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el semanario, del 1 al 8 de abril de 2010

La aparición de esta nueva alternativa ya prefiguraba el auge de los servicios de paga, lo que más tarde se fortaleció con la oferta del servicio de televisión satelital, que en el país comenzó en 1994 y que tuvo en DirecTV y Sky –también de Televisa– a sus firmas fundadoras.

De acuerdo con la estimaciones de Fran-cisco Silva, de Deloitte, en 2007, el mercado de la televisión de paga se tasaba, en pro-medio, en los 1,900 mdd. Ahora, presume, ronda los 2,200 mdd. ¿Por qué no ha sido tan exponencial el crecimiento? Por el precio. “Ante el nivel de ingresos que tenemos en México, el precio ha sido el principal obs-táculo que ha impedido un mayor nivel de penetración. Está creciendo, pero el paso no es tan grande”.

Pero las cosas están cambiando y no resulta descabellado pensar que el ocaso de la televisión abierta está más cerca de lo que se piensa. La llegada de más jugadores está abaratando el servicio y, simultáneamente, México se encuentra ante el umbral de una nueva alternativa: la provisión de servicios audiovisuales utilizando el protocolo de internet, lo que implica la posibilidad de brindar el servicio de acceso a las señales de paga por medio de esta red.

De acuerdo con un reporte del Lamac, 138,000 hogares (0.5% del total) ya recibe este servicio. En el caso de internet, es posible que a la postre se consolide un modelo mixto en el que sobrevivan señales o programas gra-tuitos y los de paga. Además, junto con las tecnologías de acceso se ha vivido el auge y la explosión en la oferta de las señales dise-ñadas para la televisión de paga.

Dicho esto, se prefigura, poco a poco, el fin del predominio de Televisa y de TV Azteca y el comienzo de una nueva era donde estas

empresas tendrán que compartir el pastel de la audiencia con nuevas fuerzas empresaria-les. Técnicamente, la competencia en abierto ha sido prácticamente inexistente, pero la pro-liferación de opciones técnicas para transmitir señales privadas parece estar modificando la situación.

Así, “El Canal de las Estrellas” podría ver cómo se erosiona su audiencia, que por años mantuvo, ante la creciente preferencia que registran Warner Channel, Fox y Sony Enter-tainment. En otro segmento, Discovery Chan-nel y Disney Channel, entre otros, ya compiten por atraer la atención del público infantil que ha monopolizado el Canal 5 y, más recientemente, el Canal 7. Una proyección más: los derechos de un equipo de futbol mexicano podrían estar en manos de un canal de cable, ya que el pre-dominio del duopolio en el segmento deportivo estaría por perder influencia ante el avance de opciones como ESPN y Fox Sports.

EL NUEVo IMpErIoAhí viene, entonces, la reconfiguración del mer-cado y, ante eso, los principales jugadores del sector –que siguen manifestando su resistencia al cambio– han empezado a mover sus fichas para retardar la revolución y para extender su poder hacia los nuevos nichos del negocio.

Aquí, un poco de contexto: En octubre de 2006, la SCT aprobó el

Acuerdo de Convergencia, que no solamente contempla el acceso a los servicios audiovisua-les de paga, sino al triple play, es decir, a la oferta multiservicios que combina la posibili-dad de que el mismo proveedor brinde el acceso a internet, a la telefonía y a la televisión de cable. Por otra parte, y de manera más reciente, la aparición de un competidor –Dish México– en el segmento de la televisión satelital, que controlaba monopólicamente Televisa desde

2004, ha abaratado el costo de este servicio, lo que favoreció la expansión de los suscriptores a esta opción aún en medio de la fuerte crisis que ha vivido la economía mexicana desde finales de 2008.

De esta forma, en la última década, la tasa de crecimiento de los servicios de televisión de paga fue de 10% y la penetración se duplicó, de acuerdo con la información más reciente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones. Si hace 10 años se registraban 3.2 millones de abonados, la cifra llegó hasta 7.9 millones al término de 2009.

Ante este comportamiento del mercado, los grandes jugadores del sector han registrado un punto de inflexión y muchos de ellos, lejos de amilanarse, han tomado oxígeno para enfrentar los nuevos tiempos y, de hecho, están decididos a cooptar los formatos del negocio que ya están capturando la atención del cliente. Ante ello, la ampliación de la oferta se ha acompañado de un proceso de concentración –en el caso de los pro-veedores del servicio– lo que ha llevado a una centralización en dos grupos.

Por un lado se encuentra Megacable, que tiene un portafolio de 1.5 millones de suscriptores en sus servicios de video –vía cable– que se extien-den por varias ciudades del país y que tiene como principal concentración urbana a Guadalajara. Televisa, por su parte, además de Cablevisión en el DF, adquirió el control de Cablemás y la mitad de las acciones de Cablevisión Monterrey. El consorcio ha asegurado su presencia como pro-veedor multirregional del servicio destacando en las ciudades de México y Monterrey; además, mantiene un parque de 1.8 millones de suscrip-tores de televisión por cable, a los que habría que añadir los 1.9 millones de abonados a su servicio de televisión satelital Sky.

De esta manera, Televisa es la fuerza que más ha avanzado en el terreno de ofrecer la conexión al servicio de la televisión de paga desde que se

El Semanario / Fernando Luna

La masificación de la tV de paga está tomando pies y cabeza, por lo que se prevé que debilite la influencia de la señal abierta.

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emitió el citado Acuerdo de Convergencia. ¿Se trata de una estrategia deliberada ante el futuro marchitamiento de la televisión abierta?

Pese a todo han aparecido competidores que pueden llegar a disputar porciones importantes del mercado. Dish México –fruto de la alianza entre la estadounidense Dish Network y MVS Comunicaciones– inició la oferta de sus servi-cios de televisión satelital a finales de 2008 y en la actualidad es posible que su base de clientes sea cercana al millón de hogares, aunque a decir verdad la empresa nunca ha revelado sus cifras oficialmente.

Por otro lado, y aunque el gobierno mantiene en vilo la irrupción de Telmex como proveedor de triple play, la telefónica ya ofrece el servicio de telefonía y de acceso a internet, pero las autorida-des no han modificado su título de concesión para que también pueda ofrecer la televisión de paga. Paradójicamente, Telmex y su hermana América Móvil se han consolidado como uno de los más importantes proveedores del servicio de acceso a la televisión de paga en América Latina, algo que no puede ofrecer a sus clientes mexicanos.

Un eventual entrada de Telmex a este mercado podría disparar su crecimiento. Tan sólo consi-dérese que si se mantuvieran las tasas actuales de expansión, en una década todo el país estaría cubierto por la televisión de paga. Se firmaría, en consecuencia, el acta de defunción de la tele-visión abierta.

En ese mismo sentido, el cambio tecnológico –algo que nadie parará– será el tiro de gracia para la televisión que hoy se conoce.

Durante medio siglo, el protocolo de trans-misión de señales de televisión se realizó bajo un formato analógico, pero desde hace algunos años varios países han iniciado el tránsito hacia la televisión abierta digital, que cuenta con una jugosa ventaja: reproducir bajo un mismo canal varias señales de televisión.

En México esta transición llegará tarde, pero llegará. Se prevé que “el apagón analógico” se registre en 2021, cuando todas las estaciones estarán transmitiendo bajo el formato digital. Visto en retrospectiva, y luego de que varios paí-ses de Europa y EU ya han caminado hacia esa dirección, México será un país atrasado.

De esta forma, y pese a todos lo retrasos en el avance de la televisión digital, es muy posible que a la postre la disputa por la posesión de las redes de transmisión se traslade a la producción de contenidos y a la búsqueda afanosa de atraer a un auditorio que se fragmenta. La razón es sencilla: cada día existen más formas de tener acceso a las señales audiovisuales.

Ante eso, Francisco Silva, analista de Deloi-tte, sostiene que la fuerza del mercado obligará a las autoridades a acelerar el “apagón”: “Creo que 2021 está muy lejos y que el gobierno tiene que traerlo antes. La penetración de la televisión digital sí está creciendo en forma importante y creo que sí vamos a ver un anticipo en cuatro o cinco años del apagón analógico. No creo que aguantemos a 2021”.

EL SUCESo EXtraordINarIoBajo estas perspectivas se abre un momento luminoso. Algo que en la mente de los políti-cos siempre ha estado, pero que jamás se han

atrevido a ejecutar. Las nuevas tendencias de consumo darán paso a un hecho no explicable por las leyes de la política y que parecía sobre-natural: la competencia en este sector de las telecomunicaciones, la guerra por los conteni-dos, el amplio abanico de ventanas para darle rienda suelta a la expresión.

De acuerdo con el cristal de los analistas, la variedad de espacios para hacer y ver televisión será muy amplia y ello permitirá la difusión de mensajes y análisis de todo tipo, buenos y malos, pero que finalmente impulsarán la maduración de la opinión pública y promoverán la cultura democrática que tanto se necesita. En pocas palabras, el milagro se hará gracias a las exigencias del mercado.

Esto si prospera, significará el fin o recon-figuración absoluta del “monopolio de las con-ciencias” –como los catedráticos llaman a la televisión abierta– y que durante décadas ha estado en poder de muy pocas manos. En sus inicios, en las familias Azcárraga, Alemán y O’Farrill. En la actualidad, en los Azcárraga y Salinas Pliego.

Además, si este escenario aterrizara, la cam-paña por una tercera, cuarta o quinta cadena de televisión se mantendría, pero para los términos de los clientes ello ya resultaría un poco irrelevante. De esta manera, la televisión cambiaría de piel y tendría la oportunidad de recuperar el espíritu que le dio origen: ser un eslabón para desarrollar la cultura popular, el tejido social y el imaginario colectivo.

La tecnología puede lograr lo impensable. Por lo pronto, los canales abiertos ya enfren-tan una feroz batalla de los canales por cable. Además, otro elemento importante es el aba-ratamiento relativo de los servicios de televi-sión de paga, al grado de que sus precios han evolucionado sistemáticamente por debajo del ritmo de la inflación, lo que la convierte en una opción cada más accesible.

Por si no bastara, existe un cambio en los patrones de consumo de la población, sobre todo de la más joven que comienza a darle la espalda a la televisión abierta. Así las cosas, el cambio tecnológico, los precios a la baja y las modificaciones en los hábitos de la audiencia, al parecer, lograrán finalmente alterar el equilibrio de poderes en el mercado de las señales audiovisuales.

Pero, cuidado, el terreno no está lleno de flores. Y, quizás, sea necesario no echar las campanas al vuelo y no caer en la ingenuidad. Hoy, en el mercado de la televisión de paga existe la tentación del poder hegemónico.

Al respecto, Gabriel Sosa Plata, de la UAM, asegura que los jugadores del sec-tor no están pensando en función de las necesidades de la audiencia, sino para pre-servar sus cotos de poder. Es decir, están maquillándose para salir a escena con una fisonomía distinta, pero con sus intereses de siempre. “El gran problema en el país es que algunos de estos medios han actuado más por intereses políticos o de grupo, que por la sociedad. Deberían ser empresarios con una visión democrática o plural. Está bien que el medio es para hacer negocio, pero deberían tener una función social importante”.

Otro reto será equilibrar la competencia en la búsqueda de los derechos de ciertos eventos. El ejemplo más claro es el del fut-bol profesional, donde la dupla Televisa-TV Azteca monopoliza los derechos de la selec-ción nacional y de la transmisión de prác-ticamente todos los partidos de la primera división profesional. En ese sentido, quizá no está lejano el día en que las Chivas del Gua-dalajara, eterno rival del América –el equipo emblemático de Televisa–, firme contrato con una cadena que solamente transmita sus par-tidos en la televisión de paga.

La apuesta es ambiciosa: que el desa-rrollo de la televisión de paga y su conse-cuente diversificación de señales permita –potencialmente– florecer diversos puntos de vista y diferentes opciones de informa-ción y entretenimiento para el consumidor audiovisual. El tiempo, finalmente, definirá si esta apuesta ubica en el centro de los reflec-tores al televidente o si los poderes de hoy se perpetúan. l

Por Francisco Vidal,con información de Efrén Páez y Jonathán Torres

En México esta transición llegará tarde, pero llegará. Se prevé que “el apagón digital” se registre en 2021, cuando todas las estaciones estarán

transmitiendo bajo el formato digital.

Cuartoscuro /Ivan Mendez

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