Primer domingo de cuaresma 2015

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En este primer domingo de Cuaresma, necesitamos abrir nuestros ojos cerrados como una noche sin esperanza que niega la llegada del amanecer: el pecado que nos aleja y des- truye nuestra capacidad de re- lacionarnos con Dios. En con- secuencia, solo podemos errar si no sabemos cómo podemos llegar a nuestra meta. Por tan- to, el pecado nos impide man- tener una disposición digna de poseer el misterio del Jesús crucificado. El tiempo de cua- resma nos invita a reflexionar cada vez más intensamente el acontecimiento de la pasión y la gloriosa resurrección de Je- sús. Recordemos que este tiempo nos invita a una relación pro- funda con Dios y con nosotros. Dios ha establecido una alian- za con su pueblo aunque este compromiso llevó a la humani- dad a elegir el pecado contra la voluntad salvífica de Dios. Pero la misericordia de Dios es más fuerte que el pecado del hom- bre. Dios restablece la alian- za manifestando al hombre su amor infinito que requiere un seguimiento total para recom- poner en él la imagen rota de Dios por el pecado. La alianza muestra una garantía de que la ternura y la misericordia de Dios son para siempre y que prepara un camino hacia el Dios vivo, el dispensador de la vida. Como cristianos, hemos aceptado que en Jesús, Dios establece una nueva alianza. Jesús, en cuanto Palabra viva y encarnada de Dios, se vació de sí mismo manteniendo su ser igual a Dios para mostrar el amor que inhabita en cada ser humano desde siempre. Este amor significa para él la aceptación de hacerse esclavo, obedeciendo al Padre hasta la muerte en la cruz. Con esta ma- nifestación del amor de Dios, la luz que brilla desde la cruz de Cristo nos abre el camino direc- tamente a Dios, haciéndonos libres de la esclavitud del pe- cado. La muerte de Jesús por nuestros pecados significa una participación plena con el Pa- dre, una liberación del pecado, una salvación y la esperanza de la resurrección. Pero, este misterio debe ser vivido en la vida de cada cristiano. Somos llamados a dar un paso más en nuestra relación con Dios. Por eso, la Cuaresma es un tiempo de nuestro abajamiento y la gra- cia para convertirnos a Dios: una inmersión que nos bautiza como miembros del cuerpo de Cristo. Esta manifestación nos hace libres del pecado y nos hace capaces de estar en co- munión con el Dios del amor y de la vida. Nuestra entrega como miembros de la comuni- dad salvada por Jesús tiene su raíz en la alegría de la promesa de la salvación. Señor, ante tantas lla- madas e invitaciones a ser felices, nosotros queremos oír solo tus palabras de vida eterna, queremos seguir tus ca- minos y confiar en Ti. Primer Domingo de CUARESMA CICLO B ( Marcos 1,12-15 ): En aquel tiem- po, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arres- taron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio». Santo del día: Cátedra de san Pedro; Margarita de Cortona; Papías; Leonor Cl. Omar Delgado, SSP LA VIDA CRISTIANA TRANSFORMADA EN LA MUERTE DIVINA

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Evangelio: según san Marcos 1,12-15 En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio».

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En este primer domingo de Cuaresma, necesitamos abrir nuestros ojos cerrados como una noche sin esperanza que niega la llegada del amanecer: el pecado que nos aleja y des-truye nuestra capacidad de re-lacionarnos con Dios. En con-secuencia, solo podemos errar si no sabemos cómo podemos llegar a nuestra meta. Por tan-to, el pecado nos impide man-tener una disposición digna de poseer el misterio del Jesús crucificado. El tiempo de cua-resma nos invita a reflexionar cada vez más intensamente el acontecimiento de la pasión y la gloriosa resurrección de Je-sús.

Recordemos que este tiempo nos invita a una relación pro-funda con Dios y con nosotros. Dios ha establecido una alian-za con su pueblo aunque este compromiso llevó a la humani-dad a elegir el pecado contra la voluntad salvífica de Dios. Pero la misericordia de Dios es más fuerte que el pecado del hom-bre. Dios restablece la alian-za manifestando al hombre su amor infinito que requiere un seguimiento total para recom-poner en él la imagen rota de Dios por el pecado. La alianza muestra una garantía de que la ternura y la misericordia de Dios son para siempre y que prepara un camino hacia el Dios vivo, el dispensador de la vida.

Como cristianos, hemos aceptado que en Jesús, Dios establece una nueva alianza. Jesús, en cuanto Palabra viva y encarnada de Dios, se vació de sí mismo manteniendo su ser igual a Dios para mostrar el amor que inhabita en cada ser humano desde siempre. Este amor significa para él la aceptación de hacerse esclavo, obedeciendo al Padre hasta la muerte en la cruz. Con esta ma-nifestación del amor de Dios, la luz que brilla desde la cruz de Cristo nos abre el camino direc-tamente a Dios, haciéndonos libres de la esclavitud del pe-cado. La muerte de Jesús por nuestros pecados significa una participación plena con el Pa-dre, una liberación del pecado, una salvación y la esperanza de la resurrección.

Pero, este misterio debe ser vivido en la vida de cada cristiano. Somos llamados a dar un paso más en nuestra relación con Dios. Por eso, la Cuaresma es un tiempo de nuestro abajamiento y la gra-cia para convertirnos a Dios: una inmersión que nos bautiza como miembros del cuerpo de Cristo. Esta manifestación nos hace libres del pecado y nos hace capaces de estar en co-munión con el Dios del amor y de la vida. Nuestra entrega como miembros de la comuni-dad salvada por Jesús tiene su raíz en la alegría de la promesa de la salvación.

Señor, ante tantas lla-madas e invitaciones a ser felices, nosotros queremos oír solo tus

palabras de vida eterna,

queremos seguir tus ca-minos y confiar en Ti.

Primer Domingo de CUARESMA

CICLO B

( Marcos 1,12-15 ): En aquel tiem-po, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arres-taron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio».

Santo del día: Cátedra de san Pedro; Margarita de Cortona; Papías; Leonor

Cl. Omar Delgado, SSP

LA VIDA CRISTIANA TRANSFORMADA EN LA MUERTE DIVINA

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Decía san Agustín, «La muerte y resu-rrección de Cristo es, cristiano, tu propio miste-rio». Por eso, nuestro seguimiento de Cristo nos puede llevar a este misterio a través de la cruz de Jesús. Aprender a morirse al pecado y vivir en una continua conversión y disposición para perdonar.

«Se ha cumplido el pazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evange-lio». Creer en el Evangelio significa vivir como vive Cristo, amar como Él nos ama y perdonar como Él tomando el peso y humillación de la cruz por nuestros pecados para conducirnos a Dios.

Como cristianos, ¿de qué manera podemos vi-vir el tiempo de cuaresma? ¿Cómo podemos hacer vivir el acontecimiento de la muerte de Jesús a nuestros hermanos más necesitados? Y, ¿de qué manera podemos transformar nues-tra vida digna del amor de Dios?

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