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Prescripción de la acción para reclamar la Magistrado especialista de lo Contencioso-Administrativo. Presidente de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Asturias a sentencia de la Sección Sexta de la Sala Tercera de lo Contencioso- Administrativo del Tribunal Supremo, de fecha 12 de junio de 2008, desestima el recurso de casación interpuesto contra la sentencia dictada el 27 de noviembre de 2003 por la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, con sede en Málaga, por la que se estima parcialmente el recurso contencioso administrativo interpuesto por el recurrente y se condena a la Administración demandada a que in- en concepto de responsabilidad patrimonial. Los hechos que dieron lugar a la reclamación traen causa en la tetraplejia que sufrió el recurrente mientras nadaba en la piscina municipal de Benalmádena, por causa del incumplimiento de las más elementales obligaciones del socorrista que no impidió la entrada en la piscina a determinados me- nores y no evitó tampoco que uno de ellos se lanzase «en forma de bomba» encima suyo cuando se encontraba nadando, permitiendo además que, cuando nada más recibir el golpe y ya presentaba síntomas que podían poner de manifiesto una afectación de la columna vertebral, fuese sacado del agua sin ningún cuidado y sin ninguna preparación por otros menores que tiraban de él. En relación al plazo para ejercer la acción de reclamación la sentencia analiza las repercusiones que en esta cuestión tiene la existencia de una previa reclamación en vía civil y otra en vía penal para considerar, recordando la jurisprudencia del propio Tribunal Supremo que, sólo cuando existe una acción nata, es decir se conoce el alcance del daño y su ilegitimidad, se puede iniciar la acción. De esta manera si el proceso penal buscaba la fijación de los hechos o el alcance de esa responsabilidad, ha de tener el efecto interruptivo que recoge el artículo 142.3 de la Ley 30/1992. Por lo que respecta al posterior litigio civil, se entiende que éste se inició antes de transcurrir el plazo del año, ya que no consta la notificación de la sentencia penal absolutoria previa, por lo que la falta de este dato impide tener por prescrita la acción, cuando además la Administración demandada en la vía contenciosa había sido parte en el proceso penal, lo que hubiera facilitado la prueba del transcurso de mas de un año entre la notificación de la sentencia penal y el inicio del proceso civil ulterior. Ya en relación al fondo del asunto, entiende que, además de no poder discutirse en vía casacional los hechos acreditados en la instancia, en la piscina había un único socorrista con incumplimiento de la normativa a la sazón vigente, a la vista del aforo de aquélla. Igualmente se tiene por probado Comentario a la STS (Sala 3.ª) de 12 de junio de 2008 L Prescripción de la acción para reclamar la responsabilidad patrimonial de una ... 562 Comentarios de Jurisprudencia demnice al mismo en 544.323 euros más los intereses correspondientes, responsabilidad patrimonial de una Administración blica Por Jesús María Chamorro González

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Prescripción de la acción para reclamar la

Magistrado especialista de lo Contencioso-Administrativo. Presidente de la Sala de loContencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Asturias

a sentencia de la Sección Sexta de la Sala Tercera de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo, de fecha 12 de junio de 2008,

desestima el recurso de casación interpuesto contra la sentencia dictada el27 de noviembre de 2003 por la Sala de lo Contencioso Administrativo delTribunal Superior de Justicia de Andalucía, con sede en Málaga, por la quese estima parcialmente el recurso contencioso administrativo interpuestopor el recurrente y se condena a la Administración demandada a que in-

en concepto de responsabilidad patrimonial.

Los hechos que dieron lugar a la reclamación traen causa en la tetraplejia que sufrió el recurrentemientras nadaba en la piscina municipal de Benalmádena, por causa del incumplimiento de las máselementales obligaciones del socorrista que no impidió la entrada en la piscina a determinados me-nores y no evitó tampoco que uno de ellos se lanzase «en forma de bomba» encima suyo cuando seencontraba nadando, permitiendo además que, cuando nada más recibir el golpe y ya presentabasíntomas que podían poner de manifiesto una afectación de la columna vertebral, fuese sacado delagua sin ningún cuidado y sin ninguna preparación por otros menores que tiraban de él.

En relación al plazo para ejercer la acción de reclamación la sentencia analiza las repercusionesque en esta cuestión tiene la existencia de una previa reclamación en vía civil y otra en vía penal paraconsiderar, recordando la jurisprudencia del propio Tribunal Supremo que, sólo cuando existe unaacción nata, es decir se conoce el alcance del daño y su ilegitimidad, se puede iniciar la acción. Deesta manera si el proceso penal buscaba la fijación de los hechos o el alcance de esa responsabilidad,ha de tener el efecto interruptivo que recoge el artículo 142.3 de la Ley 30/1992.

Por lo que respecta al posterior litigio civil, se entiende que éste se inició antes de transcurrir elplazo del año, ya que no consta la notificación de la sentencia penal absolutoria previa, por lo que lafalta de este dato impide tener por prescrita la acción, cuando además la Administración demandadaen la vía contenciosa había sido parte en el proceso penal, lo que hubiera facilitado la prueba deltranscurso de mas de un año entre la notificación de la sentencia penal y el inicio del proceso civilulterior.

Ya en relación al fondo del asunto, entiende que, además de no poder discutirse en vía casacionallos hechos acreditados en la instancia, en la piscina había un único socorrista con incumplimientode la normativa a la sazón vigente, a la vista del aforo de aquélla. Igualmente se tiene por probado

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demnice al mismo en 544.323 euros más los intereses correspondientes,

responsabilidad patrimonial de una Administración

Pública

Por Jesús María Chamorro González

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que era práctica habitual reiterada en la piscina permitir que los bañistas se lanzasen «en bomba» alagua, sin impedirlo ni tomar medidas, pese a que dicha práctica era inadecuada y peligrosa. Ademásen el momento en que ocurrieron los hechos el socorrista no estaba en la piscina, cumpliendo consus obligaciones de vigilancia, sino en el cuarto de instalaciones donde tuvieron que ir a buscarleuna ver ocurrido el percance.

La sentencia

3. RESPONSABILIDAD DE LAS ADMINISTRACIONES PÚBLICAS. Administración local. Con-firmación de sentencia que condena a un Ayuntamiento a indemnizar a un bañista quequedó tetrapléjico tras caerle encima un menor que se lanzó a la piscina municipal en«forma de bomba». Omisión por el socorrista de medidas de atención y cuidado respectoa las conductas peligrosas y temerarias que de forma habitual venían realizando ciertosbañistas en la piscina municipal, y que eran consentidas por aquél. PRESCRIPCIÓN. De laacción. Inexistencia. La falta de acreditación de la fecha en que se notifica la sentenciarecaída en vía penal, y que se aduce por el Ayuntamiento en apoyo del argumento de queel plazo de 1 año ha transcurrido con exceso, debe perjudicar al Consistorio realizándosela interpretación más favorable al actor, que el Tribunal "a quo" efectúa y más vista la fechaen que se formuló la reclamación en vía civil.

TS (Sala Tercera, de lo Contencioso-administrativo). Sentencia 12 junio 2008. Ponente: Robles Fer-nández, Margarita. [Rº Casación 7363/2004]. LA LEY 68799/2008.

Disp. aplic.: LRJAP: art. 142.5.

FUNDAMENTOS DE DERECHO

PRIMERO.- Por la representación del Ayunta-miento de Benalmádena se interpone recurso decasación contra Sentencia dictada el 27 de No-viembre de 2003 por la Sala de lo ContenciosoAdministrativo del Tribunal Superior de Justicia deAndalucía, con sede en Málaga, en la que se estimaparcialmente el recurso contencioso administrativointerpuesto por D. Rodrigo y se condena al referidoAyuntamiento a que indemnice al Sr. Rodrigo en544.323 euros más intereses correspondientes enconcepto de responsabilidad patrimonial.

En su demanda D. Rodrigo había solicitado unaindemnización de 125 millones de pesetas, argu-mentando que resultó tetrapléjico mientras nadabaen la piscina municipal de Benalmádena, por causadel incumplimiento de las más elementales obliga-ciones del socorrista que no impidió la entrada en

la piscina a determinados menores y no evitó tam-poco que uno de ellos se lanzase "en forma debomba" encima suyo cuando se encontraba na-dando, permitiendo además que, cuando nada másrecibir el golpe y ya presentaba síntomas que po-dían poner de manifiesto una afectación de la co-lumna vertebral, fuese sacado del agua sin ningúncuidado y sin ninguna preparación por otros me-nores que tiraban de él.

La Sala de instancia rechaza en primer lugar quepueda considerarse prescrita la acción con la si-guiente argumentación:

"En el caso que nos ocupa en consecuencia elplazo de prescripción de un año que se estableceen el vigente art. 142 Ley 30/92, como antes enlos arts. 40 y 41 LRJAE, se vio interrumpido primeropor la pendencia del procedimiento penal, siendoasí que por no constar la fecha de notificación de

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la sentencia que lo puso fin no se acredita quetranscurriera un año desde esa notificación hasta lainterposición de la demanda civil, y después por latramitación de este procedimiento civil, sin quetampoco transcurriera el plazo desde que fue dic-tada, más desde la notificación, la sentencia de laAudiencia Provincial hasta que se formuló la recla-mación administrativa de responsabilidad civil.Conforme a la doctrina antes expuestas el efectointerruptivo de ambos procedimientos deriva deque en ellos se trataba de hacer efectiva la respon-sabilidad civil de la Administración, con indepen-dencia de que en el primero la condición deimputado o denunciado recayera sobre el jovenque saltó compareciendo el Ayuntamiento comoresponsable civil directo y de que en el segundo sedemandara también al socorrista. Era evidente laaparente trascendencia de ambos procedimientospara concretar la responsabilidad del Ayuntamientoy determinar la procedencia o no del ejercicio de laacción correspondiente y la vía o jurisdicción com-petente para ello, de manera que sólo cuando sedescartó la existencia de responsabilidad penal yconsecuentemente la inviabilidad de la responsa-bilidad del Ayuntamiento en esa sede, y después laincompetencia de la jurisdicción civil, se estuvo encondiciones de ejercer la acción que ahora se plan-tea en esta jurisdicción, acción que en definitiva noestaba prescrita, estando ya en condiciones la Salapara entrar a conocer el fondo del asunto."

Por lo que se refiere al fondo de la cuestión de-batida el Tribunal "a quo" aprecia la responsabilidadpatrimonial razonando:

"Pero es que además en absoluto puede decirseque el funcionamiento del servicio fuera normal si-no que por el contrario, y si bien en parte indirec-tamente a través del socorrista como personaempleada por el Ayuntamiento, ha de calificarsecomo anormal, incorrecto, irregular o negligente.En primer lugar debe tenerse en cuenta que en lasinstalaciones se encontraba un solo socorristacuando la piscina atendiendo a su aforo y comodetermina el art. 22 del Reglamento sobre piscinasaprobado por Orden ministerial de 31 de mayo de1960 entonces vigente y aplicable. Cierto es queen principio no es esta la circunstancia decisiva pa-ra determinar la responsabilidad de la Administra-ción, no es lo relevante el cumplimiento de la

normativa sectorial sino que con ese cumplimientopuede que no quepa hablar de responsabilidad ypor el contrario la responsabilidad puede existir aunsi la reglamentación se cumple escrupulosamente,pues lo importante es que exista nexo causal entreel funcionamiento del servicio, que como se ha di-cho es irrelevante que sea normal o anormal, y eldaño, y ello no depende tanto del número de so-corristas como de que las funciones de vigilancia yprevención se presten por el socorrista que se en-cuentre de manera adecuada y diligente.Pero encualquier caso es importante tener en cuenta estacircunstancia por lo que después se dirá.

Como se ha apuntado lo relevante verdadera-mente es la actuación del socorrista, pero sobre labase a su vez de que se trataba de una piscina quepor sus características podía considerarse de altoriesgo lo que determinaba la necesidad de extremarlas medidas de vigilancia y provisión. Pues bien,resulta de una parte que era práctica habitual y nor-mal, sin que el socorrista hiciera advertencia algunaal respecto ni impartiera instrucciones en sentidocontrario pese a tener que constarle dado que lapiscina llevaba ya funcionando varios días, que losusuarios se lanzasen al agua en forma "de bomba",lo que por un lado de manera lógica incrementabade manera importante la violencia e intensidad conla que el cuerpo entraba en el agua y con la queeventualmente se podía golpear a otro usuario, ypor otro hacía que esa entrada en el agua fuera másdescontrolada en el sentido que disminuía consi-derablemente las posibilidades de apreciar que otrobañista se pudiera encontrar el la zona en ese mo-mento al no tener visión sobre la misma y máximesi como parece se tomaba antes carrera haciendomás dificultoso aún la posibilidad de percatarse yde rectificar. Y por otra parte, pese a esa circuns-tancia de evidente peligro que, ya que se permitíaindebidamente, hubiera exigido al menos una es-pecial vigilancia y presencia continua, y al de por síel alto riesgo de las instalaciones, téngase en cuentaademás lo reducido de sus dimensiones, el soco-rrista no se encontraba en la zona de baño o a piede la piscina donde en última instancia hubiera po-dido apreciar en el momento en el que el otro jovense lanzaba al agua que en la zona de caída estabasumergido Enrique y hubiera podido hacer la ad-vertencia oportuna para evitar el contacto, sino enun cuarto de las instalaciones donde fue necesario

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acudir para advertirle del percance y donde evi-dentemente sus funciones de vigilancia y preven-ción no se podían ejercer en absoluto, y tampocopor ninguna otra persona al no existir otro soco-rrista como antes se ha apuntado. Puede decirsepor tanto que la actuación del Ayuntamiento al con-tratar un solo socorrista, pero sobre todo y por simisma la negligencia del socorrista presente fuecausa determinante de la producción del suceso,tanto por permitir una práctica de baño inadecuaday peligrosa como por no ejercer de manera ade-cuada las funciones de vigilancia, excluyéndosedesde luego que estemos ante un supuesto de casofortuito pues el golpe que sufrió el recurrente eraprevisible y evitable de haber funcionado el servicioadecuadamente conforme a reglas y parámetroscomunes y elementales de diligencia y prevención.

SEXTO. Cierto es que como pone de manifiestoel Letrado de la Administración la causa inmediatadel golpe y de las lesiones fue la acción del bañistaque cayó sobre el recurrente y que este bañistaentró en el agua de la forma descrita que ya hemoscalificado de peligrosa y negligente. Ahora bien, seha de partir de que la doctrina de la relación exclu-siva entre el actuar de la Administración y el resul-tado dañoso ha sido ya abandonada por laJurisprudencia del Tribunal Supremo, por todasSentencia de 20 de marzo de 2003, siendo sufi-ciente que el actuar de la Administración hayacontribuido a la producción del daño siquiera seade forma mediata aunque necesaria, lo que es deapreciar en este caso que se ha producido en laforma antes descrita cuanto menos a través de lapersona contratada y dependiente del Ayuntamien-to para ejercer las funciones de vigilancia y preven-ción, por lo que desde luego no puede admitirseque la intervención del tercero fuera de tal enver-gadura o intensidad suficiente como para romperel nexo causal entre la actuación de la Administra-ción y el daño.

Por ello en caso de concurrencia de culpas o deconductas en la causación del daño, de la propiavíctima o de un tercero, que es lo máximo que eneste caso puede admitirse, la solución jurispruden-cial es la moderación de la responsabilidad impu-table a la Administración y consecuentemente dela indemnización a abonar, aunque otra corrientejurisprudencial (STS 16 de mayo de 2002) se incli-

na porque en tal supuesto de concurrencia de culpade terceros es posible exigir a cualquiera de losconcurrentes a la causación del daño la totalidad dela indemnización, sin perjuicio de reconocer el de-recho de la Administración a ejercitar las accionesde repetición que puedan corresponder en ordena un posterior resarcimiento, de manera que de se-guirse esta última doctrina poco importaría que eneste caso el autor material de las lesiones sea untercero si como se ha determinado ello no excluyela responsabilidad de la Administración.

Pero es más, atendiendo a las circunstanciasconcurrentes hemos de concluir que es la actua-ción negligente administrativa la que tiene la inten-sidad e importancia suficiente para hacer que laconducta del tercero, en principio y abstractamentetambién negligente, se repute irrelevante en la pro-ducción del resultado y por tanto que ni tan siquieraestamos ante un supuesto de concurso de causassino de culpa exclusiva de la Administración. Hu-biera existido la concurrencia de causas si junto ala negligencia del socorrista en las labores de pre-vención y vigilancia, la conducta del tercero hubierasido aislada, ocasional, de manera que esa formade entrar en el agua hubiera sido una decisión per-sonal, súbita e individual. Pero cuando como se harepetido era la forma habitual, normar y generali-zada que empleaban los usuarios sin reparo niadvertencia ninguna del socorrista, consintiéndoseen definitiva en el funcionamiento del servicio pú-blico, no puede aceptarse que la conducta de unode los bañistas al hacer lo que se le permitía y loque era general y normal hacer sin impedimentoalguno, pueda considerarse que tenga relevanciaalguna para constituirse en factor determinante dela producción del daño ni para aquilatar o moderarla negligencia administrativa, bien por le contrarioes esta negligencia por la omisión de los deberesde previsión y vigilancia la que entonces se alza encausa eficiente y única del daño, sin alteración al-guna en el nexo causal por la conducta del autormaterial."

SEGUNDO.- Por el Ayuntamiento recurrente seformulan dos motivos de recurso. El primero deellos al amparo del art. 88.1.d) de la Ley Jurisdic-cional considera que se infringen los arts. 40 y 41de la LRJAE y posterior art. 142.5 de la Ley 30/92al entender que la acción estaría prescrita por ha-

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berse dirigido la misma contra la Administracióncuando había transcurrido en exceso el plazo de unaño, sin que quepa otorgar relevancia a los efectosde dicho cómputo al ejercicio de una acción penal,que no se habría dirigido contra el Ayuntamiento.

En el segundo de los motivos de recurso, al am-paro también del art. 88.1.d) de la Ley Jurisdiccio-nal, se alega vulneración de los arts. 139 y ss. de laLey 30/92, al alegar que los resultados lesivos porlos que se reclama no se produjeron como conse-cuencia de negligencia imputable al socorrista con-tratado por el Ayuntamiento, sino que trajo su causaen una intervención extraña, cual fue la actuaciónde uno de los amigos del Sr. Rodrigo, que con áni-mo de gastarle una broma se le lanzó encima, contan mala suerte que al golpearle con la rodilla en elcuello, le causó la tetraplejia que padece.

TERCERO.- Para la adecuada resolución del pri-mer motivo de recurso es necesario tener en cuen-ta, que los hechos sucedidos el 27 de Julio de 1990en la piscina municipal, dieron lugar al juicio de fal-tas 26/92, en el que frente a lo que sostiene elrecurrente sí que compareció este, como dice laSentencia de instancia, como responsable civil, for-mulándose posteriormente demanda ante la juris-dicción civil, teniendo ambos procedimientosefectos interruptivos sobre el cómputo del plazo deprescripción.

El Ayuntamiento funda la esencia de su argu-mentación en el motivo de recurso en que no se lepuede oponer para la interrupción del cómputo delplazo de prescripción, la tramitación de un juicio defaltas que terminó con la absolución del allí acusadodejando expedita la posibilidad de reclamación antela jurisdicción civil. Al proceder en esos términosel recurrente está olvidando la reiterada jurispru-dencia de esta Sala, de la que se hace eco elTribunal "a quo" en relación a la incidencia de latramitación de un procedimiento penal, a los efec-tos de la interrupción del cómputo de prescripción.

Nos remitiremos por todas a nuestra Sentenciade 10 de Abril de 2008 (Rec.5579/2003) dondedecimos:

"Resulta obligado dar la razón a la parte recu-rrente en el limitado aspecto que se refiere a lainterrupción del plazo de prescripción de la acción

de responsabilidad como consecuencia de las ac-tuaciones penales pues, de conformidad con ladoctrina de la Sala, expresada, entre otras, en laSentencia de 29 de enero de 2007 «La redaccióninicial del art. 146.2 de la Ley 30/92 decía: "La exi-gencia de responsabilidad penal del pesonal al ser-vicio de las Administraciones Públicas no suspen-derá los procedimientos de reconocimiento deresponsabilidad patrimonial que se instruyan ni in-terrumpirá el plazo de prescripición para iniciarlossalvo que la determinación de los hechos en el or-den jurisdiccional penal sea necesaria para la fija-ción de la responsabilidad patrimonial".

En la interpretación de dicho precepto, la juris-prudencia ha mantenido el criterio de que el ejer-cicio de la acción penal interrumpía el plazo deejercicio de la reclamación de responsabilidad apesar de lo que literalmente resultaba del art. 146.2de la Ley 30/92, y ello pues se basaba la jurispru-dencia en el principio de la "actio nata" (nacimientode la acción) para determinar el origen del cómputodel plazo prescriptivo; según dicho principio la ac-ción solo puede comenzar cuando ello es posibley eso sucede cuando se unen los dos elementosdel concepto de lesión, es decir, el daño y la com-probación de su ilegitimidad.

La Sentencia de la Sala Tercera del Tribunal Su-premo de fecha 23 de enero de 2001 (Rec.7725/96) entiende que: la adecuada interpretaciónde este precepto legal exige considerar que la in-terrupción de la prescripción por iniciación delproceso penal se produce en todos aquellos casosen los cuales dicho proceso penal versa sobre he-chos susceptibles en apariencia de ser fijados en elmismo con trascendencia para la concreción de laresponsabilidad patrimonial de la Administración(...)

Por ello se impuso la interpretación de que cuan-do no se ha renunciado en el proceso penal alejercicio de la acción de responsabilidad civil sub-sidiaria de la Administración, la pendencia del pro-ceso penal abre un interrogante sobre el alcancede dicha responsabilidad susceptible de condicio-nar el alcance de la reclamación de responsabilidadpatrimonial para la Administración y, consiguiente-mente, de interrumpir la prescripción con arregloa una interpretación extensiva del precepto legal.

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En consecuencia dicho precepto, en la redacciónoriginaria que le atribuyó la Ley 30/1992 solo podíainterpretarse en sentido de que la no interrupciónde la prescripción por el proceso penal de exigenciade responsabilidad a los funcionarios de la Admi-nistración únicamente se producía cuando existíauna apartamiento de la acción no de responsabili-dad civil subsidiaria frente a la Administración".

La Ley 4/99 ha modificado de modo sustancialel referido art. 146.2 de la Ley 30/92, preceptoque, en la actualidad, tiene la siguiente redacción:"La exigencia de responsabilidad penal del personalal servicio de las Administraciones Públicas no sus-penderá los procedimientos de reconocimiento deresponsabilidad patrimonial que se instruyan, salvoque la determinación de los hechos en el orden ju-risdiccional penal sea necesaria para la fijación dela responsabilidad patrimonial."

Se ha eliminado pues, la referencia a que la exi-gencia de responsabilidad penal "no interrumpiráel plazo de prescripción". Por lo tanto, a partir dela aplicación de la nueva redacción de este precep-to, no cabe duda de que el proceso penal tieneeficacia interruptiva con carácter general y ello puesaunque, en una interpretación literal, dicha eficaciainterruptiva solo debía ser efectiva para el caso deque la determinación de los hechos sea necesariapara la fijación de la responsabilidad patrimonial,esta viene siendo la regla general".

La jurisprudencia de esta Sala es clara en estamateria, por todas citaremos la sentencia de estamisma Sección de 18 de Enero de 2006 (Rec.6074/2001) donde se afirma:

Como hemos dicho en sentencia de esta Sala de23 de enero de 2.001, la eficacia interruptiva de unproceso penal sobre los mismos hechos determi-nantes de la responsabilidad administrativa debereconocerse en tal supuesto en aplicación de ladoctrina sentada por la jurisprudencia consistenteen que el cómputo del plazo para el ejercicio de laresponsabilidad patrimonial no puede ejercitarsesino desde el momento en que ello resulta posiblepor conocerse en sus dimensiones fácticas y jurí-dicas el alcance de los perjuicios producidos; talcriterio tiene su origen en la aceptación por esteTribunal del principio de la "actio nata" para deter-

minar el origen del cómputo del plazo para ejerci-tarla, según el cual la acción sólo puede comenzarcuando ello es posible, y esa coyuntura se perfec-ciona cuando se unen los dos elementos del con-cepto de lesión, es decir, el daño y la comprobaciónde su ilegitimidad, de tal suerte que la pendencia deun proceso penal encaminado a la fijación de loshechos o del alcance de la responsabilidad subsi-diaria de la Administración comporta dicha eficaciainterruptiva del plazo de prescripción de un añoestablecido por el artículo 142.5 de la Ley de Ré-gimen Jurídico de las Administraciones Públicas ydel Procedimiento Administrativo Común"».

Todo ello no es sino reflejo de la aceptación poresta Sala del principio de la actio nata, conforme alcual solamente cabe exigir la actividad del adminis-trado en orden a impetrar el reconocimiento deresponsabilidad por parte de la Administracióncuando ello sea posible, una vez culminado el pro-ceso penal en que se dilucidan los hechos deter-minantes de la responsabilidad."

Las diligencias penales se instruyeron por el mis-mo hecho que determina la responsabilidad patri-monial que ahora examinamos, concluyendo porSentencia dictada en juicio de faltas el 3 de Diciem-bre de 1.992 por el Juzgado de Instrucción deMálaga, en la que se absolvía al allí acusado porestos hechos y se reservaban las acciones civilesque en su caso pudieran ejercitarse. Interesa resal-tar que en dicho juicio de faltas compareció comoresponsable civil subsidiario el Ayuntamiento deBenalmádena, no existiendo constancia alguna dela fecha de notificación de dicha sentencia.

El 15 de Diciembre de 2003 se formuló demandaen juicio de menor cuantía por el hoy actor contrael Ayuntamiento y el socorrista, procedimiento queculminó con sentencia dictada el 21 de Noviembrede 1996 por la Audiencia Provincial de Málaga,apreciando incompetencia de jurisdicción reputan-do competente a la jurisdicción contencioso admi-nistrativa. El 29 de Octubre de 1997 se formulareclamación en vía administrativa.

Del relato cronológico que se ha hecho no cabeapreciar vulneración del art. 142.5 de la Ley 30/92,sin que quepa reputar prescrita la acción ejercitada.En efecto, la Sala de instancia entiende que la

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falta de constancia de la fecha de notificación dela sentencia dictada el 3 de Diciembre de 1992en la jurisdicción penal, impide que pueda repu-tarse transcurrido el plazo de un año desde sunotificación, hasta que el 15 de diciembre de1993, se formula por el perjudicado la acción ci-vil, y tal razonamiento debe ser asumido, porcuanto al Ayuntamiento de Benalmádena que fueparte en el juicio de faltas tramitado, y al que portanto tuvo que notificársele la sentencia en el re-caída y que es quien alega la prescripición de laacción hubiera debido acreditar la fecha de aque-lla notificación, y al no haberlo hecho así, ellodebe perjudicarle realizándose la interpretaciónmás favorable al actor, que el Tribunal "a quo"efectúa y más vista la fecha en que se formuló lareclamación en vía civil.

CUARTO.- En el segundo motivo de recurso, elAyuntamiento argumenta que la causa directa y efi-caz del resultado lesivo por el que se reclama nofue una omisión imputable al socorrista, sino una"intervención extraña" de una tercera persona, quefue la que causó aquel al lanzarse "en bomba" sobreel Sr. Rodrigo, lo que no hubiera podido evitarsecon independencia de la vigilancia que se tuviera.A ello añade que la actuación del socorrista se re-fiere al control de circunstancias intrínsecas a lospropios bañistas (cortes de digestión, ahogamien-tos, etc.) pero no en supuestos como el de autosen que un agente extraño se lanza a la piscina deforma inadecuada.

La Sala de instancia relaciona los requisitos ne-cesarios para configurar la responsabilidad patri-monial entre los que como no podía ser de otramanera menciona la relación de causalidad directay eficaz entre la acción u omisión que se imputa ala Administración y el resultado lesivo.

Hemos dicho en reiteradas sentencias que el ne-xo causal es una cuestión jurídica, y por tantorevisable en casación, si bien debiendo partir de loshechos tenidos por probados en la sentencia re-currida, salvo que sean debidamente impugnados.

La Sala de instancia en sus razonamientos aceptaque la causa inmediata de las lesiones fue conse-cuencia de la acción de otro bañista, que se tiró alagua de forma que el propio Tribunal "a quo" cali-

fica de peligrosa y negligente, pero sin embargo nola reputa de envergadura suficiente para romper elnexo causal entre la negligencia que imputa al so-corrista municipal -por permitir una práctica debaño inadecuada y no ejercer de manera adecuadalas funciones de vigilancia- y el resultado lesivoocasionado y rechaza por ello cualquier posibleconcurrencia de culpas, al entender que la actua-ción del socorrista no fue algo ocasional y aislado,sino una forma de actuar habitual y generalizadaconsintiendo a los bañistas conductas como la quedeterminó el resultado lesivo. Ello le lleva a rechazarcualquier compensación de culpas y a concluir quela causa directa y eficaz de aquel fue la negligenciadel socorrista que prestaba sus servicios para elAyuntamiento.

El Tribunal "a quo" para apreciar esa causalidaddirecta y eficaz entre la negligencia del socorristamunicipal y el resultado lesivo por el que se reclamareputando aquella por sí sola de entidad suficientepara producir dicho resultado, parte de los siguien-tes hechos que tiene por probados concatenandolos unos con los otros. En primer lugar tiene porprobado que en la piscina había un único soco-rrista con incumplimiento de la normativa a lasazón vigente, a la vista del aforo de aquella.

Igualmente tiene por probado que era prácticahabitual reiterada en dicha piscina permitir quelos bañistas se lanzasen "en bomba" al agua, sinimpedirlo ni tomar medidas, pese a que dichapráctica era inadecuada y peligrosa. Por últimotiene por acreditado que en el momento en queocurrieron los hechos el socorrista no estaba enla piscina, cumpliendo con sus obligaciones devigilancia, sino en el cuarto de instalaciones don-de tuvieron que ir a buscarle, una ver ocurridoel percance.

Tales hechos probados que no han sido im-pugnados adecuadamente por el estrecho mar-gen que hubiera sido permisible en via casacio-nal, ponen claramente de relieve la omisión porparte del socorrista de medidas de atención ycuidado respecto a las conductas claramente pe-ligrosas y temerarias que de forma habitual ve-nían realizando ciertos bañistas y que eranconsentidas por aquel, incluso no estando pre-sente en la propia piscina como era su cometido,

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y esa omisión como bien razona el Tribunal "aquo" y no una "intervención extraña", es la causaeficaz y determinante del resultado lesivo pro-ducido, lo que comporta que quede acreditada laconcurrencia de los requisitos definidores de laresponsabilidad patrimonial de la Administra-ción, y por tanto el motivo de recurso debe serdesestimado.

QUINTO.- La desestimación del recurso de ca-sación interpuesto determina, en aplicación del art.139 de la Ley Jurisdiccional, la imposición de unacondena en costas al recurrente, fijándose en mileuros (1.000 €) la cantidad máxima a repercutir pordicho concepto por lo que a honorarios de letradode la contraparte se refiere.

Los convenios internacionales como parámetrode validez del Derecho comunitario derivado

Por José Luis Gil IbáñezMagistrado especialista de lo Contencioso-Administrativo

iferentes categorías de compromisos externos de la Comunidad Euro-pea, cada vez más numerosos como consecuencia de su mayor partici-

comunitario, en el que se insertan con un rango específico, generando unosproblemas singulares, alguno de los cuales se plantean en la Sentencia quesigue.

En la Sentencia, tras descartar la inadmisibilidad alegada por el Gobierno fran-cés, el Tribunal comunitario responde a las cuestiones prejudiciales planteadas por un órgano judicialbritánico acerca de la validez de los artículos 4 y 5 de la Directiva 2005/35/CE del ParlamentoEuropeo y del Consejo, de 7 de septiembre de 2005, relativa a la contaminación procedente de

bloques: el primero comprende las preguntas sobre la concordancia de la norma comunitaria con laConvención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, firmada en Motego Bay (Jamaica) en1982, y con el Convenio internacional para prevenir la contaminación por los buques, suscrito en

de seguridad jurídica.

anteriores, a saber, que los acuerdos celebrados por la Comunidad con uno o más Estados u orga-nizaciones internacionales priman sobre las disposiciones de Derecho comunitario derivado. Estosacuerdos se inscriben en la jerarquía del ordenamiento jurídico comunitario en un rango inferior aldel Derecho comunitario primario, pero superior al del secundario —Guy Isaac—, en el que se en-cuentran las directivas, que, por tanto, han de respetar esas normas superiores.

Admitida genéricamente la posibilidad de examen de la concordancia de un acto comunitarioderivado con las reglas de Derecho internacional, para proceder a dicho examen se requiere que laComunidad esté vinculada por tales reglas, así como que el Tratado internacional no se oponga, por

Comentario

a la STJCE

(Sala GS)

de 3 de junio

de 2008

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Comentario STJCE (GS), 3 junio 2008

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pación en las relaciones internacionales, constituyen fuentes del Derecho

Londres en 1973 y completado por un Protocolo de 1978 —conocido como Convenio Marpol 73/78

En el primer bloque, el Tribunal de Justicia parte de un postulado mantenido en pronunciamientos

—;el segundo, relativo a la conformidad del artículo 4 de la mencionada Directiva con el principio

buques y la introducción de sanciones para las infracciones. Para ello, agrupa las cuestiones en dos