Problemas Fundamentales de La Fenomenología - Martin Heidegger

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LOS PROBLEMAS FUNDAMENTALES DE LA FENOMENOLOGÍA 1 MARTIN HEIDEGGER § 1. Exposición y división general del tema Este curso tiene como tarea plantear los Problemas fundamentales de la fenomenología, elaborarlos y, en alguna medida, acercarnos a una solución. Tenemos que poder desarrollar el concepto de fenomenología partiendo de lo que ella toma como tema suyo y de cómo investiga su objeto. El objetivo de esta consideración se dirige al contenido esencial [Sachgehalt] y a las relaciones sistemáticas internas de los problemas fundamentales. Su finalidad es la aclaración de estos problemas a partir de sus fundamentos. (…) No tratamos de la fenomenología, sino de aquello de lo que ella misma trata. (…) No se trata de aprender filosofía, sino de poder filosofar. Una introducción a los problemas fundamentales quizá pueda conducir a ese objetivo. (…) ¿Cómo llegamos a estos problemas fundamentales? No directamente, sino a través del rodeo consistente en la explicación de determinados problemas particulares. A partir de estos, extraeremos los problemas fundamentales y determinaremos sus relaciones sistemáticas. (1/25) El curso se divide en tres partes. Las designamos, de momento de forma esquemática, mediante las siguientes secciones: 1 HEIDEGGER, Martin. Los problemas fundamentales de la fenomenología. Madrid. Trotta [ señalo con negrita la paginación del original alemán y sin negrita la paginación de la edición referida] Ontología – Martin Heidegger

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Selección de textos de "Problemas fundamentales de la fenomenología", de Martin Heidegger

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LOS PROBLEMAS FUNDAMENTALES DE

LA FENOMENOLOGÍA1

MARTIN HEIDEGGER

§ 1. Exposición y división general del tema

Este curso tiene como tarea plantear los Problemas fundamentales de la

fenomenología, elaborarlos y, en alguna medida, acercarnos a una solución. Tenemos que

poder desarrollar el concepto de fenomenología partiendo de lo que ella toma como tema

suyo y de cómo investiga su objeto. El objetivo de esta consideración se dirige al contenido

esencial [Sachgehalt] y a las relaciones sistemáticas internas de los problemas

fundamentales. Su finalidad es la aclaración de estos problemas a partir de sus

fundamentos. (…)

No tratamos de la fenomenología, sino de aquello de lo que ella misma trata. (…) No

se trata de aprender filosofía, sino de poder filosofar. Una introducción a los

problemas fundamentales quizá pueda conducir a ese objetivo. (…)

¿Cómo llegamos a estos problemas fundamentales? No directamente, sino a

través del rodeo consistente en la explicación de determinados problemas

particulares. A partir de estos, extraeremos los problemas fundamentales y

determinaremos sus relaciones sistemáticas. (1/25)

El curso se divide en tres partes. Las designamos, de momento de forma esquemática,

mediante las siguientes secciones:

1.a) Cuestiones fenomenológicas concretas como introducción a los problemas

fundamentales.

2.a) Los problemas fundamentales de la fenomenología en sus relaciones sistemáticas

y en su fundamentación.

1 HEIDEGGER, Martin. Los problemas fundamentales de la fenomenología. Madrid. Trotta [ señalo con negrita la paginación del original alemán y sin negrita la paginación de la edición referida]

Ontología – Martin Heidegger

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3.a) La forma científica de tratar estos problemas y la idea de la fenomenología. (2-26)

Una parte importante del curso está dedicada a mostrar que la investigación

fenomenológica, entendida según su tendencia fundamental, no puede representar otra

cosa diferente que la concepción más expresa y radical de la idea de la filosofía

científica, cuya realización se buscó, desde la antigüedad hasta Hegel, mediante esfuerzos

siempre nuevos y en sí mismos continuos y coherentes. (…)

Nosotros afirmamos que la fenomenología no es una ciencia filosófica entre otras,

tampoco es la propedéutica de las demás, sino que la expresión «fenomenología» es la

denominación del método de la filosofía científica en general.

El esclarecimiento de la idea de fenomenología equivale a la exposición del concepto

de filosofía científica. (3 /26-27)

En el inicio de la antigüedad ΦιλοσοΦία significa lo mismo que ciencia en

general. Posteriormente se desprenden de la filosofía, las filosofías particulares,

esto es las ciencias particulares, como, por ejemplo, la medicina y la matemática. La

expresión ΦιλοσοΦία designa entonces una ciencia, la que sirve de base para todas

las demás ciencias especiales y las abarca. La filosofía se convierte en la ciencia por

antonomasia. (…) Decimos "filosofía científica» porque predominan concepciones de la

filosofía que no sólo ponen en peligro su carácter de ciencia por antonomasia, sino que lo

niegan. (…) De acuerdo con esta concepción de la filosofía, esta debe no sólo, y ni

siquiera en primer lugar, ser una ciencia teorética, sino que tiene que dirigir, de forma

práctica, la comprensión de las cosas y de sus relaciones y las tomas de posición

respecto de ellas y ha de regular y gobernar la interpretación del Dasein y de su

sentido. La filosofía es sabiduría del mundo y sabiduría de la vida o, como se dice

hoy, en expresión corriente, la filosofía ha de proporcionar una concepción del mundo

[Weltanschauung]. Cabe, de este modo, distinguir la filosofía científica de la filosofía como

concepción del mundo [Weltanschauungsphilosophie]. (4-5 /27-28)

El concepto de filosofía es el resultado más propio y supremo de la filosofía

misma. De igual manera, la pregunta de si la filosofía es o no posible sólo puede

ser dilucidada mediante la filosofía. (5/28)

§ 2. El concepto de la filosofía. Filosofía y concepción del mundo

FENOMENOLOGÍAFILOSOFÍA CIENTÍFICA

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Aparece por primera vez [el concepto de Weltanschauung] en la Crítica del juicio de

Kant donde recibe su sentido natural: Concepción del mundo significa contemplación

del mundo que se da sensorialmente o, como Kant dice, del mundus sensibilis.

Concepción del mundo como mera aprehensión de la naturaleza en su sentido

más amplio. (5-6/29)

A partir de las formas y posibilidades de las concepciones del mundo enumeradas se

hace claro que bajo este término se entiende no sólo la comprensión del conjunto de las

cosas de la naturaleza, sino asimismo la interpretación del sentido y del fin del Dasein

humano y, con ello, de la historia. La concepción del mundo comprende siempre

dentro de sí una visión de la vida (Lebensanschauung). La concepción del mundo

surge de una interpretación total del mundo y del Dasein humano y esto ocurre, a

su vez, de diferentes maneras: explícita y conscientemente en algunos o

mediante la aceptación de la concepción del mundo dominante. Crecemos en una

concepción del mundo y nos acostumbramos a ella. La concepción del mundo está

determinada por el ambiente: pueblo, raza, posición, grado de desarrollo de la cultura. Toda

concepción del mundo construida, pues, individualmente, surge de una

concepción natural del mundo, de un ámbito de formas de comprender el mundo y

de determinar el Dasein humano, que se hallan en cada caso dadas, más o menos

expresamente, en todo Dasein humano. Ha de distinguirse la concepción natural del

mundo de la concepción del mundo expresamente construida o concepción cultural del

mundo.

La concepción del mundo no es asunto de un saber teorético, ni por lo que

respecta a su origen ni por lo tocante a su uso. No se la conserva en la memoria como

un conocimiento [Wissensgut), sino que es el objeto de una convicción coherente que

determina, más o menos expresamente, la acción y la elección. Por su sentido, la

concepción del mundo se refiere al Dasein de cada época. Gracias a esta referencia al

Dasein, es orientación y fuerza para este en sus preocupaciones inmediatas. (7/30)

La concepción del mundo es algo que existe en cada caso históricamente a partir de

un Dasein fáctico, con él y para él. Una concepción del mundo filosófica es aquella

que es elaborada y establecida expresa y explícitamente, o en todo caso de forma

preponderante, mediante la filosofía, es decir, mediante la especulación teorética, con

exclusión de cualquier interpretación cultural y religiosa del mundo y del Dasein. Esta

concepción del mundo no es un producto colateral de la filosofía, sino que

desarrollarla es la meta y esencia propias de la filosofía misma. La filosofía es, de

acuerdo con su concepto, filosofía como concepción del mundo. El que la filosofía apunte a

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lo universal del mundo y a lo último del Dasein, al de dónde, al hacia dónde y al para qué

del mundo y de la vida, en el modo de un conocimiento mundano teórico, la distingue tanto

de las ciencias particulares, que consideran siempre sólo un determinado círculo del mundo

y del Dasein, como también de los comportamientos artísticos y religiosos, que no se

fundan, primariamente, en comportamientos teóricos. (…) La filosofía entendida como

concepción del mundo – se dice- debe ser científica, naturalmente. Con ello se

quiere indicar: primero, que debe tomar nota de los resultados de las distintas

ciencias y utilizarlos para la construcción de la imagen del mundo y la

interpretación del Dasein; segundo, que debe ser científica en la medida en que la

configuración de la concepción del mundo se lleva a cabo estrictamente de

acuerdo con las reglas del pensar científico. (…)

Si la filosofía es la construcción científica de la concepción del mundo,

entonces la distinción entre «filosofía científica» y «filosofía como concepción del

mundo» se desvanece. Ambas constituyen a la par la esencia de la filosofía, de

modo que en lo que realmente se hace hincapié en definitiva es en la tarea de la

concepción del mundo. (8-9/31-32)

[Kant distingue un concepto académico de un concepto mundano de filosofía] Filosofía,

según su concepto mundano, en el sentido de Kant, tiene que ver con las determinaciones

de la esencia. No busca una determinada comprensión fáctica del mundo conocido de forma

meramente fáctica ni de la vida que se vive de forma meramente fáctica; sino que trata de

delimitar qué pertenece al mundo en general, al Dasein en general, y, de esta forma, a la

concepción del mundo en general. La filosofía en el sentido mundano tiene para Kant

exactamente el mismo carácter metodológico que la filosofía en el sentido

académico, excepto que, por razones que no discutiremos aquí con mayor detalle, Kant

no ve la conexión entre las dos. Para ser más precisos: no ve la base para

establecer ambos conceptos sobre un fundamento original común. Trataremos de

ello posteriormente. Por el momento, es claro sólo que, si se considera que la filosofía

consiste en la construcción científica de una concepción del mundo, no debe apelarse a

Kant. En lo fundamental, Kant reconoce sólo la filosofía como ciencia. (12/34)

Toda concepción del mundo y de la vida es ponente [setzend], es decir, es

siendo relación con un ente. Pone un ente, es positiva. Una concepción del mundo

pertenece a un Dasein y, como éste, está en cada caso determinada históricamente de

forma fáctica. A la concepción del mundo pertenece esta positividad múltiple:

arraiga en cada caso en un Dasein que es de este o de aquel modo, como tal se

relaciona con un mundo que es y apunta a un Dasein fácticamente existente.

Precisamente, porque esta positividad -es decir, la relación al ente, al mundo que es y al

Dasein que es- pertenece a la naturaleza esencial de la concepción del mundo y, por ello, a

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la de la construcción de la concepción del mundo, es por lo que no cabe que sea tarea de

la filosofía la elaboración de una concepción del mundo; lo que no excluye, sino

que incluye, que la filosofía misma sea una señalada forma originaria de

concepción del mundo. La filosofía puede -y quizá debe- mostrar, entre otras muchas

cosas, que a la naturaleza esencial del Dasein pertenece algo así como una concepción del

mundo. La filosofía puede y debe delimitar lo que constituye en general la

estructura de una concepción del mundo. Pero nunca puede desarrollar y poner esta o

aquella determinada concepción del mundo. De acuerdo con su naturaleza, la filosofía no es

la elaboración de una concepción del mundo, pero tiene, quizá por eso mismo, una relación

elemental y de principio [prinzipiell] con todas las construcciones del mundo, no sólo las

teoréticas, sino también las fácticamente históricas. (12-13/34-35)

Debemos comprender el ser para estar en disposición de que se nos dé un

mundo que es, para existir en él y para que nuestro propio Dasein que es pueda

ser. Debemos entender la efectividad antes de toda experiencia de lo efectivo. Respecto de

la experiencia del ente, la comprensión de la efectividad o del ser en el más amplio sentido

es, en un determinado sentido, anterior a dicha experiencia. La comprensión provisional del

ser anterior a toda experiencia fáctica del ente no quiere decir, claro está, que tengamos

que tener antes un concepto explícito de ser para experimentar teórica o prácticamente el

ente. Debemos comprender el ser, ser que no puede ser ya denominado ente, ser

que no puede aparecer como un ente entre los demás entes, pero que, sin

embargo, debe darse y de hecho se da en la comprensión del ser [Seinsverständnis].

(14/35-36)

§ 3. La filosofía como ciencia del ser

Afirmamos, pues, que el ser es el verdadero y el único tema de la filosofía. (…)

Esto quiere decir, negativamente, que la filosofía no es ciencia del ente, sino del

ser, o, como suena la expresión griega, ontología. (…)

Exponer los problemas fundamentales de la filosofía no quiere decir, pues, más

que fundamentar desde su raíz la afirmación de que la filosofía es la ciencia del

ser y cómo es ella; o sea, probar la posibilidad y la necesidad de la ciencia

absoluta del ser y demostrar su carácter en el transcurso de la investigación

misma. La filosofía es la interpretación teórico-conceptual del ser, de su estructura y de sus

posibilidades. Es ontológica. Por el contrario, la concepción del mundo es un

conocimiento ponente del ente y una toma de postura ponente respecto del ente,

no es ontológica, sino óntica. La elaboración de la concepción del mundo cae fuera del

círculo de tareas de la filosofía, no porque la filosofía esté en una situación imperfecta y no

esté todavía en disposición suficiente para dar una respuesta unánime y universalmente

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convincente a las cuestiones de una concepción del mundo, sino que la elaboración de la

concepción del mundo cae fuera del círculo de tareas de la filosofía porque ésta no se

refiere fundamentalmente al ente. No es por una carencia por lo que la filosofía

renuncia a la tarea de la elaboración de la concepción del mundo, sino porque, en

razón de una prerrogativa, trata de lo que toda posición del ente, también la propia de la

concepción del mundo debe presuponer ya esencialmente. (…) El concepto de una

filosofía de la concepción del mundo es absolutamente inconcebible; pues implica

que la filosofía como ciencia del ser debe efectuar una determinada toma de

postura respecto del ente y llevar a cabo una determinada posición del ente. (…)

Una vez que se ha visto con claridad que la filosofía como concepción del mundo es

imposible de raíz si ha de ser filosofía, ya no es necesario el adjetivo especificativo

«científico» para calificar a la filosofía. (15-16/36-37)

Intentaremos, en la totalidad del curso, fundamentar la filosofía a partir de sí misma,

en la medida en que es una obra de la libertad del hombre. La filosofía debe justificarse a

partir de sí misma como ontología universal. (16/37)

La filosofía es ciencia del ser. Por filosofía entenderemos de ahora en adelante

«filosofía científica» y nada más. De acuerdo con esto, todas las ciencias no filosóficas

tienen como meta el ente, y ciertamente, de tal manera, que este se les presenta de

antemano siempre como ente. Lo presuponen, es para ellas un positum. Toda proposición

de las ciencias no filosóficas, también las de la matemática, son proposiciones positivas. Por

ello decimos que todas las ciencias no filosóficas, a diferencia de la filosofía, son ciencias

positivas. Las ciencias positivas tratan del ente, esto es, en cada caso de una

determinada esfera. (…) La partición efectiva de las esferas se llevó a cabo históricamente

no de acuerdo con un plan preconcebido de un sistema de las ciencias, sino según los

problemas fundamentales que en cada caso investigaban las ciencias positivas. (17-18/38)

Pero ¿qué ocurre con el objeto de la filosofía? ¿Se puede representar algo así como el

ser? ¿No nos mareamos al intentarlo? (…) Debemos, al comienzo de nuestra consideración,

confesar sin ningún recato ni disimulo que con «ser», de entrada, no podemos pensar

nada. Por otra parte, afirmamos asimismo que pensamos el ser continuamente.

(…) Comprendemos [verstehen] el «es» que usamos al hablar pero no lo

comprendemos conceptualmente [begreífen). El sentido de este «es» nos

permanece oculto. El comprender el «es» y, con ello, el ser en general es tan

comprensible de suyo que pudo extenderse en la filosofía un dogma hasta hoy incontestado:

el ser es el concepto más simple y el más comprensible de suyo; ni es capaz de

determinación ni necesita de ella. Nos apoyamos en el sano sentido común del hombre.

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Pero siempre que se convierta al sano sentido común en la última instancia de la filosofía,

debemos desconfiar de la filosofía. (18-19/38-39)

§ 4. Las cuatro tesis sobre el ser y los problemas fundamentales de la

fenomenología

Antes de desarrollar estas cuestiones fundamentales, tenemos que familiarizarnos con

las discusiones sobre el ser. A este fin, consideraremos, en la primera parte del curso, como

problemas fenomenológicos concretos particulares, algunas tesis características sobre el

ser, que han sido formuladas en el transcurso de la historia occidental de la filosofía. (…)

1. La tesis de Kant: El ser no es un predicado real.

2. La tesis de la ontología medieval (escolástica) que se remonta a Aristóteles: A la

constitución del ser de un ente le pertenece el ser un qué [Was-sein] (essentia) y la

subsistencia [Vorhandensein] (existentia).

3. La tesis de la ontología moderna: Los modos fundamentales del ser son el ser de la

naturaleza (res extensa) y el ser del espíritu (res cogitans).

4. La tesis de la lógica en el más amplio sentido: Todo ente, con independencia de su

modo de ser, puede ser encarado mediante el «es»; el ser de la cópula. (20/40-41)

La discusión de la cuestión fundamental acerca del sentido del ser en general

y de las cuestiones que surgen a partir de esa cuestión constituye el conjunto

total de los problemas fundamentales de la fenomenología en su sistemática y en

su fundamentación. (…)

Algo así como el ser se nos da en la comprensión del ser; en la comprensión

del ser que subyace en todo comportamiento respecto del ente. Los

comportamientos respecto del ente pertenecen, por su parte, a un determinado ente,

aquel que somos nosotros mismos, el Dasein humano. A este pertenece la

comprensión del ser que posibilita antes que nada todo comportarse respecto del

ente. La comprensión del ser tiene ella misma el modo de ser del Dasein humano.

Cuanto más originaria y adecuadamente determinemos este ente respecto de la estructura

de su ser, es decir, lo determinemos ontológicamente, con mayor seguridad estaremos en

disposición de captar, en su estructura, la comprensión del ser que pertenece al Dasein y

con mayor claridad se podrá entonces plantear la cuestión: ¿Qué es lo que hace posible esta

comprensión del ser en general? ¿A partir de qué, es decir, a partir de qué horizonte

previamente dado comprendemos algo así como el ser?

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El análisis de la comprensión del ser en relación con lo que es específico de ésta y con

lo que es comprendido en ella o con su comprensibilidad presupone una analítica del

Dasein orientada a ello. Esta tiene la tarea de poner de relieve la constitución fundamental

del Dasein humano y de caracterizar el sentido del ser del Dasein. Como constitución

originaria del ser del Dasein se muestra, en la analítica ontológica del Dasein, la

temporalidad [Zeitlichkeit]. (…) Si la temporalidad constituye el sentido del ser del

Dasein humano y si a la constitución del ser del Dasein pertenece la comprensión del ser,

entonces asimismo esta comprensión del ser sólo puede ser posible sobre la base

de la temporalidad. De aquí se sigue la perspectiva de una posible demostración de la

tesis de que el tiempo es el horizonte a partir del cual se hace comprensible algo

así como el ser. Interpretamos el ser a partir del tiempo (tempus). La interpretación es

temporánea [temporale]. La problemática fundamental de la ontología como la

determinación del sentido del ser a partir del tiempo es la temporaneidad

[Temporalitat] (21-22/41-42)

¿Qué quiere decir: el ser pertenece al ente? La respuesta correcta a esta cuestión es el

presupuesto fundamental para plantear los problemas de la ontología entendida como la

ciencia del ser. Tenemos que poder efectuar con claridad la distinción entre el ser y

el ente para que algo así como el ser se convierta en tema de investigación. (…)

La designamos como la diferencia ontológica [ontologische Differenz], es decir,

como la separación entre el ser y el ente. (…) Se ve fácilmente que la diferencia

ontológica puede aclararse y llevarse a cabo con precisión en la investigación ontológica

sólo si el sentido del ser en general se ha traído a la luz explícitamente, esto es, sólo si se ha

mostrado cómo la temporalidad hace posible que se distinga entre el ser y el ente. Sólo

mediante esta consideración puede recibir la tesis kantiana de que el ser no es un predicado

real su sentido originario y una fundamentación suficiente. (22-23/42-43)

¿Cómo es posible la variedad de modos de ser y cómo es comprensible a partir del

sentido del ser en general? ¿Cómo podemos, a pesar de la variedad de los modos de

ser, hablar de un concepto unitario de ser en general? Estas preguntas se reúnen en

el problema de las modificaciones posibles del ser y de la unidad de su multiplicidad.

Todo ente, respecto del que nos comportamos, puede ser encarado y considerado, con

independencia de su modo de ser específico, con: «es» tal o cual. El ser de un ente se

nos aparece en la comprensión del ser. La comprensión es aquello que nos abre

ante todo algo así como el ser o, como decimos nos lo revela [erschliesst]. «Hay» ser

sólo en la específica revelación [Erschlossenheit], que caracteriza la comprensión del ser.

Pero a la revelación de algo lo llamamos la verdad. (…) Hay verdad sólo cuando

existe un ente, que abre, que revela, de suerte que pertenezca al modo de ser de

este ente el revelar mismo. Tal ente somos nosotros mismos. El Dasein existe en

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la verdad. Al Dasein pertenece esencialmente un mundo abierto y a la vez por ello

la apertura [Aufgeschlossenheit] de sí mismo. El Dasein es, según la esencia de su

existencia, «en» la verdad y precisamente por esto, tiene la posibilidad de ser

«en» la no verdad. Sólo hay ser si hay verdad, es decir, si existe el Dasein. Y sólo por eso

el carácter de encarable que pertenece al ente no es sólo posible, sino, dentro de ciertos

límites -dado por supuesto que exista el Dasein-, siempre necesario. Estos problemas de la

relación entre el ser y la verdad los englobamos dentro del problema del carácter de verdad

del ser (veritas transcendentalis). (24-25/43-44)

§ 5. El carácter metódico de la ontología. Los tres componentes fundamentales del

método fenomenológico

El método de la ontología, es decir, el de la filosofía en general, se caracteriza por

no tener nada en común con el método de ninguna otra ciencia, todas las cuales, en

tanto que ciencias positivas, tratan del ente. Por otro lado, el análisis del carácter de

verdad del ser muestra precisamente que también el ser asimismo se funda en un

ente, a saber, el Dasein. Sólo hay ser si hay comprensión del ser, esto es, si existe el

Dasein. Por consiguiente, este ente exige, en la problemática de la ontología, una

preeminencia especial, que se pone de relieve en cada discusión de los problemas

ontológicos fundamentales, sobre todo en la cuestión fundamental acerca del sentido del

ser en general. La elaboración y la consideración de estas cuestiones exigen una

analítica general del Dasein. La ontología tiene como disciplina fundamental la

analítica del Dasein. En ello se funda asimismo el hecho de que la ontología no

pueda fundamentarse de una forma puramente ontológica. Su posibilidad misma

remite a un ente, esto es, a lo óntico: al Dasein. La ontología tiene un fundamento

óntico. (…) De manera que la primera tarea dentro de la dilucidación del carácter

científico de la ontología es mostrar su fundamento óntico y el carácter de este

fundar. (26-27/45)

La segunda es la caracterización del modo de conocimiento que se lleva a

cabo en la ontología como la ciencia del ser, esto quiere decir, la elaboración de

las estructuras metódicas de la distinción ontológico transcendental. (…) Sólo la

interpretación del ser a partir de la temporalidad puede poner en claro por qué y cómo va

unida al ser este carácter de anterioridad, la aprioridad. El carácter apriorístico del ser y

de todas las estructuras del ser exigen, pues, un modo de acceso al ser y una

forma de experiencia del ser determinados: El conocimiento apriorístico.

Los componentes fundamentales que pertenecen al conocimiento apriorístico

constituyen lo que llamamos fenomenología. La fenomenología es el título para el

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método de la ontología, es decir, de la filosofía científica. Fenomenología es, si la

entendemos correctamente, el concepto de un método. De ahí que se excluya de

antemano que exprese determinadas tesis con contenido específico sobre el ente y que

defienda, por así decir, un punto de vista. (…)

El ser debe ser comprendido y tematizado. El ser es en cada caso el ser de un ente y,

por consiguiente, es accesible, de entrada, sólo partiendo de un ente. Por esta razón, la

mirada fenomenológica debe dirigirse a un ente, pero de tal manera que el ser de

ese ente pueda ponerse en descubierto y quepa llegar a una posible tematización.

La comprensión del ser, esto es, la investigación ontológica se dirige primero y

necesariamente al ente, pero después se aleja, de algún modo, de ese ente y se vuelve al

ser de ese ente. El componente fundamental del método fenomenológico, en el

sentido de reconducción de la mirada inquisitiva desde el ente comprendido

ingenuamente hasta el ser, lo designamos como reducción fenomenológica. (…)

Para nosotros la reducción fenomenológica significa la reconducción de la mirada

fenomenológica desde la comprensión, siempre concreta, de un ente hasta la comprensión

del ser de ese ente (proyectada sobre el modo de su estar develado [Unverborgenheit]).

(27-29/45-47)

El ser no es tan accesible como el ente, no nos encontramos con facilidad frente a él,

sino que, como se mostrará, debe siempre ser traído bajo la mirada en una libre proyección

[Entwurf). Designamos este proyectar un ente, dado previamente, sobre su ser y

sus estructuras como la construcción fenomenológica. (29-30/47)

Toda exposición filosófica, incluso la más radical, que intenta comenzar desde el

principio, está penetrada enteramente por conceptos tradicionales, y, por consiguiente, por

horizontes y perspectivas tradicionales que no podemos afirmar, como evidente de suyo,

que hayan surgido auténtica y originariamente del ámbito del ser y de la comprensión del

ser, que pretenden comprender. Por ello pertenece necesariamente a la interpretación

conceptual del ser y de sus estructuras, esto es, a la construcción reductiva del

ser, una destrucción, esto es, una deconstrucción [Abbau] crítica de los conceptos

tradicionales, que, al comienzo, deben ser necesariamente empleados, que los

deconstruya hasta las fuentes a partir de las que fueron creados. Sólo mediante la

destrucción puede la ontología asegurarse fenomenológicamente la autenticidad de sus

conceptos. (31/48)

Estos tres componentes fundamentales del método fenomenológico,

reducción, construcción y destrucción, se pertenecen mutuamente y deben ser

fundamentados en su pertenencia mutua. La construcción de la filosofía es

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necesariamente destrucción, es decir, una deconstrucción de lo transmitido llevada a cabo

mediante un regreso a la tradición, que no significa una negación de ella ni un prejuicio que

considere que la tradición no es nada, sino, por el contrario, una apropiación positiva de ella.

Dado que la destrucción pertenece a la construcción, el conocimiento filosófico es, según

su esencia, a la vez, un conocimiento histórico en cierto sentido. Lo que se llama

«historia de la filosofía» pertenece al concepto de filosofía como ciencia, al concepto de

investigación fenomenológica. (…) El conocimiento histórico-filosófico es, en sí mismo, un

conocimiento, y el modo específico del conocer histórico en la filosofía se distingue, por su

objeto, de cualquier otro conocimiento histórico científico. (31-32/48-49)