Poros y Penía

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POROS Y PENÍA Cuenta la leyenda que Penía, la pobreza, marginada y detestada por todos los mortales, vivía apartada de dioses y hombres. Su única forma de vida posible era aprovechar las sobras que dejaban unos y otros tras de si, como un mendigo más o un pordiosero. Sus compañeras de camino eran Aporía, la dificultad, Amechanía, el desamparo, y Ptochenía, la mendicidad. En cierta ocasión para celebrar el nacimiento de Afrodita, la diosa del amor y la belleza, se celebró una fiesta memorable en sus mansiones, a la que acudieron todos los dioses, desde Zeus, el más importante, hasta las divinidades más pequeñas. Una vez que todos habían terminado sus manjares Penía llegó allí a mendigar las sobras del mismo. Se adentró en aquel jardín tan bello esquivando a todos para que nadie le impidiera el paso. Aprovechando la oscuridad y la tranquilidad del momento se entretuvo mirando las hermosas flores y los árboles bien crecidos y cuidados que eran, sin duda, un lugar para el deleite de cuantos se acercaran a la morada de Afrodita. En ese deambular, absorta por el delicioso jardín y embriagada por tan agradables olores, reparó en una figura masculina que se recortaba sobre el patio del palacio. Tan vulnerable lo vio allí tumbado que no dudó que se trataba de alguien como ella, en la misma situación de desprotección y necesidad. Un sentimiento de felicidad la invadió al ver que por fin encontraba a un semejante. Pensando que difícilmente hallaría de nuevo a alguien así, se unió con él para concebir un hijo. Sin embargo Penía se equivocaba pues su compañero no era tal y como ella pensaba, sino todo lo contrario. Él era Poros, la oportunidad, el ingenio y los recursos, quien después de haber bebido demasiado néctar se había tumbado a descansar. De su unión nació Eros, el amor, que siempre sigue a Afrodita por haber nacido en su casa. En ocasiones se reviste de pobreza y vaga por las calles, descalzo y sin morada, pero, a la vez, está siempre al acecho de lo bello y bueno y es valeroso, resuelto y rico en recursos. Tan pronto muere como revive gracias a la naturaleza de su padre y lo que consigue se le escapa de las manos de modo que ni es rico ni carece de recursos.

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Relato del nacimiento de Eros de la unión de Poros y Penía, según relata Platón en El Banquete.

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POROS Y PENÍACuenta la leyenda que Penía, la pobreza, marginada y detestada por todos los mortales, vivía

apartada de dioses y hombres.

Su única forma de vida posible era aprovechar las sobras que dejaban unos y otros tras de si,

como un mendigo más o un pordiosero. Sus compañeras de camino eran Aporía, la dificultad,

Amechanía, el desamparo, y Ptochenía, la mendicidad.

En cierta ocasión para celebrar el nacimiento de Afrodita, la diosa del amor y la belleza, se

celebró una fiesta memorable en sus mansiones, a la que acudieron todos los dioses, desde

Zeus, el más importante, hasta las divinidades más pequeñas.

Una vez que todos habían terminado sus manjares

Penía llegó allí a mendigar las sobras del mismo.

Se adentró en aquel jardín tan bello esquivando a

todos para que nadie le impidiera el paso.

Aprovechando la oscuridad y la tranquilidad del

momento se entretuvo mirando las hermosas

flores y los árboles bien crecidos y cuidados que

eran, sin duda, un lugar para el deleite de cuantos

se acercaran a la morada de Afrodita.

En ese deambular, absorta por el delicioso jardín y embriagada por tan agradables olores,

reparó en una figura masculina que se recortaba sobre el patio del palacio. Tan vulnerable lo

vio allí tumbado que no dudó que se trataba de alguien como ella, en la misma situación de

desprotección y necesidad. Un sentimiento de felicidad la invadió al

ver que por fin encontraba a un semejante. Pensando que

difícilmente hallaría de nuevo a alguien así, se unió con él para

concebir un hijo.

Sin embargo Penía se equivocaba pues su compañero no era tal y

como ella pensaba, sino todo lo contrario. Él era Poros, la

oportunidad, el ingenio y los recursos, quien después de haber

bebido demasiado néctar se había tumbado a descansar. De su

unión nació Eros, el amor, que siempre sigue a Afrodita por haber

nacido en su casa. En ocasiones se reviste de pobreza y vaga por las

calles, descalzo y sin morada, pero, a la vez, está siempre al acecho

de lo bello y bueno y es valeroso, resuelto y rico en recursos. Tan

pronto muere como revive gracias a la naturaleza de su padre y lo

que consigue se le escapa de las manos de modo que ni es rico ni

carece de recursos.

Y es más o menos así como lo cuenta Platón en el Banquete, para

hablar de los hombres sabios y la búsqueda de la sabiduría.