PRIMERA PALABRA - EL CULTURALEl 16% del PIB español, generado por el idioma LUIS MARÍA ANSON de la...

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    P R I M E R A P A L A B R A

    Los hispanohablantes supe-ran ya la cifra de 450 mi-llones. Su capacidad de

    compra se eleva al 9% del PIBmundial. Cerca de 4.000.000de personas viven del españolen España. El idioma se haconvertido en uno de los prin-cipalesgeneradoresdeempleo.En Brasil, el español es lenguade enseñanza obligatoria. EnEstados Unidos, el 82% de losestudiantes de idiomas eligenla lengua de Cervantes y Bor-ges. En Alemania, el idiomaescogido, tras el inglés, es el es-pañol. Lo mismo sucede en Ja-pón o en Suecia. El francés hasido ampliamente derrotadopornuestra lengua.Somosyaelsegundo idioma internacionalen la Red.

    Y lo que, desde el punto devista económico, es más im-portante: el español genera el16% del valor de nuestro Pro-ducto Interior Bruto, compi-tiendo con la alta significacióndel turismo. Artur Mas podráburlarse del Tribunal Supremoe impedir que la lengua deGarcía Márquez y Marsé seavehicularenescuelasycolegioscatalanes. Habrá hecho un fla-

    co favor a los niños y adoles-centes de su región que, sinmenoscabar labellísima lenguade Pla y Maragall, necesitarándel castellano si quieren pro-gresar en sus futuras profesio-nes.Para seralfabetoenel sigloXXI es preciso conocer estostres idiomas: el inglés, el es-pañol y la informática.

    Ciertamente, el inglés re-presenta el 70% como lenguade entendimiento internacio-nal entre las minorías dirigen-tes. El español, tal vez un 10%

    y los demás idiomas el resto.Como el latín en la EdadMedia, el idioma de Shakes-peare y Walt Whitman esla lengua franca para entender-se en el mundo igual que hacecien años lo fue el francés.La espléndida realidad del es-pañol resulta innegable. Es yael primer idioma nativo delmundo. Y no nos equivoque-mosconelchino.Enprimer lu-gar porque no es una lengua in-ternacional; en segundo lugar,porque China está zarandea-

    da por un enjambre dialectal.Telefónica ha tenido el

    acierto de coordinar, a través deJosé Luis García Delgado, unestudio científico incontrover-tible sobre el idioma de Que-vedo y Vargas Llosa, de JuanRamónJiménez yOctavioPaz.Víctor García de la Concha hacomentado certeramente eseesfuerzo de investigación. YJaimeLamodeEspinosaha re-sumido en una frase exacta larealidaddenuestro idioma:“Elprincipal activo de España essu lengua”.

    Solo una política tórpidapuede negar a la expansión delespañol los presupuestos queprecisa. Los partidos políticos,que anteponen tantas vecessu interés particular al generaldel pueblo español, debencomprender que cometeríanun error de alcance históricosi no atendieran con generosi-dad la realidad del idioma enque se expresan cerca de500.000.000depersonas.Yqueno solo es el gran tesoro cultu-ral de España, sino también unimportante renglón de la eco-nomía nacional y de la gene-ración de empleo. ●

    El 16% del PIB español,generado por el idioma

    L U I S M A R Í A A N S O Nde la Real Academia Española

    En este libro hay una mano tendida de alguien que al-guna vez se sintió, y vivió, y temía como ellos. Sandra

    siempre dice que el amor cura”. En un epílogo emocionado, JuanRamón Lucas instala a Sandra Ibarra, autora de Las cuentas de lafelicidad. Hay vida durante el cáncer, en el altar de su admira-ción. Josep Carreras, que padeció y sintió lo mismo que la auto-ra, se rinde también ante la belleza, la sinceridad, la inteligencia,la bondad de Sandra. El relato trepidante de su enfermedad, lacuración, la recaída, “Mi 11-S: lloré, lloré y lloré”, la tenacidad,la lucha renovada, la nueva curación, la vida palpitante, todo, todose aborda sin veladuras ni tapujos en este libro singular. Su lec-tura estremece a ráfagas. Es un ejercicio de sinceridad y espe-ranza. No defrauda en ningún capítulo. “Guerrera de la luz”, lla-mó Paulo Coelho a Sandra Ibarra y la escritora ha convertido sulibro en “una maleta útil en un viaje para el que toda com-pañía es poca porque el cáncer nos concierne a todos”.

    Z I G Z A G

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  • Edita Prensa Europea S.L.Avenida de San Luis, 25

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    García Olmedo, D. Giralt-Miracle, ÁlvaroGuibert, Germán Gullón, José Antonio Gurpegui,

    Abel H. Pozuelo, Javier Hontoria, JoaquínMarco, J. Marín-Medina, Jacobo Muñoz, Nadal

    Suau, Rafael Narbona, Mariano Navarro, R.Núñez Florencio, J. L. Pérez de Arteaga, RománPiña, A. Reverter, Pilar Ribal, Luis Ribot, Víctordel Rio, O. Ruiz-Manjón, A. Sáenz de Zaitegui,

    Felipe Sahagún, Care Santos, Bernabé Sarabia,S. Sanz Villanueva, Ricardo Senabre, P. Tedde

    de Lorca, J.M. Velázquez-Gaztelu, J. VidalOliveras, Rocío de la Villa, Javier Villán, Darío

    Villanueva, Luis A. de Villena y Elena Vozmediano

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    Luis María Anson

    DirectoraBlanca Berasátegui

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    Jefes de SecciónPaula Achiaga, Liz Perales

    RedacciónDaniel Arjona, Marta Caballero,Bea Espejo, Benjamín G. Rosado,

    Alberto Ojeda, Rubén Vique

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    PORTADAWilliam Faulkner vistopor Raúl Arias.

    3. PRIMERA PALABRAEl 16% del PIB español, generado

    por el idioma, POR LUIS MARÍA ANSON

    7. LA PAPELERA DE JUAN PALOMO

    LETRAS

    8. Faulkner en su Santuario. Diccionario F. A. U. L. KN. E. R. POR ALEJANDRO GÁNDARA

    11. Un maestro inservible. POR IGNACIO ECHEVARRÍA12. El libro de la semana. Cartas escogidas, de WilliamFaulkner, POR JOSÉ ANTONIO GURPEGUI14. Gutiérrez Aragón. Gloria mía, POR S. SANZ VILLANUEVA15. Clara Usón. La hija del Este, POR ÁNGEL BASANTA16. Salva Rubio. Zíngara, POR RICARDO SENABRE17. A. Rahimi. Maldito sea Dostoievski, POR R. NARBONA18. W. Stevens. Las auroras del otoño, POR A. S. DE ZAITEGUI19. Masoliver Ródenas. Paraísos a ciegas, POR T. BLESA20. E. Wharton. Criticar ficción. POR DARÍO VILLANUEVA21. Áxel Kicillof. Volver a Keynes, POR C. RODRÍGUEZ BRAUN22. Daniel Kahneman. Pensar rápido, pensar despa-cio, POR JIM HOLT24. C. Stager. El futuro profundo, POR F. GARCÍA OLMEDO25. Libros más vendidos

    ARTE

    26. William Blake, pozo sin fondo, POR ELENA VOZMEDIANO28. Kajsa Dahlberg y sus postales, POR MARIANO NAVARRO29. Swetlana Heger, al desnudo, POR ABEL H. POZUELO30. El cubismo de Maria Blanchard, POR ROCÍO DE LAVILLA32. ¿Debe reinventarse el comisario? Lo debatimoscon ellos, POR BEA ESPEJO35. La nueva imagen del futuro, POR JOSÉ LUIS DE VICENTE

    ESCENARIOS

    36. Ferruccio Soleri en Almagro, POR RAFAEL ESTEBAN38. Comienza el 66 Festival de Aviñón, POR L. PERALES40. Un verano de idas y vueltas con La Accademiadel Piacere y Arcángel, POR BENJAMÍN G. ROSADO42. Golijov, Sellars y el último Lorca, POR A. REVERTER43. Discos.

    CINE

    44. Sergio Oksman y Martin Rosete llevan sus cortos alFestival Curtas Vila do Conde, POR CARLOS REVIRIEGO47. Spiderman o lo anormal domesticado, POR L. MARTÍNEZ

    CIENCIA

    48. Miguelón cumple 20 años, POR J. M. BERMÚDEZ DE CASTRO

    ÚLTIMA PALABRA

    50. Concha Velasco estrena en el Festival de Mérida Hé-lade, POR LIZ PERALES

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  • Descubre el nuevo Espacio Fundación Telefónica.C/ Fuencarral, nº 3 – Madrid.

    el espacio sin lí

  • Genes y genios

    ÁNGELES CASO

    JUANA DE AIZPURU

    CHRISTIAN THIELEMANN

    HAROLD BLOOM

    HARUKI MURAKAMI

    Olvido García Valdés presentó hacealgunas semanas su excelentepoemario Lo solo del animal en LaCasa Encendida de Madrid. Suanterior libro, Y todos estábamosvivos, apareció hace seis años. Lo quequiero resaltar no son el rigor y laintrepidez en la escritura que, en elcaso de Olvido, se asocian a lanecesidad de un tiempo e incluso deuna difamada lentitud, sino un detallede la presentación que me pareciómuy lúcido.Allí se sugirió que, en Lo solo delanimal, el jardín era un símbolo.Olvido dijo: “No”. El jardín era lo queestaba delante de su casa. Un jardínpuede ser un símbolo del espacioatildado o agreste, cultivado osalvaje, vivo o muerto, de la poesía,pero una rosa es una rosa y unjardín, además de un símbolo, es unjardín sin más, un lugar concreto delmundo más allá de la abstracción y laasociación libresca. Un jardín ya tienebastante con ser un jardín. Pide sermirado por sí mismo. Más allá de lasmixtificaciones.La poesía está tan saturada depalabras llenas de palabras que seencapsula, diluye lo real y los estratosque lo constituyen, y a menudo con elpretexto de refundarlo, lo olvida.Ojalá la poesía dejara de ser el credode sacerdotes que nos alumbran ellenguaje –animal que se muerde lacola–. Llevamos una carga excesivade literatura sobre los hombros.Marguerite Yourcenar apuntó “De loque andamos faltos es de realidades”.Magritte pintó una pipa y debajoescribió “Esto no es una pipa”. No, noes una pipa: es una representación.Pero también es una pipa. Y que cadauno se lo tome como quiera.

    L A P A P E L E R A

    J U A N P A L O M O

    N IH A B L A R

    M A R T A S A N Z

    Captura este código para opinaren el blog de Juan Palomo

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    Si hace unas semanas les adelantaba los títulos del otoño literario nor-teamericano que más interés despiertan, les advierto que por aquíno vamos a ir a la zaga: Tusquets anuncia para mediados de septiembrelo último de Murakami, Bailar, bailar, bailar; Anagrama, la Poesía deHouellebecq y los Genios de Harold Bloom; Alfaguara, una selecciónde cuentos de JavierMarías, mientras Salamandra otoñea con Más afue-ra, de JonathanFranzen, con la esperadísima Rowling y un nuevo Ca-milleri. Seix Barral apuesta por los cuentos de Don Delillo; Penínsu-la, por PatrickModiano; Plaza & Janés, por El invierno de los mundos deKen Follet; Planeta por Ángeles Caso y su Donde se alzan los tronos, yDestino por Juan Manuel de Prada y su perdedor de la División Azul.

    Todo interesado en la expansión del libro electrónico debiera seguircada jueves en Twitter, de 11 a 12 h., el hash-tag #ebookspain. Es unanimadísimo foro en el que editores digitales, técnicos y curiosos dis-cuten cada semana un tema en relación a las posibilidades y problemasque emergen de la implantación del libro digital en español. En uno delos últimos, acerca de las opiniones que los lectores dejan en las websde venta de ebooks, uno de los participantes planteaba si merece la pena“comprar” dichas opiniones. Y otro le respondía, no menos abierta-mente, que sí, sin duda, pero que nadie se entere.

    El mercado negro de entradas para el Festival de Bayreuth aflora eneBay, donde la gente ha llegado a pagar un 217% más por el Ho-landés errante que dirigirá Christian Thielemann. Cerca de allí, unoscientíficos alemanes han identificado la proteína del gen responsablede laescucha.Alparecer,desdeelmismomomentodelnacimientoper-demos oído. En concreto, los varones dejan de escuchar las frecuenciasagudas, mientras que las mujeres pierden su sensibilidad a los soni-dos graves. Vamos, que estamos condenados a no escucharnos.

    JuanadeAizpuru ya tiene quien le escriba. La icónica galerista ha ele-gido a Rafael Doctor (ex director del MUSAC e impulsor de ini-ciativas varias en torno al arte contemporáneo español) para recom-poner su biografía. Será tras horas de conversación y decenas deentrevistas cuando el comisario se arranque a escribir. Turner se hacecargo de la edición. Y la aventura la pone la propia Juana que se rein-ventó a sí misma para crear una galería en Sevilla y luego otra en Ma-drid, una feria de arte y acercarnos a muchos de los artistas interna-cionales que hoy vemos con normalidad gracias a su trabajo.

    En los foros de diseñadores los ánimos están calentitos. El INAEMbusca nuevo logo y en vez de hacer un concurso público lo haanunciado en una web para jóvenes diseñadores. Preséntanos tulogo y te pagamos 1.000 euros, viene a decir. No fue lo mismo, pero casi,el asunto del logo de Madrid2020. Un joven gana un concurso y lue-go usan su diseño como quieren. Barato, sí, profesional, poquito. ●

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    L E T R A S

    Faulkner, ensu Santuario

    Un 6 de julio como hoy de hace cincuenta años moría en Byhalia (Oxford) el

    genio que dinamitó la novela contemporánea: se llamaba William Faulkner,

    Falkner en realidad, y había nacido en 1897. Sureño, Nobel, dipsómano y

    descreído, impregnó de manera decisiva a varias generaciones de creadores,

    desde los grandes del boom (García Márquez, Vargas Llosa, Onetti) a los no-

    vísimos narradores contemporáneos. Instalado literariamente en el terri-

    torio mágico de Yoknapatawpha, un condado “diseñado como un infierno de

    almas” según Alejandro Gándara, se ganó la vida como guionista de cine, tra-

    bajo que despreciaba, sin olvidar jamás que era preciso soñar y apuntar “más

    alto de lo que sabes que puedes lograr”. Desde su primera novela, La paga de

    los soldados (1926) a La mansión (1959), pasando por Sartoris (1929), El

    ruido y la furia (1929), Mientras agonizo (1930), Santuario (1931), Luz de agos-

    to (1932), ¡Absalón, Absalón! o El villorrio (1940), su obra fue referencia

    segura, y hoy, pese a su dificultad, sigue moviendo al asombro.

    ¿Su secreto? Trabajar y leer incansablemente, todo, bueno y malo, sin ocul-

    tar su desprecio por los autores más jóvenes, hasta proclamar que “El día

    en que los hombres dejen de tener miedo, volverán a escribir obras maestras,

    es decir, obras perdurables”. El Cultural brinda por él con Alejandro Gándara,

    que lo desnuda letra a letra; con Ignacio Echevarría, que evoca al “Maestro in-

    servible” y con José Antonio Gurpegui, que reseña sus Cartas escogidas.

    50 años después de su muerte, celebramosal Nobel más díficil, influyente y descreído

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    A lcohol. La bebida no construye el estilo, pero lo acom-paña. Hay una sinuosidad detectable, una longitudde párrafo, una bruma que espesa la sintaxis, una elabo-racióndeimágenesquenuncadefinensuscontornosyquese suceden y encabalgan mediante asociación libre. Elalcohol huye de la literalidad y permite la fuga a mundosalternativos que se sienten verídicos, irrefutables. No esfácil escribir mientras se bebe. Sólo en algunos casos es-cogidos el alcohol y la literatura funden sus propósitos.Amor. “Entre la pena y la nada, me quedo con la pena”.

    Bondad. Lashaydevariasclasesy todasellaspeligrosas.Confiere dignidad y dolor a un tiempo.

    C oro. La inspiración que proporcionan las tragediasgriegas tiene una larga tradición. Las sociedades dis-ponen de un alma que rebasa y no necesariamente coin-cide con la de los individuos particulares. El coro anti-guo es el canto común de las leyes aceptadas y de la moralcompartida. No es una invención, sino una atenta ob-servación de la realidad. Los ciudadanos que se reúnende manera casual en los bares y en las verandas produ-cen ese alma y en ocasiones fatales la imponen con in-consciencia. A menudo sin piedad.

    D ios. Producto del fatum humano, no hay más Dios queel que los hombres hacen. La consecuencia es quese manifiesta imponderable, inescrutable y la concien-cia individual no lo abarca. Los hombres no necesitan cre-er en Dios para saber que existe. Saben que existe porquees de su exclusiva competencia, es su obra.

    E mpatía. La novela no es tesis, ni fotografía de un mun-do,niHistoria.Esunactovoluntariamentedeformantede una realidad compartida que intenta ponerse en ellugar de lo que se ha quedado mudo: personas, socieda-des, culturas. No hay pretensiones de salvación, justifi-cación o redención. Sólo cuenta el acto de empatía. No esdar cuenta, es darse cuenta.

    F aulkner, William. Nacido en Albany en 1897 y muertoen Byhalia en 1962, con el apellido Falkner. La “u”que le añadió tiene motivos imprecisos, pero se corres-ponde con el sistema de investimiento que todo escri-

    F A U L K N E R T R A B A J A N D OE N S U C A S A , C E R C A

    D E O X F O R D

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    F. A. U. L. K. N. E. RA L E J A N D R O G Á N D A R A

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  • tor lleva a cabo para borrar su rastro. A Wi-lliam le parecía más aristocrático y en unasola letra creyó concentrar su sentido dela distinción. Ya se sabe que el creadorempieza por crearse a sí mismo.

    G eometría moral. “Anteshabíahonorysa-crificio. Ahora sólo hay ángulos”.Guerra de Secesión. Nadie ganó, a pesar delas crónicas y de las soflamas. Solamenteimpusounhorizontede incertidumbremo-ralquedurahastahoy.Lasheridasde lacar-ne no fueron más que la apariencia de lasheridas irrestañables del espíritu.

    I nfierno. A diferencia de Sartre el infier-no no son los otros, sino nosotros. FlemSnopes desciende a los infiernos:

    -¿Qué le habéis ofrecido?- preguntó (elPríncipe).

    -Las gratificaciones.-¿Y?-Las tiene. Dice que para un hombre

    que sólo masca tabaco, cualquier escupi-dera sirve.

    -¿Y luego?-Las vanidades.-¿Y...?-Las tiene. Ha traído una gruesa en la

    maleta, hecha de amianto especialmentepara él, con broches que no se funden.

    -Entonces, ¿qué es lo que quiere?- gri-tó el Príncipe- ¿Qué es lo que quiere? ¿ElParaíso?

    Y el anciano servidor se le quedó mi-rando, y el Príncipe creyó primero que eraporque no había olvidado la burla ante-rior. Pero pronto descubrió que no era eseel motivo.

    -No- dijo el anciano servidor- Quiereel Infierno.

    L átigo. Cuando el sureño lo levanta paradescargarloesporunciertosentidode lapedagogía y por obediencia a un mandatosuperior, que no está escrito, pero que élcree haber leído.

    M al. Es la herencia de las generacio-nes. Pasa de unas a otras, no se detie-ne. Una vez se ha puesto en pie, sigue sucurso. Es lo que nos reúne con nuestros an-tecesores, lo que hace del tiempo un único

    instante.Unaformadereligaremortal, fue-ra de toda mística. Estructura del alma.Miseria. Una forma de fanatismo de la pro-pia impotencia. Necesaria como la fe. Suproliferación es la prueba de que existela divinidad y de que nos escucha.Muerte. La presencia constante. A veces,buscada. Alistamiento en la RAF durantela Primera Guerra Mundial. Ya había sidorechazado en Estados Unidos por su cor-ta estatura. Amenazó con enrolarse en elejército alemán si no le dejaban pilotar encombate. Su primera hija muere a los nue-ve días. La entierra en solitario, cargandohasta el cementerio con su pequeño ataúd.

    N arrador. Hasta cuando se identifica, elnarrador no es otro que la tierra, muypor encima de la precariedad y de la mor-talidad humana. Hay una lengua y un re-lato que está por encima de nosotros. Esla voz que prefiere Faulkner, la que no esde nadie. La que afecta a todos. Pero noes omnisciente, por la sencilla razón de quenosabe.Hablaporquebusca,noporqueco-nozca el desenlace ni los misterios del co-razón. Una voz sabia, a fin de cuentas, por-que conoce todo lo que ignora. De ahí sufondo poético, su elección del pneuma envez del logos, su profunda paciencia.Naturaleza. Naturaleza. Blancos, negros,mujeres, niños animales, tierra. Todo hablaa la vez y todo lo hace con la misma voz.Y todos cumplen su misión de entonar elcanto y el relato. Es la forma en que el au-tor escucha la música de su mundo.Niño. Es el padre del hombre. Nunca de-jamos de ser lo que fuimos. La idea no per-tenece al campo de la psicología, sino alde nuestra forma de estar en la tierra: esel destino al que servimos. Siempre somoslos de antes.Nobel (discurso). "El hombre prevalecerápor suespíritucapazdecompadecerseysa-crificarse y soportar el sufrimiento".Novela. Género en extinción, último granaliento de las antiguas palabras y de losantiguos relatos. Por ello mismo, el géne-ro más adecuado para tratar con lo que seextingue: los viejos valores y sentimien-tos de un Sur derrotado, legítimamente de-rrotado. Sin nostalgia, sin retórica para laHistoria.

    P araíso. El mito reiterado y constituti-vo de la humanidad entera. Es el mitode la expulsión eterna. Siempre estamosyéndonos del Edén. Pero nadie lo ha co-nocido. Su fuerza práctica reside tanto ensu falta de evidencia como en la contun-dencia con que es trasmitido degeneraciónen generación con palabras invariables. Nohay versión posible. Forma parte de la re-alidad palpable.Progreso. Esunempujónregresivo.Siem-pre marcha hacia atrás. La memoria delpasado histórico esmásqueuna invención:es una herramienta de la identidad, la con-sagración del grupo, la tribu o la sociedad.Cumple funciones de adiestramiento e in-tegración. De ahí que “la memoria creaantes de que el conocimiento recuerde”.

    R eligión. El jinete oculto del Apocalip-sis. Propagadora del fatalismo, del pe-simismo existencial, intelectualmente abe-rrante y espiritualmente la visión delhombre como animal caído, siempre pro-clive a una abyección mayor.Ruido (y furia). “Lavidanoesmásqueunasombra andante, jugador deficiente, queapuntalayrealzasuhoraenelescenarioydes-puésyanoseescuchamás.Esuncuentocon-tado por un idiota, lleno de ruido y de furia,y que no significa nada.” Lo escribió Sha-kespeareensuMacbeth,peroeradeFaulkner.

    Sur. Violenciaentodasdirecciones,expre-sadacomounafuerzadelanaturaleza,peroconstruida con manos humanas. La creacióndivina tambiénestá implicada.Hayunades-trucción intrínseca en todas las criaturas y entodolocreado.Todotiendeaunaepifaníado-lorosayDioseselSupremoArtífice.ElSuresla obra directa de Dios.

    Y oknapatawpha. Condado imaginario, noficticio,diseñadocomouninfiernodeal-mas. Puede situarse al noroeste de Missis-sippi, pero en cuanto tal imagen carece depertenencia exclusiva y puede trasladarsedonde se quiera. Lo propio de las imáge-nes son su permanencia y su desarraigo, enparticular cuando proceden de la literatu-ra. Tal vez la literatura sea en sí misma unaforma de desarraigo de aquello que resul-tademasiado cercano, concreto, aislante. ●

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    Decía Faulkner: “El día en que los hombres dejen de tenermiedo, volverán a escribir obras maestras, es decir, obras perdu-rables”. Y uno, extrañado, se pregunta a qué tipo de miedo de-bía de referirse.

    ¿Miedo a la muerte? ¿Miedo al fracaso, al daño, a la miseria?Quizá miedo a las palabras, simplemente. Y no sólo a las

    grandes palabras –esas que Faulkner no tenía empacho en em-plear–, sino también a las palabras todavíasin pulir, ásperas, enrevesadas, oscuras; aaquellas que se adentran en zonas desombra donde no llega la luz de la razón, amenudo ni siquiera la relativa claridadde la sintaxis, y que por eso mismo des-piertan quizá confusión, y entrañan difi-cultad y zozobra.

    “Requeriría una ardua labor y cálcu-los muy precisos lograr que las combina-ciones verbales expresen lo que Faulknerpretende que expresen... Es cierto que sunuevo estilo le ha permitido verter im-presiones con más exactitud que antes;pero los pasajes ininteligibles por culpa deuna profusión de pronombres, o que hayque releer por deficiencia de la puntua-ción, no son resultado de un esfuerzo porexpresar lo inexpresable, sino los efectosde un gusto indolente y una labor negli-gente.”

    Así seexpresabaEdmundWilsonapro-pósito de Intrusos en el polvo. Pero ésta essólo una de los centenares de declaracio-nes –muchas provenientes de lectores tan-to o más excelentes aun que Wilson, entreellos algunos de los más grandes escritorescontemporáneos– que integran el abulta-do dossier relativo a la dificultad de Faulk-ner, a la irritante proliferación de sus “im-posibles estruendos bíblicos” (Nabokov).

    A la vista de ese dossier, y de sus displicentes o exasperados dic-támenes, cuestaexplicarseel enormeascendientede Faulkner so-bre la narrativa americana y europea de la segunda mitad del si-glo XX. Un ascendiente que cobra, en el ámbito de la lenguacastellana, proporciones sencillamente asombrosas, pero cuyo ras-tro cuesta muchísimo detectar en la actualidad.

    Para justificar ese ascendiente, hay que considerar el prestigiodel que gozó durante unas pocas décadas lo que alguna vez seha llamado “estética de la dificultad”; un prestigio asociado alos resplandores de la alta cultura en un momento históricomarcado por el acceso masivo a la cultura letrada de nuevas capas

    de población que hasta hacía bien poco habían permanecido almargen de ella.

    El descrédito galopante de esa “estética de la dificultad”convierte a Faulkner en un viejo maestro cuyo poder de irradia-ción parece quedar fuera de esta época. De hecho, ya lo parecíacuando Wilson lo señalaba como una especie de “primitivo”,extraño a “las técnicas de la novela moderna, con su ideal de efi-

    ciencia tecnológica ysuespecialización delos medios para alcanzar el fin”.

    Puede que el magisterio de Faulk-ner sólo pueda ser asumido cabalmentepor parte de quienes están dispuestos aadentrase con armas y bagajes en el mis-mo territorio selvático y ruinoso que él ex-ploró. Puede que la marca de quienesse deciden a ello sea la de ejercer, comoel propio Faulkner, un magisterio inti-midante y dislocado, absorto. Baste pen-sar en Juan Carlos Onetti y en Juan Be-net, en la posición tan indiscutible y a lavez tan obviada que ocupan en sus tra-diciones respectivas.

    Por los tiemposenqueFaulkneremer-gía como narrador, Adorno alertaba sobrela rebaja del pensamiento que conllevael sacrificiode lacomplejidadsintáctica; laclaudicación implícitaqueél reconocíaenlaspretensiones de lucidez, dedurezaob-jetiva, de claridad que profesan tantosescritores modernos.

    Faulkner atribuía a esta rebaja delpensamiento una profunda dimensiónética. Su estilo es el campo de batalla enel que, exponiéndose valientemente ala derrota, la palabra pugna por abrirse ca-mino hacia esas “grandes verdades fun-damentales” a las que él mismo se orien-ta.Elmiedoalqueél se refiere,esemiedo

    que a su juicio impide a los nuevos narradores escribir obras maes-tras, es –por decirlo con palabras de Adorno– el “miedo suscita-do por el mercado, el miedo al cliente que no quiere esforzarsey al que fueron adaptándose primero los redactores y luego losescritores”. Un miedo que entretanto ha sido a tal punto interio-rizado por la mayoría de éstos, que ya ni siquiera lo experimen-tan como tal, y les mueve –a ellos y a sus lectores– a ver a Faulk-ner y a sus seguidores, cada vez más escasos, como excéntricosrepresentantes de una especie en extinción, digna de ser prote-gida y contemplada quizá con veneración, pero con curiosidadarqueológica, apenas concerniente. ●

    Un maestroinservible

    I G N A C I O E C H E V A R R Í A

    M Í N I M A M O L E S T I A L E T R A S

    Puede que el magisterio de Faulkner sólo pueda ser asumido cabalmente por parte de quienes están dispuestos a adentra-

    se con armas y bagajes en el mismo territorio selvático y ruinoso que él exploró. Baste pensar en Onetti y en Juan Benet

    FAULKNER ‘S WORLD/ M. J. DAIN

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  • “He causado bastante sensa-ción.[…] he aprendido asom-brado que actualmente soy la fi-gura más importante de lasletras americanas. Es decir, meespera el mejor de los futuros.InclusoSinclairLewisyDreiseracuerdan citas para verme…”(p. 82). En estos términos se di-rigía William Faulkner (NewAlbany, 25 de septiembre de1897-Byhalia, 6 de julio de1962) a su esposa, Estelle, el 13de noviembre de 1931 desdeNueva York, donde había sidoinvitado tras el éxito alcanzadopor Santuario. El autor sureñotenía plena conciencia, por pri-mera vez, no solo de su éxito li-terario, sino de la influencia quetendríaen lahistoriade las letrasnorteamericanas. No son mu-chas, por desgracia, las cartasque tienen tan jugoso conteni-docomola referida.Bienescier-to que la vida de Faulkner nofue tan intensa, trágica, ni ven-turosa como la de un EdgarAllan Poe oErnest Hemingway,cuyas colecciones de cartas enediciones de Ostrom el primeroy Carlos Baker el segundo –enuna edición comparable si acasoa la de Letters to Felice de Kafka

    en edición de Heller y Born, ytal vez la dedicada a James Joy-ce por Stuart Gilbert– me atre-vería a decir que son funda-mentales para comprender yaprehender la complejidad na-rrativa de estos autores.

    La vida de Faulkner, por elcontrario, fue comparativamen-tebastante tranquila.Si acasoal-gún que otro escarceo amoro-so, al que tendremos quereferirnos más tarde, su “tan-gencial” participación en laGran Guerra, contados viajes aEuropa, y poco más. Y eso esfundamentalmente lo que re-flejan las más de 600 páginasde cartas. Tampoco encontra-remos correspondencia con au-

    tores contemporáneos –una car-ta a Hemingwayes la excepcióna la regla–, aunque sí algunas enlas que expresa ciertas consi-deraciones sobre la literatura yescritura en general como la di-rigida a Bennett Cerf en julio de1940:“¿Quéhapasadocon laes-critura? Hemingway y Dos Pas-sos y yo ya somos veteranos; de-bemos lucharconuñasydientespara mantener nuestros puestos

    frente a los jóvenes escritores.Pero no hay escritores que val-ganunpito,queyoconozca.” (p.187). En cuanto al Premio No-bel escribía en 1950 que “pre-feriríaestarenelmismosacoqueDreiser y Sherwood Anderson[nunca lo recibieron] que conSinclair Lewis y la señora Chi-nahandBuck[sí lo recibieron.Serefiere a Pearl S. Buck cuyas no-velas se ambientan en China].

    El asunto más común en lasmisivas tiene que ver funda-mentalmente con asuntos eco-nómicos; en román paladino, lacontinuanecesidadqueteníadedinero –primero de un centenarde dólares y más delante de mi-les– ya fuera para pagar sus im-

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    L E T R A S

    “Hemingway, Dos Passos y

    yo ya somos veteranos. Pero

    no hay escritores [jóvenes]

    que valgan un pito, que yo

    conozca”, escribe en 1940

    Faulkner.Cartasescogidas

    WILLIAM FAULKNER

    Edición: Joseph Blotner

    Traducción de Alfred Sargatal

    y Alicia Ramos. Alfaguara, 2012.

    642 pp., 22’50 e. e-book: 9’49 e.

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    puestos tributarios o disquisi-ciones sobre lo que iba a reci-bir por sus escritos. De relativointerés a no ser por pequeñosdetalles, como que no leía susprimeros contratos con las con-secuencias posteriores: “Creíque solo firmaba para el pre-sente en cada caso, pues no ha-bía leído el contrato.” (p. 91). Síresulta más llamativa e intere-sante su insistencia, verdaderaobsesión, en preservar su pri-vacidad: “Mi ambición, comoindividuo privado, es ser aboli-do y anulado de la historia…”(p. 388) escribía a Malcolm Co-wley en 1949, y en similares tér-minos escribía también a BogHaas: “Sigo manteniendo quemis obras impresas son del do-minio público y cualquiera pue-de discutir sobre ellas. Pero mivida privada y mi cara fotogra-fiada son de mi propiedad y lasdefenderécomotaleshastael fi-nal.” (p. 432, 1951).

    Es éste un volumen de car-tas que irá supurando informa-ción poco a poco, de forma queseremos nosotros mismos quie-nes vayamos haciéndonos lapropia composición sobre el re-mitente. El William Faulknerque refleja su correspondenciaes un hombre aficionado a lacaza, a montar a caballo y a lavida en el campo, que repitecontinuamente que escribir leproduce “agonía y sudor” (p.418), “angustia y sudor” (p.426)…etc, poco pasional, queúnicamente en su juventud uti-

    liza expresiones del tipo “acabode escribir algo tan bonito queestoyapuntodeestallar. […]Hetrabajado en ello durante dosdías y cada palabra es perfec-ta” (p. 37) para referirse a lo queestá escribiendo en el momen-to, Santuario. Es en esta tem-prana correspondencia quemantiene con su madre –tansolo en una misiva se dirige aella como “mamá”–, en la pri-meravisitaaEuropa, cuandove-mos la cara más “normal” deFaulkner. Habla de lo que hacehabitualmente, qué piensa deaquellosaquienesconoce–“Losfranceses viven para ganar el di-nero y hacer el amor, los ingle-ses para comer.” (p. 53)– deltiempo meteorológico, del tra-bajo que dedica a su producciónliteraria con el lógico entusias-mo de un joven que se refierea loqueestáescribiendoconad-jetivos como “grandiosa” (p. 32)o“terriblemente buena”(p.33).

    También está bien desarro-llada y documentada la seccióncorrespondiente al tiempo quepasó trabajando para Hollywo-od, algo que nunca llegó a com-pensarle como ocurrió con He-mingwayoSteinbeck:“Cuandorecurrí por primera vez al cine,creí ver en él una especie de pe-queñaminadeoro…Muypron-tomedicuenta de que yo noeraun escritor para el cine…. Aho-ra creo que el cine se acabó porlo que a mí concierne.” (p. 155)escribía a Bob Haas en 1939.

    Entre las omisiones me hallamado laatención laescasezdereferencias –casi nulas– a la Se-gunda Guerra Mundial y la au-sencia de calidez con que tratala muerte de Mammy Callie, lasirvienta negra que estuvo todasu vida con la familia Falkner(sic.), y referida por muchoscomo una influencia funda-mentalen lashistoriasdeFaulk-

    ner, pues era el nexo de uniónconelmundode losnegros.Tansolo en un par de misivas se re-fiere al luctuoso acontecimien-to… juntoa temasde índoleco-mercial: “No pudo tener mejormuerte,nimás feliz.Vendíel re-lato por mil dólares y me en-cuentro en buenas condicio-nes.” (p. 165).

    Dos de las cartas más inte-resantes tienen que ver, preci-samente, con el asunto de losnegros en Estados Unidos enunos años especialmente com-plejos. La actitud de WilliamFaulkner resulta, en el sigloXXI, un tanto paternalista e in-

    cluso denota una cierta superio-ridad. En carta a Paul Pollard re-húsa enviarle una aportacióneconómica. Los motivos son lode menos, lo interesanteson susreflexiones: “Tal como yo loveo, la gente de su raza debe ga-narse la libertad y la igualdadque quiere […] si la gente de surazaquieredisfrutarde igualdady justicia como seres humanosennuestracultura, lamayoríadeellos tendrá que cambiar com-pletamente su forma de actua-ción actual.” (p. 593). Desde elpunto de vista literario las más

    interesantes son las remitidas aMalcolm Cowley, a quien se di-rige como “hermano”; la exten-sacartaque ledirigeenenerode1946 (pp. 293-96) es un verda-dero compendio de sus princi-pios narrativos en lo referente alSur. También son tremenda-mente interesantes las dirigidasa quien fuera su amante, la jo-vencísima Joan Williams, peropor desgracia en muchas deellas, si no en todas, se ha omi-tido parte del contenido. Talvezlo censurado –entiendo que asífue en el original de 1977– fue-ra motivo sólo de chismorreo.Para esta edición en español hu-

    biera sido buena idea, dada suimportancia, incluir los textoscompletos, máxime cuando yase conocen la gran mayoría deellos tras la publicación del vo-lumen de Lisa Hickman en el2006 de William Faulkner andJoan Williams.

    Eso sí, nos revela por qué al-guien se sienta frente a unacuartilla en blanco para escri-bir: “… al fin y al cabo, un hom-bre escribe simplemente por-que le gusta hacerlo; es su pande cada día.” (p. 403). JOSÉ AN-TONIO GURPEGUI

    ESCRIBIR Y COBRAR

    Todavía abundan los escritores para quienes constituye un desdo-ro consagrarse a la literatura en forma profesional. Algunos noven bien mezclar el dinero con los resplandores del crepúsculo.Libre de tales escrúpulos, William Faulkner percibió honorarios des-de su primer trabajo, una colección de poemas. Ganarse la vida yla bebida escribiendo novelas, guiones cinematográficos, lo que seterciara, no le impidió dejar huella perdurable en la memoria lite-raria de la humanidad. Su vida fue pobre en peripecias, si se des-cartan como hechos relevantes los libros valiosos que escribió. Tra-bajaba por la mañana y por la tarde, y terminaba el día soplandodurante tres o cuatro horas bourbon. Se cerró a ultranza a todadifusión de su intimidad. En consecuencia, se abstuvo de redactardiarios o memorias. Queda su correspondencia, de la que apenases posible extraer provecho biográfico. Asunto habitual de suscartas es la preocupación económica. FERNANDO ARAMBURU

    Resulta interesante su

    obsesión por preservar

    su privacidad: “Mi ambi-

    ción, como individuo priva-

    do, es ser abolido y anu-

    lado de la historia…”

    E L L I B R O D E L A S E M A N A L E T R A S

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    L E T R A S O P E R A P R I M A N O V E L A

    Tras una extensa labor de cine-asta, Manuel Gutiérrez Aragón(Torrelavega,1942)diountardíosalto a la novela en 2009 y aho-ra publica un nuevo título, Glo-ria mía, cuyo rasgo más notablees lahabilidadformalconquesecuenta la deriva de un joven re-volucionario. El autor refiere lahistoria de un tal José Centellamediante una especie de flashback dividido en un buen nú-mero de secuencias. La anécdo-taarrancaenelpresente.Unpe-regrino accidente doméstico da

    con el cuerpo de Centella en elhospital y durante la recupera-ción le explica su vida a un ami-go. El pasado del protagonistaaflora desde su dolorido presen-te través de una rememoraciónfragmentada y guadianesca.

    La historia de Centella esunaconvencionalnoveladeper-sonaje con ecos de la picaresca,pues no otra cosa hace el hom-bre que dar un sentido a su exis-

    tencia y justificarla con su pro-lijo relato. Centella encarna unabiografía representativa:el jovencon inquietudes que se entre-ga a la revolución y termina con-vertido en un turbio negociante.El suceso más llamativo de latrama anecdótica son las andan-zas guerrilleras por la selva co-lombiana. En realidad, se tratade una novela autónoma metidaun tanto con calzador dentro deGloria mía. Su ideación respon-de a un modelo híbrido de re-lato aventurero y de folletín po-pular. En ella se entremezclanacción, peligros, intriga, exotis-mo, amoríos, traiciones y me-lodrama.SedabuenamanoGu-tiérrez Aragón para lasdescripciones del imponentepaisaje del entorno del río Mag-dalenay tensa losconflictos sen-timentales con verosimilitudaunquetambiénconefectismospopulistas. Las banderías en-

    tre los guerrilleros y el sectaris-mo ideológico se presentan, encambio, con brochazos bastantemaniqueos. El reparo mayorque merece esta parte capitaldel libro es que resulta forzada ypoco verosímil, no en sí misma,sino en la trayectoria general delpersonaje.

    De todos modos, este nove-la pegadiza tiene una gracia ymérito vista como historia in-

    dependiente que no alcanzana la actividad empresarial deCentella a su vuelta a España,resuelta con apuntes tópicos. Larelativa densidad psicológica delprotagonistaensusandanzasco-lombianas se desvanece hastadar un tipo humano inmoralnada profundo, construido contrazos esquemáticos. El cinismorequiere un tratamiento literariode mayor hondura que la soladesvergüenza apicarada.

    La historia de Centella tienedimensión individualpor suafir-

    mación del sentimiento amo-roso limpio, encarnado en elemotivo personaje de una chica,la Gloria del título. A la vez, po-see un alcance colectivo por sudenunciadeactitudesen lasquela seducción del dinero arrasacon la ética y otros valores po-sitivos. En este sentido, la no-vela apunta también la lecciónhistórica del fracaso generacio-nal implícito en la derrota de an-tiguos ideales de la promociónsurgida en las postrimerías dela dictadura. Todo ello está enGloria mía, pero sin suficientedensidad. Tengo la impresiónde que Gutiérrez Aragón se hacontentado con presentar unaperipeciamontadacondestreza.Cualquieraquehayasidosuam-bición,noha idomuchomásalláde una historia amena tejida al-rededor de un personaje curiosoy de unos sucesos interesantes.SANTOS SANZ VILLANUEVA

    MANUEL GUTIÉRREZ ARAGÓN

    Anagrama. Barcelona, 2012

    448 pp, 19’90 e. e-book: 14’24 e.

    Gloriamía

    Gutiérrez Aragón se ha con-

    tentado con presentar una

    peripecia contada con des-

    treza, sin ir mucho más allá

    de una historia amena alrede-

    dor de un personaje curioso

    y unos sucesos interesantes

    ANTONIO MORENO

    Un escritor bicéfalo odos es-critores en uno. Eso pareceser Juan Soto Ivars (Águi-las, 1985) si analizamos losdos títulosquehapublicado.El primero en ver la luz, Laconjetura de Perelmán (Edi-ciones B), es un thriller contodos los ingredientesdelgé-nero. Este Siberia, cronoló-gicamente anterior –y porello, su verdadera opera pri-ma– es una historia donde elargumento cede protagonis-mo a favor de la la reflexión,lo metaliterario e incluso lapoesía.Ydeslumbradesde laprimera hasta la última líneapor su enorme madurez y sugran fuerza simbólica.

    Según palabras del pro-pio autor: “La cárcel pue-de ser un lugar sin muros,una extensión demasiadoamplia como para pensar enescapar”. Ésa es la metáforaque se esconde bajo el títu-lo de la historia de Jonás, unescritor de 30 años que lu-cha por escribir su segundanovela. Hay algo de meta-físico en su combate, ya queacaba de sobrevivir a una te-rrible enfermedad. Y tam-bién, según descubrimos,hay una huida. Un acto abo-minable arrojó a Jonás a unahuida, en la que todo –no-vias, amigos, bares– se haceprescindible.

    Es necesario estar aten-tos a lo que Soto Ivars hagaen un futuro. Mientras, nodesaprovechen la oportuni-dad de conocerle. Un debutesperanzador. CARE SANTOS

    SiberiaJUAN SOTO IVARS

    El Olivo Azul. Córdoba, 2012

    125 páginas, 16 euros

    ´

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  • Con seis novelas publicadas, ga-nadora del Premio BibliotecaBreve con la quinta, Corazón denapalm (2009), Clara Usón (Bar-celona, 1961) consolida su pres-tigiosa trayectoria narrativa conLa hija del Este, ambiciosa no-vela en la cual se armonizan laépica del relato de la locura bé-lica desatada en los Balcanes afinales del siglo XX, el intensodramatismo en las trágicas con-secuencias sufridas por los pue-blos enfrentados y la desespera-ción personal de quien nopuede soportar el peso de sa-ber que su padre es un crimi-nal de guerra. Hay, pues, en estanovela dos planos bien diferen-ciados en su desarrollo, progre-sivamente conectados en suconvergencia final.

    En su dimensión colectivase imponen las personalidadeshistóricas que han promovidolos conflictos bélicos entre ser-bios, croatas y bosnios en las re-

    públicas independientes quesucedieron a la desmembraciónde Yugoslavia tras la muerte deTito. Los personajes históricosque dominan el plano colecti-vo son tres: Slobodan Milosevic,presidente de la República deSerbia, Radovan Karadzic, pre-sidente de la República Srpas-ka, y RatkoMladic, coroneldes-tacadoen laguerradeSerbiaconCroacia y ascendido a generaldel ejército serbio en la guerracontra Bosnia, donde su fanatis-mo y locura lo convirtieron en elsanguinario carnicero de Sre-brenica, lugar de horror y muer-te de miles de soldados y civi-les indefensos, entre los cualeshabía hombres, mujeres, ancia-nos y niños bosnios, musulma-nesy tambiénserbios.Enelpla-no individual sobresale la figurade Ana Mladic, amada hija delcitado criminal de guerra, en sucuidada evolución psicológicadesde el amor y admiración ha-cia un padre cariñoso hasta elgradual descubrimiento del psi-cópata que llevó hasta el paro-xismo su fanatismo destructor

    en Bosnia. Acorde con el des-arrollo de estos dos planos, laconstrucción de la novela siguela alternancia de capítulos en losque se va distribuyendo la in-formación en ambas vertientes,con una convergencia final muylograda. En los capítulos impa-res, tras un comienzo que anun-cia la tragedia final, se desarrollala evoluciónde Ana desde su in-genuidad juvenil hasta su gra-dual descubrimientode las atro-cidades de su padre, sobre todoa partir de un viaje con otrosamigos a Moscú.

    En rigurosa alternancia loscapítulos pares ofrecen la na-rración biográfica de las fulgu-rantes carreras políticas de losnuevos dirigentes en las repú-blicas balcánicas. Todos llevantítulos que comienzan siemprecon “Galería de héroes” y des-pués el nombre del protagonis-tadelcapítulo.Esunaciertoquela serie comience con el Prínci-pe Lazar porque conla presencia relevan-te de aquel rey me-dieval que libró yperdió la batalla deKosovo contra losturcos lanovela se in-flama con un alientoépico (y bárbaro) queluego descubre sus tonos mássombríos en sus herederos de fi-nales del siglo XX, que son lostrescriminalesdeguerracitados.Y a partir del capítulo 12, pasadala mitad de la novela, se iniciala convergencia de ambos pla-nos, con progresivos hallazgosde Ana sobre los horrores de supadre y la revelación, igualmen-te bien graduada, de DaniloPapo, hijo de judío muerto enSarajevo y exiliado en Londres,comonarradorde lanovelaensuplano colectivo e incluso de loscapítulos centrados en Ana y suentorno, contados por un narra-

    dor omnisciente en tercera per-sona, pero que bien puede ser elmismo Danilo, pues, como diceal final, “ quien esto escribe undía se tropezó con la noticia dela trágica muerte deAnaMladic.Sintió curiosidad, indagó, inves-tigó, buscó respuestas, aquilatórumores, compulsó datos ycon todo ello fabuló una expli-cación, de la que yo formo par-te” (pág. 442).

    Esa explicación relaciona lasatrocidades perpetradas por elgeneral con el suicidio de Ana,y también su trágica muerte conla furia de Mladic en la des-trucción de Srebenica. Lo cualinspira el arranque homéricodel capítulo 16: “¡Canta, ohmusa, la cólera de Ratko!”, in-vocación que se une a otras re-ferencias y alusiones a Shakes-peare, sobre todo en la dudareflexiva de Hamlet, y Tolstoi,tanto en el aliento épico de susnovelas mayores como en la na-

    rración corta Después del baile,con cuya protagonista termina-rá por identificarse Ana en susreflexiones morales.

    Con ello Usón ha comple-tado una excelente novela en laque se aprende mucho sobrela historia convulsa de los Bal-canes y su conflictiva mezcla dereligiones y etnias iluminadaspor fanatismos nacionalistas,con esmerada integración dehistoria y ficción hasta remataren crónica resumidora de unosdestinos crucificados en la pe-renne pugna del bien y el mal.ÁNGEL BASANTA

    CLARA USÓN

    Seix Barral. Barcelona, 2012

    448 pp., 13’99 euros

    La hija del Este

    Una excelente novela en la que se

    aprende mucho sobre la historia con-

    vulsa de los Balcanes y su conflictiva

    mezcla de religiones y etnias ilumi-

    nadas por fanatismos nacionalistas

    TONI

    GARR

    IGA

    N O V E L A L E T R A S

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    L E T R A S O P E R A P R I M A R E L A T O S

    J. M. LOSTAU

    Un escritor joven como SalvaRubio (Madrid, 1978), curtidosobre todo en guiones cinema-tográficos y de cómic, abordasuprimera novela, yhayquede-cir que lo hace con notable for-tuna. La síntesis de la historia esfácil: Jaime, un adolescente decasi quince años, se escapa decasa, camino de un difuso ob-jetivo, padece dificultades sincuento y, forzado a desplazarseen difíciles etapas, va conocien-do a diversos personajes, casi to-dos un tanto estrafalarios, queentorpecen o dificultan su pro-pósito. Se trata del modelo derelato itinerante que se instaurócon el género picaresco y quetiene múltiples derivacionescontemporáneas, entre las quehay que contar las aportacionesde Ciro Bayo y Cela. Esta es-quemática descripción se com-plica un tanto si se añade queJaime padece una enfermedaddegenerativa que afecta a sumovilidad y le obliga a utilizaruna muleta; además, nunca hasalido del gigantesco pazo enque habita, entregado a la lec-

    tura, a la que debe todos sus co-nocimientos y su experienciadel mundo, y cuidado en todomomento por Julia, una mucha-cha de su edad, hija de la coci-nerade la familia:“Eslomáspa-recido a una amiga que tengo.También es la única persona demi edad que conozco” (p. 19).

    El relato de Jaime, dirigidomediante diversas marcas gra-maticales a una segunda perso-na(“quizáosexpliquéismejor loque acabo de contar si os digo

    que estoy enfermo”, p. 31), seconvierte tambiénamenudoenobjeto de reflexión o comenta-rio. Así, tras el corte de una es-cena marcado por asteriscos:“Quizá, a estas alturas, ya os ha-bréis dado cuenta […] de queesas tres estrellitas o asteriscossignifican que ha pasado unacierta cantidad de tiempo, en elque han pasado cosas aburridasque no merece la pena contar”(p. 79). O bien, al concluir un

    apartado:“Osveodespuésdelosasteriscos” (p. 83). Y otro modode cierre: “Marchando una deasteriscos” (p. 105). El desenfa-do con que se contempla el pro-pio texto, la equiparación de es-critura y oralidad –paralela a laecuación entre literatura y vidaque preside la existencia de Jai-me–,permiteescribir,porejem-plo: “Los tres vuelven a subirseasusvehículosyarrancanruido-samente, tanto que necesito es-cribir que ARRANCAN ruido-

    samente” (p. 169). O, con uncriterio semejante: “Perdonad-me si no me entendéis muybien, pero es que tengo la bocacompletamente llena” (p. 201).

    Esta libertad expresiva dela narración proporciona a vecessímiles jocosos y originales (“elolor que despido haría sangrarpor la nariz a un enólogo”, p.191; “esa cicatriz entre el secanollamada carretera”, p. 247), y co-loca la forma del discurso de Jai-

    me –léanse las caricaturas dealgunos personajes, o bien lasprimeras impresiones del Ma-drid nocturno en compañía deElsa– por encima de las sustan-cias de contenido: es evidenteque los motivos de la escapadade Jaime son inverosímiles, lomismo que sus interminablescaminatas o su fugaz encuentrocon Jim Morrison. El hecho deque la búsqueda del cantanteacabe por ser el símbolo de unprocesodemaduraciónquedes-emboca en la emotiva escena fi-nal entre Julia y Jaime –el cualaprenderá desde ahora a distin-guir entre la literatura y la vida–,era una idea excelente, que aca-so hubiera necesitado un des-arrollo más sutil. Pero, en con-junto, Zíngara: buscando a JimMorrison constituye un gratodescubrimiento y una lecturaplacentera. Los deslices de laprosa son escasos e irrelevantes(“salgo en unos minutos”, p. 83;“tu tren sale en dos minutos”,p.96; “morir de la risa”, p. 105) yno empañan los indudables mé-ritos de un autor que propor-cionaráa los lectoresmuchomásde lo que la aparente superfi-cialidad de la historia pareceanunciar. RICARDO SENABRE

    SALVA RUBIO

    Suma. Madrid, 2012

    371 páginas, 18’50 euros

    Zíngara: buscando a Jim Morrison

    ´

    En conjunto, Zíngara: buscando a Jim Morrison constituye

    un grato descubrimeinto y una lectura placentera. Rubio

    proporcionará a los lectores mucho más de lo que la apa-

    rente superficialidad de la historia parece anunciar

    A los que “no transigen con una subsis-tencia apacible y escudriñan, feroz e in-cansablemente, como los grandes explora-dores, ángulos escondidos en los universosposibles en busca de sus fragmentos de fe-licidad”, les dedica este libro el editor y pe-riodista valenciano (1964) Ángel Fernán-

    dez Fermoselle, autor de otros títulos na-rrativos (Amor Kamikaze, Últimos segundos,Los amores urgentes) donde abordó asuntosrelacionados con el amor y la muerte.

    Quizá con idea de poner cerco a aque-llo que más condiciona la existencia hu-mana se propone, en esta ocasión, encararla felicidad, ¡casi nada! El autor conduce eltema por doce relatos escogidos para ofre-cerse como muestra de las diferentes ver-siones de una búsqueda atávica. Versio-nes animadas por la disparidad de esce-

    narios y personajes, con historias como lade Sinagua, la niña india que vende colla-res en “su trozo de milla”, o la de Luz,que persigue el rastro de una noche trasla banda sonora de los temas de BruceSpringsteen.Todosbuscansu“pedacitodeutopía” (diría Benedetti) al tiempo quebuscan su “lugar en el mundo”: un lugar“sin fisuras ni grietas, en el que poder en-contrarse sin volver a perderse”. Puede serMadrid, Nueva Delhi, Nueva York, Túnezo Afganistán. PILAR CASTRO

    ÁNGEL FERNÁNDEZ FERMOSELLE

    Kailas. Madrid, 2012. 187 páginas, 12 euros

    Los días felices

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    Hijodeungobernadorde lamo-narquía afgana, Atiq Rahimi(Kabul, 1962) huyó de Afganis-tán en 1984. Después de refu-giarse en Pakistán, solicitó asi-lo político a Francia, que se loconcedió, permitiéndole esca-parde laespiraldeviolenciaquedevastaba una de las zonas másproblemáticas del mundo. Es-tablecido en París, se doctoró enLa Sorbona e inició una trayec-toria artística que contempla laescritura y la realización audio-visual.

    En 2000, regresó a Afganis-tán para dirigir la versión cine-matográfica de Tierra y cenizas,su primera novela, que narra elviaje de un anciano y su nietohacia su pueblo natal, arrasadopor el ejército soviético. El re-encuentro con su país le revelóque las heridas, lejos de cicatri-zar, aún permanecían abiertas.Alcontemplara los señoresde laguerra paseando por Kabul, sepreguntó si experimentabansentimientos de culpabilidadpor el dolor que habían causa-do y recordó la famosa frase deDostoievskienLoshermanosKa-ramazov: “Si Dios no existiera,todo estaría permitido”. El fa-natismo de los talibanes le con-venció de que Dios se habíaconvertido en el pretexto parajustificar las peores infamias. En2008, Rahimi obtuvo el PremioGoncourt por La piedra de la pa-ciencia, que relata las penalida-des de la mujer bajo la sharia y,algo más tarde, llegó Maldito seaDostoievski, un pastiche que jue-

    ga con la trama de Crimen y cas-tigo para recrear los conflictosmorales y políticos de una na-ción maltratada por la guerra y laintolerancia religiosa. Rasul aca-ba con la vida de una alcahuetapara librar a su novia de la pros-titución. Escoge el mismo mé-todo que Raskolnikov: un ha-chazo en la cabeza, pero suconducta posterior no está mar-cada por la necesidad de expia-ción, sino por un sentimientodevacío que evoca la desorienta-ción de Meursault, incapaz dehallar un sentido racional almundo.

    Rasul evoca una vieja histo-riadesuinfanciaparaexplicar superplejidad. Durante una sali-da al campo con su padre, unfuncionariocomunistaqueleen-viará a la Unión Soviética paracompletar sus estudios y apren-der ruso, dos lobos les acosan,

    obligándoles a escapar a lomosdeunasno,peroelasnoactúadeuna forma incomprensible. Seniega a caminar, avanza a trom-picones y, finalmente, describeun círculo que les devuelve alpunto de partida. Su confusiónseparecea ladeRasul,quenoseentrega a la justicia para ser cas-tigado, sino para huir “del dolorde vivir”. El juicio ante una es-trafalariacorte islámicasóloponede manifiesto la degradaciónmoral de una sociedad cercadaporelodioyladesesperanza.Ra-sul acepta la condena a muertecon satisfacción. Después dematar a la usurera, perdió la vozdurante unos días, pero al recu-perarladescubrióqueel silencioreflejaba con más exactitud sucansancio vital. No le inquietaser ahorcado, sino continuar enun mundo que no comprende.EstámáscercadeBeckettoKaf-ka que de Dostoievski.

    Atiq Rahimi escribe con unaprosa limpia y fluida, evitando laretórica y el lirismo gratuito. Esun narrador de la estirpe de Co-etzee: minimalista, preciso, in-cisivo. Maldito sea Dostoievski

    está ambientada en Kabul, perono es una novela limitada por sumarco geográfico y cultural. Ra-sul encarna los problemas deidentidad de una generaciónque ya no cree en los grandesrelatos. Sin convicciones políti-cas y religiosas, su escepticis-

    mo sólo se aplaca con la litera-tura o el arte. Rahimi afirma queuna novela no puede cambiar elmundo, pero sí al lector que seinterna en sus páginas. Desdeese punto de vista, Maldito seaDostoievski se revela como unalección perdurable de toleran-cia, dignidad y compasión. Dos-toievski tal vez no nos hace másfelices, pero sí más libres. Nin-gún librosagradonosofrecealgosemejante. RAFAEL NARBONA

    ATIQ RAHIMI

    Traducción de Elena García Aranda

    Siruela. Madrid, 2012

    216 pp., 16’95 e. e-book: 8’54 e.

    Maldito sea Dostoievski

    Atiq Rahimi escribe con una

    prosa limpia y fluida, evitan-

    do la retórica y el lirismo

    gratuito. Es un narrador de

    la estirpe de Coetzee: mini-

    malista, preciso, incisivo

    ÓSCAR MONZÓN

    DESCUBREla 2ª edición

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    de Alfredo Cernuda

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    L E T R A S P O E S Í A

    A nadie le importa nadie, y me-nos aún su infancia. En ciertomomento de la evolución (o loque sea esto), apareció el homopoeticus, inventó una nueva rue-da llamada poema y se puso acontarcosas.Pero los temaseranpocos y poco interesantes: élmismo, fundamentalmente.Prontosediocuentadequesólohabía un asunto digno de sermateria poética: la poesía mis-ma. A esto se le llama WallaceStevens.

    “Siempre puede haber untiempo de inocencia./ Nuncaexiste un lugar”. Las Aurorasde Otoño y otros poemas quemacomo la nieve. Nadie ha com-prendido nunca la misión delpoetacontantapasiónyclaridadcomoStevens.No se tratade re-cordar el pasado: se trata de cre-ar el pasado. No consiste en ex-presar lo humano: consiste encrearlo. Sólo Shakespeare vioesto. La vida no es más que elsoporte físico de la ficción. Paraque exista poesía debe existirpoeta, mal necesario que Ste-vens transforma en bien endé-mico: si lapoesía es la forma másalta de existencia, seamos poe-sía. Es imposible encontrar mu-jeres y hombres en estas Auro-ras. Llegan a nosotros comoconceptos, sistemas de pensa-miento, jerarquías del espíritu:“Adiós a una idea… El rostro dela madre,/ El objetivo del poe-ma, llena el cuarto”. No es ma-dre evocada, añorada, volcadaen versos. Esta mujer no exis-tió antes de 1950. Nace con el

    poema, genera memoria.“Adiós a una idea… Las can-celaciones, lasnegaciones/Nun-ca son definitivas. El padre estásentado en el espacio/ Donde-quiera que sea, con aspecto noamable,/ Como alguien que esfuerte en los arbustos de susojos”. Si lo que busca-mos es realidad, salga-mosahí fuera: si algoso-bra en este mundo esrealidad. Pero si lo queperseguimos es la ver-dad, quedémonos en elpoema. Es probableque Wallace Stevens(Pensilvania, 1879-Connecticut, 1955) nopensara en sí mismomás que un par de mi-nutos al día. ¿Por quépensarte, cuando pue-des crearte? Stevensnunca pretendió narrarlo que ocurrió, ser fiela los hechos. Si Diosempezó desde el prin-cipio, él también.

    Desmontar la má-quina humana requierevalentía. Debajo de larazón que ilumina y laética que adiestra, sóloencontramosuncaosdesueños sin articulaciónen perpetuo desacuer-do con el orden circun-dante: “¿Existe unaimaginación que entro-nizada reúna/ Tan in-exorablecomo benevo-lente, lo justo/ Y loinjusto, que en mediodel verano se detenga/Para imaginar el invier-no?” Estamos hechosde código binario: yo yno-yo. Lo humano vs. lo

    poético. Todo en las Auroras esno-yo: Sófocles, T. S. Eliot,Whitman, el señor que escribióHamlet. Usar la ficción para imi-tar el mundo (la historia perso-nal o colectiva) debe de estarprohibido en algún país civiliza-do. A nadie le importa el yo. En-

    carnación del Poeta Fuerte deBloom, Stevens es como LosVengadores: muchos héroes jun-tos. Arrastra consigo a los me-jores guerreros para la mejor delas causas: el diseño de la imagi-nación humana. Para construirsu imperio emplea materiales

    tomados de la épica,como el credo de quela poesía es un méto-do de demolición o lacerteza de que la gue-rra es el origen de todo,y nunca acaba. Noexiste creación sin des-trucción previa. Paracrearlo todo, hay quedestruirlo todo. (Con-tradecir a Picasso pue-de ser complicado.)

    La mala poesía essiempre sincera. Ydándole la vuelta al ve-redicto de Wilde, diga-mos que la poesía sin-cera es siempre mala.Autócrata y digno desí mismo, Stevens noescribió jamás un versosincero. ¿Sinceridadrespecto a qué? ¿A cró-nicas que los vencedo-res urdieron? ¿A leyesque los vencedoresdictaron? Cuando so-mos niños, estamosconvencidos de que lavida nació con nosotrosy, como nosotros, nomorirá nunca. Eso sonsus Auroras: la infinitasabiduría de quien de-tenta todo el poder so-bre todas las cosas.Eso es Wallace Ste-vens: la absoluta ino-cencia deDios. A. SÁENZDE ZAITEGUI

    WALLACE STEVENS

    Traducción de Jenaro Talens

    Visor. Madrid, 2012

    140 páginas, 10 euros

    Las auroras de Otoño y otros poemas

    Ésta es la mitología de la muerte modernaY éstas, en sus apagamientos, monstruos de elegía,Hechas de su mismo prodigio, de piedad,

    Mezcladas y vueltas a mezclar, vida con vida,Éstas son las más supremas imágenes propias dela muerte,Las puras perfecciones del espacio paterno,

    Los hijos de un deseo que es voluntad,Incluso de muerte, los seres de la menteEn el espacio de la mente que tiende hacia la luz,la llamarada florida…

    Es un niño que se arrulla a sí mismo,La mente, entre las criaturas que construye,La gente, aquellos junto a quienes vive y muere.

    ARCH

    IVO

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  • P O E S Í A L E T R A S

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    Refiriéndose a los días pasados,escribió William Wordsworth enThe Prelude que “cuando pien-so en ellos/ parezco dos con-ciencias -conciencia de mí mis-mo/ y de algún otro ser”. Es eldon que concede la memoria,estar recordando y ser recorda-do y es esto lo que sucede en lospoemas de ese Paraíso a ciegas.

    Juan Antonio Masoliver Ró-denas (Barcelona, 1939), profe-sor de literatura, autor de no-velas donde la ficción y lo auto-biográfico se trenzan en el dis-curso, como en Beatriz Miami,crítico literario y poeta, articulaeste nuevo libro desde una po-sición cercana al final de la vida–“empiezael dulce ascenso/ha-cia lanada”–ydesdeallídasuel-ta a la memoria que es, dice,“tan sólo un espejismo”. Sinembargo, tiene la fuerza, si no

    más, de lo real, tanto que pro-duce ese efecto del que hablaWordsworth y que por ese des-doblamiento es un camino parael conocimiento, que es una delas razonesquedansentidoyva-lor a estos poemas y que no dejade estar presente en ellos: “per-mitidme que en la locura/ adi-vine quién soy”.

    Atraer los recuerdos, lo vivi-do, no es nuevo en la obra deMasoliver: en Sònia (2008) seleía: “tan sólo me queda la me-moria”, pero ¿es que es poco?,¿acaso somos algo distinto dela memoria, que nos hace y nosdeshace? El personaje peregri-na por lo vivido: se sienta en elpoyo en que se sentaban susabuelos, visita las sucesivas ca-sas habitadas, se alude a escenasy anécdotas infantiles, el padre,la madre, los amigos muertos,todo lo perdido sale del silen-cio como los jardines recordadosy que son ahora “jardín del olvi-do”, aunque antes de que lo seapara siempre regresan a los po-

    emas superponiéndose a otrasescenas y otros jardines,y el dis-curso se enriquece y se hacegoce para el lector.

    Otros componentes de esteParaíso a ciegas son el amor y elerotismo: el sentido de la vida,el primero al fin tema último dellibro; y el otro, una de las carasde una sensualidad mucho másgeneral que colabora a la frui-ción de la lectura. No faltan lasreflexiones sobre la escritura,el significado de escribir, que dala palabra a lo vivido y vida al su-jeto: “soy/ las palabras inútilesque escribo”. No son tales: elplacer que dan estos poemas lodesmiente. TÚA BLESA

    J. A. MASOLIVER RÓDENAS

    Acantilado. Barcelona, 2012

    96 páginas, 16 euros

    Paraíso a ciegasSA

    NTIC

    OGOL

    LUDO

    A vueltas con la memoria,

    el erotismo y el amor, no fal-

    tan en este libro las reflexio-

    nes sobre el significado de

    escribir, que da la palabra

    a lo vivido y vida al sujeto

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    L E T R A S E N S A Y O L I T E R A R I O

    El primero de estos tomos con-tiene una serie de cinco artícu-los, publicados primero enScribner’s y como libro en 1924con el título de The writing of fic-tion, a los que se añade una sex-ta pieza, veinte años anterior,sobre “El vicio de leer”. EdithWharton (Nueva York, 1862 -Saint-Brice-sous-Forêt, Fran-cia, 1937) ve, efectivamente,como inseparables la creación yla lectura, hasta el extremo deque un autor solo se con-firma cuando comienza aescribir “no para sí mis-mo, sino para ese otroyo con el que el ar-tista creativo estásiempre en miste-riosa corresponden-cia y que, felizmen-te, tiene una exis-tenciaobjetivaen al-gún sitio y recibirá al-gún día ese mensajeque se le envía, aunquetalvezelemisorno lleguenunca a saberlo”. Y comoderivación de la actividad lec-tora, el segundo volumen tratade la crítica literaria, tanto apli-cada a la novela como al teatro,así como de la semblanza detres escritores especialmentesignificativos para la novelistaneoyorquina: George Eliot,Henry James y Marcel Proust.Este último, no exactamentepara bien, pues lo considera unfiasco por no haberse converti-do en “el nuevo Balzac”.

    Por el contrario, James fuesu maestro. Le reconocía el de-

    finitivo logro de la focalizaciónnarrativa a partir de la concien-cia de un personaje “reflector”que presta su visión a la voz delnarrador en tercera persona y,sobre todo, admiraba su cons-ciencia de “la arquitectura de lanovela”, que antes del autor deThe Embassadors no le parecíaque hubiese tenido en el mun-do anglosajón un cultivo equi-parable al de los grandes nom-bres de la protonarratologíafrancesa.Wharton intentapaliaresta carencia secundándolo,

    como también lo hará otro desus discípulos, Percy Lubbock,el autor de The Craft of Fiction.Su empeño no va mucho másallá de las buenas intenciones,no solo porque su terminolo-gía se diluya en el impresionis-mo y la carencia de rigor con-ceptual sino porque su conoci-miento de la historia del géne-ro literario que cultivó con cier-to éxito nos resulta más que li-

    mitado. Acierta Wharton al con-siderar la novela “la más nove-dosa, la más fluida y la menosformulada de las artes”, pero,deslumbrada casi en exclusivapor la literatura francesa, des-enfoca por completo la referen-cia a su refundación moderna.

    A través de Schopenhauerparece saber de la existencia deEl Quijote, pero probablementesin haber leído la obra la des-pacha como “una parodia ligerade la novelapicarescade la épo-ca”, de la que tampoco acredita

    saber nada en concre-to. Más sorprendenteresulta, incluso, queno descubra el au-téntico valor de es-tas narraciones es-pañolas del XVI yXVII a través de la

    poderosa improntaque dejaron en los no-

    velistas ingleses delXVIII que Wharton si

    leyó.Yasí, leparecen“librosasombrosamente modernos”

    Adolphe o Manon Lescaut. Paraella, la modernidad novelísticanació, antes que con Stendhal,Flaubert o los rusos, con ¡Ma-dame de La Fayette y La prin-cesa de Clèves!

    Con no mayor perspicacia seaproxima Edith Wharton a la li-teratura de su momento, másallá de la estirpe jamesiana. Suensayode1934“Tendenciasdela ficción actual” consiste en undescarnado alegato contra elModernism al que critica su abs-

    tracción–laenjundia intelectualde la “novela de ideas”– y, endefinitiva, su deseo de nove-dad. Simultáneamente,en “Va-lores permanentes en la fic-ción” reitera su desapego hacia“el señor Joyce y la señoraWolf”, pues “una novela es unaobra de ficción que contieneuna buena historia construidaen torno a unos personajes biendibujados”. Y contrapone, co-mo si fuesen dos técnicas equi-valentes y totalizadoras, el “re-tazo de vida” naturalista y el

    “flujo de conciencia” moder-nista.Estáconvencidadequelaverdaderaoriginalidadnobuscanuevas formas, sino una nuevavisión, que es lo que Henry Ja-meshabíaaportadoa lagrantra-dicióncasiexclusivamentefran-cesa de la novela moderna.

    Deentre todosestosescritosde Edith Wharton, fechadosentre 1902 y 1937, destaca porsu interés el último de ellos, pu-blicado póstumamente, unaspáginas sobre “Mi viejo NuevaYork”. Merece la pena leerlaspara identificar autobiográfica-mente los motivos princi-pales de The Age of Innocence,su premio Pulitzer de 1921 quedio pie a una gran adaptacióncinematográfica de MartinScorsese, la tercera si tenemosen cuenta la que en fecha tantemprana como 1924 realizóWesley Ruggles y la que, ya so-bre la versión teatral de la no-vela, la RKO filmó en 1934.DARÍO VILLANUEVA

    EDITH WHARTON

    Edición de Amelia Pérez de Villar

    Páginas de Espuma. 2012

    172 y 232 páginas. 16 y 17 euros

    Edith Wharton. Escribir ficción. Criticar ficción

    Edith Wharton veía como inseparables la creación y la lectu-

    ra, hasta el extremo de afirmar que un autor solo se con-

    firma cuando comienza a escribir “no para sí mismo”

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    E C O N O M Í A L E T R A S

    A España habían llegado noti-cias o comentarios sobre AxelKicillof por su labor política, porhaber sido subgerente de Aero-líneas Argentinas, la compañíaaérea más deficitaria de Amé-rica Latina, por integrar el im-portante y privilegiado grupo depoder denominado La Cámpo-ra, ligado al hijo de los señoresKirchner, por haber apoyado lausurpación de los fondos depensiones privados de la Ar-gentina, por haber sido uno delos padres intelectuales de laconfiscación de las acciones es-pañolas de YPF y autor de estafrase, pronunciada nada menosque en el Congreso: “el con-cepto de seguridad jurídica eshorrible”; y en general por sucomplicidad y protagonismo enla intervencionista, sectaria, yonerosa gestión con la que la di-nastía Kirchner ha dañado alpueblo argentino.

    Ahora sabemos también quees autor de este libro, que de-fiende a Keynes explícitamen-te y reivindica a Marx implícita-mente. Las consignas mástípicas del marxismo aparecendesde el principio, pero no sele atribuyen. Es Keynes el quese dedica a “desentrañar el ca-rácter histórico de las doctrinas

    económicas…existe una rela-ción directa entre cada periodohistórico y la teoría económicadominante…La teoría econó-mica debe siempre reflejar confidelidad losprocesos socialesdesu tiempo” (pp. 43, 55, 56). Sutorpe historicismo encaja condistorsiones habituales, comoque el lema del liberalismo es el“egoísmo individual”, tiene“escaso contenido científico”, yno es apoyado porque la genteaprecie la libertad sino por fa-vorecer “los intereses de la fuer-za social dominante” (p. 69).

    Finalmente, quien acabacon el liberalismo no es el Es-tado sino “la historia” (p. 100),mientras que elEstado adquie-re protagonis-mo “de maneraespontánea” (p.95), y el patrónoro, que fue li-quidado por losestados, murió“de muerte na-tural” (p. 105).Eso sí, el mer-cado es ciego(pp. 96, 255,273, 405, 409).Sobran otroserrores y confu-siones en ámbitos técnicos deteoría económica, y también elrelativismo y la arrogante de-monización de las ideas no in-tervencionistas, que no son solo

    erradas sino reaccionarias, in-confesables, etc. Pero es incre-íble que un historiador del pen-samiento económico sugieraque no hubo teorías del paro,ni de los sindicatos, ni de losefectosexpansivosdelgasto, an-teriores a Keynes, o que preva-leció el liberalismo a ultranza enel siglo XIX, o que antes deKeynes todo el mundo daba porsentado el pleno empleo comoaxioma, o que J.S.Mill se adhirióabiertamente a la ley de Say.Nada de esto puede sostener-se con el aval de los textos ori-ginales y la historiografía.

    Finalmente, en la página424, Kicillof llega a esta con-

    clusión: “ParaKeynes, el tra-bajo, ayudadopor el estadode la técnica yoperando encierto ambien-te natural, es laúnica fuente denuevo valor”.Esto, indepen-dientemente

    de que es un clamoroso dispa-rate, es en un punto indudable:se trata del eje de la teoría deMarx, es la base de su noción dela explotación del obrero por el

    capitalista, teoría que sus segui-dores intentaron defender acapa y espada ante sus flagran-tes deficiencias y contradiccio-nes. Asombrosamente, es algoque Keynes no reconoció ¡ytampoco reconoce el propio Ki-cillof! ¿Cómo dejar de mencio-nar algo tan trascendental? Ki-cillof lo suelta, y habla deRicardo, que precisamente notenía, al revés de Marx, una te-oría del valor-trabajo al 100 %(parafraseando a Stigler). Cabentres hipótesis, a cual más in-quietante: o el autor no sabíaque esa es la teoría de Marx, ono le pareció importante seña-lar la identificación, o bien pre-firió no aclararla.

    Ahora bien, si lo que queríademostrar Kicillof es que Key-nes era un enemigo de la liber-tad,noeranecesarioescribirme-dio millar de páginas petulantespara ello. Eso es sabido, no solopor los análisis de los economis-tasehistoriadores sinoporqueelpropio Keynes se ocupó de su-brayarlo una y otra vez, aunquequizá nunca como en el prólo-go a la edición alemana de laTeoría General de 1937, del queKicillof evita citar estas líneas:“La teoría del producto comoun todo, que es lo que el pre-sente libro procura plantear, seadapta con mucha más facilidada las condiciones de un estadototalitario que…a las condicio-nes de libre competencia y unamplio grado de laissez-faire”.CARLOS RODRÍGUEZ BRAUN

    ÁXEL KICILLOF

    Edición de Daniel Vila García

    Eudeba. Madrid, 2012

    493 páginas, 29’50 euros

    Volver a KeynesFundamentos de la Teoríageneral de la ocupación,el interés y el dinero

    Si lo que quería demostrar

    Kicillof es que Keynes era

    un enemigo de la libertad,

    no era necesario escribir

    medio millar de páginas

    petulantes para ello.

    A X E L K I C I L L O F ( A R R I B A )I N T E N T A D E S M O N T A R A K E Y N E S

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  • La irracionalidad humana es elgran temadeDanielKahneman(Tel Aviv, 1934), premio Nobelde Economía en 2002. Hay tresetapas en su carrera. En la pri-mera, Amos Tversky (Haifa,1937)yél realizaron unaseriedeexperimentos que revelaronmás o menos 20 “prejuicios cog-nitivos”: unos errores de razo-namiento inconscientesquedis-torsionan nuestra opinión delmundo. En la segunda etapa,mostraron que las personas quetoman decisiones en unas con-diciones inestables no se com-portan de la manera en que losmodelos económicos han su-puesto tradicionalmente, no“maximizan la utilidad”. Mástarde, desarrollaron una expli-cación alternativa de la toma dedecisiones más fiel a la psicolo-gía humana, a la que llamaron

    “teoría de las perspectivas”.(KahnemanrecibióelNobelporeste logro.) En la tercera etapa,tras la muerte de Tversky, Kah-neman ha profundizado en la“psicología hedónica”: la cien-cia de la felicidad, su naturale-zaysuscausas.Susconclusionesen este campo han resultado in-quietantes,ynosoloporqueunode los experimentos clave in-cluía una colonoscopia delibe-radamente prolongada.

    Pensar rápido, pensar despacioabarca estas tres etapas. Es unlibro asombrosamente rico: lú-cido, profundo, repleto de sor-presas intelectuales y de valorpara la autoayuda. Resulta en-tretenido en general y conmo-vedor en numerosas ocasiones,especialmente cuando Kahne-man cuenta con Tversky. Su vi-sión de la imperfecta razón hu-mana es tan impresionante queel columnista del New York Ti-mes David Brooks declaró re-cientemente que su obra “serárecordada durante siglos”.

    Para empezar, uno de los te-mas principales de este libro esel exceso de confianza. Todostendemos a tener una sensaciónexagerada de lo bien que cono-cemos el mundo, como nos re-cuerda Kahneman. A pesar detodos los prejuicios cognitivos,falacias e ilusiones que Tverskyy él pretenden haber descu-bierto, evita la atrevida afirma-ción de que los seres humanosson básicamente irracionales.¿Pero lo hace? “La mayoría denosotros estamos sanos la mayorpartedel tiempo,y lamayoríadenuestros juicios y acciones sonapropiados la mayor parte deltiempo”, escribe Kahneman ensu introducción (p. 14). Sin em-bargo, al cabo de pocas páginas,señala que el trabajo que realizócon Tversky desafiaba la ideaortodoxa entre los científicos so-ciales de los 70 de que las per-sonas son por lo general racio-nales.Los dos psicólogosdescu-brieron errores sistemáticos enelpensamientodepersonasnor-

    males. Aunque Kahneman soloextrae unas modestas conclu-siones políticas, otros van mu-cho más lejos y hablan de cómoresolvemos las crisis económi-cas, por ejemplo. Estas conclu-siones radicales, aunque elautorno las respalde, me hacen frun-cir el ceño. Y al fruncir el ceño–como uno descubre en este li-bro– se activa el escéptico quellevamos dentro: lo que Kah-neman llama “Sistema 2”. Soloel fruncir el ceño, como mues-tran los experimentos, sirve parareducir el exceso de confianza,hace que seamos más analíti-

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    L E T R A S

    DANIEL KAHNEMAN

    Traducción: Joaquín Chamorro

    Debate. Barcelona, 2012

    667 páginas, 24’90 euros

    Pensar rápido,pensar despacio

    Pensar rápido, pensar des-

    pacio es un libro asombrosa-

    mente rico: lúcido, profundo,

    repleto de sorpresas intelec-

    tuales. Resulta entretenido

    en general y conmovedor en

    numerosas ocasiones

    Pag 22-23ok.qxd 29/06/2012 20:06 PÆgina 22

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    cos y estemos alerta. Y esa es larazón por la que leí este libro ex-traordinariamente interesantefrunciendo el ceño con escep-ticismo.

    El Sistema 2, según el es-quema de Kahneman, es nues-tra forma lenta, deliberada, ana-lítica y conscientemente dili-gente de razonar sobre el mun-do. El Sistema 1, por el contra-rio, es nuestra forma de razonarrápida, automática, intuitiva yen gran parte inconsciente. Esel Sistema 1 el que detecta lahostilidad en una voz. El Siste-ma 2 es el que entra en accióncuando tenemos que rellenarla declaración de la renta. El Sis-tema 1 propone, el Sistema 2dispone. De modo que pareceque el Sistema 2 es el jefe, ¿no?En principio, sí. Pero el Sistema2, además de ser más reflexivo yracional, también es vago. Y secansa con facilidad. “Aunque elSistema 2 cree que está dondeestá la acción”, escribe Kahne-man, “el Sistema 1 es el héroe

    de este libro”. Llegados a estepunto, el lector escéptico podríapreguntarse si debe tomarse enserio todo lo que se dice del Sis-tema1ydelSistema2. ¿Sonunapareja de pequeños agentes ennuestra cabeza? La verdad esque no, afirma Kahneman. Sonmás bien “ficciones útiles”quenos ayudan a explicar las sin-gularidades de la mente.

    Kahnemandescribeunagrancantidad de fallos en la raciona-lidad, demostrados con experi-mentoscomo“laomisióndel ín-dice de base”, “la cascada dedisponibilidad”, “la ilusiónde lavalidez”, etc. El efecto acumu-lado es hacer que el lector pier-da la esperanza en la razón hu-mana. Naturalmente, algunosprejuicios cognitivos se ponende manifiesto en las situacionesmás naturales. Tomemos, porejemplo, lo que Kahneman lla-ma la “falacia de la planifica-ción”: nuestra tendencia a so-

    breestimar los beneficios y a su-bestimar los costes, y de ahí laaceptación estúpida de proyec-tos arriesgados. En 2002, los es-tadounidenses que reformabansus cocinas, por ejemplo, espe-raban que el trabajo costara unamedia de 18.658 dólares, peroacababan pagando 38.769.

    La falacia de la planificaciónes “solo una de las manifesta-ciones de un prejuicio optimis-ta generalizado”, escribe Kah-neman. Ahora bien, si unainclinación hacia el optimismopuede ser malo, ya que generafalsas ideas, como la “ilusión deque lo controlamos todo”, sinella, ¿seríamos incluso capacesde levantarnos por la mañana?Los optimistas son psicológica-mente más resistentes, tienensistemas inmunológicos másfuertes y viven más años que lospesimistas. Es más, según Kah-neman el optimismo exageradosirve para proteger tanto a laspersonas como a las organiza-ciones de los efectos paralizan-tesdeotroprejuicio,“la aversióna las pérdidas”: nuestra tenden-cia a temer las pérdidas más delo que valoramos las ganancias.

    Incluso si pudiésemos des-hacernos de los prejuicios y delas ilusiones identificados eneste libro, no queda claro queesto mejoraría nuestras vidas.Y esto plantea una preguntafundamental: ¿qué propósitotiene la racionalidad? Al fin yal cabo, somos supervivientesdarwinianos. Nuestras capaci-dades de razonamiento cotidia-nashanevolucionadoparahacerfrente de manera eficaz a un en-torno complejo y dinámico.

    Kahneman nunca se enfren-ta filosóficamente a la naturale-za de la racionalidad, pero pro-porciona una explicaciónfascinantede loquepodríapen-sarse que es su objetivo: la feli-

    cidad. ¿Qué significa ser feliz?La primera vez que Kahnemanseocupódeestapregunta,ame-diados de la década de los 90,la mayoría de los estudios so-bre la felicidadconsistíanenpre-guntarle a la gente lo satisfechaqueestabaconsuvida.Peroesasvaloraciones retrospectivas de-penden de la memoria, que espoco fiable. Sin embargo, ¿quépasaría si se pudiesen tomarmuestras de la experiencia realde placer o de dolor de una per-sona a cada momento, y si luegose pudiese resumir a lo largo deltiempo? Kahneman llama aestobienestar “experimentado”, encontraposición al bienestar “re-cordado” en el que los investi-gadoressehabíanbasado.Ydes-cubrióqueestasdosmedidasdela felicidad difieren de formasorprendente.Lo que hace felizal “yo experimentador” no eslomismoqueloquehacefelizal“yo recordador”. Concretamen-te, al yo recordador no le preo-cupa lo mucho que dura una ex-periencia. En cambio, valoraretrospectivamente una expe-riencia según el nivel máximode dolor o de placer que expe-rimentó, y según la forma enque acaba la experiencia.

    Paracuando lleguéal finaldePensar rápido,pensardespacio, miceño fruncido escéptico habíadado paso hacía mucho tiempoa una sonrisa de satisfacción in-telectual. Al evaluar el libro, ins-to a todo el mundo, con plenaconfianza, a comprarlo y a leer-lo. Pero esto es para aquellosqueesténsólo interesados en lasconclusiones de Kahneman so-bre la pregunta de MalcolmGladwell: sihanrecibidomásde10.000horasde formaciónenunentorno predecible y de reac-ción rápida, entonces parpade-en. En todos los demás casos,piensen. JIM HOLT

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    L E T R A S C I E N C I A

    El horizonte temporal del de-bate político sobre el cambio cli-mático y otros cambios que es-tán ocurriendo en nuestroplaneta no suele superar el deuna legislatura y el de la mayo-ría de los numerosos libros quese escriben sobre el calenta-miento global no va más allá delmedio siglo. Lo singulardel tex-to de Curt Stager (Lancanster,1956) es que se ha propuestoabarcar en su especulación lospróximos 100 milenios.

    Stager es un científico cur-tido en la divulgación, perocomo paleo-ecólogoy paleo- cli-matólogo su especialidad hasido mirar al pasado, por lo queescribir este libro le ha supues-toungirode180grados.“Cuan-to más atrás miremos más lejosveremos hacia el futuro”, es unacita de Winston Churchill queencabeza uno de los capítulos y,en efecto, mirar al pasado esmuy conveniente a la hora deenjuiciar los cambios actuales,ya que es bueno recordar que elflorecimiento de todas las cul-turas humanas que conocemosha ocurrido en una burbuja debonanza, un periodo de benig-na estabilidad climática que seprodujo a partir de la última gla-ciación. La salida de esta gla-ciación no fue suave sino turbu-

    lenta, con bruscos saltos atrásque provocaron fríos y sequíasdevastadores, con cambios quese producían a veces en menosde un siglo e incluso en menosde una década. El invento dela agricultura, que fue casi sin-crónico en distintas partes delmundo, ocurrió según parece enrespuesta a uno de estos acon-tecimientos catastróficos. En laescala de tiempos quenos propone Stager, laspreocupantes y gravesalteraciones de nuestrohábitat que están ocu-rriendo en la actualidadno dejarán de ser unamera anécdota. El frío, yla sequía que conlleva,puede ser mucho másterriblequeelcalorysusconsecuencias, por loque si queremos ser frí-volamente optimistas podemosdecir que los males derivadosdel calentamiento antropogéni-co de la superficie del planetaserán compensados si este ca-lentamiento retrasa significati-vamente la próxima gran glacia-ción, pero hay que apresurarse adecir que no nos conviene seroptimistas en esa medida.

    Stager empieza dándonos labienvenida “al fin del mundonatural entendido como un do-

    minio que, de algún modo sig-nificativo, se mantenía distintoy separado de la humanidad”.El autor despliega ante nosotroslo que podría ser el mundo másallá de nuestro siglo, más allá delcalentamiento global: el últimogran deshielo, la vida en un su-perinvernadero, los fósiles delfuturo, los océanos acidificados,la marea que viene, el ártico sin

    hielo, Groenlandia reverdeciday los trópicos subvertidos. Elau-tor nos enfrenta a un panoramaen el que la especie humana ha-brá sobrevivido,nosabemosconqué dimensión ni en qué esta-do, pero habrá perdido la com-pañía de innumerables especiesactuales. Los supervivientes es-tarán más solos que nosotros.

    Si en relación con el futuroclimático inmediato existen lascontroversias que existen, dada

    la incertidumbre que todo fu-turo comporta, cabe suponerque la mayor parte de lo ex-puesto en este libro debería seraún más controvertido y si nohay esencialmente debate algu-no, debemos pensar que sedebe a la incapacidad de los hu-manos para imaginar algo tan le-jano sobre lo que es tan difícilelaborarcálculos fiables.Todoeldebate del clima gravita sobre elfuturo que se deriva de unosmodeloscomputacionalescuyaslimitaciones a la hora de encap-

    sular la realidad son con-siderables. Al abordar elcomplejo futuro de lostrópicos, Stager parecequerer curarse en saludcitando al estadístico G.Box cuando escribe que“esencialmente todos losmodelos son erróneos,pero algunos son útiles.”Los modelos son tantomás útiles cuanto másdepurados, de modo que

    hoy podemos fiarnos de las pre-diccionesmeteorológicasparaeldía siguiente con mucha másconfianza que de los modelosclimáticos, a pesar de que a es-tos últimos se han dedicado losmejores especialistas del ramo.

    Lo que nos presenta CurtStager es una visión bastanteelaborada del futuro profundo,bien escrita, tal vez algo proli-ja, seguramente err