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PRESOCRÁTICOS TALES DE MILETO Tales de Mileto ha pasado a la historia como el primer filósofo. Él dio los primeros pasos en el camino hacia la indagación racional del universo, aunque sobre él seguía pesando, como no podía ser de otro modo, la tradición anterior, forjada en un pensamiento mítico. Es probable que Tales no escribiera nada, y los fragmentos que se conservan parecen hacer referencia a sus enseñanzas como transmisiones de carácter oral. En materia de cosmología y cosmología, las afirmaciones más conocidas de Tales son que el agua es el origen de todas las cosas y que la tierra flota sobre el agua. Aunque esto plantea problemas: lo más probable es que dijera "en un principio fue el agua", lo que no quiere decir que pensara que el agua seguía siendo aún principio constitutivo de las cosas. Bien es verdad que la sistematización de la filosofía milesia debida a Aristóteles tergiversa en cierto modo la realidad. Los estudiosos posteriores se interesaron más por los motivos que Tales pudo tener para llegar a la conclusión de que el agua fue el elemento primordial. Se ha hablado del origen egipcio, con buenos motivos: dado que Tales viajó a Egipto, no tiene nada de extraño que pudiera acceder allí a explicaciones del mundo egipcias como la que plantea que Nu, masa líquida primordial, contenía los gérmenes de las cosas. Asimismo se ha señalado que en la mitología griega hay antecedentes de la atribución al agua de un papel primordial y originario (dos pasajes de la Ilíada). En

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TALES DE MILETO

Tales de Mileto ha pasado a la historia como el primer filósofo. Él dio los primeros pasos en el camino hacia la indagación racional del universo, aunque sobre él seguía pesando, como no podía ser de otro modo, la tradición anterior, forjada en un pensamiento mítico.

Es probable que Tales no escribiera nada, y los fragmentos que se conservan parecen hacer referencia a sus enseñanzas como transmisiones de carácter oral.

En materia de cosmología y cosmología, las afirmaciones más conocidas de Tales son que el agua es el origen de todas las cosas y que la tierra flota sobre el agua. Aunque esto plantea problemas: lo más probable es que dijera "en un principio fue el agua", lo que no quiere decir que pensara que el agua seguía siendo aún principio constitutivo de las cosas. Bien es verdad que la sistematización de la filosofía milesia debida a Aristóteles tergiversa en cierto modo la realidad.

Los estudiosos posteriores se interesaron más por los motivos que Tales pudo tener para llegar a la conclusión de que el agua fue el elemento primordial. Se ha hablado del origen egipcio, con buenos motivos: dado que Tales viajó a Egipto, no tiene nada de extraño que pudiera acceder allí a explicaciones del mundo egipcias como la que plantea que Nu, masa líquida primordial, contenía los gérmenes de las cosas. Asimismo se ha señalado que en la mitología griega hay antecedentes de la atribución al agua de un papel primordial y originario (dos pasajes de la Ilíada). En cuanto a la idea de que la tierra flota sobre el agua, está contenida en las mitologías de Oriente Próximo, así como en textos egipcios, el mito babilonio, y en la propia Biblia.

Otros trataron de explicar las ideas de Tales como consecuencia de una observación racional del comportamiento de las cosas. El filósofo había reparado en las variadas formas que toma el agua en la naturaleza, concluyendo de esto que el agua es el elemento con mayor predisposición para transformarse. Aristóteles comentó con respecto de Tales que quizá llegó a sus conclusiones observando la íntima relación del agua con la vida, es decir, su carácter vivificador.

También se atribuye a Tales una concepción, denominada "hilozoísmo": consideraba la materia como un organismo biológico. La materia no es tenida por inerte, lo que lleva a no necesitar una explicación del movimiento de la

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materia. Su explicación del origen del mundo es simple: en el origen era el agua, y la tierra se formó sobre ella, hecha de materia que puede mover y moverse (en la materia hay algo divino).

Es importante la transposición del mundo heredad de la religión, hacia una forma más laica, privada de misterio, que pudiera explicarse por una causa razonable y cupiera en un esquema racional unificado y simple.

ANAXIMANDRO DE MILETO

Anaximandro fue conciudadano de Tales. Es descrito como un sabio de amplios conocimientos empíricos sobre materias diversas, abierto a los descubrimientos científicos de oriente e interesado por la configuración del mundo.

Para él, la materia primordial es algo que designa con el término "to ápeiron", es decir, con la substantivación de un adjetivo que significaba "lo que carece de límites". El problema es, si con el uso de esta palabra, el filósofo mantiene su valor tradicional o se refiere a algo que realmente carece de límites. En este segundo caso cabe preguntarse si estos límites serían temporales (lo eterno) o espaciales (lo infinito).

Se trata de un vocablo carente de una identificación positiva, que se refiere a algo "que no se parece a nada de lo que conocemos", falto de una definición en términos más concretos. Lo traduciremos siempre como "lo indefinido".

Esta materia primordial recibe diversos calificativos habitualmente aplicados a los dioses, como "inmortal e indestructible", "eterno y que nunca envejece", y así mismo se dice de ello que "todo lo abarca y lo gobierna", literalmente en griego, "lo pilota".

De este ápeiron surgen los cielos y los mundos; se entiende que el ápeiron va generando sucesivamente una serie de cosmos que, al destruirse cíclicamente, vuelven a ser materia primordial. El proceso parece producirse en un primer paso por la segregación de esta materia primordial de una serie de contrarios; al menos se mencionaban concretamente lo caliente, lo frío, lo seco y lo húmedo. Para Anaximandro lo indefinido es divino y, como tal, está dotado de capacidad para moverse y mover a su voluntad, de modo que posee la facultad de propiciar los cambios de las cosas. Como contrarios que son, hay entre ellos una oposición, resuelta temporalmente por el exceso de uno, hasta

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la reacción, dominio y nuevo exceso del otro.Anaximandro parece haber adaptado unos modelos de explicación del

mundo corrientes en el ámbito indoiraniano de su época (upanishads). Según él hay innumerables mundos. En cuestión de cosmología, lo caliente se concentró en una esfera de llamas en torno de lo frío (el aire) que rodea la tierra. Esta corteza de llamas se rompió en una serie de círculos que dieron lugar a los cuerpos celestes. La Tierra, de forma cilíndrica, se mantiene suspendida, sin dirigirse hacia ningún punto del exterior debido a la equidistancia de todas las cosas. Rodeando la Tierra se hallan las estrellas, un círculo de fuego rodeado de una pasa de aire agujereada. Estos agujeros, a través de los cuales vemos el fuego, son las estrellas.

Las bases del pensamiento de Anaximandro están, por un lado, edificadas a partir de la secularización de modelos míticos de variada procedencia, griegos y no griegos, y por otro, sobre la observación de determinados hechos naturales. Su ejemplo constituye el primer esfuerzo conocido por explicar en un terreno no mítico todos los temas del mundo entonces conocido por el hombre, de una forma comprensiva y a la vez minuciosa.

ANAXÍMENES DE MILETO

Anaxímenes es el último representante de la filosofía milesia. Trató de tender un puente entre los dos pilares que configuraban el sistema de Anaximandro: la teología indoiraniana, que posilaba algo único, divino e indeterminado en el origen de las cosas, y la tendencia milesia a la explicación por respuestas generales de diversos hechos físicos concretos. Para ello, cubre la extensión del apéiron con un principio material conocido que, sin embargo, puede continuar caracterizándose de modo similar: el aire.

El término que utiliza, aér, se entiende más bien como niebla o vapor o, en todo caso, como aire perceptible en cuanto que se movía o se sentía caliente o frío. Este elemento natural se sitúa como sustancia básica y originaria del mundo. Este aire hereda las cualidades del apéiron: carece de límites, se extiende por todo el mundo y es divino, por lo que posee una capacidad inagotable de mover y cambiar las cosas a las que gobierna.

Anaxímenes, al contrario que sus predecesores, aborda el tema del cambio, explicándolo mediante dos comportamientos del aire: la rarefacción y la condensación, que son cambios en la densidad del aire. El aire, al rarefactarse, se calienta y la forma suprema de este aire es el fuego. Al

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condensarse, por el contrario, se enfría y es primero viento, luego nubes, luego lluvia, tierra y la forma más compacta de la tierra, esto es, piedras. Por tanto, la materia originaria, el aire, es la forma fundamental de los componentes de nuestro mundo, solo que en diversos grados de condensación. Esta explicación conlleva la creencia de que toda diferencia de cualidad es simplemente una diferencia de cantidad. El movimiento es eterno, puesto que todo está compuesto por aér y éste puede moverse y cambiar a su voluntad.

También se interesa por la naturaleza del alma, que describe como un elemento material consistente en aire, pero a la vez como algo capaz de dar coherencia a otros elementos, y por otra parte, que de alguna forma el universo es una versión ampliada del ser humano y se comporta de acuerdo con principios totalmente análogos.

En su cosmología, explica que la Tierra fue la primera en formarse como consecuencia de la compresión del aire: la Tierra flota sobre el aire, el elemento primigenio, que la sigue circundando, dado que su forma plana le permite hacerlo, como le ocurre a las hojas. Los cuerpos celestes son la consecuencia del vapor húmedo exhalado de la Tierra que, ratificado, se torna fuego.

Para Anaxímenes el aire es para el mundo como el aliento es para el hombre: un elemento vivificador, garante de la perduración de la vida y, por tanto, divino.

PITÁGORAS Y LOS PITAGÓRICOS

El secreto era una regla básica de los seguidores de Pitágoras, por lo que no hallamos una divulgación demasiado verídica de las teorías de Pitágoras, dada la cuestionable veracidad de los fragmentos que se conservan.

El pitagorismo se nos presenta como un conjunto un tanto heterogéneo, que abarca junto a principios filosóficos, elementos más científicos, fundamentalmente en el campo de la matemática y la astronomía, y así mismo aspectos religiosos que lo ponen en relación con el orfismo, sin olvidar un componente político.

Los seguidores de Pitágoras centran su interés en la vida espiritual y en la búsqueda de un modo de conducta que los lleve a su propia salvación. Pitágoras fundó en Crotona una especie de secta, a medias filosófica, a medias religiosa.

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Característica de este primer pitagorismo parece ser la afirmación del parentesco entre todos los seres vivos, poseedores de alma inmortal que transmigra de unos a otros, por lo que la historia es un conjunto de repeticiones en las que no hay nada nuevo. Esto derivaba, según algunos testimonios, en abstinencias de carne u otros alimentos; así mismo, parece que junto a estas reglas se daban otros preceptos y prohibiciones propios de una religiosidad primitiva.

Los propósitos básicos de los primeros pitagóricos eran la contemplación (theoría), concebida como búsqueda de la verdad; la concepción del universo como kosmos, es decir, conjunto armónico y ordenado, y la búsqueda de la purificación (kátharsis), especialmente por medio de la música.

Para los pitagóricos, especialmente para los más antiguos, las matemáticas eran algo mágico y místico, alrededor de la cual giraban series de juramentos y rituales.

Los pitagóricos creían, en primer lugar, en la ecuación de las cosas con los números: es decir, los números no solo constituían el plan sobre el que se organizaba el mundo, sino que consideraron que las unidades tienen magnitud corpórea y, por tanto, configuran el mundo también de forma material.

Para explicar la forma en que de los números se generan las cosas, los pitagóricos recurren a una visión dualista de la realidad basada en una serie de contrarios básicos (límite/ilimitado, par/impar) referidos a ámbitos distintos, pero siempre uno bueno y otro malo. Así, el límite y el par son buenos, y sus contrarios son malos.

Consideraron también que a partir del número se podían generar figuras geométricas: a partir de un número, es decir, de un punto, se generan líneas, de éstas, superficies; de éstas, volúmenes, y de ellos, cuerpos sensibles.

Los pitagóricos (para quienes el límite es masculino y lo ilimitado, femenino) concibieron que el límite puso en lo ilimitado una semilla, en torno de la cual se fue configurando el universo.

A partir del concepto de vacío, los pitagóricos pueden explicar la existencia de unidades discretas, ya que es el vacío el que actúa de límite entre ellas.

En su concepción cosmológica, la tierra no ocupa el centro del universo, sino que es el fuego el que se encuentra en esta posición. Alrededor de este fuego central se encuentran la antitierra, la Tierra, la luna, el sol, y los cinco planetas conocidos entonces. El conjunto se hallaba rodeado por una esfera

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exterior de fuego, la de las estrellas fijas.En creencias como las pitagóricas, en las que la salvación era algo

esencial, se concebía el alma como una chispa del alma divina y universal que está contaminada por su asociación con la materia corporal. Así pues, el conocimiento del cosmos divino es el modo de desarrollar lo divino que hay en uno.

HERÁCLITO

De todos los presocráticos, es Heráclito el que presenta mayores dificultades de interpretación; curiosamente, es también uno de los que más interés ha suscitado en nuestros tiempos. Su sistema filosófico estaba basado en una concepción dialéctica que no habría de tener correlato hasta el siglo XIX.

Primero se debe definir uno de los conceptos clave en Heráclito: el logos. El logos llega a constituirse en una suerte de principio, patrón o norma universal, una especie de estructura, de acuerdo con la cual (y según cuyas proporciones) acontecen todas las cosas en el mundo. La traducción al castellano ha sido con la palabra "razón".

Esta razón es aprehensible también a través de la experiencia cotidiana, a través de sus manifestaciones, dado que todo acontece de acuerdo con ella y por lo tanto posee una entidad objetiva, independiente de la enunciación. Pero la gente general no logra percibirla, puesto que aunque esté en la experiencia, no todo el mundo puede ver el logos.

Para Heráclito, la clave para comprender el mundo es descomponer el todo en partes y examinar luego la relación entre ellas.

Como la razón está presente en toda la realidad y sus manifestaciones son aprehensibles, es bueno que, para conocerla, veamos y oigamos muchas cosas. Aunque la razón es aprehensible, no lo es de manera directa, lo que lleva a que muchas veces la ignorancia venza entre el común de los mortales y les impida comprender la realidad. Ante la dificultad de aprehender la razón, el filósofo debe ser constante y esforzarse, tener voluntad de creer y falta de prejuicios, así como poseer la capacidad de entender el lenguaje de la razón, es decir, comprender el mensaje del logos que subyace a las manifestaciones del mundo visible.

Estos rasgos son los que distinguen la sabiduría del filósofo respecto del mero conocimiento acumulativo. Quienes poseen este conocimiento solo conocen y guardan opiniones falsas, puras creencias.

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TEORÍA DE LOS OPUESTOS

Continuando con la tradición presocrática, Heráclito plantea la existencia de una serie de pares de opuestos que intervienen activamente en la configuración del universo. La originalidad de Heráclito consiste en conferirle valor al hecho mismo de la oposición, esto es, la idea de que solo la tensión entre elementos opuestos los unifica a niveles superiores, creando una estructura en la que el todo es algo más que la suma de las partes, y cuya unidad consiste precisamente en esa relación, dialéctica, entre los opuestos. La oposición otorga sentido a los opuestos, que no pueden ser sin su contrario. Ambos opuestos son interdependientes pero se requieren mutuamente. Por ello todas las cosas son una, pero esta unidad consiste en la continua tensión entre los contrarios. De ahí que se presente la contienda, guerra o lucha como elemento fundamental que actúa sobre todo lo que existe.

Se distinguen varios grupos de contrarios: el primer grupo, formado por los contrarios que son uno porque se hallan en un mismo objeto (como recto y torcido, que ambos pertenecen al tornillo, o fin y principio, que pertenecen al círculo); un segundo grupo formado por un objeto único, pero que varía dependiendo del observador (así, el mar es a la vez muerte para el hombre y vida para los peces); y un tercer grupo de contrarios son los que se convierten mutuamente (la vida en la muerte, lo despierto en lo dormido…).

Cada par de opuestos conforma una unidad, y la unidad subyacente a las cosas opuestas es precisamente el contenido de la razón.

SOBRE EL MUNDO Y EL COSMOS

El orden del mundo no es objeto de ninguna intervención ajena al propio universo. El mundo está conformado por fuego sin principio ni fin, que es la constitución material del mundo, frente a la razón, que es la constitución estructural.

Los astros son una especie de cuencos no grandes en los que se concentran las exhalaciones calientes que produce el vapor del mar. El alma de los hombres es de fuego y, como tal, sufre idénticas transformaciones a las del fuego, por lo que su muerte es convertirse en agua. El alma se debilita con los placeres.

En cuanto a teología, dice Heráclito que la divinidad es la unidad que subyace a todas las contradicciones. El fuego es un elemento divino que en su forma más pura, el rayo, gobierna todas las cosas, todo lo vigila y es juez universal. La divinidad es a la vez un principio de sabiduría absoluto y

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trascendente a las cosas, y no es antropomorfo.Por tanto, la sabiduría humana consistirá en el esfuerzo por conocer esa

única sabiduría divina. En cambio, los rituales religiosos habitualmente celebrados son para Heráclito ridículos y absurdos.

PARMÉNIDES

Parménides desarrolla su obra a través de la poesía, usando la imaginería de los mitos de manera alegórica. Su pensamiento influyó en los presocráticos posteriores a él, que o bien tomando sus ideas o bien refutándolas, no pudieron sino tenerlas en cuenta, debido a su relevancia.

En su obra se describe un tránsito de la oscuridad a la luz, del error a la verdad. En el poema se presenta a una diosa innominada, es decir, Parménides no quiere dar entidad concreta a la fuente de la verdad que le ha sido comunicada. Esta diosa innominada va a comunicarle la verdad, pero, además, le comunica las opiniones falsas de los mortales (podría significar que el filósofo también tiene que investigar las opiniones).

La primera cuestión que se plantea es la de los caminos por los que el pensamiento debe buscar la verdad, concibiendo el conocimiento como un viaje. Uno de estos caminos es transitable: la búsqueda de "es"; otro, intransitable, la del "no es", que no puede buscarse. El sujeto de "es" es "lo que es", es decir, una tautología.

Lo que es, es decir, el ser, es indivisible (se niega la noción pitagórica de vacío) y es homogéneo (no hay grados de ser, ni más ser en unas partes que en otras). El entendimiento es necesario para captar la coherencia del ser, frente a los sentidos, que perciben las cosas aquí o allí. El entendimiento se encarga de operaciones lógicas como dispersar o reunir: distingue cada nota del ser, para su estudio, y después las enumera juntas. Los sentidos se encaminan por vías habituales pero falsas, mientras que la razón debe aprehender lo único real: el ser.

Dada la convicción griega de que nada se produce de la nada (ex nihilo), el ser de Parménides es ingénito e imperecedero. Parménides niega los cambios de color, porque tampoco distingue entre sustancia y atributos de la sustancia; cambiar de color implicaría que en una manzana verde que cambia de color a amarilla, "lo que no es" amarillo pasara a serlo.

También ser plantea el ser como limitado, porque ser ilimitado es carecer de límites, y el ser no puede carecer de nada. Es, por tanto, esférico, equilibrado e inmóvil.

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Así, Parménides llega a un callejón sin salida. Ha negado la pluralidad, el movimiento y el cambio, y queda abierta la pregunta ¿cómo de lo que no es puede surgir lo que es?, así como el problema de la experiencia sensible, que percibe variedad y movimiento. Esta gran contradicción será el núcleo central del pensamiento filosófico posterior (Platón, Aristóteles).

ANAXÁGORAS

Anaxágoras parte, al igual que el resto de los presocráticos, de una búsqueda del primer principio material de las cosas. Admite una serie de postulados parmenídeos: nada puede originarse de la nada y ninguna cosa puede dejar de ser; el vacío no existe, en la medida en que es no-ser.

Para Anaxágoras, de acuerdo con el principio mencionado, no es posible que de A salga B, porque ello implica que A deja de ser A y que de no-B sale B. La consecuencia es obvia: todo existe desde el principio de los tiempos, porque nada puede proceder de otra cosa más que de sí mismo.

El concepto de materia de Anaxágoras es unitario: todo participa de todo y no hay nada en estado puro. Anaxágoras cree en la divisibilidad infinita de la materia. En la materia los componentes nunca pueden llegar a ser aislados, porque nunca hay una cantidad tan pequeña que ya esté compuesta de un solo ingrediente. La materia es para él una pluralidad de factores en una masa continua. A estos factores Anaxágoras los denomina "cosas" (chrémata). De forma que, lo que llamamos "oro", es materia con preponderancia del factor oro, pero con la presencia, en cantidades menores, de todas las demás cosas.

La responsabilidad del movimiento de la materia la atribuye a un solo principio, al que llama Intelecto (nous), y que es responsable de la puesta en marcha de los procesos de transformación de su materia única.