Presidencialismo en latinoamérica
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Presidencialismo en América Latina
Por factores históricos, todos los países latinoamericanos han tomado el presidencialismo como
forma de gobierno. Las colonias americanas, tras alcanzar la independencia de los países
europeos, desarrollaron esta forma de gobierno al tomar EE.UU como modelo republicano a
seguir, en contraposición de las monarquías europeas. Sin embargo, el rumbo que ha tomado en
cada uno de los países ha sido diferente, aunque todos conservan una característica común, la
posición central del Presidente dentro del poder político.
A la hora de establecer las principales características de este sistema, algunos autores dan mayor
peso a unos elementos sobre otros. Así, Sartori establece que “la característica esencial de un
sistema presidencial es que el presidente es un Jefe de Estado elegido directamente y que
también gobierna”. Para Nohlem, sin en cambio, considera que los elementos básicos del
presidencialismo son la clara separación del ejecutivo y legislativo, la elección popular directa,
la inamovilidad política del Presidente durante el periodo de gobierno, la imposibilidad de éste
de disolver el Parlamento y la escasa disciplina de los partidos políticos.
Por otro lado, autores como Juan Linz establece algunas críticas a los sistemas presidenciales al
ponerles en comparación con los parlamentarios. La mayor inestabilidad democrática que
demuestran los primeros sobre los segundos es lo que hace que el autor se incline
desfavorablemente sobre el modelo presidencial ya que tienen tendencia a evolucionar hacia
regímenes no democráticos. Encontramos ejemplos de ello en los países latinoamericanos donde
se concentran la mayor parte de los Estados con sistemas presidenciales del mundo y que se
caracterizan por su inestabilidad política y las diversas dictaduras que en décadas pasadas
afectaron a gran parte de estos países.
Presidencialismo en Chile
Chile es uno de los países caracterizado por un sistema presidencial, adoptado por primera vez
en la constitución de 1925, en donde se separa el ejecutivo del legislativo, dotando el presidente
con ciertos poderes además de su elección directa por el pueblo. Esta constitución fue
progresivamente reformada cediendo cada vez más poder a la figura del presidente y
debilitándose por el contrario el congreso. Debido a diferentes circunstancias y a cierta
inestabilidad de esta constitución, los militares acabarían dando un golpe de Estado e
instaurando la dictadura militar de Pinochet.
Tras el “Lapsus” de la dictadura, el sistema presidencialista se volvería a instaurar en
Julio de 1989. Este nuevo sistema tiene fuertes herencias históricas, y como en la mayoría de los
sistemas latinoamericanos, le da mucho más poder al ejecutivo que al legislativo, no obstante
esta predominancia del poder ejecutivo coexiste con una fuerte separación de poderes. El
presidente es el órgano supremo del Estado y en la jerarquía posee una posición de
preeminencia respecto de los demás órganos, Además se explica su calidad de órgano supremo
por la necesidad de mantener la unidad y continuidad estructural del Estado, y por su origen
histórico, es el primer y más antiguo Poder del Estado. Esta preeminencia se puede ver
claramente en el artículo 24: «a todo cuanto tiene por objeto la conservación del orden público
en el interior y la seguridad externa de la República, de acuerdo con la Constitución y las
leyes» .
El Presidente de la República cumple dos funciones la de jefe del Estado y la de jefe
del gobierno y la administración. De esta forma estas dos funciones se concentran en un solo
poder, que es una de las principales características de los presidencialismos, Chile es un
presidencialismo puro, y a diferencia de otros países latinoamericanos no introduce ningún
mecanismo que atenúe el poder del presidente. Entre las funciones del presidente se pueden
destacar varias: es un símbolo de unidad, nombra a los magistrados de los Tribunales de
Justicia, otorga indultos particulares, nombra a los comandantes en jefe de las ramas de las
Fuerzas Armadas y a los directores generales de las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública, y
declara la guerra. Como jefe de gobierno y de la administración le corresponde desarrollar un
programa de gobierno para el cual se le atribuyen una serie de funciones en el artículo 32. Al
ostentar un gran número de funciones y no verse el poder del presidente atenuado por ninguna
circunstancia, como ocurre en otros presidencialismos, puede dar resultados de gobiernos muy
estables.
Bibliografía:
Linz Juan, Valenzuela. PRESIDENCIALISMO, SEMIPRESIDENCIALISMO Y PARLAMENTARISMO. URL: http://www.pensamientopolitico.50g.com/textos/linz_valenzuela_presidencialismo.pdf
-Francisco Zúñiga Urbina, la gobernabilidad en un sistema presidencial: el caso de Chile,
UNED. Revista de Derecho Político, N º 64 – 2005.
-Manuel Alcántara, Sistema políticos de américa Latina Vol I, ed Tecnos, 1999, Madrid