PRÓLOGO

El valor de estos mensajes será grandemente acrecentado si primero se lee las Escrituras que encabezan cada capítulo. También ayudará al lector, si se tiene en cuenta que la forma hablada ha sido mantenida, y esa forma la concisión y precisión literaria ha sido abandonada; tú estás escuchando a un orador en lugar de leer un libro.

T. Austin Sparks

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CONTENIDO

Introducción……………………………………………………………………………………………4

Parte I

1. La grandeza de Cristo……………………………………………………………………………6

2. La grandeza de Cristo en Sus posesiones……………………………………………...12

3. La grandeza de Cristo como Hijo…………………………………………………………20

Parte II

4. La grandeza de la Cruz………………………………………………………………………30

5. La grandeza de la muerte de Cristo…………………………………………………….39

6. La grandeza de la Resurrección………………………………………………………….48

7. La grandeza de la entronización de Cristo…………………………………………..54

Parte III

8. La grandeza de la Iglesia…………………………………………………………………..62

Parte IV

9. La grandeza de la Palabra de Dios……………………………………………………...74

INTRODUCCIÓN

Leer: 1 Crónicas 28 y 29.

En estos capítulos se mostrará algo que, en su realización, es la solución a todos nuestros problemas, y podremos ser liberados de todas nuestras dificultades. En una palabra, ese algo es el ensanchamiento espiritual. La mayoría de nuestros problemas se debe a nuestra niñez espiritual. Pablo reconoció que el ensanchamiento es la solución a los problemas muy grandes en Corinto, y nosotros conocemos cuáles son los problemas y las dificultades que tuvo que enfrentar él. En conclusión, él reunió todo en una sola, atrevida y explosiva declaración: "Nuestra boca se ha abierto a vosotros, oh corintios; nuestro corazón se ha ensanchado. No estáis estrechos en nosotros, pero sí sois estrechos en vuestro propio corazón. Pues, para comprender del mismo modo (como a hijos hablo), ensanchaos también vosotros” (2 Corintios 6:11-13). Esa fue sólo una forma integradora e inclusiva de decir: "Todas estas cosas que constituyen tales problemas entre vosotros, estos problemas, estas dificultades se deben a vuestra estrechez espiritual; si justamente vosotros fueseis personas más ensanchadas, muchas de estas cosas desaparecerían para siempre. La salida es el ensanche espiritual".

Muy a menudo es verdad que el colapso de las cosas en diferentes ámbitos ha sido porque no ha habido nadie lo suficientemente prominente como para hacerle frente a eso. Si sólo hubiera habido alguien con la medida adecuada para luchar con aquello, la situación se hubiera salvado. Este es un día cuando todo tipo de enfermedades son preocupantes para la Iglesia y para el turbado cristianismo. No es necesario que hablemos de eso, porque somos conscientes de lo que está sucediendo, no obstante todo eso se debe principalmente a la falta de madurez espiritual, o, para ponerlo de nuevo de otra manera, se debe a la puerilidad y poquedad espiritual. La única salida es el ensanchamiento, un nuevo horizonte y un nuevo sentido de la madurez a la cual nosotros, como cristianos, somos llevados. Pero, desafortunadamente, hoy, en muchas direcciones, el ensanchamiento entre los cristianos es justo el que está de acuerdo con las normas de la grandeza según los parámetros del mundo, y no con las normas del Señor.

Ahora, en estos textos de las Escrituras, hay cuatro grandes puntos cruciales. Los podríamos llamar: “Los cuatro pilares de la fe", "Las cuatro grandezas”, y hemos cubierto todo esto en los dos capítulos que acabamos de leer. Conforme al tipo y al principio son:

1. La grandeza de Cristo, el Hijo mayor de David.

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2. La grandeza de la Cruz, como se sugiere en el altar y la inmensidad del sacrificio colectivo.

3. La grandeza de la Iglesia, la Casa de Dios.

4. La grandeza de la Palabra de Dios, que se indica en estos capítulos en dos puntos.

a) En primer lugar, se dice que la grandeza de Salomón depende enteramente de su fidelidad a la Palabra de Dios.

b) En segundo lugar, David, en la entrega del modelo de la Casa de Dios a Salomón, dijo que había recibido todo por escrito del Señor; era la Palabra de Dios la que regía.

Esas son las cuatro grandes cosas en estos textos de las Escrituras.

PARTE I

Capítulo 1

LA GRANDEZA DE CRISTO

LA GRANDEZA DE CRISTO COMO REY

Empezamos ahora con la primera, la grandeza de Cristo. Esto es mostrado a través de la prefiguración de Salomón, cuyo nombre, como ustedes saben, fue alternativamente Jedidías, "Amado de Dios" (2 Samuel 12:25). La forma como fue escogido Salomón, es algo muy notable y muy maravilloso, y nosotros vamos a decir algo acerca de eso en este momento. Pero recordemos la declaración formulada en el nacimiento de Salomón: "Y consoló David a Betsabé su mujer.... y ella le dio a luz un hijo, y llamó su nombre Salomón, al cual amó el Señor, y envió un mensaje por medio de Natán profeta; así llamó su nombre Jedidías, a causa del Señor" (2 Samuel 12:24,25). Así provee esto por poco tiempo.

SU FILIACIÓN

Pero a medida que nos acercamos a Cristo a través de Salomón, hay varios aspectos bastante generales que nos conducen. En primer lugar, Salomón fue el único en quien es manifestado todo el designio de la realeza de acuerdo con el pensamiento de Dios, en principio y como tipo. Sabemos que su reinado constituye el apogeo de la historia de Israel. Aunque David es siempre mencionado como el mejor rey de Israel, y con razón, sin embargo, Salomón pone de manifiesto toda la gloria de David; él es el complemento, el fruto maduro de la realeza de David, y viene en su lugar como a la parte superior de toda la realeza en Israel en un principio espiritual, y ese principio es la filiación. La filiación es el todo, el fruto maduro del pensamiento divino. No hay pensamiento más alto en la mente divina, y no es posible algo mayor y más alto para cualquier ser, que el de la filiación en el sentido divino. El llamado a la filiación es la cosa más grande que nunca Dios le haya extendido a nadie. En Cristo la filiación es plena, y Salomón representa la verdad y el principio de la filiación. "Él (Salomón) será a mí por hijo, y yo le seré por padre" (1 Crónicas 22:10). "Y de entre todos mis hijos (porque el Señor me ha dado muchos hijos), eligió a mi hijo Salomón" (1 Crónicas 28:5). Esto es recopilar la filiación en un sentido pleno y en la plena medida en él, y esto está apuntando a Cristo. Eso

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nos da una idea muy completa de lo que es la realeza de acuerdo con la mente divina; esto es la filiación.

Todo eso es cierto de Salomón, y está registrado de él que es apenas una sombra de lo que es Cristo espiritualmente. Tú comienzas en la principal piedra en el más amplio sentido, la plena y definitiva revelación de Dios, lo dicho por Dios. "Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo" (Hebreos 1:1,2), o, literalmente, "ha hablado el sabio Hijo". Tú no puedes ir más lejos de eso. Él ha llegado al final de todas las partes, y encontró la inclusividad y la finalidad en Su Hijo. Esto, entonces, explica el por qué Salomón ocupa el lugar que ocupa como en la cúspide de la realeza, es el principio de la filiación incorporada. Él, entonces, es el fruto maduro, o la plena expresión de esa idea divina –la realeza. Es visto que la realeza es una idea divina, un pensamiento en la mente de Dios.

SU REALEZA MORAL Y ESPIRITUAL

Pero ahora, con relación a lo que acabamos de decir acerca de la filiación, ese pensamiento relativo a la realeza divina no es sólo un asunto oficial, ni una posición. La realeza, en la mente de Dios, se trata de un tipo de persona, pero no de cualquier persona. Dios no hace a nadie un rey; esto es un tipo de persona. Este es un asunto moral y espiritual. Son factores morales y espirituales que sostienen y apoyan el Trono Divino, y el rey de Dios debe ser la plena expresión de las características morales y espirituales. Con Dios, un rey es sólo un rey cuando es de carácter real, y no porque él venga de una línea de sucesión, ni por cualquier otro motivo de elección y selección por todos. Con Dios, el reinado es de carácter real, y Salomón, maravilloso es decirlo, es traido, en la soberanía de Dios, a ese lugar donde la realeza alcanza su plena expresión, por cuanto se refiere al tipo, si bien eso, por supuesto, siempre está a la altura de la realidad.

Cuando tú pasas de Salomón a Cristo, entonces tienes esto mismo en preeminencia. "Yo he puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte" (Salmo 2:6). ¿Por qué? Porque Él es majestuoso. En el mayor y más completo sentido, es la encarnación de todos los elevados pensamientos de Dios, tanto moral como espiritualmente. Cuando hablamos de Jesucristo como el Señor que es, y cuando pensamos en Él en términos de la realeza, del señorío, del gobierno, y de Su Reino, no estamos pensando en las cosas temporales. Estamos pensando en las cosas espirituales. Él sostiene Su posición en virtud de Su carácter, y lo que Él es en persona. No hay nadie como Él.

LA FALSIFICACIÓN DE SATANÁS

Pero entonces nota otra cosa. Aquí está este pensamiento divino y la idea sobre la realeza que es representada por Salomón en forma completa, pero cuando tienes un pensamiento Divino que lleva una intención divina, tú siempre tendrás otro pensamiento, algo que es destinado a tomar el lugar del pensamiento divino. Así, en el asunto de la monarquía, tienes que volver atrás en la historia de Israel, y te encuentras con el pensamiento divino subvertido. El primero de la línea de los reyes temporales y reales fue Saúl, y Saúl no era fruto del pensamiento de Dios, sino la encarnación del pensamiento del hombre.

En un momento cuando la vida espiritual de Israel era muy baja, y las cuestiones espirituales no eran dominantes, Satanás encontró su oportunidad –como siempre lo hace cuando la vida espiritual sufre un bajón. Él se abalanzó sobre eso, tomó ventaja en aquella condición espiritual, y sugirió la idea de la monarquía a hombres de baja y pobre espiritualidad; lo que significa que por no tener los pensamientos de Dios y de la mente de Dios (porque no eran hombres del Espíritu) se aceptó la sugerencia de la monarquía y se encontró un rey movido por su propia mente. Así se precipitó este asunto, anticipó el pensa-miento de Dios, y Saúl se entrometió en lo que no había sido llamado. ¿Te das cuenta de cómo eso ha sucedido una y otra vez –un pensamiento Divino que lleva una intención divina, y entonces el enemigo tratando de evitar y poner algo en el mismo principio, pero de un tipo diferente? Esto casi ocurrió con el mismo Salomón. Salomón fue elegido, y David había dado su palabra acerca de él; entonces Adonías, su hermano, trabajó de manera sutil y se reunieron dirigentes en torno a él mismo. Él hizo una fiesta y se proclamó rey, con el fin de llevarse el trono de Salomón. Gracias a Dios, esto no funcionó, pero tú puedes ver lo ocurrido, y cómo exactamente esto está en armonía con algo que comúnmente sucede. Esto va a suceder en el camino supremo. Dios va a traer, final y plenamente, Su Rey –a Su Hijo–, y Satanás tendrá al Anticristo, la encarnación de todos los pensamientos humanos sobre la realeza, empujado a la palestra para tratar de anticiparse a Dios.

Tengamos en cuenta que, no sólo en estos grandes escenarios, sino en todos los sentidos, un estado de bajo perfil de vida espiritual es siempre una oportunidad en manos de Satanás para dar algo sobre un principio divino, pero que en sí es falso. La única seguridad está en la plenitud de vida espiritual. Eso es lo que salió en Salomón –seguridad cuando las cosas estaban en plenitud en Israel. No había ninguna posibilidad para que alguna otra cosa pudiese entrar. La seguridad no está a lo largo de la línea de la sospecha, velando como perros hacia cada amago de herejía, y ver si las cosas son sólidas. La seguridad es absoluta al descansar en el señorío de Jesucristo, y todo lo que eso significa. Si

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el pueblo de Dios llegare, no tiene que preocuparse por el éxito en todo de estas otras cosas.

He dicho al principio que hay todo tipo de enfermedades que afligen a la Iglesia, que se deben a esta pobreza en la vida espiritual, y estas enfermedades son las sospechas, los prejuicios, los miedos, todo esto que está pasando alrededor, y que es apagamiento, invalidez y paralización en la vida de la Iglesia. Si estuviéramos sólo en pleno diluvio de vida espiritual y todo lo que significa Cristo en Su lugar, querríamos ser librados de todas estas cosas y querríamos ser adquiridos para el trabajo de construir la Casa, en lugar de todo el tiempo ser tomados con la pregunta: "¿Es esto muy fuerte, muy bueno?" Bueno, Saúl fue la encarnación de la idea del hombre, no la de Dios, y él fue el intento de monopolizar ese Divino pensamiento, como lo será el Anticristo, pero está condenado al fracaso, al igual que todas las ideas de los hombres cuando están tratando de suplantar la manera de actuar de Dios. En última instancia, son condenados.

LA GRACIA SOBERANA

Un asunto acerca de Salomón. Él llegó a su casa, y la sostuvo, por la soberanía divina, porque era amado de Dios. Esas dos cosas deben mantenerse siempre juntas. Soberanía, sí, pero porque él era amado de Dios. Es el misterio del nacimiento de Salomón. Sabemos lo que Betsabé era y lo que ocurrió, la tragedia y la ruptura de la relación con el nacimiento de Salomón, y si comenzamos a hacer preguntas entramos en dificultades, pero tenemos que ver una soberanía al trabajar detrás de esto. Y, aunque no relaciono esto con el Señor Jesús, hay una línea, aunque en Su caso eso lleva este principio maravilloso. Es soberana de la gracia. Oh, si alguien es la encarnación de la gracia soberana en la expresión plena, ese es Salomón. ¿Te acuerdas de la genealogía del Señor Jesús en la apertura de los Evangelios, y algunas de las personas mencionadas en ella? Rahab la ramera, y Cristo desciende de ella. Y Rut la moabita. Dices que se trata de pasos oscuros que conducen a Cristo. ¿Pero acaso son? Depende de cómo se mire. Ellos conducen hasta Aquel que es la encarnación de la gracia soberana, y eso es todo lo que se tiene que decir al respecto. Gracias a Rahab. ¿Debería estar en la Divina línea? Y Ruth ¿debería estar aquí? Una moabita, sobre cuyos pueblos y naciones la Palabra se ha pronunciado: "No entrará amonita ni moabita en la congregación del Señor, ni hasta la décima generación de ellos; no entrarán en la congregación del Señor para siempre" (Deuteronomio 23:3).¿Qué ha salido mal? Sencillamente que la gracia ha triunfado sobre la ley; eso es todo. "Cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia" (Romanos 5:20), y todo esto es reunido en Cristo.

Y, fíjese, que fue en ese lugar –en el Jordán– donde en tipología Él había

cumplido toda la obra de la gracia para nosotros en muerte, sepultura y resurrección, en el cual los cielos fueron abiertos, y se oyó la voz: "Este es mi Hijo amado" (Mateo 3:17) –el amado de Dios. Por otra parte, el sentimiento del amor es todo en el terreno de la gracia: "Él nos hizo aceptos en el Amado" (Efesios 1:6); "El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo" (Colosenses 1:13). Así que Salomón tiene su lugar en la soberanía, pero sólo porque él es amado por el Señor. Por supuesto, yo no voy a tocar los derechos divinos del Señor Jesús en pie de igualdad con Dios, sobre Sus derechos a reinar, o de ser el Señor; por lo que veo, la Biblia no está, en primer lugar, ocupada con lo que Dios y Cristo son en Sí mismos, fuera de este universo, y lejos de nosotros. La Biblia se refiere a la forma en que Ellos han entrado en nuestra vida, en nuestro mundo, y la base sobre la que han adoptado este mundo, esta creación, y eso es la gracia. Y la filiación, por lo que se refiere el Nuevo Testamento, siempre está ligada con la gracia divina. Por eso encontramos la filiación en la redención, en la reconciliación, en la justificación. Es un asunto espiritual, no oficial, a través de la gracia de Dios.

¿Por qué Dios actuó tan generosamente y sin reservas con Salomón? Se necesita mucho espacio en los libros de Samuel, Reyes y Crónicas, mucho más de lo que sería capaz de darle como telón de fondo, incluso para lo que tengo que decir, pero parece, si lo leemos, que el Señor se estaba refiriendo a Sí mismo cuando se refería a prodigarle a Salomón buenas cosas sobre él –dar, dar, dar. El Señor le dio riqueza y honores (2 Crónicas 1:12), y parece que Él no encontró restricción en lo que acaba de prodigarle a Salomón. ¿Por qué? Porque Él estaba viendo a través de Salomón a Aquel que Él intentaba que Salomón representase la forma más completa como nunca pudiese ser otra representación del Señor Jesús. Dios estaba diciendo, en efecto: «Si vamos a tener una representación de lo real, vamos a tener una representación real y vamos a hacerlo bien". Él fue tan lejos como podía ir con un hombre que no era Su Hijo, en realidad, en este sentido espiritual , porque Él vio al otro Hijo todo el tiempo.

Queridos amigos, ¿no hacemos venir de nuevo directo a nosotros con esto: que una verdadera aprehensión y apreciación del Señor Jesús es el camino justo al rostro de Dios? ¿Quieres tú la plenitud espiritual? ¿Quieres conocer toda esa riqueza de la que hablaremos como poseída por Salomón, la cual se le había dado a él? ¿Quieres saber de dónde la sonrisa de Dios puede estar sobre ti, y Él estar sin moderación en tu ensanchamiento espiritual? ¿Cómo puede ser? No por el esfuerzo, ni búsqueda, ni ningún tipo de control interno, lucha, o esfuerzo, sino por la recta y razonable apreciación de Su Hijo, estando ocupados con Cristo, viendo y aprehendiendo al Hijo de Dios en la realidad por el Espíritu Santo. La forma de caminar en la luz del rostro divino, donde Dios te

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puede dar, te puede conducir y enseñar, y te puede enriquecer y ampliar lo que es la aprehensión adecuada del Señor Jesús. Estás ocupado con Él, y la tensión desaparece.

Podemos notar que en esos días en que Salomón estaba en su lugar, había reposo en todo ese contorno (1 Reyes 4:24); la tierra tuvo reposo y la gente gozaba de descanso –ellos encontraron reposo para su su alma. Es justo como cuando el Señor Jesús tiene Su lugar en nosotros, y nosotros, por el Espíritu, lo estamos viendo a Él. La tensión amaina, entra en reposo, y la guerra interna se detiene, deja de presionarnos. Sí, es todo lo vinculado con el Hijo de Dios, que Él posea su domicilio completo en nosotros, con nuestro ser ocupados con Él, y verle por el Espíritu.

Esta es sólo una idea, un fragmento, de la grandeza de Cristo; pero, ¡oh! tan cierto es que si las condiciones espirituales en la Iglesia llegar a ser de nuevo como solía ser en Israel en los días de Salomón, tendremos que salir de la pequeñez de nuestra comprensión de la verdad y tener un gran ensancha-miento de corazón. Ojalá que el Señor nos conceda ojos para ver a un Cristo más grande que nunca habíamos imaginado, una cruz más grande, una Iglesia más ensanchada, y una mayor Palabra de Dios.

Capítulo 2

LA GRANDEZA DE CRISTO

EN SUS POSESIONES

Leer: 1 Reyes 10.

En este capítulo, Salomón establece la grandeza de Cristo en tres aspectos –en sus riquezas, en su comida y en su sabiduría. Una vez más volvemos nuestros pasos a esta consideración que rige: ¿por qué todos estos detalles y elaboración? ¿Por qué ocupa todo este espacio en los tres libros –Samuel, Reyes y Crónicas–, orientada hacia el establecimiento de una manera muy minuciosa y exhaustiva de la grandeza de Salomón, y especialmente en estas tres direcciones? Hay una doble respuesta. La primera parte es la que ya hemos sugerido: que era soberanamente elegido para mostrar los pensamientos divinos en torno al Hijo mayor de David, y el verdadero sentido de la filiación según el corazón de Dios. La segunda no es otra, sino sólo una parte de la primera: que el propósito era lograr que fuese mostrada la gloria de Dios; en otras palabras, para glorificar a Dios.

SUS RIQUEZAS

(A) PARA MOSTRAR LA GLORIA DE DIOS

Acuérdate de cómo David desembocó en esto. Reunió toda la riqueza, el oro para las cosas de oro, la plata para las cosas de plata, los metales y las piedras preciosas, y luego agregó de su propio y enorme tesoro –y era un gran tesoro–, y le entregó todo eso para la Casa del Señor (1 Crónicas 28 y 29). Es una gran descripción, muy completa y casi abrumadora. Pero entonces, de repente David parece decaer ante todo eso, y mientras lees se siente una especie de anticlímax. Después de haber incrementado la elocuencia acerca de la dedicación de todo al Señor, y la alegría de hacerlo, de repente, en otra voz, suave, silencioso, sumiso, dice: "Pero, después de todo, Señor, ¿qué hemos hecho? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos. Toda esta abundancia que hemos preparado para edificar la casa a tu santo nombre, de tu mano es, y todo es tuyo, esa riqueza no procede de nosotros; todo es tuyo. Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria, y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas". Después

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de todo, es la gloria del Señor, no la nuestra. Y David pasó todo a su hijo Salomón; el hijo hizo todo esto, y trajo esa gloria de Dios, esa riqueza de Dios, a un cuerpo de expresión –la casa de Dios para la gloria de Dios; “porque la casa no es para hombre, sino para Jehová Dios", y "ha de ser magnífica por excelencia" (1 Crónicas 29:1 y 22:5).

Lo que rige todo lo de esta descripción, y explica las precauciones tomadas para dar cada detalle en plenitud, es la gloria de Dios. Así que la riqueza es la riqueza de Su gloria. Las riquezas y la gloria de Salomón han pasado y se han ido, pero con el Hijo mayor, el Unigénito del Padre, la verdadera riqueza –la riqueza imperecedera, la que nunca pasa–, es almacenada y traída, como veremos más adelante, para establecerla en la Iglesia. Pero por el momento tomamos nota de que ellas están en primer lugar reunidas en Cristo.

Así que la respuesta a nuestro inicial requerimiento es esta final y suprema: Esta grande y completa presentación de la riqueza de Salomón es lo que nos lleva a glorificar a Dios, para conducir a un pueblo a la adoración. Porque eso es exactamente lo que sucedió –la revelación de la gloria de Dios en un hombre (¡pero qué hombre!) resultó en un pueblo adorador.

(B) PARA EL ENRIQUECIMIENTO DE SU PUEBLO

La reina de Sabá fue a ver por causa del Nombre del Señor (1 Reyes 10:1), y el nombre del Señor es el que está involucrado en esto. El Nombre del Señor está ligado a la plenitud de Cristo, y la gloria de Dios depende de cómo es visto y conocido Cristo como la plenitud divina. Debe llegar a esto –no nos podemos mantener alejados de eso–, que el Señor es sólo glorificado mientras Su plenitud real se ponga en práctica en la revelación de Cristo en el casa de Dios. Mientras que lo primero y todo lo que impere allí sea la glorificación de Dios –y todo se remonte a Dios, porque Dios le dio las riquezas, la sabiduría y el poder a Salomón–, lo que de inmediato resulta en el enriquecimiento del pueblo de Dios. La generosidad divina nunca tuvo la intención de limitarse a Salomón como un individuo solitario, a fin de que existiese este hombre y caminase por sí mismo como una unidad aislada en su reino, gastando toda su riqueza en sí mismo, y, como uno de sus pavos reales, pavoneándose en su propia gloria, replegado sobre sí mismo, al igual que Nabucodonosor: "¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?" (Daniel 4:30). No hay nada como eso aquí. Se nota que de inmediato esto es arrojado del pueblo de Dios, y que esto es para ellos, para su enriquecimiento. No es para uso personal y centrado en sí mismo, sino por los intereses de Israel; y la reina de Sabá pone su dedo sobre lo siguiente: "Porque

el Señor ha amado siempre a Israel, te ha puesto por rey" (1 Reyes 10:9).

Cuando nos dirigimos a la Carta a los Efesios, tenemos esa pequeña, notable y misteriosa frase en la oración de Pablo, rogando por un espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Cristo "para que sepáis cuál es la esperanza a que él os llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos" (Efesios 1:18). ¿Qué significa eso? Bueno, en el misterio de Dios, esto puede significar que Cristo tiene algo en los santos –que es Su herencia, algo que Él y sólo Él sabe cómo puede ser esto–, que considera que vale la pena tener, algo para Su propia satisfacción, por lo cual Él mismo es enriquecido. No sé cómo puede ser eso, pero yo lo veo así: que la herencia de Cristo es recibida del Padre, toda la plenitud de Dios es derramada sobre Él y acumulada en Él, y Él la trae a Su Iglesia –Su herencia es traída a los santos. Ya sea que se trate de una verdadera exégesis o no, no lo sé absolutamente, pero creo que hay verdad en esto, que Cristo trae a la Iglesia la riqueza que ha heredado como el Hijo, al igual que Salomón hizo traer a la casa de Dios y a Israel esta gran riqueza que había sido dada por Dios. Es la herencia de Cristo en los santos, no para Sí mismo. Él tenía eso sin venir aquí: "Aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese" (Juan 17:5). Él lo tenía todo, porque Él creó todas las cosas, pero ahora Él ha traído Su plenitud aquí, y "de su plenitud tomamos todos, y gracia por gracia" (Juan 1:16); "y vosotros estáis completos en él" (Colosenses 2:10). Él es la riqueza de Su pueblo. Así que la gloria de las obras de Dios ronda de esa manera.

Queridos amigos, no es para la gloria de Dios que cualquier hijo de Dios deba estar en pobreza espiritual, o que Su Iglesia se halle necesitada de riqueza espiritual. Él pensamiento de Dios, y lo que Él está ansioso por hacer, es hacer rica a Su Iglesia más allá de sus propios sueños, en las riquezas de Cristo. Pablo vio y supo algo de esto: "¡Oh profundidad de las riquezas... de Dios!" (Romanos 11:33), y otra vez: "Las riquezas de su gracia" (Efesios 1:7). Me haría falta mucho tiempo para detenerme en las separadas riquezas de Cristo, en todas las riquezas de la gracia. Sólo podemos hacer la declaración. Mi problema es mantener esas cosas apartes. Veo que la grandeza de la Iglesia es algo que tiene que ser tratado por sí mismo, pero aquí se superponen a la vez. La plenitud, la riqueza, la abundancia de Cristo, todo lo que se acumula en Cristo, es a la manera eclesiástica, no a la manera individual; es corporativa, colectiva. Pertenece a toda la asamblea. Esto tomará todo el cuerpo entero para hacerlo el vaso adecuado de la plenitud de Cristo. Habiendo dicho esto, vamos a volver aquí. La gloria de Dios se encuentra en un pueblo que ha entrado en el bien de las riquezas de Cristo, y está en esa vida diariamente.

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(C) PARA SU DISTRIBUCIÓN POR PARTE DE SU PUEBLO

Esa riqueza es para su administración y distribución –para que ellos tengan suficiente, y mucho que dar. ¿Tienes mucho para regalar? ¿Qué acerca de tu gestión? ¿Es una dura, dura labor de recoger suficiente para satisfacer la demanda, o tener un margen para los demás? Estamos pensando en el ámbito de la Carta a los Efesios –la "economía del misterio" (Efesios 3:9), algo comprometido con nosotros. Pero tenemos que ver que “los ojos de nuestro entendimiento deben estar iluminados, para que podamos conocer la esperanza a que Él nos ha llamado, las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos" (Efesios 1:18,19). Tenemos que ver y saber, a fin de cumplir una economía que tiene que venir desde dentro. Todo esto estuvo en Salomón para su familia y para la nación, y la plenitud de Cristo es para Su pueblo, para la Iglesia, como una mayordomía.

Confío en que esto no sea algo extraño para tí, y tú no lo entiendas, pero, incluso si lo es, que sea declarado con gran énfasis que se trata del pensamiento y la intención de Dios para nosotros: que nosotros deberíamos ejecutar una economía de las riquezas de Cristo. Y esa será nuestra reivindica-ción, nuestra justificación para la existencia, el certificado divino para nuestro ministerio. No hay ningún otro motivo. ¿Hemos adquirido esos bienes? ¿Podemos satisfacer las necesidades espirituales? ¿Con lo que tenemos resolveremos el problema de debilidad y limitación espiritual? La prueba de nuestra administración es cuando la gente está desesperada, y cuando la gente toma conciencia de su necesidad, entonces debe ser la reivindicación de todas nuestras demandas. ¿Tenemos lo que se necesita? Esta es la voluntad de Dios sobre nosotros, porque esto es todo para nosotros en Cristo, más grande que Salomón.

SU COMIDA

(A) LA SATISFACCIÓN DE SU PUEBLO

Tocamos ahora el asunto de los alimentos –la provisión de Salomón para un día. La vida diaria en una aprehensión, una conciencia, una realización, de manera completa es Cristo –que es donde está la gloria de Dios. Esto no es sólo una declaración de facto, sino el pensamiento y la voluntad de Dios. Los que realmente han llegado al lugar donde Cristo ocupa la posición que Dios ha designado para Él –han llegado aquí por separado y con relación a otros

creyentes–, saben muy bien que ellos han sido librados de cualquier limitación espiritual, y hay profusión, hay riqueza, hay abundancia, hay un cielo abierto, y el Señor no está restringido. Él está dando y dando y dando. Estas cosas de Cristo son de una sola pieza, y no pueden realmente estar aisladas. Tienes que tener la grandeza de la Cruz, a fin de conocer la riqueza de Cristo. Tienes que tener la grandeza de la Iglesia a fin de expresar la riqueza de Cristo. Pero, dado que la Cruz tiene un lugar suficientemente grande de manera tanto objetiva como subjetiva, los cielos están abiertos.

Lo ocurrido en el Jordán es completo, y los cielos se abren sobre quien es el amado de Dios, el más grande Jedidías, “Amado del Señor", y el testimonio se hace sentir: "Mi amado ..." (Mateo 3:17). Y "(Dios) nos hizo aceptos en el Amado" (Efesios 1:6). Todo esto es de una sola pieza. El Jordán, la Cruz, es muy necesario; pero, dado que el pensamiento del Señor para ti y para todos es que tú debes estar en la tierra de la abundancia, no bregando para producir objetivos convenientes para lo espiritual, y acosando para que esté llegando el próximo bocado.

Una de las cosas que el Señor nos enseña es que podemos contar con Sus suministros. ¡Esto es maravilloso! Muy a menudo nos puede parecer haber llegado a un fin, pero eso es sólo el camino del Señor de decirnos que ese es un nuevo comienzo, y hay más todavía. No se trata sólo de declaraciones; son hechos. No sé cuánto tú sepas realmente de esto. Aquellos de nosotros que ministran considerablemente, saben algo al respecto. No parece haber nada más; entonces viene una nueva demanda y una nueva plenitud; y esto continúa. El Señor quisiera tener algo como eso en Su Iglesia. ¡Oh, la indigencia espiritual! Hay gente que anda diciendo: "No puedo encontrar ningún alimento espiritual. No hay carne, y todo es tan pobre". ¡Oh, qué deshonra es esa para el Señor, y cuán contrario es a Su mente! ¡Cómo coloca esto a Cristo en nada! ¡Eso implica un pequeño Cristo! ¡No! Dios es glorificado cuando la experiencia de Su pueblo es Cristo en su plenitud, al igual que Israel gozaba de la riqueza de Salomón.

La comida es determinada para el resultado de un pueblo satisfecho. Los alimentos de Salomón eran para la satisfacción, no sólo de sí mismo, sino de los que dependían de él. Y esta riqueza de Cristo, esta plenitud de Cristo, este alimento que es en Cristo, es en primer lugar, para hacernos personas satisfechas. Supongo que, en los días de gloria de Salomón, haber paseado arriba y abajo por la tierra habría sido ver a las personas que estaban muy contentas, y Dios es glorificado cuando Él tiene un contenido de la gente consigo mismo y con Su Hijo. ¿Es cierto eso de nosotros? Si no es así, hay algo

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mal. Ni tenemos testimonios y ningún reto, a menos que eso sea verdad. No tenemos ningún poder ni autoridad. Cuando otros miran nuestras caras, como cristianos, ¿qué ven? ¿indigencia? ¿O lo que ven es gente satisfecha? ¿Estamos hablando de gente fuera de la doctrina y de la Escritura, o fuera de nuestro propio corazón y experiencia? Queridos amigos, este es uno de los desafíos prácticos de la Palabra de Dios para nosotros. ¿Estás contento en el fondo de tu corazón con el Señor? ¿Estás tú satisfecho? ¿Él es todo lo que quieres, y más? Esto es simple, pero es la prueba. La gloria de Dios está ligada a nuestro ser satisfecho.

B) LA MADUREZ DE SU PUEBLO

En segundo lugar, la comida es para el crecimiento hasta alcanzar la madurez. ¿Estás tú creciendo? La prueba del crecimiento es la siguiente: que la plenitud para ti es algo inagotable, y más allá de tu necesidad inmediata en la actualidad. Esto se ha reunido a ti aquí, pero te das cuenta de que hay algo asaz mucho más. Has entrado en el reino donde no tienes que ir a espigar en ningún otro campo, porque aquí tienes todo lo que quieras, y te estás apropiando de esto, y cada vez más creciendo por medio de eso. ¿Eso es verdad? Un pueblo en crecimiento es un pueblo que glorifica a Dios, porque ellos están alcanzando toda la plenitud y la estatura de un hombre en Cristo.

SU SABIDURÍA

(A) LOS PRINCIPIOS DIVINOS DIVULGADOS

Hay varios pasajes que hablan de la sabiduría de Salomón. Es la que nos dice que "disertó sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared" (1 Reyes 4:33). ¿Cómo habló él de los árboles? ¿Era Salomón justamente un naturalista, que describe los árboles y flores, su belleza y así sucesivamente? No, él mostró que los árboles eran símbolos. Salomón no habló sólo de botánica. Ciertos hombres de educación harán a cualquiera sabio en este respecto, pero no en el sentido en que Salomón era sabio. Dios le dio la sabiduría, y él vio los principios divinos a través de los árboles. ¿Qué es el cedro que está en el Líbano? Es el símbolo de nobleza, de grandeza espiritual. En el Antiguo Testamento, los árboles son tipos de hombres, y aquí en los árboles hay características ocultas y pensamientos divinos incorporados. Salomón estaba consiguiendo a través de la estructura externa, el significado interior y le fue revelada la sabiduría de Dios en la creación. En una palabra, Salomón estaba mostrando que todo lo que Dios hace no es sólo algo hecho y algo en sí

mismo, sino que encarna un pensamiento divino. Todas las ordenanzas de los cielos, todos los cuerpos celestes y todas las formas de la naturaleza encarnan un pensamiento y principio divino, y la sabiduría de Salomón estaba en la divulgación de los principios divinos en la naturaleza.

(B) LOS SECRETOS DIVINOS COMPRENDIDOS

"Y (Salomón) compuso tres mil proverbios, y sus cantares fueron mil cinco" (1 Reyes 4:32). ¿Cuáles son los proverbios? Bueno, son afirmaciones con un significado oculto. La misma palabra es usada en el lenguaje del Señor Jesús. Nuestra palabra "parábola" es sólo otra palabra para “proverbio”. "Otra parábola les dijo” (Mateo 13:3, etc.), es decir, las declaraciones con significados ocultos, y la sabiduría de Salomón fue para descubrir significados ocultos. Y las canciones instrumentales de adoración y exaltación. Tú recuerdas lo que dice el apóstol Pablo acerca de la Señor Jesús: "En quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría" (Colosenses 2:3). El Señor Jesús no se limita a hablar con nosotros acerca de árboles y la naturaleza en parábolas, sino que Él dice: "Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino" (Mateo 13:11). En el Señor Jesús está, por el Espíritu Santo, la revelación de los secretos divinos por los cuales la creación misma se dará cuenta de su destino. ¿Ves tú que el camino para la realización del propósito eterno de Dios es la manera de descubrir los secretos del Señor? Toma lo que incluye la Iglesia. La palabra "misterio" se refiere a ella (Efesios 3:3, etc.) Es el misterio de Dios, su secreto. Antes de que el mundo fuese, Dios lo concibió y proyectó su vocación eterna a servirlo en el elevado propósito a través de los siglos de los siglos. Es el secreto profundo de Dios. ¿Cómo, entonces, tú y yo realizamos nuestro destino muy de acuerdo con la eterna elección y designación de Dios? Sólo cuando el Espíritu Santo nos revela los secretos de Dios. "Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló por el Espíritu" (1 Corintios 2:9,10).

Lo que quiero decir es esto es que no es suficiente con leer la Biblia y que la tomemos como para permanecer en la superficie. Es necesario que el Espíritu Santo nos revele a nosotros las cosas ocultas de Dios, ya que se resumen en Cristo. Cristo es la sabiduría de Dios, la plenitud del conocimiento divino, la encarnación de todo aquello por lo que estamos llegando a la realización de ese gran destino y propósito para el cual somos elegidos en Cristo, pero tiene que ser una obra del Santo Espíritu de revelar a nuestros corazones lo que está en Cristo. Tiene que ser en esta línea y después de este tipo –que el Espíritu nos muestra algo en Cristo y decimos: “Nunca he visto eso antes". Esto viene con el

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poder de una revelación que nos cambia desde ese momento, y hace toda la diferencia para nosotros. Hay algo más que en la mera la lectura de un pasaje de la Escritura. Tú puedes leer un pasaje mil veces y que lo llegues a conocer de memoria, pero es necesario que el Espíritu diga algo para que esa vieja porción familiar sea iluminada, y como consecuencia eres llevado a un lugar nuevo.

Pero recuerda que todo esto debe ser prácticamente expresado. Yo sé que se dice que la reina de Sabá oyó de la sabiduría de Salomón, y el Señor Jesús dijo que ella venía a escuchar su sabiduría, pero también dice que ella vio la sabiduría de Salomón: "Y cuando la reina de Sabá vio toda la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado, asimismo la comida de su mesa, las habitaciones de sus oficiales, el estado y los vestidos de los que servían, sus maestresalas, y sus holocaustos que ofrecía en la casa del Señor, se quedó asom-brada" (1 Reyes 10:4,5). Esta era la sabiduría para ser vista, y no sólo para ser oída. La grandeza de Cristo no es sólo algo para ser escuchado, es algo para ser visto, para ser manifestado, en los círculos alrededor de Él. La Iglesia es para manifestar las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable (cfr. 1 Pedro 2:9), para manifestar la sabiduría, y hacer que la riqueza sea vista. Ya hemos hablado de la necesidad de manifestar la satisfacción que tenemos en Cristo. Hagamos también que nuestra aprehensión de los pensamientos divinos no se quede sólo en el ámbito de nuestra comprensión. Y aun si, después de todo lo que hemos estado diciendo acerca de la grandeza de Cristo, realmente no comprendes su alcance y no tienes nada más que la impresión de que Cristo es mucho mayor de lo que nunca pensaste que Él era, eso será hecho desde el principio. Sin embargo, pedir algo más que eso: que esto puede convertirse en una realidad interna y un factor de trabajo en tu vida. "¡Oh, qué tengo yo de Cristo!"

Capítulo 3

LA GRANDEZA DE CRISTO COMO HIJO

Vamos ahora a examinar más a fondo este aspecto particular, en el corazón de todo este asunto de la grandeza de Cristo, que subyace bajo la elección de Salomón, y resume su significado, y este aspecto es su filiación. Estamos pasando tan rápido como podemos de Salomón a Cristo, y tal vez podríamos recordar las palabras que dijo de él en este sentido. El Señor dijo a David: "Salomón tu hijo, él edificará mi casa y mis atrios; porque a éste he escogido por hijo, y yo le seré a él por padre" (1 Crónicas 28:6).

Ahora este, como el primer fragmento en ese sentido, nos da la clave de la base de esta cuestión de la filiación. Permitidme decir de nuevo esta palabra general antes de llegar a lo particular –que la importancia de Salomón se encuentra en la palabra "filiación", pues mientras el reinado de Salomón representa lo máximo de la historia de Israel en el aspecto de la monarquía, David siempre, en la Palabra de Dios, mantuvo un primer plano como el mayor de los reyes de Israel. David ciertamente era un hombre de mucha mayor relevancia que Salomón, cuando se trata de personalidades; y cabe preguntarse qué cosas no terminaron con David, ya que él era el que estaba en el pensa-miento divino y que después fue para siempre mantenido por Dios en el primer lugar de los reyes de Israel. ¿Por qué la historia no termina con David? Por la siguiente razón: que un principio espiritual está siendo restringido por Dios de una manera soberana, y ese principio es que todo está condensado en la filiación. En última instancia, es la filiación lo que representa y encarna el pensamiento de Dios. Así que lo único que se repite constantemente acerca de Salomón es la filiación. "tu hijo... mi hijo". David dijo: "De entre todos mis hijos (porque el Señor me ha dado muchos hijos), eligió a mi hijo Salomón" (1 Crónicas 28:5) –es la inclusión de la filiación, y, en cierto sentido, la exclusión también. Es esta palabra, “hijo”, la que rige lo que se refiere a Salomón. Y cuando llegamos a Cristo, el Hijo mayor de David, nos encontramos que todo se dirige a Su filiación, y toma su carácter y su significado de ese hecho. Bueno, eso es una declaración general de hecho que tú harás bien en recordar y ponderar, por razones que se harán evidentes a medida que vayamos avanzando.

Nos encontramos con que Juan y Pablo son los grandes exponentes en esta materia. Juan presenta a Cristo, por excelencia, como el Hijo. Resume todo su Evangelio en un comunicado donde dice que todo lo escrito en ese libro, fue con un objeto: que los lectores pudieran creer que Jesús es el Cristo, el Hijo de

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Dios, y para que creyendo, tuviesen vida en Su nombre (Juan 20:31). Juan, entonces, presenta a Cristo como el Hijo; esa es la Persona que él tiene a la vista.

Pablo también presenta a Cristo como el Hijo, sino que va más allá. Acabo de decir que no había nada más, pero lo que quiero decir es esto, que Pablo va a abrir el contenido de la filiación, para demostrar que hay un aspecto de eso que es un asunto que tiene relación. Por el Espíritu Santo, somos hijos. Cristo es el primero, el Primogénito, y (dejando de lado el factor de la divinidad) la filiación como una relación es algo a lo que estamos llamados. Y el sentido del la filiación es un gran tema de Pablo; el contenido, la explicación, la relación y la inclusión del mismo.

Ahora bien, es con estas dos cosas que debemos estar ocupados por un rato en este momento, y aquí tenemos que hacer algunas conexiones en la Palabra:

"11Desde el día en que puse jueces sobre mi pueblo Israel; y a ti te daré descanso de todos tus enemigos. Asimismo Jehová te hace saber que él te hará casa. 12Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. 13El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino. 14Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres" (2 Samuel 7:11-14).

"Él edificará casa a mi nombre, y él me será a mi por hijo, y yo le seré por padre; y afirmaré el trono de su reino sobre Israel para siempre" (1 Crónicas 22:10).

“6Y me ha dicho: Salomón tu hijo, él edificará mi casa y mis atrios; porque a éste he escogido por hijo, y yo le seré a él por padre. 7Asimismo yo confirmaré su reino para siempre, si él se esforzare a poner por obra mis mandamientos y mis decretos, como en este día" (1 Crónicas 28:6,7).

"32Y nosotros también os anunciamos el evangelio de aquella promesa hecha a nuestros padres, 33la cual Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando a Jesús; como está escrito también en el salmo segundo: Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy. 34Y en cuanto a que le levantó de los muertos para nunca más volver a corrupción, lo dijo así: Os daré las misericordias fieles de David" (Hechos 13:32-34).

“5Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy, y otra vez: Yo seré a él Padre, y él me será a mí hijo? 8Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; cetro de equidad es el cetro de tu reino" (He. 1:5,8).

EL HIJO SOBRE EL PRINCIPIO DE LA ETERNIDAD

Creo que es muy patente que las cosas dichas por Dios y sobre Salomón no significa que se cumplen en su totalidad y plenitud en él. El Señor estaba hablando con una más amplia reflexión, con un pensamiento más allá de Salomón. Dios, en Su propia mente, realmente estaba hablando acerca del Señor Jesús. Salomón no sería sino un cumplimiento temporal y parcial de lo que Dios dijo acerca de la filiación, y sobre el reino y la casa. Dios estaba pensando más allá. (Esta es nuestra manera de hablar a los hombres. Dios no habla en pasado, presente y futuro; todo es presente en Él, un eterno ahora, y cuando Él hablaba, Cristo estaba presente en la mente y la intención con Él. Pero en lo que respecta a nosotros, como hijos del tiempo, la exhaustividad de la declaración está relacionada con el futuro, hacia el Señor Jesús). "Yo le seré a él por Padre, y él será para mí por hijo", "Voy a afirmar su reino", estas palabras fueron dichas de Salomón, pero no es difícil ver que, en el caso del Señor Jesús, hay una trascendencia infinita. Hay algo aquí con relación a Él que va mucho más allá de lo que fue posible en el caso de Salomón, y la única cosa que demuestra eso es el lenguaje que utiliza el Señor: "Yo afirmaré su trono para siempre". Esto no es cierto de Salomón, ni de Israel, pero es la verdad del Señor Jesús.

Lo que estoy subrayando en primer lugar es esto: que Juan y Pablo se refieren a Cristo mostrándolo como el Hijo en el principio de la eternidad. Tú sabes cómo Juan busca recalcar esa casa en su Evangelio en un número de maneras muy impresionantes. Él comienza así: "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios"; claramente la intención es subrayar la eternidad de esta filiación, porque Él muy pronto entra en el tiempo: "Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros"; es decir el aspecto temporal, el ahora; el otro aspecto es sin limitación de tiempo. Él busca enfatizar la eternidad del Hijo de otras maneras, pero hay una manera que es sumamente impresionante en el Evangelio de Juan, y que es su uso del título "Yo soy". Este título sale en forma especifica, y creo que soberanamente, en Juan 18, en el relato de la guardia, encabezada por Judas, que llega a prender a Jesús. Allí estaba con sus discípulos, y la cuadrilla llegó con faroles, antorchas y armas. Él dijo en voz baja: "¿A quién buscáis?" Ellos dijeron: "A Jesús de Nazaret". Jesús les dijo: "Yo soy", y volvieron atrás, y cayeron al suelo. “Volvió, pues a preguntarles: ¿A quién buscáis? Y ellos dijeron: "A Jesús nazareno. Respondió Jesús: Os he dicho que yo soy”. (No hay ningún Él allí, como ustedes saben. "Yo soy Él" no aparece en todo el texto). "¡YO SOY!" Tú estás de un golpe regresando directo a Moisés. "13Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? 14Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY.

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Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros" (Éxodo 3:13,14). Recuerda la otra ocasión, cuando el Señor Jesús usó ese título para sí mismo: "Antes que Abraham fuese, yo soy" (Juan 8:58). ¡Qué confusión de los tiempos verbales! "Antes que Abraham fuese, yo soy". Eso nos lleva fuera de nuestro idioma por completo, justo fuera del tiempo y del sentido natural, al reino de Dios. Yo soy no es tiempo para nada. Yo soy no es de este mundo en absoluto. YO SOY es de eternidad en eternidad. Juan trae a Cristo como Hijo sobre esa base de la eternidad.

Pero Pablo no sólo trae a Cristo en Su eternidad: él comienza a edificar la Iglesia sobre esa eternidad. En las cartas a los Efesios y Colosenses, que están en mi mente ahora mismo, tenemos a Cristo en Su eternidad, y, a continuación dice: "(Dios) nos escogió en él (en Cristo) antes de la fundación del mundo" (Efesios 1:4). A partir de esa elección y predeterminación y predestinación eterna, Pablo edifica la Iglesia. Él dice: “Esto no es una cosa del tiempo o de la tierra. Esto es algo que tiene sus raíces y sus cimientos muy atrás en la eternidad, y va a por los siglos de los siglos. El tiempo es un mero fragmento en este asunto". Pablo está edificando sobre la eternidad de Cristo. ¿Qué tiene que decirnos a nosotros? Bueno, por supuesto, esto afirma nuestro primer y dominante punto –la trascendencia de Cristo sobre Salomón. Este más grande que Salomón está aquí, este Hijo –cómo Él es infinitamente más que ese hijo.

¿Qué es la filiación? De acuerdo con el pleno pensamiento de Dios (no Su pensamiento parcial acerca de Salomón, que es sólo la representación y el tipo y la figura y sombra), es algo que tiene su origen fuera de la eternidad y que sucede cuando ya no habrá más tiempo. Esa es la filiación en el pensamiento de Dios. Pero, ¿qué más nos dice a nosotros? Elegidos en Él antes de que el mundo fuese, conocidos de antemano, pre-ordenados, predestinados antes de que el tiempo existiese; ¿qué nos quiere transmitir? Bueno, Yo Soy es sinónimo de estabilidad: "Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo" –la estabilidad de Cristo, la estabilidad de la Iglesia, y la estabilidad de los santos. ¡Oh, qué seguridad, qué fuerza y qué cosa inmensa para la fe es este asunto de la la gracia soberana de Dios. La gracia trabajando mano a mano con la soberanía. Como hemos señalado antes, no hay medida para Salomón, viendo lo que sucedió con relación a su nacimiento, a excepción de la gracia soberana de Dios; y ese es el mensaje de la filiación. Sí, la soberanía y la gracia: ¡Cuán vasta! ¡Cuán genial!

Hemos dicho antes que la emancipación de todas nuestras dificultades y problemas serán a lo largo de la línea del ensanchamiento espiritual, y ese ensanchamiento espiritual debe ser por medio de una nueva y mucho mayor aprehensión de Cristo, y aquí está. ¡Míralo! ¿Cuál es el objetivo de decirnos todo esto acerca de Cristo? ¿No queremos sólo la información de que Cristo es el Hijo de Dios, y que Él era uno con el Padre en la eternidad, y será para

siempre? Estoy muy reverentes por la respuesta a esa pregunta; y al decir esto, como una cuestión puramente objetiva en algún lugar en el universo de Dios, no me importa mucho. Pero cuando tú dices que Dios ha revelado a los hombres, entonces quiero saber por qué. ¿Qué hay en la mente divina para que revele algo? Y la respuesta está aquí, tú y yo estamos interesados en esto, que fuimos elegidos con relación a esto antes de que el mundo existiera, y en Él estamos vinculados con esto. ¡Oh, entonces, qué cosa tan inmensa que es recibir la vida eterna, vida de edad permanente, y estar vinculados con el eterno Hijo de Dios! La filiación va más allá de todo lo que es meramente temporal y transitorio. Nuestra unión con Cristo nos lleva directo a las raíces de Su eternidad, no sólo en duración sino en carácter, en naturaleza; la vida eterna es la duración, no sólo sin fin, es la gloria de Dios en naturaleza, en esencia. Así que Pablo sustenta todo sobre este hecho de la eternidad, y nos la trae. ¡Qué maravillosa revelación! Como una mera presentación de esa verdad tan fascinante, cautivadora, desconcertante. Sin embargo, puso por obra la casa por el Espíritu Santo. ¡Cómo se puede transformar, cómo se crea y cómo se emancipa! ¡Oh, si sólo la Iglesia viviera en el bien de esto, cómo saldrían todos estos pequeños y temporales factores! Después de todo, ¿qué significa esto o aquello? Es sólo por un tiempo, y para este mundo a lo sumo; pero lo que importa es lo que Dios está haciendo por encima y más allá de este mundo por completo.

Bueno, eso es lo primero que viene aquí a través de Juan y por medio de Pablo: Cristo como el Hijo, y luego el contenido y la naturaleza de la filiación.

EL HIJO EN TÉRMINOS DE SOBERANÍA

Entonces, Juan introduce a Cristo como el Hijo y como el soberano Rey. Lo introduce de un modo extraño, pero cuán profundo y terrible es su significado:

"33Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? 34Jesús le respondió: ¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí? 35Pilato le respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación, y los principales sacerdotes, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho? 36Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. 37Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz" (Juan 18:33-37).

Una extraña manera de involucrar al Hijo, en términos de soberanía. Aquí hay una declaración: "Mi reino no es de este mundo". Es una declaración

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sencilla, no hecha en presencia de alguno de los que pudiesen entenderlo, pero es un testimonio de Juan con un propósito, para que fuese vinculada la filiación y la realeza. Pero Pablo no sólo llama la atención de este hecho, sino que él explica y descubre la declaración.

"Mi reino no es de este mundo". ¿Qué tiene Pablo que decir al respecto? "20La cual (la operación del poder de su fuerza) operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, 21sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; 22y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia" (Efesios 1:20-22).

Nos detenemos aquí, debido a que las siguientes palabras nos llevan a la grandeza de la Iglesia, y estamos tratando con la grandeza de Cristo. La siguiente es la explicación de Pablo acerca de la declaración de Cristo: "Mi reino no es de este mundo": "Sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad, y sobre todo nombre que se nombra". No se puede decir esto de Salomón. Grande como lo fue Salomón –y la declaración acerca de Salomón es que fue muy superior en todos los sentidos a cada otro rey que se haya conocido–, he aquí Uno que deja a Salomón por completo en la sombra. Él está muy por encima de todo principado y autoridad, no sólo en esta tierra, sino en todos los ámbitos. Él es sobre todas las cosas. Esa es la grandeza de Cristo, el Hijo, en términos de la realeza.

Pero entonces, ¿qué hay respecto de Su reino? "Confirmaré su reino para siempre" (1 Crónicas 28:7). ¡Oh!, eso tiene su cumplimiento en Cristo, en Su reino. Pablo se refiere a esto en Colosenses: "El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo" (Col. 1:13).

Cómo me gustaría detenerme allí, a modo de paréntesis, para tratar de esclarecer la situación en la que el cristianismo se ha sumergido hoy a través de mezclar la idea del Reino y la Iglesia –una maraña que es totalmente la causa de su debilidad y derrota. Lo que quiero decir es esto, que el pueblo del Señor hoy en día –sí, incluso el cristianismo evangélico– está intentando hacer entrar a la Iglesia en la línea del reino de Salomón; es decir, una cosa de la tierra, algo de este mundo, sólo para ser vistos, conocidos, escuchados, tomados en cuenta en este mundo; buscando la grandeza para impresionar, para escribir; escalar posiciones e influencia a través de nombres, títulos y todas las cosas que pertenecen a este mundo, y a todo esto lo llaman: "Extendiendo el Reino". Ellos tienen una idea falsa del Reino. Aquí Pablo une estas dos cosas para esta dispensación –la Iglesia y el Reino–, y dice que esto en todo es celestial y no de este mundo. Inmediatamente después de esto, continúa:

"1Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está

Cristo sentado a la diestra de Dios. 2Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra" (Col, 3:1,2).

No, ni siquiera de una manera religiosa. "Mi reino no es de este mundo", dijo el Señor; y Pablo lo explica. La Iglesia en esta dispensación es la encarnación de la realeza y los principios del Reino de Cristo de una manera espiritual, y eso levanta la Iglesia limpia fuera de este mundo y la hace algo celestial. Inmediatamente que empezamos a tener una iglesia con su propio orden y formas y medios que pertenecen a esta tierra, en arquitectura, ornamentos y todo ese tipo de cosas, estamos de nuevo sobre la base del Reino de Salomón, y hemos dejado la genuina base de la Iglesia celestial.

"Mi reino no es de este mundo", dijo Juan refiriéndose a este Hijo, y Pablo explica: "Sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío... y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas". Pero ¿dónde está? Observa el mundo y mira dónde se puede encontrar, y lo único que encontrarás es la espantosa caricatura de esto; el Papa y la Iglesia romana –una falsa presentación de esta "Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia", una cosa temporal. Con Pablo esto es una cosa espiritual. En unión con Cristo, no sólo somos sacados del tiempo hacia la eternidad, sino fuera de la tierra a los cielos; y todo ahora es de un orden espiritual y celestial en esta dispensación. "Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían". Esa es la declaración, poniéndolo en una sola dirección. Dicho de otro modo: "Porque mi Reino no es de este mundo, mis servidores no luchan con carne y sangre para su establecimiento". Pablo nos dice lo que esto significa: "Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes" (Ef. 6:12).

Eso es lo que Cristo quería decir. Aquí está Cristo hablando y explicando de Sí mismo a través de Pablo, al explicar lo que Él le dijo a Pilato cuando no había nadie que pudiera entender esa declaración. Ahora es posible explicarlo. El Espíritu ha venido y ha formado una compañía de personas que, por el Espíritu, son capaces de entender las cosas que el Señor dijo que nadie entendía, y Él tenía que decir: "12Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. 13Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir" (Juan 16:12,13), y aquí está. No con sangre y carne, ya que es espiritual. Ha surgido un reino enorme, mucho mayor que el reino de Salomón, y es en ese ámbito y desde esa esfera que todo está regulado. Ojalá no se cometa ningún error al respecto. Este mundo, y los reinos de este mundo, no están tomando su propio curso, sino que

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están en última instancia, tomando un curso del diablo. Sí , los gobernadores del mundo de las tinieblas –que es el escenario inmediato, las obras del diablo–, pero detrás hay Uno que está utilizando al diablo y su obra, cuyo siervo es Satanás, que es el soberano Señor, sobre todo principado y señorío, autoridad y nombre, cualquiera que sea el nombre que pueda ser, hombre o demonio. Él está sobre todos. Alguno de las Escrituras no es verdadero; esto es un hecho.

¡Cuán tremenda es esta soberanía del Señor Jesús! De modo que muchos de nuestros problemas empiezan a disolverse cuando tengamos un verdadero concepto de la grandeza de Cristo. ¿Por qué? ¿Por qué eso? ¿Por qué lo otro? ¿Por qué Satanás parece tener todo a su propia manera? ¿Por qué Satanás obtiene ventajas y ganancias? ¿Estás tú seguro de que él lo hace? Mira más allá, y verás si esa misma obra de Satanás no va a ser tomada en la soberanía de nuestro Señor y hecha eventualmente para el servicio de los propósitos divinos. "Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido han redundado más bien para el progreso del evangelio" (Flp. 1:12). Los sufrimientos de la Iglesia en manos de los demonios y los hombres tienen, al final, que resultar en la promoción de la obra de Dios.

EL HIJO COMO PARIENTE REDENTOR

Juan, entonces, presenta al Señor como Rey, sí, en humillación y sufrimiento, pero Rey. Oh, hay ahí un secreto maravilloso y un misterio que me llevaría demasiado tiempo para tratarlo ahora. Lo veo ahí, aunque oscuramente, pero lo veo en ese destacado incidente en la vida de Salomón, seleccionado como un ejemplo aislado de su sabiduría. Sin duda hubo muchos otros, pero este fue sacado de todos ellos y registrado como un ejemplo –el de las dos mujeres y los dos bebés. Ellos vivían y dormían juntos, y en la noche uno de los niños, fue sofocado y murió. La mujer, cuyo bebé había muerto, silenciosamente puso su hijo muerto para la otra madre, y tomó el bebé vivo para sí misma. Por la mañana la legítima madre vio que su hijo se había ido, y este muerto no era el suyo, y fue hasta Salomón al respecto. Las dos mujeres comparecieron ante Salomón, y todo el problema se le presentó a él. Salomón, con esa visión, discernimiento y sabiduría que Dios le había dado –y recordemos, la sabiduría es siempre el medio por el cual se resuelven los problemas–, decidió aquello sobre un rumbo muy radical. Pidió una espada y dijo: “Dividid al niño vivo en dos y dadle la mitad a cada una de estas mujeres". Eso estuvo arreglado. La falsa madre se quedó como un espectador, con frialdad impasible ante este procedimiento. La legítima madre deja de reclamar; ella deja de reclamar para sí misma, sede sus propios derechos, para la vida de ese niño. "Oh", dijo, "dadle a ella el niño vivo, y no lo matéis". En efecto: «No maten a mi hijo, aunque tenga que desprenderme de él. suelto todo lo que es querido para mí. Si me cuesta

todo, dejad que el niño viva". Salomón dijo: "Esa es la madre. Dadle el niño”.

¿Te acuerdas de lo que el Señor Jesús dijo: "12Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. 13Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. 14Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen" (Juan 10:12-14)? ¿Tienes el principio de estos dos aspectos? Tú tienes que resolver este problema de la vida y la muerte. ¿Cómo lo vas a resolver? Al ceder tu propia vida. Esto es verdad de Cristo. Con lo único que Él podía solucionar este problema y establecer Su derecho, Su afirmación y Su propiedad era cediendo. "Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará" (Mateo 16:25). Haría falta mucho más tiempo que para investigar el asunto adecuadamente, pero veo apenas un reinado aquí. Uno más grande que Salomón está aquí, y está tratando con un problema y situación mucho mayor.

¿Cómo va a hacerlo Él? ¿Por apoderarse, o por la lucha en la carne, o por afirmación de Sí mismo? No, al dar Su vida en rescate por muchos (Mateo 20:28). Ahí Él trata con el problema de la vida y la muerte, y eso es lo que Juan involucra.

Lo que estoy viendo aquí es lo siguiente: Juan registra lo que el Señor Jesús dice: “1Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; 2como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste" (Juan 17:1,2). "26Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; 27y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre" (Juan 5:26,27). Aquí está la filiación involucrada en un tercer aspecto, y en esto Él viene de inmediato en una relación vital con la humanidad. El Hijo del Hombre es un título racial; eso habla de la relación con el hombre. Pero ¿cómo encontrar Él al hombre? Por medio de la muerte. ¿Cómo va Él a redimir al hombre? Como el pariente redentor, el Hijo del Hombre. ¿Cómo va Él a ejercer la autoridad que le ha sido dada para resucitar al hombre de la muerte? Él quiere entregar Su vida, Él cedió Su propio derecho, Él dará de Sí Sus propios títulos, Él pondrá a un lado Sus propios intereses personales, Él morirá por lo que Él ha venido a redimir. "Yo soy el buen pastor... Yo pongo mi vida por las ovejas". El Hijo del Hombre redime. ¿Cómo? En esa infinita sabiduría de la Cruz; "Cristo crucificado... sabiduría de Dios" (1 Corintios 1:23,24), esa infinita sabiduría por la que se depone la vida, la cede. Esa mujer soltó lo que era su derecho. ¿Qué hizo el Señor Jesús? Lo leemos en Filipenses. "5Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7sino que se despojó a sí mismo, tomando

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forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Filipenses 2:5-8). A través de ese despojamiento Él nos redimió para Dios, Él salvó al rebaño. Salomón era muy sabio, y esa historia es muy impresionante y hermosa, pero él no podía hacer esto. Él no podía apartarse en ese vasto reino de la redención con una raza entera, y, sobre el principio de llegar a ser obediente hasta la muerte, redimiendo la raza.

Esa es la grandeza de Cristo. Hijo, eterno Hijo en soberano reinado, Hijo como pariente Redentor. Pablo abre y conduce a la Iglesia a la estatura de un hombre en Cristo; pero ese es otro tema.

PARTE II

Capítulo 4

LA GRANDEZA DE LA CRUZ

“21Y sacrificaron víctimas a Jehová, y ofrecieron a Jehová holocaustos al día siguiente; mil becerros, mil carneros, mil corderos con sus libaciones, y muchos sacrificios de parte de todo Israel. 22Y comieron y bebieron delante de Jehová aquel día con gran gozo; y dieron por segunda vez la investidura del reino a Salomón hijo de David, y ante Jehová le ungieron por príncipe, y a Sadoc por sacerdote” (1 Crónicas 29:21,22).

“62Entonces el rey, y todo Israel con él, sacrificaron víctimas delante de Jehová. 63Y ofreció Salomón sacrificios de paz, los cuales ofreció a Jehová: veintidós mil bueyes y ciento veinte mil ovejas. Así dedicaron el rey y todos los hijos de Israel la casa de Jehová” (1 Reyes 8:62,63).

“Hizo además un altar de bronce de veinte codos de longitud, veinte codos de anchura, y diez codos de altura” (2 Crónicas 4:1).

“1Cuando Salomón acabó de orar, descendió fuego de los cielos, y consumió el holocausto y las víctimas; y la gloria de Jehová llenó la casa. 4Entonces el rey y todo el pueblo sacrificaron víctimas delante de Jehová. 5Y ofreció el rey Salomón en sacrificio veintidós mil bueyes, y ciento veinte mil ovejas; y así dedicaron la casa de Dios el rey y todo el pueblo. 9Al octavo día hicieron solemne asamblea, porque habían hecho la dedicación del altar en siete días, y habían celebrado la fiesta solemne por siete días” (2 Crónicas 7:1,4,5,9).

“6para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, 7en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, 8que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia” (Efesios 1:6-8).

“17para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, 18seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, 19y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” (Efesios 3:17-19).

“a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (Efesios 5:27).

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LA GRANDEZA DE ESA ÚNICA OFRENDA

En estos capítulos del primer libro de Crónicas, ya hemos visto a Salomón tan generoso y desbordantemente tratado por Dios debido a que Él tenía en la mira a Uno más grande que Salomón a quien Él estaba tratando de interpretar a los hombres a modo de ilustración; así también en los diferentes registros del reinado de Salomón encontramos un ligero indicio de la grandeza de la cruz dada por Dios por el mismo medio de ilustración. Es mostrado el gran altar, que apunta a la Cruz, y entonces en la doble conexión –la exaltación del rey y la consagración de la casa de Dios– la grandeza e importancia de este altar es intimidado por la inmensidad del sacrificio.

Miramos, sin embargo, de paso, esa doble conexión de la Cruz. Su grandeza se ve en primer lugar, con relación a la entronización del rey. Hay mucho de eso en el Nuevo Testamento –esa entronización, esa exaltación debido a esa inmensa obra que fue realizada en la Cruz.

“8Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra" (Filipenses 2:8-10).

Luego, en segundo lugar, vemos cómo la casa de Dios está establecida sobre la grandeza de la Cruz, y cómo la Iglesia tiene su significado a partir de la cruz. Hemos leído algo acerca de que la carta a los Efesios, tiene más que ver con la Iglesia que cualquiera otra Carta bíblica o cualquiera otra parte de la Biblia. Usted encontrará que los fundamentos mismos de la Iglesia están en la Cruz del Señor Jesús.

Dejamos eso por el momento, y trataremos de hablar en este momento únicamente acerca de la grandeza de la Cruz.

MILLARES DE SACRIFICIOS INÚTILES

Estamos impresionados al leer acerca de este sacrificio múltiple que fue hecho por Salomón. Es casi sorprendente pensar en esto –batallones sobre batallones de bueyes–. Los caminos reales se abarrotaron de ganado vacuno y de ovejas durante esos días, porque la cantidad era de miles y miles. Ya no hay que dejar que nuestra imaginación se detenga en eso. Y debe haberse vertido literalmente ríos de sangre. Es una imagen terrible, y de no haber sido por el soporte moral que se encuentra en el significado tipológico y el valor espiritual de todo esto, estoy seguro que aquellos sacerdotes, durante esos días, debieron haber estado abrumados por el cariz de todo aquello. Ellos sólo podrían haber pasado por el sacrificio de miles y miles de bueyes, ovejas y corderos, con el

apoyo dado por el significado mismo de lo que se realizaba. Todo eso está más allá de nuestra imaginación, y no queremos permanecer demasiado en esto –eso es indicativo del tipo de cuán grande es la Cruz del Señor Jesús. Esto podría llevarnos a pensar de nuevo. Si esto es un tipo de la Cruz, un tipo de Cristo, de la expiación por el pecado, y si bien es cierto que los tipos son siempre mucho menores que la verdad que tipifican, cuán grande debe ser la Cruz. Por simple deducción lógica, la Cruz en la mente divina debe ser inmensa. Sin embargo, estamos clara y definitivamente en lo que hemos dicho, que todo lo ofrecido en los días de Salomón, tanto en su entronización, como en la dedicación del templo, y todo lo que había llevado a allí a través de muchas generaciones, desde el primer sacrificio registrado (la ofrenda de Abel), y todos los sacrificios posteriores, una concentración de millones en número, todo esa era inútil en el sentido del propósito final.

Todo aquello era inútil de dos maneras. Primero, porque nunca se llegó a un final definitivo, sino que tenía que repetirse una y otra vez. No había fin a esto. Sí, esta mañana el sacrificio se ha ofrecido, y tal vez por el momento se ha asegurado un tipo de ajuste ceremonial con Dios, el reconocimiento de Dios, que es tenido en cuenta por Él, pero tiene que ser repetido esta noche y mañana otra vez, y cada mañana y noche durante toda la vida; pero la vida, por muy larga que sea, se acaba; y toda aquella demanda no ha concluido; la próxima generación debe hacerse cargo y seguir adelante, y luego la siguiente.

Y en este segundo e incluido sentido, esto fue inútil, en el sentido de que esto nunca fue tratado en la conciencia, es decir, nunca fue arrojada la carga del pecado de la conciencia. Esto no era más que un asunto externo y de culto, en el ámbito de la religión, la cual, aunque era muy minuciosa, realmente no tenía relación con la vida interior; "ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto" (Hebreos 9:9). Positiva y definitivamente todo eso era inútil.

LA CRUZ –UNA SOLA OFRENDA EFICAZ PARA SIEMPRE

Y fíjate en la inmensidad de eso. Vuelvo a decir que es irresistible contemplar toda esa enorme ofrenda efectuada por Solomon. Sin embargo, entonces involucra las generaciones. Luego vienen estas sencillas pero maravillosas declaraciones: "pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado" (Hebreos 9:26); "mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre" (Hebreos 10:10); "pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se sentado a la diestra de Dios" (Hebreos 10:12). Una ofrenda, y sólo una. ¡Qué obra debe haber sido esa, si por medio de un único acto hace lo de todos estos otros, que en su

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inmensidad a través de generaciones, nunca han sido capaces de lograrlo. "Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados" (Hebreos 10:14). Todos los demás sacrificios, dice, nunca podrían hacer perfec-tos a los creyentes; sino que con una sola ofrenda los ha perfeccionado para siempre. ¡Qué sacrificio! ¡Qué cruz! Veintidós mil bueyes, y miles de ovejas y corderos; sí, pero una sola ofrenda hizo esto una vez por todas. No hay detrimento en la reiteración, en detenerse en esto, que realmente podemos registrar el significado de esto. Una sola ofrenda, sólo una, y todo lo demás ha desaparecido.

¿Por qué una, y de una vez por todas? Bueno, seguramente está presente una cosa que estaba ausente en todas los demás. ¿Qué fue eso? Simplemente la satisfacción plena de Dios en el asunto de una naturaleza perfecta. Aunque estos sacrificios de animales eran ceremonialmente perfectos, por lo general sin que tuviesen mancha ni arruga, en realidad eso se refería únicamente a la parte física. Eran seleccionados los sacrificios que eran de una raza y pedigrí especial, y de la que estuvieran ausentes ciertas fallas por mezclas; pero esto no era más que asuntos externos. Si tuvieses acceso directo a ese torrente sanguíneo, encontrarías la vieja creación allí. Esos bueyes podían luchar, así como cualquier otro. Esto allí era a través de la sangre, ya que era en lo natural, en la vieja creación. Esos sacrificios eran perfectos sólo en una especie de forma ceremonial. Pero Él –no ceremonialmente, sino en la realidad–, se ofreció a Sí mismo intrínsecamente perfecto –no ceremonialmente, sino en realidad–, sin que se le diese lugar a Dios. En su sangre no hay corrupción.

En algún lugar, en el misterio de Dios, hubo una clara separación entre Su herencia humana proveniente de Su madre terrenal, y su propia naturaleza divina; la cosa impura fue cortada, y en Él no hubo nada de la corrupción de Adán. "Porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí" (Juan 14:30). Es lo esencial, la perfección intrínseca de la naturaleza en la ofrenda, la cual no se encontró en todas las demás. Eso fue lo que Dios estaba buscando: un ser perfecto, un ser humano perfecto, un ejemplar perfecto de la creación, aquel que en la naturaleza esencial satisficiera plenamente el pensamiento de Dios al crear al hombre. Dios encontró eso en Él, y por ser quien es ese ser ofrecido a Dios, no hay necesidad de más ofrenda. Esto sucedió una vez por todas y para siempre. Todo está cumplido, porque Dios está satisfecho. Ese es el gran fundamento de nuestra fe, la grandeza de la Cruz a la luz de Quién es el que está en esa cruz, porque es la grandeza de Cristo la que le da la grandeza a la Cruz .

La grandeza de la Cruz en esos términos es la base de nuestra salvación, de nuestra esperanza, de nuestra justificación, de nuestra justicia. Entonces, de una vez por todas dejemos de buscar la perfección en cualquier otro lugar, en

nosotros mismos o en otros, y no perdamos de vista el objetivo que satisface a Dios –el único objetivo y propósito de Su satisfacción.

Tenemos que ver la Cruz, entonces, en esos términos divinos, en sus cuatro dimensiones –anchura, longitud, altura y profundidad– y hasta que así lo hayamos visto, nuestra salvación está aún carente de las cualidades esenciales, y nosotros, como pueblo salvado, no somos la gente que Dios quiere que seamos.

LA DURACIÓN DE LA CRUZ

Lo siguiente que quiero decir es que la Cruz de nuestro Señor Jesucristo es diferente de todo eso que tipifica y anticipa el Antiguo Testamento, y diferente de esta inmensa representación en los días de Salomón, en este segundo aspecto –que es supra-histórica. Eso suena técnico, pero lo que quiero decir es que es algo más grande que el tiempo, y el tiempo es sólo otro nombre para la historia. Me pregunto si tú has notado que en la literatura cristiana primitiva, es decir, las epístolas del Nuevo Testamento (no los Evangelios, ya que fueron escritos después de las epístolas –esto lleva esa claridad a la mente, pues esto hará una gran diferencia), el Calvario no es mencionado ni una sola vez. La historia de la crucifixión, de la Cruz, nunca se menciona en la literatura cristiana primitiva. Siempre se hace referencia a la muerte de Cristo, no a la crucifixión, ni al Calvario, sino a la muerte. Hay una gran diferencia. Uno de esos aspectos es simplemente histórico, un hecho, algo que tuvo lugar en un momento determinado en un determinado lugar en la historia de este mundo, que es la crucifixión, y eso es histórico. La muerte de Cristo no es eso. Cuando los apóstoles escribieron sus epístolas, se ocupaban de algo espiritual y no histórico, de algo universal y no local, de algo eterno y no sólo ubicado en el tiempo; se trataba de la muerte de Cristo, y eso es colocado en un inmenso escenario, sobre un inmenso trasfondo. La muerte hace referencia a un pacto muy grande, y sin embargo la historia de la muerte nunca se menciona ni una vez en las epístolas.

Eso no deja de tener importancia, y es porque en las cartas logramos apartarnos hacia el ámbito real del significado de la Cruz. La crucifixión había acontecido menos de cuarenta años antes de cuando fueron escritas las cartas. Yo me atrevo a pensar que si algo así ha sucedido en el curso de nuestra vida y hayamos escrito en el plazo de cuarenta años desde el acontecimiento, deberíamos contar la historia, dando todos los detalles y diciendo lo que había sucedido, y dónde, y qué estuvo presente. Debemos dar los detalles que tenemos en los Evangelios. Y sin embargo, los Apóstoles, cuando escribieron sus epístolas, dejaron todo eso por fuera, a pesar de que estaban escribiendo sobre lo que había ocurrido. Pero para ellos esto era espiritual, pertenecía

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completamente a otro ámbito, ya que este asunto era interior. La Cruz del Señor Jesús era para ellos algo infinitamente más grande que un mero acontecimiento histórico en una colina fuera de Jerusalén. La forma en que se presentó la muerte de Cristo es simplemente: "Pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado" (Hebreos 9:26). Simple, pero, como lo puedes observar, eso va mucho más allá de todo lo temporal y todo lo local. ¿No es notable que, en sus escritos, los apóstoles nunca se ubican en una fecha en el calendario? Nunca hubo una fecha en su calendario natural, y sin embargo, eso era lo que había cambiado todos los calendarios. Para ellos no era sólo algo histórico, sino que era espiritual y mucho más grande que un evento que haya sido marcado en el calendario.

DIOS VINDICADO EN LA ELECCIÓN DE ISRAEL

Ahora pasemos a algo del significado de eso. En primer lugar, en la Cruz del Señor Jesús toda la historia es recogida y trascendida, y la introducimos en el gran reino de la soberanía divina. ¡Oh, me parece tan tremendo el levantamiento, la liberación y la emancipación como yo contemplo cada vez más la soberanía de Dios, especialmente obrando a través de la gracia!

Aquí, en la Cruz del Señor Jesús, tenemos la vindicación de Dios en la elección de Israel. La historia de Israel es historia, pero hay algo detrás de eso. Es la elección de Israel, que ellos, los israelitas, fueron seleccionados de entre todas las naciones y separados para Dios, un acto soberano con un propósito soberano. ¿Cuál fue ese propósito? ¿Por qué Dios eligió a Israel y lo separó como un pueblo para sí mismo? Con un objetivo –que por medio de ellos Él podría revelarse a Sí mismo a todas las naciones y ser una bendición para todos. Ese fue el propósito de Dios, y con el fin de poder cumplir con ese gran objetivo, debió elegir a un pueblo separado, aislado de las naciones, y que no tuviesen comunicación con ellas. Debía ser un pueblo santo, separado, distinguido, completamente aislado en su vida moral y espiritual de las naciones, un pueblo totalmente para la posesión de Dios, con el fin de que pudieran llevar la revelación de Dios a todas las naciones. Puedes ver, pues, que lo esencial de su separación fue por ese motivo. Es un principio, una ley. Si tú vas a ser un instrumento, un canal, un vaso para la revelación y la bendición divinas, tienes que ser consagrado, santificado, totalmente aislado y separado para Dios. De aquí el esfuerzo persistente y continuo y del trabajo de Satanás para romper el carácter distintivo de Israel, y para conseguir que Israel se haya mezclado con los demás pueblos de alrededor.

Toda la historia de Israel es la historia de ese esfuerzo de Satanás para estropear la consagración de este pueblo; y cuando Israel, en declive perdió la visión de elegir su vocación y propósito, y que la gran intención divina que les

concierne desapareció de su vista, entonces se mezclaron con las naciones, se unieron en matrimonio desiguales, y fue rota la pared de carácter distintivo. Y los profetas vinieron y proclamaron la elección y llamado a la santidad de Israel, a fin de recordarles de cómo Dios los separó para Sí mismo desde el principio, y para traer de nuevo a la vista la gran cosa que Dios había hecho al elegirlos, y en consecuencia proclamaron un llamamiento para que se separan de nuevo para Dios y para destruir toda esta fornicación espiritual –una muy destacada idea en el lenguaje de los profetas–, para deshacerse de eso y de nuevo ser santos. Tú sabes que los profetas están llenos de eso. Y ¿qué hizo Israel con los profetas que predicaban su vocación santa y pedían su regreso? Los persiguieron y los mataron; y así es cómo encontramos las cosas al final del Antiguo Testamento. Y entonces el Señor apareció, de la descendencia de David, nacido bajo la ley; un judío; tanto cuanto se trate de esas cosas aquí en la tierra, Él era un judío, de Israel, santo, sin mancha, apartado de los pecadores. Tú puedes ver la configuración de todo. Él ha asumido en Sí mismo todo aquello a lo que Israel fue llamado y escogido para que hiciese y fuese. Él es todo eso; y en lo que se refiere a la ofrenda a Dios, ¿qué hace Él? Él cumple todo el destino de Israel y lo ofrece a Dios y es bendición para todo el mundo. Él es Israel en el cumplimiento. Este único Dios es reivindicado en la elección de Israel.

En la Cruz del Señor Jesús, el Mesías, es justificada la soberanía de Dios. Él ha cumplido todo, y Dios ha sido justificado. Por eso es que Él vino de la descendencia de Abraham, y de la descendencia de David, para reivindicar la elección del Dios de Israel, para traer una bendición para todas las naciones; y en la cruz de Cristo, no sólo Israel recibe la bendición divina, sino todos los pueblos de la tierra; ese fue alguna vez el pensamiento de Dios para ellos. Nada de eso era posible mediante los sacrificios judíos. ¡Qué grande es esto de la Cruz, y lo maravilloso que es la soberanía divina!

DIOS VINDICADO COMO CREADOR

Me pregunto si tú estás delineando la conveniencia de esa extensa aplicación del principio de que, en la soberanía de Dios, toda tragedia y fracaso es afrontado y superado en Jesucristo, y todo lo que va mal es cargado en Él. El Señor se ha limitado a asumirlo, y ahora, no a Israel en este momento como una nación, sino a cada miembro de esa raza así como a otras razas, Dios dice: «La tragedia de judíos y gentiles es saldado en la cruz, y es por medio de la Cruz que estoy justificado, después de que todo hombre hubiese sido creado". Los hombres razonan acerca de esta creación y dicen: «¡Qué tragedia! ¡Es la derrota de Dios! ¡Es el fracaso de Dios! ¡Es el error de Dios! ¡Míralo! ¿Por qué Dios en todo caso creó a este mundo, y al hombre? ¿No sabía Él lo que acontecería?

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Viendo cómo ha discurrido esto, no se justifica haber creado este mundo». Pero como en Israel, así como en toda la raza, la Cruz del Señor Jesús es la reivindicación de Dios, y ese es el significado de palabras tales como: "el Cordero inmolado desde el principio del mundo" (Apocalipsis 13:8). Esto significa que Dios, en la Cruz del Señor Jesús, toca toda la historia de este mundo y la asumió. Por ahora, mientras que el mundo es como es, la soberanía de Dios a través de la Cruz del Señor Jesús convertiría la tragedia a buena cuenta, el sufrimiento en utilidad, y entonces después Él liberaría toda la creación de su condición actual.

VENCER LOS PODERES CELESTIALES DEL MAL

Eso nos lleva a la palabra de cierre. La Cruz del Señor Jesús no sólo es supra-histórica, es supra-terrestre en su rango. La Palabra de Dios nos revela que este mundo no es algo en sí mismo, y que lo que está sucediendo en esta tierra no se limita a la tierra. Lo que es revelado es que hay una inmensa lucha que está ocurriendo por encima, alrededor y por fuera de este mundo; es una lucha por la supremacía, por el gobierno, por el dominio del universo. Se dan ciertas insinuaciones en estos pasajes de la Escritura como en Efesios 6:12: "Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes". Existe un conflicto vigente y en marcha. Tenemos indicios de que en el Libro de Daniel, príncipes espirituales apoyaron al arcángel con relación a los intereses del Señor, igualmente involucrados en este mundo (Daniel 10:13,20). Sobre este mundo y alrededor del mismo, la lucha continúa por el dominio del universo. La Cruz del Señor Jesús tenía su significado en ese reino. En Su cruz Él se movió justo hacia las esferas de esos conflictos y contiendas espirituales cuando Él “despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz" (Colosenses 2:15). Sí, justo ese reino de la Cruz del Señor Jesús tenía su significado último y supremo, y el asunto del señorío de este universo fue restablecido en la Cruz.

Así, en esta carta a los Efesios, estamos celebrando todo el tiempo en el fondo de nuestra mente, tenemos la inclusiva y amplia declaración: "la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero, y sometió todas las cosas bajo sus pies" (Efesios 1:20-22). Ese es el triunfo de la Cruz. Esa es la importancia del significado y el valor de la muerte de Cristo. Él, al morir, mató a la muerte; al ser entregado a Satanás, Él lo venció, al ir a la tumba, Él sustrajo lo grave de su aguijón para siempre. Aquí está la soberanía

de Dios! ¡Qué grande es-supra-histórico, supra-terrestre! ¡Qué grande es la Cruz del Señor Jesús! ¿Quién podrá describirla, y quién podrá llegar hasta ella?

Pero, queridos amigos, mientras eso sea contemplado de esa manera, no quedará únicamente en el lenguaje e ideas maravillosas. ¡Oh, qué nos dice esta Cruz en el lenguaje de la esperanza y de la seguridad! ¿Tienes tú desconfianza de ti mismo, de los demás, o de este mundo? La Cruz del Señor Jesús responde a toda tu desesperación. No hay nada imposible, ya que Jesús murió y resucitó. Tú y yo no estamos tan en los imposibles como lo que hubiésemos pensado. No, todo es posible desde que Jesús resucitó de entre los muertos. A través de la resurrección, el sello de su triunfo universal fue dado por Dios. El nuestro es un Evangelio de esperanza ya que Jesús murió. "3Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, 4para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, 5que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero" (1 Pedro 1:3-5).

LA CREACIÓN FÍSICA REDIMIDA

No he dicho nada acerca de la Cruz y la redención de esta creación. Entre Israel y la vindicación de Dios con relación a Israel por un lado, y el universo, ese reino supra-terrestre, por otra parte, viene a la tierra, y en la Cruz está asegurada la redención de esta misma creación física. La vanidad en la que se encuentra, la maldición y la corrupción que hay en ella, han sido atendidas y vencidas en la Cruz del Señor Jesús, y en Él habrá una creación incorruptible; incluso nuestros cuerpos como una parte de la misma, pero más que a ellos –a la creación entera. ¡Qué día será ese cuando toda la creación sea liberada de la esclavitud de corrupción, cuando este gemido que se encuentra ahora dé lugar a una nota de liberación y emancipación, cuando todo sea glorificado! Él hará que el lugar de Sus pies sea glorioso (Isaías 60:13), y eso se refiere a una nueva tierra bajo Sus pies.

Y después habrá "un cielo nuevo y una tierra nueva, en los cuales mora la

justicia" (2 Pedro 3:13). Esa es la esperanza de la Cruz del Señor Jesús. Es una

gran cruz, y con todo nuestro esfuerzo para describirlo, no podemos abarcarlo.

El Señor nos dé una nueva apreciación en el corazón de cuán grande fue que

una sola ofrenda haya hecho todo eso de una vez por todas.

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Capítulo 5

LA GRANDEZA DE LA MUERTE

DE CRISTO

"El pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo” (Juan 6:33).

“Yo soy el pan de vida” (Juan 6:35).

“Porque he descendido del cielo” (Juan 6:38).

“Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo” (Juan 6:51).

“Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Juan 6:53).

“Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida” (Juan 6:55).

“Este es el pan que descendió del cielo" (Juan 6:58).

"17para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, 18seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, 19y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios" (Efesios 3:17-19).

A medida que el Señor lo permita, vamos a tratar de reconocer el vínculo y el paso de Cristo a través de la Cruz por nosotros mismos, es decir, el pueblo del Señor. Como lo hemos estado pensando, en la grandeza de Cristo ha habido algunas cosas que han trascendido sin duda alguna de Su Persona. En primer lugar, con relación a la filiación, pensamos en Su eternidad, la eterna filiación; entonces, en el otro extremo, pensamos de Él como el Hijo del Hombre. El eterno Hijo de Dios es el Hijo del Hombre en el tiempo; el Hijo de Dios en el cielo es el Hijo del Hombre en la tierra; y hemos estado tratando de comprender la grandeza contenida en esas capacidades. Hemos pensado en la grandeza de la Cruz.

Una cosa que hemos dicho acerca de Cristo es que Él no permanece en aislamiento solitario fuera de nuestro universo, sino que la revelación de Él, incluso en Su filiación eterna, así como en toda otra capacidad, es para mostrar que Él está estrechamente asociado con nosotros, con el hombre. Ustedes

recordarán que nosotros hemos dicho que la filiación eterna de Cristo no es un asunto de preocupación para nosotros si es algo en sí mismo; no estamos muy interesados si eso no nos va a afectar de alguna manera. Por tanto, el hecho es que la esencia misma de la revelación para el hombre es lo que muestra que Dios se interesa por lo que el hombre debe saber, y esto con un gran propósito. Dios no nos muestra estas cosas sólo por el hecho de permitirnos echar un vistazo a algo muy maravilloso. Él se revela con un objetivo a la vista, un objetivo grande, pero muy práctico, y Él dice, en efecto: "Ahora, esto se refiere a ti. Tú estás ligado y relacionado con esto". Así que la grandeza de Cristo como Hijo, tanto de Dios como del hombre, es descendida en las páginas del Nuevo Testamento, hasta una relación de vida práctica con nosotros. Él, el Hijo, está llevando muchos hijos a la gloria. Él, el Hijo del Hombre, es el primogénito de una nueva creación, y en Su naturaleza humana, después de Su semejanza, una nueva creación va a volver a Dios, para ser presentados a Dios en Él. Bueno, todo esto está en el terreno común, pero hay que llegar al significado interno y práctico de todo.

EL ETERNO PENSAMIENTO DE DIOS EN TORNO A LA FILIACIÓN ASEGURADA EN CRISTO Hemos hablado de la eternidad del Hijo y de nuestra participación en la vida

eterna, que es de Él. ¿Qué significa eso realmente? ¿Se acaba de comunicar a tu mente la idea de una duración sin fin, algo sin principio ni fin? Eso es vago , y difícilmente útil. ¿Cuál es el verdadero sentido práctico y el valor de eso, como una revelación, como algo que se nos ha traído? Bueno, lo que significa es que la filiación es un pensamiento, una concepción, en la mente de Dios antes de que fuésemos hechos, que iba a ser trasladado a una creación. Es decir, esto ya venía antes del tiempo, y para nosotros, el tiempo, simplemente significa este orden material del mundo actual El tiempo para nosotros comienza cuando Dios hizo una creación material y puso los cuerpos celestes en su lugar para que rigieran los años y los meses y los días y las estaciones del año, y así sucesivamente. Ese es el tiempo para nosotros, y pertenece, por tanto, a la creación material; pero volver atrás el tiempo y llegar a los pensamientos de Dios, eso está fuera del tiempo. Llámelo atemporal, si quiere, o eterno. Esto está fuera del tiempo, antes de que el tiempo fuese, y eso fue a dar carácter al tiempo, a dar orden a la creación. Eso que Él había hecho, en Su intención, tomaría su carácter de esto y, por tanto, en su concepción, en su idea, así como en su naturaleza, sería algo relacionado con el pensamiento eterno de Dios. Ahora, Cristo es eso.

Pero, de nuevo, ¿cuál es el sentido práctico de esto para nosotros ahora? Es

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que Cristo ha perfeccionado ese pensamiento eterno de Dios concebido antes de que el tiempo existiese; Cristo está para gobernar todo lo creado, y ver que el tiempo no tiene poder para destruirlo. Nada de lo que puede venir en el tiempo, puede finalmente descartar eso, debido a que es eterno y se queda allí rigiendo todo el tiempo. Finalmente, las cosas están sujetas, con la eternidad de Dios, a volver a esa idea original. La creación en el tiempo puede ir leguas y leguas más lejos de la idea de Dios, y puede moverse completamente fuera de su órbita, pero el tiempo dejará de ser; el tiempo no tiene poder finalmente para descartar eso. En Cristo eso está asegurado incluso antes de que el tiempo fuese, y, finalmente, está sujeto a hacerse realidad. Volveremos al pensamiento eterno de Dios para la creación, y se demostrará que nada de lo que alguna vez haya entrado en el tiempo ha tenido poder, finalmente, para cambiar eso. Esto es tremendo, y ese es el valor práctico de la filiación. La filiación es una idea eterna, y, finalmente, la creación vendrá a la filiación. Acontecerá finalmente que la filiación se encarnará en la creación, en un pueblo, y eso será lo que Dios ha pensado y decidido siempre.

EL ETERNO PENSAMIENTO DE DIOS ASEGURADO EN LA CRUZ Pero, ¿cómo puede ser eso? Es el hecho eterno, y aquí está el tiempo, aquí

están las condiciones del tiempo, y aquí estamos como fundamentados en esta creación. Estamos lejos de ese pensamiento eterno, así ¿cómo podemos realizar eso? Entre el eterno pensamiento perfeccionado en el Hijo y la realización última de ese pensamiento, se encuentra la cruz. La cruz con un brazo se remonta a la eternidad, a ese pensamiento, a ese propósito de Dios; con el otro brazo se extiende a la eternidad que todavía no es, a la consumación de ese pensamiento. La cruz es el puente a través de todos los tiempos entre las eternidades, que se ocupa, por un lado, del propósito, y, por otra parte, le da seguridad como una realización. Es en la Cruz que el pensamiento eterno de Dios sobre el Hijo y los hijos se hace posible y le da seguridad, y aquí está la grandeza de la Cruz, en el sentido de la eternidad de la Cruz. Ese es el significado de una frase como "el Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo" (Apocalipsis 13:8). El tiempo se había anticipado, y todo lo que podía y venía con el tiempo, que es tan contrario a ese pensamiento eterno, es anticipado en el Cordero que fue inmolado en el pensamiento de Dios desde la fundación del mundo. La Cruz construye el puente en medio de todo esto.

Así que, cuando entramos en una unión por la fe de Cristo crucificado, todo eso ha entrado con el tiempo –el cambio de naturaleza y carácter del hombre, el cambio del mundo, y el cambio del carácter de la creación–; cuando

permanecemos a un lado de esa cruz en una identificación de fe con Él en la muerte para ese cambio, para todo ese rompimiento y negación y contradicción de la concepción divina, y nos encontramos en el otro lado, en una identificación de fe en Él como resucitado triunfante sobre todo lo que ha llegado con el tiempo, recibimos el don de la vida eterna, la vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. O, para decirlo de esta manera, entonces encontramos a Cristo, a ese Cristo, desde la eternidad. Hemos salido de la época y lo que el tiempo significa ahora –porque el tiempo ahora significa la interrupción, el desorden, la corrupción, y sólo es otra palabra para el reino de la muerte que pone un límite a la vida y comienza a decir de un solo golpe: "Hasta aquí, y no más allá". Eso es la muerte, y ese es el tiempo. En Su muerte Él ha destruido todas las condiciones que el tiempo representa, Él ha tirado todo por la borda, y estamos unidos con Él en Su eternidad. La filiación recibida potencialmente a través del Espíritu Santo en el nuevo nacimiento, y realizada a través de la operación continua del Espíritu Santo en nuestro proceso de maduración –es algo que es la realización de un pensamiento eterno de Dios, la realización de todo lo que Dios ha pensado en torno a nosotros; y la Cruz es el punto en que todo eso es posible; mejor dicho, ya está asegurado en Cristo. ¡Cuán grande es la Cruz!

EL HOMBRE CELESTIAL DE DIOS

Siguiendo esto (y es sólo decir lo mismo de nuevo, poniendo el énfasis en otra palabra), tenemos esto aquí en el Evangelio de Juan: "Yo soy el pan vivo que descendió del cielo". "Yo he descendido desde el cielo". Esta es una frase reiterada, casi monótona. Eterno, sí, esto tiene un alcance hacia atrás. Ahora "desde el cielo" –que es el alcance hacia arriba. Pero ¿qué significa "Yo he venido desde el cielo"? Cristo dijo que las cosas son completamente misteriosas hasta que el Espíritu Santo las interpreta a nuestro corazón. Él habla sobre el Hijo del hombre, que está en el cielo (cfr. Juan 3:13). Mientras Él está diciendo esas palabras, Él está en la tierra; sin embargo, Él dice: "El Hijo del Hombre, que está en los cielos". ¿Qué quiere decir esto? Simplemente significa, como más tarde el Nuevo Testamento nos muestra, que Él no es de esta creación, Él no es producido por los medios raciales ordinarios en esta tierra, y no nace a lo largo de la línea ordinaria de la generación de Adán. "Yo he venido del cielo". Lo esencial y la más profunda realidad de Cristo es que Él es de un orden diferente. Sí, Él es nacido de María, pero Él es nacido del Espíritu Santo, de una manera única. Algo ha funcionado de modo que puede decirse de Él antes de Su nacimiento: "El Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios" (Lucas 1:35) –la plenitud de la santidad, ese es el producto de la intervención de Dios el

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Espíritu Santo, cortando con la herencia de la creación caída. Así que es cierto que, por el Espíritu Santo que descendía del cielo, El ha bajado del cielo. En una palabra, Él es de otro orden de seres humanos; hay algo alrededor de Él que es único y diferente de todos los hombres, no hay otro como Él. "Yo he descendido del cielo".

Esto, de nuevo, es el pensamiento de Dios –un cierto tipo de humanidad que no se encuentra en el tiempo y en esta tierra como la conocemos; una humanidad que no es familiar para nosotros, un orden diferente, algo fuera de este reino y de esta raza de la humanidad en conjunto. Somos "predestinados para ser conformados a la imagen de su Hijo" (Romanos 8:29). Tú y yo estamos para ser de un orden totalmente diferente de aquel al que pertenecemos por naturaleza. Este orden al que pertenecemos ahora en esta creación, no es el pensamiento de Dios en todos. Esto ha ido mal, y justo ha caído el reconocimiento y la aceptación divinos. Es algo diferente, se ha confundido, contaminado, enredado y envenenado.

Éste ÚNICO descendido desde los cielos es la representación, la encarnación y la inclusión de lo que Dios quería que fuese. Existe esta creación para un propósito, y para otro propósito –"conforme a la imagen de su Hijo"–, hechos como Él en la resurrección, hechos diferentes, espiritualmente, en el interior. Sí, pero sólo en embrión ahora. Tú sabes lo que es un embrión; es algo que tiene vida, pero aún está poco desarrollado, y carece de vida consciente. A medida que se efectúe el desarrollo, crecerá la conciencia; pero esto no existe al empezar. Eso es lo que somos cuando nacemos de nuevo. Tenemos la vida, pero ¿cuánto tenemos de conciencia y comprensión del significado de la existencia de vida? Muy poco. ¿Cuántos de los del pueblo del Señor, de todos los millones de esta tierra, son conscientes de que son salvos, y de que el gran objetivo que Dios tiene a la vista no es solamente salvarlos? Ellos tienen vida porque han nacido de nuevo, pero esa vida es sólo vida embrionaria, en el sentido de que la conciencia del significado de eso es muy limitada.

Pero a medida que se desarrolla la vida, crece la conciencia del objetivo para el que hemos nacido de nuevo. Puede haber una buena dosis de entusiasmo, actividad y energía de los cristianos jóvenes, pero si se quedan en ese lugar de tener energía y no la comprensión, no están creciendo. Cualquier bebito te puede cansar en el curso de unas pocas horas. Trata de hacer lo que un niño hace, y verás cuánto tiempo puedes seguir así. Hay mucho de vida y energía, pero no mucha inteligencia. La señal de crecimiento real no es sólo tener energía, sino inteligencia. Así que el verdadero curso del desarrollo de la vida espiritual está en ver y conocer más el objetivo para lo que hemos sido llamados, para lo que hemos sido salvados, y cuál es el significado divino de lo que se ha producido en nosotros. Son relativamente pocos los que están

creciendo de esa manera!

Bueno, al final será el hombre de plena madurez, la plenitud de la estatura de Cristo, y la filiación alcanzada plenamente, ya que es segura en Cristo, y fue asegurada en Él muy atrás en la Cruz.

Pero entre lo que Dios ha garantizado eternamente y proyectado en Su Hijo, y esa realización final, existe lo que somos por naturaleza. No somos según el pensamiento de Dios, y lo que es más, no está en nosotros ser eso, cualquier cosa que los humanistas puedan decir, y cualquiera que sea la falsa doctrina generalizada acerca de la paternidad universal de Dios y la hermandad del hombre, y el poder del hombre para ser su propio salvador si sólo él es cultivado y educado, y todo lo demás. A pesar de todo eso, no está en nosotros ser lo que Dios eternamente pensó que fuésemos. ¡Cómo son los hombres de ciegos, a la luz de la historia reciente, que se aferran a la creencia de que, tras miles de años, estamos más cerca de Dios! No estamos más cerca de Dios de lo que estábamos en el principio. Dios está sin duda echando a perder todo ese tipo de cosas, pero los hombres están ciegos, y todavía se aferran a eso; ellos son intransigentes en este reino de depravación total. Sin embargo, ¿dónde está la esperanza? Allí, entre esos dos aspectos, se encuentra la Cruz, y la Cruz ocupa no sólo lo eterno, sino lo celeste, el para siempre “otro”. Con una mano eso involucra lo que somos, y con la otra mano eso asegura la realización de la intención divina, y trae esos dos asuntos al Hombre crucificado –un Hombre que en la resurrección se convierte en el primero de la clase del hombre que va a ser. Ahí Él está en la cruz. La cruz del Señor Jesús, el Cristo crucificado, asegura otro tipo de hombre, y (como decíamos), cuando hemos nacido de nuevo recibimos la vida en embrión de ese nuevo orden. Si sólo fuésemos obedientes a la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús, nos transformaríamos en la misma imagen, seríamos transformados; vamos a crecer en Él en todas las cosas, y seremos semejantes a Él progresivamente y, a continuación, en el gran día de su intervención final en nosotros "seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es" (1 Juan 3:2). Todos vamos a ser cambiados, y esto corruptible se vestirá de incorrupción, y la muerte será sorbida en victoria (cfr. 1 Corintios 15:53,54). La Cruz logra eso. ¡Qué grande es!

CRISTO, EL PAN PARTIDO

Como lo puedes ver, es por eso que el Señor Jesús habla de esta manera simbólica de Sí mismo: "Yo soy el pan de la vida... he descendido del cielo". "El que come de mí..."; "Si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros". Claramente, esto significa que el pan debe se roto. Él pronuncia estas palabras, no sólo a los individuos, sino a toda la compañía de los creyentes: "El que cree en mí". El pan tiene que ser distribuido.

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Observa que, previo a ello, había ocurrido la alimentación de la multitud, y este escenario se dio fuera de la multiplicación y partimiento del pan para la alimentación de la multitud donde esta maravillosa revelación de Sí mismo como el pan de vida tuvo su origen. ¿Dónde fue partido el pan para ser distribuido? Fue en la cruz. La cruz es la ruptura del pan, de modo que podamos recibir a Cristo. Pablo lo explica todo, al penetrar en el misterio de esto, en este pasaje inigualable en Efesios 3:17-20: "Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones". ¿Cómo es Cristo habitando en nuestros corazones? Él ha sido roto y dado por la fe; la fe se ha alargado, y el Cristo partido, el Cristo distribuido; todo eso todavía se sigue efectuando, pues Él todavía continúa quebrantado, y ha venido a habitar en nuestros corazones. "Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en el amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos..."; "Nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan" (1 Corintios 10:17), hechos así por Cristo que mora en nuestros corazones por la fe. "18seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, 19y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios". Eso es simplemente recoger lo que hemos estado diciendo en una declaración general.

LA GRANDEZA DEL AMOR DE DIOS

Cerramos con un énfasis nuevo sobre la cuádruple dimensión del amor de Cristo. El amor, en Efesios, va de la mano con la gran palabra “gracia". La gracia y el amor en Efesios son gemelos –o lo diría de esta manera: la gracia es el amor en acción. Cuando llegamos a la gracia en Efesios, no es sólo la gracia de Dios hacia nosotros para salvarnos del infierno y que nos dé alguna garantía de los cielos. Eso es la gracia de Dios para salvarnos en ese alto, pleno y perfecto pensamiento de Sí. Es todo esto que está a la vista –esta cosa vasta y eterna, traída con relación a la Iglesia. Esa es la gracia de Dios en esta Carta. Entonces, la gracia demuestra que es por el amor de Dios. "Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella" (Efesios 5:25), el pan partido. Ese amor brota de la cruz. La cruz es lo primero que se muestra aquí. "En quien tenemos redención" (Efesios 1: 7). "1Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, 3entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. 4Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos

amó, 5aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)" (Efesios 2:1-5). Es el gran amor de Dios, como se muestra en la Cruz , levantándonos de esa muerte horrible a través de la Cruz.

Y entonces ese amor se ve en sus cuatro dimensiones: anchura, longitud, altura y profundidad. ¿Qué es eso? Es la cruz penetrando en su expansión. La amplitud de la cruz –y, ¡oh!, es la amplitud de la Cruz, es la amplitud del amor de Dios. Tú puedes darte el lujo de ser un entusiasta y generoso “clérigo” en el amor de Dios. Pero el amor de Dios es mucho más grande, mucho más amplio que nuestra concepción del mismo, por más que este amor sea ampliado en nosotros. Somos tan pequeños, tan despreciables, tan insignificantes. No vamos a tener miedo de pensar en el amor de Dios en términos generales. El Señor sorprenderá a algunos de nosotros con lo que Su amor ha hecho, y con lo que Su amor ha salvado. ¡Oh, cuán amplio es Su amor! Eso nos devuelve a la exhortación de Pablo a los Corintios: «Sed ensanchados también vosotros".

Esa es la anchura, el alcance hacia el exterior, y ahora la duración de su amor alcanza hacia atrás y hacia delante; y eso se remonta más allá del tiempo, más allá de la caída, más allá de todo lo que ha sucedido. El amor de la Cruz va más allá de eso y lo supera. Gracias a Dios, que sobrepasa todo lo que ha llegado con esta creación a través de Satanás y por medio de Adán, y eso sucederá hasta cuando ya no exista el tiempo. La cruz, el amor de Dios, se extiende hacia atrás y hacia delante sobre la eternidad.

"... cual sea la anchura, la longitud y la altura" –Oh, la altura del amor de Dios, de la Cruz de nuestro Señor Jesús! ¡A qué altura puede esto llevarnos! "Nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús" (Efesios 2:6). ¡Las alturas del poder de la Cruz! ¡El alcance de la Cruz para levantarnos! No tenemos idea de a lo que podemos llegar a ser. Juan dice: "Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él" (1 Juan 3:2). Míralo en el Monte de la Transfiguración; mirarlo en el brillo superior al del sol del mediodía sobre el camino a Damasco, míralo a Él como Juan lo vio, según lo registrado al comienzo del libro del Apocalipsis: "Y cuando le vi, caí como muerto a sus pies" (Apocalipsis 1:17). Vamos a ser como Él. No se puede describir, pero eso es la altura de la cruz, la altura del amor de Dios. ¡Oh, qué levantamiento que hay en la Cruz! ¡Qué levantamiento en el amor de Dios! Esto es práctico, y no es sólo doctrina. Cuando el amor de Dios realmente se apodera de una vida, esto asciende. Hay ascensión en el amor de Dios.

¡Oh, si el Dios Todopoderoso sólo viniera junto a ti ahora en forma personal, y tú supieras que se trata del Dios Todopoderoso, el Eterno, y Él te dijera 'Yo te amo!", tú serías levantado limpio de la tierra de una vez. La cruz es la gran revelación de que Dios nos ama. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que

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ha dado a su Hijo unigénito" (Juan 3:16). ¡Oh, si ese amor estuviese en nosotros, del mismo modo el efecto de nuestra presencia aquí sería la de levantar a los demás. Me temo que es al contrario –nos abaten, nos oprimen, y nuestro efecto no es elevación. Oh, Dios nos salve con más de Su amor que levanta! Y la profundidad del amor de Dios, de la Cruz!

A menudo cantamos:

"¡Oh, enséñame lo que quiere decir: Tu amor no tiene comparación, El amor que penetrará más profundo De las profundidades del auto-desespero!". Esa es una profundidad que algunos de nosotros sabemos –la profundidad

de la propia desesperación. Él tomó toda la desesperación de todos los hombres, ese abismo de desesperanza, de vergüenza, del pecado, justo hasta el fondo; y la cruz, el amor de Dios, llega hasta allí para levantar. ¿Cuál es la profundidad? Bien podría el apóstol Pablo volver sobre sí mismo cuando entra en contacto con ese amor y decir necedades: "y de conocer el amor de Cristo, que excede todo conocimiento" (Efesios 3:19). ¡Ahí está fuera del lenguaje humano! Efesios es la Carta de los superlativos. Pablo no puede contender con el lenguaje en esa carta, porque él lo ha adquirido totalmente fuera de esta vida, fuera de este mundo, fuera de esta creación. Él se ha puesto en contacto con la eternidad, con el cielo, con Dios, con esas magnitudes; y el lenguaje humano cae sobre sí mismo al tratar de describir esa "grandeza de su poder" (Efesios 1:19). Hablar de "Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos" (Efesios 3:20). El lenguaje no se puede describir. Aquí está el amor en sus cuatro dimensiones, pero esto traspasa el conocimiento. Esto puede sonar como meras palabras. Esto es; pero, oh, en lo que yo confío es que a través de las palabras eso será registrado en nuestros corazones por el Espíritu de Dios que nos diga que "el amor de Dios es más amplio que las medidas de la mente del hombre"; es más profundo que las profundidades que la desesperación del mundo y de la vergüenza y el pecado; es más alto que el más alto pensamiento de que somos capaces de imaginar que eso puede hacer, y es ancla de nosotros fuera del tiempo y de la eternidad.

Capítulo 6

LA GRANDEZA DE LA RESURRECCIÓN

"19y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, 20la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, 21sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero" (Efesios 1:19-21).

CRISTO EXALTADO, PERFECTO REPRESENTANTE DEL HOMBRE Nuestro objetivo ahora, para alcanzar que estamos tan totalmente

dependientes del Señor, es lograr el contenido de esas palabras, y ver y sentir algo de lo que significan. Si tú lees el pasaje completo, meditándolo, reconocerás que este haberse sentado Cristo a la diestra de Dios fue con el objetivo de instalarlo como el representante, donde estamos incluidos todos los que creemos –“para guardar a los que creemos"–. Este es un asunto que guarda relación. Dios le hizo sentar a Su diestra, que era el paso final en el ejercicio de esa gran potencia superior en la resurrección de los muertos, y se dice al final de la declaración que "lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, que es su cuerpo". No se estableció allí como alguien por sí mismo –como el Cristo exaltado pero aislado, el Señor honrado–, sino, en el pensamiento y la voluntad de Dios, de una manera relacionada con nosotros, los que creemos, a la Iglesia que es su Cuerpo. La presentación de la soberanía de Cristo en la Palabra de Dios es de Él en la posición y capacidad del Hombre representativo. Eso es lo que rige soberanamente en la plena revelación de Jesucristo. Él es la encarnación de la idea divina de la humanidad, pero, curiosamente, esa representación es en última instancia, proyectada en conjunto en una región más allá de la experiencia humana.

Él es colocado donde ningún otro hombre ha estado nunca. Cristo es plenamente establecido, finalmente, como representante de una experiencia y posición a través y más allá de la muerte. Yo digo que ningún otro hombre ha estado allí en toda la historia de los hombres. A primera vista, ese mismo hecho parece romper la concepción de Él como representante. Si Él es el representante en un ámbito y en un terreno que ningún otro hombre ha conocido, ¿cómo puede ser representante de todos los hombres? Y, sin embargo, cuando se llega a pensar con más cuidado, es justo lo contrario. Este es el por qué, y cómo Él puede ser el representante, debido a la representación

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perfecta en cualquier ámbito o demanda de conexión de la perfecta realización de todas las intenciones y posibilidades de ese reino. Si tú tomas una flor y dices: “¡Este es el ejemplar perfecto de su propia clase!", entonces es menester que esa flor deba incorporar todo lo que siempre esa especie estaba destinada a ser, y todas las posibilidades que estaban dentro de ella en su creación. No puede ser un ejemplar perfecto hasta que ha atravesado hasta el fin total de su inherente y divinamente designado destino. Y Cristo resucitado es –¿puedo usar la palabra?– el espécimen perfecto de todo el pensamiento divino en la creación del hombre, así que Él debe haber pasado por ese reino en el que está más allá de cualquier cosa que ningún otro hombre ha conocido. Él debe estar en una posición y en una plenitud que responde plenamente al pensamiento original de Dios para el hombre.

CRISTO RESUCITADO DISIPA TODAS LAS LIMITACIONES

Pero hay que bajar hasta eso. En la Biblia tenemos otras personas que fueron resucitadas de los muertos, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo. Lázaro es un excelente ejemplo. Pero nosotros sabemos, sin mucha discusión, que hay una muy grande diferencia entre Lázaro después de su resu-rrección y Cristo después de la Suya. Lázaro, aunque resucitó de los muertos, siguió siendo el mismo hombre. No hay nada que indique que él fue cambiado de alguna manera, y volvió a ser como era antes. La suya no era, en este sentido Divino, una resurrección, sino una resucitación, y hay una gran diferencia entre la resucitación y la resurrección. En el Señor Jesús nos encontramos con que es único en esta materia. La singularidad de Cristo se encuentra en su naturaleza, en lo que fue después de Su resurrección. Son tantas las diferencias, y son tan reales, que tú encuentras que incluso los que habían tenido la más estrecha asociación con Él y lo habían acompañado de la manera más íntima, no eran capaces de reconocerlo, salvo por una especial permisividad divinamente concedida. No era la aceptación de ellos sobre antiguas bases. Él no permitía ninguna de las antiguas y afectuosas muestras humanas de cariño, ni contactos físicos –"No me toques" (Juan 20:17)– que habían sido gestos del antiguo nivel de la vida natural.

Por otra parte, Él quiso dejarse tocar, pero iba a ser el toque de la fe. Invitó a uno que estaba dudando para que lo tocara –"Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado” (Juan 20:27), pero esta fue la invitación a la fe a fin de que fuera superada la duda y la incredulidad. Es un tipo diferente de relación, porque Él ha salido de un ámbito y ha entrado en otro. Ahora las limitaciones y vínculos antiguos no prevalecen más. El espacio se ha ido, y el tiempo ha pasado; Él no se marcha. Él desaparece; Él no viene, Él está allí. Ahora hay nuevas fuerzas, nuevas capacidades y nuevas habilidades. Todo está en un ámbito diferente, y sin embargo tan real. Él está dándole

fuerza a esa realidad, y necesariamente es así, porque ellos están entre dos mundos: el mundo que ha venido siendo, y el mundo que ahora es; y ellos tienen que aprender la diferencia. Esta es la revelación integral de un nuevo tipo de vida y un nuevo orden de cosas. No hay complacencia por su parte a la curiosidad acerca de ese otro e invisible mundo, sino sólo fijar fuertemente en el ánimo de ellos esa realidad espiritual, y eso es lo que Él está buscando traer a casa. Y si podemos ver a Cristo resucitado y percibir la naturaleza de este Hombre en el lado de la resurrección, vemos en Él el propósito para el cual se hizo hombre, el representante del pensamiento completo de Dios para el hombre –totalmente fuera y más allá de las limitaciones de la vida como la conocemos, fuera del control del espacio y del tiempo, con los poderes de los cuales sabemos muy poco y las capacidades que todos anhelamos, pero lo discernimos muy débilmente.

¿Qué ha hecho Cristo? Él ha librado de todo lo que conduce a la muerte y que implica muerte. La muerte es la que pone un límite a todo, que se presenta entre el cielo y la tierra, que lleva al hombre a la esclavitud, que coloca un poderoso “¡No!" sobre el desarrollo del hombre, y hechizos de vanidad –vanidad en todas sus luchas y esfuerzos. Cristo se ha ocupado de esto y lo ha puesto fuera del camino, haciendo posible ese cumplimiento poderoso de que Dios todo lo ha destinado para el hombre. Él ha invertido el curso de la muerte y la sacó de su postura de barrera en el camino de la plenitud del hombre; y en Su resurrección, Él ha traído a la luz la vida, la inmortalidad y la incorruptibilidad.

Por lo tanto, una de las primeras cosas que Él hizo después de Su resurrección fue tomar las Escrituras e indicarse a Sí mismo en todas ellas, desde Moisés, al comienzo de las Escrituras, hasta el final de las mismas, de las que existían en ese momento. Todas las Escrituras; ¿qué es eso? Eso es historia. Las Escrituras son la historia del hombre con Dios, siempre en esa mira; y la historia de la humanidad es la historia del fracaso cuando se trata de pensamiento de Dios; pero ahora en la resurrección, Cristo puede tomar toda la historia del fracaso e imposibilidad y mostrar cómo a través de esto ha estado presente lo que estaba diciendo: "Este fracaso, esta imposibilidad, no es para siempre, no es inevitable, y no es el último factor. Aquí estoy Yo". Sabemos por el registro de la resurrección de Lázaro cómo el Señor usó esa verdad en particular. "Tu hermano resucitará". "Sí", dijo Marta, "Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero". Él rompió en: "¡El último día! Cuando Yo estoy presente, el último día está aquí; el tiempo se ha ido, y aquí no hay ayer, hoy y mañana” –"Yo soy la resurrección y la vida". "Todo el tiempo está encerrado y ceñido y rechazado cuando Yo estoy aquí" ."Yo soy " –ya hemos escuchado eso antes. El Eterno es la resurrección y la vida, porque el tiempo se esfuma cuando entra en juego la eternidad. Y todas las Escrituras, teniéndole a la vista, tienen que decir: “Sí, la historia en la tierra puede ser lo que es, pero Yo estoy aquí, y

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al final todo va a cambiar". Esto es, en efecto, lo que dijo el día de su resurrección: “Yo estoy vivo, he cumplido todas las Escrituras. He recogido todas las Escrituras, toda la historia del hombre en su relación con Dios, y las he cumplido. Aquí estoy; Yo soy la realización de todo lo que Dios quería, y toda esa historia parecía decir que es imposible.

LA IGLESIA, LA EXPRESIÓN DE CRISTO RESUCITADO Y EXALTADO Ahora, el Nuevo Testamento nos muestra dos cosas con relación al Cristo

resucitado y sentado a la diestra de Dios. Nos muestra –y esto es lo que está aquí sobre todo en este pasaje de Efesios, como hemos indicado– que la Iglesia, que es Su cuerpo en el Espíritu, corresponde ahora a Cristo resucitado. "lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo". Esto no es un cuerpo sin cabeza, y esto no es una cabeza sin cuerpo; todo esto es uno. En la misma carta dice que, en el pensamiento de Dios, nosotros estamos sentados junto a Él en los lugares celestiales. La Iglesia, cuando está en un terreno espiritual, corresponde a Cristo resucitado. Esa es la primera gran cosa que el Nuevo Testamento nos enseña, y eso vino especialmente a través de Pablo por la revelación del Espíritu; y, aun si la Iglesia está representada sólo por un pequeño grupo en algún lugar en la tierra, y ese grupo está realmente sobre el terreno de Cristo, el tiempo y el espacio y todas las limitaciones son despedidos, y los confines de la tierra se tocan en un momento. Si hay un pequeño grupo aquí en el terreno de Cristo resucitado, por la regeneración, por la poderosa operación de ese mismo Espíritu que lo levantó de entre los muertos, en su íntimo ser, la mayoría verdaderamente ha resucitado con Cristo en el terreno de la nueva creación, y ser regidos por el Espíritu, del mismo modo ese grupo funciona en el Espíritu Santo, se desestima el espacio, toda la geografía se desvanece, se tocan los extremos de la tierra desde ese punto, y en cualquier momento y en cualquier lugar, puede suceder. No es un asunto de tener que esperar semanas o meses o años. Si el Señor lo quiere, la Iglesia puede efectuarlo en un momento, porque el tiempo no lo rige todo. Tú estás fuera de dicha esfera cuando te encuentras en el Espíritu. Orando en el Espíritu Santo es simplemente la puesta en operación de lo que Cristo es a la diestra de Dios; es el funcionamiento de Cristo resucitado. Así que Él dice: "18Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. 19Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mateo 28:18-20).

Pero, ¿quién quiere ir? Es la Iglesia, y Su núcleo irreductible de la Iglesia es de dos personas. Es una cosa corporativa, la presentación de la importancia del

Cuerpo a la vista. Cuando hay un buen funcionamiento en el Espíritu, eso es nada menos que Cristo resucitado, ascendido y exaltado, continuando con Su trabajo a través de Su Cuerpo, libres de todas esas limitaciones temporales. ¡Esto es tremendo! Por supuesto, esto no nos suena tan extraordinario a nosotros debido a que ya lo hemos oído antes y hemos sabido algo acerca de eso en términos de enseñanza, pero tomar ese tipo de cosas en un mundo que nunca lo ha escuchado, suena ridículo, fantástico, presuntuoso. Pero ahí es donde tenemos un cristianismo que hace estas enormes demandas sobre la fe. Esto es muy cierto, o no es cierto. Si es verdad, es una cosa inmensa. Si no lo es, bueno, ¡qué tontos somos! Pero aquí está, y, ¡oh! la Iglesia puede aprender más de lo que significa estar viviendo en unión con un Cristo resucitado. Eso debería ser una congregación, dos o tres o más creyentes, aunque limitadas físicamente aquí en esta tierra por el tiempo y el espacio, pero realmente en funcionamiento en el Espíritu Santo, para que el Cristo universal –todo lo que significa que Él está ahí a la diestra de Dios–, tenga alguna expresión. Yo le rogaría a Dios que esto pudiese volver a casa a ti por el Espíritu, y que se pudiese entender eso, por esa diferencia que haría. Tenemos un largo camino por recorrer antes de que esto se aprecie de manera adecuada. Pero es verdad.

Hemos dicho que en la resurrección de Cristo a la diestra de Dios está la representación del hombre integral, de acuerdo con la mente de Dios. ¿Qué da a entender su presencia ahí? ¿Qué significan, qué dicen, los cuarenta días después de su resurrección? Dicen que Él está por completo en otro ámbito y sobre otro motivo. La antigua humanidad, las cosas naturales han pasado, y Él no las permite. Todo es nuevo –los nuevos poderes, las relaciones, la capacidad, la comprensión. Hay un nuevo estado de cosas que trasciende al antiguo y va mucho más allá de esto, y lo que es posible ahora está más allá de nuestra capacidad de comprender. Este es el significado de 2 Corintios 5:17: "si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas". Ellos, los creyentes, son hechos nuevos.

Cuando tú tocas estas cosas, el lenguaje humano es un instrumento inútil para expresarlas. "La grandeza de su poder", hace parte de los superlativos en este campo. ¡Oh, para este ensanchamiento de una nueva aprehensión de la grandeza de Cristo en Su Persona, en Su muerte, en Su resurrección.

Bueno, entonces, la cosa suprema en el Nuevo Testamento muestra que la Iglesia en su verdadera base espiritual corresponde a Cristo resucitado. No es "la Iglesia" que conocemos aquí en la tierra, porque no es así. Pero el pensamiento de Dios sobre la Iglesia no es un imposible y algo meramente idealista. Es una cosa práctica. Dos santos, sencillos, humildes y sin importancia en este mundo, pero en realidad reunidos en el Espíritu, pueden ser un instrumento para el funcionamiento de Aquel a quien se le ha comprometido toda la autoridad en el cielo y en la tierra. Con ellos todas estas viejas limitaciones pueden ser desechadas y ellos pueden en un momento tocar todos

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los confines de la tierra. ¿Usted cree eso? Eso es realmente el significado de nuestra glorificación en Cristo resucitado. Esto tiene que ser algo más que emoción, y más que gloriosa doctrina, sí, más que una verdad a la que damos algunos asentimientos. Tiene que ser muy práctico. Cristo resucitado es la propuesta más práctica para la Iglesia. Cuando fue resucitado, Él dijo: "Toda potestad" –y esto es literal– "me es dada en el cielo y la tierra. Por tanto, id y haced discípulos" –esto es hablado a la Iglesia– “y he aquí yo estoy con vosotros" –con toda la autoridad en el cielo y en la tierra– "todos los días, hasta el fin del mundo"; es decir, hasta la consumación de esta era. No hemos entendido el significado real y el valor de eso. Simplemente hemos considerado fragmentos seleccionados de esto, haciendo de ellos una base parae la evangelización en todo el mundo, o de la empresa misionera. No nos hemos reunido en las poderosas implicaciones de Cristo resucitado.

LO LITERAL, LA CONSUMACIÓN DE LO ESPIRITUAL

Otra cosa que sólo voy a mencionar –que se nos muestra en el Nuevo Testamento, en este contexto– es que la consumación de lo espiritual será literal. Esta correspondencia con Cristo, ahora es una cuestión espiritual. Esta es una cosa de la vida espiritual, del Espíritu en nosotros, y de nuestro ser en el Espíritu; pero es la contrapartida de eso en lo literal, en la consumación de lo espiritual. La consumación de lo espiritual es que este cuerpo de humillación, de corrupción, será cambiado para ser semejante a Su cuerpo glorioso, tanto individual como colectivamente. Será una cosa individual, porque eso es lo que significa 1 Corintios 15. Esto también será una cosa colectiva, porque todo el cuerpo cambiará, la Iglesia será una iglesia gloriosa, una Iglesia de gloria, que no tenga mancha ni arruga ni cosa semejante (Efesios 5:27); no hay toque de corrupción, y no habrá posibilidad de ser corrompida, semejantes a Su cuerpo de gloria. Esa es la consumación de lo espiritual, y el apóstol dice que tenemos la prenda de eso ya en el Espíritu Santo.

Quiera el Señor darnos alguna visión fresca de que Su resurrección debe entenderse como una cosa práctica, y, si el significado práctico es ser presionados a algún tipo de acción, entonces vamos en primer lugar aprehendiéndolo por la fe y luego comenzar a actuar en consecuencia. Cuando nos reunamos, que no sea sólo para orar y hacer todo tipo de peticiones, sino para dar vida al Señor por su Espíritu una oportunidad para funcionar más allá de las dimensiones de ubicación, espacio y tiempo, y Él mismo desde el Trono a través de la Iglesia sea capaz de tocar todos los reinos de la tierra y el cielo, y hacer lo que Él ha indicado que es Su voluntad. ¿Por qué no ahora, viendo que Él está fuera del tiempo? ¿Por qué aceptar dilaciones si el Señor quiere algo así? Queremos ser mucho más prácticos. Si bien es cierto que somos uno con un resucitado y entronizado Señor, eso debe tener una gran repercusión. ¡Que así sea!

Capítulo 7

LA GRANDEZA DE LA

ENTRONIZACIÓN DE CRISTO

"Y se sentó Salomón por rey en el trono del Señor" (1 Crónicas 29:23).

"13cuando sonaban, pues, las trompetas, y cantaban todos a una, para alabar y dar gracias a Jehová, y a medida que alzaban la voz con trompetas y címbalos y otros instrumentos de música, y alababan a Jehová, diciendo: Porque él es bueno, porque su misericordia es para siempre; entonces la casa se llenó de una nube, la casa de Jehová. 14Y no podían los sacerdotes estar allí para ministrar, por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Dios" (2 Crónicas 5:13,14).

Las palabras que hemos leído nos lanzan de nuevo hacia delante en nuestro Nuevo Testamento: "Y se sentó Salomón por rey en el trono del Señor". Por supuesto, esto sólo puede decirse en un sentido típico y limitado. El trono de David, el trono de la casa de Israel, fue hecho con razón el trono de Dios, pero comparativamente sólo en un sentido muy limitado. Lo que viene respecto del Señor Jesús –de nuevo en la Carta a los Efesios, que nos ha interpretado en tan gran medida la parte del Antiguo Testamento– es ese Dios.

"20la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, 21sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; 22y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, 23la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo" (Efesios 1:20-23).

Tenemos el incomparable, el absoluto, ese del cual el trono de Salomón no era más que una pobre sombra. Podemos decir que Jesús se sentó, en ese sentido pleno, en el trono de Jehová como Rey.

El otro fragmento acerca de la gloria del Señor llenando la casa, se ve de dos maneras en el Nuevo Testamento. Aquí de nuevo en Efesios, después de este gran estudio exhaustivo de Cristo y su Iglesia en los lugares celestiales con arreglo a los eternos consejos de Dios, el gran resumen del apóstol Pablo está en estas palabras:

"20Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, 21a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los

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siglos de los siglos" (Efesios 3:20,21). "La gloria de Jehová llenó la casa".

Sabemos que un principio espiritual de eso fue efectuado en el día de Pentecostés. El Señor Jesús, habiendo sido exaltado a la diestra de la Majestad en los cielos y habiendo tomado asiento en el trono de Jehová como Rey, en el Día de Pentecostés, la gloria llenó la casa. Allí tenemos una indicación de la intención del Señor, tanto para Su Hijo como para Su pueblo.

Ahora quiero poner todo esto en un pequeño espacio de aplicación. Quien lo rige todo es Cristo entronizado. Todo tiene su origen y su fluir a partir de este hecho –Cristo entronizado en el trono de Jehová. Él entra en el lugar de Dios mismo, y no hay espacio para ningún otro. Incluso los sacerdotes no podían ministrar, porque no había lugar para ellos. La gloria de Jehová llenó la casa. Cuando el Señor tiene Su lugar, no hay lugar para ningún otro, ya que Él lo posee por Sí solo. Cuando el Señor Jesús es realmente el Señor, todo lo demás se esfuma. A eso es a lo que llegaremos con mayores detalles más adelante. Ahí es donde comenzamos, y ese es el secreto de todo lo demás, y la clave para todo lo demás –Cristo en Su lugar, el lugar de la misión divina, el lugar que Dios ha destinado para Él. "Para que en todo tenga la preeminencia" (Colosenses 1:18). Tú nunca podrás tener el secreto de la plenitud espiritual, hasta que Cristo tenga el lugar que Dios ha designado para Él, y no haya lugar para nosotros o cualquier otra cosa.

Eso es simple, pero es el tipo de cosas que se encuentra detrás de todos nuestros problemas, y en cuanto a que existe una gran dificultad para hacer esto real, incluso con el propio pueblo del Señor. Se trata realmente de una cuestión de que el Señor tenga Su lugar. Cuando lo haga, entonces tendremos el secreto de la ocupación de la casa del Señor por parte de la gloria del Señor. Tendremos el secreto de la plenitud.

LOS RESULTADOS DE LA ENTRONIZACIÓN DE CRISTO

(A) REPOSO PARA EL PUEBLO DE DIOS

Ahora, cuando se mira a Salomón y se le ve ocupar su lugar en el trono de Jehová como rey, y miras a ver cuáles son las cuestiones, las consecuencias y efectos de lo que fue todo eso fue, encontrarás varias cosas, sencillamente, indicadas. Una de ellas es que Israel entró en un tiempo de descanso maravilloso. Salomón se sentó en el trono de Jehová como rey, e Israel tuvo reposo por todos los lados alrededor (cfr. 1 Reyes 4:24,25).

Por supuesto (a modo de paréntesis), estamos recordando que todo esto apunta en gran medida a la era futura, pero la Escritura siempre tiene un doble aspecto, el dispensacional y el espiritual. Hemos indicado lo que sucedió en el día de Pentecostés. Pero la Iglesia –en una forma externa y terrenal–, no tuvo

descanso desde el día de Pentecostés. En esto había algo menos descanso exteriormente, sin embargo, un descanso maravilloso entró en la Iglesia. No se puede dejar de ver cómo las cosas cambiaron, incluso para los Apóstoles, desde ese momento, pues había una maravillosa garantía, una maravillosa confianza, un extraordinario valor y maravillosa audacia y eficacia en el testimonio, y todo porque había llegado al descanso, el reposo interior, nacido de la certeza de que Cristo era el Señor. "Pase lo que pase, Cristo es el Señor", es su mensaje, su nota. "Cualquier cosa que hagan los gobernantes y la gente, Cristo es el Señor. Como quiera que vayan las cosas, favorables o contrarias, Cristo es el Señor". Tú los ves entonces moverse a través del libro de los Hechos sobre esa base, y tuvieron que hacerle frente a no pocas dificultades, oposición y juicio, pero su mensaje todo el tiempo era: «Jesucristo es el Señor». Y a medida que lo afirmaban, asimismo lo iban logrando. Las mismas cosas que estaban en contra de ellos obraban a fin de demostrarlo; no Satanás, no el hombre, no las circunstancias, no las fuerzas, sino que Cristo es el Señor. Y había una profunda y apacible garantía y confianza, y descanso.

Sabemos por numerosas y pequeñas experiencias, así como por las grandes crisis controversiales en torno a la voluntad de Dios, que es sólo cuando nos sometemos a Su Señorío absoluto, cuando nuestra voluntad, nuestros deseos, nuestras preferencias, nuestros gustos han sido sujetos y sometidos a Él y nos inclinamos, no rebeldemente, no bajo coacción, sino de buena gana, voluntariamente, con sensibilidad a Su Señorío, entonces a continuación viene a nuestro corazón un maravilloso descanso, y no puede haber gloria hasta que no haya reposo. Esa es la palabra que gobierna esta casa. "Oh Jehová Dios, levántate ahora para habitar en tu reposo, tú y el arca de tu poder" (2 Crónicas 6:41). «Entra en tu reposo en la casa». Hasta que no haya descanso en la casa, no hay gloria. Ellos llevaron el arca, y ellos sacaron las varas –las varas que siempre sugirieron el movimiento, el progreso, en la inconstante marcha–, y dijeron: 'Este es el final. Hemos llegado al final del viaje". Y la gloria de Jehová llenó la casa.

Es toda una imagen del reposo de la fe, de lo cual la Carta a los Hebreos habla mucho; y ese descanso de la fe proviene de un auténtico temor de la aprehensión de corazón de Él como en el trono, tanto como Rey como Sumo Sacerdote.

No debemos permanecer demasiado tiempo con cada fragmento. Lo primero, entonces, como resultado de la exaltación de Salomón, fue descanso para el pueblo de Dios.

(B) LOS ENEMIGOS REDUCIDOS A LA IMPOTENCIA

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Lo siguiente –y una parte de lo anterior– fue que todos los enemigos que habían estado indagando por tanto tiempo, y que David había estado continuamente luchando, eran impotentes. Parece que esta exaltación de Salomón creó un poderoso temor paralizante sobre todos los enemigos para que fuesen indefensos, y que también tuviesen una contrapartida espiritual. El Nuevo Testamento muestra perfectamente que los enemigos estaban trabajando activamente, y haciendo todo lo posible para atacar y destruir, pero ¿cuál fue el resultado? Bueno, ellos eran impotentes para llevar esto a un punto muerto, y absolutamente incapaces de destruir la gloria. Estaban indefensos en un sentido muy real. Esa es la historia del libro de los Hechos. Había un montón de enemigos, y no cesaban de existir, pero cuán impotentes eran ellos para enfrentarse en contra de este Nombre y este testimonio, y en contra de este Cristo. Lo que no sólo se volvió hacia ellos, sino que fue hecho para servir al propósito del Señor, lo que en ese doble sentido ellos eran impotentes.

Cuando Cristo realmente está en Su lugar, puede haber enemigos, y ellos pueden ser activos y parecer estar haciendo mucho daño, y tener mucho a su propia manera, pero cuando Cristo es el Señor, Su soberanía se opone a ellos y los hace incapaces de cumplir su objetivo y a la realización de sus designios. "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados" (Romanos 8:28), y "todas las cosas" cubren en gran parte las actividades del enemigo; todas esas cosas giran hacia el bien por la actividad soberana del Señor, y el enemigo no es capaz de triunfar.

(C) ABUNDANTE RIQUEZA PARA EL PUEBLO DE DIOS

La próxima cosa como resultado de la entronización de Salomón fue la abundancia de riqueza para el pueblo de Dios. Hemos dicho en los capítulos anteriores que la riqueza de Salomón que le dio Dios fue grande. "Y Jehová engrandeció en extremo a Salomón a ojos de todo Israel, y le dio tal gloria en su reino, cual ningún rey la tuvo antes de él en Israel" (1 Crónicas 29:25). Hemos dicho que no era para él, y no la destinó para sí mismo para su propia satisfacción. Correspondía a Israel, e Israel entró en el bien de la riqueza de Salomón cuando él fue entronizado.

Se nos dice en esta carta a los Efesios, y su carta compañera a los Colosenses, que Dios ha colmado el Señor Jesús, Dios ha provocado que en Él todos deben vivir la plenitud. "Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud" (Colosenses 1:19). Hay un pasaje favorito para nosotros en Filipenses: "Mi Dios, pues,. suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús" (Filipenses 4:19). Bueno, Él está totalmente lleno, y la riqueza es para ti. Israel entró en el bien de la mano generosa de Dios a Salomón, cuando Salomón

estuvo en su lugar, Israel compartió el bien. Oh, no me limito a usar el lenguaje. No estoy tratando de ser elocuente. Creo que es el momento de practicar eso que sabemos de las riquezas de Cristo, y que el pueblo de Dios en todas partes debería saber qué tanta llenura de Cristo es para ellos. ¡Cómo el pueblo de Dios hoy en día necesita ser salvado de esta terrible tragedia de andar en la inanición, en busca de alimento espiritual y no encontrarlo, y, por su debilidad, ineficacia y falta de un impacto de Dios a través de ellos sobre el mundo, mostrando que ellos no tienen suficiente para dar, que no es un pueblo con una competencia! Así es como es en gran medida hoy, y no debe ser. Es el pensamiento de Dios que Su pueblo debe estar en el bien de la riqueza que Él ha almacenado en su Hijo para ellos. Cuando Cristo está en Su lugar, comenzamos a saber lo que heredamos en Él.

(D) EL ENSANCHAMIENTO DEL REINO

Lo siguiente como resultado de ser Salomón entronizado fue el ensanchamiento del reino. Dios le había prometido eso, y te encuentras con que Salomón comenzó a expandirse, rodear y construir. Su reino se fue ensanchando. Y no hace falta argumentar que hasta aquí se interesa el Nuevo Testamento sobre este asunto. Cuando el Señor Jesús fue entronizado, la ampliación de su reino comenzó de inmediato y era ese reino espiritual el que se ha traducido como el reino del Hijo del amor de Dios.

Ahora mi punto es éste. ¿Cuál es la clave en torno de esto? ¿Qué vamos a llamar? ¿El crecimiento de la Iglesia, la expansión y ampliación de la obra de Dios? ¿Cuál es la clave para incrementar, aumentar en el mundo, de todo lo que es de Cristo? Cristo es el ser aprehendido en Su gloria, en Su señorío, en Su entronización en el trono de Jehová. Es en este sentido: en primer lugar, que Él es el Señor y Él está en Su lugar, y entonces, como resultado, es que somos un pueblo que tiene reposo. Si lo intentamos con caras lánguidas y semblantes preocupados, como personas que llevan una pesada carga de dolor y problemas y de soportar ante el mundo, no habrá mucho incremento, crecimiento o expansión espiritual. Cuando podamos llevar con nosotros el testimonio de un corazón que ha encontrado el descanso en el terreno donde Jesús es el Señor, he ahí los vigilantes del mundo. Aquí está un cristiano que camina través de una profunda experiencia. Las cosas han ido mal para esa vida, porque son duras y difíciles, y nadie tiene mayor razón para cuestionar el amor, el poder y la soberanía de Dios. El mundo observa, y ¿qué ven y oyen? ¿"¡Guárdanos, Señor, que perecemos!"? o bien: «Esto está bien, el Señor está en el trono, y las cosas no son como parecen. Estamos saliendo, y estamos saliendo triunfantes. Este no es el fin!» Estando tranquilos, sosegados y seguros a través de la fuerza y la tensión, el esfuerzo, la adversidad y la contradicción es

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cómo se da el ensanchamiento del reino. El reposo de la fe es una poderosa fuerza de testimonio para el ensanchamiento.

Cuando los demás saben que tenemos, no sólo lo suficiente para seguir adelante con esto, sino aumentado; que no estamos todo el tiempo teniendo que ir a Egipto –el mundo– para encontrar algo para hacer lo que falta en nuestro cristianismo, sino que tenemos suficiente; que no sólo tenemos tanto como el mundo, sino mucho más grande; que somos completamente independientes de este mundo, para nuestra satisfacción, y tenemos una nueva fuente de satisfacción, entonces hay un testimonio que cuenta. Me temo que muchos de nosotros hemos dado la otra impresión, la de que ser cristiano es casi perderlo todo, y damos esa impresión no sólo por nuestra apariencia y formas e influencia, sino por lo que hacemos. Tenemos hambre después de esto y aquello y lo otro; debemos tener esto, y debemos tener aquello, porque el Señor no ha llenado todo. Sin embargo, cuando en realidad Él está en Su lugar, hay que avanzar en Su riqueza, que dará lugar a otros que quieran conocer el secreto.

EL CAMINO A LA ENTRONIZACIÓN DE CRISTO

Tengo que reunir y cerrar, y llegar a esto por la palabra final. ¿Cómo es esto realmente posible y llevado a la experiencia? Queremos este descanso, queremos esta riqueza, queremos esta plenitud espiritual, queremos que el enemigo quede inhabilitado para que finalmente no pueda lograr su fin, y queremos el ensanchamiento de lo que es del Señor en esta tierra; pero ¿cómo va a ser todo esto? Nosotros decimos –y es la verdad incluyente–, esto es cuando Cristo sea el Señor y Él esté en el Trono. Sí, pero ¿cómo va a llegar? Esto no es algo oficial y objetivo, que Dios ha escogido a Jesucristo y lo puso en el trono, y eso es el soberano acto oficial de Dios. Esto es algo espiritual, y tiene una aplicación inmediata y significado dentro de nosotros. Esta entronización de Cristo ha de tener un significado interior, y no puede ser otro hacia el interior hasta que las cosas se aborden, de manera que la realización de la entronización de Cristo, con todo lo que significa para nosotros de victoria, de descanso, de riqueza y expansión o ampliación, se base en el altar, la Cruz. Hemos tratado de ver lo grande que es la Cruz, pero aquí puedes ver su grandeza en la medida en que los resultados prácticos de la exaltación de Cristo dependen de ella. Lo que quiero decir es esto: Cristo no puede ser el Señor, con todos los resultados beneficiosos del mismo, hasta que todos los otros señoríos estén sometidos en virtud de Él, y por ello quiero decir los señoríos en el reino de nuestro propio corazón.

Tú puedes trabajar eso por fuera, y ver qué es lo que se está aplicando en todas las cartas del Nuevo Testamento. Lo que se somete a la vista es el lugar

que le corresponde a Jesús como Señor, y entonces el apóstol Pablo le pone manos a este negocio y dice, por ejemplo a los Corintios: “Estáis arruinando vuestro testimonio. No conocéis la riqueza espiritual, y no sabéis nada acerca del descanso real. Todo es limitado y desfigurado porque vosotros no sois un pueblo crucificado, y vuestra vida natural se interpone en el camino de Jesucristo. Él no puede ser Señor porque vosotros, en la fuerza de vuestra vida natural, sois vuestros propios señores, y, vosotros corintios, tenéis que venir a la Cruz". “Vosotros Gálatas, estáis permitiendo un Antiguo Testamento, el régimen típico, a que de nuevo vaya a dominaros a vosotros; la ley ha vuelto, y la habéis colocado como la base de todo. Habéis puesto a Cristo, quien ha cumplido toda la ley, fuera de Su lugar, y habéis caído de la gracia, y habéis vuelto a la ley”.

Gálatas 2:20, en su sentido inmediato, debe ser una realidad. "Con Cristo estoy juntamente crucificado". Se nota la conexión. El contexto inmediato es con respecto a la ley, el reinado de la ley. Pablo está diciendo cómo estaba bajo la ley, cómo la ley se había enseñoreado de él, cómo había estado bajo esclavitud y había limitado toda su vida. Luego el apóstol dice: Salí de la ley al ser crucificado con Cristo, “y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. La ley estaba en el camino, yo estaba en el camino en el sentido de este legalismo en mi vida. Todo cristiano que está obligado por el legalismo, es una obstrucción para el Señor Jesús, y eso limitará la expresión de Su poder.

Tú puedes encontrar la misma nota, en principio, en cada carta. Algo de la antigua vida natural se encuentra en el camino, y está limitando, arruinando, y haciendo todo lo posible para entrar en un estado de contradicción, y lo que sea, todo debe llegar a la Cruz.

Tú y yo, en todo lo que somos por naturaleza, tenemos que venir y someternos bajo el poder de esa cruz. La cruz tiene que sacarnos de ese camino para que Cristo pueda llenar todas las cosas. Ese es el significado aquí. Veo que el altar, el altar mayor, fue creado por Salomón, y un poderoso y todo inclusivo sacrificio fue ofrecido en tipología para la satisfacción de Dios, y entonces el rey tuvo su lugar, y resultaron seguidamente todas estas bendiciones.

Queridos amigos, estamos en el camino, somos nuestra propia plaga y nuestra propia limitación. Es esta vida natural la que es la presente pesadilla, pero hay una poderosa cruz. Aún es posible para nosotros decir: "Con Cristo estoy juntamente crucificado". Todavía es posible entrar en el significado de esto y saber que la ruptura fundamental de la vida del yo, la auto-fuerza, el egocentrismo, esa ruptura real de la columna vertebral de nuestra vida natural, ni siquiera nuestra vida religiosa natural, nuestra devota vida natural, o lo que sea esta vida natural, tan pronto su fuerza se haya ido, habrá lugar para el Rey y para que Él llene todas las cosas. En la manifestación exterior práctica, como

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sabemos, por una muy pequeña historia espiritual, esto no fue hasta que la vida espiritual, en algún momento u otro, fuese tratada, abatida y rota; cuando eso ocurra podremos entrar a una vida de reposo espiritual, crecimiento espiritual y riqueza espiritual. La Cruz gobierna, ya que es la cruz la que lleva al trono, desde el altar al trono, y desde el trono a la gloria de Cristo.

Que el Señor mismo aplique la palabra y hable a través de esto, y pueda ser el resultado que Él logre Su lugar completo, Su lugar indiscutible, y lleguemos a todas las bendiciones de Cristo en Su lugar.

PARTE 3

Capítulo 8

LA GRANDEZA DE LA IGLESIA

“2Y levantándose el rey David, puesto en pie dijo: Oídme, hermanos míos, y pueblo mío. Yo tenía el propósito de edificar una casa en la cual reposara el arca del pacto de Jehová, y para el estrado de los pies de nuestro Dios; y había ya preparado todo para edificar. 3Mas Dios me dijo: Tú no edificarás casa a mi nombre, porque eres hombre de guerra, y has derramado mucha sangre. 4Pero Jehová el Dios de Israel me eligió de toda la casa de mi padre, para que perpetuamente fuese rey sobre Israel; porque a Judá escogió por caudillo, y de la casa de Judá a la familia de mi padre; y de entre los hijos de mi padre se agradó de mí para ponerme por rey sobre todo Israel. 5Y de entre todos mis hijos (porque Jehová me ha dado muchos hijos), eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Jehová sobre Israel. 6Y me ha dicho: Salomón tu hijo, él edificará mi casa y mis atrios; porque a éste he escogido por hijo, y yo le seré a él por padre. 7Asimismo yo confirmaré su reino para siempre, si él se esforzare a poner por obra mis mandamientos y mis decretos, como en este día. 11Y David dio a Salomón su hijo el plano del pórtico del templo y sus casas, sus tesorerías, sus aposentos, sus cámaras y la casa del propiciatorio. 12Asimismo el plano de todas las cosas que tenía en mente para los atrios de la casa de Jehová, para todas las cámaras alrededor, para las tesorerías de la casa de Dios, y para las tesorerías de las cosas santificadas. 13También para los grupos de los sacerdotes y de los levitas, para toda la obra del ministerio de la casa de Jehová, y para todos los utensilios del ministerio de la casa de Jehová. 19Todas estas cosas, dijo David, me fueron trazadas por la mano de Jehová, que me hizo entender todas las obras del diseño” (1 Cró. 28:2-7, 11-13,19).

“3Además de esto, por cuanto tengo mi afecto en la casa de mi Dios, yo guardo en mi tesoro particular oro y plata que, además de todas las cosas que he preparado para la casa del santuario, he dado para la casa de mi Dios: 4tres mil talentos de oro, de oro de Ofir, y siete mil talentos de plata refinada para cubrir las paredes de las casas; 5oro, pues, para las cosas de oro, y plata para las cosas de plata, y para toda la obra de las manos de los artífices. ¿Y quién quiere hacer hoy ofrenda voluntaria a Jehová?” (1 Crónicas 29:3-5).

“1Determinó, pues, Salomón edificar casa al nombre de Jehová, y casa para su reino. 2Y designó Salomón setenta mil hombres que llevasen cargas, y ochenta mil

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hombres que cortasen en los montes, y tres mil seiscientos que los vigilasen” (2 Crónicas 2:1,2).

“4según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, 6para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado. 11En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, 12a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. 17Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, 18alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, 19y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, 20la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, 21sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; 22y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, 23la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo” (Efesios 1:4-6,11,12, 17-23).

“7para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. 19Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, 20edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, 21en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; 22en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu” (Efesios 2:7,19-22).

“10para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, 11conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor. 20Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, 21a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén” (Efesios 3:10,11, 20,21).

“1Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados..., 4un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación...; 13hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón

perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; 14para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, 15sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo” (Efesios 4:1,4,5, 13-15).

“25Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (Efesios 5:25-27).

Así llegamos a la tercera parte de las grandezas de la revelación divina, la grandeza de la Iglesia, una grandeza que, es lamentable pensarlo, por consiguiente, muy pocas personas de Dios hemos visto. Hay una dolorosa lentitud entre los cristianos para aprehender el gran propósito y la intención de su salvación, para conocer y comprender la naturaleza de su alta vocación, y es en este sentido que hay una gran división entre el pueblo de Dios. El cristianismo en su mejor momento en gran medida se ha convertido en un asunto general, una cuestión de salvarse y de seguir de una manera general y superficial, como cristianos, pero no reconocer que en la mente de Dios somos salvos con un propósito fuerte, que no es sólo para ser salvos y luego estar ocupados para que otros sean salvos también, y detenerse allí. Ambas cosas son buenas. Son fundamentales y esenciales, pero son sólo el principio. A partir de ese momento empieza algo muy diferente; es a lo que Pablo se refiere aquí, cuando dice: “os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados", y en torno a esa frase, “la vocación con que fuisteis llamados", ahí recoge todas estas inmensas cosas acerca de la Iglesia. Tiene un aspecto retrospectivo, incluso antes de que el mundo y el tiempo fuesen, que se va extendiendo de nuevo a través de las edades; también se contempla el aspecto ascendente, "en los lugares celestiales", con una vocación que es ahora celestial, y entonces esto perfecciona el aspecto del futuro, "los tiempos venideros".

Estas son frases que indican la vocación con que hemos sido llamados, pero cuán pocos de nosotros lo hemos realmente conocido y entendido ya. Se podría decir mucho acerca de la tragedia de la pérdida de la visión y revelación divina, y de la edificación de algo que se ha hecho casi imposible para las multitudes ahora el moverse hacia ese llamado, atadas las manos y pie como lo son por la tradición y por un sistema que deja a la gente sin libertad, e igualmente muy comprometidos, para ganarse la vida misma, para moverse conforme el pensa-miento integral de Dios. No vamos a seguir esa línea. Es mejor para nosotros mantener esa presentación positiva de la idea de Dios y de emplear nuestro tiempo en la búsqueda de ese enfoque, ya que no será más que eso, este asunto

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de la grandeza de la Iglesia.

Hemos estado pensando en la grandeza de Cristo, y tomó varios capítulos más contemplar esa grandeza; y después vino la grandeza de la Cruz, el alcance y el contenido de la muerte y resurrección de Cristo. Cuando llegamos a considerar la grandeza de la Iglesia, nos encontramos con que la grandeza de la Iglesia se debe a que la Iglesia involucra las otras dos grandezas, es decir, la grandeza de la Iglesia es la grandeza de Cristo y la grandeza de Su cruz. Esas dos grandezas le dan a la Iglesia su verdadero carácter. Tomamos el tipo en el Antiguo Testamento, con su magnificencia y plenitud en la presentación, la abundancia de la riqueza de Salomón; cómo Salomón tipifica a Cristo, y recordamos la propia palabra del Señor: "He aquí (uno) más que Salomón en este lugar" (Mateo 12:42). Pero debemos recordar también que Salomón se adelantó y comenzó a mostrar los tipos con relación a la casa de Dios. Eso fue realmente lo que le llevó a la luz, y fue la razón, la ocasión, la prominencia de Salomón. David tenía en su corazón que debía ser construida una casa, y que era una idea divina: "Cuanto a haber tenido en tu corazón" (1 Reyes 8:18). Esto estaba en su corazón proveniente del Señor, y tanto es así que el Señor le confió una revelación en plenitud, exhaustividad y detalle, de esa casa. David hizo una declaración extraordinaria: "Todas estas cosas, dijo David, me fueron trazadas por la mano del Señor" (1 Crónicas 28:19). No se puede explicar eso. Se trataba claramente de una intención divina, y estaba en la Divina implantación y despliegue que Salomón llegara a la escena en todo. Iba a ser la persona a quien se le encomendara para su cumplimiento. Su gloria estaba destinada a ser una gloria relativa, su grandeza, una grandeza relativa. En otras palabras, la casa que él construiría sería la encarnación y la presentación de su propia gloria y esplendor. Lo que Salomón reunió, y fue dado por el Señor en todos los sentidos, vendría y encontraría su realización y manifestación central en la casa que iba a construir.

Por supuesto, a la vez saltamos a la expresión superlativa del Apóstol: "A él sea la gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos" (Efesios 3:21). Esta Carta a los Efesios es la contrapartida de este relato en Crónicas para demostrar que la Iglesia, como Cuerpo de Cristo, es el instrumento escogido por Dios, y señalado y revelado por Él, para ser la encarnación de la gloria y la grandeza de Cristo. Es el vaso, el vehículo, por el cual todo lo de Cristo se dará a conocer a través de los siglos de los siglos, y hay un verdadero sentido en el que la revelación de Jesucristo y la manifestación visible de Él por parte de Dios es una cosa que guarda relación. La razón de eso es conseguir este escogido, conocido de antemano y predestinado pueblo en el que Dios en Cristo se dio a conocer a un sorprendido universo. "Sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y

potestades" (Efesios 3:10). Así que, como la casa era la manifestación de la grandeza de Salomón, la Iglesia es concebida por Dios para ser la manifestación de la grandeza de Cristo.

Dicho esto, como se acaba de dar una vislumbre de su grandeza (y, por supuesto, nada como una adecuada apreciación, requiere todo eso que hemos estado diciendo acerca de la grandeza de Cristo), recordamos también la grandeza del altar y el sacrificio expuesto a la vista con Salomón, la inmensidad de la ofrenda a Dios en ese momento. La grandeza de la obra de Cristo en Su cruz indica cuán grande debe ser la Iglesia. Si Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella, y si eso fue un sacrificio, una ofrenda, en comparación con las decenas de miles de bueyes y ovejas ofrecidos por Salomón, son como nada, un sacrificio tan grande que el tipo veterotestamentario palidece en comparación con la realidad. Si la obra de la Cruz del Señor Jesús fue tan grande, ¿no es una prueba más de cuán grande debe ser la Iglesia? Ella, por la propia parábola del Señor, ha sido llamada una "perla de gran precio" (Mateo 13:46), y para asegurar esta perla, el mercader divino, vendió todo lo que tenía –y tenía tanto como ningún mercader en la historia de este mundo ha tenido nunca, una riqueza y una plenitud, una gloria que Él tenía con Dios antes de que el mundo fuese, algo indestructible, grande y maravilloso. Buscando buenas perlas, cuando Él hubo encontrado una de gran precio, vendió todo para conseguirla. No podemos entender esto, pues esto está más allá de nuestra comprensión, pero ahí está, es la revelación divina. Y la cruz fue el precio de la Iglesia. Por alguna razón indescriptible, la Iglesia está relacionada con Dios mediante un valor como ese. Cristo amó a la Iglesia, "la Iglesia de Dios que él compró con su propia sangre". Es, evidentemente, una cosa muy grande y maravillosa.

LAS CARACTERÍSTICAS DE CRISTO

REUNIDAS EN LA IGLESIA

Ahora tenemos que mirar algunas de las características de Cristo, que se resumen en la Iglesia, a fin de que podamos saber lo que es esta Iglesia de que estamos hablando. ¿Qué es? Bueno, si se toman las cosas que son verdaderas de Cristo, entonces, lo que es verdad de Él, en la mente de Dios, eso es verdad de la Iglesia; y es verdad de la Iglesia que está en el ojo de Dios..

(A) SU SER ETERNO

Y la primera característica de Cristo en la que nos hallábamos, cuando estábamos considerándolo a Él, era Su ser eterno, la concepción eterna. No es necesario ir de nuevo sobre el terreno de la filiación eterna de Cristo. Todo lo que necesitamos decir sobre eso es que Él era antes que el mundo fuese; Él era

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antes de que el orden del tiempo fuese instituido en el establecimiento de esos cuerpos celestes para el gobierno del cual existe el tiempo –los años y los meses, el día y la noche, el verano y el invierno–. Todas estas faces del tiempo son regidas por los cuerpos celestes, y estos son factores de tiempo. Antes de ser, Él era, Él creó todas las cosas para Él mismo. La palabra "eterno" en nuestro uso simplemente significa que se regresa y se avanza más allá del tiempo, más allá de los períodos marcados, más allá de la historia. Eso es verdad de Cristo. El Carta a los Efesios dice que la Iglesia existía en la mente de Dios antes de la fundación del mundo. No significa necesariamente que la Iglesia existía realmente como lo hizo Cristo en la eternidad pasada, sino que era "conocida de antemano". "Nos escogió en él antes de la fundación del mundo... habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo" (Efesios 1:4,5). Como hemos señalado antes, esta carta a los Efesios no se establece en el tiempo. Sí, tendrá su efecto sobre cuestiones de tiempo, sobre los aspectos prácticos de la vida cotidiana, de nuestra conducta aquí en la tierra; pero se encuentra en el reino eterno. Se regresa y avanza; construye puentes todo el tiempo en la concepción divina. Ahí es donde se establece esta carta, y, hasta el punto de que al reconocer las consecuencias de eso, no tenemos ningún recelo real de la Iglesia; y cuando reconocemos eso, qué disparate todo esto vuelto un “eclesiasticismo” asaz pequeño y mezquino, y cómo nos sentimos que desde la perspectiva de Dios estemos jugando a algún juego de las iglesias cuando hacemos mucho de lo que tradicionalmente se ha dado en llamar "la Iglesia". Si tenemos una visión divina real de la Iglesia, todo lo demás se convierte en miserable, mezquino, estúpido, y una poderosa emancipación tiene lugar dentro de nosotros; pero eso requiere de iluminación.

La Iglesia tiene la característica de la estabilidad absoluta de Cristo. Es algo que está fuera de tiempo, elegidos en Él antes de que el mundo fuese. La estabilidad de la verdadera Iglesia, según la mente de Dios, es la estabilidad del mismo Cristo. La Iglesia, reposando sobre la base de Dios y en Su reino, es una cosa inamovible e indestructible. Estas características no son ciertas en otra cosa. ¡Oh, la estabilidad de estar allí en el pensamiento de Dios! La supervivencia es cierta, y, de hecho, es más que supervivencia. A veces cantamos el viejo himno:

"Las coronas y los tronos pueden perecer, Los reinos surgen y decaen; Pero la Iglesia de Jesús Seguirá siendo constante. Las puertas del infierno nunca podrán prevalecer contra la Iglesia".

"Yo edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella" (Mateo 16:18). La Iglesia representa la eternidad y la indestructibilidad de la vida misma de Cristo.

(B) EL MISTERIO DE SU CELESTIALIDAD

A continuación hablaremos de Cristo en Su celestialidad. "Yo he descendido del cielo" (Juan 6:38). Una vez más es necesario recoger esa constantemente reiterada declaración que el Señor hizo sobre su origen celestial. Aquí, en esta carta, la Iglesia se establece con tanta fuerza, con tal énfasis, por ser así. "Y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús" (Efesios 2:6). Hablamos de las palabras de Cristo a Pilato: " Mi reino no es de este mundo" (Juan 18:36). Me llamó la atención las últimas palabras de 1 Crónicas 28:5: "Él eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Dios sobre Israel". No era el reino de Israel, sino el reino de Dios sobre Israel. "Mi reino no es de este mundo". En otras palabras: Mi Reino es el Reino de Dios; mucho más grande que esto y más allá de esto; no de este mundo, es decir, no meramente temporal.

Hemos tratado de señalar la “alteridad" perfecta de Cristo frente a todos los demás en esta raza. ¡Cuán enteramente otro era Él, y es; desde otro plano totalmente! Y eso es verdad de la Iglesia. La Iglesia es muy distinta, algo totalmente diferente de aquella con la que estamos familiarizados. Nuestra palabra de Cristo es verdad de la verdadera Iglesia –que Él pasó por este mundo desapercibido, desconocido, lo que hace la afirmación positiva de que "nadie conoce al Hijo sino el Padre" (Mateo 11:27). Hay un misterio aquí. Esa palabra “misterio”, utilizada tanto por el apóstol Pablo, sobre todo en esta carta, es la palabra más difícil de explicar. Tenemos que recurrir a una paradoja cuando se intenta explicar eso, misterio –“mysterium”– significa simplemente la manifestación de algo oculto. Eso es una contradicción, una paradoja, pero esa es la esencia de la palabra.

Dios es manifestado pero de una manera oculta. "Nadie conoce al Hijo sino el Padre", y, sin embargo, "el que me ha visto a mí, ha visto al Padre". Él se manifiesta como Dios en Cristo, pero de una forma oculta, que exige un acto de Dios en la revelación concreta para ver a Jesucristo. Tú no puedes ver realmente a Jesucristo, a menos que Dios actúe soberanamente y abra los ojos de tu corazón. Eso se ha demostrado en toda Su vida aquí en esta tierra. Cuando un apóstol fue capaz, en un momento de revelación, decir: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente", la respuesta fue: "Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás: porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos" (Mateo 16:17). Pero pasado el momento, poco después, el hombre que había tenido la revelación, fue encontrado negando a ese Único con juramentos

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y maldiciones, y eso lo hizo tres veces. Si la revelación hubiese sido algo permanente, ¿cómo podría haber hecho eso? Fue un momento de una acción divina y soberana, cuando fue revelado el misterio, y él lo vio. Dios fue manifestado en una forma oculta mientras duró ese instante, pero luego volvió a caer el velo, si se puede decir esa expresión, y el misterio continuó.

Y lo que es verdad de Cristo, es verdad de la Iglesia. Esto es celestial; y debido a esto pasa desapercibido y continúa desconocido, a menos que Dios lo revele. Yo quiero realmente comprender esto. Yo sé en qué ámbito de impotencia nos pone esto a un lado, y es bueno que esto sea así; y por lo tanto lo que se hace necesario, por otro lado, es que Dios tenga una Iglesia que exista en la base de Su acto soberano de revelación. La pureza de esto exige esa revelación. Si todo el mundo pudiese ver y entender y comprender, y la Iglesia pudiera ser llevada bajo el limitado compás de la aprehensión humana, ¿qué tipo de Iglesia sería? Eso es exactamente lo que el diablo ha tratado de hacer –llevar la Iglesia a ese alcance por medio de algún grado de fácil comprensión humana, de modo que todos pudiesen estar en ella, o creer que están en ella. ¡Qué estrago ha hecho el diablo mediante la implantación de esta nefasta desorientación! Así ha ocurrido con Cristo, manejándolo por medio del Jesús de la historia, con indecible pérdida. Muy en gran medida, el cristianismo se encuentra en estado lamentable hoy debido a este mal manejo de la Persona de Cristo, tratando de constituir todo sobre la base del Jesús de la historia. El grito: "Volver a Jesús” (es decir, lejos de las enseñanzas de Pablo), es simplemente tratar de poner las cosas a este nivel terrenal, humano, que todo el mundo pueda entender y comprender. “No podemos seguir a Pablo. Él es tan misterio-so, de otro mundo, remoto y distante. Volvamos al sencillo Jesús de la historia, al Jesús de los Evangelios". Con esto se trata simplemente del lanzamiento de lo que es esencial para llevar a Dios a que se establezca en tu corazón.

Pero, "ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre" (Juan 6:65), dijo el Señor Jesús. "Nadie puede venir a mí". Esto exige una acción divina y soberana, un acto de parte de Dios a fin de que cualquier hombre o mujer realmente venga a Cristo. Uno no puede elegir o decidir por sí mismo hacerlo. No es que cualquiera diga que va a ser cristiano. Dios tiene que hacer algo en cada caso, y es Su acto soberano. No hay que abaratar el Evangelio. Si lo hacemos, estamos abriendo una puerta tan grande, que estaremos encantados después de un tiempo deshaciéndonos de todo lo que había entrado. La Iglesia, en su carácter celestial tomado de Cristo, es algo a lo que sólo se puede entrar por revelación, ya que esto sólo puede ser conocido por revelación. "Nadie conoce...." Sólo podemos constatar estos hechos. Ninguna enseñanza puede cumplirlo, y somos impotentes en la materia. Todo lo que se nos da es establecer los hechos divinos, y es de Dios el revelar. Pero, gracias a Dios, Él ha

revelado, y Él revela. Algunos de nosotros podemos decir que hemos brillado en nuestros corazones en esta materia, y la revelación de Cristo y de la Iglesia ha hecho una inmensa diferencia en todos los sentidos. Por supuesto, esta facultad de "ver" es inherente en el nuevo nacimiento por la morada del Espíritu Santo.

(C) MANIFESTANDO LAS CARACTERÍSTICAS

DE LA PERSONA DIVINA

La revelación de Dios en Cristo se realiza en la Iglesia de manera exactamente igual que con Él, en este sentido, que Dios ha revelado el Ser de Su Persona. La Carta a los Hebreos se inicia con: "Dios... en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo” –el Ser del Hijo–, y que es sólo otra manera de decir el Ser de la Persona. La única revelación suficiente de Dios es personal. Dios no puede ser realmente conocido por las cosas que Él dice, no importa lo mucho que sea. Es tal la diferencia entre una comprensión y concepción mental e intelectual de Dios, y la vida, la comprensión de la transformación del corazón. Dios debe venir Él mismo a nosotros en vida, de manera personal si lo queremos conocer vitalmente en realidad. Tú puedes leer una biografía o una autobiografía, y después podrás decir que conoces a la persona en cuestión, pero con qué frecuencia es cierto eso, cuando efectivamente te encuentras con esa persona, hay algo que no estaba en el libro, y eso hace toda la diferencia. Tú realmente no has cambiado y te has transformado por la lectura del libro. Has tenido impresiones, pero esas impresiones no hacen ninguna diferencia realmente en tu vida y tu naturaleza; pero si tú te encuentras con la persona, el impacto de esa persona deja una impresión profunda y tiene un gran efecto. Esto es a menudo el caso, pero es una ilustración pobre.

La revelación de Dios a nuestra vida ha tenido que ser mediante un Ser en Persona. Él ha venido en la Persona de Su Hijo encarnado; y si realmente palpas la realidad de Cristo en el Espíritu, hay un resultado tremendo. Tú sabes cómo se confirma esto en los relatos de los Evangelios. Hubo momentos en que las multitudes se apretujaban y presionaban sobre Él en estrecho contacto, pero no le sucedía nada a la gente. Pero en la multitud estaba una persona de profunda y desesperada necesidad que tenía fe, y dijo: "Si tocare solamente su manto, seré salva" (Mateo 9:21). Hubo algún vínculo espiritual entre esa persona y Él, que no existía entre Él y el resto de la multitud que lo apretaba, y esa persona lo logra por el contacto, no con el Jesús de la historia, sino con el Cristo de Dios; no sólo con el Hombre de Galilea, sino con la verdadera Persona divina. Es difícil explicar y definir esto, pero tú puedes ver que hay una diferencia. Esa es la única revelación suficiente de la Persona del Ser de Dios.

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Todo eso se sintetiza en la Iglesia, y es el verdadero significado de esta definición de la Iglesia: "La iglesia, que es su cuerpo", "lo dio por cabeza sobre todas las cosas" –no: “de la iglesia"; sin embargo, eso es cierto, pero "a la iglesia". La Iglesia, caminando bajo esa Jefatura, en esa relación vital con Él como Cabeza, entra en esas “todas” que están en Cristo, y, como Su Cuerpo, Él encarna.

Ahora, la grandeza de la Iglesia está aquí: que Dios ha ordenado y señalado a la Iglesia que ahora, en esta dispensación, deba estar donde se pueda encontrar, en los que pueda ser alcanzada, donde pueda ser tocada, donde haga auto manifestación. "Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mateo 18:20). Dios puede ser alcanzado y tocado allí. La Iglesia es el vehículo de Su manifestación.

De modo que la Iglesia está llamada a estar aquí en esta dispensación, y en las edades por venir para ser el Cuerpo mismo a través del cual Dios en Cristo se manifieste y se dé a conocer. ¿Cuál es la Iglesia que conocemos? ¿A qué se le llama comúnmente la Iglesia? ¡Oh, no! Pero ese es el pensamiento de Dios.

He estado leyendo un libro escrito por Adolf Keller, un hombre que viajó por todo el mundo visitando todas las iglesias y viendo qué se podía hacer a lo largo de la línea de la unión de la iglesia. Me llamó la atención esto en su libro: "Debo admitir", dice, "que muchas veces, cuando me senté en los edificios de magníficos templos, con sus vidrieras y sus órganos tallados, estaba menos consciente de estar en la iglesia de Cristo, que cuando, por ejemplo, yo estaba en uno de los escenarios campesinos en Ucrania, en habitaciones llenas de hombres y mujeres que habían venido descalzos desde lejos a escuchar la Palabra de Dios. Estas pobres y pequeñas congregaciones e iglesias, muy dispersas en las montañas de Yugoslavia, en las aldeas solitarias de Wolhynia, en los distritos mineros de carbón de Bélgica, en tabernas y graneros de Checoslovaquia, estas iglesias verdaderamente nos abatían, porque nos mostraban una y otra vez la verdadera pobreza y la verdadera riqueza de Cristo, y eso de un modo imposible en la sólidamente establecida y autosuficiente iglesia que conocemos hoy". Luego él hace esta declaración: "La Iglesia entera ya no representa su naturaleza como estaba previsto, ni es capaz de hacerlo”. Cuán diferente es de la Iglesia conforme el pensamiento de Dios. La Iglesia verdadera no es nada menos, en la intención de Dios, que Cristo mismo presente y siguiendo con Su trabajo sin las limitaciones terrenales de Su vida antes de Su muerte y resurrección. El Cristo resucitado, ascendido y exaltado en toda la plenitud que Dios ha puesto está en la Iglesia verdadera. Yo digo que no se puede identificar. Sólo se puede ver donde dos o tres están reunidos. No se puede decir esto de esto, o de aquello, o de alguna otra cosa llamada “la Iglesia”, que es la Iglesia. No, la verdadera Iglesia sigue siendo esa cosa

misteriosa. Cristo es la expresión activa. ¡Cuán grande es la Iglesia, si esto es Cristo!

Yo digo que sólo podemos exponer los hechos, y ahí están. Lo que tenemos que hacer ahora es orar al Señor: «¡Señor, revela la verdadera Iglesia!»

(D) UNA VOCACIÓN PARA UN DÍA POR VENIR

Hay una última palabra en este momento. Se trata de que siempre –ahora y siempre– rige el factor acerca de que Cristo no se toma suficientemente en cuenta, creo yo, en su significado. Se nota que cuando Cristo estuvo aquí Su aspecto era siempre de uno que se proyectaba hacia el futuro. Siempre estaba pensando y hablando de un tiempo por venir. Este es un factor gobernante y característico de Cristo. "En aquel día ..." (Mateo 7:22, etc.). Él está mirando y hablando acerca de un día por venir. Todo el tiempo Sus ojos están sobre el horizonte distante y habla de lo que será entonces: "Entonces tú sabrás, entonces tú verás, entonces todo será manifestado, entonces todo lo que ha estado tan oculto y misterioso, estará perfectamente claro". Eso estaba relacionado, en primer lugar, con la venida del Espíritu Santo; pero cuando tú pasas a las Epístolas, encontrarás la misma cosa dominante en la Iglesia. Hay grandes cosas ahora, grandes posibilidades ahora, grandes problemas y responsabilidades ahora, y la Iglesia está ahora, aun ahora, sobre los principados y potestades como un instrumento de la revelación de la multiforme sabiduría de Dios (Efesios 3:10). Pero la mirada hacia adelante es importante y lo gobierna todo. "A fin de que seamos para alabanza de su gloria" (Efesios 1:12); "Para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús" (Efesios 2:7); "A él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos" (Efesios 3:21).

Yo sólo estoy planteando esto aquí en este momento con este objetivo: Recordar el tremendo propósito al que está llamada la Iglesia. ¡Cuán grande es la Iglesia a la luz de la vocación que ha de cumplir, ¡qué gran vocación! Podemos dedicar mucho tiempo para examinar lo que es la vocación de la Iglesia, o va a ser en los siglos venideros, pero tenemos que estar satisfechos por el momento al hacer esta observación. Una cosa es ser un ciudadano y un bendito ciudadano de un país noble y de un rey noble. Puede haber muchas bendiciones en aquello por lo cual estar agradecidos, pero es una cosa infinitamente más grande el ser un miembro de la casa y de la familia del rey, un miembro de la casa reinante. Y ese es el llamado de la Iglesia: no sólo ser habitantes de la tierra, sino ser miembros de la familia reinante. Somos llamados a esa vocación, para estar en ese círculo íntimo. "Las naciones... andarán a la luz de ella" (Apocalipsis 21:24) es una manera de decirlo. La

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Iglesia es este cuerpo específico, elegida desde toda la eternidad y por toda la eternidad, no sólo para ser algo en sí misma y conocer esa satisfacción y gratificación, sino para ser un instrumento en las manos de Dios en el servicio a Él en Su universo a través de todas las edades venideras, en estrecha relación con Su trono. ¡Cuán grande es la Iglesia! Bien podía el Apóstol, al ver mucho más de lo que jamás hemos visto, decir: “Os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre "(Efesios 4:1,2). Entonces él induce esto a entrar en contacto con las cosas comunes de la vida cotidiana, y dice: "Si tú eres un verdadero miembro de la Iglesia y tienes un temor real de ella, no serás un mal padre o una mala madre, un mal marido o una mala esposa; tú no serás un mal maestro o una mala maestra o un mal empleado”. Todo esto se verá afectado por tu aprehensión espiritual. ¡Cómo es la vida cristiana en la práctica! Hay tantas personas que tienen una alta doctrina, y son unos pobres cristianos, que tienen toda la verdad, pero son malos empleadores. Esto no es la Iglesia.

Que el Señor mismo abra nuestros corazones y nos dé ese toque de gracia soberana, para que podamos ver la verdad y ser conformes a ella.

PARTE 4

Capítulo 9

LA GRANDEZA DE LA PALABRA DE DIOS

“1En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 14Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:1,14).

“El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6:63).

“El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios” (Juan 8:47).

“¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras” (Juan 14:10).

“Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS” (Apocalipsis 19:13).

Llegamos a la cuarta parte de esas cuatro grandezas de la revelación divina, la grandeza de la Palabra de Dios. Permítanme decir en seguida que no es mi intención afirmar que la Palabra de Dios es grande. Podríamos reunir todo tipo de evidencias para construir un argumento en torno al lugar de la Palabra de Dios, pero lo que nos preocupa ahora es la naturaleza de la grandeza.

A modo de introducción, permítaseme decir que en esta materia, como en las otras tres en las que han participado nuestros corazones, no hay gran necesidad de un nuevo entendimiento. No creo que lleguemos muy lejos en el valor espiritual real cuando nos lancemos en argumentos a favor de la inspiración de la Escritura. Debe abordarse con un movimiento “fundamental” de simplemente tratar de demostrar que la Biblia es la Palabra de Dios de principio a fin, y que ella es inspirada (ya sea literal o plenamente), no nos lleva muy lejos espiritualmente. Al hacerlo no significa que hagamos algo de eso, pero lo importante es que por la Palabra de Dios debe ser traído todo el pensamiento y el propósito de Dios, y eso no se realiza por medio de teorías, o interpretaciones de la inspiración. Sólo puede ser lo que realmente sabemos lo que la Palabra de Dios es, pues la Palabra de Dios es mucho más que algo escrito.

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LA IDENTIDAD ENTRE LA PERSONA DIVINA Y EL VERBO DIVINO Dicho esto, nos encontramos inmediatamente en el punto que da la

indicación de lo que es la grandeza de la Palabra de Dios, y se encuentra dentro de esa primera declaración en el Evangelio de Juan. "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios". Como tú sabes, allí es utilizada una palabra griega en particular, mientras que otra palabra se utiliza en el otro pasaje: "Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida" (Juan 6:63). Y entre esas dos declaraciones colocamos ésta: "El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por eso no las oís vosotros, porque no sois de Dios" (Juan 8:47), y sin embargo el Señor estaba diciendo estas palabras ante la audiencia de esos interesados. Ellos oyeron Sus palabras y declaraciones tanto como cualquier otra persona real; pero Él dijo que no lo habían escuchado. Realmente, Él dijo más: "Vosotros no podéis escuchar mi palabra" (Juan 8:43). Aquí tenemos la identidad de la Persona Divina y la Palabra Divina. En este asunto, lo mismo es verdad de la Palabra de Dios, como hemos visto que es verdad de Cristo y de la Iglesia. Hemos visto que Cristo era un completo misterio para el hombre natural, y para este mundo tal como Él discurría en medio de los hombres; hombres de inteligencia normal y hombres de inteligencia poco común, hombres sin cultura y hombres letrados, hombres que naturalmente han tenido gran sagacidad y entendimiento natural, y buen juicio y percepción. Él se movía continuamente entre ese tipo de personas, y ellos no le conocieron. Como hemos dicho, Dios pasó de incógnito, no reconocido, a través de este mundo. "Nadie conoce al Hijo, sino el Padre" (Mateo 11:27). Es el misterio de Dios encarnado.

En la meditación anterior tratamos eso en torno a la Iglesia. La verdadera Iglesia, según la mente de Dios y de acuerdo con la revelación, no es una cosa que se puede reconocer o identificar en esta tierra. Es algo oculto, algo celestial, un misterio; aún aquí en la tierra es un misterio. Su verdadera naturaleza e identidad se oculta incluso a los sabios y prudentes, y de las mejores facultades y cerebros e inteligencia de los hombres. Tratar de hacer que la Iglesia sea reconocida o tratar de traerla a la aprehensión, comprensión y conocimiento de los hombres, es despojarla de su esencia divina, y reducirla a un nivel en el que es removida y despojada de su poder. Una gran parte de la historia cuelga de ese hecho, y explica gran parte de la debilidad y la inutilidad de lo que se llama "la Iglesia" hoy en día.

Ahora, lo que es verdad de Cristo y de la Iglesia es verdad de la Palabra de Dios. Es un misterio. Dios manifestado en una forma oculta es una contradicción, una paradoja, pero ese es el sentido del misterio.

LA PALABRA DE DIOS, EL ÚNICO LENGUAJE DE DIOS

La Palabra de Dios es en primer lugar, el lenguaje de Dios, el cual no es el idioma hebreo ni griego, ni ninguna lengua conocida por nosotros en esta tierra. Es el lenguaje de Dios, una lengua que nadie conoce y que nadie puede aprender con cualquier facultad humana en modo alguno. En lo que está siendo dicho ahora, tú estás escuchando un montón de cosas que espero sean verdaderas; y confío en que son verdades de Dios; pero tú te irás y estarás usando algún tipo de juicio sobre lo que se ha dicho, y eso es todo lo que será, a menos que otra cosa suceda además en el oído y a través del oído, profundo y más distante que el mero escuchar con tus oídos naturales. Algo debe venir a ti como de Dios mismo, y a menos que eso ocurra, todo lo que hayas oído se mantendrá por unas horas o unos días, y entonces lo dejarás por completo, y te mantendrás con tu propio veredicto y sentencia sobre lo que se ha dicho. La Palabra de Dios es algo muy distinto a lo que estoy diciendo sobre ella y sobre Él, aunque confío en que estoy diciendo la verdad.

La Palabra de Dios es un misterio, es el lenguaje de Dios, y tú tienes que tener algún tipo de facultad que le haya dado Dios para entender Su idioma. Esto está fuera de este mundo y fuera de todas las naciones y lenguas, e idiomas de este mundo. Es algo diferente y algo distinto, y tú tienes que recibir una facultad celestial, mediante un nuevo nacimiento del cielo, y aprender un nuevo idioma comenzando por el alfabeto, el ABC de los cielos.

Tú puedes conocer la Biblia de tapa a tapa y no saber una sola palabra de la lengua de Dios. El lenguaje de Dios puede estar dentro de la Biblia, y así es; pero no es lo que está en las letras y las palabras reales. Es algo más que eso, y es el más profundo lenguaje de Dios. Tú puedes leer este libro con toda su carácter sagrado y precioso, y no escuchar a Dios hablar en absoluto. Para escuchar el lenguaje de Dios es necesario un acto soberano de Dios. Como dijimos antes sobre el reconocimiento y la identificación del Hijo de Dios en Jesucristo, tenía que ser así. "No te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos" (Mateo 16:17). De modo que Él, que es la Palabra, exige este acto soberano para la identificación de la revelación divina del Verbo. La percepción puede ocurrir en un instante, al igual que Pedro en la ocasión antes citada, y entonces empezar a caminar hasta que algo se haya hecho permanente en el interior de la persona receptora. El hecho de que es un acto de Dios, no elimina la responsabilidad del hombre, para que podamos controlar nuestros prejuicios. La preparación y ganas de escuchar y recibir, son factores esenciales en la comunicación divina y vivificante.

He aquí, pues, que la esencia de la Palabra de Dios es su espiritualidad, su naturaleza espiritual, y no su naturalidad. El Jesús de la historia nunca te

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salvará; sólo el Cristo resucitado, ascendido, y viniendo en el poder del Espíritu Santo, lo podrá efectuar. La Palabra como un documento histórico nunca te salvará, y no podrás lograr nada. Tiene que venir en el poder de la vida del Señor resucitado, en el poder del Espíritu Santo, para llevar a cabo su propósito. La espiritual es la verdadera Palabra de Dios. "Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida" (Juan 6:63). "... no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica" (2 Corintios 3:6). Las palabras bíblicas se pueden hablar, pero aparte de un acto de Dios no te las oyen; todo será en vano. Por lo tanto es posible predicar a Cristo y la cruz y no producir ningún efecto en ellos, porque se predicó en la sabiduría de los hombres.

EL IMPACTO DE DIOS A TRAVÉS DE LA PALABRA

Además, hemos visto que Cristo es el impacto personal de Dios. Cuando Cristo realmente toca, o es realmente tocado de una manera espiritual, se encuentra a Dios. Hemos tratado de mostrar esto en nuestra meditación anterior, indicando que, incluso cuando la multitud lo apretaba y lo presionaba, arrinconándolo por todos lados, no se registró nada; Él era para ellos una persona natural, estaba allí con ellos como cualquier otro hombre en una multitud. Pero una mujer estaba allí ubicada en un ámbito totalmente diferente de la multitud. Ella tenía fe, el vínculo esencial con Dios; porque decía: "Si tocare tan solamente su manto, seré salva" (Marcos 5:28). Y ella se aferró a su manera y tocó, y todo fue hecho en ese mismo momento, encontrando que en ese Uno ante el cual la multitud no obtenía nada, aunque en estrecha proximidad, ella conoció a Dios. El suyo fue un testimonio que estaba en contraste con el de toda la multitud. Todos ellos habían visto y oído, y Él había estado con ellos, pero una sola persona hizo el descubrimiento, es decir, sólo uno logró el impacto de Dios.

Y lo que es verdadero de Su persona es el caso de Él como el Verbo, es verdadero de la Palabra de Dios.

LA PALABRA DE DIOS ES SU ACTO

Ya lo ves, la Palabra de Dios es siempre un acto. No lo olvides. La Biblia como un libro escrito no es siempre un acto. ¿Cuántas veces tú lees tu Biblia y no sales con nada? Muchos me dicen: “Yo no conozco la Biblia como realmente viva. La leí, pero no parezco conseguir nada”. ¿No es esta una experiencia común? Ah, sí. La Palabra de Dios es algo que está más hacia el interior de la estructura, de su canal, y la real Palabra de Dios es un acto de Dios. "Porque él dijo, y fue hecho; él mandó, y existió" (Salmo 33:9). "Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios" (Hebreos 11:3). ¿Te has

fijado en ese fragmento de Juan 14: "Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuanta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras?" Uno esperaría mantener su plena declaración en la misma línea y hacer que la segunda mitad corresponda a la primera: "Las palabras que os digo no las hablo de mí mismo, sino que el Padre que mora en mí, habla las palabras”. Pero no lo dijo."Palabra... obras", y las obras del Señor Jesús, se realizan en gran medida por Su Palabra. Hubo una expresión y algo sucedió. "Yo os lo digo...". La palabra de Dios es un acto.

La Biblia, si lo sabíamos correctamente, no es sólo un libro para todos. Se trata de una Persona. No es una colección de verdades y doctrinas, leyes, mandamientos y tecnicidades. Es tan sólo una Persona; y la Biblia perderá su propósito a menos que estemos todo el tiempo poniéndonos en contacto con la Persona, y esa persona es el Señor Jesucristo. Sólo hay un sistema en toda la Biblia, y ese es una Persona, Cristo. Tú no puedes comprender completamente eso, pero puedes pensar en ello. La Palabra de Dios es creativa, algo que sucede, y algo que produce resultados.

Todo lo que hemos dicho más arriba no significa que la palabra escrita en sí no tiene valor ni efecto. El hecho de que tenemos la Biblia de ninguna manera va a ser la base del juicio. Somos responsables ante Dios únicamente por Su revelación escrita, pero su poder para efectuar algo en nuestras vidas es a través de la fe, y, aparte de una combinación de la acción del Espíritu acerca de la fe vivificante en nosotros para "saber" la Palabra en sí, pero sigue siendo la expresión verbal, y no "la vida".

LA PALABRA DE DIOS ES ESPÍRITU

Voy a tratar de llegar a esto de esta forma. ¿Cuál es el objetivo del discurso de Dios? ¿Cuál es el objetivo de toda la revelación divina? ¿Cuál es el objetivo de la Palabra de Dios? Hay un solo objetivo, y ese es traer de vuelta la relación perdida con Él mismo. De principio a fin, el objetivo de la Palabra de Dios es rescatar, restaurar, asegurar de nuevo una relación personal con el mismo que se ha perdido. ¿Cómo se hace eso? ¿Cómo se puede hacer por medio de las palabras del lenguaje humano? Sólo puede hacerse en forma personal, por lo que es una relación con una Persona viva. Pero, ¿cómo puede el hombre tener una relación viva con el Dios vivo? Eso es absolutamente imposible con lo que el hombre es. Dios es un Espíritu, y sólo el espíritu puede tener una relación vital con Dios. Si, pues, el objetivo de la Palabra de Dios es la recuperación de relación con Dios, algo espiritual tiene que producirse en las personas afectadas para ser vinculados con Dios, que es Espíritu; y la Palabra de Dios, la Palabra que Cristo ha dicho, es espíritu y es vida. Entonces, el efecto de la Palabra de Dios debe ser siempre y constantemente para vivificar nuestros

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espíritus y hacernos vivir la vida divina.

Si esto es cierto, estoy seguro de que, de acuerdo con mi declaración de apertura, una nueva comprensión de la Palabra de Dios es muy necesaria hoy en día, y la falta de comprensión de esto acerca de la Palabra de Dios es motivada por tanta debilidad y pérdida. Podemos ser fundamentales en el límite de lo posible, con el argumento de la autoridad y la inspiración de las Escrituras, y aún así estar espiritualmente muertos y ser inefices. La Palabra de Dios es algo más que eso.

Ahora ya lo puedes ver, con el fin de destruir la Palabra de Dios, tienes que destruir la Persona de Jesucristo, y así también en el sentido contrario. Eso es exactamente lo que el diablo ha tratado de hacer. No se puede separar estos dos, se van juntos. Si Cristo es el Hijo de Dios, si Él es el Dios encarnado, la Palabra de Dios permanece suprema. Ahora, para librarse de la autoridad y la supremacía de la Palabra de Dios, hay que socavar la Persona de Jesucristo, y nota que eso es exactamente lo que está sucediendo en el Modernismo. ¿Por qué el diablo busca quitarle Su divinidad esencial a Cristo y darlo al Jesús de la historia? Eso es con el fin de deshacerse de su impacto poderoso como la Palabra de Dios para vivificación y estructura vital de los demás. Así que la Palabra siempre va con la persona. Al Modernismo se le debe lógicamente el seguimiento de la reducción de Cristo al nivel de un gran hombre mediante la reducción de la Palabra de Dios a la palabra de hombre. Se mantienen o caen juntos.

LA PALABRA DE DIOS, CAUSA DE TODOS LOS SERES

Entonces, si esto es verdad, nos lleva además a este hecho: que la Palabra de Dios, que es el lenguaje de Dios y el actuar de Dios, es la cabal ocasión, causa y explicación de nuestro ser. "Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios". Él ordenó, y habló; era Su acto. La existencia del mundo, o de las edades, entonces, es porque Dios habló y algo sucedió.

Queridos amigos, del mismo modo en la nueva creación del Señor, nosotros somos atribuidos al “habiendo hablado” de Dios en este sentido de ser. Somos engendrados de nuevo por la Palabra de Dios. Esto no es nuestro simplemente tomando la letra de la palabra y tratando de dar respuesta a eso, y tomando alguna decisión. Oh, no quiero que se me malinterprete o que haya algún pensamiento crítico; Dios sabe cuánto valoramos y apreciamos cualquier cosa y todo lo que es de Él y pueda ser utilizado por Él, pero hemos dicho antes en estas meditaciones que el gran peligro de nuestro tiempo en el cristianismo evangélico es el abaratamiento de todo y el hacer todo tan fácil empujando, al abrir la puerta más amplia posible para cualquiera que entre en esa línea más

fácil. Si bien no se desea poner las cosas difíciles, creo que hay una necesidad en esta materia de darse cuenta de que se requiere algo totalmente fuera de lo natural para traer a alguien nuevo hacia la relación restaurada con Dios. Esto exige nada menos que la palabra-acto de Dios que da vida, y sin la cual no hay existencia, por lo que se refiere a la relación con Dios. Sólo podemos tener nuestro ser como miembros de la nueva creación, si Dios ha hablado y es hecho. No nos engañemos a nosotros mismos. Debe ser así. El Dios que dijo: "Sea hecha la luz", debe brillar en nuestros corazones (2 Corintios 4:6).

Y cuando es así, como hemos venido diciendo acerca de Cristo y la Iglesia, la eternidad se ha roto en el tiempo, el advenimiento de la eternidad simplemente se ha marchado del tiempo de esta existencia, y estamos unidos con el Dios eterno. Algo ha sucedido: "Yo les doy vida eterna" (Juan 10:28). El nuevo nacimiento es la actividad de la Palabra, que produce una nueva creación en la que hay una nueva vida que nos une con la eternidad. ¡Qué cosa tremenda es la Palabra de Dios! Es una cuestión de ser mismo.

SER MANTENIDO POR LA PALABRA DE DIOS

Y no sólo eso. El Señor Jesús dijo cosas que tenían que ampliarse más tarde a través de sus Apóstoles cuando vino el Espíritu Santo. Él dijo: "No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mateo 4:4). No sólo es atribuible al ser del hombre esta Palabra de Dios de que estamos hablando, sino que su mantenimiento está muy sobre esa base. El mantenimiento de la vida espiritual que imparte, y su sustento en todo, es por la Palabra de Dios, y eso es algo más que leer la Biblia. Permíteme preguntarte una vez más, y seamos honestos (y hay espacio y necesidad de honestidad: sé que estoy expuesto a la incomprensión, pero estoy asumiendo el riesgo con el fin de llegar directamente al corazón de las cosas y salvar a la gente de engaño y una falsa posición, y la honestidad está llamada aquí), ¿Encuentras tú siempre y continuamente que tu vida espiritual está sostenida, alimentada, construida y mantenida mediante la lectura de la Biblia? ¿Siempre sigues adelante, y creces espiritualmente mediante el estudio de la Biblia? Las universidades pueden hacer doctores de la ley y filósofos, pero no pueden formar, en el verdadero sentido, doctores de la Palabra de Dios. Sólo el Espíritu Santo puede hacer eso, porque es una cosa espiritual. Y la honestidad debe hacer esto.

Hay una diferencia entre la lectura de la Biblia como un libro –sí, el más grande de todos los libros , y un libro dado por Dios–, y Dios viniendo a través del mismo, y haciéndonos decir: “Oh, he leído ese pasaje muchas veces, pero nunca había visto esto en ahí. Dios me ha hablado en un texto que he conocido desde mi infancia, en un pasaje de la Escritura con el que estoy más familiarizado. Dios me ha hablado de un modo en el que nunca antes lo había

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experimentado a través de las Escrituras". Eso es lo que quiero decir. La Palabra de Dios está cabalmente detrás del mantenimiento de nuestra vida en el sentido de que algo de Dios viene de más allá (aunque puede ser a través de este o ese canal, a lo largo de esta o aquella línea). Viene desde atrás, desde el más allá, como algo extra, algo más, y en busca de nosotros. Y cuando llegamos a nuestra conclusión sobre el asunto, tenemos que decir que hemos llegado, no a una nueva aprehensión de la Escritura, sino también a algunos nuevos conocimientos sobre el Señor por medio de la Palabra. Es así como operaba la soberanía divina con la palabra escrita y en lo que concierne a Su encarnación.

LA PALABRA DE DIOS EXIGE INTERPRETACIÓN DIVINA, NO HUMANA Esto explica una o dos cosas. En primer lugar, explica por qué puede haber

una serie de instituciones diferentes que se contradicen y mutuamente se excluyen; sin embargo, todas tienen la pretensión de basarse en la Biblia. No se trata de una secta o denominación que no reclama la Biblia como garantía para su existencia y su orden, y sin embargo, en su mayoría son mutuamente excluyentes. ¿Cómo explicas tú eso? Y, como lo puedes notar, en el hecho mismo de la existencia de todas esas cosas hay limitación espiritual. Cuando el orden particular, y la constitución y la posición eclesiástica y todo lo que pertenece a eso, son olvidados por el momento, y el pueblo del Señor se reúne en cualquier lugar determinado, y sólo como el pueblo del Señor, se encuentra mucho más la vida y la plenitud y la conciencia del Señor que cuando todos están actuando conforme las distintas líneas de su departamentalización eclesiástica, porque el Señor es encontrado. Nada de este estado de cosas debe subsistir.

Si tuviéramos la Palabra de Dios en el sentido en que hemos estado hablando de ella –Dios viniendo a través de la iluminación, en vivificación, en su acto de nueva creación–, mientras que haya esa clase de variedad, no habrá unidad esencial y armonía, y habrá contradicción. La naturaleza es una gran parábola de esto. Es curioso cómo en la naturaleza, a pesar de todos los colores que existen dados por Dios, nunca encontramos ningún enfrentamiento real. Pero si se tratara de usar los colores de una prenda, habría un enfrentamiento. En un jardín, donde se encuentran todos los colores, no hay ningún enfrenta-miento. En el reino de Dios puede haber una infinita variedad, pero no hay ninguna contradicción ni enfrentamiento. El Espíritu Santo es uno y Dios es uno; y si nos despegamos de la interpretación humana de la Palabra de Dios, de la manipulación mental del hombre y la detención humana de las Escrituras, y recibimos la revelación de Dios en torno a su significado, entonces habrá una

unidad absoluta, y la contradicción y la expresión exclusiva se irán. Has dejado el suelo terrenal y has venido al ámbito celestial.

Entonces, lo que es verdad de la Iglesia, según la mente de Dios, como algo celestial, totalmente distinto de lo de esta tierra, también es verdad de la Palabra de Dios. Cuando realmente llegas al terreno, no de la letra, sino de la naturaleza esencial de la Palabra de Dios, el hablar, la respiración, la obra de Dios, llegas a otro nivel que es completamente diferente de lo terrenal, y te encuentras con que el enfrentamiento y la contradicción salen. Hay gran necesidad de que el pueblo de Dios llegue al nivel de las cosas de Dios y lejos de las del hombre en todas estas cuestiones; es la necesidad de introducirnos directo en el corazón del pensamiento y la mente de Dios. Esto es costoso.

Como hemos dicho antes, el cristianismo es a la verdad un sistema cerrado ahora mismo, tanto que es casi imposible para muchos que están en él –y, sobre todo para aquellos que están en él oficialmente–, entrar en el pensamiento pleno de Dios, porque eso, escapar de ese sistema, significa mucho en todos los sentidos. Pero, ¡oh!, donde esto ocurre ya no hay escapato-ria; donde se paga el precio; donde hay obediencia; donde está la visión celestial y no hay desobediencia a la misma; donde Dios ha hablado, y no puedes dejar de escuchar y saber que es Dios, y tu corazón le da la respuesta a Él, y a toda costa tú continúas y sales, entonces sales a un lugar de un tremendo ensanchamiento espiritual, y sales a un reino de plenitud.

LA FE DEBE ACOMPAÑAR A LA PALABRA DE DIOS

Para resumir. La naturaleza esencial de la Palabra de Dios es semejante a la naturaleza esencial de Dios mismo, que es espíritu. La Palabra de Dios es espíritu, porque Dios es espíritu. Y la Palabra de Dios como un medio de comunicación define la naturaleza esencial de la Palabra viva de Cristo, porque Él sólo puede ser conocido después de que es manifestado el Espíritu. Hemos dicho que, aunque Él estaba ahí delante de los ojos de la gente, ellos no lo vieron, ellos no lo oyeron y no lo conocieron. Esencialmente, esto era lo que Él era espiritualmente, esa era su verdadera naturaleza. Pablo deja bien claro: "De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así" (2 Corintios 5:16). Él no lo dice de manera positiva, sino que indica claramente que el conocimiento de Cristo ya no es del Jesús de la historia. Lo conocemos ahora, después de la manifestación del Espíritu. La verdadera naturaleza de la Palabra de Dios es lo que Cristo es esencial y espiritualmente; del mismo modo, también la naturaleza esencial de la Palabra de Dios es lo que la Iglesia es espiritualmente.

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Dios es espíritu, el medio o vehículo de hablar de Dios es conocer a Cristo según el Espíritu, el vaso que recibe el hablar de Dios, la Iglesia, es espiritual. Como la Iglesia, somos probados por esto. ¿Escuchamos más de la Biblia como algo escrito en palabras de los hombres? ¿Somos, como la Iglesia, escuchados a través de esto cuanto más, mucho más, que ningún hombre puede oír, a menos que le sea dado de Dios? Estamos escuchando eso? Cuando verdaderamente es encontrada, la Iglesia tiene algo de poder espiritual, vida espiritual y crecimiento espiritual. Esto es verdad de la Iglesia, y, por supuesto, debe ser verdad de cada parte de ella; cada miembro de ese Cuerpo debe ser una persona espiritual, hecha tal por nacimiento espiritual. "Lo que es nacido del Espíritu, espíritu es" (Juan 3:6). Con el fin realmente de escuchar la Palabra de Dios continuamente (aunque Dios puede, en un acto soberano, hacer que un hombre no regenerado sepa que se está hablando a través de las Escrituras) que algo debe haberse hecho dentro de nosotros, y que algo debe ser continuamente mantenido. Lo que descansa detrás de todo con Dios es espiritual. Él se ha comprometido a Sí mismo más con lo espiritual que con lo natural. No voy a seguir con eso más allá.

Me pregunto si tú eres capaz de discernir, incluso ahora, con la ayuda del Señor, la gran diferencia, y la gran necesidad de conocer lo que es realmente la Palabra de Dios, cuáles son sus posibilidades y sus potencialidades, y cuál es la naturaleza de su grandeza. La Palabra de Dios no es sólo una declaración verbal. Es el impacto de Dios mismo, y ese impacto es soberano. Ahí está el lugar de la fe en la predicación y en venir a leer las Escrituras. Es posible predicar sin que Dios se manifieste a través de la predicación, y hay mucho de eso; sin embargo, Dios ha determinado venir a través de la predicación, y todo el que predica sólo puede predicar en la fe, declarando la verdad de Dios. Él está regresando sobre esto: que Dios debe actuar de manera soberana y hacer esto aquí, y que se reconozca que Dios está hablando, no sólo un hombre, sino Dios. Cientos de personas pueden estar reunidas, y sin embargo sólo una de ellas oye a Dios hablar. Somos enviados a esa soberanía de Dios. Bendito sea Dios, que funciona de esa manera. La gente puede decir, y nosotros mismos somos capaces de decir al mirar hacia atrás en nuestra historia espiritual: «Yo conocía la Biblia bastante bien. Podría citarla, analizarla y exponerla, pero un día se manifestó Dios a través de ella, y me hirió, y desde entonces las Escrituras, que eran tan familiares para mí, se convirtieron en la base de una nueva vida y toda una nueva posición». Esa es la Palabra de Dios que viene a través de la escrita.

Lo que realmente se necesita hoy es una recuperación de la Palabra de Dios en su esencial e intrínseca grandeza, y del hecho de que la Palabra es Dios venga con un impacto personal sobre nosotros.