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Suaves cumbres bordean la gran hoya del Bierzo. En días claros se puede contemplar toda la llanura desde cual- quier punto de estas montañas, como centinelas de su desarrollo, de su gran planificación urbana. En sus laderas los sotos de castaños y robles inundan su orientación norteña; escobales, piornales y carrascas salpican las sureñas. En sus cumbres, brezales, arandaneras y enebros ocultan las pocas peñas de calizas y pizarras que sobresa- len de los ya escasos pastizales. Por estos parajes aún sobrevive una abundante fauna… En el «paso» de la Aquiana se observan las heces de lobo, con pelo de sus presas; y en las alboradas de febrero se escucha su aullido en el valle del Airoso. Corzos y jaba- líes frecuentan cualquier esquina del Bierzo, pero en estos recónditos parajes es mas frecuente observar a gatos monteses, garduñas, algún turón, raposos, tejo- nes…Incluso grandes ciervos, cuya berrea pronto ensor- decerá los rebolares de los Montes Aquilanos. Por las cabeceras del río Sil, el Cabrera o el Selmo aún merodean algunas nutrias. Y en las escasas pilas de leña, en las afueras de los pueblos de montaña, se pueden ver las escurridizas comadrejas. En los pequeños bosquetes de la comarca saltan las cada vez más abundantes ardillas, acechadas por martas y ginetas. Hay referencias de pre- sencia de osos en esta última década, sobre todo en la zona de Sobrado y Oencia. Incluso se cita en 2005 en Villarrando, a orillas del Lago de Carucedo. Hace años que no dispongo de observa- ciones de desmán de los pirineos o azmiclera, de ratas de agua, de visón euro- peo, ni de armiño. Pero siempre nos puede sorprender alguna especie nueva o escasa. El pasado mes de febrero sorprendí un lirón gris en el hueco de un castaño, donde hibernaba. Va para cuarenta años, por los 70, se cazó un lince en un cepo en la zona de Carucedo, y un vecino de Campañana comenta la pre- sencia de una solitaria hembra de lince du- rante varios años por la zona. Un guarda de seguridad de las canteras de pizarra mencio- na la observación de un lince en Odollo en 1987, y cazadores de Sobrado dicen haber visto otro lince en el paraje de Peña Negra en 1996, fecha en que quedó atrapado un lobo en un lazo de jabalí en ese mismo lugar. Un guarda de caza hace referencia a un meloncillo muerto en la carretera N-120, a la altura de Requejo, en la década de los 80. La avifauna es más compleja, pero cualquier ave de la lista española nos puede visitar en algún momento, aun- que algunas especies es ya muy difícil que se puedan ob- servar. A nuestras montañas han vuelto los buitres. Hace mas de cincuenta años que las aigas do lobo no retorna- ban a estas sierras. Lo buitres negros, que se acercaban a las beceiras, hacían presagiar a los pastores el inminente ataque de los lobos, puesto que los grandes carroñeros seguían a los carnívoros en sus cacerías. Hasta ocho se han visto en las brañas de Cabrera en estos últimos vera- nos, junto a varias decenas del buitre leonado. El escaso alimoche ha vuelto en este último lustro a dejarse ver en el Bierzo, lugar donde anidó por última vez en 1993. El pasa- do año vi dos adultos y un joven por las laderas del Casti- llo de Cornatel, prueba de que volvió a procrear. Ni en los cortados de Covas, ni en el desfiladero del Primout, en Librán, pude detectar su nido. Aunque al parecer lo hizo por la zona de Galicia, en la sierra de la Encina de la Lastra. Rapaces como las siguientes: águila real, águila culebrera, águila calzada, ratonero común, halcón abejero, POR LAS MONTAÑAS DEL BIERZO Alfonso Fernández Pacios Nutria paleártica (Lutra lutra)

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Suaves cumbres bordean la gran hoya del Bierzo. Endías claros se puede contemplar toda la llanura desde cual-quier punto de estas montañas, como centinelas de sudesarrollo, de su gran planificación urbana. En sus laderaslos sotos de castaños y robles inundan su orientaciónnorteña; escobales, piornales y carrascas salpican lassureñas. En sus cumbres, brezales, arandaneras y enebrosocultan las pocas peñas de calizas y pizarras que sobresa-len de los ya escasos pastizales. Por estos parajes aúnsobrevive una abundante fauna…

En el «paso» de la Aquiana se observan las heces delobo, con pelo de sus presas; y en las alboradas de febrerose escucha su aullido en el valle del Airoso. Corzos y jaba-líes frecuentan cualquier esquina del Bierzo, pero en estosrecónditos parajes es mas frecuente observar a gatosmonteses, garduñas, algún turón, raposos, tejo-nes…Incluso grandes ciervos, cuya berrea pronto ensor-decerá los rebolares de los Montes Aquilanos.

Por las cabeceras del río Sil, el Cabrera o el Selmo aúnmerodean algunas nutrias. Y en las escasas pilas de leña,en las afueras de los pueblos de montaña, se pueden verlas escurridizas comadrejas. En los pequeños bosquetesde la comarca saltan las cada vez más abundantes ardillas,acechadas por martas y ginetas. Hay referencias de pre-sencia de osos en esta última década, sobre todo en lazona de Sobrado y Oencia. Incluso se cita en 2005 enVillarrando, a orillas del Lago de Carucedo.

Hace años que no dispongo de observa-ciones de desmán de los pirineos oazmiclera, de ratas de agua, de visón euro-peo, ni de armiño. Pero siempre nos puedesorprender alguna especie nueva o escasa.El pasado mes de febrero sorprendí un liróngris en el hueco de un castaño, dondehibernaba.

Va para cuarenta años, por los 70, se cazóun lince en un cepo en la zona de Carucedo,y un vecino de Campañana comenta la pre-sencia de una solitaria hembra de lince du-rante varios años por la zona. Un guarda deseguridad de las canteras de pizarra mencio-na la observación de un lince en Odollo en

1987, y cazadores de Sobrado dicen haber visto otro linceen el paraje de Peña Negra en 1996, fecha en que quedóatrapado un lobo en un lazo de jabalí en ese mismo lugar.Un guarda de caza hace referencia a un meloncillo muertoen la carretera N-120, a la altura de Requejo, en la décadade los 80.

La avifauna es más compleja, pero cualquier ave de lalista española nos puede visitar en algún momento, aun-que algunas especies es ya muy difícil que se puedan ob-servar. A nuestras montañas han vuelto los buitres. Hacemas de cincuenta años que las aigas do lobo no retorna-ban a estas sierras. Lo buitres negros, que se acercaban alas beceiras, hacían presagiar a los pastores el inminenteataque de los lobos, puesto que los grandes carroñerosseguían a los carnívoros en sus cacerías. Hasta ocho sehan visto en las brañas de Cabrera en estos últimos vera-nos, junto a varias decenas del buitre leonado. El escasoalimoche ha vuelto en este último lustro a dejarse ver en elBierzo, lugar donde anidó por última vez en 1993. El pasa-do año vi dos adultos y un joven por las laderas del Casti-llo de Cornatel, prueba de que volvió a procrear. Ni en loscortados de Covas, ni en el desfiladero del Primout, enLibrán, pude detectar su nido. Aunque al parecer lo hizopor la zona de Galicia, en la sierra de la Encina de la Lastra.

Rapaces como las siguientes: águila real, águilaculebrera, águila calzada, ratonero común, halcón abejero,

POR LAS MONTAÑAS DEL BIERZOAlfonso Fernández Pacios

Nutria paleártica (Lutra lutra)

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milano negro, halcón común, alcotán, cernícalo vulgar, azor,gavilán, y los aguiluchos… están presentes frecuentementeen la comarca, sobre todo en los aledaños de sus cumbres.Se pueden ver en la zona de estudio águila perdicera, águi-la pescadora y aguilucho lagunero, pero sin constatar sunidificación. En 1996 recogí en un gallinero de San Pedrode Trones a un inmaduro de águila perdicera, pero nuncahe podido verificar su nido en el Bierzo.

Entre los riscos y los valles de la Cabrera merodean enverano una gran pluralidad de pájaros: desde los colori-dos roqueros rojos, hasta las vistosas collalbas rubias,pasando por alondras, bisbitas, escribanos hortelano ymontesino, arrendajos y chovas piquirrojas, agateadoresy trepadores azules, carboneros y herrerillos, perdices ro-jas y pardas, mosquiteros y zarceros, mitos y reyezuelos,chochines y currucas, mirlos y tordos, codornices yacentores, pito real y pico picapinos, oropéndolas yabejarucos, golondrinas daúricas y aviones zapadores,pardillos, jilgueros, verdecillos, camachuelos y verderones.

En las orillas de arroyos y de los lagos, como en el de LaBaña, andarríos, archibebes, chorlitejos, garzas,cormoranes y algún ánade real pueden ser vistos; junto amirlo acuático, martín pescador y las lavanderas blanca ycascadeña. Casi la gran mayoría de las especies que habi-tualmente ocupan nuestras guías de campo.

Pero son algunas las especies raras que nos visitan:críalo, elanio azul, cernícalo patirrojo, pechiazul, carraca,escribano cerillo… las que me hacen subir de cuando encuando a estas cumbres.

Busco todos los veranos el pechiazul por la cuerda queva desde La Aquiana hasta El Morredero, que ya el recor-dado Alfredo Noval, en su insigne obra Las Aves de Espa-ña, lo mencionó en estos parajes de los Montes Aquilanos.Algunos otros ornitólogos se apoyaron en su sabiduríapara dar como válida su presencia en la Cabrera, pero a lolargo de estos años yo no he tenido la suerte de observar-lo. Su presencia en la Sierra de Béjar, en los cercanos pára-mos de La Bañeza durante la migración, y, sobre todo, unosdatos de observaciones en el valle del Tera, Laguna de losPeces y en la cercana sierra de Manzaneda, me animaban

en su detección. Al parecer este ave se consideraactualmente en expansión.

Algunos cazadores de corzo a rececho, a losque yo acompaño en primavera y verano, tambiénestán pendientes de estas «chiquilladas» mías, adecir de ellos. Uno de estos amigos me dio la infor-mación de que le parecía haber visto un macho enNoceda de Cabrera. Allí me fui a principios de vera-no. Siguiendo el canal de los romanos que vienede Corporales, subí al alto, cerca de la Silla de laYegua.

Amanece, y disfruto de las brumas y los rayosdel sol casi colorados, que, como un tiralíneas,

destacan el color del brezo y el de las altas hierbas cuandolas muestran al observador. Brillan las inflorescencias delas gramíneas al darle la luz por un costado, y las escobasparecen de un radiante color áureo. Ensimismado en lacontemplación del paisaje y cubierto por ropa de abrigo,no me percato de que cerca viene un aguilucho cenizo.Vira cerca de mí y se aleja en vuelo raso, siguiendo lascurvas del monte llamado El Picón.

Oigo cercana la suave voz de los pollos de una perdizpardilla. No me muevo, a la espera de que se acerquenhacia mi posición y así poder verlos merodear de cerca.Suena la voz carraspeante de su madre, puede que porqueviese lejos al aguilucho que vuelve por la ladera. Se alejacon los pollos hacia una mata baja de enebros, y pierdo lailusión de poder contemplarlos en su ambiente natural.¡Quedan tan pocas!

De pronto se posa en lo alto de una escoba un pequeñopájaro. Se parece a un petirrojo, aunque tal vez mas gran-de. Emite un tenue canto. Es un pechiazul. No me muevo,ni siquiera saco la cámara digital, solo mantengo los ojosen los prismáticos para poder contemplarlo todo el tiempoposible, tratando de aprender su canto, su silueta, sustonos frente al sol…

Otros pájaros que he buscado por estas cumbres conrelativo éxito son el acentor alpino y el verderón serrano.

Corzo (Capreolus capreolus)

Abejaruco (Merops apiaster)

1er SEMESTRE 2012 ARGUTORIO nº 28/27

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Los he visto de lejos, más sospechando su presencia queobservándolos detenidamente. Puede que algún día tengala suerte de disfrutarlos de cerca como al pechiazul.

Este domingo, tres de agosto, subo con unos amigos alas cumbres de entre el Bierzo y Cabrera, al rececho delcorzo. Yo con la idea de observar la fauna, apuntar las avesy disfrutar de la montaña.¡Tal vez observe algún pechiazul!Anoto el día, porque no se me olvidará en la vida, al igualque a mis compañeros de excursión. En la ladera oeste deCruz Mayor, en Llamas de Cabrera, vemos un aconteci-miento extraordinario de la vida en la naturaleza: la caza deun bermejo por parte de un gran lobo, en un escenarioespectacular y a pleno sol, a las 11,30 h de un día claro ycaluroso. El desarrollo de los acontecimientos, de un fenó-meno natural como el que presenciamos, nos ha dejadoboquiabiertos a los tres espectadores que tuvimos el pri-vilegio de disfrutarlo. Bien digo «espectadores», puestoque yo tuve la impresión de que los animales hicieron deactores para nuestro deleite. Tal vez llegue a ese pensa-miento porque bien sé que las escenas filmadas en mu-chos documentales, e incluso los realizados por el recor-dado Félix, son con animales entrenados. Pero la que vi-mos hoy fue totalmente natural.

Estábamos en la peñas, yo apuntando todas las avesvistas, e incluso en ese momento dudando de la identifica-ción de un ave observada fugazmente: que si era unacurruca mosquitera o un zarcero pálido... – las patas eranclaras-, cuando ya Berto quería levantar el rececho. Hacíamucho calor, había muchos mosquitos y el viento nos per-judicaba. Pero Sergio nos hace señas de que nos callemos,y nos señala la ladera opuesta:

-¡Entró ahí, en el arroyo! ¡Un lobo!

Prismáticos arriba, y a observar. Se encamaría con elcalor, pensé yo.

-¡Es el que dejó las heces que están ahí en el paso!,dice Berto.

A los diez minutos, vemos en la campa de la turbera auna piara de ocho rayones pasando ya a bermejos, condos hembras adultas.

-¡A ver si el lobo ataca a los jabalíes!, dice Berto.

-¡Un lobo solo y con el aire en contra, no creo!, lecomento. Pero quietos y callados seguimos observando.

A los veinte minutos, nos avisa Sergio:

- ¡Mira el lobo, cómo entra agazapado a la campa!¡Parece un perro de muestra! ¡Los marranos ni se ente-ran!

A escasos metros de la piara, salta el lobo, pasa entrelos adultos y sin pararse coge un jabato por el lomo ysigue corriendo raudo. Chilla y patalea el joven, y arrancanlas dos hembras tras el lobo gruñendo. Lo siguen a esca-sos dos metros, y de este modo dan dos vueltas a toda lacampa, pasando por la zona de turbera. Casi pillan los ja-balíes al lobo y ya entre las escobas gruñen los marranos.El lobo sale de ellas sin la presa a la campa. Acuden el restode jabatos para donde sus madres, y están entre el mato-rral, donde se les oye. El lobo viene a las pozas de agua dela turbera y se baña por dos veces. Luego, se queda quie-to, mirando hacia la posición de los jabalíes, acercándosepoco a poco. No se percata en ningún momento de nues-tra presencia, a 250 m de distancia y a unos 100 m de altitudsobre este anfiteatro natural. Incluso estaba a tiro de rifle...

El lobo desaparece entre el brezo y escobas, y sale aunos 200 m al oeste de la campa. Se sacude, y a trote lobu-no vuelve entre los abedules del arroyo, otra vez en direc-ción a los jabalíes. Vemos a éstos salir de la zona por unasenda entre el brezo, y en un desbroce podemos contar alos ocho jabatos, con una hembra delante y otra detrás,pero con paso lento. Luego vuelven a aparecer en la zonaalta del desbroce, entrando despacio en un arroyo queestá bajo la campa del canchal de Pico Tuerto, y allí sequedan. A los cinco minutos vemos el lobo por la senda, yno rastrea a los jabalíes, sino que «bebe el aire» y acortapor el desbroce hacia el mismo bosquete donde entraron

Carraca (Coracias garrulus)

Escribano montesino (Emberiza cia)

28/ARGUTORIO nº 28 1er SEMESTRE 2012

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1 Geranium dolomiticum Rothm, Petrocoptis grandiflora Rothm,Petrocoptis pyrenayca subesp. Viscosa (Rothm), RhamnusLegionensis Rothm2 Aunque actualmente se sabe que la palabra Bierzo deriva deBergidum, importante población romana situada en el castroVentosa, al lado de Cacabelos, algunos escritores, propagaron laidea de que el origen del vocablo se relacionaba con el término«vergel», cosa bien lógica, desde su punto de vista, si tenemos encuenta la frondosidad de la comarca.

Las fotografías publicadas en el presente artículo pertene-cen al fondo de la asociación cultural Monte Irago. Todasellas han sido tomadas en los Montes de León y en suentorno.

los guarros. Estuvimos media hora más de espera, por veralgún otro acontecimiento, pero hacia las 12,30 nos levan-tamos de nuestra atalaya y nos fuimos, recordando y revi-viendo estas maravillosas escenas que habíamos presen-ciado. Curiosamente, durante toda la mañana, algunosbuitres nos sobrevolaban, al menos dos aigas do lobo.

Yo creo que lo que pudo ocurrir fue lo siguiente: el lobollegó a media mañana a su zona de descanso, un lugar muybien orientado, a media ladera, al fresco, enmatado y conagua. Vi un lugar parecido hace años en una ladera deTexeira, una especie de cama bajo un acebo, muy bien si-tuado y con buen escape ante un peligro. Seguro que elcubil de la hembra con las crías está en la ladera de enfren-te, en el valle del Airoso. El lobo era grande y parecía «co-mido», no estaba con el estómago lambido. Al llegar losjabalíes a la campa, se le presentó la oportunidad de inten-tar una cazata. Y su poderío o confianza le animaron alataque. Desde luego que la demostración de fuerza fuedeslumbrante. Es posible que el lobo corriese por la zonahúmeda preferentemente, ya que sus anchas patas le fa-vorecían frente a las pezuñas de los jabalíes. Pero ante latenacidad de las dos hembras, lo soltó para evitar ser mor-dido por ellas. Está claro que si en vez de ser él solo sondos o tres lobos, se llevan más de un jabato, puesto quelas hembras no dejarían sola al resto de la piara, y, si perse-guían a un lobo, los otros llevarían alguna cría. El lobo, alser acosado insistentemente por las dos hembras, no pudopararse para rematar o dar una dentada mortal a su presa.Pero con los colmillos que tienen, también es probable queel jabato se muera en un espacio corto de tiempo, y poreso el lobo lo dejó ante el acoso de los adultos, y despuéssiguió a la manada tranquilamente. Un perro pequeño, cuan-do es mordido por uno grande, tiene muchas posibilida-des de morirse.

Además del lobo, vimos siete corzos -incluso un machomontando una hembra-; dos ciervos; liebres; perdices ro-jas; dos zorros; un jabalí, de noche a la orilla de la carrete-ra; y muchos pájaros. Creo que en pocos lugares se puededisfrutar tanto de la naturaleza como en la Cabrera. Estazona es una Zona ZEPA, y está incluida en la Red Natura2000, pero una comunicación vial entre el Bierzo y la Ca-

brera, siguiendo para Zamora-Portugal, amenaza este san-tuario natural. Desde esta altura estuve observando la cum-bre de Ferradillo, y ahora, mientras escribo, vienen a mimente las amenazas que se ciernen sobre nuestras monta-ñas.

Recuerdo una excursión a la Peña de Ferradillo a media-dos de los años setenta, con Fernando, un amigo de lainfancia. Fue la primera vez que subimos al gran cerro quedomina nuestro pueblo, la primera «expedición» para verpájaros no habituales o cotidianos. Me acuerdo de un nidode búho real, en una cueva cuya entrada tapaba unbosquete de avellanos, la cual ahora está al lado de unacantera, que pretende cambiar la riqueza ambiental de estamontaña por «patrimonio» urbanístico cerca de la granurbe. También me acuerdo del susto que nos dio una pare-ja de pardas que nos salió de los pies, y, sobre todo, de lapresencia de unos árboles negros casi en su cumbre, quede aquella no sabíamos que eran tejos. Vimos un nido dechovas piquirrojas, cuervos, aguiluchos ..., e incluso unáguila real. Otros pájaros no los conocíamos.

Desde entonces he subido muchas veces al pueblo aban-donado de Ferradillo, pero pocas a sus peñas. Este lugarsiempre ha sido para mí como un santuario, nuestro totem,nuestra montaña mas emblemática.

A principios de mayo volví a este lugar, a la Peña delHombre y a la Peña de Muces, a ver los tejos que se salva-ron del gran fuego de 2005 y los robles centenarios quebordean sus laderas; a disfrutar de los paisajes que desdeesta atalaya se observan. Acompañé a un amigo botánico,preocupado por las plantas endémicas1 que aquí subsis-ten, pero que actualmente se ven amenazadas por la espe-culación. Una nueva cantera las tiene en peligro. Tambiénen la zona de Peña Negra, en Sobrado, se pretende abrirotra cantera. No podría ser de otra forma, el Bierzo tienesus cumbres llenas de aerogeneradores, las laderas plaga-das de canteras y sus valles de pantanos. ¿Qué «vergel»2

nos queda?

Escribano cerillo (Emberiza citrinella)

1er SEMESTRE 2012 ARGUTORIO nº 28/29