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    Presencia histrica y procesosorganizativos afrocolombianos en

    Santander

    Doris Lamus Canavate

    ISBN: 978-958-46-5760-2

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    Doris Lamus CanavatePresencia histrica y procesos organizativos afrocolombianos. Santander (Colombia)

    ISBN:978-958-46-5760-2Universidad Autnoma de Bucaramanga

    Instituto de Estudios Polticos

    Grupo Democracia Local, Lnea Movimientos sociales, gnero y cultura

    Bucaramanga/ Colombia

    Todos los derechos reservadosPrimera edicin, diciembre de 2014Hecho en Colombia

    Ilustracin de cubierta:

    Mark Edward (1843). Cocinero, Detalle de champan, en el Magdalena. [Acuarela]

    El texto original de este libro corresponde al informe final del proyecto deinvestigacin Hacia la reconstruccin de los procesos organizativos de losmovimientos sociales afrodescendientes en Santander, Colombia. (20132014),financiado por la Universidad Autnoma de Bucaramanga. Colombia.

    Lamus Canavate, DorisPresencia histrica y procesos organizativos afrocolombianos en Santander.

    / Doris Lamus Canavate. pp.144ISBN: 978-958-46-5760-2

    l. El Movimiento Social Afrolatinoamericano y los procesos organizativos en Colombia.2. Esclavos, libres y bogas en Santander. 3. Procesos organizativos de la poblacinafrodescendiente en Bucaramanga y su rea Metropolitana.4. Las organizaciones delMagdalena medio santandereano.

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    CONTENIDO

    INTRODUCCIN ........................................................................................................................... 5

    EL MOVIMIENTO SOCIAL AFROLATINOAMERICANO Y LOS PROCESOS

    ORGANIZATIVOS EN COLOMBIA ............................................................................................ 9

    ESCLAVOS, LIBRES Y BOGAS EN SANTANDER ................................................................. 15

    La jurisdiccin de Girn....................................................................................................... 17

    La jurisdiccin de San Gil y Socorro ................................................................................... 21

    La boga en el Ro Grande de la Magdalena ......................................................................... 25

    Magdalena Medio, Historia y Poblamiento ......................................................................... 31

    PROCESOS ORGANIZATIVOS DE LA POBLACIN AFRODESCENDIENTE EN

    BUCARAMANGA Y SU REA METROPOLITANA .............................................................. 35

    Asociacin Colonia Horizonte Chocoano ............................................................................ 36

    Fundacin Afrocolombiana de Santander, FACOS ............................................................. 41

    Fundacin de Mujeres Afrodescendientes de Santander, Amina......................................... 46

    Asociacin de Desplazados Afrodescendientes de Santander, Races Afro ........................ 48

    La Asociacin de Afrodescendientes y Vctimas del Conflicto Armado de Girn,

    AFRODEVIC .................................................................................................................... 52

    Fundacin Afrocolombiana Quilombo ................................................................................ 56La Mesa Departamental Afrodescendiente de Santander .................................................... 56

    El Movimiento de Organizaciones Afrocolombianas de Bucaramanga y el rea

    Metropolitana, MOABAM ................................................................................................... 62

    Tensiones y conflictos en las organizaciones....................................................................... 64

    Relaciones con las administraciones Municipal y Departamental ....................................... 65

    LAS ORGANIZACIONES DEL MAGDALENA MEDIO SANTANDEREANO ..................... 71

    Asociacin Afrocolombiana de Barrancabermeja y el Magdalena Medio, AFROBAM..... 72

    Asociacin de Afrodescendientes del Barrio El Dorado, AFRODORADOS...................... 74

    Asociacin Afrodescendiente del Magdalena Medio, AFRODMAM ................................ 76

    Colectivo Libertarios Magdalnicos, AFROLIBERTARIOS ............................................. 78

    Fundacin Minga Afro Magdalnica, La Minga.............................................................. 81

    Fundacin Afro El Sol, AFROSOL ..................................................................................... 83

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    Asociacin de Afrocolombianos de Sabana de Torres, AFROCOLSAT ............................ 85

    Corporacin Regin Afrocolombiana, CORAFROC .......................................................... 89

    Organizaciones en Cimitarra y la India ................................................................................ 98

    La Asociacin de Trabajadores Campesinos del Carare, ATCC....................................... .99

    Consejo Comunitario El Qucharo.................................................................................... 110

    Asociacin Afrocolombiana Kenia de Cimitarra, ASAKENCI.......................................... 112

    Fundacin de Mujeres Manos Limpias.............................................................................. 118

    PARA FINALIZAR................................................................................................................ 122

    BIBLIOGRAFA ......................................................................................................................... 127

    Anexo 1. Listado entrevistas AMB y Magdalena Medio santandereano .................................... 133

    Anexo 2. Listado organizaciones de afrodescendientes rea Metropolitana de Bucaramanga y

    Magdalena Medio santandereano .................................................................................... 134

    Registro fotogrfico del proyecto ................................................................................................ 138

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    INTRODUCCIN

    En Colombia, la disputa por el control del poder de nombrar, contar y representar a la

    diversa poblacin descendiente de los africanos trados a Amrica a partir del siglo XVI,

    es uno de los ms complicados asuntos por dilucidar en la actualidad. As mismo es una de las

    causas de la fragmentacin y el estancamiento de los procesos organizativos locales y, por

    tanto, del debilitamiento en las conquistas propuestas desde antes de la Constitucin Poltica

    de Colombia (CPC)de 1991. De hecho, el art. 55 transitorio de la CPClegitim el nombre de

    Comunidades Negras propuesto por las organizaciones del sur del Pacfico, lo que

    constituye uno de los puntos de partida de la disputa por el poder de nombraren las dcadas

    siguientes, pero tambin de las contradicciones entre estos y quienes traen sus reivindicaciones

    de tiempo atrs, unos inclinados por la denominacin de Cimarrones, otros por la de

    Negritudes. No obstante, en tiempos globales, otro proceso de amplitud como la

    Conferencia Mundial Contra el Racismo del 2001 en Durban, Sudfrica, tambin influy en el

    sentido que aqu se puntualiza, en la decisin de los participantes de reconocerse comoafrodescendientes, asunto propuesto por la acadmica brasileraSueli Carneiro.

    Por otro lado, est planteado en Colombia desde finales del siglo pasado, un debate en la

    academia contra la invisibilidad (Friedemann, 1995, pp. 32-77) en que las ciencias sociales

    haban mantenido a la gente negra y sus aportes a la construccin de nacin. A partir de la

    Constitucin Poltica de 1991 se abre camino una importante produccin desde distintas

    disciplinas que dar lugar a muchas formas de nombrarel objeto de estudio y con ello los

    debates acerca de la impronta colonial en el uso de negro, la racializaciny la discriminacin

    en estos y otros discursos, los problemas derivados del autoreconocimiento (soy negro o

    negra, afrodescendiente, raizal, palenquero, afrocolombiano, afrosabanero, o simplemente

    afro). Tambin toman lugar en el debate los problemas derivados de la (in)visibilidad

    estadstica y, por supuesto, la pregunta por el quin soy o no quiero ser, para efectos de

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    identificacin mediante un censo, una caracterizacin o ejercicio similar. Conjuntamente

    con la demanda de ms agudas herramientas de medicin, aparecen los problemas de

    desigualdad que viven en muchas regiones de Colombia estas comunidades. Lo destacado en

    todos estos debates es su vigencia y permanencia1. Debo al menos mencionar en esta breve

    enunciacin, porque marcan tambin unas trayectorias en el debate, posturas que parten de las

    nociones de blackness(Wade, 2013, pp. 21-42) o la de negridad (Restrepo, 2013).

    Sin pretender ser exhaustiva y dicho muy sintticamente, esta disputa por el control de los

    significados del ser o no ser negro, negra, afro o cualquiera de las otras propuestas posibles,

    se traslada y se debate, necesariamente, entre comunidades, organizaciones, activistas y, no

    faltan quienes sin entender del todo de qu se trata, se autodefinan de una u otra manera o se

    resistan a ello2. As mismo, encontramos a quienes actan en sentido pragmtico y asumenuna identidad estratgica (Spivak, 2003) de la que pueda, eventualmente, derivar un beneficio.

    Este prembulo sirve de pretexto para introducir una particular reflexin a partir de esta

    investigacin que indaga por la presencia de afrodescendientes en Santander, tierras en las

    que la historia destaca la de colonos alemanes(Rodrguez Plata, 1968) y la antropologa de la

    familia (Gutirrez de Pineda, 1968) identifica a la regin como Complejo Cultural

    Neohispnico, subrayando, uno y otro campo, la huella europea en Santander. Con estos

    prejuicios dominantes en la regin, la tarea que aqu se emprende tiene la intencin de hacer

    visibles a los descendientes de antiguos esclavos y bogas3, as como a migrantes de tiempos

    recientes.

    Sostengo pues que, si bien no cabe una comparacin cuantitativa con otras regiones como la

    Caribe y la Pacfica, tanto en las tierras altas como en las ribereas y aledaas al ro

    Magdalena, existe una significativa presencia de poblacin afrodescendiente de diversa

    1Para quienes tienen intereses en el debate cuantitativo, vase Tukufu Zuberi (2013).2En este contexto, aqu utilizamos indistintamente los trminos aludidos para la poblacin en estudio,con la particularidad de que, cuando seguimos estudios historiogrficos, los usos de los siglos XVI aXVIII son, precisamente, algunos de los que hoy se critican (negro, esclavo, mulato, etc.), pero que nopodemos cambiar sin caer en anacronismos. En muchos casos seguimos los usos de los propiosentrevistados.3Bogar es un verbo sinnimo de remar, por extensin se conoce como boga al hombre que haca latarea de conducir canoas y champanes por el ro Magdalena durante la Colonia.

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    procedencia, as como procesos de arraigo y construccin de comunidad, lo cual define una

    variopinta trama de colores de piel y prcticas culturales que hace ms complicada la tarea de

    identificacin y cuantificacin de esta poblacin. Aunque algunos funcionarios locales

    sostienen y suscriben la afirmacin de que aqu no hay negros, lo que se puede observar con

    atencin y sin prejuicios, es que sern pocos pero que los hay, los hay. De la visibilidad de

    esta poblacin como organizaciones, en su mayora legalmente constituidas, depende el

    reconocimiento de sus derechos en Santander y el acceso a recursos de destinacin especfica.

    Los antecedentes del proyecto se ubican en 2008 con un trabajo orientado a identificar

    organizaciones de mujeres negras/afrodescendientes en Colombia, tanto en la regin Pacfica

    como la Caribe, el cual parti de la pregunta por el lugar de las mujeres en los procesos

    organizativos del movimiento afrocolombiano.Los resultados de este trabajo se publicaron en2012 bajo el ttulo El color negro de la (sin) razn blanca: el lugar de las mujeres

    afrodescendientes en los procesos organizativos en Colombia4. Con posterioridad, y producto

    de este ejercicio previo, localizamos una experiencia en Cartagena y San Basilio de Palenque

    surgida de las organizaciones de mujeres, la cual propona construir elgnero desde lo afro.

    Nuestro trabajo all indag por la construccin de relaciones de gnero en el interior de las

    comunidades y las organizaciones y las familias involucradas en el proyecto (Lamus, 2013).

    Para 2013 conforme a una directriz institucional presentamos a convocatoria interna una

    propuesta tituladaHacia la reconstruccin de los procesos organizativos de los movimientos

    sociales afrodescendientes en Santander, Colombia, orientada a identificar la presencia de

    poblacin organizada y auto-identificada como afrodescendiente, con el fin de reconstruir sus

    historias, proyectos y propsitos como colectivos que propenden por la defensa de sus

    derechos y su cultura. Su cobertura geogrfica fue: Bucaramanga y los municipios del rea

    Metropolitana (Floridablanca, Girn, Piedecuesta) y el Magdalena Medio santandereano.

    El desarrollo de la investigacin forma parte junto con otras actividades y est cobijado por un

    Convenio Marco de Cooperacin suscrito entre la Universidad Autnoma de Bucaramanga y

    la Fundacin Afrocolombiana de Santander, FACOS, en junio de 2013, cuyo objetivo es el de

    4Disponible en: http://alainet.org/active/57438

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    articular acciones, esfuerzos, capacidades y conocimientos para crear espacios acadmicos,

    proyectos y actividades que promuevan la interculturalidad, el reconocimiento y la visibilidad

    de la poblacin afrocolombiana, su cultura, sus prcticas y aportes a la construccin de nacin

    y de ciudadana, desde esta universidad.

    La estrategia metodolgica est inspirada en los procesos de investigacin previos, con un

    enfoque cualitativo, que pretende conocer a las personas y los procesos en los que se

    encuentran inmersas, por lo cual se da cuenta en extenso, y en sus propias voces, de sus

    experiencias. Para la recoleccin de informacin se utilizaron fuentes secundarias tanto

    cuantitativas como cualitativas, documentales y bibliogrficas, e informacin primaria, a partir

    de entrevistas y grupos focales con personas, lderes o de base, hombres y mujeres

    afrodescendientes auto identificados como tales que han participado en procesos organizativosen la regin. En cuanto a la informacin secundaria, se logr identificar una significativa

    bibliografa de corte histrico, fundamental para la documentacin de la presencia de

    poblacin esclavizada, libre o bogas (navegantes del Ro Magdalena). As mismo, se hizo la

    recoleccin de informacin en terreno en los distintos municipios. Las entrevistas se realizaron

    entre agosto y diciembre de 2013.

    Se aplicaron, finalmente, 35 entrevistas, un grupo focal y un taller, distribuidos as: 9

    entrevistas y un taller en el rea Metropolitana de Bucaramanga (AMB); 5 entrevistas en

    Barrancabermeja; 10 entrevistas en Cimitarra y el corregimiento de La India; 6 entrevistas en

    Sabana de Torres, 5 entrevistas y un grupo focal con 21 participantes en Puerto Wilches 5.

    5Ver al final cuadro de entrevistas y listado de organizaciones encontradas.

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    1.

    EL MOVIMIENTO SOCIAL AFROLATINOAMERICANO Y LOS

    PROCESOS ORGANIZATIVOS EN COLOMBIA

    Desde 2008, cuando emprendimos el proyecto inicial sobre El lugar de las mujeres en los

    procesos organizativos de la poblacin afrocolombiana, hemos venido revisando la literatura

    producida alrededor de estos debates. Se incluye a continuacin una actualizacin sinttica de

    esta revisin, a la cual se adiciona el aporte de nuestro trabajo al mismo campo de

    investigacin y que no aparece en la bibliografa consultada.

    De la misma manera que otros movimientos sociales como el feminismo, el pacifismo, los

    ecologistas, los obreros o los campesinos y los estudiantes tuvieron sus antecedentes en pases

    del Norte, sin querer decir con ello que los nuestros son sus mulos, ni que se orientan en las

    mismas coordenadas epistmicas y polticas, existe una conexin de contexto histrico, as

    como de aspiraciones y reivindicaciones entre algunos de ellos, ms an, en tiempos de

    globalizacin. As lo evidencia la ya larga historia de movimientos de liberacin, revolucin,emancipacin y descolonizacin de los pueblos descendientes de africanos en Amrica. Si

    bien no es muy abundante la produccin al respecto, sirve de marco a esta revisin el trabajo

    de Agustn Lao-Montes (2009), en el cual propone la siguiente periodizacin:

    El primero alcanz su punto lgido en la ola de revueltas de esclavizados en el siglo XVIII,

    cuyo punto culminante fue la revolucin haitiana (1796-1804), lo que a su vez marc el

    nacimiento de la poltica negra como dominio explcito de identidad y derechos, y como

    proyecto de emancipacin (Agustn Lao-Montes, 2009, p.215). El segundo periodo,

    aproximadamente de 1914 a 1945 (I y II guerras mundiales, las revoluciones rusa y mexicana,

    y la gran depresin de los aos treinta). Fue un momento de consolidacin de los movimientos

    polticos, culturales e intelectuales negros en todo el Atlntico, que configur una suerte de

    cosmopolitismo afro que sigue vigente en nuestra poca (Lao-Montes, 2009, p. 216).

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    El tercer periodo, de la posguerra de la segunda guerra mundial hasta la ola global de

    movimientos antisistmicos de los aos sesenta y setenta. Aproximadamente de1945 a 1955

    fue un ciclo sistmico de luchas por la descolonizacin en frica, Asia y el Caribe, y por el

    surgimiento de movimientos contra el rgimen de Jim Crow en el sur de los Estados Unidos

    (Lao-Montes, 2009, p. 217). El cuarto periodo comienza a finales de los aos ochenta y a

    principios de los noventa hasta hoy. Es la poca del surgimiento del nuevo imperialismo

    estadounidense (las invasiones de Granada y Panam en 1986 y 1988, y primera guerra con

    Irak en 1991). Marca tambin el comienzo del fin de la fascinacin con las polticas de Estado

    neoliberales, presididas por movilizaciones y movimientos emergentes contra sus efectos

    negativos de orden econmico y poltico (pp. 218-219).

    Se destacan en este periodo tres referentes importantes para los movimientos negros eindgenas en el continente americano: uno, el cambio constitucional sin precedentes que tuvo

    lugar en Colombia en 1991 y luego en los pases vecinos, que reconoci el carcter

    pluritnico y multicultural de la nacin; dos, la campaa contra la celebracin de los 500 aos

    del descubrimiento de Amrica en el 1992, y el proceso hacia la Conferencia Mundial

    Contra el Racismo del 2001 en Durban, Sudfrica, todo ello en un contexto de alta

    movilizacin social contra los efectos negativos de la globalizacin neoliberal y en particular

    de la aparicin de los movimientos negros e indgenas en Latinoamrica (Lao-Montes, 2009,

    p. 219).

    En Colombia, un reciente trabajo y tal vez el nico directa y completamente dedicado al

    Movimiento social afrocolombiano, negro, raizal y palenquero, es el que bajo ese ttulo

    publicara la Universidad Nacional (agosto de 2012), cuya autora corresponde a los profesores

    Maguemati Wabgou, Jaime Arocha, Aiden Jos Salgado Cassiani y Juan Alberto Carabal

    Ospina. El trabajo inicia con un apartado conceptual, terico y metodolgico que bsicamente

    resea los enfoques tericos sobre los movimientos sociales y precisa el tipo de abordaje de la

    investigacin. As mismo establece una periodizacin que va del cimarronismoa la dcada de

    los aos 90 del siglo XX, destacando los aspectos centrales, en localizaciones especficas de la

    geografa colombiana, hasta llegar al proceso previo y subsiguiente a la promulgacin de la

    Constitucin Poltica de 1991. Termina el captulo con las mujeres afrocolombianas y su

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    motivacin para crear organizaciones. Finalmente se detiene en el movimiento

    afrocolombiano en los albores del siglo XXI para plantear sus retos y alternativas. Llama

    nuestra atencin la incorporacin de poblaciones especficas ya no solo las mujeres, sino los

    jvenes y las comunidades afectadas por el desplazamiento forzado. El eplogo se plantea

    como un puente maestro sobre las organizaciones rurales afrocolombianas. No contiene

    referentes a poblaciones afrosantandereanas.

    Esta obra, de carcter panormico, contiene una formidable sntesis y documentacin muy

    importante no slo para la investigacin sino para la propia historia del movimiento afro. Es,

    sin embargo, lamentable que el trabajo de importantes mujeres afrodescendientes, acadmicas

    y activistas, siga siendo ignorado en estas y otras publicaciones. De igual manera nuestro

    trabajo queda por fuera de tales reconocimientos.

    Sea entonces el momento para mencionar nuestro propio aporte a la investigacin de los

    procesos organizativos de la poblacin afrodescendiente en Colombia en general y de las

    mujeres en particular (2012), la cual parti de la pregunta por el lugar de las mujeres en los

    procesos organizativos del movimiento afrocolombiano en general, as como por sus

    articulaciones con los movimientos feminista y de mujeres en el pas. Es claro que no es el

    movimiento afro en s mismo el objeto de indagacin, pero no es posible preguntar por el

    lugar en l de las mujeres sin reconstruir al menos los trazos gruesos de los procesos recientes,

    incluso desde antes de la Constitucin de 1991 (Lamus, 2012, Introduccin).

    Es, sin embargo, a partir de la dcada de los aos 90 cuando las mujeres adquieren alguna

    visibilidad en el sentido organizativo y poltico y cuando empieza un lento proceso de auto-

    constitucin como sujetos polticos, en muchos casos demandando una autonoma, no solo

    como mujeres, sino como mujeres negras/afrocolombianas. Es preciso subrayar, no obstante,

    que buena parte de las organizaciones de mujeres afrocolombianas mantienen sus vnculos de

    hermandad y de defensa del proyecto tnico con sus congneres varones y por tanto del

    movimiento social.

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    Nuestro aporte ha sido publicado bajo el titulo El color negro de la (sin) razn blanca: el

    lugar de las mujeres afrodescendientes en los procesos organizativos en Colombia , de 2012.

    La publicacin recoge dos proyectos de investigacin, uno inicial que rastrea las

    organizaciones de mujeres afro en el Pacfico y el segundo, que hace esta misma tarea en el

    Caribe, ms especficamente en Cartagena, San Basilio de Palenque y Barranquilla. La

    mayora de las organizaciones encontradas coinciden con las consultadas en el libro de

    Maguemati Wabgou, et alt. (2012).

    A partir del trabajo en Cartagena y San Basilio de Palenque identificamos una propuesta

    surgida de los procesos internos de las organizaciones afro de la regin, pertenecientes al

    Proceso de Comunidades Negras (PCN), el cual pretende construir elgnero desde lo afro

    (2011-2012)6. Este ejercicio pregunta por la construccin de relaciones de gnero de lascomunidades, las organizaciones y las familias afro del Caribe colombiano. La idea parti de

    una directiva nacional del PCN; sin embargo, las encargadas de implementar la directiva han

    ido mucho ms all de liderar una lnea de trabajo de gnero y generacin; han creado una

    asociacin de mujeres,pero su propuesta incluye a los hombres porque como bien ano tan, sin

    ellos no tendra razn de ser el proyecto del gnero desde lo afro... Una de las apuestas de las

    organizaciones es transformar la comprensin de la valoracin que se tiene de las mujeres y

    construir nuevos relacionamientos (Simarra, 2011)7.

    De este modo los movimientos sociales y sus organizaciones el referente ms emprico de

    ellosactan en contextos en los que se confrontan discursos, compiten frente a creencias y

    representaciones mayoritarias, se disputan por el acceso a recursos y capacidades de

    incidencia. Parte de su propsito es hacer visibles sus discursos, as como modificar creencias

    y valores dominantes (Sabucedo, 1998, pp. 175-177), como en el caso de Colombia y otros

    pases latinoamericanos de importante presencia indgena y afrodescendiente, en los cuales el

    racismo, la discriminacin, y los efectos del conflicto armado en el caso colombiano,

    afectan precisamente a estas as llamadas minoras.

    6 Artculo y video disponibles en:http://www.redalyc.org/pdf/110/11029045010.pdf ; http://www.youtube.com/watch?v=hkSJ2juz6T87Entrevista a Rutselly Simarra, Cartagena, 2011.

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    Desde el punto de vista de las discusiones tericas y polticas acerca de los movimientos

    sociales contemporneos, buena parte de ellos han enfocado sus polticas hacia el problema de

    la redistribucin (o de la igualdad), y otros hacia el problema de la identidad (o el

    reconocimiento). Sin embargo, una y otra dimensin son hoy inseparables (Fraser, 1997, pp.7-

    52). Ms recientemente, se han planteado crticas a esos asuntos tpicos de una visin liberal

    de los movimientos sociales, lo que marca sus lmites, y se propone la pertinencia de una

    visin que descolonice y desujetivice las teoras de los movimientos sociales (Flrez Flrez,

    2010), asuntos que podran favorecer una discusin y por supuesto, una construccin menos

    atada a los cnones del pensamiento y de la prctica poltica liberal, con nuevos retos y

    horizontes de sentido. En esta direccin se orienta un conjunto de preguntas planteadas por el

    profesor Agustn Lao-Montes, muy a propsito para el trabajo que nos ocupa.

    A qu le estamos apostando?, slo a ganar puestos y espacios dentro del Estado y a

    obtener favores del Estado metropolitano norteamericano, o en contraste, buscamos crear

    un orden poltico sustancialmente distinto? Por cul forma de democracia y ciudadana

    estamos luchando?, Por una mera extensin de la franquicia de la democracia liberal, o

    buscamos una transformacin sustancial de las formaciones polticas con el fin de obtener

    derechos colectivos (sociales, econmicos, culturales, y polticos) en el contexto de una

    democracia radical y participativa desde el nivel local hasta lo nacional y aun a escala

    mundial? (Lao-Montes, 2009, p. 240)

    De igual manera se detiene en un punto que tiene que ver con la construccin de identidades y

    subjetividades y el horizonte de sentido hacia el cual se piensa el movimiento social afro en

    Latinoamrica:

    Vamos a centrar las luchas en contra del poder patriarcal, es decir, en contra del

    machismo y el heterosexismo, en nuestras agendas y en nuestras prcticas de movimiento?

    Cul es la importancia adscrita a los afrofeminismos y a los reclamos LGTB en nuestro

    registro de prioridades y en nuestro anlisis de la opresin y la liberacin? (Lao-Montes,

    2009. p. 240)

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    Por ltimo, un nudo gordiano para las organizaciones y el movimiento, entre los proyectos

    modernos de Occidente y la recuperacin de prcticas heredadas de tradiciones ancestrales:

    Cuando hablamos de la ancestralidad y de lo propio, desde qu ptica y a

    favor de qu proyecto poltico-cultural lo estamos haciendo? Por ejemplo,

    entendemos lo ancestral y lo propio dentro de marcos y patrones autoritarios y

    conservadores, o, por el contrario, entendemos la tradicin y la cultura como

    procesos cambiantes y espacios atravesados por luchas casa adentro lo cual

    implica combinar la defensa de la ancestralidad con la construccin de culturas de

    liberacin. (Lao-Montes, 2009. p. 240)

    Estas reflexiones son un valioso instrumento tanto para el movimiento afrocolombiano comopara quienes pretendamos hacer algn tipo de diagnstico sobre sus logros en pases

    latinoamericanos. A las acertadas preguntas del profesor Lao-Montes debo adicionar, por otro

    lado, una inevitable reflexin sobre la vida cotidiana de las organizaciones, en cualquier lugar

    del mundo. Al respecto es imprescindible subrayar con Tourain (2000, p.104), que un

    movimiento social y, por tanto, las organizaciones que lo conforman es un conjunto

    cambiante de debates, tensiones y desgarramientos internos; ellos se encuentran en muchas

    circunstancias, polarizados entre la expresin de la base y los proyectos polticos de los

    dirigentes, entre las aspiraciones e intereses particulares de unos y otros, as como asediados

    por problemas de control autoritario, manipulaciones y corrupcin. No es posible, por tanto,

    pensar en los movimientos sociales y ms exactamente, en quienes integran las organizaciones

    que los constituyen, como entidades prstinas. Son, por el contrario, de la misma naturaleza

    humana que el resto de sus congneres. Pero, del mismo modo, no es polticamente correcto

    generalizar sobre sus posturas, conductas y procederes. De all la pertinencia de estudios sobre

    procesos y discursos que den cuenta de sus orientaciones de sentido, de sus prdicas y sus

    contradicciones.

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    2. ESCLAVOS, LIBRES Y BOGAS EN SANTANDER

    Edward W. Mark (1843). Mujeres de las riberas del Magdalena. [Acuarela sobre papel gris. 17 x 25 cms]

    Los estudios historiogrficos en Colombia que se ocupan de la institucin colonial de la

    esclavitud se han detenido fundamentalmente en los lugares donde hubo mayor concentracin

    de esta poblacin, como por ejemplo en las minas de oro de Antioquia y Choc, as como en

    las grandes haciendas y trapiches de las sabanas de la provincia de Cartagena, donde el peso

    especfico de esta mano de obra era fundamental en la economa de la poca. Ello contribuy a

    la invisibilidad de la poblacin negra, esclava o libre en los territorios que hoy reconocemoscomo Santander, y que existi incluso tempranamente, conforme a registros y documentos que

    dan cuenta de un nmero significativo que, sin embargo, no aparecen fcilmente en la

    historiografa de la regin.

    Segn el censo demogrfico de 1778, el grupo tnico de mayor presencia en este territorio era

    el mestizo, con un 60% del total de la poblacin. Le segua, en su orden, el segmento blanco

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    con un 30%, mientras que indios y negros se repartan el 10% restante. La poblacin negra

    represent aproximadamente el 5% del total de habitantes, una cifra mucho ms moderada de

    lo registrado en las provincias de Cartagena, Antioquia, Popayn y Choc, en donde

    alcanzaron hasta un 30%, llegando incluso a igualar en algunas partes a los blancos 8.

    De ello da cuenta un nmero importante de trabajos realizados por historiadores de la regin,

    entre los cuales destacaremos una pequea muestra de ellos referidos a la jurisdiccin colonial

    de las ciudades de Girn (Pico Pita, 2008; Castao Pareja, 2007) San Gil y El Socorro (Salazar

    Carreo, Robinson, 2008), durante los siglos XVIXVIII, con la intencin de mostrar las

    evidencias de esa presencia, lo cual permite dar soporte a la idea que orienta este trabajo, la de

    rastreas las huellas de la existencia de poblacin descendiente de africanos esclavos o libres

    llegados en distintos momentos de la historia de la regin.

    8 Censo de poblacin de las provincias de Tunja, Girn y Pamplona, 1778, Archivo General de laNacin, Bogot (AGN), Censos Redimibles-Varios Departamentos, tomo 6, ff. 261r, 365r y 367r.Citado por Pita Pico (2012 p. 652).

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    2.1. La jurisdiccin de Girn

    Carmelo Fernndez (1850). Tejedoras y mercaderes de sombreros de nacuma en Bucaramanga. Tipos

    blanco, mestizo y zambo. [Acuarela]

    La demarcacin colonial de la jurisdiccin de la ciudad de Girn defini los siguientes

    lmites: por el occidente, el ro Magdalena, por el norte el ro Lebrija (cuyo puerto era el de

    Botijas), y por el sur el ro Sogamoso (cuyo puerto se denominaba Caaverales) y el ro

    Chicamocha; y por el oriente los ros de Oro y Manco. De modo que esta jurisdiccin,

    hacia el nordeste, limitaba con la provincia de Pamplona; hacia el noroeste con la de Santa

    Marta, y hacia el sur con la de Vlez. Hacia el oriente tena una fisonoma accidentada y

    montaosa; y hacia el occidente, los terrenos eran llanos, selvticos, pantanosos y malsanos.Topogrficamente este territorio estaba compuesto por las Mesas de Jridas, Bucaramanga y

    Juan Rodrguez (Ruitoque), y los valles de los ros Sogamoso, Lebrija y Rionegro, con sus

    afluentes principales los ros Fro, del Hato y del Oro (Castao, 2007, p.11).

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    Aunque se reconoce que en esta regin no haba las ricas haciendas de otras regiones del

    territorio, lo que s es sabido es que en la provincia de Girn, los ms importantes eran

    propietarios ausentistas que encargaban la administracin de sus bienes a un mayordomo,

    capitn u oficial negro, mulato o mestizo. De este modo, se encontraban grupos en algunos

    casos vinculados por lazos de parentesco, conformados primordialmente por esclavos criollos

    de corta edad, y unos cuantos adultos y viejos; algunos de ellos eran bozales (Castao, 2007,

    p. 63).

    Diversos amos encargaron del gobierno y direccin de sus heredades a un esclavo,

    quien por ello pasaba a convertirse en el miembro ms importante en esa jerarqua de

    funciones que se presentaban al interior de las haciendas y estancias cacaoteras de este

    territorio. Dentro de las ocupaciones de estos encargados estaba llevar las cuentas,repartir y coordinar el trabajo; distribuir, dirigir y controlar la mano de obra, y velar por

    la eficiencia en la recoleccin de las cosechas. Otras funciones de los negros capitanes era

    dar cuenta y manifestar todo lo referente a las herramientas y alhajas de la posesin, no

    solo a sus amos, sino en ausencia de este o por su fallecimiento, a los avaluadores de

    dichos bienes. (Castao, 2007, p.68)

    Los negros bozales9 eran superados numricamente por los esclavos criollos de pieles de

    variadas tonalidades (eran ms baratos) o por asalariados, adems, para el periodo del que seocupa este estudio, 16821750, la relacin numrica entre hombres y mujeres era muy

    desequilibrada, afirma Castao (2007).

    por cada mujer que se comercializaba y que aparece mencionada en las cartas de

    compraventa, existan dos varones. Esta desigualdad numrica incida en las

    caractersticas estructurales y somticas de algunas parejas, matrimonios y familias, pues

    los varones se vean obligados a establecer nupcias o relaciones ilcitas con

    afrodescendientes criollas, ya fueran esclavas o libertas; y no en pocas oportunidades, con

    algunas indgenas, que bien podan ser sirvientas y criadas del amo. (p.169)

    9Los recin llegados, quienes desconocan la lengua y la cultura americanas.

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    Arars, Luangos, Congos y Minas, conformaban el 75% de la poblacin total de los

    negros bozales de este territorio. El porcentaje restante se distribua entre bozales de las

    naciones Lucum (6%), Cetre (6%), Guinea (3%), Carabal (3%), Chal (3%) y

    Cuasifula (3%). Muchos de estos negros bozales llevaban impreso en su cuerpo la marca

    distintiva de los asientos. Y algunos tenan en su rostro escarificaciones o saxaduras esdecir, tatuajes tribales que se aplicaban en las sienes, el entrecejo y los prpados, y que

    eran un indicio claro y contundente de sus races netamente africanas. (p.169)

    La relacin entre el creciente nmero de esclavos criollos y las caractersticas econmicas de

    la regin entonces, ha dado pie a los historiadores para sostener la hiptesis de que, tratndose

    de una sociedad pobre (no exista la gran hacienda, ni el monocultivo, ni grandes minas), los

    propietarios, adems de fomentar los embarazos de sus esclavas, les proporcionaban ciertos

    cuidados a ellas y a sus hijos, como se cuida una inversin para que d mejores rendimientos.

    As mismo, cuidaban a los esclavos mayores para hacer que su vida productiva se expandiera

    lo mximo posible. As que la restringida economa no permita adquirir grandes lotes

    o cuadrillas.

    De modo que para los pocos propietarios de esta jurisdiccin atentar contra la salud fsica

    de los esclavos, menoscabar sus cuerpos o no esmerarse por su bienestar no resultaba ser

    una buena idea ni un atractivo negocio. Herirlos o descuidarlos equivala a depreciarlos enel mercado esclavista, y menoscabar una parte considerable del peculio y la fortuna

    personal. (Castao, 2007, pp.170-171)

    La distribucin demogrfica de la jurisdiccin de Girn, segn Castao, era la siguiente:

    la mayor parte de los esclavos criollos eran mulatos (37% entre los varones y 38% entre

    las mujeres), quienes eran clasificados segn el grado de mayor o menor blancura como

    oscuros, claros, pardos y cochos. En segundo lugar estaban los negros (21% entrelos hombres y 13% entre las mujeres) entre los cuales se distinguan los loros (de color

    amulatado, o de un moreno que tiraba a negro), y los atezados (o que tenan la piel tostada

    y oscurecida por el sol). Y finalmente, aunque en esta jurisdiccin fueron ms bien

    escasos y que la mayora eran provenientes de las jurisdicciones de Cartagena y Santa

    Marta, hubo esclavos y esclavas zambas. (Castao, 2007, p 179)

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    Esta institucin, como llaman en la historiografa tradicional a la esclavitud, no respetaba

    vnculos familiares o consanguneos, ni siquiera entre madre e hijo/a. Aunque se reportan

    casos en que fueron vendidos juntos, madre e hijo, tambin era posible que el hijo fuese

    negociado hacia los seis o siete aos, es decir separado de la madre. Sin perder de vista que la

    visin de familia o parentesco es la que reconoce la Iglesia Catlica y que eran muchas las

    restricciones entre hombres y mujeres de distinto origen tnico, encontramos en este trabajo la

    siguientes observaciones para el perodo comprendido entre 1645 y 1699: en casi la

    mitad de las actas bautismales concernientes a esclavos no se menciona el nombre del padre,

    o explcitamente se indica que este se desconoce (48%), lo que hace inferir al historiador que

    la mayora de los esclavos eran el producto de relaciones ilegtimas es decir, fuera del

    matrimonio catlico, y que la mayor parte de las esclavas eran madres solteras (Castao,

    2007, p 172).

    As mismo, en la jurisdiccin de Girn, se encontraban parejas de cnyuges compuestas por

    negro e india o viceversa, unidos bien por el vnculo matrimonial o el amancebamiento,

    tambin existan otros vnculos como el compadrazgo, de tal modo que otros negros o

    afrodescendientes, fueran esclavos o libertos, podan integrar la misma unidad domstica y

    pertenecer al mismo amo. Este mismo seor esclavista tambin sola convertirse en el padrino

    de sus pequeos cautivos (Castao, 2007, p 173). Un presente usual a una mujer en vsperas

    de casarse, en la jurisdiccin de Girn, era otorgarle una esclava de entre 13 y 20 aos y,

    algunas veces esta pieza se entregaba en la dote junto con su primera cra al pecho

    (Castao, 2007, p 177). Esta dote era, precisamente, la base para el futuro econmico de la

    nueva familia.

    Pero tambin hubo liberacin de esclavos. De acuerdo con el historiador Hermes Tovar (1994)

    la manumisin de los esclavos no fue slo un fenmeno del siglo XIX (es decir, a partir de la

    legislacin que se promulg para estos fines)10, pues durante el dominio colonial algunos de

    ellos recibieron la libertad voluntariamentede parte de sus amos. Y si bien hay informacin

    10No slo la expedicin de leyes de manumisin, sino la liberacin en la prctica de las poblacionesesclavizadas tuvieron todos los obstculos del mundo. Formalmente se expidieron la Ley de partos o devientres, de 1821, que supona que el hijo de una esclava nacera libre y, luego de muchos debatesdurante tres dcadas, se proclam la manumisin de los esclavos, el 21 de mayo de 1851.

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    disponible de estas manumisiones tempranas en Popayn, Cartagena, Santa Marta, Valledupar,

    Mompox, entre otros, se encuentran casos tambin en la jurisdiccin de Girn:

    entre 1697 y 1757, fueron manumitidas 27 personas; es decir, tan slo el cuatro por

    ciento de la poblacin total de esclavos calculada, los cuales sumaban, entre esclavos

    bozales y criollos, 691 personas. Doce de ellos obtuvieron su carta de libertad de manera

    graciosa y gratuita, y sin condicin alguna; tres la obtuvieron de manera graciosa,

    pero con condiciones; y los doce restantes compraron su libertad. Seis de estos pagaron

    directamente por su propia emancipacin, y los seis restantes lo adquirieron gracias a la

    intervencin de un pariente. (Castao, 2007, p.141)

    Entre los motivos expuestos por los antiguos amos en las actas notariales se mencionan la

    fidelidad y lealtad en el servicio; el cuidado y esmero proporcionado a los amos en tiempos de

    enfermedad y pobreza; la obediencia, el cuidado y el esmero por el incremento de la hacienda

    y peculio del amo; la ausencia de herederos por parte del testador; la satisfaccin de las

    necesidades bsicas del amo en cuanto a alimentacin, vestido y salud y eran comportamientos

    con los cuales haban atendido a amos empobrecidos o a mujeres viudas. (Castao, 2007,

    pp.131-132).

    2.2.

    La jurisdiccin de San Gil y Socorro

    Por jurisdiccin de San Gil, entre 1694 y 1713, se reconoca el territorio que comprenda cinco

    pueblos de indios (Guane, Chanchn, Charal, Oiba y Curit) y dos parroquias (Nuestra

    Seora del Socorro y Nuestra Seora de Mongu del Valle de Charal) (Guerrero y

    Martnez, 1996, p.112) . Este territorio comprenda desde el ro Oiba al sur hasta el ro

    Chicamocha al norte y desde la cordillera de los Yarigues al occidente hasta los lmites con

    la ciudad de Tunja al oriente (Martnez, 1997. Guerrero y Martnez, 1996).

    Sobre el territorio de San Gil y Socorro, Salazar (2008, pp. 141-156) estudia las transacciones

    de esclavos registradas en los protocolos notariales, los cuales dan cuenta de 127 esclavos de

    diversas edades, origen generacional, gnero, precios y rutas de comercio. Salazar observa,

    por ejemplo, la relativa incorporacin de mano de obra esclava en la economa rural sangilea,

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    en la cual las pequeas haciendas y estancias productoras de mieles y panelas combinaron el

    trabajo de mestizos y blancos con algunos esclavos, tal como ocurri en la jurisdiccin

    de Girn. De este modo, tener uno o dos esclavos permita a la vez que apoyar las faenas del

    campo o domsticas, adquirir un cierto prestigio en la comunidad sangilea.

    Carmelo Fernndez (Artista). (1850). Estancieros de las cercanas de Vlez. Tipo blanco. [Acuarela]

    El siguiente cuadro elaborado por el historiador Robinson Salazar (2008), brinda un resumen

    de las diferencias no slo de edad y sexo, sino de aquellas clasificaciones utilizadas entonces

    y que se fueron construyendo a lo largo del perodo colonial a partir del mestizaje que se dio

    pese a las restricciones impuestas. De este se derivan algunas observaciones que he de

    destacar: La primera es la confusin que se produce, a partir de estas denominaciones,

    porque, finalmente, todos, negro, criollo, mulato, bozal, eran esclavizados. La siguiente, hace

    referencia al predominio (alrededor de un 76%) de poblacin nacida en Amrica frente a la de

    los nacidos en frica (bozales o recin llegados). La tercera hace referencia al alto nmero de

    mulatos (esclavos y criollos suman el 42,5%), lo que refuerza la idea del intenso mestizaje,

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    entre los dueos blancos y sus piezas hacia el perodo estudiado.

    Origen generacional de la poblacin esclava de San Gil 1694-1713

    Grupo generacional H M

    Bozal 29 1Negro esclavo 8 6Esclavo criollo 2 0Negro criollo 4 5Mulato esclavo 20 26Mulato criollo 5 3

    Fuentes:A.M.S.G.,Fondo notarial, paquetes 1, 2, 3 y 4;Fondo administracin municipal, caja1; A.N.S.,Notara primera, tomos 1 y 2. (Salazar, 2008, p. 9)

    Al igual que en la jurisdiccin de Girn, en la de San Gil subraya el autor que, no por ser lapoblacin esclavizada una minora, deja de ser un referente importante en la sociedad colonial.

    Si bien los propietarios sangileos de finales del siglo XVIIe inicios del XVIII, no dispusieron

    del capital suficiente para incorporar masivamente mano de obra esclava a sus propiedades

    rurales y labores domsticas, todo indica que tampoco lo necesitaron. Contaron con suficientes

    contingentes de peones y concertados blancos y mestizos, los cuales les ahorraban los altos

    costos de adquisicin y mantenimiento de poseer esclavos. En resumen, se destaca la mayora

    de poblacin mulata, lo cual da cuenta de la intensidad del mestizaje en la regin, as mismo,

    la existencia de mayora de hombres que de mujeres y el predominio de edades entre 16 y 30

    para ambos sexos (Salazar, 2008, p.13).

    Pero, detrs de las cifras de la demografa y de la economa se hallaban grupos de hombres y

    mujeres, la mayora de ellos en su edad ms productiva y reproductiva; por ello, indagar qu

    pasaba con estos seres humanos y su vida sexoafectiva, familiar y parental es una tarea

    necesaria, as sea en unas cortas lneas. La fuente para avanzar en estos asuntos la proporciona

    el historiador Roger Pita (2012).

    Continuamente, la poblacin esclava se vio amenazada por disposiciones que coartaban la

    libre eleccin de pareja y sinti inhibidas sus posibilidades de desarrollo conyugal y

    familiar. Solo en las fugas, en los palenques, en las rochelas y en todos aquellos

    espacios de vida clandestina, se puede decir que el negro cont con algn margen de

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    libertad para unir su vida sin las habituales restricciones que le imponan su amo, el

    gobierno colonial y la Iglesia.(p.655)

    Si bien hubo leyes que propendan por el emparejamiento y hasta matrimonio entre hombres y

    mujeres negros, estas finalmente dejaron de tener sentido, en la medida en que un conjunto de

    otros factores, de orden econmico algunos, otros sexoafectivos, as como el desequilibrio

    numrico entre los sexos, sobre todo en ciertas estancias y trapiches, contribuyeron a que,

    finalmente, se mezclaran hombres y mujeres de distintas procedencias sociorraciales, ms all

    de leyes y prohibiciones (Pita, 2012, p.656). De esta manera se fue incrementando la

    poblacin hasta hallar un mayor equilibrio entre los sexos.

    En el censo de 1778, la informacin sobre poblacin esclava recogida para lasjurisdicciones de Girn, Socorro, San Gil y Vlez arroj un 47,8% de hombres frente a un

    52,2% de mujeres. Esta paridad se verific tambin en el movimiento comercial

    operado en esos territorios a lo largo de las ltimas dcadas del periodo colonial

    (1720-1819). Para el caso de la villa del Socorro, de 1.458 piezas transadas, un 54%

    correspondan al sexo femenino mientras que en Girn se contabilizaron 882 hombres

    frente a 761 mujeres11. (Pita, 2012, p. 656)

    Nmero de Esclavos Casados en el Nororiente Neogranadino Segn e l Censo d e 1778

    PoblacionesEsclavos Total

    esclavosEsclavas Total

    esclavasTotal poblacin

    esclava

    Girn 34 380 27 424 804Vlez 296 708 152 649 1.357Socorro 210 848 197 1.000 1.848San Gil 38 214 39 277 491Total 578 2.150 415 2.350 4.500

    Fuente:(AGN), Censos Redimibles-Varios Departamentos, tomo 6, ff. 261r y 367r. (Pita, 2012, p.

    663)

    En otro trabajo el historiador Roger Pita (2008) quiere mostrar cmo aun siendo una economa

    modesta, para los propietarios de estas tierras fue importante la adquisicin y el aporte de los

    11Escrituras de venta de esclavos en Girn, 1720-1819 (CDIHR), Archivo Notarial de Girn, tomos2-30. Escrituras de venta de esclavos en El Socorro, 1720-1819 (CCHRP), Archivo Notara 1 delSocorro, tomos 3-39. Citado por Pita (2012).

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    pocos esclavos de los cuales llegaron a disponer. As solo poseyera un esclavo, para el amo

    esta modesta tenencia pudo significar un invaluable apoyo para su economa personal y

    familiar. En esa medida, el rol de este sector de la poblacin debe examinarse desde una

    perspectiva ms compleja que va mucho ms all de ponderar su aporte como fuerza laboral

    productiva o como servidor domstico (p. 17). Sin embargo, la importancia econmica de

    estas piezas es concomitante con su explotacin y capacidad de rendir beneficios a los

    propietarios.

    En resumen, cuentan los historiadores que en las provincias de Girn, San Gil, Socorro y

    Vlez, en el siglo XVIII, de alto poblamiento entonces, predominaba la gente blanca y

    mestiza. Slo el 5% de esta poblacin era negra esclavizada, es decir, una tasa mucho ms

    baja que en Cartagena, Antioquia, Popayn y Choc y la proporcin aproximada era de 4 o 5piezas por amo. El precio de las mujeres era mayor ($210) que el de los hombres ($197).

    Las mujeres entre 13 y 25 aos tenan importancia en la crianza y cuidado de los hijos tanto

    propios como los de los amos. Algunos amos concedieron la manumisin en agradecimiento

    por cuidados o beneficios reibidos. Lo que se observa en los documentos es que el mercado de

    esclavos en el nororiente, Girn y El Socorro contribuy al dinamismo econmico de la

    regin. No slo se utilizaba el comercio (compraventa) sino tambin el alquilar de esclavos,

    para labores domsticas o de cuidado de ganados y siembra (Pita, 2008; Salazar, 2008).

    2.3.

    La boga en el Ro Grande de la Magdalena

    El Ro Grande de la Magdalena qued como nima del Nuevo Reino. Fue su va natural contra

    la cual no pudieron las intrigas a favor de un camino de Santa Fe a Maracaibo pasando por

    Pamplona. Y este fenmeno trascendental no ocurra en un sitio cualquiera, sino dentro del

    crculo de 160 leguas de dimetro en que tena que estar ubicado el Paraso. Ni ms ni menos,

    el Magdalenacon el Amazonas, el Plata y el Orinoco- era uno de los cuatro ros del Edn(Len, citado por Noguera, 1980, p.32, T1)12

    12 Len Pinelo, Antonio de (1590-1660). (1656). El Paraso en el Nuevo Mundo: comentarioapologtico: historia natural y peregrina de las Indias Occidentales, islas, i Tierra-Firme del MarOcano.Madrid.

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    El Magdalena es un ro frvolo (); es lenfant gat de la hidrografa colombiana ()

    Adems, es un ro bohemio (). El Magdalena no sufre de egosmo (...) Se entrega sin

    dificultades. Los nativos, que tuvieron tino para sus toponimias, le llamaron Yuma: ro del pas

    amigo. En sus orillas, los aborgenes realizaban las interminables ferias que tenan como

    epicentro el puerto de Tora. Su atracadero herva, permanentemente, de piraguas y dialectosfamiliares. Cerca flua el ro Opn, en donde se encontraban las bodegas del pueblo ms

    poderoso del pas: dos enramadas que servan como terminal para los cargueros chibchas. Por

    el Yuma y por los caminos de la sal y las mantas que encaramaban las altas montaas muiscas,

    subi nuestra historia en 1536. La empuj la obstinacin de los expedicionarios de Jimnez de

    Quesada. () Y una nueva poca comenz. Tora se trasforma en Barrancabermeja y el Yuma en

    Magdalena.

    (Noguera, 1980, p. 525, T.2)

    Existe una importante documentacin histrica sobre el trnsito humano y de mercancas por

    el ro Magdalena desde el siglo XVI, as como imgenes recogidas por artistas y viajeros que

    permiten hoy reconstruir entre mitos, leyendas y realidades, una semblanza de lo que el ro

    represent para el desarrollo de pueblos, culturas y prcticas a que dio lugar la presencia del

    conquistador espaol y el aporte africano de quienes llegaron como esclavos a reemplazar la

    fuerza de trabajo indgena. El ro fue tambin desde el siglo XVIhasta avanzado el XVIII, el

    escenario de la lucha de los nativos contra el avasallamiento por los conquistadores, luego

    encomenderos (Noguera, 1980, p. 73, T.2).

    En principio, los indgenas sirvieron de tripulacin de las canoas que iban y venan por el ro,

    sin embargo, los nativos no estaban en obligacin de prestar este servicio. El compromiso de

    los encomenderos era dar educacin sobre actividades agrcolas artesanales ganaderas a los

    indios y de ensearles espaol y cristianizarlos (.) en ningn caso, y la ley era explcita, en

    trabajo personal, exactamente lo que estaba ocurriendo (Noguera, 1980, p. 73, T.2).

    Orlando Fals Borda (1979) cuenta que los cementerios indgenas se fueron llenando con

    aquellas osamentas curtidas al sol de Magdalena. Los conquistadores empezaron a traer del

    frica occidental (de Guinea, Angola, Dahomey, Congo, Elmina), fuerza de trabajo

    esclavizada para reemplazar a los nativos en la boga. Este proceso se fue dando a medida que

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    los africanos aprendan los trucos del oficio, conocan los brotes, destellos y reflejos de la

    corriente que van indicando la profundidad de ste (p.45A). Se produjo entonces una

    transformacin de la canoa de los indgenas al gran champan, que responda a las demandas

    del transporte de mercancas. Canoas ms grandes con un techo de paja, ms espacio para

    equipaje y carga, como medio de transporte y negocio lucrativo. Algunos indgenas siguieron

    actuando como pilotos de las canoas y de los nuevos champanes, con el fin de adiestrar a los

    novatos africanos. Hacia el siglo XVI la presencia africana era considerable (p. 45A).

    El champn fue ideado en 1560 por Alonso de Olalla y Hernando Alcocer. El champn le dio

    esplendor a los caseros ribereos. Estas aldeas participaron activamente en la formacin de la

    nacionalidad. () Un ingls, el seor Mark13, dej vivos trasuntos de esas aldeas. Su pincel es

    ms veraz que los testimonios escritos(Noguera, 1980, pp. 525-526, T.2).

    Con los champanes, tambin se opera un trascendental cambio humano. Sus primeros

    navegantes fueron esclavos negros, quienes al igual que los patrones blancos iniciaron el

    mestizaje en un permanente ayuntamiento con las indgenas (Noguera, 1980, p. 527, T.2). Fue

    as como a lo largo del ro y de los siglos XVI- XVII-XVIII se fue produciendo lo que el filsofo

    mexicano Jos Vasconcelos llam Raza Csmica14, el resultado gentico y cultural del

    entrecruzamiento de espaoles, africanos y nativos.

    En el ro fue caracterstico el zambaje entre mujeres indgenas y hombres negros, lo cual dio

    lugar al surgimiento en la regin de una poblacin de personas libres, al nacer de vientre libre.

    Para los siglos XVIII y XIX, los zambos libres eran los protagonistas de la boga en el ro

    Magdalena. Junto a ellos remaban tambin negros y mulatos que haban sido libres desde su

    nacimiento o eran ex-esclavos liberados mediante algn mecanismo de manumisin (Burgos,

    2011, p.72).

    Los champanes eran embarcaciones de veinte y ms metros de largo con dos o tres metros de

    ancho, construidas con madera de cedro y con una tolda central de bejucos de palma. La

    13Ver datos en http://www.colarte.com/colarte/conspintores.asp?idartista=105014Ver en http://www.filosofia.org/ave/001/a225.htm

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    tripulacin de cada champn estaba formada por el patrn, hombre experimentado en el

    oficio y por un nmero de 12 a 24 bogas. Haba embarcaciones de menor tamao como los

    bongos, las canoas y las piraguas. Los bongos, las canoas y los champanes fueron las

    embarcaciones protagonistas del comercio nacional an despus de la llegada del vapor en

    1824, pues muchos trayectos requeran unos y otros (Burgos, 2011, pp.72-74).

    Alcide Dessalines d'Orbigny, Navegation sur la Magdalena, Biblioteca Luis ngel Arango, Sala de Libros Rarosy Manuscritos

    Desde los tiempos de la Comisin Corogrfica (1850-1859; 1860-1862), en las crnicas de

    viaje de Manuel Anczar (1984), emergen en el discurso del civilizado, las imgenes de la

    poblacin de la regin, cuya temperatura a la sombra es de 31 grados y al sol de 48. La raza

    blanca no puede soportar esta temperatura, y vegeta en ella sin salud ni energa; cruzada con la

    africana produce una casta de atletas que reciben con gusto sobre sus cuerpos semidesnudos

    los quemantes rayos del sol y los aguaceros repentinos, y duermen a cielo abierto (p. 185).

    As, irn surgiendo las visiones de los blancos civilizados de tierras altas sobre los

    habitantes de las tierras bajas, de territorios selvticos en la vecindad de los ros (tambin del

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    mar), no solo de los negros. Unos de estos personajes reales y mticos al mismo tiempo son los

    bogas, los navegantes del ro Magdalena hasta los albores del siglo XX.

    Por espacio de tres siglos el boga fue un personaje de primer orden. De sus bceps y de su

    nimo verstil dependi, en parte, la vida poltica y econmica de la Colonia y de los primeros

    treinta aos de rgimen republicano (Burgos, 2011, p. 527). Son muchas las representaciones

    del boga en la literatura:

    El boga del Magdalena es un ente singular, de quien todos los viajeros hablan, contra

    quienes se declama fuertemente, pero cuyo carcter y costumbres ninguno hasta ahora ha

    descrito con propiedad. () Inherentes a raza de que trae su origen, y al clima en que

    vive, son por la mayor parte sus defectos. Supersticioso como el espaol y camorristacomo el africano, de cuya mezcla ha nacido, soporta con pena el trabajo en medio de los

    ardientes calores de un sol abrasador. Sin educacin sin familia, porque el boga casi nunca

    conoce a su padre, es un ser aislado, ignorante, imprevisivo y lleno de resabios. Sus vicios

    empro no pertenecen a la clase de aquellos que hacen estremecerla humanidad; siendo

    ms bien travesuras y ruines pillera, con las que poco riesgo corren la vida y la propiedad

    de los viajeros15(Rufino citado por Noguera, 1980, p.515, T.1).

    El verdadero boga ha nacido por lo regular en la regin del fuego, en Momps: motivo por

    el cual le repugnan las tierras fras, y habla de Honda con desdn. Pasa la vida subiendo y

    bajando el Magdalena, y es enteramente acutico. Cuando uno se lo encuentra empujando

    para arriba un pesado champn, encorvado todo el da sobre la palanca que le hace llagas

    en el pecho, arrojando gritos salvajes para aturdirse en sus fatigas, sudando a chorros bajo

    los rayos de un sol implacable, decididamente lo califica como el ser ms infeliz de la

    creacin. Pero, bajando, es otra cosa: Teniendo poco o nada que trabajar, come, canta,

    bebe y juega, o lo pasa sobre la tolda fumando tranquilamente. (Emiro Kastos16, citado

    por Noguera, 1980, p. 515, T.1).

    15Rufino Cuervo, Vice-Presidente de la Nueva Granada, 1847-1849. Escrito sobre el boga de 1834.16Emiro Kastos (Escrito sobre el boga de 1825) es, como si dijramos nombre de guerra, porque elverdadero que se le puso en la pila bautismal, fue Juan de D ios Naci Juan de Dios Restrepo en laProvincia de Antioquia. M. Uribe A. Pars, 12 de Mayo de 1885. Recuperado dehttp://www.banrepcultural.org/blaavirtual/modosycostumbres/ares/ares02.htm

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    La embriaguez, la pereza y la gula estn siempre en el programa de su vida. Como buen

    habitante de los climas ardientes, las mujeres significan mucho en su existencia: tiene

    amores permanentes en Mompox y amores pasajeros en Honda. De diez, doce o catorce

    pesos que recibe cuando va a hacer un viaje, le deja una parte a su querida, gasta la otra en

    aguardiente y la tercera, apenas salta al champn, la juega al naipe con el mayordesenfado. Qu le importa el da de maana a l, hombre de la naturaleza, que come lo

    que encuentra, anda medio desnudo, se acuesta sobre la arena de la playa y se cobija con

    la luz de las estrellas? (Noguera, 1980, p. 520. T,1)

    Sin embargo, la voz del boga, sus sentimientos y sufrimientos, quin los podr expresar?

    Escuchemos la voz de Candelario Obeso, tal vez lo ms cercano a aquel lamento:

    Cancin del boga ausente17

    Qu trijte que ejt la noche,

    la noche qu trijte ejt:

    no hay en er cielo una ejtreya...

    Rem! rem!

    La negra re mi arma ma,

    mientra yo brego en la m,

    baao en sur por eya,Qu har? qu har?

    Tar vej por su zambo amo

    doriente sujpirar,

    o tar vej ni me recuecda...

    Yor, yor!

    La j'embras son como toro

    lo rejta tierra ejgracia;

    con acte se saca er pejeder m, der m!...

    17Candelario Obeso (1849 - 1884) es el iniciador de la corriente llamada "Poesa Negra" en Colombia. http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/musica/cantostierra/cantostierra33.htm

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    Con acte s'abranda er gierro,

    se roma la mapan;...

    cojtante y ficmej la penaj;

    no hay m, no hay m!...

    Qu ejcura que ejt la noche;la noche qu ejcura ejt;

    asina ejcura ej l'ausencia...

    Bog! bog!...

    2.4.

    Magdalena Medio, Historia y Poblamiento

    Sigo aqu a otro historiador local, Arturo Moncada cuyo trabajo Colonizaciones y ConflictoSocial en el Medio Magdalena Santandereano (2013), ilustra la historia de poblamiento del

    Magdalena Medio Santandereano. Esta regin se encuentra demarcada por llanura aluvial del

    ro Magdalena en su margen derecho desde el ro Ermitao, al sur, hasta la desembocadura del

    ro Lebrija al norte, con todas las cuencas bajas de los ros Opn, Carare, Sogamoso y Lebrija

    y un extenso sistema de humedales, parte fundamental de los ecosistemas. El territorio fue

    habitado originalmente por nativos: chimichagues, al norte de la banda derecha del ro Lebrija;

    yarigues, en la zona riberea entre los ros Sogamoso y Lebrija; carares y opones al sur del roCarare, y guanes en la zona media y alta de la cordillera oriental. Salvo estos ltimos, los

    dems forman parte de la familia lingstica caribe, parte del grupo Caribe del ro Magdalena.

    Cronistas y documentos repiten una y otra vez la naturaleza indomable de estas etnias caribes

    frente a los esfuerzos de la dominacin espaola.

    El poblamiento de la regin no tuvo lugar sino avanzado el siglo XIX. Los hallazgos de

    productos vegetales demandados por los mercados internacionales como la quina, la tagua, el

    ail, el perrillo y la raicilla, as como la urgencia de sacar las artesanas hacia los puertos

    martimos promovi la accin de destacados comerciantes en esta regin, en especial en la

    promocin de colonizaciones y apertura de caminos. La libre competencia que auspiciaba el

    gobierno radical del Estado Soberano de Santander promovi la carrera hacia el ro Magdalena

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    entre los grupos de comerciantes de Socorro, Vlez y Bucaramanga, e incluso un par de

    proyectos ferrocarrileros (2013).

    Con poblaciones esencialmente negras y mulatas, estos puertos tuvieron dos orgenes

    posibles: de una parte fueron desarrollados partiendo de una colonizacin

    espontanea dedicada inicialmente a actividades agrcolas de subsistencia, a las cuales se

    adicion el leateo. Vijagual, El Guayabo, Barrancabermeja y Puerto Wilches en sus

    orgenes ejemplifican este proceso. De otra parte, otros fueron desarrollados por las

    exigencias del mercadeo y de actividades directamente vinculadas con la boga y la

    arriera. En este grupo se incluyen El Pedral, Chocoa, Puerto Santos, Puerto Marta y San

    Fernando entre otros. () As que el paulatino acercamiento al ro por parte del

    santandereano habra que explicarlo y comprenderlo a partir del crecimiento propio, de la

    expansin agrcola por su modo de produccin y por los sistemas de contratacin

    vigentes, que originaran que muchos labradores empobrecidos escapando de los

    continuos conflictos civiles y algunos empresarios, ingresaran a la regin en procura de la

    gran riqueza natural que prometa ventajas en la produccin del caf y del cacao. San

    Vicente, Betulia y Landazuri ejemplifican esta expansin de los montaeros hacia el valle

    fluvial. La crisis econmica del caf y los conflictos civiles de 1895 y 1899-1902

    detendran este proceso netamente santandereano. (Moncada, 2013)

    El siglo XX marca otro derrotero: Puerto Wilches y Barrancabermeja dejaran de ser puertos de

    para convertirse el primero en enclave industrial, que atraera gentes de casi todo el pas. La

    industria del petrleo ser la que configure y determine las caractersticas de esta ciudad 18.

    Los 4500 trabajadores que arribaron a las petroleras en los primeros aos de la concesin

    De Mares no tuvieron los tropiezos y vicisitudes que hoy se viven para encontrar un

    trabajo estable. () vinieron antioqueos que eran la mayora, sabaneros y

    santandereanos que abrieron la montaa, tendieron los rieles del ferrocarril, perforaron la

    tierra y construyeron la concesin. Del extranjero trajeron yumecas palabra muy usual

    18La Tropical Oil Companyinici los trabajos de exploracin petrolera en Barrancabermeja en 1917.Por otra parte, se da inicio a la concesin De Mares para la explotacin de petrleo celebrada entre elgobierno de Rafael Reyes y Roberto De Mares en 1906, contrato que se traspas a la sociedad TropicalOil Company en agosto de 1919. Industria que llevo a miles de trabajadores a la regin (Santiago,1986, p. 31).

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    en la poca que derivaba del gentilicio de los nacidos en Jamaica se aplicaba por igual a

    los oriundos de las diversas islas del Caribe. (Santiago, 1986, p.88)

    Por su parte Puerto Wilches absorber gran cantidad de mano de obra en la construccin de la

    lnea frrea y as la llegada de colonos a esta regin. De 1930 y 1948 se fueron configurando

    algunos centros poblacionales bordeando la va frrea y la carretera: Cimitarra, Puerto Araujo,

    Sabana de Torres, entre otros. Al tiempo los viejos puertos empezaran a languidecer

    (Moncada, 2013).

    A partir de 1948 la regin sufrir un proceso violento de desalojo y de emigracin hacia otras

    regiones o hacia las cabeceras municipales ms seguras, como Bucaramanga y

    Barrancabermeja. A partir de 1958 se presentar un repoblamiento por antiguos habitantesluego de escapar de la violencia. Pero el conflicto y el desplazamiento apenas empezaban. La

    insurreccin armada de los grupos guerrilleros de izquierda y la respuesta gubernamental

    marcar la historia de la regin desde 1965 y dar lugar a ciclos de desplazamiento (Lamus,

    2009, pp.14-15), despojo y repoblamiento de estos territorios. En medio del conflicto y su

    escalamiento en etapas posteriores, se producirn repoblamientos y colonizaciones

    polticamente orientadas en Cimitarra, Puerto Wilches, Puerto Parra, el Bajo Simacota, El

    Carmen, Yarima, Sabana de Torres y otros. Los problemas de tenencia de la tierra, la

    titulacin de tierras y la agudizacin del conflicto armado estarn presentes en toda la

    regin (Moncada, 2013).

    Por otro lado, la boga comenz a decaer desde 1920 por el impacto de la navegacin a vapor y

    el ferrocarril. La inauguracin de la lnea frrea en 1930 dio el golpe definitivo a la boga por

    el ro Sogamoso. Los trenes y los vapores relegaron las canoas a un trnsito menor. Slo

    hasta los aos sesenta aparecera en el ro el motor (Moncada, 2013). Hoy, se reconoce como

    Magdalena Medio santandereano el conjunto de los siguientes municipios: Barrancabermeja,Sabana de Torres, Puerto Wilches, Puerto Parra, Cimitarra, San Vicente de Chucur, Bolvar,

    Betulia, El Carmen de Chucuri, El Pen, Landzuri, Rionegro y Simacota.

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    Santander-Hidrografa

    Fuente: Atlas Ambiental de Santander, Departamento de Santander 1991, adaptado por el Centro deEstudios Regionales, Universidad Industrial de Santander (1998). En: Diagnstico DimensinBiofsico Ambiental Territorial de Santander, 2011.

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    3.

    PROCESOS ORGANIZATIVOS DE LA POBLACIN

    AFRODESCENDIENTE EN BUCARAMANGA Y SU REA

    METROPOLITANA

    Luego de este recorrido histrico, es preciso puntualizar dos observaciones: la primera,

    obviamente, ratifica la presencia temprana de poblacin negra esclava y libre en tierras de

    Santander en tareas que hicieron posible, an a costa de su libertad y condicin de seres

    humanos, la construccin de sociedad y de nacin desde entonces. La segunda subraya la

    intensidad del mestizaje o blanqueamiento de la poblacin local, asunto que ha sido

    propicio en todos los tiempos, hasta la actualidad, como se observa en las caractersticas

    fenotpicas de la poblacin en las riberas del ro Magdalena y la conformacin de familias

    interculturales.

    Como bien muestran las cifras del Departamento Nacional de Estadstica (DANE, 2008), la

    poblacin negra de Colombia se encuentra en todos los departamentos del pas, pero esta se

    concentra en los departamentos de Choc, 82,1%, seguido por San Andrs con 57%, Bolvar

    con 27,6%, Valle del Cauca con 27,2%, Cauca con 22,2%, Nario con 18.8%, Sucre, 16,1%,

    Guajira, 14,8%, Crdoba, 13,2%, Cesar, 12,1%, Antioquia, 10,9% y Atlntico con el 10,8%.

    Los dems departamentos presentan porcentajes muy inferiores al 10% de su poblacin total;

    este es el caso del Departamento de Santander que segn estas cifras concentra 3.2%, pero con

    una particularidad: dada la geografa de la regin, los contornos del ro Magdalena son, como

    observamos en el apartado precedente, tierra de llegada de bogas, as como de colonos,campesinos sin tierra, cuadrillas de obreros en pocas de construccin del ferrocarril o de

    carreteras, quienes frecuentemente se quedan en estas tierras. Tambin en Colombia, asuntos

    como la violencia de mediados del siglo pasado y las ms recientes expresiones de esta, han

    contribuido a la migracin y el desplazamiento forzado de familias provenientes de las costas

    Caribe y Pacfica.

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    Conforme a los objetivos de este proyecto, en adelante, damos cuenta de las organizaciones

    encontradas en Santander, primero las del rea Metropolitana de Bucaramanga y, en el

    apartado siguiente, en la regin del Magdalena Medio.

    Poblacin af rodescendiente por departamentos

    Fuente DANE, Censo General 2005 (DANE, 2008, p.15)

    3.1.

    Asociacin Colonia Horizonte Chocoano

    Las formas asociativas de la poblacin afrodescendiente avanzado el siglo XX en

    Bucaramanga, fueron las denominadas colonias, en las cuales se congregaban personas

    provenientes de determinada regin de Colombia y compartan amistad, solidaridad y

    expresiones propias de su cultura. Este fue el caso de la primera organizacin reconocida que

    es tambin el punto de encuentro de los que podramos denominar fundadoresy, en alguna

    medida, promotores de las formas asociativas existentes.

    Una serie de rasgos son comunes a ellos: provienen de los Departamentos de Choc y Nario.

    Fueron educados en sus poblaciones de origen hasta concluir el bachillerato o la Escuela

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    Normal, salieron de su tierra en busca de trabajo o de mayor educacin favorecidos con becas

    en ciudades como Bogot o Tunja y as, finalmente, llegan a Santander. Llegan, adems, hace

    ms de 40 aos, vinculados a alguna institucin educativa en Bucaramanga o en otros

    municipios, y aqu desarrollan su vida profesional; se casan con mujeres santandereanas,

    construyen familia y aqu se quedan. Adems se integran totalmente a la vida en esta ciudad,

    son reconocidos por su trabajo profesional, por sus aportes como educadores, por su

    participacin en las actividades cvicas y sociales locales y regionales. Estos fundadores son:

    El profesor Amrico Manuel Copete Garca19, oriundo de Quibd, egresado de la Universidad

    Pedaggica y Tecnolgica de Tunja, docente y Rector del INEM, hasta que se jubila en 2003,

    docente tambin de las universidades que entonces existan en Bucaramanga. Es el iniciador

    de la Asociacin Colonia Horizonte Chocoano, la ms antigua de las organizaciones.

    El educador, mdico y msico Leonidas Eduardo Ocampo Arboleda20, nacido en Tumaco,

    Nario. Estudi en la Universidad Libre de Bogot, Licenciatura en Qumica y Biologa y

    trabaj simultneamente, por las noches, como msico en un grill durante un tiempo. Llega

    como maestro en 1968 a Bucaramanga donde arraigar ya no slo como educador, pues en el

    camino de su vida ingresa a la Escuela de Medicina de la Universidad Industrial de Santander,

    donde se hace mdico y desarrolla este nuevo campo de ejercicio profesional en distintas

    instituciones de salud de la ciudad. Hoy est tambin jubilado, pero lo que no ha cambiado es

    su dedicacin a la msica y a la orquesta Tumacuba con la que compone e interpreta msica

    del Pacfico colombiano.

    El tambin educador Luis Ibargen Rentera21, oriundo de Nbita, Choc. Termin el

    bachillerato en Condoto, Choc, con muy buenas bases en los idiomas ingls y francs, lo que

    le permite obtener un nombramiento como docente de idiomas primero en Aguachica, Cesar,

    y luego en El Socorro, Santander, donde se radica desde julio de 1972. Entretanto accede a

    unos estudios de maestra en Bucaramanga lo que le permite entrar en contacto con los otros

    19Entrevista a Amrico Copete, noviembre 20 de 2013, Bucaramanga.20Entrevista a Leonidas Ocampo, junio 20 de 2013, Bucaramanga.21Entrevista a Luis Ibargen, agosto 15 de 2013, Bucaramanga.

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    colegas fundadores. Finalmente, obtiene un traslado al INEM de esta ciudad en 1996; es

    tambin jubilado en 2006.

    El cuarto fundador es Atahualpa Ibarra Madrid22, nacido en Tumaco. Estudi Deportes en la

    Escuela Nacional del Deporte en Cali. Es profesor de Educacin Fsica, profesin que ejerci

    en Bucaramanga en universidades y colegios a lo largo de los aos, hasta su jubilacin. Sigue

    activo como entrenador de Lucha Olmpica y actividades relacionadas con el deporte.

    Estos cuatro hombres del Pacfico colombiano, llegaron a Santander y arraigaron. Todos

    tienen hoy familias interculturales, como las llama Atahualpa, pues sus hijos, hijas y nietos

    son hoy la prolongacin no slo gentica, sino cultural de sus costumbres, prcticas y

    tradiciones, que procuran mantener, negociando con la cultura local para que la suya no

    desaparezca. Con esta motivacin de fondo, se orientan en la formacin de las primerasorganizaciones en Bucaramanga y el rea metropolitana.

    Como hemos visto hasta aqu, la presencia en Santander de poblacin afro proveniente de las

    costas colombianas es antigua. Las formas organizativas recientes corresponden a las colonias

    y la organizacin ms antigua es la Asociacin Colonia Horizonte Chocoano, en principio, una

    manera informal de encuentro de personas y familias provenientes de esta regin de Colombia,

    el liderazgo de Amrico Copete (2013):

    Cuando llegamos aqu ramos unas cuatro personas. Mario Salazarera un estudiante de la

    UIS en petrleos, pero era hijo de un mdico en el Choc; l se gradu en la UIS y ah

    mismo lo nombraron profesor. Jorge Morenohaba trabajado en Telecom y l tena un

    caf aqu en Bucaramanga y estaba el profesor Pedro Palaciosy nos encontramos, todos

    somos del Choc, hemos sido muy unidos, nos reunamos aqu en la casa, hacamos

    comida, tombamos traguito, oamos msica, y quedamos en que cuando llegara alguien

    del Choc le bamos a ayudar para que su adaptacin fuera buena, aqu llegaron jvenes a

    jugar al Bucaramanga y nos reunamos para ayudarlos, yo tuve muchos jvenes del Choc

    durmiendo aqu en mi casa. Cuando vimos que haba mucha gente formamos la Colonia

    Chocoana. Eso fue antes del 80, por ah en el 75.

    22Entrevista a Atahualpa Ibarra, octubre 21 de 2013, Bucaramanga.

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    Luego fueron pensando en agrupar no slo a personas provenientes del Choc, sino en

    general del Pacfico colombiano y entonces, hicimos asambleas e invitamos a los de

    Nario El contacto se haca de boca en boca. Despus quisimos abrir las puertas a los del

    Atlntico, pero ellos ya estaban organizados como una colonia con estudiantes de la UIS y

    profesionales (Copete, 2013).

    El periodo de las colonias va a diluirse a medida que se avanza en la dcada de los 90, a partir

    de los procesos que conducen a la promulgacin de la Constitucin Poltica de Colombia de

    1991, su artculo transitorio 55 y la posterior legislacin de Comunidades Negras contenida

    en la Ley 70 de 1993. El conocimiento de derechos all contenidos promueve una manerade

    concebir la organizacin de esta poblacin que, al tiempo que legitima las organizaciones, las

    institucionaliza y establece un tipo de relacin entre organizaciones y Estado, que darn lugaren lo sucesivo a innumerables conflictos no slo con las entidades gubernamentales, sino entre

    las propias organizaciones.

    As las cosas, los intentos de integracin de otros grupos ya no solo del Choc, sino del

    Pacfico Sur y eventualmente de la Costa Caribe, continuaron. Hacia 1994-1995 se produce el

    encuentro entre Amrico Copete y Luis Ibargen, otro de los lderes visibles de este proceso y

    quien viva en El Socorro (Santander) desde 1972:

    Yo vena (a Bucaramanga) los viernes y sbados a estudiar y empezamos a hablar de

    cmo podamos integrarnos, se pens pero nunca se dio esa integracin. Cuando a m me

    trasladaron al INEM(1999) me integr porque ya exista una organizacin que se llamaba

    Colonia Horizonte Chocoano, entr a formar parte de ella, alcanc a ser vicepresidente.

    Nos reunamos donde un paisano que se llama Jess Cossio, en su restaurante, algunas

    veces iba el doctor Leonidas, pero nos dimos cuenta que no se sentan muy bien en

    Horizonte Chocoano y es que el nombre de la organizacin no les atraa porque no eran

    chocoanos, entonces en una de esas reuniones, yo como vicepresidente, propuse ampliar

    la organizacin ampliando el nombre, ah apareci el nombre de FACOPScon el objeto de

    que fuera Fundacin Afrocolombiana del Pacfico en Santander, que tratara de englobar a

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    todos los departamentos del Pacfico. As estuvimos trabajando unos aos. Esta

    organizacin se formaliz. Incluso en algunos papeles aparece FACOPS.

    Despus me encontr con varios amigos de la Costa Caribe y me decan que los afros son

    de todas partes de Colombia y que no entendan por qu slo del Pacfico, entonces losreun y les propuse buscar la manera de quitarle la Pa FACOPSy qued entonces FACOS,

    Fundacin Afrocolombiana de Santander, quedaba abierto para todo afro que quisiera

    formar parte. En ese devenir Colonia Horizonte Chocoano desapareciy es la primera

    vez que estamos todos unidos en FACOS. (Ibargen, 2013)

    Sin embargo, algunos de los antiguos organizadores recuerdan que con la Asociacin Colonia

    Horizonte Chocoano se haba alcanzado a avanzar por los senderos del reconocimiento oficial

    de las comunidades negras. As, uno de sus integrantes, Jorge Moreno, presidente de esta

    organizacin, ya formalizada, fue el primer Consultivo23 y como tal representaba a esta

    poblacin, contribuyendo a la divulgacin de la Ley 70 de 1993, documentos y libros que

    traa de Bogot. De igual manera, manifiestan no compartir la filosofa con la que se crea

    FACOS, pues la juzgan como elitista. Ya haba un trabajo que estaba haciendo Jorge

    Moreno y surge la otra idea que quera absorber todo, entonces me hice a un lado y Horizonte

    Chocoano desaparece en 2007, seala Amrico Copete (2013), pero luego retoma su trabajo

    en Horizonte Chocoano en 2009:

    Sigo siendo el Presidente. Tenemos personera jurdica. Los miembros de Horizonte

    Chocoano casi todos son personas intelectuales, tenemos mdicos, bacterilogas,

    educadores, estudiantes que estn finalizando sus carreras, son hijos de chocoanos.

    Nuestro objetivo es tratar de que los derechos estipulados en la Ley 70 se cumplan. Yo

    tengo el listado de las personas. Todos son miembros. Hay muchas organizaciones que

    trabajan por el pan de cada da, en cambio otras como Horizonte donde las personas ya

    tienen su modus vivendi, entonces estas personas colaboran con las otras personas. En elplan de desarrollo deca que 800 mercados para los afro, entonces yo les deca que esos

    800 mercados mejor se los diera a quienes realmente los necesitara. Yo soy pensionado y

    23Representante de las organizaciones afro de Santander ante la Comisin Consultiva de Alto Nivel(Ley 70/93).

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    no tiene sentido que yo reciba un mercado entonces yo deca que hiciramos un estudio

    para detectar a los ms necesitados.

    La estructura orgnica de Horizonte Chocoano est constituida por la Asamblea General

    integrada por el Presidente, Amrico Copete; el Vicepresidente, Jorge Moreno, hijo de un

    chocoano pero con madre de Santander. El tesorero, Juan Jos Murillo; y los vocales, Samuel

    Murillo y Enrique Acevedo. Tenemos Comit de Programacin encargado de planear

    actividades, ah estoy yo, Jos (Valoyes) que trabaja en el INDERBU, y Enrique Acevedo. As

    como otros comits, a saber: De Relaciones Pblicas y Afiliacin, de Asuntos Territoriales y

    Medio Ambiente, de Educacin y Cultura, de Seguridad Social y Vivienda, de Asuntos

    Polticos y Relaciones Internacionales, as mismo existe un Comit Asesor para trabajar en

    cuestiones jurdicas y de estatutos, a cargo de dos abogados de la organizacin.

    La ltima actividad fue en 2011. Horizonte Chocano manej todo lo del Proyecto de la

    Afrocolombianidad, nos toc trabajar con la participacin de otras instituciones. Yo

    estuve como coordinador, fueron tres grandes actividades que realizamos: acadmica,

    deportiva y cultural, con el apoyo de la Gobernacin, la Alcalda y el Instituto de Cultura.

    (Copete, 2013)

    3.2.

    Fundacin Afrocolombiana de Santander, FACOS

    El mdico y msico Leonidas Ocampo (2013) es tambin el promotor de lo que sera la

    Fundacin Afrocolombiana de Santander, FACOS. Cuenta l que hacia 2000,

    Me fui al INEMcon Amrico Copete, que era el rector, ellos tenan una organizacin que

    se llamaba Horizonte Chocoano donde ellos ayudaban a los paisanos que llegaban

    desorientados, pero no haba un proceso de reivindicacin, entonces me puse a averiguar

    qu haba y encontr una legislacin Organizamos con un grupo de compaeros

    chocoanos, tumaqueos profesores del INEM Comenzamos con una organizacin que

    s