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Primera ediciónAbril 2017

© 2017Iker Puente

© 2017 de esta ediciónLa Liebre de Marzo, S. L.

Diseño gráfico y maquetaciónXavier Vidal y Laia Pascual

Fotografía de la portada© MAPS

Sesión de integración del estudio de psicoterapia asistida con MDMA

Impresión y encuadernaciónService Point F. M. I., S. A.

Impreso en España

Depósito legalB-8503-2017

ISBN978-84-92470-44-0

La Liebre de Marzo, S. L.www.liebremarzo.com

[email protected]

A mis padres, por haberme permitido y respetado que siguiera mi camino, y por vuestro apoyo incondicional durante todos estos años.

A los investigadores y psicoterapeutas pioneros que han dedicado su tiempo y energía a estudiar, comprender y reintegrar las sustancias psicodélicas en la

sociedad occidental. A pesar de todas las dificultades, incomprensión y falta de apoyo a la que han tenido que hacer frente durante las últimas décadas,

se han mantenido firmes en la creencia y la esperanza de que estas herramientas pueden jugar un rol muy importante en nuestra sociedad,

y contribuir a mejorar la vida de muchas personas y a aliviar su sufrimiento.

Índice

Agradecimientos ....................................................................................................... ix

Prólogo ........................................................................................................................ xi

Introducción ............................................................................................................. xxi

Stanislav Grof .............................................................................................................. 1

Claudio Naranjo ....................................................................................................... 27

James Fadiman .......................................................................................................... 47

William Richards ..................................................................................................... 69

David Nichols ........................................................................................................... 93

Rick Doblin ............................................................................................................. 123

Amanda Feilding .................................................................................................... 147

Torsten Passie .......................................................................................................... 173

Jordi Riba ................................................................................................................. 193

Roland Griffiths ..................................................................................................... 223

José Carlos Bouso .................................................................................................. 243

Michael y Ann Mithoefer .................................................................................... 267

Alicia Danforth ...................................................................................................... 287

Robin Carhart-Harris ........................................................................................... 309

Jeffrey Guss ............................................................................................................. 331

«Archie» ................................................................................................................... 353

Bibliografía .............................................................................................................. 371

Índice alfabético ...................................................................................................... 375

«Hace algunos años yo mismo realicé algunas experiencias sobre este aspecto de la intoxicación por óxido nitroso, y escribí un informe en el que una conclusión to-maba cuerpo, ya en aquel tiempo, y cuya impresión siempre ha permanecido firme. Se trata de que nuestra consciencia despierta normal, la consciencia que llamamos racional, solo es un tipo particular de consciencia, mientras que por encima de ella, separada por una pantalla transparente, existen formas potenciales de consciencia completamente diferentes. Podemos pasar la vida sin sospechar de su existencia, pero si aplicamos el estímulo requerido, con un simple toque, aparecen en toda su plenitud tipos de mentalidad determinados que probablemente tienen en algún lugar su campo de aplicación y de adaptación. Ninguna explicación del universo es definitiva si descuida estas otras formas de consciencia. La cuestión es cómo han de considerarse siendo como son tan diferentes de la consciencia ordinaria. Sin embargo, pueden determinar actitudes aunque no sean de fácil formulación, y asimismo pueden descubrir una región aunque fracasen en ofrecer un mapa. En cualquier caso, impiden ajustar prematuramente las cuentas entre nosotros y la realidad. Recordando mis propias experiencias, todas convergen en un tipo de penetración al que no puedo evitar atribuirle algún género de significado meta-físico; su nota dominante es invariablemente una reconciliación; es como si los antagonismos del mundo, que con sus contrariedades y conflictos crean nuestras dificultades y problemas, se fundiesen en la unidad».

William James

Las variedades de la experiencia religiosa (1902)

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Agradecimientos

Mi agradecimiento a la revista Cáñamo por su apoyo y por publicar la primera entrevista que realicé a Stanislav Grof y que fue el germen de este libro, y por publicar posteriormente una versión resumida de las entrevistas que realicé a Michael Mithoefer y a William Richards.

Agradezco también a Fernando Pardo, editor de la Liebre de Marzo, por aceptar la propuesta de publicar este libro, por el interés y el apoyo mostrado durante el proceso, y por las conversaciones que hemos mantenido durante estos meses y los últimos años. Y a la Liebre de Marzo, por ser un referente en la publicación de libros sobre el tema de las sustancias psicodélicas.

A Stanislav Grof, por escribir el prólogo para este libro, por su apoyo y guía en mi proceso personal, profesional e intelectual, y por haber sido fuente constante de inspiración con su trabajo, su calidad humana y con su ejemplo.

A Rick Doblin, por su incansable trabajo para conseguir que la MDMA y otras sustancias psicodélicas vuelvan a ser fármacos y medicinas legales que puedan emplearse en contextos psicoterapéuticos, por animarme a seguir este camino y por invitarme a participar en la formación de psicoterapia asistida con MDMA que se realizó en Tyrinhan Hall en diciembre del 2014.

A Josep Maria Fericgla por haber sido un pionero en el campo de la inves-tigación y psicoterapia con psicodélicos en la península ibérica, y por su gran labor de divulgación y enseñanza, escribiendo libros, y organizando congresos, conferencias y 14 ediciones del seminario «Estados modificados de conscien-cia, desarrollo personal y psicoterapia», punto de encuentro de las personas interesadas en este campo.

A Jordi Riba y José Carlos Bouso, por servirme de inspiración y mostrarme que es posible dedicarse el campo de la investigación y la psicoterapia con sustancias psicodélicas, y por ayudarme con la revisión y traducción de algunos términos técnicos que aparecieron en las entrevistas al castellano.

A tod@s l@s entrevistad@s del libro, por acceder amablemente a ser en-trevistados, dedicarme su tiempo y, en muchos casos, revisar y editar personal-mente la transcripción de la entrevista que les realicé, y por ser un ejemplo de calidad humana, profesionalidad y coherencia.

Gracias a todas las personas que de una u otra forma han contribuido para que la gestación y publicación de este libro haya sido posible: Quim Tarinas,

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Victor M. Hidalgo, Anna Lloret, Xavier Vidal, Laia Pascual, Igor Domsac, Guillermo Miralta, Macarena Perez Chacón, David Barba, Rosalind Stone, Román Gonzalvo, Antonio Aguilar, Stan Grof, Claudio Naranjo, Jim Fadi-man, William Richards, David Nichols, Rick Doblin, Amanda Feilding, Tors-ten Passie, Jordi Riba, Roland Griffiths, José Carlos Bouso, Michael y Ann Mithoefer, Alicia Danforth, Robin Carhart-Harris y Jeffrey Guss.

Y agradezco a la vida por haberme dado la oportunidad de conocer y for-mar parte de esta comunidad de investigadores, psicoterapeutas y de personas interesadas en las sustancias psicodélicas, y que forman una comunidad vi-brante y muy especial.

El autor ha hecho todo el esfuerzo posible por encontrar la propiedad de todo el material con copyrigth y citado que aquí se presenta. En el caso de que surja alguna cuestión en relación con el uso de una selección, ofrece por anticipado sus disculpas por cualquier error u omisión, y hará las correcciones necesarias en ediciones futuras.

Debo expresar mi agradecimiento por el material gráfico a las siguientes personas, fundaciones y asociaciones: MAPS, Beckley Foundation, ICCERS, OPEN Foundation, Sebastian Troncoso, Fernando Pardo, Hans Gerd, Raquel Dias (foto Claudio Naranjo), William Ricahrds, David Nichols, Natacha El-mir (fotos seminario William Richard), Jordi Riba, Jerod Harris (foto Roland Griffiths para TEDMED), José Carlos Bouso, Michael y Ann Mithoefer, Rachel Hope, Alicia Danforth, Robin Carhart-Harris, Jeroen Stapper (foto ponentes ICPR), Open Foundation, Jonathan Greet (foto participantes Brea-king Convention 2015) y el equipo de Breaking Convention.

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Prólogo

El libro de entrevistas del Dr. Iker Puente Investigación y psicoterapia psicodéli-ca: Pasado, presente y futuro es un completo recorrido por el trabajo que se está realizando actualmente en este campo, recogiendo las aportaciones de nume-rosos investigadores y psicoterapeutas que están protagonizando el retorno a este tipo de investigación, así como las aportaciones y el trabajo realizado a lo largo de las décadas de 1960 y 1970 por una serie de investigadores, entre los que se incluyen Jim Fadiman, Claudio Naranjo, William Richards, David Nichols y yo mismo.

El libro del Dr. Puente se edita además en un momento muy apropiado. Su publicación, dirigida tanto a la comunidad científica y profesional como a un público general con un menor conocimiento sobre este campo, coincide con un momento en el que estamos experimentando un notable renacimiento a nivel internacional del interés en la investigación científica de las sustancias psicodélicas. Este es un cambio inesperado y sorprendente que se produce después de cuatro décadas durante las cuales el trabajo científico y clínico san-cionado legalmente fue casi imposible, debido a una legislación muy restrictiva que respondía al uso masivo no supervisado de estas sustancias realizado por las jóvenes generaciones de la década de 1960 en EE. UU., y por la histeria na-cional generada a raíz de ese uso, fomentada además por periodistas y medios de comunicación en búsqueda de noticias sensacionalistas.

En la actualidad se están realizando nuevas investigaciones con diversas sustancias psicodélicas en varias universidades estadounidenses y europeas, incluyendo la Universidad de Harvard, la Universidad Johns Hopkins, la Uni-versidad de California, Los Ángeles (UCLA), la Universidad de Nueva York (NYU), la Universidad de California San Francisco, el Imperial College de Londres y la Universidad Autónoma de Barcelona, entre otras. De especial interés es la investigación innovadora de la psicoterapia asistida con MDMA en personas que sufren trastorno de estrés postraumático (TEPT) encabezada por Michael y Ann Mithoefer en Carolina del Sur. Debido a los inmensos problemas médicos, económicos y políticos asociados con este peligroso des-orden, muy resistente a las formas tradicionales de terapia, el éxito que está demostrando este proyecto podría abrir la puerta para el uso de estas sustancias en la psiquiatría convencional. Recientemente se han concluido los ensayos

Investigación y psicoterapia psicodélica

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clínicos de Fase 2 de psicoterapia asistida para el tratamiento del TEPT que se han llevado a cabo en EE. UU., Suiza, Canadá e Israel y, hace tan solo un mes, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EE. UU. ha dado el permiso para iniciar los ensayos clínicos de Fase 3, última etapa antes de poder conseguir los permisos para que la MDMA se convierta en un fármaco legal para el tratamiento de este trastorno. Por otra parte, se han iniciado por todo el mundo nuevos proyectos de investigación con psilocibina, ibogaína, ketamina y otras sustancias psicodélicas. Me complace también la presencia en este campo de investigadores como José Carlos Bouso y Jordi Riba, que están en la vanguardia de estos estudios. No tengo ninguna duda de que el Estado español será un lugar importante en el renacimiento de la investigación con estas sustancias. Para entender la importancia del libro del Dr. Puente, es im-portante situarlo en un contexto histórico más amplio.

El uso de las sustancias psicodélicas es milenario. Plantas que contienen poderosos compuestos que expanden la consciencia se han utilizado en distin-tas partes del mundo, en diferentes rituales y contextos, para inducir estados no ordinarios de consciencia. Dichas plantas han tenido un papel muy impor-tante en las prácticas chamánicas, en las ceremonias aborígenes de sanación, los ritos de paso, los misterios de muerte y renacimiento, así como en diversas tradiciones espirituales. Las culturas antiguas y nativas que utilizan materiales psicodélicos les tienen gran respeto y estima, y los consideran como sacra-mentos. Además, las experiencias psicodélicas han servido como fuente im-portante de inspiración artística, proporcionando ideas para rituales, pinturas, esculturas y canciones.

En la historia de la medicina china los informes sobres sustancias psico-délicas se remontan a 3.000 años atrás. La legendaria poción divina conocida como haoma en el antiguo Zend Avesta persa y como soma en los Vedas indios fue utilizada hace milenios por las tribus indoiranias. Los estados místicos de consciencia producidos por el soma probablemente fueron la fuente princi-pal de las religiones védica e hindú. El uso ceremonial de distintas sustancias psicodélicas tiene también una larga historia en América Central. Diferentes plantas modificadoras de la consciencia eran conocidas y empleadas en distintas culturas indias precolombinas, entre ellas, los aztecas, los mayas y los olmecas. Las más conocidas son el cactus del peyote mexicano (Anhalonium lewinii), el hongo sagrado teonanácatl (Psilocybe mexicana) y el ololiuqui, o semillas del dondiego de día (Rivea corymbosa). Dichos materiales se han utilizado como sacramentos hasta el día de hoy por distintas tribus de indios mexicanos (hui-choles, mazatecas, los cora y otros), así como por la Iglesia Nativa Americana. El conocido yagé sudamericano o ayahuasca es una infusión hecha a partir de una liana de la selva (Banisteriopsis caapi) a la que se le añaden otras plantas.

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Prólogo

El área del Amazonas es también conocida por su gran variedad de rapés psi-codélicos (Virola calophylla, Piptadenia peregrina). Las preparaciones a partir de la corteza del arbusto de la iboga (Tabernanthe iboga) han sido utilizadas por tribus africanas en dosis bajas como estimulante durante la caza de leones y largos viajes en canoa y en dosis altas como sacramento ritual. La lista citada representa solo una pequeña fracción de los compuestos psicodélicos que han sido utilizados a lo largo de muchos siglos en distintas regiones del mundo. El impacto que las experiencias vividas en dichos estados han tenido sobre la vida cultural y espiritual de las sociedades preindustriales ha sido enorme.

La larga historia del uso ritual de las plantas psicodélicas contrasta mucho con la relativamente corta historia de los esfuerzos científicos para identificar sus alcaloides psicoactivos, prepararlos en forma pura y estudiar sus efectos. La primera sustancia psicodélica que fue sintetizada en su forma química pura y sistemáticamente explorada en condiciones de laboratorio fue la mescalina, el alcaloide activo del cactus del peyote. Los experimentos clínicos llevados a cabo con dicha sustancia en las primeras tres décadas del siglo xx se centraron en la fenomenología de la experiencia de la mescalina y sus interesantes efectos en la percepción artística y la expresión creativa. Tras estos experimentos clíni-cos pioneros, se hizo muy poca investigación sobre esta área, hasta el descubri-miento casual del químico suizo Albert Hofmann de los efectos psicodélicos de la LSD-25 o dietilamida del ácido lisérgico. Tras la publicación del primer artículo clínico sobre la LSD a cargo de Werner A. Stoll a finales de los años cuarenta, este nuevo derivado semisintético del ergot, activo en cantidades in-creíblemente minúsculas, microgramos o gammas (millonésimas de gramo), se convirtió en una sensación en el mundo científico de un día para otro.

El descubrimiento de los potentes efectos psicoactivos de la LSD inició lo que se ha conocido como la «edad de oro de la psicofarmacología». En un periodo relativamente corto de tiempo, el trabajo conjunto de bioquímicos, farmacólogos, neurofisiólogos, psiquiatras y psicólogos tuvo éxito a la hora de fijar las bases de una nueva disciplina científica que podríamos denominar «farmacología de la consciencia» o «investigación moderna de la consciencia». Las sustancias activas de otras plantas psicodélicas también fueron identifi-cadas químicamente. Tras el descubrimiento de los efectos psicodélicos de la LSD-25, Albert Hofmann identificó el principio activo de los hongos mágicos mexicanos (Psilocybe mexicana), la psilocibina y la psilocina, y los del ololiuqui o semillas del dondiego de día (Ipomoea violacea), que resultó ser la monoetila-mida de ácido lisérgico (LAE-32), muy relacionada con la LSD-25.

El arsenal de sustancias psicodélicas fue posteriormente enriquecido con derivados psicoactivos de la triptamina, DMT (dimetiltriptamina), DET (dietiltriptamina) y DPT (dipropiltriptamina), sintetizados y estudiados por

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un grupo de químicos de Budapest dirigidos por Stephen Szara. Los princi-pios activos del arbusto africano Tabernanthe iboga, la ibogaína, y los alcaloi-des de los ingredientes básicos de la ayahuasca Banisteriopsis caapi, conocidos bajo los nombres de harmalina, yageína y telepatina, ya se habían aislado e identificado químicamente a principios del siglo xx. En la década de los años cincuenta, estaban a disposición de los investigadores una amplia gama de alcaloides psicodélicos. Ahora se hacía posible estudiar sus propiedades en el laboratorio y explorar la fenomenología de sus efectos clínicos y su potencial terapéutico. La revolución desencadenada por el descubrimiento de Albert Hofmann estaba en marcha. A lo largo de esta excitante época, la LSD siguió siendo el centro de atención de los investigadores. Nunca antes una única sustancia había prometido tanto en tal variedad de campos de interés. Para los farmacólogos y los neuropsicólogos, el descubrimiento de la LSD significó el principio de una edad de oro de la investigación que prometía resolver muchas incógnitas relacionadas con los neurorreceptores, los neurotransmisores, los antagonistas químicos y las intrincadas relaciones bioquímicas que subyacían a los procesos cerebrales.

Los psiquiatras experimentales vieron en la LSD un medio único para crear un modelo de laboratorio para las psicosis funcionales que se producen de for-ma natural o endógena. Tenían la esperanza de que la psicosis experimental pro-ducida por minúsculas dosis de esta sustancia podría proporcionar intuiciones profundas desconocidas hasta el momento sobre la naturaleza de estos miste-riosos trastornos y abrir nuevas posibilidades para su tratamiento. De repente se podía concebir que el cerebro u otras partes del cuerpo podían, bajo ciertas circunstancias, producir pequeñas cantidades de una sustancia con efectos se-mejantes a la LSD. Lo que significaba que trastornos como la esquizofrenia tal vez no fueran enfermedades mentales, sino desequilibrios metabólicos que podrían ser contrarrestados con intervenciones químicas específicas. La pro-mesa de una investigación de esta naturaleza era nada menos que cumplir con el sueño de los clínicos orientados biológicamente, el Santo Grial de la psiquiatría: una cura en tubo de ensayo para la esquizofrenia.

Los psicoterapeutas hallaron que la LSD era una herramienta con un po-tencial único para profundizar y acelerar el proceso terapéutico, ampliando la gama de aplicación de la psicoterapia a categorías de pacientes a los que hasta entonces había sido muy difícil o imposible acceder: alcohólicos, adictos a diferentes narcóticos y criminales reincidentes entre otros. Particularmen-te valiosos y prometedores fueron los estudios pioneros dirigidos a aliviar el dolor físico y el malestar emocional en pacientes terminales de cáncer. Esta investigación, que se está replicando actualmente, mostró que la LSD era útil para aliviar dolores físicos y diversos síntomas emocionales y psicosomáticos,

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Prólogo

como la depresión, la tensión general y el insomnio, la angustia del miedo a la muerte, y para aumentar la calidad de vida en los días que les quedaban y transformar positivamente la experiencia del morir.

La LSD fue también recomendada como un extraordinario, aunque poco convencional, instrumento de enseñanza que haría posible que los psiquiatras, psicólogos clínicos, estudiantes de medicina y enfermeras se pasaran unas ho-ras en un mundo semejante al de sus pacientes y, a resultas de ello, compren-derlos mejor, ser capaces de comunicarse con ellos de un modo más eficaz y, con suerte, tener más éxito a la hora de tratarlos. Miles de profesionales de la salud mental aprovecharon esta oportunidad única. Estos experimentos tuvie-ron resultados sorprendentes. No solo proporcionaron profundas intuiciones sobre el mundo de los pacientes psiquiátricos, sino que además revolucionaron la comprensión de la naturaleza y las dimensiones de la psique y la conscien-cia humana. Para los historiadores y críticos de arte, los experimentos con LSD proporcionaron nuevas y extraordinarias intuiciones sobre la psicología y psicopatología del arte, en particular de las pinturas y esculturas de diversas culturas denominadas «primitivas» y de pacientes psiquiátricos, así como de diversos movimientos modernos como el abstraccionismo, el impresionismo, el cubismo, el surrealismo y el realismo fantástico. En el caso de pintores pro-fesionales que participaron en ensayos con LSD, la sesión psicodélica a menu-do marcaba un cambio radical en su expresión artística.

La experimentación con LSD también aportó observaciones fascinantes de gran interés a los maestros espirituales y a los estudiosos de las religiones com-paradas. Las experiencias místicas que se observaban con frecuencia en las se-siones con LSD y psilocibina ofrecieron una nueva comprensión en el campo de la psicología de la religión y de una amplia gama de fenómenos del ámbito espiritual, incluyendo el chamanismo, los ritos de paso, los antiguos misterios de muerte y renacimiento, las religiones y filosofías orientales y las tradiciones místicas del mundo. El hecho de que la LSD y otras sustancias psicodéli-cas fueran capaces de inducir una amplia gama de experiencias espirituales se convirtió en el centro de un acalorado debate científico que giraba en torno a la naturaleza, el valor y la autenticidad de este misticismo «instantáneo» o «químico». Como demostró el Dr. Walter Pahnke en su famoso experimento del Viernes Santo, las experiencias místicas producidas por los psicodélicos no se distinguen de las descritas en la literatura mística. Este descubrimiento, que fue confirmado recientemente por un estudio meticuloso realizado por el equi-po de Roland Griffiths y William Richards en la Universidad Johns Hopkins, tiene importantes consecuencias.

La investigación con LSD, psilocibina y otras sustancias psicodélicas pa-recía estar en camino de satisfacer todas estas promesas y expectativas, hasta

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que fue repentinamente interrumpida a causa del uso masivo no supervisado de estas sustancias por las jóvenes generaciones de la década de 1960 y la con-tracultura, tanto en EE. UU. como en otros países occidentales. Las medidas administrativas, legales y políticas fueron efectivas únicamente a la hora de detener las investigaciones científicas legítimas que se estaban realizando, pero tuvieron muy poco efecto y fracasaron en el intento de reducir el uso recrea-tivo de la LSD y otros psicodélicos. Estas medidas dieron lugar a la aparición de un mercado negro con productos de dudosa calidad y dosis desconocidas, y crearon una situación absurda en la que los adolescentes tenían un mayor acceso e información sobre estas sustancias que los psicólogos y psiquiatras convencionales.

En 1966 Robert Kennedy, cuya esposa se había beneficiado de la experien-cia de haber sido tratada con LSD, cuestionó a los funcionarios de la Admi-nistración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y del Instituto Nacional de Salud Mental durante su intervención en la subcomisión sobre LSD. Quería saber por qué estaban siendo interrumpidos la mayoría de proyectos de inves-tigación con LSD que se estaban realizando en aquel momento en EE. UU. Robert argumentó: «Hemos dado tanto énfasis y atención al hecho de que esta sustancia puede ser peligrosa y dañar a un individuo que la use, que tal vez hemos perdido de vista el hecho de que puede ser muy útil en nuestra sociedad si se usa correctamente». Defendió la investigación de la LSD, señalando que era extraño detener la investigación científica con sustancias psicodélicas precisamente en un momento en el que millones de estadounidenses las estaban usando. De hecho, esta situación debería haber hecho imperativo el adquirir la mayor cantidad de información posible sobre estas sustancias.

La legislación draconiana que interrumpió la investigación legítima de las sustancias psicodélicas durante cuatro décadas no estaba basada en ninguna evidencia científica y, de hecho, ignoraba los datos clínicos que existían en aquel momento. La seguridad de la terapia psicodélica cuando se lleva a cabo en un entorno clínico fue demostrada por el estudio de Sidney Cohen pu-blicado en 1960 basado en información extraída de más de 25.000 sesiones psicodélicas, en el que mostraba que los problemas asociados a estas sustancias, como flashbacks, reacciones psicóticas o intentos de suicidio, eran mínimos. Cohen llegó a la conclusión de que la terapia con LSD parecía ser mucho más segura que otros procedimientos utilizados rutinariamente en los tratamientos psiquiátricos, como la terapia de electroshock, la terapia por coma insulínico (para ambas un 1% de mortalidad era considerado un riesgo médico aceptable) y, particularmente, la lobotomía prefrontal desarrollada por el ganador del pre-mio Nobel Egas Moniz, que causaba daños irreversibles en el tejido cerebral y que fue ampliamente utilizada en la primera mitad del siglo xx.

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Prólogo

No solo fue la cultura en su conjunto la que no estaba preparada para la experiencia psicodélica; lo mismo ocurrió con las profesiones relacionadas con la salud. Para la mayoría de psiquiatras y psicólogos, la psicoterapia significaba diálogos cara a cara o la libre asociación en el diván. Las emociones intensas y las manifestaciones físicas dramáticas de las sesiones psicodélicas les pare-cían muy cercanas a las que solían asociar con la psicopatología. Les costaba imaginar que dichos estados pudieran ser curativos y transformadores. A cau-sa de ello, no confiaban en los informes sobre el extraordinario poder de la psicoterapia con psicodélicos que provenían de colegas que habían tenido el suficiente valor de hacer este tipo de terapia ni en las valoraciones positivas de sus pacientes.

En uno de mis primeros libros sugerí que el potencial de la LSD y otros psicodélicos era, para la psiquiatría y la psicología, comparable al valor que había tenido el microscopio para la biología y la medicina o el telescopio para la astronomía. Mi posterior experiencia con los psicodélicos no hizo más que confirmar esta impresión inicial. Dichas sustancias funcionan como amplifi-cadores no específicos que aumentan la catexis (carga energética) asociada con los profundos contenidos inconscientes de la psique y los hace disponibles para su procesamiento consciente. Esta singular propiedad de los psicodélicos hace posible estudiar las profundas corrientes psicológicas que gobiernan nuestras experiencias y comportamientos a una profundidad que no puede ser igualada por ningún otro método o herramienta disponible para la psiquiatría y psi-cología convencionales. Además, ofrece oportunidades únicas para sanar los trastornos emocionales y psicosomáticos, para la transformación positiva de la personalidad y para la evolución de la consciencia. Naturalmente, las herra-mientas con este poder poseen mayor riesgo que las herramientas más conser-vadoras y menos eficaces aceptadas y utilizadas por la psiquiatría convencional, como la psicoterapia verbal o la medicación mediante tranquilizantes. Pero la investigación clínica ha demostrado que dichos riesgos pueden minimizarse mediante un uso responsable y un control cuidadoso del set (que incluye el estado mental y emocional, las motivaciones, intenciones y expectativas del sujeto respecto a la sesión; la preparación para la sesión y y el concepto de la naturaleza de la experiencia con psicodélicos que tiene el terapeuta o guía, entre otros elementos) y el setting (que se refiere al contexto o ambiente, tanto físico como interpersonal, y a las circunstancias concretas bajo las que se ad-ministra la sustancia).

Para todos aquellos que tuvimos la oportunidad y el privilegio de explorar y experimentar el extraordinario potencial de los psicodélicos, su prohibición fue una pérdida trágica para la psiquiatría, la psicología y la psicoterapia. Tuvi-mos la sensación de que estos desarrollos desafortunados acabaron con la que

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probablemente fue la mayor oportunidad en la historia de dichas disciplinas. Si hubiera sido posible evitar la innecesaria histeria de masas y seguir con una investigación responsable de los psicodélicos, sin duda habrían transformado radicalmente la teoría y la práctica de la psiquiatría. Considero que las obser-vaciones hechas a partir de estas investigaciones tienen el potencial de iniciar una revolución en la comprensión de la psique y consciencia humanas com-parable al profundo cambio conceptual que la física moderna experimentó en las primeras tres décadas del siglo xx en relación con sus teorías referentes a la materia. Este nuevo conocimiento podría convertirse en una parte integral de un amplio y nuevo paradigma científico del siglo xxi. En la actualidad, cuando han pasado más de cuatro décadas desde que terminara oficialmente la inves-tigación con los psicodélicos, puedo intentar valorar la historia pasada de estas sustancias y ver un poco su futuro. Tras haber conducido personalmente, a lo largo de los últimos cincuenta años, más de cuatro mil sesiones psicodélicas, he desarrollado una gran reverencia y respeto por dichos compuestos y su enorme potencial, tanto negativo como positivo. Son poderosas herramientas y, como cualquier herramienta, pueden utilizarse hábilmente, ineptamente o destructi-vamente. El resultado dependerá críticamente del set y el setting.

La pregunta de si la LSD es una medicina extraordinaria o una droga dia-bólica tiene tan poco sentido como una pregunta semejante sobre el potencial positivo o negativo de un cuchillo. Naturalmente, tendremos un informe dis-tinto de un cirujano que basa su juicio en operaciones con éxito o del jefe de policía que investiga asesinatos cometidos con cuchillos en los callejones de Nueva York. Un ama de casa lo considerará básicamente como un útil ins-trumento de cocina y un artista lo empleará para tallar esculturas de madera. Tendría poco sentido juzgar la utilidad y peligro de los cuchillos observando a niños que juegan con ellos sin la madurez y habilidad adecuadas. Hasta que comprendamos claramente que los resultados de la administración de los psi-codélicos se ven críticamente influenciados por los factores del set y el setting, no hay esperanza de decisiones racionales en relación con las políticas sobre las sustancias psicodélicas. Creo firmemente que los psicodélicos pueden utilizar-se de tal modo que los beneficios superen a los riesgos.

El hecho de que los psicodélicos regresen o no a la psiquiatría y vuelvan a formar parte del arsenal terapéutico es un problema complejo y su solución probablemente se vea determinada no solo por los resultados de las investi-gaciones científicas, sino por factores políticos, legales, económicos y de psi-cología de masas. Sin embargo, considero que la sociedad occidental está en la actualidad mucho mejor preparada para aceptar y asimilar estas sustancias de lo que lo estaba en la década de los años cincuenta del siglo pasado. En la época en que los psiquiatras y psicólogos empezaron a experimentar con

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Prólogo

LSD, la psicoterapia se limitaba a los intercambios verbales entre terapeutas y clientes. Las emociones intensas y el comportamiento activo se denominaban acting-out (una suerte de expresión dramática) y se consideraban una violación de las normas terapéuticas básicas. Las sesiones psicodélicas estaban en el otro lado del espectro y evocaban emociones dramáticas, excitación psicomotora e intensos cambios perceptivos. Por lo tanto, parecían estados semejantes a los que los psiquiatras consideraban patológicos e intentaban reprimir por todos los medios, más que condiciones a las que se podía atribuir un potencial tera-péutico. Lo cual se vio reflejado en los términos «alucinógenos», «delirógenos», «psicotomiméticos» y «psicosis experimentales», utilizados inicialmente para referirse a los psicodélicos y los estados producidos por ellos.

Las últimas décadas han aportado muchos cambios revolucionarios que han influido profundamente en el mundo de la psicoterapia. La psicología humanista y la psicología transpersonal han desarrollado poderosas técnicas experienciales que acentúan las regresiones profundas, la expresión directa de emociones intensas y el trabajo corporal que conduce a liberar energías físicas. Entre estos nuevos enfoques de autoexploración están la Gestalt, la bioenergética y otros métodos neorreichianos, la terapia primal, el rebirthing y la respiración holotrópica. Las experiencias internas y las manifestaciones externas de estas terapias, así como sus estrategias terapéuticas, tienen una gran similitud con las observadas en las sesiones psicodélicas. Estas estrategias terapéuticas, sin el uso de sustancias, implican no solo un espectro de expe-riencias semejantes, sino también desafíos conceptuales similares. El resultado es que, para los terapeutas que practiquen en esta línea, la introducción de los psicodélicos representaría el siguiente paso lógico, más que un cambio dramá-tico en su práctica.

Incluso más alentadora que los cambios en la cosmovisión científica, que en el pasado era un serio obstáculo a la hora de aceptar los descubrimientos de la investigación psicodélica, es la relajación de las cortapisas administrati-vas y legales que en el pasado impedían la experimentación con psicodélicos. Actualmente, no solo asistimos a un renacimiento significativo del interés por las sustancias psicodélicas en los círculos académicos, sino a la emergencia en todo el mundo de nuevas investigaciones clínicas y programas de investigación de laboratorio que exploran los efectos de estas notables sustancias. Estas no-vedades engendran esperanzas de que en un futuro los psicodélicos regresarán a manos de terapeutas y experimentadores responsables.

El libro del Dr. Iker Puente repasa tanto las investigaciones realizadas en las décadas de 1960 y 1970, como el momento y los motivos que llevaron a detener los estudios que se estaban realizando y a la prohibición de estas sus-tancias, hasta llegar al retorno de esta investigación a finales de la década de

Investigación y psicoterapia psicodélica

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1990 y principios del milenio; así como el renacimiento de la investigación que se está produciendo actualmente. Y lo hace de la mano de sus protago-nistas: los/as investigadores/as, psiquiatras y psicólogos/as que han estudiado y estudian actualmente el potencial de estas sustancias para el tratamiento de diferentes trastornos psicológicos y emocionales, para la creatividad y la reso-lución de problemas y para inducir experiencias místicas, entre otros usos. El libro describe con detalle el momento en el que se encuentra esta investigación en la actualidad, y apunta hacia el futuro de este floreciente y prometedor campo de estudio. La rica y completa información contenida en el libro puede resultar muy beneficiosa para el futuro de la investigación y la psicoterapia con sustancias psicodélicas, al hacer accesible con un lenguaje ameno y sencillo este conocimiento a un público amplio que desee informarse sobre este campo.

Stansilav GrofMill Valley, California, febrero de 2017

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Introducción

Este libro nace de mi interés personal por el tema de la investigación y la psico-terapia con psicodélicos, que a su vez tiene su origen en mi primera experiencia personal con estas sustancias, hace ya más de veinte años, exactamente el 11 de noviembre del año 1995. Recuerdo la fecha por dos razones: porque aquella experiencia me marcó profundamente a nivel personal y profesional, y porque el mismo día que tuve aquella experiencia se inauguraba el metro de Bilbao.

Mi interés por las sustancias psicodélicas y los estados alterados de cons-ciencia se remonta a mi adolescencia y está estrechamente relacionado con mi trayectoria vital y académica. Por aquella época estaba cursando el último año del instituto, y todo apuntaba a que el año siguiente comenzaría la carrera de Empresariales. Me parecía una carrera con salidas profesionales, los números no se me daban mal, y en el instituto estudiaba ciencias puras. Entonces tuve una experiencia que me hizo ver que mis intereses iban por otro camino, y que me llevó a tomar la decisión de estudiar Psicología.

Ya por entonces tenía interés en las sustancias psicoactivas que tienen la ca-pacidad de alterar el estado de consciencia, y ya había tenido algunas experien-cias fumando hachís y bebiendo alcohol. Había oído hablar de los psicodélicos y me generaban cierto interés y curiosidad, pero también cierto respeto. Sin embargo, la curiosidad fue ganando terreno, especialmente cuando supe de la existencia de una clase de hongos, los Psilocybe semilanceata, conocidos colo-quialmente como monguis, y que crecían de forma natural en los prados de las montañas del País Vasco. El tener acceso a una sustancia natural que podíamos ir a recoger nosotros mismos hizo que me sintiera más seguro y confiado. Así que en otoño del año 1995 fui con dos amigos al Ganekogorta, una montaña cercana a Bilbao, a buscar algunos ejemplares de estas setas.

Tuvimos suerte y los encontramos, y decidimos consumirlos ese mismo día, estando en la cumbre de la montaña. Hacía un día soleado y una temperatura agradable, y a la media hora de consumirlos empezamos a notar los efectos. Poco me podía imaginar antes de consumirlos la clase de experiencia que me iban a inducir aquellos pequeños hongos. Recuerdo que comencé a sentir un estado de euforia y bienestar, y empecé a reírme. Los colores ganaron en in-tensidad y brillo, y el paisaje fue ganando en profundidad. De la misma forma que la percepción del mundo exterior se fue modificando, mi propio mundo

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interior empezó a sufrir cambios similares. Sentí una gran lucidez mental, los pensamientos comenzaron a circular por mi mente con una mayor velocidad, y sentía que mi capacidad de escudriñar mi mente ganaba en profundidad. Y algo similar comenzó a suceder con mi mundo emocional: lo podía percibir y observar con mayor nitidez y profundidad. La percepción de mi cuerpo tam-bién fue transformándose, y me sentía ligero, con una calidez interna y una sensación de que las fronteras entre el mundo exterior, mi cuerpo, y mi mundo interior se diluían. Me sentía conectado al paisaje, a la naturaleza, a las plantas y a la yerba, y también me sentía más cercano y conectado a mis amigos.

Durante las aproximadamente seis horas que duraron sus efectos tuve una experiencia (a la que después supe que se le denominaba experiencia cumbre o experiencia mística) que transformó profundamente la forma de verme a mí mismo, a los demás y mi percepción de la realidad. Por aquel entonces des-conocía que estos hongos habían sido empleados con propósitos rituales du-rante cientos de años por diversas culturas preindustriales en el continente americano. Tampoco sabía que Albert Hofmann, el descubridor de la LSD en los años cuarenta, había extraído la psilocibina de estos hongos, y que esta sustancia había sido empleada en psicoterapia en las décadas de los 60 y 70 del siglo xx por investigadores como Stan Grof, Walter Pahnke y William Richards. Ignoraba también que había una escuela de psicología, la psicología transpersonal, que estudiaba la clase de experiencias que tuve aquel día. Poco podía imaginarme que acabaría conociendo y colaborando con algunos de esos investigadores, que terminaría escribiendo una tesis doctoral en el campo de la psicología transpersonal, organizando charlas y seminarios sobre investigación con psicodélicos en Barcelona, y que escribiría un libro recogiendo el trabajo de estos investigadores y psicoterapeutas.

Pensaba que en la facultad de Psicología encontraría respuestas a mis in-quietudes. Pero en los cuatro años que estuve estudiando en la facultad apenas se mencionaba el tema de las sustancias psicodélicas, las experiencias que in-ducían y el uso que se les había dado por parte de la psiquiatría y la psicología; las palabras que se asociaban a esta clase de sustancias y experiencias tenían más relación con lo patológico que con la salud y el bienestar. La información que recibí, en lugar de aclarar mis dudas y saciar mi curiosidad, me creó confu-sión y cierto miedo. Así que tuve que continuar por mi cuenta mi investigación sobre este campo, buscando en la biblioteca y posteriormente en Internet algu-na referencia a este tema. De forma gradual pude ir encontrando información objetiva sobre la investigación y la psicoterapia con psicodélicos, algo que en aquella época no era nada fácil.

Recuerdo leer el libro Las puertas de la percepción de Aldous Huxley, y al-gunos libros relacionados con la contracultura de la década de 1960. Poste-

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riormente encontré un artículo en la revista Cáñamo sobre investigación con psicodélicos en 1999, posiblemente sobre el estudio con MDMA que estaba realizando José Carlos Bouso en Madrid. Recuerdo haber preguntado sobre el tema a uno de los profesores de la facultad, y que nos respondiera algo así como: «sí, conozco el tema, pero es un campo muy delicado», desmotivándo-nos a explorar esa área. Al terminar el tercer año de carrera me encontraba ciertamente desmotivado y desorientado en relación con este tema que tanto me había interesado, y no sabía qué lugar y valor darle. Pero aquel verano fui a trabajar y estudiar inglés a Londres, donde casi nada más llegar tuve mi primera experiencia con MDMA en una rave (la primera rave a la que iba). Con la MDMA volví a sentir una conexión similar a la que había sentido al tomar los hongos en mi adolescencia, y recuerdo que por primera vez entendí realmente lo que quería decir la palabra empatía. Llevaba tres años en la carrera de Psicología escuchando hablar de que un psicoterapeuta tiene que sentir empatía y aceptación incondicional hacia sus clientes, y me preguntaba qué era exactamente eso de la empatía. Cuando sentí los efectos de la MDMA lo comprendí automáticamente, y recuerdo que pensé que cualquier estudiante de Psicología que quisiera ejercer de psicoterapeuta debería tener esa experien-cia (una idea que posteriormente descubrí que no era tan original, ya que había sido propuesta y formulada en EE. UU. por Ralph Metzner y Leo Zeff, entre otros, y que actualmente MAPS está poniendo en práctica en la formación de los psicoterapeutas que quieren realizar psicoterapia asistida con MDMA). En Londres y en el contexto de las raves encontré además personas con intereses e ideas similares a las mías, y me volvió a motivar a investigar y buscar informa-ción sobre este tema. Estando en Londres leí por primera vez el libro Apren-diendo de las drogas de Antonio Escohotado, el cual influyó profundamente en mi manera de entender este campo.

Al volver de Londres, después del verano, mi interés hacia el tema renació y se incrementó, y el último año de la carrera encontré un libro de un psi-quiatra e investigador llamado Stanislav Grof titulado El juego cósmico. Por fin daba con el trabajo de un investigador que había trabajado en este campo y que explicaba su experiencia y los resultados de sus investigaciones. Esto me hizo sentir más tranquilo, y ver que no era la única persona que había tenido esta clase de experiencias y que consideraba que resultaban potencialmente útiles para la psicología, la psicoterapia y el estudio de la mente. Sin embargo, hablaba del trabajo que había realizado en las décadas de 1960 y 1970, y que después no había podido continuar. A través de la lectura de este libro también conocí que había una corriente de psicología interesada en estudiar el tema de las sustancias psicodélicas y los estados ampliados de consciencia: la psicología transpersonal. También descubrí que había otras herramientas para acceder a

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esos estados e inducir esta clase de experiencias, entre ellas la respiración ho-lotrópica, técnica que el propio Grof había desarrollado en la década de 1970.

Grof es uno de los cofundadores y los principales representantes de la psicología transpersonal y, tras dos décadas trabajando en terapia con psico-délicos, en la década de 1970 desarrolló esta técnica de hiperventilación para inducir este tipo de experiencias. Sin embargo, incluso tras la lectura de su libro me parecía algo lejano, un trabajo que se había realizado en el pasado (en el caso de la investigación con psicodélicos) o que se realizaba muy lejos de donde me encontraba y que en aquel momento veía como algo exótico e inaccesible. Así que termine la carrera de Psicología un poco desorientado y sin saber hacia dónde seguir mis pasos, ya que lo que me habían enseñado en la facultad no me motivaba ni resonaba con mis intereses.

Pero entonces, poco después de terminar la carrera, leí un libro de un an-tropólogo catalán, el doctor Josep Maria Fericgla, donde exponía sus teorías y relataba sus experiencias en relación con los estados modificados de cons-ciencia (EMC). El libro era Los chamanismos a revisión, y para mí fue todo un descubrimiento encontrar un autor estatal que estudiase este tema, ya que hasta entonces lo había tenido como un objeto de estudio exótico llevado a cabo por personas a las que en aquel momento veía como inaccesibles. La sorpresa fue doble cuando, navegando por Internet, descubrí que dirigía unos talleres de fin de semana cerca de Barcelona en los que empleaba una técnica de respiración similar a la desarrollada por Grof, y a la que había llamado res-piración holorénica.

Un año después, en mayo de 2001, participé por primera vez en un taller de respiración y conocí a Fericgla, y también supe que organizaba un seminario de «Estados modificados de consciencia, desarrollo personal y psicoterapia» cada año a finales de septiembre. Decidí participar en el seminario ese mismo año, y aquella fue mi puerta de entrada al mundo de la investigación y la psicoterapia con psicodélicos. En aquel seminario conocí a Jordi Riba, un farmacólogo que estaba haciendo su tesis sobre la ayahuasca en Barcelona, a Michael Schlich-ting, un psiquiatra alemán discípulo de Hanscarl Leuner y miembro del Cole-gio Europeo para el Estudio de la Consciencia que investigaba con algunas de estas sustancias en Alemania, y a muchas otras personas interesadas en estos temas. ¡Ya no estaba solo en mi búsqueda!

A través de Josep Maria Fericgla también supe que se estaban realizando sesiones con ayahuasca en los alrededores de Barcelona, y al poco tiempo tuve mi primera experiencia con esta sustancia. La experiencia fue muy significa-tiva, y si mi primera experiencia con hongos me llevó a decidirme a estudiar Psicología, esta primera experiencia con ayahuasca me llevó a decidirme a es-tudiar un doctorado en Psicología sobre el tema de las sustancias psicodélicas

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y a irme a vivir a Barcelona para poder seguir profundizando en este campo, ya que en el País Vasco era prácticamente inexistente.

Finalmente, acabé dando un rodeo antes de hacer el doctorado y decidí estudiar Antropología durante dos años antes de comenzarlo. Hablé con Jordi Riba sobre la posibilidad de hacer un doctorado sobre la ayahuasca o alguna otra sustancia psicodélica con él en el Hospital Sant Pau, pero lo único que me podía ofrecer era un doctorado en Farmacología, y a mí en ese momento ese campo no me interesaba mucho. Mi interés estaba en hacer una investiga-ción y una tesis sobre la psicoterapia empleando sustancias psicodélicas, pero pronto descubrí que no iba a ser fácil seguir ese camino. Posteriormente, en el año 2005 conocí a José Carlos Bouso, a quien recientemente habían detenido su estudio sobre MDMA que realizaba en Madrid, y hablé con él sobre la po-sibilidad de hacer una investigación sobre psicoterapia con MDMA para mi tesis. Ante ese panorama tan poco favorable, decidí reorientar mi tesis hacia la respiración holorénica y holotrópica y la psicología transpersonal, e inicié el doctorado en Psicología en la Universidad Autónoma de Barcelona.

Al poco tiempo de iniciar el doctorado tuvo lugar otro acontecimiento importante. En enero del año 2006 se celebró un simposio en Basilea para celebrar el 100º aniversario de Albert Hofmann, el descubridor de la LSD. Tras algunas dudas decidí participar y fue un acontecimiento significativo. Allí conocí a Fernando Pardo, el editor de la Liebre de Marzo, editorial que pu-blica este libro, a Xavier Vidal, editor de la revista de viajes interiores Ulises, a Gaspar Fraga, director de la revista Cáñamo, y contacté por primera vez con la comunidad internacional de investigadores interesados en el campo de las sustancias psicodélicas. Allí estaban Alexander Shulgin y su mujer Ann, Rick Doblin, Dennis McKenna, y el mismísimo Albert Hofmann. Aquel congreso fue el primero de muchos, y me hizo sentir que era un campo vibrante, aunque aún me parecía que se hablaba más del pasado que del presente y el futuro. Meses después la Liebre de Marzo publicó la traducción del libro Psicoterapia con LSD de Stan Grof, a quien conocí en la presentación del libro en Barce-lona, y con quien pude conversar sobre mi intención de hacer una tesis sobre psicología transpersonal y respiración holotrópica. Ese encuentro y el interés de Grof por que investigara en este campo me motivaron profundamente a lle-var a cabo el arduo proceso de realizar una investigación y de escribir una tesis.

En septiembre de 2007 tuve la oportunidad de viajar a EE. UU. para reali-zar un estudio sobre respiración holotrópica, para mi tesis, en un seminario di-rigido por Stan Grof. Durante aquel seminario Grof me enseñó un artículo pu-blicado en la Journal of Psychopharmacology escrito por unos investigadores de la Universidad Johns Hopkins, en el que presentaban los resultados de una inves-tigación con psilocibina, titulado «Psilocybin can occasion mystical-type expe-

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riences having substantial and sustained personal meaning and spiritual signi-ficance». En aquel mismo viaje participé en la primera edición de la conferencia Horizons Conference: Perspectives on Psychedelics, sobre investigación con psicodélicos, y fue la primera vez que escuché a Rick Doblin hablar del rena-cimiento psicodélico que se estaba produciendo. La lectura de aquel artículo y la participación en el congreso me hicieron vislumbrar la posibilidad de que era un trabajo que realmente estaba volviendo, tras tres décadas de silencio.

El año siguiente se volvió a celebrar en Basilea un congreso internacional, el World Psychedelic Forum, coincidiendo con el 102º aniversario de Albert Hofmann. En aquel congreso contacté con varios miembros de MAPS y los organizadores del Boom Festival, que estaban coordinando el servicio de asis-tencia psicológica a personas que atravesaban por una crisis derivada del con-sumo de sustancias psicodélicas, el KosmiCare. Aquel mismo verano participé por primera vez en este servicio, que me sirvió para entrenarme en acompañar a personas que estaban teniendo una experiencia con sustancias psicodélicas, y desde entonces he participado en esta clase de servicios en diversas ediciones del Boom y en otros festivales.

En otoño de 2009 volví a participar, cerca de Nueva York, en otro semi-nario con Stan Grof para realizar una investigación para mi tesis, y durante el seminario pedí a Grof si me podía conceder una entrevista. Aquella entrevista, que hicimos al finalizar el seminario en un hotel en el aeropuerto JFK de Nue-va York, fue la primera entrevista que realicé para este libro, sin saber aún que iba a acabar escribiéndolo. Desde entonces aproveché la oportunidad que me dio participar en diversos congresos a lo largo del mundo (Milán, Moscú, San Francisco, Ámsterdam, Londres…) para ir entrevistando a investigadores y psicoterapeutas que trabajaban en este campo: en el congreso de la Asociación Transpersonal Internacional en Moscú en 2010, en el Global Transpersonal Symposium en San Francisco en 2013, en la formación de psicoterapia asis-tida con MDMA de MAPS en Tyringham Hall, en el Breaking Convention en Londres en 2015, en la Conferencia Interdisciplinar de Investigación con Psicodélicos en Ámsterdam en 2016, en Barcelona en diversos momentos y lugares, y a través de Skype.

Fui realizando las entrevistas que componen este libro a lo largo de siete años, entre octubre de 2009 y enero de 2017. Algo que inicié como un proyec-to puntual, con la intención de publicar algunas entrevistas en la revista Cáña-mo, poco a poco fue creciendo y tomando forma, y en marzo de 2015 propuse a Fernando Pardo, editor de La Liebre de Marzo, hacer un libro de entrevistas sobre Investigación y psicoterapia con psicodélicos y publicarlo en su editorial. Para entonces ya tenía hecha la mitad de las entrevistas que componen este libro, y podía hacer algunas más durante los meses siguientes en un par de con-

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gresos a los que tenía previsto asistir. Fernando mostró interés desde un primer momento, me animó a hacer algunas más, e incluso discutimos a quién más podíamos incluir en el libro. Con Fernando y la Liebre ya había colaborado en el pasado, con varios artículos sobre psicología transpersonal que se fueron publicando en la revista Ulises, y también me echó un cable con la publicación de la entrevista de Grof en Cáñamo. Finalmente me llevó un año y medio com-pletar el resto de entrevistas, y algunos meses más transcribirlas, traducirlas al castellano y editarlas, tiempo que sirvió para que Fernando convenciera a sus socios de la Liebre sobre la idoneidad de publicar este libro en la editorial.

Algunos de los nombres que barajamos inicialmente se quedaron fuera por diversas razones (falta de tiempo y disponibilidad, por no coincidir con ellos durante aquellos meses…), y prácticamente darían para escribir un segundo volumen de entrevistas. De la lista original finalmente se quedaron fuera Jo-nathan Ott, Richard Yensen, Josep Maria Fericgla, Rick Strassman, Ralph Metzner, Ann Shulgin, David Nutt y Ben Sessa; y algunos fueron añadidos posteriormente, como Jeff Guss y David Nichols.

El libro es además el resultado de mis más de veinte años de interés y gra-dual implicación con este campo. Desde mi experiencia personal inicial cuan-do era un adolescente y desconocía completamente este campo de estudio; a mis años de formación como psicólogo en los que tímidamente accedí a las primeras lecturas sobre este campo; a mi contacto inicial con la investigación y la psicoterapia con psicodélicos de la mano de Josep Maria Fericgla y el se-minario de Estados Modificados de Consciencia que organizaba en Cataluña; al salto de la escena nacional a la escena internacional en el año 2006 cuando participé en el 100º aniversario de Albert Hofmann en Basilea, y el inicio del doctorado y mis investigaciones, que coincidieron con la publicación del estu-dio sobre psilocibina y experiencias místicas del grupo de Roland Griffiths y William Richards en la Universidad Johns Hopkins; mi posterior peregrinaje por diversos congresos y centros de investigación, informándome primero y entrevistando después a muchos de los investigadores que representan el pa-sado, el presente y el futuro del campo de la investigación y la psicoterapia con psicodélicos, y que están protagonizando el renacimiento de este tipo de trabajo; y mi gradual implicación en este campo, hasta convertirme, casi sin darme cuenta, en parte de esta vibrante comunidad de investigadores, psicólo-gos, psicoterapeutas, farmacólogos y personas.

En estos veinte años, el campo de la investigación y la psicoterapia con psicodélicos ha pasado de ser prácticamente inexistente en el año 1995, a co-menzar a realizarse algunos estudios a finales de la década de 1990 (en la Uni-versidad Johns Hopkins, en Suiza, en el Hospital Sant Pau y la Universidad Autónoma de Barcelona, en la Universidad Autónoma de Madrid) y princi-

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pios del milenio. El año 2006 marcó un hito importante, ya que se celebró el congreso internacional de Basilea y se publicó el primer artículo sobre la investigación con psilocibina que se estaba realizando en la Universidad Johns Hopkins, y que tuvo una gran repercusión científica, académica y mediática. Desde entonces se ha producido un boom de estudios y publicaciones, acompa-ñadas de un gran eco mediático, y un gradual cambio de percepción sobre los posibles usos y beneficios potenciales de estas sustancias. Y diez años después, a finales del año 2016, mientras me encontraba editando este libro, se produjo un nuevo hito y cambio de fase al aprobarse los estudios de Fase 3 de psicoterapia asistida con MDMA para el tratamiento del trastorno de estrés postraumático, y la publicación de los resultados de los estudios de psicoterapia asistida con psilocibina para el tratamiento de la ansiedad en enfermos terminales en el Journal of Psychopharmacology, acompañados de numerosos artículos de opinión de destacados investigadores de diferentes campos, línea de investigación que posiblemente entre en la Fase 3 en EE. UU. a lo largo de 2017.

Actualmente nos encontramos, por lo tanto, en un momento muy exci-tante y decisivo en la investigación de las sustancias psicodélicas, y se están abriendo las puertas a su posible reintroducción en la medicina, la psicología y la psicoterapia a lo largo de los próximos años. En este sentido, Rick Doblin, presidente de MAPS, estima que la MDMA podría convertirse en un fármaco para el tratamiento del TEPT en el año 2021, de aquí a cuatro años, y Ro-land Griffiths señala que algo similar podría suceder con la psilocibina para su uso en el tratamiento de la ansiedad en enfermos terminales. Una perspectiva impensable hace solo una década. La situación en la que nos encontramos en este momento y las perspectivas que se abren de cara a los próximos años y décadas, requieren una reevaluación del valor y el lugar de estas sustancias en la sociedad occidental. Espero que este libro contribuya a este debate y ayude a comprender mejor el potencial de estas sustancias para ser empleadas en contextos médicos y psicoterapéuticos.

Ya que el título del libro es Investigación y psicoterapia piscodélica: Pasado, presente y futuro, he intentado ordenar las entrevistas cronológicamente, te-niendo en cuenta el año en el que cada uno de los entrevistados comenzó a tra-bajar en este campo y, en caso de dudas, teniendo también en cuenta el año en el que publicaron su primer artículo sobre psicodélicos. He incluido, al inicio de cada entrevista, una pequeña biografía, la forma en que conocí a cada uno de los entrevistados y el momento y lugar en el que los entrevisté; así como una bibliografía con las publicaciones en el campo de los psicodélicos de cada autor al final de cada entrevista (en algunos casos en que tenían un gran número de publicaciones, como en el caso de David Nichols, he hecho una selección de las publicaciones más destacadas).

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El libro incluye mucha información sobre la forma en que estos investiga-dores han trabajado y trabajan, los factores que consideran más importantes para realizar esta clase de investigación y psicoterapia de una forma segura y ética, incluyendo la importancia de los factores del set y el setting, la figura del guía, la preparación de los participantes y la fase de integración tras las sesio-nes con psicodélicos, la dosis y pureza de las sustancias, así como la adecuada información a los participantes de los efectos y características de la sustancia que van a consumir, el consentimiento informado, etc., y su opinión sobre el futuro de la investigación y la psicoterapia con psicodélicos.

La información contenida en este libro puede servir de guía de formación y manual de referencia para futuros investigadores y psicoterapeutas que quieran trabajar con sustancias psicodélicas, y contiene información valiosa para cual-quier persona interesada en estas sustancias, los estados que producen y sus potenciales usos y beneficios. También soy consciente de que incluye informa-ción sensible sobre dosificaciones, efectos, sustancias poco conocidas sobre las que existe muy poca investigación, por lo que es importante tener en cuenta que es necesario tener la formación adecuada, la información y experiencia su-ficiente, la supervisión de otros profesionales y los permisos correspondientes para trabajar con estas sustancias en un contexto psicoterapéutico. En cuanto a los psiconautas, curiosos y usuarios recreativos de estas sustancias, sugiero y recomiendo prudencia al hacer uso de la información contenida en este libro. Es recomendable y necesario tener la información suficiente, la preparación y acompañamiento adecuados, un entorno seguro, y el tiempo suficiente para hacer una integración posterior a la experiencia, en el caso de que alguien quie-ra experimentar en contextos no controlados con estas sustancias. En cuanto a los estudiantes de Psicología, Psiquiatría y disciplinas afines, espero que este libro sirva —junto con otros similares que se han ido publicando en la misma línea en los últimos años— para cubrir el vacío que yo me encontré en relación con este tema cuando estudiaba en la facultad de Psicología.

Iker PuenteBarcelona, 17 de marzo de 2017

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Investigación y psicoterapia psicodélica

Izquierda: Albert Hofmann durante el congreso LSD: Problem Child and Wonder Drug. Ba-silea, enero del 2006.Derecha: En la falda del Ganekogorta, señalando el lugar donde tuve mi primera experiencia con los Psilocybe semilanceata (circa 2006).Abajo: Josep Maria Fericgla e Iker Puente durante el IV Seminario de Estados Modificados de Consciencia, Desarrollo Personal y Psicoterapia». Barcelona, septiembre del 2001.