Por Que No Es Necesario Que Tu Hijo Aprnda a Leer y Escribir Antes Delos 6 Años-El Diari de...
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EL DIARI DE L’EDUCACIÓ
FUNDACIÓ PERIODISME PLURAL
Por qué no es necesario que tu hijo aprenda a leer y escribir antes de los 6 años¿A qué edad debe aprender a leer o escribir un niño? Cuanto antes? La respuesta es muy sencilla: un "no" rotundo y enorme con luces intermitentes.Seño Punk 03/23/2015 - 07:44
Prácticamente todos asociamos la escolarización con el aprendizaje de la lectura y la escritura. Tú
no? Pues vaya por delante mi enhorabuena.
Es verdad, cuando un niño comienza el segundo ciclo de Educación Infantil, lo más común es que
para todos los de su alrededor (padres, otros familiares, amigos, e incluso maestros) comience una
cuenta atrás hasta que el niño sabe leer. Una cuenta atrás que, como cualquier cuenta atrás
"como es", se espera sea corto, claro. Probablemente tenga que ver con que vivimos acelerados y
se acaba imponiendo la cultura de la velocidad: hoy todo es instantáneo: evitamos las esperas,
cuando un ordenador empieza a ir lento lo cambiamos y antes de que el semáforo se ponga en
verde ya estamos acelerando. Pero no nos planteamos siquiera si realmente tenemos prisa.
La tenemos?
¿A qué edad debe aprender a leer o escribir un niño? Cuanto antes? La respuesta es muy sencilla:
un "no" rotundo y enorme con luces intermitentes.
Es evidente que funcionalmente no lo necesitan. Leer libros los podemos (y debemos) de leer (o
explicar, que no es lo mismo) los padres y maestros, y para jugar y aprender no les hace ninguna
falta. ¿Qué más debe hacer un niño de infantil? No necesitan saber leer ni escribir para comer,
dormir ni divertirse. Entonces, ¿por qué tanta prisa? Quizás es que tienen ventaja sobre aquellos
que empiezan a leer más tarde ... pues no hay ninguna investigación que demuestre que los niños
que leen a los cinco años tengan mejores resultados a largo plazo que aquellos que aprender a los
seis o siete, y seguro que no es por falta de estudios.
Cada niño tiene su ritmo de desarrollo, y efectivamente, hay habrán algunos que tengan mucha
curiosidad y facilidad desde muy temprano, pero no nos engañemos, no es lo habitual. Estamos
tratando de acelerar un proceso que necesita su tiempo. Hay cosas que, simplemente, deben
cocerse a fuego lento para que el resultado sea el esperado, el mejor de los posibles. Estamos
tratando de hacer el mejor pastel del mundo en el microondas, porque sube antes. Sí, sube antes,
pero a costa de qué? Enseñar a leer mientras no lo necesitan, no les interesa y no es su momento,
significa presionar. Y la presión, evidentemente, desmotiva, y lo que no motiva es muy difícil que
se aprenda significativamente.
"Demasiado a menudo, el tiempo no respeta el ritmo natural de la infancia y la adolescencia, y
fuerza una educación precoz y una adultez prematura de efectos nocivos y perversos. Demasiados
estímulos, presiones y prisas "
Jaume Carbonell (pedagogo, periodista y sociólogo, director de la revista "Cuadernos de
pedagogía" y profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de Vic) en su libro "Una
educación para mañana".
Y es que, de hecho, no sólo estamos presionando para acelerar un proceso, sino que además
estamos utilizando un tiempo precioso (y en abundancia, porque se consumen muchas horas en
esta tarea de la lectoescritura) para enseñar destrezas para las que todavía no están maduros,
cuando hay muchos aprendizajes para los que sí lo están y que sin embargo se ven relegados a un
segundo o incluso tercer plano como son valores, autonomía, auto o el razonamiento lógico.
A la hora de plantear a qué edad debe aprender a leer o escribir un niño tengamos claro que está
comprobado que en los niños que escriben desde temprano, la lectoescritura ha dejado de lado la
creatividad y la curiosidad. Y no nos damos cuenta de la envergadura del problema: nada menos
que la creatividad y la curiosidad. No sé vosotros, pero yo prefiero que mis alumnos sean creativos
y curiosos que no tener alumnos que saben decodificar un mensaje con un código totalmente
aleatorio, sobre todo porque tratar de acelerar el proceso genera etiquetas tempranas (de "lento",
"vago" ... y estas son las mejores que encontraremos) que arrastrarán más tiempo de lo que
somos conscientes, y más probablemente de manera totalmente injusta, porque si vamos a
etiquetar (que no deberíamos), al menos que sea en el momento evolutivo correcto. ¿Por qué me
tienen que decir vago si yo tengo muchas ganas de trabajar, pero precisamente esta actividad no
me interesa porque todavía no la necesito? Y no penséis que esto se quedará en la cabeza de
quien mira de enseñarme a leer, sino que, de alguna manera, llegará al conocimiento de mi
familia, de la siguiente profe ... perpetuándose hasta quien sabe cuando ....
Y podría sacar el "argumento Finlandia", pero no lo haré porque sería medir con herramientas tan
poco adecuadas e injustas como PISA. Pero es que no es necesario, porque en otros países como
Alemania también esperan hasta los 7 para empezar con la lectoescritura, y lo mismo ocurre con
algunas pedagogías alternativas minoritarias, esas que a todos entusiasman pero que, a la hora de
la verdad, que mi hijo vaya empezando a leer y escribir, que si no quedará muy feo en su CV ...
Tengamos presente un dato objetivo que suele darse erróneamente por supuesto y es que la
legislación no obliga a que los niños salgan leyendo de la etapa de Educación Infantil. La LOE
(porque la LOMCE no ha modificado la etapa que nos ocupa) habla, tanto en su artículo 13 sobre
objetivos como en su artículo 14 sobre ordenación y principios pedagógicos, de una aproximación
a la lectoescritura en Educación Infantil. "Aproximación" no puede significar haber conseguido la
destreza por completo, como les exigimos a los niños con 5 años. Para mí, aproximar significa
mostrar de la manera más atractiva posible y, como hacen en las campañas de marketing, crear
una necesidad porque sobre la motivación se vaya cocinando poco a poco, al ritmo de cada uno y
sin ningún tipo de exigencia o etiquetado temprano. Así que está claro que no soy tan rebelde,
porque tengo a la legislación vigente de mi parte!
Esto no quiere decir que no podamos llevar las letras a las clases de Educación Infantil, todo lo
contrario! Las letras y los números deben estar presentes en nuestras aulas, lo que tenemos que
cuidar es la manera. Como digo, debemos procurar mostrar la lectura y la escritura de la manera
más atractiva posible: tener muchos libros (atractivos y en un lugar adecuado, como os
cuento aquí), leerlos a menudo, hacer cuentacuentos, actividades divertidas y manipulativas con
las letras (como las que os sugiero aquí y aquí) y un largo etcétera; pero también crear la
necesidad de leer y escribir, mediante la correspondencia, los mensajes misteriosos, carteles por
todas partes ... pero desde luego, lo que no hace que la lectura y la escritura sea más atractiva a
los niños es copiar palabras que no tienen sentido para ellos.
La mayoría de los pequeños hace muchas fichas en el colegio donde podemos comprobar que
saben escribir palabras completas. Pura fachada: la mayoría de veces son palabras copiadas de la
pizarra, que, insisto, porque es lo más importante, no tienen sentido para ellos, más allá de ser
varios símbolos que los obligan a escribir juntos, y que no pueden hacer de otra forma porque
estará mal, aunque no entiendan por qué. Así se aprende a leer y escribir a los 4 años. Donde
queda el respeto por la escritura espontánea que se enseña en la universidad? Y el aprendizaje
significativo? Y las experiencias o descubrimientos? Yo no los encuentro.
Entonces, ¿por qué se hace así?
Pues he tenido conversaciones serias sobre a qué edad debe aprender a leer o escribir un niño con
personas pertenecientes a diferentes ámbitos, y lo que detecto es que nos echamos la culpa unos
a otros. Probablemente porque, en mayor o menor medida, y aunque nos cueste reconocerlo,
todos somos un poco responsables de esta situación.
Por un lado, los propios maestros de Educación Infantil le damos mucha importancia a la
lectoescritura y la numeración, muy por encima de otras destrezas básicas que siempre
reivindicamos pero que luego no solemos poner en práctica. Nos podemos escudar en lo que
queramos, pero la última palabra la tenemos nosotros, y deberíamos utilizarla en beneficio de los
niños.
En segundo lugar, tenemos a las editoriales, que también le dan muchísima importancia a que los
niños sepan leer y escribir al terminar la etapa, y para los maestros es mucho más cómodo utilizar
una editorial que trabajar según su propio criterio, que da mucho más trabajo. Pero quizás
también podríamos presionar un poco en este sentido.
Además, los maestros de primaria, consideran que no es tarea suya enseñar a leer y escribir,
quieren que lleguen lectores, lo que, por cierto, no cuadra con el hecho de que la educación
infantil, hasta ahora, no tiene carácter obligatorio. Pero, ¿es mejor que les lleguen malos lectores
o que creen buenos lectores?
También es verdad que la misma etapa de primaria está diseñada para lectores desde su mismo
inicio. Los libros son para lectores, las destrezas que se espera que los niños adquieran requieren
que los niños sepan leer desde el inicio... todo esto es la misma cultura de la velocidad, que ha
llegado a la administración y en la escuela, y sigue sin casarse con que la etapa de Infantil no sea
obligatoria.
Y finalmente, las familias, en general, también presionan en este sentido. Ponga comparar colegios
según si sus alumnos aprenden o no a leer y escribir, y establezca como positivo el hecho de
aprenderlo, y además lo antes posible. De hecho los maestros muchas veces nos escudamos en
que las familias "lo pida". Y que conste que lo entiendo, yo también lo veía desde este punto de
vista hasta que empecé a interesar realmente por el tema, y ahora tengo una visión totalmente
diferente.
Así que es evidente que todos los ámbitos que participan de la educación de los niños tienen,
como decía, un poco de responsabilidad en la forma en que se enseña a leer y escribir en la
mayoría de las escuelas españolas, y por tanto en la prisa que los metemos a los niños para que
adquieran rapidito la habilidad de la lectoescritura. Pero de nada sirve culpar. Si todos tenemos
algo de responsabilidad, es que todos debemos formar también parte de la solución. Así que
hagamos un ejercicio de autoevaluación, y tratamos de discernir si nuestros actos, nuestras
decisiones y nuestras críticas al trabajo de los demás son, no sólo adecuadas, sino las más
beneficiosas para los que tienen que ser los protagonistas en cuestiones de educación: los niños.