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    Universidad Nacional de Colombia Facultad de Ciencias Humanas

     Departamento de FilosofíaSFM  –  Simón Bolívar

     Lisímaco Parra Daniel Toro. Cód.: 04433226

     Ponencia.

    LA ELOCUENCIA DE LA LIBERTAD. UN CONFLICTO DE RAZONES Y PASIONES

    La presente ponencia tiene el propósito de dar cuenta, en líneas generales, de la argumentación y el

    desarrollo del ensayo “La elocuencia de la libertad” de Luis Cas tro Leiva. Tendrá cuatro partes. La primeraintentará exponer los aspectos problemáticos acerca de la noción de libertad para el proyecto de la primerarepública venezolana; la segunda parte intentará dar cuenta del desarrollo de la problemática pasiones/razones

    esbozada en la sección “elocuencia de las pasiones”; la tercera intentará seguir el curso argumentativo basadoen la idea de libertad positiva y negativa esbozada en la sección “elocuencia de las razones”; la última parte

    intentará hacer una breve mención del alcance del ensayo de Castro Leiva a la luz de sus propias intenciones.

    I.

    Para empezar a delinear los aspectos problemáticos de la noción de libertad republicana en Venezuela,

    hay que exponer ante todo los lineamientos, quizá básicos, de la sola idea de “libertad republicana”. Herederade toda una tradición liberal, la idea de libertad republicana puede considerarse como propia de un espírituilustrado, atravesada por ideales racionalistas, y asociada fuertemente a nociones como orden y ley ( Cf. 

    Pettit,1999. Pág. 21 y  ss.). Es entendible, en este sentido, que la idea de libertad republicana aparezca en principio como opuesta a las pasiones, si se ve en ellas el lugar en el cual se gesta la bestialidad y la pura

    fuerza característica del estado de naturaleza en los hombres. Frente al panorama de una fuerza desenfrenadaalimentada por las pasiones más animales, la idea de libertad republicana surge como la frontera racional que através de la ley es capaz de poner freno a la naturaleza fuerte y voluptuosa del hombre. Se abre, de este modo,

    la primera postulación para comprender el sentido de la libertad republicana “en la negaciones de la fuerza pasional de las «inclinaciones bestiales» está el asiento de la nueva libertad: sin ley no hay posibilidades paraser hombre, mucho menos para ser hombre libre”. (Castro Leiva. 2005, Pág. 187).

    La oposición que legitima a la libertad republicana como libertad deseable está dada en una visiónsobre las pasiones que será problemática en el desarrollo posterior del texto. El valor de la ley al interior deesta idea de libertad es que ella es prohibición, pero solo de lo que es malo (Cf. Ibíd., Pág. 188). La libertad de

    las pasiones aparece desde el principio como negativa. La libertad republicana es la negación de esedesenfreno que supone la fuerza y la voluptuosidad de la pasión, porque esta es mala e injusta en relación conel orden adecuado para la existencia en sociedad de los hombres.

    Aparece ya, aunque de manera difusa, una cierta concepción de la libertad que marcará un senderoimportante en la idea de republica en Venezuela. Se trata de una cierta idea de libertad en la cual, una vez elimperio de la razón ha conseguido establecer los límites del ejercicio de los hombres y ha definido moralmentelas prohibiciones, estos se hallarán en condición de recuperar su humanidad, de la cual carecían en el estado de

    naturaleza. En esta nueva condición, los hombres podrán ejercer sin impedimentos, más allá de los que impone

    la ley, su libertad como ciudadanos. Esta idea tendrá un valor integrista, pues abarcará la distinción que hizoIsaiah Berlin (1974. Pág. 137 –  148) sobre libertad positiva y negativa. Como libertad negativa se entiende lalibertad de actuar sin ningún tipo de interferencia. Se dice “negativa”  porque puede definirse, en principio, deforma negativa: allí donde hay interferencia no hay libertad. Por su parte, la idea de libertad positiva pone el

    énfasis en una descripción diferente, no ya en las condiciones que niegan la existencia de la libertad, sino en loque la hace posible. La libertad en este sentido, es la capacidad de ser dueño de la propia vida, de tener

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    autodominio1. Así, pues, autodominio y no interferencia serán potencialidades de la libertad que se alcanzarán,

    según parece, una vez se haya instituido el imperio de la ley.

    Sin embargo, la amenaza de las pasiones resurge de manera imprevista al interior de la concepciónrepublicana. Como muestra Castro Leiva, entre todos los beneficios que se desprenden de la libertadrepublicana, el del patriotismo representa un punto de conflicto, pues el patriotismo es definido como amor ala patria, como una pasión que impulsa a vivir por ella (Cf. Castro Leiva. 2005, Pág. 188 –  189). El patriotismo

    es, pues, una emoción que parece seguirse de un proyecto pensado como racional en todos sus puntos.

    La descripción del patriotismo que proporciona Sanz, aunque pretende ocultar en la medida de lo

     posible su carácter pasional, no consigue reducirlo del todo. En efecto, aunque el patriotismo no sea unaemoción apoyado sentimientos hacia la tierra de nacimiento, se apoya en últimas en el amor y en las pasiones

    que tanto se quieren evitar, aunque estas se profesen a la ley. En este punto problemático puede empezar arastrearse el tránsito de la republica desde sus principios racionalistas hasta su patetismo voluntarista.

    Tenemos, pues, un paisaje parcialmente esbozado: hay dos ideas de libertad opuestas, una licenciosa,llena de pasiones y voluptuosidad, y otra, opuesta a la anterior, fundada en intenciones racionales, llamadarepublicana y defendida por los primeros patriotas. Sin embargo, como se observa al interior mismo de la ideade libertad republicana, existe la tensión entre pasiones y razones, tensión abierta por la aparición de la idea de

     patriotismo.

    Con base en lo anterior, el gran dilema del republicanismo venezolano puede esbozarse diciendo que

    la idea de libertad republicana se debate entre seguir el sendero de las ideas racionalistas que niegan las pasiones, o conceder la idea de la pasión patriótica como base de la promulgación de la idea de libertad. Esteúltimo punto será difícil sostenerlo, y la sección “elocuencia de las pasiones” intentará dar cuenta de cómo

     puede ocurrir esto. Por lo pronto, siguiendo a Castro Leiva, pueden describirse los dos extremos de la tensióncomo “racionalismo” y “voluntarismo”. Ambos juran a una sola bandera: la libertad del hombre; ambos

    apuntan a un mismo objetivo: la supresión de la libertad licenciosa. Pero el hecho de que una quiera hacerloapelando a las razones y certezas propias de la idea de libertad, por vía de argumentos, mientras que la otraquiera hacerlo apelando al amor a la patria, a la ley y al orden, abre un campo problemático acerca de cómo

    entender la elocuencia de la libertad republicana que aplasta a la bestia, al desenfreno, a la libertad licenciosa.

    II.

    Para entender cómo surge la elocuencia de la libertad desde el punto de vista de las pasiones, hay que

    establecer y comprender algunas diferencias existentes respecto del programa republicano. Desde cierta perspectiva (dominada por la opinión de Miguel José Sanz) la libertad republicana debía poner límites en todo punto y sentido a la libertad licenciosa que supone la existencia de pasiones desenfrenadas. Sin embargo,recuérdese que la idea del patriotismo viene detrás de la idea de libertad, y su existencia no es puramenteracional. El «hombre venezolano» que se guiaba bajo la perspectiva de Sanz veía con sospecha y recelo esta

    idea. Desde otra perspectiva, la libertad republicana debía encontrar la forma de legitimar las pasiones sin porello desconocer su carácter negativo. Esta perspectiva (en cabeza de Juan Germán Roscio) atiende a lanecesidad de no tornarse cerrado desde el principio a la idea del patriotismo como una pasión que, sin sercomo las otras, no deja de ser pasión. Así, pues, aunque Castro Leiva sugiere que Roscio aparece como másliberal que Sanz, ambos enfrentan un problema respecto de la concepción de la libertad republicana, a saber,

    “cómo ser libres sin detestar las pasiones en general. O, puesto de otro modo, si las pasiones en general son peligrosas, cómo obligarlas a ser libres.” (Ibíd. Pág. 196).

    1 Berlin conserva una distancia entendible respecto de la noción de libertad positiva. En su concepto, esta idea supone un

    sujeto divido, obligado a dominar sus pasiones a través de cierta parte racional, y este argumento, extendido al ámbito del

    ordenamiento estatal, justificaría que la razón del estado someta ciertas partes de la sociedad como fruto de su concepción

    acerca de lo que está bien y del dominio que debe ejercerse para que la sociedad prospere. En últimas, según Berlin, este

    concepto de libertad entraña el germen del despotismo en algunos sistemas políticos. Cf. Berlin. 1974. Pág. 146  –  148.

    Como se verá, esta será justamente la idea fundamental en la primera república, aunque hallará un matiz importante en la

    inclusión o justificación a través de la idea de libertad negativa.

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    Al problema de cómo encajar la idea de libertad con la de las pasiones se suma el largo lastre religiosoque pesa sobre la sociedad de la época. Si esta influencia tiene lugar, entonces la idea de libertad debesustentarse, en parte, en cierta visión teológica de la creación del hombre que aporte elementos para lafundamentación del proyecto de libertad republicana en Venezuela. Si el hombre es hecho a imagen y

    semejanza de Dios, posee virtualmente su perfectibilidad, y esto entraría a desempeñas un papel importante enla justificación de la capacidad humana para la libertad civil (Cf.  Ibíd. Pág.196). Por esta razón, todaargumentación acerca de la libertad republicana debía ser especialmente cuidadosa tratando el asunto de las

     pasiones.

    Sin embargo, y este es un asunto que resultaría difícil negar, las pasiones ya aparecieron al interior dela idea republicana y parecen tener un aspecto positivo. Así, pues, el problema anteriormente esbozado sufreuna modificación: no se trata ya de enfrentar la posibilidad de que las pasiones encuentren espacio en medio

    de la idea de libertad, pues esto parece ser evidente, sino más bien encontrar un espacio  positivo, un espacio enel que las pasiones sirvan para legitimar el proyecto de libertad republicana naciente en Venezuela. Un espacio

    que, por cierto, tenía ya todos los antecedentes en el “entusiasmo por lo sublime” propio de la educación delhombre del siglo XVIII.

    Cabe hacer, no obstante, una pregunta ¿No están estas ideas en el flanco opuesto de las pretensionesacerca de la libertad que ofrecen los “ patriotas bobos”? ¿No es precisamente a esto a lo que se enfrentan Sanzy Roscio?

    Tanto Sanz como Roscio deben encontrar estrategias para acortar en un primer momento este espacio positivo. Ambos parten de un antecedente acerca de la tradición republicana antigua que veía en el espacio positivo para las pasiones un riesgo. Apelando al pasado romano, se vio como ellos sucumbieron bajo la ideadel amor a la independencia (Cf. Ibíd. Pág. 198 –  199) ¿Qué impediría que la república naciente de Venezuela

    sucumbiera bajo el amor a las leyes, a la libertad?

    La estrategia de Sanz se encamina por la consideración de la libertad como parte de la naturaleza delhombre, perdida bajo la ciega conducción de las pasiones licenciosas. Esta conducción ciega de la libertad haformado los variopintos proyectos de dominio en la historia, y el control reglado de dichas pasiones promueve

    el orden de la libertad civil, creando un escenario para la promoción de los múltiples intereses en la sociedad.Sobre este escenario se dibuja toda una estrategia elocuente que maneja un discurso sobre las pasiones: todos

    los hombres obran persiguiendo cierta utilidad . Dicha interés en la utilidad ha originado desde siempre quecualquier ordenamiento tome un carácter aleatorio, mudable, inestable, sujeto al instinto y la casualidad. Sobrela base de esta incertidumbre, los hombres solo han podido dirigir su vida bajo la imitación de otros. Con que

    no es cierto que la igualdad entre los hombres, dada por sus capacidades naturales, sea lo que dé lugar alordenamiento racional del mundo social. Ahora bien ¿por qué razón se imitan los hombres? Porque tienen

     simpatía, y esta es una fuerza emocional. Así, pues, la radiografía general de las pasiones esbozada desde esta perspectiva justifica el surgimiento de la idea republicana y de la libertad bajo el regimentó de la razón y la

    ley. La justifica porque es la única manera de encontrar un modo viable de conducir el cálculo de utilidades alque todos los hombres tienden; porque es la única forma de que los intereses particulares no encuentren elvicio de la avaricia, el orgullo y la ambición. (Cf. Ibíd. Pág. 199 –  201).

    Por su parte, Roscio busca encontrar, no un control sobre las emociones, sino más bien una

    moderación. Su intención puede captarse en estas palabras de Castro Leiva

    “Primero que nada, debe percibirse que para Roscio y sus adeptos, la «moderación» emocional es el fin primario

    de la conducción de la libertad. Si era fácil y necesario agitar todo el «furor de las pasiones» en contra de la

    opresión y el despotismo, esto debía hacerse bajo el cuidado de no exacerbar los ánimos más allá de los límites

    de la razón” Ibíd. Pág. 202.

    El temor que supone el desborde de estas pasiones es para Roscio de especial atención, y encuentra unantecedente de los nefastos resultados de este desborde: Miranda. Como sugiere la lectura de Castro Leiva, laingratitud de Miranda, su resentimiento hacia la primera república, y por último su simpatía con los Ribas,fueron episodios vistos por los ojos de Roscio como resultado de la falta de moderación de las pasiones. Allí

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    las pasiones desbordadas, desatendidas por la razón, condujeron a la creación de “ideas liberalísimas” queeran, para Roscio, malos remedos de un gobierno.

    La idea de control y moderación corren, aunque por vías distintas, en una misma dirección. Se trata de poner límites y freno a la libertad licenciosa. La negativa a una consideración de igualdad entre los hombres sehallaba justificada, en parte por la convicción de que ese es el estado en que los hombres hacen, en virtud deesa igualdad, todo lo que quieren según les conviene, y sin medida alguna, o dicho de otro modo, se entregan

    al estado licencioso opuesto a la idea de libertad

    2

    .

    ¿Qué ocurre entonces con el espacio positivo de las pasiones? El proceso violento que vive Venezuela

    en el año 1811 pone contra las cuerdas la sostenibilidad de un proyecto de libertad republicana amparadosolamente en la racionalidad de sus preceptos, y que ve en las pasiones nada más que herramientas de uso

    restringido y de manejo especial. El rigor de la muerte, que se impuso entonces sobre más de trescientas personas, puso de presente que defender la república exigía más que una defensa racional y carente de afectos pasionales por la libertad. La clave de recepción de los acontecimientos es alterada desde ese momento, y

    ahora, contra todo pronóstico, la “desafección” será mal vista y calificada como delito. Por primera vez entodas las intervenciones de Roscio se ve un lugar auténticamente positivo para las pasiones, como lo muestra

    la siguiente cita que trae Castro Leiva a colación: “ por ella [Acta del día 2 del Congreso…] se califica la prudencia con que usted evadió el peligro y, la  sublimidad de sentimientos que manifestó, arrojando a unahoguera en esa plaza pública el retrato y armas de Fernando …” (Ibíd. Pág. 205).

    Recuérdese que ya en la tradición retórica que tenía lugar en la educación de la época había un lugaramplio para “lo sublime”. Esta idea será la que asumirá el carácter rector de la libertad. La libertad como

     fuerza de brillo de lo sublime  empieza a desempeñar ahora un papel importante en la conmoción necesaria para fortalecer las ideas de libertad y patriotismo que la primera república de Venezuela de 1811 exaltaba

    entonces.

    El movimiento no puede ser más claro: desde el momento en que la libertad debe ser exaltada comovirtud propia del patriotismo venezolano, y esa exaltación pasa precisamente por el lindero pasional del amor alas leyes, el orden y la libertad misma, nace la paradoja entre racionalismo y voluntarismo. Una paradoja que

    obliga a la idea de libertad republicana defendida por los primeros patriotas a moverse desde sus principiosmás racionales, amparados en toda una tradición filosófico política, hasta el campo retórico de lo sublime y

    conmocional. Este movimiento, constituye quizá una de las elocuencias más admirables de la estrategiarepublicana de los entonces promotores de la primera república venezolana.

    III. 

    El movimiento que desplaza los argumentos y la teoría, encausándola en el curso de laconmocionalidad, no logra, sin embargo, aniquilar la necesidad de que la libertad republicana tenga que

     persuadir con razones. La razón es perfectamente identificable: una vez la bandera sublime de la libertad ha

    conseguido el propósito de la independencia, es necesario que esta encuentre un camino para su sostenimiento.Esto nos devuelve a la famosa cita de Rousseau, donde se expresa claramente que una vez se ha superado elestado del grito de libertad, es necesario que el lenguaje encuentre otros modos de expresión. (Cf.  Ibíd. Pág.193). Esta es quizá la gran dificultad del proceso adelantado a partir de la sesión del 3 de julio de 1811, cuandoel congreso constituyente se debate si declarar la independencia.

    La dificultad y necesidad de discutir acerca de la declaración está atada al hecho de que la situación

    del discurso político es para ese momento bastante compleja. Aunque la libertad en efecto conmovió a los primeros patriotas, no todos se encuentran en sintonía acerca del programa político de la libertad y de laconveniencia de declarar la independencia. El asunto se dibuja, ahora, en el plano de las razones ¿Qué razones

     justifican la comprensión del proceso de independencia de los primeros patriotas? ¿Qué idea de libertad está

    2 Recuérdese que, para Sanz, no todos los hombres en todas las partes del globo son iguales ni requieren las mismas

    limitaciones y prohibiciones en su actuar (Cf. Castro Leiva, 2005. Pág. 199). Nada impide que esto ocurra del mismo

    modo en Venezuela entre los distintos tipos de actores políticos de la época. Por eso la necesidad de instaurar leyes que

    dirijan el curso de las acciones lejos del mal de las pasiones, que tiende a ser irrefrenable más en unos que en otros.

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    en juego en este proceso? Aunque todos cantaban a una sola voz la idea de la libertad, seguían existiendo lostemores sobre las pasiones y sobre la necesidad de reglarlas para evitar el desenfreno. La perspectiva de lalibertad aparecía, en el escenario político, bajo dos formas que terminarán por entrelazarse: por un lado,quienes creían que para que un pueblo fuese libre bastaba con que quisiera serlo, y por otro lado quienes creían

    que a pesar de todo se requería la existencia de leyes que limitaran y contuvieran los excesos de las pasiones yevitara confundir independencia con libertinaje.

    Los dos polos de la tensión fundan el camino discursivo de la idea de libertad republicana enVenezuela. Puede resumirse del siguiente modo “creer  que para ser libre basta con quererlo y luego, por ello

    mismo, proponer una ley que nos obligue a serlo” (Ibíd. Pág. 210). Esta tensión describe dos modos decomprender la libertad que no se dejan atrapar fácilmente como simples aspectos de una misma visión, o comodos caras de la misma moneda. Castro Leiva dice al respecto

    “si […] conservamos como conceptualmente vivas las divergencias de aquellos tempranos tiempos […] entonces

    las posiciones sobre la libertad política se nos perfilan como irreconciliables.

    En efecto, por una parte para ser libre bastaría con un simple deseo de serlo, con querer serlo; por la otra, esto no

    sería sino  – acaso apenas –  una condición necesaria, nunca suficiente, para la libertad. De esta segunda manera,

     para ser libre habría de verse obligado a serlo precisamente sobre la base normativa de una negación del querer  

    y el deseo primigenios”. (Ibíd. Pág. 211). 

    Se enfrentan, así, libertarios contra moderados. Por lo que ya ha mostrado Castro Leiva en la sección previa, es evidente que los moderados llevaban una cierta ventaja discursiva frente a los libertarios. Y esto senota a todas luces en las perspectivas políticas de Sanz: no es suficiente que la naciente república deVenezuela sea independiente. Si quiere ser libre, debe someterse a la moderación virtuosa de la ley que eviteaquel nefasto proceso descrito antes sobre los romanos. Se trata en últimas, de evitar a toda costa que la

    república sucumba ante la tentación del abuso del poder, del despotismo. La idea de libertad política que guíeel proceso republicano debe tener presente estas concepciones acerca de la capacidad del autodominio de larepública que le impida sucumbir a las pasiones siempre feroces del estado licencioso.

    Sobre esta base se dibujó por fin un proyecto de libertad republicana que daba cuenta del carácter

     persuasivo de estas ideas. En efecto, la aparente contradicción entre, por un lado, el querer ser libre y serlo poreste puro querer, y por otro lado, la necesidad de las leyes, aparece más bien como la delimitación de etapas

    del pr ograma de libertad republicano: la libertad bajo el regimiento de la ley “es la condición para hacer oactuar sin impedimento en la búsqueda de determinados fines lícitos que legalmente son aquellos queconfiguran su sentido propio”  (Ibíd. Pág. 213). Esta idea, que configura el espacio político de la libertad, se

    consuma en la idea de un gobierno mixto, que distribuye los poderes, que se autorregula y se autodomina, queno sucumbe ante los excesos de poder, pues se sabe poseedor de una ley que habilita la acción e impide el

    exceso.

    Lo que Berlin llamó libertad negativa y positiva, encuentran aquí un cauce común, una sola vía de

    transito. La libertad republicana es la que permite la libertad con solo querer serlo, siempre que se dé en elmarco de la regulación de las leyes. Solo en medio de la sociedad civil constitucionalmente organizada el

    hombre tendría la capacidad de ser libre sin impedimentos (sin interferencia, es decir, bajo la idea de libertadnegativa), y esta capacidad se vería garantizada por la existencia de leyes que regulan la acción y lo hacen

     poseedor de un espacio para actuar positivamente, para desear lo que debe desear, y dominarse como debahacerlo (bajo su propio designio sin que atente contra la ley, es decir, bajo la idea de libertad positiva). Larepública representaría una imagen más amplia de esta relación: actuando sin interferencia de ningún tipo en

    sus designios como estado (libertad negativa), aunque limitada por la distribución de poderes y la limitaciónde sus “virtudes” que evitan desembocar en licenciosas pasiones y mantiene así el autodominio .

    Ahora bien, cabe la pregunta ¿qué justifica la formulación de este programa? Hasta ahora, suformulación logra vislumbrar una posible coherencia que no se ve afectada por la suposición inicial que

    involucraba aspectos aparentemente contradictorios, aunque en todo caso opuestos. Sin embargo, no sevislumbra desde aquí su justificación. Castro Leiva identifica detrás de esta idea toda una concepción moral ymetafísica que pone de presente los fundamentos de esta formulación. Que el hombre puede y debe ser

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    obligado a practicar la libertad, se justifica mediante un argumento naturalista, teleológico, acerca de lanaturaleza del universo y, por tanto, de la naturaleza del hombre. Todas las cosas tienen un telos, una virtudalcanzable, capaz de vislumbrarse bajo la luz de la razón. La libertad, el gobierno de los hombres, y laestructuración racional de las sociedades no escapan a este argumento. Se ve, entonces, que existe una manera

    de ser libre de acuerdo a la naturaleza racional del hombre. La potencia que tiene el hombre de explotar lasvirtudes que acompañan a su naturaleza alcanzan su desarrollo en acto en la estructura de una repúblicaracionalmente pensada, sometida al designio de la ley. Así, el hombre encuentra en su razón el telos de cada

    cosa y procura conducir sus acciones y aquellas en las que puede influir atendiendo a ese objetivo. Llevado allímite, este argumento halla una relevancia notable en la idea del hombre y la libertad

    “el argumento invita a encontrar, en la razón constituyente de un orden natural creado, el análogo, también

    creado, de la relación en el hombre entre poderes de la razón y poderes de las pasiones. Siguiendo, y

    obedeciendo, la subordinación de las relaciones entre las ´partes del hombre, este alcanza el espacio necesario

     para su libre expansión moral y, al propio tiempo, se somete  – es sometido –   a conciencia al imperio de su

    naturaleza racional”. Ibíd. Pág. 216.

    La libertad republicana se mueve desde la perspectiva de libertad positiva hacia la negativa. Sumovimiento es el movimiento de una posibilidad: solo a través de la libertad positiva es posible una libertadnegativa. Solo a través del orden, que delimita el espacio para el autodominio, puede el hombre, en virtud de

    su capacidad racional, explotar su capacidad para la libertad. Esta fue, ni más ni menos, la elocuencia de

    razones que sirvió para defender un proyecto de libertad capaz de fundar la primera república en Venezuela.

    IV.

    El declive de la “patria boba” en Venezuela produjo reacciones tan fuertes como el manifiesto de

    Cartagena escrito por Bolívar. Más que detenerme en las razones que efectivamente produjeron el declive deesta primera república, vale la pena llamar la atención sobre el lugar histórico e ideológico que le atribuye

    Castro Leiva a este manifiesto. Según dice

    “ El Manifiesto de Cartagena  se puede tomar como inicio del proceso conceptual de lo que hemos llamado el

    historicismo político bolivariano. Y como sepultura de un cierto liberalismo  republicano, a saber, lo que aquí

    hemos denominado el republicanismo cívico moderado”. Ibíd. Pág. 218.

    La razón que me mueve a atender esta cita está dada, en principio, por la clara corroboración que tieneen el marco del desarrollo historiográfico de la historia venezolana, que fue puesta en evidencia por GermánCarrera Damas. Pero, más que esta primera evidencia, que puede corroborarse a través del examen crítico delos textos históricos, me interesa mostrar el alcance que tiene la reflexión de Castro Leiva según sus propios

    intereses. En la introducción general al libro, Luis Castro Leiva afirma que la intención primaria de losensayos allí recopilados es repensar el surgimiento de la nacionalidad política venezolana. La significación de

    este “repensar” puede tomar distintos rumbos, pero yo quisiera restringirlo a una intención más específica, puesta algunas líneas más adelante del texto: “restituir aquel pensamiento a las condiciones de posibilidad desu intención y evaluar sus posibilidades éticas de entonces y de hoy”. (Ibíd. Pág. 177).

    La reflexión de Castro Leiva pone un precedente importante en la visión del desarrollo histórico y

     político de Venezuela, pues hace saltar a la vista que, contrariamente a lo que se piensa, un proyecto políticoexistía antes de que pudiésemos contar con la visión de ordenamiento que se desprende de los textos

     bolivarianos. Por seguir con el ejemplo de Castro Leiva, el manifiesto de Cartagena no constituye el único ni

    el primer documento que puede llegar a sugerir un ordenamiento para la angustiada Venezuela que quedadespués del proceso de emancipación. Esto, entonces, sugiere que puede rastrearse a través de la historia

    venezolana otras tradiciones y otros modos de comprender la historia, que no se restringen al lente del culto bolivariano. Pero aún más, aquel concepto ya vuelto muletilla en nuestra visión de la historia de la

    independencia, el de “patria boba”, merece ser examinado con más detalle, pues su formulación no es solo parte de un discurso que posteriormente se volvió ideológico y dominante, sino que distrae de la necesidad deobservar tras él un valioso reporte de las ideas políticas de la época.

    ***

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    Bibliografía:

      Berlin, Isaiah. Libertad y necesidad en la historia. Revista de Occidente. Madrid, 1974.

      Castro Leiva, Luis. Obras de Luis Castro Leiva. Vol. 1. Para pensar a Bolívar.  UniversidadCatólica Andrés Bello / Fundación Polar. Caracas, 2005.

     

    Pettit, Philip. Republicanismo, una teoría sobre la libertad y el gobierno. Paidós. Barcelona,1999.