Presentación 1 5

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Capitulo 9 Marcelino Champagnat pide a Dios vocaciones. De cómo Dios escuchó su oración.

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Capitulo 9

Marcelino

Champagnat pide a

Dios vocaciones. De

cómo Dios escuchó

su oración.

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¿Qué pasó?

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Las fundaciones de Saint

Sauveur y Bourg Argental

habían dejado vacio el

noviciado.

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Los hermanos estaban

ocupados en las escuelas de la

parroquia…

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Durante tres años se

recibieron 3 o 4 aspirantes.

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Marcelino puso toda su

confianza en Dios. Siempre

acudió a María. (ofreció varias

misas y novenas.)

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En 1822, Marcelino

encontró a un muchacho

tocando la puerta de Lavalla.

Yo había estado con los

hermanos de las Escuelas

Cristianas. Tenía fama

provenir de una familia

piadosa y pudiente.

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Solo quería entrar con

los Maristas, el muchacho le

habló sobre su pueblo y las

vocaciones que allí podía

encontrar.

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El P. Champagnat le

permitió quedarse unos

días en la casa. Pues

quería poner a prueba su

conducta.

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Notó que su conducta era

ambigua, por lo que decidió

enviarlo a casa.

A lo que el muchacho le

respondió.

¿Me recibiría si le traigo media

docena de chicos buenos?

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El muchacho le pidió

una carta. Y con ella en

mano partió a Saint-Pal-en-

Chalencon.

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A los 8 días ya había

convencido a 8 jóvenes a que

lo siguieran a “Lyon”.

Cuando en realidad el

destino era Lavalla.

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Todos, en el pueblo

de este muchacho, creían

que seguía siendo hermano

de La Salle y que los

jóvenes que había

convencido se dirigían,

precisamente, hacia ese

noviciado en Lyon.

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A finales de marzo de

1822, los 9 muchachos se

pusieron en camino, con

mira a entrar al noviciado de

las Escuelas Cristianas.

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Llegaron a La Valla

después de dos días de

camino.

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¡Pero esto no es Lyon!

Aquí tenemos un noviciado.

Pasarán unos días aquí, luego

irán a Lyon.

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La llegada del muchacho con

el grupo, sorprendió al P.

Champagnat

“Nos veía con ojos de

extrañeza, como si no nos

hubiese esperado”

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Vino a nuestro

encuentro, preguntó

nuestras motivaciones y

dijo que no nos podía

recibir.

Dijo: Pasarán aquí la

noche, mientras el pensaba

que hacer.

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La mayor parte de los

muchachos habían causado

una buena impresión al P.

Champagnat. Aún así se

negaba a recibirlos.

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Temía que sus

motivaciones no fueran tan

elevadas o que su vocación

no hubiese sido lo

suficientemente probada.

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El P. Champagnat pensaba

que el número de muchachos era

un exceso para la capacidad de la

casa. No había ni camas, ni

medios para recibirlos a todos.

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Resolvió discutirlo

con los principales

hermanos. “Debo

consultar su estancia (…)

quien se quiera retirar

puede hacerlo”, les dijo a

los muchachos.

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En consenso, los hermanos

decidieron admitir a los 9

muchachos, pues confiaban que su

llegada era resultado de la

providencia.

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Fueron puestos a prueba:

Comúnmente debían:

- Trabajar en el campo todo el día.

-Guardar silencio.

-Vivir capítulo de culpas.

-Represiones y penitencias.

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Con la condición de recibir

a los más pequeños el p.

Champagnat quiso

enviarlos a cuidar los

animales de los vecinos

Ellos aceptaron.

En ese momento, cabizbajo

por su disposición. El los

acogió en la casa.

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Dijo uno: Se equivocan

al desconfiar de nosotros.

Quien quisiera estar en una

casa donde solo hay pobreza,

donde hay que aceptar las

reprensiones con respeto.

¿Qué nos atraía?

La profunda devoción a

María.

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A los quince días de su

entrada, expulsaron a quien los

había encaminado. Por atentar

contra las buenas costumbres.

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“El amor a la vida

religiosa sea cual fuere

su origen o su promotor,

solo puede proceder de

Dios”

De esos muchachos

surgió el autor de esta

biografía.

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El instituto era muy

desconocido. Todos los

hermanos vivían en La

Valla o en un ambiente

parroquial.

El hno. Se entrevistó con

los curas del distrito para

dio a conocer la

congregación.

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Los muchachos,

escribieron a sus casas,

contando que se

encontraban muy felices.

Eso motivó otras 4

vocaciones.

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En 6 meses habían

20 novicios en aquella

región. Todos confiaban

en que los enviaba

Nuestra Señora de Le

Puy.