¿Con qué pagaremos amor tan inmenso? que diste tu vida por el pecador; En cambio recibes
Por fOSfORO 1I necesaria~....so amor, y este amor es el de la muerte. Pero precisamente un amor tan...
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urealis/ll.o de comastros niquela.dos".
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U'/Il.onstruo sag1'ado del cine".
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lettres nouvelles", se refiere al tema después de asistir a una reposición de .G.ro:t~Hotel, la película que en 19~2 dlnglOEdmund Goukiing, con un bnllante reparto: Greta Garbo, Joan Crawford,Wallace Beery, John y Lionel Barrymore. "Desde su nacimiento -señalaKyrou- el cine ~ue espec.táculo., .Espectáculo que alcanzo, a parttr dell fmal dela primera guerra, la categoría de espectácul'o denso. El apogeo de esta catego.ríase realizó en La edad de oro,. y el cmenorteamericano lo explotó en los comienzos ele la cinematografía sonora...Por densidad, entiendo realismo profundo (juego de actore.s al. cabo ver~aderos incluso en las mmuoas: anotacIOnesfútiles y necesaria~. para .eb am?ie.nte,eli tono, la exagera'clOn de los sentttT~len
tos que así se re,:ela.n en su realtdadsensible, etc.), bulltr mtenso (la sen~ación de asistir al nacimiento y a la Vida-a menudo a 'la muerte- de un mundo), riqueza (negarse a hacer mal usodel cine y el material temático) ..." Estas calidades, termina diciendo Kymu,'son perceptibles :en una película que,en su época, no pasó por excelente: hoy,resalltan por comparación con la pobreza,nivelación v convencionalismo vigentes.Añadirial11~s: por la renuncia del cineactual a utilizar pl'enamente los recursos,a realizar plenamente los valores, propios del cine. El único gran cine siemprenos ha parecido el mudo: la intencióntotal de este medio artístico sólo constaen Potemkin, La M adre, La pasión de
Juana de Arco, la obra de Chaplin ...Jamás el cine, con el añadido verbal, harecuperado aquel plano. Pero obligadoa hablar, ¿qué debe decir el cine? Enprimer lugar, lo que dijeron las grandespelículas mudas: he aquí una expresiónde arte original, fundada en la inteligencia y emoción de imágenes en movi-
LE
LA ROSA TATUADA
MUERTE DE UN CICLISTA
COMICOS
FANFAN LA TULIPE
Por fOSfORO 1I
CeATRo PELÍCULAS en blanco y negro,proyectadas en pantalla normal, sinruidos interespaciales e ultraterre
nos, sin colores turbulentos, ruborosos,monárquicos o apasionados, rescatan unpropósito, una categoría que el cine parecía haber perdidQ: los de la densidad. AdaKyrou, en el úl~il110 númer@ de "Les
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perado, pero no la de un suicida: un suicida no puede tener historia, y no otracosa significa el hecho de que no puedaser interpretado. Si alguna interpretaciónpodemos sacar de este diario, es pues, unainterpretación vital y no en el sentido dela muerte. Por eso, incluso, su evidentenostalgia de la muerte adquiere tambiénun sentido vital, viene a ser una especiede extraña fidelidad. Toda la historia desu vida parece la historia de un tormentoso amor, y este amor es el de la muerte.Pero precisamente un amor tan tormentoso, con tanta historia secreta, tan fiel y,en una palabra, tan vivo, da la trama deuna compacta y positiva existencia. Creoque hay toda una familia dé espíritus que,como 'éste, hacen de su vocación a lamuerte un verdadero medio de amar lavida: para ellos la muerte es como la vidapor debaju, es lo que la vida les prometey depara. y, siendo lo único a lo que valela pena ser fiel, la escogen como centrode su vida, que para ellos no puede sermás que fidelidad. La desesperación dePavese; su trágica soledad; el tono desgarrador con que se habla de tú, comolos grandes, inconsolados solitarios; todoesto no está impregnado, como en otroscasos, de rencor, sino que no es más quefidelidad No le interesa destruir nada nideni¡:;rar d la vida; no desprecia nada nise evade; no necesita consolarse con brillantes construcciones ideales gozadas incomunicablemente. Ni siquiera intentaolvidarse en la exterioridad, en la que,sin embargo, participa activamente. Empezado en 1935, eñ el destierro donde elfascismo le había confinado, el diario casino se ocupa más que de asuntos de creación, de disciplina interior y de aclararsu destino. Lúcido y despiadado consigomismo, incluso demasiado como suelenserlo les desesperados y los solitarios, vaconstruyendo su obra con perfecta conciencia de su valor, e incluso (de maneranecesariamente inefable) de su sentido.La relativa gloria, cuando llega, le encuentia preparado, más fuerte que ella perosin desprecio. Hay en esa época unos añosde plenitud, de paz casi ejemplar, y deuna madura sabiduría que le lleva casi alborde de encontrar un sentido ya invulnerable a su existencia, a toda existencia. Yluego, bruscamente, en plena madurez, 'enplena fuerza, en plena gloria, su antiguoamor vuelve a llamarle. Es curioso que,al parecer -pues el diario casi no contiene datos biográficos- hubo tal vez ·.lI1allamada concreta de un antiguo amor concreto. Y parece entenderse entre líneasque a él mismo le pareció palmario elparalelo. Entonces ya no hay posibilidadde ser infiel: el amante torturado y difícildeja de luchar y se duerme entre sus brazos. Eso era todo, eso lo era todo.
Pero la sensación que nos queda es lade ese calor casi insoportable que tienela carne palpitante; es, como pocas vecesse siente, la sensación de hombre. Y otravez la vida se cierra sobre sí misma, vuelve a caer en sí misma, en sus dudas, ensu riesgo, en su hermosura - y en suarte. Nunca sabremos por qué se suicidóPavese. Pero podemos saber -o sentirpor qué vivió. Vivió, por decirlo de alguna manera, aunque en rigor es imposible, por ese riesgo y por esas dudas, 'poresa hermosura y ese arte. Vivió por lafidelidad, que en su caso se llamaba muerte. Pero su testimonio no fué en favor dela muerte, sino en favor de la fidelidad.
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miento. En segundo: densidad, utilización de ese talento visual para crear unmundo con todas sus dimensiones. Laspelícula.s de Dreyer, Eisenstein, Murnau,nos entregan la totalidad de vida alalcance de sus medios expresivos. Aúnlos mejores ejemplos de la última décadadel cine se limitan a presentarnos "rebanadas de vida". La palabra, en cine,debe esta·r al servicio de la imagen: subrayarla, animarla, insinuar y enriquecersn intención. Economía y exactitud de lapalabra, penetración y vivacidad de laimao-en: den idad, espectáculo creador.La cuatro películas a l'as que vamos a'referimos, sin ser en verdad grandespelículas, parecen restaurar ese ánimode c:rea~ión cinematográfica. En mayoro menor grado, todas se niegan a,1 conformismo artístico, todas afirman que enel cine también cabe la inteligencia.
Tal función, en La rosa tatuada lacumple !\lla.Magnani. Monstruo sa,gTado del cme, la señora Magnani perteneceal escalafón de la Medusa, la Salamandra, los Nibelungos, U rganda la Desconocida y otras manifestaciones semejantes del mito y la abrumadora totalidad.Desde que aparece, cargada de bultosnarices, pelos, kilos y papujas, nos i)er~catamos de que la naturaleza ha sufridoun percance irreparable: ha entrado almundo l~na fuerza fuera de control, capazde aSU!11Jr, transformar, hechizar hasta ungrado paralelo al de la propia naturalezatodos 10.5 matices de ]Ia pasión y la ternura, todas las acechanzas del humortodas la.s gracias de la misericordia y l~generosIdad. ¿ Es posible competir impunemente con la naturaleza? No: éstase venga, y lanza s!Obre la testa de fuegos de la Magnani una maldición, pornombre Tennessee Williams. (No eslícito bautizar,;e con la geografía: ¿ quépensaríamos de un señor llamado Michoacán Pérez o Aguascaeientes González?) Para el super-realismo de Ana.Magnani, el más raquítico realismo deTennessee. Realismo l11ue¡ble: :rea1'ismode camastros niquelados, escupideras decobre,. máquinas de coser des.vencijadas,caketllles rotos, que gritan y hacen señas: "Fíjense nada más que realismolJlás realista somos". Ma, nome di Dio,s'iamo meridionale : ¿qué te hace Tennessee Williams a un constnIctor de Paestuan? Y la Magnani, indiferente almarquito de Ohatanooga-Chu-Chu quequiere encadenarla, lo rompe y se lanzaa la COnquista, a la creación de un mundo. Ese inundo en eU que en verdadnada humano es ajeno: faja'rse vigorosa~mel1lte un corset, orar con el juramento aflor' de labios, altar carcajadas, compasión, furia, rara vez sentidas en el celuloide. Mundo del auténtico, de'! elemental calor. El cine nos tenía tan acostumbrados a rozar la piel de hul'espuma deMarylin, Jane y Betty. Ahora, desde larecámara de al lado, se escucha la carcajada y la quejumbre de una hembra de peinada sentada sobre una cama de sábanas revueltas, El espectador puedevolver a cohabitar.
Del realismo pepenador de Williams alsólido realismo de Juan Antonio Bardem
media 'la misma di tancia que entre WaltDisney y Gaya. Y, en efecto, las imágenes de Cómicos y Muerte de un ciclista parecen, 'en ocasiones, proyectaren animación los "Capricho.s": sustitución de tocas de encaje por abrigo devisón, de los afeites de las señoritas procuradas por el menos trágico maquillajede la actriz de la legua, de las cabezasde agua tinta de los asnos sabios por elporte escrupuloso del mercanti.lista, deLintelectual de salón, del fariseo. La S'Of
presa es total: como del agua tinta antesde Gaya sólo se esperaban grabaditosfranceses de decoración bucólica, del cineespañol pre Barden sól'o se sabía gazmoñería o, a lo sumo, aires de nostalgiaimperial: i reinar después de morir! Latécnica de Bardem entronca en la líneaperdida de Eisenstein y Pudovkin: primeros pla:nlos dramáticos, corte severo yrápido, sorpresa en la transición, montaje, síntesis de la "pars ·pro tato", caracterización global. Más aún: hace suyoee realismo trágico, denso, redondo-realismo de la imaginación, del creadar: visión del mundo- del gran artey de la gran literatura español'es. Parael gran creador -ya desde "Lazarillode Tormes"- no hay personajes secundarios. Que esto se pueda decir de unaobra cinematográfica, es en verdad excepcional. Para Bardem, no hay person.ajes desaprovechados: en Muerte deun ciclista, en Cómicos, todos siguen undesarroUo interno relaCÍionado, dependenlos unos de los otros, ninguna deja depercibirse. ¿ Qué sería de Robert Ta)"lorsi no ocupara siempre el centro de laacción, si todos los hilillos de la tramano dependieran de su val'or, su inventiva', su osadía? Por .el contrario, ¿ quésería de Alberto Closas, el intelectualroto por el mundo franquista de los' valores comprados, del conformismo y lainfluencia, sin el pomposo fariseo que'Ivigila .todos ~os aspe:ot'os de Da vLclanacional"; sin Rafa, el crítico de arteque vive de recoger las migajas de unaplauso di'lettante por un lujo culturalagradable pero innecesario; sin la estudiante capaz de levantarse contra unainjusticia y, a la vez, de perdonarla; sinla chica bien de diversiones fungibles;sin e'i hombre de negocios anclado,tranquila conciencia, en el universo dela seriedad, -sin ese ciclista muerto alque nunca vemos, pero del que tantollegamos a saber en una sórdida barriada donde la pobreza no es, jamás, lafácil justificación de un golpe de pecho-, sin esa madre rodeada de horasfijas, de sabia inconciencia, de mueblespasados de moda; sin esa turba de estudiantes baña¡e\a de premonÍleión; sinesa hermana que highball en ristre, canasta en perspectiva, se pasea por todoslos salones? De la misma manera, enCómicos, la menuda y trágica existenciade Elisa Galvé, I'a dama joven que nuncapronunciará más de veinte líneas, peroque nunca podrá abandonar el carruselde hierro de las tandas, las terceras Jlamádas, 100 trenes de segunda, los hotelesde paso, el maquilllaje, el. débil, aplauso,forma ~1n todo con las de sus oompa-
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ñeros de la legua: un mundo de preocupaciones y de ilusiones -nunca demasiado importantes, siempre demasiadoconcreta~- se teje insensibleri1ente, cargándose de emoción, hasta estallar en laúltima escena, verdaderan1ente patética(y ólo comparable a otra, muy semejante, de Candilejas) en que la actrizasume con humildad y emoción su destino, agradeciendo l'os aplausos de unasala va.cía. Juan Antonio Bardem se hacolocado, de golpe, a la cabeza de losrea"lizad.ores dd cine en castellano. Experiencias que parecían reservadas paraun cine en italia,no, en francés, a vecesen inglés, se escuchan, sienten, intuyenhoy en español. ¿ Será posible, despuésde esto, seguir tolerando la reuma decalendario, la ñoñería, la falta de humory de penetración de nuestras películasmexicanas -ahora revestidas de coloresy pantalla ancha que nunca disfrazan laramplonería esencial? ¿ Con quien andannüestros productores? AparelntemJente,con una nueva modalidad que podríamos denominar TexcoCiOxfordiana: lanoble raza chichimeca cubierta de CadiIlacs y rascacielos, en un mundo acartonado de elegantes residencias, Lola Beltrán de postre, problemas de melodra-n:ón a lo Carolina Invernizzio, y ausenCIa total' de celulitas grises. Pero qué elegantes nos sentimos.
Densidad, densidad de humor enFanfan. la Tulipe. A la redenció~ delabsurdo, toda la historiografía de capay espada. A.J: temblor de la risa amarga,toda la glona de las historias nacionales, toda la e·statuaria de yeso de batallasvictorias, reyes bien amados, centurio~ne,s de hierro. Reir es distingu'ir: cuandose reduce al absurdo, las cosas quedanen su justo sitio. -y así, tácita, talentosamente, Fanfan la Tulipe, arrojando al'cesto tanto oropel, deja al desnudo laverdad humana del ser 'manoseado porla historia, del ser traído y llevado, fusilal hombro, por alguna gloriosa mentira.Pero aún así, en este baratillo de la gloria, existe esa mínima salvación que esel. espíritu cómico. Lo encarna GérardPhi1ipe: un hombre ridícul'o es decirun hombre bueno. Allá arriba: en el cas~tillo de Luis XV, en el cuartel' de esosmilitares seudo-prusianos, están las carasadustas, el. sentido d'e la misión : desconfiémos. Acá abajo, entre la tropa ysus mujeres regordetas y sus cueros devino, está el hombre ridículo capaz dereir. Decía Dostoievsky,' en una cartae$cri ta en la época en que redactaba"El. idiota": "La idea principal de lanovela es pintar a'l' hombre positivamentebueno. Nada más difíci'¡... De los tipos'buenos' de la literatura cristiana, el másperfecto es Don Quijote. Pero es buenosólo porque al mismo tiempo es ridículo.El Pickwick de Dickens ... , tambiénes ridículo y en ello estriba su éxito. Elhombre bueno ridiculizado que desconOlce su propio valor, produce un sentimiento de OOI11pasión ..." Las palabrasdel gran novelista sólo podrían aplicarse,en nuestro siglo, a Chaplin. En menorgrado, Fanfan la Tulipe las merecería.