Pregón 2000
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PREGÓN SANTA CRUZ DE EL BUITRÓN
2000
PREGONERO: PASTOR CORNEJO MÁRQUEZ
Después de los saludos a las autoridades, si las hay, representantes de las
hermandades y a la hermandad de referencia comenzará el pregón
propiamente dicho.
Excmas. Autoridades, fervorosa y muy antigua Hermandad de San Vicente
Mártir, dignísimas representaciones de las distintas hermandades y
asociaciones representadas en este acto.
Junta de Gobierno de la muy antigua, fervorosa y muy entusiasta
Hermandad de La Santa Cruz de mi muy querido Buitrón, a los que deseo
una muy fecunda y fructífera labor en la conservación y mantenimiento,
sobre todo, de la Fe y tradiciones por la que lucharon nuestros mayores
durante 412 años hasta hoy.
Cuando Santo Toribio de Liébana arribó a las costas de España, portando
el mayor trozo conocido del madero, donde Cristo fue crucificado, y más
tarde subió las escarpadas cumbres de los Picos de Europa para cumplir el
mandato que, según la tradición, Jesucristo le había encomendado, no
podía ni remotamente pensar el alcance que en España tendría el culto a
la Santa Cruz.
Todo esto ocurría allá por el siglo V que llega la reliquia a Astorga y de allí
es llevada a Liébana durante el reinado de Alfonso I. La cofradía de Santo
Toribio es del siglo XII tal vez de 1181, época en que los caballeros
leoneses se extendían por la España en poder de los árabes por la invasión
en el 711. Así, junto a los ¿les llamamos reconquistadores?, llegaron los
evangelizadores, que fueron dejando por toda España el culto a la Santa
Cruz. Y llegaron a Sevilla, y en la Casa Grande del convento de San
Francisco se crea la Hermandad de la Vera-Cruz.
Pasan los años y la hermandad de Vera-Cruz llega a Zalamea y de allí se
extiende a todas sus aldeas, no en vano Zalamea era uno de los pueblos
que más término comprendía. Entre sus aldeas se encontraba El Buitrón,
en aquellos tiempos El Buitroncillo, como se demuestra en las reglas de
San Vicente de 1425.
Las reglas de La Vera-Cruz contemplan dos fiestas a celebrar con toda
solemnidad, 3 de mayo, invención de la Santa Cruz y 14 de septiembre
exaltación de la misma.
La que a nosotros nos interesa es la del 3 de mayo, no en vano en 1588 se
organiza en El Buitrón la Hermandad de la Vera-Cruz, y haciendo
cumplimiento a sus reglas, se comienza a celebrar la Cruz de Mayo.
El año 1976 nuestro amigo Eloy publica un librito, por su tamaño, pero
una enciclopedia por su contenido, titulado Romero y Mastranzo.
Plagiando su dedicatoria os digo… A vosotros, creyentes y no creyentes, y
amigos de nuestras tradiciones va dedicado mi humilde pregón.
Cuando la Junta de Gobierno, representada en su Hermano Mayor, me
pidió que pregonara las fiestas de la Cruz de este año no pude reprimir un
escalofrío que recorrió mi cuerpo, ya que se cumplen 15 años de mi
primer pregón en 1985, siendo el primer pregonero que la Santa Cruz de
Zalamea tuvo, y probablemente este sea mi final como pregonero, ¿qué
mas gozo que haber empezado pregonando en el pueblo donde nací y
terminar en uno de sus barrios al que tanto quiero y con el que tan
identificado me encuentro?
Montones de imágenes y recuerdos se me agolpaban y buscaban su
ubicación en los papeles, y sin orden ni concierto fui pasándolos a la
realidad.
Un amigo, Salvio, me dijo un día; me han dicho que este año tú serás el
perdigón que la Hermandad ha puesto en la peana, para cantar a la Cruz.
Habla de lo que te dé la gana, donde digo te dé la gana ustedes pongan la
frase que él siempre dice, pero habla de las tradiciones que se nos están
yendo.
Y haciéndole caso quiero decir algunas cosillas que no por viejas son malas
ni pasadas de moda, en contraposición con las que quieren ocupar esos
lugares que por tradición y solera no les puede corresponder nunca.
Pero antes de empezar a decir algunas, que es cierto se nos están yendo
en unos tiempos que pueblos que no tienen nuestra solera andan como
locos buscando sus raíces, que tan profundas como las nuestras nunca han
tenido, y por nombrar alguna nuestra Cruz, que se ha seguido celebrando
con mayor o menor boato desde su creación hasta hoy, y siempre en su
fecha. Quiero, como mejor pueda, recitar un romance del antes aludido
amigo Eloy en el que pinta con mágico pincel todo lo que en prosa haría
falta mucho tiempo y espacio en los papeles. Se titula así, Romero y Cruz
en Buitrón.
Cuando Mayo se ha vestido,
cuando es más verde la grama,
cuando los rubios trigales
mecen el pan en sus cañas;
cuando en el campo las flores
son más vivas y lozanas,
allá, en un rincón de Huelva
donde el horizonte acaba;
donde el cielo con la tierra
en mudo beso se abraza,
perdida entre las encinas
hay una aldea muy blanca,
que al esplendor de su Fiesta
solemnemente se lanza.
***
En la quietud apacible
de sus calles empedradas,
hoy se advierte un ajetreo
porque es la fiesta mañana
de la Cruz, y es el “Romero”
de tradición muy lejana,
la más bella romería,
la de más típica gracia
¿No conoces el “Romero”
de Buitrón, en su Cruz Santa…?
Pues escucha, amigo mío,
que con breve pincelada
te he de contar lo que he visto
desde mi más tierna infancia.
Lo que soñaba de niño
y cuando mozo a mi alma,
su color ha conmovido
con recuerdos y añoranzas.
***
En una tarde de mayo
de cielo entre azul y gasa;
entre músicas y coplas
y repicar de campanas,
montando fogosa yegua
el mayordomo abre marcha.
Un centenar de corceles
de yeguas y de potrancas,
dan escolta a la bandera
que lleva la insignia santa,
en manos de una mocita
que es una virgen serrana.
***
Todo la gala andaluza
sacada de viejas arcas,
luce vistosa a las grupas
de las yeguas y las jacas…
Mantoncillos de Manila,
peinetas de blanca nácar,
collares de cuatro vueltas,
brazaletes de gitana,
llevan todas las mocitas
con majeza soberana.
***
Por los verdes chaparrales
avanza la cabalgata
y a la izquierda del camino
cuando se pasa la Ojalba,
oculta entre matorrales
está escondida la carga
del florecido romero
que ha de ornar la Cruz Santa.
Y cuando ha sido cargado
y apretada la reata,
hincado al tercio derecho
va de la bandera el asta,
que orgullosa balancea
los andares de una jaca.
Con bridas hacia la aldea
de nuevo, el cortejo marcha,
entre músicas y coplas
el tamboril y la gaita,
hay vivas que se perciben
en una legua a la larga,
como el tropel de caballos
que la carretera cuaja.
***
Subiendo la comitiva
va por la calle Tejada,
buscando el lugar sagrado
adonde está entronizada
la Santa Cruz, donde Cristo
por los hombres se inmolara.
Allí, se esparce el romero
allí, el ambiente se embalsama,
sin perfumes orientales,
sin esencias de la Arabia,
con sólo olor de romero
y frito de ricas masas.
***
Calle arriba, calle abajo,
las piedras despiden ascuas;
relincha la yegua torda
al cariño de la cuadra,
donde dejó su potrillo
sujeto a la cabezada.
Gritan nerviosas las madres…
¡Que lo tira…! ¡Que lo mata…!
Deje usted, madre, que corra
que no me tira la jaca,
ni quiere la Cruz bendita
en su fiesta una desgracia.
***
Estuvo hogaño el “Romero”
como hace tiempo no estaba;
de los lugares cercanos
vinieron lindas muchachas
con labios de clavel rojo
con cutis de rosas blancas.
De labios rojos y rasgados
que si los miras te hablan,
o se entornan recelosos
bajo las negras pestañas,
si les dices un piropo,
si las miras cara a cara.
***
Ya el “Romero” ha concluido,
ya las carreras se acaban;
unos bailes por la noche
casi hasta la madrugada,
y todo queda en silencio…
tan sólo, la serenata
de un ruiseñor en el pozo,
da hechizo a la madrugada
desgranando los arpegios
de la más dulce alborada.
***
La mañana del domingo
es mas transparente y clara
y mientras vuela en el aire
el eco de las campanas,
el templo se va llenando
de fieles de alma cristiana.
Ante un altar de azucenas,
de lirios y rosas blancas,
un humilde sacerdote
al Cielo el Cáliz levanta…
¡Domingo de procesión,
cuantos recuerdos me guardas…!
¡Cómo pasaron las horas…!
¡Cómo la tarde se acaba…!
***
Y después de hacer la entrega
y de la iglesia a la entrada,
surge de trigo la puja
en fanegas rebosadas…
Y todos quieren cogerla
y todos quieren entrarla,
porque entrar la Cruz al Templo
dicen que tiene su gracia…
Así se cumplen promesas,
así los gastos se saldan,
aunque ocurran otras cosas
que renuncio relatarlas.
Así termina la fiesta
cuando la tarde se acaba.
¡Domingo de procesión…!
¡Bendita fiesta aldeana!
¡Ay quien pudiera tenerte…!
siempre grabada en el alma.
Me vais a permitir, sin ánimo de polémica, que haga unas
puntualizaciones sobre algunos versos del romance del amigo Eloy, que
tratan de lo que el amigo Salvio me pidió que “piñoneara” en esta peana.
Toda la gala andaluza
sacada de viejas arcas
luce vistosa a las grupas
de las yeguas y las jacas…
Todos los que peinamos canas recordamos a los más mayores que
nosotros y a algunos de nuestra edad, luciendo las mejores colchas en sus
bestias. Se me puede decir que es más elegante una silla de buen cuero
con adornos incrustados, y les diré que sí, pero la tradición es llevar las
colchas, como se sigue haciendo en lugares que van detrás de nosotros
siglos, no años. Yo les diré, que en aquellos tiempos lejanos para la
juventud de ahora, también había hermosas sillas de montar. Yo tuve el
atrevimiento, por ignorancia, de llevar una de estas sillas cuando era novio
de la que hoy es mi mujer. Al verme en medio de aquellos caballos,
enjaezados a la antigua usanza me sentí ridículo. No volví a montar más en
el Romero.
Hay otros versos que nos recuerdan más tradiciones.
Y cuando ha sido cargado1
Y apretada la reata,
Hincada al tercio derecho
Va de la bandera el asta.
Era un orgullo para el mayordomo el llevar en su jaca el romero hasta los
pies de la Santa Cruz, y junto a él la mayordoma, ambos encima de la
carga de romero sobre otra colcha que ya su madre había preparado
para el caso.
Continuando con las imágenes de los versos...
Entre músicas y coplas
El tamboril y la gaita…
No estoy contra las bandas de música, pero se va perdiendo el acompañar
al mayordomo, con el romero, con coplas a viva voz, tan sólo con el
tamboril y la gaita.
1 Se refiere al romero
Calle arriba, calle abajo,
Las piedras despiden ascuas;
Gritan nerviosas las madres...
¡Que lo tira! ¡Que lo mata….!
¿Dónde están esas carreras? ¿Eran otros tiempos? No tan solo
rememoraban y revivían lo que habían visto en sus mayores.
Y mientras vuela en el aire
El eco de las campanas.
El Buitrón siempre tuvo a gala el conservar los toques de campanas por los
que se regía la aldea, desde el ángelus de la mañana a la oración, después
de las ánimas. Era hermoso oírlas en la lejanía y la tranquilidad de los
campos. Una tarde de esas tantas, que mi amor por el campo me hace
estar muchas horas gozándolo, estaba yo en la estación, y desde aquellos
riscos oía los toques de oración. Pasó el amigo Enrique en su bestia
montado, y al verme allí absorto me gritó “cómo te gusta saborear lo
antiguo”. ¿Se perderán los toques de alzar a Dios? ¿Se perderá, al oriscar,
cuando se está recogiendo el ganado, y vuelven las gentes del campo
después de las labores el toque de oración y las ánimas? Yo espero que no
y la Cruz bendita haga que estas tradiciones, que se van perdiendo,
renazcan con fuerza para gozo de propios y extraños, que año tras año y
siglo tras siglo sigan celebrando y gozando nuestras fiestas de la SANTA
CRUZ.
Gracias.
Sevilla y Zalamea, 2000