HISTORIA CONTEMPORÁNEA

Eichmann en

Jerusalén Un estudio sobre la banalidad del

mal

Alicia Farinós Pérez

18/12/2014

ÍNDICE

1. CONTEXTUALIZACIÓN ………………………. pág. 3

2. DESCRIPCIÓN …………………………..……………. pág.4

3. ANÁLISIS ………………………………………….………. pág.6

4. FUENTES EMPLEADAS ………………………. pág.10

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1. CONTEXTUALIZACIÓN La obra literaria de la filósofa alemana Hannah Arendt aborda el juicio del Teniente Coronel de la SS, Adolf Eichmann, en abril de 1961, el cual tuvo ocasión de comunicar desde Jerusalén a través del prestigioso diario New Yorker. El ensayo está redactado desde un punto de vista filosófico, con el que pretende entender de manera dogmática el motivo de la existencia de un mal terroríficamente destructor en personas aparentemente normales, empleando las acciones que acometieron los soldados alemanes de la SS contra los judíos en el siglo XX como ejemplos para hacer hincapié en el perfil de lo maligno. Este perfil se veía claramente reflejado en la figura de Eichmann y que pudo observar en primera persona durante el juicio. Las acciones por las que Eichmann es acusado de crímenes contra el pueblo judío, contra la humanidad y de guerra y los cuales H. Arendt expone para justificar su teoría del mal, son las llevadas a cabo durante la Segunda Guerra Mundial tras la decisión nazi de implantar la práctica del genocidio para imponerse como una raza totalitaria. Esta decisión fue tomada entre finales de verano y principios de otoño de 1941. Tan solo un año después éste programa adquiriría su punto más álgido. El programa genocida sería posible gracias a las Leyes de Núremberg aprobadas por unanimidad el 15 de septiembre de 1935 durante el séptimo Congreso Anual del NSDAP celebrado en la ciudad alemana de Núremberg. Estas leyes de carácter antisemita y racista, fueron redactadas por el jurista, político y en el momento Ministro de Interior del Reich, Wilhelm Frick. Tras la implantación de estas leyes, el colectivo judío fue marginado de la sociedad, con pocas excepciones, impidiendo relación alguna con el pueblo alemán y fueron despojados de sus derechos como ciudadanos. El objetivo era implantar una ideología en la que los judíos serían tratados como una raza marginal e impura y debían extinguir las mezclas raciales. Este fue el comienzo de la persecución judía. A finales de 1938 empezaron las deportaciones en masa de judíos a los campos de concentración de Buchenwald, Sachsenhausen y Dachau. Según avanzaba la conquista nazi por los países del este, la cantidad de judíos aumentaba desorbitadamente y decidieron emprender acciones más radicales para acabar con el “problema judío”. Adolf Hitler encargó a Reinhard Heydrich que retransmitiera sus deseos de una aniquilación sistemática judía a los comandantes de grupos especiales de los países ocupados y en la cual estaban obligados a participar. Implantaron nuevos métodos de exterminio como los Special-Wagen o coches-fantasma, que al ponerse en marcha desprendían monóxido de carbono en su interior asfixiando a sus víctimas. A la larga este sistema no salía rentable y dieron con un invento de origen estadounidense que abarataría y agilizaría el proceso homicida, las cámaras de gas. Este nuevo invento supuso un gran éxito para el objetivo nazi y una vez más el Führer confió en el segundo en el mando de las SS, Reinhard Heydrich, para convocar y

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presidir una conferencia en Wannsee, el 20 de enero de 1942, para agilizar la aniquilación y abordando la solución final al “problema judío”. A la sombra de la organización de la conferencia y también de la ejecución de los pactos acordados durante su progreso, se encuentra el Teniente Coronel Adolf Eichmann. Éste fue el encargado de transcribir lo que se dijo en la reunión, así como ocultar su existencia. Aparentemente Eichmann no tenía sangre en las manos, pero en su defecto fue él quien procuró el correcto cumplimiento de las fuerzas aliadas en el genocidio y con especial rendimiento. Reinhard Heydrich dictaba también las órdenes de cómo debían ser tratados los judíos seleccionados para el trabajo forzoso: "formados en columnas de trabajo, los judíos efectivos, los hombres a un lado y las mujeres a otro, serán trasladados a las zonas del este para construir carreteras. No hace falta decir que una gran parte de esta gente será eliminada de manera natural por su debilidad física". En 1945, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Eichmann huye a Estados Unidos bajo el nombre falso de Otto Eckmann. Fue detenido por el ejército pero no pudo ser identificado, hasta que al año consiguió escapar de irse finalmente a Argentina en 1948. El 11 de mayo de 1960 es localizado y capturado por el Mossad para llevarlo ante la justicia israelí y juzgarle por sus crímenes. Este juicio duraría casi un año hasta que finalmente fue sentenciado a la pena extrema, la pena de muerte. El 31 de mayo de 1962 es ejecutado en Rambla, Israel.

2. DESCRIPCIÓN

En este ensayo, Hannah Arendt pretende esclarecer los motivos que pudieron llevar a individuos de apariencia y comportamiento aparentemente normal a cometer acciones con un grado de maldad tan elevado. Con el perfil de Eichmann quiere englobar las características de los agentes de la SS durante “purga judía”. Para ello emplea la teoría del totalitarismo; una nueva metodología de dominación, que ataca de raíz, la cual atenta contra la ética y la moral, despojando a sus víctimas de cualquier característica humana y personal, enajenándoles del mundo, destruyendo su individualidad y también sus capacidades. Para entender el desarrollo de este análisis filosófico, hay que conocer los actores implicados en este ensayo, en especial el Teniente Coronel Otto Adolf Eichmann y la propia autora Hannah Arendt, para poder comprender ambos puntos de vista. Hannah Arendt fue una filósofa y política alemana nacida como judía en Hannover, Alemania el 14 de noviembre de 1906 y falleció con 69 años en Nueva York.

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Debido a su condición religiosa, se vio obligada a emigrar con su marido a Estados Unidos cuando comenzó la persecución en Alemania del colectivo judío a partir de 1933. Pasando por distintos países como República Checa o Ginebra entre otros, llegó a París, Francia en dónde los intelectuales se rodeaban de un ambiente comunista y con ello se acercaba cada vez más al sionismo. En 1937 le retiraron la nacionalidad alemana y 3 años después se vio forzada a emigrar de nuevo junto a su nuevo esposo. Tuvo que estar una semana en los terrenos de un velódromo en París junto a numerosas mujeres, como centro de transición para ser luego trasladados a un campo de internamiento en Gurs, en el que prácticamente casi un año, ya que la consideraban un personaje público de peligrosa influencia. Arendt logró escapar junto a unos pocos cuando disminuyó la vigilancia durante la toma de París por las Fuerzas de Defensa alemanas en su avance de la conquista hacia el sur. Tras conseguir unos pasaportes, huiría con su marido a Lisboa, Portugal, hasta llegar al fin en mayo de 1941 a Nueva York acompañada también de su madre. Los primeros años fueron mantenidos por una pequeña beca de la organización de refugiados sionistas. Una vez logró perfeccionar su inglés empezó a trabajar a finales del mismo año como redactora en la revista judeo-alemana Aufbau y escribía paralelamente en otros medios, siempre tratando el “tema judío”. También ejercería de profesora de escuela superior y escribió numerosos libros, que han destacado en el panorama social reflexivo. El origen del totalitarismo, NY, 1951; La condición humana, Chicago, 1958, entre otros muchos. Estos libros, en especial, son una introducción para entender las reflexiones que Arendt expone en su ensayo Eichmann en Jerusalén. Esta autora ha sido amada y odiada, pero siempre se mantuvo fiel a su ideología y abierta a cualquier reflexión, ya que no le gustaba dar nada por sentado. Otto Adolf Eichmann fue el Teniente Coronel de la SS y ejecutor de la solución final al problema judío. Poco después de finalizar la Segunda Guerra Mundial, Eichmann huye a Argentina para evitar ser juzgado, pero en 11 de mayo de 1960, éste fue localizado y capturado en Buenos Aires por miembros del Mossad para ser trasladado a Jerusalén y posteriormente juzgado por quince delitos. Como Hannah Arendt menciona repetidamente durante su escrito, Eichmann era una persona normal, “terrible y terroríficamente normal”, incluso los psiquiatras que le atendieron para evaluar su salud mental, lo calificaron de hombre con un comportamiento ejemplar. Pese a la teoría de Arendt que dice que cualquier persona puede cometer atrocidades, la infancia de Eichmann permite entender porqué éste personaje ha podido llegar a un extremo tan polarizado. Eichmann nació en Solingen el 19 de marzo de 1906 y fue ejecutado el 31 de mayo a los 56 años en Rambla, Israel. El futuro jerarca nazi fue el mayor de una familia de cinco hermanos, los cuales se trasladaron a Linz, territorio astrohungaro, por el trabajo de su padre y a partir de ese momento crearía un inciso en el progreso de su vida.

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Su padre tras volverse a casar, las normas de la casa se endurecieron aún más y Eichmann disfrutaba de ello, fue un seguidor fanático de los acontecimientos en campo de guerra durante la Primera Guerra Mundial y sus aspiraciones eran absolutamente militares. Ingresó en la misma escuela a la que acudió Hitler y fue influenciado por el mismo profesor que propagaba ideas antisemitas y al cual él admiraba con fervor. Es baladí saber que la relación con su padre y hermanos carecía de cariño y buscaba una figura a la que él pudiera admirar y seguir. Puesto que Eichmann nació en Alemania, en Austria era considerado un extranjero y no podía trabajar, por lo que su padre contactó con un dirigente nazi amigo suyo, Ernst Kaltenbrunner, que le pudiera auspiciar el ingreso en la NSDAP austriaco. El mismo día se unió a las SS en la sección de judíos del Servicio de Seguridad (SD). Éste fue el inicio para Eichmann en la vida militar, dónde empezaría a desarrollar su ideología nazi a un extremo terrible. Estas dos figuras tienen características opuestas, pero son “personas normales”, como define Hannah Arendt, pero si aplicamos su teoría en estos dos perfiles podemos observar la certitud de sus palabras en las que expresa que la maldad reside en aquel que deja de pensar y se abandona a la corriente de su tiempo.

3. ANÁLISIS

Esta obra suscitó multitud de críticas, tanto de amor, como de odio. Hannah Arendt fue enviada como corresponsal de The New Yorker a Jerusalén en el juicio contra el Teniente Coronel Adolf Eichmann, responsable de las deportaciones de judíos a campos de exterminio. La escritora fue considerada la mejor opción ya que nacida como judía en Hannover, Alemania, y víctima de la opresión nazi, por la que se vio obligada a emigrar a que Estados Unidos, empatizaría con el pueblo judío, pero pasa sorpresa de muchos, se centró en un plano más reflexivo para así poder comprender racionalmente lo sucedido. Con este escrito quiere poner en alerta a la humanidad de que el mal existe y puede ejercerlo cualquiera, hasta nosotros mismos y que no es debido a la estupidez, sino a la ignorancia. Esto sucede en el momento que dejamos de pensar, puesto que nos olvidamos de lo lógico y lo razonable. Al abandonar el diálogo interno, nos abandonamos a nuestras ideas propias, a nuestra personalidad, nuestra moral y en definitiva a nuestro alma, nuestra esencia, abandonando así nuestro propio yo. Este es el tema principal, las motivaciones que llevan a cometer el mal sin que éste resida en el interior de cada individuo.

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Desde la publicación de la novela hasta el día de hoy, la obra sigue levantando opiniones diversas sobre la intencionalidad de Arendt al escribir el libro con esa perspectiva según algunos “fría y altiva”. Gracias a la aparición de nuevos documentos sobre el Holocausto, se han podido hacer nuevas reinterpretaciones sobre el concepto que la filósofa tenía del mal. También es baladí destacar que muchos de esas personas críticas, ni tan solo leyeron el ensayo y simplemente se limitaron a desacreditarlo. Los temas que más enojaron a los lectores fue la calificación que otorgó a Eichmann en versa a la de los jueces y especialmente el colectivo judío. Arendt dijo que se trataba de una “hombre normal”, cuya ambición y falta de discernimiento le impedía cuestionar la calidad moral de las órdenes que recibió, mientras que el resto opinaba que era un “monstruo y un demonio”. Pese a esa definición del agente maligno, Arendt no dejó de destacar que no obstante, no le liberaba de culpa. Para la autora, EIchmann era un hombre cuya “ordinariez raya en la mediocridad, un burócrata de pocas luces”. También declaró que no era un monstruo, sino uno más de entre tantos burócratas del nazismo, que a fuerza de eficiencia y propagación pretendían escalar en la pirámide del poder estatal alemán. La banalidad del mal consiste para Arendt, la confirmación de que actos atroces pueden ser cometidos por personas comunes, que acatan las órdenes olvidándose de sus valores éticos y morales. Aún y así, seguía sin disculpar a Eichmann e indagando en el perfil específico, pretendía analizar la individualidad del mal en cada ser. La filósofa tampoco sostuvo nunca que Eichmann cumpliera solo órdenes, ya que destaco su rebelión contra Himmler cuando se aproximaba la derrota y éste último ordenó “tratar mejor a los judíos”, a los que Eichmann se negó rotundamente y se esforzó por concluir la solución final. Hannah Arendt también puso en tela de juicio la legalidad del proceso judicial contra Eichmann, el cual lo calificó de acto propagandístico del Primer Ministro israelí Ben-Gurión, con el objetivo de sacar pecho por su implacabilidad y servir de ejemplo ante el mundo y afianzar la causa israelí en medio del conflicto con los palestinos. Con el progreso de los años se han conseguido vislumbrar una serie de irregularidades y anomalías del proceso judicial en Jerusalén, el cual carece prácticamente de documentación. Cuando Ben-Gurión anunció el juicio y el fiscal presentó la retahíla de finalidades por las que se iba a llevar a cabo el proceso, ocasionó tal confusión que no se analizó la legalidad de la aplicación de las leyes durante el procedimiento legal. La filósofa también destaca que las acusaciones contra Eichmann estaban formuladas con caracteres distintos. Unas impugnaciones estaban formuladas con respecto a los juicios de Núrember y adaptados a su caso. El haber sido juzgado en territorio israelí también ponía en duda su competencia, así como obviar el suceso del “secuestro” en Buenos Aires. Las propias acusaciones también parecían tambalear en legalidad respecto al caso de Eichmann. Fue acusado por “crímenes contra la humanidad” antes de contra el pueblo judío. Arendt no entendía que pudieran juzgarlo de forma tan irregular habiendo un Tribunal Internacional que juzga los crímenes por los que está siendo acusado. La filósofa también destacó el dudoso papel de los líderes de algunas asociaciones judías durante la Segunda Guerra Mundial, a las que responsabilizaba de numerosas muertes judías y que podrían haber evitado. Estas acusaciones también levantaría gran animadversión entre el colectivo judío.

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La conclusión de Arendt sobre el concepto de la “banalidad del mal” es que si se combina la incapacidad de juicio ético y moral de una persona que está intelectualmente limitada y se enfrentan a situaciones que exigen una apreciación coherente, cabal y con compromiso a la prevención del mal con la complacencia de muchos (fuerzas aliadas, algunos líderes judíos, etc.), puede desembocar en sucesos nefastos y la exponente vulnerabilidad de las potenciales víctimas. Lo que la filósofa pretende manifestar es el sentido banal que adquiere el mal cuando no se es capaz de juzgar las acciones propias y ajenas. Después de Hannah Arendt ha habido muchos literarios que han querido comprender lo mismo que la filósofa ya hizo en su día, y de paso aclarar los malentendidos que acosaron a la filósofa. La escritora Mary McCarthy escribió un ensayo sobre Eichmann en Jerusalén, titulado Partisan Review, el cual desataría una guerra intelectual entre neoyorkinos y europeos, tratando de reinterpretar las palabras de Arendt, puesto que estaba de acuerdo, pero creyó que utilizó palabras infortunadas. Los primeros psicólogos que se encargaron de analizar la maldad en los nazis, la calificaron como una “personalidad autoritaria”, concepto arrullado por Theodor Adorno. Otros dijeron compartir ideologías fascistas. Según estos psicólogos, los rasgos recurrentes en estos individuos suelen ser el de la visión de la ley de la selva, en la que el más fuerte gana y el pequeño es engullido por él; tienen una valoración negativa de la generosidad y amabilidad, puesto que los consideran inferiores; valoran con gran estupor los símbolos externos de poder y autoridad y tienen una visión social jerárquicamente estructurada. Existen varios estudios realizados a lo largo de los años hasta la actualidad, en los que dan la razón a la filósofa. Uno de ellos fue publicado casi paralelamente al de Arendt. Stanley Milgram, un reputado psicólogo americano, con un pequeño experimento sobre la obediencia y la autoridad, constató como personas corrientes sometidas a la influencia de la autoridad, se convierten en personas capaces de producir un daño extremo a través de unas corrientes a personas inocentes por responder equívocamente una serie de preguntas. La “persona normal” que hacía llegar una descarga sobre la víctima, lo hacía por un sentido de obligación, por una concepción de sus deberes como sujeto de experimentación, y no por una tendencia especialmente agresiva". Este tipo de experimentos, como muchos otros en los que intervenía la integridad física y psíquica del paciente, fueron suspendidos o realizados confidencialmente, ya que ponía en tela de juicio las prácticas del experimento con la propia moral. Otro experimento con objetivos similares fue el del experimento de la cárcel de Stanford liderado por otro psicólogo y amigo de Milgram, Philip Zimbardo. Fue un conocido estudio sobre la respuesta humana al cautiverio, recreando las circunstancias reales y el efecto que cada rol (guardia y prisionero) ejercía sobre el sujeto a investigar. Sus alumnos se presentaron voluntarios. Este experimento en concreto tuvo que ser cancelado a las pocas semanas de su inicio, ya que las consecuencias que tuvo en los estudiantes fueron desgarradoramente

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llamativas. Los prisioneros sufrieron y aceptaron un tratamiento sádico y humillante a manos de los guardias, y al final muchos mostraban graves trastornos emocionales. La explicación y respuesta a este experimento fue publicado en el libro de Zimbardo El efecto Lucifer, concretamente en el primer capítulo La psicología del mal: transformación del carácter por la situación: “Podemos dar por sentado que la mayoría de las personas, en la mayoría de las ocasiones, son seres morales. Pero imaginemos que esta moralidad es como un cambio de marchas que en ocasiones se sitúa en punto muerto. Cuando ocurre esto, la moralidad se desconecta. Si el coche se encuentra en una pendiente, tanto él como el conductor se precipitan cuesta abajo. Dicho de otro modo, lo que determina el resultado es la naturaleza de las circunstancias, no la destreza o las intenciones del conductor". Las conclusiones entre Milgram, Zimbardo y Arendt eran las mismas: cuando el mal es realizado por un colectivo, es muy probable que quién se encuentro al mando sea un monstruo, pero los que se encuentran por debajo, a su merced, son personas normales que por no querer afrontar la realidad, dejan de pensar y así dejan entrar el mal en ellos. Dwight MacDonald dijo ciertamente: "Debemos temer más a la persona que obedece la ley que a quien la viola" La autora analiza unos puntos indispensables en su obra: analiza las particularidades adquiridas por la conciencia moral humana y su repercusión a nivel individual y social; describe sociológicamente los componentes que motivaron al holocausto, desde datos estadísticos hasta datos históricos; y finalmente destaca y critica las características de la administración de justicia, representadas en el tribunal israelí, en el que no cesaron las irregularidades. En una de sus obras más relevantes que sirve de hilo conductor para esclarecer muchas teorías de índole similar, argumenta en el marco de la noción kantiana del “mal radical”, pero tras el juicio de Eichmann declaró que “el mal no puede ser banal y radical al mismo tiempo, el mal es la realidad extrema, pero nunca radical; lo radical y consciente solo puede ser el mal”. “Lo que quedó en las mentes de personas como Eichmann”, dice Arendt, “no era una ideología racional o coherente, sino simplemente la noción de participar en algo histórico, grandioso, único”.

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4. FUENTES EMPLEADAS

OBRAS LITERARIAS

- Hannah Arendt, Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal, Barcelona, Lumen, 1999 (ed. or. 1963, diferentes ediciones).

Libro completo en formato PDF:

http://www.consensocivico.com.ar/uploads/54521d16b1e2f-Arendt-Eichm-en-jerus-un-est-sob-la-banal-d-mal%28CC%29.pdf

- M. Mazower, La Europa Negra. Desde la Gran Guerra hasta la caída del comunismo, Barcelona, Ediciones B, 2001 (1998).

- R. Hilberg, La destrucción de los judíos europeos, Madrid, Akal, 2005 (1961). - F. Gallego, De Múnich a Auschwitz. Una historia del nazismo, 1919-1945, Barcelona, Plaza y

Janés, 2001.

- T. Judt, “Hannah Arendt y el mal”, en Sobre el olvidado Siglo XX, Madrid, Taurus, 2008, pp. 81- 97.

ARTÍCULOS/ WEBS

- ABC http://www.abc.es/cultura/20141014/abci-hannah-arendt-doodle-google-201410140021.html

- EL PAIS

http://elpais.com/tag/hannah_arendt/a/

- Información película biográica Hannah Arendt http://www.filmaffinity.com/es/film183601.html http://textosfil.blogspot.com.es/2013/03/0-0-1-1817-10363-86-24-12156-14.html

- conceptos jurídicos http://arendtjuridica.blogspot.com.es/2010/01/eichmann-en-jerusalen-analisis-de.html

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- totalitarismo según Hannah Arendt

http://www.eumed.net/libros-gratis/2007b/300/119.htm

- Arendt, Eichmann y la banalidad del mal: http://arbor.revistas.csic.es/index.php/arbor/article/viewFile/780/788 http://textosfil.blogspot.com.es/2013/03/0-0-1-1817-10363-86-24-12156-14.html

MATERIAL VISUAL

- Película biográfica de Hannah Arendt:

http://www.peliculas4.net/ver-hannah-arendt-2012-online-10-7624.html

(película completa online)

Ficha:

Título original Hannah Arendt Año 2012

Duración 113 min.

País Alemania

Director Margarethe von Trotta

Guión Pam Katz, Margarethe von Trotta

Música André Mergenthaler

Fotografía Caroline Champetier

Reparto Barbara Sukowa, Axel Milberg, Janet McTeer, Julia Jentsch, Ulrich Noethen, Michael Degen, Nicholas Woodeson, Victoria Trauttmansdorff, Klaus Pohl

Productora Heimatfilm

Género Drama | Años 60. Nazismo. Holocausto. Basado en hechos reales

Web oficial http://www.zeitgeistfilms.com/hannaharendt/

Sinopsis Biografía de la filósofa judío-alemana Hannah Arendt, discípula de Heidegger, que trabajó como periodista en el juicio a Adolf Eichmann, el nazi que organizó el genocidio del pueblo judío durante la II Guerra Mundial, conocida por "la solución final". (FILMAFFINITY)*

* http://www.filmaffinity.com/es/film183601.html

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- Película La Solución Final (Conspiracy), BBC-HBO, 2001: http://www.youtube.com/watch?v=v6HlEyHQVx8

- Experimento Milgram: https://www.youtube.com/watch?v=B6xw3E9o90Y

- Experimento Zimbardo, Stanford: https://www.youtube.com/watch?v=HPbCHFkftb8

- Hannah Arendt y la banalidad del mal - Documental completo

https://www.youtube.com/watch?v=Y5HdP52z5xE

- Adolf Eichmann - Documental completo

https://www.youtube.com/watch?v=JkPZ-XXVnuI