley impugnada; de ahí que el examen que realiza la Corte de

Constitucionalidad es de carácter jurídico, sin incidencias probatorias de cuestiones

fácticas; siendo indispensable la tesis del interponente, como conditio sine qua non.

La Corte de Constitucionalidad tendrá siempre que pronunciarse a favor de la

constitucionalidad de la ley impugnada de inconstitucionalidad, cuando el

interponente de dicha acción con sus argumentaciones no ha evidenciado la

razonabilidad de su pretensión y existan dudas al respecto; pues la presunción de

constitucionalidad de que goza el legislador vinculada al ideal democrático, lo obliga

a resolver en caso de duda a favor de su constitucionalidad. De ahí que se hace

necesario que se aporten elementos de juicio de contenido substancial que puedan

justificar la interpretación del Tribunal que determine esa contradicción entre la

interpretación correcta del texto legal impugnado y la interpretación correcta del texto

constitucional. Una vez exista duda, prevalecerá la presunción de constitucionalidad

de ley como ya se ha venido expresando, pronunciándose por no estar probada la

inconstitucionalidad de la ley.

«En primer lugar, el argumento epistémico: el juez constitucional debe presumir

la validez de la ley porque la solución que el legislador democrático ha dado al

conflicto de intereses subyacente es correcta con un mayor grado de probabilidad

que la solución que el juez pueda dar reflexionando por su cuenta. En segundo lugar,

el argumento de la igual dignidad política: el juez debe presumir la validez de la ley

porque constituye una ofensa al sentido de igual dignidad de las personas el hecho

de que una ley aprobada democráticamente sea invalidada por un juez cuando la

cuestión de fondo es una cuestión controvertida respecto de la cual personas

razonables pueden discrepar. En tercer lugar, el argumento de la corregibilidad de

los errores: en caso de duda, el juez constitucional debe presumir la validez de la ley

porque es más fácil corregir en el futuro el error consistente en declarar válida una

ley que en realidad es inválida, que el error opuesto de declarar inválida una ley que

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115

en realidad es válida.»133

Los contenidos de carácter doctrinario, jurisprudenciales y legales expuestos

anteriormente, hacen presumir que el principio democrático de conservación de los

actos políticos y la regla básica in dubio pro legislatoris, que es de aplicación

necesaria en el conocimiento y resolución de las inconstitucionalidades de leyes, se

sustenta en razones que justifican su acogimiento por la Corte de Constitucionalidad,

como lo ha hecho en reiteradas oportunidades; siendo así privilegiada la vigencia de

la ley, derivado de su presunción de constitucionalidad; pero, es necesario para ello,

la ausencia de argumentos suficientes para invalidarla.

Esta presunción moderada de constitucionalidad exige, del Tribunal

Constitucional, analizar ciertas condiciones en concordancia con el principio

democrático que inspira la técnica de la reserva de ley, de donde se deduce que no

es general. La democracia representativa exige que toda decisión tomada en el

pasado pueda ser reconsiderada y reemplazada por otra, de acuerdo a las

necesidades, exigencias y a los intereses públicos en juego y a las condiciones

sociales y culturales imperantes. «…la ley que (en principio) debe ser examinada por

el juez constitucional con un grado de deferencia moderado es la ley que goza del

apoyo del Parlamento democrático actual, bien sea porque éste es su autor (en el

caso de una ley reciente), bien sea porque considera adecuado el contenido de

determinada ley y desea mantenerlo (en el caso de una ley antigua). Si esta

circunstancia no se da –porque se trata de una ley antigua que se mantiene por pura

inercia– no hay razones democráticas para reconocer a la ley una presunción

moderada de constitucionalidad. Por otra parte, si la ley ha sido aprobada no sólo por

el Parlamento sino también por el electorado en un referéndum, entonces la

presunción se fortalece en gran medida, justificándose a mi juicio la conclusión de

que el juez constitucional debe abstenerse de controlar su compatibilidad material

con la Constitución.»134

133

Ferreres Comella, Justicia Constitucional y Democracia, pág. 151. 134

Ídem, pág. 220.

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116

En resumen, la Corte de Constitucionalidad al resolver en definitiva una acción

de inconstitucionalidad de leyes de carácter general, para hacer aplicación del

principio constitucional in dubio pro legislatoris que hemos venido desarrollando,

tiene necesariamente que considerar una serie de criterios de distinta naturaleza

jurídica, que pueden conducirlo a tomar la decisión precisa de oportunidades; siendo

así privilegiada la vigencia de la ley, derivado de su presunción de constitucionalidad;

pero, es necesario para ello, la ausencia de argumentos suficientes para invalidarla.

Invalidar o no la ley cuestionada de inconstitucionalidad es una labor que realiza

el Tribunal Constitucional, el que también tiene la opción de considerar decisiones

intermedias en el caso cuando lo controvertido y dudoso es lo que la propia

Constitución exige, dependiendo la validez de la ley de la interpretación de la norma

constitucional que se adopte, y aquí se hace referencia a las recomendaciones que

el Tribunal Constitucional puede hacer al legislador para que la ley impugnada se

modifique en un sentido, no constituyendo este comportamiento ninguna invasión a

la función constitucional de la potestad legislativa que le asiste al Congreso de la

República o, en su caso, no invalidar la ley impugnada, dejando abierta la posterior

revisión al darse nuevos datos y argumentos que despejen la incertidumbre que

prevalece en el momento de tomar la decisión; comportamiento que en todo caso se

enmarcaría dentro de la legalidad de la ejecución de los actos del tribunal

constitucional.

En Alemania, por ejemplo, «…desde 1955, el Tribunal, sin necesidad de anular

la ley, expide un fallo interpretativo (denominado interpretación conforme), con

directrices respecto a su aplicación constitucional. Ejerce el control abstracto de la

constitucionalidad de las leyes, a petición de un tercio de los miembros del

Bundestag o del Bundesrat (lo cual le otorga un importante canal de expresión a la

minoría parlamentaria), el Gobierno Federal o los gobiernos de los Länder. Y ejerce

el control concreto de las normas por vía incidental, a solicitud de un juez ordinario,

que suspende el proceso ante la convicción –no basta la simple duda- de que es

inconstitucional una ley que le resulta determinante aplicar en el proceso que está

llevando. Para el efecto, el juez no necesita que una de las partes alegue la nulidad

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117

de la norma. Al remitir el asunto al Tribunal Constitucional, el juez debe fundamentar

la inconstitucionalidad, así como su carácter determinante para resolver el caso

pendiente. El Tribunal Constitucional debe escuchar a ambas partes y resolver sólo

sobre la validez de la ley invocada, sin ingresar a examinar el litigio, ni pronunciarse

sobre el problema de fondo en el proceso pendiente de resolución.»135

La Corte de Constitucionalidad ha dejado claro que los efectos de la aplicación

del principio in dubio pro legislatoris son la conservación de la norma, el respeto del

principio democrático (y la consiguiente división de poderes), garantizando con ello la

seguridad jurídica del ordenamiento: «Cuando no haya bases suficientes se debe

respetar la decisión del Congreso, porque de acuerdo con el principio democrático,

es el único autorizado para decidir las políticas legislativas que el constituyente dejó

abiertas. La Corte debe declarar la inconstitucionalidad de la ley cuando su

contradicción con el texto constitucional es clara, en caso contrario, es conveniente

aplicar el principio de conservación de los actos políticos y la regla básica en la

jurisdicción constitucional: indubio pro legislatoris.»136

135

Planas, Pedro, Regímenes Políticos Contemporáneos, pág. 250. 136

Corte de Constitucionalidad de Guatemala, Expediente Número 336-2001, Sentencia de 11 de septiembre de 2001.

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118

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119

CAPÍTULO IV

4. ANÁLISIS DE FALLOS JURISPRUDENCIALES EN LOS QUE SE INVOCÓ EL

PRINCIPIO IN DUBIO PRO LEGISLATORIS

4.1. Análisis de algunas sentencias dictadas por la Corte de

Constitucionalidad en casos de inconstitucionalidades directas

En cuanto al principio in dubio pro legislatoris o de conservación del a norma la

Corte de Constitucionalidad de Guatemala ha sido amplia en su jurisprudencia,

estableciendo sin margen a duda doctrina legal relativa a que su actuar en cuanto a

la declaratoria de inconstitucionalidad de una norma es de carácter extraordinario y

que, para que este extremo se produzca, las contradicciones entre la norma

constitucional y la norma atacada de incongruente no deben dejar margen a duda ni

permitir ninguna interpretación que permita la coexistencia de las mismas.

Además, la Corte de Constitucionalidad, al acoger el principio indubio pro

legislatoris ha sentenciado que su postura deriva, además, de la estricta observancia

a la consabida división de poderes y al principio democrático:

«La Corte de Constitucionalidad no es un poder político, y de ahí que no le sea

permitido sustituir al Congreso de la República en la oportunidad de emisión de una

ley, sino que la labor de la Corte debe circunscribirse a determinar si la ley objetada

de inconstitucionalidad violenta o no el texto constitucional. Para realizar esta última

labor debe tenerse presente que este tribunal, en su desarrollo jurisprudencial ha

precisado que el análisis para establecer la compatibilidad entre un precepto

constitucional y otro de inferior jerarquía —impugnado de inconstitucionalidad— debe

ser eminentemente jurídico, sin sustituir el criterio del legislador sobre la oportunidad

y conveniencia de las decisiones tomadas por él, no sólo porque la función del

tribunal constitucional es la de intérprete y no de legislador, sino porque el

Organismo Legislativo, como representante directo de la voluntad popular, dispone

de distintas alternativas al momento de legislar, siempre dentro del marco fijado por

la Constitución. De ahí que debe declararse la inconstitucionalidad de un precepto

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120

legal cuando sea evidente su contradicción con la Constitución y existan razones

sólidas para hacerlo; en contrario, cuando dichas razones no concurran, se debe

respetar la decisión del legislador ordinario en observancia de los principios

democráticos, de conservación de los actos políticos e in dubio pro legislatoris.»137

La Corte de Constitucionalidad ha sostenido criterios contestes en cuanto a

que, en el proceso de depuración normativo, acontecido por medio de las acciones

de inconstitucionalidad directa, el examen puede comprender tanto los vicios

materiales como los formales de las normas. La declaratoria de inconstitucionalidad

procede únicamente cuando la incompatibilidad señalada sea clara e indiscutible, de

lo contrario se han de conservar los actos legislativos:

«La acción directa de inconstitucionalidad procede contra leyes, reglamentos o

disposiciones de carácter general que contengan vicio parcial o total de

inconstitucionalidad y persigue que la legislación se mantenga dentro de los límites

que la propia Constitución ha fijado, excluyendo del ordenamiento jurídico las normas

que no se conforman con la misma, anulándolas con efectos erga omnes (artículos

267 de la Constitución; 133 y 134 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de

Constitucionalidad). El análisis para establecer la incompatibilidad entre la Ley y la

Constitución debe ser eminentemente jurídico, sin sustituir el criterio del legislador

sobre la oportunidad o conveniencia de las decisiones tomadas. Por otra parte, el

examen puede comprender tanto las denuncias de inconstitucionalidad de las

normas por vicios materiales como la de los actos legislativos por vicios formales.

Los poderes públicos están sometidos a la norma fundamental y fundamentadora de

todo orden jurídico y, en consecuencia, quedan sometidos al control de

constitucionalidad no solamente las normas de rango legal objetivadas

externamente, sino también los procesos legislativos interna corporis que deben

ajustarse a las normas que la Constitución prescribe. Los actos y las normas que

tienen su origen en decisiones de los poderes legítimos tienen una presunción de

constitucionalidad, lo que trae como consecuencia el considerar como excepcional la

137

Gaceta Jurisprudencial de la Corte de Constitucionalidad. No. 69. Vol. I. Julio-Septiembre 2003. Expedientes acumulados 825, 1305 y 1342-2000. Sentencia: 13-08-2003, pág. 56.

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121

posibilidad de invalidarlos; situación que especialmente se manifiesta cuando se trata

del órgano legislativo, el cual dispone de distintas alternativas a la hora de legislar,

siempre dentro del marco fijado por el constituyente. Puede declararse la

inconstitucionalidad cuando es evidente la contradicción con la Constitución y existan

razones sólidas para hacerlo. Cuando no haya bases suficientes se debe respetar la

decisión del Congreso, porque de acuerdo con el principio democrático, es el único

autorizado para decidir las políticas legislativas que el constituyente dejó abiertas. La

Corte debe declarar la inconstitucionalidad de la ley cuando su contradicción con el

texto constitucional es clara; en caso contrario, es conveniente aplicar el principio de

conservación de los actos políticos y la regla básica en la jurisdicción constitucional:

in dubio pro legislatoris.»138

La Corte de Constitucionalidad de Guatemala, ha manifestado en sus

sentencias que el valor de la seguridad jurídica se manifiesta por medio de la

observancia de los principios de presunción de constitucionalidad de los actos

legislativos, de conservación de la norma o in dubio pro legislatoris, y de división de

poderes. Por ello, para no vulnerar esferas y competencias asignadas a otros

órganos dentro del esquema del poder público, la Corte ha sido clara en su actuar al

únicamente declarar como inconstitucionales las normas en cuyas acciones hayan

sido expuestas con indubitable claridad las incongruencias con la Constitución y que

no hayan dejado posibilidad a una interpretación que las pudiere conciliar:

«…al analizar las políticas públicas, los responsables de su formulación deben

armonizar el marco de acción propuesto con los principios constitucionales y los

deberes del Estado, con el objeto de asegurar que tales políticas de desarrollo no

violen derechos fundamentales, por el contrario, que el goce y disfrute de estos sea

garantizado… —IV— Por su parte la accionante alegó que para la aprobación del

acuerdo impugnado se procedió sin tomar en cuenta la participación del Consejo

Nacional de Educación, sin embargo, no aportó elementos suficiente que conduzcan

a este Tribunal a desvirtuar la presunción de constitucionalidad de la que goza el

138

Gaceta Jurisprudencia de la Corte de Constitucionalidad. No. 4º. Abril-Junio 1996. Expediente 669-94. Sentencia 03-08.1995, pág. 330.

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122

acuerdo impugnado. El principio de presunción de constitucionalidad implica que los

preceptos que se le confrontan a la Ley Fundamental deben inicialmente

considerarse o presumirse constitucionales, previo al análisis depurador de ellos.

Esto es semejante al principio in dubio pro legislatoris que esta Corte ha

establecido en su jurisprudencia, en aquellos casos en los que ha dudado de la

inconstitucionalidad de las normas impugnadas de ese vicio. Con base en lo anterior,

este Tribunal considera que el acuerdo impugnado fue emitido en cumplimiento de

los mandatos constitucionales y la legalidad exigida por la Constitución, cumpliendo

los requisitos previstos a su emisión, de ahí que no se deduzca la

inconstitucionalidad alegada por la accionante… POR TANTO: La Corte de

Constitucionalidad con base en lo considerado y leyes citadas resuelve: I. Sin lugar la

acción de inconstitucionalidad…II. Por seguridad jurídica, debe interpretarse, como

se hizo en la declaratoria pronunciada en la resolución de veintiuno de febrero de dos

mil siete dictada dentro de la presente acción, en cuanto a que las disposiciones del

Acuerdo 004-2007 del Ministerio de Educación no son aplicables a los alumnos que

cursaban los grados quinto y sexto de la carrera de docentes de educación primaria

cuando el acuerdo impugnado entró en vigencia, en el dos mil siete…»139

La Corte de Constitucionalidad de Guatemala si bien, como ya se ha señalado,

prima el valor constitucional de la seguridad jurídica, y los principios de presunción

de constitucionalidad de los actos legislativos y el in dubio pro legislatoris o de

conservación de la norma; también tiene situaciones en que el señalamiento de

inconstitucionalidad, además de estar claramente planteado, no permite una

interpretación que haga viable su coexistencia con la norma constitucional y,

particularmente, con los derechos fundamentales en ella garantizados. Es, en estos

casos excepcionales, en que la Corte de Constitucionalidad ha acogido la acción de

inconstitucionalidad recomendando, incluso, el prudente actuar de los órganos

competentes para que la declaratoria no afecte otras obligaciones que son legítimas

de ser exigidas por el Estado:

139

Diario de Centro América No. 16, viernes 26 junio 2009 Tomo CCLXXXVII, pág. 11.

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123

«—V— Pese al razonamiento anterior, se advierte que, si bien no deben ser

rechazados los escritos que se presenten ante las autoridades judiciales por el hecho

de no llevar adheridos los timbres forenses y que éstos constituyen los medios por

los cuales se satisface un impuesto creado en la Ley del Timbre Forense y Timbre

Notarial, Decreto Número 82-96 del Congreso de la República, con el fin de emplear

los recursos que se recauden con los mismos en el desarrollo de los programas de

prestaciones sociales establecidos en el Colegio de abogado y Notario de

Guatemala, para no perjudicar el logro del referido fin y ante la declaratoria de

inconstitucionalidad de la frase normativa impugnada y su expulsión del

ordenamiento jurídico, así como de la derogatoria del inciso a) del artículo 6º. de la

referida ley, esta Corte exhorta al Congreso de la República a efecto de regular que

la presentación donde un escrito ante las referidas autoridades del ramo civil y

mercantil, sin llevar adheridos los timbres forenses correspondientes, debe motivar

que dicha autoridad solicita le subsanación de tal defecto. Ello se propone para evitar

que se produzca una laguna legal y contribuir a que efectivamente se cumpla con lo

regulado en el inciso 1 del artículo 3º de la citada ley. Declara con lugar la acción de

inconstitucionalidad general parcial del artículo 50, segundo párrafo, del Código

Procesal Civil y Mercantil…»140

Conforme a los contenidos que se han expuesto, se evidencia y justifica la

institución de un órgano con atribuciones jurisdiccionales, que realice la tarea de

interpretación, defensa y control constitucional, en la estructura orgánica de un

Estado constitucional de Derecho, que se precie de ser garante de la vigencia de los

derechos y libertades de sus habitantes, dentro de un sistema de gobierno

democrático activado en una unidad jurídico-constitucional.

Esto deriva de la propia Constitución, como ley suprema, real y efectiva,

contenedora de normas aplicables a gobernantes y gobernados. «Este fue el

concepto adoptado en los Estados Unidos de América desde los inicios del

constitucionalismo, y en los países de América Latina desde el siglo pasado. Fue el

140

Expediente número 2706-2005, sentencia del siete de febrero de dos mil seis; publicada en el Diario de Centro América número 10, tomo CCLXXIX, del dieciocho de abril de dos mil seis.

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124

concepto adoptado en Europa después de la Revolución Francesa, el cual,

abandonado durante el siglo XIX, fue redescubierto en el siglo XX, particularmente

después de la Segunda Guerra Mundial. Es el mismo sentido normativo que se

desprende de la decisión de la Corte Suprema norteamericana en el caso Trop vs.

Dulles, de 1958, en la que, con relación al carácter normativo de la Constitución,

estableció lo siguiente: ―Las disposiciones de la Constitución no son adagios trillados

ni contraseñas vacías. Son principios vitales y vivos que autorizan y limitan los

poderes gubernamentales de nuestra Nación. Son normas de Gobierno. Cuando se

cuestiona ante este Tribunal la constitucionalidad de una ley del Congreso, debemos

aplicar dichas normas. De lo contario, los términos de la Constitución se convertirían

en poco más que buenas intenciones.‖».141

En materia de funciones de los órganos que integran el poder público del

Estado, se entiende que a cada cual se le asignan funciones con carácter preferente,

mas no exclusivo. Así, si bien es al Congreso de la República a quien se le reconoce,

por antonomasia, la función legislativa, ello no implica que los demás órganos e

instituciones que ejercen parcelas de poder dentro del esquema del poder público,

realicen actos cuya generalidad los haga encajar como normativos. En razón de ello,

el principio in dubio pro legislatoris más bien está orientado a la conservación de la

normativa, como forma de alcanzar un grado aceptable de seguridad jurídica y, en

razón de ello, se aplica más allá de la mera función de la protección a la presunción

de constitucionalidad de los actos del Congreso de la República. A continuación se

presenta cómo, el principio in dubio pro legislatoris también opera en favor de la

normativa emitida por otras instancias, en este caso por un Consejo Municipal.

El caso que sirve de ejemplo es la inconstitucionalidad general total (Expediente

2803-2010), planteada en contra del Acuerdo COM-026-07 de doce de noviembre de

dos mil siete, emitido por el Concejo Municipal de la Municipalidad de Guatemala. El

fundamento de la acción se resume así: «La solicitante de la inconstitucionalidad

afirma que la normativa impugnada vulnera el texto constitucional por las siguientes

141

Brewer-Carías, Allan R., Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano. 2007. Tomo I. Konrad Adenauer Stiffung. Montevideo, Uruguay. Editorial Mastergraf, 2007, pág. 69.

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125

razones: a) el ajuste al valor de los inmuebles es arbitrario e ilegal porque esta

acción radica fundamentalmente en aumentar el valor de los inmuebles para elevar la

base impositiva que recae sobre aquellos. Esa función no le compete a la

Municipalidad, debido a que corresponde al Congreso de la República la emisión de

decretos en los que se aumenten las tasas impositivas, se modifiquen o establezcan

nuevos hechos generadores. Además, porque la facultad para crear impuestos y

arbitrios le corresponde con exclusividad al Organismo mencionado;… c) la

actuación del Concejo Municipal vulnera el artículo 239 de la Constitución Política de

la República porque el ente mencionado no tiene capacidad para crear, modificar o

determinar la base imponible de un impuesto; para el caso, el Impuesto Único sobre

Inmuebles…»142

En el caso analizado, la Corte de Constitucionalidad de Guatemala hace valer el

prevalecer el principio in dubio pro legislatoris, dejando claro que la acción debe de ir

encaminada a derrumbar la presunción de constitucionalidad de la que gozan los

actos públicos, y que esa función le compete, con exclusividad al accionante; de no

producirse tales supuestos, que evidencien indubitablemente la contradicción del

acto normativo con el contenido constitucional, la Corte está obligada a preservar la

norma atacada de inconstitucionalidad:

«CONSIDERANDO —I— Constituye premisa primordial en los planteamientos

de inconstitucionalidad, ya sea total o parcial, que las normas cuestionadas

confronten de manera directa e indubitable el texto constitucional invocado como

transgredido, pues de lo contrario debe prevalecer el principio in dubio pro

legislatoris, según lo ha reiterado esta Corte en sus fallos. La procedibilidad de un

pronunciamiento en sentido afirmativo, en cuanto a declarar la inconstitucionalidad

de una norma, dependerá de los argumentos jurídicos que sustenten la impugnación

planteada, sin que pueda el tribunal constitucional sustituir al solicitante en el

cumplimiento de esa obligación. —II— …afirma que la normativa impugnada vulnera

el texto constitucional por las siguientes razones: a) el ajuste al valor de los

142

Corte de Constitucionalidad de Guatemala, Inconstitucionalidad general parcial, Expediente 2803-2010.

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126

inmuebles es arbitrario e ilegal porque esta acción radica fundamentalmente en

aumentar el valor de los inmuebles para elevar la tasa impositiva que recae sobre

aquellos. Esa función no le compete a la Municipalidad, debido a que corresponde al

Congreso de la República la emisión de decretos en los que se aumenten las tasas

impositivas, se modifiquen o establezcan nuevos hechos generadores. Además,

porque la facultad para crear impuestos y arbitrios le corresponde con exclusividad al

Organismo mencionado;… c) la actuación del Concejo Municipal vulnera el artículo

239 de la Constitución Política de la República porque el ente mencionado no tiene

capacidad para crear, modificar o determinar la base imponible de un impuesto; para

el caso, el Impuesto Único sobre Inmuebles; d) al elevar en forma ilegal el valor de

los inmuebles, también se eleva la tasa del impuesto a pagar, circunstancia que

vulnera el derecho de propiedad privada. e) el Concejo Municipal, utilizando un

procedimiento nulo e ilegal, ha ideado la forma de recaudar un tributo (el Impuesto

Único sobre Inmuebles), por medio de avalúos ilegales e inequitativos, que

tergiversan las normas reguladoras de las bases de recaudación del tributo. Además,

estas situaciones se configuran como exacciones ilegales que se efectúan violando

las normas constitucionales. —III— ―…El principio de imparcialidad de la jurisdicción

constitucional y los serios efectos jurídicos inherentes a la declaratoria de

inconstitucionalidad de leyes (lato sensu) que se objetiviza en la determinación de su

vigencia y examen de vicio para declarar su eventual exclusión del ordenamiento

jurídico nacional, han servido de punto de partida para que esta Corte, con apoyo en

lo preceptuado en el artículo 135 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de

Constitucionalidad, exija que la accionante realice en su planteamiento un análisis

concreto, individual y comparativo entre la norma impugnada y la de naturaleza

constitucional, de modo tal que el tribunal quede adecuadamente posibilitado para

hacer el análisis de constitucionalidad que le compete. El planteamiento de la acción

de inconstitucionalidad requiere la indispensable congruencia entre lo expuesto y

pedido, la identificación correcta de la ley, reglamento o disposición de observancia

general que se cuestione y el análisis comparativo entre cada uno de los artículos

objetados en contraposición con las normas constitucionales que se estimen

violadas. En ausencia de tales condiciones el examen es inviable, por cuanto el

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127

tribunal constitucional no puede subrogar la voluntad de la impugnante…‖ (Sentencia

de veintiocho de octubre de dos mil cuatro, dictada dentro del expediente mil

quinientos noventa y seis - dos mil cuatro). La transcripción anterior es aplicable al

presente caso, debido a que la accionante, en su exposición, le atribuye conductas y

acciones al Concejo Municipal de la ciudad de Guatemala, en lugar de hacer la

confrontación exigida entre la norma impugnada y las constitucionales que, según el

criterio de la accionante, fueron contravenidas. Además, sus argumentos los plantea

como si se tratase de un amparo, al señalar hechos o acciones de la Corporación

Municipal que, a su juicio, vulneran los artículos 12, 39, 239 y 255 de la Constitución

Política de la República; finalmente, efectuó una serie de conjeturas respecto de la

interpretación y posterior aplicación del Acuerdo impugnado, en las que concluyó que

ante el aumento desmedido de la tasa impositiva podría ser despojada de su

propiedad, para señalar en forma generalizada su inconformidad con los artículos

impugnados, haciendo referencia a situaciones fácticas, sin realizar el debido e

ineludible análisis jurídico-comparativo individualizado del artículo objetado y las

normas constitucionales que estima vulneradas. Como ya se indicó anteriormente, en

reiterados fallos esta Corte ha expresado que la denuncia de inconstitucionalidad de

leyes requiere que, tal como lo prescribe el artículo 135 de la Ley de Amparo,

Exhibición Personal y de Constitucionalidad, el interesado exprese los argumentos

en forma debidamente razonada y clara de los motivos jurídicos que le permitan

llevar a cabo, de manera individualizada y con base en argumentos propios

aplicables a cada disposición, su confrontación con la norma o normas

constitucionales que se aducen infringidas, porque tales razonamientos no pueden

ser sustituidos por el tribunal; por ende, como se ha expresado en otros casos

similares, el análisis de los planteamientos realizados por el impugnante en su

memorial de interposición, conducen a la obligada improcedencia de la

inconstitucionalidad solicitada, debido a que la exposición carece de la

argumentación aludida y no contiene el enfoque jurídico comparativo entre esas

disposiciones y las constitucionales que estima transgredidas, sino únicamente el

relato de conductas y actos atribuidas al Concejo Municipal de la ciudad de

Guatemala que la accionante considera violatorias de sus derechos, que no pueden

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128

ser objeto de estudio en la presente vía. Por los motivos considerados, la

inconstitucionalidad planteada carece de fundamento y por consiguiente, debe

declararse sin lugar. POR TANTO La Corte de Constitucionalidad, con base en lo

considerado y leyes citadas, resuelve: I) Sin lugar la acción de inconstitucionalidad

general total del Acuerdo COM-026-07…»143

4.2. Análisis de algunas sentencias dictadas por la Corte de

Constitucionalidad en casos de apelaciones contra fallos de primera

instancia dictados en inconstitucionalidades indirectas

Al aplicarse la norma por el juzgador en el caso concreto que conoce, cuando el

tribunal resuelve las cuestiones que se le plantean, es cuando puede advertirse su

inconstitucionalidad en relación a casos concretos; de ahí, el segundo sistema de

control de constitucionalidad de la ley, a que se ha hecho referencia en la

investigación, es el de la inconstitucionalidad en casos concretos o control difuso,

también denominado inconstitucionalidad indirecta.

Como ya se anotó, con base en el artículo 266 constitucional y en el artículo

116 de la ley de la materia; la inconstitucionalidad en caso concreto se puede

plantear por las partes como acción, excepción o incidente, en todo proceso de

cualquier competencia o jurisdicción, en cualquier instancia y en casación y hasta

antes de dictarse sentencia, siendo obligatorio el pronunciamiento del tribunal sobre

dicho planteamiento. Al resolverse dicho planteamiento, si la resolución es apelada

se remitirán los autos a la Corte de Constitucionalidad.

El criterio jurisprudencial de la Corte de Constitucionalidad, al respecto, es «…la

inconstitucionalidad en caso concreto debe ser dirigida a evitar que el tribunal de

conocimiento, en su decisión —a futuro—, aplique la normativa atacada, siempre que

para el juzgador sea aceptable la tesis del impugnante acerca de que tal aplicación al

143

Corte de Constitucionalidad de Guatemala, Inconstitucionalidad general parcial, Expediente 2803-2010.

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129

caso sea contraria a preceptos constitucionales que el solicitante señale.»144

«La acción directa de inconstitucionalidad procede contra leyes, reglamentos o

disposiciones de carácter general que contengan vicio parcial o total de

inconstitucionalidad y persigue que la legislación se mantenga dentro de los límites

que la propia Constitución ha fijado, excluyendo del ordenamiento jurídico las normas

que no se conforman con la misma, anulándolas con efectos erga omnes (artículos

267 de la Constitución; 133 y 134 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de

Constitucionalidad). El análisis para establecer la incompatibilidad entre la Ley y la

Constitución debe ser eminentemente jurídico, sin sustituir el criterio del legislador

sobre la oportunidad o conveniencia de las decisiones tomadas. Por otra parte, el

examen puede comprender tanto las denuncias de inconstitucionalidad de las

normas por vicios materiales como la de los actos legislativos por vicios formales.

Los poderes públicos están sometidos a la norma fundamental y fundamentadora de

todo orden jurídico y, en consecuencia, quedan sometidos al control de

constitucionalidad no solamente las normas de rango legal objetivadas

externamente, sino también los procesos legislativos interna corporis que deben

ajustarse a las normas que la Constitución prescribe. Los actos y las normas que

tienen su origen en decisiones de los poderes legítimos tienen una presunción de

constitucionalidad, lo que trae como consecuencia el considerar como excepcional la

posibilidad de invalidarlos; situación que especialmente se manifiesta cuando se trata

del órgano legislativo, el cual dispone de distintas alternativas a la hora de legislar,

siempre dentro del marco fijado por el constituyente. Puede declararse la

inconstitucionalidad cuando es evidente la contradicción con la Constitución y existan

razones sólidas para hacerlo. Cuando no haya bases suficientes se debe respetar la

decisión del Congreso, porque de acuerdo con el principio democrático, es el único

autorizado para decidir las políticas legislativas que el constituyente dejó abiertas. La

corte debe declarar la inconstitucionalidad de la ley cuando su contradicción con el

texto constitucional es clara; en caso contrario, es conveniente aplicar el principio de

144

Corte de Constitucionalidad de Guatemala, Gaceta Jurisprudencial No.93, Expediente 864-2009, Sentencia del 4 de septiembre de 2009.

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130

conservación de los actos políticos y la regla básica en la jurisdicción constitucional:

in dubio pro legislatoris.»145

En el caso que se expone a continuación, una inconstitucionalidad en caso

concreto, se logra evidenciar que el principio in dubio pro legislatoris es resguardado

por el juez ordinario, en su calidad de juez constitucional, haciéndolo prevalecer ante

el insatisfactorio argumento de las parte accionante que no logra, como es requerido,

evidenciar de manera clara e indubitable la incongruencia constitucional

argumentada. La Corte de Constitucionalidad, al conocer en alzada, procede a

denegar la apelación interpuesta.

«CORTE DE CONSTITUCIONALIDAD: Guatemala, veintisiete de marzo de dos

mil ocho. // ANTECEDENTES. I. LA INCONSTITUCIONALIDAD. A) Caso concreto en

que se plantea: causa doscientos treinta y cuatro - dos mil tres (234-2003) del

Juzgado de Primera Instancia Penal, Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente del

departamento de Retalhuleu. B) Norma que se impugna de inconstitucional: artículo

347 B del Código Penal. C) Norma constitucional que se estima violada: artículo 17

de la Constitución Política de la República de Guatemala. D) Fundamento jurídico

que se invoca como base de la inconstitucionalidad: de lo expuesto por la solicitante

se resume: i) la Carta Magna obliga al Juez a desarrollar, interpretar y ampliar el

derecho penal desde una perspectiva eminentemente constitucional, desarrollando

los principios básicos que en ella se encuentran; ii) el principio de legalidad impone al

Estado la obligación de realizar una descripción de las figuras delictivas lo

suficientemente concreta para que queden satisfechas las exigencias de la seguridad

jurídica, ya que un marco excesivamente amplio es incompatible con este principio,

por lo que, según lo interpretado por la Corte de Constitucionalidad, es prohibido al

legislador dictar leyes de contenido indeterminado; iii) cualquier norma en materia

penal de contenido indeterminado implica tipos penales cuyos límites semánticos son

difusos, lo que constituye una grieta en la seguridad que atenta contra el principio de

legalidad en materia penal y, en consecuencia, es inconstitucional;… E) Resolución

145

Corte de Constitucionalidad de Guatemala, Gaceta número 40, página 330, Expediente número 669-94, Sentencia del 3 de agosto de 1995.

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131

de primer grado: el Tribunal consideró: ―(…) Del análisis del impugnante se infiere

que el planteamiento de Inconstitucionalidad deviene necesariamente improcedente,

con fundamento en el análisis siguiente: UNO: la conducta ilícita tipificada en la

norma 347 ―B‖ del Código Penal, se encuentra desarrollada dentro de los límites de

certeza que permite la ley suprema. En efecto la norma impugnada, en la parte que

expresamente se ataca, forma parte del Título X del Libro Segundo, Parte Especial

del Código Penal, Decreto número 17-73 del Congreso de la República y sus

reformas, que al tratar las figuras delictivas contra la economía nacional y el

ambiente, se refiere en concreto al tipo según epígrafe Contaminación Industrial, que

describe la conducta punible en abstracto… DOS: la norma impugnada fue

propuesta, discutida y aprobada por el Congreso de la República; sancionada y

promulgada por el Presidente de la República y publicada en el Diario Oficial

cobrando plena vigencia en el ámbito del territorio nacional. TRES: siguiendo el

precedente doctrinario indubio pro legislatoris, no se aprecia la colisión que

denuncia el interponente, en vista que la legislación al ser general, abstracta y

determinada no necesariamente debe entrar en el detalle particular de las

definiciones propias de manuales o reglamentos a los efectos de cumplir con los

parámetros de constitucionalidad. CUATRO: el principio de conservación de lo

legislado debe mantenerse al no evidenciarse del razonamiento jurídico del

interponente que exista la inconstitucionalidad enunciada, como pretende el

incidentante al afirmar que se trata de un tipo penal abierto, de significado semántico

difuso, que debe ser cumplimentado o integrado con referencia a otras disposiciones

o de alcances imprecisos; sin entrar a discernir sobre la naturaleza de las cosas,

resulta claro que la norma impugnada de inconstitucionalidad, a la luz de la tesis del

interponente, la cual es insuficiente, precaria e inaceptable para el juzgador, puesto

que los motivos jurídicos resultan carentes de contundencia y claridad para acreditar

la invalidez o inaplicabilidad del artículo 347 ―B‖ del Código Penal al caso concreto

(...) Y resolvió: (…) I. Sin lugar la inconstitucionalidad en caso concreto,

interpuesta…»146

146

Corte de Constitucionalidad de Guatemala, Expediente número 3283-2007, de fecha 27 de marzo de 2008.

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132

«CONSIDERANDO —I—… El artículo 17 de la Constitución Política de la

República de Guatemala consagra el principio de legalidad, en los términos

siguientes: ―(…) No hay delito ni pena sin ley anterior. No son punibles las acciones u

omisiones que no estén calificadas como delito o falta y penadas por ley anterior a su

perpetración. No hay prisión por deuda (…)‖. Esta Corte ha sostenido el criterio que

en el orden penal el principio citado tiene una trayectoria histórica que condujo a la

proclamación de la máxima nullum crimen, nulla poena sine lege como una lucha por

el Derecho. Opera como opuesto al ius incertum, por lo que, además de su

significación en el orden jurídico penal, la máxima alcanzó jerarquía constitucional.

De ahí que el constitucionalismo moderno lo incluya en el cuadro de los derechos

humanos. En similares términos se expresa el artículo 9 de la Convención Americana

Sobre Derechos Humanos, al preceptuar que nadie puede ser condenado por

acciones u omisiones que en el momento de su acaecimiento no fueran delictivos

según el derecho aplicable. El principio postula que solamente la ley es fuente formal

del Derecho Penal, por lo que impone al legislador la prohibición de dictar leyes

penales de contenido indeterminado (sentencia de diecisiete de septiembre de mil

novecientos ochenta y seis, dictada en el expediente doce-ochenta y seis [12-86])…

La solicitante redarguye de inconstitucional el artículo 347 B del Código Penal,

basada fundamentalmente en que dicha norma tiene un contenido indeterminado,

razón por la que es necesario efectuar un análisis previo acerca de la norma y sus

elementos, y posteriormente situarnos en el caso concreto… El artículo precitado

contiene los elementos necesarios para su aplicación, estos son, el tipo penal y la

consecuencia jurídica a quien incurra en el mismo; la incidentante señala que dicha

norma es de contenido indeterminado pues, entre otros aspectos, no incluye

definiciones de los términos utilizados que permitan su correcta aplicación, situación

contemplada por la Ley del Organismo Judicial que en el artículo 10 indica la forma

de interpretación de la ley y, en el artículo 11 establece que las palabras de la ley se

entenderán de acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española, salvo que

el legislador las haya definido expresamente, sin que sea obligación para el creador

de la ley, definir cada palabra que comprende la norma… Por las razones anteriores,

al quedar establecido que el artículo 347 B del Código Penal no es de contenido

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133

indeterminado, puesto que los elementos que la comprenden permiten al juzgador su

debida aplicación, no se advierte que vulnere el principio de legalidad..., POR

TANTO, La Corte de Constitucionalidad, con base en lo considerado y leyes citadas,

resuelve: I) Sin lugar el recurso de apelación interpuesto…»147

Con los casos reseñados, tanto de control constitucional normativo general

como concreto, ha quedado evidenciada la práctica de la Corte de Constitucionalidad

relativa al resguardo de los principios in dubio pro legislatoris o de conservación de la

norma, el democrático y el de división de poderes. Sin embargo, ello no implica la

total inexistencia de procesos en los cuales se declara con lugar la

inconstitucionalidad alegada.

A continuación se resume una inconstitucionalidad en caso concreto que la

Corte de Constitucionalidad conoce en apelación. En la misma se puede observar

cómo, producto de una adecuada argumentación, el recurrente logra establecer la

conflictividad existente entre la norma ordinaria y la norma constitucional para el caso

concreto. Ante tal evidencia, que es clara y no deja margen a dudas, el magistrado

constitucional da por desvanecida satisfactoriamente la presunción de

constitucionalidad que acompaña a la norma y procede a dictar su inaplicación para

el caso concreto:

«En apelación, y con sus antecedentes, se examina el auto del veinticinco de

noviembre de dos mil cinco, dictado por la Sala Segunda del Tribunal de lo

Contencioso Administrativo, constituida en Tribunal Constitucional, en la

inconstitucionalidad de ley en caso concreto planteada en incidente por Aceros

Arquitectónicos, Sociedad Anónima a través de su vice-presidente del consejo de

administración y representante legal Ileana Nájera Urruela de Rivera. La entidad

solicitante actuó con el auxilio de los abogados Leticia Nájera Urruela y John Schwank

Durán.»148

147

Corte de Constitucionalidad de Guatemala, Expediente número 3283-2007, de fecha 27 de marzo de 2008. 148

Corte de Constitucionalidad de Guatemala, Inconstitucionalidad en caso concreto, Expediente número 2999-2005, de fecha 30 de marzo de 2006.

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134

«ANTECEDENTES: I. LA INCONSTITUCIONALIDAD: A) Caso concreto en

que se plantea: B) Norma que se impugna de inconstitucional: segundo y último

párrafo del artículo 7, y artículo 9 del Decreto noventa y nueve – noventa y ocho (99-

98) del Congreso de la República, Ley del Impuesto a las Empresas Mercantiles y

Agropecuarias (IEMA). C) Normas Constitucionales que estima violadas: citó el

artículo 243 de la Constitución Política de la República de Guatemala… h) el Tribunal

Constitucional declaró dicha petición con lugar y en consecuencia inaplicable la

resolución ochocientos noventa y cuatro – dos mil cuatro (894-2004), emitida por el

Directorio de la Superintendencia de Administración Tributaria, resultando en la

presente apelación de auto de inconstitucionalidad en caso concreto interpuesto por la

misma. La entidad postulante solicitó se confirme el auto venido en grado… E)

Resolución de primer grado: el tribunal consideró: "...Es relevante que el impuesto a

las empresas Mercantiles y Agropecuarias, a partir del tres de febrero del dos mil

cuatro, quedó sin Base Imponible y sin Tipo Impositivo, siendo éstos los artículos siete

y nueve del Decreto noventa y nueve guión noventa y ocho (99-98) del Congreso dela

República, que son atacados de Inconstitucionalidad en caso concreto, lo cual no

permite calcular ese tributo, por efectos de la Sentencia de la Corte de

Constitucionalidad, razón más que suficiente, además de las consideraciones

anteriormente efectuadas, para declarar con lugar la inconstitucionalidad planteada,

además de que la resolución que pone fin al procedimiento administrativo se dictó y

notificó con posterioridad a la publicación en el Diario Oficial, por lo cual la

Administración Tributaria en su proceder debió ajustarse a los preceptos

constitucionales declarados, por lo que no habiéndolo hecho así y no existir al

momento de la emisión de la resolución administrativa respectiva base legal para la

aplicación del tipo impositivo, la presente acción de inconstitucionalidad debe ser

declarada con lugar y así deberá hacerse constar en la parte resolutiva de este fallo,

haciendo las demás declaraciones que en derecho corresponden.-...‖. Y resolvió: "...I)

CON LUGAR LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD de los artículos siete (7) -

párrafo segundo y último- y nueve (9) del Decreto 99-98, del Congreso de la

República, y como consecuencia INAPLICABLES AL CASO CONCRETO promovida

por la entidad, ACEROS ARQUITECTÓNICOS, SOCIEDAD ANÓNIMA; II) Como

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135

consecuencia de la declaración anterior, la resolución número ochocientos noventa y

cuatro guión dos mil cuatro (894-2004) emitida por el Directorio de la Superintendencia

de Administración Tributaria el siete de octubre de dos mil cuatro, DEVIENE

INAPLICABLE a la entidad mencionada;...»149

«…esta Corte concluye que los artículos 7 y 9 de la Ley de Impuesto a la

Empresas Mercantiles y Agropecuarias, resultan notoriamente contrarios a la norma

antes descrita de la Constitución Política de la República de Guatemala, por lo que

es procedente revocar el auto y como consecuencia otorgar la acción de

inconstitucionalidad en caso concreto planteada. -V-. Habiendo quedado establecida

la procedencia de la presente acción de inconstitucionalidad en caso concreto, debe

determinarse los efectos que conlleva tal declaratoria y, para el efecto, es pertinente

citar la sentencia de este Tribunal de veinticuatro de septiembre de mil novecientos

noventa y uno (Expediente 171-91), en la que, acogiendo una acción de

inconstitucionalidad en caso concreto promovida como acción en un procedimiento

administrativo de índole laboral, la declaró con lugar, dejando sin efecto la resolución

en la que se había aplicado la norma y ordenó al ente administrativo que emitiera

nueva resolución. De igual manera, sólo que en materia judicial, resolvió este

Tribunal en sentencia de tres de agosto de mil novecientos noventa y tres

(expediente 454-92), en el que se declaró la inconstitucionalidad en el caso concreto

del artículo 243 del Código Procesal Civil y Mercantil, el cual ya se había aplicado,

mandando este Tribunal enmendar el procedimiento dejando sin efecto aquella

resolución. Conforme los citados precedentes, esta Corte estima que, en este caso,

para la efectividad de la declaratoria de inconstitucionalidad, debe dejarse sin efecto

la resolución ochocientos noventa y cuatro – dos mil cuatro (894-2004) de doce de

octubre de dos mil cuatro dictada por la Superintendencia de Administración

Tributaria. En igual sentido se pronunció esta Corte en resolución de veinte de

febrero del dos mil tres, dentro del expediente un mil trescientos noventa y cinco

guión dos mil dos. POR TANTO. La Corte de Constitucionalidad, con base en lo

149

Corte de Constitucionalidad de Guatemala, Inconstitucionalidad en caso concreto, Expediente número 2999-2005, de fecha 30 de marzo de 2006.

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136

considerado y las leyes citadas, resuelve: I) Confirma el auto apelado; II)

Notifíquese y, con certificación de lo resuelto, devuélvanse los antecedentes al

tribunal de origen.»150

4.3. Resultados de los análisis y propuesta

En el transcurso del desarrollo de esta investigación, se han incorporado a su

contenido documental, varias sentencias emitidas por la Corte de Constitucionalidad,

en las cuales es determinante la reiteración de su criterio jurisprudencial en cuanto a

acoger el principio in dubio pro legislatoris en sus sentencias.

De ahí que los efectos de la aplicación de dicho principio en las sentencias que

resuelven los planteamientos de acciones de inconstitucionalidad abstracta en contra

de Leyes emitidas por el Organismo Legislativo ha sido siempre, que cuando existe

duda sobre la concurrencia de vicio de inconstitucionalidad de una norma jurídica

que haya emitido el Congreso de la República, no existiendo elementos de juicio

suficiente para declarar su inconstitucionalidad, debe respetarse la decisión del

Organismo Legislativo, conservando así el acto político impugnado y evitando así

sustituir la voluntad del legislador respecto de la conveniencia o inconveniencia de la

normativa impugnada en el proceso de inconstitucionalidad directa.

El principio in dubio pro legislatoris es invocado por el Tribunal

Constitucionalidad al resolver las acciones de inconstitucionalidad abstracta y

planteamientos de inconstitucionalidad indirecto. Ello se produce cuando no ocurre

certeza de que el vicio de inconstitucionalidad denunciado existe y, por ello se

pronuncia por mantener la vigencia de la normativa impugnada, ya que es criterio

generalizado en sus pronunciamientos, que cuando no se advierte contradicción con

la Constitución Política de la República, debe respetarse la potestad legislativa del

Congreso de la República, dada la naturaleza jurídica de su constitución e

integración proveniente de la delegación de soberanía por parte del pueblo que lo ha

150

Corte de Constitucionalidad de Guatemala, Inconstitucionalidad en caso concreto, Expediente número 2999-2005, de fecha 30 de marzo de 2006.

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137

elegido y por ello tiene facultad para decir políticas legislativas.

De ahí que el efecto legal de las sentencias dictadas por la Corte de

Constitucionalidad, al resolver las acciones de inconstitucionalidad contra leyes

ordinarias emitidas por el Congreso de la República, es mantener la vigencia de las

referidas normativas, por las razones expuestas, aplicando el principio in dubio pro

legislatoris. Las sentencias constitucionales, estimatorias o desestimatorias, vinculan

a todos los poderes públicos, en el sentido de que su pronunciamiento tiene una

incidencia institucional sobre los demás órganos estatales.

En razón de la función que los judicantes ordinarios asumen, como jueces

constitucionales, particularmente cuando conocen y resuelven inconstitucionalidades

en caso concreto, resulta necesario que el Organismo Judicial, a través de su

respectiva Escuela de Estudios Judiciales, desarrolle dentro de su programa de

estudios un capítulo específico referido a los principios que debe tener presente el

juzgador a la hora de conocer de estos asuntos. Particularmente se debe formar al

juzgador como un guardián de los principios de primacía constitucional, in dubio pro

legislatoris o de conservaión de la norma, la presunción de constitucionalidad de los

actos legislativos y la división de poderes. Ello para lograr materializar el valor de

seguridad jurídica consagrado en la Constitución Políticas de la República.

Una de las deficiencias más sentidas por los jueces, profesionales del derecho,

doctrinarios, etc., es la ausencia de una auténtica Gaceta Jurisprudencial, que no se

limite a publicar fallos contenidos por materia y ordenados de forma cronológica, sino

a establecer la doctrina legal que emana de los fallos jurisprudenciales contestes

emitidos por la Corte de Constitucionalidad.

Para el caso de la presente investigación, es recomendable que la Corte de

Constitucionalidad, en sus Gacetas Jurisprudenciales, brinde la importancia debida,

en dichas publicaciones, a los fallos que contengan, delimiten y ayuden a entender a

plenitud el principio in dubio pro legislatoris. En razón de ello, es recomendable que

los jueces ordinarios tengan acceso a precedentes jurisprudenciales sistematizados

en los que se hayan desestimado planteamientos de inconstitucionalidad,

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138

privilegiándose el trabajo legislativo en aplicación del principio in dubio pro

legislatoris.

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139

CONCLUSIONES

La generalidad del contenido de la Constitución exige una interpretación

conforme con sus valores y principios en un sentido unitario y sistemático.

Interpretación que debe buscar asegurar y garantizar al máximo posible, el

pluralismo y la libertad del legislador en la configuración legal de la vida

social y política.

La tarea de la Corte de Constitucionalidad, al realizar su función de control

de constitucionalidad normativo, es eminentemente jurídica, sin sustituir el

criterio del legislador sobre la oportunidad o conveniencia de las leyes

emitidas, pues su función es de intérprete y no de legislador, y por ello, la

declaración de inconstitucionalidad de normas procede cuando pueda

advertirse contradicción con la Constitución Política de la República; en

caso contrario, debe respetarse la potestad de su emisor, por cuanto que se

le ha dado facultad para decidir políticas legislativas; circunstancia por la

cual debe de aplicarse el principio de la conservación de la norma o in dubio

pro legislatoris.

Mediante las denominadas sentencias atípicas el intérprete y juzgador

constitucional no solamente asume una mera confrontación mecánica entre

el contenido de la Constitución y la norma infraconstitucional señalada de

inconstitucional. El interprete constitucional asume con cautela su función y

hace prevalecer el principio in dubio pro legislatoris, buscando respetar la

división de funciones para no convertirse en un mero legislador negativo

que vulnere la función legislativa que, por antonomasia, le fue concedida al

Organismo Legislativo.

El principio in dubio pro legislatoris o de conservación de la norma conlleva

que la sentencia estimatoria de inconstitucionalidad debe ser un suceso

excepcional, fundado en la coincidencia sustancial del tribunal

constitucional con un planteamiento que, por medio de una adecuada labor

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140

de argumentación jurídica, revele de forma clara y contundente la colisión

directa de la norma impugnada con la Ley Fundamental. Este principio

gravita como un contrapeso natural al principio de supremacía

constitucional, sin que ello signifique restarle a éste preponderancia.

El principio in dubio pro legislatoris es una presunción iuris tantum, que

deriva de la necesidad del respeto a los actos realizados por el poder

público, que solamente cede ante una prueba clara y precisa de la

incompatibilidad entre la norma y la Constitución en cuanto Ley suprema del

país. La norma inferior no puede ser declarada inconstitucional en tanto y

en cuanto haya en el ánimo del juzgador una duda razonable acerca de su

invalidez; ya que para que proceda la declaración de inconstitucionalidad,

debe aparecer claramente una discordia substancial con la Constitución, y

aun en los casos de duda entre la validez y la invalidez, ha de estarse

siempre en favor de la constitucionalidad.

La declaración de la inconstitucionalidad de una ley es acto de suma

gravedad institucional y debe ser considerado como una última ratio de

orden jurídico.

El principio in dubio pro legislatoris es una directriz que rige la interpretación

normativa cuya esencia radica en conservación del derecho o de

presunción de constitucionalidad de los actos legislativos, mediante este se

busca evitar la eliminación o desmantelamiento del ordenamiento jurídico

de textos que pudieran ser interpretados en algún sentido en conformidad a

la Constitución. Su razón de ser encuentra asidero en la necesaria

preservación del ordenamiento jurídico y en hacer eficaz el valor de

seguridad jurídica para todos los ciudadanos.

La Corte de Constitucionalidad en reiterados pronunciamientos ha resuelto

que, la declaración de inconstitucionalidad de normas procede cuando se

advierta certeramente contradicción con la Constitución Política de la

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141

República; en caso contrario, debe respetarse la potestad de su emisor, por

cuanto que a éste se le ha dado facultad para decidir políticas legislativas;

por ello, si del examen que este tribunal realice, se advierten razones

sólidas que evidencien contradicción entre la norma impugnada con una

norma constitucional debe declararse la inconstitucionalidad de la primera,

de no ser así debe aplicarse el principio de in dubio pro legislatoris,

conservando la norma y evitando su expulsión.

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143

RECOMENDACIONES

Es recomendable preparar a los titulares de los órganos jurisdiccionales

ordinarios que, extraordinariamente asumen el carácter de jueces

constitucionales para que en las inconstitucionalidades indirectas privilegian

la aplicación del principio in dubio pro legislatoris, cuando concurran los

supuestos correspondientes.

Dada la importancia del principio in dubio pro legislatoris, es recomendable

que los jueces constitucionales tengan acceso a precedentes

jurisprudenciales sistematizados en los que se hayan desestimado

planteamientos de inconstitucionalidad, privilegiándose el trabajo legislativo

en aplicación del principio in dubio pro legislatoris.

Es deseable que la pureza del control constitucionalidad no se contamine

con asuntos políticos partidistas, de ahí que la designación de los miembros

Magistrados de la Corte de Constitucionalidad debe de realizarse a través

de un sistema idóneo donde impere el genuino interés por consolidar el

Estado de constitucional de Derecho.

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145

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Secretaria. Resolución del 12 de febrero 2010.

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3. Congreso de la República. Archivo Jurídica. Expediente 4036-2011 of 6º. de

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